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Número 147

Serie XV

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Hacia una Iglesia liberacionista

HACIA UNA IGLESIA LIBER:AiCIONISTA (*)
POR
P. MANUEL MOLINA.
l. NOCIÓN Y REPRESENTANTES DE LA TuoLOGÍA
DE

LA
l.mERACIÓN.
l. ¿En qué consiste la Teología de la Liberación?
La

Teología de
la Liberación, en ve2 de "una refle,ción religio­
sa sobre Dios y el dato revelado", como debiera ser la Teología,
intenta se1 una reflexión en la que se me2lcla el tema de Dios coo
temas y problemas sociológicos, económicos y po'iíticos, insertos en
la realidad presente: problemas que se intenta resolver mediante la
praxi,, que es una reflexión y una actuación revo'luciODMia espe­
cia,les.
No

se
podría nunca definir la Teología de la Liberación, pues
desde
la visión presentada por Mons. Eduardo Pironio, de Arg¡en­
tina y Alfonso Lópe2 Trujillo, de Colombia, hasta llegar a Comblin,
Morelli, Giiardi, Assmann, entre otros, pasando por el meridiano
de Gustavo Gutiérrez, existe todo un arco iiis de opitúones.
Sio embargo, se puede rastrear su naturaleza si teoemos presen­
te los puntos siguientes:
a) No se trata de un sistema sino de una corriente de pensa­
miento flexible y adaptable a las ci.rcunstancias.
b) La teología liheracionista abarca, retoma y relee, como ahora
dicen, los grandes liemas cristianos desde

la
perspectiva de la libe­
ración, como una nueva manera de hacer t'edlogía, por ejemplo: la
(*) Extracto de los capítolos 4, 5 y 6 del libro del mismo autor,
¿Donde Lenin a!IJ JerusaUn? (Ed. Tra-dición, México, 1975).
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P. MANUEL MOLINA
hermenéutica política del Evangelio (Gustavo Gutiérrez, Teología
de
la Liberación, pág. 38).
e) Deja de lado, como principio, la onodoxia, para entregarse
'a la ortopraxis:
"La reología como refilexión crítica

de
la prrocis histórica
es una tleOiogía liberadora, U1lll twlogía de la transformación
liberadora de la historia de la humanidad" (G. Gutiér:rez, obra
antes citada, pág. 40).
d) Intenta acoplar la praxis resulrantre de su manera de hacer
teología, con la praxis marxista, pretendiendo cambiar el mundo de
acuerdo a

la vía
del. socialismo por la "lucha de clases".
2. El liheracionie-mo, aunque inspirado en Europa, es latino­
americano.
En fos capítulos antreriores hemos visto las cau= fundanrenta!.es
del !iberacionismo. Veamos ahora su gé!llesis inmediata.
Aunque
la Teología de la Liberación no sea un producto ge­
nuioo latinoamericano,

sí debemos
rene,, presentre el entorno socio­
político donde
se desarrolla. No es latinoamericano en el fondo, pires,
como afirma Mous. Alfonso López Trujillo en Conversaciones de
Toledo,
pág. 300:
"No quisiera caer, como ocurre a veces, en el entusiasmo
lige,;o de quienes cousideran que la Teología de la Liberación
es propia de América Latina. Es muy posible que una de sus
variantes, quizá

la
más difundida, sea más tributaria del pen­
samiento europeo, frecuentemente vía Francia, que de la arte­
sanía
teológica Latinoamericana".
El
discutido Cardenal

de Chile Raúl Silva,
en la misma obra
ConverstJciones de Toledo, pág. 343, afirma:
986
"El grupo de extrema izquierda, dentro del clero, que ha
sido el que ha promovido todas las reac.ciones de esta así lla­
mada Teología de la Libemción, es un grupo extranjero en má.s
del

60
%; no es un grupo naciorud".
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HACIA UNA IGLESIA UBERACIONISTA
El ámbito natural die! desacrollo de la llamada "Teología de la
Liberoción" es la situación socio-política de América Latina. Si el
mundo se baila en proreso de ttansformación, los países de América
Latina
lo están en gtado álgido. Muchos coinciden en aprociat que
el petíodo de desarrollo iniciado por la Alianza para el Progtes0,
por

J.
Kennedy, y sublimado por

!os
progresistas religiosos, como
el jesuita Wekemans en Chile y Colombia, no tuvo el éxito espe­
rado,

y
esto ha servido para desesperanzru: a muchos, agudizru: 1os
problemas, hundirse en la desconfianza y aceptar la dialécrica de la
teoría amo-esclavo, de Hegcl, opresión-servidumbre, dominación·de­
pendencia,
de Marx, hasta llega. a las homilías libetacionistas en
iglesias y caredmles como la de Cueroavaca, en la que, su propio
pastor,
retoma la dialéctica hegcliam de o¡,resor-0primido, urgiro­
do, en nombre del Evangelio, una toma de posición radical en favor
de los últimos, como única interpretación válida del cristianismo.
Este
estado

de situación
y de ánimo es nocesa.io l!ellerlo presente
para romprendet el nacimiento libera.cionista.
3. Medellín.
Según
J. Camps, en el prólogo a los Documentos de Medellín,
página 9, fue en Medcllín donde nació la Teología de la Liberación.
Ciertamente, a partir de los Documentos de MedeUln se ha im­
pulsado la famosa relectura que abaro,, incluso, hasta a Ja Sagrada
&Gritura,
que intenta releer en perspectiva de "la liberación" ...
Peto Medellfn no es el
Vaticano II.
4. La bandera de la justicia social.
Otro originante de esa corriente teológica es la bandera de la
Justicia Social y el subsiguiente concepto de Injusticia Social
Existe, ciertamente, la injusticia. En muchas estructuiras nacio­
nales e internaciona1es. Y aquí at1'8llCB. la falla de !os liberacionis­
tas al hacer demagogia con las pslabras Justicia Socia/, e l,qusticia.
a) Pata ellos solamente son injustas las estructuras que se opo­
nen al marxismo. Todos los crímenes cometidos por -el marxismo o
son silencisdos o reintetpretados.
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P. MANUEL MOUNA
b) Ill único pecado sobre el que insisren, que impide el cono­
cimiento

de Dios, es
la injusticia social ... , pero nunca hscen refe­
.ooncia a los demás pecados y desórdenes de la vida.
En definitiva, este otro
punto de atta.oque está mal planreido.
Oigamos
sinootiz.ar lo anterior al Padre Armando Ba.ndera, en su
maravillosa obra La Iglesia ante el proceso Je Liberación, pág. 108:
"Se
plan11ea un

problema
capital del pensar teológico ...
Hay un
abismo entre

medir lo
social, lo político y lo eoonó­
mico partiendo del plan de Dios sobre el hombre individuai y
sobre la totalidad de la historia humaoa, o invirtiendo los tér­
minos,
pretendiendo medir el
plan
de Dios y su providencia
a base de lo socia[, lo político y lo económico. Bn defiotitiva,
se

trata nada menos que de saber si la Teología de la Liberación
tiene una palabra que
decir de orden estrictamente teológico,
o si es mn sólo un intento d:e sintetizas, en versión y visión
nuevas, la sociología, la política y la economía".
No parece que la respuesta sea dudosa. Un esquema muy i de lo que en realidad es esta corriente lil,eracionista de la teología,
la ofrece el escritor Miguel Poradowski, desde Chile, en artículo
sobre
la Teología de !la Liberación, en la revista VERBO, de Madrid,
núm. 128-129, pág. 120, dice así:
988
"Un esquema simplificado de esra teología es el siguioo­
te:
"El cristianismo es un movimiento de lucha por la plena
libertad humana; en nuestro

tiempo
el hombre es un esclavo
del
régimen capiralisra; todo régimen socio-económico que
no
sea socialista es esencialmente un

régimen de
explo1llción
y opresión; como cristianos tenemos el deber de luchar contra
el esclavizanre régimen capitalista; la revolución mari el
único
camino que conduce a la destrucción del opresor ré­
gimen capitlllista
y la construcción de una sociedad socialista;
por

consiguiente
cada cristiano debe cornpromen,rse en la
lucha por la vicroiria de la revolución marxista; éste es un de­
bet religioso, de ahí el lema: soy mattxista porque soy cris­
tiano".
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HACIA UNA IGLESIA LIBERACIONISTA
Estos teólogos, o romo se les pueda llamar, buscan y proclaman:
a)
La pronta revolución man:ista, pues sin ella la Iglesia oo
puede realizar su misión, como prueban !os dos mil años ele fra­
caso del cristianismo.
b) Es imposible viviir y practicar el cris-tianismo en i'egínren.es
capitalistas, pues se vi"" en régimen de pecado, y la única ma,oora
de librarse de ese pecado es el compromiso con la revolución.
Los PROGENITORES,
5. La corriente ortodoxa: Pironio-López Trujillo,
Uoo ele los temas más difíciles dentro de 1a materia es a quién,
o a quiénes
atribuir la paternidad libemcionista. Como no se 1mta
de
una teología SÍSllemati?ada sino

más bien
ele una corriente ideo­
lógica, en la cual, oon ta!! que 1a p,axis se inserte en la dkección
marxista,
caben todas las tendencias, más bien señalaremos unos
pocos autores aJreredor de los cuales gi~ 1l'1a serie ele eooritores
satélites.
Queremos empezar ron la corriente libemcionista que busca en­
tronca. ron algunas ideas del Vaticano II; que por lo mismo no cae
en la órbita marxista, y cuyos máximos expositores son:
a) Mons. Eduardo Pironio, primero secretario y presidente des­
pués de'! CELAM, autor de varios títu!los al respecto, entre otros de
"Teología de

la
Liberación". El CELAM ha estado muy presiona­
do por el marxismo a través de toda su historia, y en la práctica,
oo
es ningún secreto, romo afirma Mons. Geraldo de Proen.a, ar­
zobispo
de Diamantina, en
Brasil, en
el Congre.so Anticomunista
de

Rio, en 1974, que
el documento de Medellín refleja en su en­
foque
general, terminología y vocabulario, la influencia marxista
dentro
del CELAM.
b) Mons. Alfonso Lópe,: de Tmjillo, acrual secretario genera!
del CELAM, autor
de numerosas o~ sobre

el
tema, como "Libera­
ción Marxista y Liberación Cristiana", y asisrente y eicposiror en las
Conversaciones de Toledo, de 1974.
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P. MANUEL MOIJNA
Al:rededor de estas dos figu,:as jerárquicas y ortodoxas existe toda
una pléyade de escritores como los profesores Armando Bandera,
de Salamanca, y Arias Reyero, de Santiago de Chile, por citar algu­
nos, que siguen Ia orientación twlógico-pastoral que sinneciza así
Mons. López Trujillo:
1) Por liberación se debe entender integral (todo el hombre)
y universa,! (rodoo los hombres).
2)

La liberación
,es un don de Dios, proporcionado por Cristo
en su Espíritu (dimensión rrinitaria). Liberación del pecado y de sus
consecuencias.
3) La liberación, aunque incida en lo socio-político, econó­
mico
y cultural, no termina ahí. La liberación adquiere su signifi­
cado a partir de la obra realizada por Cristo en cada uno de nosotros,
la liberación del pecado.
Para
los liberacionistas encuadrados

denrro de la corriente
al,i,,r­
tamenre marxista, que· es la abrumadora mayoría, lo anterior es mú­
sica celestial, algo neutro, 'Sin rolor1 olor ni sabor, como ·lo es el
Magisterio socia:I de la Iglesia.
6. J 0'1 No podemoo comentar la teología liberadonista sin mencionar
a J. Comblin, belga, nacido en 1923, doetor por Lovaina y autor de
la Teo/ogia de la Ciudad y Teología de la Revolud6n, Théologie de
la Revolution, París, 1970, residente un tiempo en Brasil, inspirador,
según algunos suspicaces, de Mons. Hélder Cámara.
Para la bandera de Comblin
"La Revolución es la piedra y fundamento de toda la la­
bor a cargo del teólogo, ya que orras caoogorías han perdido
valor humano en la vida contemporánea" (pág. 234). Y para
el mismo, «fa Revolución, sin importar cuál, ha de elegirse
denrro

del
sociali>mo»" pág.

