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Número 321-322

Serie XXXIII

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Ética y futuro del hombre

ETICA Y FUTURO DEL HOMBRE
POR
A. LOBATO, o. P.
El otoño romano ha sido celebrado desde antiguo por su
«temperies». También aquí «el aire se serena y viste de hermo­
sura y luz no usada», como ocurría en Salamanca cuando sonaba
la música del maestro Salinas. Esa luz otoñal ha tenido el año
de 1993 un halo singular, un esplendor inusitado. En los primeros
días de octubre el Papa Juan Pablo
II publicaba la anunciada
Encíclica que lleva el hermoso nombre
V eritatis splendor y trata
del problema moral fundamental de
la vida cristiana. Eta un do­
cumentd anhelado, buscado con afán, esperado por los fieles
en la iglesia y por la humanidad
actual, que reconoce haber
perdido el norte en su navegaci6n a causa de los extravíos en
el
campd de la ética. La Encíclica ha sido acogida con gozo por quie­
nes
ya la esperaban, y con cierto malestar por quienes no la desea­
ban.
Se trata de un documento de gran alcance, muy elaborado,
ante el que no
se puede pasar de largo. V a dirigida en primer
lugar a los pastores de
la Iglesia, a los que tienen la misión doc­
trinal en el pueblo de Dios, y por medio de ellos a todos los fieles;
se orienta también a toda la humanidad y debería ser acogida por
los hombres de buena voluntad, como faro de luz para la cultura.
Es de desear que los fieles
la asimilen pronto y que puedan luego
irradiar su fuerza doctrinal en este fin de siglo para que el tercer
milenio cambie de ruta y pueda conjugar en sana armonía la liber­
tad auténtica y
la verdad que hace al hombre libre.
La
Veritatis splendor es ante todo un documento eclesial, pero
no cabe duda que tiene en cuenta al hombre, «el camino primero
y principal que recorre la iglesia» (1 ). La Encíclica es muy densa
(1) Cfr. Ene. Redemptor hominis, n. 14.
Verbo, núm. 321-322 (1994), 41-71 41
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A. LOBATO, O. P.
de doctrina y ha de suscitar muchos comentarios, desde los diver­
sos ángulos. Hay en ella una cierta precompresión del hombre y
de su dimensión ética, desde la cual se desvela su naturaleza, se
hace análisis de la situación actual
y se preanuncia el futuro. Este
trabajo
se sitúa en ese nivel previo. Desde una sintonía con el
documento, peto sin entrar en él, en este trabajo yo
intento sólo
poner de relieve el punto de vista antropológico implicado,
la rela­
ción del hombre con la cultura y con
la ética, de las cuales depende
su futuro
y la acogida de la Veritatis splendor.
Para realizar este cometido de modo adecuado se propone un
itinerario de reflexión en tres momentos:
1) La cultura humana y su dimensión ética,
2)
La crisis ética en la cultura actual, y
3)
La nueva orientación ética de la cultura y el futuro de la
libertad del hombre.
l. LA CULTURA Y SU DIMENSIÓN ÉTICA
La cultuta va con el hombre. Donde hay hombres allí hay una
cultura en desarrollo, desde la cual
se capacita para dar respuesta
a
los problemas fundamentales que su propia naturaleza le plantea.
Tiene
el hombre una condición especial, es capaz de imitar, y se
complace en ello. «El imitar, dice Aristóteles, es connatural al
hombre, quien
Id manifiesta desde la infancia. A diferencia de los
animales, el hombre es apto para la imitación, y a través de ella
adquiere los primeros conocimientos. Además todos
los hombres
experimentan placer en sus imitaciones» (2). Por eso aprende y
ejercita actividades que otros le enseñan. Así ocutre en la casa,
en el campo, en la escuela, en
la vida social. De este modo el
hombre entra en
el horizonte propio de la cultura.
Cultura viene de cultivo, colo, colis colere. Es en primer lugar
una actividad del hombre,
luegd un producto. Hay una cultura
(2) ArusTÓTELEs, Poetica, 4, 1448 b 4.
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ETICA Y FUTURO DEL HOMBRE
que prepara los alimentos, y otra que cultiva los campos ; hay
cultura física del cuerpo, hay cultura espiritual del espíritu. As(
se extiende el horizonte cultural, por la mano y la mente en todas
las direcciones: hacia afuera sobre
el mundo, que está sometido
al hombre; hacia el contorno está la familia, la sociedad, la
ciudad terrena, lugar de la convivencia con el hombre ; hacia lo
alto
y lo profundo donde el hombre desarrolla lo mejor de sí mis­
mo, y se encuentra frente a Dios: la cultura y el culto abraza todas
las dimensiones. La cultura requiere agricultores, artífices, educa­
dores, hombres que dan culto a Dios. Los animales no tienen esta
dimensi6n cultural abierta ; el hombre la aprecia
más ahora pero
la ha tenido siempre: desde que labr6 los primeros guijarros,
fle­
chas, utensilios, cerámica, tejió sus vestidas, preparó su morada,
habl6 con sus semejantes, organiz6 la familia, levant6 los muros
de una ciudad, hasta que fund6 escuelas, monasterios, universida­
des. En junio de 1980 el Papa Juan Pablo
II tuvo en la UNESCO
un memorable discurso sobre la cultura. Es como la
Magna Carta
de la cultura de nuestro tiempo. Siguiendo las orientaciones del Va­
ticano II y de Pablo VI, que prestaron particular atenci6n a esta
dimensi6n del hombre (3), Juan Pablo II descubre que el hombre
es el su;eto y el ob¡eto único de la cultura, y es as( para todo
hombre
y lo es en su dimensi6n personal ( 4 ). Más tarde ha creado
(3) Cfr. Gaudium et spes, nn. 53-62. El Vaticano II no s6lo describe
la cultura sino que atiende a su relación esencial con el hombre y por lo
mismo con
la fe y el anuncio del evangelio. PABLO VI, en la Encíclica
Evangelii Nuntiandi, de 1975, describió la necesidad de llevar el evangelio a
la
cultura del hombre y a las diversas culturas, para que fuera fermento que
las purifica: n. 63: evangelio perfundere culturas atque etiam culturam
hominis.
(4) JuAN PABLO II, 2 de junio, 1980, en su Alocud6n a la UNESCO
en la sede de París, come:DW con unas palabras de Tomás de Aquino al iniciar
su comentario a los Posteriora Ana/,ytica: Genus humanum arte et ratione
vivit: «L'homme qui, daos le monde visible, est l'"unique su;et ontique. de la
culture,
est aussi son unique obiet et son terme ... l'homme est tou;ours le
fait prémier:
l'homme est le fait primordial et Jondamental de la culture»
(n. 7).
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A, LOBATO, O, P.
en Roma un Instituto Pontificio para la Cultura y para el inter­
cambio cultural, atendiendo a
la necesidad de promover la cultura
como desarrollo del hombre.
En nuestrds días estamos preparados para comprender que
la cultura es algo esencial al hombre. Estamos habituados a apro­
ximarnos a lo profundo del hombre
con algunas pobre definicio­
nes, costumbre iniciada por los antiguos: el
hombre es el ser que
habla, que tiene logos, que ríe, que tiene rµanos, que tiene cos­
quillas, un ser erecto, abierto a la totalidad, racional (5). De modo
an.Uogo hoy podemds decir con raz6n que es un ser cultural. Y
esto en dos sentidos profundos: s6lo él hace la cultura,
y s6lo él,
en sentido estricto, es forjado por la cultura.
El vocablo cultuta sirve de supuesto a tres sentidos que se
van superponiendo, como cargas semánticas
dd mismo. Cultuta
se toma a veces por educación del hombre ; a veces por instrucción ;
a veces por todo lo que el hombre añade a su naturaleza, o el
conjunto de medios por
los cuales el hombre da soluci6n a sus pro­
blemas radicales cuando vive en
sdciedad ( 6).
El primer sentido
es radical y es el más antiguo y constante.
La educaci6n es paideia entre los griegos, human#as para los ro­
manos, promoción completa del hombre hasta
el estado perfecto
que es el estado que confieren. los hábitos o vittudes para los
medievales, como Tomás
de Aquino. Nada tan necesario como
este desarrollo integral del hombre.
Lo decisivo en esta visi6n de
la formaci6n del hombre es que tiene un alcance de totalidad del
sujetó: implica el despliegue de todas las cualidades de que es
capaz
el hombre, en la familia con las virtudes domésticas, en la
escuela
con los conocimentos, en la sociedad con la práctica y el
ejercicio responsable de
sus deberes.
El segundo sentido ha nacido con
el períodd de la ilustraci6n,
cuando
se difunde en Francia la Enciclopedia, cuando Kant se
interroga por la Aufkliirung. Es un momento que todavía nos en-
(5) Cfr. ARISTÓTELES, De partibus anim., 673 a 7-10; 686 a 27: ar.
A. LoBATo, Homo loquens, Bologna, 1989, págs. 188-189.
(6) Cfr. B. MoNDIN, Una nuova cultura per una nuova societlJ, Massimo,
Milano, 1981, pág. 9.
