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Número 148-149

Serie XV

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Doctrina y acción

DOCTRINA Y ACClON (*)
POR
EUGENIO VBGAS LATAPIB,
Hombres. Faltan hombres. Hoce falta un hombre. Tales expre­
siones

andan con
frecuencia en

labios
de las
gentes, horrorizadas ante
la
constante y

cada
vez más acelerada marcha hacia el abismo a
que
se ven

abocados,
en un

porvenir próximo,
los puelilos todos

de
la tierra.
Los que así gritan sufren un error de perspectiva.
La razón primordial de existencia de todo Gobierno y de todo
Estado es la necesidad de garantizar la paz exterior y el otden y la
tranqufilidad interiores, lo que desde hace unos cien años no consi­
guen un gran mnnero de pueblos, que se encuentran en constante
y

creciente intranquilidad y sobresalto. Número que ha ido en
aumento hasta que
se vieron alistados en sus filas los pocos países
que, aun en
época reciente, podían presentarse como excepciones
envidiables. Sería absurdo admitir, ni p:>r un momento, que en los
últimos cien años en casi ningún Estado de Europa y en ninguna
de las Repúblicas centro y sudamericanas, hubiera habido algunos
hombres
competentes y honrados capaces de gobernarlos rectamen­
te, deparánddles de

un modo estable
la paz, el orden y la tranquili­
dad,

al tiempo que
les hubiesen apartado

del caos revolucionario
al que el mundo entero amenazaba precipitarse.
En España, en Francia, en

Portugal, en los países
a,oorlcanos ...
al

lado de políticos
corrompidos, los
ha habido probos e inteligen­
tes, de
la misma talla y facultades que los que durante siglos dieron
al mundo orden y reposo y a los pueblos un bienestar hoy en día
desconocido.
Pero las instituciones que hoy los rigen, cuando no
corrompen
a los hombres, esterilizan
'SUS esfuetzOS. Golpes de Es­
tado,
pronunciamientos, revoluciones,

cambios completos
del pet-
(•) Reproducimos, del núm. 29, pág. 449, 16 de mayo de 1933, de Ac­
ción Er/Jañola, este artículo, totalmente actual y vigente, de nuestro maestro
Eugenio· Vegas Latapie, que demuestra la ineludible necesidad que la acáón
sea -iluminada por la doctriná y de que a ésta siga la acción en ella inspirada.
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EUGENIO VEGAS LATAPIE
sonal gobernanne se han sucedido por docenas en el pasado siglo,
sin
conseguir atajar el daño. Su c instituciones
se plasmaron ---,sin que se haya intentado roctificar­
las--
en los principios de la Revolución francesa y su aparición, en
aquellos
otros que parecían más reacios y de un mayor grado de
educación
política, coincidente
con la
implantación y el juego de
tales instirudones, evidem:ian cuál es la raíz del mal, que perdurará
en tanto que su causa no sea exwpada. Mientras casi todo el mun­
do
·sufría del trasromo sin cesar creciente, Inglaterra y los Estados
Unidos
servían de envidiables ejemplos, hasta que, instauradas y en
funciones las instituciones democráticas, la intranquilidad, el des­
orden y la revolución han comenzado también a progresar acelera­
damente
en esas naciones, antaño envidiadas por las demás.
"En una sociedad que se hunde por todas partes -decía M Le
Play
ya en 1865-lo qne precisa, desde foego, es cambiar las cos­
tumbres y la inteligencia de las clases superiores, mejorar el funda.
mento de las cosas a la luz de los principios"". "El error, más que
el vicio, es quien pierde a
las naciorues". Y en 1871: "El error nos
ha consumido mucho
más que los comunistas y los prusianos a la
hora presente".
"Po, Jo que fallece mi fe en el porvenir de Francia,
es porque
el error se

ha
apodemdo casi por completo de las clases
directoras".
Menéndez

y
Pclayo compartía

la opinión de Le Play, como lo
prueba, entre mil que pudiéramos citar, las conocidísimas, pero poco
meditadas, palabras que pronunció dos años aunes de su muerte,
en

