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Número 148-149

Serie XV

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El campo, hoy

EL CAMPO, HOY
POR
J. GIL MORENO DE. MOR.A.
Cuarenta años son período dilatado en la vida de un hombre
y durante este tiempo no hay humano que sólo pueda hacer balan·
ce de lo activo, porque la coogénita fragilidad, siempre sujeta a
error, da también 'lugar a un pasivo. Balance es el recuento y la
comparación entre el activo y el pasivo. De locos o angelistas sería
componer un balance únicamente con los éxitos o sólo coo los fra.
casos, porque tal postura, o cierra toda posibilidad a corregir loo
errores,
o

imposibilita la
cooservación de

aquellos logros
tan difícil­
mente conseguidos.
El pensamiento recto y honesto es aquel que, buscando siem­
pre el perfeccionamiento, usa del discernimiento para dístingnir los
aciertos de

los
érrores y, en consecuencia, se é&fuer.za en guardar y
conservar los primeros y en corregir los segundos como dice la voz
popular que es de sabios hacerlo.
El Campo ha sido uno de los capítulos de la vida española en
el que durante cuarenrá años menos aciertos y mas errores se han
dado, acaso por influencia de cotrientes generales en Otcidente, y
segutamente por el predominio concedido a las gentes e intereses
de aquellas ciudades que han crecido hasta ser "gtandes Urbes".
Las políticas del "Gran Madrid", del "Gran Barcelona", copiadas
por Bilbao, Zaragoza, Valencia, Sevilla, etc., han sido auténtica­
mente hostiles
al Campo.
Para dar una idea gráfica tomamOS unos datos del número 120
de la Revista Sindical de Estadística en el trabajo de Julio Alcaide
Inchausti sobre la Renta Nacional (págs. 2 a 30). Los datos com·
puran

1973.
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Barcelona, Madrid, Vizcaya, Guipúzooa y Tenerife suman el
30,4 % de la población, tienen el 40 % de la renta totaJI y ocupan
el 4,6 % del territorio.
Pontev Alicante, Las Pa:l.mas y La Corufia suman
el 15 % de la población, tienen el 13,9 % de la renta total y ocu­
pan el 6,5 % del territorio.
Sumadas ambas partidas
tenemos que diez provincias suman el
45,4
% de la población, tienen el 54,5 % de la renta y ocupan el
11,1 % del territorio.
Si se les suma
Cácliz, Málag¡,, Baleares, Oviedo y Sevilla, que
juntan el 13 % de la población, ron el 12 % de la renta y elJ 8,8 %
del rerritario renemos un conjunto cantábrico, levante, Islas y Ma­
drid con el 59,2 % de la población, el 66,5 % de la renta y sólo
el
19,9 % del territorio. Dejando treinta y seis provincias ron el
41,8
% de la población, el 33,5 % de la renta y el 80,1 % del re­
r.ritorio.
Barcelona, Madrid y Vizcaya tienen alrededor de 500 habimnres
por kilómetro cuadrado.
Guadalajata, Sotia, Terne! y Cuenca tienen menos de 12 habi­
tantes -por kfil.6metro cuadrado; veintinueve provincias tienen menos
de 60 habitantes por kilómetro cuadrado y sólo catorce provincias
superan los

100
habitantes por kilómetro cuadrado.
También sólo catorce provincias superan las 100.000 pesems de
renta
pe, c"f>ita y dieciseis no llegan a las 75.000 pesetas.
Es de notar que Madrid, Barcelona y Vizcaya tienen menos del
7 % de su empleo en agricultura y pesca; Madrid tiene el 58,2 %
de su población en el sector servicios, Barcelona y Vizcaya tienen
el
56,94 % y el 53,88 %, respectivamenre, de su empleo en la in­
dustria. Diieciocho provincias

tienen más
del 40 % de su empleo
en
agricultuta y pesca, doce provincias tienen entre ,el 30 y el 40 %
en agricuituta y pesca.
De lo que cabe deducir que ha habido una política contraria
al
sector primario produciendo desertización de más de la mitad
del territorio y grandes concentraciones con favorecimiento de los
sectores industria y servicios en poco más del 10 % del territorio.
Con ello, probablemente, el Régimen ha dafiado profundamen-
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EL CAMPO, HOY
te su más fi gentes arraigadas, que tan sólo por serlo eran los verdaderos parti­
darios del

orden y la evolución
sin rupturas, en oposición a las
desarraigadas gentes

de
las urbes proletarizadas y partidarias del
desorden y de
la Revolución, madre de todas las rupturas. Si ahora el
país se ve presentar la cuenta de este error no debe eocttañarse y
menos aún aquellos responsables que hace años, en el anuncio del
Primer Plan de Desarrollo, le dieron estado de doctrina oficiaii.
En

aquellos tiempos fue
adoptada desde las alturas del Estado
la doctrina de la economía de consumo, puesta en manos de una
recnocracia
rectora
especialmente
ciudadana. De
modo
inconscien­
te,