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ETICA Y FUTURO· DEL HOMBRE
vuelve y es típico de la modernidad. El culto es el hombre de
letras, el que conoce las ciencias, el que
se hace en las escuelas y
así arroja
las tinieblas de la ignorancia y es capaz de atreverse a
saber y
se rige por el solo criterio de su razón ilus.trada (7). Fue
una época de entusiasmo
y delirio por las luces, por el culto a la
razón,
pdr la entrada en la mayoría de edad, por la secularizaci6n.
Toda
vía este horizonte abarca y condiciona los ambientes de la
cultura oficial en los centros estatales (8).
El tercer sentido es el de la cultura como mundo cultural, el
mundo creado por el hombre viviendd en sociedad. Ese mundo
de productos de
la actividad del hombre forma una totalidad que
nos envuelve y nos va conformando. Es aquí donde hoy se distin­
guen los diversos niveles, o dimensiones. La cultura como totali­
dad
se extiende cuanto el ser humano conviviendo en el mundo
y respondiendo a
sus necesidades por medio de sus propias crea­
ciones:
El hombre es animal simb6lico, y necesita medios para la co­
municaci6n con loo semejantes: medios de expresi6n, significaci6n
y comunicación·;
Es un ser económico
y necesita responder a sus necesidades
con la producci6n, la distribuci6n y la consumaci6n de los propios
productos;
Es un ser capaz de técnicas por las cuales domina la natura­
leza y
la somete a su voluntad;
Es un ser social y necesita organizar su convivencia con los
demás en una ciudad bajo una forma de gobierno con autoridad
política, y
Es un ser abierto a la trascendencia, porque
se posee a sí mis­
mo y se encuentra con la esfera de la realidad que conoce, aprecia,
y cultiva.
Es el ser que
se decide ante los valores.
(7) E. KANT, W as ist Aufkliirung?, Berlin, 1781. GW, 8, pág. 354.
(8) Cfr. A. LOBATO, L'agonia dell'llluminismo, Napoli, 1981, págs. 219·
266.
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A, LOBA_TO, O. P.
Desde estas perspectiva podemos organizar la cultura en torno
a los ejes siguientes:
Cognoscitivo o simbólico, donde entran los signos de expre­
sión, como la lengua·
y los medios de comunicación del hamo
loquens,
Social, en el cual se integran los sistemas de convivencia, los
usos, las costumbres del comportamiento humano del hamo socia/is
que a su vez integra las dimensiones económica y política; unida
a esta dimensión y pdr la relación que dice la corporeidad humana
al mundo animal y a la naturaleza, a través de las manos el hom­
bre
está usando del mundo y transformándolo, y de ello nace la
cultura del
hamo faber;
Axiológico, que integra los valores y da la forma espiritual a
la sociedad del horno sapiens. Entre los valores hay dos que emer­
gen por encima de los
demás, el moral y el religioso, que dan dos
modos típicos del hombre,
hamo ethicus, hamo religiosus.
La dimensión ética de la cultura es coincidente con la ordena­
ción
de la vida humana hacia el fin, en definitiva hacia el bien,
que
es la norma de la voluntad libre. La emergencia de los valores
por encima
de todos los demás ámbitos de la cultura es patente
desde que
se acepta al ser humano, como persona y como creatura.
El hombre es un ser personal, un todo en el que tiene fuerza pre­
valente la autonomía por su condición de ser inteligente
y ser
libre, por su condición espiritual.
Al ser creado, y estar hecho a
imagen
y semejanza de · Dios, el hombre necesita situarse en su
verdad de dependencia y destino en relación con el absoluto.
La
dimensión religiosa, la de religación, es fundante. La dimensión
ética
es la que pone a prueba en cada momento el dominio del
hombre sobre sus actos, sobre
si mismo, sobre su propio destino.
Heredero de una cultura cristiana,
el filósofo Soren Kierkegaard
distingula tres estadios en la vida del hombre: estético, ético
y
religioso. El primero es el de la dispersión del hombre en el mun­
do. El segundo
es el del drama de la libertad en el camino de llegar
a ser uno mismo por encima de los condicionamientos. El tercero
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ETICA Y FUTURO DEL HOMBRE
es el defintivo de la verdad del sujeto singular frente al misterio
de Dios (9).
San Agust!n
ha expresado este itinerario del ser humano que
se describe gráficamente en la parábola del hijo pr6digo: se pierde
fuera de
sí en las cosas, vuelve en sí en el momento de la refle­
xión frente a su propia condición, y se recupera sólo con el retorno
a
la casa del padre. Agustín lo describe de sí mismo, como errante
en busca
de belleza, volviéndose feo entre las cosas bellas, hasta
que
entró, se trascendió y encontró a Dios: Oh pulchritudo tam
antiqua et tam nova ... ! (10).
La dimensión ética de la cultura le viene de la conexión con
la libertad. El hombre es ser personal, llamado a hacerse en el
camino de orientar
sus acciones hacia el bien, que coincide con el
fin, y por ello con Dios. El ser libre
es dueño de sus actos. Hay
acto humano cuando se ejerce con dominio,
y por ello se orienta
hacia donde el sujeto decide. Elegit, decidir y
optar son dimen,
siones del acto libre, por las cuales resulta cualificado. Todo acto
humano debe ser conforme a la condición personal del
hombre,
orientado, regido por el primer principio de conducta, que es im­
perativo: haz el bien. Así lo proclama la conciencia, voz interior,
voz de Dios en el hombre, porque proclama internamente la ley
del hombre, que
es participación de la ley eterna. Sólo la dimen­
sión religiosa del hombre supera en alcance a
la dimensión ética ;
ninguna
otra llega tan a fondo, de modo que no se escape ningún
acto humano, y exija que todos se ~rdenen al bien y al fin, so
pena de no ser buenos
y quedar desordenados. La libertad huma­
na pone al sujeto en
el riesgo de poder elegit el mal, optar contra
su fin, desviarse y
por elld dejar de ser conforme a su condición
de persona, un complemento. La dimensión ética
es radical: abraza
el obrar humano en sus tres momentos constitutivos: la dirección
al fin, la elección de los medios, la ejecución de la obra concreta.
(9) S. KIERKEGAARD, Opere, Sansoni, 1972, pág. 851. Los «estadios son
las formas de la existencia humana». El estadio estético termina en la
«desesperación». Son conformes al hombre los estadios ético y religioso,
que no pueden ir
separados. Pero se accede a ellos por un «salto».
(10)
S. AcusTfN, Confessiones, X, 27, 38.
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.A.. LOBATO, O. p_
El hombre por ser persona no es medio, es siempre un fin. Pero
por ser persona creada es
un ser religado y ordenado de antemano
al fin. Por ello
el hombre, creador de la atltura, está invitado a
ordenarla
al hombre mismo y darle un sentido de trascendencia
porque
el hombre es el ser que se sobrepasa a sí mismo. Podemos
decir que toda
atltura tiene una dimensión ética, acertada o desa­
certada, por ser del hombre y ser para el hombre en su condición
personal. En definitiva no hay culturas neutras ni hombres
¡más
allá del bien y del mal! La dimensión ética sitúa al hombre ante
el dilema que Marce! enunciaba gráficamente
y que Fromm ha
propuesto a todos los homres:
¿ser o tener? (11).
fi. LA CRISIS ÉTICA DE LA CULTURA ACTUAL
La comprensión de la atltura actual debe ser valorada con
juicios de verdad. Tales juicios
se hacen desde una doble perspec­
tiva: la subjetiva y la objetiva.
Por la limitación inherente a todo
lo humano, y por la complejidad típica de lo cultural le
es muy
difícil al hombre situarse a la distancia requerida para apreciar
serenamente el momento en que vive. Los intereses buscados, las
frustaciones habidas, tienen su parte en la valoración. El hombre
por su condición
es inconformista, un ser que necesita saltar todas
las vallas porque
se percibe libre, un ser con ansias de infinito. Así
vive
la condición de la temporalidad, desviviéndose.
Los juicios sobre la cultura actual, la que hemos producido y
nos conforma en
el siglo xx,. tienden a los extremos.
Hay una valoración pesimista.
Se piensa que esta cultura está
abocada a la desaparición, porque ha concluido su ciclo,
al menos
en Occidente. Este tipo
de juicio ha estado de moda algún tiempo
y ha producido literatura
. abundante, a partir de la obra de
O. Spengler Decadencia de Occidente, en 1918. Guardini pensabá
en
El fin de la época moderna; Hui2inga en La crisis de civiliza­
ción; Husserl en La crisis de las ciencias europeas. Para Maroel
nuestro mundo
es como un reloj o despertador, que se ha caído
(11) Cfr. E. FRoMM, ¿Ser o tener?, Madrid, 1979.
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ETlCA. Y FUTURO DEL HOMBRE
al suelo, queda roto y ni> funciona: Le monde casse, Les hommes
contre
l' humain. Dawson observa el retorno de todos los males
que
.el siglo xrx cría arrojados para siempre, la violencia, la tortura,
la opresión de los hombres y de los pueblos y por ello se apresta
a hacer un juicio de condena a nuestra cultura:
el juicio de las
naciones
(12).