1910,
con ocasión del centenario de

Balmes: "Hoy contemplamos
-decía-el lento suicidio de nn · pueblo, que engañado mil veces
por
gárrulos oofistas, empobrecido, mermado y

desolado,
emplea en
destrozarse las pocas fuerzas que le restan y, corriendo tras vanos
trarnpantojos
de una falra y portiza cultura, en vez de cultivar su
propio espfrltu, que
es el único que redime a Jas razas y a las gen­
tes, hace espantosa liquidación de su pasado, escarnece a cada mo­
mento
la sombra de sus progenitores, huye de todo contacto con su
pensamiento, reniega de cuanto en

la Historia lo
hizo grande, arro­
ja a los cuatro vientos su riqueza artística y contempla con ojos
estúpidos la dest1!Ucción de la única España que el mundo conoce,
de la única cuyo
recuerdo tiene

aún
. virtud bastante para retardar
nuestra agonía".
Trece años antes del golpe de Estado de Primo de Rivera, vein­
tiuno antes de
la proclamación
de la República, de la quema de
iglesias y de obras de
arte, de!! Estatuto

de
Cataluña ... , Menéndez
y Pelayo
afirmaba como cosa antigua y sabida que España venía
suicidándose
y destruyéndose; nos hablaba de agonía y señalaba como
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DOCTRINA Y ACCION
ca.usa de esa muerte cierta a _Ja que nuestro país venía caminando,
los engaños de los sofistas y la falsa cultura que había adquirido.
Pero

los
males que hoy padecemos nos había.o sido anunciados
ya cuando aún

España estaba
sana; y no sólo esto, sino que se nos
,;eiíaló el nlOIIlento hemos despreciado. En 177 4 se imprimió en Madrid una
obra del religioso jerónimo . Fray Fernando de Zevallos, titulada La
falsa filosofía, crimen de Estado, en la cua!l -el título lo dice- se
ataca
a la falsa filosofía, no solamen•e romo causa de he,ejía y pe­
cad.o, sino romo constitutiva

de
crimen de Estado. De rontinuar
cadueñándose de los espíritus las doctrinas falsas de los llamados
:filósofos
y

de los enciclopedistas,
el Padre Zevallos, antes de haber
estallado la Revolución francesa, presagiaba la ruina de las socie­
dades, el allanamiento de los poderes legítimos, el desorden y la anar­
,qufa, como su último y forzoso término. Corrieron los tiempos, y la
revolución, en
fu-ase de Menéndez y Pelayo, ronfümó y sigue ron­
firmando ron usura
los

vaticinios
del monje filósofo. Zevallos ad­
mire
que la presencia

en
el trono

de un monarca
enérgiro podtía
retrasar el triunfo de la revolución, pero está seguro de que la falsa
filosofía terminaría por triunfar.

Las
ideas, si no se aniquilan, a1
fin prevalecen fatalmente.
Aun la
mona:rquía parecía la piedra angular e inconmovible de
Francia;
todavía no se había.o celebrado las magníficas fiestas de la
coronación del rey -mártir 1uego-Luls XVI, en las que el pue­
blo

entero, jubiloso,
había de mmar parre, exteriorizando su atdien­
te
fervor monárquico, y,

ello
no obstante, el Padre Zevallos escri­
bía:
"La experiencia propia debe enseñar a la Francia, que, mien-
1raS abrigue y dé hospicio a uru, multitud de ,ectario, y de implos,
no tlllrdará en ser tutbada desde el fondo hasta el colmo, sino lo
que
t:aJ:tle :la ocasión que aquéllos aguardán, o por un reinado flaco,
o
por medio de una menoría, o aprovechándose de la blandura de
-algún monarca demasiadamente benigno".
Durante el reinado de
Carlos III hi:zo irrupción en

nuestra pa­
tria, bajo
:la prorección de los gobernantes, ,Ja falsa filosofía de los
enciclopedistas franceses y se incubó
inexorablernenre la ruina a
que
ha llegado España. "En tiempos de Carlos III se plantó el
árbol, en

el de Carlos IV
echó rama,; y frutos,

y
nDSDtros ios cogi­
mos:
no hay

un solo español que no pueda decir
si son
dulces o
aniargos". Con estas pa1abras se quejaba el carderud Inguanzo en
1813,

y su
lamentación la podemos repetir nosotros con mayor ra­
zón y acento aún más dolorido, porque fue después de aquella fecha
cuando, con la traidora intervención de Riego, comenzó a desmem­
brarse el imperio oo!onia:l español, cuya liquidación terminó en
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EUGENIO VEGAS LATAPIE
los últimos años del infausto siglo XIX, testigo de dos guerras civi­
les
que nos desangraron y empobrecieron y de un crecido número
de

revoluciones,
pronunciamientos y desórdenes de toda especie. No
obstante la evidencia

de sus frutos de
maldición, la falsa filosofía ha
continuado incesantemente la destrucción de España, haciendo esté­
riles

