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Número 113

Serie XII

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Guerra subversiva y guerra revolucionaria

GUERRA SUBVERSIVA Y GUERRA
REVOLUCIONARIA (*)
POll
M,\RcEL CLÉMBNT.
I
LA GUERRA SUBVERSIVA
¿ En qué consiste?
La guerra subversiva es la agresión sicol6gica contra la población
de un país con el fin de
torna, a

esa población hostil a su propio
gobierno
y a todas las estructuras fundamentales que lo apoyan : el
poder espiritual,
el ejército, la organización financiera, la estructura
familiar, etc. Está destinada esencialmente a conseguir una transfe­
rencia sicológica
colectiva: a
ponerse en contacto con una población
que posee cierto concepto de la sociedad, llevándola gradualmente
a
adoptaJ: otro.
Esta guerra subversiva constituye una táctica marxista-leninista en
cuanto obra en forma dialéctica para efectuar este
CaJ:nbio. Pues la
guerra subversiva se basa en dos actividades complementarias :
- Una propaganda

destinada a conquistar la mente de los hom­
bres
pa,a cierta

ideología.
- Una propaganda destinada a
destrui< la

estructura moral,
social
y administrativa del país que se ha de conquistar.
* Este importante y actualísimo estudio corresponde a los epígrafes 3 y 4 del capítulo VII y el capítulo VIII (págs. 118 a 143) del libro Le com­munisme face a Dieu, Marx, ]Hao, Mar.cuse (París, Nouvelles Editions La­tines, 1968), de Marce! Clément, Director de «L'homme nouveau», a quien
agradecemos la autorización que nos ha concedido
para publicarlo.
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Fundaci\363n Speiro

MARCBL CLBMBNT
Ambas campañas de propaganda operan simultáneamente. El ata­
cante divide al país en dos sectores. Al comienzo, la ideología con­
quistadora se presenta a una minoría que encuentra en ella un prin­
cipio dinámico de acción. Simultáneamente se pone en práctica otra
campaña de propaganda entre la mayoría para desviar su lealtad al
orden establecido y hacerla despreciar las estructuras sobre las cuales ese orden
se basa.

A medida que se extiende la conquista de mentes.
La mayoría, que se avergüenza de las estructuras sobre las cuales se
basa, disminuye en número, mientras la facción minorista, orgullosa
de ser la ideología del futuro, crece y tiende a predominar. Cuando
las condiciones políticas son tales que esta inversión de fuerzas apa­
rece ante la opinión pública como ya efectuada, la guerra subversiva
ha tenido éxito. El gobierno
y las estructuras establecidas ya no ejer­
cen control sobre la población.
Es evidente que la guerra s_ubversiva no pretende apoderarse
del poder por sus propios medios. Esto la diferencia fudamentalmen­
te de la guerra_ revolucionaria. La guerra subversiva tiene por objeto
aislar al gobierno de la población, de manera que esta ejerza tal
presión que el gobierno sea incapaz de poner en práctica una política efectiva contra los líderes de la guerra
subversiva.~
Para citar uo ejemplo, las campañas iniciadas· por orden de la
U.R.S.S. para desacreditar el proyecto de establecer bases de lanza­
miento para los proyectiles atómicos al mismo tiempo que los
co­
munistas

saludaban triunfalmente
lá posesión de la bomba atómica
por Rusia, demuestra claramente que la propaganda comunista obra en direcciones opuestas según el país al que se halle dirigida. Cuando
las bases· de lanzamiento son un peligro para Rusia, es necesario azu­
zar a
la _naciones contra sus propios gobiernos, que Lis construyen
o
aceptan. Pero en cuanto
la posesión de la bomba atómica permite
a Rusia aumentar sus posibilidades de extender el comunismo a tra­
vés del mundo, la bomba es un bien, algo digno de desearse y que
no constituye amenaza para la paz. En la misma forma, cuando los nacionalistas argelinos practican
el terrorismo metódico en gran escala, sus actos son gloriosos y
de­
muestran

su feroz determinación y su inquebrantable voluntad de
vencer. Simultáneamente,
la campaña denigratoria que pretende iden-
26ó
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GUERRA SUBVERSW A Y GUERRA REVOLUCIONARIA
tificar a todo el ejército francés con la práctica de torturas en Argelia,
desempeña su papel al malquistar a la opinión pública francesa con
su Ejército y aislarlo de la
nacióa.
Podríamos citar muchos ejempos parecidos, y todos demuestran
que
la guerra subversiva tiene por objeto opr~ sobre la sicología
colectiva de una nación para
difamar los

verdaderos bastiones
y glo­
rificar a los que la traicionan y la venden. Se actúa sutilmente sobre
el amor propio público. Se sugie,e que aquellos que aceptan la nece­
sidad -de bases de
lanzamiento desean la guerra; o que los franceses
que apoyan al ejército francés desean que se emplee la tortura. Para
evitar aparecer como cómplices de «torturadores», las
«masas» re­
tiran su favor al ejército francés; para evitar que se les tenga por tra­
ficantes de guerra, la gente toma parte en la propaganda contra las
bases para proyectiles.
No cabe duda que hoy se libra
la guerra subversiva ·en todo el
mundo. En Francia, especialmente, el elemento dialéctico se halla
inyectado daramente en los
prdblelllas religfoSos, nacionales y eco·
nómicos. Durante los últimos veinte años, en
1a Iglesia se ha definido
un catolicismo de izquierda, opuesto·
al catolicismo de derecha y
que apoya el resurgimiento de la ideología socialista en los círculos
religiosos, denigrando
la organizació~ coi'porativa ·de la sociedad y la
recondliación de las clases, que es el verdadero programa de la Iglesia.
En
las esferas del interés nacional, estos hombres se han destacado
apoyando ardientemente
y en forma explícita los movimientos nacio­
nalistas
de Argelia y de otros países africanos, afirmando a la
vez
que

el patriotismo francés es una
. idea
anacrónica que no significa
nada para ellos. En el campo
económico; han

despertado Suspicacias
hacia empresas comerciales prósperas afirmando que su prosperidad
sólo puede ser explicada por
la explotación de los obreros, mientras
al

mismo tiempo saludan
las realizaciones económicas de Rusia y
China como resultado del ardor espontáneo de la población traba­
jadora. Demostrando extraordinaria carencia de facultades críticas,
sectores enteros de la opinión pública se dejan manipular por los
técnicos
d~ la guerra subversiva,

