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Número 148-149

Serie XV

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Dignidad y dignificación de la persona

DIGNIDAD Y DIGNIFICAClON DE LA PERSONA
POR
VICTORINO RODRÍGUEZ, 0. P.
La palabra griega anthropos (de áner-ópos = cara o aspecro de
varón)
parece significar

al
hombre por aquello que más chiramente
le

revela: la cara o
mirnda. O>Sa parecida ocurre con la palabra
pr6sopon (de pros-opós = para la voz o lenguaje), a que corres­
ponde la
palaJbra latina. per,son,,, que originariamente significó ca­
reta sonora (= megáfono) de uso reat:ral, pero que 'luego significó
al
locutor o
al p=naje representado y, finailmente, a todo hombre,
que es lo más digno de este mundo. Así, pues, tanto anthropos oomo
prósopon como persona conotaron en su uso primitivo dignidad.
De esta inducción resulta que decir que e/ hombre es persona
no clasifica semánticamente la CQndición del hombre más allá de
su
especial dignidad, y, aun así, hay que precisar que el hombre no
es especialmente digno
por ser . persona, sino que se llama persona
por ser especialmente digno.
El
término dignidad (forma :rbstracta del latín dignus) signifi­
ca decoro, va:lor superior o exrelencia. En su forma concreta y ad­
jetiva, "dignos" parece proceder de la raíz latina (de origen sáns­
crito) dec (de donde también el verbo decet) y el sufijo nus: dec­
nus --> degnus --> dignus = decente, decoroso, distingnido. Implica
correlación de acción o atributo adv persona a su acción o circunstancia: digno de, apto pt:1ra, me.rece-.
dor de. En Cicerón (Retótica II, 5 3) y en la primitiva liturgia cris­
tiana se asocia

con
Jo justo y equitativo: ·· dignum et iustum est,
aequum et salutare" (Pref. de la Misa),
El

término
dignificáción conecta más directamente con el ad­
jetivo
digno en su sentido más originario de valor adventicio que
con
el snstantivo abstracto dignidad o el adjetivo digno en sentido
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VICTORJNO RODRIGUEZ, O. P.
de valor natural: significa hacer o haoerse digno de algo superior,
u obrar conforme a 1a propia condición o destino, superándose en
dignidad, adecentándose. En este sentido se pide en e'l Salmo 71, 21:
"acrecienta mi dignidad".
Al querer hablar de la dignidad y de Ia digmficación de '1a per­
sona, distinguimos dos momentos y dos niveles en el ser del hombre
o persona
hUl!OOJlla: dignidad que

le
cotresponde a
nivel
onroló­
gioo
de una singular especie biológica, superior a fas demás, por
su
roadici6n origina!l

o nativa (rodos
Ios hombres nacemos personas,
igualmente
personas, aunque no personas ignales), independiente­
mente
de sil cooperaci6n, de sus méritos o deméritos; y la dignidad
adquirida, adventicia, debida a su comportamiento individual o so­
cüd: su personal dignificación, cuando el comportamiento es deco­
roso o digno de su ser o de sus posibilidades; cuyo contrario es la
degradación o envilecimiento de_roadw::t:a. Se

trata de traducir,
grosso
modo, a términos die va1or, los términos antropológicoo de persona
y personalidad.
Pretendemos adentratnos, muy sintéticamente, en fas rafees an­
rropol6gicm,, poicol6gico-metllfíslcas
(1) de Ia dignidad de Ia per­
sona humana, y en los modos y criterios de su clignificaci6n, natural­
mente
postulada, tanto a nivel individual como a nivel social y
trasc valorados
y positivamente asumidos, de la anrropología tomista.
l. Dignidad natural del hombre, oompuesto esencial de ma­
teria y espíritu.
"El :rlma humana está en el confin .de las cr¼"'"' espmtuales
(1) Actualmente la Antropofagia, ampliando las significaciones usua­
les de'! siglo XIX, más parcial.es y positivistas, ha adquirido la amplitud co­
rrespondiente a su etimología:. estudio del hombre. Pero como el hombre
es objeto de estudios cient;ífiCOs específicamente diversos, la antrop;l'logía ge­
neral no puede menos de subdivi4irse en . subespecies, entre las que hay que
dar lúgar al estudio psicológico del hombre y a su dimensión metdfísica en
aia.oto ser espirituál y transC€ndehte.
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DIGNIDAD Y DIGNIFICACWN DE LA PERSONA
y corporales" (2). La composición esencial de cuerpo y alma, trans­
cendentalmente rorrelativos, , ronstiwyendo un todo esencirulmente
unitario
e individual, es la verdadera clave de la antropología tomista.
Ni angelismo, ni materiatlismo, ni =onía preestablecida, sino uni­
dad esencial de composición, que V"-desde el. substrato bioquímiro
y genético, específicamente humano e. individuatl, · hasta 'las ru::tivida­
des periféricas sensoriales y afocrivas. Se tiene en cuenta, además,
que
el. alma humana no es una emergencia o resultlldo evolutivo de
la
materia, como tampoco la inteligenci-- es un estlldo evolutivo de
la
imaginación, ni el. amor espiritwrl es uná sul,limación de la sen­
sualidad, sino . que el orden • es. el inverso, el de páfticipaci6n: el
alma se
partici,pa en el cuerpo, atl _ que comunica especificidad hu­
mana y existencia (con prioridad formal, no ternpo que
se delimita ,e individualiza; al que ttan.sciende, sin embargo,
como
espíritu, sin estar rondicionada totalmente por él en el sub­
sistir posterior a
la muerre y en_ 1as_ actividades superiores del es­
píritu. Por trara,,se de. una unidad esencia1 de composición, el todo
que es la natural.eza humana del hombre supone una coniplejidad
estructural orgánica. proporcionada 'a: · 1a compleja participación del
alma en sus facultades anímicas. "En las Cosas compuestaS de ma,
teria
y fotma -dice S. Tomás-la esencia significa no sólo la for­
ma ni sólo la materia, ·sino el compuesro de materia y forma, en
cuanto que son principios

de la
especie"· (3).
"Como dice
Aristóte­
les
en el. II de los Flsicr,s, c. 2, ía última de las formas natumles, en
que
termina la considei:ación de la filosofía natund, esro es, el. alma
humana, es ciertamente· separada, pero en la materia . . . Es separada
en cuanto a su fuerza innelecriva, porque la fuerza · innelecriva no es
de

un
ótgano corporal .

. .
Pero está en la materia, en. cuanto que el
alma, a la que pertenece esta fuerza, es forma del. cuerpo, y término
de la generación humana" ( 4).
(2) Santo Tomás, Suma Teologica~ I, 77, 2. Cf. II C. G., c. 68; III
C. G., c .. 61.
(3) !, 29, 2 ad 3.
( 4) I, 76, 1 ad l. Esta doble considerad6n del alma humana, en cuanto
forma

en la materia y en cuanto
forma separada o

s·eparable, le
hace perte-
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VICTORJNO RODRJGUEZ, O. P.
Sin embargo, la diversidad de .funciones anímicas y la corres­
pondiente complejidad dcl organismo hmnano,
es perfectamente rom-.
patible con la unidad fontal del alma: "En el cuerpo que recibe la
vida es neoesa:,,ia · la diversidad d,e 6rganos en raz6n de la diversidacf
de operaciones anímicas. Pues el alma, al ser la forma más perfecta
entre las formas de las rosas rorporales, es principio de diversas
operaciones,
y por ,eso necesita diversidad de 6rganos en su perfecti­
ble.
Las formas de las cosas inanimadas, en cambio, por su imper­
fucci6n,
son principios de pocas operaciones; de abí que no exijan,
diversidad de
6rganos en sus perfecciones" (5). "Es una misma la
forma substancial por la que esre individuo es esta substancia y ·por­
la

