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Número 126-127

Serie XIII

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Reflexiones desde Europa tras los acontecimientos de Chile

REFLEXIONES DESDE EUROPA TRAS LOS ACONTECIMIENTOS DE CHILE
POR
MICHEL CREUZET.
Después del concierto de rabietas y lágrimas ¿no habrá llegado
el momento de sacar algunas lecciones de lo que ha sucedido en
Chile el 11 de septiembre de 1973?
l.ª Lección: La propaganda subversiva se burla de las reali­
dades.
La visita de los periodistas a Chile no ha permitido confirmar
lo que las propagandas deseaban:· mostrar la imagen de un país mar­
xista resistiendo, a pie firme y con la sangre de los trabajadores, al
golpe de Estado militar y ""fascista'". P. Murray escribe en Le Figaro
del 4 de octobre: ""Habíamos salido hacia Santiago para asistí, a una
gue1'1'a com.o la de España. Podemos estar cotitentos de que se nos
perdone la vida por no haber asitido a ella. Y, lo. que es peor, difl­
cilmente se les perdona a los chilenos el no haber.re mat«do entre
ellos en la más épica de las guerras civiles ( ... ) Hemos vuelto a
encontrar
aquí

los
grandes mitos
como el
de los H. L. M. ( ... ) los
periodistas reflexionábamos en el Bodng: «Como no invoquemos
el terror, nos tomcwán por fasdstas»."
En la emisión ""24 horas sobre la Una", el 5 de octubre, todos
los periodistas presentes están de acuerdo "en reconocer que las pa­
siones han ido demasiado lejos" (1).
(1) Citado en M.i.gistefe-Information, 1.2 de noviembre 1973, 2, square
Ch. Gounod, F. 76.240 Bonsecours.
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MICHEL CREUZET
La Croix, hasta entonces favorable al gobierno marxista chileno,
publicaba el 6 de octubre las declaraciones de un testigo:
"Ni tengo
ganas ni derecho de mentW haciendo el elogio póstumo de un pr-e­
Jidente que, a mi entender, ha ,ido el mayor re,ponsable de las de,­
gracias
de
Chile ( •.. ). El
pals era progresiva y sistemáticamente des­
truido y saqueado."
2.• Lección: El p,apel decisivo del Ejército.
Chile era hasta entonces el único país de América Latina que
había permanecido "constitucional". No

se producían en él
"pro­
nunciamientos" militares. Por esta razón Allende pudo permanecer
en el poder
y no ser expulsado de él más que in extremis, cuando el
Ejército tuvo conciencia de ser el único recurso del país contra el
marxismo, que preparaba un nuevo golpe de Praga. No puede hablarse
de un bloque homogéneo y antigubernamental del Ejército (2).
El
semanario de acción comunista Rouge, editado en París por
la fracción trotskysta, ha interrogado a militantes del MIR chileno (izquierda revolucionaria). Dicen: "Nosotros hemos
considerado siem­
pre

como
prioritario nuestro trr1bajo en dn'ección hacia el Ejército,
y
hoy

es
la principal acusación que pesa

sobre nosotros
y especial­
mente

sobre Miguel
Enríquez" (3).
Algunos oficiales apoyaban al poder. La presencia del general Prats,
brazo derecho de Allende en el ministerio, es prueba de ello. No se fue de
allá más que por la presión de sus colegas militares en la
crisis que precedió al 11 de septiembre, cuando comprendieron adón­
de les llevaba el régimen. La presentación "global" de un Ejército "fascista" no corresponde
a la realidad. Por otra parte, en dos ocasiones, el Presidente de
la
República recurrió a sus servicios: "Después de la crisis precedente,
en

octubre de 1972, escribe
J. M. Dufour en ltineraires (4), "Salvador
(2) Cf. los artículos de J. M. Dufour en ltineraires, 4, rue Garanderes,
75006, París.
(3) N.Q 223, 5 de octubre 73, 10;, rue Guémenée, París.
(4)
N.2 177,
noviembre 73 (4,
rue Garanderes, París, 6.ª): < Chile se ha liberado», págs. 89-94.
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TRAS LOS ACONTECIMIENTOS DE CHILE
Allende llamó a los militares a compartvr las respomabilidades del
poder.
La fracdón no marxista de la población confió en las Fuerzas
Armadas.
La huelga de los camioneros se acabó (5). Las élecdones
discUf'rieron en un clima bastante satisfactorio. Alcanzado este resul­
tado, Allende devolvió a los militares a sus cuarteles y proclamó que
«el
paréntesis abierto en octubre
se
cerraba nuev@nente»". Los ca­
miÜneros huelguistas fueron sancionados,