sin sospechar por un instante que
están tomando parte en
un plan

gigantesco para la aniquilación de.
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MAR.CEL CLEMENT
las células sociales fundamentales : la familia, el Estado, la propiedad
privada
y el concepto cristiano de la comunidad.
Técnicas subversivas.
Los

tnarxistas-leninistas perfeccionaron ciertas técnicas para ganar
las mentes humanas y, en jerga comunista, conquistar a las masas.
No nos proponemos detallarlas todas. S6lo indicaremos algunas de
ellas como ejemplo
y para mostrar su maldad intrínseca.
a) La utilización de las «pulsaciones». Como los sicólogos ma­
terialistas ven al espíritu humanó simplemente como a un producto
de la materia, encaran el problema de
la conquista de las masas en
un nivel fisiológico
y neurológico. De aquí qne reduzcan las «moti­
vaciones síquicas.» del hombre .a cuatro instintos, o «pulsaciones»,
fundamentales : el agresivo, el nutritivo, el sexual y el paternal.
La propaganda comunista y la propaganda subversiva en general
estará dirigida entonces, ante todo, a excitar estas «pulsaciones» y a
hacerlas funcionar en la forma requerida por su propaganda.
En todos los hombres existe una «pulsación» agresiva, un instinto
hacia la dominación
que San
Pablo llama el «orgullo de la vida»,
y está considerada una de las concupiscencias humanas. Para que esta
concupiscencia funcione en las masas, es necesario hacerlas alzarse
en rebelión. Deben verse confrontadas a injusticias que las escan­
dalicen hasta las profundidades del alma. Así, de acuerdo con las
circunstancias, se acusará a los blancos, a los extranjeros, al ejército
o a la Iglesia de los crímenes más abominables, apelando a la con­
ciencia popular. En estos casos, la «pulsación» agresiva funciona ge­
neralmente en apoyo de la < institución que debe ser destruida.
La «pulsación» nutritiva no es menos violenta. Está ligada al
instinto de conservación, y en otro sentido, es lo que San Pablo llama
la concupiscencia de los ojos. La propaganda puede recurrir a ella
tanto como los anuncios comerciales. El lema comunista para las
elecciones generales francesas de 1936, que llevaron_ al gobierno al
Frente Popular,
se reducía a tres palabras: «Pan, Paz, Libertad.» La
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GUERRA SUBVERSW A Y GUERRA REVOLUCIONARJA
primera palabra empleaba la sicología de los apetitos. Cada vez que
los transeúntes veían la palabra
«Pan» en

los anuncios, cada vez que
las multitudes eotonabao los tres términos de esta consigna, ideotifi­
cabao orgánicamente parte del placer de comer, cierta aoticipación subconsciente a Ia atracción del alimento, con el apoyo al programa
electoral comunista.
En cuanto a la «pulsación» sexual, no hay necesidad de insistir
sobre su
papel. Se ideotifica con el instinto de procreación, con la
concupiscencia
d~ la carne. La propaganda comunista no lo olvida,
aunque puede decirse que
la utiliza con más moderación que la pu­
blicidad comercial de ciertas firm,,s del mundo libre. El gran filósofo
fraocés Bergson decía que la sociedad moderna se había transformado
en una sociedad afrodisíaca. No cabe duda que el llamado más o
menos hipócrita a la anticipación imaginaria del placer sexual es uno
de los ángulos sicológicos más empleados en el siglo xx.
Finalmeote, los comunistas ernpleao la «pulsación» paternal. Esta
se refiere también a un instinto natural ligado a la conservación de
la especie
y que, de paso, se desarrolla en forma más precoz y com­
pleta en las mujeres que
.en los

hombres. La propaganda de «paz»
en el sentido marxista está a menudo asociada a niños junto a los
cadáveres de sus padres, muertos durante algún bombardeo.
Cuaodo estas campañas de publicidad mediante afiches, anuncios
y paofletos recorren el pals, y hacen que al verlos o leerlos la gente,
actúe una u otra de las «pulsaciones» en
la dirección de los objetivos
perseguidos por
el comunismo, es inevitable que cada ciudadano, sin
analizarlo claramente, experimente una
s·ensación de
presión sicológica
que le induce en
concienciii. a

concluir que los comunistas tienen la ra­
zón, pues son ellos
los que hacen funcionar estas «pulsaciones» para al­
canzar objetivos sociales buenos
y loables de por sí (paz, prosperidad,
libertad), mientras dan a esas palabras un significado práctico que, si tienen
éxito, equivale a guerra, pobreza y -esclavitud.
Es preciso mencionar aquí, por otra parte, el empleo del miedo,
de
la angustia, del terror --base psicológica de la guerra revolucio­
naria-. La estudiaremos detalladamente en el capítulo siguieote.
b)
La utilización de los reflejos condicionados puede no ser en
sí contraria a la dignidad humaoa. La enseñanza de la tabla de mu!-
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MARCEL CLEMENT
tiplicación o de los ejerc1C1os al piano, y en general, todo lo que
desarrolla mecanismos sicológicos o nemotécnicos, se logra mediante
el condicionamiento de los reflejos. La característica de la técnica
subversiva no es
la utilización de los reflejos condicionados, sino
el hacerlos funcionar contra la
natural=.
Este

es el fin fundamental del método marxista-leninista. Con­
siste en actuar sobre los cuerpos
y los apetitos de los hombres para
obtener un condicionamiento del pensamiento que evita que la fuer­
za de la verdad obre sobre la inteligencia. En el mundo moderno hay grupos enteros así condicionados. Re­
gistran, por ejemplo, una equivalencia inmediata
y casi automática
entre religión y explotaci,ón, comunismo y paz, conflicto y progreso.
Se han hecho casi totalmente impermeables a la experiencia universal,
que atestigua que la religión cristiana ha sido el factor más
pacifico
y eficiente en la restauración de la dignidad humana. Se han hecho
casi totalmente inexpugnables ante
las pruebas convergentes que de­
muestran -que el comunismo, desde Moscú en 1917 hasta Budapest
en 1960, ha hecho manar ríos de sangre,
y que, lejos de disminuir
la explotación de los hombres por sus semejantes, ha llevado esta
explotación hasta los más terribles extremos. El elemento esencial de
la agresión sicológica sostenida constan­
temente contra nuestras sociedades, indudablemente imperfectas, pero
convencidas. de los derechos inherentes a la dignidad de ser huma­
no, reside en
e1 proceso por el cual el comunismo sustituye la lógica
natural de
la inteligencia por la lógica artificial que conduce a acti­
tudes mentales que inclinan al «adoctrinado» a adoptar la adecuada
reacción comunista ante todos los problemas que se susciten. La enseñanza clásica comunista utiliza una anécdota que nos hace
comprender cómo opera la técnica marxista-leninista sobre las pa­
siones y los apetitos humanos, haciendo casi imposible
el escapar a
la promoción del error y el fraude.
En las escuelas de adiestramiento comunista se presenta el siguien­
te problema en calidad de
ejercido: «¿Cómo