que
es cuerpo, cuerpo animado y lo demás. Pues la forma má.<
perfecta da a la materia lo que la forma menos perfecta y aún más.
Por eso el a!lma da no s6!o el ser substancia y cuerpo, como lo hace­
la forma de ¡,iedm, sino también el ser cuerpo animado" (6).
Es más: la forma substancial humana o alma no s6lo es prin­
cipio fontal y unifkrufor de rod,is las acllividades espirituales y psi­
cofísicas del hombre, sino también del mismo existir úníco del hom­
bre, aunque en distinto orden, romo veremos en el punto siguiente.
"El que la substancia intelecmal sea subsistente no impide, según
queda

comprobado
en el cap/rulo 51, que sea principio formal de
existeJl;cia de fa_ materia, com.o comunic.ando su 'Ser a la mate.ria.
Pues no hay inconveniente que ·sea lo · mismo el ser en que subsiste
el compuesto y la forma misma: ya que el compuesto no existe si no
es por, la forma, ni ambos subsisten separadamente" (7). "El alma
humana
pennaoore en su· ser cuando es se¡xu-ada del cuerpo, con ap­
titud e inclinación narurail a la uni6n con el arerpo" (8).
necer a la ciencia natural del hombre (Psicología) y a fa Metafísiica. Cf. Santo·
Tomás, In II Physk., lect. 4; In I De anima, lect. 1 et 2.
(5) In II De anima, leet. 1, n. 230:
(6) Ibídem, n. 225.
(7) II Contra Ge111iles, c. 68. a. I, 76, 1 ad 5:
(8) !, 76, 1 ad 6
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DIGNIDAD Y DIGNIFICACION DE LA PERSONA
2. Dignidad entitativa del homhre: esenoia-persona-emten­
cia.
Aparte la composición natural de materia y espíritu en roda su
complejidad
uniwia (como la describe la anatomía y la psicología)
a mayor
hondura metafísica nos encontramos con la composición
rei1 de esencia-person,,.existencia, donde radica la dignidad del hom­
bre
y su límite.
a) En la composición reail de esencia-existencia, entendida ana-
16gicamente
a la composici6n materia-forma, acro-potencia, no sólo
en
el hombre, sino en roda c=tnra, cifr6 Santo Tomás la distin­
ci6n más radical entre el Ser pot esencia -Dios-y los ,seres pot
participación -todos los demás--. La participación varia en el ser
es posible
y explicable, sin monismo ni panteísmo, poc la composi­
ción intrínseca,
de ámbito entitativo, en todos los seres, incluidas
las substancias espirituales. "El ser no recibido en algo no es fini­
to, sino absoluto. Luego roda creaturn, al tener su ser finito, lo tie­
ne recibido en algo, y así es necesario que comprenda dos i:osas por
lo menos, a saber, el ser y lo que recibe el ser" (9). "En el alma es
como
material su simple eseocia, y .como formal en la misma es el
existir
participado" (10).

"El
acto es siempre proporcionado íl aque­
llo de que es acto. Ahora bien, romo el mismo existir es cierta
actualidad de la esencia, el obrat es acnrnlidad de la potencia .ope­
rativa, puesto que por ello ambas cosas existen en acto: la esencia
por la existencia y la potencia por la operaci6n" (11). "La acci6n
es propiamente la actualidad de la potencia, como el existir es la
aorualidad de la esencia" (12).
Santo
Tomás ha seña,lado con
máximo
énfasis la prioridad de
actuali:ración y perfecci6n de la exist:eocia sobre la esencia o natu­
ntleza en el hombre, como en todas las cosas creadas. En este sentido
es
tan existeocialista como el que más, pero no derivando hacia un
(9) 1 Senl., d.ist. 8, q. 5, a. 1, arg. 2 sed contra.
(10) !, 90, 2 ad l.
(11) De spi,it11:dib11s creaturis, a. 11.
(12) I, 54, l.
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VICTORJNO RODRJGUEZ, O. P.
exi!SrenciaJ;iso teroporal-rontingente, sino ooncibiendo la existen­
cia humana como pw:ticipación dd existir eseocial de

Dios. Sus
ÍÓJ:1mulas no ,pueden ser más inequívocas: "La misma 1esencia de la
forma (= del alma racional!) se compara a la existencia romo po­
tencia al propio acro. Y osl, en las formas de suyo subsistentes se
distingue potencia y ac~o, en cuanto el misino ,existir es acto de la
forma subsisren:tie, que no es su existir" (13). "Eil mismo existir es
lo más perfeGto de todas rr..s cosas, pues es acto respecto de todas.
Pues nada tiene actuaJ:idad sino existieodo, por eso · el existir es -la
a<:t1.Uclidad de todas las cosas, incluso de las mismas formas" (14);
"es la acrualirlad de roda forma o naturaleza" (15 ). "El existir es
lo más perfecto entre todas· las cosas: porque el acto es siempre
más perfecta que la potencia.. Ahora bien, cualquier forma que se
señale no se ,eotiende como actual si no se la supone existiendo ...
De donde ~"' pateote que 1D que llamo existir es actualidad de
todos los acros y perfección de todas las perfecciones" (16).
Esta coooepción del hombre como existeote por participación
del Ser por eseocia nos descubre su vinarlación entitativa y necesa­
ria
respecto de

Dios. "Hay que
decir ---advierte Santo Tomás-­
que el ser se pnrlica """'1ciailmente sólo de Dios, ya que el ser
divino
es el

ser
subsistente y llbsoluto; ele cualquier otra creatura se
predica por patticipación: pues ninguna c,reatura es su existir, sino
que tiene
exisrer,cia" (17). El ,econocimiento de esta relación ron
Dios y el obr,,r conscientemente en consecuencia será la base del
compon:attniento religioso y .de la moral teónoma del hombre a ni­
vel pununenoe filosófico y de la resolución 1:eocénrrica mediata del
humanismo filosófico.
b) Pero la complejidad del substtmto entitativo del hombre no
termina ahí: entre la esencia o natunl[eza humana individual y su
existencia o actualizaci6n enci.tativa máxima media el factor pet"sona.
En este punto :i.. antropología ·cristiana y muy especiaimeote la to-
(13) Q, D. De anima, a. 6.
(14) I, 4, 1 ad 3.
(15)

I, 3, 4.
(16) De Potentia, 7, 2 ad 9.
(17) Quodl, II, q. 2, a. l. Cf. I, 3, 7 ad l.
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DIGNIDAD Y DIGNIFICACIQN DE LA PEilSONA
mista debe mucho, ,tanto en el planteamiento del ¡,roblema mmo en
la vía de solución, al dogma católico de la Unión Hipostática. No
es que el tema de 1a persona no tenga mnsisteucia filosófica inde­
pendienremente de !la wología; ,es que la fe aquí sl;ISCitó el problema
y abrió vías de solución a la razón: distincMn real de pers011a y na­
turaleza, racional y libre, ,en cada ,hombre, dado que en Cristo· la
Persona es .realimente distinta de su naturnleza individual con todas
sus facu!l de
úisto, cuya naturaleza huma,na individual perfecta no constituía
persona humana, fue más fácil caer en [a cuenta que en cada hom­
bre,
aparte la natuta!leza humana o mnstitución específica, s.e dan
acciden1Jes, acciones, duración, ,existir . • . que ni son esencfales a!
hombre
ni a esta naturaleza individual, y, sin embargo, pertenecen
a la pen,ona.
Desde luego, lo que ~e.mita más claro es que la linea divisoria
entre natura:Leza humana individual, persona y exisrencia es diff.
cllment:e perceptible y jamás ""perimentalmente mmprobable. A
mi entender y a la vista de los textos de Santo Tomás pienso q=
se pua:le decir lo siguiente:
La persona ( = hombre, sujeto o supuesto humano, hipóstasis, yo,
tó, alguien, noootros, N. N .... ), mmo centro unitario de referencia
del existir,
obrM o pade,;er humano, (yo. existo, enciendo, hago, pa­
dezco,· nací, moriré ... ), tiene comi.stencitJ-sustatntWa, de mayor radi­
calidad que ,el campo fenoménico humano, múltiplle y varfable, de
mnocimientos y afecciones, predisposicio11es y hábitos, crucácrer e
idiosincrasia. Todo esto e infinidad de cosas más extraesenciales per­
tenecen a la persona, pero no son la· persona, sino que pertenecen a
mi persona: no soy alma ni soy ruerpo, no soy pensamiento ni soy
libertad, sino que tengo alma y cuer;po, pensamiento y Hbertad (19).
(18) No hacemos ruestión de distinción· entre individuo humano y.-.per­
sona humana, cuestión planteada en este siglo a la Ontología desde una
problemática

