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Número 321-322

Serie XXXIII

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Lamennais, filósofo y profeta de un «nuevo cristianismo»

LAMENNAIS, FILOSOFO Y PROFETA DE UN
"NUEVO CRISTIANISMO"
POR
FRANCISCA TOMAR ROMERO
Felicité Robert de Lamennais es considerado el patriarca tanto
del liberalismo católico como
de la posterior democracia cristia­
na (

1
): los especialistas en historia del catolicismo moderno coin·
ciclen en afirtnar que el origen, tanto del liberalismo católico como
de la democracia
. cristiana, se halla en la obra sorprendente de
Felicité de Lamennais (1782-1854). Este bretón tuvo el extraño
destino de ser, primero, un aplaudido defensor del
~ltramontanis·
mo en Francia y terminar, al final de su vida, fuera de la Iglesia
y militando en las filas del socialismo utópico. Así. pues, la vida
de Lamennais tiene dos partes claramente diferenciadas:
En la primera,
es un apasionado apologista de la religión y
declarado defensor de la autoridad pontificia en lo espiritual y
temporal. Se trata de un Lamennais teócrata, vinculado al ultr~·
(1) «La diferencia fundamental entre estos dos movimientos, el libe­
rali-smo cat6lioo y la· democracia cristiana, se sitúa en el ámbito de. las ideas
políticas. El Pri.mefQ fue un , movimiento de talante liberal, . entusiasta del
constitucionalismo y del sistema parlamentario, pero desde una perspectiva
doctrinaria, opuesto o simplemente resignado al desarrollo de la democracia
hasta sus últimas oonsecuencias, y
radicalmente contrario al socialismo. La
democracia criStiana, · en cambio, se sitúa 'en una óptica más · izquierdista y
se muestra fervorosamente democrática e incluso abierta hacia. el socialismó;
cuya versión marxís~ repudia desde luego,_ pero· del que en su wnjunto
tiene una visión benévola _o favorable. Dos postutas políticas que ( ... ) en
realidad no son sino dos estadios de un mismo proceso evolutivo hacia la
izquierda» (GAMBRA,_ A.: «Los católicos· y la demottacia», en Los cát6lic~s
y la acci6n po/ltica Actas de la XX Reuni6n de amigos de la Ciudad Cai6-
lica, Madrid, E Verbo, núm. 321-322 (1994), 111-148 111
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rrealismo y al legitimismo intransigente ; colaborador y amigo de
Bonald
y De Maistre, aplaudido por una buena parte del clero
francés, y considerado por la historiografía eclesiástica como uno
de los pilares que fundamentaron la corriente que condujo, en el
siglo
XIX, al afianzamiento de la monarquía pontificia en la Iglesia
y a la declaración solemne de su infalibilidad.
En la segunda etapa deja de ser el abate Lamennais para pasar
al servicio de la democracia: enarbola la bandera revolucionaria,
redacta panfletos, combate violentamente el gobierno de Luis
Fe­
lipe de Orleans y se coloca a la cabeza del partido revolucionario
al mismo tiempo que
se separa de la Iglesia. De este modo, el
segundo Lamennais
es un hombre abierto hacia el liberalismo y
la revolución, padre de las ideas que serían el nervio, años más
tarde, del liberalismo católico y de la democracia cristiana. Un
Lamennais en quien los demócratas cristianos verían, muchos años
después, el heraldo prematuro de sus ideales; el artífice primero
del mito de la
«Nueva Cristiandad».
Pero entre estos dos períodos hay una etapa intermedia que
sirve de transición de uno a otro. En ella él
es todavía el abate
Lamennais, pero se trata
de un Lamennais liberal, reconciliado él
mismo y tratando de reconciliar la Iglesia con los principios de
la libertad moderna. En esta etapa transitoria es el redactor del
diario
L'Avenir y el iniciador de un considerable movimiento que
después será llamado
«catolicismo liberal».
Lamennais desarrolló el largo recorrido de su evolución inte­
lectual en un lapso de tiempo breve, entre 1817 y 1832 básica­
mente,
es decir, en un período de tan sólo quince años. Sin em­
bargo, los porqués de su extraña trayectoria no han sido siempre
comprendidos. Este estudio tiene por objeto el pensamiento del Lamennais
de la ultima etapa en la que, al margen de la Iglesia, elabora una
peculiar concepción del papel de la religión en
la que ésta, privada
de su dimensión
sobrenatural, queda relegada a una función me­
ramente social. Sin embargo, no se puede abordar esta última y
definitiva etapa sin referirnos, con cierto detalle, a las peculiari­
dades de su vida
y etapa anterior. Esto es así debido a que en el
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LAMENNAIS, FILOSOFO Y PROFETA DE -UN «NUEVO CRISTIANISMO»
pensamiento de Lamennais no existe el cambio brusco y la ruptura
que en
un principio pudiera parecer. Se produce en él un cambio
lento y gradual, cuyos primeros rasgos
se vislumbran incluso antes
de
la Revolución de julio de 1830, en los últimos años de la Res­
tauración. Es necesario intentar reflejar la génesis histórica, per­
sonal y teórica de sus ideas, ya que se puede decir que su última
etapa, que tanto sorprendió a sus contemporáneos, no fue más
que el desarrollo lógico de su pensamiento.
Así pues, aunque no haya una clara continuidad cronológica
ni pueda hablarse de coherencia en la evolución· de su pensamien­
to,
sí es posible detectar una especie de lógica interna en . sus pa­
radojas y descubrir, en el primer Lamennais, en el Lamennais del
argumento apologético de
la «Raz6n General» ( que estaba desti­
nado a propiciar un renacer de
la cristiandad en torno al Pontifi­
cado) una fisura, una línea heterodoxa de pensamiento que llevaría,
con el
paso de lds años y la evolución de la historia interior de
Francia (2), al despliegue de su segunda
época. Ese vínculo de
unión, el nexo que une sus posturas antagónicas,. sólo se explica,
según Mourre y Canals ( 3 ), por el ambiente romántico que le tocó
vivir y que impregnó totalmente su pensamiento.
l. PRIMERA ETAPA (1816-1834) : GÉNESIS HISTÓRICA, PERSONAL
Y TEÓRICA DE SU PENSAMIENTO MADURO
1.1. Sus primeros años.
Hugues-Félicité Robert de La Mennais ( 4) nació el 10 de junio
de 1782 en St. Malo (Francia). Pertenecía a una
familia. bretona,
ennoblecida en 1788,
precisamente en vísperas de la Revolu-
(2) La evolución histórico-política. francesa exacerbaría hasta límites in·
sospechados el exaltado antigalicanismo de Lamennais.
(3) Cí. CANALS VmAL, F.: Cristianismo y Revolución~ Madrid, Speiro,
1986, págs. 121-156; MOURRE, M.: Lamennais ou l'héresie des temps mo­
dernes, París, 1955.
(4) Su nombre Original era éste, si bien posteriormente él mislDO lo
modificó ligeramente adoptando la forma «Lainennais».
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FRANCISCA TOMAR ROMBRO
ción (5). Huédano de madre desde los seis años, se educó con un
tío paterno librepensador y voltetiano, Robert
des Saudrais, quien
poseía una espléndida biblioteca en la que
el joven Félicité buceó
sin brújula
ni maestro. Sin embargo, pot influjo de su hetmano
Jean Marie, que fue un sacetdote ejemplar, se convirtió al cato­
licismo y
se bautizó cuando ya tenía más de veinte años, concreta­
mente en 1804. A
.instancias de ese hetmano, bien intencionado
peto no
muy prudente en esta ocasión, Lamennais decidió orde­
narse también sacerdote
y lo hizo en Vannes en 1816, con una
formación teológica
deficiente y, al parecet, sin verdadera voca­
ción (6).
1.2. Período apologético (1816-1824),
Con su ordenación comienza para Lamennais un nuevo período,
un período de dieciocho años; que abarca desde 1816 a 1834; es
decir, desde su primera misa hasta la publicación de Faroles d'un
croyant. Sin embargo, dentro de esta primera etapa todavía es
posible señalar algunas ·distinciones:
Así, entre 1816 y 1824
se extiende un período que podríamos
calificar como eminentemente
apologista : .hombre de carácter
apasionado y
volunt~rioso)eal consigo mis(IÍo y hacia los demás,
decidió consagrarse con decisión a
la defensa y apofogía de los
ideales hacia
fos que su conversión, el influjo de su hetmano y el
ambiente reinante entre el clero francés joven, le inclinaban deci-
(5) Michel Mourre ha puesto de relieve el espíritu de insaciable lealtad
y la carga de vigoroso resentimiento que animaron· a· quien se sintió ·here­
dero, desde su juventud, de una tradición de servicio, cuyos beneficios no
había podido recoger por haber sido reconocida y premiada en tan inopor­
tuna fecha. Cf. MoURRB,. M·.: Lamennais ou -l'héresie des temps modernes,
Parls, 1955.
(ti) Sobre la biografía de Larnennais véase: VACANT, A.-MANGENOT, E.:
Dictionnaire de Théologie Catholique, tome VIII, París, Llbrairie Letouzey
et ané, 1925; SCHENK, H. G.: El espíritu de los románticos europeos, Mé­
xico, Fondo de Cultora Económica, 1983, pigs. 118-121.
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LAMENNAIS, FILOSOFO Y PROFETA DE UN ~NUEVO ~RISTIANISMO»:
diclamente: un radical legitimismo y el más decidido de los ultra­
montanismos.
Ya en 1814 (antes de su ordenación sacerdotal), Lamennais,
ultramontano convencido, había expuesto, en tono apologético,
la
elevada idea que él se formaba de la misión del pontificado en
el mundo: «Sin Papa no puede existir la
Iglesia; sin Iglesia no
puede existir cristianismo, sin cristianismo no puede haber
teli­
gión, ni sociedad, hasta el extremo de que la vida de las naciones
europeas tiene su fuente, su único manatial, en el poder pontifi­
cal» (7).
Ensayo sobre la indiferencia en materia de religión: la obra
apologética de Lamennais comenzó pronto. Y a en 1808 había
pu­
blicado sus Reflexions sur l'état de l'Église en France et sur la
situation actuelle, obra interesante pero sin verdadero genio en la
que fustiga, empleando argumentos contrarrevolucionarios que
ya
entonces eran clásicos, el gran proceso revolucionario inaugurado
por
la reforma protestante (8). Sin embargo, la obra que le daría
fama repentina fue su Essai sur l'indifférence en matiere de reli­
gion (9), en cuatro volúmenes, cuya publicación se escalonó entré
1817 y 1823. El primer volumen consistía en una brillante y
valiente
apología, desde una perspectiva de teología de la historia,
de la Iglesia y del Papado.
Su tono decidido y lleno· de apasiona­
miento -causó, en un momento .. en que era oportuno, verdadera
sensación y proporcionó renombre y prestigio a su autor en los
medios católicos franceses y pronto también en los europeos. En
este primer volumen insiste .Lamennais en que, tratándose de
re,
(7) Citado por A. GAMBJ católicos y la acción politica. Actas de la XX Reuni6n de amigos Je la Ciu­
dad Católica, op. cit., pág. 132.