podemos lograr que
un gato coma pimienta?» La primera respuesta
e·s abrir el hocico

al
gato por la fuerza. Esta respuesta es errónea, porque
falta el consenti­
miento del gato.
La segunda respuesta es esconder la pimienta en un
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GUERRA SUBVERSIVA Y GUERRA REVOLUCIONARIA
pez. También es errada, porque el gato escupirá el pez cuando des­
cubra
la pimienta.
La respuesta .marxista-leninista es
la siguiente : Hay que esparcir
pimienta en
la alfombrilla que el gato usa habitualmente. Cuando el
gato se tienda sobre la pimienta, sentirá incomodidad y escozor, y
comenzará a lamerse para aliviar sus molestias. El resultado obtenido es
el siguiente:
l. El gato come
2. por su propia voluntad
3. ( que ha sido totalmente condicionada)
4. la pimienta que detesta
en el orden natural de las cosas.
El gato
no ha visto ni sentido en forma alguna que una voluntad
externa
lo impelía a un acto contrario a su naturaleza. De inanera
que ejecuta este acto espontánea
y naturalmente ... una vez que ha
sido condicionado.
Este ejemplo resulta profundamente significativo. El hecho de
referirse a un animal cabe dentro de los moldes, pues la acción sico­
lógica del comunismo introduce una nueva lógica de conducta al
nivel de circuitos nerviosos.
Una vez que ha sido condicionado.
- Un católico se opondrá al Papa, a los obispos y a la
unidad
de la Iglesia a causa de su catolicismo.
-Los ciudadanos se opondrán al bien común de su país por un ,
sentido de ciudadanía.
- Los sindicalistas militantes se opondrán a las medidas «reforma­
doras» de progreso a cau.ra de su deseo de progreso social.
Así vemos también católicos que defienden habitualmente a los
perseguidores de la Iglesia; a franceses
que apoyan

habitualmente,
aun en la prensa, las empresas de los enemigos de Francia; a obreros
que apoyan habitualmente la agravación sistemática de los conflictos
sociales, y a hombres que rehusan revelar o tratan de ocultar la exis­
tencia de un mundo esclavo en la U.R.S.S., en nombre de la justicia
social. Así
«el gato come pimienta» y la guerra subversiva gana ba­
talla tras batalla, sin que los vencidos sepan que han sido derrotados.
La acción sico-social del comunismo opera en el nivel individual
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MARCEL CLEMENT
(lavado de cerebro) o colectivo (rumores, pulsariones, desintegración
de la entereza moral del enemigo_, etc.) Emplea amenazas, terror, pro­
mesas, pero sólo como un poderoso elemento auxiliar; no es ese el
constituyente esencial de su método. Aún no hemos comprendido la
verdadera naturaleza del CQmuni.rmo si nos cegamos ante los .Dlétodos
clásicos que emplea, convirtiéndolos en subordinados a la estrategia
dialéctica siro-social. Cuando la acción sico-social ha fru1cionado con
éxito, las verdades fundamentales de la moral, especialmente aque­
Ilas relarionadas con el respeto a la dignidad personal, la verdadera
libertad, los derechos naturales inalienables, el respeto filial
y su co­
rolario, el patriotismo, se convierten en nociones absurdas, ridículas
y carentes de significado. Los procesos naturales de la inteligencia
han sido remplazados entonces por una forma de rariocinio indu­
cida artificialmente como resultado de técnicas sico-mecánicas de
condicionar la mente, verdadero «descubrimiento» de las guerras
subversivas y revolucionarias mantenidas constantemente por el par­
tido comunista, sus organizaciones afiliadas y sus auxiliares incons­
cientes.
La "no-resistencia" al -comunismo.
Debemos mencionar, finalmente, un factor_ que juega un papel
preponderante en la guerra subversiva: la. no-resistencia al comunis­
mo. No nos concierne aquí determinar las responsabilidades
ae aque­
Ilos que adoptan esta actitud de «no-resistencia». Incluyen estos a
hombres de rectas· intenciones que literalmente no saben lo que ha­
cen. Hay otros que lo saben perfectamente, como es el caso del señor
Pierre
Cot, Ministro de Aviación del gobierno del Frente Popular
Francés de 1936, el cual dice: «No soy comunista, pero considero
que
el comunismo es un movímiento irresistible.» Sólo deseamos
mostrar que las actitudes de
no-resisténcia al comunismo, ya s~
inocentes o deliberadas, desempeñan un papel innegable en el de­
.bilitarniento del «frente doméstico» durante
los-períodos
de guerra
subversiva, contribuyendo así de hecho a la desintegración sicológica
de una nación. Enumeremos alguna de las formas características de «no-resisten-
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GUERRA SUBVERSIVA Y GUERRA REVOLUCIONARIA
cia» al comunismo que pueden verse hoy en ciertos periódicos, re­
vistas, conversaciones, etc.
a) El primer peligro es el de «adaptación» al marxismo. Esta
es la actitud de quienes se declaran anti-comunistas, pero sostienen
que el marxismo tiene «algo». De paso, digamos que esta gente
no distingue entre la filosofía marxista, que han leído a veces sin
percibir su naruraleza malsana, y la organización revolucionaria mar­
xista-leninista, cuya existencia ignoran. No por eso dejan de hacer
el juego a los comunistas.
b) El segundo peligro es la difusión del escepticismo en esferas
donde el escepticismo es de por sí culpable. Para algunas personas,
no existe cosa alguna que pueda aceptarse sin dudas:
ni la autoridad
del Papa aote los católicos,
ni la familia e.orno célula social para los
matrimonios y los hijos, ni las escuelas cristianas como requisito para
la educación cristiana, ni el patriotismo como deber del ciudadano,
ni la disciplina como deber del soldado. Es evideote que no todos
estos valores tienen la misma importancia; pero los hemos seleccio­
nado aquí por ser los que más a menudo se ven en tela de juicio
aote aquellos que basao sus actitudes mentales eo la «no-resisteocia»
al comunismo.
e) En la Encíclica Divini Redemptoris, el Papa Pío XI previno
a los cristianos acerca de estos aspectos: «Los comunistas forman aso­
ciaciones y publican periódicos cuyos nOmbres no tienen conexión
apareote con el comunismo, pero que cte hecho pretenden sólo in­
troducir sus falsas doctrinas en círculos que en otra forma les nega­
rían
la entrada; en verdad, utiliza todos los medios para hacer una
entrada traicionera en las sociedades religiosas católicas.» Y es un
hecho que, desde que Pío XI escribió estas líneas, se ha propagado
la idea de que
la solución del problema social debe preceder a los
esfuerzos apostólicos de evangelización. Y como la solución contem­
plada se basa en la colectivización de la propiedad
y en la socializa­
ción de la economía nacional, estas medidas se presentan como pre­
liminares necesarios a cualquier esfuerzo del apostolado laico.
d) Entre las actitudes de «no-resistencia» al comunismo es ne­
cesario destacar
la invocación de los progresistas no-comunistas acerca
de la necesaria «adaptación al medio» o la ansiedad por asegurar la
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MARCEL CLEMBNT
«presencia» de elementos no-comunistas dentro de organizaciones evi-:..
dentemente controladas por los marxistas-leninistas. En Francia, al­
gunos de estos voceros católicos han afirmado que para no verse
alejados de las masas, es un deber enrolarse en la C.G.T. francesa,
de notoria filiación comunista.
e) Aquellos a quienes atrae -la no-resistencia al comunismo,
obran a menudo motivados por un sentimiento de_ culpa. En su caso,
no es un sentimiento de culpa personal, sino por la clase a la cual
pertenecen. Estos individuos condenan unilateralmente las fallas de
su patria y de su clase social, o aquellas que atribuyen a la propiedad
privada o al colonialismo como tal, mientras simultáneamente omi­
ten toda referencia a los crímenes cometidos por los comunistas en
Budapest
y en otros lugares.
Recapacitemos sobre un punto. Los que adoptau esta actitud pue­
den no saber lo
que hacen.