254.
He aquí sus principales enunciados:
a) La revolución está en fa línea del cristianismo, porque su
esencia es cristiana. Los remas del inundo nuevo són :la ,;novedad",
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HACIA UNA IGLESIA UBERACIONISTA
la "promesa", la "esperama", la "libertad", la "allianza", el "espíri­
tu", y esas son ideas comunes a la Revolución y el Cristianismo, pá­
ginas 216-217.
b) "La libertad es la posibilidad de hacer algo nuevo, y la no­
vedad cristiana

es
la apertura de una era de libertad" (pág. 222).
E identifica la Jibe,tad con el "cambio". Por eso coloca la acción
revolucionaria
en

la
línea de la conversi6n (pág. 230). Y la caridad
para los oprimidos, al servicio de la revolución (pág. 231).
e) Para O>mblin, el cristianismo se durmi6 con O>nstantino
el Grande, y los tres mayores reavivamienros en la historia del cris­
tianismo han
sido !la Reforma Protestante, la Revolución füantiesa
y la Revolución mantlsta, todos de esencia cristiana:
"Es exacto que los conceptos de la Revolución Francesa,
libertad, igualdad, fraternidad son conceptos blbllicos" (pági­
nas 246-47).
d) Para Comblin, la revolución está hoy de moda y ese es el
momento de la historia al que hay que adherirse.
"Para hacer
una

revolución,
el único camino posible es
subirse al tren de la historia y adoptar Ia revolución que se
hace"
(pág. 265).
e) Pero Comblin no ha logrado descubrir, a pesar o por ha­
ber estudiado en Lovaina, que ,el camino del cristianismo es dife­
rente. El opioa que la ,inmersión en la revolución lo hatá "creíble"
y lo saivará:

"Devolverle una misión a Ia Iglesia es devolverle su cre­
dibilidad.
La

Iglesia
no debe coofunditse con lo que es, sino con lo
que será.
La figura de la Revoluci6n presenta una figura concreta
y esto es lo que la hace afortunada.
No basta insistir en el papel misionero de la Iglesia, es ne­
cesario dar un contenido al mensaje, un contenido en el cual
los misioneros puedan creer" (págs. 222-23).
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P. MANUEL MOUNA
Comblin casi solamenoe habla de prójimo, obras, acción, praxis,,
humanismo . . . En el fondo una desfiguración toad del cristianis­
mo: es "otro evangelio", del que previene San Pedro a los Gálata5'
¡Cuán lejos está Comblin y su trología de iJa Revolución, de la 'lí­
nea trazada por Sau Pío X, en su Cart:a sobre Le Sillon, I, 11:
"No se edificará la sociedad de un modo distinro a como
Dios

la
ha edificado. No. La civilización no está por inventar,
ni por construir en las nubes. Ha existido, exislle, es iJa civili­
zación cristiam, es la católica. No se tram más que de resmu­
rarla,
y resmurarla sin oesm sobre sus fundamentos naturailes
y divinos, contra los amques siempre nuevos de la uropía
malsam, de la ,evolución y de la impiedad, ·omnia imta«rár6
in Christo'."
Pero Comblin responde a esto y al magistrerio, en las páginas
191-200:
"El hecho de que el argumentn contrarrevolucionario sea:
reromado por el Magisrerio, no ie confiere autoridad. Vaie lo
que vale, es decir, a nuestrOS ojos, nada. No podecnos acoger­
como documento auténtiro y definitivo del cristhu,o frente a
,Jas revoluciones, las declaraciones .hechas en tales condiciones"_
7.

Gustavo Gutiérrez.
El
más peligroro de los exposirores de la Teología de la Libe­
ración es, sin duda, G. Gutiérrez, por las razones siguientes: es el
más voluminoso, difuso, confuso y sinuoso. El que aparenta mayo<
equidismncia
de las tesis exttemisw. El más ,Jigado a cierw je­
rarquías latinoamerk:a.nas, y por tanto con ciertos visos de "oficia­
lidad". Recuérdese la presentación del mismo hecha en la Reunión
del Episcopado Mexicano, a fines de 1972, por un obispo del mir
de México.
El

trabajo de G.
Gutiérrez es
doble:
desmonmr la Teología tra­
dicional y volverla a montar, partiendo de un nuevo modo de ,rea­
liza.r el trabajo teológico. Su obra básica es la Teologia de la Libe­
ración.
1) Desmontar la Teología.-Si la teología tradicional P""'• de
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la Revelación, de un anuncio de saivación exterior a la Humanidad
creada, Gutién-ez parte y rn= de ios aronoocimientos · CO!J de la vida y la realidad, que limita al hecho social conflictivo, y que
él
soluciona con la ludia de clases. Por ejemplo, él no mira en la
rea!lidad latinoamericana más que sacerdotes revolucionarios, hricos
deseosos
de deshaoorse de

la tutela de la
Iglesia, fricciones entre clero
y jerarquía, religiosos contra supetiores. Toda

su obra
es um dia­
triba a la Iglesia, ligada, dice, de mil maneras al "sistema"', parte del
sistema.
Para él no eriste la callada enwega y oblación de taatos
clérigos y laicos -abnegados, en todos los ámbitos, . si éstos no se en­
redan en un compromiso polítioo revolucionario, pues
"el anuncio evangélioo viene ooa función concientizadora o
en
otrOS términos politizadora" (Teología de la Liberación,
pág. 335).
Nace, en parte, su teología liberacionista de una visión enfer­
miza, radica:lizada y sectaria de la realidad, y para ello la primera
rarea a

que
se entrega es

a desmontar
la antigua teología de acuerdo
a <5t>IS premisas.
2) Para poder montar y des,,,,.ollar sus id616 a base de térmi­
nos y oonceptos fi!losóficos, dertiba de un pi= a Santo Tomá.,
y

la
tradición filosófica y los suple por Kant-Hegcl, con lo que des­
emboca en Marx, romo base filosófica de su manera de haoor teo­
logía.
3) A continuación cambia el objeto de la Teología (0éo,-lcó-ro,)
o sea, la ciencia de Dios por el estudio del Hombre en su realidad
ambigua,
para lo cual pone un énfasis extraordina,,io en las ciencias
sociales o del hombre, y no del hombre ·en general, sino en el lati­
noamericano,
visto

desde su
observatorio personal, con la finalidad
de
liberarlo de 'la estructura actual.
4) Fina!lmente, después de nwnerosas elocubraciones, en la que
incluye la
escritudstica, concluye en que la liberación final y rotal
y el Reino de Dios sobre la #erra coinciden y se identifican con la
Sociedad futura del marxismo, y la n,ecesidad de abraza.rlo.
Su mayor originalidad

y
esfuerzo está centrado en su intento de
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cambiar el quehacer trológico tradicional, la reflexión crítica de
Dios, por lo qne él llama "reflexión crítica sobre la praxis" (pági­
na
20 ). La "praxis" marxista, se entiende, la praxis histórica. Todo
lo
arompaña de un fárrago de citas de autores protestantes-rnarxis­
l>IS, progresigr,¡s-católicos y marxistas-areos, Engels, Matcuse, Garau­
dy, etc.
Patll la resolución de su tesis debe sub\'ertir toda una seriie de
verdades católic-as, siempre acepr,¡das antes, aceoca de la natur:rleza
y la gracia, de la Historia de la &tlvoción, del valor de la Sagrada
Escritura, de la natura!e,a de la Iglesia, del pecado, de la caridad,
del magisterio, etc., que a,,ali=s en capítulos subsiguientes.
Gustavo Gutiérrez no eru,iquece la te0logía, al contrario la em­
pobrece, la tfeduce, la desfigura. Y debajo de la grandilocuencia y
áparntosidad de sus llamadas continuas a 1las ciencias antropológicas
y isocilllles, a la crítica y a la historia, late bajo sus págiuas una orisis
tremenda de fe. Y la aparente fuerza de su "reflexión crítica sobre
l" praxis", no deja de ser una rendición más a la moda, a ios gustos
de fo. política, y a una ideología que se juzga ron visos de triunfo:
el mairxismo.
8. Hugo Assmann.
De los tres mayare; exponentes de '1a t,ooilogía liberaciooista, el
más extremista y radicalmente marxista es, sin duda, el jesuita brasi­
leño, de origen alemán, Hugo Assmann, autor de nume.rooas rolabo­
raciones en revistas progresistas y rerolucionarias, también de un
follero, Teología de la Liberaci6n, pero sobre todo de Opresión-Li­
b-eraci6n, desafío a los cristianos, qure sinteriza sus ideas at1 respecto.
Asso1000 representa dentro del l.lberacioniomo algo así como Mar­
cuse denrro del marxismo.
Veamos las afirmaciones principales de 5U obra, que es más que
liberaciooista el nexo entre la Teología.de la Liberación y la Revo­
lución.
1) Assmann seliala el trabajo te0lógiro como "reflexión críti­
ca
sobre la acción ,eficaz". La "acción eficaz" rocihe el nombre de
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"Praxis", que es lo esencial del marxismo, con lo que iguala el
quehacer de la trología y del marxismo.
2) Hace coinciclir el Hombre Nuevo de que habla la füblia
en Colosenses, 1, 15-20, con el ideal marxista (pág. 75) y presenta
a Cristo
como el gran revolucionrucio (pág. 77).
3) Interpreta !os hechos bíblicos, sobre todo el Exodo, corno
una ludla de clases al esrilo marxista y da sentido político a la Li­
beración de Israel de los egipcios, prescindiendo de la realidad bí­
blica,
el
enfrenramiento entte Dios y el .Faraón (pág. 72).
4) Reduce la fe a la aoción:
"la fe sólo puede ser verdadera, históricamente, cuando
es eficaz para la liberación del hombre".
Verdad

es igual, según él, a
ética política revoluciona na
98).
5) Para Assmann la Teología de la Liberación es salo prepa­
ración
a
la de la Revolución, pues sólo ésta es venladera tieología
(págs. 106 y 114).
6) El autor busca ela:J,orar una estrategia y conrepto nuevo de
la revolución a partir de la teología., por eso afirma que se precisa
una revolución en la teología (págs. 112-113).
7) Para
acelerar y provoca< la revolución, el autor es partida­
rio

