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Número 126-127

Serie XIII

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«Liberación» y «salvación»

"LIBERACION" Y "SAL VACION"
SU V]¡:RDADERO SENTIDO Y SU DffiECCION EQUIVOCADA
La "liberación", nuevo mito.
«Algunos, además, llegan a padecer y a predicar la fascinación 11de la violencia, nuevo mito que se presenta a la inquieta conciencia
"moderna: Dicho mito es

la
«pologia del
hecho
consumado, de
la
«li­
" beración», que no siempre es interpretación de

la
libertad evangélica "que nace

de la
verdad y de la caridad (Jn. 8,32; cfr. Gal. 4,31; Rom. "1,21; Sant. 1,25), y por otra parte, difícil de guardar (cfr. I Pt, 2,16;
"Gal. 5,13); pero 'frecuentemente es eufemismo que cubre métodos
"de.rtructores; e.rta fascinación además se hunde a veces en el mi-me­
JJtismo de las sociologías acristianas, únicas que se !Consideran efica­,, ces, con ciega confianza y sin previsi6n de las conclusiones a que 11conduce; no resiste la seducción del socitdismo, interpretado por 11 algunos como renovación JOcial y so_ciabilidad renovadora1 pe,ro con nt!tilización de ideas, de sentimientos que a veces no son cristi;lnos, 110 }son anticristianos: Luchas sistemáticas de clas.es1 odio y subversi6n, "psicología materialista que contagia la llamada .sociedad de consumo.»
PAULO VI: Alocución al' Sacro Colegio Carde­
nalicio que acudió a felicitarle con motivo de
su onomástica: (23-6-72) (texto italiano en «O. R», 24 de junio; traducción de Ecclesia num. 1.599
del sábado 8 de julio de 1972).
La Teología de "la liberación", sus peligros y su ex-tensión a
métodos y campos ajenos a la competencia de la teología.
« ... hoy se habla mucho, el tema de la teología de la liberación del "hombre. Liberación c"de qué? De todo.r JUJ maleJ, recodando 1iem­
"pre el más grave y fatal, el pecado, con toda la disciplina religiosa "y moral relativa a esta liberación; y después la liberación de mu­
"ch os males, y dolores y apuro.s inmen.ro.s que afligen a una gran
"parte de la Humanidad, que sufre por
tantas causas, especialmente
"por la

pobreza
y por sus mS,eras y deplorables condiciones sociales.
Fundaci\363n Speiro

»Estamos de acu.,.do. Es todo lo que la Iglesia, en su timbito,
"está realizando para hacer operante esta teología, que es la teología
"siemp,re nueva y siempre viva de la caridad. Pero después, acaso,·
"esta teología-se haga discutible tanto

en el
análisis y en la impu­
"tación categórica
de las causas

como
en la impulsiva propuesta -de
"remedios, que podrían demostrarse inadecuados y acaso también
"pMjudiciales para el fin y para nosotros roza métodos y campos
"ajenos a nuestra competencia.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles 16 de agosto de 1972 ( «O. R.» del
17-18 de agosto de 1972; original italiano; tra­
ducción de Bcclesia núm. 1.607 del 2 septiembre).
La "llamada '~revolución liberadora" de criterio unilateral,
parcial e inexacto, que puede llevamos a situaciones aún
menos justas y estable&.
«Se estima que la Iglesia y la Santa Sede, en la medida en que
"apoyan iniciativas tendentes a pacificar los

estados de
tensión o a
"curar
las llagas social-es, en la

medida en que
favorecen el término
11de.los conflictos actuales o tratan de prevenM' otros1 hacen el fuego
"de
la «conservación», impiden o retrasan el día de

la revolución
li-
11beradora, que algunos no dudan en propone1' como el es_quema que
"responde a la madurez de los tiempos, a las aspiraciones de los
"pueblos
-sobre todo de los
pueblos
oprimidos-e
incluso se
"añade, a la visión cristiana de la historia, para lo que se trata de
"buscar demostraciones y p,ruebas, incluso de orden teológico.
»Frente
a críticas

