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Número 267-268

Serie XXVII

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El Concilio que nunca existió

ILUSTRACIONES CON RECORTES DE PERIODICOS
~EL CONCILIO QUE NUNCA EXISTIO»
Hacía tiempo que. debido a la gran cantidad de original de gran
interés, se ha ido postergando
esta sección en VERBO. Sin embargo. la
lectura del articulo de nuestro amigo Francisco Canals Vidal, con el
título EL Ü)NCILIO QUE NUNCA BXISflÓ, publicado en EL ALCAZAR
del 13 de julio de 1988,. por su gran claridad y certero criterio nos ha
movido a volver, en este número, a incluirlo, entrelazando dicho ar­
tículo con textos de
SU Santidad luan Pablo 11, recortados de L'Osser­
vatore Romano.
Recuerdo que, ya hace años,-se dijo y escribió que debían distin­
guirse tres concilios Vaticano 11: el del Espíritu Santo, contenido en l textos aprobados e interpretados conforme-la tradici6n de la Iglesia; el
de los padres conciliares, que era un reflejo de lo dicho en el aula
conciliar y querido por la mayoria activa de S'US miembros; y el de la
prensa y los medios de comunicaci6n de masas. Ese último es el Con­
cilio
«que nunca existió». Pero comencemos a leer lo que dé él dice
Canals.
verá el lector, este Concilio "que nun·ca e.xiStió" y del que voy
a ocuparme coincide casi exactamente
con la "realidad" con·
fosa y fantasmagórica que es aludida con la máxima frecuencia
como
"el Concilio" o "el Concilio Vaticano Ir.
>A esta: fantasmagoría la llamo "realidad" precisamente p0r.
que también lo ·:funtasmal tiene una cierta realidad: la de algo
imaginarió y :ficticio
pero influyente. En definiti~ incluso los
fantasmas, al existir en la imaginación, influyen decisivamente
en la codneta de los hombres>.
Seguidamente va enumerando:
1140
cNunca existió un Concilio que emprendiese la tarea de
"una ruptura frente a la enseñanza tradicional, de la Iglesia y
un.a confusa conformidad con la mentalidad de nuestro tiempo
en
l.o que ésta tiene de efímero y de negativo". Las palabras
citadas
entre comillas son del Papa Paulo VI, en 12 de enero
de 1966, advirtiendo cómo no debía ser entendido el Concilio
Vaticano
lb.
Fundaci\363n Speiro

Juan Pablo 11 recordó en su catequesis del miércoles 13 de septiem­
bre de 1978:
cYo estaba presente cuando el Papa Juan inauguró el Con·
eilio el 11 de octubre de 1962. Entre otras cosas, dijo: espe­
ramos que, con el Concilio, la Iglesia dé un salto hacia ade·
!ante. Todos lo esperábamos, Un salto hacia adelantet pero
¿por qué caminos? Lo dijo enseguida: sobre verdades ciertas
e inmutables.
Ni siquiera le pasó por la cabeza al Papa Juan
que eran las verdades las que tenían que caminar, ir hacia
adelante y después cambiar, poco a poco. Las verdades están
ahí; nosotros debemos andar por el camino de estas verdades
entendiéndolas cada vez-
mejor, poniéndonos al día, presentán·
dolas de forma adecuada a los nuevos tiempoa>.
El articula de CanaJs sigue:
cNo existió nunca un Concilio que, sin formular definicio­
nes dogmáticas -como no las formuló el Concilio Vaticano Il­
pretendiese contener en _su,a documentos la-totalidad de la doc­
trina católica, de modo que hubiese que dar por cancelado y
negado todo lo enseñado por la Iglesia con anterioridad o con
posterioridad al mismo. Porque este Concilio, infinye~te fan·
tasma, no puede ser el Concilio Vaticano JI real y ve_rdadero,
convocado por Juan xxm "para _ reafirmar el magt,sferio ecle­
siá.stico, y custodiar el sagrado depósitto de l,a doctrin.
luan Pablo 11, en su alacucl6n a la Conferencia Episcopal francesa
del domingo 1 de Junio de "1980, en lssy-les-Moulineaur, explicaba.:
cNada tiene · de extraño el qu~ en esta etapa "postconeiliar"
se hayan desarrollado tambi~ con bastante intensidad, ciertas
interpretaciones
del Vaticano II que no corresponden a sn Ma.
gisterio auténtico. Me refiero con ·ello a las dos tendencias tan
conocidas: el "progresismo" y. el "integrismo". Unos están
siempre impacientes por adaptar incluso el -contenido de la fe,
la ética eristi~ la litnrgi~ la organización· eclesial a los cam·
bios de mentalidades, a las exigen·cias del "mundo", sin tener
suficientemente en cuenta, no solo el sentido común de los
fieles que se sienten des,orientados., sino lo esencial de la fe
ya definida; las raíces de la Iglesi~ su experiencia secular,
las normas necesarias para-su fidelidad, su unidad, su univer­
salidad.
