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Número 175-176

Serie XVIII

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Libertad, liberalismo y tolerancia (I)

IJBERTAD, LIBERALISMO Y TOLERANCIA
POR
MJCHBL ÚBUZBT
INTRODUCc;IÓN
Cuttndo mi libertdd interroga al liberalismo; Sobre al-gunos prin­
cipios

del
liberdlismu; Contribt1d6n a un dl1álisis marxisttJ de /tJ
libertdd; libertades 7 4; Por qui, tJ pesar de todo, sigu siendo li­
beral.
Est05 títul05 de artícul05 son debid05, respectivamente, a per·
sonalidades tan diversas como el R. P. Heckel, jesuita, en el núme­
ro 85 de Cahiers d' Actiun Religieuse et Socia/e (1) ; Jeon Baecltler,
en el número 17 de la revista Contrepoint; Jeon-l'ierre Cótten, en
el número de junio de 1975 de C"'1iers du Communisme, y Roger­
Gérard &hwartzenberg, en Le Monde de 3 de octubre de 1974.
En cnanto al último, es debido a
Jacques Rueff, en la Not111elle
Revue
des Deux Mondes (2). m autor no hace más que reproducir
su

estudio de
1934 y se esfoetta en demostrar su perennidad.
Se habla así mucho de «liberalismo» con sentid05 y orienmcio­
nes diversas, bien para justificar el apego a este vocablo, bien para
proponer nuevos significad05.
Pero

siempre se
gira alrededor de un problema central: ¿cómo
puede

el hombre ejercer su
libertad? ¿Hasta dónde puede hacerlo?
Frente
a

la libertad
humana, ¿qué papel juegan las

estructuras so­
ciales?
Estas, ¿deberán ser represivas o permisivas?
Este debate
afecta a materias muy variadas, tales como economía,
polltica, religión o

ética
sociail.
(1) Uno de octubre de 1974.
(2)
Entrega de mayo de 1975.
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Fundaci\363n Speiro

MJCHEL CREUZET
«Es neces,wio proreguir ¡,. liberalización de la sociedad
francesa, haciendo desap,wecer progresivamente
de

nuestra le­
gislación los
dispo,itivof represivos, que datan de tiempos a
hn cuales desigm,ré cr,mo' del gobierno del temor>>,
declarabo.
el prooidente de la República francesa en su alocución
televisada de 27 de agosto de 1974.
El
18 de agosto del mismo año, Lecanuet, ministro de Justicia
francés,
confiabo. a la R.

T. L. francesa que
deseaba borrar la noción
de /dita.
La señora V eil, ministra francesa de Sanidad, a propúsito de la
contracoocepci6n, no

dndó en
d""ir:
<\ÚI c médico
como
los .otros,
¡ometido a las misma, regla, y des­
emb,wazado de las prohibiciones y de los tabús que le han
rodeado en el pasado.»
Estas tomas de posición éticas sobre la libertad humana se in­
sertan en lo que Pooiatowski denomina la «coloración» que la for­
mación del poder da al «liberalismo politico».
«N owtros representamos
y hemos sido elegidos -añade­
por una cierttJ conce¡,c/ón del hombre y de Id sociedad» (3).
El Ministro del Interior francés propone esa forma de sociedd
liberal tMJan:zada, comprometida
entre

la
organiztJción socidlizada y
la libertad, sociedad que juzga es la única adaptada a la civilización
científica, en
Ir, cudl penetrttmos ( 4).
Por su parte, Roger-Gérard Schwartzenberg, en un artículo , de
.Le Monde, de 3 de octubre de 1974, titulado «El ímpetu de las
libertades», definía
así al sistema liberal:
644
«El liberdlismo es, en primer lugar, la no in¡erencia del
Estado en. !t, 1!idtJ privlllla, el resf!elo a 1111d erfere1 mdi1!idudl
en donde cada uno obedece
a su f!ropia conciencia. Sin "dil,tals"
(3) Michel Poniatowski: Condt1ire le changetnent, Fayard, 1975.
(4) Op. rit., pág. 24,.
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UBERT AD, LIBERALISMO Y TOLERANCIA
y sin "11kare.J'', Desde que no chocan con la libertad de otro
y no turban el orden pública, lo, comportamientos persona­
les corresponden al
libre .arbitritt. El Estado no

posee
ningún
titulo para regentartos, ni para dictar la conducid
de los in­
dMduos en todos los dtJminio, y en todar lar cosar. Lo
rnntrario es la inclinddón al tatalitarismo, la ádhesión for­
zada a ciertos valore! ...
· · »Extender la libertad a nuevos grupos, a rmevar esferar,
lodo e.rto es esencial y necesdt'io, · faues .ie traie, de i1Íu1."ginar
una sociedad nueva, y tal vez 1111a nueva civilización .. , No se
hará con impaciencia,
ni con los dogmas y los. tabúes de ayer,
ni cttn lar tradiciones y lar prohibiciones del pasado .. , No
podrá realizarse sin profundizar en el liberalismo, Sin des­
arrollar 11n clima de

libre
creación y de libre búsqueda. Sin
favorecer la diversidad d~
los modos de vida y de expresión.»
Para Jean-Pierre Cotten (5), únicamente la tesis marxista aporta
una solución
aJ problema de la libertad.
< la liberación "efectiva es
una tendencia objetiva in1crita en
la lógica
del desarrollo del

modo
de producción ... Pttdemos
pmsar
er, el nivel efectivamente alcanzadtJ en la liberación
de lo! htJmbres a partir de i'onceptos marxistas, y de ningún
modo graciar a la vuelta, már o meno, explícita, tJ categorías
de antropologla abstrat:ta.»
La. liberación global de las masas, de donde saldrá la de los in­
dividuos,
reposará en
una evolución de
106 modos de producción
material.
< vida, de exittencia y de desMrollo indMdual para la gran
masa de lo!
hombres y mujeres de nuestro país, De ese
mod pueblo· de Francia, en
y ¡,or su práctica, hará la experienc/4
de
la riq11eza de esta libertad real, cualitativamente nueva.»
(5) Cahiers du Comm~nirme, junio de 1975, «Contribution pour une
analyse marxiste de la liberté».
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Fundaci\363n Speiro

MICHEL CRBUZET
Jean Baechler ( 6) no parece admitir una «liberación>> de este tipo
monolítico y estrw::tural. Encuentra que el «liberalismo» de los úl­
timos siglos aún descansaba en exceso sobre una coru:epción de la
razón
infalible: el hombre no podía equivocarse en las el=iones
que hada de sus nociones y reglas de vida, o en la expresión de sus
opiniones
políticas. Su liberalismo generalizado ... des«ansa en un
postulad u
y en un teorema completameme diferentes:
«IA ¡,luralidad de lus po,ibJes es un dato irreductible. La
elección
de

los
porib/es no es irracional, sino ,:,rbitraria. De lo
que se rigue que cada cual tiene r""ón y que nadie está de
acuerdo. O, dicho· de otro· modo, siempre· hay varias soluciones
posibles que son equivalentes. Lo que es lo mismo que decir
que cada solución
es buena y mala a la vez, y que a cada uno
le
corresponde
decidif' el ,:,rregk que mejor conviene a sus
gustos y a sus ambiciones. La elección no puede ser racional,
pues la razón ignora lo ,:,rbitrario; todo lo más puede ser ra­
cionalizado. De donde se deduce el teorema: Z.. confrontación
de

los
proyecto,, ,:,rbilrtttio, y equivalentes lleva a un punto
· de equilibrio· que, según se coimprttebt1, es /e,·mejor solución,
o la menos mala posible. No se cree que esto, dé un resultado
m,:,ravillo,o, m ¡,temen/e, dada, la naturaleza
y la condición humana, es muy
s&portable