y ninguna de las promesas
gubernamentales mantenida. De donde vino una nueva huelga.
"Una vez másJ el Gobierno invocó la colaboración del Ejército.
Pero cuando el general, Danyiau que tenia el encargo de arreglt1r el
conflicto de

los transportes
pidió los medios para

ello, se le negaron.
Entonces, dimitió ( ••. ).
""Apenas el general Danyau babia abandonado su cargo de mi­
nistro, fue destituiqp del de comandante general de las Fuerzas Ar­
madas
chilenas. A partir de
entonces
.Ie hizo
patente que
un general,
chileno

no podla
tomervar el mando más que

si estaba
dispuesto a
asociarse
a

la
política de Salvador Allende. Como

subrayaba
un co­
mentarista, ya

no es
un ejército,
sino
una fuerza pretoriana."
Cuando el_ Ejército tOmó el poder, se adelantó tres semanas a la
segunda etapa de la revolución marxista preparada por Allende que
debía comenzar por la matanza de todos los oficiales de las Fuerzas
Armadas no revolucionarios, según anota M. Poradowski en la revista
chilena Tizona (6). La junta militar no es, pues, uu equipo de re­
beldes. Ha sido el instrumeuto de un
pueblo en
la defensa de su
ser
nacional. "Úna intervención revolucionaria del ejército, señala el
Padre A. Vincent, eil. L'homme nouveau (7 octubre), era, pues, la
única posibilidad de prevenvr la guerra civil anunciada por el Pre­
sidente."
En Tizona (7), Gonzalo Ibáñez denuncia el principio de la demo-
( 5) Este gremio, generalmente constituido por trabajadores independien­
tes, era hostil a laS medidas colectivistas. Por sus huelgas, fue uno de los
elementos populares que más molestaron al marxismo. (Nota de Perma­
nence.I.)
(6) Septiembre-octubre 73 (Casilla 240, Viña del mar, Chile): «La sig­
nificación de la derrota marxista en Chile», págs. 24-28.
(7) N.Q 46, «El sentido de la acción militar», págs. 18-23.
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MICHEL CRJJUZET
cracia moderna según el cual el ejército debería obedecer sin discu­
tir a cualquier gobierno. El ejército resulta entonces defensor del país
contra el enemigo exterior, pero deja proliferar en el interior elemen­
tos de destrucción.
La fuerza ya no está al servicio de la justicia.
Aprendamos la lección: los gobiernos marxistas se instalan en
el poder cuando el ejérciro no se opone a ello, o cuando los oponen· tes son vencidos por
la Revolución. Se mantienen en el poder e ins­
talan la tiranía gracias a un ejército "rojo", instrumento revolucio­
nario a su servicio.
3.!I Lección: Un socialismo más, que fracas'a.
Después de Cuba, y después de Argelia, otro socialismo más ter­
mina en el desvarío.
El Padre A. Vincent, a su regreso de Chile, escribe (8): "El cre­
cimiento
del secta, público habla hecho más pesadas las cargas y
las preocupaciones del Gobierno: ba¡o el régimen del Estado-patrón,
las exigencias de los sindicatos, la agitación, las huelgas, lejos de dis­
minuir, habían aumentado en número y en violencia, La «reforma
agraria» como por arte
de prestidigitaci6n transformaba los a,ct#cos
minifundistas (9) en modernos "kolkhoses". El resultado estaba claro:
la producción se habla reducido

a
la mitad, y las importaciones de
productos
alimenticios
se hablan duplicado en dos años (

•.. ). El
dólar, que costaba

150
pesos al cambio oficial, se obten/a alrededor
de a 3

.000
en el

mercado real.
Las víctimas de la inflación eran todos
los que no poseían ningún valor