(8) Las Reflexions sur Z,état de l'Bglise, así como la obra posterior
Traditions sur l'Institution des Ev~ques (1814), fue:ton fruto del: esfuerzo
conjunto de ·Félicité y su hermano, el ·abate Jean-Marie de la Menná.is: en
estas obras, si bien podemos discer.o.ir las brillantes frases de Félicité se
puede conside;rar que la actitud-básica e iniciativa partieron de su hermano.
(9) Sobre los motivos, poco. personales, que llevaron· a Lame:nnais a la
redacción·de su Essai sur l'indifférence véase el comentario de H. G. SCHEN'K
en El espiritu de los románticos europeos, op. cit., págs. 120-122.
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ligión, de moral y de política, ninguna doctrina es materia de in­
diferencia. «La indiferencia, considerada como estado permanente
del alma,
es opuesta a la naturaleza del hombre y destructora de
su ser» (10). Tal tesis
se basa en las premisas de que el hombre
no puede desarrollarse como
tal sin la religión y de que ésta es
necesaria para
la sociedad, por lo mismo y en la medida en que es
el fundamento de la moral, sin la cual la sociedad degeneraría
hasta ser mera agrupación
de personas atentas sólo a sus propios
intereses particulares.
Tres años después, en 1820, publicaba el segundo. volumen
de su
Essai sur l'indifférence que también obtuvo un éxito reso­
nante, pero que contenía ya dOctrinas que iban a suscitar vivas
polémicas en los mismos ambientes católicos que hasta entonces
le habían aplaudido.
En aquel segundo volumen se contenía su
célebre
y discutido argumento de la «Razón General» o «sentido
común de la Humanidad», que iba a ser causa de muchos sinsa­
bores para su autor.
De hecho, se ha afirmado que es en dicha
argumentación donde
se encuentra, contra toda apariencia inme­
diata,
el origen de la evolución posterior de Lamennais que le
conduciría a una alianza con
la revolución y al cisma ( 11 ).
Este segundo volumen es una obra realizada con intensa preo­
cupación social
y política, en la que critica con virulencia y en
términos encendidos,
la situación de desorden, de incertidumbre
y de anarquía moral en la que la Revolución había sumido a Fran­
cia. Según Lamennais,
la causa de aquella profunda crisis moral
y política radicaba en el ateísmo y en las filosofías negadoras, en
la falta de fe, de autoridad y de afirmación frente al escepticismo,
así
como en el triunfo de la inestabilidad. De alú que su objetivo
{10) ·LAMBNNAIS, F. R.: Essái Sur l'indifférence en matie1'e de religion,
I, París, 1823, pág. 37.
(11) «Hay que reconocer que el sistema filosófico lamennesiano, SOio
aparentemente (y con una apariencia· que se deshace por completo, al exa­
minarlo en sí mismo), sobrenaturalista y teocrático puede ser perfectamente
considerado como la raiz doctrinal ( ... ) de la actitud hberal y revolucionaria
del Lamennais de la segunda época»· (CANALS, F.: Cristianismo y Revoluci6n,
op. cit., pág. 86).
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LAMENNAIS, FILOSOFO Y PROFETA DE UN «NUEVO CRISTIA.NISMO~
fuese el devolver a fa cristiandad vacilante su espíritu y unidad
mediante el restablecimiento. de
la autoridad y de la fe. Hasta
aquí su proyecto
es digno de elogio y de solidaridad ; pero La­
mennais es ambicioso y se halla convencido · de que esa. obra de
reconstrucción de
la Cristiandad tiene que realizarse en un futuro
próximo, inminente, y sobre ·unas bases firmes y unos criterios
indubitables, capaces de rechazar los argumentos de escepticismo
y disolución que prodigaba el espíritu moderno
.. Con este fin es­
taba convencido de haber descubierto un nuevo método paralelo
y antitético al de Descartes, un .criterio de certeza firme e incon­
trovertible, el único cierto y universal, que no es sino «el método
de la sociedad universal y católica» (12). Frente
al individualismo
del criterio cartesiano de evidencia, Lamennais establece como el
único método cierto y universal su sistema
filosófico destructor
de toda evidencia intelectual,
y para el cual sólo el testimonio
infalible de la
razón del género humano pone al hombre en la
posesión cierta de la verdad.
Su sistema de
la «Razón General»: el punto de partida de su
sistema va a consistir en la afirmación, rotunda y sin paliativos,
de que la verdad no puede ser alcanzada por el hombre sino me­
diante la fe en un testimonio infalible. La razón individual puede
equivocarse si no se asienta en .un criterio ·de certeza extrínseco
que esté dotado de autoridad indubitable, ya que los sentidos y el
sentimiento íntimo
de cada individuo están sujetos a toda clase
de ilusiones y engaños. Lamennais cree hallar ese criterio de cer­
teza indiscutible en el testimonio de la razón universal, en el
sentido común, expresado a lo largo de la historia por el género
humano, que aparece a sus ojos revestido de unas garantías de
certeza de las que carece
la razón del individuo aislado ( 13 ).
Lamenn.ais funda . y garantiza la infalibilidad de la Razón Ge.
(12) «Método sencillo, al alcance de todos los espíritus, el único cierto
y -_universal, porque no es sino el método de la sociedad universal y católica».
Advertissement a la quatriene édition, publicada en 1828. Precede al volu­
men segundo del Essai sur l'indifférence.
(13) Cf. CANALS VmAL, F.: Cri,tianismo y Reooluci6n, op. cit., págs. 76-
90 passim.
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neral de la Humanidad en el hecho de que ese sentido común del
género humano es originariamente
una participación de la Razón
Divina.
En su pensamiento, todo este sistema de la Raz6n General
estaba orientado por una preocupación eminentemente social y po­
lítica:
por el deseo de construir una sociedad cristiana tertenal,
fruto de
la agrupación de las inteligencias en tomo al Pontífice
de Roma, portavoz supremo del sentido común del género humano.
Es comprensible,
por tanto, que esta argumentación, de apariencia
brillante, ejerciera una viva impresión entre sus contemporáneos
y especialmente en el sector joven del clero: la filosofía de la
Raison Generale iba a ser durante más de una década la doctrina
predominante entre los ultramontanos. Pero en honor a
la verdad
hay que decir que su doctrina de la
Raz6n General no era plena­
mente original, pués suponía simplemente una ntieva y más extre­
ma formulación del sistema conocido como «tradicionalismo filo­
sófico», expresado
poco tiempo antes por el vizconde de Bonald.
Sin embargo,
y a pesar de las adhesiones que suscitó, la argu­
mentación lamennesiana incurría en graves errores teológicos e
implicaba una evidente defortnación naturalista. De manera que,
en esta doctrina de la Razón General, se puede observar el comien­
zo de una trayectoria que
le llevaría a situarse fuera de la Iglesia.
Este sistema
de la Raison Generale o del «consentimiento univer­
sal» del género humano,
que iba a predominar durante muchos
afios
en la escuela ultratnontana intransigente, es s6lo en apariencia
sobrenaturalista y teocrático, ya que buscar
el testimonio de la
verdad divina en la infalibilidad del género humano implica
el más
craso naturalisnio.
Además, en esta argumentación de su primera época y en su
misma actitud se hallan como
en germen aspectos fundamentales
de
un catolicismo de izquierdas que aún estaba lejos de haber
sido formulado:
en su concepción podía entreverse, con muchos
afias de antelación,
la fe mística en la Humanidad progresiva que
caracterizarla al espíritu
de la democracia cristiana. Y se intuye
también la posible tentación de insertar
.en el bagaje de ese men­
saje divino, del que la Humanidad era portadora, ideas o proyec­
tos ( como la noción de libertad, entendida a usanza liberal, o
el
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LAMENNA.IS, FILOSOFO Y PROFETA DE UN «NUEVO CRISTIANISMo»
concepto mismo de Democracia) ajenos por completo al contenido
de
la doctrina cat6lica y que quedarían así de algún modo sacra­
lizados. También se
podía vislumbrar el riesgo de confundir la
religión católica con las restantes religiones
en una unidad ecumé­
nica superior debido a una especie de vago deísmo universal, fruto
de una decantación superadora
de las creencias religiosas históri·
cas, ceñidas a
un determinado ámbito cultural y a una determinada
época. Lamennais, sin embargo, no podía prever, al menos en aquella
etapa de su vida, tales derivaciones
de su doctrina. De momento,
en su deseo de fundamentar sobre bases seguras una concepción
teocrática de la sociedad, se limitaba a afirmar (frente al cartesia­
nismo y también frente a la gnoseología aristotélica, de la que su
ignorancia era completa) que el hombre no puede ni tiene nada
de por sí
y todo lo recibe de Dios, a través del testimonio infali­
ble de
la humanidad, criterio de certeza y garante de· la verdad de
la revelación.
Influencia polltico-espiritual de la Restauración: la pugna ·entre
el galicanismo
y el ultramontanismo. Para comprender el pensa'
miento de Lamennais es preciso aludir, aunque . sea en una breve
síntesis, a las características espirituales
y políticas de la época en
que le tocó vivir. Sin entender las ambigüedades
y contradicciones
de la historia francesa que media entre la derrota de Napoleón
y
la revolución de 1830, la sorprendente peripecia del pensamiento
lamennesiano no sería inteligible más que de una forma superficial.
Es preciso hacer referencia al trasfondo político
y espiritual de la
Restauración ( 14)
y al espinoso problema de la pugna entre ga­
licanismo y ultramontanismo:
(14) Lamennais comienza a escribir en plena Restauración, en la época
de Luis XVIII, rey de talante ilustrado y· escéptico en materia de religión,
al que las potencias europeas habían colocado
en el trono de Francia · en
abril
de 1814, cuando se procedió a te8tablecer la monarquía que la Revo­
lución Francesa habla derribado. El nuevo régimen de· la Restauración su•
ponía, en principio, el triunfó del legitimisMo y del tradicionalismo, así
como el final de una agitada etapa de oonmociones revolucionarias que había
durado
un cuarto de siglo. Pero, de hecho, fue algo muy difereDte débido
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FRANCISCA TOMAR ROMERO
En un ambiente políticamente inestable se desarrolla, con gran
ardor, una pugna que venía
de muy atrás: la que enfrentaba a la
tendencia galicana
(15s), presente en. el espíritu de Luis XVIII Y
en el de buena parte de · la jerarquía eclesiástica francesa ( que
veían en
el galicanismo fa expresi6n de una de las tradiciones
irrenunciables del
espíritu francés), y la causa del ultramontanismo,
a cuyo servicio
se habían colocado las· personalidades más desta­
cadas del tradicionalismo cat6lico que veían con ojos críticos la
mezcla desastrusa de conservadurismo en lo accesorio y claudica­
ci6n en
lo fundamental, que caracterizaba a las altas esferas de. la
política de aquellos años. En esta escuela ultramónrana, que defen­
día los derechos y la autoridad del Pontificado, militaron impor­
tantes figuras como el Conde de Maistre (
16 ), el propio Lamennais
( que fue durante esta primera etapa uno de los principales impul­
sores del movimiento), Luis V euillot, el Cardenal Pie, etc.
Por todo ello es comprensible que a principios del siglo
XIX
a la falta de espíritu creativo del propio Luis XVIII, heredero del espíritu
del clasicismo francés e inclinado, por su falta de fe y por su educación
enciclopedista, a
la transacción y -al doctrinarismo. Así pues, la Restauración
no constituyó
un retorno puro y simple a «11ancien régime», sino simplemente
un régimen de transáCción-y de síntesis entre el espíritu de los viejos tiem­
pos · y las exigencias del -liberalistnO, que a nadie satisfizo. Sobre las carac­
terísticas generales políticas y religiosas de la Resturación francesa véase:
ALSINA RocA, J. M.ª.: El tradicionalismo filosófico en España, Barcelona,
P.P.U., 1985, págs. 13-42.
