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Número 175-176

Serie XVIII

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Sociología del protestantismo (VI)

SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO (VI)
POB.
.MIGUEL PORADOWSKl
6. El protestantlamo aotual.
En una serie de cinoo ensayos (1) hemos analizado - punto · de vista exclusivamente sociológico--el protestantismo ale­
.máo
de

los tiempos de Lutero.
Aflora, oonveodría cootest¡U: a la
pregunta: · ¿hasta qué punto estas opiniones valen respecto al pro­
testantismo

de nuestros
días? Pues, desde los 1liempos de Lutero, ya
pasaron cuatro

siglos
y el protesta.ntismo del sjglo xx no ea rodo
es

idéntico al del
siglo XVI.
l. ¿Hasta qué punto ,el protle5tantismo acrua,J tiene carácter de
una ":re!forI11a"?
Hemos visto que lo esencial ea esta ref\>rm¡L luterana del si·
glo XVI era el rechazo del paganismo renacentista (2). Pues bien,
parece que
el protestantismo de hoy día no so!o,mente continúa asu­
miendo esta. ¡á_ctitud, sino que -por nuev~s ~otivos, .. esta vez ID:'s
bien teoló¡Jicos-se afirma en ella, recha2ando ya .no sólo lo que
se
podría calificar

como
"pagano", sino

también
.rodo lo
que
..:..por
ser

"griego" o "helenístioo",
es decir, los

elementos culrnrales del
antiguo mundo
griego-lo espanc,,., incluso cuando estos elementos
se

encuentran incorporados en la misma
Bib1ia.
Es bien conocida esta actitud de muchos teólogos protestantes
de nuestro tiempo, los cuales· no vacilan en
poner en duda la mlsma
integridad de la Santa Escrirnra, desde el momento que
en ella en­
ruetittan
algo

que
les huela a lo "griego preoristiano" :y, en este
(1) Véase: Verbo núm 161-162,163-164-16H61H69·170.
(2) Véase: Verbo, núm. 161~162, «El protestantismo como reforma.
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Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
caso, llegando incluso a negar íos más esenciales dogmas de la fe
cristiaoo, como

lo
es, por

ejemplo, la
Encarnación. Siendo

ésta una
materia ya

"teológica" y no "sociológica",
quooa fuera

del presente
estudio, pero, para que mis afirmaciones no pa.r,ezcan graruitas, me
permito citar un ejemplo ilustrativo, invocando en esta materia la
indiscutible 11-utoridad

del
renombrado teólogo
español
Armando
Bandera, quien escribe lo siguiente: "La negación de la Encarna­
ción, tal como ha sido ,entendida y definida ~tas "eces por la
Iglesia, """ negada ,ya claramente en Teol,o gú, de la esper,mza, recu­
rriendo
a

la
consabida idea .de la contaminación !helenística: hablar
de encarnación de

Dios
intemporal en

Jo
temporal es

puro conta­
gio
helenístioo. El beclio de que la Sagrada Escritura presente la
Encamación del Verbo en esa fonna y en otraS anÓi!Ogos, quiere de­
cir · siinplemente que también ella está contagiada de helenismo · y
que
las
partes afectadas por el contagio no son en reatidaJ Sdgrtlda
Bscrihwa.
A ello se añade que la Encarnación del Verbo, tal como la
Iglesia la entiende, da origen a una religión epifámca, que tampoco
puede ser admitida; el cristianismo, según Moltm,ann, es religi6n de
pura
promesa que
excluye radicalmente ,todo lo epifánico. También
por este capíruio .Moltmann introduce nuevos cortes en la Sagrada
Esotitura;
peto esto no le preocupa, porque, según sus principios,
lo

eplfánico no puede
formar parte de la Escritura. Moltmann se
siente
árbitro capaz de dictaminar, en
virtud de
principios esta­
blecidos por él, qué es lo que puede estM y lo que no puede estar
en
la Sagrada Escritura; o, en otros término6, él hace &U propio
canon dentro

del canon bíblico; en lo cual Jo imitan algunos que se
diceo
católicos" (3).
Pero lo que nos interesa en este momento es destaca.r que el
ptotes1la.lltismo nnnca se . libró de la fobia antigriega y menos aún
de
la fobia antilatina.
2.