extranjero (
dólares, soles peruanos
o pesos

argentinos):
todo el pueblo".
Lo mismo que Cuba conoció el desastre de su campaña azuca­
rera (10), Chile acusó un descenso alarmante de la producción de cobre, del cual es uno de los principales proveedores mundiales. Bien
a pesar de los sindicatos comunistas, los obreros de las minas de
674
(8) L'Homme Nouveau, 7 de octubre 1973, pág. 7.
( 9) Pequeños terratenientes.
(10) Cf.
Permanences, n.Q 74, noviembre 1970, págs. 93-105.
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TRAS LOS ACONTECIMIENTOS DE CHILE
cobre no se han movido después del golpe del 11 de septiembre. No
intentaron siquiera defender el régimen de Allende, que significaba
para ellos el desorden y la miseria.
Según el testigo citado por La Croix (6
octubre): "Et verdadero
socialismo solamente puede construH'.re en un país con la voluntad
de aplastar, tarde o temprano, al 50 o 60 % de ta población que no
quiere plegarse a él".
"Porque la mayoría de los chiten-OS que no seguían al Gobierno
no eran ricos. Había un 60 % de los campesinos y más de un 60 % de
la clase media. Eran la mayoría de las muieres y la mayoría de la
juventud en todos su.r medios. ¿Dónde s.e ha. visto un país subdesa­
rrollado· con un 60 % de ricos o de explotadores?" La identificaci6n
fraudulenta entre trabajadores, obreros, sindicalistas, socialistas y re­
volucionarios, habitual de la táctica marxista, no corresponde a la
realidad. Una vez más, la Revoluci6n socialista aplastaba a los tra-
bajadores.
_
Resta

por ver en qué qued6 el "nuevo modelo" bajo Allende.
4.ª Lección: Del sooialismo al totalitarismo.
Miguel Poradowski, en Tizona (ll), explica muy bien el doble
juego de Allende. Compara el Presidente a Kérensky. Uno
y otro
debían de

llevar la revoluci6n a su "madurez". Uno y otro
debían
preparar

la instalaci6n del "modelo leninista de la revoluci6n mar­
xista" por la senda de un socialismo
seudodem.ocráticó.
"En la práctica, bajo Allende, se desarrollaron dos procesos re­
volucionarios: uno, oficial, dirigido por

el
propio Presidente, bajo el
título de «revolución dentro

de
la ley», y el otro a cargo del M. l. R.
(izqui~,.da revolucionaria), para instaurar una verdadera revolución
violenta sin disfraz. Los dos procesos tenían como meta preparar el
pais para la segunda etapa: ésta

debía
empezar por
la
matanza de
los
oficiales de las Fuerzas Armadas y el encarcelamiento de los dirigen­
tes

profesionales,
sociales pollticos y culturales hostiles al régimen."
"De

esta
manera, el país hubiera quedado a merced

del
terror,
(11) N.Q 46, septiembre-octubre 1973.
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MICHEL CREUZET
que habría permitido la implantaci6n del régimen tottdit nista. Felizmente, ese

plan ha fracasado."
El autor subraya, a continuación, la incapacidad de los marxistas
cuando están en
el poder para realizar otra cosa que no sea el tipo
clásico de la revolución leninista: "robo de las empresas y de las
escuelas, «consejos» de obreros, copias exactas de los «10viets»,
meeting, grupos narios profesionales», importacú5n de esta categoría de agentes sub­
Ve1'Sivos procedentes de otros países, etc."
Los modos de presentar los "modelos" propuestos por el mar­
xismo son diferentes. También sori. diferentes los movimientos iri­
teresados en la toma del poder (promoscovitas, trotskystas, socialistas,
izquierda cristiana, ... ). Diferentes son los procedimientos empleados:
revolución legal y activismo marxista. Pero es desesperante, por su
monotonía, la realización -práctica de las estructuras que se encuentran
en Rusia igual que en China, en Cuba como en Yugoeslavia, con las
mismas persecuciones, el mismo terror, el mismo capitalismo de Es­
tado. El "nuevo" modelo chileno ha sido una de las más peligrosas
presentaciones del marxismo. La cólera de quienes le ven hundirse
muestra el fracaso de una·táctica.
L. Salieron analiza en Carrefour (18 de octubre): "Chile llama
más
la atenci6n que

todos los
demás países de América del Sur por­
que era el más occidental

de todos. El
Ejército no stdía de su papel
de

Ejército.
La constituci6n estaba «rodada» (

... ). Sin
emb acaba por crujir b,uscam-ente según un esquema que espanta pensar
que podría se-rvh para

países como
ltaHa o Francia."
Francia está en el camino de Chile. El ejemplo de lo que
realmente acabó siendo, ojalá sirva para iluminar a los ingenuos, a
los utópicos, e incluso a quienes experimentaban el placer morboso
de provocar el peligro ...
5.•
Leoción: De la legalidad al terror.
Para

los marxistas, la legalidad no es más que una táctica de ac­
ceso
y de instalación en el poder. Después deja sitio a la ilegalidad
y al tettor.
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TRAS LOS ACONTECIMIENTOS DE CHILE
En el Boletín del Cíuulo de información cfvica y social del l.'
de noviembre, se lee (12): "El cardentd Marty tiembla de indignación
ante el carácter «ilegal» del putsch, La violencia no es un medio de
progreso, Miade ( ... ). Pero no se ha preocupado en abwluto de las
«voces