de este
género, la primera consideración que
"surge en nuestro esptlTitu es

que
a/,gunos radicalismos no solamente
"son, con

mucha
frecuencia, inexactos

e
injustos, por
su
forma par­
"cial
o unilateral de iuzgar la realidad y las responsabilidades que
"responde a

la
misma, sino

que
son, por añadidura, peligrosos, tanto
"por
lo que desearían ver reaüzado como

por lo que no quieren
ver
' 1realizado o cuya
1'e4ización tratan de impedir. En otros términos,
"empujando a

trastornos radicales -que están
lejos, con reiterada
"frecuencia,
de respetar las fronteras de lo lícito- no está excluido
"el que

se llegue a
situaciones menos fustas y menos

estables que
"aquellas que se han quMido modificar.»
576
}:'AULO VI: -Alocución al Cuerpo Diplomático
acreditado ante la Sede («O. R.», 13-1-74; origi­
nal francés, traducción de Bcclesia núm. 1.677
del 2 de febrero).
Fundaci\363n Speiro

Mientras nos proclamamos lihres, sin gran hmnildad y forta•
leza
y sin aynda del Señor, es cuando la opinión púhHca se
apodera de nuestra autonomía y somos víctimas del respeto
humano_.
« ... la actitud coherente, constante y va/,erosa de la Pf'ofesión cris­
JJtiana,
es dech, del apo,rtolado, ha estado siempre acechada e_n nues­
"tro complejo ser humano por muchas formas de debüúlad rena­
"ciente y engañosa. Él cristiano, especialmente el apóstol, está obli­
JJgado a ser fuerte y val-iente, a ser franco y lib,e, como cor,responde
"a la persona que sigue a Cristo (cfr. Hechos, 4, 20; Le., 12, 18-12, 11etcétera). En crnnbio,. existe siempre, e incluso en los más comprome­
"túlos ( pensamos -¡ ay!- en Pedro, que neg6 gravemente del
"Maestro en la

hora
critica de su Pasión), una debilidad incurable
"sin

gran
humildad y fortaleza por el lado subjetivo, y sin ayuda del
"Señor

por
parte ,objetiva, cuya debilidad hace deslizarse qon fre­
u cuencia insensiblemente nuestra personalidad en aquel campo mag­
"nético circunstante y asfixiante, que se llama el respeto humano, el
JJconformismo1con el ambiente, el temor paralizante del juicio ajeno,
"de
la ironía ajena y de la prensa ajena.
»Recordábamos en
estos días la

observación de
Paical sobre
la
"opini6n pública, ,que deteriora la fuerza (Pensée, n. 303). Y hoy, 11mientras esta atmósfera .pública se apodera de la autonomía perso­
JJna/,,
debemos recordar cuán expuestos estamos ,a descargarnos de la
nllamada 1exterior de la Iglesia y de la interior de la conciencia para
"la observancia
del

compromiso
cristiano. Nos proclamamos Ubres,
"y con frecuencia, y víctimas del respeto humano, lo somos muy
"poco. Además, una iforma, que
hoy

se ha
convertido en moda, in­
,,
cluso en la profesión cristiana, la

contestación habitual,
y frecuen­
"temente
deletérea y a

veces
despreocupada, hace desviar fuera del 11 cauce de la caridad e incluso algunas veces del cauce de la verdad
"muchas hermosas enet"gías, que deberían-servU' para el a,postolado 11constructivo.
»La actitud
de la costumbre con-Jesttttar.i,a, que caracteriza hoy,
"desgraciadamente,

no pocas
iniciativas1 es 1una falsificación del apos­
"tolado
(

cfr. I Tim., 6, 20; II Tim., 2, 14
ss.). Querríamos que de
"verdad
el Espíritu, del

que se dicen
guiados, acaso para sustraerse
"de
la armonía de la

comunión eclesial
y de la obediencia de vida 11a quien es ministro de la autoridad, les devolviesen el honor de su
JJfunci6n estimuktnte para una auténtica renovación eclesial y social,
,,
Fundaci\363n Speiro

