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Número 148-149

Serie XV

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Libertad, verdad y voluntad

LIBERTAD, VERDAD Y VOLUNTAD
Libertad y
determinismo.
«¿Exis1e la lwertad? De este modo nos adentramos en el c""'­
"po psicol6gico,
como se
hací,, otras veces pt1ra p,egunt""'°s si el
"hombre es libre o no. En una época, que no está totalmente temu­
"nada, en nuestras escuekr dominaba el determinismo, que trins­
"fería
la relación de necesidad rigurosa, que preside el desarrollo de
"los fenómenos físicos,. incluso r,/. des,.,.,otlo de
los fenómenos del
"obrt1r humano.
El hombre, según esta teoría de ,.,,,bien,e materú,.
"lista ( que ahora consideramos en su más amplia acepción), cree
"ser libre porque ignora
el mecanismo de las causas que le han in­
"ducido a obrt1r . de una forma determinada.
"Y
nadie niega que la acción humana está sometida a una red m,¡.y
"compleja de motivos, exteriores e interiores, que influyen sobre su
"determinación. Cuando
se

hace
la relación de estos motivos se ve
"que son tan ff'fe/11tables y tan numerosos que constituyen ,ma e1-
" pecie de jatda, que no permite a la voluntad humana el moverse
"como quiere, sino que le obligan, casi sin saberlo ella, a decidir
"mecánicamente de una /Mma concreta, y no. de o-tra.
"Admitamos la existencia y la imPo,tancia de los motivos que
"1olicitan la voluntad t.1 orientarse en un sentido determinante, 'Y
"que su efecto puede asemejt1rse a un resultado mecán,co. Existe en
"el hombre un margen, un amplio margen, 111 verdadero yo, de
"indeterminación, que él sólo resuelve en una decisión autónoma
"propia. Por restringida, asediada
e ilusa que sea, existe la libertad
"psicológica y morr,/. del hombre. Ahora es difícil encontrt1r quien
"lo megue radicalmente,
como sucedía en otrá época.
"Y por exiguo que sea
este residao de poswle autodeterminación,
"ése
es

el signo de
la originalidad del hombre, de su esencial ree,­
"leza.
El hombre es árbitro de sí mismo.

El
hombre, también por
"ello, refleja en si
la imagen dwina; es principio, es causa. Causa
"de su obrar. Libre es aquel que
es causa de sí mismo. Dueño y res­
"ponsable
de sus acdones (

cfr. S.
Tomás, Metaf., II, 9; Contra Gentes,
"Il, 48).»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles 16 de agosto de 1972 (original ita­
liano «O. R.», 17-18 de agosto de 1972; traduc­
ción

de
Eccleria núm.
1.607 del 2 de septiembre).
El entendimiento y la libertad: "la Verdad os hará libres".
«Todos
hacen bandera de ella; lodos tienen r,/.guna reivindica­
"ción que hacer en
nombre

de
la libertad, Y esto Y" dice que es
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Fundaci\363n Speiro

"palabra discutida; es decir, difícil, t-o en el significado que se
"le quiere atribuir, tanto en el empleo práctico y público que se
"quiere hacer de ella. A

Nos
urge ver insef'ta e,ta palabra «liber­
"tad» en
e/ ordenamJento moral de la vida humana, ordenMniento
"que vemos amenazado
y alterado en la presente lt'ansformadón cul­
"tural
y social, precisamente en virtud de esta misma palalna «li­
"bertad». ,,
".... la relación entre el entendhniento y la voluntad en la ac­
" dón. El entendimiento no es libre; está obligado por la verdad;
"ahora bien,
¿no

es el
entendimiento el que gula la voluntad? Pero,
"por olt'a parte,
¿no es la verdad la que nos hace libres, como dice
"el Evangelio?
(cfr. Juan, 8,