'J;'ienen la obsesión de "avanzar"; per-0, ¿hacia qué "pro·
1141
Fundaci\363n Speiro

greso" en denüitiva? Otros -haciendo notar determinados
abusos que nosotros somos los primeros, evidentemente, en ·re­
probar y corregir-endurecen su postura deteniéndose en un
período determinado de la Iglesia, en un determinado plano
de formulación teológica o de expresión litúrgica que consi·
deran como absoluto, sin penetrar euficientemente en su pro­
fundo sentido, sin considerar-la totalidad de la historia y su
desarrollo legítimo, asustándose de las cuestiones nuevas, sin
admitir en definitiva que el Espíritu de Dios sigue actuando
hoy en la Iglesia, con sus Pastores unidos al Sucesor de Pedro>.
Re$pecto de este último punto, el 10 ck julio de este mismo año
1988, en su Motu Propio, Ecclesia Dei, pademos leer:
c... es ncesario que todos los Pastores y los demás fieles
cristianos tomen nuevamente conciencia. no solo de la legiti·
midad, sino también de la riqueza que representa para la Iglesia
la diversidad de carismas y tradiciones de, espiritualidad y de
apostolado, la cual c-omitituye también la belleza de la unidad
en la diversidad: eaa "sintonía" que, bajo el impulso del Es­
píritu Santo, eleva· la Iglesia terrestre al cielo».
Vol-vamos al artículo de Canals:
cNo existió un Concilio vertido· todo él sobre lo terreno y
temporal, y ordenado a negar que en la Iglesia "todo lo huma­
no está subordinado a lo di-vino, lo vi.sible a lo invisible, la
acción a la_ coiitemplación y lo vr•nte a la ciudad futura que
buscamoi', como enseña el Concilio Vaticano lb.
luan Pablo 11, en su alocución a la Pontificia Comisión de «Iustitia
et Pax, del 11 de noviembre de 1978, les decla:
1142
«Vosotros saheis bien hasta qué punto llegó el interés del
Concilio y de mis predece"sores por encuadrar la acción de la
lgleaia en favor de la justicia, de la paz, del desarrollo y de
la liheració~ dentro de au misión evangelizadora.
>Frente a confusiones que renacen continuamente, conviene
no reducir la evangelización a sus frutos en favor de la ciudad
terrena: la Iglesia tiene el deber ante los hombres de hacerles
llegar hasta la fuente, hasta Jesucristo.
:,.La Constitución Dogmática Lumen gentium sigue siendo
ciertamente
la "carta magna" -conciliar: a su luz todos los otros
Fundaci\363n Speiro

textos adquieren su plena dimensión. En ella la Constitución
Pastoral Gaudium et spes, y todo lo que ésta aconseja, no está
desvalorizado, sino corroborado>.
Canals conJinúa:
cNo eñstió un Concilio que, al afirmar el carácter sacra­
mental del, orden episcopal, y la naturaleza del "Colegio" de
los obispo~ instituido por Dios en la sucesión de los ápóstoles,
hiciese esto negando la necesidad de estar en unión y subordi­
nación al suceaor de Pedro para que los obispos puedan actuar
como tales. Es decir, no existió un Concilio que no reafirmase,
como hizo el Vaticano II, el primado y el magisterio infalible
del Sumo Pomífice>.
Precisamente,. en la apertura. de las sesiones de la 111 Conferencia
General del Episcopado Lati'noam.ericano en el Seminario Parlajoxiano
de Puebla de los Angeles. a principios de 1979 (cfr. O. R. lengua es­
pañola, año XI, número 5-527, del 4 de febrero), decía Juan Pablo JI
en su alocuci6n:
cEn el primer discurso de mi pontificado, subrayando el
propósito de fidelidad al Concilio Vaticano Il y la voluntad
de volcar mis mejores cuidados· en el sector de la ecl.esiología,
invité á tomar de nuevo en la mano la Constitución Dogmática
Lumen sentium para meditar "con renovado afán sobre la na·
turaleza y misión de la Iglesia. Sobre su modo de existir y ac·
tuar ... No solo para lograr aquella comunión de· vida en Cristo
de todos los que en El creen y esper~ sino para contribuir
a hacer más amplia y estrecha la unidad de toda la familia
humana".