En la raíz de este juicio negativo, como base y testimonio
irrefutable, están los hechos monstruosos que hemos vivido: las
dos guerras mundiales, con la secuela de desastres que le han se­
guido. Núng¡ en el pasado, por na disponer de medios para ello,
el hombre
fue capaz de tales atrocidades contra el hombre mismo:
muerte violenta de más
de 50 millones de seres humanos, intento
de destrucción total
y de holocausto del pueblo judío por el régi­
men nazi, la monstruosidad opresiva del régimen comunista, las
bombas atómicas, la sociedad
alienada, la degradación de la per­
sona a mero objeto en los gulags
y campos de concentración, en­
fermedades nuevas como el SIDA. Las «lecturas» de tales hechos
son inevitables: se puede dudar de
la existencia del hombre. Era
inevitable que vinieran profetas de la desventura, de mensajes
apocalípticos
al final de siglo.
Como contrapeso de esta lectura se da una visión opuesta, la
optimisia. Vivimos en la hora de las grandes conquistas en todos
los
órden.es. · Estanlós · en el momento privilegiado. En el pasado
ha habido, en
el parecer de muchos, sólo dos eventos decisivos:
el año
O,·.éúáiido Dios se hace hombre, el año 1492 cuando el
_____ ·:·:,;,.!
(12) Las. descripciones pe~imistas de la cultura han dado origen a un
pensamiento filosófico que, partiendo de
la experiencia de la angustia, de­
semboca en la existencia angustiada ·del hombre, en d llamado existencia­
lismo. Partió de Heidegger, pero ha dominado la mitad del siglo y ha tenido
en Sarte su mejor exponente. El mismo B. Mondin, piensa que nuestra crisis
es de_ tal magnitud, que no tiene precedentes, ni siquiera en la caída del
imperio romano. Se trata de una crisis epocal, de las que cambian el rumbo
de la historia: Cf. B. MoNDIN, Una nuova cultura, Massimo, Milano, 1981,
pág. 183. El filósofo Sciacca en los últim.Os años de su vida describía la
derrota de esta cultura y el suicidio del hombre occidental por la estupidez
y el embotamiento de la inteligencia. Cfr. M. F: SCIACCA, ll magnifico,
Opere 42, 1980, págs. 215-325.
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A. LOBATO, O. P.,
hombre rodea la tierra y se encuentran todos los hombres en su
planeta Tierra. Estos dos nos han preparado para un tercero que
está a punto de llegar y del cual vamos a ser los testigos privile­
giados.
Ya tenemos algunos antecedentes y hay una corriente de
esperanza que mueve la hora actllal. La llegarla del hombre a la
luna fue
el primer signo de los tiempos nuevos, el que produjo la
ola de optimismo. El Vaticano U .se llevó a cabo en ese clima de
esperanza y de euforia cultural.
La ciencia y la técnica hacían po­
sible el milagro de la conquista del mundo supralunar, planetario.
Los sueños seculares del hombre se hacían realidad. Se abrían los
nuevos campos del
dominid de la vida, ésta dejaba ver sus secretos
más escondidos, se sometía humilde al imperio de la ciencia y de
la
técnica y al servicio del hombre. De la era atómica hemos pa­
sado casi inadvertidamente a la hora de la informática.
Las má­
quinas que produce el hombre ya no son ampliación de sus manos,
ni de sus músculos como en
el pasado, sino que son una imitación
de
su cerebro. Los robots ya con capaces de producir otros . seme­
jantes a ellos. Todo es posible, pdrque ya la materia es capaz de
pensar y con mayor rapidez y con rigor.
Los sueños de Bacon que ideaba en 1626 en su Atlantis, el «reg­
num hominis» han sido superados sin
fin: victoria sobre los ele­
mentos del mundo, dominio de· los procesos de la naturaleza, crea­
ción de un mundo a
la medida. de los sueños del hombre • .Estamos
en el mejor de los
mUQdos, en un mundo estupendo que nunca
conocieron nuestros antepasados. También este nuevo mundo ha
tenido muchos cantores y poetas, en los regímenes totalitarios, en
los lectores de la cultura como Bloch, que han creído llegar a ver
la instalación del hombre en el, momento definitivo, donde ya no
hay dolor, ni mal,
'Y quizá ... ni muerte. También abundan los
profetas
de esta visión. Se encuentran entre los científicos, como
Huxley,
los soñadores como Teilhard de Chardin, los utópicos
marxistas, que ha sido
la última legión. Entre ellos es de destacar,
por
su peso y su empeño, la obra de Ernst Bloch, del que es ex­
ponente su libro El principio esperanza (13 ).
(13) Cfr. M. UREÑA, Ernst Bloch. ¿Un futuro sin Dios? Maqrid, BAC,
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ETICA Y FUTURO DEL HOMBRE
Quizá, también aquí, el juicio de la verdad y el valor de la
cultura actual, no está en los extremos, está en medio y
es una
verdad amarga: la cultura contemporánea ha ayudado al hombre
a realizar grandes cosas, pero no
le ha servido para ser un hom­
bre más realizado y campleto en su camino de humanidad. El
hombre ha llevado a cabo las mayores empresas
de la historia en
el campo
de la ciencia y. de la técnica, de la economía, de la vida
social y de
las comunicaciones. Todos manejamos los instrumen­
tos que
nos llenan de admiración .al principio y nos dejan boqui­
abiertos:
mirifica! Pero al mismo tiempo constatamos la sorpresa
de que nuestro mundo no funciona: la técnica tiene dos caras, la
que nos da
dominio de la naturaleza y nos hace señores, y la que
nos domina y nos convierte en esclavos, Nuestro mundo pierde
su equilbirio, está contaminado, el hombre se torna un.robot. En
realidad estamos bajo el imperio de la ciencia
.que es poder y do­
minio mediante la técnica. Sólo algunos poderosos que dominan
los medios de comunicación, la economía, son los que explotan
a
la mayor parte de los habitantes del planeta. La humanidad
busca con tremenda ioquietud
la propia liberación que no parece
llegarle por el mismo camioo de las conquistas del
homofaber.
La realidad es ambigua, y presenta las dos caras. La ·cultura
está en crisis en
sus diversas .,manifestaciones. La ctisis de la téc­
nica está en que ya se convierte en amenaza contra el holilb¡:e:
las bombas almacenadas, los Chernobil a la vista, la polución del
ambiente en las ciudades, la esclavitud de la vida ciudadana, las
frustraciones diarias del hombre¡
. las nuevas enfa,rmedades . que
amenazan
como nuevas plagas de Egipto. La ctisis de la economía
está a la vista a escala mundial
pór la prepotencia de algunos Es­
tados, las ideologías opresoras de la mayo~ía, la política de parti­
dos. En realidad el hombre de. hoy se encuentra en una gran con­
fusión. Se siente frustrado y .se ha tornado agresivo, violento,
enemigo del hombre,
se siente engañado, vive sio ilusión. F:sta
1986. Este ensayo resume con precisión y claridad el intento cultural de
Bloch de interpretar la cultura desde· 1a· 6j,tica marxista, como camino privi­
legio para -preparar la nueva ciudad terrestre que tiene que ser confo:ttne al
ideal ·comunista: Ubi Lenin, ibi Hierusalem!
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A. LOBATO, O. P.
cultura ha quitado al hombre las. razones de vivir, por las cuales
en el pasado ha
sido capaz de dar la vida.
En la
raíz de todo este proceso ambiguo y dramátiro, está la
falta de ética del hombre de hoy,
sea profesional, cívica, personal.
Los padres de estas generaciones de frustrados son los hombres
que han desatado los demonios en nuestro tiempo, los que han
destruido el
pasado cultural y han puesto las bases de una nueva
ética que
no tiene valores de bien ni de mal: Freud, Marx, Nietz.
che, los maestros de la sospecha. Hay quien afirma que estamos
en realidad en medio
de una crisis ética sin precedentes porque
esta cultura ha minado los fundamentos
de los dos polos de la
vida humana: el subjetivo de la conciencia,
el objetivo de la va­
loración del ser humano por su condición personal. Nos hemos
quedado en la periferia de
lo humano, al no ser capaces de descu­
brir la condición espiritual y trascendente de los sujetos de la
cultura.
La ética está en crisis porque se ha considerado extraña
a la técuica, a la ciencia, al progreso del hombre de la moderni­
dad, cuando no
su enemiga que le sale al paso y le pone límites
y trabas.
El drama se convierte en tragedia porque toda crisis ética es
crisis del hombre. No
es lícito dejar el hombre en el vacío, a la
intemperie con peligro de perder su propia humanidad solo por
alienarlo en conquistas de su mundo exterior. Una crisis
ética de
la humánidad
es una crisis de fundamentos. El hombre de hoy se
hunde y grita a su modo por la salvación. Y no hay salvación
mientras no recupere su condición de ser moral, y con una ética
de valores absolutos por los cuales
se vive y se muere. Estamos en
la hora de la libertad,
de la exaltación de la hbertad. Pero esta
fuerza fabulosa del hombre está a la deriva.
