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Número 257-258

Serie XXVI

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Europa, desde la perspectiva de Juan Pablo II

EUROPA DESDE LA PERSPE<;:TIVA DE JUAN PABLO 11
]UAN VALLET DE G?YTISOLO
I
SIGNIFICADO DE ÉllROPA.
l. El martes 9 de noviembre de 1982, Su Santidad el Papa,
en

la Catedral de Santiago de Compostela, conminaba a Europa
con estas ardientes palabras:
«yo, Juan Pablo JI, hi¡o de la ná­
ción

polaca que se ha
considérado siempre
europea
por sus ori­
geneS, tradiciones, cu!.tura y reláciones tJitaleS, · eslava entre los
latinos y latina entre los eslavos: Y o, sucesor de Pedro en la
Sede de Roma, una
sede· que
Cristo quiso .colocar en Europa y
que ama por su
esfuerzo en la difusión

del cristianismo
en todo
el

mundo. Yo, Obispo de Roma
y pastor de la Iglesia Univer­
sal, desde Santiago, te
lanzo, vie¡a Europa, un

grito lleno de
amor. Vuelve a encontrarte. Sé tú
misma. Descubre

tus
orlge­
nes. Aviva .tus rafees. Revive tus valores auténticos que hicie­
. ron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los demás
continentes.

Reconstruye
tu unidad espiritual, en un clima de
pleno respeto a las demás religiónes y a las genuinas
libertades.
Da al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. No
te enorgullezcas de tus conquistas hasta olvidar tus posibles
con­
secuencias

negativas. No te deprimas por la pérdida cuantitativa
de tu
grandeza en

el mundo o por las crisis sociales o culturales
que te
afectan ahora.

Tú puedes ser todavla faro de civilización
y estimulo de progreso para el mundo. Los
deml,s continentes
te

miran
y esperan también de ti la misma respuesta que San­
tiago dice a Cristo:
"lo puedo"».
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Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLET DE GOYTISOLó
Este tema de Europa es constaote en las enseñanzas de JuAN
PABLO' II, desde su alocución en
la audiencia a la Oficina del
Parlamento Europeo del 5 de abril de 1979. Ha insistido
y pro­
fundizado en ella repetidamente: en la Abadía de Montecasino
el 18 de mayo siguiente, donde recordó que Pío XII definió a
Sao
Benito como «Padre de Europa»
y PAULO VI lo declaró ce­
leste patrono de la misma; en su alocución a
la Conferencia Epis­
copal Polaca, el 5 del siguiente junio, en el Santuario de Jasma
Gora; en su
honúlía en

la celebración eucarística del 20 del mis­
mo mes

en el IV Simposio de Obispos europeos, en la cual se­
ñaló la necesidad de una autoevangelización de Europa; en su
honúlía en
la Jornada
M1mdial de la Paz, en la solenmidad de la
Saota Madre de Dios, el 1
de enero de 1980; en la pronunciada
con
. ocasión del XV Centenario

del
nacinúento de San Benito,
el 23 de
marzo del núsmo año

en Nursia, la ciudad natal del
santo; en

su
d<,speclida. en el aeropuerto de Riem, el 19 de no­
,iiembre siguiente; en su alocución a
]os miembros

del Círculo
Roma, el
7 de

febrero de 1981; a los peregrinos de Croacia
y
Eslovenia el 21 del siguiente. marzo; en. el Coloquio Internacio­
nal sobre las raíces cristianas comunes de los pueblos europeos,
orgaoizado por la Pontificia Universidad
Leteraoense y la Uni­
versidad
Católica de Lublin el 6 de noviembre del mismo año;
a los participaotes en
el Congreso .sobre la crisis de Occidente y
la misión espiritual de Europa, el 12 de noviembre siguiente; en
su discurso a los participantes del V Simposio del Consejo de las
Comunidades Episcopales Europeas,
el 5 de octubre de 1982; el
referi,:lo del siguiente mes en Saotiago de Compostela; el <:iiri­
gido a los participantes a un simposio sobre pastoral familiar, el
26 del
mismo noviembre;
en su alocución del 10 de septiembre
de 1983, duraote las «Vísperas europeas» en la Heldenplatz de Viena; en el Centro
los. Congresos

en su discurso en esa misma
ciudad del 12 del mismo mes a los
científicos, artistas y perio­
distas; en su discurso a
la Comunidad Económica Europea del
20

de mayo de 1985, en Bruselas; en su carta-endclica
Slavorum
Apostoli,
del 2 de junio siguiente; en su discurso en el Simpo­
sio del Congreso de las Conferencias Episcopales de Europa del
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EUROPA DESDE LA PERSPECTNA DE JUAN PABLO II
11 de octubre del núsmo año; en su mensaje a los Presidentes
de dichas conferencias Episcopales de Europa del 2 de enero de 1986; en su alocución a los participantes del Congreso Polaco
de
Cultura

en colaboración con el
Pontificio Consejo
para la Cultu­
ra, del 21 de abril de 1986; en su
honúlia en la núsa celebrada
en
la Basílica

de San Apolinar in Classe de Revena, el 11 de
mayo de ese
núsmo año; eh su

discurso a los participantes en el
coloquio celebrado en Roma con ocasión del 40 aniversario de
/
la fundación de la revistá «Znak», el 19 de junio; en su alocu-
ción
donúnical .desde la cumbre del Mont Blanc, de 7 de sep­
ti~mbre,
durante

su
visita pastotal a

Aosta; en su discurso a los
representantes del mundo de
la cultura en el sal6n «Cinquecen­
to»
del Palacio «Vechio», de
:Florencia, del

18 de octubre úl­
timo.
2. Pero, ¿qué es Europa?
Recuerdo muy bien cuando, con ocasión de bisar en el Co­
legio de Abogados de Jerez de la Frontera -invitado por su
en­
tonces

Decano, nuestro
anúgo Sixto

de
la Calle- mi conferen°
cia
La crisis del Derecho -que semanas antes hábia expuesto en
. el Colegio de Abogados de Madrid-, gocé en .el cortijo de JosÉ
MARÍA
PEMÁN de
una gratísima y prolongada sobremesa, en
la
cual, al incorporarse a ella FRANcrsco ELíAs DE TEJADA, asistí
a una.

discusión entre ambos acerca de Europa. No
pudieroa po­
nerse

de acuerdo.
Aplicabah conceptos
distintos a la misma pa­
labra. A
PEMÁN el

nombre de Europa
le evocaba
a Constantino,
Carlomagno, el Sacro Romano Imperio, la Cristiandad medieval.
A
ELÍAS DE

TEJADA: Erasmo, Lutero, Calvino, Zwinglio, la Ilus­
tración, los enciclopedistas, la Revolución francesa. Y en otra perspectiva, pienso también en la famosa frase
-al parecer de ALEJANDRO
DuMAS ( * )--: «El Africa empieza
(*} Me acuerdo, también, de haber leído casi de niño -y lo he re­
pasado-
en

un viejo númeto de
La. hormiga de oro, de_ 1981, que ALE­
JANDRO DUMAS pronunció, al regresar a Francia, después de su viaje a Es­
paña formando parle del séquito del duque de Mo_ntpensier, en 1846, cuan­
do éste fue a Sevilla a contraer matrimonio con la infanta María Luisa
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
en los Pirineos». Expresión despectiva, que tantos compatriotas
nuestros han sentido como añoranza del liheralimo, el laicismo
y la tecnocratización que, para ellos, significaba un hecho dife­
.rencial entre Europa y España. Y, sin embargo, en este laicismo
y en ese utilitarismo operativo y funcional, economicista, halla,
ha

nuestro maestro
y amigo, el profesor MrcHELE FEDERICO
Sc1ACCA,
la mala nota del actual occidentalismo, como corrup­
dón de

la civilización occidental, en la cual el cristianismo ca­
tólicd
habfa fundido y unificado, dándoles sentido nuevo, den­
tro
-de la

verdad hebraico-cristiana, a los elementos esenciales del
mundo
clásico -pensamiento

filosó/ico griego
y experiencia ju­
rídica romana-
y del mundo germánico -especialmente la idea
de la fidelidad-, en una
concepción cristiana

de la vida ( véase
«L'ora de

Christo», cap. III,
3, págs.

93 y sigs.,
y «El laicismo,
crisis de fe
y de razón», en Verbo, núm. 150, pág. 1.345, o en
«La sociedad a
la deriva», pág. 226 ).
La corrupción
occident~lista -explicaba ScIACCA-explotó
con la

ruptura que, en el siglo
XVIII, se produjo entre el Regnum
Dei y el regnum hominis, laicista, racionalista y materialista (La
Chiesa
e

la
civilta moderna, parte I,

cap. II, 1, págs. 47
y sigs.)
y no ha hecho más que ahondarse y radicalizarse hoy, cuando la
Europa, antes unida por una fe,· trata de reunirse en-un merca­
do común.
Pero, acaso esta Europa que
ha perdido, o por lo menos tie­
ne gravemente enfermas, sus genuinas raíces, ¿merece perder este nombre? ¿Lo
ha contaminado y manchado con los tintes de su
materialismo
y de su economicismo laicista y antimetaflsico?
Fernanda. El autor de El Conde de Montecristo asistió, con esta ocasión,
a una corrida de toros, yestido de m~o Y, al no., sentar bien a su ca­
beza el sombrero sevillano, en su lugar se puso uno de copa alta de rigu­
rosa etiqueta; causando un efecto tan detonante y divertido al público.
DUMAS, ante los sucesivos gritos coreadoS: «El de la castora ... , que se lo
ponga ... , que se· lo ponga ... », «El de la castora ... , que se lo quite ... , que
se
lo quite ...
», tuvo que .pasarse toda la corrida poniéndoSelo y quitándo!
selo, hasta que, can~ado, su· brazo, necesitó que un criadO se lo fuera qui~
tando y poniendo al compás de los gritos del regocijado · público taurino
de Sevilla. ·
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EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE JUAN PABLO II
En caso· de contestar afirmativamente la primera de estas dos
preguntas, tal vez algunos entenderían esa respuesta como una
propuesta de retorno al régimen
de. la Cristiandad medieval, a la
Europa de la Catedral y la Cruzada, de la que ha escrito DANIEL
Roí>s;
a

la que, en palabras de
PIERRE ÚIAUNu (De l'histoire a
la

prospective,
I parte, cap. III, pág. 50): «fundó las relaciones
interhumanas», «a la sombra de
las catedrales y de las ciento cinc
cuenta mil modestas iglesias rurales, bastante
más significativas»;
la que forjó
el régimen sociopolitico que MoNTESQUIEU denomi­
nó gobierno gótico, respecto al cual; dijo, no creía «que haya
existido sobre la tierra gobierno· tan bien temperado como lo fue
en cada parte de Europa en
el tiempo en que subsistió» (De /'es­
prit

des lois,
XI, XIII, in fine), «produciéndose un acontecÍl¡Úen­
to ocurrido una vez en el mundo y questal vez no volverá jamás a
producirse»
(ibld., XX, I, 1 ); la Europa de la que ha escrito
ÚIRISTOPHER DAWSON (Los orígenes de Europa, conclusión),
que, dada la
confluencia de

sus diversos elementos, «con el si­
glo XI comienza un movimiento de progresó que iba a continuar
casi sin lagunas hasta los tiempos modernos», aportando «nuevas
formas de
vicia en
cada uno de los campos de la actividad social,
en el comercio, en la vida urbana
y política, en la religión y en
las "letras», en suma, «una nueva civilización».·
.Nuestro inolvidable amigo FRANCISCO ELÍAS DE 'TEJADA, en
su
.comunicación «La
cristiandad medieval·
y la crisis de sus ins­
tituciones»
(cfr., en
Verbo, núm. 103, págs. 243-280), nos ilus­
tró del aspecto arquitectónico, pero_ .vivo, de esa construcción po­
lítico-religiosa y de su quiebra por la crisis del Imperio, a me'
diados

del siglo
xm, y con el Cisma de Occidente, en el recodo
del 1400; no sólo por las luchas entre
el Papado y el Imperio, sino
también por las divisiones internas en cada uno, cumpliéndose
las palabras de nuestro Señor Jesucristo,
.en Mateo, XII, 25, y
Lucas, · XI, 17: «Todo reino dividido. contra sí mismo quedará
arruinado
y toda ciudad o cosa dividida contra si misma no po­
drá. subsistir».
Despm~s viniero~ las crisis más ptófundas -afectantes a las
propias raíces- de la Reforma protestante, de la Ilustración,
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JUAN VALLET DE GOYTISOLO
de las revoluciones francesa y marxista, y, dentro de la misma
Iglesia católica, las de los denominados «modernismo»,
«progre­
s.ismo

religioso»
y «teología de la liberación» -también ori­
ginada en mentes europeas, aunque se haya desarrollado especial-
menie en Iberoamérica-. · ·
3.

En 1956, al concluir
el VI y último volumen de su mag­
na obra,
La formación de Europa (conclusión general, V, pági­
na

573 ), escribía GoNZAGUE DE
REYNOLD:
«Los
que han nacido antes de 1914 han visto a Europa cam­
biar cinco veces. De estrella· que. era, vedla
ahora transformada
en

nebulosa. »Tres hechos
car;cterizan la

situación:
·
»El

primero, es
el· avance
del poder asiático hasta el cora­
zón de

nuestra
p¿nfnsula. ¿Habrá comenzado por
Asia
la absor­
ción

de Europa?
· ·
·
»La

segunda es la s.ublevación contra Europa
de todos los
pueblos
. y de todas las. razas ·que hasta una fecha reciente esta­
ban
colonizadas o

dominadas.
¿ Habrá comenzado k borradura
de. Europa?
»El tercero

es la
queldacl del mundo actual,
su
capacidad ·de
hacer

sufrir a los·
hQµ,.bres y. de exterminar a los pueblos .. ¿Ha-
brá
comepzado la vu-,;lta a la barbarie? .•
»A Evropa
y~ ~º le queda más que una probabilidad de sal,
varse:

unirse.
S[la dejase escapar,entonces volverla a

sus
orí­
genes:

descendería al
.rango ele una

colonia de pueblos poco
desa­
~c¡)Jado_s,.
no serla más

que una mera acepción -geográfica.
_»Si se Wle,. si vuelvé, a sendr la cÜrtciencia de sí nris·ma1 de
su alma cristiana, de su superiqridad de civilización y, por con,
siguiente, .
de

su misión civilizadora, es
el mundo entero el que
se salvará.
»El punto de
partida de

toda reconstrucción general es, pues,
la reconstrucción de Europa». Años después, pero antes de que SoLZHENITSYN alertara a
Occidente (dr. su
cliscurso «Un

mundo escindido»,
en Vérbo,
núm. 168, págs. 1.009 y sigs., y su libro Alerta a Occidente,
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EUROPA DESDE LA PERSPECI'NA DE JUAN PABLO II
Barcelona, Acervo, 1978), nuestro inolvidable maestro ScrACCA
mostraría su pesimismo respecto de un Occidente corrupto por el
occidentalismo, «cadáver sin enterrar»;
y pensaba que, en otro
lugar, deberían de nuevo encarnarse
«cu!Jura y religión, ciencia
del hombre
y Sapiencia de Dios», para realizar una nueva síntesis
y lograr «en el interior y en armonía con el actual momento his­ tórico, aquella unidad espiritual
que Europa

ha perdido, tal
como fue realizado en el Medievo en armonía con aquel momen­ to histórico»
(L'ora di Cristo, cap. III, 3, pág. 101, 5, pág. 408,
así como
Il magnifico oggi, cap. XLIIl, págs. 253 y sigs., y ca­
pítulo XLVI, págs. 275 y sigs.; dr. nuestra comunicación, «Cris­
tianismo
y mundo moderno_ segón el profesor ScIACCA, 11, en
Verbo, núm. 201-202, págs. 60 y sigs.),
Poco
más_ de

un año hace que efectué un cotejo entre esa
prospección de ScrACCA
y la de nuestro amigo JORGE UscATES­
cu,
en Mort de l'Europe (París, 1957) y Aventura de la. libertad
(Madrid, 1966). Señalé (¿La muerte de Europa en la aventura
de la libertad?, en
Cultura y existencia humana. Homena¡e al
profesor Jorge Uscatescu, Madrid, Reus, S. A., 1985, págs. 282
y sigs.) que
«UscATESCU, al
termin_ar su capítulo
Libertad y
verdad, ausculta que "en el mundo de la voluntad de poder, del
imperio de

las cosas y de la necesidad, el _hombre sigue. siendo
el
ser· que

busca. Y en ese camino de la búsqueda están necesa­
riamente, a<:aso fruto de ·su angustia, de su propia tensión existen­
cial; la libertad y la verdad esencialmente unidas"»; e hice no­
tar que
él no

estaba solo
en esta
sana esperanza, pues hoy «entre
los más negros
mibarro_nes,. el