32). ¿No es,
por ello,
la
voluntad, al
"mismo tiempo, liberada
y vh,c,,Jada por el pensamiento? Sí; pero
"es necesario prestar atención " la diversidad
de la influencia que
"reclprocamente e¡erce en
el estupendo ¡uego psicológico el enten­
"dimiento sobre
la voluntad, y la voluntad sobre el entendimiento.
"El entendimiento presenta a
la voluntad, sin obligarla, el bien,
"el obielo, al que ella deberla dJrigirse; import-Wma fase
de la
"vida moral; fase didác#ca y pedagógica: Razonar bien (cfr. Pascal),
"e, decir, "'larar las ideas y ofrecer a la voluntad el argumento ra-
1' ciotial _para su deciiión,· pero no es fase decisiva p(Jf'que no es o-bli­
,, gante; y la voluntad, a su vez, mueve el entendhn.i,ento al, ejercicio
"del pensamiento, a éste o-a otro estudio,· y en este semido pode­
"mor hablar .de «/ibe,1ad de pensamienta». Y esto para terminar en
"la verdad básica; que
podemos obrar. Somos

libres.
Libres para hacer
"el bien,
se comprende; pero -¡ay!-libres y c"/Jaces también de
"no hacer el bien. E.r dramático, pero es así: la libertad del arbitrio
"comiste en poder pecar
y en no pecar.
"Y si queremos. respetar
,á hombre en su integridad deberemos,
"ciertamente, educarlo pfJtfa obrtJtr bien, lógicamente, con sentido de
"respomabüidad, con capacidad de autogobierno, e indu.ro con la
"ayuda
exterior de la ley y de la -oridad, sin la cual toda perso­
"na humana estarla expuesta a peligro, de

todo
orden y la sociedad
"a
la anarqula ( cfr. Rom, 13, 4); pero no deberemos privarle de su
"intima, legítima, intangible libertad.
El ¡uego es extremadamente
"arriesgado; pero éste
es

el
destino del
hombre, de
la sociedad, de
JJla HiJtoria».
1066
PAULO VI:· Alocución en la audiencia general
del miércoles 16. de
agosto de 1972 (original ita­
liano «O. R.», 17-18 de agosto de 1972; traduc­
ción de
Erdesia núm. 1.607 del 2 de septiembre).
Fundaci\363n Speiro

La libertad ea liberadora cuando es fiel a la verdad, es decir,
al orden de las oooas, y así es principio de acción que in­
duce a la voluntad.
«.... se quiere ignorM lo que la libertad comporta por naturaleza
"consigo misma}
es decir, su intrinseca relación con la obligación
"mm-al,
la· cuál procede del de.rcubrimirmto y de la notificaci6n que
"la inteligencui hace y humanamente debe hacer a la voluntad; y,
"digámoslo así, de este diálogo entre la inteligencia fiel a la ver­
"dad,
es decir, al orden de las cosas) y la voluntad (por si, no de­
"termina sino genéricamente al bien) nace la libertad auténtica, la
"autodeterminación a la acci6n, a la elecci6n del fin, a lo que la
"mente propone como verdadero y como bueno, y que, en deter­
"minados caso!, al ojo de la concienCÜl1 tt4nwece como deber, como
"obligaci6n moral. Palabra de Cristo; «veritas liberabit vos»; la ver­
"dad
os hará libres (Juan, 8,

31).
" .....................
" .... este proceso de liberaci6n mediante la verdad es original en el
"Evangelio, y, a primera vista, parece contradictorio. ¿Por qué la 11verdad, por si, es vinculante?, r:"Cómo puede ser liberadora? Es libe­
''radora porque libera_ del error, el, cu.a/., si se convierte en principio
"de acci6n, induce a la voluntad a opciones equivocadas y, al fin,
"dañosas y opresÚJas partJ el hombre, como son UH que no están
"guiadas por la luz de la verdad, sino por obos motivos, como la pa­
"sión, el interés egoístaJ la abulia, el miedo, el opMtunismo, el con­
"formismo, etc. La pura indeterminaci6n, a la cuál frecurmtemrmte
"se tiende como si fuese emancipaci6n verdadera, no es auténtica
"libertad o, al menos, no es libertad completa. La libertad puramente
"fisica no
es plena expresi6n del hombre; la libertad moral, es de­
" cir, la que espontánea y vigoMsamente sigue la luz de la verdad, es
"el
hombre
verdadero. Hablamos ahora de la libertad psicológica; y
"es para ésta pMa la que nos educa la Iglesia con su sabiduría ma­
,, gi.rtra/,.»
Texto del discurso preparado por el Papa para
la audiencia general del miércoles 10 de julio.
Aunque el Santo Padre, por enfermedad, no lo pronunció, este documento
conserva todo