Sin embargo, no podemos dejar de de­
plorar su trágica imprudencia, si son cristianos. Porque aún se les
pueden aplicar las palabras de Pío XI en su Encíclica Divini Re­
demptoris: «Puede suceder que en algunos lugares, sin abandonar sus
opiniones, logren inducir a los católicos a cooperar con ellos en di­
versas actividades caritativas y humanitarias, proponiendo a veces
con tal fin proyectos que concuerdan con los sentimientos cristianos y
con las enseñanzas de la Iglesia.»
»En otros lugares su hipocresía llega hasta el extremo de persuadir
a ciertas naciones de que el comunismo se comportará con mayor mo­
deración en los países en que la religión y la civilización cristianas
se hallan hondamente arraigadas, y que brindarán completa libertad
religiosa y de conciencia.
Algi¡nos de
ellos, basándose en un cambio
trivial recientemente introducido en la legislación bolchevique, in­
cluso intentan demostrar que el cor:iJ.unismo desistirá muy pronto de
su campaña -contra Dios.
»Venerables Hermanos, ved que los fieles sean puestos en guar­
dia contra estos métodos engañosos. El comunismo es intrínsecamente
malo,
y por lo tanto nadie que clesee salvar a la civilización cristiana
de la extinción debe prestarle ayuda en empresa alguna.»
La guerra subversiva ha estallado en todo el mundo durante nues-
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GUERRA SUBVERSIVA Y GUERRA REVOLUCIONARIA
tros días, y muy especialmente en- los países cuya civilización cris­
tiana tenía raigambres milenarias. En estos países
la advertencia de
la Iglesia debe estudiarse y aplicarse especialmente.
11
LA GUERRA REVOLUCIONARIA
La conquista del poder.
¿Cuál es la diferencia entre guerra subversiva y guerra revolu­
cionaria? Ante todo, hay diferencias en su objetivo. El fin de la
guerra subversiva es aislar sicológicamente a la población de su
go­
bierno, para así debilitar ese gobierno y condicionar su politica. Ru­
sia sostiene este tipo de guerra, en diversos grados, en todos los
países libres.
El fin de la guerra revolucionaria tiene alcances mucho mayores,
Como su nombre lo indica, este tipo de guerra pretende provocar el
derrocamiento del orden establecido en un país, y su sustitución por
una tendencia ideológica opuesta. Esta diferencia de objetivos implica diferencias de medios. En
la
guerra subversiva, las armas más eficaces son las sicológicas. Se
pretende influir sobre la opinión pública mediante boletines noti­
ciosos, la prensa, afiches, panfletos, y si es posible incluso mediante
la radio y la televisión, para apelar a sus instintos y condicionar fi­
namente sus reacciones sicológicas.
En la guerra revolucionaria se utiilizan todas estas técnicas, pero
en combinación con el empleo metódico de la infiltración y el te­
rrorismo, acompañado de actividades militares, políticas y diplomá­
ticas. El rasgo característico de
la guerra revolucionaria es su naturaleza
totalmente artificial. Cuando un país se ve expuesto a este tipo de
guerra, sus habitantes presencian y toman parte en una asombrosa
evolución de ideas. A los
poCos años
se convierten en enemigos de
la
organización social dentro de la cual hablan vivido en paz, en par­
tidarios de agitadores que practican el terrorismo y que al mismo
tiempo «adoctrinan» fanáticamente a la población para lograr el triun-
275
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MARCEL CLEMENT
fo de cualquier ideología dada, Mao-Tse-Tung escribe: «La revolu­
ción o la guerra revoluciooaria nace de la nada y pasa, de ser muy
pequeña, a transformarse en un asunto de trascendencia, del naci­
miento al desarrollo total, de no tener poder poHtico a apoderarse de
él, de no tener un Ejército Rojo a crearlo, y de la ausencia de una
religión controlada por el comunismo a su establecimiento.»
Según la doctrioa- leninista pura, el objetivo de la guerra revo­
lucionaria es
la captura del poder; en oteas palabras, la dictadura del
proletariado. Sin embargo, la conquista de mundo por los mar:xista­
leninistas se efectúa a veces desembozadamente, como es el caso en
Alemania Oriental, Hungría, China y el Norte de Indochina, o bajo
un disfraz, como
en el