"y para la verdadera caridad de la comuni6n propia del genio cris­
"tiano.»
PAULO VI: Alocuci6n en la audiencia general
del 24 de mayo de 1972 («O. R.», 25-5-72; origi­
nal 'italiano, traducción de Ecclesia ·núm. l.'.59'.5
del 10 de junio).
La pretendida "liberación'·' ideológica de toda norma moral,
llevaría a un desorden
que sería la manera más segura para
provocar
un régimen
dictatorial.
« ... a esta incertidumbre, según decíamos constitucional, del hom­
" bre frente a su propia fun.ionalidad operativa, se añade hoy otra
"incertidumbre muy grl1Ve, la

ideol6gica,
que·pone en duda toda nor­
"ma moralJ insinuando en muchas gentes de nuestro tiempo la per­
"suasi6n de que todas las reglas que hasta ahora presidian la común
"actividad, son

discutibles,
insostenibles incluso; y pueden y deben
· "ser cambiadas. Ha

llegado el tiempo de la
«libera.i6n», entendida
"en sentido radical,, que declara caduco todo el complejo de leyes,
"de
derechos ajenos y de deberes propios, y que trata de inaugurar
''un nuevo estilo de vida que destruya el precedente ( eso es la infa­
"tuación revolucionaria), y se proponen instaurar ·un orden ( o mejor,
"un desorden), en que cada uno hace lo que le parece y le place, qui­
"zá ·sin darse cuenta de que ésta es la manera más segu,ra pa,ra pro­
"vocar un
régimen dictatorial .. (Ya lo hacía observar agudamente
"Tácito: «Ut auctoritatem evertant, libertatem praetendunt1• cum
"everterint,
libertatem ipsam aggrediuntur».)
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles 30 de agosto de 1972 («O.
R.», 31
agosto

de
1972; 1 original italiano, traducción de
Eccle.sia núm. 1.609 del 16 de septiembre).
No es posible la "liberación" humana de las normas absolutas
del bien y el mal, incompatibles con la llamada "moral per­
misiva".
«Compromiso moral: Pero una primera obje.i6n nos invita por
"ahora a

una
sencilla observa.i6n como respuesta. Objeci6n: ¿No
"ha venido acaso Cristo para liberarnos? ¿C6mo

puede
proponerse la 1'vida cristiana como un compromiso mayor y nuevo? Aquí sería ne­
"cesaria una amplia lecci6n ( cfr., Car. G. Colombo, Para la libera-
578
Fundaci\363n Speiro

"ción del hombre. Rusconi, Ed., 1972), mejor dicho, amplísima, ya
que esta palabra «liberación» se ha convertido, en gran escala, en
"casi mágica, casi en un descubrimiento seduct01' que dispensa
al
"hombre moderno de todo escrúpulo y le autoriza a vivir según la
"espontaneidad de sus instintos, de sus pasiones, de su conciencia pu,­
"ramente psicológica, en la errónea y aca,o fatal ilusión de que li­
,, berar
la propia conducta de toda autoridad, de toda prohibición, de
"toda inhibición, es el mejor medio para hacer la

vida
fácil y feliz.
»No ,es así, El Señor, en la economía de nuevo Testamento, ha
"liberado ciertamente al hombre de la observancia preceptista del
'1antiguo Testamento
(cfr., Mateo, 12, 1-8; Marc., 2,27), pero ha per­
"feccionado algunos preceptos morales de la antigua ley ( cfr., dis­
"curso de la montaña, Mat., 5, 17), y conservado los de la ley natural,
"del

decálogo ( cfr., Rom., 2,14, ss.), ha
introducido dos principales in­
"novaciones perfeaivas en la doctrina normativa de la vida humana:
n1,a primera ha consistido en hacer verdaderamente interior el acto
"moral y en introdudr en el corazón, es decir, en la conciencia del
"hombre, la verdadera obse,vancia del bien ( cfr., Mat., 15,11,-Luc.,
JJJB,10, ss.; Marc., 7,6),· la segunda ha concentrado en el amor de
"Dios y al prójimo «toda la ley y los profeta,» (Mat., 22,40); es decir, 11hacie?Jdo del amor, que se da así, hasta el sacrificio, el principio
"fundamental y fecundo de la ley universal· de la moralidad humana
"(
cfr.,
Juan, 13,35;

