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Número 165-166

Serie XVII

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Discurso de Paloma Sánchez. El triunfo de la memoria [San Fernando 1978]

Nuestra mwon ante esta hora crucial de la historia es resistir, pero no
contra toda esperanza, sino, por el contrario, con fe en nuestra

fe
y seguridad
en

nuestra seguridad,
!,A tarea a la que estamos convocados no es la de salvar
tan
sólo los

restos del
naufragio, sino, ante todo, la de preparar y acelerar
en la
"medida de nue.rtras posibilidades la llegada de la civilización e.umé­
nica católica
en

que la Iglesia deposita sus
esperanzas.
Con

nuestra
Ciudad Católica más como meta

que
como nostalgia, somos
nosotros

los que
con nuestro

trabajo
y nuestra oración -con una· mano cons~
truir
el templo y

con la otra sostener la espadtr- podemos
adelantar el triunfo,
acortando
los dítM a

este. tiempo
de pasión al que

la
civilización moderna, y
España con ella,

se
han precipitado.
Que

en este
final del

mes de
mayo, tradicionalmente dedicado a

nuestra
Madre, la Santísima Virgen

que
quiso en Fátima alertar nuestra vigilia y
confirmar nuestra esperanza en. esa nueva catolicidad, nos ayude a vivir ya
en
cada uno de

nosotros
y en nuestro círculo de amigos de la Ciudad Católica
esa nuestra certeza del reinado final y definitivo, personal y social de f esu­
cristo Rey.
He
dicho.
DISCURSO DE PALOMA SANCHEZ
El triunfo de la minoría
Asistimos en

nuestros
días a una revolución,
lenta
y progresiva, que está
transformando todos los órdenes · de la vida:
social, político, religioso

...
Ya el
Renacimiento · camhió la imagen teocéntrica del

mundo, propia de
lá Edad Media, por una visión antropocéntrica que termina en la apóstasía
inmanentista
de
la
Edad Contemporánea. Las ideas revolucionarias que surgen
en el
siglo XW, cuajan en

la
Revolución Francesa , en
todas
las revalilciones
de

los siglos XIX
y XX. -
A

esta
confusi6n ideológica, que arra#ra siglos,

viene a
sumarse en
nues­
tros
dias un ateísmo militante q11e intenta barrer la idei:t. de Dios, matar a
Dios, y, como consecuencia1 matar al hombre.
Sin embr:irgo, el comunismo fue expulsado de n11estra patria. Los españoles
de hace cuarenta años supieron vencerle porque el comJJnismo re4iiz6 un ataque
frontal

a
una sociedad como

la
española, empapada
de
cristianismo hasta la
médula.
Hoy1 sin -emhargo, el -problema. se ha agudizado, un cambio de mentalidad
se

produce en pocos
años, y_a
no
se necesitan siglos, las-cabezas pensante!
pueden mentalizar a

un
pais gradas a una profunda acción psicol6gica de

los
medios de
comunicaci6n

social.
Por

este
motivo, el comunismo sabe que sólo penetrará en
nuestro
pals a
través

de
una minoría de intelectuales que1 apropiándose de los puestos claves,
difúndan una visión atea
del mundo y de la vida. Precisamente porque nunca
ha

estado más
empeñado q11e ahora en

hacerse
con el poder, irá conquistando
no sólo los cuerpos, sino, sobf'e todo, las almas: se trata de controlar la cul­
tu,-a
desde

la
Universidad hasta BGB,
No
perseguirá cruentamente it, la Iglesia, sino arrancará la fe de los co­
razones
· haciendo

que
·los, mismos pastores abandonen su rebaño, creando di­
sensiones,

enfrentando -la base
c'on la ierarq11fa1 cambiando la piedad por la
política, sustituyendo una· 1)isión transcendente por otr4 inmanente, terrena/1 que no piensa en el mái allá;
Ahora

bien,
¿cuál es
la
rafz p,ofunda de

una situación
que ha
llegado· a
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Fundaci\363n Speiro

ser alarniante?, ¿Dónde está el cáncer que envenena nuestra wciedad hasta
s11
propia
destrucción?
No es necesario mirar
fuera, sino dentro, como propugnaba San

