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Número 257-258

Serie XXVI

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Educación liberadora y educación para la libertad

EDUCACION LIBERADORA Y EDUCACION
PARA LA
LffiERTAD
POR
EsTANISLAO CANTERO
SUMARIO: l. EDUCACIÓN, VERDAD, LIBERTAD.-II. LA' EDUCACIÓN i.IBERA­
DORA.-La liberación.-El marxismo.-La concientizaci6n y el compro­
miso revolucionario.-La esclavitud de la inteligencia.-lII. EL NATU­
RALISMO PEDAGÓGICO y LA PEDAGOGÍA MODERNA . ..:.....IV. LA EDUCACIÓN
CRISTIANA.
l. EDUCACIÓN, VERDAD, LIBERTAD •.
En el título de esta· conferencia se alude claramente a dos
tipos o formas
de educación que se especifican en rdación a la
libert_ad.
Lo primero que quieto hacer observar es que no me voy a
referir únicamente a ellas, a
la que se conoce como liberadora y
a la que conduce a que el hombre sea libre. Y esto
por un

doble
motivo: En primer lugar,
porque lo

que se conoce con el nom­
bre de educación libetadora resulta bastante abstruso, pesado
y
en ocasiones casi ininteligible, debido a la equivocidad de su len­
guaje, por lo que pará evitar en lo posible ser pesado, me refe­ tiré tan sólo a lo más imprescindible para mostrar, en el marco
de esta· XXIV Reunión de amigos de
la· Ciudad

Católica,
la_ fal­
sa

liberación de la educación liberadora. En segundo lugar, por­
que lo ·que se
conoce como

educación liberadora no es la única
que éonduce

a la falsificación de
la libettad -y por ende a la
falsificación de la educación-. Sin etnbargo, no se trata, tam­ poco, de pasar revista a las diversas filosofías de la educación,
ni de hacer referencia a las diferentes escuelas. o instituciones pe-
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ESTANISLAO CANTERO
dagógicas en que aquéllas se concretan. Tan sólo de mostrar al­
gunas de sus líneas fundamentales. La segunda observación previa que quiero hacer es que se
tengan presentes durante esta exposición estas palabras de Cristo
Nuestro
Señor, pues constituyen. eL púiltoi de ·referencia y el fun­
damento de la libertád
a que

tiene que
tonducir la

educación:
«Si permanecéis en mi palabra, seréis en verdad discípulos mios
y conoceréis la verdad, y la verdad os librará» ( 1).
Conoceréis la verdad
y la vérdod os librará. La verdad, por
tanto, que procede de Dios es la que nos hace libres
.. Verdad y
libertad se hallan, pues, ligadas como causa y efecto; por medio
del :c:onocimiento d~ aquélla y del obrar cousecuente con ella se:
obtien~ la. libertad.
Educación,

verdad y libertad se
encuentran,
por

tanto,
íntimamente unidas. La educación no puede .condu­
cir a la libertad sino a través de la verdad.
Consecuentemente
oon. ello,

si el conocimiento de la verdad
nos hace libres,,.su
.recltazo. nos

priva
,de .la libertad, nos hace
esclavos

tal
cómo· cÍice el Señor:· .«el que co;;,,ete pecado es siervo
del pecado» (2). Como señalaba
León XIII (3 ), la libertad. oomo
«facultad que perfecciona al
h.;mbre, debe

aplicarse
exclusiva­
mente

a la verdad
y al bien». Juan Pablo Ü, refiriéncl~e a este
tema, ha hecho hincapié reiterademente en que «el hombre es
libre porque posee la facultad de
determinarse en

función de
fo verdadero y del bien» ( 4) y ha advertido que «en nuestro
tiempo se considera a veces
~rróneam\!llte, que la libertad es fin
en sí misma, que todo hOll)bre es libre cuando usa de ella oomo
quiere ... La libertad, en cambio, es un don grande sólo cuando
sabemos usarla responsablemente para todo lo que es el verda-
. (1) JuAN: 8, 31-32.
(2) JUAN: 8, 34.
(3) LEóN XIII: Inmortale Dei, en Doctrina Pontificia, Documentos
Pollticos, BAC Madrid, 1958, pág, 208.
(4) JuAN PABLO II: Mensaje con motivo de celebrarse la «Jornada
Mundial de la Paz» el 1 de enero-·de 1981. VOsservatore Romano, ecli~
ci6n semanal en leogua espafiola, año XII, núm. 52 · (626), domingo 28 de
diciembre de 1980.
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EDUCACION LIBERADORA Y PARA LA UBERTAD
dero bien»· (5). «Ser libres quiere decir realizar los frutos de la
verdad, actuar en la
verdad, Ser_ libres

quiere decir también sa­
ber rendirse, someterse
a sí mismos a la verdad, y no: someter
la verdad a sí mismos, a las propias veleidades, a los propios
intereses:, a las propias coyunturas» (
6 ).
La grandeza, pues, de la libertad del hombre no está en -ha­
cer

ni en poder hacer lo que uno quiere, sino en hacer
lo que
debe. En poseer rectitud de juicio
y en obrar con rectitud, tal
como el P. Victorino
Rodríguez, Ú. P., lo ha expuesto con toda
claridad
al referirse a la verdad especulativa
y a la verdad prác­
tica
(7).
Y una tercera y última observación previa. Aunque hable­
mos
de educaci6n para la libertad, la libertad -no es el fin . del
hombre.
Este es
la Verdad, es Dios. Por ello, al considerar que
la verdad nos hace libres
y tal como ha observado María Ade­
laida Raschini (
8 ), no es que la libertad sea el fin de la verdad
como

si ésta
fuera un instrumento para alcanzar aquélla, sino
que lo que significa es que sin la verdad no se puede
ser· libre.
II. LA E!)UCACIÓN LIIJERADORA,
La liberación.
De la educación liberadora han escrito muchos autores pro­
pugnándola
y otros se han ocupado de ella, casi siempre, para
(5) JuAN PABLO II: «Redemptor hominis». L'Osservatore Romano,
edición semanal en lengua española, año XI, núm. 11 (533), domingo 18
de
marzo de 1979.
(6)
JuAN PABLO II: Homilía durante la Misa celebrada en la basllica
de San ·PeclrQ pata los universitarios de Roma como preparación a la. Pas­
cua; L'Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, año XIII,
núm. 14 (640), domingo 5 de abril de 1981. · '
(7) V1cTORINO RODRÍGUEZ, O. P.: «La verdad liberadora». Verbo
(Madrid), núm. 237-238 (1985).
(8)
Cfr. MARÍA AnELAIDA RAscHINI: «Educar para la verdad y en
la verdad: ·condición primera. de_· una educación personalizada». Verbo, nú­
mero 211-212 (1983), lfflll· 42.
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EST ANISLAO CANTERO
cantar sus excelencias. De entre todos ellos, su manmo repre­
sentante, podría decirse que su «inventor», es Paulo Freire. Por
tanto,
al referirme a la educación liberadora aludiré preferente,
mente,

casi exclusivamente a Paulo Freire (9).
La primera cuestión
que cabe plantearse, en consonancia con
el tema de esta Reunión -la verdadera liberaci6n-, es la de
a quién y de qué libera dicha educación. Puesto que ya se ha
hablado aquí de la teología de la liberación, bastará, por ahora, con indicar que el concepto de liberación en ambas es práctica­
mente
.el mismo. Ambas

coinciden plenamente en la opción por
el socialismo que tanto la educación liberadora como la teología
.de IaHberación

han efectuado
(10). Y a pesar de optar ¡,or el
marxismo, en realidad por eso mismo, se trata más de una op­
ción
contra, que de una opción en favor de algo como habremos
de ver.
Con
la educación

liberadora se trata
de liberar a los oprimi­
dos de una
estructura de

opresión que deshumaniza
al hombre,
y de lograr la aparición de un nuevo tipo de sociedad de la que
verdaderamente no se sabe cómo será y a la que se anuncia
como
«inédito viable»,

si bien en ocasiones aparece
como el mo­
delo

propuesto al que debe parecerse la Cuba
de Fidel Cas-
tro (11). ·
(9) De Paulo Freire me he ocupado con anterioridad en otras ocasio­
nes, por lo que, sin_

perjuicio de
lo. dicho _aquí;. me remito a Paulo Freire
y la educación liberadora, Speiro, Madrid, 1975, también publicado en
Verbo,-núm. 133-134 (1975), págs. 361-429, y a Educación y enseñanza:
estatismo o libertad, Speiro, Madrid, 1979, págs. 292-297.
También puede verser con gran provecho, ALBERTO CATURELLI: «El
marxisrilo en la pedagogía de Pi¡1.ulo Freite», en &flexiones para una .filo­
sofia cristiana de la educaci6n, Univéxsidad de Córdoba (Argentina), c.ót­
doba, 1982 y ARMANDO. BANDERA, O. P.: Paulo Freire, un pedagogo, Uni­
versidad Católica Andrés Bello, Caracas, 1981, del que dimos cuenta en
Ve;bo, núm. 223-224 (1984), p,lgs. 560-563.
(10) Véase, sobré esta, cuestión, ARMANDO BANDERA, O. P.:· op. cit..,
págs. 165-202 y las notas 34 y 124 de nuestro Paulo Freire y la educaci6n
liberadora.
( 11) No lo resalté suficientemente en mi trabajo sobre Paulo Freire;
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EDUCACION LIBERADORA Y PARA LA LIBERTAD
La finalidad de ésta inal llamada educación es claramente
política; más aún, puramente
política, con
una opción
política
previamente

determinada y única que excluye por anticipado la
posibilidad de elegir
en
e varias

alternativas. Esta opción po­
lítica consiste

en la efectiva transformación de
la sociedad. Na­
turalmente, no de una transformación cualquiera, sino de
. la
transformación

marxista de
la sociedad. Por ello, si bien el des­
, tinatario próximo de

la
eclucación liberadora,
es decir, aquello
sobre lo que actúa inmediatamente es el hómbre, su fin no es
el hombre, sino· que éste,. tanto en la teoría como .en la realiza­
ción

