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Número 257-258
Serie XXVI
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- Estudios
- In memoriam
- Actas
- Información bibliográfica
- Crónicas
Autores
1987
Razón y democracia
RAZON. Y DEMOCRACIA
POR
RAFAEL GAMBRA
En otoño de 1792 la Convención decreta en Francia el cul
to de la diosa Razón, y el pueblo revolucionario de París adora
en la catedral de Nuestra Señora a la Razón bajo la forma· de
una prostituta encaramada en su altar mayor. Acababa de pro
clamarse la República, y pocos meses antes había subido a la
guillotina Luis XVI y su familia, .símbolos del pasado sagrado de Francia, de lo que a .partir de ahora se considerarían «pode
res irracionales». En aquellos
mismos días el
arzobispo «consti
tucional» de París, con su canónigos, abjuraría de la religión
católica ante la Convención. Iba a_ comenzar, en un baño de
sangre, la puesta en . práctica de los lemas radonate, de Liber
tad, Igualdad
y . Fraternidad. Empezando por el de Igualdad,
porque los otros se
· suponían
consecuencias futuras de la obra
igualadora de la Revolución. El calendario
-,-los nombres
de
los meses
y el cómputo de los años- se modificarían con nom
bres «naturales» y una nueva era a partir del año I; los notá
bles del reino -nobleza y clero-- se igualarían mediante la
guillotina hasta no haber otra condición ·que
la de «cuidadano».
La canción
de guerra de los revolucionarios era:
Les aristocrates a la lanterne ·
¡;a
ira, ¡;a ira, ,a ira
...
(1)
Los países históricos se igualarían en· departamentos admi
nistrativos cada uno con su ·número y también con nombr~s «na
turales» (ríos y montes); leyes y franquicias cederían ante un
solo Código civil; incluso los campanarios de las iglesias se de
molerían para reducirlos· al nivel
.de las
casas ...
· ( 1 ) Los aristócratas a la farola ( a ser colgados)
~to marchará,_ esté marchará ...
763
Fundaci\363n Speiro
RAFAEL GAMBRA
En ese cnlto a la Razón venían a coincidir la ideología de
la Ilustración y el pensamiento de Rousseau. Los hombres na
cen iguales, libres, y también buenos_, puesto que son poseedores
de la razón. Pero crecen y viven en un medio social perverúdo
por el «irracional histórico» que los condiciona y malea. Según
ambas teorías, un mundo de creencias y superticiones, de pre
eminencías y de poderes ancestrales oprime al hombre obligán
dose a adaptarse, a reprinúr el ejercicio de su razón;. a disimu
lar
y a mentir. Es preciso destruir ese mundo de instituciones·
históricas y de «prejuicios» para que el hombre recupere .su primi
tiva _ inocencia en el seno de una nueva sociedád racional, fra
terna y libre. El poder dentro de esa nueva sociedad «liberal»
habrá de reducirse al
minimo: no
profesará creencia ni doctrina
alguna sino que se limitará a velar por la libertad de todos, es
decir, por que el derecho de unos no interfiera con
el de otros
_ y por que se cumplan los contratos. Ese mismo poder no se
asentará -en orígenes ni carismas supu~stamente superiores, sino
que es establecerá por convenci6n o acuerdo de las voluntades
libres expresadas en
el sufragio, del que nacerá una Constitución
o contrato social, ley única y soberana. Se trata de la «sobera
nía popular» o régimen democrático moderno. Los hombres
no
serán
ya gobernados por
dipses ni
por leyes venidas de los Alto,
sino por
sí mismos,
por la Voluntad General iluminada por la
Razón.
* * *
Han transcurrido casi doscientos años desde aquella apoteo
sis de la Razón.
Expandidas a
todo el mundo las ideas de la
Revolución por los ejércitos napoleónicos, parece habrese esta
blecido universalmente el régimen político ideado en las Con-
·
vención:
laicismo de Estado, Constitución emanada de la volun
tad popular,
su~ragio universal,
igualdad ciudadana.. . Las dife
rencias religiosas e históricas que determiriaron una pluralidad
de l)aciones, y
la identidad de cada una, han dejado de ser re
levantes ante la universalidad
· de
ese esquema político demo
crático-racional. Incluso las regionalidades o «autonomías» que surgen se acomodan políticamente a ese mismo esquema.