Es una libertad sin
rumbo y
en ello está quizá el mal radical de nuestros días. La
cultura de la hora presente, tan admirable por unos aspectos, nos
produce horror cuando la medimos desde la vertiente ética, que
es la que indica el grado de humanidad. Nunca el egoísmo y la
violencia
alcanzó el extremo de nuestra hora. La crisis de hoy es
crisis . que compromete el futuro del hombre, porque ha puesto
en
peligro la libertad que tanto exalta. Este es nuestro drama en
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BTICA Y FUTURO DBL HOMBRE
el siglo xx. En el fondo, el drama de la cultura es la fractura entre
los valores éticos y la vida social (14).
lli. ETICA DE LA PERSONA Y FUTURO DEL HOMBRE
Sobre las ruinas de una cultura que se desmorona urge edifi­
car una nueva cultura, pero con fundamento
más s6lido, sobre
roca como hace el hombre prudente (Mt, 7 ,24) de acuerdo con las
exigencias de quien
es sujeto y objeto de la misma. El hombre
edifica s6lidamente cuando construye sobre
la,; bases de su ser
integral. A diferencia de los demás seres el ser humano no
es solo
naturaleza, sino que es también persona. Una
y otra le son dadas,
una y otra están llamadas a realizarse.
Todos hemos recibido la
condid6n humana, y estamos llamados al pleno desarrollo de la
misma. Cada uno de nosotros somos un sujeto
pei;sonal, incomu­
nicable, distinto, un todo al cual compete la mayor dignidad y
rango en
el ser y en el obrar. Cada uno de los sujetos humanos
es una persona, con su vocaci6n y destino. Y por ello llamada a
dar el máximo y conquistar una personalidad.
En este itinerario
del paso de lo recibido en
herencia como germen y posibilidad
hasta desplegar toda
la realidad que encierra y de la que es capaz,
y
.del salto de la persona concreta a la persqnalidad que se va for­
jando a través de los actos,
es decisivo el papel de la cultura y tiene
una parte esencial
la cljmensi6n ética. La cultura es lo que el hom­
bre añade a su naturaleza,
es de algún modo la obra de las perso­
nas en su condici6n social, es una forma que unifica
y da consis­
tencia a
los diversos polos del ser en desarrollo. C. Dawson define
la cultura como «forma de vida, o forma espiritual de un pue­
blo» (15).
La persona es un todo y por ello crece, como los dedos de la
manq, en todas las

dimensiones. Está llamada a un desarrollo
(14) Cfr. A. LOBATO, El principio libertad, Doctor Communis, 1977,
33-81. In., Experiencia radical de la libertad, Asprenas, 1977, págs. 401420.
(15) C. DAWSON, Realtá storica della cultura cristiana, EP, Torino, 1976,
pág. 13.
53
Fundaci\363n Speiro

A. LOBATO, O. P,
uniforme y bien asimilado. Pero este desarrollo por ser obra de la
libertad, requiere los tres
pasos de toda operación: el proyecto
que concibe el fin,
la deliberación de los medios o el ejemplar que
lo presenta en concreto, y la ejecución en la realidad ( 16 ). La vo­
luntad decide, desde su dominio sobre los actos, acerca del fin,
realiza la opción entre
las posibilidades y lleva a cabd su aplica­
ción. La voluntad libre está en la base de todo desarrollo cultural
en el orden de la humanidad y de la personalidad de cada hom­
bre {17).
La cultura no crece
al mismo· ritmo en las diversas dimensio­
nes, porque el proceso cultural, depende más de la libertad que
de
la naturaleza del hombre. De hecho crecen disarmónicas, pue­
den ir dispares, contrarias, en dirécciones opuestas. Esto es un
hecho que salta a
la vista en personas concretas y en la cultura
de las sociedades. Hay sujetos eminentes en creatividad técnica,
pero con una total ceguera para los valores religiosos y morales.
Hay sujetos que desarrollan de modo
excelente los valores econ6-
mic:os y políticos, pero al mismo tiempo pisotean y atropellan los
valores de la libertad y respeto a las personas. También hay per­
sonas de conciencia recta y de grandes virtudes morales, pero sus
talentos para la ciencia o lenguaje o la técnica están enterrados.
El
poeta Bécquer recordaba cuántas veces «duerme el genio en el
fondo del alma» r porque no lo ha despertado una voz amiga para
que se ponga en camino. En la realidad topamos con muchas
personas que nos resultan
como escindidas entre dos mitades,
entre la profesión y la convivencia con las personas, entre el mun­
do de la familia y el de la profesión, entre las relaciones intersub­
jetivas y el de las relaciones objetuales. Hay «cultos» perversos,
diabólicos,
y hay. sencillos que son un prodigio de humanidad.
Todos conocemos ejemplares de
ambas especies. Entre los últimos
quiero· recordar a mi querido
y admirado San Juan Macias. El
salmo 8 advierte que en las
cosas profundas los sencillos tienen
la verdad y
los sabios muchas veces la pierden por su misma arra-
54
(16) SANTO TOMÁS, QQ. DD. De Veritate, 4,2.
(17)
SANTO TOMÁS, In I sent. d. 27, q. 2, a. l.
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ETICA. Y FUTURO DEL ,HOMBRE
gancia, y es ahí donde el Señor confunde el orgullo de los creídos
con
la sencillez de los ignorantes (I Cor, 1,27 ).
En verdad existe uná gran diferencia entre las dimensiones de
la cultura: mientras las primeras se orientan a la perfección de las
capacidades del hombre para la transformación de las
cosas ( do­
minio de los medios de expresión simbólica, de las leyes de la
reilidad material por medio de la ciencia y la técnica a fin de
aumentar el señorío del hombre, en el tener, el poder,
y el saber
para remedio
de sus tendencias, deseos y necesidades tanto per­
sonáles comd sociáles), sólo la última redunda en el crecimiento
del hombre mismo, en
su propio estilo y modo de ser hombre.
Sólo el desarrollo culturál ético y religioso hace ál hombre bueno
o
málo. Gracias a la cultura el hombre añade álgo a su naturáleza
y desarrolla su persona. Pero sólo en la dimensión ética se hace
más vilioso. La ética hace bueno el acto y con ello hace bueno ál
hombre. Sólo el ejercicio de la libertad bien ordenada tiene esta
capacidad
de perfeccionar al hombre en la virtud, a la cuál está
llamado y por
la cuál cdnquista su perfección. Por ello toda pro­
moción del hombre tiene que contar con el hombre. De lo con­
trario cuanto más poder tenga el hombre sobre las cosas, sobre el
mundo, perd menos dominio sobre sí mismo, estará en mayor
peligro de que esos poderes se vuelvan contra
él y así sea víctima
de sus propios medios,
Tál es la situación del.hombre de hoy: co­
noce más, domina más, es señor de las cosas, pero no se conoce
mejor, ni se posee de verdad, porque ignora su propio fin y nada
quiere saber
de su destino.
Esta desproporción entre
lo que el hombre tiene, ld que co­
noce y lo que es en la hora de la modernidad, lo advertía con
agudeza Scheler y lo recuerda Heidegger comentando a Kant, que
todo lo reducía a
la pregunta por el hombre: «Nunca supimos
tantas
. cosas sobre el hombre como en nuestra cultura actuál, pero
nunca
el hombre ha sabido menos de si mismo» (18). Y no es tan
(18) M. HEIDEGGER, Kant y el problema de la Metafísica, pág. 326.
Cfr. A. LOBATO, Antropologia y metantropología. Los caminos actuales de
acceso al hombre, Roma, SITA, 1987, p4gs. -'-40.
55
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A. LOBATO, O. P.
grave que no sepa mucho de si mismo o que sepa menos que en
otras épocas,
lo trel!lendo es que lo que sabe no sea la verdad, y
que no sea lo que debiera ser. Vivimos en la época de las revolu­
ciones modernas centradas en la inversión de los valores, que
tantos sudores y fatiga han causado.
Pensel!los en los «padres» de
nuestra sociedad, que
ya no tiene ni padres ni maestros. Por ejem­
plo, el proceso de la evolución darwiniana, el .poder desatado del
inconsciente freudiano, la rebelión del
Superhombre de Nietzsche.
Todos ellos
se han ocupado de la dimensión ética. Nietzsche lo
proponía de
un modo decisivo: Umwertung aller Werte, la in­
versión radical de todos los valores. Han creído hacer
la revo­
lución profunda porque podrían explicar desde fuera la genealogla
de la moral, como superestructura de las clases dominantes. ¡La
moral era de los señores o de los esclavos! ( 19 ). En todos ellos
se advierte la ausencia de una moral del hombre, que es medida,
la moral de
la persona, que es el sujeto y debe ser norma y fin de
su comportamiento. Mientras no se recupere esta dimensión pro­
funda del sujeto personal, no entra
la ética sino desde fuera, por
la ventana, en una cierta oposición a lo profundo del hombre.
Se hace necesario por tanto invertir la marcha del itinerario
cultural.
Hay que partir de un punto bien definido y claro: de
una
antr0p0logía real y omnicomprensiva, del auténtico ser del
hombre. En ella hay que penetrar en su dignidad personal. Desde
esos fundamentos se encuentra una base para el comportamiento
ético
y se puede dar respuesta al destino de ser ho.mbre. La hu-
(19) Los llamados «maestros de la cultura imperante» o «filósofos de
la sospecha», como Marx, Nietzsche, Freud, tienen en común una teoría de
la moral como de algo-que el hombre adquiere desde fuera, por el contacto
social. Todos
han tratado de explicar lo que Nietzsche llama la genealogia de
la moral, desde el punto de vista empírico, desde algo no-ético, y sin valor
universal. Nunca es esa moral adquirida fruto de la razón práctica del
hombre. Por ello la quieren explicar s6lo de modo positivo, tratan del hecho
moral como de los hechos científicos. Cfr. F. NIETZSCHE, La généalogie de
la morale, Paris, 1964, págs. lS..19. Cfr. G. CoTTIBR, Le refus moderne de
l'IZ conscience morale, en Actas del III Congreso Internacional de la S.I.T.A.,
Roma, Librería Vaticana, 1992, págs. 69~83.