práctica de esta educación, no es más que un instrumento
por medio del cual se conseguirá ese fin de
la transformación
de
la sociedad. Aunque toda educación, secundariamente, influ­
ye en
la sociedad como efecto de la acción de los hombres a los
que

ha educado, sin embargo, el
fin propio e inmediato de una
educación auténtica
y verdadera es el hombre mismo al que edu­
ca. En cambio,
y frente a esa concepción de la educación, en la
educación liberadora, pese a ocasionales apariencias en contra­
rio,
el hombre no es el fin al que esa educación se dirige, sino
que
lo que busca es el cambio social, y el. hombre sobre el que
actúa el medio
de que se sirve para ello. Asl, el sujeto de la
educación se ha convertido en el insrrumento por medio del cual
se espera que se verificará ese cambio. Esto es lo único que le
interesa a
la educación liberadora. No hay, pues, en ella., el más
mínimo. respeto al hombre,
a, la dignidad de la persona por
mucho que sus partidarios, Paulo Freire a
la cabeza, intenten . . .
camuflarlo (12).
con todo acierto lo han hecho Armando Bandera, O. P: y Alberto Catu­
relli en sus obras.
(12) Tenemos que agradecer que, pese a todo, ellos mismos, en oca­
siones, lo confiesen paladinamente .. A Freire y ·a la ed.ucaci6ri liberad_ora,
realmente no les preocupa la condición. del ·hombre oprimido, ni les mueve
el deseo de mejorarlo, ni que-crezcan en-virhid o· cualquier otra cosa si­
milar. Por el contrario, manifiestán a lo largo de todOS sus escritos un
SOberano desprecio por el hombre. Esto sólo les interesa en cuaó.to ser
susceptible
de ser manejado _para -el proceso revolucionario. Freire ha ma­
nifestado, por ejemplo, en Cartas a Guinea-Bissau. Apuntes de una ex-
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EST ANISLAO CANTERO

El marxislllo.
Al · señalar la influenci11 fundamental del marxismo en la
edúcación liberadora, no
lo hago para descalificarla, a priori, por
este hecho, ante aquellos que rechazan el
marxismo. I:.o que

por
otra parte sería justificación
suficienie para

señalar
djcha in­
fluencia. Se·
debe,

más bien, a la necesidad de
sefütlar · ciertos
aspectos

básicos que contribuirán a
·la mejor

comprensión de la
educación liberadora
y de su nocividad radical,
Del pensamiento
marxista que
ha sido recogido
por la
edu­
cación liberadorá,

en
lo que 11quí nos interesa; voy a fijarme bre­
vemente ert dos cuestiones. La · primera se refiere ·a la división
de
la sociedad, de toda sociedad, en opresores· y oprimidos ~sal­
vo, natur~lmente, la Sociedad ma~Sta; por definición, sin ex-
periencia pedag6gica en proceso, ·que· «jamas-nos hayamos detenido 'en el
estudio de métodos y técnicas de alfabetizaci6n de adultos en cuanto tales,
y,,
~ cambio, hayamos, considerado e595 .métodos y técnicas como algo que
está al servicio de (y en coherencia CQn) una determinada teoría del. co­
n.ocimiento -puesta en práctica .,-la cual, a su vez, tiene que ser fiel a una
det:ermináda opci6n política. En este sentido, si la opción de.1 educador es
revolU:cionaria~ Y si su práctica -es coherente con su opción; "la alfabetización
de

ad:ultos,
como· acto de· conocimiento, tiene

en el
alfabetimndo ·uno
de
los. Sujetos· de· .dicho acto» . . . «nunca t~os· la alfabetizaci6n de adultos
en
sí misma, reduciéndola a un puro aprendizaje mecánico de la lectura ·
y

de la
escritw;a, ·

sino
COmo un acio político, directamente asociado a la
producción, a la salud, al sistem·a regular de eriseñanza, al proyecto global
de sociedad que se trataba
de concretar» (Siglo XXI, Madrid;· 1978; pá­
ginas 18 y 21). Y es que, como señala con toda claridad Evaristo L6pez·de
la Viesca, «A Freire no le interesa ·1a-alfahetizaci6n de los analfabetos si no
va acompañada de
una toma de conciencia que sirva de· base· a-·su patti­
cipaci6n en la modificación de la . Sociedad» ( Cultura popular y revolución
cultural,
Marsiega, Madrid, 1977, pág. 97). Por eso, Raimundo C. Barros
señala,
como

una de las preocupacioneS de Freire,
el «hacer de la álfabeti-
2aci6n misina un instrumento de concientizaci6n», y reitera líneás después:
«lo que se bu_sca... es hacer _del acto mismo por el que el analfabeto apren­
de a leer y escribir, del proceso de alfabetizaci6n; un mediO de concientizá­
ci6n»
(La educáción, ¿utilitaria o liberadora?, Ma.rsiega, Madrid, 1974, pá­
ginas 85 y 86 ). MáS adelante v~emos lo que es 1a cOncientización. ·
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· EDUCACION LIBERADORA Y PARA LA LIBERTAD
plicación y en contra de lo que los hechos se encargan de mostrar
allí donde
el marxismo se ha instalado-y no sólo de la socie­
dad brasileña, donde Freire
comenzó sus

experiencias, ni tampÓ­
. co sólo en

las socie.dades de los
países ,le .:Hispanoamérica. Esta
es
una realidad que
les resulta. evidente y, por ello, no requiere
demostración. No ca~,. por- tanto, discusión acerca de si eso es
o no así. Y muchos de .Jos que hacen alguna tímida crítica a Freí­
re no discuten lo esencial
de la educación liberadora, puesto
que aceptan ese postulado de la sociedad de opresión o
domi, :
nación
..
En

esta
. dialéctica

de opresión, la
. clase
opresora representa'
la encarnación del mal, mientras que la. clase oprimida, los opri­
midos, representan el bien. Todo lo que signifique
destrucción,
de esta sociedad, pot consiguiente, es justo y bueno. Más aún,
sólo · es

justo y bueno comprometerse
· en

la destrucción de esa
sociedad. Por ello, ante esa «evidente realidad»
de opresión,
de lo que se . trata es , de destruida sin que sea posible reforma
de
·ningún tipo.
Admitir lo contrario, es décir, que esa realidad
no es tan «evidente»·
o que caben reformas para eliminar defec­
tos y potenciat virtudes;
'como ya 'adyirtió Lenin,
no sería re­
volucionario (
13 ),

es decir, sería comprometerse con
· la opre­
sión. Por

consiguiente, de lo que se trata es
de mstaurar, .de
crear, con palabras de uno de los máximos adm.iradores de Frei­
re, Jesús Arroyo,
«una sóciedad n~eva, 'con uri hombre nuevo y ·
uri~ nueva moral» ( 14); se trata de déstruÍr el sistema, todo· el
sistema
,-:.según afirlÍlá Ada~ Curie

(
15)-, superándolo .dia-
(13) Cfr. JEAN ÜUSSET~ El '!flafxismo leninismo, Speiro, Madrid, 1967,
pá'g~ 94;. ·1-IENR.I LE.FEBvRE: El marxismo, Cepe, Buenos 'Aires1 1973, pá-·
ginas 55-56; en consonancia con ello, la crítica efec~ada ·en el Mahi/iésto ·
del Partido Comunista por Marx y-Engels a los socialistas utópicos ·por
querer conciliar los antagonismos .y oponerse a· la lucha de 'clases o intentar
ate:niperarla.
(14) JESÚS A-RRoYo: Paulo Freire, su ideologia y s-u método, Hechos
y Dichos,. Zaragoza·, 1973, pág., 69.
(15) Cfr. Al¡AM CORLE: 'Educaci6t, · liÍieradora, Hetder, Barcelona,
1977, pág. 23; Juuo GIRARDI: Por una pédagogía revoluciniiaria," ·'Lai.a, ;
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ESTANISLAO CANTERO
lécticamente y · haciendo su apancron una nueva sociedad, que
aunque no se sepa c6mo será, se. la anuncia como «inédito vi8.­
ble», según e,,;presión de Freire (16).
Con
.este presupuesto, la· finalidad de la. educación liberadora
apareee en toda su

trágica
realidad. Su fin es; «liberar» a !""
hombres de las estruCluras de dominación, de esa sociedad que
le aliena, que le «impide set», «llegar. a ser más», «decir su pa­
labra»,
tetminología frcireana que;

bajo
el aspecto de la preocu­
pación por
el hombre, esconde la realidad de la destrucción ·de
la sociedad. actual o de cualquier otra que no sea la marxista por
él propugnada;. tetminologfa que significa .. crear . una sociedad.
nueva,
«transformar el mundo» (17). Como señalé en otro lu,­
gar,
igual

que
.Marx y· Lenin:, que se preocupaban por el prole­
tariado
· tan

sólo en
·cuanto fuerza y como tal fuer2a para la re­
v<>lución,
a Freire sólo

le
interesan los
oprimidos en cuanto
foer,
za de transformación· del mundo ( 18 ) ..
. La otra. cuestión del marxismo que intetesa retener. junto
a esta «realidad opresora», es la
de que
el marxismo, como
in.:­
dica Roger Garaudy, «no es una filosofía del ser ... , el marxismo,
es

una
filosofía del
acto» (19); que
para el
método.
marxista,
tal como indica Henri Lefeb;vre. (20), e ..

esencial el
qµ~ «la rea­
lidad...

es siempre una realidad en movimiento»,
po~ lo que
se

rechaza
peyorativamente· como metafísica

el creer que
. «la
verdad existe. mo algo . acabado . antes del .. esfuerzo humanq
.para
descubrirla»,

rechazando,
también con

la
misma acusación,
que

exista
algun• vetdad etern•, inmovible,

inmutable».
·
Barcelona, 1977, pág. 74; M!QUEL MAR.Tí r SOLER: Por una. 'educaci6n lt-­
beradóra,
Nova