... Si más
allá de

los esbozos
y. de las actuales "proxi­
maci.ones occidenta/,es debiese existir una sodedad liberal,
ésla no-reposaría en los caprichos d~ e,nergúmenos irresponsa­
bles, sino en adultos responsables, que, por su cuenta, adopta­
rían una forma de acomodárse
de !" condici6n humana, y que
admitirían la legitimidad
de otras posiciones.»
Aquí tenernos, pues, teorías que van desde el sistema económico­
polftk:o~ que toma. el hombre totalmente a 9U. cargo, hasta un aumento
de las libertades hw:na.uas bajo· la presión de una estructura, o hasta
la orientación a

un tipo
n;evo de sociedad, pasa,ndo por el más tootl
pragmatismo.
¿Qué
vernos en
la
realidad? Unos padres se

quejan de un profesor
(6) Op. cit., págs. 138-139.
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LIBERTAD, LIBERALISMO Y TOLERANCIA
que, en nombre de la libertad de expresión, hace que sus alumnos ana­
licen
unos textos sobre los cuales

el Tribunal
dice Io siguiente:
«Si láS ¡,artes de la obra consagrad"' a lo maravilloso y
extrcwagante convienen perfectamente a j6venes imaginaciones,
por el contrario, existen 'pasa.jes en donde el autor se mtrega
sin miramiento, a la de,m¡,áón de la realidad más 1órdida;
cierlrJS escenas en las que se describe la crucifixión Je un ca­
bal.lo·, la· violació11 p·úbliCa de un ancian9, actos
de perversión
sexual realizttdo-s por una vieja! lois ap-area'mient'os do·mésticos
del médico, psiquiatra con alusión a un insecto, los aspectos
abusivo'! del amor maternci/. de Clementina, qu-e, · ,ras otros ex­
cesos, la tlev-tm a meter a sus hijos en una, jaula, son de tal
naturaleza que hieren a es¡,frilus aún no formado,,.,, etc;» (7).
¿Tiene uno la ,libertad de decirlo todo y de enseñarlo todo? Hoy,
concretamente, se pJa.ntea esta _pregunta. ¿ Y deberá intervenir la
sOciedad?
Las prohibiciones de películas han ocasionado debates públicos
durante

años. Uno recuerda la
película ,&, Religieuse -mas ahora
la pornografía es prácticamente libre, aunque los medios de interven­
ción
sigan aún en la. ley-,
Un antiguo condenarlo a muerte, liberado tras nueve mil vefntic'inco
días en una celda (8); fue capaz de escribir:
«¿Por qué en 1974 un ¡,reso tendrá que obrar de diferente
m(ldo que .un 1mdicalúta que secuestra a un jefe
de personal
o a un director de taller ¡,ar" defender sus derechos? Moral­
mente,
tiene casi el deber de hacer k, mi!mo,, ¿Por qué lo que
está permitido en lip n(l fo, está en Clairvaux? El crimindl
es un hombre como fos olro'S, que, simplemente, tuvo un mo­
tivo drferente en un momento dado de su vida. Ahora bien,
¿qué oye ¡,orla radio? Q111i fuera se pelean y a veces se mtd@',
Y siempre se encuentran almas bondadosas que justifiqueri· estos
actos. Entonce,, ¿¡,or qué no se van a ¡,etear en las prisiones?
¿

Y
¡,or qué no ¡,ueden mtdar l>>
(7) Juicio del miércoles 18 de diciembre de 1974; 17 Chambre Correc­
tionnelle du Tribunal de Grande Instance
de París.
(8) L'Bxpres.s, 29 de julio -4 de agosto de 1974.
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Fundaci\363n Speiro

MICHBL CREUZBT
La preocupación por una liberación de1 hombre y por una auto­
nomía
completa en

sus decisiones es objeto,
por consiguiente,
de una
búsqueda
concordante de los más diversos antores y medios, cual­
quiera que sea la orientación que piensen da.r a su reflexión.
Hasta los
guardianes tradicionales del

espíritu
humano y de la
ética adoptan posturas sorprendentes. Así, en la Iglesia católica se
piensa en alejar al

hombre de la
«seguridad» que éste buscaba. antes ;
así se someten a discusión valores religiosos, hasta ahora in,ludables,
etcétera.
La. reacción contra
este «liberalismo» ll10ral y teológico lo encon­
tramos en autores tales como G<:orges Pompidou, Jean Can, el profe­
sor ~astler, Malraux, que, en diversos aspectos, se lamentan de la
pétdida de
todo sentido de la finalidad, del respeto de las leyes «tras·
cendentes»,

de
un orden de las ·cosas, etc. (9).
Simultáneamente, se deploran los totalitarismos. El N"1ltlel Obser­
v/ltettr de 1 kle septiembre de 197 4 relata el trato sufrido durante
siete

años
por un franco;ch/no en un campo de reeducación por el
trabajo de la República Popular de Mao (10): Y en el libro de Hunt­
ford
Un n011Veat1 totdlitarisme (11) se describe el universo del pa­
raíso sueco.
En Nueva Y orle y en las grandes ciudades de los Estados Unidos,
los americanos se

lamentan de la inseguridad y de
las luchas raciales,
tmentras
que, a la vez, este pa!s se presenta como el campeón de la
«libertad» en

el mundo. Por
ello, en nombre de las «libertades demo­
cráticas»,

interviene en
las descolonizaciones y, en nombre de las mis­
mas libertades, se retira. del Vietnam invadido por las tropas comu­
nistas.
* * *
(9) Cfr. Permanence-¡, núm. 120: «Peut-il existé:r une romm.union sans
tran~esdance?», págs. 3-16 (49, rue Des, Rénaudes, 7'017 Pll!Ís).
(10) J. Pasqualini: Prisonnier de Mao, Gallimard, 1975.
(11) R. Huntford: «Un nouveau tota.litarisme, 1e paradis suedois», Fayard,
1975. Véase un análisis a.parecido ~n los números 124 y 125 de Permanen­
"' (49, rue Des Renaudes, 75017 París).
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UBER.T AD, UBER.AUSMO Y TOLER.ANCIA
En consecuencia, podemos decir que la libertad, el liberalismo, la
permisividad, la legitimidad de las
intervenciones sociales, el temor
a 105 totalitarism05, la existencia y el aumento de perversidad de éstos,
el acusar a
todas las leyes y el iru:remento de lc,s interrogantes que
esto plantea no pueden dejarnos indiferentes.
Por
eso, el presente estudio trata del liberalismo.
I
DE LA TOLERANCIA AL LIBERALISMO FILOSÓFICO
¿Por qué el título de este estudio es Tolerdtlcia y liberdliS1T10'?
Pues porque la actitud «tolerante>> es fa que se invoca más a me­
nudo en las discusiones
sobre el liberalismo y temas similares.
La «comprensión mutua», el «respeto a las opiniones contrarias»,
la < al

otro», la
«participación», son

ideas que
manifiestan «tolerancia».
Veremos que la palabra puede recubrir sentidos diferentes. Pero, para
empezar, significa siempre tener el espíritu en disposición de conocer
lo que manifiesta la -libertad de otro y de vivir con él, cualquiera que
sea nuestro gusto ( o nuestro disgusto)
con respecto a punt05 de vista
que no son los nuestros.
Un gran número de las asociaciones que
frecuentamos: escuelas,
cluJ,s deportivos,
y

hasta grupos de
amig05, están fundadas en un es­
tatuto de tolerancia.
Grandes encuentros, como
Taizé, descansan en la comnni6n de
estados del
alma basada en la rep1.Jl!sa a tomar posiciones sobre dog­
mas o sobre filosofías.
No es raro que en una
conversación se tache de «intolerante» a
quien
presente unas

proposiciones
como verdaderas,
o a quien juzgue
tal comportamiento como
«bueno» y

tal otro como
<.
La referencia que invocan al emitir este veredicto es «la toleran­
cia»
y la libertad que tiene el hombre de atenerse a su propio juicio.
Ciertamente, la tolerancia ya

no
es la consigna de las tropas de la
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MICHEL CREUZET
antirreligioo, como lo fue en otro tiempo. Pero ,e la encuentra por
todas
partes, y siempre como signo de libertad.
• * •
El adjetivo «filooófico» nos permitirá evitar equívocos en la pa­
labra «liberalismo», pues es empleada con
sentidos muy
diversos.
A veces
se llama «liberal» a un corazón abierto a la piedad y
generoso. En la antigna traducción de las letanías al Sagrado Corazón
se lefa: < «Maxime liberalis», escribe Santo Tomá> de Aqµino al hablar de
Dios. Pero los
. adversarios del

