Índice de contenidos
Número 267-268
Serie XXVII
- Textos Pontificios
- Noticias
-
Estudios
-
La persecución religiosa en España, antecedente inmediato de la Divini Redemptoris
-
Michele Federico Sciacca: pedagogía y antipedagogía
-
La genealogía de la Revolución en Juan Donoso Cortés
-
En la muerte de Constantin Noica
-
¿Una época nueva?
-
El liberalismo y la Iglesia española. Historia de una persecución. Antecedentes: IV. El reinado de Carlos IV (II)
-
La Iglesia Católica y la masonería
-
La escuela tomista de Barcelona
-
La lección del referéndum antidivorcista en Italia
-
- Actas
- Ilustraciones con recortes de periódicos
-
Información bibliográfica
-
Sociedad Española de Defensa de la Tradición Familia y Propiedad: España anestesiada sin percibirlo, amordazada sin quererlo y extraviada sin saberlo. La obra del PSOE
-
Asociación Patriótica Española de Buenos Aires: Anuario del V Centenario
-
George Uscatescu: Prospettive estetiche europee
-
Fernando Monge: Persona humana y procreación artificial
-
José María Sanjuan Gil: Los requetés riojanos en la guerra de España
-
Autores
1988
Michele Federico Sciacca: pedagogía y antipedagogía
M. F. SCIACCA: PEDAGOGIA Y ANTIPEDAGOGIA (*)
POR
ANNA .MARIA TRIPODI
Profesora de Historia de la Filosof!a de la Universidad de Génova.
Sciacca habfa previsto dedicar uno de sus volúmenes del Cor
pus de la «filosofía de la integralidad» ( 1) al pr<1blema de la ed11-
cación. No tuvo tiempo para ello y de esta forma.dejó a los es'
tudiosos de su filosofía la tarea de enuclear y extraer de ella las
líneas maestras
de su concepción en esta materia. Punto de re
ferencia obligado permanece, además, el libro Pagine di pedago
gía é di didattica, conjunto de cuanto habfa ido escribiendo du
rante años sobre problemas pedagógicos y didácticos (2). A ello
nos remitimos
para tratar temas específicos que, con todo, tienen
(*) El d!a 12 de julio ,e ha cumplido el 80. aniversario del nacimiento
ea Giarre (Sicilia) de nuestro maestro el profesor Michele Federico Sciacca;
con esta ocasión, y Cómo homeruije 'conmemorativo, Verbo publica este -ar
ticulo de la-profesora. Anna Maria Tripoli acerca de rin tema del magis
terio del filósofo siciliano.
(1) Indicaremos los volúmenes de M. F. Sciacca, a los cuales nos
hemos referido, con las respectivas siglas y el año. de publicación de la
edición que hemos utilizado. Recordemos que ellbs forman -parte de las
«Obras completas de Michele Federico Sciacca» publicadas por el editor
Marzorati de Milán. L'interioritli oggettiva = !O (1967); L'uomo questo
«squilibrato» t=: US (1972)¡ Atto ed essere == AE (1963); Morte e im·
mortalita = MI (1968); La liberta e il tempo == LT (1965); Filosofia e
antifilosofia = FA (1971); Gli arieti contra la verticale = AV (1972);
L'oscuramento dell'íntelligenza ::::::: OI {1972}; Pagine di pedagogia e di
didattica = PD (1972); Ontología triadica e trinitaria = OTT (1973);
L'ora di Cristo == OC (1973).
(2) Cfr. también G. CoRALLO, L'educazione «integralé», in AA.VV.,
Michele 'Federico 5_ciacca, a cura di P. P. Ottonello, Milano, Ma:tZOrati,
1978, págs. 85-99.
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su referencia obligada en la elaboración filosófica personal de
Sciacéa, expresada precisamente en la Filoso/la de la integralidad.
El título de nuestro tema se hace eco intencionalmente del
título de su volumen
Filoso/fa e antifilosofía ( 3 ), donde está
presente una distinción
· fundamental, . de sabor rosminiano, que
Sciacca hace suya y elabora de un modo original. A ella torna
mos
para delinear el limite que separa la pedagogía de la «anti
pedagogia».
El discurso será de carácter teórico-cultural por cuan
to se fijará en los elementos destinados a distinguir la auténtica
ciencia pedagógica, a cúyos antípodas
se colocará la pseudocien
cia correspondiente a principios diametralmente opuestos, y se
prescindirá .de las ejemplificaciones confiadas a la fantasía y a la
competencia
de los especialistas. Terreno de búsqueda son los
volúmenes
que constituyen propiamente «la filosofía de la inte
gralidad», además de algunos textos. diferentes, todos insertados
en aquel «sistema unitario» que
el filósofo reconocía como
suyo
(4).
Dos son· 1as directrices fundamentales de la historia del pen
samiento: verdad
y error. Hacia ellas convergen una serie de
reaHdades y de actitudes humanas que en nuestro caso nos ayu
darán a desarrollar nuestro tema. Y, para ejemplo, ·convendría
r
diálogo-antidiálogo, inteligencia-estupidez, cultura,anticultura, Jai
cidad-laicismo,. historicidad-historicismo, occidente-occidentalismo,
contemplación-acción. EL saber humano, en cuanto
científicamen
te ordenado, puede ser representado, según una feliz imagen ros
miniana, por una pirámide ·en fom¡a de tetraedro: a la base los
verdaderos particulares, y después, hacia arriba, llegando al má
ximo de universalidad. El sistema de la verdad «no es otra
cosa. . . que la
descripción de la misma en-aquella forma que está
contenida en los principios»
(5). Es misión de la filosofía el de-
(3) El voluJilen recoge las cinoo lecciones del I curso de la «Cattedta
Rosniini»; tenidas a Stresa, en agosto de 1967.
(4) Cfr. IO, pág. 10.
(5) A. RosMINI, Introduzione alla filosofía, a cura di P. P. Ottonello,
Citta Nuova, 1979, págs. 21.28.
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terminar las «razones primeras» de todo el saber. Opuesto al
sistema de la verdad
.es el del error que pretende sustituir la ver
dad con las opiniones, desgajando los verdaderos partjculares
del
sistema que culmina en el ser, absolutizándolos ( 6) y originando
así varias doxai. Para Sciacca, pensar es «pensar desde. el ser»,
a saber, «repensar personalmente el sistema de la verdad, darle
la
fueaa de nuestra contribuci6n personal por pequeña que sea,
profundizarlo, aumentarlo, por cuanto la verdad es fuente de
nuevas verdades que a nosotros nos corresponde descubrir»
(7).
Es papel de la inteligencia la intuici6n de lo verdadero, y de la
raz6n su aplicaci6n.
Y, así, la filosofía debe desarrollar el proble
ma metafísico, descubrir los principios en base a los cuales las
ciencias obrarán, formulando conceptos
(8). Se comprende as!
c6mo de la pedagogía no se puede hablat sino desde el punto
de vista especulativo, siendo
la pedagogía · sin6nimo . de «filosofía
de la educación» (9), que implica una visión de la existencia.
Estamos en condiciones, en este puntO, de comprender en for-.
ma patente una primera sencilla definición de la educación en la
perspectiva de la «pedagogía»: «la educación se identifica con el
proceso de desarrollo consciente
y libre de las facultades del hom:
bre en la .integralidad de su espíritu y de su cuerpo, sin limites
de tiempo y de instituciones» (W), Es normal que las concep
ciones que mediarán al hombre ctearán
un_ privilegio anormal a
una componente o facultad humana sobre las
otras, le negarán
un fin y, por lo tanto, entrarán en los dominios de la «antipeda
g9gía».
La dialéctica diálogo-antidiálogo . puede contribu.i.r a esclare
cer el diferente planteamiento
de la auto y heteroeducación, ade
más del más destacado nexo educador-educando. El hombre es
socius de sí ante si mismo, después es de los demá~ y forma so-
(6) Cfr. FA, págs. 89-90.
(7)
Ibid., págs. 49-50. Vet también ibid., pág, 81.
(8) Cfr. IO, págs. 85-86.
(9)
Cfr. PD, pág. 17 ..
(10) Jbidem.
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cietas ( 11 ). La comunicación interior se constituye en fundamen
to ontol6gico de la persona, que en ella encuentra el terreno co
mún para el diálogo con sus semejantes, que es precisamente el
diálogo en y para la verdad (12). Solamente este diál_ogo es
auténtica· camunii:aci6n; ·se connota, por lo tanto, a través 'de la
«disponibilidad» ( 13 ), y obedece a la dialéctica de la «alteridad
por
el amor» ( 14 ). La «pedagogía» requiere· el diálogo a este
nivel. La comunicación es recíproca, desinteresada, capaz de co
locarse en lugar del otro, de ·objetivarse en él. Tal reciprocidad
comporta la exigencia de
la '«educación en la autoeducación» (15),
porque educar
es contribuir :'á formar-una personalidad, una con
ciencia (16), libre y
consciente, en condición de pensar y querer
(11) Cfr. 10, páw;. 108. y sigs.
(12)-:&¡cribe Sci~a: «Daccapo: iri che cosa commtlchiamo? Una la
risposta: nella verita, ·che e di ciascuno di, noi come quel che ci e interiore
ed e di tutti. Nell'erroré rion si comunica: l'errore divide, la verita-unisce; .
inferma il pensieto, la verit~ lo alitnent3¡ e vivificá; l'errore chiude la
cdscienza, ·1a ·veritA la apre. L,errore mortifica nell'uomo la persona¡ perché
nega la Uberta: non ha sen.so .-la liberta dello o nell'errore, ha senso la
liberta della e nella · verlo\. Oggi g1i uomini mancano di verita e dunque·
non riesconO ed essere persone; perciO la scuola rilanci di educatori, di
maestri» (PD, páw;. 71-72). Vid. también FA, págs. 18 y sigs.
(13) Cfr. JO, pág. 113.
(14) Valga para todos la refereiÍcia al párr. «La "violenza" dell'essere
mora.le e lo slan,cio "spiétato" dell'amore», en AE', págs. 115-122.
(15) Cfr. PD, págs. 26 y sigs.
(16) Escribe Sciacca: «La formazione della. personalita e formazione
della coscienza acquisizione della coscienza di me. 'CÓscienza' e cum scire;
la scuola coscienza vivente: non e i banchi, llavagna; le aule, il material.e
scolastico,
tutti strumellti utilissi.o:ii, ma appunto strumenti, quella parte
strumentale seo.za cuí non, potrebbe funzionarc;, ma ciO e ben diverso dal
dire che· essa e o deV"e esseré solamente funzronale; se tale, anche maestri
e scolari, come ·banchi e lavagne._ Strumenti didattici e materiale scolastico,
tutta l'attrezzatura che si vuole ma affinché la scuola sia coscienza vi
ventC, che non· ha niente a che fare con la funzionalit8 e gli strumenti.
Coscieru:a vivente, -sapere insiero.e: l'insegnante gli soolari e quei valori
attraverso i quali ci vogliamcf formare. PerciO la scuola· e J?iú di una so
societa di una convivenza; e comunione di spiriti serondo calori estetici,
morali
religiosi~ economici, sociali ecc., costitutiv{ appunto della coscienza
vivente» (PD, p~gs. 106-107).
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por sí mismo. No necesariamente las antipedagogias niegan o su!,..
evalúan el aspecto cum-scire. Es suficiente que no lo apliquen.