su va­
lor, dice
L'Osservatore Romano de

14 de julio
de 1974, traducción en castellano de
Ecclesia nú­
mero 1.701 del 27 de julio de 1974.
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Fundaci\363n Speiro

La libertad no es sinónimo de laxismo moral, de flexibilidad
permisiva ni de conquista de toda ilicitud.
« .... este fenómeno de abdicación de la voluntad, fuerte, recta, vtt,­
"üente, personal
y, por ello, verdadertlmente libre, se realiza ordi­
"nariamente en un empleo equwoco del nombre de
la libertad, comr>
"si
este real poder de autodirciplina, de personalidad autogobernada
"por
la razón y la conciencia, la libertad, fuese sinónhno de /axis­
"
mo moral, de flexibilidad permisiva, de conquista de toda licitud, 11aunque sea degradante, aNnque sea sumi.sión al arbürio dominante
"de falsas e imperantes ideo/o gú,s a,enas .... »
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles 18 de septiembre de 1974 (original
it.alianó «O. R.», 19-9-74; traducción de Ecclesia
núm. 1.710 del ; de octubre).
La libertad en la verdad requiere esfuerzo ético y personal.
«¿No buscamos, además, en el recurso indebido a nuestra liber­
"tad personal un pretexto para entregarnos al. iuego de inadmisi­
"bles opiniones a,enm? «Libre es lo que es causa de si mismo,»
"(S.
Th.,
Metaf., 11, 9)¡ "tienen la libertad», nos enseña el maestro Santo Tomás (S. Th.,
"Contra G., 11, 48). Y lo único que legítimamente nos vincula en el
JJinterior, es la verdad; y ella --dice el Seño,r-, «nos hará libres»
"( cfr. Jn., párr, 8, 32).
"Por ello, la tendencia mr>derna a abolir todo esfuerzo ético y
"personal
(

excepto,
y está bien, en el campo deportivo, pero no
"basta) no prepara para ti,, verdadera progreso auténtictlmente hu-
"mano.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
dél miércoles 28 de mayo de 1975 ( original ita­
Hano «O. R.», 30-31 de mayo de 1975; traduc­
ción de Ecclesia núm. 1.744 del sábado 14 de
junio).
La voluntad y su recto empleo conforme el entendimiento ra­
cional, incompatible

con
·el voluntarismo propio de nuestra
época.
«.... no basta cumplir de cualqu/e, maner", con desgana, el de­
"ber que no
se puede soslayar, como tampoco basta defender la pro­
"pia libertad de pensar
y de actuar caprichosamente contra even­
"tuales in¡erendas indebidas
o contra atropellos exteriores;

la líber­
" bertad
no

debe
permanecer r,pática y pasiva, sino

que debe
cum-
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Fundaci\363n Speiro