caso del F.L.N. de Argelia desde 1954,
y de
Sakhou Touré en Guinea en.1958. Es posible que el comunismo in­
ternacional obtenga algunas ventajas de la guerra revolucionaria des­
tinada aparentemente a obtener el beneficio incidental y meramente
provisorio de nacionalistas reales o fingidos, pues esto confunde a
los países libres. Por ejemplo, las tentativas efectuadas en este sentido
en Vietnam del Sur, donde es conocida la realidad comunista del Viet­
cong.
El objetivo táctico de la guerra 11evolucionaria es el control sico­
lógico de la población. En oteas palabras, lo que eo la guerra sub­
versiva es un objetivo estratégico, en la guerra revolucionaria se trans­
forma en objetivo táctico. Mao-Tse-Tung se expresa claramente:
«Mientras más implicadas se hallen las masas en las acciones histó­
ricas, más rápidamente acontece la evolución histórica, más rápido
es el ritmo de su desarrollo y más extensos los resultados.»
Habiendo señalado estas características generales, examinemos
ahora las cinco fases de
la guerra revolucionaria. Es posible enume­
rar estas fases leyendo a Mao-Tse-Tung
y comparando esa doctrina
con las guerras revolucionarias que se han emprendido con éxito o
intentado emprender en los últimos quince años. Estas fases explican
el pasado. No se desprende necesariamente que también explicarán
el futuro, pues las aplicaciones prácticas de la estrategia stalinista
forman legiones,
y la mentalidad engañosa que las gobierna es capaz
de inventar nuevas técnicas.
Recordando estas limitaciones, examinemos las cinco fases.
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GUERRA SUBVERSW A Y GUERRA RBVOWCIONARIA
Primera fase.
La
primera fase de
la guerra revolucionaria es de preparación y
puede ser muy larga. Durante este lapso es preciso alcanzar tres
objetivos.
a) Es necesario elegir la ideología que ha de servir de tema
a la guerra revolucionaria. Con este fin, se mantiene en observación
a la sociedad que ha de ser atacada. Los revolucionarios profesionales
adiestrados con este objeto se dedican a descubrir todas las causas
de fricción que pueden existir en esa sociedad. Generalmente se re­
fieren a oposicion.es de clases, razas, y en último término, de reli­
giones.
El análisis de estas «contradicciones internas» se realiza con
el objeto de decidir cuál de ellas será elegida para ser explotada como
tema general de la guerra revolucionaria. En Indochina se adoptó
la ideología del nacionalismo popular-democrático. En Argelia, por
el contrario, los revolucionarios fabricaron un nacionalismo de tipo
occidental absolutamente artificial, sin relación alguna con la realidad
de un país dividido profundamente por razas y religiones que a me­
nudo se muestran muhl.amente hostiles.
b) La segunda tarea es la de adiestrar a los hombres que diri­
girán la guerra, es decir, los revolucionarios profesionales. Estos hom­
bres, destinados a adiestrar
y a dirigir a las masas, deben recibir ins­
trucción sobre los aspectos prácticos e ideológicos de la guerra revo­
lucionaria en todos los niveles. Los candidatos de inteligencia sufi­
ciente
y reclutados en primera instancia por los miembros de la or­
ganización comunista, son llevados a los centros de entrenamiento.
La guerra en Indochina fue dirigida por Ho-Chi-Minh, uno de los
primeros leninistas, que había estudiado en Moscú desde 1923 hasta
1925. En 1930 fundó el partido comunista indochino. Entre 1935
y 1939 extendió la organización del partido a través de todo el pais,
y reclutó y adiestró a sus correligionarios Giap, jefe militar, y Pham
Van Dong, economista. Cuando los acuerdos de Ginebra de 1954
sellaron la victoria de la guerra revolucionaria, estaban coronando, no
una improvisación, sino la labor de veinte años.
277
Fundaci\363n Speiro

MARCEL CLEMENT
e) Una vez elegida la ideología y reclutados los revolucionarios
en cantidad suficiente, es preciso preparar la mente de la población
para los acontecimientos subsiguientes. Tal como en la publicidad
comercial, al comienzo el problema estriba en popularizar la marca
de un
nuevo producto,

en este caso la ideología elegida por parecer
la más apta para despertar a la población. Sin embargo, durante la
primera fase sólo se trata de hacerlo conocer. Para esto se celebran
reuniones, se
publican periódicos,

se urden crónicas que atraen
la
atención. Por todo el país se establecen células de agitadores y pro­
pagandistas. Cuando estos objetivos se han alcanzado, se trama un espectacu­
lar bañó de sangre y . éste señala la iniciación de las actividades revo­
lucionarias,

cuya misión es la de atraer la atención públic.a mundial,
por una parte, y comenzar la agitación y el terrorismo entre la po­
blación, por otra. De aquí que la función esencial de ese derrama-.
miento de sangre, semejante a los que ocurrieron en
Han.oí el

19 de
diciembre de 1949 y en Argelia el ¡_Q de diciembre de 1954, sea
la de «plantear el problema».
Las cuatro fases siguientes de la guerra revolucionaria están de­
dicadas a llevar al problema hasta su solución final.
Segunda fase,
En principio, la segunda fase debería iniciarse inmediatamente
después del hecho espectacular que ha «planteado el problema». Sin
embargo, Mao-Tse-Tung recomienda no iniciar la segunda fase hasta
no haber conseguido un frente
unido entre
las diferentes tendencias
que pueden coexistir para sostener
la misma guerra . revolucionaria.
Esta es una aplicación
es~cta de la estrategia leninista. Lenin se pro­
puso destruir a los mencheviques para evitar divergencias en el cen­
tro director de la estrategia revolucionaria mundial. Uno de los
«errores» del F.L.N. fue el de haber comenzado la guerra revolucio­
naria franca antes de haber unido a las diversas tendencias, especial­
mente al M.N.A., en un solo frente. El resultado fue un intermi­
nable «ajuste de
cuentas» entre
ambos grupos
y la imposibilidad de
lograr una influencia «monolítica» sobre la población.
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Fundaci\363n Speiro