Se exige, por tanto, que docentes y disdpulos existan al ni
vel de la «inteligencia»
y no vivan al nivel de la «estupidez», sean
ellos «sabios» ( 17)
y no agresivos, arrogantes, activistas o indi-
ferentes. Cuántos -trabajando en el mundo de la escuela
«existen al nivel de la inteligencia» están plenamente conscien
tes
de las carencias y defectos de las estructuras, ven lo hecho
por colegas y legisladores, tienen presentes las dificultades plan
teadas cada
día por los padres, y que, a pesar de todo ello, se
empeñan en primera persona y no esperan que . sean los demás
los que actúen.
Los jóvenes, por su lado, deben convencerse que
al lado del
«derecho al estudio» está «el deber del estudio» ( 18 ):
así, su camino hacia la educación será bien .;rientado. La activi'
dad pedagógica, en los primeros años,
acabará en
la formación
de aquel «sentido crítico» que
deberá caracterizar los años de
la madurez.
En los años siguientes, la obra se tornara más ardua,
exigiendo la fatiga personal de la «deseducación»
-segunda fase
del proceso de la
«autoeducación»--, en la cual se asumirá críti
camente la educación recibida
de la familia, escuela, ambiente,
haciendo «tabla rasa» de opiniones falsas, opiniones .impuesras,
malos ejemplos, lugares comunes, prejuicios,
slogans y otras. Su
perando la repetitividad de los primeros años, mantenida la fres
cura de la juventud sin caer en formas de infantilismo, se toma
rá
el empeño, sobre la base de la educación recibida, que por lo
tanto permanece fundamental,
de hacerse inteligentemente edu
cadores de sí mismos.
Solamente .así se podrá afrontar la vida
con sus condicionamientos, haciendo
posible que no se produz
can obstáculos insuperables, sino solo dificultades a superar. Y
(17) Recordemos que para Sciacca «La saggezza e il volto 'pratico'
dell'intelligenza, il cuí segno e· il limite» (01, .pág. 20); e ancora: «Sagge
zza e vivere ed -esistere serondo intelligenza o secando l'ordine dell'essere,
ci<>e sentire conoscere volere se stessi ed ogni ente nei e con i suoi lini.iti,
compiutam.ente; che e-yolerne ·e promuovetne la perfeifoner,, -(ibid., pá~
gina 23).
(18) Cfr. PD, págs. 76 y sigs.
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esto será posible si uno no se identifica ~on la experiencia, sino
que
s~ «resistirá» a ella (19). Diversamente se caerá en la men
tira del hombre-masa (20) -astucia de la estupidez-, pero se
acabará en el hombre-persona, al darse 1c_uenta del analfabetismo
·extendido (21). Identificable
en un mundo en el cual todos o
casi todos saben leer, .escribir y
bac~r las cuentas, en la reduc
ción de la vertical del· ser en nombre de la horizontalizacioo del
pensamiento y del vivir, a ·saber, en la permeabilidad a todos los
mensajes, en la incapacidad de discernir, en el sofocar la genia
lidad, en
la negación de la interioridad. En una palabra, en la
«anticultura» actual, firmemente practicada por quien quiere
lle
var todo al aplanamiento para ejercer mejor el poder, obviamen
te no entendido en
términos de-«servicio». La verdad es que las
antipedagogías se pondriin al servicio del aplatanamiento y la ba
nalización culturales, e,:¡._nomhre de una demagogia que, recorde
mos, implica
e,¡. cualquier caso y en cada forma la degradación
de la democracia.
En este orden de ideas escribe Sciacca: «En su significado
originario;
el término de cultura, aplicado al hombre, se identifi
ca con el de educaci6n, la cual implica, ante todo, la voluntad de
aplicarse con amor a todo cuanto pueda formarlo y hacerle culto
o educado: elegante en el sentir, en el entender y en el querer,
a saber, capaz
de elegir, hombre libre. La cultura es libertad y
educación para la libertad» (22). En este sentido la cultura es
esencialmente «formativa» y requiere ,1 esfui.:rzo de la asimila
ción personal, la receptividad crítica, la verificación continua, cuyo
resultado-nunca definitivo, sino capaz de em::iquecirnientos,
será
la constitución de un «cosmos» cultural, o sea de aquel «orden»
intelectual-moral-espiritual propio de quien vive,
entiende, siente,
conociendo y queriendo
el orden del ser. Con esto Sciacca no
propugna un culturismo a ultranza y no pretende, en otros tér-
(19) Cfr. US, .pág. 20.
(20) Cfr.
PD, pág. 80.
(21) Cfr. «Non
e mai ttoppo tardi (1963)», en PD, págs. 111 y si
guientes; ver también AV, pig. 38.
(22) AV, pág. 103.
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minos, asumir la cultura como único valor, sino que incita a la
«cultura del espíritu» (23
). Unica posición idónea a la recupera·
ción
de todos los valores culturales y. civiles, humanistas y téc·
nioos. El fin de la pedagogía es la formación de una élite cul.tu·
ral que no «está representada solamente por los intelectuales o
por los que dicen que desempeñan. este
oficio, autoinstalados en
lps sillones de primera fila con la claque en el gallinero o por los
que escriben o pintan o experimentan en los laboratorios, sino
también por
los que saben desarrollar su personalidad integral,
haciendo
al mismo tiempo que progrese un arte, cualquiera que
sea» (24). Fin «aristocrático» ciertamente (25), pero en el sen
tido que a todos se pide devenir «mejores», dar lo mejor de sí
mismos,. en el máximo respeto de lo que son, en cuanto «irrepe
tibles» o no masificables. La álitipedagogía educa ..e.por decirlo
así-a la anticultura, brindando «no valores» aptos para acele
rar aquel proceso de banalización, de aplanamiento, de confor·
mismo, que consentirá al poder autosujetar la cultura, sustituyen·
do «a la potencia de la cultura», única garantía del verdadero
progreso, la «cultura de la potencia» (26), que acaba en la con·
quista del poder por el poder. No la cultura, por tanto, sino la
«aculturización» (27) anónima, niveladora al nivel más bajo, al-
(23) Cfr. ibid., págs. 117-119.
(24)
Ibid., pág. 116.
(25) Cfr. ibid., págs. 112-113 e PI>, pág. 76.
(26)
ar. AV, págs. 138-140.
(27)
Cfr; 01, pág. 75. Escribe Sciacca: «Lo scardinamentó e con,in
ciam dal basso, dai pri.mi gradi d'istruzione, con le 'nuove' didattiche
empiristiche e
tecniche, inmesse all.o scopo di costruire la scualo per tutti,
má che non e piú. la scuola di tutti, . perché i pochi intelligenti ~tano
mortificati, nell'impassibilit9. di poter syiluppare la loro intelligenza con
grande gioia dei piú o meno mediocri -vivaio degli 'elevati' 'cervelli
calcolamri e pianificatori- che non. suhiranno la 'frustrazione' delle in
tdligenze creatrici, un.a sola delle quali incarna e rivela una nuova di
mensione deJfumani~a. E, dal basso, lo scardinamento e destinato a rag
giungere il vertice: a un corto momento la cultura universitaria si trovera
sospesa nel vuoto e, volente o nolente, dovra rassegnarsi a cessate di
rappresentare il piú alto grado della cultura e dell'inségnamento umanis-
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ANNA MARIA TRJPODI
can2able sin esfuerzo, porque solo quien aprende a luchar con
sigo mismo,. con,, sus propios límites, con sus propios instintos,
con sus. propios defectos. será capaz también de resistir a las pre
siones exteriores_, a los endoctrinamientos. _ preconstiti.tldos, con
feccionados en el subvacío por cuanto el cerebro habrá de ser el .
vacío. Disciplinas humanísticas
y científicas están entendidas en
los límites de su utilización práctica
y i,npírica y colocadas allí,
en el
ghetto. No interesan tanto por el aporte que pueden dar a
la verdad y su búsqueda, cuanto por
.su efiacia operativa, único
valor
qµe importa en una sociedad «que tiene prisa», incapaz de
meditación,
rej1oso, reflexión, a la cual le interesa la apariencia,
lo inmediato, el resultado a todo precio, que ha sustituido a
los
«m~estros» por los «-opinion men».
No es casual .. que hoy haya J,nuchos sujetos que sufren de cri
sis. de identidad y que se sientan «desmotivados» y no .finaliza
dos. Los múltiples análisis psico-sociológicos que se proponen ex
plicar. tales hechos son, a veces, seres que carecén de la compren
sión del principio que ha llevado a esta situación.
Se limitan, ver
bigracia, demasiado a
menudo a detectar una serie de motivos
. deshilachados, acusan de crímenes a la sociedad, al Estado, la
familia, la educación, sin ahondar el bisturí dentro de la llaga.
Y esto porque también estos sujetos son hijos de la negación de
la integralidad del hom:bre, predicada por
el «laicismo», forma
decaída de la «laicidad».
Si la laicidad, en la .visión de Sciacca,
es garantía de «autonomía» para el hombre, el laicismo teoriza su
autosuficiencia, absolutiza su vida negándole la existencia, relega
en suma al
hombre al mundo, le asigna un reino --el regnum
hominis-de ningún valor, en la medida en que acaba con él.
Desgajado. de su principio,
el hombre primero se hace la ilusión
de ser
el dios de sí mismo, de ser él mismo dios, se siente omni
potente
y rico de una fe ilimitada en sus propias posibilidades:
todo le es
ahora concedido, todo le pertenece, todo le es posi
ble; es, finalmente, «mayor de edad». Sobrevienen las primeras
tico e sciCtl.ti#co e a diventare ancb'essa una scuo.la tecnico-professionale,
di massa» (OC, pág. 25): ¡palabras proféticas!
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M. F. SCIACCA: PEDAGOGIA Y ANTIPEDAGOGIA
desilusiOnes, la nueva fe vacila, se recorioce como mito, pero es
una fe desprovista de cualquier conocimiento y conciencia del re
medio. Al primitivo optimismo k sustituye el pesimismo y la
desesperación. ·
El pensamiento moderno ha conocido muy bien y ha vivido
en toda su tragedia este
excursus, sea al nivel cultural que al ni
vel político-la praxis es hija de la teoría-; ha absolutizado cada
vez
más la Ciencia, 1a Humanidad, la Filosofía, la Econqmía, la
Historia: pata destruir la religión ha caído en la idolatría y en
el consiguiente faoa1ismo.
La consecuencia: la dificultad para el
hombre de encontrar su propio
ubi consistam, la «claridad» de ·
sí
mismo. De ahí la crisis de identidad, la búsqueda de los va
lores en el absurdo. Es natural que una tal situación no es ca
racterística exclusivamente contemporánea, incluso ·si el ·mundo
contemporánéo sea cultura, sino que vale
para todo tiempo, por
cada hombre que no tenga uria clara medida de sí mismo. Y,
¿cómo s_e integra la pedagogía en un cootexto semejante? Dra
máticamente, en la plenitud de
significados del término. Ella es
pedagogía en
la medida en que tiene fuerte su propia «autono
mía», no
se deja esclavizar por las modas y las ideologías, sabe
escoger su propia
filosofía, tiene presente su propio objeto, su
propio método, el propio fin.