Por
otra parte parece confirmarse, dllitllnte estos cuatro si­
glos

y
especWmente en
el siglo
XX, que la reacción protestante en
los
tiempos de Lutero
contm el. paganismo

renacentista fue
más por
(3) La. Iglesia t:tnte el-P,0&esó de liberación, BAC, 1975, pág. 3391
, nota
127.
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SOCIOLOGIA Df,L PROTf.ST ANTISMO
ser "griego" que por ser pagano, pues todas las características esen­
ciales del paganismo

como
tal están presentes en las sociedades pro­
testantes
durante estos cuatros siglos y especialmente en el siglo XX,
sin provocar reacciones similares a las del siglo XVI (4). Nosotros
que hemos

vivido los 'horrores.
de la segunda guerra mundial y es­
pecialmente los horrores de
Jm campos de conl)ell1ltación y de ex­
terminación nazi, no podemos dudar de la
repaganización de las
,ocie por esta razón, tenernos que afirmar que el protestantismo de hoy
día también conserva
el carácter de vuelta al paganismo, lo que
hemos afirmado respecto al protestantismo de
los tiempos

de Lu­
tero (5).
3.
También la

ruptura con la
civilización latina, efectuada por
el protestantismo en los tiempos de Lutero, sigue siendo vigente
hasta hoy día, como l;l!Jllbién todas las consecuencias sociológicas
(las

que
hemos analizado en el capítulo "El protestantismo como
reacción de la
civilización germánica
contra la
civilización lati­
na"

(6) que de este
hecho derivan, con

el
agravante de
que
se pro­
fundizaron proyectándose al pensamiento filosófico-teológico pro­
testante.
Lo que hemos llamado el "proceso de despersonalización", en el
período
entre Lutero
y la segunda mitad del siglo XX, se extendió
incluso

al concepto
de Dios, siendo una consecuencia lógica del aban­
dono de la valoración de
la persona de la civiliizaci6n latina y de
la introducción, en su lugar, del
individualismo. Una vez que el
hombre dejó de ser considerado corno "persona", le
llegó el tumo
a

Dios, con
mi que -en este caso-el concepto de "persona" se
vea
reemplazado por

el
concepto del "absoluto". De
esta
manera
el

Dios cristiano, concebido como persona
y por tanto cercano al
(4) Por ejemplo la crueldad, de la cual· tanto hablan los diarios y las
revistas de hoy día, especialmente de la
-crueldad en. las relaciones entre

los
padres
y sus niños _pequeños. Se llega !lasta disfrazar la crueld~ con, los
sentimientos
humanitarios,
como· es el caso de la eutanasia.
(5) En

el artículo «El protestantismo como vuelta
al paganismo», Verbo,
núm. 163-164.
(6) Verbo, núm. 167.
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MIGUEL PORADOWSKI
hombre-persona -siendo las relsciones hombre-Dios y Dios-hombre
de

persona a
persona, es decir de se,:es concretos, pensantes y aman­
tes-, se transforma en un Dios getn1l!IDO, panteísta, "bipostasiado,
sea en la natural= (Goethe), sea en el universo infinito (Schleier­
madher),
sea en la idea (Hegel)" (7).
"El
pensamiento teológico tradicional · --dice Gómez.Heras-­
operaba en
el

esquema dua!i,ru,
cielo-mundo, gracia--natw:aleza, fe­
ciencia, al intentar responder a las cuestiones sobre la verdad, la
eticidad o el sentido de la exisrencia humana. La Ilustración había
teclw:ado la dualidad fe-razón, profesando una visión unitaria del
saber y del obrar. Los idealistas aceptan 1lal presupuesto monista y
lo arnpllan y aplican a otros sectOtes: unidad del pensar, a desven­
taja del
dualismo creer-sabet; unidad. QSsmi91, a