GUERRA SUBVERSW A Y GUERRA REVOLUCIONARIA
Una vez conseguido el fre'nte único, la segunda fase se concibe
esencialmente como un período subversivo. Su objetivo es aumentar y
fortalecer a las fuerzas revolucionarias, extender a través de la po­
blación una -red capaz de controlarla y, simultánemente, neutralizar
a las fuerzas contra-revolucionarias
y paralizar su acción.
El crecimiento de las fuerzas revolucionarias sé realiza de dos
maneras.
a) En primer lugar, los revolucionarios profesionales tratan de
asegurarse cargos de
importancia en
la sociedad cuya desintegración
habrán de provocar. Por supuesto que los que intentan alcanzar esas
posiciones nó son comunistas· conocidos, sino cbrilunistás encubiertos
o
ptogresistas que, a veces,
actúan como anti-comunistas: Sé infiltran
en los servicios públicos, en la prensa, la radio, las universidades y
los grupos religiosos. Sus palabras y declaraciones, que al principio
parecen escandalosas, luego solamente chocantes
y finalmente comu­
nes,

ayudan a demostrar que las verdades más aceptadas en moral,
economía o política, pueden ser puestas en duda. Acostumbran a
la· poblaci6n a aceptar que aunque una pers~n·a no sea · comunista o
revolucionaria, puede actuar o pensar como los cóffiunistas y los revd­
lucionarios sobre este o aquel aspecto táctico, y que finalmente puede
apoyarlos.
b) Simultáneamente, se organiza la propaganda entre los inte­
lectuales: comienza la agitación (manifestaciones, ·huelgas, sabotaje,
etcétera)

en
la clase asalariada y se inicia el terrorismo·, todo lo cual
coincide con el establecimiento de la administración político-adminis­
trativa revolucionaria (P. A. O.) a través de todo
el país. Esta or­
ganización está formada por una red de células destiq.adas a contro­
lar a toda la población
y a convertirse en una barrera entre ésta y la
administración gubernamental oficial.
Los propagandistas se infiltran en las aldeas y «adoctrinan» a la
población. Su propaganda no es necesariamente comunista y declaran
gran respeto a la religión. Pero estos hombres tratan de exacerbar
todas las causas de agravio que la gente pueda tener .contra las auto­
ridades y la administración establecida. Al mismo tiempo, se explayan
sobre el tema nacionalista o popular-democrático que ha sido elegido
como tema de
la ideología· revolucionaria~:t:.Convencen a los que. les
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MAR.GEL CLEMENT
escuchan que hay una fuerza inmensa en proceso de formación y que
harían bien en unirse a ella. Poco a poco se teje una red de simpa­
tizantes1 controlada por la organización político-administrativa.
Junto a este crecimiento de las fuerzas revolucionarias, se pone en
maccba uoa campaña de propaganda destinada a iniciar y luego a
apresurar la desintegración de las estructuras tradicionales. En nues­
tro estudio de
la guerra subversiva hemos mostrado ya el proceso ·
dialéctico

mediante el
cual puede alcanzarse este objetivo. Por ejem­
plo, el objeto es desacreditar, no tanto a
la religión como a los opo­
nentes a la revolución dentro de los círculos religiosos. En forma si­
milar, la actitud dialéctica hacia el Ejército leal consiste en hacer
que el Ejército sea vilipendiado por
algunoo de

sus propios miem­
bros, para hacerlo avergonzarse de su misión anti-revolucionaria. Se
denuncia y ridiculiza todo proyecto que pueda provocar uo
mejoramiento efectivo del nivel de vida, y al mismo tiempo se fo­
menta todo tipo de huelgas y sabotaje ...
¡ Culpando al gobierno exis­
tente de las penurias y miseria que de ellos resulten ! En resumen,
esta operación de desintegración consiste en establecer en la pobla­
ción reflejos condicionados destinados a cubrir de oprobio a todo
lo que sea contra-revolucionario y a considerar glorioso todo lo que
da ímpetu a los revolucionarios. Así se consigue la transferencia si­
cológica de las nociones de bien y mal, mediante manipulaciones de
la sicología colectiva, hasta que todo lo bueno se identifica siempre
con el movimiento revolucionario y todo lo malo con la contra-revo­
lución.
Tercera fase.
Mientras el objetivo de la segunda fase es el de obtener uo di­
vorcio sicológico entre la masa de la población que será conquistada
y el gobierno establecido que .será derrocado, el objetivo específico
de la tercera fase es el establecimiento de una base territorial
dentto
de la cual las fuerzas políticas y militares de la revolución sean los
gobernantes efectivos. Esta acción no debe iniciarse hasta que el objetivo de la segunda
fase ha sido logrado y consolidado mediante
el terrorismo. Por lo
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GUERJIA SUBVERSIVA Y GUERJIA RJ!,VOWCIONARJA
tanto, no sólo deberá haberse producido un divorcio sicológico entre
el pueblo
y la administración, sino que también reinará un ambiente
de violencia en todo el país, ambiente que presagia
la victoria
inevita­
ble de la revolución.
Con este fin se comienza a utilizar el terrorismo_, como ya lo he­
mos visto, desde la iniciación de la segunda fase y se continúa du­
rante la tercera fase. Esta tiende a «controlar» una población colo­
cándola en una permanente situación de miedo, que· elimine de. ella
todo posible dominio de sí misma y,. consiguientemente, toda resis­
tencia deliberada.
La técnica .del terrorismo se b~a esencialmente en el uso comple­
mentario de la agitación, la propaganda
y la organización. En el mé­
todo stalinista, cada una de estas palabras tiene un
significaido preciso
que es necesario tomar en ruenta.
Agitación es el nombre que se da a toda acción destinac!a a causar
emociones colectivas susceptibles de perturbar las relaciones normales
y establecidas de cada ciudadano individual con su ambiente social.
Hay diferentes

formas de agitación. Puede consistir en manifestacio­
nes callejeras,
incen.dio.s espectaculares

o crímenes de diversos tipos.
La propaganda consta de argumentos repetidos metódicamente,
de
factora muy

simple
y que lleva al grupo sometido a ella en forma
inevitable a la conclusión planteada por los expertos en propaganda
y agitación.
Finalmente, la
organización es el agrupamiento de cierto número
de gente en el mismo < sociah>, logrado,
por ejem­
plo, por la propaganda diaria de un período que comunica
reacc~ones
idénticas