de hombres libres» ahogadas
en Cuba, en Letonia, en Vietnam
del

Norte o en los
paises de América Latina donde una junta revo­
lucionaria
se

ha
adueñado del

poder.
La comisión «Justicia y Paz»
tampoco se ha inquietado mucho mái por los continuos atentad_os a
las libertades cometidos por el gobierno de Allende."
La falta de lógica de tales virtoosos censores es un hecho. La ile­
galidad de los actos del gobierno marxista chileno es otro hecho. Así
que, monseñor Anee! escribía (13): "
Objetwamente, no se puede
justificar ese

golpe de Estado.
En un pais que
ha conservado
la li­
bertad en sus votaciones, una insurr-ección revolucionaria no puede
ser legitima ( ... ). ¿Cómo pueden ser considerados criminales unos
hombres que
defienden el
poder comtiuido? Porque el poder esta­
blecido, el

único
que era
legitimo,
era el
del Sr.
Allende, Y,
sin
em~
bargo,
hemos

sabido por los
periódicos, que
todo
aquel que
ie opu­
siera a la junta milittlll', con las armas en la mano, debería ser fusilado
inmediatamente ( ... ). Un ejército no tiene por misión matar al jefe
del Estado ni asesina,r a quienes le permanezcan fieles,"
Esta observación plantea tres cuestiones:
1) El gobierno de Allende, ¿actoaba legalmente cuando fue
derribado?
2)
¡Cómo puede

ser que los partidarios de Allende estovieran
armados?
3) ¿ El gobierno de Allende era legítimo?
l. El 22 de agosto de 1973 una moción votada en la Cámara
de

los Diputados, por 81 votos contra 47, acusaba al Presidente Allen­
de de "no respetM la ley y la Constitución". Invitaba a los miembros
militares del Gobierno "a poner fin a las situaciones que r;onstituyen
(12) CICES, 7, ruede la Santé, 75013, París, n,Q 156.
(13)
La Croix, 4 de octubre, citado por Le Monde, 5 octubre 1973.
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MICHEL CREUZET
violaciones de la Constitución", mientras que los generales dirigían
al Presidente un ultimátum (14).
En v!speras de las elecciones del 4 de marzo, Allende declaraba:
"Si la derecha continúa su política de provocación, la re_volución chi­
lena se verá constreñida a abandonar la vía democrática. Emplearemos
la violencia física como imtrumento" (14).
Esto nos lleva a la segunda cuestión.
2. Las ilegalidades de Allende se manifestaban sobre todo me­
diante la constitución de una jerarquía paralela de gruJ?Os armados
en las fábricas, en los sindicatos, en los militantes al servicio del
poder. En la propia mansión del Presidente, se
han encontrado cajas
de armas conteniendo abundantes metralletas.
El Palacio de la Moneda fue el centro de la resistencia a la Junta,
porque Allende había concentrado allá armas
y municiones. Recibía
bultos provenientes de Cuba con la etiqueta de "Souvenirs". Sus re­
laciones con el Ejército se hicieron difíciles cuando éste obtuvo del
Parlamento el monopolio del control de las armas.
El periódico trostkysta, Rouge, ha publicado esta confesión del
M I. R.: "El dla del golpe de Estado, los trabaiadores se han agrupa­
do masivamente en

los
lugares de trabajo que ocupaban a menudo
desde

hace
varias semanas. En muchas fábricas se han defendido

he­
roicamente a pie firme contra los militare.s, decididos a reconquista,
las fábricas. Pero la relación entre ambas fuerzas era demasiado des­
igual"
(15).
Hagamos alguna concesión a la propaganda izquierdista que infla
la "resistencia de los trabajadores". Fue corta, a menudo inexistente,
porque el Ejército jugó con el efecto de la sorpresa y porque las
masas no seguían a Allende. Pero el dispositivo estaba colocado. ¿Qué
necesidad tenían los obreros de ocupar las fábricas "desde hacía se•
m.anas" en caso de ser el socialismo de Allende pacífico y legal? (16).
(14) MagistJre-lnformation, n.Q 78, l.Q de octubre 1973 y Permanences
n.2 104 noviembre 1973, págs. 71-72.
(1'.5) Rouge, n.Q citado.
( 16) Rouge alardea también de que el MIR haya situado depósitos de
armas hasta en las casas de los soldados
y de los suboficiales. Según el MIR,
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TRAS LOS ACONTECIMIEN'I'OS DE CHILE
"El Ejército fue recibido a tiro, cuando quiso penetrar en la fá­
brica Suma,",
señala J. M. Dufour, en el artículo de ltineraú-es citado
precedentemente. ·
Habría