del
empeoramiento de la situación socio-económica, con el fin
de hacer esralla.r la revolución marxista, el úniro medio que libera
al hombre (págs. 170-171).
Assmann va más allá de Comblin y de G. Gutié= Al tetmi­
nar su lectura se siente la triste sensación de que se está freo.ce a
un ateísmo descamado. Y ateísmo es lo que propone Assmann, se­
gún la Gaudium et Spes, núm. 20:
"Entre las formas del ateísmo moderno debe menciooru:se
la que pone la liberación del hombre principalmente en su
Hberación económica y social".
Y en el número 42
es más
explícita:
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"La misi6n propia que Cristo coofi6 a su Iglesia oo es
por cierro de orden político, económico y social, pues Cristo
'le indicó una finalidad de orden reHgioso".
Este tema lo aborda con clarividencia Miguel Paradowski en el
número 128-129 de la revisra Verbo de Madtid, correspondiente a
sepciembre-noviembre de 1974, que merece ser leído y meditado.
Estos son los tres personajes-guías del movimiento reológko li­
beraciooista de América Tuicina, a los cuales se nos pide adherirnos,
a la vez que rechacemos romo trastos insel"V'lbles de desván a Santo
Tomá:s y San Agustín.
II. Uso Y ABUSO DE LA BIBLIA POR LA TEOLOGÍA
DE LA
LmERACIÓN.
l. Normas para el acercamiento a la Biblia.
Si 'los liberacionist,,s han Í1l<:1:!J,'SÍono por todos los ámbitos de
la fe, en el campo de la Sagrada Escrirum hllin entrado a saqueo sin
respeto ni piedad.
a) Acercamiento cristiano a la Biblia.
La piedad religiosa más elemental pide aceocarnos a la Biblia
con estas tres cualidad,,, mínimas: con fe, patciendo de que la Bi­
blia es Palabra de Dios. O,n htl111,i/,dad y deiconfianza del propio
juzg.u: y conocer, demostrándolo en la adbesi6n al Magisterio. Fi­
naamenw,
con el íntimo convencimiento de que la ayuda divina, por
malio del Espíritu Santo, más que el humano ingenio es la que debe
aclmimos el smtido, esto es, más que erudici6n lo que preci5'MilaS
es sabidurla espiritual.
b) Regla, de interpretación.
Las más elementales reglas de inrerpretaci6n bíblica, nos obli­
gan a tener presente que la Revelación conrenida en la Biblia se
nos
ha

dado de
maneta progresiva. No se trata de un sistema de
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illosofía, sino de una rev,,lación extetm, que nos llega a traivés de
las maravillas obradas por Dios y de las palabras de sus enviados.
Para comprender una y otra cosa se debe atender al contexto. Y,
finalroen,e, como la polabm de Dios no puede connradeci atender a la armonía e inrerdependencia de 1a fe. Si aún se peana­
nece oristiano no se pueden nega,c fa:s verdades contenidas en el
Credo, como símbolo de esa fe.
e) Doctrinas bíblicas.
Fina!lmente, las más elernen"'1es reglas de intetpret,ación bíbli­
.ca nos permiten deducir que P""ª que una doctrina se pueda llamar
bíblica, se debe atender a lo dicho o afirmado respecto a la misma:
a) En el Antiguo Tesramenco.
b) En :las palabras de Jesós en el Evangelio.
e) Y a la interpretación dada a esas palabras por la primitiva
Iglesia, especialment!e las carms de San Pedro, Sm Juan y San
Pablo.
A este
respecto, la táctica liberacionista es odiosa y, generalmen­
ire, peca en esta dirección:
ti) Armncar del contexto los aconoocimientoo o las palabras,
como
iJa relectura del famoso Exodo, o las denuncias proféticas.
b) Ignorar la revelación progresi11t1, citaodo romo definitivos
1:eJCtOS veterorestaroentarios, sin iluminarlos con la luz del E~
lio o las cartas aposrólicas, en una infinidad de temas como rique­
za
y pobreza, violencia y pacifismo, acritud ante la aucoridad civil,
esclavitud
y libertad, etc.
c)
Evadirse de la armonía de la fe en la presentación del mm­
saje bíblico, pa,ca evitar el CREDO como oorma de nuestro creer,
robre
codo en algunos temas como el de Iglesia.
Una
lectura de la Biblia con el afán de encon= situaciooes y
textos pa,ca probar bíblicamente las propias tearfrus HberacionislllS;
hacierulo caso omiso de las elemen"'1es reglas de lectura e intetpre­
taci6n antes citadas, NO es una-manera honesta de leer la Biblia.
La Teología de la Liberación se arreve a ,reducir la revelación en
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la Biblia a sdlamente aquellos aconrecim.ienros o doctrims que, se­
gún
ella, tienen mensaje. o sentido para la sociedad presente.
Y da la casualidad que a lo único que ie enruenrran "memaje"
es a los problemas tempomles, políticos, sociailes, ere., y romo la Bi­
blia no se nos sioo pa,:a damos un m,,osaje de Sailvación más
allá de todo eso, tienen que remterpretarla, según 1a opción políti­
ca
sociaiista. La Biblia, romo •firma el Vaticano II, en Dei Ver­
bumJ 12, e,
"debe leerse e jnrerpremrse con el wsmo espíritu con que
fue escrita".
El criterio que guía a 1a Teología de la Llbetación para su rei-n­
te1pret•ción o relecttl<'a de 1a Biblia es el llamado conflicto o praxis
sociail conflictiva, lo cua1, según la misma trologfa, es e1 hilo de
roda la Hisroria de la Saivad6o. Así lo afirma Gustavo Gutiérrez
refiriéndose
al Exodo en 1a Teologla de la Liberación, página 204:
"La iibetadón de Egipto es un acto polltico. Es la rup­
tura de una situación de despojo y de miseria y el inicio de
una sociedad justa y fraterna. Es la supresión del! ckrorden y
la creación de un orden nuevo".
Solamente una pregunta, Sr. Gustavo Gutiérrez:

Una"
sociedad
justa y frat!erna" "y un "orden nuevo". Sí, de acuerdo. Pero: ¿y la
regulación de la servidumbre hecha por Moisés y 1a prohibición en
el
Decálogo, de ni siquiera desear los siervos aj garme en la descripción de la sociedad de Jsracl, le prueba a usted
que la liberación israelita tenía el marro socio-político que usredes
le

atribuyen? ¿No
em, por

lo
contrario, romo todo el contexto prue­
ba, ooa llbetación de ord,,n trascendente y figura de la 1ibemción
c:lel pecado, realizada por Jesucristo en el Misterio F,iscwtl?
Con
respecto ai Evangelio adopta una hermenéutica política..
Como
si
la Alianza y los Mandamientos del Antiguo Testamento
no estuvieran relacionados y subordinados
al Misterio Pascual del
Nuevo
Testamento. El

Exodo no
censura la sociedad egipcia,
sino
ai Faraón

que "no
recordaba a José". El Exodo es la lucha épica
998
Fundaci\363n Speiro

HACIA UNA IGLESIA llBERACIONISTA
entre Dios y Faraón, en la cual Israel casi no es más "que un su­
jero de dura cerviz y proclive al pecado".
Para comprender
el sentido bfblico de liberación-sa:lva:ción, de­
bemos l.'elllOOtaroos al sujeto de la misma, 111 hombre: a) Creado por
Dios.
b) Ubremenle aflt1rtado de Dias por el pecado. e) Vuelto a la
gracia
de Dios por la destruc&i6n del pecado realizada por la muerte
y la resurrec&i6n de Cristo.
Fse es el esquema bfblico. Buocar en la Biblia una sailva:ción y
liberación sin sentido religioso, o con un . sentido mixtificado huma­
nista ·no tiene una aiscia:oo. razón· de ser.
Esa salvación o liberación está nar.rnda en la Biblia a cuyo relato
llamamos
la Historia de la Sawaci6n-
a) La Biblia nos presenta la creación como obra del amor de
Dios, y la respuesta humana por el pecado. Un pecado que en "8€'1-
cia es el desafío a Dios y cuyos efecros lo conviert!en en esclavo de
su
concupiscencia, en
asesino
de sus hermanos y destimdo a d;e;­
aparocer por la muer 3, 15 y alguien eiro:a-humano lo rescatará. Sólo Dios puede liberar
integralmente
al hombre. Alguien venido de fuera, ,exterior al hom­
bre. m enviado por. Dios.
b) Con Abraham tenemos el comienzo de la reuitificación de
la humanidad dispersa en Babel, ya que Dios le promete: "En ti
serán
bendecidas todas las familias de la tierra", Génesis 12, 3. Y
a
esta pm:nre& sigue luego un compromiso, pues Israel será su pro­
piedad: "Si oís mi voz y guardáis mi .Alianza". Ex., 19, 5.
c) A la elección con Abraham sigue la liberación de Israel por
Moisés del

poder
de los egipcios, la peregm,acil,n por el desierto y
la entrega de la tierra prometida, con el cons.iguienre establecimien­
to
en medio de un ir y venir del qu:ebrantamienro de la Alianza por
los israclitas y el subsiguiente castigo divioo a· su infidelidad, el
arrepentimienro de Torael y otra vez el perdón divino.
Esta parte de la
Historia de la Salvación, que, como afuma San
PaMo, no es más que figuta, algo provisionlll, frmo de la ea,pa sin­
gular
y nacionalista de Israel, en una buena he!llnenéutica bíblica es
poco
útil para nosotros que estamos en la plenitud de los tiempos,
en que "Dios quiere que todos los homl,,:,es se salven y lleguen al
999
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOUNA
conocimiento de la verdad", I Tim., 2, 4. Este acontecimiento ais­
lado forma el maro> de fuego, algo así romo el encuadre blb1iro
de casi todos los liberacionist:as, por ejemplo el de Alex Morclli,
que ha incursionado repetidamen,te por Méxiro, presentándonos una
liberación socio-polítiro-ooinómka, dorure el Faraón son ,Jas estruc­
turas
modernas capitalistas y los desheredados actuales son el Israci
del tiempo de Moisés, y el rombate entre Dios y el Anti-Dios re-.
presentado pot el Faraón, ,es IJ:a lucha actual de clases. Con esta ron­
dusión
final: romo el régimen capitalista.' sólo se puede derribar por
la revolución violenta, la revolución marxista y 1a violencia de la
lucha de clases están inspirados en la Biblia y son des.abres en mo­
ral A:liex Morelli, Libera a mi pueblo, ron prólogo de Mons. Mén­
dez Arooo.
d) Idea, reinames en el periodo nacionalista y la reacción. ·
Durante el período israelim citado, a causa de la revelación pro­
gresiva no se tenían ideas elatas acerca del más allá, de la eternidad.
Se nes materiales, como expresión de la benevolencia divina.. Bl Deu­
teronomia 28, 11 es un testimonio: "Dios te mimará de bienes, ben­
decirá el fruto de rus entrañas, de tus garu,dos, de tu suelo ... ". Get­
roo libemcionistas dan la impresión de haber retrooedido y fijado
en este estadio primitivo de la Historia de la Salvación . . . Pero lle­
garon los Profetas a espirituafü.ar e interiorizar esa visión nacio­
nalista y materialista que se había formado en el pueblo de Iscael,
denUDciando las manifestaciones del culto sin alma, ron el que re­
novaban la
alianza y denunciando, a fa vez, el crudo ~ y
afán de riquezas, qUJe ha sido inherente al pueblo de :M'o.iisés, a tra­
vés de toda su historia, y dicen que aún sigue siendo hoy. Al afán
desmedido_ de bienestar y rique,a va unido el desprecio a la pobre­
za y [as incomodidades, y este desprecio va pasando a los portado­
tes de ,Jas mismas, los pobtes. Entonces los Profetas se levantan como
heraldos
y defenrores de la justicia y 'de los pobtes y entre ellos
bcilla Amós: "Ay de vosotros los que op,imís a los débiles, los que
maitratáis a b pobres", Amós, 4, l. Y después Isaías . . . "restituid
1000
Fundaci\363n Speiro

