Índice de contenidos
Número 150
Serie XV
- Textos Pontificios
- Actas
-
Estudios
-
Ante la muerte de Mao Tse-Tung. Consideraciones sobre el comunismo chino y el soviético
-
El monismo en el pensamiento actual
-
Charles Maurras y Cataluña. (Algunos textos de «Vers l'Espagne de Franco»)
-
La libertad religiosa oprimida en la URSS
-
Hacia el paro obrero por vía de la inflación
-
Responsabilidad-Reflexiones sobre los servomecanismos
-
El progresismo religioso. (Orígenes, desarrollo y crítica) (II)
-
- Congresos
- Información bibliográfica
- Ilustraciones con recortes de periódicos
- Noticias
Autores
1976
Utopías y demagogia. Imperio del sentimiento sobre la voluntad y la razón
UTOPIAS Y DEMAGOGIA.
IMPERIO
DEL SIENTIMIENTO SOBRE LA
VOLUNTAD
Y LA RAZON
POR
JoslÍ M.• PsnT SULLÁ.
La falta de realismo de las ideologías revolucionarias que mm
portan siempre un de=ocimiento e incluso un desprecio por el
ser personal del hombre, propugnan un sentimieoto o emotividad
que no
sólo rehúyeo !la reflexión
conceptual sino que
pretenden di
namizar al hombre excluyendo su misma voluntad; Al carácter utó
pico de la ideología revolucionaria
se une necesariamente una téc
nica demag6gica.
La ideología revolucionaria es siempre mítica aunque sus mitos
se adornen
con supuestas cieotificidades, y es
también, por lo mis
mo,
enajenación de la propia capacidad de
decisión del
hombre. En
la medida eo que el mito
sustituye a la realidad no s6lo = de
razón de verdad sino
también
de raron de bien. No podtía ser ele
Otra manera, si recordarnos la doettina tomista de que el ser origina
la verdad en
el entendimiento,
a la
vez que
origina la apetencia de
bien en la voluntad.
Si la utopía es
el nombre que merece el producto irreal e irrea
lizable
de la imaginación por eocirna del entendimiento; la acción
que
ejerce sobre la voluntad no puede ser
orta que la manipulación
sentimientos, es decir, una demagogia. Una emotividad o
sen
timiento
no
fundado en
ra26n no
puede ser tampoco motor de la
voluntad más que enajenando a ésta y
actuando en
realidad como
estímulo de tipo inconsciente queriendo provocar
teflejos automáti
cos que actúan sobre el psiquismo animal del hombre y no sobre su
voluntad
libre.
Los mitos revolucionarios no pueden proponetse a la voluntad
1357
Fundaci\363n Speiro
]OSE M,4 PEI'IT SULLA
humana bajo la razón de bien y, por consiguiente, no puede engen
draxse en
ella
amor, único
motor de las
elecciones libres
del hombre.
El peculiar "sentimiento" promovido por
las utopías es el sucedáneo
de la libre
y voluntaria elección y adhesión del hombre a la verdad
conocida y al bien
apetecido .
. No debe cree,se que las revoluciones posean una instancia "sen
timental-afectiva"
que debería ser combatida por una especie de
,rigor intrelectual, cual si sucediera que en los mitos revolucionarios
se pretende ir a la voluntad sin pasar por el entendimiento. Cual
si en las revoluciones se diéra una primacía de la praxis sobre la
contemplación, simplemente,
romo se
dioe
tantas veces con excesiva
condescendencia
para
con el
verdadero sentido de la Revolucióo. En
efecto, en
rigor no puede haber primacía de
la praxis donde ésta no
viene regida
por la contemplación, porque careciendo de ésta no
puede·
existir la praxis. No puede haber verdadero movimiento
de la
voluntad libre allí donde se ha negado el
carácter de la vserdad, que
es
el bien·
del entendimiento. Con
razón se
ha dicho que la praxis
que se
pretende poner en la cúspide de los movimientos revsolucio
narios
no es
más que
una
técnica de
manipulación de
masas y no
vserdadera praxis. Ninguna dimensión humana es potenciada por un
falso
sisrema de ideas, sino qne son todas más o menos descentra
das
y, por lo mismo, mitigadas cuaodo no anuladas.
La técnica revolucionaria de dominio de la voluntad, de imperio
ciego y despótico sobre la misma, es sustancial para el logro de la
revolución,
y en tanto que es incapo.z del análisis conceptual y de la
reflexión raronada, debe prestar especialísima atención al
lenguaje.
La técnica ·:revolucionaxia -y es lástima que se preste a esto tan
poca atenciÓO'-es, ante todo, una técnica lingiiística. Digámoslo de
una
manera gráfica y breve: "La revolución es una cuestión de pa
labras". Por esta conviccióo, que avala ci1 conocimiento teórico y
práctico de la Revolución, debemos lamentamos de que el lenguaje
rerolucionatio, que· llevsa siempre este carácter de
dominio de la
voluntad, se
adopte tan alegrea¡ente con
la
torpe ilusión de "no dis
cutir por palabras"' o con la falsa sagacidad de quien pretende re
batir las utopías revolucionarias "con el lenguaje moderno".
El uso de cierto
lenguaje estereotipado, perfectamente elaborado
1358
Fundaci\363n Speiro
UTOPIAS Y DEMAGOGIA
y adecuado para el fin que pretende, esto es, provocar de forma in
consciente
y automática la respuesta pretendida sin
reflexión, fue
puesto de relieve por el profesor Gambra en un artículo reciente.
La mayor parte del efecto revolucionario no procede de la lectura
de los teóricos revolucionarios sino simplemente del constante uso
de determinados "slogans" que causan efecto inmediato, precisamen
te porque su
uso
ha desplazado el uso genuino del lenguaje. Es muy
difícil
sustraerse al ef.ecto psicológico que producen tales términos
que
han sustituido
el sentido normal de los términos. El profesor Ca
nals
ha!,iaba hace afios, precisamente en otra reunión de la Ciudad
Católica, del sentido "mágico" de la terminología en uso en el len
guaje político, económico o incluso teológico
actual La importancia
de esta terminología es
indispensable y consnstancial a la manera
de
presentarse estas doctrinas. Sin
este lenguaje
resultarían de
una
falsedad y
arbitrariedad
excesivamente obvias
incluso para
ufi pú
blico no culto. Por el contrario, en cambio, hoy se ha conseguido
que
.el uso de este lenguaje sea ya de por sí representativo del
grado de
adaptación a
estas doctrinas y, por lo mismo, desprestigio
inmediato
para quien se niega a tomar esta técnica lingüística.