Terra, Barcelona, 1977,
pág; 91.
(16) PAULO FlmIRE: Pedagogla del oprjmido, Siglo XXI, Madrid,
1975, pág. 125.
(17) Por ejemplo,
en PedagogJa del oprimido, pág. 104.
(18)
Paulo Freire y la educaci6n liberadora, Speiro, Madrid, 1975, pá­
girtas 6-9.
(19) ROGER GARAUDY: Marxisme du XX si~éle, ·citado por Jean Ous,.
set, Marxismo y revoluci6n, Speiro, Madrid, 1977, pág. 58.
(20) HENru LEFEBVXEi ;Ei marxismo, Cepe, Buenos Aires, 1973, pá­
ginás 29 y 36.
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EDUCACION UBERADORA Y PARA LA. LIBERTAD
El marxismo rechaza el ser, C::omo.advirtió Engels (21), para
la filosofía dialéctica «no existe nada definitivo, absoluto, con­
sagtado;
en
todo pone de relieve lo que tiene
. de
perecedero
y
no deja en pie más que el, , proceso ininterrumpido del devenir y
del perecer» (22).
La dialéctica, la contradie<;ión, es esenia! al marxismo. Por
ello,
al ser el cambio la única realidad, porque no se trata de
conocer el mundo, sino
.de. traw;formarlo, tal como afirmó
Marx (23 ), lo único que le
interesa es

la praxis, es decir,
la ~c­
ción
por

la que
el. hombre

se inserte en
la dialéctica, en el sen­
tido marxista de la historia colaborando a la obra del marxismo. Por eso, Ousset
(24) ha p-,,dido afirmar que «si la práctica
misma es
verdaderam.,,;te la Íínica regla de

la
práctica y la ac­
ción
la única regla de )a acción, esto no puede querer decir más
que una cosa, y es que se rehúsa admitir
1~ que
quiera estar más
allá
y por encima de las únicas exigencias, movientes y. contra­
dictorias, de la acción o de la práctica observadas». No es exa­
gerado,
pm consiguiente,

afirmar, como hace Jean Ousset
(25),
que el marxismo es «una inversión intelectual», una· revolución
radical del pensamiento. La praxis, la
acción es lo úni~ que cuen­
ta. La teoría, b doctrina, no es más que un m.omentÓ distinto
de la praxis. Estamos ante una ortopraxis que sustituye a la or­
todoxia, de
la que la teología de la liberación ha hecho su norma
de conducta (26 ).
(21) F. ENGEL'l: Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofia clásicá ale­mana) en Obras escagidas de Marx y Engels, Fundamentos, Madrld, 197.5, tomo II pág. 3~2. . . .
(22) Cfr. J•AN ÜUSSET: El marxismo leninismo, Speiro, Madrid, .1967,
págs. 53-74, y Marxismo y revolución, Speiro Madrid, 1977, págs. 25-59. (23) «Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos
modos ·el mundo, peto de lo qu~ se trata ·es de transformar.Jo». Tesis· sobre Feuerbach, en Obras escogidas de ... ~ ed. cit., tomo II,, pág. 428.
(24) JEAN OUSSET: El marxismo leninismo, pág; ·11; Marxismo y re­volución, pág. 55.
(25) JEAN ÜUSSET: El marxismo leninismo, pág. 48; Marxismo y re­volúcidn, ·pág. 36.
(26) Cfr. ARMANDO BANDERA, O. P.: Paulo Freire, un pedagogo, pá-
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EST ANISLAO CANTERO
Pese a lo difícil que pueda· resultar· entenderlo, no cabe con­
cebir

al marxismo como otra· doctrina, como otra filosofía
dis­
tinta de las demás, pero al fin y al cabo verdadera doctrina, ver­
di,dera filosofía. Y' ello, porque el marxismo es praxis. Y' es
que una filosofía que hace de
la negación del principio de con­
tradicción su fundamental
principio,· es
impensable, inconcebible
para
el sentido común. ·
Y' esto es también fundamental en la educad6n liberadora.
Por
eso no
hay que extrañarse de
las continuas contradicciones
eri la obra de Freire. Por '°so también resu.itará difícil compren­
der él carácter intrínsecamente nocivo de la educación libera­
dora.

El que no tenga
· en
cuenta
esto· será
reacio a comprender
ese aspecto antes señaladÓ,

y, guiado por su sentido común,
in­
tentará interpretar y comprender a Freire con una perspectiva fi­
losófica antitética con la de aquél, esforz4ndose en ver· aspectos·
positivos en la educacióri lii,.;radora, sin darse cuenta de que te­
súltará

engañado.
· ·. Este

segundo aspecto del marxismo, el que
la praxis lo es
todo, es también .inseparable.
de la ed,ucación liberadora.
Por
ello
no debe perderse' de

vista al referirse a
ella ..
La concientización y el compromiso revolucioíi4rio ..
Previamente al análisis de lo que es la educación liberadora
según los

textos de sus partidarios, es conveniente
conO<:er el.
significado de ciertas palabras y expresiones de Paulo. Freire.
Los
límites propios
de una
conferencia no
me permiten más que
ocuparme · de

la concientización que tanta
importancia tiene
en
la
educación liberadora.

Pero al menos
háy que
advertir
·el uso
equívoco
del lenguaje por parte de F~ire (27) Y. que palabras
_gimts -111-176; -.v1C':r'OR1Ño RónR.ÍGüEz;:O. P.: téinas-clave de humanismo
cristiano, Speiro, Madrid, 1984, págs.' 160 y sigs. ·
·
(27) Cfr:•·EsTANISLAO CANTERO: Pálila Freire y ... , págs.'· u y sigs.
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EDUCACION LIBERADORA y. PARA LA LIBERTAD
como conciencia o diálogo ( 28), e incluso el concepto de hom­
bre (29), no expresan lo que comúnmente se entiende con ellas. Conocer es averiguar la naturaleza de las cosas, sus
cualidac
des y relaciones. El objeto del conocimiento sc>n las cosas y .en
cuanto

nuestro entedimiento
sea, acorde con· la realidad de las
mismas, el conocimiento será
verdad~ro. · Pues

bien, para la edu
0
cación liberadora esto es falso. Para ella no es trata de que el
conocimiento de la realidad nos lleve a obrar según un orden o
una finalidad que la .naturaleza de las cosas requiere, que
tras
su

observación descubrimos
y llegamos a conocer. La educación
liberadora rechaza el conocimiento;
para ella,
no es otra cosa que
la praxis, identificándose con ésta de tal forma que el misn:io
conocimiento sólo cabe adquirirlo a través
de la praxis.
Así, para Paulo Freire,
y cito textualmente, «CQllocer es mo­
dificar la
realidad conocida»

(30); «el
conocimiento requier~ una
acción

transformadora sobre
la realidad» (31); tenemos que en­
tregarnos·
«a través

de la praxis, al conocimiento de la
· reali­
dad»

(32).
El punto de partida aceptado de
la ~realidad opresora»' hace
que
para Freire el conocimiento
y la ,posibilidad de' conocer la
realidad se identifique con la
pr.,;is marxista.
La verdad
ya· no
es

la adecuación
dé nuestro

entendin:iiento a
la realidad, sino que
es la misma praxis. Como dice otro de los panegiristas
de.Freiré,
la

verdad es
praXÍs eficaz

(33 ).
·
(28) Cfr. E. CANTERO: op. últ. cit., págs. 11-27.
(29)
Cfr. E. CAN'fERO: op. últ. cit., págs. 27-34; ALBERTO CATURELL1'
op. cit., págs. 250-252; ARMANDO BAi,t>BRA, O . . P.: op. cit., págs. 134-139.
(30) P. FRE1RE: La educaci6n como prJctica de la libértad, Siglo XXI,
10.• ed., Buenos Aires, 1973, pág. 111.
(31) P. FREIRE: ¿Extensi6n O comunicación'?, Siglo XXI, .Buenos
Aires, 1973, pág. 28;
(32) P. FREIRE: «Educaci6n, crisis y esperánza», en El mensa;e de
Paulo Freire. Teoría y práctica de la. liberaci6n,. Marsiega, 3.ª ed., Madrid,
1973, pág. 149.
(33) J. CARMELO GARCÍA, en el: prólogo al libro de· FAUSTO F~co,
El hombre: construcción progresiva. La tarea educativa de Paulo Freire,
Marsiega, Madrid, 1973, pág.' 12.
Fundaci\363n Speiro

BIT ANISLAO CANTERO
La afirmación de Mao según la cual «el crirerio de la verdad
no puede ser más que la práctica social» (34 ), que significa que
la verdad propiamente no existe, pues se la hace depender de la
acción, es asumida por la educación liberadora. Además de Freire,
puede
verse en

Julio
Girardi, para
el cual, y son palabras
textua-
. les, «hay una incompatibilidad estructural entre los intereses de
la clase dominante y la verdad» (35); «La verdad ... está de un
lado,
el de los oprimidos. Existe una íntima vinculación entre
clases, conciencia de
clases, lucha
de clases. La verdad surge en
el corazón de la lucha.:. pasa por la co11cientización .. ; La verdad
no puede conquistarse más que en una lucha contra la cultura
dominante» (36 ). «Las clases populares se hacen lugar de verdad
en la medida en

que acceden al compromiso revolucionario»
(3 n
«La verdad' forma parte de un proceso de liberación. No existe
más
<¡ue al

transformarse y
ai transformar al mundo; No se de­
fine solamente en· relación al ser, sino también al no ser, al pro­
yecto»

(38). «La v sino hacerla». (39).
Por eso,
para la educación liberadora en general y para Paulo
Freire en

particular, sólo
puede conocer quien se
compromete
en
la Iuchá por esa liberación y sólo será veidadero aquel cono­
cimiento que admita sus postulados. Como indica un benevo­
lente crítico de Freire, Ruiz

Olabuénaga, Freire
«llegó' a la con­
clusión de que el saber está
socialmente cóndicionado» (

40), «de
(34) · MAo TsE TUNG: Sobre la práctica, en Obras escogidas, tomo I,
Fundamentos, Madrid,

1974,
'pág. 319; véase lo que dijimos bajo el epl­
gr.áfe «la -praxis contra la-verdad» al hablar de la educación marxista en
Educación y enseñanza: estátismo o 'libertad1 Speito, Madrid, 1979, pá~
giru,s 281-284.
(35) Juuo GIRARDI: Por una pedagogía revoluciónaria, Laia, Barce-
lona, 1m, p,l'g. 41.
(36) J; GÍRARDr: op. cit., pág. 104.
(37) J. GIRARDI: op. cit., pág. 106.
(38) J. GIRARDI: op. cit., pág. 110.
(39) J. G!RARDI: op. cit., pág. 113.
(40)
JosÉ
L Rmz OLAlÍUIÍNAGA, Pm>Ro MORALES y MANuEL MARRo-
878
Fundaci\363n Speiro