(Primer meusaje de Juan Pablo Il a la Iglesia y al
mundo, 17 de octubre de 1978, L•Osservatore Romano, edición
·
en lengua española, 22 de o'ctuhre de 1978, pág. 3).
>Repito ahora la invitació~ en este momento trascendental
de la evangelización en América Latina: ''La adhesión a este
documento
del Concilio; tal como resulta iluminado por la Tra.
dición y que contiene los fórmulas dogmáticas dadas hace un
siglo por el Concilio Vaticano 1, será para nosotros, Pastores
y
fieles, el camino cietto y el estímulo constante -digámoslo
de nuevo-en orden a caminar por las sendas de la vida y de
la historia" (ib.},.
1143
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Sigue Canals: cNo existió
un Concilio que negase, al, ocuparse de la no
coactividad en el plano social, del deber religioso, » que la Igle­
sia católica y apóstolica tiene la misión de anunciar a todos
los hombres la única religión verda,derti' y que '1todos los hom­
bres están obligados a buscar la verdad sobre todo en lo que
concierne a Dios y a su Iglesia. y una vez conocida, están. obli­
gados
a abr'azarla y practicarl.a", como enseña el Conocilio Va·
ti.cano JI en su declaración sóhre la libertad religiosa>.
Ya Juan Pablo 11 en su alocución del miércoles 3 de abn"l de 1979
habla recordado:
cHermanos e hijos queridísimos, el período posteonciliar ha
traído consigo un conjunto de interrogantes a la Iglesia, casi
como continuación de los -interrogantes de fondo del Concilio
Vaticano II: "Ecclesia Dei, quid di.cis de te ipsa?: Iglesia· de
Dios,
¿ qué dices de ti misma?". Seria, pues, uµa forma de re·
licencia no hablar de la ·crisis que se ha registrado o negar,
'Por ejemplo, que a veces ciertos interrogan.tes se han planteado
de forma "radical" y han tomado carácter de "contestación" o
ignorar
que ésta, entre otras cosas, ha afectado y casi arrollado
al sacerdocio ministeri~ a la vocación sacerdotal, y también
. al seminario como institución. No hay necesida~ por otra parte,
de recordar el calor de algunos debates y polémicas. Sin em·
bargo, tantas discusiones han provocado puntualizaciones opor·
tunas y_ aclaraciones. Realizado el estudio de estos problemas
-baste pensar en el Sínodo de 1971-, examinadas a fondo las
objeciones o los nuev()s elementos de las div.ersas cuestiones,
las cosas han vuelto a su punto justo y de ello se han derivado
significativas confirmaciones. · Se puede decir que, gracias a este
esfuerzo critico y autocrítico, de la fase "negativa", comenza­
mos ya a
pasar a una actuación "positiva" del Vaticano IlJ esto
es, a esa auténtica renovación o "puesta al día" que figuró en­
tre los objetivos del amable Pontífice que animosamente lo
quiso>.
Termina Canals su artículo:
1144
cNo existió un Concilio que apoyase sus: enseñanzas en
Theilard de Chardin, e ignorase o silenciase la doctrina de San­
to Tomás de Aquino. Porque el Vaticano 11, que jamás cita a
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aquél,_ propone a Santo Tomás de Aquino .como guia de la
formación teológica de los sacerdotes y como orientador de
toda tarea
de síntesis y unidad entre la cultura y la fe,
»No existió nunca un Concilio vueho de espaldas a la co­
munión entre la Iglesia militante y la celeste, olvidado de los
santos bienaventurados
y de la_ intercesión y presencia de Maria,
la Virgen Madre de Dios. En cuanto al Concilio Vaticano II
dedicó a Maria el texto más largo y rico de toda historia de
Iglesia, y los padres conciliares
a:clamaroD. unánimemente, pues·
tos en pie, la proclamación· de Maria como Madre de la lgle·
sia por · el Papa Paulo VI.