Este lenguaje está al servicio de una emotividad no racional y,
por
lo mismo, no voluntaria. Como quiera que la mayor parte de
estos
términos reciben su intención significativa de
los presupues
tos
ideológicos que
los sostienen, el uso universal e indiscutido de
los mismos sanciona
una doctrina
que de otro
moao no tendría por
qué ser
aceptada. Lo más difícil de poner en duda es, para un hom
bre, el lenguaje de
la sociedad en la que vive, por lo que se ve "obli
gado" a aceptar la filosofía que lo sustenta sin que
quepa siquiera
la
discusión de la
misma. Si el término "inmovilista", por ejemplo, es
hoy una calificación peyorativa, en cualquier orden de cosas, esto
lleva necesariamente a a~tar, al menos de modo implícito, la di
vinización del movimiento y la condenación de la
inmutabilidad del
Dios
verdadero.
En
alg6n caso
el lenguaje empleado puede
ser, incluso,
de una
etimología enteramente contraria
al efecto que pretende conseguir.
Así sucede, por ejemplo, que se
llame a uno "integrista" sin que
esto sugiera "integridad",
que es obviarnelite su raíz, sino por el
Fundaci\363n Speiro
/OSE M.< PETIT SULLA
contrario, se prerende sugerir falsedad y oocuridad. El lenguaje ya
no es_ siquiera lenguaje estrictamente considerado, en este caso como
en otro.s, sino impulso afectivo-emotivo puro.
El
lenguaje emotivo no pretende ser vehículo de
la realidad sino
la realidad misma, en el sentido de que "crea'" la realidad. El len
guaje se refiere siempre a otro lenguaje cuyo sentido 6ltimo no es
más que el mismo orgullo revolucionario. La época actual ha supe
rado
así al mundo de
los sofistas griegos. La preocupación primor
dial
de un hombre de
nuestro· tiempo, enajenado por la utopía y la
demagogia revolucionaria, no es conocer la realidad que le rodea
sino dominar el lenguaje que se emplea.·
Esramos cogidos
en las
re:les de
un lenguaje
que actúa
como
impuiso de
reflejo condicio
nado. El principal enemigo del
pensamiento y de la voluntad es el
lenguaje mismo que
empleamos.
La emotividad o sentimiento promovidQ por la técnica dema
gógica
que sirve a
la utopía revolucionaúa sustituye a toda venla
dera
sensibilidad y, muy en concreto, provoca
la absoluta pérdida de
la
verdadera alegría.
Se ha dicho muy ac~ente -y Max: Sche
ler vio en ello el principio fundamental de
la moral revolucionaria
que las utopías sociales, en su amplio sentido, promueven, fomentan
y se alimentan del
resentimiento y no del venladero sentimiento.
Así
como
la tan traída y llevada praxis revolucionaria no es más que
técnica de manipulación de la voluntad, el sentimiento revolucionario
es
manipulación y fomento del resentimiento.
Nunca
hubo
entre los. hombres de · nuestra civilización menos
sensibilidad.
Se dice habitualmente que estamos agobiados por las
tremendas noticias de las g\lel'tas, catástrofes o injusticias, pero es
más cierto que estamos acostumbrados a responder únicamente cuan
do
se nos
estimula con los "slogans"
habituaJes. La falta de respuesta
personal radica en el hábito contraído a ser manipulado por moti
vación de las facultades más animales de nuestro psiqnismo. No hay
verdadero amor,
que en el hombre es más que una pasión, ni verda
dero odio,
ui auténtica alegría, ni profunda tristeza. Si del raciona
lismo
hemos heredado la falta de
razón, del voluntarismo hemos re
cibido la inhibición de la voluntad.
Cuanta mayor es
fa conciencia del revolucionario -y esto lo he-
1360
Fundaci\363n Speiro
UTOPIAS Y DEMAGOGIA
mos de constatar prácticamente- menor es su apasionamiento. El
apasionamie_nto, que se supone caracteriza al revolucionario es, en
general, aparente y fingido y la constaru:ia con que acomete su em
presa utópica
y demagógica dascansa y se alimenta, sobre todo, en
la orgullosa contemplación de su propio proyecro creador. La "roma
de
conciencia"
que se requiere para comprender la nueva uropía
exp,esa
suficientemente
el
carácter "racionalista" y poco apasionado
del nuevo
estado de la voluntad.
La emotividad revolucionaria es
impulso auimal hacia
el proyecro imaginado, tal como lo describe
Nietzsche.
Por
ello, el "superhombre", como dijo
Heidegger es,
en
realidad, un
"infrahombre" y no sólo ni principalmente por rela
ción al
entendimienro y razón, sino por referencia a su voluntad su
plantada
por su
animalidad.
El
sentimienro infrahmnano,
promovido por las
uropías y or
questado por las demagogias, se bifurca, partiendo de su
ttooco co
mún, según se trate de la uropía positivista o de la marxista. Sus
ideales y métodos, aun siendo comúnmente anticristianos, se con·
cretan de modo dif=te. Usando de unos mismos métodos de psi
wlogia
de masas, pretenden
fines distintos.
Es fácil advertirlos, por
un
igual, en nuestra civilización occidental
rodavia no esclavi>.ada
por
el comunismo, pero impregnada
. de marxismo y esclavizada por
los ideales
y modas materialistas. Su conexión ,estriba en la igual
negación del
ser
personal, racional y volitivo, del hombre. Discrepan,
sin embargo, en el modo
de
acceder a su utópica nueva sociedad. Es
importante notat el papel jugado por el sentimienro en ambas ideo
logías, puesro que
ambas podemos encontrarlas en nuestra
sociedad.
La nueva Religión de la Humanidad a que aspira el positivismo
comtiano se funda
sobre la "simpatía" universall, que
es
el desarro
llo
del
instinto simpático, meramente bidlógioo y, para más señas,
común
a los hombres, auimales, plantas e incluso a la
rotalidad de
la
natutaleza que
nosotros
llamamos inanimada.
En la
última época
de sus escritos Comte insiste en que el positivismo devi,ene una
religión en la medida en que gira todo él en romo al sentimienro.