·
764
Fundaci\363n Speiro
RAZON Y DEMOCRACIA
Prescindiendo de la cuestión filosófica de si la razón des
vinculada de la experiencia
histórica. es
directriz adecuada para
la gobernación de los pueblos, parecería lógico que, a los dos
siglos de la Revolución,
el mecanismo de gobierno de los pue
blos
hubiese alcanzado
la más alta cota de racionalidad técnica.
Que la eliminación de factores irtacionales o no racionales hu
biera llega'do a ser completa. Pensemos, sin embargo, en c6mo
se realiza en nuestras sociedades democráticas la elección de
parlamentarios
y de gobernantes. El sistema es en todos los
países democráticos
el sufragio universal inorgánico o individual,
a través de los partidos,
y otorgando idéntico valor a los votos,
sean de un sabio o de un analfabeto. Dando por sentado que
de ese voto mayoritario nacerá
la ley, .la verdad y la justicia vi
gentes hasta los próximos comicios.
Se trata
en teoría de con
sultar a la
«opinión pública»
mayoritaria, pero para en la prác
tica propiciar o hacer posible
el éxito de una candidatura se re
quieren estos cuatro elementos o factores:
1.0
) Una imagen -la imagen del candidato-- que ,;esulte
atractiva pata el
electorado, especialmente del femenino si se
trata de un hombre.
2.
0) Un slogan breve e incisivo, capaz de crear una imagen
.mental sugestiva
(«por el cambio», «por las cosas bien hechas»,
etcétera).
3.0 ) Una musiquilfa pegadiza que acompañe al slogan y a
la imagen humana a través de los altavoces.
4.0 ) Dinero en cantidad suficiente para realizar la campaña
masiv~ y saturadora de esos tres elementos.
Como puede verse, factores no demasiado racionales, que se
dirigen más a las capas profundas de la emotividad, de la pere
za
mental, del
sexo, incluso a
la búsqueda del reflejo o del sín
drome. Por modo tal
que, más·
que de
Mluntad general podría
hal,4rse hoy de refle¡o condicionado general.
Es, sin embargo, frecuente oír hablar en el seno de estos
regímenes pretendidamente racionales de «poderes fácticos». Po-
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Fundaci\363n Speiro
RAFAEL GAMBRA
deres de hecho, no establecidos constitucionalmente ni teórica
mente ideados. La referencia se realiza siempre en un sentido
crítico o agresivo,
__ sobre
todo en las democracias tendentes al
socialismo. Poderes fácticos son, básicamente, la familia, el Ejér
cito y la Iglesia. La
familia (y
la educación familiar) en cuanto
base
de la sociedad natural, que se opone a una sociedad indi
vidualista y
a' una
educación estatal. El Ejército concebido, no
como un
mero. instrumento
de emergencia la servicio de la de
mocracia, sino como continuidad defensiva de la patria y de su
significación histórica. La .Iglesia como. sociedad religiosa inde
pendiente del Estado y con una esfera pública de atribuciones.
La historia de las democracias modernas lo es también de una
guerra latente o abierta
contra· ¡a influencia
y la existencia mis
ma de estos
poderes fácticos.
* * *
Es jueves 18 de junio, día este año del Santísimo Corpus
Christi. Me dirijo a participar en la procesión que, desde los
orígenes
de esta fiesta, se celebra en Madrid como. en casi todas
las ciudades.
de España. La procesión arranca del pórtico de la
catedral, aún sin terminar de construir, de la Almudena, que
alza
sus. torres
junto al Palacio Real, y se desarrolla hasta la to
davía catedral
de San Isidro, en el viejo Madrid de los Austrias.
Se concibe esta procesión como una. gran desfile de la
civi
tas cristiana y como un homenaje · público, apoteósico, al San
tísimo Sacramento. Abre el cortejo una sección
de. la
Guardia
Municipal en uniforme de gran gala. Siguen las cofradías arte sanales o profesionales con sus estandartes y juntas de gobierno.
A continuación desfila el clero diocesano en dos filas y
la,cus
todia
con el Santísimo, que es a modo de un gran templete de
plata, Cierran
la procesión las órdenes militares representando
a la nobleza y las autoridades civiles y eclesiásticas, (a cuyo fren
te iba en otro tiempo el Rey) con bandera
y música, en repre
sentación del Ejército.