EDUCACION LIBERADORA Y PARA LA LIBERTAD
que la ciencia no es ueutta» (41), «de que el pueblo es el por­
tador

de la verdad» (42),
«de que s6lo el pueblo es fuente de
-conocimiento» (43), «cuestionará la posibilidad misma de capa­
cidad indiscriminada ·para· llegar a la verdad · y la condicionará a
una pura
situación de

clase» ( 44).
En realidad, en esta perspectiva marxista de Freire y de la
educación liberadora,
el conocimiento desaparece, es rechazado,
tal como hemos· podido observar con lo dicho hasta aquí, y como
lo corrobota el siguiente párrafo de
Ruiz Olabuénaga
que le
in­
tetpreta
correctamente: «Existen dos

ideologías totales diame­
tralmente opuestas
-la conservadora reaccionaria y _la innovadora
revolucionaria-, y, ante
la cuestión básica de qué criterio usar
para el

logro de
la verdad, la respuesta es apelar al· concepto
pragmático
de la verdad
.. La exigencia ineludible de cambiar la
situación social alienante mueve a pensar que la 'verdad prag­
mática' de la praxis revolucionaria ofrece más garantías que la
'verdad intérpretariva'
de· la observación».( 45).
Estamos,.
pues, ante una
inversión totali
El «conoceréis
la
verdad. y la verdad os librará» se ha trastrocado por practicaréis
la liberación y la liberación os hará estar en la · verdad. Lo que
puede afirmárse sin exageración o· retorsión alguna, pues - según
otro partidario de la educación liberadora, Miquel Martí, «los
pobres son

evangelizados equivale hoy. . . a
los pobres
son con­
cienciados» ( 46). r-lo hay, pues, verdad. Y si no
hay verdad

resulta que es im­
. posible

conocerla, en cuyo caso es imposible una libertad ver­
dadera. ¿Qué educación será

posible sin verdad, sin libertad?
QUÍN: Paulo Freire, concientiz.ación y andragogia, Pai_dos, Buen~_ Aires,
1975,
pág. 109.
(41)
J. l. Rmz ÜLABUÉNAGA: op. cit., pág.UO.
(

42)
J. l. Rmz ÜLABUÉNAGA: op. cit., pág. 111.
(43)
J. l. Rmz ÜLABUÉNAGA: op. cit., pág. 112.
(44)
J. l. Rmz ÜLABUÉNAGA: op. cit., pág. 124.
(45)
J. l. Rmz ÜLABUÉNAGA: op. cit., pág. 133.
(46) M1:QUEL MAR.Ti I SoLER: Por una ed,ucación liberadora, Nova
Terra, Barcelona, 1977, pág. 49.
879
Fundaci\363n Speiro

, ESTANISLAO CANTERO
La libertad ya no es el e,unino en pos de la verdad, sino la vo­
_luntad. tras una acción que· se genera a sí m_isma y de la que emana
la ·«verdad» y la «libertad» de la educación liberadora. Se ob­
tiene así
llllil. «liberl(ción» de la verdad, una «liberación» del ser.
Rechazado
el conocimiento, puede ya suponerse en qué con­
sistirá-.la «concientización», que .es-el objetivo que la educación
liberadora pretende efectuar con el hombre.
· Tomar conciencia

de algo
-según la
expresión freireana
uti­
lizada

por
la educación liberadora-, ser consciente, signifid,
en

lenguaje vulgar, comprensión intelectual, tener conocimiento
de alguna cosa. En cambio,
para la

educación liberadora la toma
de
conciencia que

se
realiza mediante

la concientización es algo
radicalmente distinto, La ~oncíentizaci6n es, también, praxis, a
través de la cual se efectúa la transformación de la conciencia;
de una conciencia.
que es
«conciencia de clase», desapareciendo
la · persona concreta que en la órbita de la educación liberadora
no tiene cabida. Y esa
transfotinación de la conciencia. no es
una operación de carácter intelectual, es decir, no precede el
ra­
·zonamiento

a
Ia acción revolucionaria, sino que ésta.es anterior
al
análisis intelectual
y sustituye a éste. Freire
lo. dice con toda
claridad:
«esta, profundización

de la toma de conciencia que se
hace .a
través·,deJa concientización,

no es, y jamás
podrá ser, un
· esfuerzo de . c~rácter intelectualista, ni· tampoco individualis­
ta»

(47). «La concientización no consiste en estar frente a la
realidad» asumiendouna posición falsamente intelectual; la
con­
cientización

no puede
exisÍir fuera·

de la
praxis, es
decir,
sin el
"cto acción-reflexión. E$ta unidad

dialéctica constituye de
ma­
nera permane~te el

modo
de ser

o de ·transformar
el mundo que ·
caracteriza

a los hombres» ( 48).
«Por esta :ni1Sma-razón la concientización es compromiso his­
tórico. Es también conciencia histórica: es inserción crítica en
la historia» (49).
(47) P. FREIRE: ¿Extensión o-comanicaci6n?, pág. 88.
(48) P. i'REIRE.: El mensaie de Pan/o Freire ... , pág. 36.
(49)

P.
FRBIRE: op. ú/t. cit., pág. 36.
•880
Fundaci\363n Speiro

EDUCACION UBERADORA Y PARA LA UBERTAD
«La condentizaci6n --continúa Freire--que no puede darse
salvo en la
praxis concreta,
nunca es una praxis
reducida a
mera

actividad de la conciencia» (50). «No hay concientizaci6n
fuera de

la praxis, fuera de la unidad teoría-práctica,
ref!exi6n­
acci6n»

(51 ).
La ~ncientización es, pues, compromiso histórico, pero como
el mismo Freire indica, «implica necesariamente un compromiso
político»
(52),. Compromiso
político ante el cual no cabe elecci6n
alguna, pues neces~riamente es el compromiso que conduce a la
lucha. de clases, pues como él mismo dice, «no hay concientiza­
ci6n si de su práctica no -surge
la acci6n
consciente de los ,opri­
midos, en cuanto clase social explotada,
~ 1a lucha por su libe­
raci6n» (53).
Para Freire,
la conciencia de los hombres se encuentra opri­
mida, condicionada por una-realidad que nos aliena, que
no·nos
·deja

ser; en consecuencia, la educaci6n liberadora tratará de
liberarla de esas condiciones. Peto no se trata de liberar
1a con­
ciencia de las cadenas de
la opresión y entonces, después, elimi­
nar· tal opresión, una vez tjue la conciencia estuviera Ubre de eSá .
realidad opresora. No, la . «clara percepción de la ~lidad» a la
que Freire se refiere, consiste, en la sujeción de la_.,conciencia. a
una realidad transformadora, que ahora, porque es revoluciona·
ria,

es libetadora.
Freire es bien explícito al respecto, pues señala
qué la

con­
cientizaci6n supone que hay que tener una opci6n previa y
«si
mi opci6n es la manutenci6n del status de la realidad en que
estoy, evidentemente _no realizo un proceso de -cond.eri.tización»,
la cual «tiene que encagarse de Ja, organizaci6n de los hombres
para transformar· la realidad deshumanizante» (54
), Como dice
(50} P. FRErilE:: ¿Exteflsión_ o co11Junicaci6n?, pág. -g9;
(51) P. FREIRE, entrevista en IDAC, en E lmensaie dé Paulo Freire ... ,
pág. 162.
(52) P. FREIRE: «Educación,· crisis y espe~, en El mensa;e_· de ... ~
pág. 135.
(53)

P.
FREIRE: op. a11e cit., pág. 136.
· (54) P. FREIRE~ · La-desmitificaci6n de Ja concientización; Editorial
América. Latina, Bogotá, 1975, pág. 23.
881
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO
en Otro lugar," «la concientizaciÓn, como manifestación utópica,
o como instrumento de esta utopía, tiene que ser_ un quehacer y
Wl quehacer que implica Ulla opción ideológica de nuestra parte,
desde el comienzo hasta el
fin» (55).
Está
claro, pues, que la
cohcientización tal como Freire reitera continuamente, se iden~
tifica con el compromiso revolucionario.
Y
observemos que ese condicionamiento de
la conciencia por
la realidad que Freire indica, tan sólo lo rechaza en cuanto se
trate de una realidad
considerada opresora.

El condicionamiento
de
la conciencia en cuanto tal no se rechaza, pues persiste después
de
la transformación de las estructuras de opresión, pero aquí
se trata ya de un condicionamiento efectuado por
rma realidad
liberadora,

por lo que no se puede rechazar.
Por tanto,
la concientización, que es básica en la teoría y
y
en la práctica de la educación liberadora, no constituye nin­
gún proceso para· lograr la libertad del hombre, para hacerle
responsable,
para llevarle.
a
la verdad. No es más que Wl instru­
mento de
la acción política revolucionaria, y así lo señalan
Freire
y sus partidarios. No se trata con esta ·«educación» de
formar hómbres, sino de hacer revolucionarios. Más aún, para
Freire
la condición de hombre auténtico depende de ese com­
promiso (56 ).
La esclavitud· de -la inteligencia.
La educación a la que se refiere la educación liberadora no
tiene nada que ver con
el concepto

que
la palabra educación ex­
presa .. Sori co'Sas opuestas.
Ya he mencionado el uso equívoco del lenguaje por parte
de Freire. Julio Girardi (57), nada sospechoso de «reaccionario»,
(55) P. FREIRE: Pedagog/a y acción liberadora, Zero zyx, Madrid,
1978, pág. 86.
(56) Cfr. E. CANTERO: ,Paulo Freire ·y ... , págs. 27 y sigs.
(57) Juuo G1RARD1: Por una· _pedagogia .revoluciOnaria, Laia, Barce.
lona, 1977, pág. 28.
882
Fundaci\363n Speiro

EDUCACION LIBERADORA Y PARA LA LIBERTAD
señala con toda franqueza y ·sin'· rubor alguno que «el sentido
mismo de
lós términos