desventaja del
dua­
lismo naturaleza-sobrenaturaleza;
unidad de la realidad, a desventaja
del dualismo Dios-mundo. La creencia en Dios permanece viva.
Pero
se trata
de una imagen nueva de la divinidad purificada de lo
que se cree mitología
y des poetas.
Dios es
despersooafuado y el mundo saaalizado .. Cristaliza
as!, uoa f0tma de panteísmo cósmico, del que se .ii,menta una mis·
tica

anhelante
de contacto inmediato con el Absoluto a través de las
manifestaciones del .. mismo en 1a naturaleza. fatas son aceptadas
como expresiones_ de lo· divino inmanente al universo -y revestidas
de c:aráqer luminoso, fatal y misterioso. La · propensión idealista al
panteísmo pone de moda la filosofía de Spinoza, dando lugar a una
polémica apasionada sobre el spinofzmo. La mvndani,ación de Dios
implica una
seculatización de

la sotetiologfa.
La revelación, la re­
dención o el misterio trinitario son interpretados como mediaciones
de
una
experiencia del devenir

inmanente de la
historia" (8).
De esta maneta, lógicamente se llega, por el protestantismo ( como
roohazo de

la civilización
lacina y su concepto de la persona y la
vuelta
a la

civilización
germánica y su individualismo y panteísmo),
e:! lMIXism el
personalismo de la civilización latina empieza por el concepto de
(7) J M. G. G6mez-Heras: Teologla protest,mte, BAC, 1972, p,lg. 113.
(8) Ibídem, pág.

120-121.
Fundaci\363n Speiro

SOCIOWGIA DEL PROTESTANTISMO
Dios romo persona y termina por atribuit esta categorla al hombre;
como

un ser
creado a imagen de Dios.
Destruyendo
el concepto de Dios como persona, se destruye
también,

inevitablemente,
el concepto del

hombre
.como persona,
lo
que tiene que llevar al totalitarismo. El
protestw1tismo, por

dos
caminos -uno en
el plano teológico y otro en el plano antropoló­
gico, destruyendo el personalismo de la
civiliz.ación latina
e insta­
lando en su lugar el
individu,alismo-,- conduce fatalmente al

panteís­
mo y al t.otalitarismo. Má:s todavía, este totalit.arismo, estando ,basado
sobre el concepto panteísta de Dios y del mundo, adquiere un ca­
rácter metafls.ico, es

decir,
subordina al hombre a la . sodedrul de
una manera absoluta, pues lo hace no solamente en el plano exterior,
sino también en el plano interior, espiritual. Usando la conocida
expresión de Santo Tomás,
se puede decir que
se
trata del
totalita­
rismo en el cual homo ordinatur ad commumtawm politicdm secun­
dum se tottum et secundum omnia sua, pues, desde el momento que
Dios ya no es persona, sino sólo un absoluto, identificado con el
universo, el hombre --que también
ya no es una persona, sino ~
parte del universo- no encuentra ninguna raz.ón. para resistir contra
su completa abson:ión por la sociedad a la cual pertenece; al con­
trario, más bien encuent!t'a una razón más para subordinarse con
toda prontitud y sin reservas a ella, pues, esta sociedad se identifica
con Dios (es el caso del
panteísmo hitlerisra). El

protestantismo,
pues, fatalmente lleva al totalitarismo, .en ,el más estricto y rorrecro
sentido de esta palabm. Hasta ahora, sólo la civilización latina -<:0n
su

claro concepto de la persona,
(basado sobre
la
Bihlia y oobre las
culturas griega y latina)-, se opone eficientemente a cualquier ten­
dencia totalitaria. Cada
vez qne
se rompe con la civilización latina
y su
nooión de