cristianismo frecuentemente se
califican
de

«liberales», po1rque son
tolerantistas. <~IA escuela laica es la .escuela
del liberalirmo», proclamaba en 1952 un inspector de la Academia de
La Loire. Finalmente, ciertas
personalidades y organismos . son llamados, o
se

llaman, liberales
¡,orque luchan cootra las
injerencias
Hegítimas
del

Estado en el sector privado.
·
Además, generalmente, se

consideran liberales los
antitotalitarios,
los anticolectivistas, los anticomunistas, efe.
De esta suerte, es necesario desconfiar de los equívocos de la eti­
queta «liberal» y precisar de qué se habla.
* * *
El liberalismo frlosófico parte de una actitud escéptik:a. ante lo que
se presenta como: la verdad, la doctrina, los principios, la moral ...
y
otros valores estables, permanentes y trascendentes.
Nuestros sentidos

nos engañan, afirma el
Iiberalismo filooófico.
A partir de

ahí no
sabremos nunca si alcanzamos la verdad o el error.
Esto es relativo,
· depende
de la idea
que nos
hagamos sobre
ello.
En el orden de la acción, ¿quién podrá asegnramos que' nuestro
comportamiento está bien fundado?
Si fuésemos siberianos o nigerianos,, consideraría.mo.s, como muy
virtuoso aquello que en Francia. condenan nuestras leyes, nues•tra re-
ligión
y nuestra. sacie.dad, ·
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LIBERTAD, LIBERALISMO X TOLERANCIA
«Verdad má, ácá de lr,s Piriner,s, error má, allá», escribió Pascal.
Todo
depende de nuestra
educación, del punto

de vista en que
nos colocamos, de la situación en que nos encontramos y de la idea
que nos hacemos de lo permitido y de lo prohibido.
El pensamiento, de acuerdo con
las cosas
{12),
ta,! era
la definición
de verdad admitida
hasta el

adv,enimiento de la era liberal.
Para que haya verdad en el conocimiento, decían,
hace falta

un
objeto (una realidad) que sea aprehendido, pensado, expresado por
un sujeto conocedor.
En la concepción del liberalismo filosófico, la verdad es reempla-
zada
por la opinión del suj,eto conocedor.
Con esta óptita deviene una construcción de la razón.
Sólo existe en
el espíri,tu de aquel que

piensa.
Por consiguiente, la verdad, por entero, se encuentra. en el sujeto.
Desaparece la obligación de sométer la inteligencia a lo real.
El sujeto, queda solo. A esto lo, llaman subjetivismo, y se presenta
como

la
«liberación» fundamental

de
la persona.
El
individuo llega

a ser, así, el centro de todas
las cosas.

Y el
liberalismo filosófico desemboca
en el individualismo. En lo sucesivo,
la verdad está en. no1otros. Es el hombre quien la hace. A cad" uno
su verdad, será el título de una obra de Pirandello.
De donde la concepción
«libera1» de
la libertad: poder de pensar,
de decir
y de hacer todo lo que nos place.
El

papel de la sociedad, al
hacer un
sistema político del toleran­
tismo, será el
de proteger la ,libertad liberal, e incluso hacer de ella
el fundamento único de la ciudad.
De este modo ya podernos definir al
liberalismo filosófico:
El /;beralismo er el sistem,, según el cual la libertad aparece como
la primerd no'Ción fundd:ml!ntal, como la noción que da su valor a
todo,.
Tanto en
el

orden del
pensamiento como en el orden de la acción,
es la noción en /unció"
de la cual lodo

debe de
ser sometido, orde­
nado y regulado en el orden humano.
(12) «Adae quatio rei et intellectus.»
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MlCHEL CRJ!.UZET
II
APLICACIONES DEL LIBERALISMO FILOSÓFICO
Observemos alrededor de nosotros y veamos cómo se realiza el
pensamiento liberal que acabamos de definir.
a) El pensamiento
< condir:iones de desembar,iz<#'se de todos los poderes engañoso~, exter­
no, e internocf)>, entre los cuales. señala: la sugestión y la imitación de
otro, los diarios, la radio, la tcl.evisión, etc.; nales, propias del grupo, transmitidas y perpet11adas por I" ed11cación
familiar o escotan>; el i~terés personal, _fos sentimientos vigocosos,
los. , la pereza de fa inteligencia, las «creencias
completamente formadas». «La liberación
del espirit11 no· es fácil»,
concluye Benzecri.
El «pensamiento libre», o librepensamiento, rehúsa, por tanto,
todo conocimiento que previamente no
baya sido pensado, juzgado y
criticado por el índividuo. Pone en duda lo que «tiene autoridad»,
como corrientemente se dice.
Las corrientes. «contestatarias» parece ser que se fundan en tal
puesta en duda por el sujeto de los elementoo exteriores a él.
Por su parte,
el doctor Pierre Simon,. que fue gran maestre de la
Gran
Logia de Francia, escribió en Le Monde de 1 de julio de 1970:
.<<ÚJJ métodos masónico:s, en el fondo, no sqn más que ·ttna
conte.rtación perm411ente. Pdra nostxlros no' exiJte. verdad eterna.
Sólo hay tradiciones p11estas en d11da continuamente.»
( 13) L' actian /dique, enero 1962, pág. .17.
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UBERT AD, UBERAUSMO X TOLERANCIA
b) La conducta
En nombre del magisterio de Su libertad, el hombre determina
Su moral. Dumaine proponía a sus colegas.,qniversitarioS:
«Ayudar a nuestro,s alumnos a tomar conciencia de que
exiJte una ¡erarquia en lo, valores, varitible, .por lo· demás,
según •los hombres, y que cada uno, a medid<> que su. ¡uicio se
áfianza, llegará a constituir su escala personall>> (14).
Otros piensan que no hay que establecer jerarquía alguna en nues­
tros actos;
todo vale. Es comprensible que, en consecuencia, ·las· leyes
morales

no tengan ningún interés. ¿Por qué
razón vamos a o~ecer
a apremios exteriores, si somos los únicos, jueces de nu'eStros actos ?
<<¡Conciencüa!, ¡conciencia.! -proclamaba·).lo.µsscau--:--lns­
tinto divino, inmortal y celeste vozi guía ·iegtira dé-un· ser ig­
norante
y limitado, pero inteligente y libre; it1ez infalible del
bien y del mal, que hace al hombre seme¡ante a Di,,s ... No ten­
g(J más que consultarme
sobre

lo
que quiero· h<>cer; todo

lo
que siento que-eJ bueno, es bueno; todo lo-que siento· que es
mal(}, es malo» (15).
El hombre liberal rechaza fa injerencia en su vida de principios
que
regulen su conducta de otro modo a como él la ha regulado.
Tal>úes y prejuicios son los nombres

reservados a
los hasta ahora
denominados pecados, faltas, vicios., desviacion~, .perversiones ...
El hombre tiende a perder el sentido de lo permitido y de lo prohibido.
No se adhieren ya a la verdad o al bien en los comportamientos.
A cada uno su verdad ( título de una obra de Piran dello)... le corres­
ponde
a cada uno su moral.
El vailor de un acto sólo depende ya de la sinceriddtl · del que lo
hace.
(14) Palabras subrayadas por nosotros. Informe presentado en las-jor­
nadas universitarias de Niza, abril de 19 54.
(15)
Profesión de fe del vicario saboyano, en Bmílio.
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MICHEL CR.EUZET
El Petit Li-vre Rottge de, écmiers et lycéen,, a1 halilar de los estu­
pefacientes, nos dice: «No ,e form" uno más que haciendo por sí mis­
mo sus propi"' experiencias
y resolviendo por sí mismo sus propios
problem"r»
(16),
A propósito de los peligros de la droga, se lee en la misma
obra (17):
«Antes de CO'menz«r (a drogarse) se puede elegir. Después
ya n{) eres tú quien dedde, sino la droga. Esto no tiene nada
que ver con /" mortil. Es una consecuencia de

la
naturaleza de
las drogar y de la constitu'Ción de nuestro sistemt:a nervioso.»
Ninguna ley preside la eleccíón de la experiencia, fuera del punto
de vista
persona:! con respecto a los riesgos a correr.
o) La religión
La autoridad de los dogmas viene impuesta de,rde el exterior. La
fe, según la Iglesia católica, se recibe ex l'Jtldilu, por el oído, o sea,
mediante el conocimiento de la Revelación transmitida por la vía de
un
«Magisterio», al que le ha sido dado todo poder, Esta fe es reci­
bida
y vivida como objetivamente verdadera.
La. fe, con una perspectiva liberal, se reduce a una. intuición del
sujeto pensante,

a una revelación
interior, una

iluminación,
una ex­
periencia (18).
Así se explica el éxito del modernismo, del protestantismo, de las
religiones del
«libre examen» y de las «místicas» sin dogmas, como
las de tipo
oriental. Una

pedagogía
extendida por
los medios cató­
licos proviene de análoga actitud
espirituall.
El

anuncio de
Jesucristo aparece
en ella como
(16) T·raducción francesa: L. et Etienne Bolo. Ed. Cedips, Lausana,
1969-70. (17) Pág. 146,
(18) No
··es que

la
expériencia m'ística y la.s tevela:.ciones interiores sean
desconocidas en la religión
catolica. Pe.ro ello no