HACIA UNA IGLESIA UBERACIONISTA
•I agraviado; ha.ced justicia al huérfano; amparad a la viuda", Is., 1,
17. Amós mismo en 3, 12, nos presenta cl ideai de "un pueblo"
poboe y humilde", "resto" que esperará en Yahvé y se salvará. Tam­
bién Sofonías, 2, 3, invita diciendo: "B=d a Yahvé ·los pobres dcl
mundo ... , cmnplid su ley ... , practicad su justicia ... , buscad la
maosedmnbre".
Esos pobres y humildes que no son ·sdlamente agradables a Dios
pot la ausencia de bienes materiales, sino potque son piadosos y se
refugian
en

Dios;
que no poseen riquezas materiales pero sí oique­
zas espirituales, porque tienen la máxima riqueza que es Dios, como
d:ire el libro de la S,biduría, 16, 11:
"Tú, Yahvé, me enseñarás el camino de la vida, la har­
tura
de bienes junto a Ti, las eternas delicias junto a tu dies­
tta ... ":
esos •son los Pobres de Y ahvé, los que rochazan el conre¡,to socio­
político-mater..U.ta que tenían la mayoría de sus contemporáneos,
hasta dar
expresión

al
Siervo de Y ahvé por excelencia, en Isalas, 53,
1-12, cuyos dolores tendrán valor expiatorio y vicario para todo
israelita.
Causa v~ero estupor el contemplar cómo casi todos los li­
beracionistas manejan los textos proféticos relativos a la pobreza y
la riqueza, dejando de lado esta vertiente espiritual que es la que da
carácter de gratos ,. Dios a los despose/dos de este mundo.
2. La liberación en el Evangelio.
IJlegada la plenitud de los tiempos, Jesús, que participaba de
la misi6n del Servidor Sufriente de Isaías y de la del Hijo del Hombre
del capítulo séptimo de Daniel, hombre y Dios, servidor y rey. de
un oeino espiritual y relestial, teailiza su doble obra: a) fundo. un
reino, con características propias, a1 que · llama Reino de los cielos
o Iglesia,
y b) libera, rescata a toda la humanidad del poder dcl
pecad.o, mediante su Muerte y Resur.ttección.
Jesús ,salva sin excepción de personas, libera de las enformeda-
1001
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOLINA
des, que loa judíoo atribuían al pecado. Jesús libera y sw.va a todos,
"sean rkoo o pobres, margiruuk,s, pecadores, romo cortesanas, ladro­
nes, samaritan05
y loo introduce en su Reino, y hasra los hace pre­
ceder en el mismo. jesús ""1va y libera a todos sin excepción, con
raJ que sean como los pobres de Y ahvé, los que se apoyan en Dios
y no en Mammón o la fuerza y las riquezas del mundo.
A) Elr. REINO DE Dios.
los iiberacionistas, en su pretensión de hacer coincidir Reino de
Dios
y Sociedad Socia:lista, muestran y orulran a la \'ez el Evange­
lio

lo mismo que
la persona de Cristo, al pretender exhibirlo sola­
mente romo oo reformadot social.
Ciertamente Jesús es un gran Reformadot, el único verdadero,
y por lo mismo no mn las promesas mancist:as. Su Reforma es pa­
tente en las Bienaventuranzas o Constirución del Reino de los Cie­
loa, donde derriba todas fas falsas concepciones materialist,,s acetea
de la sociedad y el Estado que esperaban los judíos.
Comienza exigiendo
la converoión: Arrepentíos, que se acetea el
Reino.
Derriba las

esperanzas de un reino
mesiánico político y ma­
tetia:lisra ..•
No
ha venido a una promoción económica y social, oino pa,a
algo tra:scendental y eterno: "¿De qué sirve el ganar todo el moodo
y perder el alma?". "No os preocupéis de cómo habéis de vestir y
comer". Todo lo terreno tiene valot pasajero, y los estados de ri­
queza, pobreza, persecución, sufrimiento y -demás, sólo sirven en cuan­
to sean ocasiones de renunciar a lo efímero y alcanzar lo perdU11tble.
De

hecho
la actual corriente iiberacionisra está perfecramente
identificada y entroncada con los judíos del tiempo de Jesús, que
esperaban un mesianismo l'emporalisra, una liberación nacional y eco­
nómica, a los que Jesús opone: "Mi Reino no es de este moodo",
Juan 19, 36. Salvar e'! alma es lo "único necesario", Luc. 10, 42.
Más impo<'ta11ie que el alimento materia! es el espiritual, "el P""
del cielo", Juan 6, 32. El ideal de perfeoción (justicia) debe ser lo
primero: "Buscad el

Reino de Dios
y su justicia ... ", Mat. 6, 38.
1002
Fundaci\363n Speiro

HACIA UNA IGLESIA UBER.ACIONISTA
Los pobres de Y a:hvé, los que armonimn iJo soda!! y lo espiritrntl
en

su
actitud de meodigos de Dios, de pobres eo el espíritu de los
pobres,
de indigentes espiritrntles, son los que se hallan en disposi­
ciones óptimas para acepta:r las •enuru:ias que impone el hecho de
pertenecer a! Reino de los cielos.
lll enemigo tal vez mayor de esta actitud interior de renuncia
está :represen.rada por el poder, las riquezas, los honores. Y aunque
Jesús no condooa nunca de modo absoluto las riquezas, con &ecueo­
cia señala los peligros. Como señala Maximiliano García Cordero en
Corwersm;i "Jesús constantemente pone en guardia cootra el peligro
de las riquezas, que pueden ser como un enemigo del Reino
de Dios:
No se puede ·servir a Dios y a Mammona (etimoló­
gicamente
'eo lo que confía', que es como :la pe del poder demoníaco anti-Dios),
pµes no se puede servir a dos
señores",
Luc. 16, 13.
El ideail presenrado por Jesús es fa fraternidt,d amnentada por
el ,wnor, amándose y santificándose unos por otros para alcanzar la
-.ida eterna.
La vida eterna se a1ca,nza por el cumplimiento de ios
preceptos del Decálogo, pero la perfección eo el reino se logra me­
diante el heroísmo de entregarlo todo a los neoesitados, coroó le dice
Jesús al joven rico dél Evangelio, en Mateo 19, 16-24. El amor a las
,iquezas imq:,ide
la

perteoencia
al reioo: "se fue triste porque tenía
muchos bieoes".
Y en ese conrexto afirma Jesús : "En vetd,id os
digo que el rico difícilmente
entrará en el Reino de los cielos".
En un paso más, a través del Evangelio, Jesús se identifica con
los
pobres de Y ahvé, con los más necesirados.
A ellos llama mis hermanos más pequeños: "lll que =iba a
uno de estos niños más pequeños a mí me recibe", Mt. 18, 5. Y
en el juicio fioal:
"En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno
de mis hermanos pequeños (los pobres) a Mí me lo hicisteis",
Mat. 25, 34 y sigs.
1003
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOUNA
Desde esta actitud evangélica hasta la demagogia liberacionista
y la instigación a la lucha de clases y el odio de pobres coru:m riooo,
en nombre de Jesús, va todo un abismo. Y en esre abismo están pre­
cipitándose los liberacionistas.
B) JESÚS ANTE LA AUTORIDAD CIVIL.
Otro de los temas más traídos y llevados por los liberacionistas
es el de la supuesta coofrootllción de Jesús con las autoridades ci­
viles.
Ci.erwnenre la mayoría judía, en tiempos de Jesús, renía, como
acabamos de ver, uná visión totalmente temporalism del reino me­
siánico. Jesús tiene una actitud de desentenderse, de mhibiue de !o
social y político:
"¿Quién
me ha puesto como repartidor de herencias?",
L1J!CIS
12, 14. "Mi Reino no es de esre mundo", Juan 18, 36.
"Dad a Dios lo que es de Dios y al César !o que es del Cé­
sat", Mat. 22, 21.
Jesús adopta, romo propia del Hijo de Dios, una actitud ttas­
cendrote en todas las rehiciones de su vida y recha2a, d metllS tenmciones en el desierto, todas las ofertas satánicas materia­
lisll!s, Mat. 4, 3 y sigs.
Frente
al orden esmblecido, mnto el religioso del Sanbedrín como
el polítito de los romanos, no obsmnte haber llamado :wrro a He­
rodes en una ocasión, se somete y afirma que "el poder viene de
Dios", Juan 19, 11, y se "?melle a ambos.
Jesús no fue condenado por el poder político o por implica­
ciones políticas. A las acusaciones políticas de que Jesús prohibía
dar ttibuto a César, crertam.ente acusaciones falsas, la autoridad ro­
mana niega el delito político: "No hallo en El este delito", Juan
18, 35.
Jesús fue condenado a muerte por blasfemo:
1004
"Nosotros tenemos una ley, y según ésm debe morir, por­
que se ha hecho Hijo de Dios", Juan 19, 7.
Fundaci\363n Speiro

HACIA UNA IGLESIA UBERACIONISTA
La actitud de Jesús frente a la legitimidad o il.egitimidad deil
poder romano es la de evasión. El ha venido a "salvar al ¡,u.,blo de
sus
pecados", Mat. 1, 21. Y el pueblo necesita ser salvado de sus
pecados, sin importar el régimen juddico o político bajo el cual
se viva.
Entire esta actitud pe,:oonal de Jesús y la actitud de nuestros li­
beracionisras, que llegan, incluso, a rechazar la celebración eucarís­
tica,
por vivir, dicen, bajo regímenes de opresión, existe un abmmo
insalvable.
3. La liberación en la Iglesia primitiva.
Los apóstoles y Ia Iglesia primitiva lo miraron todo, con 'los ojos
de Jesús, desde una perspectiva traseendente y de eternidad, porque
"pasa la figura de este mundo", I Cor. 7, 29-31. Su actitud es bien
clara, tan clara que generalmeute los liberadonistas la rehúyen, a
exce¡x:i6n de unas citas de Santiago y de la Iglesia de Jerusatlén.
a) Frente a pobreza JI riq11eza.
Si la hubiéramos de sintetizar, la actitud sería así :
Ayudar a los pobres. Censurar el mal ~ de las riquezas y sus
peligros. Urgir al ,ecro uso de los bienes.
I
San Juan 3, 17:
"lll que tuviere bienes de este mundo
y viendo a su her­
mano pasar necesidad le cierra sus entraiías ¿cómo mora en él
la caridad de Dios?", Santiago 1, 10-11: "Gloríese el hermano
pobre en su exaltación y el rico en su humillación; el rico se
marchitará en sus empresas como el heno agostado".
San Pablo da el ejempio de amor a los pobres organizando co­
lectas por los necesitados de Jerusa!lén, como vemos en Gálatas 2,
10 y Rom. 15 y sigs., pues había &ac,sado la tentativa de comuni­
dad de bienes de Jetusaléo y jamás se repitió esra ex:periéocia en
ninguna otra Iglesia, Hech. 4, 32.
Santiago, ante el fracaso de J erusa'léo, reacciona vivamente contra
los ritos terratenientes que sólo buscan el lucro ( 4, 13 y en el 5, 1
1005
Fundaci\363n Speiro