Es antipedagogía en la medida en
que
se separa de la disciplina madre y escoge una de tantas filo
doxías de moda,
se juzga «autosuficieme»,. haciéndose presa y no
elemento unificador
y coordinador de las disciplinas médico-psi
co-sociológicas
que puedan coadyuvada, es incapaz de coordinar
condiciones, modos contenidos, fines del educar,
privilegia en de
masía una de.las facultades del hombre en perjuicio de las otras.
En otras palabras, la pedagogía
es disciplina particularmente
expuesta a
la atmósfera cultural del tiempo, es hija del propio
tiempo,
singularmente cortejada porque tiene en sus manos el
futuro de
la humanidad, hallándose en condición de plasmar, que
riéndolo,
la psique sin recurrir a la ingeniería genética. Deberá
caracterizarse por ello como
pedagogía de la «historicidad» y no
del «historicismo», como
educación orientada hacia los valores y
no hacia la empiría, si no quiere ser responsable
del crecimiento
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ANNA MARIA TRIPODI
de hombres acaso no «desocupados», pero ciertamente ;despla
zados»
(28), incapaces de encontrar en sí mismos, en la propia
interioridad, las razones del
propio ser en el mundo, la fuerza
suficiente para
ir adelante en la vida en los momentos difíciles.
Obligándolos, al contrario, a apuntalarse en las arenas movedi
zas
de la exterioridad con la cual están llamados a relacionarse
y hacer. las cuentas, pero en la cual
no ¡,odrán ahondar sus pro
pias raíoes. La dialéctica empeño-distanciación (29)
es particular
mente significativa en este sentido: «iniciativa del ser», el
hom
bre actúa en el mundo, pero no para el mundo, y también para
eso debe ser educado. El mundo es necesario para su vida, pero
insuficiente para su existencia, no puede pagar sus exigencias
fn,
teriores y espirituales. La «neoesidacl» del mundo unida a «lo
inadecuado», deben ser siempre con textualmente presentes al
hombre, que solamente así sabrá respetar lo que
· ¡e rodea, no
absolutizándolo, no volviéndose su esclavo; «podrá»
gozar sin ser
poseída.
He aquí por qué el empeño exige la distanciación y ve
ceversa, y esta norma es utilísima para. reglar Iio solo la relación
con lo real, sino también la relación con los existentes y, por
tanto, con lo social (30).
DiStanciación no es sinónimo de incliferecia, sino de la con
ciencia que el «compromiso total» en el mundo va parejo con
el «compromiso absoluto» por Dios, que es el fin del hombre:
la distanciación por si sola lleva a la «apatía», el compromiso
(28) Sobre esta distinción véase por ej.,' OI, pág. 49.
(29)
Cfr. LT, págs. 170 y sigs., e AV pág. 115.
(30) De
ahí; según Pignoloni, el poder resolutivo de los problemas
en el plano histórico-tempontl: «del rapporto uomo-natura (le cose della
natura no
piú "utensili'. me. entita e perfezioni che 'rinviano' all'essere
:Sut,rettio [ ... )); tra l'uomo e l'altro uomo (l'aZterita non piú non-ió-ma
p~na· -quindi libertl-Íion in· contrasto roa in collaborazione con la
mia [ ... ]); tra uomo e societa (la societa noÍ:i piú anonima totalita, ma
rela_zione di _ persone nella distinzione e nel ris~tto dei reciproci doveri
e dirltti_ armoniZ'La_ti nella finalit8. del bene comune, che e _tale, anche sul
piano del benessere materJaJo se dirotto dalla legge mornle)» (E PrGNOLO:
m; Genes( e sviluppO del rosminianesimo nel pensiero di Michele F. Sciac-'
ca, Milano, Marzorati, 1964-1967, voll. 2, vol. 11, pág.· 203.
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M. F. SCIACCA: PBDAGOGIA Y ANTIPBDAGOGIA
solo a la «codicia», ambas fruto y causa de desorden. La acción
en el mundo exige este peculiar equilibrio: compromiso, distan
ciación, única garantía por otra parte también de
s1,1 eficacia.
Para esto está ejercitado y
se está ejercitando el hombre si no
quiere encontrarse a capricho de sí mismo, de
los otros, de lo
que le rodea
y entiende, al contrario, gobernar la propia barca
que no puede navegar siempre en aguas tranquilas.
La educa
ción en
el respecto de si mismo, de los demás, de la natura1eza,
no puede ser sino educación
de valores, formación en los valo
res (31), encarnación de ellos, y no su historicización ni su ah·
solutización (32). Con carácter infinito y universal, el valor puede
entrar en el mundo solo a través de
la mediación de la persona
que lo hace suyo, lo expresa personalmente, le da vida en el
mundo.
La pedagogía educa a la «persona» en la actualización
de los valores. La antipedagogía
-al máximo en las mejores
hipótesis-- se limita a
-educar el «individuo» ( componente su
jetivo de la persona), y no se preocupa de su moralidad o se.a
de su capacidad de referir lo real a lo ideal, de reconocer el ser
de si o de lo que le rodea. La pedagogía exige el
acto moral,
económicamente incómodo ( 3
3) por cuanto requiere cada vez
(31) Cfr. AR, págs. 89-90; MI, págs. 241 y sigs.; LT, págs. 100 y sigs.
(32) Escribe Sciacca: «Il ¡,roc@SSO dello storicismo e 10 stesso di quello
della perclita graduale -dei valori. Dal concetto di 'temporalitii' o 'storicitA'
dei valori ( storicismo idealistico, che ancora , conserva il sensó della filo
sofia e della dignit8. ·della cultura con riJ?rese nei primi decenni del nostro
secolo)
si e scesi a quello di 'temporaneitl', uno storicismo meno preten
zioso, a livello industriale-tecnolog:ico-burocratico, in cui si riconosce il
neo-illuminismo contemporaneo; di qui la sua riduzione a sociologismo,
caduta dello storicismo, anche di q~ello marxista, nato ·con natali piú no.
bili e con una caríca morale e religiosa ·in senso moíidano che _i suoi pre
supposti non potevano né soddisfate né reggere. Con altre parole: lo
storirjsmo che storicizza l'essere e tutti i valofi non puO evitarne l'appiat
timento al livello dell'empirico; anzi ogni sua forma e implícitamente
empirismo; e in fondo, o lo diventa, proselitismo o poliÚcismo, preoccu
pazione tirannica di prevalere per forza o violenta di retorica. E una volta
che la cultura e al servizio della politica; · e la fine della liberta. Ma cul
tura
e liberta ed educazione alla liberta» (AV, pág. 34).
(33) Cfr. US, págs. 202 y sigs.
931
Fundaci\363n Speiro
ANNA MARIA TRJPODI
todo el empeño de la persona, exige una continua capacidad de
renovación, una ferviente
fantasía, el coraje de la iniciativa y la
asunción
.de responsabilidades; la obliga, en suma, en la totali
dad sin perdonarle nada. A
la antipedagogía le basta la «ética
del convencionalismo
y de la etiqueta», al dinamismo de la vida
sustituye
la «routine» de !a ética social, al empeño de lo coti
diano la dispersión en lo ·«diario», a la presencia cotidiana la
repetición diaria, al amor
el egoísmo. Porque preocuparse de los
demás cuando es tan difícil proveerse a sí mismo; el mundo
debe «servir», las otras personas son «obstáculos» a mi éxito.
Esta visión tan falsa cuanto dañina,
es fruto de la falta de «sen
tido histórico», típica
de. las épocas y los hombres dispersos en
el mundo, que han equivocado el camino en
la medida en que
se han entregado totalmente a eso y se han relegado a eso. Y
entonces
se habla en voz alta de «progreso» para descubrir luego
que los daños son superiores a las ventajas, se condena el
pasado
como conservador, se realza el porvenir innovador para descu
brir luego que en pasado muchas realidades eran positivas acaso
más que en el presente, y que para el futuro son demasiadas las
incógnitas. Se forma una gran «griterío» pero
ya no se sabe
pensar y el hombre se desorienta. ¿Porqué? Porque la historia
no es compartimientos estancos, no es lo que pasa sino «lo que
permanece», y lo que permanece es quid sobre el cual se cons
truye
el progreso, el futuro. «Progreso en la tradición y tradi
ción en
el progreso» (34), afirmaba Sciacca, en la idea que el
«progreso
es la misma tradición renovada y operante» y la «tra
dición lo mismo nuevo que en
ella ahonda sus raíces, le infunde
vigor vigorizándose a sí misma» (35).
Es inútil observar que si
la pedagogía educa, para la. comprensión de esta «síntesis», la
antipedagogía deseduca al fraccionamiento del tiempo de la his
toria, utilizando lugares comunes, tan arraigados como despro
vistos de valor.
(34) Cfr .. «Tradizione e progresso», en FA, págs. 117-139. Sobre el
hisroricismo cfr. también LT, págs. 225 y sigs.
(35) Cfr. FA, pág. 120.
932
Fundaci\363n Speiro
•
M. F. SCIACCA: PEDAGOGIA Y ANTIPEDAGOGIA
Y es propia de la incapacidad de síntesis (36), el defecto
que afecta al hombre
de hoy hijo de su tiempo a saber, de la
decadencia de Occidente: el occidentalismo (37). Fundamental
mente «dimisionario» (38), el hombre de hoy
-nos referimos
al hombre europeo, el
occidental-ha renunciado a las propias
prerrogativas y
su crisis es expresi6n de una crisis más amplia
que comprende toda
su cultuta, la cual ha exiliado «la contem
placi6n» y ha exaltado la «acci6n» ha
teorizado «saber es po
dei,,o reduciendo así el saber a lo útil, mero instrumento de po
tencia. Y lo mismo le ocurre a la ciencia, cada vez más condi
cionada por ideologías políticas y econ6micas.
El hombre se ha
vendido al bienestar y éste predica la antipedagogía de masa
utilizada por los medios
de comunicaci6n, y contra la cual tiene
que luchar la pedagogía que
sin duda no niega la importancia
de
estar bien, pero la entiende en su plenitud de «bienestar psico
físico-intelectivo». Recordando que
la persona es unida impres
cindible
de sentimiento-inteligencia-voluntad. Nuestra «civiliza
ci6n de la imagen» (39), ciertamente id6nea para acercar a los
pueblos, en nombre de la «inmediatez» socava en el hombre la
capacidad de «mediaci6n», y esto incide en la relaci6n
sea personal
sea interpersonal:
las tantas «relaciones sociales» quitan el tiem
po a los «encuentros humanos». Todo va
de prisa, hay que correr
o
se queda uno atrás. Pero atrás, ¿d6nde? Y adelante, ¿dónde?
A
veces demasiado reificado y envuelto en la socialidad, · el hom
bre.no puede encontrarse consigo mismo, o reconocer a los de
más, apreciar la naturaleza por -la sistemática deseducación para
escuchar, reflexionar, observar.
No queremos negar la ·importan
cia,
también pedag6gica, del trabajo de «equipo» ( 40).
(36) Cfr. OI, pág. 147.
(37) Cfr. «L 'Occidentalismo»,
en OI, págs. 91-125 e «La tecnocrazia
dei fuochi fatui · dell'Occidentalismo», ibid., págs. 127-149. Cfr. inoltte
«la crisi della civilta occidentale e iJ. problema della sua unita spiritnale»,
en OC, págs. 81-119 e «Cultura civilta tecnica», ibid., págs. 121-135.
(38)
Cfr. ÓC, págs. 28 e 132.