15,13; Mat., 25, 31,
u.).
»Todo

esto nos hace
pensar. Pensar has,a qué punto está fuera
"de camino la así llaniada «moralidad permisUJa», es. dedr, la libe­
"ración de

la conducta
humana de las normas absolutas

del
bien y
"del mal; cuán incompleta es .una no'fma subjetiva sugerida solame-n­
"te
por
la conciencia
psicol6gica, separada-. de la otra moral, es deéir,
"de la guiada por la ley de Dios y por el magisterio autorizado, que 1'la ,propone; y, finalmente, en cambio, c11án: hermosa, alegre y fuerte
"es una vida que hace del deber su norma, y el deber procede de
"la luz

y del compromiso
bautismal.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles 8 de mayo de 1974 ( original
ita­
liano, «O. R.», 9 de niayo de 1974; traducción
de
Be.le.ria núm.
1.692 del 2S de mayo).
El equívoco frenesí de lih~ración por la aplicación pragmática
de la ciencia.
« ... es ya ·común la experiencia de la irreligiosidad, que se ha en­
,,señoreado de no pocas naciones, de no pocas escuelas de pensa­
,,miento,
de
no pocos fenómenos
soci"ales del hombre moderno,
Dios
579
Fundaci\363n Speiro

"no está de moda, Nuest,ra visión de la realidad queda deslumbrada
"por el esplendor y el interés de la ciencia, cuya· a,plicación pragmá­
"tiéa produce, ciertamente, resultados sorprendentes, pero CMga la
"vida de riquezas incalculables y disputadísimas, ct>paces de empu­
" iar y de ·dwidir a los hombres en una lucha continua y en un equl­
"voco frenesí de liberación; no

existe
tranquilidad de espíritu para
"situar nuestra conciencia ante principios
estables _y superiores «sub
JJspecie ·aeternitatir'?, sino que todo· queda reducido a las dimensio­
"nes del tiempo, es decir, de la relatwidad contingente y móvil de
"la Historia, que, como

el
Saturno mítico, engendra y ·devora a sus
"hijos.» ·
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles 23 de mayo de 1973 («O. R.», 24-5-
73; original italiano; traducción de Ecclesia nú­
mero i.644 del 2 de junio).
La -verdadera teología ,de la "liberación" es la de la caridad
que no
se logrará con

la "revolución". ni haciéndonos ex­
olavos de

"mito" alguno, cualquiera que
sea su carga afec­
tiva.
« ... estáis cada vez más enfrentados a una larga esperanza de «li-
11beraci6n»,
que recU1're con frecuencia a la «revoluci6n», a veces a 11
la «violencia», ·af menos a los «medios fuertes», que parecen los
"únicos eficaces para conseguir esta

liberación. Aquí, el
cristiano,
"sobre.
todo -el sacerdote y el militante, deben hacer labor de ·discer-
11nimiento,'
deben seguir siendo hombres libres, que

no
sean esclavos
"de mito a/,guno, aunque estuviese caracterizado por una gran carga
"afectwa.
Deben ve, lejos y profundo. No

negamos la
necesidad de
"una liheraci6n, pero debe ser la liberaci6n de todos los sufrimientos
"y de todos los males, incluidos el pecado, el odio,- el ·egoísmo.»
"
«Ya lo di¡imor en nuest,ra alocución del 16 de agorto último:
"«¿Qué no

ha hecho la Iglesia
en su
campo
para que
esta
teología
"(de

la liberación), que es la teología de
la caridad, siempre

nueva
"y siempre vi-va, sea eficaz?» ( cfr. _«L'Osservatore Romano.», edici6n
'semanal en lengua francesa,
25