petsona
(el cual, fuera de ella, no puede subsistir),
se lleva a
la sociedad al totalitarismo. No hay que extrañarse, pues,
que ambos totalitarismos del siglo
XX, el matxisra--comunista pri­
mero
y el hitlerista después, hayan nacido en la Alemania pro­
testante.
La fórmula de Paul Valéry, Kant genu# Hegel, Hegel ge­
nui-t Marx,. debería. entonces ser completada. de la manera. siguiente:
Luterus grmu# Kant, Kant genuit Hegel, Hegel g91Ulil Marx, Marx
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MIGUEL POMDOWSKI
ggmdt Limm e1 Ht1ler, pues del· individualismo. luteran0 se lle¡¡¡,. al
toralitarismo1 tanto marxista CODlQ hitlerista.
4. Hemos v,isto también que el protestantismo de Lutero se
presenta
como judaización del cristfanismo (9). ¿Tendrá este carác­
ter
wnbién el protestantismo de hoy día?
Al respecto my que recorda,r que, en los tiempos de Lutero, la
judaización del cristianismo por el protestantismo apenas empie­
za (10).

Pero este
proceso de judaización, una vez empezado, sigue
adelante
y en aula siglo se tepite el fenómeno de la masiva "con­
versión" de
los judíos al protestantismo y en cada siglo aumenta el
porcentaje de los
protestantes-judíos, especialmente
de
los pastores
protestantes-judíos,
lo

que acelera el proceso de la
judaización del
cristianismo protestante. ,
A· este permanente· proceso de judaización progresiva del pro­
testantismo · contribuyó -excepcionalmente-un acontecimiento nuevo,
a saber, la parcia,l salida masiva de los judíos del ghetto.
Al respecto hay que recorda,r que, hasta la mitad del siglo XVIII,
los judíos en la Europa Central, por su propia voluntad y en base del
especial privilegio que les
otorgal,an los Estados, vivían en sus ba­
rrios
exclusivos, llamados

en Italia
ghetto (y de Italia, este nombre
pasó a otros países), y sólo los más cultos 'J ckdicados a las profe­
siones liberales, como médicos,
abogados, banqueros,
grandes comer­
ciantes, ere, preferían ha taban
de mayor libertad en sus actividades profesioru,,les. Pero en la
mitad del
siglo XVIII aparece µna nueva acritud de parte de los
judíos: el
afán de abandonar los' ghettos, al menos parcialmente, e
integ¡rarse en las sociedades cristianas, en las cuales vivían hasta
entonces separados. Este movimiento . tiene dos corrientes muy dis­
tintas;
una que

aboga
por la integración total en la sociedad cris­
tiana, por intermedio de Ja aceptación sincera de la fe cristiana y de
todas las costumbres cristianas, .PM'ª poder vivir tranquilamente,
(9) Véase: Verbo, núm. 168, págs. ll19-l144.
(10) El hecho de: que el mismo Lutero fuera un fanático antisemita no
tiene nada. que·. vei con este proc~ó socfotógico de la judaización del cris~
tianismo por él desencadenado.
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SOCIOWGIA DEL PROTESTANTISMO
como todos los demás ciudadanos y acaba, para siempre con el anti­
semitismo, y 1a otra corriente, la que busca una integración ficticia,
pues en el fondo pretendían permanecet judío.., es. dro.r, seguir
fieles a su religión
y sus eostrumhres, y sólo ~iormente hacetse
pasar
por cristianos y de esta manera salvarse de las persecuciones
antisemitJas.
Ambas corrientes prefieten emancipa:rse, es decir, salir
del ghetw, haciéndose protestantes. De este modo, en la mitad del
siglo XVIII, se produce una masiva asimilación de los judíos en
Eu.ropa, particulatmente