'educación', 'pedagogía', 'libertad', 'hom­
bre', 'sociedad', es diferente para aquel que se propone preparar a los hombres para ocupar un lugar en la sociedad, y para
aquel que quiere
ptep,trarlós para

transformarla». Como
afirma
Girardi, no se habla el mismo lenguaje (58).·
En· este

nuevo lenguaje,
· la educación no consiste en la ad­
quisición de hábitos de las virtudes por los que el hombre haga
un uso recto de sus facultades, subordinadas y ordenadas según
-
la

razón, tal
como ya

Aristóteles
(59) había observado. El con­
oepto tradicional de educación, basado en la existencia de un
orden y
una realidad

objetiva, que es posible conocer, y confor­
me a lo cual hay que obrar, es
rechazado por la

educación libe­
radora;
tal conoepto es, a juicio de sus partidarios, parte de la
«ideología dominante» que solamente sirve para «integrarse» en
lá sociedad opresora. Para
Ftcire y· la educación liberadora, el objetivo de la
educacion es «pósibilittat

( que
los hombres)
. . . profundicen su
ioma de conciencia de la realidad en la cual
y · con la cual
están» (60). «Es preciso que la educación esté
-'en su conteni­
do, en sus programas, en sus
método-adaptada

al fin que se
persigue» ( 61 ). «Es
·preciso, por

tanto, haoer de esta toma de
conciencia
el objetivo primero de toda educación: ante todo,
hace falta provocar una .actitud crítica, de reflexión, que com.
prometa en
la acción» ( 62).
Las citas
podrían alagarse
indefinidamente, pero con las an­
teriores es suficiente para darnos cuenta de que la educación ha
desaparecido en la educación liberadora. Esta no educa sino que
concientiza
.. Es

un instrumento al servicio de la acción revolu-
(58) Cfr. J. GIRARDI: op. cit., pág. 76.
(59)
Cfr. ARISTÓTELES: Etica a Nicómaco, Instituto de Estudios Po­
líticos, Madrid, 1970, II, 1-6, págs. 19-27 y VI, 13, págs. 100:101; Poll­
tica, Espasa Calpe (Austral), 10.• ed., Madrid," 1%5, pág. 143.
(60)
P. FREIRE: ¿Extension o ... ?, pág. 36 .
. (61)
IDOC: El mensa¡e de ... , pág. 54.
(62)
IDOC: El mensa¡e de ... , pág. 56.
883
Fundaci\363n Speiro

ESI'ANISLAO CANTERO.
clonarla. No. hay, pues,. posibilidad de libertad oc)!l ella. La ver­
dad ni siquiera · es objeto de preocupación; pues únicamente se
trata de comprometerse en el proceso de liberación. Prescindiendo de otras cuestiones como el diálogo ( 63) o
el
método ( 64) utilizado por la .educación liberadora, cabe pregun­
tarse, ¿por qué?
¿Cuál es
la
razón de
esa educación liberadora?
No sólo. es
· consecuencia

del marxismo. que la impregna. Hay
otro motivo. ¿Por qué sin lugar a dudas
es cierto, como . señala
otro de sus partid:,rios, Alberto Silva ( 65), que «la perspectiva
de Freire se convierte... en un método de acción, en el
que
investigación

y educación,
_ reflexión
y acción, son·
modos dife­
rentes

de designar las componentes del
únic,0 · e

idéntico
proceso
que

él llama de acción cultural liberadora»?
.
. La verdadera raz6n se debe a que solamente por la ácción,
por
la inserción en el juego .de fuerzas- marxistas, por la praxis,
es posible borrar la memoria y con ella la tradición
y anular
la inteligencia. Tan sólo con la entrada en un dinamismo loco,
sin
sentido, irreflexivo, es posible llegar a aceptar los objetivos
propuestos,. aúnque se trata de una aceptación donde la inteli­
gencia no interviene ( 66 ).
En la acción, por la acción carente de contemplación es po­
sible vincularse
.a ese proceso revolucionario. Como decía Sciac­
ca (67), es necesario «pararse para ver»;
pará contemplar se
necesita reposó, pata conocer-y entender -se_ requiere meditación,
sedimentación, reflexión en torno a lo percibido; Por
el = ·
trario, mediante esa acción; mediante esa praxis se impide la
contemplación que es fundamento del saber, como decía Sciac-
(63) Cfr. E. CAN'rIDW: P~ulo Freire y ... , p;igs. 15:16 y 65-70.
(64) Cfr. E. CANTERO: Paulo Freire y ... , págs. 59-70.
(65) ALBERTO SILVA: La escuela fuera de la escuela, Atenas, Sala­
manca, 1973, piigs. 102-103.
(66) ,Cfr.". E .. ·CANTERO: Eduá1ci6n y. enseñanza: ·estatismo o libertad,
Speiro, Madrid, 1979, págs. 281-300, · · · · •. . .
(67)" MrcHELE FEDÉRICO ScTACCA: .«La ·contémplaci6n como ·funda­
mento del saber», 'en el volumen de var_ios autores-Contemplaci6n y ac­
ción, Speiro, Madrid, 1975, pág. 13; ·
Fundaci\363n Speiro

EDUCACION LIBERADORA Y PARA LA LIBERTAD
ca ( 68). De ese modo se hace posible el_ compromiso revolucio­
nario (69), precediendo la acción
a la
doctrina, siendo la acción
la gufa de la acción (70 ).
(68) M. F. ScuccA: op. cit.
(69) Pal'a conseguir ese_ objetiVo de forma más 'efectivá, esa insercl6n
en la praxis se verifica en grupo, lo que impcsibilita ·. aún más -la contem­
plación que hace posible el conocimiento y ·el.-~ber. -Esto :se resalta contl­
~uamente tanto por Freire éomo por- quienes se manip.estan pat:tidarios
de

la educáción · liberadora;
~' otro de sus partidarios;· Julio de Santa
Ana señala que «la acción no debe ser emprendida sólo por un indivi­
duo- ... », ha de serlo «por el grupo» ( «De la conciencia oprim_ída-a la
conciencia crítica», en Conciencia y revoluci6n; Schapire-Tierra NUC.Va, ··Bue-.
nos Aires, 1974, pág. 56). Una vez ,que. se ha imposibilitado la capacidad
de -entender es cuando aparece la «reflexión» a la que se .refiere la ~uca­
ción liberadora.· «Reflexión» que es también «praxis»: «la reflexión ·sobre
la acción emprendida · por el grupo es la que permite discerriir cómo plan­
tear nuevas_ acciones

y
cuáles deben ser las_ reacciones de la: coilciencia'
ante
las exigencias de -las nuevas situaciones)!> (J. de SANTA ANA, op. cit.,
pág. 56).
La educación liberadora es deudora de la «dinámica o técnica de gru­
pos»,. a través de la cual se forman opiniones, pero no se indaga en la
verdad, siendo esencial para llegar a la «decisión)!, dd _grapo, la. .«presión.
de
conformidad»

y la «presión normativa» ( es
decir, fa conducta -acorde
con el grupo), así como la presión infonnacional, qu~ -tiende a hacer acep-:
tar como cierta una información -wnida por verdadera en el grupo cuando
no· se tiene otro

criterio de
objetividad. (Véase. lo que dijimos en Educa­
ción y enseñanza: estatismo -0 libertad, Speiro, Madrid, 1979,-págs. 253·
259).
(70) Como explica JESÚS ARROYO, «el conocimiento en Freire· es.
enormemente dinámico, más aún, que 1/a . airacterística primera de ese co­
nocimiento

es
actuar», y añade:· «convertirse-en conducta, pero no tarito
como pauta iluminadora, sino como fuerzá de. la misma, o sea se trata de
transformar -a-rites que el mundo-el conocimiento crítico adquirido,
en motivación de
la conducta . libeyadora»-: (Paulo· Freire, su idelogía y su
mJtodo,
Hechos y Dichos, Zaragoza, 1973, pág: 64).
El

mismo:· Freire
lo pone de relieve cuando afirma que «la conciencia
no·'·$e' .. tnµlsforma con cursillos y discursos llenos de lamentaciones,· sino
por la acción de los seres humanos sobre el mundo» (El metisaje ·Je ... /.
pág. 133 ). «La coriciencia de clase no se engendra espontáneru:riente, se­
parada de la ·praxis revoiucionatia. La clase-dominada ... no .puede alean~
zar la concienica de. sí. misma más qu"e a través de la prl1Xis revoluCionaria»
885<>
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO
.La observación de. Jean Ousset (71) de que es por Ja acción
. como

se llega a convertirse en
marxis11a, o la del cardenal S.alié­
ge

(72) de que «por
la acción, mucho más .que .• por los razona­
mientos se le'-hacé de. un cristiano un comunista ateo», ·son de
plena aplicación a la educación liheradora.
Así, esta vinculación
a la acción impide pensar, por lo que
al
final se acabará pensando como

se actúa. Fausto Franco, uno
de
los níayores admiradores de Freite, afirma que el aforismo
operad sequitúi- · esse, es modificado· de forma que es posible
afirmar
que el
operari precede al esse (73 ).
De esa manera, ciebido a la primacía de la acción, a una.
acción

carente de contemplación, la educación liberadora borrará
la memoria del pasado, que es tradición
y por ello saber, con
lo
que se· hará

posible la
anuncfada sociedad futura, siempre
en
transformación,
y, todo hay que. decirlo, que .nunca llega á reali­
zarse en los socialismos que lo intentan,
mal que les pese a sus
partidarios.
·
En fin, la educación liberadora anula al hombre en la cla­
se
(7 4 ), afirma que es una «ilusión» la reforma ;,,oral perso-
(El mensa¡e de ... , pág. 165). Es cierto que Freire señala que «la praxis
a través de la cual se transforma la conciencia no es pura acción, sino
acdón
y reflexión».; pero acto seguido añade: «De -alú la unidad entre
teoría y práctica; éstas· -se van constituyendo, haciéndose y rehaciéndose
en un movimiento permanente~ en el cual vamos de la práctica a la teoría,
y de ésta ,a_ llÍla nueva práctica»-. «La praxis teórica sólo es auténtica .en
· la medida en que no se interrumpe d movimiento dialéctico entre ella
y la · subsiguiente -praxis realizada en el campo concreto. De ahí que am_.
has . praxis sean momentos indivisibles dentro de un mismo proceso que
podemos- conocer en términos críticos• (El mensa;e de-... , pág.-135) .
. (71) Cfr. J. ÜUSSBT: Marxismo y revo/uci6n, Speiro, Madrid, 1977,
págs. 54-§9, 111-115.
(72) Citado por J. ÜUSSET: Marxismo y revoluci6n, p,lg, 114. El mar­
xista PoLITZER así lo reconoce cuando afirma que «no se puede asimilar
los _principios del marxismo sino se participa en la acd6n revolU.cionaria»
(GEORGES POLITZER: Principios elémentales y "fundamentales de filosofía,
Akal, Madrid, 1975, p,lg. 223 ).
(73)
· Cfr. Firusro FRANCO: El hombre: · i:onstrucci6n progresiva. La
tarea educativa .de Ptiulo Frei_re, Marsiega; Madrid1 1973, pág. 79.
(74) · Cfr. E. CANTERO: Paulo Freire y: .. , págs. 27-34
886
Fundaci\363n Speiro