La ciencia misma debe estar exclusivamente al servicio de este
ideal final. Aunque algunos
puedan considerar ridícula
esta
preten
sión y pooo conforme · con el positivismo estricto, 1o cierto· es que
1361
Fundaci\363n Speiro
JOSE MJ1 PETIT SULLA
esta motivación "sentimental" a.nitm la construcción· "positiva" dcl
positivismo y 'le hace, según su autor, caipaz de sustituir definitiva
mente la "antigua" religión cristiana. No vamos a tratat en abso
luto
las· profundas razones y la estricta fidelidad de estos escritos
al plan genetal y originario del positivismo. V amos únicamente a
mostrar en
qué
roru
"sentimiento"
y mostrar
en
qué
maneta ha penetrado esta ideología en nuestra sociedad.
En la medida en que se rechaza a Dios se niega siempre, según
se desprende de la historia de la filosofía, al hombre mismo en su
libertad
y •su voluntad. Por la misma razón que desaparece el ser
personal individual se diviniza la sociedad entera de la que el hom
bre es
sólo "parte". No es la sociedad suma de individuos sino el
individuo el concepto derwtldo de la totalidad, como pt1rte de ella. El
conocimientO y el amor no radican así originariamente en el indivi
duo, sino que "participan" del conocer y amar de la sociedad que
sólo
radica
en
la totalidad. Todas las utopías revolucionarias niegan
por un igual los "personalismos", no ya sólo en el orden de la acción
sino en el
orden del conocimiento y de la aperencia. Los pensa·
mientas petsonales son sólo opiniones, en d ·mejor de los casos, mien
tras que las apetencias
personales son calificadas peyorativamente de
intereses, sobreentendiéndose siempre que son "inconfesables" y
"egoístas" en la medida en que son personales. Salvo los "intereses de
clase'",
únicos legítimos,
todo
otro interés personal es egoísta y con
trario a la comunidad. No se crea que esta visión es exclusiva del
marxismo. Nótese· con ruánta freruencia se habla así desde el len
guaj,e del moderno liberalismo ran socialista como el marxismo mis
mo.
Así se
expresa
precisamenre el
fundador del
positivismo, antes
incluso
que
el propio Marx.
El sentimiento que está al principio y al fin de la construcción
positivista, es de
esta
índole panteísta. El
"amor" a los
animales o,
en
general, a la "naturaleza" hoy tan en boga, está en el mismo ni
vel, y en cierto modo superior, al amor a los hombres. El tal "amor"
ni
brota
de
la voluntad human
tinto, ni se rige por el objeto conocido y valorado, pues se expan
de
por un igual 'en la naturnleza entera, en la medida en que no
hay individualidad
y menos todavía substancialidad. Amar a un ob-
1362
Fundaci\363n Speiro
UTOPIAS Y DEMAGOGIA
jeto por él mismo, por su valor, es precisamente la expresión genui
na
del
"egoísmo". Todo amor
ha de ser "desinwresado", es decir,
debe dirigirse
por un igual a cualquier parre, en tanto que todas las
partes contribuyen por un igual al todo divini.7.ado, único digno de
"amor".
El positivismo, escribe Comte en sus últimas obras, es la consu
mación y perfeccionamieoto de aquella incipiente forma de re).igión
que
se
llama "fetichismo", del que no discrepa más que ro el ca
rácter "~ientífico" y, por ello furulament>U!o, de este nuevo fetichis
mo.
¿No
hemos capt>U!o el aspecro fetichista del
nuevo
arte? ¿No
hemos
comprobado la "simpatía universal",
caricatura y burla del
amor personal, en el trato entre los hombres? ¿No está
toda la pe
dagogía moderna, desde la familia, tanto entre esposos como entre
padres
e
hijos,
hasta la escuela, presidida por. esta "simpatía" que
toma el hombre y la mujer, el adu[to y el niño, como [os nuevos ,,,¡q,,,.
bros de la sociedad "civllizada"? Nos educan para ser "sociobles". El
nuevo orden social se caxacreriza en el positivismo; esta revolución
que pretende no ser revolucionaria, por el perfecto "ajuste" de to
das las piezas de esta totalidad en la que tener criterio propio es
sinónimo
de repetir
las ideas volcadas en las revistas de . "opinión",
y tener sentimientos propios es "amar" por un igual a los hombres,
prójimos o lejanos, a los animales y a
las ¡,!antas. Es, en fin, el
"amor" de las "relaciones humanas" en las que sólo hay "relación"
y no seres dignos de ser amados. Cualquier predilección es un egofs..
mo
contrario
al amor universal.
El sentimiento
promovido por el positivismo es una imnersi6n
del idividuo en la naturaleza, toda ella impregnada de ººsimpatía
universal". El
objetivo de este sentimieoto es, como en los estoicos,
"vivir conforme a
la naturaleza". El aspecto femenino que toma
nuestra sociedad -recuérdese que Comte propone seriarnenre sus
tituir
el
término "Patria" por el de "Matria" -debe entenderse
como
preeminencia de la protección
rn&s material y biológica, sobre
la promoción del espíritu. El progresivo aumento de tooa clase de
"seguros sociales", que es ideal de los
socialismos occidentales, ex
presa
este sentido protector de
la comunidad. Lo mismo, las cargas
crecientes sobre los
ingresos económicos
más altos. El capitalismo,
Fundaci\363n Speiro
/OSE M.• PP:rrr SULLA
más de los banqueros que de . los industriales, tiene esre carácter
"dispensador" de
toda
dase de
bienes, de trabajo, de
salud, de cul
tura, de promoción de la mujer y de "protección" a los ancianos o
"subnorma[es". Nótese
que a los
llamados "subnormales" se
les pre
senta como "hijos" de la sociedad
enrera, cuando
la realidad es, como
se vio con la
famosa "Talidomide", que los hijos tarados por causa
de este fármaco fueron, en
buena parte, rechazados por sus propios
padres narruales y legítimos. Los liberales "progresistas" y socia
listas
aplaudieron y fomentaron el aborto de los que se presumfa
saldrían
tarados. No puede haber sacrificios personales, callados y
continuos, sino que se propone la "adopción" colectiva de los que
han de ser "rehabilitados". El amor no es personal sino colectivo y
no se ejerce en el árnbiro de la familia sino de la sociedad. Lo que
se está introduciendo
mn estas campañas pseudocarita
la
idea de que todo el
afecro es
"social" y que
todos somos de alguna
manera destinados a ser
"rehabilitados" por la sociedad, única po
seedora de capacidad de
"amor". Se ha empezado por los llamados
"subnormales", pero prueba de dónde apunta este especial "amor"
Jo tenernos en que se está proponiendo el mismo traro "social" para
los ancianqs, como si ellos fueran también algo especial y anormal
en la sociedad. El positivismo,
en definitiva, propugna
el socialismo
"social", es
decir,
total, mucho antes que el simple socialismo eco
nómico. Se quiere socializar el afecto, como se quiere socializar la
razón. Se quiere, en definitiva, divinizar la sociedad, con el argu
mento pseudocristiano e incluso anticristiano del "amor universal"
que es la simpatía biológica, fusión del individuo en el medio so
cial total.