Papa JuAN
PABLO II
nos repite:
¡No tengáis miedo! ¡No temáis!». Y
«anima_ a

Europa a que re­
tome sus verdaderas
raíces, donde

podrá hallar su renovación y
el retorno a su fuerza espiritual».
4. Cuanto venimos contemplando nos muestra que el nom­
bre de Europa
significa algo

que ocupa un lugar en el espacio
geográfico de nuestro globo terráqueo y en
la historia universal;
y que, como todo cuanto vive en ella, tiene momentos de-vita­
lid_ad, salud, grandeza, fertilidad, expansión y otros de enferme-,
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. JUAN V AfLET DE GOYTISOLO
dad (VrTTORIO MATHIEli ha hablado de Cancro in Occidente. La
rovine del gíacobinismo, Milano, 1980; cfr. mi reseña de este
libro en
Verbo, núm; 201-202, págs. 192 y sigs.), de crisis, de
dimisión, .de egoísmo. N'9 ·parece, pues, adecuado asociar su nom~
bre como significativo sólo de sus momentos de negación del
propio ser ...
Pero, situemos primero a Europa.
En el primero de .sus ·citados volúmenes, GoNZAGUE DE REY­
NOLD, al comenzar la respuesta a su título ¿Qué es Europa?, ad-_
vierte que la geografía· «es el terreno donde la historia echa sus
raíces». Entrando ya en
el e,camen de esa ·parre de la tierra donde
Europa ha arraigado en la historia, concluye (lib. I, cap. I, III,
in fine, pág. 30): «las dimensiones de Europa no son lo suficien'
temente

grandes para constituir un continente: tanto desde el
punto de vista
de. su

superficie, como del número de sus habi­
iántes, Europa no es más ciue una parte del continente ~siático'».
Pero, pese a estas circunstancias, analiza (ibid., IV, págs. 31 y
siguientes) que «Europa carece de unidad», «de hecho hay dos
Europas», separables· aproximadamente, ttazando una línea de
Odesa a Danzig, de ellas:
«La Europa

europea, la Europa. origi­
nal y originaria, es la occidental». Y, a ésta,
«la penettación

de
los mares en
el interior de sus tierras, la distingue de todas las
demás partes del mundo».
Al
Mediterráneo debe

Europa:
«En primer
lugar, su nom­
bre, su descubrimiento y su colonización. Aún más:
la <;iviliza­
ción,

la
unidad imperial y

la religión» . . .
«Por el

humanismo
grie'
go,

el imperialismo romano
y el genio católico, Europa ha reci­
bido del Mediterráneo el don de ser universal. Sin este mar in­ terior no habría Europa».
Al
Atlántiéo debe

Europa su expansión exterior:
«el descu­
brinúento,
la colonización y la conquista del mundo» .. . «el At­
lántico ha hecho al mundo».
_
Sin

embargo, esa península de Asia, históricamente, tiene
im-.
precisos sus límites con Asia y cort Africa, tanto como los de
éstas en_tre sí. «El mundo árabe cabalga entre ambos continentes,
9Q8.
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EUROPA DESDE LA PERSPECTNA DE JUAN PABLO II
del mismo modo que el mundo ruso se extiende a la vez sobre
Europa y

Asia»
(ib!d., II, pág. 28).
En suma, concluye (págs.
56 y sigs.): «Es el más pequeño de
los
· continentes»

. . . «pero es el mejor emplazado: el centro,
el
foco del mundo» ... «el único que está hecho a medida del hom­
bre».
Lo «distinguimos con dificultad de Africa y Asia»;· sin em'
bargo,

«ninguna otra parte del mundo tiene tanta fuerza
distin:
tiva

ni
tan marcado carácter».
Dividida e dos partes: «La Europa oriental no es más que
una ptolongaci6n de Asia: es Eurasia. El único foco de civili­
zación europea, la única Europa europea, es el Occidente», que
está caracterizado:
- Por su «unidad en la variedad, equilibrio entre las.
fuer­
zas, moderación en los contrastes, matices en los extremos, per­
sonalidad de los componentes dentro de la personalidad del con­
junto».
- Por ser «hija del mar: fue el mar quien
la ]ibertó de Asia.
Recibi6 su civilización del Mediterráneo,
y la difundió a través
del Atlántico».
Pero para

ello hizo falta que el hombre europeo, asentado
en ese medió
geográfico, estuviera a la altura de sus drcuristan­
cias históricas, en su cultura.
Creo que nada mejor, para explicarlo, que seguir el método
de la antropología integral,
en cuanto teocéntrica, que para co­
nocer al hombre emplea JUAN PABLO II, y su perspectiva de la
culn,ra.
II
LA CULTURA Y LA ENCARNACIÓN RELIGIOSA
5. ¿Qué es la cultura?
«La cultura -leemos en el Diccionario de l'ilosofla de JosÉ
FERRATER MORA-es

el mundo propio del hombre, lo cual no
significa que el hombre no viva también dentro
de la

naturaleza
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JUAN. VALLET DE GOYTISOLO.
y dentro o bajo lo trascendente» ... «Cultura es, como dice SCHE­
LER, humanización, pero esta humanización se refiere tanto al
"proceso

que nos
-hace hombres"
como al hecho de que los pro­
ductos _culturales queden humanizados. La historia del hombre
como historia de
la culturá es así el proceso de la transforma­
ción del mundo y simultáneamente de la transformación del hom-
bi'.e». f
JuAN PABLO II, en su alocución a los jóvenes en Guienzo
(Polonia) el 3 de junio de 1979, lo expresó luminosamente: · «La
cultura es la expresión del hombre, es la confirmación
de la humanidad. El hombre la crea y, mediante ella, el hombre
se crea a sí mismo. Se crea .a -sí mismo con el esfuerzo interior
del espíritu, del pensamiento, de la voluntad, del corazón. Y,
al mismo tiempo, crea
la cultura .en comunión ron los otros. La
cultura
es la

expresión del comunicar; del
_pensar juntos y del
colaborar juntos de los hombres. Nace del servicio al bien común
y_ se convierte en bien esencial de. las co1nunidades humanas.
»La cultura es, sobre todo,
un bien común de la naci6n».
«El hombre --dijo un año después, en París, ante la UNES­
CO,
el
2 de junio de
1980~, es el único suieto 6ntico de la
cultura;
es también su único ab¡eto y su término. La .cultura es
aquello a través de lo cual
el. hombre, en cuanto hombre, se hace
más hombre, "es" .más, ·accede--más al "ser"-» .. ; «La cultura se
sitúa siempre en relación esencial y,necesaria a lo que el hombre
es, mientras que la relación a lo que el hombre tiene, a su "te~
ne:t",_
no sólO es secundaria, sino totalrp_ente relativa».
Cuatro meses más tarde, en su encuentro con los hombres
de la
cultura en Río de Janeiro, del 1 de octubre, reiteraba: «La
verdadera cultura es
la humanización, mientras que la no cultura·
y las falsas culturas son deshumanizadoras. Por eso mismo, en la
elección de la cultura, el hombre comproJnete 'SU destino».
«La humanización -sigue
explican~, es

decir, el desarro­
llo del hombre, se efectúa en todos los
campos de

la realidad en
b que' el hombre está situado y se sitúa: en su espiritualidad y
corporeidad, en el universo, en la sociedad humana y divina. Se
trata de un desarrollo armónico, en
el cual todos los sectores de
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EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA' DE JUAN PABLO II
los que forma parte el hombre se enlazan unos con otros: la cul­
tura no se refiere ni únicamente al espíritu, ni únicamente .al
cuerpo, y tampoco únicamente a la individualidad, ni a la socia­
bilidad o universalidad. La reducción·
ad unum da lugar siempre
a culturas deshumanizadoras, en las cuales el hombre es
espiri. ·
tualizado

o es
materializado, es

disociado o es
despersonalizado.
La

cultura tiene como fin esencial promover el ser del
hombre
y proporcionarle los bienes necesarios para el desarrollo de su ser
individual
y social».
«La cultura, cultivo del hombre en todas sus facultades
y ex'
presiones,

no es solamente promoción del pensamiento o de la
acción, sino que es, también, formación de la conciencia. A causa
de la educación imperfecta o nula
de. la conciencia,· el puro . cono..
cimi.,"nto
puede

dar origen a un humanismo orgulloso puramente
terrestre; la acción
y el placer pueden originar seudoculturas de
una productividad incontrolada, en beneficio del poderío nacio­
nal o del consumismo privado, .que tienen
como consecuencia fu­
nestos peligros de guerra y gravísimas crisis económicas.
»La

promoción del conocimiento es indispensable, pero es in­
suficiente cuando no va acompañado por la cultura moral.
·
>>La cultura animi debe

promover juntamente
la instrucción
y la educación, debe instruir al hombre en el conocimiento de la
realidad, pero al mismo
¡iempo educarlo
para ser hombre en
1~
totalidad

de su ser
y de sus relaciones. Ahora bien, el hombre no
puede ser plenamente lo que es, no puede realizar totalmente su
humanidad, si no vive la transcendencia
de. su

propio ser sobre
el mundo y su relación con Dios ... ».
No perdamos de vista que --conforme explicó el mismo Papa
en su catequesis durante
la audiencia general del miércoles 19
de noviembre
de 1978- «el cristianismo es antropocéntrico y,
al lD.i'smo tiempo es ·teocéntrico1-gracias a su-antropocentrismo sin­
gular». Por eso, su humanismo .es teocéntrico y abarca
lo huma­
to en todas sus dimensiones.
En esa perspectiva plena de la cultura, el mismo JuAN PA,
BLO II, en su discurso al Congreso Internacional De anima in
doctrina

Sancfi
·rbomae de
hominis, el día 4 de enero de
1986,
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
precisaba: «Hoy en el mundo de la cultura es fuerte la exigen­
cia
de evitat una antropologia "dualilsta"

que contrapone alma
y cuerpo de una forma casi hostil». Como enseñ6 el Concilio
La­
teranense IV y reflej6 SANT.o TOMÁS (S. Th., 1, 75, prae), la na­
turaleza del hombre es
quasi communem

ex
spiritu et
corpore
constitutam;
y, aunque, por ello, se considere al hombre essentia
composita (S. Tb., 1, 16, 1), suhstantia composita (Cont. Gen.,
III, <:. 68), «su ser es solamente uno: Unum esse substantiae inte•
llectualis et materiae corporalis (ib.), Unum esse formae et ma'
teriae
(ib.),
donde el alma es la forma
y el cuerpo, la materia».
6. De ahí la necesidad
de que

la fe encarne en
la cultura,
como
el mismo Papa explicó el 3 de noviembre de 1984, en su
discurso a los profesores·
y alumnos de la Universidad de Pavía:
«La historia misma de
_ las

universidades, tal como surgieron en
el Medievo, y se desarrollaron en
la Edad Moderna, es testigo de
la
estrecha urdimbre entre fe

y cultura, que también hoy
· exige
una

nueva
clara y s6lida coniiguraci6n. En efecto, las dos matri­
ces se inspiran, aunque con óptica diversa, en el estudio del hom­
bre, de sus diversas capacidades que, si bien son justamente ca­ nalizadas, enriquecen al hombre mismo. No hay competencia en­
tre
1a ciencia y la fe por lo que respecta al hombre: más bien
existe complementariedad, ya que la ciencia, por
sí sola, no con­
sigue satisfacer la exigencia
de absoluto que no

se puede supri­
mir
. del

corazón del hombre. Una ciencia, no desvinculada ni
enemiga de la fe, ayndará al hombre
a salir

de la maraña de sus
problemas, a encontrar soluciones que lo liberen de la esclavi­
tud del pecado y del egoísmo y le abran a la esperanza, que se apoya en Dios, creador de todo don perfecto». Por eso,
la Iglesia se ha. preocupado siempre de evangelizar
encarnando el Evagelio en las culturas. «Es preciso, pues
- JuAN PABLO II el 13 de septiembre de 1985, en su alocución a
los intelectuales y universitarios,
.,n el
Palacio de Congresos de
Yaundé---, realizar un
esfuerzo incansable

de inculturación para
lograr que la fe no sea superficial. Pero, tampoco hay que olvi­
darlo, el mensaje evangélico no viene s6lo a consolidar lo hu­
mano tal cual: también desempeña
un papel
profético
y critico».
912
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE JUAN PABLO II
Desde los comienzos se planteó la Iglesia el problema de la
cultura en relación con la fe --explic6 el 15 de diciembre de
1983 a los hombres de la cultura con
ocasión del
Jubileo de la
· Redención-,

«tanto en el ambiente judaico, orgulloso de los
grandes prodigios y signos realizados por Dios con el pueblo
ele­
gido,

como también en el helenista, acostumbrado desde siglos a
las sutilezas de la lógica y de la
filosofía»; y,

después, a lo largo
de los siglos, en ambientes "culturales" diversos y lejanos en
el
espacio». Planteándose, ya -al principio de la patrística, e impo­
niéndose en el siglo
u la
concepción de San Justino, «abierta y
respetuosa con la cultura humana», que ve innata la semilla del
Verbo en todo el género humano.
7. Esta encarnación de
fo religiosa y cultura, que arraiga en
primer
lugar en

la familia, «primera y fundamental comunidad hu­
mana», de la que depende
la vida de toda sociedad, nación y Es­
tado (alocución a los peregrinos en torno a la Virgen Negra el
5 de junio de
1979);' primer

nivel de la vida humana
(hornilla
en

la misa del mismo
día a
los peregrinos de la Baja Silesia y
Silesia de Opola), «situada en el centro mismo del bien
coruún
en

sus varias dimensiones» ( catequesis en la audiencia del 3 de
enero de 1979), iglesia doméstica
(Lumen gentium ), crisol edu­
cativo, puesto que en
ella se da la primera transmisión de la cul­
tura ( discurso de 26 de enero de 1979 a los participantes a un
simposio
de pastoral familiar en Europa) y que forma la cultura
popular,
«o sea, aquel conjunto de principios y valores que cons­
tituyen
el ethos de un pueblo, la fuerza que lo unifica en pro­
fundidad y que la experiencia históricá ha hecho madurar quizás
con el duro precio de grandes dolores colectivos, constituyendo
un fundamento común, antes y más
allá de las diversas orienta­
ciones ideológicas y
políticas». Con

estas últimas palabras se ex­
presó
JUAN PABLO

II, en alocución a los obispos de Lombardía,
en su visita
ad Limina Apostolorum del 15 de febrero de 1982,
y
les añadía: «Una tal
cultura popular es, en su mayor parte, den­
tro de vuestra región, obra de la fe cristiana y de la educación
impartida durante siglos por la Iglesia» y constituye
«el patri­
monio cultural de nuestras regiones», existiendo «urra eVidente
913
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
correlación entre cultura popular y fe del pueblo», que hace pre­
ciso «respetar la contextura cristiana de este patrimonio, su ca­ rácter permanente
y siempre actual, más allá de las vicisitudes
de
la historia».
Los niveles
~e fa vida humana y de su cultura van ascendien­
do hacia. la nación eÍl unidad de amo!', necesariamente, «si quiere
constituir
una unidad indisoluble», «tendente a consiruir la justa
unidad entre los
hijos de la misma patria», en un esfuerzo acom­
pañado «del
a.mor hacia
esa patria,
amor hacia
su cultura
y su
historia, amor hacia

sus valores específicos, que deciden sobre su
posición en la gran familia de las naciones; amor, en fin, hacia
los connacionales, hombres que
hablan la

misma lengua
y son
respo_nsables en -la. causa común que se llama patria», como ex­
puso en ·S\1,citada .homilía a los peregrinos de .la Baja Silesia y
la Silesia de Opole.
La