·constituye la
regla de fe.
Y el cristiano no es jue~ del contenido de la fe.
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LIBERTAD, LIBERALISMO Y TOLERANCIA
«ana especie de iluminación, una especie de amplificación de
la exp,eriencia ...

, el
niño se siente captado por una historia a
través de la cuál Dios habla (19).
»z.. lrdnsmisión de la fe es, finálmenle, transmiJión de
una experiencia que uno misma 11111e para transferirla a
olrM> (20).
Si las religiones solamente dependen de una experiencia personal
de los creyentes, todas
serán igualmente buenas siempre que sean sin­
ceramente profesadas. La ficha de catequesis
Toi et Naus, bajo el
título de «cada uno en su propio idioma», presenta fotografías de bu­
distas, de musulmanes en oración, de un católico arrodillado en. Lour­
des y· de una orquesta de jóvenes. en Nueva York. Estas manifesta­
ciones

se presentan como
homenaje a. iDios, sin que,

de entre
estas
religiones

de
preceptos a
menudo contradictorios,
se busque saber
cuál

de
ellas es verdadera.
De ahi un indeferentismo religioso, un relativismo que pone a
todas las religiones al mismo nivel.
Le Fígaro de 9 de febrero de 1973 publicó la carta de una joven
que se declaraba católica,
y. por eso rechazaba el aborto ... , pero se
mostraba favorable al proyecto de «liberalización» Iega:1, para
no im­
poner

su moral a los otros.
Incluso, frecuentemente, el observar. la disciplina de una religión
también para uno mismo resulta excesivo. Basta la experiencia interior
personal: por eso vemos multiplicarse las sectas llamadas «carismáti­
cas»,

en donde los individuos pretenden estar
directamente unidos
con
el cielo;
aJgunos grupos se dicen «profétic05», o proponen super-reli­
giones que unan
a Im creyentes de confesiones diferentes mediante
fundamentos puramente
afectivos, El «fenómeno Taizé» se sitúa en
una perspectiva .más amplia aún: no se va a Taizé a encontrar certi·
. El erumenismo se hace sincretjsmo.
(19) Catécb/,e, núm. 41, pág. 452.
(20) R. P. Bagot, en Trésors cachés, pág. 10.
(21) «lnformations Cathciliques
Irtternationalés», 1
de octubre de 1970.
Citado en
T aizé et le concile des jeune.s, H. BoisSOnet, pág. 10 ( C. L. C.
éd., 1974).
65)
Fundaci\363n Speiro

MICHEL CRJ!.UZEr
Los hecho, de la historia religiosa no interesan; basta con lo que
evocan ~ rioootros.
Las < en
prob.r l¡i veracidad de los Evangelios, la realidad de la Resurrec­
ción de Cristo,
de sus milagroo, o de una aparición de la Santísima
Virgen.

S6lo importa el símbolo de
estos acontecimientos y el prove­
cho

para
nuestra fe personal en proceso de formación.
De donde la falta de cuidado en las traducciones, la ausencia de
fórmulas
precisas, la vaguedad de la ense!ianza catequística, el prede>­
minio
de

lo sentimental, la
primacía del estado

del
aJma con respecto
a

la
exigencia de la ley divina, la fa.Ita de interés por los motivos ra­
cionaJes de

credibilidad,
etc.
Una forma más suti[ de liberalismo es la de aquellos cristianos
piadosos
y

apostólicos, pero cuyo papel
se limita a dar un ejemplo
sub¡etivo con sus buenas acciones.
El R. P. Escrivá de BaJaguer, fundador del Opus Dei, aJ hablar
de las
«esferas temporal y civil», las considera como co,as que el
Señor ha de¡ado a la libre y serena controversia de los hombres (22).
El
reverendo padre desea «santificar todas las est,:,ucturas temporales
desde el interior, llevando allí el fermento de la Redención» (23).
~lgunos cristianos,

por temor
a confusiones
entre los dos poderes,
llegan a pensar que su apostolado dd,e limitarse a una acción pura­
mente subjetiva.
Piensan

que hay
liberfdd cumpleta en

el
duminio de
lo temporal,
de lo
dviro, de lo social.
Los partidarios de esta forma. de liberlfilismo aceptan las enseñan­
zas
y

disciplinas de
la Iglesia.
Solamente rehúsan que el poder espi­
ritual católico "'1ime al poder temporal y

le
recuerde sus finoJlidades.
El

católico
liberal rechaza que

el
espíritu de
las iustituciones cristia­
nas
sea el fundamento

de las
leyes sociales. La porción de los derechos
de
Cristo y
de su Iglesia con relación a la sociedad se transfiere a lá
libre interpretar:i6n de los fieles (24).
(22) HomiJía en la -fiesta Je Cristo Rry, 22 de noviembre de 1970.
(23) Ramilla de 22 de noviembre de 1970.
(24) No abordaremos aquí el problema de las farotas de gobierno y de
Fundaci\363n Speiro

UBERT AD, UBERAUSMO Y TOLERANCIA
Esta tendencia liberal tiene sus orígenes en las posiciones adop­
tadas,
hace cien años, por los católims liberales (25).
d)
El arte
Se puede decir que el arte liberal reúne los caracteres intelectuales,
morales y religiosos de que hemos hablado.
No
representa
ya un objeto interpretado por el talento particular
del artista que

lo reproduce. El
arte llega

a
quedarse sin
objeto.
El artista solamente debe expresarse, describir sus estados de alma
mediante formas, colores o sonidos. Ese será su «mensaje». Desde la
cantante de moda hasta los pintores de renombre,
cada uno se de­
clara portador de un «mensaje>>. El observado,, que no Jo descifre en
la
obra de
arte, n.o ha comprendido nada. Y como lo individual, por
esencia, es incomunicable, vetno6 los problemas que plantea esta nueva
manera de expresión artística (26).
El arte, «libera.ru»> de las sujeciones, se funda en la erpontanei­
dad y la 1:Teatividdd. Ya no puede haber reglas, ni tampoco técnicas,
estudios,

dificultades a vencer, estilos.
a determinar y. tradiciones a
respetar.
A pllc,,,oixmes en la vida social
a,) Las libertades ''modernas"
Cuando el ciudadano no debe «obedecer má.. que a si mismo»,
el valor supremo
al que
deben
referirse las sociedades, ¿no es acaso la
libertad de aquéllos que la componen?
A la
libertad liberaJ de

pensamiento corresponde la
libertad de
las opciones políticas preferidas por los ciudadanos. La Iglesia autoriza a los
católicos la
libre elecci6n, mas dentro del cuadro de su dOctrína social que
fija
fas Normas de la vida en sociedad.
(25) Cfr. la obra de A. d'Andigné sobre Armand de Me/un,-N.E.L.,
1961;. en donde el proceso católico-liberal está muy bien analizado.
(26) Cfr. Jean Ousset: A la áé.auverte áu beau. Ed. Mnntalza, 1971.
657
Fundaci\363n Speiro