en Alemania. Casi
todos estos

judíos
"eman­
cipados",

es
decir, salidos del ghetto, se hacen protestantes. Hay que
suponer que solamente un muy pequeño porcentaje de ellos son los
sinceramente convenidos.
En la misma época aparece en Alemania una nueva autoridad
entre
los judíos: el
ta!mudista y filósofo Moisés ben Mendel (1729-
1786), llamado por los judíos el tetcer Moisés (11), quien
germanizó
su

nombre,
cambiándolo por Mendelssohn.
Mendelssohn
divulga

la antigua (pero
hasta este
tiempo
secreta),
"teología" rabínica respecto al concepto de Mesías, declarando que
no
h individual,

pues es el mismo pueblo judío el
Mesías prometido por
Dios. De esta manera, el concepto bíblico de un Mesías-persona in­
dividual
está reemplazado por el concepto talmúdico de un Mesías­
persona colectiva, por el pueblo judío.
Lo importante para ;iosottos son las consecuencias prácticas de
esta
"teología" de Mendelsse1hn, pues si el
mismo pueblo
judío
es
el

Mesías-redentor de
Israel, entonces
--según
Mendelssohn-es
el

mismo pueblo judío quien debería asumir el papel de Mesías,
dedicándose a la construcción del temporal reino de la Justicia. Pero,
¿de qué
maneta el pueblo judío puede construir el :reino mesiánico?
Saliendo
del
ghetto e incorporándose en la vida de las oociedades
cristianas,

aceptando el
cristianismo y su cultura s6Io exreriormente,
( 11) Recordemos que para los ju.dios el primer Moisés es quien sacó a
los judíos de Egipto, mil quinientos años, antes de Cristo; el segundo Moisés
es
el famoso filósofo cordobés, el sabio rabino Maim6nides (1135-1204) y
el tercer Moisés es Mendelssohn.
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MIGUEL PORADOWSKI
pero quedándose interiormente fieles a su propia religión y cos·
tumbres.
Esta vez se ttam de una masiva entrada de los judíos en la SO:
ciedad cristiana, para ocupar en ella los puesros directivos, llegando
hasm gobernada, siempre

en
favor de

los judíos
'f con el propósito
de instalar, en

el futuro, un reino de justicia
'y :P""peridad y en el
cual los judíos van a ocupar los puestos privilegiados y directivos.
Pues bien,
el camino a esta fingida asimilación va por la "conver·
sión" de los
judíos al protestantismo.
Esta "teología" de Mendelssohn es aceptada por muchos rabinos
de entonces y en casi toda Europa se producen masivas "conver­
siones" de los judíos, casi exclusiva.mente ail protestantismo. Miles
de judíos abandonan los ghett,n, entran en los colegios cristianos, lo
que les permite seguir después los estudios en las Universidades y
fácilmente incorporarse en la vida cívica de los países europeos. Eso
explica por qué al final del siglo XVIII hay muchísimos destacados
judíos

en
los puestos

de
importancia en

las
Universidades, en el co­
mercio, en la industria y en las profesiones liberales. Al mismo
tiempo, estos judíos, en la
ocasión de

sus bautismos, cambian los
nombres
y apellidos, integrándose de esta manera completamente en
la
sociedad
cristiana.
Recordemos
algunos

ejemplos.
Un
caso muy típico y muy ilustrativo es la "conversión" de toda
la familia de Heinrich Marx, el padre de Glrlos Marx, fundador del
marxismo.
Es sabido que la familia ·Marx era una familia judía de
largísima tradición

rabínica. El
padre de Heinrich Marx y abuelo
de

Carlos
Marx, es un rabino en Tréveris (Alemania). Como tenía
muchos hijos
y según la tradición

judía sólo el
primogéoito, Samuel,
podría mmbién ser rabino,

a
su otro

hijo,
Heinticll, lo educa en
los

mejores colegios
'f Universidades, para facilitatle --siguiendo
los

consejos de
Mendelssohn-la salida del ghe#O e incorporación
a la sociedad cristiana. Heinrich Marx se ,ecibe de abogado y
llega a ocupar un destacado cargo de abogado del Estado. Después
de las guerras napoleónicas, Tréveds pasa al Estado prusiano, la
constitución
del
cual exige que los funcionarios estatliles sean pro·
testa.ates.
Para