de agosto de 1972, pdg. 8), Existen
"cambios,
y a veces demasiado radicales, que hay que imprimir a las
"estructU1'as, pero existen.medios~que los cristianos no deberá"n hacer
"suyos. E/fin no ¡ustifica
los medios; algunos de

ellos
llevan en sí
"mismos -tenemos

ejemplos
recientes de

ello-
una inhumanidad
"que no
puede

sino
demorar el advenimiento de la sociedad justa
580
Fundaci\363n Speiro

,, que se !desea construW,· tal.es medios son,,-en todo caso, contrarios
"al apostolado y al ministerio cat6lico.»
PAULO N: Alocución a los participantes en el
coloquio
europeo de pastoral del mundo del tra­
bajo (12-10-72) («O. R.», 13-10-72); original francés;
traducción de Ecclesia núm. 1.616 del 4
de noviembre) .
En qué-consiste la verdadera "salvación".
«La relación entre el misterio pascual, que Cristo celebró con su 11Pasi6n, su muerte y :su Resurrección, y el sacramento de nuestro
"bautismo nos es enseñada por San Pablo

con
:Palabras clarísimas en
"el

célebre
pasaje de

la
Carta a los Romanos: «¿Ignoráis acaso que
"cuantos

hemos
sido bautizados en Cristo Jesús

fuimos bautizados
para
"participar en
su muerte? Con

El hemos
sido sepultados
en el
bau­
"tismo,
para participar en su muerte, para que, como.

El
resucitó de
'1ent1'e los muertos ·por la gloria del Padre,
así también nosotros vi­
"vamos una ·vida nueva.

Porque, si hemos
sido injertados en El

por
"la semejanza de su muerte, 'también lo seremos por la de su Re-
1'sU1"recci6n. Pues sabemos que· nuestro

hombre viejo
ha· sido cruci­
"ficado, para que fuera destruido el cuerpo del pecado y ya no
"sirvamos al

pecado ... Así,
pues, haced

cuenta de que
estáis muertos
"al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús» (6-11).
»Esta es
una fuente de

doctrina: Sobre
la salvación traída por
"Cristo a

la
Humanidad, y c6mo se hizo, Es, a saber, mediante el
"misterio pascual,·

sobre la antropología
enseñada por
el
cristianismo,
nes decú-,
sobre

el pecado
original; ·sobre
la acción
sacramental sal­
"vífica, derivada

del mismo
misterio pascual; sobre
los efectos del
"bautismo, como
purificaci6n del pecado y devoluci6n

del
bautizado
"a
la

gracia
divinaJ que quiere decir a

una
misteriosa, pero real par­
"ticipación

de nuestra vida
natMal a
la
vida divina, sobrenatural;
11 con
las consecuencias que

se
derivan de un hecho tan extraordina­
"rio, especialmente para nuestro destino
escatológico, es dedr, más
"allá de la muerte temporal,, para la eternidad, pero, desde ahora,
"para nuestra

comunión vital con
Cristo, nuestra
Cabeza, del
que nos
"convertimos en miembros de

su Cuerpo Místico, que es
la Iglesia,
"con el compromiso
por nuestra parte, mediante la ayuda divina y
"el apoyo de la Iglesia misma, de. ser

«hombres nuevos» (
cfr. Efes.,
"4, 24), en la mentalidad (

cfr.
Rom.1 12, 2), en las costumbres, en
581
Fundaci\363n Speiro

"el estilo de vúla, y especúdmente en la caridad fraterna (1, Jn.,
"3, 13).»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles 17 de abril de 1974 (original ita­
liano
(<<Ü. R.», 18-4-74; traducción de Ecclesia
número 1.689 del 4 de mayo).
Dios no es una alienación para el hombre.
« ... queremos confiar a vuestra inteligente meditación 'Y a la pro­
"funda reflexión de todos un inter,rogante que brota -a veces de
"una manera terriblBmnte gigantesca--de tantos acontecimientos an­
"gustiosos de los cual-es ·nos toca ser e1pectadores y participantes. ¿Pue­
" de en verdad, y honestamente, el hombre moderno alimentar la
"convicción