socio-política, como veremos más a.delante.
(19) Frecuentemente se da como distintivo de la. ·persona la conciencia
o
la

libertad.
Valdría, a nivel puramente fenomenológico, en. cuanto que la.­
persona se revela en los actos de conciencia y. de-libertad en las personas adul­
tas; pero rigurosamente hablando es algo más sustantivo que estos actos de
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VICTORINO RODRIGUBZ, O. P.
La persona pooee y aúna todo lo que hay en mí, pero es más que
la suma de todo ello; transciende a la naturaleza humana individual
con todas sus peculiaridades estrucrurales y operativas. "Al supuesto
se lo signifio,. romo un todo, cuya _p naruraleza" (20); pero es más que el todo significado por la na­
turaleza humana individual: "No cualquier individuo en el géne­
ro
de substancia, aunque sea de naturaleza racional, es persona, sino
aquel que existe por sí" (21).
F.s más: no obstante la entrañable correlación entre la persona
y el aao de existir (22) l.os textos. y la misma estructura de las
cuestiones
que dalica Santo Tomás a la constitución de Cristo hacen
pensait que según c!l la persona difiere reahnente de su p,opéo acto
de exist#'; la existencia pertenece a la persona como acto suyo pro­
pio,

sin que
la constituya forma,lmente. La ,eferencia eepontánea · del
existir
a la
persona (= "yo existo") corrobo rrespondencia; y, al sustantivar el verbo existir, más bien que decir
"yo
soy existencia", ·se deberá decir: "yo tengo existencia". En
esto Santo Tomás fue muy explícito: "La existencia sigue a la natu­
raleza, no en el sentido que la natw:aleza tenga existencia, sino en
cuanto que
por ella algo existe; en cambio sigue a la persona o hi­
póstasis en
cuanto que ésta tiene existencia" (23). En realidad, "nin­
guna CL"eatura (y la persona humana lo es) es su existencia, sino que
tiene
exisrencia" (24).

"Por
consiguiente, como el mismo existir
inteligencia y de voluntad, y preexiste a ellos, como es obvio en los niño.s
sín
uso de razón.
(20) S. Tomás, Suma Teologfra, III, 2, 2. a. I, 3, 3; III Sent., d. 5,
q.3,a.2c.ya.d3.
(21)

III, 2, 2
ad 3.
(22) «Pero como no es su existir, le es accidental (a la substancia es­
piritual) algo que no es de su razón específica, esto es, la existencia misma
y otras cosas que se, atribuyen al fupuesto y nO a la naturaleza,· por lo cual
en

ellas
el supuesto no es exactamente lo mismo que la naturale:za» ( Quodl.,
II, q. 2 a.d 1).
(23) «Esse consequitur naturam, non sicut habentem esse, sed sicut
qua· aliquid est: personam autem, sive hypostasim; consequitur sicut habentem
esse» (III, 17, 2 ad 1). CT. I, 45, 4.
(24) Quodl. II, q. 2, a. l.
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DIGNIDAD Y DIGNIFICACION DE LA PERSONA
no entra en Ja -constitución de la persona, y, sin embargo, pertmece
a la persona, y no entta en la constitución de la naturaleza (ni per­
ten.oce a la naturaleza) resol.ta manifiest0 que persona y natu no

son
rompletamente lo mismo en todas aquellas cosas cuyo ser
no

es
su existir" (25 ).
En otta ocasión ha matizado más este ¡:,eculiat "pertenecer" de
la
existencia a la persona en contraposición a las operaciones, pata
clarificar más la distinción entre naturaleza y persona: "El existir
y el obrar lo tiene la persona por la naturaleza, pero de distinta ma­
nera. Pues el existir pertenece a la misma constituci6n de la perso­
na: y así en cuanto a esto está en condición de término, y, por con­
siguiente, 11a unidad de persona requiere unidad de existencia com­
pleta y personal. Mas la operaci6n es cierto efecto de la persona en
razón de lllguna forma o natutlll!eza. Pot consiguiente, ·1a pluralidad
de operaciones no obsta a la unidad personal" (26). A1 afirmar aquí
Santo Tomás que el "esse pertinet ad ipsam constitutionem perso­
nae" no es cotrigiendo su negaci6n, múltiple y simultánea en di­
versas obras, que
ell "ipsum -essie non est de ratione suppositi", que
(25) «Et ideo, Jicet ipsum esse non sit de ratione· suppositi, quia tamen
pertinet ad suppositum, et non est de ratione natura.e (nec pertinet ad oa.­
turam?), manifestum. est quod suppositum et natura p.oo sunt omnino idem
in
quibuscumque res non
est suum esse»-(Quodl., II, q. 2, a, 2 ad 2). En
las tres ediciones que pude
compulsar de este texto me parece que existe una
laguna,
que

sugiero suplir con el
paréntesis interrogativo,
en conformidad con
los
textos de las notas 23 y 26. En rigor lógico, de que el existir no entre
en la constitución de
la_ persona ni éntre en la constitución de la naturaleza,
no se sigue sin más que haya distinción entre persona y náturaleza, puesto
que
no
se ser.ida ningún elemento diferenciativo. La diferencia hay que su­
ponerla en la pertenencia y no pertenencia respectivamente de la existencia
a la persona y a la nahtraleza. El texto transcrito es de la Ed. R. Spiazzi.
Marietti, Taurini-Romae, 1949. (26) «Dicendum
quod esse et operad est personae a natura, wliter ta.meo
e-t aliter. Nam esse pertínet ad ipsam constitutionem personae: et sic quan­
tum ad hoc se habet in ratione termini. Et ideo unlitas personae requirit uni­
tatem ipsius esse completi et personalís. Sed operatio est quidam effectus
personae
secundum aliquam formam vel naturam. Unde plunú.itas operatio­
num
non
praeiudicat unitati

personali» (III, 19, 1
ad 4). Cf. Quod/., IX,
q.
1, ª· 2 ad 2.
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VICTORJNO R,ODRJGUEZ, O. P.
es· "habens -esse", sino matizando la distinta relación en que están
respecto de la persona el existir y el obrar, que también pertenece
a la persona ("o,:tiones sunt suppositorum"): mientras que la ope­
ración está eri reláción directa y propia con la forma y es un· pro­
ducto o

efecto de la persona, la
existrencia está en relación directa
y propia ron la persona, de :la: que no es producto, sino "término"
que la unlfica y distingue; [la operación es un producto múltiple de
la persona;
el existir es actuación unltaria de la persona (27).
¿Qué es, entonces, la persona h""""1a? ¿En qué consiste ser hom­
bre o

individuo
huma.no, dado que ha de ser algo distinto de la
naturaleza humana individual con todos sus accidentes, y, por otra
partJe, distinto y ontológicamenre previo al ·acto de existir, que no
es la persona, 'SÍOO que pertena:e a la persona?
Algunos autons "personalistas"
creen que, para no "cosificar"
ali hombre, wr=tamenre no se debe preguntar "qué es el hombre",
sino "quién
es el hombre". Julián Marías, por ejemplo, dramatiza:
"Aunque

la
filosofía y la .ciencia lleven dos mil quinientos años pre­
guntando erróneamente
¿qué