( 15) En síntesis, el galicanismo era on régimen de excepción por cuya
virtud el rey y el clero regulaban, de -común acuerdo, la vida eclesiástica de
Francia, manteniendo a Prudente distancia al Pontífice de Roma. -El galica­
nismo, cuyo teórico
más célebre fue Bossuet, era el fruto de una larga tra­
dición: sus orígenes se remontan a la Baja Edad Media, a la época del Gran
Cisma y de
la Crisis Conciliar; fue renovado por el naturalismo optimista y
antropocéntrico de origen renacentista de los siglos xv y XVI, y en muchos
aspectos fue
el inspirador del clasicismo francés. En su larga historia, el
galicanismo fue unas veces tolerado y 'Otras, más o menos explícitamente
condenado por los Papas,
-Y sobrevivió, hasta la época de la _Restauración,
tras alcanzar su cenit durante
la .Revolución Francesa (con la «Constitución
civil del Clero• en 1790) y el Imperio napoleónico.
{16)
De Maistre en 1819 publicó su célebre obra Du Papa, donde de­
fendía y reivindicaba la autoridad papal.
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LAMENNAIS, FILOSOFO Y PROFETA DE UN «NUEVO 'CRISTIANISMO~
el espíritu auténticamente contratrevolucionario fuese decidida­
mente ultramontano,
es decir, opuesto al galicanismo. Sin embar­
go, estas doctrinas ultramontanas, partidarias de la afirmación de
la autoridad pontificia
y de la .revitalización de la Iglesia frente
al galicanismo y frente al espíritu disolvente del liberalismo y de
la revolución, encerraban el eventual riesgo de derivar hacia pos­
turas
. teocráticas desequilibradas, contrarias a la doctrina y recta
tradición política católica, como consecuencia de determinadas
formulaciones no dotadas de
un adecuado soporte teológico.
A Lamennais, hombre de genio inmoderado y enemigo de
cualquier postura que significara claudicación
o. término medio,
no podía gustarle la política de
la Restauración: le repugnaba
aquel sistema de concesiones, sin un. programa cohe;rente, en el
que faltaba un espíritu contrarrevolucionario, sincero y decidido.
Por ello no
es extraño que ante la publicación del segundo volu­
men del
Essai sur l'indifférence en mati?,re de religion se levantase
una durísima polémica,
ya· que un. amplio sector del episcopado
francés, educado en la tradición galicana
y el espíritu cartesiano,
no veía con buenos ojos, en general, la trayectoria de la escuela
ultramontana
y, en particular, el tono radical y encendido de los
escritos de Lamennais. Aquella oposición, que iba a centrar sus
críticas en el argumento inconsistente de la
Razón General, endu­
reció
la actitud de Lamennais frente al régimen imperante y acen­
tuaron su furor antigalicano. De este modo, esta polémica fue una
de las razones de que se definiera cada vez
más en la conciencia
de Lamennais como su
adversario el espíritu característico de los
legitimistas galicanos ( 17). Y, a medida que se exacerbaba el ca-
(17) Otro de los aspectos que· enfrentó a Lamennais contra los legitl·
mistas de la dereclia y. contra el episcopado aliado al trono de Carlos X
(sucesor de Luis XVIII) fue 1a· cuestión de la enseñanza universitaria, mo­
nopolizada por el gobierno. De este modo, la campaña lamennesiana contra
la Universidad fue, a la vez que el primer caso en el que el ideal de la
«111,ertad de enseñanza» era factor de acercamiento entre los cátólicos y los
liberales, una de las razones más profundas que exacerbó la intransigente
hostilidad de los ultramotanos ante la ineficaz garantía que para la Iglesia
representaba su alianza con el trono.
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rácter intransigente del ultramontanismo .lamennésiano, se prepa­
raba
más y más la evolución de la que había de nacer el catolicismo
liberal. Así,
al publicar en 1823 su obra De la religíon considereé
dans ses
rapports avec l'ordre politique et civil, Lamennais tiene
ya como preocupaci6n fundamental el combatir al galicanismo,
mucho
más que al liberalismo y a la revolución. De este modo el
ultramontanismo lamennesiano iba tomando su violento
carácter
de teocracia antimonárquica.
1.3. 1824-1834: un período de transición.
A partir de 1824, sobre todo, Lamennais empieza a formar su
propia escuela
y a imprimir una orientación nueva ( de cronología
dificil de discernir) que consistirá, a grandes rasgos, en cargar el
acento crítico sobre el galicanismo de la Restauración hasta abando­
nar paulatinamente su fervor monárquico y la óptica antiliberal
de la etapa anterior
(18). Se podría hablar de una «etapa transi­
cional» en
la biografía lamennesiana que se situaría principalmente
entre 1824 y 1830, y cuyo fruto culminante de esta creciente
evolución serían
los principios formulados en tomo a 1830-31, y
que tendrían su expresión en las páginas de
L' Avenir. En este
sentido
se debe reconocer que, según la división· que hemos esta­
blecido, no se puede hablar de una evolución en el pensamiento
del Lamennais de la segunda etapa ( o período no católico), sino
(18) Algunos estudiosos prefieren calificar a este período que se ex~
tiende desde 1824 a 1834 como una segunda etapa en el pensamiento la~
mennesiano, pues consideran que a· partir de 1834, cuando ya Lameonais
se
había autoexduido de 1á Iglesia Católica, se inicia una tercera etapa qUe
no es más que una :prolongación estéril e infecunda de la Segunda y cuyo
estudio carece de interés. No obstante, he preferido mantener la divisi6n
cronológica establecida por -A. Fonck en su artículo «Lamennais» del Die:..
tíonaire de Théologie Catholique, en la que· se considera el período Que
abarca desde 1834 hasta el final de su vida (acaecido en 1854) como uná
segunda etapa que podría set calificada como «período no católico» en op<>'
sición a la etapa anterior (1816-1834).
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Fundaci\363n Speiro

LAMENNAIS, FILOSOFO Y PROFETA DE UN «NUEVO CRISTIANISMO~
que a partir de 1834 ya están trazadas las líneas generales de su
pensamiento que irá acabando
de explicitar en sus últimas obras.
De
la religion considereé dans ses rapports avec l'ordre politi'
que et civil ( 1825) y Le progrés de la Révolutio"' et la guerre con­
tre
l'Église ( 1829). El período transicional de 1824-1830 estuvo
jalonado por la pnblicación de estos
dos importantes libros. Paula­
tinamente, monarquía y galicanismo se identifican en el pensa­
miento de Lamennais, y
el liberalismo comenzó a adquirir, ante
sus ojos apasionados y resentidos, el perfil no ya de un enemigo
al que hay que combatir,
sino el de un aliado eventual digno de
consideración: -
En su obra La religión considerada en sus relaciones con el
orden polltico y civil insiste nuevamente en su ideal teocrático de
la sociedad, entendida como la reagtupación de los espíritus en
torno a
la monarquía pontificia. Se ratifica en sus ideas antigali­
canas y acusa a la restauración borbónica de ser tolerante con los
falsos cultos, y
de practicar un regalismo hipócrita que avasalla a
los ministros de Dios. En esta obra, pues, se percibía, aún impre­
ciso,
el nuevo tono al que se ha aludido: el liberalismo y la revo­
lución pasan a un segundo plano en el marco de
sus preocupacio­
nes, a
la vez que se acentúa su posición antigalicana (19).
En 1827 aparece un importante
documento en la evolución
del pensamiento lamennesiano: se trata de una memoria de carác­
ter confidencial dirigida al Papa León
XII (20). En esta «Memoire
confidentielle»
se apunta una idea nueva y decisiva: debido a su
aspiración a que
la Iglesia domine plenamente en la sociedad y
esté en condiciones de asumir y controlar los cambios que
se
avecinan, Lamennais critica duramente la existencia de lazos de
dependencia de
la Iglesia respecto del poder civil. En definitiva,
estaba planteando,
en función de consideraciones que se suponían
(19) «El galicanismo es, desde ahora, n;i.ucho más que el libetalismo y
la revolución, el adversario de Lamennais» (CANA!.S VmAL, F.: Cristianismo
y Revoluci6n, op. cit., p,lg. 101).
(20) Sobre el contenido de esta memoria véase_: VACANT, A.-MANGE­
NOT, E.: Dictionnaire de Tbéologie CathoUque, VIII, op. cit., págs. 2.487
Y sigs.
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Fundaci\363n Speiro

FRANCISCA TOMAR ROMERO
ordenadas a un mejor desempeño_ por la Iglesia de su sagrada mi­
sión, el principio de que la Iglesia y el Estado debían separarse
(principio fundamental en la doctrina del liberalismo católico).
En 1829 pub)ica su obra Le progrés de la Révolution et la
.guerre contre l'Église, en la que aparecen, con un tono más deci­
dido, las ideas que hemos visto recogidas en su Memoria a
León
XII: la idea de la libertad plena de la Iglesia y su ruptura
con cualquier atadura temporal que .eran antes presentadas como
un·a conveniencia, como una recomendación respetuo_sa y discuti­
ble, se convierte ahora en un imperativo, en la condición ineludi­
ble para
la restauración de la Cristiandad. Esta obra, en la que se
identifican, a los ojos de Lamennais, la monarquía francesa y el
galicanismo, se ha considerado como el «Acta de nacimiento del
catolicismo liberal».
Este libro originó un escándalo enorme, pero a pesar de los
intentos del arzobispo de París,
Monseñor de Quelen, por conse­
guir de la Santa Sede la condena de Lamennais, el Papa León XII
no se mostró dispuesto a ello, ya que aguardaba a que se clarificase
definitivamente la postura lamennesiana, y a ello habría de
con­
tribuir la revolución de 1830.
Esta revolución de 1830 (21) tuvo, como era de esperar, un
carácter violentamente _antiedesiástico. A pesar de ello, Lamennais
acogió con gusto aquel movimiento revolucionario que derribaba
a
la dinastía execrada y era heraldo, a sus ojos, de una nueva etapa
de la historia europea ; de un tiempo mejor en
el que se harían
realidad
sus ansias de una renovación del catolicismo libre de las
ataduras del pasado, de las insoportables trabas del galicanismo.
En aquellos momentos Lamennais _ se sentía animado . de repu­
blicanismo, por lo que nd le satisfizo la llegada de un· nuevo
rey, aunque éste
encabezase una monarquía de talante liberal.
(21) En julio de 1830 estalla la revoluci6n que derriba a Carlos X
pata instaurar, en el trono de los Borbones, a la ·dinastía. liberal y burguesa
de los Orleans con el mooarca Luis Felipe de Orleans. Se trataba de una
revolución animada· por el· liberalismo más· exaltado y por mitos e ideales
henchidos de espíritu romántico,' de confianza en el porvenir de una Huma­
nidad que se liberaba definitivamente de sus ataduras ancestrales.