Este, por
su
parte, cubría
la
carrera rin
diendo.
armas al paso de las custodia. En el trayecto una lluvia
de .flores cae sobre ésta y, en algunas ciudades, la procesión dis-
7(,1,
Fundaci\363n Speiro
RAZON Y DEMOCRACIA
curre sobre tapices de flores con artísticos dibujos. Al salir el
Santísimo
y a su llegada a la catedral las bandas interpretan la
solemne y vibrante Marcha Real, a la. vez himno nacional y re
ligioso, que inspira profunda emoción en el espíritu de los es
pañoles. El acto está informado por el espíritu corporativo
y
jerárquico de la ciudad medieval, vivificada por la fe ctistiana,
que rinde así adoración pública a su Dios
y Señor.
. . He
dicho que
la Almudena, de donde patte la procesión,
eleva sus inacabadas
oiivas junto
al Palacio Real, formando a
modo de un conjunto que asoma sobre
fo que fue escarpe y mu
. ralla de. Madrid.
En
su· inspiración
originaria son como una sim
bolización del Altar
y el Trono. El palacio de la que fue Ma
jestad
Católica 1
tuir al viejo alcázar de los Austrias, destruido por un incendio.
Su emplazamiento coincide con el de la primitiva fortaleza árabe,
cristiana más tarde, que fue el reducto
desde donde se
extendió
Madrid. Es
un palacio de piedra
bllllll>l, de
un bellísimo neoclá
sico barroco. Obra de Saccherti
y deVentura Rodríguez es el
mru; hermoso y armónico de los palacios regios de Europa. En
su concepción se conjugan la fortaleza, el palacio
y el templo,
representado éste por
la cúpula de su capilla que lo preside.
Desde ese palacio se gobernó a las Españas universales, desde
Oceanía hasta los reinos italianos, pasando por
la inmensidad
de la América hispana.
Para su balaustrada superior se esculpieron cientos de inmen
sas estatuas pétreas, de airosos perfiles, que representan a todos
los reyes y reinas de España desde la época visigótica hasta
Car
los
III.
La guerra de Napoleón interrumpió las obras finales
del Palacio,
y las estatuas quedan dispersas por múltiples par
ques y paseos de España, sin llegar a su emplazamiento. Sólo
una pocas se elevaron recientemente a los
ángulos y fachada
. principales. La .propia Plaza de Oriente, contigua al real alcá
zar, está circundada de muchas
de esas
estatuas.
Aquellos monarcas representados en esa gran galería escul
tórica reinaron y goberanaron «por gracia de Dios y según fue~
767
Fundaci\363n Speiro
RAFAEL GAMBRA
ro», es decir, atenido su poder a la ley divina y limitado por
las leyes y los derechos de su estados
y de sus súbditos. Elegían
a sus secietarios o ministros según su recta razón y prudente
consejo, y en el acierto de esta elección eran ,ellos mismos los
primeros interesados. Pero, sobre todo, recibían, conservaban y trasmitían un poder que permaneció unánimemente respetado
durante mil años. Una continuidad histórica en
la que
cada uno
de esos príncipes, a pesar a veces de rivalidades y contigencias, se consideraba heredero de su predecesor, y el que encargó las
estatuas, del primero de todos. Desde el origen
del reino visigó
tico hasta vísperas de la Revolución, en el siglo
XVIII.. Un mi
lenio de monatqufa, con épocas de esplendor
y poderlo eomo no
conoció otra monatquía, ni aun el propio Imperio Romano. Volvamos ahora la mirada a la etapa histórica
-la nues
tra~, que
inauguró la Revolución adorando a la diosa Razón
en el
gran templo de
París, Ya
no hay unidad de
fe, ni las na,
ciones
-menos
aún lo que fue el ámbito de la Cristiandad
poseen un
. común fqndamento espiritual.
Ya no es posible un
desfile
. procesional
como el
del Corpus que represente al con
junto de las
civitas. No. hay más desfiles que las manifestaciones
de partidos políticos, rivales entre sí, entregados a una lucha por
el poder, siempre recomenzada, bajo los irracionales supuestos del
sufragio inorgánico.
Menos aún
existe una.
continuidad milena
ria
de gobierno; antes .bien, en cualquier nación europea puede
contarse· una sucesión de ocho o diez regímenes insolidarios_ en
tre sí, separados por revoluciones, en el decut'so de menos de
dos siglos.