,es
el hombre?, y recibiendo, como era
de esperar, res¡,u:estas inválidas" (28). Sin de=har la pregunta de
"qué
es el homb,e", estima O,,,istiá.n &hütz que "a diferencia de la
interrogación qué es el hombre, Iá pregunta quién es el hombre no
admite muchas· .1'1espuestas parciales, sino una única respues-t~, que
trata de encontrar en el ser personal del hombre la medida de la
significación y ak:ance de esiJ5 aspectos -parciales que nos descubren
e
iluminan 1o que es el hombre ... De esta forma se respeta la pri-
(27) Aparte el vatlor de estos textos, la misma estructura de las cu.es·
tiones sobre la constitución de-Cdsto, en la III P.· de la Suma Teologica, re­
vela esto: que el tema de su
«esse» ('= existencia) lo aborda en la cues­
tión 17,
des_i;,ués de haber tratado ampliamente el tema de la persona en
las cuestiones

2-6;
lo cual indica que no consideraba al «esse» como constituti­
vo de
la persona. Es

más, en
la cuestión 17, art. 2, prueba la unidad del
«esse» en

Cristo por la
unidad (supuesta)

de persona en
él.
(28) Julián Marías, Antropología Metafísica, Madrid, Revista de Oc­
cidente, 1970, pág, 44.
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Fundaci\363n Speiro

DIGNIDAD Y DIGNIFICACION DE LA PERSONA
macia de la cuestión quién es el hombre sobre la pregunta qué es el
hombre" (29).
Es verdad que" ¿quién?" y" ¿qué?", lo mismo que en latín "quis""
y "quid", son preguntas distintas, pero ambas pueden referisse ro­
ttectamente al hombl'e (30), y en cuanto a profundidad metafísica
pienso
que es más expresivo el qué. que el quién. M preguntamos
¿qué (quid) es el hombre?, nos ttferiroos a su distintivo o nota di­
ferenciativa
respecto de
los
demás seres que

no
son de rondición
humana,
a

su especie
omológica:. sobre
lo peculiar de la persona
humana en

contraposición a los
animales, plantas, etc., es decir, todo
lo contrario de pretender "cosificarlo". En cambio, al pregu.nntarnos
¿quién es aquel? o ¿quién eres tú? o ¿quién fue Sócrates? nos re­
ferirnos a la
iodividualidad fenoménica de cada coa! (hijo de fula­
no, nacido en tal sitio y en tal fecha, licenciado, casado, etc.), ya per­
cibido
"vagamente" como persona, para distinguirlo de las demás
personas.
Y parece obvio

que esto
no tiene

primacía filosófica en
la cuestión de 'la persona
ni ,es cuestión de antropología "metafísi­
ca",
sino más bien fenomenológica.
Manteniendo,
pues, la corrección de

la pregunta
¿Qué es el hom­
bre?, suscribimos aún fa descripci6n de Boecio: rationalis natu,r.l'Je in­
dwidua substantia (31), que Santo Tomás vedujo, para ch,,r ron ella
(29) Christian Schütz, El hombre como· persona, en «Mysterium salu­
tis». Madrid, Ed. Cristiandad, 1970, II, pág. 716.
(30) Un autor tan persooalista como San Agustín las empleó así: «Quid
enim sum ergo mihi sine te ois,í dux in praeceps? Aut quid s~. cu.m mihi
bene est, nisi
sugens lac

tuum aut fruens
te cibo qui non corrumpitur? Et
quis horno .est, quilibet hamo, cum sit homo? .... Confitear ergo quid de me
sciam, confitear et quid de me nesciam .... Quid ergo su.ro, Deus meus. Quae
natura sum?» (Confessio11es1 IV, 1, -1; X, 5, 7; X, 17, 27).
(31) Boetíus, De duahus naturis, c. 3. ML 64, 1343. El cardenal Caye­
tano la glosó en estos precisos términos: «Ad rationem suppositi requirun­
tur quinque condiciones, scilicet qu.od sit substantia, completa, individua,
subsistens, incommunicabilis.
Substantia, propter accidentia; completa, prop­
ter partes;
individua, propter speciem; subsistens, propter Humanitatem Chris­
ti; incommunicabilis, propter essentiarn divinam quae est communis tribus
suppositis» (In I Partem, q. 3, a, 3),
1093
Fundaci\363n Speiro

VICTORJNO RODRJGUEZ, O. P.
aikanct, analógico a las perronas angélicas y divinas, a estos térmi­
nos:
distinctum subsistem in natura intellectuaU (32).
Para
clarificar lo que

es el hombre o
individuo humano, Santo
Tomás no
se remite a su equiv"1ente lingüístico diciendo simple'
mente

que es
"persona", puesto que es precisamente el ténnino per­
sona el que se daúfica al

estudiar su
aplicación a1 hombre (33); lo
que
hace es analizar sus dos el.ementos constitutivos:

su
sustantivi­
dad (= su consistencia e independencia ontológica, en contraposi­
ción

a los
accidentes, a

las
partes de
un todo esencial
y a la natura­
leza humana de

Cristo)
y su racionalidad ( = especificidad humana,
en
contraposición a 'los individuos infrahumanos y a üas personas an­
gélicas
y divinas). "Hay que decir que persona significa lo que es
más perfecto en toda
la naturaleza, es decir, lo subsistente de natu­
raleza racional" (34).
De modo que una
naturaleza humana, individualizada y perfecta
no
tiene categoría de persona, de dignidad personal, si no gooa de
subsistencia propia, de apacidad de existir autónomo, que es lo que
le falta a la humanidad de Cristo, que subsiste, con ventaja para ella,
desde luego,

en
la Persona dd Verbo
(35).
Sin embargo, la
singular perfección,

o excelencia, o
dignidad
ontológica no 1e viene a la persona tanto de su sustantividad o sub­
sisrencia (elemento que se da también genéricamente en cada ani­
ma[ y en cada planta), como de su naturaleza racional y libre, razón
de

su
dignidad y transcendencia (36).
(32) Santo Tomás, In III Sent.1 dist. 5, q. 1, a. 3; De Potentia, 9, 4.
(33) Cf. Santo Tomás, !, 29, 3 ad 2; II-II, 183, 1; De Pot., 9, 3 ad 1;
I Sent., 23, 1, l.
(34) «Dicendum quod persona significat quod est perfectissim11m in
tota natura, scilicet subsistens in ralionali ndlura» (I, 29, 3).
(35) III, 2, 2 ad 3; 2, 2 ad 2; 4, 2 ad·2.
(36) X. Zubiri t.raduce la descripción tomista subsistente de naturaleza
racional
por sustanti,vidad de propiedad, noción más abstracta y vaga indu­
dablemente,
pero que realmente viene a significar lo mismo. No obstante,
Pedro Laín Entralgo creyó encontrarse con algo de gran originalidad: «La
persona es, ante todo, sustantividad, concepto que Zubiri, intelectualmente
instalado

en
e'l más actua:l nivel del pensamiento científico, ha crea.do v pro­
puesto para sustituir el aristotélico y tradicional de sustancia» (Sobre la amis-
1094
Fundaci\363n Speiro