56
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ETICA Y FUTURO DEL HOMBRE
manidad nueva sólo puede edificarse sobre estas bases de lo hu­
mano en su profundidad rndical. Esta tarea es ardua. Nuestra cµ}­
tura actual tiene grandes dificultades para asimilar esta orientaci6n ;
está alienada, desconoce lo humano del hombre, confunde la per­
sona con
las cosas a su alcance. En un panorama del proyecto de
reconquista de la dimensi6n ética, yo indicaría
algunos. jalones
que señalan bien este camino de bumanidad libre y dirigida hacia
el futuro, un camino abierto hacia lo profundo del hombre. La
dimensi6n
ética de la cultura exige disponer su orientaci6n desde
tres momentos,
el de la humanidad, el de la persona y el de la
libertad del hombre en camino cultural ( 20).
3.1. La humanidad del homhre.
El hombre de la modernidad se ha situado en el horizonte de
lo humano
y tiene una sed profunda de desvelar .su misterio. La
gran pregunta
es la que se vuelve sobre sí mismo. La hacía Kant:
Was ist der Mensch? Así ha nacido la antropología, el discursd
sobre el hombre.
Y se han multiplicado los saberes, las fatigas,
los análisis. Vivimos en
la hora de las «ciencias del hombre».
Pregunta y ensayos de respuesta
no son exclusivos de hoy, son de
siempre y han
idd surgiendo con el hombre en su caminar. Es una
cuestión que
se plantea el hombre religioso. El salmo 8 la pro­
pone de un modo insuperable con esa bella
expresi6n:.Señor Dios
nuestro, ¿qué
es el hombre, para que te acuerdes de él? (Sal,
8,5). A la pregunta sigue
una profunda respuesta: el hombre es
el ser, familiar de Dios, capax Dei, un poco menor que los ánge­
les, un ser
c¡ue rebosa glotia y dignidad, que tiene otorgado el
mando sobre las obras de
las manos de Dios y todo lo creado en
la tierra está bajo sus pies (21
).
(20) Cfr. M. B1zzoTTo, La rinascita delt'etir;a. Ethos, valori e doveri
nel contesto della cultura contemporanea, LOC, Torino, Leumann, 1987,
págs. 10-52.
(21) Las glosas a este salmo han sido una constante en la historia del
pensamiento religioso. Una de las más agudas la debemos a Tomás de Aqui~
57
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A. LOBATO, O. P.
Pregunta y respuesta sobre la humanitas del hombre las ha
hecho también el hombre pensador. Los cristianos, desde Nemesio
de Emesa,
han superado a los gtiegos que, desde Arist6teles, se
ocupaban s6lo del alma, y han indagado sobre el hombre. A Tomás
de Aquino le agradaban algunas expresiones de la sabiduría antigua
como aproximaciones
al ho~bre: microcosmos, quadammodo om­
nia, ser en el horizonte, imago Dei, lo más digno en toda la natu­
raleza (22). Cada una de esas fórmulas encierra una antropología
en germen. Tomás dio una respuesta singular, que destaca entre
todas por su unidad y . su apertura. La humanidad del hombre se
comprende desde la unidad de sus elementos, una estructura com­
pleja que aúna el cuerpo y el espíritu, un dinamismo siempre en
marcha que hace brotar el obrar desde la forma de ser y tiene un
proceso ascendente en los
diversos 6rdenes que llevan eJ. hombre
a
la trascendencia, en un itinerario que s6lo tiene su polo definiti­
vo en el ser
absoluto que es Dios. El hombre es un ser hecho a
la medida de Dios.
Su humanidad tiene un horizonte de infinitud.
Tomás
recoge las f6r:mulas agustinianas, del homo capax Dei, in­
quieto hasta que descanse en Dios, y las f6rmulas aristotélicas de
la apertura universal: quadammodo omnia (23 ).
El pensar moderno, a partir de Kant y de Feuerbach, ha dado
un giro, .el giro antropol6gico, y en ese abismo se pierde (24).
Frente a un panorama antropol6gico muy rico y variado, que
de ordinario
s6lo comprende al hombre desde lo que el hombre
no
es, desde la evoluci6n, la temporalidad, la materia, el pensa-
no, en su Comentarlo a los Salmos fruto de los últimos años de su vida.
Yo
la he recogido · en su núcleo y Ia he comentado en un trabajo que lleva
el título: «La humanidad del hombre en Tomás de Aquino», publicado en
San TQmmaso d'Aquino Doctor Humanitatis, Atti del IX Cóngresso Tnmis-­
tico Intemazionale, Libretla Vaticaná, I, Roma, 1991, págs. 54-61.
(22) Cfr. A. LOBATO, Antropología y metantropologia, Roma, 1987,
págs. 7~10. In., «Anima quasi horizon et confínium», en el-vol. L'anima
nell'antropologia di Tommaso d'Aquino, Roma, 1985, págs. 52~74.
(23) SAN AGUSTÍN, Confessiones, 1,1.: ¡Fecisti nos Domine ad Te, et
inquietum est cor
nostrum danec requiescat in Te!
(24) Cfr. A. LOBATO, «La metafisica dell'uomo nel pensiero contem­
poraneoi>, en Sapientia, 1%9, págs. 356-406.
58
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ETICA. Y FUTURO DEL HOMBRE
miento, Pablo VI al final del Vaticano II llamaba la atención
sobre lo qne
habla hecho el Concilio en torno al· hombre y la
centralidad del hombre en la Iglesia, experta en humanidad. Vela
al Concilio desde su dimensión de «promotor del hombre», y en
este itinerario antropológjco
«la religjón del Dios que se hace
hombre,
se ha encontrado con la religjón -porque tal-del hom0
bre .que se hace Dios» (25). Pablo Vl advertía que este hombre
inquieto y angustiado de nues.tto tiempo, que se presenta bajo
todos
loS fenómenos y apariencias, solo en Dios podía encontrar
su medida de plenitud, en el Dios que se ha hecho hombre, en
Jesús de Nazaret, el hombre perfecto.
La humanidad del hombre implica la unidad de los dos elemen­
tos que lo constituyen: el corporal y el espiritual.
La unidad y el
ser le viene del alma, creada por Dios, forma substancial del
ruer­
po. Y el camino del hombre está en su vocación y destino: de
Dios viene y vuelve a Dios en un itinerario de libertad, donde él
mismo va dando con sus actos la respuesta1 recorriendo el camino
hacia su centro, y hacia su fin. Toda la humanidad del hombre
está
regjda en su itinerario por una norma que es intrínseca al
mismo hombre y que al mismo tiempo le trasciende: por la ley
natural, la ley del hombre. La dimensión ética entra de modo con­
natural en la misma raíz de su propia humanidad. La teoría actual
en torno al hombre está plagada de cilvidos: desde el radical ol­
vido de Dios, al olvido del alma, al olvido del principio dinámico
y
de la perfección mediante las virtudes, hasta el olvido del rol
de la corporeidad
y .sus relaciones constitutivas con el mundo
circundante. Tomás
de Aquino ha sido proclamado en 1980 por
Juan Pablo
11, Doctor humanitatis, porque tiene una respuesta a
esta gran cuestión sobre la humanidad el hombre, en
la cual tiene
que apoyarse
todo intento de edificar una cultura digna de él (26 ).
(25) PABLO VI, «Discurso 7 dic. 1965 en la clausura del Concilio
Vat.
II» en Vaticano II, BAC, 1965, pág. 1.026.
(26)
Cfr. A. LOBATO, «Juan Pablo II y Santo Tomás Doctor Humani­
tatis», en el vol.L'Uomo Via della Cbiesa, Massimo Milano, 1991, págs. 13-32.
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A. LOBATO, O. P.
3.2. La persona humana.
Este nombre es el nombre de la dignidad, que lleva siempre
las dos dimensiones: una hacia dentró, donde la dignidad tiene su
fuerza
y su asiento, otra hacia afuera donde la persona finita en­
cuentra su mll,ll<Ío connatural entre otras personas y frente a las
cosas. La persona se .revela en el rostro, y-· se presenta a veces con
las apariencias de lo que no es, se pone una máscara. En la cultura
actual
«persona» es el nombre adecuado a cada uno de nosotros:
somos un sujeto, un yo, y por ello tenemos una dimensión inabar­
cable, nos diferenciamos de los seres que tienen bien delimitado
y circunscrito su horizonte. Ya Heráclito advertía la ausencia de
límites en lo profundo del alma y del lagos: camina, camina, nunca
llegarás al confín de ti mismo (27). Kant hacia una precisa distin­
ci6n entre cosas y persona, la cosa es siempre medio que se susti­
tuye por otra, la persona es siempre un fin que no se puede cam­
biar. Para la propia persona descubría dos momentos privilegiados,
cuando
se situaba frente a sus dos mundos de la realidad personal:
uno hacia afuera, abierto al
infinito y contemplando el cielo es­
trellado sobre la propia cabeza; otro hacia.dentro, más admirable:
una fuerza
de ley moral que le invita a ser él mismo con un im­
perativo al que no puede sustraerse (28).
