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Número 165-166

Serie XVII

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Religión y ciencia

RELJG-ION Y CIENCIA
La vocaaon científica, cuando es fiel a sus aspiraciones tras­
cendentes, llega a los umbrales
de la religión. El antiguo
catecismo nada ha perdido de su sabiduria filosófica y
teológica.
«Tratemos de comprender. La vida} nuestra misma videa, es voca­
"ción. La razón de nuestro ser, raciontal y !libre, es vocación. El anti­
" guo catecismo nada ha perdido de' la sabiduría filosófica y teoló­
''gica; nosotros hemds recibido el don de la existencia para conocer
"y amar; a Dios; sí, a Dios. El .cu'dl ha querido, .ruscitar delante
"de Sí el «homo1 saptens»; un ser consaigrado al estudio, ai la :escucha
,, de las voce'S del ser, del cosmos, de la ciencia, Podemos aplicar a
"esta relación de nuestra vida una frase de San Pablo: < "voce».
Nada sin
voz. Todo
habla p,,,-a quien sabe escuchar. Los

se­
" cretos

de
la naturaleza son

posibles
confidencias de
Dios
creador
"para quien
sabe descubrirlas. Es una primera forma de vocación a
"la cienci'a que merecería pdt'a f!lla un grttn discurso·; todavía. perdura,
''y encuentra. al hombre moderno· absorto por su encanto maravilloso,
"mágico.
"Pero ta vocación científica, _ cuando es fiel a sus aspiraciones
"trascendentes, llega a los umbrales de ú, religión, y al!f deposita
"su canto humilde y 'iSO'lemne; «los cielo.r nttrran la gloria de Dios,
"y el firmamento anuncia las obras de sus manos» (Salm. 18, 1;
"cfr. Prov., 22, 17
y sigs. etc.). Liturgia grande, rebasante también
"ella
de misterios y de' l11ces1 dertamente, no hostil a la retigio·s-a,
"sino,
por ,el conl/rario, su escala y en cierto sen,tido su reflejo ( cfr.
"Mt.i 6, 28-30). Los máxhnos cultivtadore.r ·de esa vocación natural
"la han compy;endido; la reciente conmemordeión
del centenario· de
"Copémico, maestro ya en
la «Sapienzr.t>> de Roma, ha evocado esta,
"no sólo posible, .sino' deseable, armonía de la ciencia racional con la
"fe religiosa.»
PAULO VI: Alocución del 20 de abril de 1975
con motivo de la. Jornada Mundial de las Voca­
ciones (original italiano «O.
R.», 21-22 de abril
de 1975;
traducdón de Eccleria núm. 1.738, del 3
de mayo).
Fundaci\363n Speiro

La ciencia no excluye la fe.
< ''mático po-r cierto; la Sdben· bien los ilustres clínicos y estudioso,s
"que hoy han venido a la glorificación de su colega, y a los que sa­
" ludamos con respeto, profundo. Pero también es verdad que' la opo­
" sición te ha hecho

hoy
más cauta por la crisis filosófica

de
la cien­
,, cía y por advertir que los dos órdenés de cono-cimiento son distin­
"tos
y no, opuestos. Incluso se est'á deline"ando una concepción de
"las dos

órdenes
-'-ciencia. y fe- que no sólo lo-s distingue, .rino que
,,IO's hace· complementdlf'io:r y convergentes en la búsqueda trarcen­
"dente de la verdad (cfr. fn. Maldamé, «La Science en questiO"'>,
"en «Revue Tomisle» [Toulouse], 73 'an; t.

75, 3, 1975, págs. 449-
"466). Esta
complementariedad y convergenci" están documentadas
"especialmente
por la experiencia vivida: de científicos creyentes y

de
"creyentes
científicos; entonces y

hoy. Y ellos nos
demuestran, según
11 ha hecho nuestro beato, que la cien.da no excluye la fe, an,es tiene
"neceJidad de su complemento. Como subrayó el Concilio Vaticano II
"hace exactamente diez años, < " pltna, si procede de una manera verdaderamente científica y según
,.,normas moral.es, no estará jamás en real contra.rte con la fe, porque
"la realidad profana y la realidad de la fe tienen su ,,,.;gen en el mis-
11mísimo Dios. Aun quien se esfuerza con humitdad y perseverancia
"p01' sondear los secretos :de la realidad, incl,t,so sin advertirlo, viene
"como conducido por la mano de Dios» ( «Gaudium et Spes», 36).
"Así, ciertamente, ha sido 1et profesor Moscati: < "mano ,de Dios» en el ,¡ercicio de una actividad agotadora, que lo
"encontró
.siendo atento colaborador. y dócil adorador de Dios para la
"salud física
de

los cuerpos
martirizados tanto como para la srJlvación
"espiritual
de las almas heridas. Pueda él comunicar sus certezas a
"tantas rJlmas nobles y rectas ,¡ue temen perder algo de su atttonomla
"en el reconocimiento de cuanto es de Dio--s.»
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PAULO VI: Homilía en la Beatificación de
José Moscati (16-XI·75) (original italiano «O. R.»
17-18
de noviembre de 1975; traducción de Ecclesia
núm. 1.768, del sábado 6 de diciembre).
Fundaci\363n Speiro

