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Número 113

Serie XII

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Marcel Clément, Cristo y la Revolución

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Marcel Clkment: CRISTO Y LA REVOLUCION (*)
En el mismo año de su publicación en Francia, aparece en España
la traducción del libro de Marcel Clément Le Christ et la Révolution.
La postnra que se observa en parte de los miembros de la Iglesia
católica, según la cual ésta tiep.e que .a.cercarse al socialis.1110 y a la
Revolución para integrarse en ellos -incluso a veces colocándose
delante, como ha señalado
Marce! de
Corte- es lo que se analiza
en este libro.
Señala Marce! Clément, la negación de
la fe que entraña la amal­
gama Evangelio-Revolución, esa amalgama: que, defendida por ciertos
organismos se pertenecientes

a
la Iglesia, constituye una verdadera violencia moral
para la .conciencia de los católicos, que ven cómo desde el mismo
interior de la Iglesia, no sólo deja de ser rechazable lo que unáni­
memente ayer se condenó, sino que hoy, con una alegría entre in­
consciente
y ffialsana, quieren convertir en el único modo dC cumplir
las
enseñanzas
y la doctrina de Cristo.
Parte
el autor -para analizar este < curnentos

recientes
- observa en_ mayor o _menor medida esa amalgama: el sinodal sobre
la justicia en el mundo, el de la Federación protestante de Francia,
titulado Iglesia
y poder, y el del texto redactado por la comisión Jus­
ticia
y Paz de la Iglesia española con ocasión del «Día Mundial de
la Paz».
Documentos que tienen en
.común, indka Marcel Clément, su
tono

que
«no refleja
el espíritu del Vaticano 11. La actitud de la
denuncia -la palabra se repite como un
leimotiv~ ha

sustituido a
la confianza
y a la corrección paterna>>-; su tesis, que «con matices y
perspectivas. diversas,

refleja indudablemente una orientación común:
· un

rechazo global del régimen basado en la propiedad privada de
los bienes de producción identificado con el materialismo» ;
la parte
más
ac~rada_ de

los
text?5 que

«insinua o explicita una condena del
(_*) __ Unión Editorial, Madrid, 1972, 168 págs.
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régimen de propiedad privada de los medios de producción en nom­
bre del Evangelio».
Este «viraje estratégico», «en un tie~po en que la amalgama de_ las
palabras «Jesús-Revolución>> se ha hecho cotidiana>>, llevan al autor
a plantearse siete preguotas que son objeto de estudio en otros
tan­
tos capítulos.
El mensaje social implicado en el Evangelio, y no en meros tex­
tos yuxtapuestos como hacen Harvey Cox o Pierre· Bigo, recuerda
Marce! Clément,

no es otro que
la liberadón espiritual, la liberación
del pecado y la Redención. Su contenido social «se nos presenta como
la consecuencia de
la vida interior de los discípulos de Cristo».
No hay, en cambio, en el Evangelio un mensaje social segón el
cual la liberación de Jesús consiste en la salvación histórica realizada
mediante la reforma de las estructuras a través de la comunidad
eclesial.
Esta liberación por el cambio de estructuras es una liberación equí­
voca; incompatible con
la fe cristiana. Esta «Iíberación integral» tan
común en los modernos escritos «proféticos» o socialistas, comenzó
en lo político con Rousseau, en
lo económico con Marx, en lo sexual
con Marcuse, hasta llegar con Lanzman a afirmar que el hombre es
su propio fin.
«Liberación integral», en nombre de la cual se niega el derecho
natural ; con ella, «la Redención de Cristo y la infusión de la gracia
en la naturaleza humana se considera ( ... ) como una liberación de ·
las estructuras sociales basadas en el derecho natural».
Este sentido de la liberación, segón el
cual se rechaza la puesta
en práctica de la doctrina social de la Iglesia, basada en el orden
ínsito en la naturaleza, nos dice el autor, es incompatible con el Evan­
gelio ; no sólo lo ignora, sino que lo destruye.
Los ejemplos
qué señala

