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Número 507-508

Serie L

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Samuele Cecotti, Della legitimità dello Stato italiano

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Samuele Cecotti, Della legitimità dello Stato italiano, Nápoles, Edizioni Scientifiche Italiane, 2012, 248 págs.

Samuele Cecotti, licenciado en Historia, presenta en el presente volumen una reelaboración parcial de su tesis de grado, dirigida por el profesor Giovanni Turco, quien escribe precisamente una larguísima introducción. El trabajo venció el premio convocado por la revista friulana –bien conocida de nuestros lectores– Instaurare en 2008.

El libro expone y analiza un aspecto del pensamiento de Carlo Francesco D’Agostino (10906-1999), abogado italiano destacado por haber sostenido la tesis de la política católica en medio de las vicisitudes de la historia italiana de antes y después de la II guerra Mundial: el de su visión del Risorgimento y la República. Sobre la obra de D’Agostino disponemos también del libro espléndido del profesor Danilo Castellano, que hizo sus primeras armas apostólicas de su mano, De christiana republica (2004).

La obra consta de tres capítulos y unas conclusiones. En el primero, breve, aborda la figura de D’Agostino como político católico. Contiene algunos trazos biográficos, pero sobre todo introduce al mismo tiempo los elementos contextuales necesarios para el análisis de los dos capítulos siguientes, que son los centrales de la obra. El segundo examina el juicio de D’Agostino sobre la legitimidad de la República italiana como problema jurídico. Aunque las primeras páginas se dedican a si el Reino de Italia era legítimo. Tras las que se centra en el problema del referendum de 1946. El asunto central de la realeza de Cristo y de la confesionalidad del Estado italiano centra el tercero de los capítulos. D’Agostino fue un eficaz defensor de la tesis del Estado católico, expuesta en la doctrina de los papas (León XIII, San Pío X y Pío XI sobre todo). Las conclusiones evidencian, de un lado, la coherencia interna de la concepción política de Carlo Francesco D’Agostino y su conformidad con la tradición clásica (y la doctrina social católica); al tiempo que, de otro, su distancia inequívoca de la política moderna en cualquiera de sus variantes. Entre las que se comprenden el liberalismo, la democracia (también la llamada erróneamente cristiana), el socialismo y el fascismo. Y es que, como se subraya oportunamente en el anuncio del libro, la República representa la continuidad del Risorgimento, y junto con el Fascismo y la Resistencia, se insertan todos en una común matriz. La ilegitimidad fundacional del Reino de Italia era insanable sólo con el advenimiento de las masas, pues el solo consentimiento no basta para legitimar el ejercicio del poder.

El libro, como la vida del autor estudiado, es apasionante. Las tesis y los desarrollos que contiene, me parecen –en su conjunto– acertados. Quedan, desde luego, muchos problemas apasionantes. En el orden doctrinal, a título de ejemplo, el de la superación de la terminología de la confesionalidad, de origen protestante, y que la realeza de Cristo sobre la comunidad política expresa mejor; y en el terreno histórico, también entre otros asuntos, el de la valoración de los Pactos de Letrán, que algunos han considerado en orden a la legitimación del Reino de Italia, pero que no dejan de presentar problemas al efecto.

No es éste el lugar para abordar a fondo el tema, de extraordinario interés. Pero sí era obligado recordar, una vez más, la figura límpida y honrado del abogado D’Agostino y su lucha contra la democracia cristiana, después de no haber tenido la menor complacencia con el fascismo, en la Italia de la segunda mitad del siglo XX. Así como agradecer el trabajo, serio y bien orientado, del joven estudioso Samuel Cecotti, que su maestro el profesor Castellano ha acogido en la colección por él dirigida De republica.