ios esfuerzos que
e!l patriotismo de

algunos hijos snyos
bene­
méritos mtenrara, por no haber comprendido la necesidad de ex­
terminar :las instituciones dañinas, y de bon:ar los funestos princi­
pios que las inspiran. A io último, el sufragio universal, en un alar­
de de inconscencia suicida, nos - d-eparó la enttega sin resistencia de
los. últimos baluartes defensivos del Estado español en manos de los
enemigos de nuestra
religióá y
de
nuestra historia; faltó el episo­
dio
de la lucha, para que pudiéramos parangonar esta deo:rota ron
aquella

del
Guadalete, en

que
nuestro pueblo, sm emplear su ca­
pacidad de
resistencia, se entregó a

merced de
la morisma, enemiga
mortal también de nneStrO Dios y de nuestra historia.
En 1866 el ya citado Le Play escribía: "No existe otra regla
de

reforma que
buscar la verdad y prodlamarla a toda costa". "Es
necesa,rio hablar alto y firme, mostrar el abismo abierto y gritar:
¡ Alto! Es absolutamente necesario, atacar de frente la ~eoría demo­
crática". Lo que monseñor Delassus comentaba. así: "La veía (a la
doctrina democrática) sobreexcitando
todos los "peritos, alargando
la
brida a
todas las pasiones, trrustornando todas las jerarquías, de­
jando el poder en
manos del populacho y, finalmente, aboliendo la
propiedad y

la
familia, para hJwer pesar sobre todos la esclavitud
más
humillaote y . etud. Cuanto él preveía avaru:a hacia nosotros.
Males infinitos nos •meoa:r,m. Ningún hombre sensato puede pen­
sar que fos evitaremos sin detener el movimiento democrático, acep­
tando
la verdad eron6mica, social y religiosa que nos ha librado del
error sobre la bondad nativa del hombre. Afirmando en las almas
esta verdad
es como únicamente. podremos evitar

la
catástrofe. Pre­
tender consegtMlo por med,o de un golpe
de Estado o

de
la.r elec­
oiones, antes de-,que los homb,es se ht#Jan co'fltVencit:lo, es hacerse la
más cándida de las ilusiones.
La opinión ha perdido al mundo, y no
habrá sa:lvación mientras J.. idea revolucionaria no se sustituya por
otm. enteramente contraria. La hora es aítica; estamos ante el dile­
ma: o vdlver a los principios que han fundado las naciones, o la
ruina será defjnitiva".
Estas palabras del prelado francés sobre la esterilidad de todo
esfuerzo que
se intente para salvar de la ruina a los pueblos afectados
por :la democracia, si.n que previamente hs clases directoras estén
en
posesión de otra
doctrina fundada

en la verdad política, son cier­
tas lo truSIDO para España que para cuak¡uier otro país. Refiriéndo-
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DOCTRINA Y ACCION
se a Rusia, pero dándole carácter generru, Berdiaeff escrlbe: "No
se puede liquidar el bolchevismo con una buena org¡anización de
divisiones
de caballería.
Las divisiones dé caballería por sí mismas
no

pueden sino
aumentar el caos y la descomposición. Ellas sostie­
nen ese
estado de rosas anormal y peligroso, allí donde el poder,
pasado a manos de
los soldados, no está hecho más que de fuerza
exterior. Así fue como pereció el unperio romano. El balchevismo
debe ser vencido en primer lugar en
el interior, es decir, espi,-itual­
mente,
y únicamente después por la política. Hay que encontrar un
nuevo principio
espttitual de

organización del poder y de la
cultura''.
La historia de los tiempos pasados y la observación de los pre­
sentes evidencian la veracidad de
estas afirmaciones. En et! siglo
XVIII Zevallos anunciaba que, de prevalecer la falsa filosofía, los
Estados
vendrían a caer en
la
anarquía y
al cabo en
1a destrucción.
Las doctrinas democráticas se adueiiaron del mundo entero y se ve­
rificó

la profecía, y
los pueblos han llegado a la trágica situación
actual. Le l'lay, Donoso Cortés, Menénd.ez y Pelayo, Vázquez de
Mella, todas las inteligencias próceres que conservaban su lucidez,
postulaban corno

único
remedio el abandono de los falsos dogmas
de la Revolución
francesa, concordando

su opinión con la de quie­
nes habían vaticinado que

la implantación de
esos principios
había
de producir
los resu:ltados de

muerte que hoy tocamos; la
experien­
cia

ha
,enido a darles la razón.