"plir sus co1ll/jJromisos conscientes 'Y comf>romeJerse en ellQs. Factor
"esencial y decisivo de la vida mo,al,, es decir, de la vida verdadera­
"mente humana, es la voluntad.
"Esta facttltad de ob,-ar destaca en el reino del bien; es la ver­
,, dddera fuerza del bomb,-e mediante
la cual, tiende a la propia afi,r­
"mación, a
la propia expansión, a la conquista de lo que le f4ta,
"al propio fin, a
la propia felicidad. Es la facultad, por excelencia,
"del amo,, que en el homb,-e, de instintivo, de semible, pasional, se
"hace esphitual,' y, si se "decir, a Dios, compendia y agota el cumplimiento de todo deber,
"encontrando inmediatamente
en el amor del prójimo su expresión
11,p,opedéutica y sucedánea, concreta y socitJ/. y, bajo ciertos aspectos,
"indispensable (cfr. Juan, 4, 20).
"Es muy impo,tante, especialmente en la edad juvenil, te""' el
"concepto exacto de la voluntad en la estructura hzmtana y antepo""'
"su empleo recto
y enérgico a cualquier otra estimación sobre las
"diversas experiencias que la vida puede ofrecer.
"En
la «buena vomntad» debe e,-presarse el ansia de vivir, el
"deseo
de act-, la capacidad de amar. H"Y quien ha hablado loca­
"mente de «voluntad de poder» (Wille :rur Macht: Nietzche); nos­
,, otros preferimos hablar humildemente de poder de la voluntad.
"Atención a una observación fundamental.
La voluntad es una fuer­
"za dintimica y tiene neéesidad de una ltiz "dad del pemamiento; el bien, para ser deseado y querido humana­
"mente,
debe ser conocido; el entendimiento, por

ello, debe
ser la
"antorcha de la vol,;ntad.
"Una voluntad ciega puede resulta, inerte, indctiva,-o bien, pue­
"de dirigwse a finalidades inútiles o ftd.sas, o contrarias al fin su­
"prema; puede, por tanto, ag "cluso pecar, si bien el fallo de la voluntad no depende siempre úni-·
"camente de la ign01'ancia. Es necesario, sin embmgo, ser celosos del
" " cia en la clasificación de los valores humanos puede super,,,. la del
"pensamiento especulativo, debe, no obstante, depender de la razón;
"es una aspiración racional; la idea-fuerza la define.
"Vosotros veis que la valoración de la energía operativa, que es
"la voluntad, tiene la superioridad en la vida moderna en compara­
"ción con la investigación filosófica, en el campo pedagógito y en
"el desarrollo del progreso civil
( cfr. M. Blondel, L'Action). Reser­
,,vando para el penstfmiento su función primdria, podemos secundar,
"mejor dicho, promover, en
su justa medida y en sus formas coordi­
"nadar con el designio global áe la vida y de los destinos humanos,
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Fundaci\363n Speiro

el volunt,m,smo propio de nuestra época y podemos reláeion,w/o y,
"en cierto modo, derwarlo de nuestra visión cri.stiana de la flida»,
PAULO VJ; Alorución en la audiencia general
del miércoles 2-3 de agosto de 1972 (original ita~ liana «O. R.», 24 de agosto de 1972; traducción de Ere/e.ria núm. 1.608_ del 9 de septiembre).
Deber y libertad: sus normativas.
«.... en eslti palabra «deber» está el secreto de nuestra vida; no
"bt11ta vww, no basta el ser, ni el tener, ni el poder; lo que importa
"es nuestra respuesta al
deber

ser, a
la llamada

interior
sobre nues­
"tra perfección; y no una perfección cualquiera, de
saber, de poder,
"de gparecer, de tener éxito, de está#' bien 'Y de gozar, Jino una per-­
"fecci6n de «deber», la perfección que por sí sola nos define hom­
"bres verdaderd!IJZente cristianos. ,,
"Este es el problema fundamental; adivin,w, es decir, descubM
"lo que
debemos

ser
moralmente; lo que quiere decir, hacernos pro­
"piamente nosotros mi.rmo,s, de acuerdo con la idea que Dios ha
"concebido de nosotros. Cuestión sutü, pero fácil de comprender;
"debemos conseguir, o aspi,rar a consegui,r, nuestra perfecta autono­,, mía dentro de la correspondencia a aquella heteronomía ( es ded,,
"a aquella ley que
nos