Iglesia -dijo en su saludo a la comunidad polaca, en la
Karlsplatz de Viena, el 12 de septiembre de 1983- «no es sólo
coni,urldad de

personas
individuales unidas
por modos
de pen­
sar, valores, experiencias, fe, tradición, civilización, es decir, cul­
tura en su significado
más amplio.
Esta
síntesis la hacen los in­
dividuos, pero también el espíritu de la nación configura de al­
guna manera a cada hombre y forma a generaciones enteras. La
nación es fuerza e impnlso que crea sin cesar· valores nuevos, plas­
ma la imagen de la vida en. la
patria y en la familia humana, cons­
tituye·
.el futuro».
Pero

la encamación
religiosa en la cultura no se ha produci­
do
ni produce de igual modo ni con la misma intensidad y con
igual
pureza en todas las

familias, puehlos, regiones y naciones
civilizadas.
Hay naciones
qué tienen ·o han tenido una especial alianza
con la

Divina Sabiduría Eterna que, sin embargo, puede perder­
se
y de.hecho algunas la han perdido. Su retorno sólo podrá pro­
ducirse con una
nueva evangelización
(como ha comentado el
P. ANDRÉ-VINCENT, 0. P. (La doctrine socia/e de Jean Paul II,
París, Ed. France Empire, 1983, cap. n, pág. 28, comentando el
discurso del
Papa; de

1980, en Le
Bourget).
914
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE.JUAN PABW II
Así, el propio JUAN PABLO II --en su citado saludo en la
Karlsplatz de

Viena- señal6 que
el Dios omnipotente, el Dios
de la historia, de los hombres y de
.las naciones ha elegido a al­
gunas «por
heredad suya y las ha salvado de prueba_s y experien­
cias incluso inmortales», recordando y rindiendo homenaje al rey
Juan
III Sobieski, «porque defendi6 a la patria amenazada por
el
enemigo y se
esfoo:6 por
defender a Europa, a
la!glesia y
a
la cultura cristiana cuando éstas se encontraban ante un peligro
de muerte».
Semejante ha sido también la misión histórica de España
(dr. el cap. IV,
El sentido religioso de nuestra historia, del libro
de
RAFAEL GAMBRA, La unida4,.religiosa y el derrotismo católi­
co, Premio Vedruna 1965, Sevilla, Ed. Católica Española, 1965,
págs.
70-y sigs.). JUAN PABLO II en su saludo a los reyes, a las
autoridades, a la Iglesia y al pueblo en
el aeropuerto de Bara­
jas.·el 7

de noviembre de 1982 -después de recordar de nuestra
España: «que fue conquistada para
la fe por afán misionero de
los siete varones .apostólicos; que propició
la conversión a la Je
de

los pueblos ·visigodos de Toledo; que fue
la gran

meta de las
peregrinaciones europeas a Santiago; que
vivi6_ la

empresa de la
Reconquista; que descubrió y evangeliz6 América; que iluminó
la ciencia desde Alcalá y Salamanca y la teología en
Trento»»-c-,
declaraba:

«Vengo atraído .por una historia admirable de
fidcli­
dad a la Iglesia y-de servicio a la misma, escrita en empresas
apostólicas y en tantas grandes figuras que renovaron esa lgle,
sia,

fortalecieron su
fe, la defendieron en momentos difíciles y
le dieron nuevos hijos en enteros continentes». España, nación
de naciones, forjó su unidad nacional en, la tarea común de la cru­
zada de
la Reconquista frente al Islam y en la extensión de la
Cristiandad por ultramar. Tanto que, como ha dejado escrito
MENÉNDEZ Y

PELAYO,
en el epílogo de su Historia de los hete­
rodoxos españoles:
«Sólo por la unidad de creencia adquiere un
pueblo vida propia y conciencia de su fuerza unánime» .
. .
«Esta
unidad se
la dio a España el Cristianismo» . . . «España, evange­
lizadora de la mitad del orbe; España, martillo
de herejes, luz de
Tren
to, espada de Roma, cuua de San Ignacio ... , , esa es nuestra
915
Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLET DE GOYTISOLO
grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe
de perderse,
Espafia volverá
al cantonalismo de los Arevacos·
y
de los Vectones, o de los reyes de Taifas».
¿Y Europa? ¿Qué significa en ella el cristianismo?
¿Cuál
ha

sido su
misión y
su grandeza? ¿Cuáles las causas de su
cri,
sis?

¿ Cuál es su camino y su futuro?
Volvemos a
enlazar con el final del epígrafe I, 4, para exa­
minar esto, a

continuación, a
la luz de las enseñanzas de JUAN PA­
BLO 11.
Ill
EL CRISTIAN~SMO Y LA FORMACIÓN CULTURAL· DE EUROPA
8. «La Iglesia y Europa ---dijo en su discurso a los partici­
pantes en
el V Simposio del Consejo de las Comunidades Epis­
copales Europeas-. Son dos. realidades íntimamente unidas en su ser y en su destino. Han realizado. juntas un recorrido de si­
glos
y permanecen marcadas por la misma historia. Europa fue
bautizada por· el cristianismo;· y las naciones europeas, en su di­
versidad, han dado cuerpo a la existencia cristiana. En su en­
cuentro- se han enriquecido -mutuamente con valotes que no s61o
han venido. a ser el alma de la civfüzación europea, sino tam­
bién patrimonio de toda la humanidad. Si en el curso de crisis
sucesivas
la cultura europea ha intentado tomar sus distancias de
la
fe y de la Iglesia, eso que entonces fue proclamado como un
deseo de emancipación
·y de W:tonomía, era
en realidad una cri- ·
sís interior en.Ja ·misma conciencia éuropea,_ puesta a prueba y
tentada en su identidad profunda, en sus opci les
y en su destino histórico». , ·
Pero, ¿cómo entiende

que nace esto que se ha llamado Euro­
pa
y se produce su .unión «en su ser y su destino» a la Iglesia?
«El africano San Agustín, obispo de Hipona, vibraba de en­
tusiasmo por Roma "caput gentium»; y cuando los soldados de
Alarico -la invadieron
y saquearon en el 410, meditando él so-
· 916
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE JUAN PAJJLO II
bre el plan providencial de Dios, afirmaba que estaba a punto
de desaparecer la Roma pagana para dar lugar a la Roma cris­
tiana; y lleno de admiración
por las vieja, virtudes

éticas de los
romanos que habían conseguido .crear un impetio glprioso, in­
vitaba a los cristianos a seguir su ejemplo ... ».
Este fue el «trabajo gigantesco» que comenzó San Benito y
del que nació Europa, como JUAN PABLO II explica en su homi­
lía de

la solemnidad de
fa Santa Madre de Dios en la Jornada
mundial
de la Paz, el 1 de enero de 1980: «Efectivamente, en
cierto

sentido, Europa nació después del período del gran
impe­
·rio
romano.

Al nacer de sus estructuras culturales,
ha sacado de
nuevo, gracias al espíritu benedictino de ese patrimonio y ha
encarnado en la herencia de la cultura europea y universal todo
lo que de otro modo se hubiera perdido» ... «De ese modo San
Benito, que vivió al
fin de la antigüedad, ·haée de salvaguardia
de esa herencia que
la antigüedad ha transmitido al hombre euto­
peo y a la humanidad. Simultáneamente está en el umbral de los
tiempos nuevos, en los albores de esa. Europa que nacía enton­
ces, del crisol de las migraciones de nuevos pueblos. El abraza
con su espíritu también a la Europa del fututo. No sólo en
el
silencio de las bibliotecas benedictinas y en .los "scriptoria" na­
cen y se conservan las obras de
la cultuta espiritual, sino en tor­
no a las abadías se forman
también los centros activos
del
tra­
bajo, en especial el de los campos; así se desarrollan el 'ingenio
y

la capacidad humana, que constituyen la levaduta del gran pro­
ceso de la civilización».
· «Benito

-dijo JuAN PABLO II en
el acto europeísta celebra­
do en
la Catedral de Santiago de Compostela el 9 de noviembre
de 1982-
supo aunar
la romanidad con el Evangelio, el sentido
de la universalidad y del derecho con el valor de Dios. y de la
persona humana. Con su conocida frase: ora et labora -reza y
trabaja-, nos
ha dejado una regla, válida aún. hoy, pata el equi­
librio de la persona y de la sociedad, amenazadas por el prevale­
cer del tener sobre el
ser».
Partiendo, como San ~enito, de la «afirmación de las exi­
gencias superiores del hombre», --explicaría. el 17 de mayo de
917
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO ·
1981 a los peregrinos de Croacia y Eslovenia-, «actuaron en
h historia y en la cultura de los pueblos eslavos, hacia media­
dos del siglo
IX, los dos grandes hermanos Cirilo y Metodio, pro­
cedentes de Oriente, Ellos, formados en Constantinopla, apor­
taron la contribución
de la antigua. cultura griéga y de la tradi­
ción de la Iglesia oriental, la cual,
de esa manera, se introdujo
profundamente
en la formación religiosa y civil de pueblos que
han colaborado de
manera relevante

en
Ja construcción·
de la
Europa moderna. »Cirilo
· y Metodio, como )3enito, testigos de diferentes cu!-·
turas. que en ellos idealmente se encuentran e . integran, funda­
ron su
obra· civilizadora sobre
el anuncio del Evangelio
y de. los
valores
que emanan de
él .. Este idéntico· anuncio ha ·sido. Jnstru­
mento de recíproco conocimiento y de unión entre los diferen­
tes pueblos de Europa, asegurándole un patrimonio espiritual
y cúltural común».
De la obra de los santos· Cirilo
y· Metodio
se ha ocupado
es­
pecialmente JUAN PABLO II en su carta~clica Slavorum Apos­
toli.
:«Los heí:manÓs de Salónica _;_,jice-eran herederos no sólo
dé la fe, sino· también de la cultura de la antigua Grecia, conti­
nuada por Bizancio; Todos saben

la importancia que esta heren­
cia tiene para toda la cultura europea
y, directa

o indirectamente,
para
la cultura universal. En la obra de evangelización que ellos
llevaron a
'cabo, como

pioneros en los territorios habitados por
los pueblos eslavos, está contenido, al mismo tiempo, un modelo
de lo que hoy el nombre de "inculturación" -encarnación del
Evangelio en las culturas autóctonas- y, a la vez, la introduc­ ción de éstas en la vida de la Iglesia» (n. 21). «Su obra
constituye una

contribución eminente
para la
for­
mación de
las comunes rafees cristianas de Europa; · raíces que,
por su solidez y vitalidad, constituyen uno de los más firmes
puntos
. de

referencia del que no puede prescindir todo intento
serio por recomponer de modo nuevo y
actual la unidad del
continente» (n
.. 26).
«Cirilo

y Metodio son como los eslabones de unión, o como
918
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE,]UAN PABLO II
un puente espiritual, entre la tradición oriental y la occidental,
que concluye en la única gran
tradición de la Iglesia universal.
Para nosotros son
paladlnes y

a
la vez patronos en el esfuerzo
ecuménico de las Iglesias hermanas de Oriente y Occidente para
volver
a· encontrar,

mediante el diálogo y
la oración, la unidad
visible en
la comunión perfecta y. total» (n. 27).
Y en fecha muy reciente,
el 18 de octubre. último, en Fran­
cia, insisúa ante los representantes del mundo de la cultura ..
« ... no; puedo eximirme -ante representación tan elegida y
tan numerosa del
máximo organismo
de
la Comunidad Europea­
de recordar una vez más las
· raíces

cristianas de Europa;
a las
que la Sede Apostólica no ha dejado de hacer referencia para
valorar
la conciencia de la matriz. común; ni de subrayar el es­
fuerzo

por. conservar esa
fisonomía, que

ha impregnado
profun­
.
damente

las formas de la vida. pública, de
1a cultura, del arte,
de la literatura en Europa.
»Me basta recotdar, por lo demás, como símbolo
y prenda
de·

esta continuidad espiritual, la·
proclamación de

San·
Benito y
de los Santos herinanos Cirilo y Metodio como Parrones de Euro­
pa; y confío una vez más a aquellos grandísimos genios de fe
y de cultura, a aquellos poderosos intercesores en la Iglesia de
Dios,
la suerte futura de nuestro antiguo continente, que tanto
·tiene todavía que

decir y dar a
la humanidad de hoy.
»Y, al igual que desde Santiago de Compostela en el año
19.82, todavía hoy desde Florencia, grito a Europa: "Vuelve a
encontrarte. Sé tú
mi.sma. Descubre
tus orígenes
•. Aviva tus raí­
ces.

Revive aquellos valores
auténticos. que hicieron gloriosa
tu
historia y benéfica tu presencia en los demás
continentes, ..