Estamos así en condiciones
de preguntarnos
sobre qué des
cansa mejor la razón humana, la contemplación del espíritu:
¿ sobre áquel conjunto de poderes «fácticos» -familias, Iglesia,
MonarqU.fa-armonizados entre sí milenariamente por una mis
ma fe? ¿O sobre este inmenso tumulto en que nos debatimos en
nombre de una supuesta racionalidad liberada? ¿Dónde encuen tran la razón el orden
y la armonía, y en dónde le repele la
· anarquía Y· la improvisación?-
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POR
RAFAEL GAMBRA
En otoño de 1792 la Convención decreta en Francia el cul
to de la diosa Razón, y el pueblo revolucionario de París adora
en la catedral de Nuestra Señora a la Razón bajo la forma· de
una prostituta encaramada en su altar mayor. Acababa de pro
clamarse la República, y pocos meses antes había subido a la
guillotina Luis XVI y su familia, .símbolos del pasado sagrado de Francia, de lo que a .partir de ahora se considerarían «pode
res irracionales». En aquellos
mismos días el
arzobispo «consti
tucional» de París, con su canónigos, abjuraría de la religión
católica ante la Convención. Iba a_ comenzar, en un baño de
sangre, la puesta en . práctica de los lemas radonate, de Liber
tad, Igualdad
y . Fraternidad. Empezando por el de Igualdad,
porque los otros se
· suponían
consecuencias futuras de la obra
igualadora de la Revolución. El calendario
-,-los nombres
de
los meses
y el cómputo de los años- se modificarían con nom
bres «naturales» y una nueva era a partir del año I; los notá
bles del reino -nobleza y clero-- se igualarían mediante la
guillotina hasta no haber otra condición ·que
la de «cuidadano».
La canción
de guerra de los revolucionarios era:
Les aristocrates a la lanterne ·
¡;a
ira, ¡;a ira, ,a ira
...
(1)
Los países históricos se igualarían en· departamentos admi
nistrativos cada uno con su ·número y también con nombr~s «na
turales» (ríos y montes); leyes y franquicias cederían ante un
solo Código civil; incluso los campanarios de las iglesias se de
molerían para reducirlos· al nivel
.de las
casas ...
· ( 1 ) Los aristócratas a la farola ( a ser colgados)
~to marchará,_ esté marchará ...
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RAFAEL GAMBRA
En ese cnlto a la Razón venían a coincidir la ideología de
la Ilustración y el pensamiento de Rousseau. Los hombres na
cen iguales, libres, y también buenos_, puesto que son poseedores
de la razón. Pero crecen y viven en un medio social perverúdo
por el «irracional histórico» que los condiciona y malea. Según
ambas teorías, un mundo de creencias y superticiones, de pre
eminencías y de poderes ancestrales oprime al hombre obligán
dose a adaptarse, a reprinúr el ejercicio de su razón;. a disimu
lar
y a mentir. Es preciso destruir ese mundo de instituciones·
históricas y de «prejuicios» para que el hombre recupere .su primi
tiva _ inocencia en el seno de una nueva sociedád racional, fra
terna y libre. El poder dentro de esa nueva sociedad «liberal»
habrá de reducirse al
minimo: no
profesará creencia ni doctrina
alguna sino que se limitará a velar por la libertad de todos, es
decir, por que el derecho de unos no interfiera con
el de otros
_ y por que se cumplan los contratos. Ese mismo poder no se
asentará -en orígenes ni carismas supu~stamente superiores, sino
que es establecerá por convenci6n o acuerdo de las voluntades
libres expresadas en
el sufragio, del que nacerá una Constitución
o contrato social, ley única y soberana. Se trata de la «sobera
nía popular» o régimen democrático moderno. Los hombres
no
serán
ya gobernados por
dipses ni
por leyes venidas de los Alto,
sino por
sí mismos,
por la Voluntad General iluminada por la
Razón.
* * *
Han transcurrido casi doscientos años desde aquella apoteo
sis de la Razón.
Expandidas a
todo el mundo las ideas de la
Revolución por los ejércitos napoleónicos, parece habrese esta
blecido universalmente el régimen político ideado en las Con-
·
vención:
laicismo de Estado, Constitución emanada de la volun
tad popular,
su~ragio universal,
igualdad ciudadana.. . Las dife
rencias religiosas e históricas que determiriaron una pluralidad
de l)aciones, y
la identidad de cada una, han dejado de ser re
levantes ante la universalidad
· de
ese esquema político demo
crático-racional. Incluso las regionalidades o «autonomías» que surgen se acomodan políticamente a ese mismo esquema.