(39)
Cfr. OI, pág. 133.
(40) Cfr.
ibid., págs. 131 e 142.
933
Fundaci\363n Speiro
ANNA MARIA TRIPODI
No entendemos llevar la crítica sin posibilidad de apelación,
a
la especialización (41), sino solo recordar el peligro de la «des
personalización» ( 42), en una época como la nuestra extraordi
nariamente interesante, pero. inquietante.
El trabajo de «equipo»
y
la especialización deben consentir la «mentalidad crítica», de
ben impedir por . un lado que el hombre se pierda en el grupo
tornándose una ruedecita de chiapliniana memoria, y
de otro
lado que pierda
la visión del todo. No son problemas de fácil
solución, pero
es esencial que sean vistos como «problemas» y
no ignorados. La pedagogía, teniendo en alto la bandera de
la
integralidad del hombre,· ha de ser una espina en el flanco de
la antipedagogía, hoy ampliamente utilizada,
como decíamos, por
los medios de comunicación
de ·masas. A la mecanización del
hombre, a su computerización, debe contraponerse·
la humaniza
ción de la máquina y del computer, enseñando, sí, desde !a
más
tierna edad, a utilizar la máquina y el computer, pero como me
dios no como fines.
¿ Existe una antídoto del error en sus varios aspectos de filo
doxia, antidiálogb, estupidez, anticultura, laicismo, historicismo,
occidentalismo
y, agreguemos, la antipedagogla? Ciertamente.
Sciacca aconsejaría la «recnperación» del pensamiento, necesario
· a la ciencia y de la reflexión, necesaria a la filosofía. En otras
palabras,
se plantea así la bipolaridad última a la cual queremos
aludir: la de la «contemplación-acción»· (43). Hoy
es preciso
aprender a «ultrahacer» para descubrir el «hacer». Con este fin,
resulta imprescindible el momento contemplativo,
es decir, se
se requiere la cápacidad «de pararse para ver» y para «saber»,
garantía del «mejor hacer». Solamente así, a la masa de «bípe
dos reificantes»
se han de ver sustituidos los hombres, a los cua
les les son esenciales, en un ambiente favorable y no enemigo,
momentos de tranquilidad
y de silencio para replegarse sobre sí
mismos para reencontrarse, momentos en que detenerse para
ob
servar la naturaleza y somprender como es mejor actuar sobre
(41) Cfr. ibid., págs. 25 y sigs.
(42) Cfr. ibid., págs. 28 y sigs.
(43) Cfr. «Contemplazione e azione», en OC, págs. 243-261.
934
Fundaci\363n Speiro
M. F. SCUCCA: PEDAGOGIA Y ANTIPEDAGOGIA
ella. Momentos en que detenerse· para reflexionar y buscar el tipo
de relaciones a mantener con los demás. En estos momentos de
«contemplación»
se hallan los fundamentos del. ser y del obrar
del hombre, que solo en la medida en que sabe escoger momen
tos de «soledad», ofrece
el máximo de solidaridad, de apertura
y de disponibilidad a los demás. Nos gusta rehacernos a una
feliz imagen sciacchiana que toma el pulso a la situación: «Se
dice que quien contempla
no trabaja, como si hombres de cien
cia, filósofos, artistas, santos etc., no hayan trabajado nunca. En
realidad son los fabricantes de zapatos· con que la humanidad
camina, a veces durante milenios, los que trabajan.
Pero si elimi
namos el momento contemplativo,
ya no se fabricaran zapatos
y la humanidad, descalza,
se desangra. Lo que ocurre es que hoy
ya· no -tenemos zapateros, sino. solo reffiendones que a duras penas
arreglan, cuando no los deforman, por no observar el trabajo
que hacen, los zapatos fabricados por los antiguos
zapat~ros. Si
el «contemplante» es un «desocupado», digamos de una vez que
la historia y el progreso
los han hecho solamente los «desocupa
. dos» ( 44 ). Hemos visto como la pedagogía .tiene en sus manos
el futuro de la humanidad.
De ahí su gran responsabilidad. For
mar «zapateros» si quiere ofrecer una esperanza
al «futuro» del
hombre. Deberá empeñarse en
la educación del «yo profundo»
o derribar el engranaje del «yo ficticio» o cómodo (
45) que la
antipedagogía considera suficiente e incluso necesario por cuanto
consiente simular el empeño, en el máximo «desempeño».
Si el
«yo ficticio» es el_ yo social, que presume de sí mismo y le im
porta aparentar, el yo profundo es el yo mor"!, al cual le inte
resa ser y no mostrarse, por un cierto poder a aparentar, y una
forma de humildad. Haciendo una explícita referencia rosminia
na, podremos afirmar que donde la
pedagogía responde a los
principios y
los criterios de la «razón especulativa de los indi
viduos», la antipedagogia responde a
los principios y criterios de
(44) !bid., pág. 254.
(45) Cfr. LT, págs. g7,91.
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Fundaci\363n Speiro
ANNA MARIA TRIPODI
la «razón práctica de las masas». Contemplativa, según Sciacca,
la primera, práctica y exclusivamente práctica la segunda.
Para
no seguir el discurso a ultranza, después de haber tra
zado, como esperamos, el esquema de referencia, veamos algunos
caracteres peculiares de
·la pedagogía, según M. F. Sciacca, en
estrecha conexión,
y no podría ser de otra manera, con su con
cepción de la persona humana. En una primera síntesis, la cues
tión se plantearía así: la pedagogía conocerá, respetará y formará
al hombre en
la integralidad de su vida y de su existencia, en
cuanto ser libre
y por lo \anta responsable, dialéctico desde un
triple punto de vista
y con fin transnatural.
Síntesis de vida
y existencia, el hombre «no puede vivir sino
en
el mundo, su condición de vida, por cuanto es también cuer
po» (46). Pero su existencia, a saber, su dimensión interior,
in
telectiva atestigua que él no es para el mundo. De ahí la doble
constante atención que la ciencia pedagógica debe reservar a su
«
to de su «individualidad» con todas las implicaciones psico-fisio
lógicas
y al desarrollo de su «personalidad» que comprende su
dimensión moral. Evidentemente, el sujeto que
la pedagogía tiene
ante ella no está fraccionado.
En efecto, «crecimiento» y «desa
rrollo» proceden «dinámicamente». Esta dinamicidad es recono
cida, respetada, ayudada con el fin de llegar a la formación de
una «personalidad moral»,
al «hombre normal» ( 48), cuya vida
instintiva está asumida y disciplinada por la vida espiritual, cuya
razón está iluminada por la inteligencia y cuya voluntad se ad
hiere a la .norma. «La educación tiene la misión de facilitar la
colaboración de
la «persona» y del «individuo», de ayudar al
hombre a armonizar el mecanismo de la vida corpórea con las
leyes de la vida espiritual» ( 49) y puede hacer esto si «ecmca
enseñando» y «enseña educando» (50), si «forma» al hombre
(46) 4,E, pág. 101.
(47) Cfr. US, págs. 35 e 55.
(48) Cfr. ibid., pág. 57.
(49) PD, pág. 22.
(50) Cfr. ibid., pág. 37.
936
Fundaci\363n Speiro
M. F. SCIACCA: PEDAGOGIA Y ANTIPEDAGOGIA
y al mismo tiempo lo «adiestra» para la vida en el mundo (51),
formándole el bagaje sea
humanístico sea técnico-científico para
su profesión. Aquí se podría incluir el discurso sobre la «didác
tica» (52), que eludimos, limitándonos a recordar que
ella re
quiere la fantasia de la imagen del maestro y que no se reducti
ble
al «método» -«como enseñar»-no pudiendo prescindir
de «qué cosa« se ensefia.
Teniendo en cuenta que un «nexo dinámico» une igualmente
auto y heteroeducación, que por otra parte, no necesariamente
institucionalizadas, acompañan al hombre toda la vida (53 ), qui
siéramos poner de manifiesto la necesidad para el hombre de
seguir la propia «vocación» (54 ), a riesgo no tanto de encontrarse
«desocupado», como de descubrirse. «desplazado». Pero no
es
fácil perseguir la propia vocación. Es preciso individualizarla
primero
y conquistarla después. Este resultado no podrá ser al
canzado si solamente la auto y la heteroeducación habrán cola
borado a la formación de un ser libre, capaz de «iniciativa en
el ser», que
es «escavación continua, remoción de todo lo adqui
rido, victoria sobre las costumbres, incluidas las buenas, para
reconfirmarlas en el acto». Victoria sobre el dato, para conquis
tarlo (55), en la conciencia constante que «me
estÓy haciendo
el ser que
no me he dado» (56). Así auto y heteroeducación
habrán debido formar un «carácter» (57), transformando el pri
mitivo «bosquejo» en una «obra», ayudándole a pensar
y cono
cer, a observar y reflexionar (58).
Se plantea de esta forma el tema de la libertad. El hombre
es libertad, la educación . debe set educación para la libertad.
(51) Cfr. ibid., pág. 59.
(52) ar. ibid., págs. 59 y sigs.
(53) Aquí podría entrar un discurso sobre la «educaziolle permanen
te». Véase «Sull'educazione degli adulti (1949; 1962)•, en PD, págs. 123-
132. (54) Cfr.
US, pág. 75; MI, pág. 243; LT, págs. 50 y sigs.
(55)
LT, pág. 84.
(56)
Ibid., pág. 96.
(57) Cfr;
US, págs. 66-{i8.
(58) Cfr. PD, págs. 50 y sigs.
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Fundaci\363n Speiro
ANNA MARIA TRIPODI
Aceptaci6n de sí mismo, capacidad de elecci6n, finura en la
elecci6n. La dinamicidad de los momentos de la libertad carac
teriza al hombre y lo constituye en ser irrepetible. Pero solo ~
que sabe «elegir» existe al nivel del espíritu, es un «carácter»,
con el cual los demás cuentan porque
es. Y todos nosotros nos
damos cuenta como se padece hoy la carencia de «caracteres» o
sea de hombres o de mujeres que vivan al nivel de la existencia,
no sean «dimisionarios», no-se identifiquen con los «bípedos
reificantes»,. -a los cuales nos referíamos antes.
Si la pedagogía habrá contribuido a formar caracteres, habrá
rendido a la humanidad
un servicio sin precio. Si habrá fraca
sado en esto -siguiendo las m~das deletéreas de la antipeda
gogía-grave será su responsabilidad e irreparables las conse
cuencias. Porque si !os hombres viven y existen en el nivel que
les corresponde, l6gicamente se resolverán todos los demás pro
blemas. Y así la relaci6n consigo mismo, incluso
si a veces es
cliffcil, no llevará a la «crisis de identidad» sin retorno. La rela
ci6n con los demás, tanto a nivel interpersonal, como social y
político, tendrá. connotaciones claras que garantizarán
un exce
lente logro. La relaci6n con la naturaleza, lo real, lo que hoy se
configura c,;mo problema ecol6gico, sabrá respetar el ecosistema.