, Tú
puedes ser todavía
, faro

de civilización y
estimulo de

progreso
para el mundo"»
9. · El cristianismo no sólo. ere6 el ser de Europa sino que
la
· defendió y. definió constitutivamente,

según sigue
explican­
do. JUAN PABLO. II.
«La historia de la formación de las naciones .europeas -,-día
ría también en la catedral compos.telana- va a la par con su evan-
919
Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLET DE GOYTISOLO
lizadón; · hasta el punto de que las fronteras europeas coinciden
con
las de la penetración del Evangelio. Después de veinte siglos
de historia, no obstante · los conflictos sangrientos que han
en,
frentado

a los pueblos
de Éuropa, y a pesar de las crisis espiri­
ruales que han marcado la vida del .continente -hasta poner a
la conciencia de nuestro tiempo graves interrogantes sobre
· su
suerte

futura- se debe afirmar que la identidad europea es in­
comprensible sin el cristianismo,
y que precisamente en él se ha­
llan aquellas raíces comunes, de las que
ha madurado la civili­
zación del continente, su cultura, su dinamismo, su actividad, su
capacidad de expansión constructiva también en los demás con­ tinentes; en una palabra, todo lo que constiruye su gloria.
» Y todavía en nuestros días, el alma
de Europa permanece
unida porque, además de
s11 origen

común, tiene idénticos valores
cristianos, como son los de la dignidad de la persona humana, del
profundo sentimiento de justicia
y libertad, de laboriosidad, de
espíritu de iniciativa, de amor a la familia, de respeto a
la' vida,
de

tolerancia
y de deseo de cooperación y de paz, que son notas
que la caracterizan».
a)
El cristianismo supo defender Europa, en España, en el
Mediterráneo, en Polonia, en Austria.
Los nombres
de los reyes
San Fernando,
San Luis,

San Estanislao, de Juan Sobieski, son
evocadores.
·
El

del rey de Polonia
lo recordó JUAN PABLO II en el Santua­
rio de
Jasna Gota

el 3
de junio de 1979: «Es difícil considerar
nuestro gran jubileo del 900 aniversario de la muerte de San Es­
tanislao, prescindiendo del contexto· europeo;
Asf como

es
dif¡,
cil considerar y vivir él milenio del bautismo de Polonia sin re­
ferirse a ese contexto.
H.óy día, dicho contexto se ha extendido
más allá de Europa, sobre todo porque los hijos
y las hijas de
tantas naciones europeas
-entre ellos

también los
polacos--han
poblado.
y formado la vida social de otros continentes. Sin em­
bargo, el contexto
europeo está
aquí indudablemente en las mis­
mas bases. Y a las
mencionadas analogías

de la causa de San Es­
tanislao con

las de otras naciones
y Estados del mismo periodo
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE JUAN PABLO II
histórico, demuestran claramente que la Polonia del siglo xr
formaba parte de Europa
y participaba en sus problemas, tanto
en
la vida de la Iglesia como en la de las comunidades políti­
cas de aquel tiempo». Al rey Juan III Sobieski lo evocó en la Karlplatz, al conme"
morar el 300 aniversario de la batalla de Viena, el 12 de
septiem'
bre

de
1983: «Aquí, en Viena, queremos rendir homenaje al
rey Juan III Sobieski, porque defendió
.a la
patria
amenazada
por

el enemigo y se esforzó por defender a Europa,· a
la Iglesia
y a
la cultura cristiana, cuando éstas se encontraban ante un pe­
ligro de muerte. Queremos dar gracias a Dios, por la victoria
obtenida hace 300 años, aproximadamente: Recordamos a los ejércitos a las órdenes
del rey, sobre todo a nuestros compatrio­
tas, que con
la caballería combatieron en Viena. Recordamos y
rendimos honor al sacrificio y valentía con que vinieron;
por
medio

de ellos venció Dios. Les ilumina la
Juz secular,
y la mis­
ma luz de Dios ilumine nuestros caminos, los caminos de las ge­
neraciones contemporáneas de hermanos y hermanas nuestros de la patria y de toda la tierra.
Conduzca esta

luz a la victoria de las
razones buenas, de la causa justa, del bien,
de la verdad, el amor
y la solidaridad humana interpersonal e internacional».
b) El cristianismo uni6 cultural y religiosamente Europa.
«Este continente -expuso JuAN PABLO II en Bruselas en
su discurso a las Comunidades Económicas Europeas el 20 de
mayo de
J 985-ha sido siempre lugar de encuentros, una vasta
encrucijada donde los pueblos se han desplaz.ado, suplantado o
aliado. Desde el momento en que el imperio romano
configura
por

primera vez a Europa extendiéndose desde la cuenca del
Me­
diterráneo,

la unidad que ella conoce durante algún tiempo es
fruto de la fusión de corrientes griegas y latinas, asociadas pron­
to con los antiguos pueblos, de occidente a oriente. Después, y
al precio de muchas rivalidades y conflictos, las entidades polí­
ticas ven cambiar continuamente sus zonas de influencia, especial­
mente con la llegada de pueblos diferentes, en el curso de lo que
bien puede todavía llamarse "invasiones"; El cristianismo nece-
921
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
sitará siglos para acercarse a los diversos pueblos y contribuir en
profµndidad. a que elementos tan dispares compartan la cohesión
de una
inspiración. común,

en la complementariedad de
.Roma y
de

Bizancio. Fue así como apareció una cierta unidad de
civili­
zación

a favor
de intensas corrientes de intercambio. Podemos
recordar la acción fecnoda de los
discípulos de
San Benito, de
los de mi predecesor
PABL() VI, que dedan que llevaban al mis·
mo .. demp() "la cruz, el lil,ro y· el arado" (breve Pacis nuntius,
24 de octubre de 1964 )»,
Todavía somos «herederos de esos largos siglos en los que
se formó en Europa noa civilización inspirada en el
cristianis­
. mo» ... ~ <~príncipes y mercader~, peregrinos y sabios, artistas y
hombres de espiritualidad recorren los caminos; son los agentes
y los testigos de un impresionante desarrollo de la inteligencia
especulativa
y práctica, y de empujes espirituales que reavivan el
sentido
evangélico de

la pobreza, de la apertura a los demás, de
la esperanza. En el período medieval, en una cierta cohesión de
todo el continente, Europa construye noa brillante civilización
de la que quedan muchas conquistas. Esto no impide las
perver­
siones

de los valores que el hombre querría defender y la falta de
armonía en noa cultura ebria de sus conquistas».
«Nuestros antepasados, sin embargo; abrieron también
ca·
minos

hacia otras tierras habitadas. Impelidos por
el deseo de
conocer este mundo confiado al hombre, y habiendo progresado
en las técnicas, parten hacia el descubrimiento de continentes
nuevos para ellos. ¡Sorprendente aventura! Van a implantar la
cruz, a hacer compartir la esperanza cristiana, a difundir su pro­
greso intelectual y técnico. Pero también son conquistadores, van.
a

implantar su cultura, hacen suyas las riquezas de otros grupos
étnicos, cuyas propias tradiciones desprecian a menudo, y con frecuencia los someten cruelmente a su poder.
De este modo, la
relación de los europeos con los hombres de otros continentes es ambigua: llevaron consigo a otros lugares tanto su genio como
sus debilidades, su generosidad con su afán de poder y de
ri­
qu.ezas, su capacidad de progr~so humano y de fe, así como sus
excesos y sus defectos».
922
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE JUNI PABLO II
c) La unidad cultural europea la pondría de relfove du­
rante las

Vísperas Europeas en la Heldenplatz de Viena
el 10 de
septiembre de 1983: «La unidad cultural del continente euro­
peo -real a pesar de las persistentes crisis y tensiones-no se
entiende sin el contenido del mensaje cristiano. Este mensaje
-fundido de forma
magnífica con
el
espíritu antiguo--
consti­
tuye una herencia común a
la cual debe Europa su riqueza y su
fuerza,
la prosperidad floreciente del arte y la ciencia, la forma­
ción y la investigación, la filosofía y la
cultura del espíritu den­
tro

de la herencia de
la fe cristiaoa; la cultura europea se ha visto
impregnada de modo muy especial por la imagen cristiana del hombre.
· El

convencimiento de
la semejanza
divina del hombre
y de su condición de redimido por Cristo, el Hijo del hombre,
ha otorgado un fundamento histórico-salvífico al aprecio
y la dig­
nidad de la persona humana, al respeto de su derecho a un
de­
sarrollo

libre en el marco de la solidaridad
humaoa,..
«La

historia de Europa -dijo
JuAN PABLO II en el simpo­
sio sobre pastoral familiar en Europa el 26
de noviembre de
.1982-muestra cómo en ·diversos momentos hubo instituciones
creadoras de cultura y de civilización, en una síntesis fecunda de
cristianismo
)¡ humanismo. Basta pensar en el papel de los mo­
nasterios benedictinos y en las universidades que surgieron por toda Europa, desde París a Oxford, desde Bolonia a Cracovia,
desde
Praga a

Salamanca. La institución familiar, ya que está lla­
mada en
el proyecto salvífica de Dios a ser la institución educa­
tiva original y primera, debe reforzar siempre su presencia en
estas institu~iones creadoras de verdadera cultura».
Y en su . alocución dominical del 7 de septiembre del año
de 1986, desde la cumbre del Mont Blanc, insistía:
«Se trata de una unidad que tiene sus raíces en
el patrimo­
nio común de valores de los que viven las distintas culturas na­
cionales. Y el núcleo esencial de ese
patrimc;mio lo

constituyen
las verdades de
la fe cristiana. Una mirada retrospectiva a la his­
toria de
la formación de las naciones europeas reveila el papel
decisivo que han tenido en cada una de ellas la progresiva in~
culturación del Evangelio.
923
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
»Por esta razón, sobre la base de ese núcleo esencial de va­
lóres humanos
y cristianos, Europa puede intentar reconstruir
una

unidad renovada,
má.s sólida,
reconquistando así el lugar
significativo que

le corresponde en el camino de
la humanidad
hacia metas de auténtica ·civilización».
Notemos la compatibilidad de la universalidad de la cultu­
ra con el hecho de existir una cultura europea, una cultura de
cada país,
culturas regionales y locales .. Así expresaba JuAN PA­
BLO II --"-"n el Palacio de los Congresos de Saunde, el 13 de agos­
to de
1985-la universalidad de la cultura y su compatibilidad
con la cultura
original propia

de cada país, «asimilida como una
dimensión fúndamental de la existencia y del ser». Y en su co­ loquio del
19 de junio de este año de 1986, con ocasión del 40
aniversario de la revista· polaca Znak,
decía a

sus participantes:
«Habéis.lanzado así un puente entre el pasado
y el.presente con
el
fin de contemplar mejor el futuro. Los Santos Cirilo y Metodio
nos ayuden a comprender la
pluralidad y la unidad, es decir, el de­
recho a la diferencia
y la unidad esencial de la Iglesia y de Euro­
pa. Actualmente buscamos raíces cristianas de Europa, así como
los caminos de su evangelización, de una nueva evangelización.
Buscamos también los -medios para construir o ,recompOner su
unidad a pesar de las divisiones relígiosas, culturales y políticas».
El cristianismo

va ligado a la historia de la ciencia
y el arte
en Europa -como recordaría en el Centro de
los Congresos
de
Viena el 12 de septiembre de
1983.:..__: «en Europa, .en general, la
historia de la ciencia y el arte se
halla· ligada
de formas muy di­
versas con

la historia de la fe
y de la Iglesia. Esos lazos se han
visto disturbados
y han sido casi destruidos a veces por algunos
confictos. Pero éstos no tendrían que conducirnos a cerrar los
ojos ante
tantos resultados felíces, conseguidos

mediante el es­
fuerzo común, ni deben ser
un obstáculo

cara a
ún nuevo
diálo­
go entre la ciencia
y el arte y la Iglesia en bien del hombre».
924
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE JUAN PABLO II
IV
CÓMO SE CONSTITUYÓ ENTITATIVAMENTE EUROPA
10. Esa formación cultural de Europa, por el fermento del
cristianismo, le infunde una peculiar unidad constitutiva de su
ser. y de su salud
sociopolítica, de cuyo olvido

vienen los males
que
ha padecido, padece y le amenazan.
El sentido de la libertad
-en la
verdad y el
bien-del
hom­
bre en sus dimensiones personal y social, que comportan
la so­
lidaridad

y la subsidiariedad como principios rectores, son los.
focos de su verdadera unidad.
JuAN PABLO II en la perspectiva del cisma que separa las
Iglesias de Oriente y Occidente, advetía en su discurso a los re­
presentantes de las Iglesias
orientales y del mundo de la cultura,
en la
Basilica de

San Nicolás de Bari, el 26 de febrero de 1984:
«La unidad es el fruto maduro del
Espíritu; es

la forma que
sólo
el

amor puede dar a la vida; no es absorción
ni siquiera
fu­
sión» ..• «El

único camino transitable pasa por la
cillatación de
la

mente y del
corazón, que

presupone todo encuentro». Y lo ha
repetido
en la

encíclica
Slavorum apostoli (n. 18), unión «"no
es
absoción ni

siquiera
fusión" .. La unidad es el encuentro en la
verdad y
en el

amor que nos han sido dados por el Espíritu».
La misma encíclica va explicando el ejemplo de los santos
Cirilo y Metodio en
el terreno religioso y cultural.
En
el primer aspecto ambos santos: «Habían iniciado su mi­
sión por

mandato de Constantinopla, ellos buscaron, en un cier­
to sentido, que la misma fuese confirmada dirigiéndose a la Sede
Apostólica de Roma, centro visible de la unidad de la Iglesia,
De este modo, movidos por el sentido de su universalidad,
edic
ficaron la Iglesia como Iglesia, una, santa, católica y apostólica.
Esto se deduce, de la forma más transparente
y explícita, de todo
su comportamiento» . . . «La convicción de los santos hermanos
de Salónica, según

los cuales
la Iglesia local está llamada a enri­
quecer con sus propios dones el ,,pleroma" católico, estába en
925
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
perfecta armonía con su insiitución evangélica de que las dife­
rentes condiciones de vida de
cada Iglesia
cristiana nunca puede
justificar desacuerdos, discordias, rupturas en la profesión de la
única fe
y en la práctica de la caridad» (n. 13 ).
«La Iglesia es también católica porque sabe presentar en cada
contexto humano la verdad revelada,
custodiada intacta

por ella
en su contenido divino, de manera que se haga accesible a los
modos de pensar elevados
y a las. justas alpiraciones de cada hom­
bre
y de cada pueblo. Por otra parte, todo el patrimonio de bien,
que
cada generación transt!)Íte a

la posteridad junto con el don
inestimable de la vida,
constituye como una

variopinta e inmen­
sa cantidad

de teselas que componen el vivo mosaico del Pan­
tocrátor, el cual se manifestará en su total esplendor sólo en
h parusia.
»El Evangelio no lleva
al empobrecimiento o desaparición de
todo lo que
cada hombre,

pueblo
y nación; y cada cultura en la
historia, reconocen y realizan como bien, verdad y belleza. Es
más, el Evangelio induce
a. asimilar y desarrollar todos. estos va­
lores, a vivirlos con magnanimidad
y alegria y a completarlos
con la misteriosa
y sublime luz de la Revelación» (n. 18).
«La catolicidad de la Iglesia se manifiesta también en la
co­
rresponsabilidad · activa y en la colaboración generosa . de todos
en favor del bien común. La Iglesia realiza en todas partes su
propia universalidad acogiendo, uniendo
y elevando, en el modo
que le es propio
y con solicitud material, todo valor humano
auténtico. Al mismo tiempo, ella se afana, en cualquier área
geo­
gráfica
y en .cualquier situación histórica, en gana_r para Dios a
cada hombre.
y a todos los hombres, para unirlo; entre si y con
El en su
~erdad y en su amor.
»Cada hombre,

cada nación, cada
cultura y civilización tienen
una función propia que desarrollar
y un puesto propio en el mis­
terioso plan de Dios
y en la historia universal de la salvación»
(n. 19).
11. En el plano de la inculturación, sigue
la. misma
encícli­
ca: «Los dos hermanos no sólo desarrollaron su misión_ respetan~
926
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECTNA DE JUAN PABLO II
do plenamente la cultura existente entre los pueblos eslavos, sino
que, junto con la religión, la promovieron
y acrecentaron de for­
ma eminente e incesante» (n. 26 ). «Para la plena catolicidad, cada nación
y cada cultura tienen
un papel propio que desarrollar en el plan universal de salva­
ción. Cada tradición particular, cada Iglesia local, debe perma­
necer abierta
y atenta -a las otras Iglesias y tradiciones y, al mis­
mo tiempo, a la comunión uniVersal y católica; si permaneciese
cerrada en si misma correría el peligro de empobrecerse tam­
bién ella. »En la actuación del propio carisma, Cirilo y Metodio die­
ron una contribución decisiva a la construcción de Europa, no
sólo en la comunión religiosa cristiana, sino también con ~iras
a su unión civil y cultural. Ni aun hoy existe otra vía para su­
perar las tensiones
y reparar las rupturas y . antagonismos exis­
tentes, tanto en Europa como en el mundo, los cuales- amena­
zan con provocar una espantosa destrucción de, vida y de valo­
res.
Ser cristiano en nuestro
tiempo significa
ser
artlfice de co­
munión