124
Fundaci\363n Speiro

LAMENNAIS, FILOSOFO Y PROFETA DE UN «NUEVO' CRISTIANISMO»
Actúa con gran dinamismo en los meses que siguen a la revolu­
ción: Lamennais está dispuesto a desempefiar un papel de
prota~
gonista, a encauzar los espíritus y a orientar a la Iglesia por un
camino nuevo que la saque de su postración.
L'Avenir. El 18 de octubre de 1830 funda con sus ·discípulos
Lacordaire ( 22) y
Montalembert eJ célebre diario L' Avenir cuyo
lema, «Dieu
et Liberté», contenía en sí el programa de la empresa
lamennesiana (23
). Los marcados contrastes entre las doctrinas
liberales de este famoso periódico, que anunció el nacimiento del
liberalismo católico, y
las posiciones que su inspirador Lamennais
sostenía durante el primer periodo de la Restauración son fuentes
de
perpetua fascinación para quienes tratan de .llevar a cabo un
estudio de su pensamiento (24).
La vida de L' Avenir fue corta ( duró poco más de un año, con­
cretamente hasta el 1 de noviembre de 1831), pero en sus páginas
se asiste a
la culminación del proceso evolutivo de su fundador,
en una trayectoria fulgurante cuyas etapas se superponen e inter­
penetran, que va desde la afirmación inicial de la necesidad de la
separación de la Iglesia y del Estado (fruto de sus especulaciones
durante la etapa transicional de 1824-1830) hasta
la asimilación de
los ideales de la Revolución con los del Cristianismo, pasando por
la exaltación casi religiosa de los mitos contemporáneos de Liber-
(22) Sobre la relación eotte Lamenoais y Heori Dominique Lacordaire
véase 1a introducci6n de Jordán Gallego a la traducci6n catalana realizada
por
Lidia Anoll: Félicité Robert de Lamennais: Paraules d1un creient. Henri
Dominique Lacordaire: Conferencies de Notre-Dame, Barcelona, Edicions
Proa, 1991.
(23)
Sobre el carácter de esta nueva publicación véase: ]ANET, P.: La
philosophie de Lamennais, París, Félix Alean Editeur, Bibliothéque de phi­
Iosophie contemporaine,
1890, págs. 68 y sigs.
(24) J. ÜLDFIELD, en su artículo «La metafísica de F. R. de La Mennais
a la hora de L'Avenir» (en Augustinus, XV (1970), 58, págs. 187-202), se­
ñala que una fuente. importante para una comprensión más profundamente
filosófica del misterio de esta «odisea ideológica» de Lemennais se halla en
las largamente buscadas lecciones que fueron supuestamente dictadas por
Lamennais a estudiantes laicos y eclesiásticos en
el «CollCge de Juilly» en
1830 y·1831.
125
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FRA.,VCISCA TOMAR ROMERO
tad y Progreso. Se asiste, en suma, al tránsito de unos esquemas
doctrinales próximos a los que luego caracterizarían
la actitud
contemporizadora del liberalismo carólico, a otros que
prefiguran
el radicalismo izquierdizante de la democracia cristiana.
Lamennais profetiza un renacer espontáneo y triunfal del cris­
tianismo, una agrupación de la Humanidad
en la Iglesia y en tomo
al Papa, que sólo puede llevarse a cabo a través de la libertad
sabiamente orientada por la Divina Providencia. El programa y la
meta de Lamennais siguen siendo esencialmente teocráticos, pero
en su pensamiento
se va asistiendo a la asimilación de un concepto
de libertad que
se aproxima peligrosamente al propugnado por la
filosofía individualista liberal y por la Revolución. Establece, pues,
la trilogía (Reino de Dios-Libertad-Separación entre Iglesia y
Es­
tado) en. la cual la libertad ocupa un papel primordial, ya que debe
tenderse a unir
la religión y la libertad ; y, por otra parte, no hay
ningún medio de conservar
la religión más que liberándola de la
dependencia del poder temporal.
La clave del pensamiento de Lamennais se ha desplazado hacia
la izquierda:
la Iglesia tiene que desarrollar su actividad al margen
del Estado, libre de cualquier atadura y también de cualquier
apoyo que pudiera prestarle,
si bien las ventajas para la Iglesia,
según Lamennais, serían muy superiores a los inconvenientes (25).
Así pues, en el artículo programático del primer número de
L' Ave­
nir
afirma, al igual que en textos anteriores, que «la religión debe
estar totalmente separada del estado y el sacerdocio
dé la políti­
ca»,
pero esta separación no es concehida en esta ocasión como la
respuesta prudente o airada, pero dolorosa, antes las apetencias de
un sistema de poder poco respetuoso con los derechos inviolables
de
la Iglesia, o ante el lamentable hecho de la pluralidad de cultos
( motivo que había
sido aducido anteriormente por Lamennais pero
sin convicción, con el fin de enmascarar
la raíz de fondo de su
pensamiento).
La separación debe realizarse, dice textualmente,
«para que nada
se interponga entre los espíritus y perturbe su
mutua
. comunicación»: la separación de la Iglesia y . del Estado y.
(25) Cf. JANET, P.: La pbilosophie de Lamennaís, op. cit., pág. 71.
126'
Fundaci\363n Speiro

LAMENNAIS, FILOSOFO Y PROFETA DE UN «NUEVO CRISTIANISM01t
la libertad de cultos eran la exigencia de los nuevos tiempos, del
aire renovador aportado .por el proceso revolucionario que
con­
movía a Europa. Así pues, a raíz de la Revolución del 30, .. La­
mennais se convierte en el portavoz del mito del Progreso (26).
La concepción de Lamennais sobre la idea de Progreso (idea
que empapa
sus escritos y esperanzas de esta época) se halla sis­
temáticamente recogida en su artículo «De !'Avenir de la societé»,
publicado
el 28 de junio de 1981 (27): existe un progreso cons­
tante, un proceso continuo. de maduración de la humanidad, en
virtud del cual ésta tiende a «desprenderse progresivamente de
los
lazos de la infancia» hasta el logro de la «madurez» ; madurez
que consiste en
un desarrollo del espíritu, emancipado por el cris­
tianismo, «hasta recobrar su imperio sobre
la materia». Concibe
este proceso como ineluctable
y considera que todo intento de
resistencia contra él no sólo
sería vano, sino calamitoso. De esta
manera, Lamennais pretende catolizar el mito
del progreso, justi­
ficarlo en base del gobierno providencial de Dios que dirige todas
las cosas a -sus respectivos· fines.
De este modo, Lamennais se cOnstituye, a finales del ctudal
año 1830, en
el heraldo profético de la democracia cristiana su­
perando los límites, en cierta .manera tímidos, de sus puntos de
vista anteriores en los que dominaba su sola posición antigalicana
y que podrían emparentarse con las tesis, relativamente moderadas,
del liberalismo católico. El resentimiento antigalicano
mennais y sus ensueños teocráticos se encauzan así, a través de
una osada inserción en sus esquemas doctrinales de las ideas de
Libertad y Progreso en un maridaje ideal entre lo viejo y lo nue­
vo, entre la nostalgia de la Cristiandad perdida y el enigma des­
velado del porvenir: la marcha
del mundo hacia la realización de
la libertad coincide con
la realización cristiana del Reino de Dios.
Por consiguiente, la exaltación de
la Revolución y su inserción en
(26) J. MEINVIELLE en su obra De Lamennais a Maritain. (Buenos Aires,
Ediciones de NuC:Stro Tiempo, 1945) lleva a cabo un estudio pormenorizado
de esta faceta del pensamiento lamennesiano.
(27) LAMENNAIS, F. R.: «De: !'Avenir de la société», en Oeuvres com~
pletes de Lamennais, II, Bruselas, 1839, pág. 459.
127
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FRANCISCA TOMAR ROMERO
los «planes' de Dios» estaba en plena consonancia con las ideas de
Libertad
y de Progreso que él había asunúdo y con· la idea que se
había formado de
la marcha ascendente de la humanidad hacia el
Reino de Dios.
Pero para que un renacer semejante tuviese lugar era preciso
que la Iglesia se mostrase dispuesta a asumir aquel papel de pro­
tagonismo que Lamennais le atribuía:
la Iglesia y el Pontificado
eran quienes debían asumir
y encauzar con decisión el proceso
revolucionario,
ya que eran los legítimos portadores de la Razón
General, fruto de una participación en la verdad divina. Por ello
no
es extraño que en febrero de 1831 escribiera aquella célebre
frase: «Para hacer católico
al liberalismo, liberalizad al catolicis­
mo», porque esa libertad que encarnaba
el liberalismo llevaba al
Reino de Dios. Así se cerraba el ciclo iniciadd dos años antes
cuando Lamennais pedía
la catolización del liberalismo.
De este modo, eri torno a 1830-31, Lamennais se convierte en
el profeta del
mito de la Nueva Cristiandad: el Pontificado había
sido para Lamennais el mito en que
aspiro a concretar la presencia
de Dios en la progresiva sociedad de los espíritus. Pero el Ponti­
ficado no emprendió la Cruzada purificadora
y liberadora frente
a
la tiranía. Al ver que no se adoptaba su programa liberador y
purificador, Lamennais consumó su crisis y se convirtió en el pro­
feta de un «nuevo cristianismo», cuyo alcance y consecuencias
veremos
más adelante. La Revolución liberal -la gran enemiga
junto con el galicanismo del Lamennais de
1a ptimera época­
aparece ahora sacralizada, identificada con el mensaje del cristia­
nismo, como
el resultado de una extraordinaria peripecia intelec­
tual cuyos rasgos principales
se han intentado trazar.
La decisiva influencia romántica: no obstante, su evolución
hacia un catolicismo liberal no
se explica por una simple profun­
dización audaz en el ideal ultramontano, sino por un contagio del
espíritu de
la época. Dicho espíritu fue el del Romanticismo (28):
movimiento espiritual de amplio espectro
y especialmente difícil
(28) Cf. CANALS VIDAL, F.: Cristianismo y Revolución~ op. cit.~ págs.
121-155.
128
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LAMENNAIS, FILOSOFO y PROFETA DE UN «mmvo CRISTIANISMO»
de definir por la extensa gama de facetas y matices, con frecuencia
contradictorios, que encierra en SU seno. Lamennais estuvo inmerso
en el espíritu de su época: fue medularmente romántico y ello
permite ahondar y comprender,
_hasta cierto punto, las extrañas
inflexiones
de su pensamiento (29).
El Romaoticismo propici6, en
la medida en que supuso una
reacción vigorosa y decidida frente
al espíritu clasicista y raciona­
lista que había impregnado el ambiente de la Ilustración y del
período revoluciooario, un renacimiento importaote de la espiri­
tualidad cat6lica en la Europa
postrevolucionaria. Cootribuy6, en
alguna maoera, al renacer de
la Iglesia que se oper6 tras el pe­
ríodo revolucionario y también a la eclosi6n de la corriente ultra­
mootana. Pero también es cierto que en la espiritualidad romántica
se detecta una tendencia fundamentalmente incompatible con el
espíritu cristiano que
podía conducir a peligrosas actitudes de
heterodoxia (
y esto es lo que ocurri6 en el caso de Lamennais).