que mencionar también las coacciones ilegales contra las
profesiones independientes
y los sindicatos no marxistas, los arrestos
arbitrarios, los atentados impunes, etc ....
3. Cuando

se habla en un sentido equivalente a
"legalidad" y
"legitimidad" del gobierno de Allende, se incurre en una confusión
lamentable o se realiza una estafa. Se dice· que las nacionalizaciones
acometidas por
el gobierno marxista fueron legalizadas en virtnd de
ser medidas tomadas durante un gobierno socialista efímero Y. con­
forme a los formularios de Derecho. No por esto eran legítimas.
Lo mismo que cabe preguntar por la legitimidad de un acceso
legal a la presidencia, basado en las marrullerías de los partidos. Debe
saberse que la
Unidad Popular (17)

de Allende tenía 19 puestos en
el Senado mientras que 30 pertenecían a la oposición. En la Cámara;
63 para la
Unidad Popular, y 87 para la oposición (18).
Es cierto que las mayorías no fundan la legitimidad de un poder.
Los testimonios antes citados de lo ocurrido en Chile durante la
experiencia marxista es una prueba suficiente de que la ideología
sacrificaba los intereses, las libertades y la seguridad del pueblo. Pero,
además, un régimen que pretende ser "democrático" no tenga ni si­
quiera la aprobaci6n de
la mayoría, no deja de ser -un argumento su­
plementario. Eri conclusión: los sostenedores de
la causa marxista-invocan, in­
cluso sin razón, la legalidad
y la legitimidad, siempre que se trate del
los militares que registraban hadan la vista gorda. «Lo único que se os pide
es que no utilicéis esas armas contra nosotros»
(o.Q citado).
(17)
La Unidad Popular abarcaba: el Partido comunista, el Partido so­
cialista, el Partido radical, la izquierda cristiana, los socialistas
populares, el
Movimiento de la Acción Popular Unitaria (MAPU), la Acción Popular in­
dependiente. la Oposición comprendía: el Partido Demócrata · cristiano, el
Partido nacional, la Izquierda radical, los Demócratas radicales,
(18) Cifras dadas por
Lecturés Franfaises, octubre 1973, 27, -me Gre­
goire
de
l'abbé,-75 006

Paris.
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MICHEL CREUZET
derrocamiento de un poder marxista. Por el contrario, su putsch e~
una conquista de los ttabajadores contta el "desorden establecido"
por los gobiernos "burgueses". Por algo
ha dicho Mao Tse Tung que "todas las guerras de la
historia Je divide.n en todo y por todo en do! categorías: las guerras
justas y las guerras injustas. Eslamos a favor de las guerras justas y
contra las guerras injustas. Todas las guerras contrarrevolucionarias
son in¡;.stas, y todas las guerras revolucionarias son juslas" (19).
6.• Lección: El liberalismo filosófico y la democracia moder­
na
(20) llevan, en germen el totalitarismo ma:r:ústa.
Para el liberalismo filosófico, todas las opiniones son buenas con
tal de que sean sinceras. Por esto, todas deben tener derecho de ciu­
dadania y de acceso al poder.
El sistema que hace descansar la verdad política y el bien de una
nación sobre la ocupación del poder por la mayoría, es la democracia
moderna.
Gonzalo Ibáñez, en el artículo publicado en Tizona, citado (21),
muestra la coherencia de la transición de la democracia moderna al
gobierno de Allende.
"El proceso que desembocó en los acontecimientos del martes
11 de Jeptiembre tiene su origen próximo en el año 1958. Cuando
entonces se derogó la Ley de Defensa de la Democracia, se concedió
al, Partido comuni.rta la carta de ciudadanía que le permitió jugar un
papel
en
las elecciones y reivindicar, en igua/,dad de derechos con los
demás p,,,-tidos, el gobierno de la Nación."
{19) Oett1Jfes c/asiques, T. I, págs, 215-216. Citado por J. Ousset en
M.arxisme el Revo/ution1 pág. 126, n.Q 59 ( en vent8. en el CLC, al precio
de 18 F).
{20) No hablamos aquí de la verdadera democracia definida por Pío XII,
que
da el
sitio que les corresponde a los
cuerpos intermedios,
reflejo de las
libertades del pueblo. Cf. el
Mensaie de Navidad 1944, en venta en el CLC.,
l,l0 F.
(21) N.2 46, septiembre-octubre 1973.
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TRAS LOS ACONTECIMIENTOS DE CHILE
El autor estima que los artífices de esta funesta ''. de~ogación"
son