DIGNIDAD Y DIGNIFICACION DE LA PERSONA
En síntesis, la persona es más digna que los accidentes ( entre
los que se cuenta la relación) y que las partes de un todo ( como
son el cuetpo y el alma), por ser subsistente; y es más digna qu€
las demás creatums subsistentes (como son los animales) por set un
subsistente de natunileza racional (37).
e) Finalmente, respecto del existi1' humano deben distingui dos efectos fotmalles: uno intensivo o entitativo, en el sentido en que
Santo Tomás llama al "esse" actuaJittM omnium rerum, actuaJittM
omnium actuum; perfectio perfectior,um
(38); y otro más bien ex­
tensivo, en h. dirección·del tiem¡x>1 de d1Hación, que es temporal en
esta vida y suptatempora1 o "evo" después de la muerte. Por eso,
aunque nuestro existí.-se revele principalmente en el durar tempo­
ral,
el existir es más rndical, consistente y perfecto que el durat.
Toda esta co7r,1>/ejidad que hemos señallado en la constitución
entitativa del hombre

no
rompe su unidad. Siendo el acto de existi1'
propio de la petsona (39), término de la aptitud de subsistencia con
que

es
engendrado el nuevo ser human.o, aunque se distinga de la
JaiJ, Madrid, Revista de Occidente, 1972, págs. 222-223). ¡ Lástima que el
señor Laín no conozca mejor la escolástica. cuando escribe

de ella! En ese
mismo lugar dice que prefiere fa noci6n zubiriana de persona por conside­
rarla más P,6xima, profunda, rigurosa-y actual q11e otras, entre las que enu­
mera, en primer lugar, la escolástica, que describe así: «persona, supuesto ra­
cional y constitutivo de la individua:! naturaleza de cada hombre» (pág. 222).
Ningún escolástico pensó que la persona f°Q.ese -constitutivo de la naturaleza
individual; más bien trataron de ver el niodo de distinguirlas. como acabamos
de
ver en Santo Tomás.
La nota diferenciativa de la persona naturaleza -racional, de donde deriva
que
sea naturaleza libre, capaz de propiedad, etc., se entiende a nivel enti­
tativo, previo a las facultades de inteligencia y de voluntad y a sus respec­
tivos actos. Como d~amos, la persona no es conciencia tll libertad, pero se
revela

en
'eStas operaciones.
(37) «Dicendum quod persona, sicut dictum est, significa.t quam-dam
naturam
cum

quodam modo
e:xístendi. Natura autem, quam persona in sua
-signif.icatione includit, est' omniwn naturarum digni.uima, scilicet natura in­
tellectualis secundum genus suum. Similiter etiam modus e:xistendi quem
importat persona
ést dignissimus, ut scilicet aliquid sit per se existens» (Santo
Tomás, De Poi., 9, 3).
(38) Cf. !, 4, 1 ad 3; De Polentio, 7, 2 ad 9.
(39) a. 111, 17, 2 ad 1; 19, 1 ad 4.
• 1095
Fundaci\363n Speiro

VICTORJNO RODRIGUEZ, O. P.
nanmrleza huma.na individnal, de ella recibe calidad humana e in­
dividualidad, debida ésta al orden transcendental a tal materia, con
que
se origina el nuevo ser hurnano (40), a la vez que, romo "fonna
formarum"
y "pe.rfectio perfectionum", actúa existenciallmenre a
todo
Jo que hay en la persona humana, consumando su unidad de
composición. De ahí que, así como no es rorrecto decir que entien­
de
el entendimieoto o que obra el alma, sino que entiende el hom­
bre por ,el entendimiento o que obra el rompuesto de alma y cuer­
po, trunporo es rorrecto decir que existe el enrendimienro o que
existe
el alma o que el hombre es existencia, sino que el hombre
tiene alma, tiene enrendimiento, tiene existencia, o qne existiendo
tiene
todas esas rosas y todas las demás que le pertienecen.
Tras este análisis del significado de la dignidad de la persona y
de sus raía.s ontológicas, pasamos a eioponer los principales modos
de su digrdficaci6n, de ámbito individual y de ámbito social.
3. El ser y el hacerse del hombre; lo dado y lo adquirido;
perfectibilidad humana y hábitos completivos dignifican­
tes.
Al lado de su nativa dignidad personal, a:,nstitutivamente fija e
incanjeable, con ttan=ndencia de origen y de destino, el hombre
posee una asombrosa capacidad de auroperfección y progresiva po­
tenciación por medio de hábitos.
Ya en su origen u ontogénesis la individualidad psicofísica del
hombre está rondicionada
por 'las disposiciones orgánicas (= há­
bitos entirativos corporales) de los cromosomas heredados de Ios
padres, y más o menos entiquecidos por ellos. Con el obrar y pade­
cer personal, entendiendo y amando, el hombre va modelando su
personalidad psirológico-moral ron la adquisición y modificación
constante de sus hábitos mentales, científicos, artísticos, morales,
automatismos de rompottamiento, acomodaciones erológicas y so­
ciales, prefigurando induso la herencia biológica que legará a sus
hijos.

Vías
abiettaS múltiples

a su dignificación o
ennoblecimiento
( 40) Cf. De Potentia, 9, 4.
1096
Fundaci\363n Speiro

DIGNIDAD Y DIGNIFICACION DE LA PERSONA
personal, ron el correspondiente riesgo de involución o deformación
por

la adquisición
de hábitos viciosos debidos al mal uso de la li­
bertad responsable.
Habida cuenta de la capacidad de transcendencia del enoorulimien­
to

humano
sobre los datos sensoria:les de que parte en 'SU actividad,
y de la capacidad indefinida de su voluntad para amar, desear y ten­
der a todo lo que entiende que es bueno y digno de set alcanzado,
es fácil sospechar la am¡:,litud de horizontes en que se desenvuelve la
vida
del hombre, por
más ronfinado

que
se encuentte biológica y
socialmente: los dominios de su espíritu no tienen límire; nacen de
la rondición de

naturaleza
racional, y libre del sujeto subsistente que
es el hombre. En
el orden teológiro, toda la riqueza sobrenatural de gracia
santificante, virtudes teologaks, dones del Espíritu Santo, virtudes
morales
infusas, son entendidos y explicados como hábitos que so­
brevienen a nuestra naturaleza, por don de Dios, análogos en su
esttoctura, crecimiento e interacción, a [os hábitos naturaies adqui­
ridos, y

que nos potencian aún mucho
más para nuestra obra res­
ponsable de dignificación moral, que llega a su máximum ron el
hábito del
"lumen gloriae", por el que la imagen sobrenatural de
Dios
eu el

hombre
alcanza su
mayor
perfección.
4. Dignifioooión social del hombre.
La rondición social del

hombre es un
hecho de naturaleza. Nace
necesariamente

social
y sociable, romo nac,, necesariamente racional,
libre,
operativo. Es
parte de su dignidad natural. De esta rondición
de

sociabilidad deriva espontáneamente la
sociedad coo todas

sus
consecue.ncias de convivencia humana, organización socio-.po1ítica,
derecho, cultura, et'C., que son otros tantos medios de dignificación
de
la
persona.
La sociabilidad humana, análogamente a la constitución entita­
tiva
del hombre,
tiene un
nivel
zoológiro proporcional al del ani­
mal gregario, un nivel específicamente social (= humano, personal)
y un nivel místiro de convivencia de gracia sobrenatural
1097
Fundaci\363n Speiro