El desarraigo del hombre de su propia intimidad, colocándose des
de
el princi,pio a una extroversión y "relación" con la rotalidad, ri
diculizando
y desprestigiando las relaciones naturales, con Dios,
con
· 1a familia,
con
el medio ambiente más inmediaro, es el caldo
de · cultivo fomentado por las utopías revolucionarias. Tonto la re
volución positivista o liberal materialista como la
marxista se
em
peñan en romper o hacer imposiblés las
tradiciones de todo tipo, que
son como la memoria de las comunidades,
que. prestan
identidad a
los individuos
y a los pueblos. Las tradiciones son vistas como la
1364
Fundaci\363n Speiro
UTOPIAS Y DEMAGOGIA
expresión suprema del "egoísmo". Mientras se predica demagógica
mente la autarquía y la "autenticidad", se crea un mundo en que
no es posil:Jle más que la moda y la imitación o el simple contagio
colectivo.
El marxismo opera en esta
situación
creada por el li~o
materialista
de
modo más violento
aprovechando esta distorsión del
hombre
individual o
de grupos especiales que
el liberalismo ha con
vertido primero en
"clases" homogéneas y cuyo único sello es el
potencial económico
y su inserción en el mundo de la producción.
La invocación a la totalidad, que -también se dará a la larga, pasa
primero, en el marxismo, por la invocación a la clase de los "opri
midos". El enemigo inmediato del revolucionario
ya no es sólo el
padre, la
familia y todas las "instituciones" de la "clase dominante",
sino que es la misma sociedad que ella ha
creado. Rota la naturali
dad
de
las relaciones personales, con Dios, con uno mismo y con los
"prójimos",
el hombre
puede
sentir la
tentación de la nueva "sim
patía"
creada por la nueva asociación de los que luchan por su "li
beración".
La absoluta pérdida de la humildad, a nivel incluso hu
mano
y naturllll, esto es, la alegría de la aceptaeión de la realidad,
forma suprema de "alienación"
para los marxistas, predispone al
'hombre a moverse, en su razón y su voluntad, por juicios que fo.
mentan
el resentimiento social hasta el odio instintivo por la socie
dad que le
rodea. La emotividad revolucionaria promo'l'ida por la
demagogia quiei
mundo dominado por la
"clase dominante".
Se pregona el carácter
"contradictorio"' de toda
realidad social.
El mundo humano, a
todos
los niveles, es .. lucha", "conflicto". Es necesario "crear" otra socie
dad que todavía no ha eristido nunca, en la que nadie "expl0tará"
a
su semejante.
La terminología es aquí absolutamente imprescindi
ble
y debe evocar ·siempre el carácter de dominio de toda relación
humana
hasta el presente.
El mundo, segón esta utopía, ha
de ser "transformado". Esta tarea
impone un desprecio absoluto
por el orden "burgués". El fomento
dél resentimiento
es absolutamente crucial. El
lenguaje está
aquí al
servicio, no de la
"simpatía universal"
del positivismo sino del
1365
Fundaci\363n Speiro
/OSE Mil PETIT SULLA
resentimiento universal, del. desp~io y odio .hacia roda realidad.
Todo es "problemático", "contradictorio", .. alienante". La realidad
ha de ser "tensión", el pensa!Iliento ha de ser "oposición", la rela
ción social
ha de ser "conflicto". Toda esta rerminología es absolu
tamente indispensable para crear una respuesta automática sin la
menor reflexión.
Nótese
que la superación de estos contrarios dialécticamente en
frentados no es
otro sino
la
misma sobsunción del individuo en la
totalidad. Así, por ejemplo, toda relación laboral es "explotación""
mientras el pacto laboral es entre capital y trabajo, pero deja de ser
explotación,
no
cuando mejora la calidad
y retribución del t1tabajo
y de sus condiciones sino cuando el trabajador lo· hace para el Es
tado que
es el
propietario exclusivo
de
todos los bienes de produc
ción. No
hay nada digno de ser apetecido por sí mismo sino lo que
sirve directa o
ind.irectámente al
Estado totalitario.
Así sucede con
el
matrimonio, con la
propiedad, etc.
El solo hecho de
discrepar de
la
totalidad controlada
por el
estado policía es
sinónimo
de "contra
trevolución". El contrarrevolucionario debe
ser tratado
como un "en
fermo". Antepone
su propio interés
al inrerés
del
Partido y, por lo
tanto,
de la "clase" obrera. Es un enemigo
de la comunidad. Su voz
no suena acorde con la multitud
y, por tanto, él mismo se condena
al aislarse del cuerpo
sociall. Se rige por. su propia razón y su pro
pia voluntad; por tanto, no puede alcanzar el punto de vista ver
dadero. El lenguaje del comunismo internacional es
completamenre es
tereotipado. Todo son insU'.itos, todo son palabras "mágicas" para
cubrir
la
falta de
pensamiento y de voluntad. Il! "deber" es cl im
perativo supremo de toda la acción política que suplanta la adhesión
de la voluntad al bien conocido. Por carecer de verdad el comunis
mo no puede mover
la voluntad. Por esta razón todo es colectivo,
unánime, populat.
Toda
discrepancia es minoritaria y autosegregada
de
la
totalidad. De ahí las "confesiones" de culpabilidad, el recono
cimiento
de la "separación". Toda ideología falsa ha de ser totalita
ria, porque no
pndiendo pasar la criba de la razón y no pudiendo
satisfacer el anhelo de la voluntad se ha de imponer por motivación
de sentimiento biológico, instinto de conservación del
Mg,,,.;.,mo.
1366
Fundaci\363n Speiro
UTOPIAS Y DEMAGOGIA
El error conlleva siempre una tiranía, esto es, una reducción del hom
bre a su animalidad, de su individualidad a su ser "miembro" de
una clase o
comunidad. La propaganda será siempre absolutamente
indispensable para mantener el asentimiento del individuo al "pro
grama" colectivo.
ACTAS DE LA V REUNION DE AMIGOS
DE LA CIUDAD CATOLICA
El Paular, 29, 30 y 31 de octubre de 1966.