P.· MANUEL MOUNA
y siguientes noo regala con ooo de 'loo más viru1entos ataques bíblioos
a ra:les personas:
"y vosotros los ricos, llorad a gritoo por las desventuras que
oo han de sobrevenir. Vuestra riqueza está podrida; vuestroS
vestidoo consumidos por la polilla; vuestro oro y vuestra plata
consumidos por. el orín . . . Habéis atesorado po.ra !os últimos
días.
El jornal de iloo obreros que han segado vuestros calmpos,
defraudado por vosotroo, clama, y los gritos de los segm:loo:es
han llegado a !os oídoo del Sefior de [os ejércitos ... ".
Santiago condena al explotador ... pero no al rico .que puede
ser justo y generoso, como vemos en el rioo Filemón, al que Pablo
escribe una
de sus =ms más cariñosas' e íntlm..s.
San Pablo, generalmente,· y· después ·de ponernos ante fa vista el
ejemplo de Jesús, "que siendo rico se hizo pobre por nuestr0 amor,
á fin de que por su pobreza nos hiciéramos ricoo'', II Cor. 13, 4-13,
previene contra "los que quieren enriquecerse, pues caen

en
renta.­
dones,

en
irnzos y rodicirus ... , algunos se extravían en !a fe y se aro,r­
mentan
a


mismos con

muchos dolores'',
ITim. 6,

9-10.
Pero da
nom,as a los. ricos de la Ig:lesia, y estas normas coincidían con ,Jas
dadas a !os .ricos por Jesús: "haceos amigos por medio de las rique­
zas"; y

en I
Tim. 6,

17-19 da
la pauta:
"No ser
a,ltivos ...

, no poner
la oonfianza en

las
riquezas
sino

en Dios ... ,
practicad el
bien ... , sed
dadivosos ... y ate·
sorad
po.ra la vida eterna".
b)
Frente a l,, auJoridad civil.
Vimos antes que Jesús en su actuación pública d""1indó el po­
der civil. de Jo religioso. Jesús acepta el orden estab1ecido en lo re­
ligioso
y en lo civil, sin preocuparse de su legitimidad.
Los apóstoles siguieron esta· misma iínea frente a los poderes
oonstituidos,
mientras

estos poderes no se
opusieian .,¡ anuncio ele la
Salvación. Cw,ndo el Sanhedrín les impide j:,roclanmr a Jesús, res­
ponden: "No podernos dejat
de decir lo que hemos visto y oído",
Hecl1.
4, 19,20. Cuando el imperio romano exige el culto ad empera-
1006
Fundaci\363n Speiro

HACIA UNA IGLESIA LIBERACIONISTA
dor, los cristianos se niegan, aun a C06ta de sus vidas . . . No piden
sangre, la ofrecen. Pero fuera de esto y en vittud de que el cristia­
no

se
considera como "ciudadano del cielo"', Filip.

3, 20,
exigen no
sólo la obediencia al Estado sino hasta oraciones por el emperador,
y conste que cuaJldo San Pablo escribe a los romanos pidiendo esto
gobemaba Neron; y no porque Neron gobemruse por derecho divi­
no, sino porque representaba el poder necesario en toda sociedad.
Incluso en Rom. 13, 6-7 explica aquello a que están obligados como
cristianos: respeto y cumplimiento de las ca,gai; del fisco.
San Pablo, en sus cartas a Timoteo y Tito, insiste a este respecto
pidiendo oraciones por los constituidos en dignidad "a fin de que
gocemos de una vida tranquila y quieta", I Tim. 2, 1 y sigs. A Tito
en
3, 1 le urge sumisión a las autoridades, y obediencia en fas obras
buenas.
San Pedro observa la misma actitud.
Por amor del Señor estad sometidos a
toda in,9tltución
humana, ya al rey, ya a los gobernadores ... ", I Proro 2, 13
y sigs.
No
puede existir un abismo mayor

entre
las actitudes anterio­
res
y las prédicas subversivas de los liberacionistas, para derribar
por la fuerza las llamadas estructuras injustas.
e) Frente a esckwitud y libertad.
La servidumbre existfa en la sociedad judfa desde el tiempo de
Moisés, que la regula, hasta el de Jesús. La Tora la regulaba. Jesús
y
sus segnidores, los ap6stoles, que se di:rigfan a masas sometidas al
injusto trato de siervos y esclavos (recuérdese el caso de Onésimo en
la carta a Filernón), afrontlllll el problema social, apoyados en lo tras­
cendente del cristianismo, por medio del """" fraterno y de la ver­
dadera Hberación, fa espiritual:

"No hay judío o griego, esclavo o libre", Gál. 3, 28. "A
cada uno ie retribuirá
el Señor lo bueno que hiciere. Tanto
si es siervo como si es libre", Ef. 6, 9.
1007
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOUNA
Nuestros liberacionistas prefieren pa.sar por airo el tema eronó­
mico y social dcl tiempo apost6lico, pues hiere su sensibilidad. Se
encandalizan de San Pablo cuando dice:
"Cada uno
permanezca en el. estado en que fue llamado .. .
¿Fuiste
.llamado en la servidumbre? No te preocupes ... ".
I Corintios 7, 20 y sigs.
Bn I Tiro. 6, 1 y sigs.:
"Los siervos que están bajo el yugo de la servidumbre,
tengan a sus runos por aaeedorm de todo honor ... ".
San Pedro escribe en la misma línea:
"Los siervos estén con todo temor sujetos a los runos, no
sólo a

los
bonrla sos ... ", I Ped. 2, 18 y sigs.
Y ello es porque cuarulo se aoepta a Cristo, ya no existe siervo
ni libre sino HERMANO, como le enseña Pablo a Filemón, pidién­
dole acepte a Onésimo romo hermano, •·no ya romo siervo, sino
como hermano amrulo" (versos 16 y sigs.).
Y esta actitud responde a la lógica del. ,evangelio r,s¡,ecro a que
absolutamente
TODO lo temporal es pasajero y el cristiano es un
peregrino en man:ha a la Jerusalén celeste:
"Sólo queda que los que tienen mujer vivan como si no
la tuvieran, los que llomn como si no llorasen, los que comptan
como si oo poseyesen, y los que disfrutan del mundo cotno
si no dis:frurasen", I Cor. 7, 29 y sigs.
Por eso resulta tan difícil el empeño de los liberaci.ornst:as de
identifica< la Sociedad del Futuro de Matx con el Reioo de Dios
en la tierra, salvo qne nos pasen a otro evangelio previamenre, como
lo
están
inrentando.
1008
Fundaci\363n Speiro

HACIA UNA IGLESIA LIBEMCIONIST A
4. El Hombre Nuevo.
La roi:riente de la r.eología libernciooista está empeñada en iden­
tificar al Hombre Nuevo, del que nos habla la Sagrada llscritum,
con el hombre nuevo fruto de la sociedad marxista.
El Homhre Nuevo bíblico tiene las canctetísticas y señales si-
guientes:
1) Nace de arriba. Juan 3, 13.
2) Surge hecho una nueva aeatura. II Cor. 5, 17.
4) Se renueva cada día a: imagen de su Creador. II Cor. 4, 16.
5) Es espiritual. contrapuesto a,! carnal l. Cor. 15, 45 y sig,s.
6) Es ciudadaoo del cielo. Filip. 3, 20.
7)
Su nombre está escrito en el cielo. Luc. 10, 20.
Y la pregunta sencilla que uno se siente tentado a formulac a
la teología liberaciomsta es: ¿Cómo es posible que par medro de ooa
promoción tempor.tlista, a

base
de economía, socwlogía y política,
pueda

el
marxismo producir

un homhre nuevo que se identifique
con la
vettiente cristiana del

Homhre Nuevo,
habitante del Reino
de

Dios, en "un otden
en que

habitará
.la justicia", "en que Dios
será Todo en todos", en "la glotiosa rn,errad de los hijos de Dios",
si

el
marxismo suprime todo

elemento
y p31rticipación sohrenaru,al?
5. El sistema dialéctieo en la Biblia.
La teología marxista busca la destrucción de la Biblia, aplican­
do

a la
misma su sistema dia,Jéctico, que formula así: El Antiguo
Testamento
es la TESIS. El Nuevo Testamento es la ANTÍTESIS. La
presentación marxista actual de los dos, es la SÍNTESIS.
a) Para los seguidotes de estas teologías, el Antiguo Testa­
mento
se caracteriza por una religión de orden terreno y material,
se presenta siempre en sentido social y comunitario, Pot ejemplo
premios
y castigos a todo Istael, etc.
b) El Nuevo Testamento es, según ellos, individualista y anti­
social, subraya las propias decisiones, la propia libertad, pot ejemplo
en

premios
y castigos, de acuerdo a las propias obras.
,, 1009
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOUNA
e) La síntesis superadora, dicen ellos, del antagonismo Anti­
guo y Nuevo Testamento la ttae el sistema de Hegel, y añaden: La
Iglesia, dw:ante dos mil años, tomó como definitivo lo que era
insuficiente, un estadio parcial, la antítesis. O:m la liberación tota:l
del

hombre,
traída por el ma.txÍSl!D.O, se construye la síntesis, o
tercer
Evangelio, que
estam Responderemos
brevemente
a
'.la teoría marxista:
~) Ciertament!e
la Revelación es progresiva. Ciertamente en
el Antiguo Tesmmento todo "aquello acontecía en figura"', I Cor.
10, 11. Ciertamente hay nexo entre el .Antiguo y el Nuevo Testa­
mento,
pues se trata de una Historia. Pero no es el Nuevo Testa­
mento la Antítesis del Antiguo Testamento, porque lo menos per­
fecto del Antiguo Testamento en aparente conttad.ioción con el Evan­
gelio: "lo permitió Dios por la dureza de vuestro oorazón". Es más,
la finalidad y el oorazón del Antiguo Tesmmento es la Afianza, con
"un ,reino de sacerdotes y una nación santa", Ex. 19, 6 (Santo equi­
va:le a separado de lo profano). En el Antiguo Testamento mayor es la idolatría: "No teadcis otro Dios", Ex. 20, 3. "Cuando
os apartéis de

Yahvé os
consumiré", Jos.