En
el curso de nuestra reflexi6n hemos detectado algunas
veces,
sin desarrollarlo, el nexo hombre-Dios. En la idea de
Sciacca el «punto de gravedad del espíritu» está «fuera del uni
verso» (59),
el hombre es «ser en el mundo» que se reclama del
Ser, desemboca en
su fuente (60). Es evidente que la pedagogía
que necesita de una visión
de la existencia, no puede prescindir
de esta realidad. Aquí
está la garantía de su ser, expresión del
sistema de la verdad,
de su conexión con la filosofía, de su ca
pacidad de diálogo, de su ser y obrar al. nivel de la inteligencia,
de
su ideoneidad a producir cultura, de su laicidad o su autono
mía, de su sentido de la historiricidad, de su fidelidad a los
valores
de Occidente, en nuestro caso, o de la tradici6n en sen-
. tido amplio, del redescubrimiento de la contemplación.
(59) Cfr. MI, pág. 224.
(60)
Cfr. US, pág. 162.
938
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POR
ANNA .MARIA TRIPODI
Profesora de Historia de la Filosof!a de la Universidad de Génova.
Sciacca habfa previsto dedicar uno de sus volúmenes del Cor
pus de la «filosofía de la integralidad» ( 1) al pr<1blema de la ed11-
cación. No tuvo tiempo para ello y de esta forma.dejó a los es'
tudiosos de su filosofía la tarea de enuclear y extraer de ella las
líneas maestras
de su concepción en esta materia. Punto de re
ferencia obligado permanece, además, el libro Pagine di pedago
gía é di didattica, conjunto de cuanto habfa ido escribiendo du
rante años sobre problemas pedagógicos y didácticos (2). A ello
nos remitimos
para tratar temas específicos que, con todo, tienen
(*) El d!a 12 de julio ,e ha cumplido el 80. aniversario del nacimiento
ea Giarre (Sicilia) de nuestro maestro el profesor Michele Federico Sciacca;
con esta ocasión, y Cómo homeruije 'conmemorativo, Verbo publica este -ar
ticulo de la-profesora. Anna Maria Tripoli acerca de rin tema del magis
terio del filósofo siciliano.
(1) Indicaremos los volúmenes de M. F. Sciacca, a los cuales nos
hemos referido, con las respectivas siglas y el año. de publicación de la
edición que hemos utilizado. Recordemos que ellbs forman -parte de las
«Obras completas de Michele Federico Sciacca» publicadas por el editor
Marzorati de Milán. L'interioritli oggettiva = !O (1967); L'uomo questo
«squilibrato» t=: US (1972)¡ Atto ed essere == AE (1963); Morte e im·
mortalita = MI (1968); La liberta e il tempo == LT (1965); Filosofia e
antifilosofia = FA (1971); Gli arieti contra la verticale = AV (1972);
L'oscuramento dell'íntelligenza ::::::: OI {1972}; Pagine di pedagogia e di
didattica = PD (1972); Ontología triadica e trinitaria = OTT (1973);
L'ora di Cristo == OC (1973).
(2) Cfr. también G. CoRALLO, L'educazione «integralé», in AA.VV.,
Michele 'Federico 5_ciacca, a cura di P. P. Ottonello, Milano, Ma:tZOrati,
1978, págs. 85-99.
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Fundaci\363n Speiro
ANNA MARIA TRIPODI
su referencia obligada en la elaboración filosófica personal de
Sciacéa, expresada precisamente en la Filoso/la de la integralidad.
El título de nuestro tema se hace eco intencionalmente del
título de su volumen
Filoso/fa e antifilosofía ( 3 ), donde está
presente una distinción
· fundamental, . de sabor rosminiano, que
Sciacca hace suya y elabora de un modo original. A ella torna
mos
para delinear el limite que separa la pedagogía de la «anti
pedagogia».
El discurso será de carácter teórico-cultural por cuan
to se fijará en los elementos destinados a distinguir la auténtica
ciencia pedagógica, a cúyos antípodas
se colocará la pseudocien
cia correspondiente a principios diametralmente opuestos, y se
prescindirá .de las ejemplificaciones confiadas a la fantasía y a la
competencia
de los especialistas. Terreno de búsqueda son los
volúmenes
que constituyen propiamente «la filosofía de la inte
gralidad», además de algunos textos. diferentes, todos insertados
en aquel «sistema unitario» que
el filósofo reconocía como
suyo
(4).
Dos son· 1as directrices fundamentales de la historia del pen
samiento: verdad
y error. Hacia ellas convergen una serie de
reaHdades y de actitudes humanas que en nuestro caso nos ayu
darán a desarrollar nuestro tema. Y, para ejemplo, ·convendría
r
cidad-laicismo,. historicidad-historicismo, occidente-occidentalismo,
contemplación-acción. EL saber humano, en cuanto
científicamen
te ordenado, puede ser representado, según una feliz imagen ros
miniana, por una pirámide ·en fom¡a de tetraedro: a la base los
verdaderos particulares, y después, hacia arriba, llegando al má
ximo de universalidad. El sistema de la verdad «no es otra
cosa. . . que la
descripción de la misma en-aquella forma que está
contenida en los principios»
(5). Es misión de la filosofía el de-
(3) El voluJilen recoge las cinoo lecciones del I curso de la «Cattedta
Rosniini»; tenidas a Stresa, en agosto de 1967.
(4) Cfr. IO, pág. 10.
(5) A. RosMINI, Introduzione alla filosofía, a cura di P. P. Ottonello,
Citta Nuova, 1979, págs. 21.28.
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M. F. SCIACCA: PEDAGOGIA Y ANTIPEDAGOGIA
terminar las «razones primeras» de todo el saber. Opuesto al
sistema de la verdad
.es el del error que pretende sustituir la ver
dad con las opiniones, desgajando los verdaderos partjculares
del
sistema que culmina en el ser, absolutizándolos ( 6) y originando
así varias doxai. Para Sciacca, pensar es «pensar desde. el ser»,
a saber, «repensar personalmente el sistema de la verdad, darle
la
fueaa de nuestra contribuci6n personal por pequeña que sea,
profundizarlo, aumentarlo, por cuanto la verdad es fuente de
nuevas verdades que a nosotros nos corresponde descubrir»
(7).
Es papel de la inteligencia la intuici6n de lo verdadero, y de la
raz6n su aplicaci6n.
Y, así, la filosofía debe desarrollar el proble
ma metafísico, descubrir los principios en base a los cuales las
ciencias obrarán, formulando conceptos
(8). Se comprende as!
c6mo de la pedagogía no se puede hablat sino desde el punto
de vista especulativo, siendo
la pedagogía · sin6nimo . de «filosofía
de la educación» (9), que implica una visión de la existencia.
Estamos en condiciones, en este puntO, de comprender en for-.
ma patente una primera sencilla definición de la educación en la
perspectiva de la «pedagogía»: «la educación se identifica con el
proceso de desarrollo consciente
y libre de las facultades del hom:
bre en la .integralidad de su espíritu y de su cuerpo, sin limites
de tiempo y de instituciones» (W), Es normal que las concep
ciones que mediarán al hombre ctearán
un_ privilegio anormal a
una componente o facultad humana sobre las
otras, le negarán
un fin y, por lo tanto, entrarán en los dominios de la «antipeda
g9gía».
La dialéctica diálogo-antidiálogo . puede contribu.i.r a esclare
cer el diferente planteamiento
de la auto y heteroeducación, ade
más del más destacado nexo educador-educando. El hombre es
socius de sí ante si mismo, después es de los demá~ y forma so-
(6) Cfr. FA, págs. 89-90.
(7)
Ibid., págs. 49-50. Vet también ibid., pág, 81.
(8) Cfr. IO, págs. 85-86.
(9)
Cfr. PD, pág. 17 ..
(10) Jbidem.
923
Fundaci\363n Speiro
ANNA MARIA TRIPODI
cietas ( 11 ). La comunicación interior se constituye en fundamen
to ontol6gico de la persona, que en ella encuentra el terreno co
mún para el diálogo con sus semejantes, que es precisamente el
diálogo en y para la verdad (12). Solamente este diál_ogo es
auténtica· camunii:aci6n; ·se connota, por lo tanto, a través 'de la
«disponibilidad» ( 13 ), y obedece a la dialéctica de la «alteridad
por
el amor» ( 14 ). La «pedagogía» requiere· el diálogo a este
nivel. La comunicación es recíproca, desinteresada, capaz de co
locarse en lugar del otro, de ·objetivarse en él. Tal reciprocidad
comporta la exigencia de
la '«educación en la autoeducación» (15),
porque educar
es contribuir :'á formar-una personalidad, una con
ciencia (16), libre y
consciente, en condición de pensar y querer
(11) Cfr. 10, páw;. 108. y sigs.
(12)-:&¡cribe Sci~a: «Daccapo: iri che cosa commtlchiamo? Una la
risposta: nella verita, ·che e di ciascuno di, noi come quel che ci e interiore
ed e di tutti. Nell'erroré rion si comunica: l'errore divide, la verita-unisce; .
inferma il pensieto, la verit~ lo alitnent3¡ e vivificá; l'errore chiude la
cdscienza, ·1a ·veritA la apre. L,errore mortifica nell'uomo la persona¡ perché
nega la Uberta: non ha sen.so .-la liberta dello o nell'errore, ha senso la
liberta della e nella · verlo\. Oggi g1i uomini mancano di verita e dunque·
non riesconO ed essere persone; perciO la scuola rilanci di educatori, di
maestri» (PD, páw;. 71-72). Vid. también FA, págs. 18 y sigs.
(13) Cfr. JO, pág. 113.
(14) Valga para todos la refereiÍcia al párr. «La "violenza" dell'essere
mora.le e lo slan,cio "spiétato" dell'amore», en AE', págs. 115-122.
(15) Cfr. PD, págs. 26 y sigs.
(16) Escribe Sciacca: «La formazione della. personalita e formazione
della coscienza acquisizione della coscienza di me. 'CÓscienza' e cum scire;
la scuola coscienza vivente: non e i banchi, llavagna; le aule, il material.e
scolastico,
tutti strumellti utilissi.o:ii, ma appunto strumenti, quella parte
strumentale seo.za cuí non, potrebbe funzionarc;, ma ciO e ben diverso dal
dire che· essa e o deV"e esseré solamente funzronale; se tale, anche maestri
e scolari, come ·banchi e lavagne._ Strumenti didattici e materiale scolastico,
tutta l'attrezzatura che si vuole ma affinché la scuola sia coscienza vi
ventC, che non· ha niente a che fare con la funzionalit8 e gli strumenti.
Coscieru:a vivente, -sapere insiero.e: l'insegnante gli soolari e quei valori
attraverso i quali ci vogliamcf formare. PerciO la scuola· e J?iú di una so
societa di una convivenza; e comunione di spiriti serondo calori estetici,
morali
religiosi~ economici, sociali ecc., costitutiv{ appunto della coscienza
vivente» (PD, p~gs. 106-107).
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Fundaci\363n Speiro
M. F. SCIACCA: PEDAGOGIA Y ANTIPEDAGOGIA
por sí mismo. No necesariamente las antipedagogias niegan o su!,..
evalúan el aspecto cum-scire. Es suficiente que no lo apliquen.
Se exige, por tanto, que docentes y disdpulos existan al ni
vel de la «inteligencia»
y no vivan al nivel de la «estupidez», sean
ellos «sabios» ( 17)
y no agresivos, arrogantes, activistas o indi-
ferentes. Cuántos -trabajando en el mundo de la escuela
«existen al nivel de la inteligencia» están plenamente conscien
tes
de las carencias y defectos de las estructuras, ven lo hecho
por colegas y legisladores, tienen presentes las dificultades plan
teadas cada
día por los padres, y que, a pesar de todo ello, se
empeñan en primera persona y no esperan que . sean los demás
los que actúen.