Esta peligrosa tendencia ínsita en el Romaoticismo
se mani­
fiesta como la combinación de tres elementos
coordinados e inter­
dependientes entre sí: una aspiración inmanentista orientada hacia
la confusión de lo humano
con lo divino y sobrenatural ( «inme­
diatismo de lo religioso») que puede conducir a un panteísmo
humaoitarista y espiritualista;
un puritaoismo idealista y exaltado;
(29) H. G. Schenk ha tratado de establece,: la íntima relación exis,
tente entre el romanticismo y este fi16sofo_ bret6n, cuya vida es un conflicto
doloroso entre el desencanto
y la eaperanza, entre la disciplina y la hbettad:
« ... Esa figura fascinadora y obsesionante es la de un genio profundamente
desventurado.
Más que ninguno de sus contemJX)ráneé>s, encarnó el roman~
ticísmo, ese último movimiento de ideas y séntimientos que recorrió toda
Europa. El estilo brillante y a veces estático, la visi6n inspira.da y casi. pro­
fética, el anhelo de una fe y la frustación. religiosa; el optimismo ante el
destino de la humanidad, paradójicamente combinados con el sombrío tono
del Weltschmerz;
la propensión a la meditación, dañada por una incutable
inquietud de espíritu; la entusiasta promesa y el desalentador incumplimien­
to; toda la gama de leitmotivs románticos están presentes en -Lamen.nais,
muchos de ellos llevados a su extremo, revelando su fuerza y profundidad;
y, al mismo tiempo, la discordia interna de un movimiento que tan ferviente­
mente anheló la armonía sin alcanzarla nunca» (SCHENK, H. G.: El esplritu
de los románticos europeos, op. cit., pág. 162).
129
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I:RANCISCA TOMAR ROMERO
y, por último, una actitud de violenta y resentida oposición frente
a las
estructuras sociales y políticas y a la autoridad jerárquica
de la Iglesia.
En·la obra de Lamennais, por su formación, por su trayectoria
personal y por su carácter resentido (30), se encuentran encade­
nados estos tres elementos aludidos. Lamennais era íntimamente
romántico
y. su. sistema de· la Razón General tiene el sello incon­
fundible de ese «inmediatismo de lo divino»: en su visión
inma­
nente y naturalista de la religión, el Reino de Dios, «la sociedad
de los espíritus»,
perdía su horizonte eterno para identificarse con
una «teocracia» cuya ley íntima era el perfeccionamiento progre­
sivo de la humanidad, la liberación del espíritu humano. Por otra
parte,
el pensamiento lamennesiano, con uo rasgo común a otras
muchas corrientes románticas,
es también uo «espiritualismo exa­
gerado». En resumen podemos decir que la intransigencia de
Lamennais, producto típico del romanticismo, le connaturalizaba
respecto al impulso central del liberalismo revolucionario en la
Europa
de la Restauración; y su sentido «liberador» y «purifica­
dor» hacía coincidir
su tendencia con lo más profundo de la co­
rriente revolucionaria europea. De hecho, en la íntima situación
romántica
de Lamennais en.1830, .la estridencia de su pretendido
ultramontanismo no
habla. hecho sino ocultar o disimular el paso
a los ideales que hasta entonces había combatido (31).
La encíclica «Mirari vos»: primera condena impllcita del pen­
samiento
.lamennesiano. La jerarquía francesa manifestó reiterada­
mente a lo largo
de 1830 y 1831 su descontento y preocupación
por el giro que había tomado
la empresa que . capitaneaba La­
mennais. Nuestro autor fue obligado a suspender la publicación
de
L'Avenir y, sintiéndose acorralado, decidió, en noviembre de
1831, encaminarse a Roma ton sus discípulos Montalembert y
Lacordaire para explicar sus razones aLPapa Gregorio XVI, y
(30) El resentimiento en un estado de ánimo típico de la mentalidad
romántica, según ha puesto_ de maniíiesto M. SCHELER _en su obra El resen~
timiento · en la moral, Buenos Aite,s, 1932.-
(31) Cf.. CANALS VmAL, F.:. Cristianismo y·Revoluci6n, ·op. cit., págs.
138-153 passim.
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LAMENNAIS, FILOSOFO Y PROFETA DE UN.«NUEVO CRISTIANISMO»
conseguir de él su aprobación. La funesta resolución de ir a Roma,
sugerida por Lacordaire y aceptada con prontitud por Lamennais,
fue un acto demasiado poco meditado que, siendo en apariencia
una muestra de sumisión, devino más
tai;de la ocasión de la. terri­
ble crisis que partió en dos la vida de Lamennais. Este viaje,
·en
el que Lamennais y sus acompañantes adoptaron el título de «pe­
regrinos de Dios y de la libertad», duró varios meses y no dio los
frutos que deseaban
sus protagonistas (32).
El 15 de agosto de 1832;
pocó tiempo después de que La­
mennais hubiese salido de Roma, Gregorio XVI publicaba la en­
cíclica Mirari vos arbitramur. Su objetivo fue doble: condenar sin
paliativos los principios del liberalismo y refutar, por extensión,
los ensueños de Lamennais cuyo nombre no fue, sin embargo,
mencionado en el texto (33
). En esta encíclica el Pontífice recha­
zaba, en tono radical,
la libertad de conciencia, la libertad de opi­
nión y de prensa (34
), que son «ruina de lo sagrado y de lo civil».
También
se mostraba contrario a la opinión de quienes propugna­
ban
la separación de la Iglesia y del Estado, y la ruptura de la
«mutua concordia del poder y del sacerdocio». Y estos eran pre­
cisamente los principios sobre
, los que Lamennais quería funda­
mentar el renacimiento de la Iglesia que él vaticinaba.
Lamennais
se inclinó en un principio por la sumisión, aunque
no sin reticencias y dobleces.
·cedió a las exigencias de Roma y
suscribió, en diciembre, un
docrunento en el que reconocía las
enseñanzas contenidas
.en la encíclica Mirari vos. Pero aquella su­
misión no era sincera, porque en esos días esc;ribía a Montalem­
bert diciéndole: «firmaré todo lo que quieran, incluso que el Papa
(32) Durante la breve audiencia ante el Papa, Gregario XVI no hizÓ
ninguna menci6n ni referencia al tema-qué les había impulsa.do a realizar
este viaje, lo cual les causó una profunda decepci6n.
(33) Sobre la
reacción y acogida que suscitó esta encíclica en Lamennaís
véase:
JANET, P.: La philosophie .de Lamennais, op. cit., págs, 88 y sigs.;
VACANT, A;-MANGBNOTi, E.·: Dictionnaire de Tblologie Catholique, VI:i:l,
op. cit., págs. 2A94 y sigs.
(34) Libertades, todas ellas, exaltadas y anheladas por Latnennais eri
sus artículos de L'Avenir.
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FRANCISCA .TOMAR ROMERO
es Dios» (35). A partir de ese momento <00111en2ó en él una crisis
de
fe que sería definitiva. Su completa ruptura con la Iglesia tardó
poco tiempo en llegar, pues no fue
capaz de encajar la negativa
de ésta a asumir
la tarea de liberación de los pueblos que él le
había asignado.
2. Et PERÍODO NO CATÓLICO: EL SEGUNDO LAMENNAIS
(1834-1854)
2.1.
Paroles d'un croyant: la ruptura.
Con la publicación en abril de 1834 de Para/es d'un croyant
( «Palabras de un creyente») se inicia de hecho la que se podría
considerar la segunda etapa en la vida de Lamennais o período
no católico. En esta obra, «naturelle expression de la colere» (36),
lejos de retractarse ante las condenaciones papales, Lamennais
acentúa su actitud de rebeldía, defendiendo la «verdadera tradi­
ción universal» contra la tradición
de la Iglesía e intentando apo­
yar sus ideas por medio de un sistema filosófico que debía, en su
intención, poner
de relieve la posición del hombre ante Dios y
los aspectos fundamentales de
la actividad humana. En este mismo
mes de abril escribe a su amigo Montalembert: «Je crois que mon
devoir est de servir la cause
du genre humain» (37), y llega a la
conclusión de que este servicio lo cumplirá fuera de la Iglesia,
pues considera que ésta se encuentra sumida en un momentáneo
letargo y es incapaz de ayudar a la emancipación de los pueblos.
Es en este contexto en el que Faroles d1un croyant toma su
verdadero sentido: escrito de circunstancia, representa a la vez
que un grito de cólera, un compromiso político y un acto de coro-
(35) Citado por A. FoNCK en su artículo «Lamenoais» contenido eo el
Dictionnaire de Théologie Catholique, VIII, op. cit., pág. 2.497.
(36) DERRt, J. R.: Lamennais ses amis et le mouvemnent des idées a
l'époque romantique (1824-1834), París, Libr. Klincksieck, 1962, pág. 682.
(37) Cf. Ibíd., pág. 688.
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LAMENNAIS, FILOSOFO Y PROFETA DE UN «NUEVO CR.lSTIANISMO»
bate (38). Así pues, en contra de la opinión de amigos y discípu­
los, Lamennais decidió
manifestarse en rebeldía con la publicación
de esta obra que, efectivamente, causó gran sensación.
2.2. La condena definitiva: la encíclica Singulari nru.
Gregorio XVI replicó a aquel desafío con una nueva encíclica,
la
Singulari nos, del 24 de junio de 1834, en la que refutaba aque­
llas doctrinas revolucionarias por su contenido
y, sobre todo, por
su pretensión
de fundarse en la Biblia. Esta encíclica calificaba la
obra como «poco considerable por su volumen pero inmensa por
su perversidad», y
la condenaba como una «detestable producción
de impiedad y de audacia». Según el juicio de Roma,
el «Creyente»
era un falso profeta. Además, si en la encíclica
Mirari vos no se
había dicho nada sobre la filosofía lamennesiana, en ésta, por el
contrario, se la hace objeto de una censura precisa y se la califica
de «doctrina vana, fútil e incierta». Lacordaire, Gerbet, Salinis e
incluso Montalembert, no tardaron en rendir su pública adhesión
a estas observaciones.
Lamennais, en principio, no presta gran atención a esta nueva
situación. Su estado de espíritu le hace soportar sin réplicas la
condena de las Faroles d'un croyant, ya que tiene el sentimiento
de ser sacrificado a una coalición de intereses temporales. Comple­
tamente separado de Roma, pero
nd de su catolicismo, aún piensa,
en agosto de 1834, en volver a decir misa (39). Pero
se ha inaugu­
rado una nueva fase en su carrera, y en su posterior artículo < l'absolutisme et de la liberté» ( 40) no hace sino agravar las pro­
posiciones condenadas en las encíclicas.
(38) En Altaíres de Rome el autor justifica su publicación de Paroles
d'un croyant por la necesidad de fijar su posición sin equívocos después de
que había cedido, por deseo de paz, a las exigencias de la Santa Sede.
(39) Cf. DERRE, J. R.: Lamennais ses amis et le mouvement des idées
a l'époque romantique (1824-1834) op. cit., pág. 692.
(40) LAMENNAIS, F. R.: «De l'absolutisme et de la libetté», publi,ádo
en Revue des Deus Mondes ( l.º aoílt 1834 ).
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FRANCISCA TOMAR ROMERO
Sólo dos años después, en 1836, hizo pública Lamennais su
ruptura definitiva con
la Iglesia al publicar Les Affaires de &me,
obra en la que manifestó que abandonaba el «cristianismo del
pontificado» para adoptar el «cristianismo del género
humano»,
y que, de alguna manera, era la consagración pública de su rup­
tura. De este modo, rechazaba la idea de que se pudiese lograr
el
orden social contando con los monarcas o con el Papa: había pa­
sado a creer en la sola soberanía del pueblo.