24, 21. Se
maidice el an­
ttopocentrismo
que

pone
e'! corazón fuera de Dios: "Maldito el hom­
bre que confía en el hombre", Jer. 17, 5. Se subraya la responsa­
bilidad personal: "Ei alma que pecare, esa morirá", Ez. 18, 20.
b) Ciermmente que el Nuevo Testamento subraya el carácter
personal
y trascendente de la sa:lvación, y es la plenitud de la Rere-
1:ación y es la libertad eapiritua:! frente a la esclavitud materfail del
primero, Gál. 4, 22 y sigs. Pero, sin embargo, está formwdo un
cuerpo
con
el Antiguo Testamento que no puede escindirse:
"No penséis que

he
venido a destruir la Ley o los pro­
fetas", Mat. 5, 17.
e) Es amenazadora la preteDSión marxista de una era propia,
con su

evangelio propio,
síntesis del
Antiguo
y del Nuevo Testa­
mento,

pues
la reve!a,:ión está definitivamente cerrada:
1010
"Ya no hay que esperar ninguna otra reve!la,;ión pública,
antes
de la monifestación gloriosa de nues1ll0 Señor Jesucris­
to", Vaticano 11. Dei Verbum, 4.
Fundaci\363n Speiro

HACIA UNA IGLESIA LIBERACIONIST A
Todo lo anterior oo se realiza ni espontáneamente, ni de golpe
y porrazo. En México, dentro del movimiento bíblico, ha habido
que soportar las presiones siguientes: 1) Una lucha dificil contra
los

que
buscan destettar el estudio ,,,temático de la Biblü,, Ello se
ha acompañado de una campaña de descrédito contta la Codecci6n
Círculo Bíblico,
por el hecho de que la metodología de esta colitti6n
está
informada por ese estudio organizado y sistemátizado, en visión
global de la Historia de la S.:lvaci6n. la armonía universal de la Bi­
blia impide
las deformaciones o visiones parciales o sectarias, que
son el caballo de Troya para tergiversar la Biblia. 2) En un paso
más arriesgado, los que se sitúan en la vertiente marxista, de un
tiempo a esta parte, y en las renniones de aJgunas Comunidades de
Base, e incluso en Homilías durante la celebración de la Euca:ristía,
se

va prescindiendo paulatinamente del uso de
la Biblia, supliéndolo
con
textos o lecturas de periódicos o revistas, pues, según ellos, en
la narración de los acontecimientos actuales está demostrada tam­
bién la revelación de Dios.
Cualquier lector podrá

recordar, a
este respecto, innumerables
anécdotas que

le
confirmarán la anterior asevetración_ ¡ El relativis­
mo

de
la Palabra de Dios está de moda!
111. D'.EsARROLLO DE LA. TEOLOGfA DE LA. LIBERACIÓN.
En el presente capítulo ttataré. de presentar . en una breve sín­
tesis, para los que no tienen estudios teológicos especiales, los pun­
tos de contacto y de ruptwa de la Teología de la Liberación, res­
pecto a la Teología tradicional, para lo cual he recurrido, a veces,
a la densa y crítica obra del profesor de Historia de la Iglesia, en la
Universidad de Safaroanca (España), el dominico P. Armando Ban­
dera, titulada La lglesÜ> tmte el proceso de Liberación, que acaba
de publicar la B. A. C. de Madrid, en marzo de 1975.
1011
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOUNA
!.-HISTORIA de la SALVACION:
2.-Creac;án -Alianza -Retlenci6n -Pamsia.
Desarrolladas en eil doble orden
naturaleza
( orden natural)
Fundidas en
3.-.lnterpretada
gracia
(orden so!,renatural.)
UNA sola HISTORIA
POLITICAMENTE.
4.-Por el DINAMISMO de la P R Ax I s •
(La Praxis está constituida por la
Reflexión y la Acción).
5.-Una prtl.Xis de CONFLICTO.
6.---Conflicto que se llama LUCHA DE CLASES.
7.-Lucha de chises que se llama MARXISMO.
Conclusión: La Opci6n marxista.
8.-"Soy Marxista porque soy cristiano".
l. La Historia de la Salvación.
En la presentación de la Historia de la Salvación, que aJ,oro,
dele la Creación hasta el Regreso del Señor y cuyos estlldios más
señalados son: la llamada á Abraham, la Alianza con Israel, la
Peregrinación y Conquista de la tierra prometida, el ministerio pro­
fético, la fundación del Reino por Jesús, el Misterio Pascual, el en­
vío
del
Espíritu Santo, y en espeta deil regreso del Señor, en cuan­
to al enunciado genetal de las verdades de fe, oo exist1e diferencia
entre el iiberacionismo y la teología trsdicional, pues, cot00 la mera
es eil compromiso
con el marxismo, por rarones de fe procuran evi­
tar rupturas innecesarias.
Se comienza, pues, con una presentación correcta de los puntos
de la Historia de la Salivación. Pero a partir de ahí se inicia el des-
1012
Fundaci\363n Speiro

HACIA UNA IGLESIA UBERACIONIST A
vio de fas fuentes, pues esa historia de salvación se somete-al.histo­
ricismo, o sea a interpretarla de acuerdo a "los signos de los tiem­
pos", para que pueda ser captada por el hombre moderno, y para
ello debe ser relekk. y remter,¡,rektd,,, a la luz de una hermenéuti­
ca política, que no brota de la Palabra de Dios, sino del! subJeci­
vismo

que
suplanta la Palabra por los propios juicios. Pablo VI
decía a este respecto en su aloeµción del l/VIII/73:
"Debemos mencionar otto obstáculo poliva:lente que ha
surgido en estos años en el campo de los estudios bíblkoo,
arrogándose, con el auxilio de sutil y aguerrida erudición, el
someter la Sagrada Escritura, los Evangelios especia:lmente, a
una hermenéutica, esto es, a una interpretación nueva y des­
trux:tora, ma!iante criterios engañOO>S • . . pe,ra quitar al libro
sagmdo su genuina autoridad, aquella

que la
Iglesia le reco­
nooe y la consti No existe, pues, probilema respecto al rontenido de la Histotia
de
la

Salvación, sino
respecio a la interpretación de la misma His­
toria,
que los libenicionistas realizan en el sentido de la Hermméu­
tica Política del Evangelio.
2. De la Creación a la Redención.
Tampoco existe problema en que desde la Greación hasta el
Regreso del Señor, ail final de los tiempos, pasando por el meridiaoo
de la muerte y resurrección de Jesús, existe y se desairrolla una- sola
historia, pues tenemos un úniro creador y salvado,: por medio de
Cristo y triunfador final sobte el misterio de la iniquidad y sobre
las potencia, de que habla San Pablo, hasta la liberación de los
hijos de
Dios mediante la resurrección final. Una sala historia dou­
de actúa Dioo, peto donde actúa también el "príncipe de esre
mundo".
El problema comienza q,ando los liberacionistas, que tienen un
esquema ,preconcebido, sobre el desarrollo de la Historia de la Sal­
vación,
para adaptarlo al marxismo, tienen que interpretar todo el
esquema:
Lo primero que el '1iberacionismo se apresura a formular, y ésre,
1013
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOLINA
según la mayoría de los críticos de tál teología, es el fundamento
de la misma, la supresión de los órdenes, o como ellos los JJa,noo,
planos, que diferencian Jo natutal de Jo sobrenaturai, la naturak,za.
de la gracia, con el fin de presentar un solo plano humanlstico, tras
las banderas de "vocación integral", o "desarrollo integral", térmi­
nos que debido a su vertiente legítima, pueden tener un significado
capcioso

en
'SU boca, para hacer posible la convivencia cristiana y
atea marxista, y obligar a la Iglesia, hasta ahora protegida por la
clife.renciación de órdenes, a que se um a la Jucha de clases. Gus­
tavo Gutiérrez en Teología de la Liberación, dice en las páginas
108-109:
"La distinción de planos aparece como un esquema ago­
tado,
sin
respuesta ante los avances
de, la reflectión teológica.
As~ tanto en el nivel de los compromisos concretos de los
cristianos en el mundo de hoy como en el de la reflexión teo·
lógica contemporánea, la distinción de planos es percibida
como

insuficiente. Si en un
momenro dado dicha

teología
mo­
,tivó y acompañó la presencia de los cristianos en la construc­
cióo del mundo, hoy aparece en su rigidez, superada y a,ren­
te
de dinamismo. Lo que hay de válido en esas distinciones
sólo
podrá ser manrenido en un c,mbio de perspectiva".
Ya

verán después las
per,,pectivas.
¿Cuál será la toma de posición a que quiere forzar el liberacio­
nismo? Aquí es donde comienza la presióo ideológica de la Teolo­
gía de la Liberación.
Ciertameote la Iglesia es, según la Lumen Gentmm, 48b, "sa­
cramenro universal
de salvación". Y "salvación" equime a "libera­
ción".

Y liberación
encierra una dimensióo social, que abarca al
hombre íntegro,

que
obliga a

una
liberación integrad. Y que algu­
nos,
apoyados en el

orden
natutal y sobrenaturaJ, en ocasiones, fia­
dos de aquello de San Juan: "Yo no ruego por el mundo", se han
limitado
a

un anuncio
formal del Evangelio, sin romar parte en la
coilstruccióo de la ciudad retrena.
Y es aquí donde se bifurca el camino entre los liberacionistas
y la doctrina de la Iglesia, al respecto. Para la Iglesia, que anuncia
el Reino de Dios a todos 4os hombtes, ese Reino, aunque tendrá su
1014
Fundaci\363n Speiro

HACIA UNA IGLESIA LIBERACIONISTA
plenitud al final, en la victoria sobre ia muerte, ese ,eino, romo
dijo

Jesús "está en medio de vosotros",
y Jesús "estará en medio
de nOSOttOS hasta el fin del mundo", presencia que El realiza y vi­
vifica por su
Grncia, por su Palabra, por su Eucaristía, ,por los res­
tantes Sacrnmentos. La Iglesia ti.ene con éstos sus medios propios
de
construir el Reino. Reducit el esfuerzo eclesia[ a algo temporru
y humano; algo que guste a los hombres de la época presentte; algo
de acuerdo al mundo, que h"1ague su soberbia; algo que favorezca
las poteocias diabólicas de que habla San Pablo. ¡ No! La Iglesia, a
nivel de institución, obispos y sacerdOtteS, no pueden en1lrllt en la
militancia política y partidaria, ni a lo mero a:onómico.
Recordemos
a Hechos, 6, 4:
"Debemos atender a la oración y al ministerio de la Pa­
labra".
Y menos aún aceptar el esquema de los liberacionistas, por me­
dio de la interpretación política de la historia salvífica, empleando
la praxis de conflicto de la lucha de clases del marxismo. A partir
de aquí el llberacionismo va de tumbo en tumbo, aw,que no futlten
por aquí y por allá destellos de verdades y de luz, como relámpagos
en
medio

de la noche.
A partir de aquí en su desarrollo, el Jibera­
cionismo prescinde de la distinción del orden natural y el sobrena:
turaJ!.
Son ingentes los problemas que surgen al respecto: Si no hay
más que un orden, por el hecho de haber sido creida, roda la Hu­
maoidad se salva y no hay necesidad de juicio fiWII. Si no hay más
que un orden, el tener o no tener fe es indiferente; no existe el
problema del ateísmo; ni se precisa la evangelización . . . Y aquí co­
mienza roda una casuística liberacionista sobre la fe de los ateos;
sobre el Dios que ellos niegan, el Dios-mito de los falsos cristianos;
sobre
el cristianismo anónitno; sobre la suficiencia de las obras para
la salvación, etc. El Papa Pablo VI resumía esta actitud el día de
Pentecostés,
1975 ...
"de tanto vivit fuera de la casa ... algunos han perdido la llave
y ya no pueden entrar".
1015
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOUNA
3, Reinterpretación política de la Redención.
Como ya hemos esbozado .antes, la reinrerpretación política de la
Historia de la Salvación (en realidad de toda la Biblia), a:imresponde
a la moda actual. Oigamos a Pablo VI, el ll/X/73:
"La multlplkación de hermanéuticas y de precomprrosio­
nes, cada 1111a de las cuales pretende señala,, el camino recto
hacia
la palabra bíblica reinterpretdda para hoy, es, a fin de
cuentas,
1111a expresión más de un pluntlimno considerado romo
fin

en sí,
y que no tiene la menor preocupación por respeta<
la genuina autoridad del libro sagrado. Con esto la fe sufre
nuevas difirultades que, a veces, llegan hasta eottingui,:lla, con
pretexto de

una sabiduría superior.
Pero el espacio del que ha
sido desailojada la fe, no es ocupado por la razón, sino por la
i,:raciona:lidad más d el ronformismo ideológiro, más m ¿ En qué consisl!e la interpretación políti01? Oigamos a Gustavo
Gutiérrez en su obra

citada, pág. 204:
"La liberación de Egipto es un
acto poU#co, Es la rup­
tura de una situación de despojo y de miseria, y el inicio de
la rontinuación de 1100 sociedad justa y fratt,ma".
Como en la Historia de la Salvación todos los estadios salvíficos
se hallan concatenados, luego la Historia de la Salvación está toda
ella
influida por la política ...
Pero aún hay más: Como ~l Pacto y la celebración del mismo,
se reactualizan al correr de los tiempos y el mismo sacrificio del
Ca:lvario
estaba prefigurado en la primera alianza, toda la Revela­
ción se halla inmersa en lo polítiro ...
"Estamos ante una hermenéutica política del Evangelio",
Guotavo Gutiéttez, Teo/. Lib., págs. 38 y 79,
porque es el mismo Dios el que libera a Egipto y nos da a su Hijo
Unigénito.
Las
consecuencias bajan ,en catarata:
1016
Fundaci\363n Speiro