Los jóvenes, por su lado, deben convencerse que
al lado del
«derecho al estudio» está «el deber del estudio» ( 18 ):
así, su camino hacia la educación será bien .;rientado. La activi'
dad pedagógica, en los primeros años,
acabará en
la formación
de aquel «sentido crítico» que
deberá caracterizar los años de
la madurez.
En los años siguientes, la obra se tornara más ardua,
exigiendo la fatiga personal de la «deseducación»
-segunda fase
del proceso de la
«autoeducación»--, en la cual se asumirá críti
camente la educación recibida
de la familia, escuela, ambiente,
haciendo «tabla rasa» de opiniones falsas, opiniones .impuesras,
malos ejemplos, lugares comunes, prejuicios,
slogans y otras. Su
perando la repetitividad de los primeros años, mantenida la fres
cura de la juventud sin caer en formas de infantilismo, se toma
rá
el empeño, sobre la base de la educación recibida, que por lo
tanto permanece fundamental,
de hacerse inteligentemente edu
cadores de sí mismos.
Solamente .así se podrá afrontar la vida
con sus condicionamientos, haciendo
posible que no se produz
can obstáculos insuperables, sino solo dificultades a superar. Y
(17) Recordemos que para Sciacca «La saggezza e il volto 'pratico'
dell'intelligenza, il cuí segno e· il limite» (01, .pág. 20); e ancora: «Sagge
zza e vivere ed -esistere serondo intelligenza o secando l'ordine dell'essere,
ci<>e sentire conoscere volere se stessi ed ogni ente nei e con i suoi lini.iti,
compiutam.ente; che e-yolerne ·e promuovetne la perfeifoner,, -(ibid., pá~
gina 23).
(18) Cfr. PD, págs. 76 y sigs.
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Fundaci\363n Speiro
ANNA MARIA TRIPODI
esto será posible si uno no se identifica ~on la experiencia, sino
que
s~ «resistirá» a ella (19). Diversamente se caerá en la men
tira del hombre-masa (20) -astucia de la estupidez-, pero se
acabará en el hombre-persona, al darse 1c_uenta del analfabetismo
·extendido (21). Identificable
en un mundo en el cual todos o
casi todos saben leer, .escribir y
bac~r las cuentas, en la reduc
ción de la vertical del· ser en nombre de la horizontalizacioo del
pensamiento y del vivir, a ·saber, en la permeabilidad a todos los
mensajes, en la incapacidad de discernir, en el sofocar la genia
lidad, en
la negación de la interioridad. En una palabra, en la
«anticultura» actual, firmemente practicada por quien quiere
lle
var todo al aplanamiento para ejercer mejor el poder, obviamen
te no entendido en
términos de-«servicio». La verdad es que las
antipedagogías se pondriin al servicio del aplatanamiento y la ba
nalización culturales, e,:¡._nomhre de una demagogia que, recorde
mos, implica
e,¡. cualquier caso y en cada forma la degradación
de la democracia.
En este orden de ideas escribe Sciacca: «En su significado
originario;
el término de cultura, aplicado al hombre, se identifi
ca con el de educaci6n, la cual implica, ante todo, la voluntad de
aplicarse con amor a todo cuanto pueda formarlo y hacerle culto
o educado: elegante en el sentir, en el entender y en el querer,
a saber, capaz
de elegir, hombre libre. La cultura es libertad y
educación para la libertad» (22). En este sentido la cultura es
esencialmente «formativa» y requiere ,1 esfui.:rzo de la asimila
ción personal, la receptividad crítica, la verificación continua, cuyo
resultado-nunca definitivo, sino capaz de em::iquecirnientos,
será
la constitución de un «cosmos» cultural, o sea de aquel «orden»
intelectual-moral-espiritual propio de quien vive,
entiende, siente,
conociendo y queriendo
el orden del ser. Con esto Sciacca no
propugna un culturismo a ultranza y no pretende, en otros tér-
(19) Cfr. US, .pág. 20.
(20) Cfr.
PD, pág. 80.
(21) Cfr. «Non
e mai ttoppo tardi (1963)», en PD, págs. 111 y si
guientes; ver también AV, pig. 38.
(22) AV, pág. 103.
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M .. F. SCIACCA: PEDAGOGIA Y ANTIPEDAGOGIA
minos, asumir la cultura como único valor, sino que incita a la
«cultura del espíritu» (23
). Unica posición idónea a la recupera·
ción
de todos los valores culturales y. civiles, humanistas y téc·
nioos. El fin de la pedagogía es la formación de una élite cul.tu·
ral que no «está representada solamente por los intelectuales o
por los que dicen que desempeñan. este
oficio, autoinstalados en
lps sillones de primera fila con la claque en el gallinero o por los
que escriben o pintan o experimentan en los laboratorios, sino
también por
los que saben desarrollar su personalidad integral,
haciendo
al mismo tiempo que progrese un arte, cualquiera que
sea» (24). Fin «aristocrático» ciertamente (25), pero en el sen
tido que a todos se pide devenir «mejores», dar lo mejor de sí
mismos,. en el máximo respeto de lo que son, en cuanto «irrepe
tibles» o no masificables. La álitipedagogía educa ..e.por decirlo
así-a la anticultura, brindando «no valores» aptos para acele
rar aquel proceso de banalización, de aplanamiento, de confor·
mismo, que consentirá al poder autosujetar la cultura, sustituyen·
do «a la potencia de la cultura», única garantía del verdadero
progreso, la «cultura de la potencia» (26), que acaba en la con·
quista del poder por el poder. No la cultura, por tanto, sino la
«aculturización» (27) anónima, niveladora al nivel más bajo, al-
(23) Cfr. ibid., págs. 117-119.
(24)
Ibid., pág. 116.
(25) Cfr. ibid., págs. 112-113 e PI>, pág. 76.
(26)
ar. AV, págs. 138-140.
(27)
Cfr; 01, pág. 75. Escribe Sciacca: «Lo scardinamentó e con,in
ciam dal basso, dai pri.mi gradi d'istruzione, con le 'nuove' didattiche
empiristiche e
tecniche, inmesse all.o scopo di costruire la scualo per tutti,
má che non e piú. la scuola di tutti, . perché i pochi intelligenti ~tano
mortificati, nell'impassibilit9. di poter syiluppare la loro intelligenza con
grande gioia dei piú o meno mediocri -vivaio degli 'elevati' 'cervelli
calcolamri e pianificatori- che non. suhiranno la 'frustrazione' delle in
tdligenze creatrici, un.a sola delle quali incarna e rivela una nuova di
mensione deJfumani~a. E, dal basso, lo scardinamento e destinato a rag
giungere il vertice: a un corto momento la cultura universitaria si trovera
sospesa nel vuoto e, volente o nolente, dovra rassegnarsi a cessate di
rappresentare il piú alto grado della cultura e dell'inségnamento umanis-
927
Fundaci\363n Speiro
ANNA MARIA TRJPODI
can2able sin esfuerzo, porque solo quien aprende a luchar con
sigo mismo,. con,, sus propios límites, con sus propios instintos,
con sus. propios defectos. será capaz también de resistir a las pre
siones exteriores_, a los endoctrinamientos. _ preconstiti.tldos, con
feccionados en el subvacío por cuanto el cerebro habrá de ser el .
vacío. Disciplinas humanísticas
y científicas están entendidas en
los límites de su utilización práctica
y i,npírica y colocadas allí,
en el
ghetto. No interesan tanto por el aporte que pueden dar a
la verdad y su búsqueda, cuanto por
.su efiacia operativa, único
valor
qµe importa en una sociedad «que tiene prisa», incapaz de
meditación,
rej1oso, reflexión, a la cual le interesa la apariencia,
lo inmediato, el resultado a todo precio, que ha sustituido a
los
«m~estros» por los «-opinion men».
No es casual .. que hoy haya J,nuchos sujetos que sufren de cri
sis. de identidad y que se sientan «desmotivados» y no .finaliza
dos. Los múltiples análisis psico-sociológicos que se proponen ex
plicar. tales hechos son, a veces, seres que carecén de la compren
sión del principio que ha llevado a esta situación.
Se limitan, ver
bigracia, demasiado a
menudo a detectar una serie de motivos
. deshilachados, acusan de crímenes a la sociedad, al Estado, la
familia, la educación, sin ahondar el bisturí dentro de la llaga.
Y esto porque también estos sujetos son hijos de la negación de
la integralidad del hom:bre, predicada por
el «laicismo», forma
decaída de la «laicidad».
Si la laicidad, en la .visión de Sciacca,
es garantía de «autonomía» para el hombre, el laicismo teoriza su
autosuficiencia, absolutiza su vida negándole la existencia, relega
en suma al
hombre al mundo, le asigna un reino --el regnum
hominis-de ningún valor, en la medida en que acaba con él.
Desgajado. de su principio,
el hombre primero se hace la ilusión
de ser
el dios de sí mismo, de ser él mismo dios, se siente omni
potente
y rico de una fe ilimitada en sus propias posibilidades:
todo le es
ahora concedido, todo le pertenece, todo le es posi
ble; es, finalmente, «mayor de edad». Sobrevienen las primeras
tico e sciCtl.ti#co e a diventare ancb'essa una scuo.la tecnico-professionale,
di massa» (OC, pág. 25): ¡palabras proféticas!
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Fundaci\363n Speiro
M. F. SCIACCA: PEDAGOGIA Y ANTIPEDAGOGIA
desilusiOnes, la nueva fe vacila, se recorioce como mito, pero es
una fe desprovista de cualquier conocimiento y conciencia del re
medio. Al primitivo optimismo k sustituye el pesimismo y la
desesperación. ·
El pensamiento moderno ha conocido muy bien y ha vivido
en toda su tragedia este
excursus, sea al nivel cultural que al ni
vel político-la praxis es hija de la teoría-; ha absolutizado cada
vez
más la Ciencia, 1a Humanidad, la Filosofía, la Econqmía, la
Historia: pata destruir la religión ha caído en la idolatría y en
el consiguiente faoa1ismo.
La consecuencia: la dificultad para el
hombre de encontrar su propio
ubi consistam, la «claridad» de ·
sí
mismo. De ahí la crisis de identidad, la búsqueda de los va
lores en el absurdo. Es natural que una tal situación no es ca
racterística exclusivamente contemporánea, incluso ·si el ·mundo
contemporánéo sea cultura, sino que vale
para todo tiempo, por
cada hombre que no tenga uria clara medida de sí mismo. Y,
¿cómo s_e integra la pedagogía en un cootexto semejante? Dra
máticamente, en la plenitud de
significados del término. Ella es
pedagogía en
la medida en que tiene fuerte su propia «autono
mía», no
se deja esclavizar por las modas y las ideologías, sabe
escoger su propia
filosofía, tiene presente su propio objeto, su
propio método, el propio fin.
Es antipedagogía en la medida en
que
se separa de la disciplina madre y escoge una de tantas filo
doxías de moda,
se juzga «autosuficieme»,. haciéndose presa y no
elemento unificador
y coordinador de las disciplinas médico-psi
co-sociológicas
que puedan coadyuvada, es incapaz de coordinar
condiciones, modos contenidos, fines del educar,
privilegia en de
masía una de.las facultades del hombre en perjuicio de las otras.