MICHEL CREUZET
expresión; cada cual puede decir lo que quiera sobre aialquier cosa,
sea
verdadero
o falso,
malo o bueno,.
Libertad

de expresión que implica:
libertad de prensa y libertad
de enseñanza.
Para el liberalismo filosófico, se trata de libertades absoluta.r que
se

corresponden con la libertad de
los ciudadanos

para pensar, decir
y hacer todo, lo que deseen (27). Cada wio puede difundir y enseñar
cualquier
cosa.
En

nombre de
esas libertades, declaradas «fuudamentales» y «sa­
gradas»,

no es ya posible censurar,
pues ello

constituiría una inter­
vención en contra de la
libertad . absoluta

de
expresión.
Y

la «liberalización»
,se extiende a todo aquello que hasta ahora
prohibía una moral objetiva de la vida social:
aborto, homosexuali­
dad

...
La sociedad «permisiva» reemplaza a la sociedad «represiva». Debe
permitirse todo y no castigar, ni censurar, ni dificultar nada.
b) Aplfoaoioneo . política.
La noción de matrimooJo indisoluble no tiene ya sentido en la
óptica liberal: mi libertad de cambiar de parecer me permite también
cambiar de mujer;
éste es
el principio
eri que se basa el divorcio.
Aunque limitado en
la época de su institución por la Revolución
Francesa
y en la de su reaparición con la Ley Naquet (1884), tiende
a convertirse en posibilidad de que
los esposos se separen por

simple
consentimiento mttflio.
En esta situación, y por lo que respecta a la ley, basta con colocar
en un plano de igualdad a los hijos
legítimos, naturales, aduiterinos
o incestuosos, y desaparecerá la noción de familia, en provecho de
una «.liberalización>> total de las costumbres por el Estado.
La autoridad paterna dd:,e respetar la espontaneidad y la abso­
luta
libertad deil niño. La sociedad va a garantizar esa libertad. En
(27) Consideración cuya importancia aparecerá más adelante, con las
libertades relativas y limita.das.
658
Fundaci\363n Speiro

UBERT AD, UBERAUSMO Y TOLERANCIA
1947, Pierre Cot declaraba en la Asamblea Nacional francesa lo si­
guiente:
«El
padre no tiene derecho ti imponer SIi voluntad a su
hijo;
el Estado no tiene derecho a imponer 11na voluntad al
niño. ,Lo q11e el padre y el Estado tienen el deber de hacer es
dar a ese niño una formación que Je haga capaz de ele,;ir li­
bremente
s11 vida y definir SIIS pwpias Ideas c11t1ndo sea mayor.
El niñ" tiene derecho a que ,re respete s11 liberl'ad desde que
nace.
El padre debe respetar/.,, y el Estado también debe

res­
petarla. Y

esta
libertad sagrada del niño es necesario colocarla
bajo la
garantía de

la comunidad nacional.»
Una vez qne llega a la edad de hombre, reivindica,
como soldado,
el empleo de «libertades democráticas» en el cuartel: libertad de opi­
nión
y de circulación de libros de todas las opiniones, incluidas las
hostiles a la patria
y al ejército.
«Liberalización>> del

servicio militar, reconocimiento legal de la
objeción de conciencia
para aquelloo que

estimen que no tienen el
deber
de ir

a la guerra; «liberalización» del régimen de
los presos co­
munes,

apareciendo la prisión como la suprema injuria a la libertad,
y transformación de dicha pena en un sistema de reeducación : tales
son las tendencias
observables en la política liberal.
Pero la «liberalización» se manifiesta también en las instituciones
públicas y en el Derecho.
«Y a que nin,;ún hombre tiene autoridad ndl11Tai sobre

su
seme¡ante --escribe Rousseau (28)-, y ya que la fuerza no
produce ningún derecho, quedan, po'f tanto, las convenciones
como base de toda autoridad legítima entre los hombres.
»Encontrar una forma

de
asociación -dice (29)-que de­
fienda y prote¡a con toda la fuerza común la persona y los bie­
nes de cada a.rociado·, y medlante ldi cual cada uno, uniéndose
a
todos, no obedezca, sin embargo, más que a .rí mismo y
quede tan libre como antes.» Tal es el idea:! del Contrato
socit>l.
(28) El contrato social, libro I, cap. IV.
( 29) Id., cap. VI.
Fundaci\363n Speiro

MiéHEL CREUZET
Como las «dependencias particulares» parece ser que frenan esta
«libertad»
total

del
in.dividuo, se

suprimirán los cuerpos
intermedios :
oficios,

profesiones
y comunidades locales,
Tal será la
fuente filosófica del jacobinismo (30).

El economista
Louis Salieron la resume así :
< viduo,
y su propiá libertad. Como nr, puedff abolir la sodedad,
reconQCe
di Estado, pero sólo al Estado, corno lazo social, y
hace que pr"ceda
de l" libertad individuál, mediante la ficción
de la wlun1ad generál, revelada por i,J voto de '" m"yoría de
lr,s individuos» (31).
I.-a Constitución civil del clero de 1791 prevela que los obispos
y los párrocos fuesen elegidos por sufragio universal (32).
Dooimoo sufr•gio universal en el sentido de que todos den su
parecer

sobre todo,
y de que la autoridad resida en la suma de las
opiniones expresadas.
El sufragio universal difiere

del
voto electoral, pues éste es un
simple medio para una posible designación

de
las personas que hon
de ocupar un puesto deteminado.
El

sufragio
universal es
un
sistem,, de pensamiento y de gobierno
que
generállZtJ el voto al conjunto de los ciudadauos, sin consideración
alguna
a su competencia respecto al objeto politico, sino únicamente
con referencia a
la libertad de opinión del sujeto votante.
En d sistema liberal, el sufragh universal es la única fuente de
autoridad.
El respeto a las opiniones tienrle a clasificar a los individuos y a
los grupos según
sus tendencias,

su número
y su influencia. «En ma­
teria. de voto, 101 .sufragios nr> te pesan; se, cuentan>>, decía Clem.en­
ce,au.
{3_0) El dub de los Jacobinos fue el iniciador de esta política, durante
la ~evolución. Sus adeptos se reunían en el antiguo convento de los jacobinos
o dominicos.
( 31)
Dossier núm. 1 du CEPEC, 26, boulevard des Italíeos, París.
( 32) Durante la
Revolución francesa,

en la Asamblea constituyente, se
vio a1 más radical
liberallismo polítia> someter it votación la existencia de
Dios.
660
Fundaci\363n Speiro

UBERTAD, UBERAUSMO Y TOLERANCIA
Poco a poco, las etiquetas sustituyen a esa realidad que son los
hombres.
De «derecha» y de «izquierda>~ son !¡is denommaciones más co­
rrientes y extendidas, y han sido sacadas de la geografía parlamen­
taria.
Se es «de derecha» en relación con tales formaciones, y «de
izquierda»,

en
relación con tales· ottas.
Vanguardia de un parti avanza.da de extrema i>quierda, movimiento con pérdida de velocidad,
pantano, montaíia, valor en alza: tales son, o han .sido, los criterios
de juicio, tomados todos, ellos de las posiciones en el espacio de las
opini_ones,
Aquí tampoco hay ninguna apreciación acerca dcl valor ob¡etivo
de las opiniones. ·
o) Aplicaciones a la educación
Y a hemos hablado de fa «liberación» del niño en relación con
sus padres.
La sociedad liberal, tras Rousseau, estima que el niño es nal11-
ralmente btlmo.
La educación, en ese caso, se limita a darle las mayores posibili­
dades.
para expresarse y pa'ra formar su i¡:,etronallidad según sus moti­
vaciones únicamente.
Queda, así, cambiado el centro de gravedad de
la
pedagogía.
La «antigua» estaba vuelta hacia la realidad a conocer :
bien
se tratase de 11erdttdes a alcanzar {lo que em la enseñanza), o de
virt11des a practicar (lo que era la educación). La «nueva» es paido­
·céntrica, centrada
en el mismo ·niño, no en lo q,;e dd,e aprender.
El
papel del m/Jestro consistía en permitir sus pasos, . al. enseñar al
al111IY10 (al disd¡,11!0) lo que .todavía no sabía, y al ejercitarle en la
práctica de las virtudes, dándole buen ejemplo.
En la óptica liberal, el maestro
es solamente un excitador del
interés, un
ammador de los niños. Determinados proyectos de reforma
de la enseñanza quisieran atribuirle oficialmente esta función. Las
relaciones

del
alwnno con
su
ao.imador, o con. el «gru¡x»> que le rodea,
llegan a prevalecer sobre las disciplinar enseñadas.
66i
Fundaci\363n Speiro