no perder su
puesto, Heinrich Marx, con toda su fa.
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SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO
milia, posa al protestantismo. Su hijo ,Mardujay, de cuatro años,
recibe el nombre de Karl (Carlos). Heinrich Marx, preocupado por
la formación de su hijo Carlos (Matdujay), lo coloca en el mejor
colegio de la ciudad, que
es, en este tiempo, el de los jesuitas. De
ahí que

el
joven Carlos Marx, siendo judío y formalmente protes­
tante,
haya recibido

una educación en un colegio católico ( en
este
tiempo ya estatalizado). Son los padres

jesuitas
los profesores del
joven

Carlos
Marx, pero... unos jesuitas (como lo son muchos de
hoy día), muy progresistas, muy a la page, lo que, en estos tiempos,
significaba
"hegelianos"', y es en este colegio de los jesuitas donde
el joven
Marx se hace admirador de Hegel En casa toda la familia
de los
Marx conserva las tradiciones judías.
Exactamente
lo mismo
ocurre con
su
gran amigo y colaborador
Federico
Engels, quien

también
proviene de una familia rabínica,
de

Barmen, que también seguía
las ensefianzas de Mendelssohn. El
padre
de Federico
Engels es un gran industrial "multinacional"",
quien educa a su hijo en los colegios cristianos y así el joven Fede­
rico

pasa al
protestantismo, se

incorpora en
la sociedad cristiana,
introduciendo en ella su fermento revolucionario judío.
Otro ejemplo lo constituye
la vida del eminente político britá­
nico Lord Beaconsfield (1804-1881). Su abuelo, Benjamín
Israelí,
vino
a

Inglaterla en el afio 1748,
desde Venecia, a

la cual emigraron
sus antepasados sefarditas desde
España. · Siendo partidario de las
enseñanzas de
Mendelssohn, al llegar a

Inglaterra se incorpora en
la
sociedad inglesa y a su hijo, Isaac, le asegura una esmerada educa­
ción "volteriana··, pero sin romper
los vínculos
con
la Sinagoga. El
hijo de
Isaac, Benjamín

(como su abuelo), primeramente está edu­
cado en
casa, por los más eminentes talmudistas

de la época,
y sólo
después,
ya como un joven madnro y bien iniciado en las tradiciones
judÍllis, estudia

en
distintos centros educacionales en Europa y pr6°
ioimo Oriente,

adaptando un apellido un
poco retocado: Disraeli. Es
bien conocida la extraordinaria carrera política que cumplió Dis­
raeli
en
Inglaterra, contribuyendo a
transformar este
país en un
gran imperio.
Disraeli escribió

varios libros,
en forma
literaria de
novelas políticas, en
las. cuales descubre

algo
los enrrerelones de

la
gran política internacional y el papel en ella de los judíos "conver-
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MIGUEL PORADOWSKI
tidos" romo él mismo. Su testimonio al respecto es de extta.ordina­
túo
valor.

En
la novela Comngsby, después de d de los judí00-protestantes en los más altos cargos de la sociedad
europea en el siglo XVIII y XIX (a los cuales nadie torna por judíos),
dice
lo siguiente: "Usted ve, querido Goningsby, que el mundo está
gobernado por

personajes
romplecamente distintos
de los que
creen
los que ignoran la vida entre bastidores. Nunca observará usted en
Europa
un magno movimiento espiritual en que no participen los
judíos en alto
grado. Los

primeros jesuitas
,fueron judíos. La miste­
riosa política rusa que inquieta a toda Europa Occidental es organi­
zada
y, en parre, realizada por los judíos. La enorme revolución que
en
estos momentos se va preparando en A1emanm, y que efectiva­
mente .se convertirá en ooa segunda reforma, ~ de la que rhasra
:,hora en Inglaterra se sabe tan poca rosa, se va desurollando rom­
plecamente bajo los auspicios activos de los judíos" (12) ..
Lo que nos interesa en este momento es la opinión de Disraeli
sobre
"la

enorme revolución que en estos
momentos se va preparando
en Alemania". Coningsby está publicado en 1844; es, pues, evidente
que