de que Dios
representa para nosotros una «aUenación»?
"¿Solamente sin Dios

es posible aquella
plenitud de libertad y de
"responsabüúlad que permitiría emprender con buen éxito la «cons­
"tf'ucción» del mundo y de la historia? c"No deberemos reconocer más
"bien que, precisamente por la falta y por la negación de Dios
"-Fundamento del ser, de la verdad, de

la
moralúlad ,de
todos los
"va/,ores-, el hombre se «altera» en su propio equilibrio esencial
"para precipitarse en el

egoísmo
inhumano, en la dureza de

la tec­
"nocracia, de la o,frresi6n, o acabando prisionero en una negación
"total y absurda? Recordemos hoy, fiesta de S.,an Agustín, sus cono­
"cidas palabras, dfflgidas a Dios:

«Nos hiciste
para Ti, y nuestro
11.cóf'azón
está inquieto mientras no

descanse
en Ti» (Conf.,

1, l).»
PAULO VI: Discurso a los graduados de acción
católica italiana (texto italiano en «L'Osservatore
Romano» del 4 de septiembre de 1968; texto en castellano:
Ecclesia núm. 1.407, sábado 14 de
septiembre de 1968).
El evangelio jamás ha prometido el paraíso en esta tierra de
ciertas ideologías engañosas o de
utopías falaces.
«Ciertamente, el Evangelio }amá.r ha prometúlo el paraíso sobre
"la tierra de ciertas úleologias engañosas o

de
utopías falaces.
Y el
"no oculta en modo alguno los
enfrentamientos mortales

que destro­
"zarán a

los hombres
hasta los últimos días (cfr.

Mt., 24, 7-13). Pero
582
Fundaci\363n Speiro

"nos comi;romete desde ahora a actuar de acuerdo con el esp;.,.itu de "las Bienaventuranzas.»·
Carta del -Carden_al Juan Villot, como Secretari_o de Estad(), eri nombre del Papa a fa LVIII sema­na social de Francia ( 3 de julio de 1971; texto francés, traducción de Ecclesia núm. 1.550 del 17
de julio).
La fidelidad cristiana frente a la sugestión y seducción de las
corrientes
equivocadas de

pensamiento
y para lograr la ve:,dadera libertad interior.
«De esta
coherencia entre la fe y la vida, entre el pensamiento "cristiano y la acción práctica, entre la firmeza y la fecundidad de "los principios tomados del Evangelio y la orientación lineal de la "conducta, es decir, de la fidelidad cristiana, nacen muchas cosas
"buenas y generosas, de las que hoy particularmente tiene necesidad
"la Iglesia
y, con ella, todos sus hijos; comenzando por la inmunidad "y por la sabiduría critica hacia la sugestión y hacia la seducción
"de las corrientes equivocadas de pensamiento y de-costumbres hoy
"en
boga,

o
sea, hacia los conformismos ilógicos, pero útiles para "éxitos precarios; y después para llegar a la verdadera libertad inte­"rior de los hombres firmes en su conciencia y en su carácter, como "igualmente al valor del testimonio militante y misionero y a la "constancia y al gusto de la lealtad hacia Cristo y hacia la comunidad "en el generoso y sufrido cumplimiento de las p,ropias promesas al "amor siempre urgente de Cristo ( cfr., II Cor., 5, 14).»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
deJ miércoles