.MICHEL CREUZEr
«El P"P•I de ¡,. e,cuel" cdmbi", y es menos enseñanza de
conocimientos que des,.,,.oUo de u11a actitud genertl/ P"'"
com­
prender, par" adaptt1rse, par" adoptar la actitud .jlÍicaz, para
encontrar
la solución nueva», escribe P. Vanbergen (33 ).
Este desea rma pedagogía de· 1,¡ cimstrutción y de I" invención
que enseñe a los alumnos a c011slmir 11n 1aher. La enseñanza se con­
cibe como estructura evolutiva (34), que bumi desarrollar el despre­
cio
hdcia lo que es (35} y favorecer una actitud crítica perman'ente del
espíritu a11te la realidad (36).
Con esta perspectiva, la inteligencia necesaria para trazar carreteras,
construir
presas, administrar las cosas, etc., reemplaza a la. inteligencia
que

ordena
la acción con miras a un bim conocido; amado y servido,
siéndonos dada
la noción de dicho bien mediante el ·conocimiento de
la
verdad.
Esta inversión radicw de las finalidades de la enseñanza explica
la
consiguiente
inversión de
los principios
de la pedagogía y · de la
educación.
Dos tendencias se han abierto paso en cuanto a la. organización
de
la enseñanza: una de ellas permite a. cada familia, organismo, re­
ligión,

cuerpo
local o

profesional, enseñar lo que
quiera, como quiera
y donde quiera: libertad total; la otra tendencia teme que el niño sea
influenciado por la familia, el grupo religioso, los pa.rticularismos lo­
cales,
y por eso confía al Esta.do, representante de la sociedad, el
cuidado de proteger ,la libertad del niño. Por tanto, propondrá para
todos los alumnos una doctrina mínima, fundada en la neutralidad
y el laicismo. Sólo el Estado, dicen los liberales de esta obediencia,
es capaz de
fundar «esoieias abiertas a todos». Gloria y honor a. la
(33) Bulletin d'infqrmfltion Ju Miniuef'e de l'Ed11cation Nationale beige,
abril de 1969: «Organisati0n générale du ter degré de l'enseignement secon­
daire».
(34) P. Vanbergen, conferencia en Bruselas, 21 de .mano de 1971.
(35) Comentario del Secrétariat Autonome de Recherches Pédagogiques
et Scolaires, Bruselas, «L'enseignement renové, qu'en penser?». Avenue de
Minerve, 27, 1190,

Bruselas.
(36) P. Vanbergeo.
662
Fundaci\363n Speiro

LIBERTAD, LIBERALISMO Y .TOLERANCIA
escuele, laica, que nos enseña a pensar libremente, cantaban, poco ha,
los estudiantes.
Igual
que el niño no debe estax sometido a las sujeciones impuestas
por
el
saber objetivo y la educación «represiva», tampoco deberá
estarlo a las
impuestas por ,los prejuicios,
la autoridad magistral, la
moral establecida y la
religión.
Entre

las
consecuencias directas de estas manifestaciones del libe­
ralismo filosófico se

inscriben
los ensayos
de
autodisciplina, de
colo­
quio permanente en sustitución del curso.
magistra.l, del carácter fa­
cultativo de la instrucción religi= en ciertas escuelas católicas, etc.
En suma, todo aquello que coloca el < universo conocible, de /a moralidad y de la vida social,
d) Aplicacioneo económicas
Desde

el siglo xvm, algunos economistas
difunden la máxima dejad
hacer, dejad p,uar.
Basta de control de las fabricaciones y de los cambios, libertad
completa
para cada uno de producir, comprar y vender a su aotojo.
La única ley de la economía es la de la oferta y la demanda.
Ta:!

es la forma
liberal de

la economía.
No
hay otto criterio que el provecho de los particulares y la li­
bertad del sujelo.
Ni las agrupaciones profesionales y sindicales, ni las comunidades
locales, ni di Estado, tienen derecho a intervenir. Nada de política
de la
economía. El
equilibrio social se
establece por la

emulación
y
la participación de todos en el aumento de provecho.
El capitalismo liberal
del siglo.
XIX peosaba que la libertad total
de comercio
traería consigo una

grao prosperidad, de la que también
se
aprovecbaríao los obreros .. ¿Por

qué sus
salarios no
ibao
a seguir
la
progresión de

los beoeficios patronales?
Los salarios, como los cambios, quedao abaodonados a la ley .de
la oferta y la demarula. libremente,. el patrooo y el obrero se entieo­
den en una cifra como salario. Si el obrero no la encontrase .satisfac­
toria, puede ir a buscar trabajo a otro sitio.
663
Fundaci\363n Speiro

MICHEL CBBUZEI'
La Ley Le Chapelier, de 14 de junio del 1971, prohibia las co"1i­
ciones
o agrupaciones de tralxtjadores como atentatorias a la libertoo,
por

la
infJuaicia que ejercían sobre sus miembros.

Por consiguiente,
ninguna regla oorporativa ¡,odia intervenir en

el establecimiento de
los
salarios. Y el Estado, también liberal, se guardaba de una inje­
rencia en este dominio.
La libertad del que proporciona el empleo y la libertoo del em­
pleooo,
ta1 fue el único principio en las relaciones económico-sociales
en

el siglo
XIX, especialmente en al reinooo de Luis Felipe. El capi­
talismo liberal del siglo XIX nos· parece el ejemplo de liberalismo eco­
nómico más exacto; más coherente y más típico.
Es la l1'1nSposición directa de la mentalidad liberal a la produc­
ción,
los
cambios y

las correspondientes
relaciones sociales,
ya que la
oconomia no

tiene ningún fin exterior hacia
el cual orientarse. En­
cuentra su razón de ser en la utilidad del individuo: aquel que pro­
duce y cambia, sin otras consideraciones.
m
El. YO, EL SE Y LAS CORRIENTES IRRESIS l.iBLJ<~
El hombre vive en sociedad.
Y bastan dos personas para formar un grupo, una colectividad.
Esas personas pueden tener la misma opinión. Cuando diez, cien,
veinte
mil o varios millones de individuos se
ponen de acuerdo para
profesar k, misma opinión, se dice que esta opiuión es colectiva.
El lenguaje liberal no dice ya «yo» pienso q11e ••• , sino «m> piensa
q11e •••
Lo hemos visto ya a propósito del liberaJismo político: «en ma­
teria de voto,
los sufragios no se pesan;

se
oientan».
Cuanta más gente reúne un grupo. alrededor de la misma opi­
nión, tanto más tiende a aumentar y a arrastrar en su estelá opiniones
personales
no
· formuladas,

o
formuladas diferentemente, que inten­
tará reunir en una opiui6n media, designada con una etiqueta.
Con ello la libertad
personal se enaientra a1terada; puesto que el
«se dice»

rara
vez recubre todo

lo
qúe '«yo
digo». Pero
fa opinión
664
Fundaci\363n Speiro

UBER:fAD, UBERALISMO Y TOLERANCIA
personal gana así una potencia de choque y una fuerza material que
permiten
a la opinió11 colectiva imponer,e.
De ese modo se forman las co"ientes de pm,amiroto.
El desarrollo de los medios de comunicaci6n sociaJ, dotados de
poderes
témicos extraordinarios, amplificados

todavía
más por el es­
tudio de
fus psicologías colecriws, ha in:Jlluido mudbo en la creación
y en la evolución do las corrientes de pensamiento y de !as opiniones
colectivas, y en la
frocuencia de
sus
cambios, hasta el punto d.e que es
normal
hablar de «conciem:ia coloctiva» y de.«conciencia de clase». La
«conciencia universal» está d~tinada. a conmoverse por una situaci6n
que se doclara injusta en una lejona regioo del mundo. Durante ese
mismo tiempo, la «conciencia de las masas trabajadorns» será invitada
a
levantarse contra otra ínjusticia, diametraJmente opuesta
a
la pri­
mera.
De ese modo, frocuentemente, la opinión del < se verá sa­
cudida entre la
adhesi6n a una «conciencia
colectiva» o a otra,
ane, náodose cada
clan

