Índice de contenidos

Número 175-176

Serie XVIII

Volver
  • Índice

Discurso de Cecilia Ortiz de Zárate [San Fernando 1979]

DISCURSO DE CECILIA ORTIZ DE ZARATE
Queridos amigos:
Muchas gradas a
todos por e1c11charme, V aya en descargo de mi ettrevi­
miento la circunstancia de que voy a ser muy bre11e y el hecho de que obe­
dezco una orden.
Eso .rf, · una orden que me honra porque su cumplimiento implica un
peqtte.ilsimo ser11icio a todos tJosotros en Jesucristo.
Confieso sinceramente que me gustarla tener en este momento vuestros
conodmientos-para que este servicio fuera muy grande y quien me lo en­
comendó Je e,rcontrara
plenamente_ satisfecho de su decisión.
Pero... vamos allá. Y precisamente Mn unas palabras de San Pio X
tJNe, gracias a «Verbo», todos nowtros tenemos .riempre muy presentes,· dicen
asJ:
« ..• hay que f'ecordarlo enérgic:amente -en estos tiempo.r de a#arqllÍa so­
da/
e intelec111t:N en que cada indi'Viduo se convierte en doctor y legislaJor,·
ño se edificará la .ciudml de un modo distinto a ,omo Dios la ha edificado;
,
.. no, la ci11;J;zación no

está
por inventar, ni la nueva dudad por conitr11ir
en las nubes. Ha existido) existe, es Id; 'civilización cristiana, es la cidt.td
católica.
No

se trata
más que de instaurarla y restaurarla sin cesar sobre sus
fundamentos naturales
y

divinos,
contra los ataques siempre nuevos de la
utopía malsana de la revolución y de la impiedad: «omnia instaurare in
Christo».
Y ¿a qué se refiere el Papa al hablar de esta restauración incesante?
Veamos: yo pienso que en

la
accidn de

Speiro
encontramos cumplida y
aiustetda respuesta a esa pregunta. Concretamente en la doctrina, estilo y
acción de ese grupo de hombres de Speiro, que «sin constituir asociación
alguna
se -encuentran fuertemente vinculmlo1 por las ideas y sen.timient(,}s»,
cor,w
ha es_crito recientemente ese tmdgo de la Ciutldd Ca,ó/ica, el pmlre ¡e.rús
González Quevedo
al celebrar sus bodas de oro con la Compañlti de Jesús, y
a quien d8Sde dljlll deseo envitlf' mi c~dialíslma enhorahuena a la que
estoy segura os unls todo.r.
Pues
bien,
es esa labor de
instauración y
restauración de la
que nos ha­
bla San Plo X, y que es la que marca la pauta a los hombres de Speira en
su
'hacer cotidiano, la que nosotros, los jóvenes, estamos llamados a conti­
nuar.
Sigamos los pasos de nue.rtro1 maeslro.r, porque ellos están en el ca­
mino

de la
veráml.
A este respecto yo m.e atrevo a oponer aq~J, por ;uzgarlos _ conceptos an­
tagónicos, a la Revolución perm1111ente del enemigo, la insttt11ración y res­
ta11ración incesante de
la Ciudad Católica. Este debe Je .rer nuestro lema.
A la Revalud6n permar;rente, cOmo obra diabólica, le acompañan· en su
dialéctica 1(,}s viru.r
de

la
falacia, del nihilismo y de la utopla.
Concepto e.rtúpido
y ctmtradicto,.;o, y co'/l'Jo t4' sólo capaz Je carta de
ciuddaanla en · 11na sociedad lastrada por · el pecilllo original.
1.4 teorla Je la Ret1o-lución permanente re destr11ye a sí misma, no tiene
finalidad ... ¿qué meta pe,-.rigue? ... r:,·tiene ,m fin? Si es asl, cae por su propia
bdSe
al dejar !tt calégorla p,lrm.ane11te.
rJ!.r .la obra 'del demonio, e.re gran retrógrado, en su _empeciirmla oposi­
ción a

Dios.
'Co11t-0 decla Plo XI en su enclclica Divini Redemptoris: «Por
primera f)ez
en

la -
hiiloria asistimos

a
un11, lucha frleimente calcitlada y cui­
ddosamente preparada contra todo
Jo que es dif)ino».
Nos encontramos ante una /11cha y en ella e.rtamo1 empellados, péro
4f,-mamo.r con Marce/ CUment que rto1otios lo.r hombres,
más que 11n · adver­
sario, somo1 aquello
que

se ventila en el juego.
La auténtica lucha es
754
Fundaci\363n Speiro

FRENTE A DIOS. «La lucha que de.rgarra a Ja J?u_manidad expresa más que
nunca
el

inteligente odio de
Ja antigRa serpi-ente cOfllra el

Dios
di/ amor,
Creador y Redentor».
Y es frente a esa obra destructora y maligna a la que nosotros opone­
mos, repito,

la
restauración incesante Je la Cimlad CaJólica.
Detengámonos a analizar el .significado del vocablo «restaMrar»: del latín
re.rtaurare: recuperar o recobrar. Reparar, renovar o volver a poner una
cosa

en
aquel estado o «ttima&ión que antes tenia.
¡Qué grande programa de acción nos descubre esta .simplfl· cita del dic­
cionario si

nos
re.rolvemo.r a aplicar la definición a nuestro trabajo por la
cimlad ctJlólica, hasta sus últimas consecuencias!
Debemos,

en efecto,
recuperar la civilización cristiana, debemos recobrarla
tal como los Cruzados recobraron el Santo-Sepulcro, debemos volverla a su ser
paro lo que f11e creada. Debemos defender/a de los ataques del maligno, Y
c.omo diria Pío XII «es todo 1111 mundo que hay que rehacer desde sus fun­
damentos, y de salvaje hacerlo humano, y de humano hacerlo divino, o sea,
el
Corazón de

Dio.r.
Millon_es de hombres reclaman una nueva orientación y
vuelven sus miradas hada semejante empresa, en el respeto de la lihert-ad
humana». ·
Hemos

de
.reparar, si, sin descanso, incesantemente como los tripulantes
de un barco
a lo largo de una larga singladura, los efectos de la constante
corrosión a que es sometida l~ Barca de Pedro; desde el puente a las .sentinas¡
.,.aspar
los
óxidos de la
herejía qNe acaban perforando las planchas más

tem­
'pladas, cubrir el acero con

el
podero.ro minio de

la
Sagrada T radicíón y
pintar la nave, nuestra cimlad peregrin~ con los respla.ndore.r brillantes de
la Buena
NNeva, siemp,e buena, siempre nueva, tal es nuestra misión per­
manente.
¿O.s
habéis fijado con detenimiento en Joda la grandeza que supone el
ser obrero

de
Dios en
el
mantenimiento del orden por El instaurado?
¿P11ede caber a Nn joven más elevm/o d,stino?
¡Qué gran reJponsabllidad! y ¡qué bkn
ha sabido aceptarla Speiro! QNe
su ejemplo
nos .sirva de

guia a
nosotro.s los jóvenes¡" q11e sepamos recoger
la antorcha que nos transmite; y, Jo que es más importante atJn, Jepamos
·
mantenerla
encendida. Y,
asf, frente a la revolucjón permanente del destruc­
tor levantaremos siempre nue.rtro estandarte con el «omnia instaurare in
Christo».
En el proXllllO número de Verbo publicaremos el discurso del
profesor
Sebastián Mariné Bigorra.
Fundaci\363n Speiro