EDUCACION UBERADORA Y PARA LA LIBERTAD
na! (75), considera esencial la lucha de clases (76), para lo cual
fomenta el odio
( 77
), y tiene por
finalidad el
establecimiento
de una
sociedad. nueva,

de un contrasistema,
'(jue no
se sabe
cómo será; pero se le anuncia como in.édito viable ..
Es, pues, un tremendo fraude. Ni educa ni libera. No educa
ni puede

educar porque la inteligencia,
la razón es rechazada,
porque _ la

verdad
· no existe, porque

se renuncia a la verdad,
porque se la rechaza. Conduce a los hombres a su mayor escla­
vitud, que es la esclavitud de las mentes, de las inteligencias.
III. EL NATURALISMO PEDAGÓGICO Y LA ]il'EDAGOGÍA MODERNA.
Pero no sólo la educación liberadora es todo . lo contrario
de una educación para la libertad. Existen otras_ corrientes con­
trarias a ésta, pese a que reclamen con insistencia que la liber­
tad del hombre es su fin esencial. De entre todas ellas me voy
a referir a la corriente del naturalismo
pedagógico (78).

Esta
hunde sus raíces en Rousseáu. Una de sus· cara~terísticas consiste
en rechazar una educación fundada en lo real. El niño no debe
adquirir el

hábito de la virtud desde pequeño; su conciencia
moral no debe ser
educada. Esto

ocurrirá cuando sea mayor,
cuando por sí mismo pueda elegir
lo que prefiera. Educación
que se pretende no dirigisra, sino fruto de la
puta voluntad del
(75) Cfr. P. FREiRE: «Edtlcación, crisis y esperanza», en El mensaje
de .. :, págs. 131-132. ·
(76) Cfr. E. CANTERO: Paulo Freire y •.• , págs. 3441; ARMmno
BmnERA,
O.

P.:
Paulo Freire, un pedagogo, págs. 139-142.
(77) Por eso
y sin juzgar las intenciones, la educación liberadora de
Paulo Fteire es absolutamente anticristiaria, pese a que partidarios suyos
como JESÚS ARROYO o M!QUEL MlRTi señ.alen ·como virtudes cristianas
la fe,_ la esperanza y el amor de Paulo Freire en la teoría y práctica de
su educación, pues han sido sustituidas por la fe, la esperanz.a y el amor
en
la-revolución. Dios ha desaparecido en la educación liberadora. Cfr.
ARMANDO BANDERA; op. cit., págs. 165-202.
(78) Cfr. unls.'extensamente en Educaci6n y ... , págs. 117-280, en es­
pecial 269-280.
887
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO
nmo que, poco a poco, se va haciendo libre a medida que cre­
ce, .puesto que en ningún momento se le impone riada; todo
debe ser fruto de su deseo, de
sus. descubrimientos ante· el
mun­
do y la vida.
Ec;:lllcación puramente· ~instructiva», aséptica en el plano· mo­
ral y religioso, respecto al cual todo lo más se dice que «des­
pués» el

hará su elección. Educación influida por la
id'ea del
buen

salvaje a quien la sociedad corrompe
y que pretende man­
tener al niño en ese supuesto estado de bondad natural. Por eso,
hablarle de Dios, de lo bueno
y lo malo, de obligaciones y de
verdad es perjudicial
para el

niño, ya que siendo bueno,
sólo
conoce

el mal o la mentira cuando, en contra· de la «naturaleza»
se le habla de ello o se le
.preguntan cosas

que le harán mentir,
que. le harán también, posteriormente, hacerse ateo o idólatra.
Ideas tan aberrantes com:O las anteriores se encuentran ·en el
Emilio de Rousseau (79). Con ellas se pretende preparar al niño
para la libertad; · libc;rtad que consiste, para muchos, como an­
tañ9 para ~ousseau, en carecer .«de apego a sitio alguno», y en,
no tener «otra ley que la que le dicta su voluntad» (80). Corno
ha observado
Tremolet de

Villers
(81), se trata· de una «liber­
tad negativa,
al término ele una éducación igualmente· negativa.
Es, ciertamente, el ideal .del desarraigo irltegral».
Siri
embargo,

esa pretendida libertad que se obtendrá al
térmirio de

tal
'educación, esa
libertad
tan pregonada no· es más
que

la
pérdida de

la libertad, que comienza al negar los elemen­
tos con

los
c¡ue se

pueda juzgar
y discernir. En realidad, lo que
se, pretenderá

es capturar
la voluntad de quien"se ve son;ietido
a

tal tipo de «educación»
.. Rousseau
lo
señaló con
toda daridad:
«Que
crea que él es simpre-el dueño, pero debéis serlo vosotros».
Y añadía: «no hay snjeeión mas completa como la que posee
(79) Cfr. E. CANTERO, Eduqu:i6n y ... , págs. 270-273.
• (80). JEAN JACQUES RoussEAU: Emilio, Bruguera, 2." ed., Barcelona,
1976, pág. 178.
(81) · JACQUES TREMOLE;T DE,., ViLLERS: «La educación" revolucionaria»,
en Verbo, núm. 119-120 (1973), pág. 980.
888
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EDUCACION LIBERADORA Y PARA LA LIBERTAD
todas las apariencias de libertad, ya que de este modo está cauti­
va la voluntad misma» (82). Con razón observa Tremolet de Villers respecto a esta
edu­
caci6n negativa: «es exactamente la inversión, la subversión ra­
dical de toda educación. Transmitir la técnica pero no el espíritu.
Dar las cosas, pero no
el orden de las cosas. Es la ciencia sin
conciencia,
como decía Rabelais, el mal del cual muere esa so­
ciedad

de consumo en la cual
el niño dispone de todo,· pero sin
saber la razón final de lo que dispone»
(83).
Dante Morando ha observado <¡ue «el defecto fundamental
de una educación puramente natural...
es confundir la educa­
ción
de la naturaleza y la educación de la persona. La educación
natural, entendida sólo como desarrollo dinámico del ser según
la especifica naturaleza de sus instintos y de sus tendencias, no
afronta ni resuelve
el problema de la educación humana, que es
el que se refiere a la educación de la persona» ( 84 ).
Y es que uno de los errores. fundamentales se encuentra en
la confusión operada al sustituir la
naturaleza por
el «estado
natural» del hombre. La naturaleza, contemplada·en toda su
am­
plitud,

engloba al hombre entero, con sus facultades
intelectic
vas. y volitivas-, en su ser racional, _al tiempo -que lo considera un
ser social e histórico, sin prescindir de un orden: natural de todas
las cosas creado por Dios. De acuerdo con ello, es natural que
el hombre se eduque de acuerdo con su naturaleza especifica,
que es racional, conforme a lo
cual la educación ha de serlo en
toda su plenitud. Lo contrario es lo antinatural. En cambio, el «estado· natural» (presocial) del que parte
Rousseau
(85), es algo imaginado, es una mera ilusión (86), no
(82) J. J. RousSEAu: Emilio, pág. 180.
(83)
J. TREMOLET DE VILLERS: op. cit.; pág. 982.
(84) DANTE MORANDO: Pedagogía, Miracle, 5.· ed., Barcelona, 1972,
pág. 216.
(85) J. J. RoUSSEAU: El contrato social, Edaf, Madrid, 1978, I, 6 y
8, págs. 3740 y 45; Discurso sobre el origen y los fundamentos de ·ta
desigualdad entre los hombres, Penírisula, Barcelona, 1973, págs. 35~70.
(86) CTr. J. J. RoUSSEAU: Emilio, págs. 83-84.
889
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EST ANISLAO CANTERO
es real. Surge de imaginar al hombre aislado y ahistórico, y de
tomar un elemento considerado como esencial
--en el
caso
de
Rousseau el estado de. libertad-como el único que debe ser
tenido en cuenta. Así, el
concepto de· naturaleza, al ser identifi­
cado con ese pretendido estado natriral, con es_a ficción, -es mu­
tilado, pues como observa Va1Iet de Goytisolo, se prescinde de
las cualidades, de las causas finales y de los conjuntos sociales
naturales
(87). Por eso, ya Aristótele.s (88) había observado que
eran tres los elementos
de. toda

educación: naturaleza,
hábito
y

razón.
Y Santo Tomás (89) había indicado que el fin de la
educación era la pro.moción
y el desarrollo del hombre para lo­
grar el estado perfecto del hombre en cuanto tal hombre,
cons­
tituido por el estado de virtud.
Por· ello, nada hay de sorprendente en que como consecuen­
cia de la negación de la naturaleza, por imaginar un ficticio es­
tado natural, se conduzca al hombre a la servidumbre por medio
de
una auténtica

deseducadón. Como ha observado Jacques Bois­
levant
(90), pata Rousseau, «el hombre dominado por sus pa­
siones no es el hombre débil que corre a su perdición, como
hasta entonces
se habla creldo, sino el justo que sigue la gran
voz
de su conciencia, y, por ello, alcanza la verdad, puesto que
la verdad se confunde con
la sinceridad».
En

mayor
o· menor

medida este naturalismo pedagógico ha
inspirado casi toda la educación y la pedagogía modernas. De esta educación moderna ha
escrito Dante