en la Iglesia
y en la sociedad. A tal fin ayudan un espí­
ritu abierto hacia los hermanos, la mutua comprensión y la pron­
titud en la cooperación mediante un generoso intercambio, de los
bienes culturales y espirituales.
»En efecto, una
de las aspiraciones fundamentales de la hu­
manidad actual es la de volver a encontrar la unidad y la comu­
nión por una vida verdaderamente digna del hombre a nivel
mundial» ( n. 27 ).
12. En la proyección social
y política ha destacado JuAN
PABLO II; en su mensaje de este año 1986 a los presidentes de las
Conferencias episcopales Europeas:
«Europa también
es el con­
tinente de muchas comunidades nacionales que tienen una fiso­
nomía, cultura
y lengua propias: Este dato histórico ha hecho
más difícil, en cierto
modo, la

comunicación entre los distintos
pueblos
y ha dado origen también a tensiones dolorosas, por no
hablar de choques violentos. Pero la diversidad, si por una parte
obst_aculiza la comunicación, por otra la hace aún_ más necesaria
927
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
y fecunda. Las numerosas experiencias, si se confrontan entre si,
pueden

enriquecerse mutuamente».
Esto es perfectamente coherente con la concepción cultural,
social
y política de la doctrina social de la Iglesia, presidida por
los principios de la participación, solidaridad
. y subsidiariedad
-como resalta
d mismo JUAN PABLO II-, constitutivos de la
verdadera unidad que -como
repite--no
es absorción
ni siquiera
fusión.
«El pluralismo de las tradiciones, el pluralismo .de las cul­
turas,
el pluralismo de las hostorias, el pluralismo de las identi­
dades nacionales -afirma en Canadá, en su homilía durante la
misa .celebrada en
el Parque Bird's Hill, el 16 de septiembre de
1984- todo esto es compatible con la
unidad de ]a'sociedad».
Siendo

para esto preciso
-<;onforme el
cristianismo ha educado
a los fieles desde
la~ épocas

más antiguas-
«tener el sentimiento
de las responsabilidades bada el bien común de
la sociedad» ..
La Iglesia siempre ha tratado de guiar al hombre, no sólo
como
persona individual

sino en su inserción al bien común
social.
JuAN PABL.O II, en su alocución al Cuerpo Diplomático acre­
ditado

ante la Santa Sede, el 16 de enero de 1982,
exponía:
«como

escribí en
mi primera
encíclica
Redemptor bominis; ''el
hombre, en la plena verdad de su existencia, de su ser personal
y a la vez de su ser .comunitario y social. ~en el ámbito de la
sociedad
y de contextos tan diversos, en el ámbito de la propia
nación o pueblo
{y posiblemente aun .en los del clan o tribu}, en
el ámbito de toda la humanidad-, este hombre es el primer
camino que la Iglesia debe recorrer en el cumplimiento de su misión;
é1 es el camino primero y fundamental de la Iglesia, ca­
mino

trazado por Cristo
núsmo (n.
14).
Aquí se
encuentra
el
porqué de la acción incansable que la Iglesia realiza respecto del
hombre considerado como persona individual o a través de su
inserción en
el contexto público de su existencia.
»Al considerar
pr~samente esta
segunda dimensión -la
del ser comunitario
y social del hombre--es cuando aparece la
significación de los derechos . de cada pueblo, pues la nación es
la sociedad "natural" en
la que el hombre, a través de fafamilia,
928
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECI'NA DE JUAN PABLO II
viene al inundo y se forma su propia identidad social, es decir,
donde vive en una cultura determinada que
configura el

genio de
su pueblo e imprime en los.
h01'1bres, diversificándolos ·entre ellos;
las
características de

su personalidad y de su formaci6n. Como
dije en la prestigiosa sede
de.la UNESCO,

en París, el 2 de ju­
nio de 1980,
"la cultura es un modo específico del existir y
del ser del· hombre. El hombre vive siempre según una cul­
tura que le es propia y que, a su vez, crea entre los hombres. un
lazo que les es también propio, determinando el carácter inter­ humano. En la unidad de la cultura, como modo
propio de

la
existencia humana, hunde sus rafees al mismo tiempo la plurali­
dad· de

culturas
· en
cuyo seno vive el hombre. El hombre se
desarrolla en esta pluralidad sin perder, sin embargo, el contacto
esencial
con" la unidad de la cultura, en tanto que es dimensión
fundamental
y esencial de su existencia y de su ·ser"». •
De ahí la participaci6n, la solidaridad y ,la subsidiariedad, so­
cialmente básicas, que
e1 mismo Papa explicaría en su discurso
a la
Uni6n de .Juristas católicos italianos, el 10 de diciembre de
1984. Respecto de los principios de
participaci6n y solidaridad,
· señal6 que «el Concilio Vaticano II ha formulado también otro
principio para una
particip,¡ción efectiva
por parte
de· los
ele­
mentos sociales en la
edificaci6n de

la sociedad y esto se refiere,
tanto a cada uno de los. miembros
. como

a los mismos grupos
sp­
ciales.

Dice el concilio:
"Elfos (esto
es, cada uno de los miem­
bros) están obligados a dar ejemplo de sentido de responsabili­ dad y de servicio al bien común; así demostrarán también en los
hechos c6mo pueden armonizarse la autoridad
y la libertad, la
iniciativa personal
y la necesaria solidaridad del cuerpo social".
La crisis de la sociedad moderna no es
s6lo una
crisis de las ins­
tituciones, sino también profundamente una crisis moral del
hombre .mismo. Por estci, el Concilio Vaticano. II y toda la doc­
trina social insisten en que las reformas institucionales vayan
acompañadas por una renovación moral del hombre. Estos dos
elementos son interdependientes y ambos deben fundarse en
los
929
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
valores · morales para desarrollar en la sociedad de hoy una cul­
tura de solidaridad». Y centrándose en el principio de
subsidiariedad prosigue:
«Para llegar a esta finalidad hay que tener presente también que
la solidaridad del hombre se realiza generalmente a diversos ni­
veles y con diferente intensidad, desde
la familia

y los diversos
grupos e instituciones intermedias hasta el Estado
y la sociedad
internacional. El crecimiento de esta solidaridad depende mucho
de la capacidad de los cuerpos intermedios para ofrecer a sus miembros una auténtica posibilidad de corresponsabilidad
y de
servicio
y de. la capacidad de no convertirse en sistemas buro­
cráticos que aumentan la alienación social del hombre y de su
.
actitud

consumistica hacia la sociedad. No se puede esperar del
hcmbre un comportamiento de solidaridad plenamente desarro­ llada para con el Estado y la sociedad internacional, si no se ha
alimentado y practicado. también a nivel de grupos e institucio­
nes intermedias. También es éste un aspecto del principio de
subsidiariedad tan central en la actitud social de la Iglesia. E
incluso veo aquí una llamada especial para la Unión de Juristas
Católicos Italianos, es decir, la necesidad de una
reflexión par­
ticular

sabre cómo
pueden, ser
protegidos los cuerpos
interme-_
dios

del peligro de una esclerosis burocrática y cómo
pu~den lle­
gar

a ser centros de
auténtica solidáridad».
La

solidaridad de que
ha dotado el cristianismo a los pueblos
europeos entre sí ha sido
d cemento
principal
de Europa. Como
expuso JuAN PABLO II el
5 de abril de 1979 en su alocución
durante la audiencia que concedió a la Oficina de
1~ presiden­
cia

del Parlamento Europeo:
«Las partes unidas de este modo, evidentemente no olvidarán
que no constituyen ellas solas Europa entera; seguirán siendo
conscientes de su responsabilidad común respecto del porvenir de todo el continente, un continente que, por encima
.de sus

di­
visiones históricas, sus tensiones y conflictos, posee profunda so­
lidaridad, a la que ha contribuido enormemente el tener la mis­
ma fe cristiana».
930
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE JUAN PABLO II
V
LAS GRAVES ,FRACTURAS SUFRIDAS POR EUROPA
13. Sin embárgo, JuAN PABL!l II no ignora las graves frac­
turas ya en la misma Edad Media, en plena formación de Euro­
pa, en especial la derivada del
Cisma de

Occidente. En su antes
citado discurso del 20 de mayo de 1985 a las Comunidades Eco­
nómicas Europeas,
---después de

decir que «somos herederos de
esos largos siglos en que se formó en Europa una
civilización ins­
pirada

en el cristianismo»--, añade: «Pero también padecemos
las consecuencias duraderas -de graves fra_c_turas. Los cristianos
rompieron la comunión fraterna pedida por el Evangelio. En el
siglo
XI la triste separación de Roma y de Bizancio aleja durante
mucho tiempo Oriente de Occidente.
En siglos sucesivos se afian­
zan las nacionalidades. La organizadón social se modifica» ...
«Los Estados se enfrentan
y. se muestran conquistadores.

El
mundo cristiano conoce nuevas
rupturas: las

del siglo
XVI· son
profundas. Todavía no hemos sabido resteñar sus hetidas».
Ahondando en las consecuencias
de la primeta ruptura, en
su discurso en la Basílica de San Nicolás de Bari, del. 26
de fe­
brero de 1984, exponía:
«En varias ocasiones y de diversos modos
be afirmado que
Europa,
la del Este como la del Oeste, no puede comprender­
se a sf·misma -ni, por lo tanto, el sentido de su historia, el al­
cance y el significado de las profundas convulsiones que ha su­
frido o de las ideologías que han
dejado marca
en los surcos de
su historia- si prescinde de la tragedia de
la separación entre
Roma y Constantinopla.
» Hay lugares donde, al final de una
peregrinación, algunos
hilos

de la trama de las vidsitudes históricas europeas resultan
más nítidos. La presencia de los restos mortales de San Nicolás
hace de
Bári uno

de estos lugares.
»Las dos Iglesias hermanas han engendrado el dinamismo
espiritual de Europa, condicionando por esto mismo su destino,
931
Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLET DE GOYTISOLO
¿podrán abandonarla jamás a sí misma en mi momento tan crí­
tico de su historia? La Iglesia del ,Este como la del Oeste saben
amar todo lo
"fil" hoy, 'como ayer, se agita y fermenta entre los
pueblos de este continente, a los cuales se sienten indisoluble­
mente unidas con
la misteriosa identificación del amor, así como
saben qne están vinculadas a todos los pueblos que han escucha­
do el Evangelio en
algón período,

antiguo o reciente, de su his­
toria».
Respecto a las profundas rupturas del siglo xvr, explica la
Instrucci6n de la Doctrina de la Fe sobre libertad cristiana y li­
beraci6n (n. 6) que, «Lutero, partiendo de la lectura de San Pa­
blo, intentó luchar por la
liberación del

yugo de
la ley, repre-
sentado para él por la Iglesia de su tiempo».
'
La misma Instrucci6n prosigue: «Pero es sobre todo en el Si­
glo de
las Luces

y con
la Revolución francesa cuando resuena con
toda su fuerza
la llamada a la libertad. Desde entonces muchos
miran
la historia futura corno un irresistible proceso de libera­
ción que
debe conducir a una era en la que
el hombre, total­
mente libre al fin,
goce de la felicidad ya en esta tierra».
El hombre quiere liberarse. de
la Iglesia, de la naturaleza,
de todo poder, de la misma existencia de un Dios trascendente,
para autoproclamar «la libertad interior bajo la
forma . de

liber­
tad de pensamiento y libertad de decisión» (n. 9). Hasta
tal
punto . que: «En relación q,n el movimiento moderno de libera­
ción interior
qel hombre
hsy que constatar
· que
el esfuerzo con
miras a liberar el pensamiento
y la voluntad de sus límites ha
llegado hssta considerar que la moralidad como tal
constituía un
límite

irracional que el hombre,
decidido a
ser dueño de sí mis­
mo, tenía que superar.
»Es más, para muchos Dios mismo sería 1a _alienación . espe­
cífica del hombre; entre la afirmación de Dios y .la libertad hu­
mana
h~bría una
incompatibilidad radical. El hombre, rechazan­
do
la fe en Dios, llegaría a ser verdaderamente libre» (n. 18 ).
Esta es
la locura de Europa en la modernidad tan maravi­
llosamente diagnosticada· por DONOSO
CORTÉS y analizada pro­
fundamente por nuestro maestro ScrAcCA.
932
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE JUAN PABLO II
JuAN PABLO II pone el dedo en. la llaga de Europa al expli­
car a los participantes del V Simposio del
Conse¡o de. las Comu­
nidades Episcopales Europeas
de 1982.
«A esta luz del

cristianismo puede descubrirse en
la aven­
tura del
espíritu europeo las

tentaciones, las infidelidades y los
riesgos que son propios del hombre en su relación esencial con
Dios en Cristo. »Aún más profundamente podernos
afirmar que

estas prue­
bas, estas tentaciones y este resultado del drama europeo no sólo
interpelan al cristianismo y a
la Iglesia desde fuera, como una
dificultad o

un obstáculo.
ex.terno que
debe superar en la tarea
de evangelización, sino que en un sentido verdadero son inter­
nos al cristianismo y a
la Iglesia. El ateísmo europeo es un desa­
fío que está comprendido en
el horizonte de una conciencia cris­
tiana; se trata más de una rebelión contra Dios y de una infideli­
dad a Dios, que de una simple negación de Dios. El secularismo, que Europa ha difundido· por el mundo con peligro de agotar lo­
zanas culturas de los pueblos de otros continentes, se ha alimen­ tado y se alimenta en
la concepción bíblica de la creación y de
la relación hombre-cosmos. »La empresa
cientí:fico,técnica de
someter el mundo, ¿acaso
no está en la línea bíblica de
la misión que Dios-ha confiado al
hombre?
Y la

voluntad de poder
y de poseer, ¿no es la tenta­
ción
del hombre y del pueblo bajo el signo de la alianza con
Dios
...
?
»Podríamos continuar en nuestro análisis. Y descubritíamos,
acaso con admiración, que la crisis y
la tentación del hombre.
europeo y de Europa son crisis y tentaciones del cristianismo y
d~ la Iglesia en Europa».
VI
LA PÉRDIDA DE IDENTIDAD Y LA CRISIS QUE P,AOECE EUROPA
14. . El mismo Papa volvió a posar su mirada en esta Euro­
pa de hoy, enferma en sus raíces, durante su discurso en la Ca­
tedral de Santiago de Compostela de 1982.
933
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
«Dirijo mi miradá-a Europa como el continente que más ha
contribuido. al desarrollo del mundo, tanto en el terreno de las
ideas como en el del trabajo, en el de las ciencias
y las artes.
Y mientras bendigo al Señor por haberlo iluminado con su luz
evangélica desde los orígenes de la predicación apostólica, no puedo silenciar el estado de crisis en el que se encuentra, al aso­ marse al tercer milenio de la era cristiana.
»Hablo a
representantes de organizaciones