ha
sido propuesta) en la cual se pronuncia la
"voluntad trascendente
de Dios y se realiza nuestro verdadero ser.
"El programa de la existencia en
el #empo es éste: hacer la voluntad
"de
Dios. ¿Recordáis el •fíat vt>lunta.r tua» del «Pater noster»? Así
"respondi6 Jesús, el Maestro
de nuestra vida, al joven del Evange­
"lio, a la pregtlnta
sobre

lo
que debería hacer: «Observar los man­
"dtmi,entos»
(Mt., 19, 17). Este es el sentido intencional de nuestra
"vida, est" es la palabra de nuestra conciencia, esta es la exigencia
"principal y orientadora de nuestra vida. ,,
"Hagamos aquí una alusión r,q,idíwma a algunas importantes ob­
"servaciones. La primera es la que se refiere a la necesUad de de­
''terminar, al. menos como-principio, la línea n01'11UIWa, es decir,
"la exigencia del deber, s()bre la concepción de la propia existencia.
"Decim()s
esto

no
para desmenúr, ni para mortifícar otra prerrogati­
"va
de la vida, elevada al g,ado supremo en la mentalidad moderna;
"la prerro gatwa
de la libertad, que sabemos

es
un don espiritual
"privilegiado, que modela al homb,e
a imagen de Dios

( cfr.
Gén.,
"2, 26), sino para recordar que el don de la libertad debe emplearse
"en la búsqueda y
en la elección del bien; es dedr, del deber, me¡or
1070
Fundaci\363n Speiro

"dicho, del amtJ1" de Dio,, que e, la ,uprenu, y com,pendio,a ley del
"Evangelio (Mt., 22, 37-40). La libertad debe ,er equilibrada por la
"obligación moral, e,pománea, pero genero,a
y totalmente; en caso
"contrario,
,e convierte en derecho; derecho ,ólo egoúta y umla-­
"teral, con todas las consecuencias antisocudes que e1ta exclusividttd
"implica;
o bien, degenera en desenfreno, esclavo del instinto, y no
'' ciertamente de un instinto equilibrado y en Consecuencia con · Ja
"verdadera e,tatura del hombre».
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles 29 de octubre de 1975 ( original
italiano «O. R.», 31-10-75; traducción de Ecde­
.ria núm. 1.765 del sábado 15 de noviembre),
La verdad, raíz de la acción y de la libertad.
«.... la verdad debe ,er la raíz de la acción, de la libertad. Lo
"di¡o el Señor: •La verdad o, hará Ubre,~ (Jn., 8, 32; cfr. S. Tomá,,
"T., II, 17, 1 a 2).
"No se _ encuentra en el buen cam,ino quien antepone la acción
"al pensamiento, la práctica a la doctrina, el voluntt.Wismo a la sa.
"biduria, la llamada teologla de la liberación a la teologla de la re-
11velaci6m.
PAULO VI: Alocución en el Angelus del do­
mingo 27 de abril · de 1975· ( original italiano
«O. R.», 28-29 de abril de 1975; traducci6n de
Bcclesia núm. 1.740 del 17 de mayo).
Necesidad de que pensamiento y acción sean concordes.
« .... pemamiento y acción deben caminar junt()S, que Je 'Y moral
"deben ,er concorde,, que
la profe,i6n de una idea im,plica una con­
"ducta p1'áctica. Y esto val,e, ante todo, para la unidad interior, pa,ra
"la armonla exterior de la conciencia perwnal. Uamamo, ordina-
11riamente sffledad a e.rta coherencia de conducta, a esta cOff'espon­
"dencia entre la verdad profesada y la verdad vwida ( cfr. Efes., 4,
"15);
la ,antidad, mwándolo bien, es ju,tamente e,ta JÍnteJÍJ de fe
"convencida y operante y de cariáad dinámica y genero,@.
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles 27 de noviembre de 1974 (original
italiano «O. R.», 28 de noviembre de 1974; tra­
ducción

de
Bcclesia núm. 1.720 del sábado 14 de
diciembre).
1071
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