VICTORJNO RODklGUEZ, O. P.
Es bien sabido que en la época contemporánea las relaciones per­
sona-sociedad se han proMematizadó a todos los niveles: idrológico,
socidlógico y político. Los extremos de referencia se llaman per,o­
r,ahrmo o individualiomo y ,ocia/.i,mo. En el orden filooófico y en
la
línea del pensamiento tomista, píenso que los puntos claves sobre
la sodabilidad del hombre y sobre la sociedad misma en genera! son
éstos:
a) Mientras que la sociabilidad, aptitud o proyección social del
hombre
es un "proprium" (= accidente predicamentall) congénito
e
inseparable de su Mruralezá (41), el hecho social y la sociedad or­
ganizada es accidental (= accidente predicable) al hombre, es d,,ci,:,
el hombre no deja de ser eseru::ialmente tal fuera de la sociedad o
mientras no

ejerce funciones
sociales. En óttos términos: el ser de
la sociedad, en cuanto distinra de las personas que 'la integran, es
un ser accidenrario, de orden, relacional (42). Aunque hablemos de
'"la sociedad en tenninologla personalista, en razón de las pemonas que
la integran, la sociedad como tB!l no debe ser absolutizada y menos
hiposraseada, como no debe ser hipostaseada la creación en gene­
rai (43). La pretensión socialista de que el hombre no es "5ellcíal­
mente tall si no es in•egrado en la sociedad confunde lo esencial con
lo
ocarorio, la dignidad con lá dignificación.
h) Siendo la
persona onmlógicamente incomunicable, indivi­
duo

"in se
indistioctum, ab aliis vero distinctum" (44), merafísica­
m:ente soliraria, la comunicación inrerpersonal es relocional y

se
funda en
Ia operación, porque los actos de la persona son esencial-
(41) «Es ciertamente natural aJ hombre que sea animal manso, según
la común naturaleza de la especie, en cuanto que es animal socia:l (pues todo
animal gregario es natµ.ralmente tal); pero según 18: naturaleza de algún in­
dividuo, que consiste en la. complexión del cuerpo, a veces es muy propenso
a

la
ira» (Santo Tomás, In VII E1hicorum, Ieci:. 6. n. 1391. Ed. R. Spia.zzi.
Maríetti, TauriniwRomae, 1949).
( 42) «La forma del todo que no da el ser a las partes del todo, es una
forma
que es composición y orden, como '1a forma de -la· casa: y tal forma
es accidental» (!, 76, 8). Cf. !, 116, 2 ad 3. In l E1hfr., lect. 1, n. ,.
( 43.) «La perfección del universo no es la perfección de una persona. o
supuesto: sino de
algo que es uno por posición u orden» (III, 4, 1 ad 4).
( 44)
!, 29, 4,
1098
Fundaci\363n Speiro

DIGNIDAD Y DIGNIPICACION DE LA PERSONA
mente r como a!l propio objeto o término, que los especifica.· Cuando los actos
personales
(conocimiento, amot, espernnza, etc.) recaen sobte otra
persona, capaz de una reverberación cognoscitivo-afectiva, el sujeto
se convierte a su vez en objeto de los actos correspondientes de la
otra persona, resulta la reooón interpersonal, resulta el fenómeno
social. De est>e modo la incomunicabilidad substancial de la persona
(subsistente

racional
y libte) se abre dinámicamente por las propias
facultades y operaciones a fa comunicacióo interpersonal, a la vida
social, al diálogo, que es originariamente de pensamiento y afecto,
y luego 11e lenguaje (45).
e) Y ·si el hombte es naturalmente "animal politicum", "animal
civiie", 4'anima[ sociaie", "animal domesticum", "animal mansue-­
'tum'", para llevar una vida digna de su condición /la meoester de
la
convivencia
y de organizarse en sociedad, no sólo pata aunar fuet­
zas
freote

a
las dificultades de la naturaleza y sobtevivir biológica­
mente
a mayor
resgurudo, sino para subvenir a fas . necesidades del
espíritu: ayuda

en
la consecoción de la verdad, conviveocia amistosa,
participación en la felicidad (46). Todo ello testifica que los hom-
(45) Originaríamente el lenguaje responde al concepto, como el con­
cepto responde a la
rea:lidad, habida

cuenta que la
palabra suele ser expresi­
vamente deficiente respecto del

concepto· ( sea -
éste de
simple aprensión o de
juicio), como el concepto resulta siempre fo.adecuado a toda la verdad del
objeto (d. I. 85, 2 ad 3; In I Perihermeneias, lect. 2, n. 3). Sin embargo,
puesto que ~1 hombre suele abrirse al conocimient-0 en la sociedad parlante,
la palabra es antes oida que proferida, es antes estímulo del concepto que
expresi6n del mismo;
mediatiza, en parte, el conocimiento de la realidad, con
sus ventajas y swi ríesgos, a atender en 1a cuestión de la analogía de las
palabras (d. I, 13, 1-12), y en el examen crítico del estructuraJ:ismo filos6-
fico en su pretendido apriorismo del
lenguaje en

toda cultura.
( 46)
La ciudad «fue primitivamente hecha para vivir, es decir, para
que los hombres pudiesen vi'vir con suficiencia. Pero de su ser proviene que
los hombres no solamente vivan, sino que vivan bien, en cuanto que por
las
leyes

de
la ciudad la vida de los hombres se ordena a las virtudes» (Santo
Tomás,
In I Politicorum, leet. 1, n. -31. Ed. R. Spia2zi, Marietti. Taurini­
Romae, 19151). «Como a1 hombre le ha dado fa naturaleza la palabra, y la
palabra se ordena a que los hombres se comuniquen en lo útil y en lo no­
civo, en lo justo y en lo injusto, y
cosa por el estilo,

se sigue que,
dado
1099
Fundaci\363n Speiro

VICTORJNO R.ODRJGUEZ, O. P.
bres, limitados y desigua!l.es en sus haberes y facultades, oonvienen
en unas aspiraciones que sólo socialmente se pueden satisfacet. De
ahí que el hombre incivil -observa Santo Tomás--o es un de­
gradado o es un superhombre (47).
d.) La proyección del hombre a la sociedad y la superioridad
del

bien común sobre
el bien particu!lar no debe entenderse como
despersonalización,
como

alienación del individuo
humano en aras
de 1a sociedad. Ni solipsismo incid ni despersonalización social,
sino dignificación sodal de la persona.
Es bien conocido el conato, más verbal que real, de obviar lapa­
radoja persona-sociedad., bien común-bien propio, distinguiendo en­
tre ind.ivid.M humano y persona: eil individuo y su propio bien es­
tada subordinado a la sociedad; la persona, en cambio, sería trans­
cendente a la sociedad (48). Solución más nominal que real -- cía,-, porque la distinción entre individuo humano y persona hu­
mana es sdlamente verba:l; sólo

cabe
sefu&r distinción de razón
entre "iodividuo" (= concepto más común o cuasi género) y "per·
sona"
(= roncepto más relucido o cuasi especie, que es el individuo
"vago" humano),
que, tratáodose del

hombre, son
realmente lo
mis­
mo (49),
y es obvio que ron una distinción verbal o una distinción
que la natu.ra!eza · no hace nada inútilmente, los hombres se comuniquen na­
turalmente. Y est.a comunicación da origen a la casa y a la comunidad. Por
consiguiente, cl hombre

es
naturalmente animal

doméstico y civil»
(Ibídem,
n. 37). a. 1-II, 72, 4; 95, 4; II~II, 129, 6 ad 1; De regimine Princip11m,
Lib. I, c. 1; Lib. N, c. 2; In I Ethicorum, lect. 1, n. 4.
( 47)· «Pero si alguno no puede convivir socialmente en la ciudad por
su perversidad, es peor que hombre. es como una bestia. Si, en cambio, no
necesita de
nada y

es suficiente
por sí en todo, sin formar parte de la so­
ciedad,
es mejor que hombre; es como un cierto· dios» (In 1 Politicorum,
lect.