a todos sus lectores regulares; o tal vez por un sindicato, o
una asociación juvenil o sociedad femenina, etc.
Estos
tre~ métodoS, agitación,

propaganda
y organización, se com­
plementan

estrechamente en
la guerra revolucionaria. Por ejemplo, la
agitación puede consistir en asesinar a un hombre de una puñalada
y dejar el cuerpo en un lugar público para que sea descubierto allí.
La reacción espontánea del populacho es la de compasión hacia la
víctima. Entonces entra
en· acción
la propaganda. Sobre el cuerpo
aparecerá un papel que dice:
«Así mueren

los traidores.» El impacto
emocional se invierte en forma inmediata. El cadáver inspira indigna-
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MARCEL CLEMENT
ción, porque es el de un traidor. Los que liquidaron al traidor son
considerados héroes. El papel de las diferentes organizaciones revo­
lucionarias es entonces el de explotar al máximo
la emoción colectiva
resultante del mensaje colocado sobre el cuerpo. Reflexionando sobre este ejemplo, llegamos a comprender la importancia del terrorismo en
la guerra revolucionaria.
Mediante el terrorismo, los revolucionarios tratan de aumentar
su autoridad en la tercera fase de la guerra: ejecutan «sentencias» de
«cortes» revolucionarias, recaudan «impuestos», movilizan soldados
y reúnen datos de importancia militar. Y ahora la población compren­
de que ya no se trata sólo de un «movimiento» ideológico, sino de
una verdadera guerra.
¡ Los -revolucionarios hacen justicia! Se organizan juicios espec­
taculares; los secuestros y asesinatos se hacen más frecuentes. Estas
diversas formas de agitación tienen por objeto lanzar una guerra de
nervios contra la población, haciéndola vivir continuamente en una
atmósfera de terror, de manera que la política de «paz a cualquier
precio» parezca cada vez más
deseable. Al
mismo tiempo, la denun­
cia
y ejecución de «traidores» difunde en toda la población un es­
pírihl de sumisión temerosa y la induce a una complicidad sistemá­
tica con los revolucionarios.
¡ Los revolucionarios recaudan impuestos ! SU.s recaudadores van
de casa en casa, o bien, como el F.L.N. lo puso en práctica en la Fran­
cia metropolitana, de obrero en obrero. Como la negativa a pagar el
impuesto equivale a un acto de traición, la recaudación obtiene re­
sultados halagadores debido al ambiente general de terror. Bien pue­
de decir Mao-Tse-Tung q~e la guerra revolucionaria comienza de la
nada: a medida que la guerra progresa, la población que· ha de ser
conquistada financia las necesidades de los conquistadores. Este di­
nero no sólo permite a los revolucionarios pagar a sus agentes, sino
también comprar armas, financiar la organización del
gobierno, la
representación diplomática en el extranjero, etc.
jlos revolucionarios movilizan soldados! Habiendo contribuido
ya con su dinero, las familias se ven obligadas luego a
contribuir con
hijos y esposos a aumentar la fuerza militar del ejército revolucio-
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GUERRA SUBVERSW A Y GUERRA REVOLUCIONARJA
nario. Deben elegir entre la muerte cierta si rehusan, y los peligros
del campo de batalla si acceden. Es más prudente acceder.
Finalmente, los revolucionarios reúnen informaciones de vital im­
portancia. La Organización Político-Administrativa fuerza a la po­
blación a proporcionar toda clase de· datos sobre secretos militares re­
lativos a ubicación de tropas, tráfico caminero o ferroviario, etc.,
para hacer uso de esa información ... y también para comprometer a
la población.
b)
El desarrollo
de estas diversas formas de acción revolucio­
naria es el preludio al objetivo esencial de
la tercera fase: la con­
quista de una base territorial. El fin de los revolucionarios es asegurar
ante todo el control sicológico, luego el administrativo, y finalmente,
el militar de una fracción del territorio nacional en la cual las fuerzas
leales no puedan penetrar. Por pequeña que sea, esta base tiene una
importancia fundamental, pues pronto será
proclama,da República
Nacional Independientt con cierta semblanza de vet(_)similitud.
Durante la guerra revolucionaria en Indochina, la estrategia francesa
· cometió

el error de permitir que los ejércitos del Vietminh tomaran
posesión de un territorio que hubiese sido un valor nulo en una gue­
rra clásica. Esta p06esión permitió a Ho-Chi-Minh establecer su «Go­
bierno» en una fracción del territorio nacional que daba al «Go­
bierno» una

apariencia de realidad material. Este error no se repitió
en la resistencia francesa a
la guerra revolucionaria emprendida por
el F.L.N. en Argelia, y esta organización tuvo que convertirse en
«Gobierno» sin base territorial, y sus miembros debieron trasladarse
continuamente entre
Túnez, Rabat,
El Cairo
y finalmente Ginebra, lo
que no acrecentaba sus posibilidades de ver reconocida su autoridad.
e) La proclamación de la República Nacional Independiente y
el establecimiento del Gobierno de esta Repúbica sobre una base te­
rritorial, por pequeña que sea, permite al nuevo Estado hacer su
aparición en el escenario de
la política internacional, donde la guerra
revolucionaria
alcanza su

victoria final. Teniendo dinero, un ejér­
cito y el control del territorio, el nuevo Gobierno se apresura a ini­
ciar negociaciones para
obténer el
reconocimiento diplomático. Este
reconocimiento se le concede, en cuanto lo permiten las circunstancias
internacionales, ante todo por las Democracias del Pueblo o por los
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MARCEL CLEMENT
países que tienen un gobierno revolucionario nacionalista. También
son reconocidos a veces por los países llamados «neutralistas». En el
caso de los países occidentales, las rivalidades que los han traicionado
tan a menudo se muestran latentes o descubiertas aun en estas cir­
cunstancias. La victoria mayor para el «Gobierno» en la tercera fase
de la guerra revolucionaria es la autorización para trasponer el um­
bral de las Naciones Unidas y ver reconocido ali! su derecho a en­
tablar negociaciones.