responsables de los tres años de tiranía de Allende y del empleo
masivo de la fuerza.
"Nadi,e_ puede. ign01'ar que es el único medio de
salvación de un país

contra el
marxismo."
La derogación de la Ley de Defensa de la Democracia ha resul­
tado funesta. Pero, ¿quién había hecho esta ley?
La derecha chilena.
Pata no

denunciar el principio de la democracia moderna, no
mvo más remedio que recurrir a una medida en contradicción· ron
ese principio: ¡ prohibir el acceso al Partido comunista a las elec­
ciones!
La Democracia cristiana fue más lógica.
Desde el acceso de Frei (22), predecesor de Allende, a
la presi­
dencia de la República, los espíritus serios se dieron cuenta de que
aquello "acabaría mal". Sin la Democracia cristiana jamás Allende
hubiera accedido a la suprema magistratura del Estado. Sin ella, el
clima político no hubiera permitido esta eventualidad. Sin ella, Schnei­
der y el Ejército lo hubieran impedido. Una vez más, la Democracia
cristiana ha producido el mar:X:ismo.
"Hay que buscar el origen del triunfo comunista en la proclama­
ción
del principio· fundamental de

la
organización social, según

el
cual cualquier ideología puede tomar el poder mediante las elecciones.
Este error tiene bastante más de quince años", observa Gonzalo
Ibáñez.
En Chile encontramos, pues, una aplicación rigurosa de la vincu­
lación interna de la 16gica del liberalismo con el comunismo (23 ).
7.'ª Leooión: El marxismo utiliza to~as las fuerzas que le pue~
den ayudBT.
Los

gobiernos marxistas suprimen, generalmente, las
fran~a­
sonerías.
Pero

éstas ayudan siempre al triunfo del
marxismo directa
(22) Cf. la interviú de E. Frei por el diario madrilefío ABC, 10 de oc­
tubre 1973, cuyos principales extractos están publicados en el número 519 de
la revista Este-Oeste, 16-30 noviembre de 1973.
(23) Cfr. al estudio
El liberalísmo, del CLC.
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MICHEL CREUZET
o indirectamente, por el dima revolucionario que engendran en los
espíritus o las instituciones.
Edgar Faure nos ofrece este retrato del expresidente chileno:
"Nada ·parecía designar al, personaje del Doctor Allende para

pa­
peles
providencia/,es de la Historia, para el apostolado de las revolu­
ciones ( ... )."
"Por su apariencia exterio1', sólida, tranquilizadora, equilibrada,
por su mnbiente familiar, por su p,ofesi6n libera/,, por su filiaci6n
masónica, por
muchos 1'asgos de su aspecto y de los gff'os de su con­
versación, evocaba irresistiblemente en nosot1'os un tipo familiar de
hombre pol#ico, el de nuestro provincianismo republicano y de la
tradición radical, socia/,ista. (

.... )
(24).
Aún es más importante la experiencia que nos ha mostrado hom­
bres de la Iglesia asociados a
la obra de la subversión. No se puede
olvidar que
el episcopado chileno fue casi unánimemente un aliado
de los marxistas.
Aún recordamos la foto en que Salvador Allende abraza al car­
denal Henríquez y la carta colectiva de los obispos chilenos favora­
ble a la expe~iencia socialista. chilena. Recordamos cuántos cursos
de marxismo fueron organizados en los seminarios . . . ¡ y no para
combatirlo!
En Santiago, donde en abril de 1973 se celebró
el I Encuentro
de Cri,tianos en
favor del socia/,ismo, patrocinado por Mgr. Méndez
Arceo,
obispo de Cuernavaca (México). La prensa chilena dio cuenta
de los debates en el curso de los cuales los congresistas habían dado
su entera adhesión al socialismo, defendiendo la lucha de clases y exal­
tando la memoria de Ché Guevara
y del ex-sacerdote colombiano
Camilo Torres, muerto con la metralleta en la mano (25). ¿A qué atribuir esa propensión
eclesiástica a