1,
n. 39). Cf. ibídem, n. 35.
( 48) J. Maritain, que cree encontrar esta doctrina «en los principios de
Santo Tomás», la defiende ampliamente en La. persona y el bien común,
trad. de L. de .Sesma, ed. J. M. Fontenla, Oub de Lectores. Buenos Aires,
1968 (cf., especialmente, págs. 19, 67, 71, 74, 75, 81). Puede verse tam·
bién en Humanisme integral. Ed.. Montaigne, París, 1946 (pág. 142).
( 49) El mismo
Ma.ritain reconoce

que «todo yo soy individuo y
todo
entero persona»; «cada uno de nosotros es, según lo· dijimos ya, todo entero
1100
Fundaci\363n Speiro

DIGNIDAD Y DIGNIPICACI()N DE LA PERS9NA
de razón no se resueilve el problema real de la relación persona­
sociedad.
Es verdad que el hombre es naturalmente socialJle y que nece-­
sita
vivir

en
sociedad para rea!lizarse plenamente. Sin embargo, la
sociedad para él es un o>mplemenro perfectivo, uno de los factmes
de su dignificación; ni es su esencia, ni es su complemento perfec­
tivo total; muchas de sus responsabilidades y realizaciones, especial­
men11e
las de orden espiritua:l, son superdvicas; "el hombre no se
ordena a la comunidad
polltica -dice Sauro Tomás--- en rodo su
ser y en rodas sus rosas" (50); aunque "cada persona particular se
compare
a la comunidad como parre del rodo" (51).
Dentro de los límites en que la persona necesita y debe vivir en
sociedad, comportarse como parte de ella, respetar sus leyes y coope­
rar al bien común, para entender y valorar justamen1!e la relación
persona-sociedad deben evitarse dos extremos: por una parte hay que
evitar
hacer entrar en la comparaci6n un concepro absolutista de per­
sona, de aurosuficiencia plena y de libertad omnímoda, de plena
auronomía individiml, de primacía· de la propia conciencia sin res­
ponsabilidad ante nadie, incluso ante Dios (es la fácil ap beral al "porque soy persona" para evitar responsabilidades ante
nadie); y, por otra parte, debe evitarse hacer entrar en la compa,a­
ción a la sociedad, concebida hipostáticamente, como si fuera una
persona propiarnen1!e dicha ("física") que entra en relación de lími­
te o de competencia o de absorción con otra persona. Ahí está, a mi
enrender, el falso planteamiento de la colisión entre los derechos o
competencias de

la
persona y de la sociedad.
individuo y todo entero persona» (La pe,sona y el bien tomún, pág. 46, 62).
De acuerdo, pero
entonces no

media distinción
real a!gup.a, y el problema
queda sin .resolver realmente.
(SO) «El hombre no se ordena a la comunidad política según todo su
ser
y según todas sus cosas; por tanto no es necesario que cada uno de sus
actos sea meritorio o der;neritorio en orden a la comunidad política. Pero todo
lo que el hombre es y le que puede y lo que tiene ha de ser ordenado a
Dios, y por tanto todo acto del hombre, bueno o malo, tiene razón de mé­
rito o demérito ante Dios, en cuanto
.a su misma razón de acto» (Santo
Tomás, 1-II. 21, 4 ad 3). Cf. !, 65, 2.
(51)

Il-II, 64,
2. Cf.

II-Il, 26,
3 ad 2; 61, 1; 64, 5; 65, 1; I-II, 96, 4.
1101
Fundaci\363n Speiro

VICTORINO RODRIGUEZ, O. P.
Debe ~ por el contra!'io, del hecho que la persona huma­
na
es !limtitada en su ser, en su libertad ( que se auto limita aún más
en sus opciones: "toda elecci6n. implica mil renuncias"), en sus de­
rechos (dclimitados por los deberes correspondientes), en sus facul­
tades y en sus haberes y posibilidades (habida cuenta no sólo de la
igw,Jdad esencial entre los hombres, sino también de la d individual, nativa o adventicia, entre los mismos); que limic,, ade-
.
más,
con
el ser, la libertad, los derechos, fa.culrades, haberes y posi­
bi1idades de
las demás personas; y que limic,, por encima de todo y
siempre, con su propia responsabilidad natura[ e ineludible, cuya
medida última y definitiva es Dios. Si es fácil y cómodo traducir la
dignidad de la persona por libertad e igualdad, tan obligado, inelu­
dible y realista es WCO riamente limitada
"oh intrinseco" y que la igu,cldad oonual de los
hombres
·se encama en infinidad de desigualdades, también natura­
les unas, e

ineludibles, aunque
adventicias, otras.
Ahora
bieµ, en el

ámbito
y met!ida en que la persona es "propter
societatem", la subordinación (p,opter)
es de la persona (= indivi­
duo
humano) a su per,fección social, no a algo ajeno a la misma; no
es "alienarse", sino encontrarse con su debida perfección: la que ie
compe!ie como ser sociall. En precisión latina diríamos: persona
p,opter societatem
= persona p,opter se ipsam socia/,iter perfect,m,,
en el sentido en que Santo Tomás hacia la equivailencia: unumquod­
qu•
est p,opter suam operationem = unumquodque est p,opter se
ipsum ad oporandum; evitando ·
así la subotdinación de

lo absoluto
a lo relativo (52), como fa de fo sustantivo a Jo adjetivo.
Poa: consiguiente, la convivencia social no está respecto de la
persona en relación de fin, sino más bren en relación de medio de
dignificaci6n de la persona, sin perder de vista que este fin, digno
y llamado a dignifica,,se más, no es rolo mi persone,, sino también
las demás
personas.

La vida
social es medio común de perfeccionarse
todas las personas que la integran, y, por ser perfección común, es
( '2) «Este ·todo que es la multitud civil o la familia doméstica, tiene
sólo unidad de orden, según la cual no es aligo esencialmente uno» (Santo
Tomás, In Ethicorum, lect. 1, n. :;).
1102
Fundaci\363n Speiro

DIGNIDAD Y DIGNIFICACION DE LA PERSONA
de cada uno. Naturalmente esta ~ección común a rwizar, en cada
una y en todas las personas, exigiril. eliroirui,r muchos egoísmos an­
tisociailes que colisionarían no sólo con la perfección de las demás
personas,
sino con la propia ¡,erfucci.ón personal en su proyección
social As~ por ejemplo, un ciudadano ,enfermo contagioso no lle­
varía una vida personal más perfecta moviéndose 'libremente entre
los demás que imponiéndooe o padmendo intetnamiento.
De ahí se puede inferir que los derechos de la sociedad, o de las
personas que oonviven sociailmente, respecro de cada persona que es
parte de ella, más que algo impuesto ab extrmseca es algo que nace
de las responsabilidades y deberes socia!les de cada pen;ona.
De ahí también que las obligaciones, los derechos, los méritos, etc.
de los actos de justicia social ( en su sentido estricto de justicia legal
o

del bien común)
tengan más valor

de
dignificación de
la
persona
que los actos de otras vittudes más "personales". Loo simtos y hé­
roes que sacrifican su vida en aras del bien común, de fas demás
personas, no

lo
hacen en detrimento de su dignidad personal, sino
elevando ésta a su nivel máximo ,en cuanto hombres.
En el orden sobrenatural de la gracia y de comunión mística entre
los justos y con Dios Uno y Trino, en el que la múltiple portidpa­
ción

por
parte de los agraciados no supone partición alguna en el
bien participado, que

se da todo a todos
sin dividirse, la dignifica­
ción de
las personas tiene

el
máximo de elevación, de unificación
y
de
transcendencia.
e) Compatando, en fin, estos dos apartados de la digmf;cad6n,
individual y social, con el anterior de su dignidad, es fáci:l percatar­
se

del
carácter accidenral de

la
dignificación de la persona respecto
de la dignidad nativa u ontológica, y de la prioridad de la dignifiq.­
ción persoruii1 interior respecto de la dignificación exrerior social.
La falta de la primera (dignificación) no anula la segunda (digni-.
dad);

la
caxencia involuntaria de la dignificación social exterior no
lleva
consigo
falta de dignificación persom1 interior. Piénsese en la
dignidad incomps.mble del com¡porramiento humano de Cristo en
medio de un pueblo sociológicamente subdesarrollado y poHticaxnen­
te oprimido, en la dignificación interior de tantos santos y héroes
anónimos, sin exteriorización social, pero pletóricos de humanidad.
1103
Fundaci\363n Speiro