La duplicidad de caminos entre la fe y la ciencia no debe
degenerar, como ha
ocurrido a muchos seguidores de la
opinión púhHca, en la negación religiosa, el materialismo,
el agnosticismo especulativo ni la indiferencia espii;i_tual.
« ... una dis-tinción sistemática, legítima en su principio y en su
"método, interesa hoy más que' nunca al hombre mod(!f'no cuando
"autoriza a la cultura profana, a la ciencia especialmente, a,, de.farro­
,, llar
se racio11al y libremente de forma autónoma, < "principion>, prescindiendo· de
'm(Jtivadones de naturaleza religiosa
" ( confróntese «Gaudium et Spen>, núm. 59). Esto está bien. Pero, des­
" graáadamente, esta mentalidad ha hecho con frecuencia olvidar la
''la complejtdad del mundr, cognoscible y ataca, la existencia de un
"doble

orden
de conocimiento,

el
que se recibe por
el
camino de la
"ciencia y el que se recibe por el camino de la :fe.
"Esta mentalidad, en muchos hombres de pensamiento y en mu­
" chísimar pMsonar seguidorar de}a opinión públka, ha degenerado en
"negación religiosa! en ·materialismo~ en secularismo, en agnosticismo
"especulativo, en indrferencia espiritual, El ateísm:o, de redwzo pa­
,, sivo-de· la creencia 'en Dios, se ha convertido en activo y belicoso,
"favorecedor de la irreligiosidad.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles
3 de diciembre de 197.5 (original
italiano
«O. R.», 4 de diciembre de 1975; traduc­
ción de Ecclesia núm. 1. 770, del sábado 20 de
diciembre).
El actual malentendido entre el pensamiento científfoo y el
religioso
cristiano, efecto de

una formación mental mera­
mente
lai'ea.
< "pensamiento re!ig/r,so (el cristian&} sacude toda nuestra seguridad
"menlal1 que se convierte en incertidumbre .mo't'al y en inquietud soda!.
"Es el gran prüblema de nuestro tiempo, No debemos arustarnof, nü
"sólo porque nuestra mentalidad religio,sa nO' tiene nada de preconce-
11 bido o de contrario al progreso dentífku, tanto especulativo como
"p·ráctico y técnico1 sino porque, al contrario, lo fdf!orece y lo integra,
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Fundaci\363n Speiro

ntdnto objetiva como subjetivamente, con .ru culto a la Verdad total
"cual predsamente la busca, la profesa

y
la prodama nuestro Credo.
"Procuremos n(J sentirnos satisfechos con una formación mental
"pura
y exclusivamente «laicct>>, e! decir, que prescinda, por sistema, y
"en cualquier campo del pett.samiento y de la vida, de una lógica re­
"ferencia religiosa, para
no caer, sin advertirlo1 en ese ateísmo que
Jljustamente tenemos
·como subversor de todo orden,

y
erigir la
,,legitima t111tonomía de las realidades terrestres en criterio exclusivo
"de verdád
( c-fr. «Lumen Gentium», 36; «Gaudium et Spes»,

36).
"Prucuremos igualmente no dejarnos insensibilizar

por esa
apcttía
"religiosa
y

espiritual,
tan difundida hoy en nuestro mundo profano
Jly secularizado, la .cual parece un inevitable resultado del activismo
"moderno
y del excesivo estruendo de las vo-ces públicas; tratemos, por
"el contrario, de hacer nuestro el programa de la fórmula de Cristo:
"«Velád y ordd» (Mt. 26, 41).»
PAULO VI: Catequesis en la audiencia general
del miércoles 2 de
junio de 19176, «O. R.», edi­
ción semanal en lengua española. Año VIII,
núm. 23 (388), domingo 6 de junio de 1976.
Límites de la vocación -científica. Recordemos el vanitas vani­
tatum de las cosas devoradas por el tiempo y que no pueden
saciar

el alma humana.
« ... la vocación científica no agota, y frecuentemente ni siquiera
"inicia
el