el predominio de los
valores económicos
y
materiales sobre to­
dos los demás condujo a una dialéctica y una praxis que en su
quiotaesencia

respoode a las
tesis ma.txisras, aunque los botnbres del
poder
se hubiesen horrorizado si
tal se
les hubiese
declarado, por­
que el materialismo de Occidente está ptóximo a[ de Otiente, úni­
co que con tales premisas conserva cierra lógica.
V
erdadetamente fue
un
error de
simple
materialismo que
en
todo implantó la "Economía", el
"Bienestar", como mera y

medio
supremo, practicando el hedonismo creciente de un pueblo que du­
rante un
latgo silencio

aséptico
tampoco desarrolló ni fomentó
ideas, doctrinas y pensamientos positivos

que fueran antídotos de
las ideologías
materialistas. Y

cuando
gran patte del Oero, impli­
cándose en lo político y lo social, abandonó los
temas propios del
espíritu, el movimiento deslizante ya no tuvo ningún freno y el
español medio se recostó en la pendiente del placer, el dinero y el
sexo que
concretaron la

aspiración hedonista.
El Campo
se vació

con el aplauso de los
tecnócratas encaramados
en
sus estadísticas.

Se vació de gente
porque fue

vaciado de con­
tenido. No es Jo
peot que se le priwm de rentas y se le forzara al
endeudamiento
actua!l desde

lo alto
del poder; lo

peor es que en
el
pensamiento

nacional se le haya
desvalorizado sistemática
y
encar­
nizadamente. Disperso e indefenso a

lo ancho del territorio,
trun­
cada su representación por los nombramientos a dedo y la anula­
ción del
sistema gremial, sin

posibilidad de conflictividad
brusca
y ruidosa, reducido a signo extetno de subdesarrollo, el adjetivo
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"campesino" dio en ser el más peyorativo en la valoración so­
cial Controlados férreamente sus precios, privándoles

de
inversión
en

las subestructuras, reducido a nivel de vida
fuertemente inferior
al

de cualquier suburbio
urbano, no
puede ya ofrecer
attactivo al­
guno para la juventud, que al mazcharse en masa deja hipotroido
el

futuro de la
Nación en
su mayor fuente de materias primas. Prác­
ticamente se
le obligó

a
pagar todo
el costo del Desarrollo
de los
años

60 sin contrapartida
ni propósito de dársela, en un criterio
de Justicia social reservado en beneficio de otras actividades, crite­
rio generalizado hasta en las jerarquías eclesiásticas diligentes en
hablar de

cualquier
sector menos
del
rural.
Toda España ·ha sido cómplice de este proceso, toda la España
de las ciudades que ha ayudado a su
ejecución, desde
el
comerciante
que

se enriqueció con el
valor añadido,

el importador que contri­
buyó con las
ím~ciones llamadas de

choque, al industrial que
se benefició de mano de obra fácil,
pasando por el gobernante o
funcionario
que aprovechó la dócil
mansedumbre natural del

cam­
pesino y su indefensión ante la presión fiscal
Durante
muchos años y no sólo desde hace ocho meses, hablar
del

Campo ha sido predicar en el desierto de la
indiferencia bur­
lona.

Cabe que ahora algunos sindicalistas profesionales, algunos
po!iticos en

busca de originalidad
quieran explotar el filón de

esta
injusticia. Cabe que, unos empleen esta
bandera para acusar al Ré­
gimen
o que otros
Ia usen intentado derribar el poder. Ninguno es
sincero
ni está libre de culpas: ni los tecnócratas, ni los demócra­
tas, ni los socialistas, ni 1os comunistas y los demás totalitarismos,
ni partido alguno de los hoy en liza hizo nada por el Campo. Nin­
guno contiene propósito de equidad, ninguno ha empezado siquie­
ra a

elaborar una doctrina del Campo que le pueda devolver una
dignidad
oocial ya

que no el dinero
y el trabajo perdidos. Todos
ellos han comido
y bebido en su pan y en su vino el sudor mal
pagado y las lágrimas no enjugadas del campesino, no renuncian­
do al provecho que obtuvieron con su
inmolación. Todos
son cul­
pables.
¡Ay de

mí España!
¡Ay de
mí Campo!
El porvenir es imprevisible,
las ahogadas voces que desde hace
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EL CAMPO, HOY
años claman siguen desoídas (•). Las consecuencias se verán cuan­
do
desaparezcan ios pocos que ahítos de desengaños y sufrimientos
quedan