II
PUNTOS BASICOS PARA LA ACCION
DE LOS
SEGLARES EN
EL
MUNDO
Introducción: Comunidad y espíritu comunitario, por
Germán A~e: de Sotomaryor,
Ortodoxia de la fe: "Creo en Dioe, Padte Todopoderoso",
por Ju,m Roig Glll'onella, S. 1, ·
Espiritualidad
y
aooión conseeu.ente de los seglares en el
mundo, por José María Gil Moreno de Mora.
Método racional, por R,.fael Gambra.
El Oi,den natural y el Derecho, por Jzum V allet de Goy
tisolo.
Importancia de la Política, por Francisco José Latapie.
1
Poder político y poder económico, por Fram;isoo José '·
F enuíndez de la Cigoño. 1
76 págo. 60 ptas.
1367
Fundaci\363n Speiro
IMPERIO
DEL SIENTIMIENTO SOBRE LA
VOLUNTAD
Y LA RAZON
POR
JoslÍ M.• PsnT SULLÁ.
La falta de realismo de las ideologías revolucionarias que mm
portan siempre un de=ocimiento e incluso un desprecio por el
ser personal del hombre, propugnan un sentimieoto o emotividad
que no
sólo rehúyeo !la reflexión
conceptual sino que
pretenden di
namizar al hombre excluyendo su misma voluntad; Al carácter utó
pico de la ideología revolucionaria
se une necesariamente una téc
nica demag6gica.
La ideología revolucionaria es siempre mítica aunque sus mitos
se adornen
con supuestas cieotificidades, y es
también, por lo mis
mo,
enajenación de la propia capacidad de
decisión del
hombre. En
la medida eo que el mito
sustituye a la realidad no s6lo = de
razón de verdad sino
también
de raron de bien. No podtía ser ele
Otra manera, si recordarnos la doettina tomista de que el ser origina
la verdad en
el entendimiento,
a la
vez que
origina la apetencia de
bien en la voluntad.
Si la utopía es
el nombre que merece el producto irreal e irrea
lizable
de la imaginación por eocirna del entendimiento; la acción
que
ejerce sobre la voluntad no puede ser
orta que la manipulación
sentimientos, es decir, una demagogia. Una emotividad o
sen
timiento
no
fundado en
ra26n no
puede ser tampoco motor de la
voluntad más que enajenando a ésta y
actuando en
realidad como
estímulo de tipo inconsciente queriendo provocar
teflejos automáti
cos que actúan sobre el psiquismo animal del hombre y no sobre su
voluntad
libre.
Los mitos revolucionarios no pueden proponetse a la voluntad
1357
Fundaci\363n Speiro
]OSE M,4 PEI'IT SULLA
humana bajo la razón de bien y, por consiguiente, no puede engen
draxse en
ella
amor, único
motor de las
elecciones libres
del hombre.
El peculiar "sentimiento" promovido por
las utopías es el sucedáneo
de la libre
y voluntaria elección y adhesión del hombre a la verdad
conocida y al bien
apetecido .
. No debe cree,se que las revoluciones posean una instancia "sen
timental-afectiva"
que debería ser combatida por una especie de
,rigor intrelectual, cual si sucediera que en los mitos revolucionarios
se pretende ir a la voluntad sin pasar por el entendimiento. Cual
si en las revoluciones se diéra una primacía de la praxis sobre la
contemplación, simplemente,
romo se
dioe
tantas veces con excesiva
condescendencia
para
con el
verdadero sentido de la Revolucióo. En
efecto, en
rigor no puede haber primacía de
la praxis donde ésta no
viene regida
por la contemplación, porque careciendo de ésta no
puede·
existir la praxis. No puede haber verdadero movimiento
de la
voluntad libre allí donde se ha negado el
carácter de la vserdad, que
es
el bien·
del entendimiento. Con
razón se
ha dicho que la praxis
que se
pretende poner en la cúspide de los movimientos revsolucio
narios
no es
más que
una
técnica de
manipulación de
masas y no
vserdadera praxis. Ninguna dimensión humana es potenciada por un
falso
sisrema de ideas, sino qne son todas más o menos descentra
das
y, por lo mismo, mitigadas cuaodo no anuladas.
La técnica revolucionaria de dominio de la voluntad, de imperio
ciego y despótico sobre la misma, es sustancial para el logro de la
revolución,
y en tanto que es incapo.z del análisis conceptual y de la
reflexión raronada, debe prestar especialísima atención al
lenguaje.
La técnica ·:revolucionaxia -y es lástima que se preste a esto tan
poca atenciÓO'-es, ante todo, una técnica lingiiística. Digámoslo de
una
manera gráfica y breve: "La revolución es una cuestión de pa
labras". Por esta conviccióo, que avala ci1 conocimiento teórico y
práctico de la Revolución, debemos lamentamos de que el lenguaje
rerolucionatio, que· llevsa siempre este carácter de
dominio de la
voluntad, se
adopte tan alegrea¡ente con
la
torpe ilusión de "no dis
cutir por palabras"' o con la falsa sagacidad de quien pretende re
batir las utopías revolucionarias "con el lenguaje moderno".
El uso de cierto
lenguaje estereotipado, perfectamente elaborado
1358
Fundaci\363n Speiro
UTOPIAS Y DEMAGOGIA
y adecuado para el fin que pretende, esto es, provocar de forma in
consciente
y automática la respuesta pretendida sin
reflexión, fue
puesto de relieve por el profesor Gambra en un artículo reciente.
La mayor parte del efecto revolucionario no procede de la lectura
de los teóricos revolucionarios sino simplemente del constante uso
de determinados "slogans" que causan efecto inmediato, precisamen
te porque su
uso
ha desplazado el uso genuino del lenguaje. Es muy
difícil
sustraerse al ef.ecto psicológico que producen tales términos
que
han sustituido
el sentido normal de los términos. El profesor Ca
nals
ha!,iaba hace afios, precisamente en otra reunión de la Ciudad
Católica, del sentido "mágico" de la terminología en uso en el len
guaje político, económico o incluso teológico
actual La importancia
de esta terminología es
indispensable y consnstancial a la manera
de
presentarse estas doctrinas. Sin
este lenguaje
resultarían de
una
falsedad y
arbitrariedad
excesivamente obvias
incluso para
ufi pú
blico no culto. Por el contrario, en cambio, hoy se ha conseguido
que
.el uso de este lenguaje sea ya de por sí representativo del
grado de
adaptación a
estas doctrinas y, por lo mismo, desprestigio
inmediato
para quien se niega a tomar esta técnica lingüística.