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RAZON Y DEMOCRACIA
Prescindiendo de la cuestión filosófica de si la razón des
vinculada de la experiencia
histórica. es
directriz adecuada para
la gobernación de los pueblos, parecería lógico que, a los dos
siglos de la Revolución,
el mecanismo de gobierno de los pue
blos
hubiese alcanzado
la más alta cota de racionalidad técnica.
Que la eliminación de factores irtacionales o no racionales hu
biera llega'do a ser completa. Pensemos, sin embargo, en c6mo
se realiza en nuestras sociedades democráticas la elección de
parlamentarios
y de gobernantes. El sistema es en todos los
países democráticos
el sufragio universal inorgánico o individual,
a través de los partidos,
y otorgando idéntico valor a los votos,
sean de un sabio o de un analfabeto. Dando por sentado que
de ese voto mayoritario nacerá
la ley, .la verdad y la justicia vi
gentes hasta los próximos comicios.
Se trata
en teoría de con
sultar a la
«opinión pública»
mayoritaria, pero para en la prác
tica propiciar o hacer posible
el éxito de una candidatura se re
quieren estos cuatro elementos o factores:
1.0
) Una imagen -la imagen del candidato-- que ,;esulte
atractiva pata el
electorado, especialmente del femenino si se
trata de un hombre.
2.
0) Un slogan breve e incisivo, capaz de crear una imagen
.mental sugestiva
(«por el cambio», «por las cosas bien hechas»,
etcétera).
3.0 ) Una musiquilfa pegadiza que acompañe al slogan y a
la imagen humana a través de los altavoces.
4.0 ) Dinero en cantidad suficiente para realizar la campaña
masiv~ y saturadora de esos tres elementos.
Como puede verse, factores no demasiado racionales, que se
dirigen más a las capas profundas de la emotividad, de la pere
za
mental, del
sexo, incluso a
la búsqueda del reflejo o del sín
drome. Por modo tal
que, más·
que de
Mluntad general podría
hal,4rse hoy de refle¡o condicionado general.
Es, sin embargo, frecuente oír hablar en el seno de estos
regímenes pretendidamente racionales de «poderes fácticos». Po-
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deres de hecho, no establecidos constitucionalmente ni teórica
mente ideados. La referencia se realiza siempre en un sentido
crítico o agresivo,
__ sobre
todo en las democracias tendentes al
socialismo. Poderes fácticos son, básicamente, la familia, el Ejér
cito y la Iglesia. La
familia (y
la educación familiar) en cuanto
base
de la sociedad natural, que se opone a una sociedad indi
vidualista y
a' una
educación estatal. El Ejército concebido, no
como un
mero. instrumento
de emergencia la servicio de la de
mocracia, sino como continuidad defensiva de la patria y de su
significación histórica. La .Iglesia como. sociedad religiosa inde
pendiente del Estado y con una esfera pública de atribuciones.
La historia de las democracias modernas lo es también de una
guerra latente o abierta
contra· ¡a influencia
y la existencia mis
ma de estos
poderes fácticos.
* * *
Es jueves 18 de junio, día este año del Santísimo Corpus
Christi. Me dirijo a participar en la procesión que, desde los
orígenes
de esta fiesta, se celebra en Madrid como. en casi todas
las ciudades.
de España. La procesión arranca del pórtico de la
catedral, aún sin terminar de construir, de la Almudena, que
alza
sus. torres
junto al Palacio Real, y se desarrolla hasta la to
davía catedral
de San Isidro, en el viejo Madrid de los Austrias.
Se concibe esta procesión como una. gran desfile de la
civi
tas cristiana y como un homenaje · público, apoteósico, al San
tísimo Sacramento. Abre el cortejo una sección
de. la
Guardia
Municipal en uniforme de gran gala. Siguen las cofradías arte sanales o profesionales con sus estandartes y juntas de gobierno.
A continuación desfila el clero diocesano en dos filas y
la,cus
todia
con el Santísimo, que es a modo de un gran templete de
plata, Cierran
la procesión las órdenes militares representando
a la nobleza y las autoridades civiles y eclesiásticas, (a cuyo fren
te iba en otro tiempo el Rey) con bandera
y música, en repre
sentación del Ejército.