En otras palabras, la pedagogía
es disciplina particularmente
expuesta a
la atmósfera cultural del tiempo, es hija del propio
tiempo,
singularmente cortejada porque tiene en sus manos el
futuro de
la humanidad, hallándose en condición de plasmar, que
riéndolo,
la psique sin recurrir a la ingeniería genética. Deberá
caracterizarse por ello como
pedagogía de la «historicidad» y no
del «historicismo», como
educación orientada hacia los valores y
no hacia la empiría, si no quiere ser responsable
del crecimiento
929
Fundaci\363n Speiro
ANNA MARIA TRIPODI
de hombres acaso no «desocupados», pero ciertamente ;despla
zados»
(28), incapaces de encontrar en sí mismos, en la propia
interioridad, las razones del
propio ser en el mundo, la fuerza
suficiente para
ir adelante en la vida en los momentos difíciles.
Obligándolos, al contrario, a apuntalarse en las arenas movedi
zas
de la exterioridad con la cual están llamados a relacionarse
y hacer. las cuentas, pero en la cual
no ¡,odrán ahondar sus pro
pias raíoes. La dialéctica empeño-distanciación (29)
es particular
mente significativa en este sentido: «iniciativa del ser», el
hom
bre actúa en el mundo, pero no para el mundo, y también para
eso debe ser educado. El mundo es necesario para su vida, pero
insuficiente para su existencia, no puede pagar sus exigencias
fn,
teriores y espirituales. La «neoesidacl» del mundo unida a «lo
inadecuado», deben ser siempre con textualmente presentes al
hombre, que solamente así sabrá respetar lo que
· ¡e rodea, no
absolutizándolo, no volviéndose su esclavo; «podrá»
gozar sin ser
poseída.
He aquí por qué el empeño exige la distanciación y ve
ceversa, y esta norma es utilísima para. reglar Iio solo la relación
con lo real, sino también la relación con los existentes y, por
tanto, con lo social (30).
DiStanciación no es sinónimo de incliferecia, sino de la con
ciencia que el «compromiso total» en el mundo va parejo con
el «compromiso absoluto» por Dios, que es el fin del hombre:
la distanciación por si sola lleva a la «apatía», el compromiso
(28) Sobre esta distinción véase por ej.,' OI, pág. 49.
(29)
Cfr. LT, págs. 170 y sigs., e AV pág. 115.
(30) De
ahí; según Pignoloni, el poder resolutivo de los problemas
en el plano histórico-tempontl: «del rapporto uomo-natura (le cose della
natura no
piú "utensili'. me. entita e perfezioni che 'rinviano' all'essere
:Sut,rettio [ ... )); tra l'uomo e l'altro uomo (l'aZterita non piú non-ió-ma
p~na· -quindi libertl-Íion in· contrasto roa in collaborazione con la
mia [ ... ]); tra uomo e societa (la societa noÍ:i piú anonima totalita, ma
rela_zione di _ persone nella distinzione e nel ris~tto dei reciproci doveri
e dirltti_ armoniZ'La_ti nella finalit8. del bene comune, che e _tale, anche sul
piano del benessere materJaJo se dirotto dalla legge mornle)» (E PrGNOLO:
m; Genes( e sviluppO del rosminianesimo nel pensiero di Michele F. Sciac-'
ca, Milano, Marzorati, 1964-1967, voll. 2, vol. 11, pág.· 203.
930
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M. F. SCIACCA: PBDAGOGIA Y ANTIPBDAGOGIA
solo a la «codicia», ambas fruto y causa de desorden. La acción
en el mundo exige este peculiar equilibrio: compromiso, distan
ciación, única garantía por otra parte también de
s1,1 eficacia.
Para esto está ejercitado y
se está ejercitando el hombre si no
quiere encontrarse a capricho de sí mismo, de
los otros, de lo
que le rodea
y entiende, al contrario, gobernar la propia barca
que no puede navegar siempre en aguas tranquilas.
La educa
ción en
el respecto de si mismo, de los demás, de la natura1eza,
no puede ser sino educación
de valores, formación en los valo
res (31), encarnación de ellos, y no su historicización ni su ah·
solutización (32). Con carácter infinito y universal, el valor puede
entrar en el mundo solo a través de
la mediación de la persona
que lo hace suyo, lo expresa personalmente, le da vida en el
mundo.
La pedagogía educa a la «persona» en la actualización
de los valores. La antipedagogía
-al máximo en las mejores
hipótesis-- se limita a
-educar el «individuo» ( componente su
jetivo de la persona), y no se preocupa de su moralidad o se.a
de su capacidad de referir lo real a lo ideal, de reconocer el ser
de si o de lo que le rodea. La pedagogía exige el
acto moral,
económicamente incómodo ( 3
3) por cuanto requiere cada vez
(31) Cfr. AR, págs. 89-90; MI, págs. 241 y sigs.; LT, págs. 100 y sigs.
(32) Escribe Sciacca: «Il ¡,roc@SSO dello storicismo e 10 stesso di quello
della perclita graduale -dei valori. Dal concetto di 'temporalitii' o 'storicitA'
dei valori ( storicismo idealistico, che ancora , conserva il sensó della filo
sofia e della dignit8. ·della cultura con riJ?rese nei primi decenni del nostro
secolo)
si e scesi a quello di 'temporaneitl', uno storicismo meno preten
zioso, a livello industriale-tecnolog:ico-burocratico, in cui si riconosce il
neo-illuminismo contemporaneo; di qui la sua riduzione a sociologismo,
caduta dello storicismo, anche di q~ello marxista, nato ·con natali piú no.
bili e con una caríca morale e religiosa ·in senso moíidano che _i suoi pre
supposti non potevano né soddisfate né reggere. Con altre parole: lo
storirjsmo che storicizza l'essere e tutti i valofi non puO evitarne l'appiat
timento al livello dell'empirico; anzi ogni sua forma e implícitamente
empirismo; e in fondo, o lo diventa, proselitismo o poliÚcismo, preoccu
pazione tirannica di prevalere per forza o violenta di retorica. E una volta
che la cultura e al servizio della politica; · e la fine della liberta. Ma cul
tura
e liberta ed educazione alla liberta» (AV, pág. 34).
(33) Cfr. US, págs. 202 y sigs.
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ANNA MARIA TRJPODI
todo el empeño de la persona, exige una continua capacidad de
renovación, una ferviente
fantasía, el coraje de la iniciativa y la
asunción
.de responsabilidades; la obliga, en suma, en la totali
dad sin perdonarle nada. A
la antipedagogía le basta la «ética
del convencionalismo
y de la etiqueta», al dinamismo de la vida
sustituye
la «routine» de !a ética social, al empeño de lo coti
diano la dispersión en lo ·«diario», a la presencia cotidiana la
repetición diaria, al amor
el egoísmo. Porque preocuparse de los
demás cuando es tan difícil proveerse a sí mismo; el mundo
debe «servir», las otras personas son «obstáculos» a mi éxito.
Esta visión tan falsa cuanto dañina,
es fruto de la falta de «sen
tido histórico», típica
de. las épocas y los hombres dispersos en
el mundo, que han equivocado el camino en
la medida en que
se han entregado totalmente a eso y se han relegado a eso. Y
entonces
se habla en voz alta de «progreso» para descubrir luego
que los daños son superiores a las ventajas, se condena el
pasado
como conservador, se realza el porvenir innovador para descu
brir luego que en pasado muchas realidades eran positivas acaso
más que en el presente, y que para el futuro son demasiadas las
incógnitas. Se forma una gran «griterío» pero
ya no se sabe
pensar y el hombre se desorienta. ¿Porqué? Porque la historia
no es compartimientos estancos, no es lo que pasa sino «lo que
permanece», y lo que permanece es quid sobre el cual se cons
truye
el progreso, el futuro. «Progreso en la tradición y tradi
ción en
el progreso» (34), afirmaba Sciacca, en la idea que el
«progreso
es la misma tradición renovada y operante» y la «tra
dición lo mismo nuevo que en
ella ahonda sus raíces, le infunde
vigor vigorizándose a sí misma» (35).
Es inútil observar que si
la pedagogía educa, para la. comprensión de esta «síntesis», la
antipedagogía deseduca al fraccionamiento del tiempo de la his
toria, utilizando lugares comunes, tan arraigados como despro
vistos de valor.
(34) Cfr .. «Tradizione e progresso», en FA, págs. 117-139. Sobre el
hisroricismo cfr. también LT, págs. 225 y sigs.
(35) Cfr. FA, pág. 120.
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Fundaci\363n Speiro
•
M. F. SCIACCA: PEDAGOGIA Y ANTIPEDAGOGIA
Y es propia de la incapacidad de síntesis (36), el defecto
que afecta al hombre
de hoy hijo de su tiempo a saber, de la
decadencia de Occidente: el occidentalismo (37). Fundamental
mente «dimisionario» (38), el hombre de hoy
-nos referimos
al hombre europeo, el
occidental-ha renunciado a las propias
prerrogativas y
su crisis es expresi6n de una crisis más amplia
que comprende toda
su cultuta, la cual ha exiliado «la contem
placi6n» y ha exaltado la «acci6n» ha
teorizado «saber es po
dei,,o reduciendo así el saber a lo útil, mero instrumento de po
tencia. Y lo mismo le ocurre a la ciencia, cada vez más condi
cionada por ideologías políticas y econ6micas.
El hombre se ha
vendido al bienestar y éste predica la antipedagogía de masa
utilizada por los medios
de comunicaci6n, y contra la cual tiene
que luchar la pedagogía que
sin duda no niega la importancia
de
estar bien, pero la entiende en su plenitud de «bienestar psico
físico-intelectivo». Recordando que
la persona es unida impres
cindible
de sentimiento-inteligencia-voluntad. Nuestra «civiliza
ci6n de la imagen» (39), ciertamente id6nea para acercar a los
pueblos, en nombre de la «inmediatez» socava en el hombre la
capacidad de «mediaci6n», y esto incide en la relaci6n
sea personal
sea interpersonal:
las tantas «relaciones sociales» quitan el tiem
po a los «encuentros humanos». Todo va
de prisa, hay que correr
o
se queda uno atrás. Pero atrás, ¿d6nde? Y adelante, ¿dónde?
A
veces demasiado reificado y envuelto en la socialidad, · el hom
bre.no puede encontrarse consigo mismo, o reconocer a los de
más, apreciar la naturaleza por -la sistemática deseducación para
escuchar, reflexionar, observar.
No queremos negar la ·importan
cia,
también pedag6gica, del trabajo de «equipo» ( 40).
(36) Cfr. OI, pág. 147.
(37) Cfr. «L 'Occidentalismo»,
en OI, págs. 91-125 e «La tecnocrazia
dei fuochi fatui · dell'Occidentalismo», ibid., págs. 127-149. Cfr. inoltte
«la crisi della civilta occidentale e iJ. problema della sua unita spiritnale»,
en OC, págs. 81-119 e «Cultura civilta tecnica», ibid., págs. 121-135.
(38)
Cfr. ÓC, págs. 28 e 132.
(39)
Cfr. OI, pág. 133.
(40) Cfr.
ibid., págs. 131 e 142.
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ANNA MARIA TRIPODI
No entendemos llevar la crítica sin posibilidad de apelación,
a
la especialización (41), sino solo recordar el peligro de la «des
personalización» ( 42), en una época como la nuestra extraordi
nariamente interesante, pero. inquietante.