11 de octubre
de 1972
(
«O. R .. », 12 de octubre· de 1972; original italiano; tr<1ducdón de Ectlesia núm. 1.615 del .28 de octubre).
El designio divino sobre la "salvación" del :n~undo debe reatl­
zarse,
por
el apootolado,
por la difusión de
la
fe. No por
la moda de la
''"contestación", ni

por
pbiraJis.mo más allá de

la legítima
libertad promovida por

la
únioa fe,
ni ali­
mentada por la
crítica, la

duda ni la
desobediencia.
« ... el apostolado es una de las necesidades esenciales y primarias
"de /a Iglesia, pero hoy más que nunca. En primer lugar, porque
"siempre ha sido así. Las palabras terminantes
del Evangelio no cesan "de dejarse oh' a lo largo de los si/5los, a cuantos tienen la suerte,
"como cristianos,
de percibir su eco, todavía poderoso e imperativo:
583
Fundaci\363n Speiro

"«Id y enseñad a todas gentes ... » (Mt. 28, 19). En segundo lugar,
"porque
el desarrollo hist6rico

de la
humanidad demuestra con evi­
"dencia dramática, a quien
sabe captarlo, las .tribulaciones del espí­
"ritu humano comprómetido,
·tal vez hasta el fanatismo,. en bOt'rttr
"todo sentido
religioso

( estamos en
la época del secularismo y del
'_'ateismo, antirfeligioso y anticristiano y anticlerical), e inmediata­
"mente atormentado por la escasez y por el hambre, que se produ­
,,
cen en el mismo esp/,ritu humano, del a/,imento que por

si solo lo
"hace vivir plenamente, la fe en la pdabra de Dios ( cfr. Mt., 3, 4).
"Digamos sencillamente: hoy, más que nunca, y justamente en fu~
"ci6n
de

su
p-,-ogreso, el

hombre,
sépalo o no, tiene httm~re de Cristo.
"Y
entonces

nos preguntamos: ¿Quién puede
y de qué forma llevar
"a/, hombre
de

nuestro
tiempo el contacto vita/, con Cristo?
»Aquí
se sitúa, como

el
·descubrimiento de una clave explicativa
"del designio divino
sobre la salvaci6n del mundo, la necesidad del
"medio humano .entre Dios, entre Cristo., entre el Bvangplio y el
"hombre a salvar. La gran economía religiosa de la salvación supone
,.,.y exige una red intermediaria, un ministerio, una transmisión 01'­
"ganizada y autorizada de hombre a hombre. El «Kerygma», es decir,
"el mensaje evangélico, exige un apóstol, es decir, un enviado, un
"misionero. La comunicación de ¡Dios al hombre puede ser directa;
"el Espíritu
de

Dios
puede der,ramarse sin trámite alguno/ pero no
"es
éste

el
procedimiento ordinario escogido por Dios para reve'lar
"el
Reino sob,renatural que

El
abre; como un convite ( cfr. Le., 14,
"16; Mt., 22, 2) a cada uno de los hombres y a toda la humanidad ...
"
«Un cristiano, si es de verdad cat6lico, debe ser hoy un apóstol:
"con
la

oración, con el
ejemplo, con
la
oblaci6n, con
el
sufrimiento,
"con
la actividad, con

la
disciplina, Con la orgañización. Un

estado
"de tensión

en
.el esfuerzo difusor

de la fe es el
deber de esta hora,
"c,itica y decisiva, grande y propicia, de todo miembro del Cuerpo
"Místico
de Cristo. ¿Por

qué,
en cambio, tanta atonía? ¿Tanta dis­
"minución
de

vocaciones?
¿Tanta dispersión
de
fuerzas 'en actividades
"particulares
y efímeras? c·Tanta supina aquiescenda a la moda de
"la contestaci6n? ¿Tanto interés por

el capricho
de las divisiones y
"de las rivalidade_s incluso entre muchos que trabajan en ins#tuciones
"inspiradas
por
sentimientos
cristianos? ¿Tanta apología de un plu­
"ralismo, que
llega

más allá de la
legítima libertad promovida por
"la
misma y única fe, y alimenta la crítica, la duda, la desobedien­
"cia? Que no sea esta nuestra actitud.>>
584
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del
miércoles 18 de octubre de 1972 ( «O. R.»,
19-10-
72; original italiano, traducción de
Ecclesia
número 1.616 del 4 de noviembre).
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