»No existió nunca un Cóncilio en cuyo nombre sea legítimo
arrinconar o
extinguir las corrientes de espiritualidad y devo·
ción que no hubiesen sido
~plícitamente tratadas en él. Porque
después del Concilio Vaticano 11, Pablo VI y Juan Pablo II
han afirmado repetidam,,nte que la devoción al Corazón de
]esús es el camino mds efica% y -adecuado para el cumplimiento
de los verdaderos designios
· del Concilio Vaticano 11 tJeTdadero.
»No existió nunca un CoD.Ocilio en nombre del cual se pu­
diese,
de modo legítimo y autorizado, dar a entender a los ca·
tólicos españoles que la obediencia· al Concilio les exigía re·
nunciar a la tradición católica española ·en el orden político.
>Porque fue interpretado el Concilio Vaticano II.. en un
documento fimiado en Ro~ en la fe·cha de su clausura so·
lemne,
donde el entonces cardenál primado de España, Vicente
Enrique y Tarancón, sostuvo que los e'spañoles debíamos monte•
ner la unidad católica y el carácter confesiorial de nuestra vida
oolectiva, como
puede ve~ el lector en un volumen que con­
tiene documentos del Episcopado español que publicó hace al­
gunos años la Biblioteca de Autores Cristianos.
>No existió nunca un Coneilio que negase el carácter indisQ·
luhle del matrimonio o problematizase la gravísitna ilicitud del
aborto.
Pórque el Con.ocilio Y aticano 11 l'úima "peste" al divor ..
cio y "crimen" al aborto.
:>No existió nunca un Concilio que invitase a la renuncia
del derecho
do la Iglesia católica y de la familia católica, a la
croac1on de escuelas "públicas" católicas. Porque el Concilio
Vaticano
TI insiste en este derecho, y caracteriza la "escuela
católica" como ordenada
en definitiva a e4ucar para la santi·
dad y el apostolado, que, según el propio Concilio, son voca·
eión
universal de .los cristianos.
>No hubo en_ la realidad un "Concilio Vaticano II", que no
hubiese sido puesto
por los Papas que lo convocaron y oonfir·
1145
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maron bajo ltl protección de María, Madre de la Iglesia, y de
San José, Proiector de la Iglesia universal.
>Que
Maria y José liberen pronto con-su patrocinio a la
Iglesia postconeiliar del desorientador fantasma y del "humo de
Satanás" del pseudo Concilio de que venünos oyendo doloro·
samente
hablar durante estos últimos añoo.
La enseñanza íntegra del Vaticano 11 ha de ser entendida a la luz
de la Santa tradici6n y sobre la base del c~nstante magisterio de la
Iglesia. En su alocución a los cardenales de 5 de noviembre de 1979,
te lo dijo Juan Pablo 11, .con estas palabras:
c:No se puede actuar _ como si no existiesen estas normas.
No se puede hacer retroceder a la Iglesia, por decirlo así, en
el camino de la historia de l~ humanidad. Pero no se puede
tampoeó avanzar presuntuosamente hacia formas de vida, de
entendimiento y de predicación de las verdades cristianas, o
también hacia modos de ser cristiano, sacerdote, religioso y
religiosa,
que no tienen el aval en la enseñanza "íntegra" del
Concilio: "íntegra", o sea, entendida a la luz de toda la santa
Tradición y sobre la base del constante Magisterio de la Iglesia
misma. Grande y
múltiple tarea que pone ante nosotros la exi·
gencia de la realización del Concilio. Esto exige vigilancia con·
tinua sobre el carácter auténtico de todas las iniciativas, en
las que se artienlará tal realización. La Iglesia., comunidad viva
de 1os, hijos de Dios unidos en la verdad y en el amor, debe
realizar
un gran_ esfuerzo, en este periodo, para entrar en la
vía recta de la realización del Vaticano 11 y separarse de las
opuestas posiciones~ cada uno de las cu,ales manifiesta, a su
modo, un alejamiento de este camino recto. Solo esta vía --o
sea, la obedieti.cia honesta y sincera al Espíritu de verdad-­
puede servir a la unidad y, al mismo tiempo, a la fuerza espi·
ritual de la Iglesia>.
Y, recientemente, el 5 del mes de julio, en Ecclesia Dei, encarece:
1146
c ... las amplias y profundas enseñanzas del Concilio Vati·
cano
Il requieren un nuevo empeño de profundización, en el
que se clarifique plenamente la continuidad del Concilio con
la Tradición, sobre todo en los puntos doctrinales que, quizá
por su novedad, aún 'no han sido bien comprendidos por algn·
nos sectores de la Iglesia».
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