El trabajo de «equipo»
y
la especialización deben consentir la «mentalidad crítica», de
ben impedir por . un lado que el hombre se pierda en el grupo
tornándose una ruedecita de chiapliniana memoria, y
de otro
lado que pierda
la visión del todo. No son problemas de fácil
solución, pero
es esencial que sean vistos como «problemas» y
no ignorados. La pedagogía, teniendo en alto la bandera de
la
integralidad del hombre,· ha de ser una espina en el flanco de
la antipedagogía, hoy ampliamente utilizada,
como decíamos, por
los medios de comunicación
de ·masas. A la mecanización del
hombre, a su computerización, debe contraponerse·
la humaniza
ción de la máquina y del computer, enseñando, sí, desde !a
más
tierna edad, a utilizar la máquina y el computer, pero como me
dios no como fines.
¿ Existe una antídoto del error en sus varios aspectos de filo
doxia, antidiálogb, estupidez, anticultura, laicismo, historicismo,
occidentalismo
y, agreguemos, la antipedagogla? Ciertamente.
Sciacca aconsejaría la «recnperación» del pensamiento, necesario
· a la ciencia y de la reflexión, necesaria a la filosofía. En otras
palabras,
se plantea así la bipolaridad última a la cual queremos
aludir: la de la «contemplación-acción»· (43). Hoy
es preciso
aprender a «ultrahacer» para descubrir el «hacer». Con este fin,
resulta imprescindible el momento contemplativo,
es decir, se
se requiere la cápacidad «de pararse para ver» y para «saber»,
garantía del «mejor hacer». Solamente así, a la masa de «bípe
dos reificantes»
se han de ver sustituidos los hombres, a los cua
les les son esenciales, en un ambiente favorable y no enemigo,
momentos de tranquilidad
y de silencio para replegarse sobre sí
mismos para reencontrarse, momentos en que detenerse para
ob
servar la naturaleza y somprender como es mejor actuar sobre
(41) Cfr. ibid., págs. 25 y sigs.
(42) Cfr. ibid., págs. 28 y sigs.
(43) Cfr. «Contemplazione e azione», en OC, págs. 243-261.
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M. F. SCUCCA: PEDAGOGIA Y ANTIPEDAGOGIA
ella. Momentos en que detenerse· para reflexionar y buscar el tipo
de relaciones a mantener con los demás. En estos momentos de
«contemplación»
se hallan los fundamentos del. ser y del obrar
del hombre, que solo en la medida en que sabe escoger momen
tos de «soledad», ofrece
el máximo de solidaridad, de apertura
y de disponibilidad a los demás. Nos gusta rehacernos a una
feliz imagen sciacchiana que toma el pulso a la situación: «Se
dice que quien contempla
no trabaja, como si hombres de cien
cia, filósofos, artistas, santos etc., no hayan trabajado nunca. En
realidad son los fabricantes de zapatos· con que la humanidad
camina, a veces durante milenios, los que trabajan.
Pero si elimi
namos el momento contemplativo,
ya no se fabricaran zapatos
y la humanidad, descalza,
se desangra. Lo que ocurre es que hoy
ya· no -tenemos zapateros, sino. solo reffiendones que a duras penas
arreglan, cuando no los deforman, por no observar el trabajo
que hacen, los zapatos fabricados por los antiguos
zapat~ros. Si
el «contemplante» es un «desocupado», digamos de una vez que
la historia y el progreso
los han hecho solamente los «desocupa
. dos» ( 44 ). Hemos visto como la pedagogía .tiene en sus manos
el futuro de la humanidad.
De ahí su gran responsabilidad. For
mar «zapateros» si quiere ofrecer una esperanza
al «futuro» del
hombre. Deberá empeñarse en
la educación del «yo profundo»
o derribar el engranaje del «yo ficticio» o cómodo (
45) que la
antipedagogía considera suficiente e incluso necesario por cuanto
consiente simular el empeño, en el máximo «desempeño».
Si el
«yo ficticio» es el_ yo social, que presume de sí mismo y le im
porta aparentar, el yo profundo es el yo mor"!, al cual le inte
resa ser y no mostrarse, por un cierto poder a aparentar, y una
forma de humildad. Haciendo una explícita referencia rosminia
na, podremos afirmar que donde la
pedagogía responde a los
principios y
los criterios de la «razón especulativa de los indi
viduos», la antipedagogia responde a
los principios y criterios de
(44) !bid., pág. 254.
(45) Cfr. LT, págs. g7,91.
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ANNA MARIA TRIPODI
la «razón práctica de las masas». Contemplativa, según Sciacca,
la primera, práctica y exclusivamente práctica la segunda.
Para
no seguir el discurso a ultranza, después de haber tra
zado, como esperamos, el esquema de referencia, veamos algunos
caracteres peculiares de
·la pedagogía, según M. F. Sciacca, en
estrecha conexión,
y no podría ser de otra manera, con su con
cepción de la persona humana. En una primera síntesis, la cues
tión se plantearía así: la pedagogía conocerá, respetará y formará
al hombre en
la integralidad de su vida y de su existencia, en
cuanto ser libre
y por lo \anta responsable, dialéctico desde un
triple punto de vista
y con fin transnatural.
Síntesis de vida
y existencia, el hombre «no puede vivir sino
en
el mundo, su condición de vida, por cuanto es también cuer
po» (46). Pero su existencia, a saber, su dimensión interior,
in
telectiva atestigua que él no es para el mundo. De ahí la doble
constante atención que la ciencia pedagógica debe reservar a su
«
lógicas
y al desarrollo de su «personalidad» que comprende su
dimensión moral. Evidentemente, el sujeto que
la pedagogía tiene
ante ella no está fraccionado.
En efecto, «crecimiento» y «desa
rrollo» proceden «dinámicamente». Esta dinamicidad es recono
cida, respetada, ayudada con el fin de llegar a la formación de
una «personalidad moral»,
al «hombre normal» ( 48), cuya vida
instintiva está asumida y disciplinada por la vida espiritual, cuya
razón está iluminada por la inteligencia y cuya voluntad se ad
hiere a la .norma. «La educación tiene la misión de facilitar la
colaboración de
la «persona» y del «individuo», de ayudar al
hombre a armonizar el mecanismo de la vida corpórea con las
leyes de la vida espiritual» ( 49) y puede hacer esto si «ecmca
enseñando» y «enseña educando» (50), si «forma» al hombre
(46) 4,E, pág. 101.
(47) Cfr. US, págs. 35 e 55.
(48) Cfr. ibid., pág. 57.
(49) PD, pág. 22.
(50) Cfr. ibid., pág. 37.
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M. F. SCIACCA: PEDAGOGIA Y ANTIPEDAGOGIA
y al mismo tiempo lo «adiestra» para la vida en el mundo (51),
formándole el bagaje sea
humanístico sea técnico-científico para
su profesión. Aquí se podría incluir el discurso sobre la «didác
tica» (52), que eludimos, limitándonos a recordar que
ella re
quiere la fantasia de la imagen del maestro y que no se reducti
ble
al «método» -«como enseñar»-no pudiendo prescindir
de «qué cosa« se ensefia.
Teniendo en cuenta que un «nexo dinámico» une igualmente
auto y heteroeducación, que por otra parte, no necesariamente
institucionalizadas, acompañan al hombre toda la vida (53 ), qui
siéramos poner de manifiesto la necesidad para el hombre de
seguir la propia «vocación» (54 ), a riesgo no tanto de encontrarse
«desocupado», como de descubrirse. «desplazado». Pero no
es
fácil perseguir la propia vocación. Es preciso individualizarla
primero
y conquistarla después. Este resultado no podrá ser al
canzado si solamente la auto y la heteroeducación habrán cola
borado a la formación de un ser libre, capaz de «iniciativa en
el ser», que
es «escavación continua, remoción de todo lo adqui
rido, victoria sobre las costumbres, incluidas las buenas, para
reconfirmarlas en el acto». Victoria sobre el dato, para conquis
tarlo (55), en la conciencia constante que «me
estÓy haciendo
el ser que
no me he dado» (56). Así auto y heteroeducación
habrán debido formar un «carácter» (57), transformando el pri
mitivo «bosquejo» en una «obra», ayudándole a pensar
y cono
cer, a observar y reflexionar (58).
Se plantea de esta forma el tema de la libertad. El hombre
es libertad, la educación . debe set educación para la libertad.
(51) Cfr. ibid., pág. 59.
(52) ar. ibid., págs. 59 y sigs.
(53) Aquí podría entrar un discurso sobre la «educaziolle permanen
te». Véase «Sull'educazione degli adulti (1949; 1962)•, en PD, págs. 123-
132. (54) Cfr.
US, pág. 75; MI, pág. 243; LT, págs. 50 y sigs.
(55)
LT, pág. 84.
(56)
Ibid., pág. 96.
(57) Cfr;
US, págs. 66-{i8.
(58) Cfr. PD, págs. 50 y sigs.
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Aceptaci6n de sí mismo, capacidad de elecci6n, finura en la
elecci6n. La dinamicidad de los momentos de la libertad carac
teriza al hombre y lo constituye en ser irrepetible. Pero solo ~
que sabe «elegir» existe al nivel del espíritu, es un «carácter»,
con el cual los demás cuentan porque
es. Y todos nosotros nos
damos cuenta como se padece hoy la carencia de «caracteres» o
sea de hombres o de mujeres que vivan al nivel de la existencia,
no sean «dimisionarios», no-se identifiquen con los «bípedos
reificantes»,. -a los cuales nos referíamos antes.
Si la pedagogía habrá contribuido a formar caracteres, habrá
rendido a la humanidad
un servicio sin precio. Si habrá fraca
sado en esto -siguiendo las m~das deletéreas de la antipeda
gogía-grave será su responsabilidad e irreparables las conse
cuencias. Porque si !os hombres viven y existen en el nivel que
les corresponde, l6gicamente se resolverán todos los demás pro
blemas. Y así la relaci6n consigo mismo, incluso
si a veces es
cliffcil, no llevará a la «crisis de identidad» sin retorno. La rela
ci6n con los demás, tanto a nivel interpersonal, como social y
político, tendrá. connotaciones claras que garantizarán
un exce
lente logro. La relaci6n con la naturaleza, lo real, lo que hoy se
configura c,;mo problema ecol6gico, sabrá respetar el ecosistema.
En
el curso de nuestra reflexi6n hemos detectado algunas
veces,
sin desarrollarlo, el nexo hombre-Dios. En la idea de
Sciacca el «punto de gravedad del espíritu» está «fuera del uni
verso» (59),
el hombre es «ser en el mundo» que se reclama del
Ser, desemboca en
su fuente (60). Es evidente que la pedagogía
que necesita de una visión
de la existencia, no puede prescindir
de esta realidad. Aquí
está la garantía de su ser, expresión del
sistema de la verdad,
de su conexión con la filosofía, de su ca
pacidad de diálogo, de su ser y obrar al. nivel de la inteligencia,
de
su ideoneidad a producir cultura, de su laicidad o su autono
mía, de su sentido de la historiricidad, de su fidelidad a los
valores
de Occidente, en nuestro caso, o de la tradici6n en sen-
. tido amplio, del redescubrimiento de la contemplación.
(59) Cfr. MI, pág. 224.
(60)
Cfr. US, pág. 162.
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