diálogo
nuevo· y ulterior que el- Dios inefable quiere iniciar
"con
el

hombre,
y que por su naturaleza se dirige a las1cosa.r exteriores
"a no·sotros mientras el hombre en seguida

se
embriaga con
él 1e inme­
,, dicttamente lo

dirige
a fines utilitarios, donde nace, se califica y re­
"flexiona

la
civilización mo,Mma, profana y casi cerrada a la aper­
"tura. de nuevos secretos.
"La vocaci6n natural, la primera, indispensable, extremadamente
"rica, denuncia, sin embargo, sus límites, 1/os cut:tles, casi por para­
" doja, tanto más
sensibles y oprimentes, se hacen cuanto más amplios
"y dilatados 101,;'sus confines hacia el océano, de la experiencia settsible
"y del saber racional. La Humanidád, generalmente, se ádapta, pero
"al final sufre po,-
ello

y se
inclina hacia una valoraci6n más bien
"pesimista sobre la vida y sobre el mundo. ¿Re'co~dáis el «vanitas
"vanitatttm» del < de
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Fundaci\363n Speiro

"ellas, sobre la caducidad de las cosas devoradas por ,,¡ tiempo y
"y despreciadas por la incapacidad de saciar el alma humana más
"amplia y más ávida de todo lo 'que pueda llenarla y saciarla?»
PAULO VI: Alocución del 20 de abril de 1975
con motivo de la Joma.da Mundial de las Voca­
ciones (original italiano «O. R.», 21-22 de abril
de 1975, traducción de Bcc/esia núm. 1.738, del 3
de mayo).
El ateísmo, contra la razón que no puede reducirse a los lími­
tes de los tratados científicos convencionales.
«En otro tiempo el ateismo
era ;uzgado negativamente en la opi­
J}nión
pública

como
una falla de la fe· que era común; ahora1 en
JJ cambio, es considerado positivamente ( creemos que por error y
"para desgracia nuestra) como un progreso, como la liberación de 11Ut'l.a mentalidad mítica y primitiva, 1como· una bandera de los tiem­
npos
nuevos. iLa ciencia basta. La razón rehúye el mi'Sterio. Y no es
"verdad; al contrario, quien at1U1, la ciencia iy descubre su profun­
" didad y su rigor no· pue.de, no debe impedir al pensamiento sus ex-
11ploraciones meta/1sicas y mistica.r; y ·quien no quiera reducir la
"razón a' los límites de sus trattJdos -convencionales, debe admitir la
"necesidad
y la alegria de trascenderla1 para buscar al menos, o
,,para experimentar y gozari si es posible1 el encuentro con una Sa­
nbiduria1 con un Verbo, 1que a/, tiempo que le hace inclinarse en
"adoración religiosa1 le ensalza a los preludios de un diálogo su­
"prarracional
y embriagador: la oración.»
PAULO VI: Catequesis en la audiencia general
del miércoles 2 de junio de 1976, «O. R.», edi­
ción semanal en lengua española. Año VIII,
núm. 23
(388), domingo
6
de junio de 1976.
El sabio cristiano, ante el futuro de la Humani1dad .. Confianza
en
que la naturalez,a reserva posibilidades ,secretas que co­
rresponde descubrir a
la inteligencia.
«Subrayemos solamente, en el

campo
más general de la inves­
"tigación científica/ dos actitudes que parece· de-ben caracterizar al
nsabio
1 y especialmente al sabio cristiano. Por una parte, debe plan-
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Fundaci\363n Speiro

"tear,e lealmente' el problema del f1il't1ro te"eno de la Humanidad y,
"como hombre responsable, contribuir a prepararlo, a preservarlo,
"a eliminar 'los riesgos. Ntts pensamos que esta soUdaridad con las
n generacione.f futuras es una forma de caridad a la cual, por otra
"parte, mucho·S' hrnnbres son-sensibles hoy, en el marco de la ecología.
"Pero, al mismo tiempo, el sabio debe estar animado por la confianza
"de que la n,;turaleza reserva posibilidades secretas que co"esponde a
"la inteligencia descubrir y poner en juego para llegar al desarrollo
"que está
en

el
designio del Creador. Esta esperanza bien comprendida
"en

el Autor de
la Nr,turaleza y del espí,!tu humano' es capaz de pro­
''porcionar tina energía nueva y serena al estudioso creyente.>>
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PAULO VI: Alocución del 19 de abril de 1975
a los miembros de la Pontificia Academia de
Ciencias (original francés «O. R.», 20 de abril
de 1975; traducción de
Bcdesia núm. 1.738, del
3 de mayo).
Fundaci\363n Speiro