Observamos, pues, que aunque su ruptura
oficial con la Igle­
sia
se postergue hasta 1836, ésta se puede considerar práctica­
mente declarada con la publicación, en 1834, de
Paroles d'un
croyant.
De hecho, no se puede decir que se dé una evolución en
el pensamiento
de Lamennais entre 1834 y 1854, sino que, en
estos solitarios últimos veinte años de
-la vida de nuestro perso­
naje, lo más que se da es un afianzamiento o radicalización en las
ideas cuya génesis y configuración
se ha tratado de desarrollar en
la primera parte de este articulo.
En febrero de 1835 (entre la publicación de
Paroles d'un cro­
yant y Les Affaires de Rome) Lamennais publica su amplio pre­
facio a
Troisiemes Mélanges, en el que se refleja su confusión
entre el cristianismo y sus ideales políticos, su convicción de que
la humanidad progresa en su doble relación del conocimiento y
del amor, y que la inteligencia general es a la vez el instrumento
y la guía de este progreso. Hay quienes opinan, como Paul
Ja­
ne! ( 41 ), que todos los libros que éscribió en esta última etapa,
como
Le Livre du Peuple, Une voix de prison, etc., no son más
que débiles imitaciones de Paro/es d'un croyant, en las que no se
encuentra ninguna idea nueva que no estuviera
ya apuntada en
esta obra. En
sus escritos posteriores Lamennais arguyó que el
cristianismo había sobrevivido a su utilidad; pero siguió mante­
niendo
la validez de la religión, considerada como el desarrollo
de un elemento divino que hay en el hombre y une a éste con
Dios y con sus semejantes.
(41) Cf. JANET, P.: La phüosophie de Lamennais, op. cit., pág. 98.
134
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LAMENNAIS, FILOSOFO Y PROFETA DE -UN «NUEVO CRISTIANISMO»
2.3. Sus últimos y solitarios años.
Esta segunda fase o período no católico
de la vida de La­
mennais podría ser definida como una etapa eminentemente po·
lítica: en junio de 1837
tomó la dirección política del peri6dico
Le Monde. En 1840 publicó un panfleto, «Le pays et le gouver­
nement», dirigido contra el gobierno y contra la policía, a conse­
cuencia del cual tuvo que pasar un afio ( desde el 4 de enero de
1841 al 3 de enero de 1842)
en la prisión de Sainte-Pélagie. Fun­
da
Le peuple constituant, cuyo primer número apareció el 27 de
febrero de 1848 y el último el siguiente
11 de julio. También
dirigió
La Reforme desde octubre de 1849 hasta finales de afio.
Tras la Revolución y en las elecciones del 23 de abtil de 1842,
excluido
de la lista socialista, fue elegido el último de los 34 dipu·
tados a los que el departamento del Sena tenía derecho.
El 13 de
mayo de 1849 fue inscrito en
la lista del Comité démocratique
sociaiiste, y nombrado decimotercero. Pero cuando Napoleón III
asumió el poder, Lamennais se retiró de la política. Murió el 27
de febrero de 1854, sin haberse reconciliado formalmente con
la
Iglesia ( 42), a pesar de las súplicas de su sobrina Mme. de Ker­
tanguy, quien
Je acompañó en sus últimos momentos.
Como ya se
ha mencionado, el pensamiento de Lamennais
durante esta segunda etapa
permanece prácticamente invariable,
pues al final de la primera ya había quedado suficientemente for­
mulado. Las líneas y características generales de
sus ideas ya han
sido de algún modo expuestas
al señalar el proceso histórico, per­
sonal y teórico que había llevado a la formulación de su pensa­
miento maduro distanciado
de la Iglesia Católica. 'Sin embargo,
a continuación
se tratará de explicitar de un modo más compen­
diado el contenido
de su pensamient9 en esta última etapa, limi·
tándonos a analizar su pensamiento religioso, es decir, su concep-
(42) Sin embargo, debe aclararse que la Iglesia no rompió nunca com­
pletamente con él, pues no fue excomulgado ex:pres~te.
13,5
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCA TOMAR ROMERO
ción sobre la función de la religión ( 43 ). Con este fin se expondrá
a continuación un breve resumen de
las ideas principales recogidas
en
Paro/es d'un croyant, obra que puede considerarse un hito en
la producción literaria de Lamennais, no sólo por su rápida difu­
sión
y la enorme polémica que suscitó, sino también porque es
la obra que señala, de hecho, el paso a esta segunda etapa. Segui­
damente,
y con el mismo propósito se dedicará un cuarto apartado
a la descripción de
la religiosidad que defiende el Lamennais de
este segundo período
y que podría ser definida como una «religión
social».
3. "FAROLES D'UN CROYANT"
En esta obra, publicada en 1834, Lamennais defiende a todos
los pueblos y grupos oprimidos y sufrientes, a la vez que aboga
por una completa libertad de conciencia para todo el mundo. De
hecho, recomienda los ideales de la.Revolución (libertad, igualdad
y fraternidad), interpretándolos en un contexto religioso.
Se trata de una serie de poemas o fábulas morales de tono
profético en los que
se anuncia el advenimiento de una nueva
era (
44 ), fruto de una intervención renovadora de Cristo que libe­
rará finalmente a los pueblos de
la tiranía de los déspotas y de los
poderosos.
La creencia religiosa queda de este modo ligada a una
especie de fraternidad humana, en la participación de todos los
hombres en
una misma fe capaz de salvarlos. Por la conciencia de
esta fraternidad
se puede, además, instaurar un nuevo orden social.
(43) Son varias las obras que el Lamennais de la segunda etapa dedica
a
la religión ( y sus. relaciones con la sociedad): Le livre du peuple (1838),
Esquisse d'une phílosophie (1846), ·ne la société pre.mieTe et de ses lois ou
de
la relígíon (1848), Discussions critiques et 'pensées diverses sur la religion
et la philosophie (1841), De la religion (1841).
( 44) « Vous vivez en des temps mauvais, amis ces temps passeront.
Ap!es les rigoeurs de l'hiver, la Providence ramelle une saison moins rude»
(LAMENNAIS, F. R.: Paroles d'un croyant, París, Lihrairie de la Bibliothéque
N ationale, 1884, pág. 3).
136
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LAMENNAIS, FILOSOFO Y PROFETA DE UN 4 Este pequeño libro tuvo un efecto extraordinario: en la mis­
ma imprenta donde lo compusieron, los trabajadores interrumpie­
ron su tarea para leerlo en voz alta con gran entusiasmo ( 45).
Ocasionó apasionadas adhesiones a la vez que grandes críticas
y
condenas; fue calificada como una obra sublime, de perfecto esti·
lo, pero también como un escrito escandaloso,
abominable e inú,
til (46).
Sin embargo, esta obra no es un tratado, sino simplemente un
poema en cuyo fondo no
se puede hallar una doctrina precisa, sino
que ésta
se va tejiendo gradualmente a través de las ideas, sen­
saciones, emociones, esperanzas, deseos y exhortaciones contenidas
en cada uno de los cuarenta y dos poemas, de distinta extensión,
que componen la serie.
Quizás sea esta forma de composición, de
fácil lectura, o su tono combativo y colérico, o tal vez el estilo
persuasivo
y brillante, lo que propició la rápida difusión y éxito
de esta obra, principalmente entre los sectores populares.
Así.,
exponía el programa de L' Avenir sobre las libertades necesarias
en la forma de apólogos fácilmente accesibles
y hábilmente escri­
tos, con el fin de conmover a los humildes (a quienes dirigía
es­
pecialmente la obra) para así convencerles mejor.
Esta obra, en la que
se encuentran reflejadas las que serán las
directrices de su pensamiento· maduro,
es la ilusión de una socie­
dad perfecta, ideal, paradisíaca, gobernada por el amor, exenta
de la
ruindad y maldad de los déspotas, y que será obtenida por
la libertad. El análisis de esta pintura idílica e ideal
nos permite
conocer
bs prejuicios del autor contra la sociedad de su tiempo.
Lamennais
ya no lucha sólo contra l' ancien régime, sino que
combate sin reserva todos
los poderes, a los que dirige su odio y
menosprecio. Sólo cree,
y tal vez demasiado, en las virtudes del
pueblo y en la necesidad de una disolución universal para que se
manifieste la sociedad que él anhela. De
hechd, había franqueado
los límites que separan el liberalismo de la democracia, y la de­
mocracia pautada de la demagogia y de la anarquía: todos los
(45) Cf. JANET, P.: La philosophie de Lamennais, op. cit., pág. 94.
(46) «C'est l'apocalypse de Satan!». Cf. lb!d., pág. 95.
L37
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCA TOMAR ROMERO
principios de la sociedad son atacados, y la legitimidad es consi­
derada un dogma impío (sólo hay legitimidad en Dios), mientras
que todos los dogmas de la religión son invertidos.
Esta obra constituye la primera manifestación del cristianismo
social, y en ella intentaba reconciliar las ideas igualitatias con la
revelación, o, en palabras del autor, «convier le pauvre peuple
au
banquet d'esperance qui adoucit le présent par une vue anticipée
de !'avenir» ( 47).
Después de haber mostrado que la igualdad de derechos
de
todos los miembros de la familia humana se deduce del ptincipio
ctistiano
de la igualdad de los hombres ante Dios, propone un
programa completo en el que al lado

de la reivindicación
de las
libertades fundamentales, reserva un lugar importante a las
con­
diciones materiales de su eiercicio y de su salvaguarda. Se muestra
preocupado, a la vez, por liberar plenamente al hombre
espititual
de todo control del poder humano y

a la propiedad
de toda de­
pendencia arbitrada del mismo poder.
La composición
de esta obra en forma de poemas no permite
un desarrollo lineal de las ideas expresadas, por lo que a continua­
ción, y a modo de recapitulación,
se recogerán algunas de las
principales nociones contenidas en
Faroles d'un croyant y que,
explícita o implícitamente, han sido ya mencionadas:
-Toda la obra constituye una exhortación a los hombres
para que preparen sus almas a fin de recibir la prometida y
ya
cercana llegada salvadora de Cristo ( 48 ). En este sentido, establece
una coincidencia entre
el Reino de Dios y la realización de la liber­
tad. En definitiva, constituye un intento por cristianizar la futura
democracia.
-Fue concebido comd un esctito destinado a desencadenar
la revolución,
ya que en él se da una protesta contra la opresión
y
se afirma que pronto. ésta acabará debido al triunfo de la liber-
(47) Cf. DERRB, J. R.: Lamennais ses amis et le mouvement des idées
a l'époque romantique (1824-1834), op. cit., pág. 689.
(48) «Préparez vos &mes pour ce temps, ~ il n'est pas loin, il appro­
che. Le Christ, mis en croix: pour vous, a promis· de vous délivrer» (LA-
MENNAIS, F. R.: Paroles d'un croyant, op. cit., pág; 5). ·
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LAMENNAIS, FILOSOFO y PROFETA DE UN 4iNUEvo-, .CRISTIANISMO»
tad: «Demain seta le jour de l'épreuve, le jour ou. chacun devra
donner
avec joie sa vie pour ses freres: et celui qui suivra seta le
jour de
la délivrance» (49). De este.modo profetiza un pr6ximo
cambio de la situación de injusticia y desigualdad, una liberación
a través de la revolución: ·«La liberté est le pain que les peuples
doiveat gagnet
a la sueur de leur front» (50).