En verdad
la persona humana indica una totalidad incomuni­
cable, una dignidad excelente, un ser singular y concreto subsis­
tente.
La persona no puede ser objeto de posesi6n, por parte de
otro,
se resiste a toda abstracción, es el nombre de la realidad clau­
surada ónticamente en
sí misma. Y por una singular paradoja, por
su condición espiritual, es el ser abierto a la totalidad, llamado a
compartir en
la relación de conocer y amar, porque se posee desde
su libertad
y se dirige desde su comprensión de lo que le circunda.
La persona no puede nunca ser objeto, ni del tener, ni del poder,
ni esclava de otro. No puede ser reducida a cosa, ni tenida
como
(27) HERÁCLITO, Fragmenta, 22 B 45, Berlín, 1951.
(28)
E. KANT, Critica de la raz6n prJctica, par, 19. Obras, IX, pág. 319.
60
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ETICA Y FUTURO DEL HOMBRE
medio. Está más allá del tener, del poder y del saber de nadie, en
cierto modo hasta de sí mismo. Es un ser que
se sitúa en su puesto
solo frente a seres libres, en
la relaci6n de alteridad. Está llamada
a realizar el milagro de convivir con los demás, en
la unidad y en
la diferencia. Por su misterio y sugesti6n, por
su fecundidad, la
persona
es uno de los polos de reflexi6n · del pensar y del vivir
contemporáneo. Un hombre atento a la marcha de
la cultura, como
Juan Pablo
II, ha dedicadQ hondas reflexiones al ser personal (29).
Este sujeto personal, un cierto milagro existente, tiene dos
campos de desarrollo ético; uno hacia dentro, hasta identificarse
consigo mismo en el ·conocer y en d poseerse, y otro hacia afuera,
donde se comporta con las cosas y las personas como seres distin­
tos, var6n-mujer, hombre
con el hombre, y construye la casa, la
ciudad,
la sociedad en su diversas facetas. Ambas dimensiones lo
ponen a prueba constantemente, mientras
va de camino. La cultura
ética tiene que desplegarse en
la. forja del ser personal que posee
como palanca la libertad. La ética de la persona es siempre una
ética de
la libertad, que tiene que ser compatible con deberes y
derechos, con la ley y la
decisión independiente.
El itinerario decisivo del ser personal humano, de este hombre
que
se alza a la dignidad altísima de persona, descrita por Boecio,
en f6rmnla aún no snperada, comd
rationalis naturae individua
substantia
(30) es el itinerario hacia Dios y de este modo hacia lo
profundo de sí mismo.
Su propio ser, de modo implícito, le lleva
al fin, y por ello le lleva a Dios, aún sin saberlo,
mientras sigue el
orden de sus propias inclinaciones: a Dios se llega por el conoci­
miento y por el afecto. Todo conocimiento es integrante de una
realidad que s6lo en Dios tiene su principio y fundamento. Todo
deseo de felicidad
es un paso hacia el camino pleno de la felicidad
total. Hay en nosotros una voz que
nos advierte del camino por
(29) Cfr. KARDL WoJTYLA, Persona y acto, Madrid, BAC, 1987. Cfr.
A. LOBATO, «La persona en pensamiento de Karol Wojtyla», en Angelicum,
1988, págs. 3-43.
(30) BoEcro, Liber de persona et duabus naturis, c. l. Cfr. A. LOBA­
TO, «Persona y naturaleza eií -Boecio», en Miscelánea de Manuel Cuervo,
Salamanca, 1970, págs. 443-472.
61
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A., LOBATO, O .. P.
dónde vamos, es la voz ética del bien y del mal, es la concien­
cia (31).
La conciencia es de los actos, un juicio o hicimos,
de lo que hacemos, de lo que debemos hacer. Esa voz
resuena dentro: todo hombre la oye. Por ella sabe si está bien o
mal lo que
ha hecho, lo que está realizando, lo que proyecta hacer ..
Esa voz es .sólo la aplicación al caso concreto de . una norma an­
terior, de un principio primero que se nos da en todo momento:
bonum faciendum, malum vit-andum (32). La voz de la conciencia
es ley imperativa de modo que nadie puede obrar contra ella so
pena de pecado. Es ella la que proclama la !ex naturalis, que es la
ley del hombre,
la que está inscrita en lo más profundo del hombre,
de todos
los hombres, y es una participatio legis aeternae in crea:
tura rationoJi. Es ahí donde el obrar humano tiene una raíz ética,
donde
. tienen su asiento los deberes y los derechos del hombre.
La materia implícita y explícita de ese fundamento originario
de todo
lo· humano se mi,nifiesta en las grandes inclinaciones que
brotan de
lo profundo de todo hombre,. con fuerza de atracción
como un polo del ser espiritual y del ser humano. Cuando se re­
para a fondo en ellas se advierten los fundamentos del orden ético,
las columnas de base del edificio moral. Esos fundamentos son los
cincd siguientes:
1) Aspiración al bien, fuente de]. amor y de las grandes reali­
zaciones humanas, de los deberes y de los derechos, Ahi tienen
su asiento los mandamientos del decálogo,
yoz de la conciencia
humana, y ley de Dios al mismo tiempo. El gt'IO imperativo es el
del bien:
bonum. est faciendum ( 33);
(31) SANTO TOMÁS DE AQUINO, QQ. Disp. De Veritate, q. 16-17. Cfr.
A. LOBATO, «Coscienza morale e storicitii dell'uomo in San Tommaso», en
el '9tll. Crisi e riSveglio della cosciém.a ·morale nel nostro tempo, EDS, Bo­
logna, 1989, págs. 946.
(32)
Cfr. A. Lo11ATO, «La voz de la conciencia», en Verbo, 1986,
pág. 1.299-13-24.
(33) SANTO TOMÁS DE AQUINO, sr., I-II, q. 1, ª· l. El bien coincide
con el fin, que es la causa que todo lo mueve. El fin del hombre es Dios,
en sí mismo y en cuanto será objeto de posesión y por ello de bienaventu­
ranza.
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ETICA Y FUTURO DEL HOMBRE
2) Aspiración a la cdnservación en el ser, que implica la de­
fensa de la vida, de la integridad del hombre, de la salud física y
moral, de cuya fuente brota la fortaleza para superar el mal, y la
esperanza para vencer
las dificultades. El principio de unidad y
apetito de perdurar en el ser, que es común a todos los entes, se
manifiesta de modo especial en el hombre, como ser viviente que
sabe ser persona
y dueño del don de la vida ( 34) ;
3) Inclinación respecriva del varón
y de la mujer hacia la
uriidad en el amor y la fecundidad a través de los hijos. La vida
sexual del hombre
alcanza su plenitud en el matrimonio y en la
familia,
en el cuidado de los hijos, en el desarrollo del amor de
entrega mutua (35);
4) Inclinación al conocimiento
de la verdad. El hombre es
capaz de perfeccionarse por las virtudes intelectuales, mediante .el
ejercicio de la vida contemplativa. Ha nacido para la verdad. Su
inteligencia es capaz de conocerla. El hombre vive de la verdad y
debe aceptarla, testimoniarla y comunicarla. No puede vivir de la
mentira, ni de la falsedad ( 36);
(34) Cfr. Documento del Vaticano, Dónum vitae, 1988. Cfr. O. LONGO,
Il demiurgo cieco. Scienza, etica. Quali limitil Laterza, Bati, 1990, págs, 11:1·
115.
(35) Esta inclinaci6n implica la condici6n sexuada del ser humano y el
apetito sexual de la ~pecie humana en _viSt9.s al _complemellto y-á la-pro­
creación. Si de una parte · esto es cori:J.ún a los vivientes y se manifiesta de
modo especial en los. animales, adquiere caiictéres singúlarés · en el hoinbre,
por su condición espiritual .. Freud . i:io ha Sábiclo ver .. más que una de sus
múltiples caras. El problema de las relaciones entre el hombre y la mujer
tienen aquí un fundamento. Cfr. E. STEIN, La mujer, Obras; vol. V. Cfr.
A-: LOBA'I'O, La' pregunta por la mujer, Sígueme, Salamanca, 1965.
(36) SAN'I'O ToMÁs DE AQUmo~·-summa contra Gentiles, 1,1. El oficio
y la profesión del hombre sabio se define sólo por la verdad. El maestro
es quien enseña la verdad. Toda verdad procede del Espíritu Santo y debe
ser aceptada. La inteligencia humana ilt> es creadora· de la verdad de las
cosas. Tiene que adecuarse humildemente a ellas. Todos los hombres se
rinden a la verdad objetiva. Todos tienen el deber de seguir la verdad y el
derecho a buscarla y a encontrarla. La vida definitiva será la posesión de
la vetdadf que es el fin de la inteligencia, y trasciende todos los órdenes,
el de la razón y el de fe. Nuestra ~poca, no percibe la fuerza de la verdad
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A. LOBATO, O. P.