nacidas para la
cooperación europea
y a hermanos · en el Episcopado de las dis­
tintas Iglesias locales de Europa. La crisis alcanza la vida civil
como la religiosa. En el plano
éivil, Europa

se encuentra divi­
dida. Unas
fracruras innarurales

privan a sus pueblos del dere­
cho de encontrarse todos recíprocamente en un clima de amistad;
y de aunar libremente sus esfuerzos y creatividad al servicio de
una eónvivencia
pacífica, o

de una contribución solidaria
. a · la
resolución

de problemas que afectan a otros continentes.
La vida
civil se encuentra marcada por las consecuencias de ideologías
secularizadas, que van desde la negación de Dios o
la limitación
de la libertad a la preponderante importancia atribuida al éxito
económico respecto a los valores humanos del trabajo
y de la
producción; desde
el materialismo y el hedonismo, que atacan
lo, valores

de la familia
prolífica y unidad, los de · 1a vida recién
concebida
y la rutela moral de la juvenrud, a un "nihilismo" que
desarma la voluntad de afrontar problemas
crucialés como los de
los nuevos pobres, emigrantes, minorías étnicas y religiosas, recto
uso de los medios de
información, mientras

arma las manos del
terrorismo.
»Europa está, además, dividida en el aspecto religioso: No
tanto ni ptincipalmente por razón de las divisiones sucedidas
a través de los siglos, cuanto por la defección de bautizados
y
creyentes de las razones profundas de su fe y del vigor doctrinal
y moral de esa visión cristiana de la vida, que garantiza el equili­
brio a las personas
y comunidades».
Este diagnóstico lo ahonda pocos días después, en el V Sim­
posio del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas. «Las trágicas vicisitudes de este siglo, que han ensangren-
934
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EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE JUAN PABLO II
tado el suelo de Europa con espantosos conflictos fratricidas; la
implantación de regímenes autoritarios y totalitarios que han
negado y niegan la libertad y los derechos.
fundamentalfs del
hombre;

las dudas y reservas que
gravitan sobre
un progreso
que,
mientrasJI1anipula los

bienes del universo para incrementar
la opulencia y el bienestar, no s6lo menoscaba el "hábitat" del
hombte, sino que incluso construye tremendos mecanismos de
destrucción; el epílogo fatal de las
corrientes filos6fico-cultura­
les
y

de los movimientos de liheraci6n cerrados a la trascenden­
cia; todo
est" ha

terminado por desencantar al hombre europeo,
impulsándolo hacia el escepticismo, el relativismo,
sL es

que no
,le ha

hecho incluso precipitarse en el nihilismo, en la insignifi­
cancia y en la angustia existencial. »Esta contradicción y este desenfoque dramático e imprevis­
to parecen paradójicos y difíciles de explicar. Algunos dirán. que se trata de una crisis de
creciiniento, ligada

a
la naturaleza del
hombre, esencialmente caracterizada por la finitud,
y la historici­
dad de su condición. Pero el drama parece encerrar un
signifi­
cado más recóndito,

qne os corresponde desvelar plenamente a
vosotros, daodo su interpretación espiritual a la luz de una teo­
logía de la historia que contempla al hombre en diálogo de
li­
bertad con Dios y con su proyecto salvífico ... ».
Esta perspectiva general
--que tanto
insistía en recordar
nuestro llorado ScrACCA-
la· completao

analíticamente otros
textos del mismo JuAN PABLO II, que merece la pena clasificar
y examinar.
15. La descristianización de Europa y la tentación consen­
tida del ateísmo constituye el núcleo. central del mal que pade­
cemos.
El 6 de noviembre de 1981, en el Coloquio internacional
sobre
las. raíces cristiaoa~ comunes
de los
. pueblos
europeos,
JuAN PABLO

II aounciaba:
«Nos encontramos en una Europa en la que se hace cada vez
más fuerte la tentación del ateísmo y del escepticismo; en la que
arraiga una penosa incertidumbre moral, con la disgregación de
935
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
la familia y la degeneración de las costumbres; en la que domi­
na un peligroso conflicto de ideas y de movimientos. La crisis de
la civilización (Huizinga) y el ocaso de Oocidente (Spengler) sólo
significan la extrema actualidad
y necesidad de Cristo y del Evan­
gelio. El sentido cristiano del hombre, imagen de Dios, según
la teología griega tan amada por Cirilo y Metodio y profundiza­
da por San Agustín, es fa raíz de los puebloa de Europa, y es ne­
cesario remitirse a ello con amor y buena voluntad para dar
paz
y serenidad a nuestra época: sólo así se descubre el sen-.
tido humano de
la historia, que en realidad es "Historia de la
salvación"» . .
Notemos que el Papa advier,te que no ha sido espontánea la
descristianización ni la progresión de la irreligiosidad y el ateísmo
en Europa. En su mensaje de enero de este año
1986, a los
Presidentes de las Conferencias Episcopales de Europa, ha ha­
blado de «los esfuerzos que,
espe;,ialmente en

los últimos siglos
se han realizado, en diversas partes y a distintos niveles para
desartaigar del espíritu de los europeos Ías
. convicciones

cristia­
nas e incluso el mismo sentimiento religioso. El ateísmo ha co­
nocido en el
coiltinente una

difusión impresionante, sobre todo
en las formas del ateísmo·
cientifico y

del ateísmo humanístico,
refiriéndose ambas a la autoridad de la razón humana
y, por lo
que concierne al primero, a la autoridad de la razón iluminada
por los descubrimientos que
la ciencia va haciendo progresiva­
. mente».
Sin embargo, esto constituye la autonegación del propio ser
de Europa. Así lo destacó el Papa en el referido V Simposio de
las Conferencias Episcopales de Europa.
«Europa no podría abandonar el ctistianismo como compa­
ñero de viaje que se le ha hecho extraño,
fo mismo que un hom­
bre no puede abandonar sus
· tazones

de vivir
y de esperar, sin
caer en una crisis dramática.
»Por esto, las transformaciones de la conciencia europea, im­
pulsadas hasta las más radicales negaciones de la heredad cris­
tiana,
sólo siguen siendo· comprensibles

con referencia
· esencial
al

cristianismo. Las crisis del hombre europeo son las crisis del
936
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE JUAN PABLO 11
hombre cristiano. Las crisis de la cultura europea son las crisis
de la cultura cristiana. »Resulta sumamente significativo examinar
la metamorfosis
sufrida
pt>r el

espíritu europeo en este
último siglo. Europa está
hoy cruzada
_ por

corrientes, ideologías, ambiciones que se
que'
rría

fuesen extrañas a la
fe, cuando no, incluso, directamente
opuestas
al cristianismo. Pero es interesante poner de relieve
romo, partiendo

de sistemas y
de opciones que pretendían ab­
solutizar al

hombre y sus conquistas terrenas, se
ha llegado hoy
a poner en discusión precisamente
al hombre

mismo, su dignidad
y
-sus

valores
intrínsecos, sus

certezas eternas y su sed de ab­
soluto.
¿06;,de quedan

hoy las solemnes proclamas de cierto
científico que prometía abrir al hombre espacios indefinidos de
progreso y bienestar? ¿Dónde están las esperanzas
de que el
hombre, una vez proclamada la muerte de Dios, se colocaría -
finalmente

en el lugar de Dios en
el mundo
y en la historia,
comenzando una

era nueva de la que vencería por s! solo todos
los males
propios?».
16. Dé ah! sigue la pretensi6n de sustituir el Regnum Dei
para construir el regnum bominis, que está resultando una nue­
va y más gigantesca Torre de Babel (seguimos recordando a
SCIACCA).
JUAN PABLO II 1o ha señalado el 11 de octubre en su dis­
curso al Simposio de las Conferencias Episcopales de Europa.
~¿C6mo se
presenta la
imagen del hombre europeo "secula­
rizado"? Podemos decir que es un hombre tan comprometido
en la tarea de construir la "ciudad terrena" que ha perdido la
vista o excluido expresamente la "Ciudad de Dios". Dios perma­
nece fuera de su horizonte de vida. Pero el ate!smo
te6rico o
práctico se

refleja
;,ecesariamente en
la concepción antropológi­
ca.
Si el

hombre no es imagen de
-Dios y
no hace referencia a
nada más que a sí mismo, ¿qué valor tiene, por qué actúa y vive?
De hecho, la Europa que en el Oeste, en la filosofía y en la pra­
xis
ha declarado a veces la "muerte de Dios" y en el Este ha lle­
gado a imponerla ideológica y
políticamente, es

también la Euro-
937
Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLET DE GOYTISOLO
pa. en la que ha sido proclamada la "muerte del hombre" como persona y valor
trascendente. En
el
Oeste la
persona ha sido in­
molada al bienestar: en
el Este ha sido sacrificada a la estruc­
tura. Pero estas posturas se demuestran carentes de
per6pectivas
·
de

civilización convincentes. Por lo
demás, los
sistemas cultu­
rales, instituciones e ideologías que habían caracterizado la Euro­
pa de este siglo y originado "ingenuas utopías", han entrado en
crisis, bajo los golpes de
la misma racionalidad instrumental y
del imperio de la ciencia y
de la técnica. La universidad. -esta
gloriosa institución europea que
nació de
la Iglesia- se demues­
tra incapaz de elaborar un proyecto cultural aceptable. Ello quie­ re
decir. que

ha perdido
la misma función de guía de la cultura
en: la sociedad
. actual.

Hoy se vive y se lucha sobre todo por
el
poder y el bienestar, no por ideales».
A la crisis .religiosa sigue la crisis metafísica y, a ésta, la so­
cial y humana en sus propias realizaciones.
«En Occidente resulta por ello una sociedad compleja, plu­
ralista y polivalente en la que el individuo quiere recibir
sólo de
la

propia razón autónoma los fines, los valores
y los significados
de la vida y de su actividad, pero se encuentra a menudo andan­
do a ciegas en la
oscuridad de las certezas metafísicas, de los fi­
nes . últimos y de los puntos seguros de referencia ética. Este
hombre, que se querría
tan adulto, maduro, libre, es también
un hombre que huye
.de
la

libertad. para arrellanarse en
el con­
formismo, un .hombre c¡ue sufre de soledad, está amenazado por
varios malestares del
alma, trata

de alejar la muerte y está en
pavorosa pérdida de
esperanza».
17.

Ello ha traído un gravísimo desequilibrio entre
el enor­
me desarrollo de las ciencias
y de las técnicas y el debilitamiento
de los valores morales
y juríélicos. En . su discurso de Bruselas,
de 1985, a las Comunidades Económicas Europeas,
JuAN PABLO
II lo expone:
«Los últimos siglos que han modelado la Europa contempo­
ránea se caracterizan por una intensa expansión de la actividad
humana: asistimos a un rápido desarrollo de las ciencias y de las
938
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE JUAN PABLO 1I
técnicas. · Simultáneamente, la reflexión del hombre sobre sí mis­
mo explora las riquezas de la persona y las bases de la vida en
sociedad. Es la época en que
los· filósofos

marcan nuevas cami­
nos a
la actividad racional. Es el tiempo en el que grandes ju­
ristas acometen nuevamente
el estudio de los fundamentos del
derecho. Los valores de la libertad y la igualdad son reconocidos
como los primeros derechos del hombre. Todo esto conduce a nuevas visiones del mundo, a las revoluciones industriales, a pro­
fuudos cambios en las estructuras sociales.
»Sin embargo, el crecimiento de la riqueza
de todo tipo lleva
consigo

muy poco progreso en el terreno de la equidad. Los
par­
ticularismos

nacionales se agudizan, las luchas por la preponde­
rancia van jalonando la historia
de los poderes. Durante estos pe­
ríodos, una cierta embriaguez hace presa en
el hombre, conscien­
te de su capacidad de
·progreso. El

optimismo racionalista que le
inspiran sus conquistas le lleva. a la negación
de todo

ideal tras­
cendente que escape al control
de su propio genio. Diversas co­
rrientes de pensamiento, filosóficas e
ideológicas, desprestigian
la

adhesión a la
fe, y conducen a una sospecha frente a Dios que ·
repercute

en el hombre mismo, privándole de una plena con­
ciencia de su
razón de

vivir. Se busca
erigir en
absoluto el poder
del hombre o el dinamismo de su historia,
,pero como conse­
cuencia emergen ideologías
y sistemas políticos que dificultan el
ejercicio de la libertad del hombre y merman su capacidad de
generosidad. La negación práctica de muchos valores espirituales lleva al hombre
·a querer

satisfacer su afectividad a cualquier
precio y a atrinconat los
fundamentos de

la ética. Exige libertad
y huye de las responsabilidades: aspira a la opulencia y no con­
sigue
ha= desapatecer

de su lado la
¡,o breza; profesa la igual­
dad de todos y muy a menudo cede a la intolerancia. racial. A
pesar de ello, lo que reivindica para sí,
y de todo lo que en efec­
to le es accesible,
el hombre contemporáneo sufre la tentación
de la duda en
el sentido de su vida, de la angustia y del nihilismo.
» Podemos

decir que las
dos guerras

mundiales desencadena­
das sobre. este continente fueron consecuencia, y al mismo· tiem­
po reveladoras,. d,: la crisis hµmana por la que atraviesa la hu-
939
Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLBT DE GOYTISOW
manidad entera. Sentimos vértigo ante los innumerables muer­tos provocados por estos conflictos, las heridas
de cuerpos y co-
. razones,

las destrucciones masivas
y la terrible gravedad de las
faltas que condujeron a esta desgracia. Han pasado cuarenta
años pero las cicatrices continúan».
18. Como notó ScrACCA, el abandono de la búsqued¡¡ de
lo
verdadero y de lo bueno, considerados como conceptos reli­
giosos o metafísicos,
y su sustirución por la conquista de lo útil,
lo eficaz y lo lúdico ha conllevado la degradación de la "con­
ciencia".
JuAN PABLO II lo ha advertido, este mismo año 1986, en el
Congreso Internacional promovido
· por

el Instituto Po1aco de
Cultura.
«Tenéis razón al plantear el problema en términos de con­
ciencia. Europa-no debe agotar sus fuerzas vivas solamente en los
ámbitos económico, ideológico, político o
militar. La postura de­
cisiva será la calidad de
la rultura vivida al nivel de la con­
dencia europea.