No sin antes haberla padecido, Ita­
lia
se decidió a romper con la falsa filosofía y con sus corolarios, ins­
taurando un nuevo
Estado, el llamado Estado Fascista, muy seme­
jante a los antiguos EstadOs monárquicos -mando de uno, represen­
tación profesional, organización corporativa de la producción, etc.-,
e Italia progresa de día en día, en medio del mayor orden, en con­
traste envidiable con
el desorden
del resto
derl mundo.
No ha
sa:lvooo
a

Italia
la materialidad de la dictadura, sino el que su genial dic­
tador haya
llevado a

la práctica
una ideología
eminentemente
po­
pula.r, pero antidemocrática y antiliberaJ, inspirada · en la verdad po­
lítica objetiva, que es aquella que se
deriva de la naturaleza de las
cosas.
Dictadores hay,

y ha
ha1bido en otros países, y,

en España,
últimamente lo fue un gran patriota; peI'O lo que no_sotros no tuvi­
mos ni _tienen las otras diera.duras · que en Europa y América existen,
salvo la portuguesa en algunos aspectos,

es
una doctrina
contrarre­
volucionaria, arca
indispensable de

salnd.
Es necesario y urgentísimo estudiar fa verdad y propagarla. El
hombre,

ya vendrá. Si nuevamente
sutgiese un
caudillo inteligente y
patriota, y no pusiera su
miento y

su
fuerza al servicio

de
la verdad
social

y política, como ha hecho
Mussolini, tarde
o temprano
cae-
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EUGENIO VEGAS LAT APIE
damos, quizá por conductto dcl sufragio, en el comunismo fatal e
inesistible que pmieda Cánov-as.
Pero al lado de la doctrina hace falta la acción. La una es com­
plemento indispensable
de la otra. Acción sin doctrina vale romo
edificar sobre arena. Doctrina sin acción es

un
levantar de castillos
en

el
aire. Es

necesario que la
inteligencia nos enseñe la venlad para
que la
vdluntad la realice. ¡Acción! ¡Haiy que actuar! Ante los ma­
les de la religión y de la patria, a nadie es licito permanecer ocioso.
Pero no basta actuar; hay que hacet obras útiles. Por lo que es in­
dispensable, antes

de
actuar, sabet con precisión que es Jo que se
debe hacer.
Las enseñanzas de los Libros Santos confirman lo expuesto. Ante
todo, es preciso tener fe, esto es, doctrina. Inmediatll:lllente, produ­
cir
obro.s iluminadas por

la
fe, que es la verdad. No basta la fe.
Quien
conoce cl remedio del mal y no intenta aplicarlo es reo de
eterna
rondenadón. Para saivarse no basta dejar de ha prohibido. Es preceptivo hacer el bien. Jesucristo dijo: "La fe sin
obras es fe muerta". Y en orro momento añadió: "Yo no soy Dios
de muertos". No es Dios de los
que no actúan.
Fe y obras; doctrina y acción; ideas y hechos. Esa es la norma
obligatoria de
todo católico y de todo ciudadano. Quienes sostengan
que la acción lo es todo, y la doctrina no es nada, se parecen a quien,
deseando cumr la enfermedad de

un
ser querido,
lleno de
actividad
y buena intención le suministrase, a modo de remedio, un veneno,
o
al patriota que, deseando pelear por su patria ,menazada, se lan­
zase al campo y, por no atender las órdenes o por ignorar la posi­
ción

de
los combatientes, disparase su
arma
contra sus hermanos.
Pero una vez conocida la doctrina, entonces la acción lo es todo.
Todos los hombres, absolutll:lllente todos, tenemos dos obliga­
ciones
primordiales. La primera, enterarnoo de lo que es preciso
hacer. La segunda, traducir en obras esas enseñanzas y convicciones.
Probado está que la democracia y el sUÍitagio universal son las
causas de ruina de los pueblos. Combatamos, pues, el mal con una
ma,no y

con la
otra edifiquemos el Estado

nuevo, del
mismo modo
que,

en
tiempos de

N
ehemías, los hombres

del pueblo
escogido, con
una

mano
manejaban el

martillo, construyendo el Templo de Je­
rusalén, y

con la orra
empuñruban la espada para defenderse de los
ataques de
los enemigos.

Sin cejar en
'la defensa, trabajemos sin des­
mayo

en la creación de un nuevo orden de ideas, de un ambiente
intelectual que permita resolver

de un modo
definitivo nuestra trá­
gica situación, cuando las circunstancias, en las que procuraremos
influir,

nos vuelvan a
ser propicias; y evitemos que un día se nos
pueda hacer

a
nosotros el

cargo de haberlas desaprovechado.
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