o cada
partido dicha «conciencia coloctiva», para
defender

así su punto
de vista y

tomar a
,la humanidad entera como
testigo.
Sin emitir aquí un juicio de valor sobre la forma de pensar lt'be­
ral, y en el niver de observaci6n de los fenómenos, comprobamos el
hocho de las nuevas

relaciones que tienden a
establocerse entre
la
opini6n
personaJ y la opini6n colectiva, entre la libertad del individuo
y la del grupo, entre el «yo» y el «se».
El peusamiento «libre> -o librepensamiento-se sitúa en una
posición de repulsa con relación a

toda
presión, a
todo condiciona­
miento que venga
del exterior

.
. Pero, sin embargo, en nombre

de
esa misma «libertad de pensa­
miento», se constituyen «opiniones colectivas» ampliamente propa­
gadas por
la prensa, la radio, la televisión, la enseñanaa, los grandes
sindicatos

y partidos, los engranajes del poder civil,
etc.
El historiador Bemard Fa,, ha podido hablar de ,m momtruo: la
opmi6n pública (37), pues tanta es la e tomado en
ese orden.
(37) Título de una de sUS obras: La nais.rttl'Jee d'11n monstre, l'oJ,inion
publique,
Lib.rairie Académique Perrin, 19\'55. ·
665
Fundaci\363n Speiro

MICHEL CREUZET
De tal "1JL!l"I"ª que un vínrulo conflictivo se establece entre la
opinión personal y la opinión pública.. Vínrulo porque el «se» tiende
a dar forma
al «yo», sin que ésle se entere. Sin querer, < lo

que
< «está de

moda.», a.
pensar de acuerdo con «las ideas que están en el
ambiente>> y a. •duar según por donde «sopla. el viento». Eru:re a.mbo6
tipos de «opinión» se establece una. relación de subordinación : al ser
impulsa.do lo

colectivo generalmente
por individnalid.des, y al estar
la. opinión
personal condicionada por lo colectivo.
Vínrulo conflictivo,

sin
embargo, puesto que

la libertad
personal
se

ve obligada.
a defenderse contra la invasión progresiva. (casi in­
consciente)
de la zcma del «yo» por el «se» ambiente.
En el dominio religioso, el iibera.lismo, de que hemos habla.do, se
ha
e,ctendido mediante la presión
de pretendidas «corrientes nuevas»
en la Iglesia, o en
otra. po.rte, basta el extremo de predominar, a. me­
nudo,
sobrela doctrina recibida desde los orígenes.
Los teólogos piensan ... ; los cristianos que han elegido la opción
socialista estiman que
... ; la va,,g«ardia de ,m cristianlsmt> ad«lto ad-
mite, .en adelante, q«e ...

;
no se p«ede ser un cristiano de s« tiempo
si aún se-admite el concepto de pecado; la pedagogla moderna no. per­
mite
ya enseñar a ios niños la existencia del infierno,

p«es
ello les
trauma/izaría, etc.
Este género de opiniones globales y anónimas se ha hecho co­
rriente.
Ha. servido de motor al «cambio». ·
De ese modo,

muchos
y graves des(>rdenes en la liturgia. católica,
la. catequesis, la educación wligiosa y la disciplina. se han instala.do
en la Iglesia católica,
desdé hace

algunos
años. Y también en religio­
nes

menos
dogmáticas o

exigentes.
Casi siempre la pretendida. opinión colectiva. de un <> anónimo
ha .desencadena.do un «movimiento», y siempre en el sentido de una
derr¡olición de verdades enseñadas como reveladas.
Es
raro que

se sepa
exoctamente lo que representa ese «se» en
calidad y cantidad.
A veces,. algunos individuos, unos grupúscu:los, una escuela

de
pensamiento, una capilla marginal, o

una
secta; .son el

origen de una
666
Fundaci\363n Speiro

UBERTAD, UBERALISMO Y TOLERANCIA
«corriente nueva». El proceso es análogQ en otros dootlnios. Pues
sucede que las mismas personas se encuentran en el nacimiento de
opiniones
colectivas
presentadas, sucesivamente, como el reflejo de
una aspirdeión de ltJJ masas, o de 1111a necesidad irresistible de la
juventud.
Un curioso ejemplo lo constituyen .Jas sucesivas campa.ñas en favor
de
la contraconcepción, la educaci6o. sexual y el aborto.
Algunos
nombtes, un manifiesto del que se hacen eco amplia­
mente los medios de comunicación
social, el
apoyo de personalidades
de diversos
ambientes, el ridículo y

el
descrédito que se arrojan sobre
los
sostenedores de opiniones opuestas, en fin, un «machaqueo» y una
«intoxicación>> de

los lectores y oyentes
mediante la repetición de

la
misma idea ... , y la «opinión colectiva» se lanza en el meocado de las
ideas
y en la arena pública.
Partiendo del mismo
punto de vista· de interpretación de las cosas
que

la opinión
liberal personal, fa opinión
colectiva constituye
«blo­
ques»
en una poblaci6o:, según su

opinión
global y
maciza. Cuanta
más gente

representen
los grupos, más se dice que su opinión es «do­
minante»
y menos extenso poder

de expresión tienen las
otras opinio­
nes
(personales o

de
pequeños grupos).
Tal

es
la evoludón. del concepto liberal. Nos la volveremos a en­
contrar en muchos terrenos.
El niño se convierte en el centro de la pedagogía, pero su opinión
espontánea
es sustituida por la upinión del grupo en el cua.I se inte­
gra.
~ ciertas sesiones de «actualización» profesional, el animador
comienza
por negar Ja objetividad del conocimiento. Cada cua.I emite
su

opinión sobre
temas sin relación con

la situación,
o con las preo­
cupaciones de cada uno. De ahí nace la verdad del momento, noción
plenamente

conforme con el
.liberalismo filosófico.

Mas entonces la
opinión personal debe fundirse en la opinión del «grupo». Opinión
provisional y,
por supuesto, sin . referencia a la realidad de las cosas.
La práctica de este
liberalismo colectivo del

pensamiento
Jo volvemos
a

encontrar
en el empleo de ciertas «técnicas de grupo».
En el

nivel
sociedad, el
«grupo» puede estar
encarnado en
el
poder civil,
el partido, la clase ... , depositarios de la opinión pú.blica,
667
Fundaci\363n Speiro

MICHEL CREUZET ·
ele la voitmtad general», de la «conciencia del pueblo» o de cual­
quier otra denominación.
En ecom,mla, el liberaiismo deja d~ ser el de un pe.trono. Cada
vez más, es la libertad «,lectiva legal (o de hecho) de un equipo ·de
«mru,agers»,
de

una confederación sindical, de
loo organizadores de
un mercado nacional

o
internacional o

de un
grupo financiero. Al­
gunas corrientes y tendencias varlari él· curso de fa economía· a escala,
a
veces my grande. ·
Podríamos, así, volver a tomar, una tras otra, las aplicaciones del
liberalismo lndbitlual y observar su transferencia a un liberalismo
•colecNvo.
I'odemos añadir un· ejemplo significativo: el del Derecho en la
concepción liberal. · ·
Un

ejemplo
de der(clio liberal, dado en un libro de la Juventud
Agrícola
Católica, debido al deseo dé suprimfr gradüaJmente la pro­
piedad privada, terminaba así: 1ará.»
El Derecho se alinea. así con la opinión general del momento, la
cmÍ,I elstahlere kJ elica del momento.
Fieles a su método de erigir el hech& eh Derecho, ciertos profe­
sores de facultad explican que «ta soberanía nddonal es la única inter­
pretación jllrldica exacta y ddecudda de ,m hecho· wcial ind11dable, y
que se impone» (38).
· LI. noción objeti1la de Derecho ha sido ·sústituida por la noción
s11bjett11a de opini6n libre y, pot' lo'tanto, aimbiante. ·
«El Derecho es móvil, como lá opinión h111nantt>>, se dice. O tam­
bién: < f,M tonsigtdentif, el Derecho deberá también cambiar sin cesar».
Evolución
y 68mhio radical de todo
En el sÍglo XIX, en pleno liberalismO imlwid11alista, la opinión
del
ciudadano era presentada como la toma de conciencia del pro­
sreso irreversible.
',(38) ·A. Esmein: ·P.lémems Je Í>roit constit,ai0:,;1, pág.· 211.
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LIBERTAD, LIBERALISMO Y TOLERANCIA
«Este s;gJo es bello; el siguiente será grande», profeti:oaha Víctor
Hugo.
La razón humana, desembarazada de las cadenas de la Monarquía
y de .Ja religi6n, iba a trabajar en el progreso de las ciencias y de la
vida social,. y a acelerar el movimiento