Este lenguaje está al servicio de una emotividad no racional y,
por
lo mismo, no voluntaria. Como quiera que la mayor parte de
estos
términos reciben su intención significativa de
los presupues
tos
ideológicos que
los sostienen, el uso universal e indiscutido de
los mismos sanciona
una doctrina
que de otro
moao no tendría por
qué ser
aceptada. Lo más difícil de poner en duda es, para un hom
bre, el lenguaje de
la sociedad en la que vive, por lo que se ve "obli
gado" a aceptar la filosofía que lo sustenta sin que
quepa siquiera
la
discusión de la
misma. Si el término "inmovilista", por ejemplo, es
hoy una calificación peyorativa, en cualquier orden de cosas, esto
lleva necesariamente a a~tar, al menos de modo implícito, la di
vinización del movimiento y la condenación de la
inmutabilidad del
Dios
verdadero.
En
alg6n caso
el lenguaje empleado puede
ser, incluso,
de una
etimología enteramente contraria
al efecto que pretende conseguir.
Así sucede, por ejemplo, que se
llame a uno "integrista" sin que
esto sugiera "integridad",
que es obviarnelite su raíz, sino por el
Fundaci\363n Speiro
/OSE M.< PETIT SULLA
contrario, se prerende sugerir falsedad y oocuridad. El lenguaje ya
no es_ siquiera lenguaje estrictamente considerado, en este caso como
en otro.s, sino impulso afectivo-emotivo puro.
El
lenguaje emotivo no pretende ser vehículo de
la realidad sino
la realidad misma, en el sentido de que "crea'" la realidad. El len
guaje se refiere siempre a otro lenguaje cuyo sentido 6ltimo no es
más que el mismo orgullo revolucionario. La época actual ha supe
rado
así al mundo de
los sofistas griegos. La preocupación primor
dial
de un hombre de
nuestro· tiempo, enajenado por la utopía y la
demagogia revolucionaria, no es conocer la realidad que le rodea
sino dominar el lenguaje que se emplea.·
Esramos cogidos
en las
re:les de
un lenguaje
que actúa
como
impuiso de
reflejo condicio
nado. El principal enemigo del
pensamiento y de la voluntad es el
lenguaje mismo que
empleamos.
La emotividad o sentimiento promovidQ por la técnica dema
gógica
que sirve a
la utopía revolucionaúa sustituye a toda venla
dera
sensibilidad y, muy en concreto, provoca
la absoluta pérdida de
la
verdadera alegría.
Se ha dicho muy ac~ente -y Max: Sche
ler vio en ello el principio fundamental de
la moral revolucionaria
que las utopías sociales, en su amplio sentido, promueven, fomentan
y se alimentan del
resentimiento y no del venladero sentimiento.
Así
como
la tan traída y llevada praxis revolucionaria no es más que
técnica de manipulación de la voluntad, el sentimiento revolucionario
es
manipulación y fomento del resentimiento.
Nunca
hubo
entre los. hombres de · nuestra civilización menos
sensibilidad.
Se dice habitualmente que estamos agobiados por las
tremendas noticias de las g\lel'tas, catástrofes o injusticias, pero es
más cierto que estamos acostumbrados a responder únicamente cuan
do
se nos
estimula con los "slogans"
habituaJes. La falta de respuesta
personal radica en el hábito contraído a ser manipulado por moti
vación de las facultades más animales de nuestro psiqnismo. No hay
verdadero amor,
que en el hombre es más que una pasión, ni verda
dero odio,
ui auténtica alegría, ni profunda tristeza. Si del raciona
lismo
hemos heredado la falta de
razón, del voluntarismo hemos re
cibido la inhibición de la voluntad.
Cuanta mayor es
fa conciencia del revolucionario -y esto lo he-
1360
Fundaci\363n Speiro
UTOPIAS Y DEMAGOGIA
mos de constatar prácticamente- menor es su apasionamiento. El
apasionamie_nto, que se supone caracteriza al revolucionario es, en
general, aparente y fingido y la constaru:ia con que acomete su em
presa utópica
y demagógica dascansa y se alimenta, sobre todo, en
la orgullosa contemplación de su propio proyecro creador. La "roma
de
conciencia"
que se requiere para comprender la nueva uropía
exp,esa
suficientemente
el
carácter "racionalista" y poco apasionado
del nuevo
estado de la voluntad.
La emotividad revolucionaria es
impulso auimal hacia
el proyecro imaginado, tal como lo describe
Nietzsche.
Por
ello, el "superhombre", como dijo
Heidegger es,
en
realidad, un
"infrahombre" y no sólo ni principalmente por rela
ción al
entendimienro y razón, sino por referencia a su voluntad su
plantada
por su
animalidad.
El
sentimienro infrahmnano,
promovido por las
uropías y or
questado por las demagogias, se bifurca, partiendo de su
ttooco co
mún, según se trate de la uropía positivista o de la marxista. Sus
ideales y métodos, aun siendo comúnmente anticristianos, se con·
cretan de modo dif=te. Usando de unos mismos métodos de psi
wlogia
de masas, pretenden
fines distintos.
Es fácil advertirlos, por
un
igual, en nuestra civilización occidental
rodavia no esclavi>.ada
por
el comunismo, pero impregnada
. de marxismo y esclavizada por
los ideales
y modas materialistas. Su conexión ,estriba en la igual
negación del
ser
personal, racional y volitivo, del hombre. Discrepan,
sin embargo, en el modo
de
acceder a su utópica nueva sociedad. Es
importante notat el papel jugado por el sentimienro en ambas ideo
logías, puesro que
ambas podemos encontrarlas en nuestra
sociedad.
La nueva Religión de la Humanidad a que aspira el positivismo
comtiano se funda
sobre la "simpatía" universall, que
es
el desarro
llo
del
instinto simpático, meramente bidlógioo y, para más señas,
común
a los hombres, auimales, plantas e incluso a la
rotalidad de
la
natutaleza que
nosotros
llamamos inanimada.
En la
última época
de sus escritos Comte insiste en que el positivismo devi,ene una
religión en la medida en que gira todo él en romo al sentimienro.