HACIA UNA IGLESIA UBERACIONISTA
a) Si lo político es el fundamento de la fe, no se puale pedir
en nombre de la fu la abstención política. Cuanto mayor espíritu de
fe mayor inmersión en lo político.
b) Cuanto más eficaces se comprueben ,]os movimienros polí­
ticos para transformar Ia situación actual de injusticia, mayor debe
ser la adhesión a los mismos, por exigencias intrínsecas a la fu.
e) Como los movimientos que más se han distinguido por la
lucha contra la opresión, según ellos, son los más radicalizado¡; mar­
xistas, debe optarse por ellos "en virtud de la fe".
d) Los héroes cristianos deben cambiarse: Ya no serán María
y los
santos. Gustavo

Gutiérrez dice en
Teol. Lib., pág. 266:
"En hombres como Camilo Torres hay más inteligencia
de la fe, más fe, más fidelidad al Señor que en la doctrina
ortodoxa, de !los cristianos bien pensantes".
Medite
y

considere
el lector los priocipios deletéreos introdu­
cidos
por los liberacionistas con la interpretación política del Evan­
gelio, y no se admirará de ver nuestras iglesias convertidas en "ca­
sas" del pueblo de Marx. Y la n¡isma celebración de la Eucarics<ía,
convertida

en un acto político de
liberación temporal, por

exigen­
cias de la teología liberacionista.
4. EJ dinamismo de la Praxis.
Supuestas la negación de diferencias entre el orden naturai. y
el sobrenatural y la interpretación poiiltlca de la Historia de la &tl­
vación, con lo cuwl se desmontó la teología tradiciooa[, roca ahora
presentar,

cómo, a juicio de los
liberacionistas, se llegará a[ "ornen
nuevo" que propugnan, pcr medio de la PRAXIS, que es el conjunto
de la
reflexión y

acción que
impulsa el cambio.
Oigamos
a Gustavo Gutiérrez,

el máximo
pontífice liberacio­
nisra,
en Teol. Lib., pág. 80:
· "Estamos, lo

vemos más
descamadamenre en
nuestros días,
ante la

cuestión
reológico-pasroral oentral: ¿Qué es ser cr,s­
tiano? ¿Cómo ser
Iglesia en las co?Jdiciones inéditas que se
avecinan?".
1017
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOUNA
La respuesta que da él mismo no es muy definida, pues no pue­
de dar un contorno ni un perfil de la futnra Iglesia, a pa,:tir de la
experiencia presente:
"V amos hacia formas y estructuras de la Iglesia cuya ra­
dical novedad apenas es posible perfiliuc a ¡,aror de la expe­
riencia
presente"

(pág.
285).
Por tanto, a ese "orden nuevo", a esas "estructuras nuevas" de
la Iglesia que van a formar el nuevo cristianismo, y la nueva Igle­
sia, la "primera gene1"aci6n cristiana" de Iberoomérica, corno gustan
llamar, se va por el dinamismo de la praxis, que aban:a:
a) El análisis "científico" de la reoil.idad, con la visión de opre­
sores y oprirnidoo, explotadores y explotad05.
b) La concientiza&ión, para devolv<>t al oprimido la conciencia
de

su
dignidad, buscar la salida de la opresión: Toma de conciencia.
e) Y el compromiso de liberación de las estructuras actuaies
de

opresión, cuando descubre que él
puede hacerlo. Es capaz de
hacerlo.
Este
es el comienzo del camino nuevo y la más importante evan­
gefüación. El tipo clásico de ministerio queda relegado:
"La pastoral no consiste en organizar la comunidad físi­
camente, dentro del ámbito formalmente eclesial, por ejem­
plo, cuando se reúne la asamblea de la misa en la Iglesia, sino
que también es acción pastoral del presbítero cuando a esa
comunidad la organiza
para la acción política", L. Gera, Mi­
sión de la Iglesia, pág. 440.
Como afirma Paulo Freire en la página 13 de Educacwn, Cri­
sis y Esperanza:
"Ilusión de que es posible transformar el corazón de loo
hombres y mujer,s dejando intactas las estructnras sociales
dentn1 de las cuales el corazón no puede tener salud".
Y en la

página 9,
del mismo,

había dicho:
1018
Fundaci\363n Speiro

HACIA UNA IGLESIA LlBERACIONISTA
"Con frecuencia, e! error de los cristianos ha estado eo
creer que la 4iberación se vivía en el interior de fas concien­
cias de cada cual, y que el cambio de las estructuras se dedu­
cía
del

reajuste de la vida moral privada".
Cualquier persona, la má< sencilla, que abra e! Evangelio y lea
las pallabras
de Jesús sobre e! Reino, en los capítulos 5, 6 y 7 de
Mateo, o
sobre el comienzo y desarrollo de la primitiva Iglesia, eo
el

libro de los Hechos de los
Apóstoles, comprueba que fa vía libe-­
racionista para e! Hombre Nuevo, es la aotltesis total de lo dicho
por Nuestro Señor Jesucrito, por Sao Pablo, por Sao Pedro y los
oomás prinreros cristianos. ¡Qué audacia para remterp,etar la Pa­
labra
de Dios!
Las
consecuencias pastorales

son
iocalcutlables. Se cuenta de un
obispo
ganado a la causa libernciooista, que ha pospuesto todo anun­
cio directo del

Evangelio,
'hasta que too indios no estén en condicio­
nes
sociales, dando preferencia a la tarea de la proxis antes descrita,
contra la

voluntad de los
indios, que esperan les hzbleo de Dios,
para salvruse. En España, eo estos últimos tiempos, son algunos los
que
,se han negado a la celebración dominical de la Eucaristía, bajo
el
mmmo pret=ro, por el simple hecho de· confücros laborales en
su demarcación parroquial. ¡ Primero 1as estructuras!
5. Praxis de Conflicto.
La roma de conciencia y compromiso de que acabamos de ha­
blar, tiene que resolverse
eo algo real y actual, en el Conflicto.
Cada vez, a medida que se avanza, la lógica liberaciorueta empuja
más lejos y más hondo. Para ser hijo de Dios, para formar e! Hom­
bre Nuevo se precisa vivir el conflicto, poniéndose al fado de los
oprimidos.
"Los cr1Stlan.OS no son sinceros si no viven 'conflicti.va­
mente' en la historia, si no la traducen en identificación real
con los intereses de los hombres que padecen la opresión de
los
ortos hombres, con las luchas de las clases explotadas". Gus­
tavo Gutiérrez en Evangelio y praxis de liberaci6n, pág. 244.
1019
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P. MANUEL MOLINA
Y en la Teología de la Liberación, pág. 79:
"El cristianismo tenía y sigue teniendo dificultad ~ per·
cibir la originalidad del campo de lo político. Las noras de
radicalidad y conflictividad que hemos creído descubrir en Jo
político . . .
nos h= ver sus más profundas raíe La praxis social se convierte, gradualmente, en el lugar mismo
en el que el cristiano juega con otros su destino de hombtes
y su fe en el Señor de las historia".
El Jiberacionismo avanza y ahora ya exige no sólo la solida:ridad
social, económica y culrural a,n los oprimidos, sino remttwpreta
toda
la fe, la cual no puede existir sin la praxis social conflictiva.
La medida de la fe será la medida de la mse,d6n en el ron,J1!icro,
"que e,cige una incorporación dinámica del catolicismo, en el
proceso
revolucionaJ:io, que protag0nlzan nuestros pueblos opri­
midos".
A. J. Büntig, en Dimensiones del catolicismo popu­
lar, 132.
Pronto
muestran nuestros !ibe.rncionistas la oreja, como afirma
nu.est.to ,efranero.
No

los conmueven los oprimidos, los
atribllllado&,
los perseguidos para ayudarlos y salvarlos. Su meta consciente o ¡,._
conscientemente es el triunfo de la revolución marxista, y para ello
utilizan a

los oprimidos,
y buscan aprovocha.r su fuerza para sus fines
inconfesables.
¿Cuándo los liberacionistas han dicho una palabra de censura a
los regímenes marxistas que oprimen a los hermanos católicos tras
la cortina de hierro en Europa, o tras la de bambú en Asia, o tras
la de caña de azúcar en Cuba? ¿Dónde están los mártires? ¿Cuán­
do ,se han preocupado de los que sufren, si ,no los pueden organizar
en
fuerzas políticas

de choque a su servicio, como
son los ancianos,
los enfermos, los mmusválidos?
¿Cuándo su teología se ha preocupado de !los temas que no pue­
den
encuadrar directamente

en
la praxis revoluciona.ria, como son
los temas directos que tratan de Dios? ¿Cuándo estos liberaciooistas
que abominan de Pinochet y loon a Castro en América, y que silen­
cian en todo el mundo

los crímenes del
marxismo, se han preocupa-
1020
Fundaci\363n Speiro

HACIA UNA IGLESIA UBERACIONISTA
do de los pueblos esclavizados por el romunismo? La razón de su
silencio es clara: Es que su teología está a/, servicio de una causa,
bien definida. C Om,J v~, a ver, e,e conflicto del que hablan tiene
un nombre que ,e lwlma
Lucha de Clase,.
6, Conflicto que oe llama Lucha de Clases.
Me voy a permitir el citar largamente al P. Armando Bandera,
en la obra ant.es aludida, páginas 175 y siguient páginas,
de la 352 a la 362, de la Teologla de la Liberación, de Gus­
tavo Gutiérrez, sobre la fraternidad cristiana y la lucha de dases:
UN NOMBRE PARA UN CONFLICTO.
"l!J ronflicto a que se refiere la teología de la liberacióll y que
sirve de base para la reinterpretación de los vailores cristianos no es
una idea abstracta
ni tiene nada que ver ron una simple teocía sobre
ronflictos.
El liberacionismo se refiere siempre a un ronflicto ron­
creto