de una ascensión sin fin que
impulsaba al hombre

a liberarse.
Esta idea ha tomado hoy nueva fuerza. 'Al liberalismo le corres­
ponde siempre un ra;hazo de

obligaciones superiores, trascendentes,
una exaltación de la voluntad personal por encima de
las «leyes no
escritas»,

de los principios o de los
'dogmas.
Pero, en su presentación, el liberalismo «de vanguardia>>, o avan­
zado, insiste en la
evoluci6n de
las ideas y
costumbres, bajo el im­
pulso

de las ciencias
y de las liémicas.
«Nuevos»
modos de vida, y «nuevas» maneras de pensar y de
sentir, han nacido,
y someten a discusión aquello que, en todos los
tiempos
y lugares, se creía verdadero, bello o bueno.
El
hombre liberado es

aquel que quiere
colOOLtSe dentro de esa
corriente evolutiva
y hacerse agente del cambio (39).
Un
pensamiento libre
y una vida libre son el norte de aquellos
que desean
marchar según «sopla

el viento»,
dispuestos a incriminar
a
todos los

valores, a todas las
ideas admitidas

hasta entonces, a todo
lo que
hasta al,ora se consideraba como

fundamento de
la. existencia
privada

y
pública.
'Así, Poniatowski, en Cond11ire le Cbangement, escribe lo siguiente:
«Hemos .visto que cada sot:ied,ad, part.a. vivir y sobrevivir,
tiene necesidad ;:/,, 11n proyecto, de un obietivo que ¡ustifique
su orgdnización
y lat su¡ecianes que impone. Cuando este
proyecto pierde s11 dtrdCIÍW y no est!, ya addptado a lo que
le rodea, de¡a de ser creíble, y la orgdnizdl:ión y l.:Js su¡eciones
pierden, por su
pdrte, su justificación. Desde ese moment·o· el
m""imiento marchfJ hacifJ el desorden y la descomposici6n. Ha
llegado
el momento de elegir un nuevo proyecto, uno, nuevos
(39) Fin fijado a la educación por E. Faure. Apprenáre a étre, UNESCO,
Fayard,
1972.
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MlCHEL CREUZET
valores y tltld. m1ev,1. espiritualldttd, que deu un Jentido y una
signffkación a la vida colectiva
y personal. Cada uno siente
claramente que estamos al fin de t1t1 programa y que hace falta
elegir otro, Ningún aspecto
de la vida diaria esc"Pª al peso
de
la evolución: condiciones de tr"baj", vida social, salud, hi­
giene, enseñanza, educ,>ción, moral, formtl&i6n profesional, jus­
ticia, etc., esp·eran los CeWn'bios necesario,1 ... >>
El autor describe, entonces, lo que él llama «14 sociedad liberal
avanza.da.» :
670
«Con el fin de seguir ,una 1/ned de tJCción dictttd" por el
instint" de l" vid", y para super-,, temores y dudas p-,,aJizan,
tes,
el ho·mbre se h" f"bricado certezas. Ellas son esus princi­
pios vigoru,os que hemos visto evolucionar con
el tiempo·. El
sabe que hoy

no
exfrte certeza ahsuluta, fuera de su pro·pia
realidad
y de las 11erdade, provisionaJeJ que intenta definir
p-,,a
re1prmder en cada époc" h/stóric" a prublemas imprevis­
tos y n11e1101. iLe hace faltA encontrar en Ji mismo su.fe, 111s
doctrinas, JU voluntad pt>ra
el po1'Venir. Incluso· debe

apren­
der d espiritudliz-,, JU pro•pia acción. Tiene también que Ir,,_
dudr ese
esfuerzo en términos políticos· y hacer und elección
entre sociedttde~. Puede concebir nuestr" época " trdvéJ
de una
sociedttd muy organizada, ""toritari", planfficttdá, buro en 'donde, como eJ toda
la

vida
del país

...
" O bien puede inscribir nueJlro por­
venir en una sociedad orgtmizttda, pero libre:
»-OrgtJnizada; porque el mundo· muderno, por JU comple­
jidttd, su tecno!:ogí,i.
y 101 medios cientlficoJ que pone en ac­
ción, eJ, ante todo,· un mundo colective, y,. por ello., socializado,
en el que cttdá individuo Je encuentra e1trechamenle depen­
·diettle
del
medio
en donde
él
vive con otros.
»Esta inter ter fuente de pr"tección Joda!, de reguridttd -incluid" la del
JrahajO'---, de progrero en la calidttd de lá vida,. wpone una
organización prec/1"
de f,i.s ertructuras de la sociedttd y de la
econo'111Í~.
>>-Ubre, porque el "bjetivo final nu er la Jumisión ab­
wluttl del individuo aJ Estad", rino la orgtJnización de las me­
jorer c(JttdidoneJ P"'" que cada ,er puedá reaüz-,, plenamente
lo que contiene en sí de aptituder, calidttder y talen/(JJ, Es,
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LIBERTAD, LIBERALISMO Y TOLERANCIA
también, el mejor servicio que él puede rendir d su comunidád.
C(}ncrelamente, esto supone cretlr las condiciones que a cada
uno permitan lo más posible en cuanto a libres elecciones en
ed11cación, profesión, ocio, retiro, etc.
»Sól!J esld formtJ de sociedad liberal auanzáda, comprome­
tida entre la organización socializada
y la libertád, se adapta
a la civilización científica
en Id cual penetramos,
»Pero· .SIi realización solamente puede ser el resultttáo de
una acción voluntarisfd>> ( 40).
Se nos podrá decir que esto. prop6sitos no son liberales más que
en la medida en que afirman que no existe certeza, y que se acercan
más a una explicación marxista de la vida, según la cual la evolución
material condiciona la moral privada
y pública, el arte y todos los
valores.
Es cierto que se acentúa menos el completo desarrollo clel indi­
viduo
que el

advenimiento de
una nueva e Pero ¿acaso no

es
el desarrollo lógico del liberalismo ( que sola­
mente
acabamos de describir) desde el reino de la opinión personal
hasta el reino de las opiniones colectivas?
Esa opinión colectiva, ¿no será, tal vez, la toma de conciencia de
las fuerz"-f en evolución que presiden la mucha del mundo?
Ya lo
hemos visto: en

el último siglo se
crela en
el progreso fatal
de la humanidad;
Hoy la misma explicadón se vuelve a tomar para
pasar del Hberalismo antiguo al «liberalismo, avanzado»: l"-f leyes
eternas abjetivar, trascendentes, son rechazadas porque imponen su­
jeciones a la ra2ón humana.
Por consiguiente, ¿por qué se va a guiar ésta? «Por sí sola», de­
cían
los prime Pero,

como
ya veremos, esto ¡:,lantea algunas dificultades. La razón
se verá arrastrada a reproducir «lo que

se dice», «lo que se
hace,>,
aquello

hacia
lo que se dirige la «tendencia dominante», etc. Es el
paso de la opinión pe arriba.
(40) Fayard, 1975, págs. 241-244,
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MJCHBL CRJ!UZBT
Y, por su parte, la opini6n colectiva no es más que el reflejo de
la
corriente irresistible de las fuerzas

en movimiento en
fa historia.
De ese modo, el individuo, liberado
de toda referencia objetiva,
se encuentra. inserto en una evolución sin término. Y la descripción
del ciclo · liberal se acaba en la perspectiva ma:rxista del «liberalismo
avanzado».
. (Conti1111t1rá}
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