5) Inclinación a vivir en sociedad, por necesidad y por abun­
dancia, para recibir y para dar, por el lenguaje que
es medio de la
comunicación. El hombre por su misma naturaleza es animal lla­
mado a vivir con los demás en una soci~ad que le sea connatu­
ral
(37).
Tomás de Aquino ha sabido concertar la voo de la conciencia
en estos fundamentos. de la naturaleza humana,
de la lex natura­
lis, y de la lex aeterna (38).
La voz de la conciencia, que dictamina sobre lo. justo ylo in­
justo, sobre la realidad del pasado y el proyecto: ·dé futuro, es
decisiva para el ser humano. Y no es algo venido dé fuera, no es
una superestructura, es algo que todo hombre tiene por su misma
condición humana. La conciencia tiene la
voz del imperativo, es
testigo, juez, es ¡la voz de Dios! (39). La cultura ética del futuro
tiene que
recorrer este camino y forjar la conciencia del hombre
con estos fundamentos bien claros y trascendentes.
El itinerario de la conquista ética recorre también el camino
objetivo. Un segundo sendero
va hacia fuera, más allá del sujeto,
hacia
la alteridad, al encuentro con el otro, En este. campo hay
una dimensión ética que acQtnpaña siempre al hombre: la virtud
de la justicia, que reconoce, respeta, se comporta con los demás
hombres
como personas, da a cada uno lo suyo, reconoce la fuerza
de los derechos humanos, que tienen su asiento en la dignidad de
la persona. Una adecuada comprensión
de esta dimensión lleva al
hombre a mantener siempre su actitud de ser
libr¡, . y personal,
frente a otros seres libres personales.
La justicia ¿,;-~ cada uno lo
porque ha admitido el mito de las opiniones, vive seducido por la experien~
cia y por las opiniones; «El pensamiento débil» tienen un cierto miedo, como
los
ojos erúermo.s de la luz.
(37) SANTO To¡,µ\s DE AQUINO, De regno, I,1-2. Cfr. A. LoBATO, «Le
tre dimensioni dell'uomo: -essere individuale, sociale, storico», en Sapienza,
1981, 87-149.
(38)
SANTO TOMÁS, ST, I-II. QQ. 90-94. Cfr. A. LOBATO, «El huma­
nismo de la ley natural», en Verbo, 1977, págs, 79-88.
(39) e&. AA. VV., Crisi e risveglio della coscienza morale nel nostro
tempo, a cura di A. LOBATO, ESD, Bologna, 1989.
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BTICA Y FUTURO DEL HOMBRE
suyo. Los derechos de cada uno tienen que ser deberes de los
otros. Hay deberes en el sujeto, hay derechos en los sujetos.
Es­
tamos habituados a ver los derechos individuales fundados sólo en
las
leyes que los garantizan, y no en la naturaleza de ser personas.
Hace falta una comprensión
del ser en la que entra la unidad y
la diferencia,
y ambas cosas se mantienen y se apoyan mutuamente.
Esta correlación hace posible la verdad de la vida en comunión.
El maestro Tomás de Aquino no sólo nos ha dado una teoría del
ser
como actus essendi, cuya participación en el ente hace posible
la unidad y la diferencia, sino que nos ha dado una doctrina de
humanismo para que el hombre con el hombre respete
la alteridad
y promueva la unidad en la diferencia. El hombre ha nacido
para
vivir con el hombre, para vivir unidos siendo diferentes. La virtud
de la justicia
es la virtud que hace posible en todos los órdenes
de la vida social el fundamento de las relaciones del hombre en
la convivencia. Hay en la naturaleza humana un fundamento para
esta dimensión ( 40).
La nueva cultura ética tiene en los derechos humanos una de
sus bases fundamentales. La historia de la acogida cultural de tales
derechos
es aleccionadora. Es provechoso seguirla en sus diversos
momentos, desde las
tímidas y parciales apariciones en América
hasta su entrada triunfal en Francia y
su extensión universal en
la ONU, o
su acogida por parte de la Iglesia. Todavía no hay un
consenso sobre los fundamentos en que
los derechos humanos se
apoyan, pero ya todos convienen que son ellos un elocuente signo
de los tiempos,
una piedra miliar en el camino del hombre, una
garantía para
el futuro de la humanidad. Para el pensamiento
cristiano, a
partir de la Encíclica Pacem in terris de Juan XXIII,
de 1963, los derechos tienen un fundamento absoluto en el ser,
tienen una correlación con los deberes, tienen una norma que es
la salvaguardia de la dignidad de la persona en todas sus manifes­
taciones. Son derechos que la sociedad y el Estado reconocen y
están llamados a respetar y proteger,
no a impedir, porque coinci-
(40) SANTO TOMÁS, ST, II-II, 57-58.
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A. I,.OQ.4 TO, O. P.
den con las. inclinaciones .de la ley natural, que los funda y son su
moderna expresión (
4.1 ). ·
.En
el ámbito de los derechos humanos tienen su puesto la lucha
por
la justicia, por la promoción del hombre, por el futuro. Ya no
hay camino de humanización si no pasa por el
respeto y el recono­
cimiento de los derechos humanos
para que la .sociedad pueda vivit.
Así, los derechos humanos
se han convertido en la base de toda so­
ciedad que aspire a pervivir. La r.,f!exión teológica ha descubierto
que el fundamento
y. el .núcleo de los derechos humanos ha sido
una constante en la proclamación del Evangelio, porgue pertenecen
a su núcleo fundamental
que busca la perfección de cada hombre
co¡no ser petsonal y de la sociedad hµmana. Así lo ha proclamado
el Sínodo de los
Obispo,¡ desde 1974 y lo ha llevado adelante Juari
Pablo
.JI, como elemento inseparable de la obra evangelizadora
de la Iglesia. Esto
es una realidad que está en el co¡:azón del Evan­
gelio, y
perten"!"' al mensaje profético de. su palabra liberado­
ra ( 42).
· ·
En la primera evangelización ,de América los dominicos fueron
campeones en
la lucha por la justicia. (43). Hoy se expresa esta
dimensión
de la justicia, de la alteridad, con la ley de la solidari­
dad. La cultura tiene que desarrollar esta categoría de orden ético,
como nueva aplicación del horizonte de la justicia. Fabricamos un
mundo solidario donde no sean posibles las divisiones insuperables
entre los hombres,
las. discriminaciones, las castas, los ghettos, los
muros de la vergüenza.
La. solidaridad es la nueva forma de vivit
la justicia y hac<,r posible la convivencia humana entre los hombres
y entre las naciones ( 44 ).
(41) Cfr. A. LOBATO, «La dignidad ddhombre y los derechos hwna­
n'Os», en Studium, Madrid, 1982; L'Eglise et les droits de l'homme, Estras­
burgo, 1987; Los derechos del hombre expresi6n contempor4nea de la ley
natural, Par!s, 1989.
(42) Cfr. Jean M. AUBERT, Droits de l'homme et.libération évangélique,
París, Le Centurioµ, 1987.
(43)
Cfr. A. LOBATO, El Obispo Julián Garcés y la Bula «Sublimis
Deus», Sevilla, 1987.
{44)
JuAN PABl.O 11 ha puesto. gran énfasis en esta categoría que ex-
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ETIC.A Y FUTURO DEL llOMBRE
3.3. El papel di;, la libertad y la ley.
Descle estas premisas es posible descubrir . el itinerario de la
formaci6n ética del hombre,
y su aplicaci6n a problemas que están
en
la base de nuestro futuro.
El hombre nace libre, pero s6lo ejerce la libertad si se forma
para
ello.. Esta es Ja gran tarea pedag6gica, mientras el hombre
Uega a la edad aclulta. La formaci6n de la libertad tiene sus etapas
de desarrollo en cada uno de los sujetos. Nada tenemos innato
cuando venimos al mundo, pero $Í vienen con la .misma naturaleza
sus capacidades para el desarrollo del ser hombre y del ser perso­
nal.
El desarrollo de la conciencia moral se va haciendo conforme
a las etapas de la educaci6n:
.en una primera etapa la norma tjs
exteridr, viene dada al niño en el ejemplo de los padres y maes•
tros,
y se nos impone desde fuera para ser acogida en lo interior.;
la formaci6n en este primer estaclici requiere reglas, manclatos y
prohibiciones. Los l)landamientos negativos tienen la fundpn de
ser
meclidas de orientación necesaria para regular la vida humana
y formar hábitqs buenos. La obligaci6n es inherente a la condición
del ser que tiene deberes. La conciencia-es norma interior
y «ata~
de modo que todo lo que se haga contra ella es pecado. El carácter
oblig<1torio es condici\Sn de la vida moral y forma la responsabili­
dad de los sujetos (45).
Una
seguncla etapa de formación ética· en la cultura, cle cre­
cimiento en la vicla moral tiene lugar cuando la ley · se interioriza
y se entiende com_o la-concordancia entre· la norma y -nu~tras
p~a de modo eficientes la convivencia del hombre y de los países en
mutua relaci6n de ayuda y colaboraci6n. El
último documento pontificio
de gran alcance, la Encíclica Centesimus annus, vuelve a indicar esta virtud
de la solidaridad cori:to · el camino de futuro eo la sociedad. A Europa le
compete de modo especial. Ya en su-tiempo, Edit Stein había advertido ·el
papel de esta virtud en la sociedad moderna. Cfr. A. ALES BELLO, «Coscien:ia
e solidariet3. in Edith Stein», en Etica e Societa contemporanea, vol. 1, 1992,
págs. 130-140.