Marce! Clément no dejan duda sobre
la tendencia de ciertos seglares o sacerdotes militantes, en presentar
el Evangelio de modo que sea imposible pensar en él, sin pensar tam~
bién en la «liberación del hombre» en un sentido equívoco, por el
que se llega al ensamblaje Evangelio-Revolución. Ensamblaje que tie­
ne los caracteres de ser concertante, carecer de fundamento doctrinal,
ser

equívoco, no definir sino insinuar
y ejercer una violencia moral.
Señala más adelante que esa presentación de los Evangelios con
un contenido de «liberación temporal» equívoca
y socialista, no sólo
no viene implicado por la fe, ni que ésta lo autoriza, sino que tal
presentacióo destruye la fe, así como que la autoridad del Magisterio
pontificio, incluidó Pablo VI, no avalan ese ensamblaje, que cons­
tituye una violación de la conciencia y que terminará con la libertad
política.
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
La demagogia religiosa, la peor de todas, dice el autor, según la
cual
«el compromiso
de la Iglesia eo
la política acabará posibili!"':'do
la realización «en la tierra» ( ... ) de un mundo en el que toda m¡us•
ticia

será eliminada ( ... ) , puede hacer nacer en
las almas rectas espe­
ranzas tan locas como vanas» que hará que inevitablemente se vuelvan
contra la fe.
Porque «la justicia que Jesús trajo a la tierra es la reconciliación
del hombre con Dios. La reconciliación del hombre con el hombre
no puede ser más que la consecuencia». De lo que se prescinde al
pretender reducir la religión a nn mero instrumento para realizar el
utópico paraíso en la tierra; con ello queda Dios en segundo plano
y consecuentemente se acaba por desterrarlo.
Se invierte el Evangelio, señala Marce! Clément, de tal modo que
la justicia social, exterior, se convierte en condición de autenticidad
y de credibilidad para la justicia espiritual, interna. Esta inversión
les lleva a preguntarse sobre la justicia de la propiedad privada. Pero
en este punto, rechazándola de una manera encubierta, el
«vir~je es­
tratégico» «se roza con la incoherencia», porque no cabe dudar en
la doctrina pontificia sobre la necesidad de la propiedad.
Para in_troducir la duda en las conciencias que les lleve a rechazar
la propiedad privada, presentan el panorama ante la sola disyuntiva
del capitalismo opresor o del socialismo liberador, pero como señala
Marce! Clément, eso es falso porque frente a esas dos posiciones
se
encuentra el cumplimiento del orden natural, la propiedad privada
que no se confunde con ese capitalismo.
Continua señalando que el socialismo es «la más seria tentación
para el cristiano, la que más amenaza su fe»; algunos se van dejanqo
seducir por él y trabajan en la construcción -totalmente utópica, por
supuesto- de un socialismo de «rostro humano». Trabajo incompa­
tible con su condición de cristianos, porque el socialismo y la fe
cristiana son contradictorios y lo serán siempre~ por lo que hacerse
socialistas para predicar el Evangelio, es renunciar a predicar la doc­
trina católica, convirtiéndola en una religión terrena
y material, en
la que Dios, la Redención y la salvación eterna quedan relegados al
olvido, sacrificando la verdadera doctrina de salvación
y liberación
espiritual, en una acción práctica que instale el paraiso en la tierra
a

base de
la colectivización.
El socialismo es esencialmente de rostro inhumano, señala;
y en
cuanto a la posibilidad de un
socialismo de

rostro cristiano, es total­
mente inadmisible, porque el socialismo, al quererlo compaginar con
la fe, no hace otra cosa que aniquilarla.
Analiza después el totalitarismo, indicando
la -neéesidad de

se­
parar los tres poderes, político, económico
·y cultural, si no se quiere
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· INFORMACION BIBLIOGRAFICA
caer en el más absoluto de los totalitarismos ; separación necesaria
para que la sociedad sea y se desarrolle conforme a los mandatos de
Dios
y a la naturaleza del hombre.
«En la época actual, bajo la amenaza del socialismo, es Is ab­
sorción por el Estado de la propiedad privada
y de la libertad de
pensamiento de las familias la que aparece, en el horizonte, como la
técnica del totalitarismo, y, por consiguiente, de la esclavitud».
Libro breve y claro, cuya lectura y difusión recomendamos, sobre
todo útil para los no convencidos, pues sirve para abrir los ojos de
quienes, alcanzados por la marea socializante, aún están en condicio­
nes de darse cuenta, cuando se les expone, de la radical oposición del socialismo a Dios, a
la Iglesia y a la naturaleza humana.
ESTANISLAO CANTERO.
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