La ciencia misma debe estar exclusivamente al servicio de este
ideal final. Aunque algunos
puedan considerar ridícula
esta
preten
sión y pooo conforme · con el positivismo estricto, 1o cierto· es que
1361
Fundaci\363n Speiro
JOSE MJ1 PETIT SULLA
esta motivación "sentimental" a.nitm la construcción· "positiva" dcl
positivismo y 'le hace, según su autor, caipaz de sustituir definitiva
mente la "antigua" religión cristiana. No vamos a tratat en abso
luto
las· profundas razones y la estricta fidelidad de estos escritos
al plan genetal y originario del positivismo. V amos únicamente a
mostrar en
qué
roru
y mostrar
en
qué
maneta ha penetrado esta ideología en nuestra sociedad.
En la medida en que se rechaza a Dios se niega siempre, según
se desprende de la historia de la filosofía, al hombre mismo en su
libertad
y •su voluntad. Por la misma razón que desaparece el ser
personal individual se diviniza la sociedad entera de la que el hom
bre es
sólo "parte". No es la sociedad suma de individuos sino el
individuo el concepto derwtldo de la totalidad, como pt1rte de ella. El
conocimientO y el amor no radican así originariamente en el indivi
duo, sino que "participan" del conocer y amar de la sociedad que
sólo
radica
en
la totalidad. Todas las utopías revolucionarias niegan
por un igual los "personalismos", no ya sólo en el orden de la acción
sino en el
orden del conocimiento y de la aperencia. Los pensa·
mientas petsonales son sólo opiniones, en d ·mejor de los casos, mien
tras que las apetencias
personales son calificadas peyorativamente de
intereses, sobreentendiéndose siempre que son "inconfesables" y
"egoístas" en la medida en que son personales. Salvo los "intereses de
clase'",
únicos legítimos,
todo
otro interés personal es egoísta y con
trario a la comunidad. No se crea que esta visión es exclusiva del
marxismo. Nótese· con ruánta freruencia se habla así desde el len
guaj,e del moderno liberalismo ran socialista como el marxismo mis
mo.
Así se
expresa
precisamenre el
fundador del
positivismo, antes
incluso
que
el propio Marx.
El sentimiento que está al principio y al fin de la construcción
positivista, es de
esta
índole panteísta. El
"amor" a los
animales o,
en
general, a la "naturaleza" hoy tan en boga, está en el mismo ni
vel, y en cierto modo superior, al amor a los hombres. El tal "amor"
ni
brota
de
la voluntad human
de
por un igual 'en la naturnleza entera, en la medida en que no
hay individualidad
y menos todavía substancialidad. Amar a un ob-
1362
Fundaci\363n Speiro
UTOPIAS Y DEMAGOGIA
jeto por él mismo, por su valor, es precisamente la expresión genui
na
del
"egoísmo". Todo amor
ha de ser "desinwresado", es decir,
debe dirigirse
por un igual a cualquier parre, en tanto que todas las
partes contribuyen por un igual al todo divini.7.ado, único digno de
"amor".
El positivismo, escribe Comte en sus últimas obras, es la consu
mación y perfeccionamieoto de aquella incipiente forma de re).igión
que
se
llama "fetichismo", del que no discrepa más que ro el ca
rácter "~ientífico" y, por ello furulament>U!o, de este nuevo fetichis
mo.
¿No
hemos capt>U!o el aspecro fetichista del
nuevo
arte? ¿No
hemos
comprobado la "simpatía universal",
caricatura y burla del
amor personal, en el trato entre los hombres? ¿No está
toda la pe
dagogía moderna, desde la familia, tanto entre esposos como entre
padres
e
hijos,
hasta la escuela, presidida por. esta "simpatía" que
toma el hombre y la mujer, el adu[to y el niño, como [os nuevos ,,,¡q,,,.
bros de la sociedad "civllizada"? Nos educan para ser "sociobles". El
nuevo orden social se caxacreriza en el positivismo; esta revolución
que pretende no ser revolucionaria, por el perfecto "ajuste" de to
das las piezas de esta totalidad en la que tener criterio propio es
sinónimo
de repetir
las ideas volcadas en las revistas de . "opinión",
y tener sentimientos propios es "amar" por un igual a los hombres,
prójimos o lejanos, a los animales y a
las ¡,!antas. Es, en fin, el
"amor" de las "relaciones humanas" en las que sólo hay "relación"
y no seres dignos de ser amados. Cualquier predilección es un egofs..
mo
contrario
al amor universal.
El sentimiento
promovido por el positivismo es una imnersi6n
del idividuo en la naturaleza, toda ella impregnada de ººsimpatía
universal". El
objetivo de este sentimieoto es, como en los estoicos,
"vivir conforme a
la naturaleza". El aspecto femenino que toma
nuestra sociedad -recuérdese que Comte propone seriarnenre sus
tituir
el
término "Patria" por el de "Matria" -debe entenderse
como
preeminencia de la protección
rn&s material y biológica, sobre
la promoción del espíritu. El progresivo aumento de tooa clase de
"seguros sociales", que es ideal de los
socialismos occidentales, ex
presa
este sentido protector de
la comunidad. Lo mismo, las cargas
crecientes sobre los
ingresos económicos
más altos. El capitalismo,
Fundaci\363n Speiro
/OSE M.• PP:rrr SULLA
más de los banqueros que de . los industriales, tiene esre carácter
"dispensador" de
toda
dase de
bienes, de trabajo, de
salud, de cul
tura, de promoción de la mujer y de "protección" a los ancianos o
"subnorma[es". Nótese
que a los
llamados "subnormales" se
les pre
senta como "hijos" de la sociedad
enrera, cuando
la realidad es, como
se vio con la
famosa "Talidomide", que los hijos tarados por causa
de este fármaco fueron, en
buena parte, rechazados por sus propios
padres narruales y legítimos. Los liberales "progresistas" y socia
listas
aplaudieron y fomentaron el aborto de los que se presumfa
saldrían
tarados. No puede haber sacrificios personales, callados y
continuos, sino que se propone la "adopción" colectiva de los que
han de ser "rehabilitados". El amor no es personal sino colectivo y
no se ejerce en el árnbiro de la familia sino de la sociedad. Lo que
se está introduciendo
mn estas campañas pseudocarita
la
idea de que todo el
afecro es
"social" y que
todos somos de alguna
manera destinados a ser
"rehabilitados" por la sociedad, única po
seedora de capacidad de
"amor". Se ha empezado por los llamados
"subnormales", pero prueba de dónde apunta este especial "amor"
Jo tenernos en que se está proponiendo el mismo traro "social" para
los ancianqs, como si ellos fueran también algo especial y anormal
en la sociedad. El positivismo,
en definitiva, propugna
el socialismo
"social", es
decir,
total, mucho antes que el simple socialismo eco
nómico. Se quiere socializar el afecto, como se quiere socializar la
razón. Se quiere, en definitiva, divinizar la sociedad, con el argu
mento pseudocristiano e incluso anticristiano del "amor universal"
que es la simpatía biológica, fusión del individuo en el medio so
cial total.