Esta es la frontera donde se juega el futuro de
este continente y, en cierto sentido1 del mundo entero, pues
Europa ocupá un lugar de primer plano en la geografía cultural
del mundo».
Esta degradación de la «conciencia»
ha traído sus . secuelas
legislativas.
·
«De

acuerdo con esta mentalidad
-ha dicho el Papa en el
Simposio
de las Conferencias Episcopales Europeas de 1985-,
que parece común aunque con alguna diferencia en .el Este como .
en

el Oeste
--signo del

materialismo
inmanente y hedonista que
está en su
ba~, ha

hallado acogida el aborto.
La introducción
de la legislación permisiva del aborto se ha considerado como
la afirmación de un principio de libertad. Preguntémonos, en
cambio, si no es
el triunfo del principio del bienestar material y
del egoísmo sobre d valor más sacro, el de la vida humana. Se
ha
. dicho

que la Iglesia
habría· sido · derrotada
porque no ha
lo­
grado hacer que se acoja su norma moral. Pero yo pienso que,
en este trisúsimo e involutivo fenómeno,
qui<;n verdaderamente
940
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE JUAN PABLO 11
ha quedado derrotado ha sido el hombre, ha sido la mujer. Ha
quedado derrotado el médico, que ha renegado del juramento y
del título más noble de la
medicina: el

de defender
y salvar la
vida humana; ha sido verdaderamente derrotado el Estado "secu­
larizado", .que 'ha renunciado a la protección del fundamental
y
sacrosanto derecho a la vida, para convertirse en un instrumento
· de

un pretendido interés de
la colectividad y, a veces, se de­
muestra incapaz de tutelar
la observancia de sus mismas leyes
petmisivas, Europa deberá meditar sobre esta derrota».
Y esta pérdida de la conciencia ha. comportado
final­
mente, la degradación de las cosrumbres con inevitables conse­
cuencias

dañinas para
la sociedad, como lo son la disminución
de
la natalidad y la senectud demográfica que hoy padece toda
Europa, como el propio Papa recordó en el mismo simposio.
«La población europea, que en 1960 constituía el 25
% de
la población mundial, si continuase
la actual tendencia demo-
. gtáfica descendería,

a mitad del próximo siglo, al nivel de un
5 % . Son cifras que han llevado a algún responsable europeo a
hablar de un suicidio demográfico de Europa, Si esta involución
.
constituye

una fuente de preocupación, lo es sobre todo para
nosotros porque, si se observa en profundidad, aparece como
el
grave síntoma de una pérdida de voluntad de vida y de perspec­
tivas
abiertas al futuro,

y
aw, más,
de una profunda alienación
espiritual. Por ello no
debemo~. cansarnos

de decir
y repetir a
Europa: ¡Encuéntrate a ti misma! ¡Encuentra tu
alma!».
Ese

materialismo vivido, que reduce al hombre a animal con­
sumidor de bienes materiales, le priva progresivamente de su di­
mensión sobrenatural.
JUAN PABLO II lo había explicado en
Nursia el 23 de marzo de 1980.
«¿Hacia dónde camina el hombre?
»Las sociedades

y los hombres, en el curso de estos quince
siglos que nos separan del"·nacimiento de San
Benito de Nursia,
han llegado a ser los
he,,ederos de una

gran civilización, los here­
deros de sus victorias, p~ro también de sus derfutas,· de sus lu~
ces, pero también de sus sombras.
941
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
»Se tiene la impresión de que prevalace la economía sobre la
moral, de que prevalece la temporalidad sobre
la espiritualidad.
»Por una parte, la orientación
casi exclusiva hacia

el consumo
de los bienes materiales, quita_ a la vida humana su sentido más
profundo. Por otra parte, el
trabajo está

volviéndose en
muchos
casos

casi una coacción alienante pata el hombre, sometido al co­
lectivismo, y se separa,
casi a

cualquier precio, de la oración,
quitando a la vida humana la dimensión ultratemporal».
El circulo vicioso continúa girando sin hallar salida; pues en­
tre las «consecuencias negativas de certatse a los valores tras­
cendehtes» se

produce
-ceonio seguía

diciendo en
la misma homi:
lía~
«el

clima cada vez
más difundido

de tensión social, que
degenera tan frecuentemente en episodios absurdos de feroz· vio­
lencia terrorista».
VII
NECESIDAD DE VOLVER A LAS RAÍCES CRISTIANAS
19. Al diagnóstico debe seguir la adecuada terapéutica.
¿ Cuál es la que debe aplicarse hoy a Europa?
La

Europa más rica trata de unirse.
económicamente en
un
«mercado común», en
la llamada Comuniáad Econ6mica Euro­
pea.
Como ha dicho nuestro amigo JORGE UscATESCU (Carlo­
magno y el concepto de Europa, dr. Boletín de la Real Sociedad
Económica de amigos del
País, enero-marzo,
1986, págs. 28 y
siguientes), «abunda
el tétmino de "comunidad" estando lejos
de inspirar su contenido en la idea, noble y dinámica, de "co~
muiúdad", se_ quiere realizar. al margen y con -ignorancia expresa
de dos realidades inseparables de la idea misma de Europa». La
cultural y la de la plena territorialid,td de Europa, olvidando un
ancho trozo de ella.
Mientras resulta
que «las coordenadas eco­
nómicas són dominantes y donde
una burocracia abundant~, sea
patlamentaria

o no, está muy lejos de hacernos olvidar la ex-
942
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE JUAN PABLO II
presión despectiva del general De Gaulle, cuando empleaba el
epíteto de "apátrida" para designar a los funcionarios europeos al servicio de la unidad del Conrinente», En la citada
homilía de· Nursia, · con

ocasión
· del
XV cente­
nario de San Benito,
JuAN PABLO II

señaló otro
camino:
«Sólo

la conciencia
recuperada de la dimensión transcendente
del desrino humano puede conciliar el compromiso por su justi­
cia
y el respeto de la sacralidad de cada una de las vidas humanas
inocentes. Por esto
la Iglesia · italiana se· recoge hoy particular­
mente en ápremiante oración.
»No se puede vivir para el futuro sin intuir que el sentido de
la vida es mayor que la temporalidad, que está sobre ella. Si
la
sociedad y los hombres de nuestro conrinente. han perdido el in­
terés por este sentido, deben encontrarlo de nuevo. Con esta
fi­
nalidad, ¿pueden volver quince siglos atrás, al tiempo en que
nació San Benito de Nursia?
»No, no pueden volver atrás. Deben encontrar de nuevo el
sentido de la vida en el contexto de nuestro tiempo.
De otro
modo no es posible. Ni deben ni pueden volver atrás, a los riem­
pos de Benito, pero deben volver a encontrar el sentido
de la
existencia humana según la medida de Benito. Sólo entonces vi­
virán para el futuro. Y trabajarán para el futuro. Y
mo~irán en
la perspectiva de la eternidad».
En
.su alocución
a los paticipantes al Congreso sobre la crisis
Je Océidente y la misión espiritual de Europa, el 12 de noviem­
bre de 1981
------- recordar que la historia de Europa
y la de cada uno de sus pueblos «está
mai~ada por

la
fe cristiana
y
el respeto a la dignidad del hombre, creado a imagen de Dios
y redimido por la sangre de Cristo. La
respoflliabilidad petsonal,
el

respeto de la
libettad; la
ve.neración a la vida, la máxima es­
tima del matrimonio y de
la familia eran así los principios nor­
mativos»- indicaba:
«El mundo necesita una Europa que tome nuevamente con­
ciencia de su fundamento
cristiano y

de su identidad y que, a
la vez,

esté dispuesta a configurar su propio presente
y futuro a
partir de
ahí. Europa

fue el primer continente con
el· que
el
943
Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLET DE GOYTISOLO
cristianismo se familiarizó profundamente y el que, a partir de
ello, experimentó
UJ1 empuje espiritual y material inconmensu­
rable.
¿ No es posible crear también hoy nuevos impulsos y fuer­
zas
para una

amplia renovación espiritual-moral y política de
Europa a partir del mismo fundamento ideal, mediante
una se­
ria
toma de conciencia,

de manera que Europa pueda llevar a
cabo, responsable y eficazmente, en el marco de la actual comu­
nidad de pueblos, la misión espiritual que le corresponde?».
Un año después, en su discurso a los participantes a un
.siro­
.
posio

sobre pastoral familiar en Europa, insiste:
«Hoy
más que

nunca Europa tiene necesidad de reencontrar
su identidad espiritual, que
es incomprensible

sin el
cristianisc
roo. Bl cristianismo

no es algo que viene como suplemento,
algo
extraño a la conciencia eu.iopea, a esta conciencia qúe constituye
el tejido unitivo profundo y verdadero del viejo continente, sub­
yacente en la legítima diversidad de pueblos, de culturas y de
historias.
El cristianismo,

el anuncio del Evangelio está en la
fuente de esta conciencia, de esta
. unidad

espiritual, como lo
demuestran ya los orígenes de su historia a través de Benito, Pa­
triarta de

Occidente,
y. de Cirilo y Metodio, los hermanos esla­
vos.
La reconstrucción

de
Europa exige,
ante todo, este esfuerzo
para
· hacerla

de nuevo consciente de su identidad total, de su
alma».
El. cristianismo -había dicho ya en 1979 a la Conferencia
Episcopal
Pnlaca, en su 169 Asambleá- debe comprometerse
nuevamente en la formación de la unidad espiritual de Europa.
Las solas razones económicas y políticas no son capaces de ha­
cerlo».
Y desde la cumbre del Mont Blanc en septiembre .último,
repetía: «Desde lo alto
de este escenario alpino, que permite a
la mirada pasearse· por territorios de tres naciones europeas, ~­
. nuevo por tanto mi llamada a Europa a fin de que, superando
tensiones anacrónicas y prejuicios arcaicos,
redescubra .
las razo­
nes de su unidad y vuelva a encontrar aquellos valores que han hecho grande su historia a través de los siglos».
944
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE JUAN PABLO II
20. Con. este reencuentro con el cristianismo, Europa debe
integrarse en la
«civilización del amor que está inspirada por el
Evangelio r al mismo tiempo es profundamente humana». Así lo
·expresaba en

el
aeropuerto de Riem el
19 de noviembre de
1980.
«Ella

corresponde
. a
los más profundos deseos y necesida­
des del hombre, también en la dimensión social de su existencia .
. En este

aspecto
la civilización del amor se refiere a aquella forma
de coexistencia y de convivencia entre los pueblos en la que
.
Europa

formaría una afectiva
familia de pueblos. · Así como en
cualquier familia cada uno de sus miembros encuentra una com­
pleta atención y respeto, del mismo modo en esta
familia de
pueblos todas las naciones
~grandes,. medianas

y
pequeña­
deberían ser respetadas.

Estas naciones tienen ya su propia
lar• ·
ga

historia, su plena identidad y su propia cultura. A esta. pro­
pia. madurez histórica corresponde el derecho a la propia autono-· mía, dentro de la
cual, naturalmente, también deberían ser cui­
dadosamente respetados. los derechos de las otras naciones,
»En el período histórico.
que. estamos

comenzando hay que
pensar en
el futuro de Europa no desde una posición de fuerza
y de competencia, ni desde una posición de predominio econó­
mico o de interés personal, sino desde la perspectiva de
la civi­
lización del amor, que es la que puede hacer posible a cada na­
ción ser plenamente ella misma, permitiendo a la
vez al

con­
junto de las naciones librarse de la amenaza de una nueva guerra
y de la
recíproca destrucción.

El amor permite a todos conside­
rarse efectivamente libres e iguales en dignidad. A este objetivo
debe contribuir también
la política· con un espíritu de solidari­
dad que haga imposible el que cada uno se sirva del otro en su
propio interés. ¡Lo cual excluye también cualquier forma de ex­
plotación o de
opresión!,.,
En el V Simposio de las Conferencias Episcopales, contem­
plaba
la Europa dividida y contrapuesta de hoy para señalar el
camino de su reintegraci6n en una ·nueva y común civilización.
«El viejo continente ~ecí-lleva todavía hoy abiertas en
su carne las heridas de. un pasado, remoto y próximo, marcado
por guerras, por contraposiciones ideol6gicaS, políticás, milita~
945
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALI.ET DE GOYTISOLO
res, económicas. Alguno se preguntará si hoy Europa no es un
mito, o mostrará que en realidad existen diversas Europas: des­
de
la económica y política, a la cultural y militar. A pesar del
impulso hacia la restauración de
las fracturas históricas y las fuer­
zas
convergentes

hacia la unidad, líneas divisorias atraviesan el
continente entre este y oeste, norte y sur».
En cambio: «En el simposio representáis, en efecto, a pue­
blos,

étnicamente distintos y traéis con vosotros una gran varie­
dad de culturas. Vuestra asamblea no nivela ni anula las rique­
zas. de

cada una de las civilizaciones; las pone en
comunicación,
abriéndolas .a un

enriquecimiento mutuo. Como ya
hizo el cris­
tianismo

en
el primer milenio de Europa, .integrando la heredad
grecorromana, la . ettltura de los pueblos germánicos y la de las
pc,blaciones eslavas,

dando vida, por
la variedad étnica y cultu­
ra, a un .común espíritii europeo» ... «rio queréis construir una
Europa paralela a la existente, sino que lo que hacéis es revelar
Europa a sí misma. Mostráis a Europa su alma
y su identidad,
ofrecéis a Europa la clave de interpretáción de su vocación».
El 21
de abril

de 1986 ha insistido
de nuevo: « ... las prue­
bas y las divisiones que han lacerado este viejo continente
cons­
tituye'n también ellas uila ·invitación apremiante para los euro­
peos, que se comprometen
a-- vólver ·a las fuentes de

su historia,
para reencontrar su fraternidad común y su indeleble cultura.
Respetando totalmente el pluralismo de las sociedades moder­
nas, sepamos dar vida y
signüicación a

la herencia cristiana de
Europa. Herencia no
quiere· decir

pasado obsoleto, como se lo
imaginan
. demasiadas

personas que tienen tendencia a ver
el cris­
tianismo. a través de algunas instituciones viejas
y caducas. Para
nosotros, que lo vivimos, el patrimonio cristiano es siempre ac­
tivo y creador de cultura. Sepamos, a través de un diálogo sin­
cero

y valiente, reivindicar las liberiades y las garantías indis­
pensables para que
los cristianos y todos los creyentes puedan
aportar su contribución indispensable a la construcción futura
de todas las sociedades de este
continente, de

norte a sur, y de
este a oeste».
La primera ruptura, la más antigua, la que separó Oriente de
946
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE JUAN PABLO II
Occidente en el cisma religioso, es también preciso sanarla. En
esa reintegraci6n insisti6, el 26 de enero de este año de 1986, en
su mensaje a los
Presidentes de las Conferendas Episcopales de
Europa.
«La civilizaci6n cristiana de Europa ahonda sus raíces en
dos venerables tradiciones, que se han ido desarrollando
median­
te

un proceso plurisecular con características
distintas y,
sin em-
·
bargo, complementapas: la

tradición latina y la oriental, mante­
niendo cada una de sus propias peculiaridades
teol6gicas, · litúr­
gicas

y
ascéticas,· en
las que, no
obi;.tante todo
ello, se
refleja la
riqueza

inagotable
de la única Verdad revelada. Unica es, · en
efecto,
el alma inspiradora, única
la fuente primQrdial, única la
meta última. Si en el transcurso de los siglos ·lui intervenido,
por desgracia, la dolorosa ruptura entre Oriente y Occidente, de
fo que se resiente la Iglesia aún hoy, se impone con particular
urgencia el deber de reconstruir la unidad
para que
la
belleza
de

la Esposa de Cristo pueda resplandecer con todo
su esplen­
dor.

Pues
·al ser

precisamente complementarias, las dos tradicio­
nes son, por sí mismas, de algún modo imperfectas .. Unicamen­
te encontrándose y armonizándose es cuando pueden complemen­
tarse y ofrecer, a la vez, una interpretación menos inadmisible del "misterio
escondido" desde
siglos y desde las generaciones
y
ahora manifestado a sus santos».
Y, continúa el Papa: «Europa es,. además, el continente en
el que se ha llevado a cabo otra grave laceraci6n de la "túnica
inconsútil", que se conoce con el nombre de "Reforma protes­
tante". No .hay quien no vea _ cuán fuerte obstáculo constituye
para el esfuerzo de evangelizaci6n del mundo contemporáneo
esta situación de división. Es menester, por tanto, que cada uno
se dedique con gran esfuerzo a la. causa del ecumenismo para
que,
con la ayuda de todos, el camino hacia la unidad no sólo no
pare, sino que conóz~a niás bien aquella aceleración a la que
aspiran, movidos por el Espíritu, los ánimos más fervientes.
Europa es la npatria" originaria_ de estas divisiones· religiosas;
corresponde, por consiguiente, a Europa especialmente, la ta-
947
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLBT DE GOYTISOLO
rea de buscar las vías adecuadas para conseguir superarlas lo antes posible».
21. Esa labor, como
toda siembra

cultural fructífera, debe
comenzar por la familia. «Esta renovación
· que pone en

juego todas las
fuerzas de
la
Iglesia -habla dicho a los participantes en el
simposio sobre
pastoral

familiar de 26 de
novien:ibre de
1983- halla en la fa­
milia uno de
los sujetos

más importantes».
Y, ante el
Conse¡o de las Conferencias Episcopales de Euro­
pa,
el 11 de octubre de 1985, lo explicaría: « ... La familia es
la
célula fundamental

de
la· sociedad.