. ( 45) Cfr .. Victorino RODRÍGUEZ, «Fundamentación teológica de l~ con­
ciencia moral», en Etica e societlJ contef#po_ranea, -vol. 1, págs. 96-108.
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A. LOBA.TO, O. P.
profundas aspiraciones. El hombre experimenta el gozo y la paz
en seguirlas. Normalmente esto
se da en la hora de la juventud
despierta y bien orientada ( 46
).
La etapa tercera se da cuando la vida moral se ha convertido
en fuente de creatividad y fuerza espiritual. Es típica del hombre
maduro.
El obrar moral con espontaneidad y desde lo interior se
convierte en la raíz del gozo, de la paz, en la señal definitiva de
que
se ha llegado a ser plenamente uno mismo. Es la etapa que
se revela en Sócrates, que Bergson exalta como fuente de la moral
abierta (
47),
La ley natural, por ser la ley del hombre no viene de fuera,
no contradice la libertad, más bien
se manifiesta en las aspiracio­
nes profundas del sujeto y es el secreto de la dirección creadora
de la libertad. Por eso es la hase sólida y universal de los derechos
humanos, con suficiente plasticidad para adecuarse a todos
los
hombres en las diterencias que le competen. La ley natural es apta
para formar al hombre en
la dimensión ética manteniendo esa
conjunción entre
la interioridad y la norma vinculante. Las etapas
de
forja del hombre tienen que seguir este itinerario ascendente.
El no haber sido educado en el ejercicio de las virtudes, la falta
de hábitos morales de comportamiento, el no haber asimilado
la
fuerza creadora de la ley, hace que el hombre se sienta movido
desde fuera, por preceptos, prohibiciones,
por amenazas y castigos
o por unos premios ilusorios.
El hombre de la modernidad se en­
cuentra desconcertado: proyecta un mundo de hombres en pleni­
tud para vivir
la libertad en democracia, y se encuentra con la
paradoja de que ese tipo de hombres no existe en la realidad. En
la sociedad sólo hay hombres en camino, con una voluntad más
herida que su inteligencia. De esa raíz tiene su origen el malestar
de la cultura, la
dificil convivencia de la hora actual.
El remedio está en invertir los esfuerzos: forjar los hombres
en la recta conciencia y en la libertad que asume su responsabili­
dad de derechos y deberes ante Dios y los hombres. El problema
(46) Cfr. Mario BizzoTTO, La rinascita dell'etica, LDC, 1987, págs. 53-65.
(47) Cfr. C. J. PINTo DE ÜLlVEIRA, Autonomie. Dimensions éthiques
,k la libert¿, Fribourg, París, 1978.
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ETICA Y FUTURO DEL HOMBRE
del mal es real y va más allá de todas las utopías de progreso inde­
finido, que han brotado sin cesar en la hora moderna.
El mal del
hombre
no está sólo fuera, tiene su causa dentro, es un desorden
que lo acompaña y necesita remedio.
En este horizonte de lo hu­
mano se ha insertado la nueva creatura, la gracia que viene al
hombre en la vida nueva dada
por Jesucristo. La ley cristiana no
añade nuevos modos de ser en· el hombre, añade un elemento de­
cisivo, que lleva a plenitud la vida moral del sujeto humano
por
la fuerza de la gracia y del amor de Dios que nos ha sido infundi­
do: «Por la gracia de Dios soy
lo que soy» decía Pablo (1 Cor,
15,10) ( 48).
La cultura ética tiene que llevar al hombre
por ese sendero.
Así
entra en el camino del futuro. Las aplicaciones de la dimen­
sión ética
de la vida humana las tenemos ante nuestros ojos como
problemas urgentes todos los
días. Veamos algunos de los campos
concretos.
Es frecuente hoy el conflicto entre las posibilidades de la cien­
cia y de la técnica
de una parte y de la conciencia moral por otra.
El ejercicio de las técnicas y profesiones trata de progresar y reali­
zar experiencias nuevas. La autonomía de la ciencia parece excluir
toda intromisión desde otras esferas. De esta índole son los gra­
ves problemas que plantea hoy el ejercicio de la medicina, de la
biogenética, de las posibles manipulaciones en las etapas del prin­
cipio y del
fin de la vida, como obtener un hijo del sexo que se
desea, modificar el código genético, ensayar nuevas especies,
pro­
vocar la muerte sin sufrimiento cuando a uno le parezca, procurar
abortos, manipular los embriones, hacer experimentos de gestación
con madres alquiladas, y tantas otras áreas de conflicto cotidiano.
El profesional está tentado de proceder por su camino hasta donde
la ciencia lo lleve,
de hacer todo lo que ya es posible para la cien­
cia. Eso es también
lo que le piden al médico los enfermos y los
que acuden a él.
En cambio el hombre de conciencia piensa desde
dentro cuál
es el objeto de su profesión y cómo con ella sirve al
(48) Cfr. Servais Th. PlNKAERS, La mora/e catho/ique, Cerf, París, 1991.
pág. 105.
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A. LOBATO, O. P.
hombre ( 49). El científico, aun. por exigencias de su saber cientí­
fico que se ordena al hombre, y el hombre que hay en. todo cien­
tífico, tienen que seguir la recta conciencia y tener una norma
ética en su actuación. Nos es
lícit0> abusar del ser humano y to­
marlo como cosa.
El campo del desarrollo científico es también objeto de apli­
caciones cuandd se refiere a la naturaleza. El hombre es señor del
mundo, su propietario.
¿Es la propiedad de tal modo del hombre
que le da
el derecho de usar y abusar de lo que posee, es potestas
utendi et abutendi? ¿O tiene un límite? La conciencia recta dice
que hay que tener en cuenta al hombre, se que vive en el mundo
en. simbiosis con la naturaleza, y por tanto la polución, el exter­
minio de las especies, la consunción del ozono, los productos que
degradan el ambiente tienen que
.ser controlados. Todos los cam­
pos de la actividad humana tienen -estds limites y aplicaciones.
Pensamos
en los hombres de negocios, en la banca, en la economía.
¿Tiene normas obligatorias
.este campo? ¿Cuál es la norma?· ¿Todo
es lícito? ¿La economía es nuestra? ¿La política es el arte al ser­
vicio de la propia nación y no tiene otra razón que la razón de
Estado? ¿Caben normas en los medíos de comunicación, en el
mundo del mensaje?
¿Está todo permitido? ¿La escala de valores
es sólo subjetiva? En todos estos problemas la ley del hombre,
que es interna a todos
los hombres, regula el ejercicio de sus actos;
que han de ser conformes a su naturaleza y dignidad, y deben
respeto de los derechos de los demás,
de los hombres y los pueblos.
Otrd campo de aplicaciones.
La construcción de la unidad y
dél destino de Europa es hoy nuestra tarea. ¿Cuál es la posibili,
dad abierta en este momento? ¿Vamos a construir la Europa de
mercaderes, de los técnicos, de los nacionalismos, del eclecticismo
y
de la tolerancia? ¿ O más bien la Europa de las naciones y de
los
valores del Evangelio como grita desde Compostela Juan Pa­
blo II? Europa sólo puede edificarse creando un humanismo ejem-
(49) Cfr. Alfonso LóPEZ TlwJILLO, «La scienza e la tecnica odierna al
servizio della vita humana», en Etica e societ?t contemporanea, vol. I, págs.
209~215; Dionigi ·TE1'TAMANZI; «L'intriDseca dimensione etica della. scienza e
della tecnica>, ib!d., págs. 218-230.
'TO
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ETICA Y FUTURO DEL HOMBRE
piar, el camino de la cultura avanzada de la humanidad, que puede
ser ejemplar en
el futuro para todos los pueblos como lo ha sido
en el pasado. Tiene que realizar las dos dimensiones de la persona,
la de la realidad concreta, acogiendo sus tradiciones culturales, y
la de apertura a lo universal en los valores con raíces cristianas.
De otro modo no llegará a ser una unidad con futuro (50).
La memoria del descubrimiento, de
la evangelización y de las
relaciones con América son otra pista de futuro ético. ¿Cómo se
ha
de celebrar y prolongar, mirando al pasado, dejando en el ol­
vido esa gesta, o mirando al futuro
de la nueva humanidad? Es
preciso ser capaces
de acoger los. grandes valores de la proyección
de España en América
y aspirar a hacer una unidad de pueblos
aún mejor
en el futuro solidario,
(50) En 1949, ya el filósofo español Ortega y Gasset, sobre las ruinas
todavía
humeantes d~-B'~lín, tenía una -conferencia sobre este \ema. La
tituló clásicamente De Europa meditatio quaedam. Quedó incompleta, pero
tendía a la integración de todos los ptleblos en. la unidad cultural de los
valores comunes. La Europa del futuro tiene que conservar la , yía romana,
que en definitiva es la que la ha hecho posible.
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