en la tierra.
(*) Sobre los problemas de la agricultura, VERBO ha publicado: Núme­
ro 20, págs. 3 y sigs.: El Campesinado, por Hélion de Beaulieu, con prólogo
Je
Juan Vallet de Goytisolo.-Nú.m. 20, págs. 75 y sigs.: La Endclica «Mate,
-el Magislr@ y el Campesinado,-Núm.. 20, pá.gs. 84 y s~.: Declaración del
B11ndestag .robre la extirpación del campesinado en Alemania del Este.­
Núm. 26-27, págs. 411 y sig,s.: Sobre !a explotación familiar, por C. La­
¡¡lade-Demoyeo.-Núm. 44, págs. 199 y sig,.; núm. 45, págs. 253 y sígs., y
núm. 46, págs. 365 y sig.,.: Vida campe.sina y progreso en el mundo-mo­
derno, por Alain Thoranches y Pierre Bevillard.-Nú.m. 53-54, págs. 269 y
:siguientes: Forum sobre Agricultura, en la V Reunión de amigos de la Ciu­
dad Católica. Ponentes: Francisco de Gomis, José M.! Gil Moreno de Mora,
José Martín del Río y Augusto Díaz Cordovés.-Núm. 55, pág,. 314 y sig,.:
El orden natural y la vida campesina, por José M.i Gil Moreno de Mora.­
Nú.m. 64, págs. 329 y sigs.: Los CNer{JQs intermedios y la agricultura, Forum.
d.e
la

VI Reunión de
amigos de la Gudad Católica. Ponentes: José M.! Gil
Moreno de Mora, Vicente Flór~ de Quiñones, Marcos Guimerá Peraza,
José Martín del Río y Augusto Díaz Conlovés.-Núm. 71-72, págs. 139 y
siguientes: El Plan Mansholt. ¿Un culti'Vdor de cada dos debe desaparecer?,
por Richard de la Croíx.-Núm. 73, págs. 239 y sigs.: Plan Mansholt, por
J. Gil Moreno de Mora.-Núm. 77, págs. 619 y si,gs.: La. agricultura con­
temp01'ánea,
el

hombre
y la nueva coyuntura técnica, por Francisco de Go­
mis c.asas.-Núm. 87-88, págs. 639 y sigs.: Comercialización en la agricul­
lura. -
Entre el liberalismo y -la tecnOfra&ía, Porum. sobre Agricultura en la
VII
Reunión de Amigos de la Ciudad Católica, por Pte. José M.! Gil Mo­
reno de Mora.-Núm. 103, págs. 325 y sigs.: El desarrollo. económico, el
.campo y el sacerdote, por J. GH Moreno de Mo.ra.-Núm. 123, págs. 319 y
siguientes: Encuentro sobre agricultura, de la XII Reunión de amigos de
la
Ciudad C..tólica.-Núm. 143-144, págs .. 513 y sigs., núm.

145-146,
pá,
ginas 665 y sigs.: De los tópicos a una doctrina del cam.po, por J. Gil Mo­
reno de Mora.-También se ha.o publicado en la. secci6n Ilustraciones con
-recortes de periódicos, con referencia al campo: Núm. 95-96, págs. 603 y si­
guientes: La agricultura y el desarroilo industrial. El bienestar de las grandes
,ciudades y la despoblación del campo. La re11olució'R y el campesinado. La
tecnocracia entra en escena: el cambio de estructuras y la manipuladón de
los precios.-Núm..
107-108, págs. 835 y sigs.: Agricultura, megalopolis, re­
:gionalización por
el

Estado
providente, desarrollo y ~cologia.-Núm. 119~
120, págs. 1051 y sigs.: La despoblació11 del cámpo y el vertiginoso creci­
miento de

las aglomeraciones
u,-banas: 1.

Crecimiento, desarrollo y
movi~
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Sólo si en el más airo lugar de la Nación se despierta la cons­
ciencia
. de
una deuda
hacia el Campo, si con voluntad y método se
emprende con urgencia la rarea de cambiar las mentes, no de los
campesinos, sino del resro de la Nación, sólo si se ponen rodos
los medios para curar este mal, cabe una esperanza. De no hacerse
así la Nación entera -exclama.tá un día como el moro ante lo per­
dido: ¡Ay de mi Campo! ¡Ay de mi España!
lídad geográfica de la población; 2. El campo ante los problemas monetarios/
3. ¿Tendencia a destruir lt: vida rural?; 4. Concepto del campesinado; 5,
El problema de la propiedad; 6. La tradición, elemento de la sabiduría cam­
pesina.
DE LOS TOPICOS A UNA DOCTRINA
DEL CAMPO
por GIL MORENO DE MORA.
l. LOS TOPICOS DEL CAMPO: UNA VISION DE·
FORMANTE
II. SER SAGAZ CON EL PORVENIR
III. ¿REFORMA O RESTAURACTON AGRARIA?
IV.

LA REPRESENTATIVIDAD
V. COOPERACTON E INTEGRACTON
VI. DESCENTRALIZAOON Y CENTRO
VII. EL CAMPO ENTERO
VIII. PROBLEMAS REPERCUI'IVOS
IX. AGRICTJLTURAS DIFERENTES
X.

UNA DOCTRINA DEL CAMPO (PARA EL
CAM·
PO

Y PARA TODA
ESPAAA)
72 págs. 100 ptas.
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