Morando que, «desgraciada­
mente, ha
sustituido los

valores morales y religiosos por
palfa­
tivos, y cree que la plataforma de partida para un mundo mejor
(87) Cfr. JUAN VALLET DE GoYTISOLO: Estudios sobre fuentes del
derecho y método jurídico, Montecorvo, Madrid, 1982, pág. 967.
(88) Cfr. ARISTÓTELES: Etica a Nicomaco, Instituto de Estudios Po­
llticos, Madrid, 1970, II, 1-6 y VI-13; Polltica, Es¡,asa,Calpe (Austral),
10. ed., Madrid, 1965, pág. 143.
(89) SANTO T_oMÁS DE AQUINO: Sum4_ Teológica, Suppel. q. 41, a.l,
en la BAC, tomo XV, Madrid, 1956, pág. 176.
(90)
]ACQUBS BOISLEVANT: «Jean Jacques, pére de la barbarie mo­
deffie», L'Ordre FranfaÍS, núm. 222 (julio, 1978), pág. 11.
890
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EDUCACION UBERADORA Y PARA LA LIBERTAD
la proporcionan solamente las actividades exteriores y se limita
todo lo más a requerir
la formación de particulares habilidades
técnicas, a .q~erer una eclucaci6n _ ;ocia! que es sólo un «com·
portamiento» con respecto a los demás... De este modo ha
creado
refinádos métodos, péro ha

olvidado las verdades sus­
tanciales
y el fin verdadero de la educación. Esta es su enferme­
dad. Ofrece, pues, una educación incompleta a los individuos
y a la sociedad, una educación unilateral y fragmentaria con
desarrollo excesivo de finalidades relativas
(y, por lo tanto, se­
cundarias para el hombre) sin una síntesis unitaria superior»
(91 ).
Y eS que, como señala Aldo Agazzi, «las nuevas docttirias
educativas

se caracterizaban
precis·amente por
las orientaciones
y los ideales tomados del pensamiento contemporáneo. . . De aquí
que la
pedagogía surgiera fraccionada. en concepciones y corrien­
tes ... , todas estas pedagogías estaban separadas del cristianismo,
de. acuerdo

con
la orientación del pensamiento moderno que pre­
tendía una concepción de la vida sin dogmas, una mota! sin re­
ligión, un Estado sin Iglesia, una cultura sin
Dios» (92).
Así, y por no citar sino algunos entre los más caracterizados,
Dewey (93), quien como observa Lorenzo Luzuriaga (94), «nie­
ga terminantémente los fines trascendentales de la educación»,
y para el que según indica Iván Luna (95), no hay que corregir
a) niño y educar su voluntad, pues supuesta la bondad natural
del hombre, éste usará adecuadamente de su libertad, por lo
que no es preciso rectificar el interés de los niños sino discipli­
narlos.
(91) DANTE MORANDO: op. cit., pág. 384.
(92) ALoo AGAZZI: Historia de la. filosofla y la pedagogia, Marfil,
3.' ed., Alcoy, 1974, tomo III, pág. 397.
"(93) Cf. JoHN DEWEY: El niñ_o y el programa ~seo/ar, Losada, 6.a ed.,
Buenos Aires, 1967; ANSELMO MATAIX, S. J.: La' norma moral en John
Dewey, Revista de Occidente, Madrid, 1964.
(94) LORENZO LuZURIAGA: La educación nueva. Losada 7.ª ed., Bue­
nos Aires, 1964, pág. 40.
(95) IvÁN R. LUNA: «Educación y libre albedrío», en Filosofar cris­
tiano (úlrdoba, Argentina}, nóm. 2 (1977), págs. 246-249.
891
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ESTANISLAO CANTERO
Freinet (96), para el que el laicismo, el naturalismo y el
ateísmo son bases de su
filo~ofía de

la educaci6n.
Durkheim (97), cuyo moral laica, racionalista y
anticristiana
le

lleva a afirmar que en las escuelas «únicamente ha de darse
una· educación moral íntegramente radonal, esto
es; que

excluya
todos los principios inspirados en las religiones reveladas»,
y
para el cual, según observan Abbaguano y Visalberghi (98), «re­
ligi6n, moral, educaci6n, derecho, política, costumbres y cultura no ·son más que proyecciones u objetivaciones de la conciencia
éolectiva». ·
Neill (99), que rechaza la autoridad y afirma que la educa­
ci6n tiene que fundamentarse· en
los sentimientos más que

en
la
inteligencia, puesto que «las emociones y no el intelecto consti­
tuyen la fuerza que impulsa la vida» ( 100), y que recoge casi
todas las ideas de Rouseeau,
siendo la

causa de todos los males
la represi6n sexual y el complejo de culpa o la conciencia del
pecado ( 101).
(96) Cfr. GEO.RGES PIATON: Bl pensamiento pedag6gico de Celestin
Freínet, Marsiega, Madrid, 1975, págs. 113 y sigs.; ALDo AGAZZI: op. cit.,
págs. 46(),461; DANTE MORANDO: op. cit., págs. 376 y sigs.
(97) EMILE ThmKHEIM_: Educaci6n como socializaci6n, ·Sígueme, Sa~
!amanea, 1976, pág. 185.
(98)
N. ABBAGNANO y A. VISALBBRGHI: Historia de la pedagog/a,
Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1974, pág. 676.
(99)
Cfr. E. CANTERO: Educación y ... , págs. 274-277.
(100) A. S. NEILL: Autobiografla, Fondo de Cultura Económica, Ma­
drid,
1976, pág. 143.
(101) Neill padece una obsesión r~specto a la religión y el seso.
En sus obras son constantes. las alusiones a uno y otra, indicando que
todos los males provienen
de ahí. Una vez liberado el niño de todo sen­
timiento de culpa, la libertad y la
felicidad fluyen

automáticamente, Se­
gún Neill,
al niño, «si se le enseña que ciertas cosas son pecado, el
amor a la vida, puede convertirse en_ él, en odio» (Summerhill, Fondo de
Cultura Económica, .Madrid, 1976, pág. 202), y es que «la religión pos­
tula pecado donde no existe pecado» (Summerhill, pág. 233). Su odio
hacia la Iglesia lo_ manifiesta sin
·rubor: «No

me gusta odiar, pero mi
más grave
aversión es

a la Iglesia
cat6lica. Odio a _una
autoridad que
in­
culca un sentimiento de culpa por el sexo a quinientos millones de per-
892
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EDUCACION UBERADORA Y PARA LA LIBERTAD
Así, nada hay de extraño en que la educación que admita
estos postulados incapacite al hombre para la libertad.
IV. LA EDUCACIÓN CRISTIANA'..
¿En qué consistirá la educación para la libertad? Tengamos
presente lo dicho al
principio de
esta conferencia sobre
la ver­
dad
y la libertad. Y digamos lo que entendemos por educación.
La educación es el
proceso por el cual el hombre consigue ir
haciendo un recto uso de sus facultades hasta lográr adquirir el
hábito de ello. Considerada como resultado, puede entenderse,
con Arsenio Pacios (102), como
«la perfección de las facultades
del hombre, en lo que tienen de específico, en ordert a bien
obrar,..
Cuaoto

más nos aproxime
la educación a la verdad, más libres
nos
hará. Por ello, la mejor educación para la libertad es la
educación cristiana.
El deber primordial de la educación consiste en mostrar al
hombre
la· naturaleza de las cosas, su ser; desarrollaodo su in­
teligencia para que sepa· leer en la naturaleza; para que aprenda
a pensar en contacto con la realidad que observa. Se trata de
hacerle comprender
la existencia de la verdad; que la realidad
de
las cosas

tiene unas
reglas a

las cuales obedece. Y que al
hombre también le han sido dadas unas leyes que no puede im­
punemente transgredir.
Pero
el hpmbre no se agota en una dimensión puramente
natural. Por encima de todos los fines que el hombre puede
conseguir, se
alza uno último y supremo que le es específico y
común a todos los hombres, por estar dotados todos de un alma
inmortal, creada por Dios a ·su imagen y· semejanza:·-la salvación
eterna, El recto uso de sus facultades, esa serie de hábitos que
ha de adquirir, tienen como meta a Dios.
sonas, sentimiento que los convierte en vasallos» (Autobiogra/ia, pági­
na 179).
(102) ARSENIO PACIOS: Ontología Je la educación CSIC, 2.• ed.1 Ma­
drid, 1974, pág. 17.
893

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ESTANISLAO CANTERO
La educación para la li6ertad ha de fundamentarse, pues, en
lo real. Y la razón, para poder descubrir la verdad, como recuerda
Vallet de Goytisolo ( 103 ),
ha de aceptar la norma de la realidad
y no perder el sentido de sus propios límites. Es lo que tenía
presente el realismo aristotélico tomista y que el pensamiento
moderno ha perdido y
rechazado; con

ello se ha incapacitado
para averiguar la verdad y, por ello, ha perdido también el sen­
tido auténtico de la libertad
del hombre.
Sciacca se
ha referido a esta razón desbocada· (104) en más
de una ocasión, y ha indicado que
«el gran error del pensamien­
to moderno (es) creer que
la · razón humana es el fundamento de
sí misma y que su verdad es toda la verdad. Este principio
irracional en
· cuanto

contrario a la natoraleza
de la razón, con'
dujo

sobre todo a los iluministas y posteriormente al idealismo
trascendental, a liberarse de
la tradición y de sus · fundamentos
metafísicos
y teológicos considerados como un secolar obstácolo,
irritaote y pernicioso; y
con· ello
no creyeron comprometer la
solidez ni la realidad de
los valores

intekctoales y espirituales,
sino todo lo contrario; según ellos, restaurada la autonomía del
regnum hominis, tales valores quedaban mejor fundados en una
era de progreso infinito. Desde entonces·, un nuevo me_sianismo
· laico e iconoclasta ha continuado trastornándolo todo, aouncian­
do
que el
hombre y la sociedad, la naturaleza y
la historia se
fundan en el
puro orden

natoral y humaoo; que perdiendo a
Dios nada se ha perdido ... , y que privaodo a todo valor de su
fundamento se le reconquista. Duraote más de dos siglos la ra­
zón autónoma y autosuficiente se ha esforzado en salvarse crean­ do en vano el mito de
su absolutez