-La noción de Libertad es constantemeate reivindicada y
easalzada, ya sea de un modo explícito o no, a lo largo de toda la
obra, pues constituye el ideal a cuya consecución aspira y que es
sacralizado: « ... la loi de liberté, qui est aussi la loi de Díeu» (51).
Así, Lamennais afirma:
«Díeu ne vous a pas faits pour etre
le troupeau de quelques autres hommes. Il vous a faits pour vivre
libremeat
ea société co=e des freres» (52). Y afiade: «Pour etre
libre, il faut avant tout aimer Dieu, car si vous aimez ·Di.en, vous
ferez sa volonté, et la volonté de Díeu est la justice et la charité,
sans les quelles point de liberté (
... ). C'est done l'injustice qui
détruit la
liberté( ... ). C'est done la charité qui conserve la liber­
té» (53
).
La necesidad de la libertad por parte de los pueblos es nueva­
mente afirmada
ea el poema XXXIX donde la define así: «La
liberté est la richesse des peu¡,les ( ... ). La liberté est le repos des
peuples (
... ). La liberté est la gloire des peuples» (54 ).
-Junto con esta defeasa a ultranza de la libertad, Lamennais
lleva a cabo una dura y severa crítica contra toda
· forma de escla­
vitud. Concibe la sociedad de su tiempo caracterizada por el so­
metimiento o esclavitud de los hombres no sólo en el terreao
laboral ( cuya explotación manifiesta o eacubierta denuncia con
dureza)
(55), sino también ea el político. De aquí que Lamennais
abogue por
la total eliminación del poder político, especialmente
(49) LAMENNAIS, F. R.: Paroles d'un croyant, VI,.pág. 19.
(50) Ibíd., XXXVIII, pág. 115.
(51) Ibíd., XIX, pág. 59.
(52) Ibíd., XXI, pág. 64.
(53) Ibld., XXII, págs. 65 y sigs.
(54) Ibld., XXXIX, pág. 118.
(55) Cf. Ibíd., VIII, págs. 23-27.
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Fundaci\363n Speiro

'FRANCISCA. TOMAR ROMERO
del monárquico, al que considera responsable de lá opresión y
miseria de los pueblos. Combate con singular y colérico entusiasmo
todo tipo de monarquía, a
lá que ditige sus más audaces críticas
y desprecio: «C'est pourquoi les rois et les princes, et tous ceux
que le monde appelle grands
on' été maudits» (56). «Celui qui
dit dans son coeur:
Je ne suis pas comme les autres hommes, mais
les autres hommes m'ont été donnés pour que jeJenr commande,
et que je dispose d'eux et de ce qui est ií eux ií ma fantaisie: celui­
lii est le fils de Satan» (57).
A lo largo de sus poemas, Lamennais incluso llega a poner en
boca de príncipes
y reyes ( a los que considera enemigos de la re­
ligión) frases como las que siguen: «Maudit soit le Christ, qui a
ramené sur terre la Liberté! (
... ). C'est sa religion qui nous a
perdus: abolisms
la religion du Christ ( ... ); Ce n'est pas la religion
seulement qu'il faut
abolir, mais encore la science et la
pensée» (58).
-Inseparablemente unidas a la reivindicación de la libertad
y a la condena de la monarquía, se da en Lamennais la afirmación
de
la igualdad y la necesidad de fraternidad entre los hombres:
basándose en
la igualdad de los hombres ante Dios (59), afirma
la igualdad de derechos de todos ellos, a la vez que hace ver la
necesidad de una visión fraterna de toda la humanidad como único
medio de alcanzar en libertad una futura
y mejor sociedad.
La esperanza en esta unión fraterna, presidida por el amor, de
toda la humanidad, de todos los hombres, pueblos
y naciones, se
refleja en varios puntos a
lo largo de su obra. Así, por ejemplo,
afirma: «Et chacun s'aimera dans son
frere et se tiendra heureux
de le servir; et il n'y aura ni petits ni grands, a cause de ramour
que égale tout, et toutes les familles ne seront qu'une famille, et
(56) Ibíd., IV, pág. 14.
(57) Ibíd., VI, pág. 18.
(58) Ibíd., XIII, pág. 41.
(59) «Les hommes, égaux entre eu.x, sont nés pour Diesu seul, et qui­
conque dit une chose contraíre dit un blasphetne» (Ibíd., VI, pág. 18). «Dieu
n'a fait ni petits ni grands, ni maitres ni esclaves, ni rois ni sujets: il a fait
tous les hommes égaux» (Ibíd., VII, pág. 2i).
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Fundaci\363n Speiro

LAMENNAIS, FILOSOFO Y PROFETA DE UN «NUEVO CRISTIANISMO»
toutes les nations qu'une nation» ( 60 ). Por otra parte, denuncia
cómo quienes desean encadenar
a los hombres pretenden su
desunión para
as! someterlos con mayor facilidad ( 61 ).
-Frente a la pesimista situación de su tiempo, Lamennais
concibe

la próxima llegada de una nueva sociedad en la que el
hombre, librado
de todas sus cadenas, viva en absoluta libertad,
en la que la igualdad y unión fraterna entre los hombres sea una
realidad, y las condiciones materiales de vida no sean
ya una
preocupación. Esta sociedad idealizada, presidida
.por el amor, y
que será la realización terrena del Reino de Dios, es descrita por
Lamennais en diversas ocasiones: «Et la justice .avec l' amour, et
la paix et la liberté germeront dans leur sein. Et ce sera comme
au temps
ou tous étaient fretes, et l'on n'entendra plus la voix du
ma!tre ni la voix de l'esclave, les gémissements
·du pauvre ni les
soupirs des opprimés mais des chants d'allégrese et
de bénédic­
tion»
(62). Y más adelante afirma: «Dans la cité de Dieu, tous
sont égaux, aucun ne domine, car la justice seule y _!'egne avec
l'amour. Dans la cité de Dieu, chacun possede sans ctainte ce qui
est a lui,
et ne désire ríen de plus, parce que ce qui est a chacun
est a tous, et tous possedent Dieu, qui renferme tous les
biens» (
63 ).
Estas son, pues, las ideas principales de esta obra en la que
Lamennais, al igual que el soldado de su poema XXXVI,
se pro­
puso «combattre pour la justice, pour
la sainte cause des peuples,
pour
les droits sacrés du genre humain» ( 64 ).
4. CONCEPCIÓN LAMENNESIANA DE LA RELIGIÓN
En su obra De la religion considereé dans ses rapports avec
l'ordre politique et civil considera que la religión no
es otra cosa
(60) LAMBNNAIS, F. R.: Paro/e, d'un croyant, XXIV, pág. 73.
(61) Cf. Ibfd., XIV, págs. 4548.
(62) Ib!d., XXXI, pág. 91.
(63) Ibíd., XXXIV, pág. 105.
(64) Ibfd., XXXVI, pág. 109.
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FRA·NCISCA TOMAR-ROMERO
que la razón, «la fe constitutiva de la inteligencia», la iluminaci6n
del Verbo, que imprime en la criatura espiritual su semejanza.
La
re1igi6n «comienza en ·el instante en el que el hombre comienza
a ser inteligente»,
su, origen es a la vez divino y natural.
Lamennais distingue dos épocas en el
desarrollo de la sociedad
espiritual religiosa: antes de Jesucristo existía una sociedad espi­
ritual
y visible, una sociedad universal pero puramente doméstica,
que conserva el dep6sito
de las verdades necesarias. Esta religi6n
primitiva estaba en desarrollo, y la sociedad espiritual se desarro­
llaba paralelamente perfeccionándose en su constituci6n
y leyes
hasta convertirse en sociedad pública.
As! pues, existen dos gtan­
des épocas en la evoluci6n de la sociedad espiritual: antes de Je­
sucristo,
la sociedad puramente doméstica o natural ; después de
Jesucristo,
la sociedad pública o «constituida».
«Dios y Libertad», lema de su peri6dico
L' Avenir, son con­
siderados los dos gtandes principios: el cristianismo, comprendido
en su esencia y
en su espíritu, no es incompatible con la libertad,
sino que
se complementan mutuamente. Propugna, pues, la alianza
entre la libertad
y la Iglesia; una reconciliaci6n entre el cristia­
nismo
y la libertad, pues · considera que la libertad y el espíritu
cristiano son inseparables. Pero
la Iglesia no s6lo debe otorgar
libertad, sino que ella
misma debe ser libre, de ahí la necesidad
de la separaci6n de
la Iglesia y del Estado que manifiesta en sus
obras.
Pero a
partir del

día
en que el Papa rechaz6 seguir el progta­
ma de renovaci6n del catolicismo que Lamennais proponía, éste
comenzó a_ profetizar que una gran religión, que no sería sino una
fase de la religi6n que es inmutable uua, saldría del caos actual,
y realizaría entre los hombres una gran unidad en el pasado jamás
conocida. Deseaba buscar en
· la · religi6n, además de la revelaci6n
de los misterios divinos,
una regla aplicable al gobierno de la so­
ciedad moderna. En realidad, para Lamennais lo esencial no fue
defender
la instituci6n eclesiástica contra las pretensiones del po­
der civil, sino establecer entre el espfritu humano y la revelación
unas relaciones nuevas, fundadas en
la confianza, en la colaboraci6n
y en el amor. De este modo, la revelación se convierte ·en un sim-
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LAMENNAJS, FILOSOFO Y PROFETA DE UN_ «NUEVO .CRISTIANISMO»
ple punto de partida, en el camino. necesatio a la humanidad para
alcanzar los altos destinos que la bondad divina le ha permitido
vislumbrar. Considera que la Iglesia ha olvidado su defensa
de los débiles
contra los fuertes, de
los pobres contra los ricos, y se ha inclinado
por los pudientes
y poderosos. Frente a esto Lamennais trata de
ganarse la confianza
popular, ayudando a las necesidades de· la
humanidad, secundando sus nuevas
aspiraciones de hacer reinar
finalmente el principio cristiano de
la igualdad. De este modo, en
su pensamiento madurd el pueblo libre, intérprete y ejecutor de
las leyes divinas, se constituye, frente
al Papa y el Estado, en la
única autoridad. El pueblo goza de una misión espititual y tem­
poral a la vez.
Así pues, el estudio de
la religión última de Lamennais no es
otro que el estudio de la sociedad espiritual o primera y de sus
leyes. Esto es así debido a que lejos de abandonar sus inclinacio­
nes religiosas, él pretende obtener una espiritualidad superior, pues
reprocha al Papa no estar suficientemente apartado de toda
prec>­
cupación política. No cree haber perdido la fe, sino que afirma
que, de la misma manera que cree en Dios, cree
en el futuro y en
la verdad (65).
Lamennais utiliza varias expresiones a
la hora de definir esta
religiosidad de su última etapa, algunas de las cuales ya han sido
citadas. Así, describe la religión como «l'ensemble des lois
néces­
saires de la Création», «le loi supr~me des créatures intelligentes»,
«le Ioi du Vrai, la regle des croyances», «la raison du droit et la
regle du devoir», ó «le Vrai ou le Bien connus par l'intelligence,
embrassés par
l' amour, accomplis par la force ou réalisés en
actes» ( 66 ).