e históricamente bien ronocido. Su nombre es lucha de cla­
ses. Los otros conflictos que exisren no interesan sino en la medi­
da en que sirven pata dar ronciencia de que la lucha de cl"""5 es
una
necesidad y que en esta lucha, como en otra cu:a1qulera, no hay
más remedio que optar por una parte o por otra: por los oprimidos
y contra los opresores, o por los opresores y rontta los oprimidos.
Ni el
por se concibe sin el contra, ni el contra sin el po,. Ni la fe,
ni
la espetanza, ni la caridad, ni la Iglesia en general pueden eludir
el problema; se ven en la necesidad de optar con una opción que es
inseparable
de

un por
y un rontta. Por extraño que a primera vista
parezca, es preciso afirmar que ni siquiera la caridad se libra de esa
dialéctica. Sumidos

como
estarnos en el ronflicto concreto que es la
lucha de
clases, la caridad no es ni pue:le ser verdadera si no obliga
a optar por
una clase y rontra otra clase.
Naturalmente, la clase no se toma tampoco en a:bsttacto, como
una pura idea. La clase son las personru< que pertenecen a ella. Pues
bien, el conflicto que ronstituye el punto de partida pata reíntetpre­
tar

ilos
valores cristianos exige una caridad que opte por unos hom­
bres y

rontra otros
hombres; no

por
las cualidades buenas de unos
y contra los vicios de otros, sino, de manera
típicamente personal,
por unas personas y rontra ottas personas. Es decir, la caridad con­
flictivamenre interpretada, la única existente pata un cristianismo que
sepa rorrer el riesgo y tener la audacia de insertarse en la historia,
1021
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOLINA
impone el deber ele amar a unos hombres y de aborrecer a otros
hombres. Amar
y abo, uoo de ellos adquiere contenido y consistencia por relación al oo:o:
no se puede amar a unos sio. aborrecer a otros, como rampoco se
puede aborrecer a unos sin amar a los otros. Y fuera de esta dia­
léctica, no existe caridad, sino, a lo sumo, un vago sentimiento de
benevolencia, absolutamente ineficaz e

inservible
para promover las
urgentes transformaciones sociales.
La Teología de la Liberación opta por el oprimido. Opta, pues,
contra el opresor. Por
'la persona oprimida. Contra la persona opre­
sora Pa,:a oo dejar 'la impresión de perder el tiempo en teorías,
será bueno descender a los textos concretos, incluyendo alguno un
poco largo, pero que no tiene desperdicio, por el autor a que per­
tenece y por las ideas que propone.
La caridad -dice Gustavo-pu,:de considerar al prójimo bajo
dos
figuras, es decir, o bien como 'aquel que yo encuentro en mi
camino' o bien como aquel a cuyo encuentro yo me lanzo, porque
siento que

está lejano
y su lejanía me duele. En el p,:imer caso
-continúa diciendo--'mi mundo sigue igual'; en el segundo, por
el
contrario, 'mi mundo cambia'. Evangeüo y praxis, pág. 234.
En este preciso momen:1:0, y sin previo aviso, Gustavo sustituye
la noción de próiimo por la de pobre, de manera que es una misma
cosa. 'Eso es -dioe -lo que ocurre con la opción por el pobre'.
Uno se pregunta si la pobreza es el único motivo de lejanía que la
caridad tiene en

cuenta y por
la que debe sentirse acuciada. Hablar
de
'opción por

el
pobre', entre comillas, puede sugerir un sentido
especial, del cual, sin embargo, nada se dice. ¿Qué es, entonoos, le­
jaoía?
Tampoco se
sabe, pues se da el caso curioso que fa palabra
'lejano' apareice escrita

así, o sea entre comillas
también. Pero al
fin, todo
esto son pequeñas rosas. Lo inoeresantre es lo que sigue.
Era preciso e!l hacer una cita tan larga para que el lectotr siguie­
ra el pensamiento de este autor eo estre apartado tan imporrantre
donde la tea/,ogla liberacionista deforma la fe y la caridad de su ge­
nuino sentido cristiano.
El sentido del amor cristiano, tal como lo propone el Evangelio,
queda cambiado.
Para amar a unos se debe aborrecer a otros. lll ,ideal
del amor a TODOS queda eHroioado. La lógica liberacionista es te­
rtible, pues llegará, y está llegando a convertir el cristianismo a un
conflicto, fuera

y dentro
de la Iglesia. La dialéctica marxista ya está
deotro de la Iglesia deitrozándola.
El sentido de fe, también queda desorbitad.o por la obsesión en
hacer iruoc¡,atable la fe cristiana con la necesidad de insertarse en la
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ludha, con los movimientos que propugnan el cambio estructuntl,
ello por razón de re, según afirman".
7. Lucha de clases es igual a marxismo.
Para el marxismo una ley fundamental de la evc;lución es la
teoría de la lucha de clases, en todos los 6n:lroes, ricos contra pobres
en la sociedad y pueblos opulentos contra miserables en lo intema­
cional. E.ta es la condición del Progreso, el odio entre hermanos. Los
que
colaboran

en ese odio,
los que exreriorizan los conflicros, los
que organizan el odio son los verdaderos servidoces de la Hurnani·
dad;

los que propugnan reconciliación
y amor, son !os reaccionarios
burguwe;
que hay que eliminar.
Y esta lucha de ciases, que se nos propone, no es un mai1 ni
para el marxismo ni para el liberacionismo, 'Sino una ley histórica,
la victoria de la antítesis sobre la tesis, victoria que mnstituye el
irresistible "sentido de la historia", algo qm, es inevitable hasta la
llegada de la sociedad del devenir, la sociedad marxista. Hasta aihora
la Iglesia ha resistido esa interpretación.
La novedad introducida a esto por el liberacionismo es que esa
lucha de clases, debe hacerse en nombre y a causa de Cri.rto, para
borrar el pocado y las injusticias estructuntles de la sociedad, pa,ra
apresurar el Reino de Cristo en la tierra, en una sociedad que se
confundirá con la marxista. La teologfu. liberacionista está cooperan­
do, más que ninguna otra fuerza, a la introducción del marxismo
más crudo. Los marxistas están de enhorabuena. Santiago Carrillo,
secretario
general del
Partido Comunista
de. &paña, con residencia
en Francia, en sus conversaciones con Regís Debray, en la obta De­
main l'Espagne, 1975, se goza de esta cdlabomción y, en la pági­
na

189,
dice:
"...

hay una
Iglesia nueva que

se aproxima
al socialismo, que
va bocia él".
Y

más adelante, en la
página 191:

"arerca de la colaboración con los católicos, algunos caman,.
das nos bon preguntado si no afectaría al contenido de nues-
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P; MANUEL MOUNA
tra ideología. Yo les he contestado con una pregunta que pa­
rece un poco simplista: Desde que hacemos esta política,
¿atlntos
camaradas se han hecho creyenres? Y por el contra­
rio:
¿cuántos católicos se han heoho comunistas?".
Yo preguntada a :los liberacion.istas, siguiendo la pregunta sim­
plista
del secretario del Partido Comunista

de
España: ¿A cuántos
marxistas habéis acercado al Señor? ¿A cuántos católiros habéis em­
pujado al m=dsmo?
Yo sé que se reirán de mi pregunta, pues la teología liberacio­
nista no tiene como objeto un fin sobrenatural, sino una finalidad
humanística,
una fusión, a

fin
de cuentas, entire marxismo y cristia­
nismo,

en la cual
e!! marxismo no pierde nada, y tiene las ventajas de
poder captar a inreligencias de católicos inrnpaces de distinguir entre
el Ser y Hacer. Recuerdo que poco antes de dejar México, llegó una
religiosa joven a la Mi•ión Bfülica y en e'! curso de la conversación
intercaló:

"El Papa
es un incomperente". ¿Por
qué?, le repliqué.
"Porque si quisiera, en
veinticuarro horas

tenía
salvado el muirulo",
¿cómo? añadí yo.

"Simplemente, juntando
al marxismo con el cris­
tianismo". ¡Ah! ¡Para algo han de servir fas homilías de Cuerna­
vaca!
Toda la teología liberadonista, en el fondo, no tiene orto ob­
jetivo.
CONCLUSIÓN FINAL
8. La opción marxista.
Cuando uno tiende la vista alrededor y contempla por una parte
el silencio, no exento de turbación, de los que debieran hablair, y
por otra el griterío de las turbas, por los medios de comunicación,
en

favor del marxismo, tiene que preguntarse: ¿Cómo es posible
haber llegado

a esto? Entre otras muchas,
aro se deben señailar
estas dos causas:
a) Menosprecio al magisteri<, de la Iglesia.
Y al decir Iglesia, no me refiero solamente a las declaraciones
de fe, sino a todas esas normas emanadas de las Encíclicas, de las
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declaraciones de los organismos oficiales, como las Secretarías para
la Doctcina de la Fe, especialmente. Todo eJ!o se reduce a lo que
el Papa Pablo VI, en la Exhortación del 8/XII/70 .llama "la diso­
lución del magisterio eclesiásriro".
El Cardenal de

Toledo, en su
obra Creo en la Iglesia, Madrid,
1973,

págs. 54-55, se lamenta así:
"la
desestimación y desconocimiento voluntario del magiste­
rio

de
la Iglesia ••. , sustituido por la adhesión a grupos de
teólogos
o
que a sí mismos se llaman tales, los cuales se han
permitido
todas las l.icencias ••• ".
Si de España pasamos a América Latina y contemplamos cómo
las roorías liberacionisras han tenido la amable complicidad de a1-
gunos, colocados en puestos de magisterio oficial, no nos extrañará
que América Latina man::he al marxismo a pasos acelerados, sobre
todo cuando se aúnan para ello la presión social y gobernante y la
presión religiosa.
b) La imp,-egnaci6n y saturaci6n marxista de la vida.
Hubo tiempo en que la vida estaba empapada del espíritu cris­
tiano.
Aun

los no
cristianos pensaban y juzgaban en categorías cris­
tianas.
Esto se ha perdido, salvo en las capas populares, las más im­
permeables al marxismo.
Hoy, incluso dentro de la Iglesia, se piensa y juzga muchas ve­
ces en

categorías
marxistas, y las expresiones eclesutles, incluso en
el léxico,

son con
frecuencia marxistas y materialistas. Se es mar­
xista sin percarta alocución del

22/VI/73:
.,
"Algunos llegao a sufrir y predicar la fascinación de la
vidlencia, nuevo mito que se asoma a la inquieta conciencia
moderna; se hace la apología del hecho corn,¡umado, de la li­
beraci6n . . . que muchas veoes es un eufemismo con el que
recubren métodos subversivos. Además, aquella fascinación con­
firma, en

ocasiones,
la incitación de sociologías acristianas, con­
sideradas las únicas
eficaces, de una manera ciega y sin pre­
visión de las conclusiones a que conducen; no t'esiste a lo Je-
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ducción del s(Jcia/ismo, entendido, ciertamente, por algunos
oomo renovación social y socialidru:I renovadora, pero uaarulo
a la vez ideas y sentimientos netamente anticristianos: lucha
sistemática
de dases, odio y subversión, psicología matetialism.,
que rontagia la llamada sociedad de ronsumo".
¿Quieren un esbaro más aproximado que el anterior )'0h des­
crlbrir la tarea que está realizando la l'edlogía libera.cionista?
Sin

duda
alguna, el. influjo de 1a corriente libera.cionista, es el
mayor responsable en esta hora de la impregnación marxista de la
vida. Con mucha mayor fuerza que toda la serie de "revoluciones"
que ha producido en sus últimos años América Latina.
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