Disraeli anuncia la revolución que, en
este momento, preparaban
Carlos

Marx
y Fedetúro Engels (los jefos visibles), dando restimouio
de

que
la revolución marxista-romuo.ista es una obra judfa al servi­
cio de los
intereses judíos. Más todavía, nos interesa enormemente
la

opinión de
Dim:aeli sobre la Reforma protestante y el hecho de
que
. Disraeli considera
la revolución marxista romo "una segunda
Reforma". "A roofesión de parre, relevo de pruebes". Según Disraeli,
ambos arontecimientols hist6riros son obras judfas y efectos de las
"oonversiones" judías al protest,,ntismo.
En efecto, muchísimos de estos judíos, "oonvertidos" al prores­
tantismo,

llegan a
ocupar hasta las cltedras en las Facultades de Teo­
logía pror,;sranres y de ahí empieza, en los principios del siglo XIX,
una nueva fose de la judaización del protestantismo y su ronsecuen­
te descristill.nización. Incluso

muchísimas, si no
todas, las obras an­
ticristianas, publicadas en fa primera mitad del siglo XIX, son de la
(12) Benjamín Disracli, Earl of Beaconsfield, Coni1lgsby, London, 1911,
pág. 209.
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autoría de estos "teólogos" judío-protestantes, catedtátiros de las
Univetsidades estatales europeas, principalmente alemanas, como por
ejemplo: Da, Leben Jesu de David Strauss, Das Wesen des Chrirten­
tums
de Ludwig Feuerbach, Christus und die Ciisaren de Bruno
Bauer, etc., que tanto impactaron a la .teología protestaOte. En rea­
lidad, en
estas obras seudocientíficas no se hace otra CXJISa que la
divulgación, entre los cristianos, de las antiguas opiniones talmú­
dicas respecto a Dios, a Ctisto y a ·su Reino, judaizando la teología
protestante.
El marxismo, que nace de estas "teologías" rabínicas, invade las
iglesias protestantes, durante la segunda mitad del siglo XIX y en el
siglo XX. Aparece el fenómeno de la "mandstizadón" de la teolo­
gía
protestante, lo

que es
-desde el punto

de
vista de

aquí nos
interesa-una nueva fase de la judaización del protestantismo.
5. Respecto a lo último, es decir, a la "natutalización" del cris­
tianismo (13), el protestantismo de
hoy día no solamente no es
menos
radical que

el protestantismo de
los tiempos
de Lutero, sino
que
ha llegado al extremo, desactalizando, seculatizaooo y ·"naturali­
zando"

todos
los conceptos

básicos del cristianismo, todos
los dog­
mas

de la fe

el concepto de Dios,
declarándose
plenamente

antitelsta. El
!hoy día más celebrado teólogo protestante,
Diettich Bonhoeffer,

reduce
el cristianismo a la filantropía (14).
Podemos,
pues, concluir que el protestantismo de
hoy día -des­
de el
punto

de vista de
la sociología de la religión-contiene todas
las caractedsticas del protestantismo de

los tiempos de
Lutero, con
la agravante que las lleva al extremo.
(13) Véase: «El protestantismo como natura1izaci6n del cristianismo»,
Verbo, núm. 169-170, págs, 1~93-1399.
( 14) La fórm11la .rig11ienle podría Condeniar la quinta eienda de la
imagen bonhoefferiana de la divinidad: Dio.r apar«e .tecNlarizado-en Cristo
en forma
de filantropía, de .rer11ieio a /o.r hombre.r», escribe G6n;iez.fferas,
op, di., pág. 186.
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