Existe una íntima relación entre la religión lamennesiana y lo
social: la sociedad tiene su raíz en la religión, y la religión contiene
todo lo
que puede ser incluido bajo la noción de sociedad. La ver-
(65) «La foi soumise est imposible, mais non la grande foi» (cit. en
Po1ssoN, J.: Le romantisme social de Lamennais, París, J. Vrin, 1931, pág.
171).
(66) Ibíd., pág. 172.
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FRANCISCA TOMAR ROMERO
dadera sociedad es la sociedad religiosa, la inmutable, la eterna
sociedad de los espíritus, independiente del tiempo, porque bajo
todo lo que varía, ella
se distingue de lo temporal y cambiante
por su carácter absoluto. -De esta manera, Lamennais sueña-con
la realización de una unión íntima de las inteligencias, con la ve­
nida de una unidad espiritual. Por lo mismo que ella une a los
hombres, la Religión forma entre ellos una. sociedad que no es
otra que el género humano mismo, en la que la autoridad deter­
mina el dogma, fija los preoeptos, en virtud de la ley natural de
la certeza, ley que implica una revelación permanente. Así pues,
el propósito de la religión no
es otro que el tender a una unidad
más perfecta. Esta unidad más perfecta consiste en una sociedad
única, amplia como
el mundo, en la que todos los pueblos están
regidos• por una sola ley y todos los poderes· sometidos a un único
poder.
Por otra parte, si para Lamennais el dogma está constituido
por las leyes de la inteligencia, las leyes del amor
constituyen la
moral, pues toda
la ley moral consiste en el precepto del amor (67).
De esta forma, la Iglesia queda reducida a una fase del
cris­
tianismo que había sido precedida de una anterior y que será
substituida por una teroera (que
es a la que aspira nuestro autor),
mientras que la Religión es considerada como el verdadero
fun­
damento de la sociedad humana. La Religión es la savia fecunda
y
eterna, la savia divina del universo.
En lo que se refiere al culto, Lamennais distingue entre un
culto interior, cuyo acto esencial
es la plegaria, y un culto exterior
o público que sería
la manifestación de · ]a unión entre los hom­
bres y
el preludio de la unión de los hombres con Dios. En este
contexto el sacerdote debe ser el intérprete fiel de
las voluntades
sagradas del
puebld, de un pueblo que es considerado infalible.
El sacerdocio, lejos de ser una institución sobrenatural, queda
definido como la
más alta expresión de la naturaleza humana y
de su suprema legislación.
(67) Respecto a su concepción de la moral es interesante Le Livre du
Peuple, obra que constituye un tratado de moral individual, cívica y social.
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LA.MENNAIS, FILOSOFO Y PROFETA DE UN «NUEVO CRISTIANISMO»
Para Lamennais el sacrificio, símbolo permanente y universal
de la ley de la vidn, y sugerido por la misma naturaleza, es el acto
esencial de la religión ; mientras que los sacramentos quedan
re­
ducidos a tres: bautismo, matrimonio y exequias fúnebres, que
no son sino
la cooperación de la. criatura en la acción perpetua­
mente creativa
de Dios.
Hemos visto, pues, que si bien Lamennais
se separa del Papa,
sin embargo no ha dejado
de creer en la perennidad de la Iglesia
de Cristo, superior a toda sociedad temporal, y que en realidad no
se puede distinguir del conjunto de la Hum:..nidad. Según La­
mennais, en esta Iglesia que es ante todo una sociedad, la sociedad
por excelencia,
la autoridad o poder está en el espíritu, en la ra­
zón libre, impersonal e incorporal. El papel de esta Iglesia de
todos los espíritus unidos por
la· razón, por la caridad y por la
justicia
es guiar todas las almas en esta evolución; pues, en el fon­
do, esta «Iglesia lamennesiana» puede ser definida como una re­
presentación ideal de la conciencia popular.
De este modo desemboca en una visión inmanente y naturalista
de la religión, en una teología humanizada en
la que se confunde
lo humano y natural con
lo divino y sobrenatural: Al establecer
la coincidencia entre la realización del Reino de Dios y el progreso
de
la humanidad hacia la libertad concibe lo divino como inma­
nente al desarrollo progresivo
de la humanidad, quedando así
sumido en un
vago panteísmo y socialismo romántico.
5. CONCLUSIONES
Lamennais, encarnación apasionada de la hostilidad intransi­
gente contra la Revolución, llegó a ser el primer profeta del «nue­
vo Evangelio» ( o
Nuevo Cristianismo) que confunde la Revolución
con
el advenimiento del Reinado de Dios sobre el mundo. Su re­
sentida y romántica intransigencia · Je había llevado a adaptarse e
integrarse dentro de la tendencia racionalista y galicana latente
en
la transigencia liberal de una Restauración apoyada en realidad
en
la ya triunfante burguesía liberal.
.145
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FRANCISCA-TOMAR ROMERO
Lamennais, cuyo sistema filosófico es típico productd del ro­
manticismo, vivió profundamente un peseudocristi!111ismo huma­
nitario, inclinado
a· un. purita,¡ismo purificador y a una IDÍ$tica
redentora. Su impaciencia inmediatista le hacía .concebir como
idénticos la liberación
de· Ja humanidad adulta de las trabas del
poder (
y de la fuerza) y la redención cristiana.
Lamennais
abjuró del cristinasimo y se refugió en una vaga
mezcla de deísmo, panteísmo e idolatría del pueblo.
Decidió subs­
tituir la noción de
poder por la de sociedad, pues su individualismo
le había llevado a ver en la primacía de lo espiritual el único re­
medio eficaz a las exigencias de
lo temporal. Pero, al hacer de
cada fiel el libre intérprte
de la voluntad divina, debilitó la autori­
dad moral de la religión, del mismo modo que debilitó al Estado,
al acordar en cada ciudadano una igual soberanía.
Lamennais vio·
en la libertad una, condición indispensable del
progreso humano: su
liberalismo está inseparablemente unido a
su visión optimista del mundo. Al establecer como postulado el
avance progresivo de la Humanidad, entonces todo el acaecer his­
tórico debe interpretarse como necesariamente
buena·. Por otra
parte, hace derivar
la necesidad del progreso de la acción provi­
dencial divina que preside tanto el mundo
, físico como el moral ;
es· decir, tiende a concluir del gobierno providencial de Dios el
progreso
terrenal de la Humanidad,
La aceptación del mito 'del Progreso· lleva a Lamennais a acep­
tar el camino de la Revolución. Así, de una utopía, como es el
Progreso de
la Humanidad, desemboca en la espantosa y terrible
realidad de una «Esclavitud Universal Legalizada» ( 68 ).
Para Lamennais la Humanidad es la causa más alta a cuyo
servicio debe· entregarse.
el hombre, La. Humanidad progresa en
una
adqrdsición cada vez mayor de conciencia y de libertad. Este
Progreso, que se efectúa en el existir terrestre de la Humanidad,
alcanzará, su grado . más . alto en una anticipo de la tierra de los
res.ucitados. La Iglesia ha sido y es el motor de este Progresp
terrestre de la Humanidad que. se realizará cuando se. identifique
(68) Cf. MEINVJELLE, J.: De Lamennais a Maritain, op. cit., p,!g. )2.
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LAMENNAIS, FILOSOFO Y PROFETA DE UN. «NUEVO CRISTIANISMO»
la Revoluci6n con la Iglesia, lográndose así la suma felicidad te­
rrenal. La
«Nueva Cristiandad» consiste en esta identificaci6n de
la Revoluci6n con
la Iglesia por la que la Humanidad, libre de
las servidumbres
(y especialmente del Poder Público) estará unida
por la amistad fraternal.
Invita a la Iglesia a plegarse a la causa
de la Revoluci6n, que
es el Progreso de
la Humanidad, para que los pueblos, crecientes
en conciencia y libertad, realicen su universal fraternidad.
De aquí
que implícitamente subordine
la Iglesia a la Humanidad, y si acude
a
la Iglesia no es por su valor de supremacía, sino como medio
para cumplir.
la fraternidad universal. «En su subconsciencia la
causa de
la Humanidad prevaleoerá sobre la causa de la Igle­
sia» ( 69
).
La fraternidad que, de suyo, dice amor de los hombres entre
sí por el hecho de ser hombres, llevada directamente al plano
social-político lamennesiano, comporta
la comuni6n y entrega de
un hombre a
otro sin atender a preferencias de ningún género.
Esta concepci6n de
la fraternidad se opone fundamentalmente a
principios dogmáticos de
la Iglesia ; la cual acepta y predica la
unidad del género humano pero como un valor que ha de condi­
cionarse a
otro principio de unidad según el cual el amor para ser
auténtico,
no ut6pico ni funesto humanitarismo, ha de ordenarse
por referencia intrínseca al Dios. de
la Caridad sobrenatural.
En consecuencia, las.ideas de Lamenniús en .. nombre del «cris­
tianismo» conducen
la. sociedad universal de los hombres a una
ciudad fraterna cuyo progreso sería medido
por la adquisici6n de
independencia de cada hombre
en labrar su propio destino sin que
nada
ni nadie interfiera en este movimiento progresivo y ascen­
dente de
la Humanidad.
En el pensamiento lamennesiano se puede observar, pues, una
profunda y nefasta alteraci6n del concepto mismo de
Cristiandad,
de las relaciones del orden natural y del sobrenatural, así como
una glorificaci6n de
la libertad y de la democracia. En este senti­
do J. Meinvielle afirma: «El liberalismo cat6lico que se inicia con
(69) lbíd., pág. 48.
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FRANCISCA. TOMAR ROMERO
Lamennais no consiste, substancialmente, sino en una actitud con­
ciliadora de la Verdad Católica con los Dogmas masónicos del
Progreso de la Humanidad. Pero
la. conciliación no ha podido
efectuarse sin hacer sufrir al concepto mismo de cristianismo una
alteración
... El mundo moderno ha creado la noción de un cris­
tianismo sin la Iglesia» (70).
Lamennais, patriarca del liberalismo católico, postula un cris­
tianismo progresista
y revolucionario, cuyo ideal es la comunión
en
la Libertad y en la Democracia. Junto con la justificación de
la Revolución aparece
la concepción del . cristianismo naturalista
como factor de emancipación social.
La Revolución, que tiene por
objeto emancipar a los pueblos de
la tiranía, coincide entonces
sustancialmente con este «humanitarismo cristiano» que
es el mo­
tor profundo del cambio progresivo moderno.
Por último, y a modo de. conclusión, cabe destacarse el hecho
de que el pensamiento de Lamennais puede suscitar las simpatías
de quienes se aproximan superficialmente a sus escritos. Esto
es
posible debido a que su apasionado entusiasmo y su sugerente
utopía sobre una idealizada
sociedad fraternal son fácilmente trans­
misibles. Por otra parte, utiliza un vocabulario típicamente cris­
tiano: Dios, religión, Iglesia, amor,
igualdad, fraternidad ... Sin
embargo, una lectura atenta permite percatarse de que estas
pa­
labras adquieren un sentido y dimensión nuevos y distintos en
Lamennais, configurando una ausencia de distinciones entre
el
orden natural y el orden sobrenatural que tiene como consecuencia
el que
la religión cristiana quede reducida a una simple «religión
social».
(70) lb!d., págs. 313 y sigs.
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