VICTORJNO 11,0DRJGUEZ, O. P.
Estamos bien lejos de pensw, que el ejercicio de libertad más digno
de

la
persona consiste en imctibirse en un partido político, en
poder
decir en la prensa cuatro cosas a quien sea, o en vivir al mar­
gro de cwrlquier código de moralidad pública. Los dominios más
amplios de
la pemonalidad y de 1a dignificación personal son los do­
minios
interiores de ia mente y del corazón, donde las !imitaciones
son indre.finidamente Hbtes y donde no entra 1a violencia propiamen­
te dicha.
5.-Medida transcendente de la dignificación de la persona.
La persona humana go-,:,. .de prioridad de w!or sobre el univer­
so y todas sus partes; todas las cosas infp,humanas ,están ordenadas
a su servicio, y es confín u horizonte del universo material y espi­
ritual
En ·este sentido, el pensamiento de Santo Tomás es anttopocén­
ttico. Y es también antropocéntrico gnoseológicamente, en cuanto
que su conocer, incluso en el orden de la gracia, está condicionado
por su ser humano: imaginativo-intelectual, intuitivo-racional, in­
ductivo-sintético.
Se tirata, sin embargo, de un antropocentrismo re/.ativo. Dentro
de un realismo crítico, el hombre se reconoce transcendido; exten­
siv,m,eme, en el sentido de que sabe que él no es el único ob­
jeto de conocimiento y de filosofía (incluso conoce el mundo cir­
cundante antes que a
·sí mismo, ronoce antes los objetos que su
propio acto de ronocer, y tiene ronciencia de sí mismo a través de
sus
acros), sino que puede conocer y amar y busau: infinidad de co­
sas distintas de él mismo, ron lo cual se sabe ttruiscendlido y se
(53) «Por tanto la creatura intelectual tiende, por su operación, a la
semejanza · divina, no

sólo
conservando su
ser o
multiplicándolo de algún
modo,

sino llegando a
tener en

acto lo que por
.naturaleza tiene en potencia.
Por. consiguiente, el
fin de

la
creatura intelectual, a conseguir por

su opera­
ción, es que su entendimiento se
haga totalmente en acto según todas las
cosas inteligibles que están en su potencia. Pues, según esto, es máximamen·
te

semejante a Dios»
(Compendium Theologiae, I, c. 103, n. 206).
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Fundaci\363n Speiro

DIGNIDAD Y DIGNIFICACION DE LA PERSONA
transciende continuamente a sí mismo en la realización de sus po­
tencialidades, asemejándose mós y mós a Dios, romo observa Santo
Tomós (5 3 ); pero, sobre todo, mtemivamente, porque se sabe pu­
ticipación de Dios, tanto en el orden de eficiencia y fioolidad, como
en el Ott!en de perfección formal: hecho a imagen de Dios, ronfigu­
rru!o con Cristo y abocado a la máxima asimi1ación sobrenaturail a
Dios en el cielo (54). Es "natutaliter capax gtatiae" (55), y, trans­
formado por la gtacia y virtudes teologales, entra en romunicación
directa
con Dios, Uno y Trino (56), a consumar en la visión beatí­
fica,
eteroa y necesaria (57), más allá de la indeterminación, de la
temporalidad y la defectibi:lidad.
El antropocentrismo telativo gira, pues, en tomo a un teocen­
trismo absoluto,
temáticamente mediato en el orden filosófiro (pues­
to
que
la Metafísica y la religión natural alcanzan a Dios a través
de las creaturas) e iumediiato en el Ott!en teológiro o de la gtacia.
Teocentrismo

absoluto
temácico o
de objeto
o rontenido, pero
también formal o de medio de conocimi-o. Porque, si bien e'I ro­
nocimiento tedlógiro
es, por razón del su¡eto, humano o aru:ropoló­
giro (y en este sentido relatiVRmente -erialiter-antropocén­
trico, como decía al principio), fonuailmen"" procede de la Humina­
ción de la fe, que irradia sobre roda la teología, y del "lumen glo­
riae'" que potencia la inteligencia del hombre para entrar en el
misterio de Dios.
El teocenttismo tomista no excluye el antropocentrismo; lo de-
(,4) «Así, pues, también en las partes del universo, cada creatura está
ordenada a su propio acto y perfección. Además, las creaturas ínnobles existen
en razón de las más nobles, como las creaturas inferiores al hOínbre existen
por el hombre. Es más, cada una de las creaturas existe por la perfección de
todo el universo. Finalmente, todo el universo con sus partes está ordenado
a Dios como fin, en cuanto que en ellas., por cierta imitación, está represen­
tada

la bondad divina
para gloria de Dios, aunque las creaturas racionales,
de modo muy especial, tienen sobre esto a Dios mismo coino fin, al que
pueden alean.zar con su operaci6n conociendo y amando» (Santo Tomás, I,
65, 2), cf. !, 93, 1-8.
(55) I-II, 113, 10.
(56) III, 11, 1; De virt111iht1s in commtmi, 10 ad 13.
(57) !, 43, 3.
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VICTORINO RODRIGUEZ, O. P.
limita en el on!en temático y en el orden gnosoo!ógico, corno la teo­
logía DO excluye la filosofía, sino que la acepta en sus límires, la
valora y la utiliza o dialoga con ella, sin confundirse con ella, como,
en
general, la gracia no destruye la naturaleza sino que la perfec­
ciona, o
corno la reología del cielo DO es negación, sino superación
de la teología de la tierra
(58).
Termino haciendo esta alusión a la dignificación de la persona
de cara a lo t:rans ámbito de su más excelsa dignificación (la metafísico-religiosa), sino
también para distinguir y valorar sepa,ada y debidamente !os aspee­
ros teológicos de la cuestión, irreductil,Jes a una antropología filo­
sófica.
6.---0ignificaoión extrinseca de la persóna,
Hemos trazado a

grandes
rasgos las diversas áJ:eas de !la digni­
dad
ontológica de 'la persona y de la ulterior dignificación, tanro na­
tural como sobrenatural, tanro individual como social Nos hemos
referido siempre a
la dignificación como valor real e inmanente de
la persona.
En un orden más extrínseco, las personas adquieren, o reciben
simplemente,
otra suerte de significaciones sociales (honor, fama,
gloria, condecoraciones, tí rulos, canonización ... ), que sin ser valores
realmente dignificantes de la persona en su ser, suelen manifestar
sus

reales
méritos, cuyo reconocimienro no sólo es
digno,
sino que
dignifica

a
!a sociedad civilizada. Lo verdaderamente indigno sería
que
individuos deficientes en dignidad
personal luciesen títulos de
dignidad
sine re.
('.58) K. Rahner, queriendo sacar partida para su agnosticismo kantiano
de
la «teología-paja» de que habló Santo Tomás después de haber pregustado
la teología del cielo, hace esta notable distorsión dialéctica: «Solamente cuan.
do la teología de los conceptos que comprende se autos~prima haciéndose
teología
de la incomprehensibilidad que capta, será verdaderamente teología»
(Di.rcurso en la Universidad de Comillas, 1·6·74).
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