Pues este es el concepto de derecho internacional
que
han desarrollado los países modernos: toda organización que de­
cididamente haya demostrado ser capaz de matar en gran escala, será
reconocida, de acuerdo con una posición «realista», como poseedora de
un status jurídico en proporción directa a su crueldad revolucionaria.
Cuarta fase.
La cuarta fase es esencialmente militar. Cuando la base terri­
torial ha sido conquistada,
se ha conseguido la representación diplo­
mática y la población está cOntrolada sicológicamente, se hiCe po­
sible
hacer
entrar en
escena
un ejé"rclto, que si no es tealÍnente tal,
por lo menos resulta una Imitación suficientemente convincente como
para obtener la victoria diplomática de la quinta fase.
a) Durante la cuarta fase, la guerra de guerrillas se extiende
por todo
el territorio. Aumentan los ataques. Los agentes de recluta­
miento enrolan forzosamenté a los soldados para el ejército revolu­
cionario, y esta tarea se hace más y más fácil porque lá campaña de
terrorismo opera con más eficiencia y la victoria de los revoluciona­
rios 'parece cada
vez más

probable. El terrorismo de
la segunda y
tercera fase se convierte ahora en guerra civil. Las tropas revolucio­
narias lanzan ataques contra las fuerzas leales. Debido a la complici­
d•d
de
la población local, que tiene perfecto conocimiento del te­
rreno, estos ataques generalmente tien_en éxito y juegari un pipel si­
cológico.
A medida que el reclutamiento
revolucionario se hace más
rápido y los guerrilleros más numerosos, puede alcanzarse el objetivo
esencial de la cuarta fase: la creación de un ejército regularmente
constituido.
b) La creacióil de este ejército consiste· en un reagrupamiento
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GUERJIA SUBVERSIVA Y GUERJIA REVOLUCIONARIA
de las bandas de guerrilleros en tres escalones, cada uno de los cuales
debe cumplir su propia misión.
El escalón
.local protege a la organización político-administrativa.
La seguridad de ésta
-que anteriormente
dependía principalmente
del terrorismo y del temor colectivo que éste
despertaba~ puede

verse
protegida ahora por fuerzas militantes, y de aquí resulta
una mayor
eficiencia

de
la P.A.O. en su control de la población. Este escalón
local es responsablé también del servicio secreto
y del apoyo logista
al· escalón

regional.
El escalón regional se dedicli a las operaciones verdaderamente
militares,
y es el único que tiene esta misión. Su objetivo es hostigar
a las fuerzas lealistas, crear un ambiente
d~ guerra
civil, y probar a
la nación y al mundo el vasto akance de la acción militar revolucio­
naria. También debe dedicarse a destruir los centros, locales de resis­ tencia, especialmente mediante _la implantación del terrorismo en
las áreas pobladas que hasta ahora han permanecido relativamente
ajenas
a la
propaganda revolucion.aria.
En cuanto al escaj6n nacional del <~Ejército», ,este representa
teóricamente la fuerza de ataque principal. Sólo entra en acción du­
rante la quinta fase, para obligar a las. fuerzas políticas ·contrarias a
entablar negociaciones.
Quinta fase.
Al llegar a esta fase, debemos considerar un país que ha sido
minado por la propaganda subversiva, exhausto de vivir en una at­
mósfera de terror, desmoralizado por la pobreza que resulta de la
inseguridad, y divorciado sicológicamente de un Gobierno que no ha
podido protegerlo de estos males. Día tras día, en lo más íntimo de
sus corazones, aquellos que han sido los más fieles defensores de
la
causa lealista pierden su fe y luego de un período de duda, deciden
unir su suerte a la de . la insurrección~
En el plano internacional, la propaganda concertada · de la estra­
tegia mundial comunista ha exacerbado también la opinión mundial.
Todos los observadores llegan a
la conclusión de que es inútil con­
tinuar
la guerra y que debe procederse a negociar. Y a que · Ios revo­
lucionarios
evidenteµ:iente representan

a
la mayoría de la nación, el
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MARCEL CLEMENT
camino obvio (según esta línea de raciocinio) es admitir las conse­
cuencias pollticas de la situación.
Este es el período elegido por el «gobierno» revolucionario como
el más favorable para lanzar la «contraofensiva general» del Ejército
de Liberación,
tal como lo expresa su propaganda. No necesito decir
que esta maniobra es en realidad una ofensiva o incluso
la mera apa­
riencia de una ofensiva. Los cánones estrictos de la dialéctica exigen,
sin embargo, que esta operación sea una «contraofensiva»,
para,, que
pueda sugerir así que es realmente una victoria de la antítesis sobre
la tesis; una contrapartida victoriosa a una agresión largamente man­
tenida, para que pueda comprenderse en forma implícita que la culpa
recae sobre aquellos que dentro de poco tiempo serán los conquis­ tados, y que la victoria final es la recompensa adecuada al valor y
al espíritu indomable de los buenos.
El mejor ejemplo que puede darse acerca de esta «contra-ofensiva>>
es la batalla que concluyó en Dien-Bien-Phu el 8 de mayo de 1954.
Las
fuerzas fraricesas, atrincheradas en una zona que carecía de ver­
dadero valor estratégico, estaban sitiadas por todas las reservas mili­
tares del ejército revolucionario.
La ocupación de esa posición fue
trasmitida a
la opinión

mundial y aceptada por ésta como el final in­
dudable de las hostilidades. Engaliada por la propaganda subversiva,
la propia opinión pública francesa cayó en
el letargo de una capi­
tulación espiritual que dio por resultado un tratado abominable fir­
mado el 2 de julio siguiente. Cuando todo hubo concluido, los comu­
nistas establecieron una democracia del pueblo sobre la mitad del
país, como ya lo
habían· hecho

en Berlín y en Corea. Y así Indochina
del Norte se convirtió en un Estado comunista,
tal como Berlín Orien­
tal y Corea. Por este Tratado, millones de hombres, tres millones de
ellos católicos, no sólo fueron abandonados, sino entregados al más
inhumano de los colonialismos y a la más espantosa esclavitud que ha
conocido el mundo. Los que duden de este veredicto, consideren que
en unos pocos meses siguientes 950.000 católicos dejaron sus hoga­
res, las tumbas de sus antepasados y sus arrozales, para huir en largas
columnas al Sur de Indochina. La guerra revolucionaria había termi­
nado victoriosamente ante la incomprensión universal de los verda­
deros valores en juego y
el consentimiento de la mayor parte de la
especie humana.
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