Agustín;
el cáncer de nuestra
sociedad es

la inhibición de los
que no
son marxistas, aún
más, es la pasividad de

los
católims el
mal
profundo que provoca

un
vado
de

ideas
y de acción que viene

a
ser llenado por

los
que hacen fe

del
ateísmo.
Acaso

pensará alguno de ustedes que es la hora de la lamentación ...
, levan­
temos un nuevo

muro y
vayamos allí a llorar, pens_ando que cualquier tiempo
pasado fue mejor. ¡No,

señores! Este es precisamente el momento de
despertar
como
nos

avisa
San Pahlo: «Hermanos, hora

es ya de
despertar del .rueño, la
noche

va pasando, se
acerca el día».
La paz de

que hemos
gozado por

mucho tiempo nos ha hecho comodones.
Ha llegado el tiempo de unificar
fuerzat, no

es el momento de hablar
y I~
mentarse,

sino de
aduar.
U

na insignificante gota de agua
va taladrando
la roca
haita hacer cuevaI
inmenJaJ,
una

pequeña
porción de

levadura es
suficiente para fermentar

la
masa.
Ha sonado la hora de

la
acción, pero no

una acción solitaria, sino unifi­
cada;
eJ la

minoría la que
dirige a

la
masa y
España necesita hombres
forma­
dos

que
se· lancen

sin
imp_ortarles qué dirán, una
minoría conquistadora,
Minorías de

católico:r, catedráticos y
profesores de Universidad que
ense­
ñen
máJ con su vida que con

su palabra. Alumnos
que se agrupen realizando
todo
tipo de

actividades.
Minorías que "actúen en política.
Minorías que den la cara, que

defiendan la famila, que digan NO a una
Constitudón sofistica y falaz que, bajo verborrea inútil, intenta deJangrar la
célula

de la sociedad.
·
Minorías
en

la
prensa, en

los
sitJdicatos, en
los ayuntamientos, en las fá­
bricas y oficinas ...
No

debemoJ
ceder ni en el

terreno de los derechos ni en el de los hechos.
Las revoluciones modernas no

las hacen los pueblos enérgicos, sino los
go­
biernos cobardes. La revolución avanza Ji la autoridad cede.
Es
necesario actuar, y actuar unidos, .si tememos nos acosarán, pero si
biernos
cobardes. La revolución avanza si la autoridad cede.
No podemoJ
desarrollar aqui el

influjo prodigioso de las
minorías a
lo
largo de la
hiJtoria; Jólo es

necesaria una cosa: el convencimiento y la acción.
Las ideas sólo se comprenden cuando se viven (T. Morales). De este modo,
doce hombres temerosos,
que abandonan
a
Cristo en su Pasión, Ion capaces
de transformar el

mundo. Un pueblo español,
invadido por los

árabes, es
capaz de reconquistar su Juelo y

su religión
con un puñado de
hombres en
las
montañas de Asturias.
De nuevo podrlamos decir que los hijoJ de la.r tiniebla.r son má.r sagaces
que los hijoJ de

la
luz, y bien lo supo-Giner de los Ríos; la verdadera ense­
ñanza no la daha en

la
cJtedra, sino
en
su casa en reuniones nocturnas. Iba
formando en

Madrid
una minoría que

se
apoderaría Jt1ceJiuamente de

la Uni­
versidad, la
Prensa, la Politica.
Concluyamos:

es posible
una reconquista
arrolladora si se supera el
gran
pecado
de

omisión en
que incurrimos
los católicos. Podemos
dar la razón a
aquel comunista que noJ aiusaba: «lo que

pasa es que
tenéiJ miedo a ·man­
charos

las manos
trabaiando por vuestro DioJ»,
El

comunismo conquistará el mundo
si no hacemos-hacer, si no propug­
namos

esas
mino-rías que hagan estallar a la

masa.
Hay
que multiplicar minorías

en
todos los
sectoreJ sociales, en todas las
utructuras civiles

o
ec/esiánicas y se conseguirá un efecto d_e conquista de masas.
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