favor del marxismo?
Es conocida la acción de los sacerdotes del "Tercer Mundo" (26),
análogo a la de los clérigos franceses de Echanges et Dialogues. Ese
movimiento trabaja
desde' hace
cerca de diez años para infiltrarse en
(24) Le Figaro, 13 de septiembre 1973.
(25) Flash en
Permanences, n.Q 93, pág. 81.
(26) Cf. Permanences, n.2 87~ el articulado del profesor argentino Carlos
Sa.cheri, págs. 49-61.
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TRAS LOS ACONTECIMIENTOS DE CHILE
el clero sudamericano. Habría también que recordar la influencia
ejercida en ese continente por los progresistas brasileños agrupados
en torno a Mgr. Helder Cámara. Pero los espíritus estaban preparados ya antes. Se olvida dema­
siado la influencia de Jacques Maritain.
'"En 1968 -observa L. Sa­
lleron
(27)-en «Le paysan de la Garonne», J. Maritain escribió:
«No conozco más que un ejemplo de la auténtica revolución cris­
tiana:

es
la que el presidente Frei intenta realiza, en este

momento en
Chile y no veo segu,,o que salga adelante. También es cierto que entre
nuestros contemporáneos, aún con vida cuando escribo estas líneas,
no veo más que tres revolucionarios dignos de· ese nombre: E. Frei
en
Chile,
Paul
Alinski en América y yo en Francia, que es como si
nada, porque mi vocación de filósofo ha obnubilado co.mpletamente
mis posibilidades
de agitador»". Y L. Salleron prosigue:
"Cualquiera
que sea la estimación que yo tenga por Maritain, le considero no el
único, pero sí el príncipal responsable de esta confusión: Sus análisis
y sus infinitas distinciones no han servido sino para crear poco a
poco entre sus discípulos una identificación entre «filosofía cristianet»,
«política cristiana», «revolución cristiana», _«cristianismo revolucio­
nario», y finalmente, «revoluci-On»."
Tampoco los obispos chilenos habían querido esto, aparentemen­
te. Han escrito: "Hay cambios que se pierden en una dhección fal­
sa"
(d. el texto de la declaración del Cardenal Silva Henríquez sobre
la actitud de la Iglesia de Chile ante la situación política, La Docu­
mentation catholique, 2

de diciembre de 1973).
Lección: el marxismo es fundamentalmente antirreligioso en su
estilo espiritual (28). Pero no siempre combate a la religión. Se sirve
de ella como de una fuerza. Cuando atrae clérigos y católicos a sus
ideas políticas y sociales, prepara la revolución comunista ... bajo el
estandarte del Evangelio, desviado de su sentido.
La táctica en Francia parece que no es muy diferente.
(27) Carrefour, 18 de octubre 1973, «Chile y 1a política cristiana».
(28) Cf.
Marxisme et

Revolution,
págs. 141 y siguientes.
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MICHEL CREUZET
8~-& Leoción: La acción· marxista en un país tiene siempre ca­
ráoter intem
1acional.
En Chile, Allende estaba sostenido y su dictadura apoyada por
elementos subversivos llegados de Cuba, Argentina, Brasil y Bolivia,
etcétera.... "Nuestros camairadas militantes, refugiados politicos e
incluso meros residentes, sobre todo los bolivianos y brasileños, arries­
gan su vida a cada instante. Han resultado ser los judíos de la junta'.',
reconoce el MIR (29). ·
· Refugiados políticos~ . . es ·decir, militantes revolucionarios que
han huido a uña de caballo de sus países después de su liberaci6n del
yugo comunista. Es el caso de Brasil y de Bolivia. Esas
gentes son

los revolucionarios profesionales de quienes habla
M Podorowski

en
Tizona (30), clase social creada antaño por Lenin
cuando preparaba en Francia el golpe de estado comunista de 1917. Desde entonces, se ha visto
el -ejemplo de los Torres, los Guevara y
los Regis Debray en América del Sur.
¿Y en Europa? Muchos movimenros "católicos", que no parecían
emocionarse ayte la miseria engendrada por el régimen de Allende,
se preocupan de pronto, por esos extranjeros, "refugiados políticos",
"brasileños, uruguayos, paraguayos que se han instal.ado en Chile
durrmte
el régimen del presidente Allende y que se

hallan hoy en la
necesidad de encontrar un nuevo país de,

asilo.
Eso~ refugiados, en
su mayoría, desearían quedarse en algún país de América Latina." Entonces se colecta el óbolo. de
la viuda ... , para instalar a los
revolucionarios
profesionales~ que