... la filosofía
posterior a
Hegel
ha dado el asalto a la razón, ha abatido su mítica absolu­
tez
y con ella la validez objetiva de todo valor cognoscitivo,
moral

y religioso. Y es hoy
día coando
se ha caído en la coenta
(103) J. VALET DE GoYTISOLO: Estudios sabre fuentes del derecha
y métada jurídico, Montecorvo, Madrid, 1982, págs. 522-524.
(104) M. F. SCIACCA: «La raz6n en)oqnecida», en Verba, núm. 147
(1976), págs. 903-907; Cfr. El oscurecimiento de la inteligencia, Gredas,
Madrid, 1973, cap. I y III.
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EDUCACION LIBERADORA Y PARA LA LIBERTAD
de que, demolida la verdad que sirve de fundamento a la razón
y que la trasciende, negando
el Ser que funda a todo ser, nin­
guna verdad se salva, ningún valor sobrevive» ( 105).
Así se comprende que
la educación que acepte las coorde­
nadas
del pensamiento .moderno no conduzca síno a un espejismo
de la libertad. Juan Pablo
II (106) lo ha subrayado al señalar
los «frutos inhumanos de egoísmos
y violencias» que son «el
resultado final de esos programas (pedogógicos) c¡ue halagan al
hombre haciendo brillar ante sus ojos la ilusión de una libertad sin límites»; y es que como dice el mismo Papa, «es proponer
una caricatura de la libertad pretender que
el hombre es libre
para organizar su vida sin referencia a los valores morales» (107),
cuando, al contrario, «la ley moral es la que garanriza la liber­
tad»
(108).
Y es que como el mismo Sciacca (109) ha observado, «la
revolución del pensamiento moderno en nombre del valor abso­
luto
de la razón se transforma, por inexorable lógica interna, en
revolución ·de la materia... el entusiástico regnum hominis se
degrada en el no menos entusiástico y mesiánico , réf.num ·mate­
riae».
Quizá como mejor pueda verse en qué consiste esa educación
para la libertad sea refiriéndonos al hombre que queremos for­ mar, a lo que debe ser. De una parte, queremos que haya ad­
quirido las bases necesarias para continuar
su camino

en esta
vida con provecho. Por otra parte, queremos que sea un
buen
(105) M. F. ScuccA: Estudios sobre /ilosofla moderna, Miracle,
llarcelona, 1966, págs. 187-188. ·
(106) JuAN PABLO 11: Alocución a los estudiantes con motivo de·_ce­
lebrarse el XXIII Congreso organizado por el Instituto de Cooperación
Universitaria (!CU) del Opos Dei,
el 14 de abril de 1981. L'Osservatore
Romano, edición
semanal en lengua espafiola, afio XIII, núm. 17 (643),
domingo 26 de abtil de 1981. ·
(107) JUAN PABLO 11: Mensaje citado ·en la nota 4 ..
(108) JUAN PABLO II: Catequesis en la audiencia general del miérco­
les 27 de
julio de 1983. L'OsiervatO,e Romano, edicí6n· semanal ~ len­
gua española, año ·xv, núnl;-31 ·(761)., ..domingo 31 de julio de 1983.
(109) M .F. Sc1ACCA: op. últ. citt., pág. 188.
895
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ESTANISLAO CANTERO
cristiano. Realmente esos dos aspectos · se refunden en el segun­
do, Porque el ser buen cristiano lleva incorporado el ser un
hombre
de provecho en el aspecto humano ( 110). Nada más
falso que las acusaciones hechas a la Iglesia de que el cristiano se desentiende de este mundo por ser un peregrino en la tierra
y tener fija su mirada en la vida venidera en la que espera. Pues bien, para que esa educación para )a libertad sea posi­
ble es necesario que la educación tenga un modelo que proponer al hombre, que ha de
servir tanto

al educador como al educando,·
Es la causa ejemplar cuya presencia es necesaria en la educación; que como advierte Arsenio Pacios ( 111 ), «obra dirigiendo la ac­
tividad del ageote en orden a
realizar el

ser
de. acuerdo
con la
idea que de
él tenemos en la mente, a traducir en la cosa lo que
hay en el pensamiento». Y, sobre todo, en los niños es imprescindible el papel que
juega la causa ejemplar (112). Esta causa ejemplar que obra como modelo
al que el educan­
do quiere parecerse y que los educadores deben fomentar, ex­
plicar y motivar, es Nuestro Señor Jesucristo (113). Lo son también los santos, que han procurado
-Y lo han hecho hasta
la heroicidad- imitar a Cristo. Así, el querer parecerse a ellos
. ejerce

en el niño la más beneficiosa
influencia. ¿Quién
no recuer­
da a su
l!jadre o

a su padre o a alguno de
sus maestros
hablán­
dole del Niño Jesús?
¿O de

San Tarcisio?
¿O de
San Luis Gon­
zaga o de cualquier otro santo atractivo para la infancia? Estos son los modelos educativos que hay que saber presentar a los
niños, sin ñoñerías por supuesto, pero en toda su realidad, tal
como fueron y no desvirmándolos en un efímero intento de
acercarlos a la moda del
d!a.
¿Qué educación
será

posible si los modelos educativos de
hoy
día· son

el cantante de moda o el
deportista más
espéctacu-
(110) ar. Pío XI: Divini illi-us magistri; en la BAC, Documentos
Pontificios, Documentos Políticos, Madrid, 1958, p,lgs. 573-575.
(111) ARSENio PAc10s: JJp. cit., pág. 267.
(112)
Cfr. ARsEmo PACIOS: op .. cit., pág. 269.
(113)
Cfr.
Pío XI: Divini illius magistri, págs. 572 y sigs.
896
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EDUCACION LIBERADORA Y PARA LA LIBERTAD
lar o el artista de cine de turno? Y, ¿qué decir si. los ejemplos
que se muestran a la mentes infantiles o adolescentes
np se ca­
racterizan por sus valores morales
ni por su amor a la Iglesia,
ni

siquiera a
lo meramente humano? Con tales ejemplos, sin
modelos verdaderos, no habrá forma posible de que los · niños
de hoy, futuros hombres de mañana, sean hombres de una pieza,
cristianos hasta la médula, dispuestos a seguir a Cristo
.-----mn°
tinuamente, cotidianamente-, capaces de ha·cer efectiva y vivir
la entrega a Dios Nuestro Señor como lo hizo nuestra Madre la
Virgen María: He aquí la esclava del Señor.
Esa es
la meta, el propósito que debe guiar a la educación.
En
la medida en que nos alejemos de ella
· y
en cuanto más nos
alejemos, nos apartaremos más y más de una educación para la
libertad.
Y. esa . meta

constituye una exigencia cristiana, que es
fa única que hará posible una transformación radical de la so­
ciedad. Se habla mucho del cambio de estructuras, de cambios
sociales, pero nada de estO servirá -a no ser para traer nuevas
estructuras aún más totalitarias,. aún más agobiantes, aún más
deshumanizadotas-, si no se opera· un cambio , en el corazón
del hombre. Lo ha repetido con frecuencia Juan Pablo II, reite­
rando
· 1a doctrina

imperecedera de la Iglesia. Y eso es lo que
debe perseguir
la educación católica. Y no debemos tener reparo
en proclamarlo. No debemos
temer a las modas ni. a que se nos
cuelgue el sanbenito de retrógrados, de vivir en otra
época. Lo
dijo Juan Pablo 11: «¡Cristianos, ya no tengáis miedo!».
Creo que esta e,cclamación de Juan Pablo II, que esta ad­
vertencia . del

papa, nos tiene que servir para arrojar, de una vez
por todas,
el lastre

que nos impide seguir la senda de Dios al
ritmo que El nos marca. Si tenemos que dejarnos manejar por
El, si tenemos que echarnos en sus brazos y dejar que
sea El
quien

nos guíe, tenemos que despojarnos del hombre viejo y tor­
nar al hombre nuevo, como señala San Pablo. Y esto es tarea de
la Iglesia. Pero es también tarea de la educación cristiana. Hemos
de ser conscientes de que gran parte de
la pedag;,gía moderna
y de los nuevos métodos nos han alejado de esa meta. Y hay
897
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EST ANISLAO CANTERO
que ser humildes y reconocerlo cuando sea así, y volver a una
pedagogfa plenamente

católica.
Con ella se alcanza la verdad en su mayor plenitud, con lo
que obtendremos las máximas garantías de una auténtica educa­
ción para lá libertad, dado el efecto liberador de la verdad,
puesto de relieve no hace
mucho por
el P. Victorino Rodrí­
guez, O. P. (114). Así, en primer lugar, «la Verdad de Cristo
en persona ... que vino al mundo ... para iluminarnos
y redimir­
nos, que es la liberación
más radical»; en

segundo lugar, «la
verdad, especulativa
y práctica, libera a la inteligencia de la ig­
norancia, del error, de
las falsas apreciaciones del bien y de la
angustia de la 1ncertidumbre»; en tercer lugar, «la verdad libera
a la misma libertad ... de sus abusos o libertiuajes, señalando
cauces de
reállzación dignificante y obj~tivos verdaderamente bue­
nos»; y

en cuarto lugar, «la verdad es también factor funda­
mental de liberación sociopolítica, no s6lo en cuanto garantía de una auténtica o verdadera justicia... sino también en cuanto exclusión de la insinceridad, de la mentira, de
la astucia y del
error de objetivos socio-políticos o de cálculos utilitarios reñidos con la honestidad
socio-poHtica».
· En fin, sólo con una educación para la· libertad, que es una
educación católica, se podrá obtener
l.a auténtica
liberaci6n del
hombre, que comienza' por
la reforma moral personal, por la
convérsi6n a la verdad, por la conversión a Dios.
(114) V1cTORINO RonRÍqUEz, O. Ii:": «La vertj.ad liberadora», ~ Ver­
bo, núm. 237-238 (1985), págs. 793-795.
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