Este, por
su
parte, cubría
la
carrera rin
diendo.
armas al paso de las custodia. En el trayecto una lluvia
de .flores cae sobre ésta y, en algunas ciudades, la procesión dis-
7(,1,
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RAZON Y DEMOCRACIA
curre sobre tapices de flores con artísticos dibujos. Al salir el
Santísimo
y a su llegada a la catedral las bandas interpretan la
solemne y vibrante Marcha Real, a la. vez himno nacional y re
ligioso, que inspira profunda emoción en el espíritu de los es
pañoles. El acto está informado por el espíritu corporativo
y
jerárquico de la ciudad medieval, vivificada por la fe ctistiana,
que rinde así adoración pública a su Dios
y Señor.
. . He
dicho que
la Almudena, de donde patte la procesión,
eleva sus inacabadas
oiivas junto
al Palacio Real, formando a
modo de un conjunto que asoma sobre
fo que fue escarpe y mu
. ralla de. Madrid.
En
su· inspiración
originaria son como una sim
bolización del Altar
y el Trono. El palacio de la que fue Ma
jestad
Católica 1
Su emplazamiento coincide con el de la primitiva fortaleza árabe,
cristiana más tarde, que fue el reducto
desde donde se
extendió
Madrid. Es
un palacio de piedra
bllllll>l, de
un bellísimo neoclá
sico barroco. Obra de Saccherti
y deVentura Rodríguez es el
mru; hermoso y armónico de los palacios regios de Europa. En
su concepción se conjugan la fortaleza, el palacio
y el templo,
representado éste por
la cúpula de su capilla que lo preside.
Desde ese palacio se gobernó a las Españas universales, desde
Oceanía hasta los reinos italianos, pasando por
la inmensidad
de la América hispana.
Para su balaustrada superior se esculpieron cientos de inmen
sas estatuas pétreas, de airosos perfiles, que representan a todos
los reyes y reinas de España desde la época visigótica hasta
Car
los
III.
La guerra de Napoleón interrumpió las obras finales
del Palacio,
y las estatuas quedan dispersas por múltiples par
ques y paseos de España, sin llegar a su emplazamiento. Sólo
una pocas se elevaron recientemente a los
ángulos y fachada
. principales. La .propia Plaza de Oriente, contigua al real alcá
zar, está circundada de muchas
de esas
estatuas.
Aquellos monarcas representados en esa gran galería escul
tórica reinaron y goberanaron «por gracia de Dios y según fue~
767
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ro», es decir, atenido su poder a la ley divina y limitado por
las leyes y los derechos de su estados
y de sus súbditos. Elegían
a sus secietarios o ministros según su recta razón y prudente
consejo, y en el acierto de esta elección eran ,ellos mismos los
primeros interesados. Pero, sobre todo, recibían, conservaban y trasmitían un poder que permaneció unánimemente respetado
durante mil años. Una continuidad histórica en
la que
cada uno
de esos príncipes, a pesar a veces de rivalidades y contigencias, se consideraba heredero de su predecesor, y el que encargó las
estatuas, del primero de todos. Desde el origen
del reino visigó
tico hasta vísperas de la Revolución, en el siglo
XVIII.. Un mi
lenio de monatqufa, con épocas de esplendor
y poderlo eomo no
conoció otra monatquía, ni aun el propio Imperio Romano. Volvamos ahora la mirada a la etapa histórica
-la nues
tra~, que
inauguró la Revolución adorando a la diosa Razón
en el
gran templo de
París, Ya
no hay unidad de
fe, ni las na,
ciones
-menos
aún lo que fue el ámbito de la Cristiandad
poseen un
. común fqndamento espiritual.
Ya no es posible un
desfile
. procesional
como el
del Corpus que represente al con
junto de las
civitas. No. hay más desfiles que las manifestaciones
de partidos políticos, rivales entre sí, entregados a una lucha por
el poder, siempre recomenzada, bajo los irracionales supuestos del
sufragio inorgánico.
Menos aún
existe una.
continuidad milena
ria
de gobierno; antes .bien, en cualquier nación europea puede
contarse· una sucesión de ocho o diez regímenes insolidarios_ en
tre sí, separados por revoluciones, en el decut'so de menos de
dos siglos.
Estamos así en condiciones
de preguntarnos
sobre qué des
cansa mejor la razón humana, la contemplación del espíritu:
¿ sobre áquel conjunto de poderes «fácticos» -familias, Iglesia,
MonarqU.fa-armonizados entre sí milenariamente por una mis
ma fe? ¿O sobre este inmenso tumulto en que nos debatimos en
nombre de una supuesta racionalidad liberada? ¿Dónde encuen tran la razón el orden
y la armonía, y en dónde le repele la
· anarquía Y· la improvisación?-
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