De hecho, las crisis
y trans­
.formaciones culturales, sociales,
religiosas y éticas de la socie­
dad
europea se

evidencian
y se reflejan de manera impresionan­
te en el
modelo familiar».
Por

eso, añadiría: «Pienso que la pastoral familiar, en la pers­
pectiva de
una evangelización

nueva se
. debe colocar entre
las
prioridades. Aquí está en juego el bien y el porvenir de la Igle­ sia en Europa, no menos que el bien y el porvenir de la socie­
dad europea».
Las dificultades de esa tarea no _podían escaparse:
«Somos conscientes
-proseguía~ de
los conflictos y tensiones
que
existen entre

el modelo de
familia y de moral familiar pro­
puesto por el Evangelio
y el que prevalace en la sociedad ac­
tual. Pero es importante darse cuenta también de las contradic­
ciones internas
y de la involución sin precedentes del modelo
"secularizado" de matrimonio y familia. Privilegiando un sub­
jetivismo
y un individualismo que tiende sólo a la búsqueda de
la propia
"auto-re..lización" egoísta,
el
matrimonio ha
sido pri­
vado de su último
y natur.al significado y valor».
VIII
LA NECESARIA "AUTOEVANGELIZACIÓN" DE EUROPA
22. El ¡;;ocedimiento para realizar esta terapéutica, que
para Europa propone
JuAN PABLO II, es reconocer que de tie-
948
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EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE JUAN PABLO II
rra misionera se ha convertido en ti.erra de misión, que requiere
una autoevangelización. Lo
proclamó así,
el 20 de
junio de
1979,
en su homilía pronunciada durante la celebración eucarística en
el IV Simposio de Obispos Europeos.
«Europa, con su grandioso pasado misionero, se interroga
a
sí misma en los diversos puntos de su acrual "geografía ecle­
sial", y se pregunta si no se está convirtiendo en un continente
de misión». «Para Europa
-añadía~ existe
el problema que, en la
Evan-
• gelii nuptiandi, se ha definido .como "autoevangelización". La
Iglesia debe evangelizarse siempre a sí misma.
La Europa cat6lica
y cristiana tiene necesidad de esta evangelización. Debe evan­
gelizarse siempre
a sí misma. Quizá en ningún otro lugar como
en nuestro continente se delinean con
tanta limpidez

las co­
rrientes de la negación de la religión, las corrientes de la "muer­
te de Dios", de la secularización programada,
del ateísmo

mili­
tante organizado». E invitaba, a
fin de realizarla: «Pensemos en los primeros
que vinieron al continente europeo como heraldos de la Buena
Nueva, como Pedro
y Pablo. Pensemos en los que, a lo largo de
la historia de Europa, han allanado los caminos hacia pueblos
nuevos,
'como Agustín

o Bonifacio, o los hermanos de Tesalóni­
ca,
Ciri,lo y Metodio. Tampoco ellos tenían certeza del futuro
humano de su misión e incluso de
su-propia
suerte. La
fe y
la
esperanza fueron más poderosas que esta incertidumbre huma­ na. Fue más
poderoso el

amor de Cristo que
1os "apremiaba"
(cfr.

2.
Cor, 5, 14). En esta fe, esperanza y caridad se manifes­
tó el
Espíritu operante.

Es necesario que también nosotros nos
convirtamos en· instruffientos dóciles y -eficaces de su acción en
nuestra .época».
Con esa misma directriz diría a los participantes del V Sim­
posio de las Conferencias Episcopales de Europa:
«Si es verdad que las dificultades y los obstáculos a la evan­
gelización en Europa encuentra pábulo en la misma Iglesia
y en
el
mismo cristianismo,

habrá que buscar los remedios y ·]as so­
luciones en
el interior de la Iglesia y del cristianismo, es decir,
949
Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLET DE GOYTISOLO
en la verdad y en la gracia de Cristo, Redentor del hombre, cen­
tro del cosmos y de la historia. »La Iglesia
misma debe,

pues, evangelizarse
para responder
a

los desafíos del hombre de hoy. Si el ateísmo es una tentación
de
la fe, será vencido con la profundización y la purificación
de la fe. »Si el secularismo interpela
.la concepción del hombre en el
mundo
y la utilización del universo, la evangelización deberá
proponer de nuevo la teología
y la espiritualidad cósmica ...
»Si
la revolución industrial, nacida en Europa, ha dado ori­
gen a un tipo de· economía, a relaciones sociales y a movimien­
tos que
parecen oponerse
a la Iglesia y obstaculizar la evangeli­
zación, restituiremos al mundo del trabajo un mundo humano y
cristiano, viviendo, anunciando y encarnando el Evangelio de la
justicia,
de Ta fraternidad y del trabajo».
No olvida el Papa el gran obstáculo que para esa evangeli­
zación representa el disenso que Europa padece. Así lo dijo al
Consejo. de las Conferencias Episcopales de Europa en su Sim-
posio de octubre de 1985:
·
«El

disenso doctrinal
y moral aparece como un síntoma ca­
racterístico más bien del Occidente "rico" y, por tanto, también
de
'Europa. En .cierto aspecto

parece
originado por
una trans­
posición al campo religioso
y eclesial de modelos de vida civil y
de contestación política; bajo otro aspecto puede muy
bien de­
notar·

un espíritu humano orgulloso y que no tolera las exigen­
cias del

Evangelio, como tampoco la neoesidad de la
'.'gracia"
de

Dios para acogerlas y vivirlas. Una condición qúe no se debe
descuidar en
la evangelización será, pues, alcanzar y valorizar,
más
allá y

a pesar del disenso, el auténtico sentido de los fieles,
que acoge el Evangelio en su integridad discriminante respecto
del
espíritu del

mundo, segúri la exhortación de San Pablo: "No­
lite conformari huic
saeculo".
»Es

esencial. poner de relive que sólo una identificación así
con el Evangelio integral puede constituir la verdadera fuerza
de
la evangelización, porque sólo la Palabra de Dios posee, p~
virtud

intrínseca,
la fuerza salvífica y vi,rificante».
950
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECTIVA DE JUAN PABW II
23. Para realizar esa autoevangelización deben buscarse los
caminos más adecuados
y caminarlos del mejor modo para al­
canzar el objetivo propuesto.
En su discurso del 11 de octubre en el simposio últimamente
referido, mostraba uno:
«El crepúsculo de las ideologías, la erosión de la
confianza en
la

capacidad de las estructuras para responder a los problemas
más graves
y a las esperanzas ansiosas del hombre, la insatisfac­
ción de una existencia basada en lo
efímero, la
soledad de las
grandes metrópolis masificadas, la juventud abandonada a sí
. mis­
ma,

y también el nihilismo, han socavado un vacío profundo que
espera anunciadores creíbles de renovadas propuestas de valores
capaces de edificar una nueva civilización digna de la vocación
del hombre. La Iglesia debe hacerse el Buen Samaritano del hombre de hoy y debe saber individualizar los
semina Verbi para
cultivarlos y hacer que maduren. Con profunda humildad, pero también con la serena certeza que le viene de Cristo, ella debe
ser consciente de que riene para ofrecer a Europa lo que este con­
tinente. necesita hoy más, y que
él solo no es capaz de procurar­
se. La Ig)esia está llamada a dar un alma a la sociedad moder­ na, tanto a la compleja y pluralista
de Occidente, como.

a la mo­
nolítica de Oriente. Y la Iglesia debe infundir esta
alma no des­
de arriba y desde fuera, sino pasando dentro, acercándose al
hombre de hoy. Se impone, pues,. la presencia activa y la pi,rtí­
cipación intensa en
la vida del hombre».
.
Y

en la misa celebrada
el. 11 de mayo de 1986 en la basílica
de San Apolinar in Casse de Rávena, señalaba:
«Será necesario reflexionar sobre las significativas fuerzas mo­
rales que constituyeron la originaria conciencia de Europa:
el sen­
tido del .derecho, la unidad en
la multiplicidad de las naciones,
la voluntad de
pi,rticipaci6n responsable, la creatividad: en el
arte y en el pensamiento. Será preciso, además, buscar los ca­
minos de un renovado diálogo entre fe y cultura, reflexionando
sobre la situación contemporánea y recogiendo las prometedoras
perspecrivas que

parecen abrirse a una más atenta valoración del
pasado, gracias a
la cual s~ podrá comprender mejor el presente
951
Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLET DE GOYTISOW
y, sobre todo, se podrá apoyar sobre bases más sólidas la prepa­
ración del
futuro».
Se

requiere, para ello, una preparación adecuada de los evan­
gelizadores. Como
proseguiría explicando

el Papa
en su referi­
do discurso de 11 de octubre: «Para esta misión sublime de hacer florecer una edad nueva
de evangelización en Europa, se requieren hoy evangelizadores
particularmente preparados.
Se necesitan heraldos del Evangelio
expertos en humanidad,· que conozcan a fondo el corazón del
hombre de hoy, participen de sus gozos
y esperanzas, angustias
y tristezas y
. al

mismo tiempo sean contemplativos enamorados
de Dios. Para esto se necesitan nuevos santos. Los grandes
evah­
gelizadores

de Europa
han sido los santos. Debemos suplicar al
Señor
que aumente el espíritu
de santidad de la Iglesia y nos
mande nuevos santos para evangelizar
el· mundo

de
hoy».
Y
esos

evangelizadores necesitan tener presente y
vivo· un
modelo.

Lo ha dicho también
.en ese
mismo simposio al que ve­
nimos remitiéndonos. «Para
realizar una

obra de evangelización eficaz· debemos
volver a inspirarnos en el primerísimo modelo apostólico. Dicho
modelo, originario y paradigmático, lo contemplamos en el
Ce­
náculo: los Apóstoles estim. 'nrudos y perseverantes con María
en

espera de recibir
el don del Espíritu. Sólo con la efusión del
Espíritu comienza
la obra de evangelización. El don del Espíri­
tu es el primer motor,
la primera· fuente, el primer soplo de la
· auténtita evangelización. Es preciso, pues, comenzar la evange­
lización invocando el Espíritu y buscando dónde sopla el Espí­ ritu (cfr.
in .3, 8). Algunos síntomas de este soplo están cierta­
mente presentes hoy en Europa. Para encontrarlos, sostenerlos y desarrollarlos habrá a
veces que

dejar esquemas atrofiados para
ir
allí donde se inicia la vida, donde vemos que se producen fru­
tos de vida "según el Espíritu" (cfr.
Ram, 8). Estas fuentes vi­
tales,
en armonía con los rasgos del primerísimo modelo apostó­
lico, se encuentran .generalmente
alli donde

Cristo
y el amor por
Cristo está unido con
la conciencia y la vida eclesial; allí donde
h Iglesia, como María, es acogida y venerada como· M~dre».
952
Fundaci\363n Speiro

EUROPA DESDE LA PERSPECTW A DE JUAN PABLO II
Ya que --advierte seguidament~: «El anuncio de Cristo
sepatado de la Madte-Iglesia o,
péOr, contrapuesto
a
dla, no
podtía ser

el anuncio del "Verbo hecho carne", nacido de la Vir­
gen
Mar_!a y continuamente engeodtado por la Iglesia · en el co­
razón
de

los fieles».
IX
¿ CUÁL ¡¡s EL FUTURO DE EuROl'Af
24. Para concluir esta perspectiva de Europa parece impres­
cindible mirat hacia adelante, al porvenir:
JUAN PABLO II, des­
de
la cumbre del Mont Blanc, hace tres meses, enfocando lo que
Europa debiere ser, decía: «A Europa le corresponde desempeñar un papel en las vici­
situdes humanas del tercer milenio: ella, que tanto ha contri­
buido al progreso humano durante los siglos pasados,
podrá se­
guir siendo también mañana fato luminoso · de civilización para
e1 mundo si sabe volver a beber, eo concorde sintonía con el pa­
sado, eo sus fuentes originarias:
el mejor
humanismo. clásico, ele­
vado
y enriquecido por la Revelación cristiana».
Pero,

¿volverá a beber en esas fuentes originarias? Vamos a
intentar una

prospección de su fururo.
Volvemos, para comenzarla, a reabrir, hacia el final (pági­
na 574), el último de los volúmenes de la
magna obra

de GoN­
ZAGUE DE REYNOLD.
«Estamos en el período hueco que se ha insertado entre la
quinta época, la del hombre,
y una sexta de la que nos es impo­
sible saber lo que será, nf siquiera si será».
Y es, pata él, una evidencia que «el período hueco en el fon­
do del cual hemos caído, es el más grave de toda la historia.
Tres razones: por primera vez, es mundial; por primera vez, la
ola del

exceso de población se arroja sobre el globo entero; por
primera vez, la ciencia y la técnica
han colocado

en la mano de
los hombres los medios de destruir la humanidad, la vida misma».
Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLET DE GOYTISOLO
¿ Puede la historia ayudarnos para clarificar ese período hue­
co futuro
y divisar lo que éi nos oculta?
Segón el

mismo
REYNOLD (págs. 576 y· sigs.), la historia es
una escalera que sube, formada por
los siete escalones siguientes:
l.") Buscar y clasificar documentos. 2:0 ) Interpretarlos. 3.º) Evo­
car el pasado,
elevándonos, por

la «imaginación histórica» a la
«justicia histórica». 4.0 ) Co1lseguir_ una sabiduría ·que enseñe a los
hombres a vivir en colectividad. 5.0
) Hacer la síntesis de la filo­
sofía

de
la historia. 6.º) Reconocer que «la historia es una fuer­
za», que no sabemos -dónde se encuentra, y «que se apodera
del pasado para empuiarlo sobre el presente y empujar a los dos
sobre el porvenir». 7
.º) Sentir un temor y un vértigo; y este «es
el escalón del misterio. ¿De dónde viene la historia y adónde va?».
«La historia _--concluye REYNOLD (pág. 579) es una tormen­
ta que pasa, una tormenta· entrecortada .por brillantes rayos de
sol;
y después, de nuevo, la ·.luz se apaga.
»Pero, muy alto, sobre el fondo de los negros nubarrones,
resplandece el arco iris». Y, así, JuAN PABLO II, en su Mensaje de Navidad de
1979_,
gritó, urbi et orbe, «¡Cristianos, no tengáis miedo!».
Este fue el tema del XIII Congreso del Off ice I nternational
en el Palais des Congres, de París, del 2 al 4 de mayo de 1980,
último a1 que asistió, con LEONOR, EuciENIO VEGAS.
Este

grito de esperanza, apoyado en el amor de Jesucristo
y de su Santísima Madre
la Virgen María, ¡ debe confortarnos y
ten ovar

nuestras fuerzas!
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