nadie quiere, a
fin de que puedan
continuar su tarea criminal.
9.ª Lección: Las fuerzas vivas de una nación son los mejores
agentes contra el marxismo.
Hemos hablado del ejército. Hemos dicho una palabra del sin­
dicato de los camioneros, artesanos burlados por el Poder, cuya acción
684
(29) CT. Ro11ge, artículo citado.
(30) Artículo citado.
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TRAS LOS ACONTECIMIENTOS DE CHILE
fue determinante. También es conocida la hostilidad de las amas de
casa, que se negaton a responder
al llamamiento de Allende. Las
mismas reservas se produjeron entre los campesinos
y la mayoría de
los obreros, sobre todo fuera de Santiago. He ahí una enseñanza.
Por una parte, Allende colocaba una verdadera jerarquía para_­
lela en fábricas, barrios, sindicatos, una jerarquía artific_ial, esdndida
de las realidades vivas del país, puramente ideológica y subversiva.
Por otra
parte, el ejército no pudo triunfar más que por el apoyo,
al menos tácito, de lo más fiel de la nación chilena a su patrimonio
nacional
y a su propia vida.
Sin duda, con
el ideal de la contra-revolución se mezclaban mu-
. chos egoísmos pefsonales y colectivos. No hay duda de que no todo era puro en la reacción de los chilenos contra Allende. Tampoco cabe
duda de que las reacciones de las firmas y de los capitales america­
nos no fueron ajenas a los acontecimientos. Rara vez la historia re­
sulta un cuento de hadas.
Esto no es óbice para que los intereses y los bienes que _defendió
todo un pueblo tuvieran un valor de arraigo en la tierra de
sus an­
tepasados y de mantenimiento del ser nacional. Por estos bienes y por
el porvenir nacional las fuerzas vivas chilenas han rechazado
al marxismo. Ellas representaban al "país real" contra las utopías de
los ideólogos; representaban a unos valores tangibles de civilización
y un patrimonio nacional.
Hay que volver siempre los ojos hacia la REALIDAD SOCIAL
más profunda, más estable de los pueblos y hacia las élites· "encar­
nadas"

en sus profesiones
y en sus "a.ierpos intermedios", s.._us liber­
tades múltiples y reales.
La utopía marxista no podría resistir esa fuerza si ésta tuviera
conciencia
de sí misma
y de lo que representa.
El socialismo "última moda" proponía un tipo de sociedad fu­
tura ideal . . . para mañana. Mientras tanto, sobrevenía la ruina a los
cuerpos intermedios profesionales y locales.
Cuando el Estado destruye
las élites y las comunidades sociales
-en lugar de ser su protector-, la Iglesia reconoce a esas élites y
comunidades el derecho de restablecer el orden social. Esa es la doc-
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MICHEL CREUZET
trina tradicional católica desde Santo Tomás a León XIII y a Pa­
blo
VI (Populorum progressio).
Esa es también la gran lección que hay que deducir de los acon­
tecimientos chilenos.
10.• Lección: La Revolución tien varios rostr05.
La Revolución tiene varios rostros. Hay que referirse a la defi­
nición,
tan actual, que daba de ella Mgr. Gaume hace un siglo (31):
"Y o soy el odio a todo orden que haya Jido establecido por el hombre
y en el que éste no sea rey y di de estado religioso y social basado en la voluntad del hombre en
lugar
de basarse en la volsntad de

Dios."
Lectures Franfaises, en su número 98, cita una carta que da cuen·
ta de las intervenciónes del gran capitalismo en la mayoría de las
repúblicas de la América Latina que plantean esta alternativa:
"O
bien quereis evitar . el cambalacheo fomentado por los agentes de la
Revolución y
tenéis que someteros (

... )
al yugo del d6/ar; o tratáis
de sacudir
ese

yugo y
correis el riesgo

de
padecer la dictadura abyecta
de los hombres de Moscú o de Pekín1 ejercidá o no, claro está, por
el proletariado."
Hablando de los hombres que "podrían suscitar un movimiento
contra uno
y otro de

esos peligros",
el autor de la carta prosigue:
"Entonces serán combatidos con la máxima ferocidad por los dos
campos enemigos y acusados por la ~erecha de estar vendidos a los
bolcheviques, y a los americanos por la izquierda."
Liberarse del socialismo totalitario, sin caer al filo de los nego·
dos americanos y de una especie de plutocracia mundial: tal es el
problema que debería ser resuelto, lo mismo en Chile que en Francia,
por un Estado independiente, celoso de la salvación de la Nación.
(31) Citado en «Para que El reine», pág. 88.
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