El desarraigo del hombre de su propia intimidad, colocándose des
de
el princi,pio a una extroversión y "relación" con la rotalidad, ri
diculizando
y desprestigiando las relaciones naturales, con Dios,
con
· 1a familia,
con
el medio ambiente más inmediaro, es el caldo
de · cultivo fomentado por las utopías revolucionarias. Tonto la re
volución positivista o liberal materialista como la
marxista se
em
peñan en romper o hacer imposiblés las
tradiciones de todo tipo, que
son como la memoria de las comunidades,
que. prestan
identidad a
los individuos
y a los pueblos. Las tradiciones son vistas como la
1364
Fundaci\363n Speiro
UTOPIAS Y DEMAGOGIA
expresión suprema del "egoísmo". Mientras se predica demagógica
mente la autarquía y la "autenticidad", se crea un mundo en que
no es posil:Jle más que la moda y la imitación o el simple contagio
colectivo.
El marxismo opera en esta
situación
creada por el li~o
materialista
de
modo más violento
aprovechando esta distorsión del
hombre
individual o
de grupos especiales que
el liberalismo ha con
vertido primero en
"clases" homogéneas y cuyo único sello es el
potencial económico
y su inserción en el mundo de la producción.
La invocación a la totalidad, que -también se dará a la larga, pasa
primero, en el marxismo, por la invocación a la clase de los "opri
midos". El enemigo inmediato del revolucionario
ya no es sólo el
padre, la
familia y todas las "instituciones" de la "clase dominante",
sino que es la misma sociedad que ella ha
creado. Rota la naturali
dad
de
las relaciones personales, con Dios, con uno mismo y con los
"prójimos",
el hombre
puede
sentir la
tentación de la nueva "sim
patía"
creada por la nueva asociación de los que luchan por su "li
beración".
La absoluta pérdida de la humildad, a nivel incluso hu
mano
y naturllll, esto es, la alegría de la aceptaeión de la realidad,
forma suprema de "alienación"
para los marxistas, predispone al
'hombre a moverse, en su razón y su voluntad, por juicios que fo.
mentan
el resentimiento social hasta el odio instintivo por la socie
dad que le
rodea. La emotividad revolucionaria promo'l'ida por la
demagogia quiei
"clase dominante".
Se pregona el carácter
"contradictorio"' de toda
realidad social.
El mundo humano, a
todos
los niveles, es .. lucha", "conflicto". Es necesario "crear" otra socie
dad que todavía no ha eristido nunca, en la que nadie "expl0tará"
a
su semejante.
La terminología es aquí absolutamente imprescindi
ble
y debe evocar ·siempre el carácter de dominio de toda relación
humana
hasta el presente.
El mundo, segón esta utopía, ha
de ser "transformado". Esta tarea
impone un desprecio absoluto
por el orden "burgués". El fomento
dél resentimiento
es absolutamente crucial. El
lenguaje está
aquí al
servicio, no de la
"simpatía universal"
del positivismo sino del
1365
Fundaci\363n Speiro
/OSE Mil PETIT SULLA
resentimiento universal, del. desp~io y odio .hacia roda realidad.
Todo es "problemático", "contradictorio", .. alienante". La realidad
ha de ser "tensión", el pensa!Iliento ha de ser "oposición", la rela
ción social
ha de ser "conflicto". Toda esta rerminología es absolu
tamente indispensable para crear una respuesta automática sin la
menor reflexión.
Nótese
que la superación de estos contrarios dialécticamente en
frentados no es
otro sino
la
misma sobsunción del individuo en la
totalidad. Así, por ejemplo, toda relación laboral es "explotación""
mientras el pacto laboral es entre capital y trabajo, pero deja de ser
explotación,
no
cuando mejora la calidad
y retribución del t1tabajo
y de sus condiciones sino cuando el trabajador lo· hace para el Es
tado que
es el
propietario exclusivo
de
todos los bienes de produc
ción. No
hay nada digno de ser apetecido por sí mismo sino lo que
sirve directa o
ind.irectámente al
Estado totalitario.
Así sucede con
el
matrimonio, con la
propiedad, etc.
El solo hecho de
discrepar de
la
totalidad controlada
por el
estado policía es
sinónimo
de "contra
trevolución". El contrarrevolucionario debe
ser tratado
como un "en
fermo". Antepone
su propio interés
al inrerés
del
Partido y, por lo
tanto,
de la "clase" obrera. Es un enemigo
de la comunidad. Su voz
no suena acorde con la multitud
y, por tanto, él mismo se condena
al aislarse del cuerpo
sociall. Se rige por. su propia razón y su pro
pia voluntad; por tanto, no puede alcanzar el punto de vista ver
dadero. El lenguaje del comunismo internacional es
completamenre es
tereotipado. Todo son insU'.itos, todo son palabras "mágicas" para
cubrir
la
falta de
pensamiento y de voluntad. Il! "deber" es cl im
perativo supremo de toda la acción política que suplanta la adhesión
de la voluntad al bien conocido. Por carecer de verdad el comunis
mo no puede mover
la voluntad. Por esta razón todo es colectivo,
unánime, populat.
Toda
discrepancia es minoritaria y autosegregada
de
la
totalidad. De ahí las "confesiones" de culpabilidad, el recono
cimiento
de la "separación". Toda ideología falsa ha de ser totalita
ria, porque no
pndiendo pasar la criba de la razón y no pudiendo
satisfacer el anhelo de la voluntad se ha de imponer por motivación
de sentimiento biológico, instinto de conservación del
Mg,,,.;.,mo.
1366
Fundaci\363n Speiro
UTOPIAS Y DEMAGOGIA
El error conlleva siempre una tiranía, esto es, una reducción del hom
bre a su animalidad, de su individualidad a su ser "miembro" de
una clase o
comunidad. La propaganda será siempre absolutamente
indispensable para mantener el asentimiento del individuo al "pro
grama" colectivo.
ACTAS DE LA V REUNION DE AMIGOS
DE LA CIUDAD CATOLICA
El Paular, 29, 30 y 31 de octubre de 1966.
II
PUNTOS BASICOS PARA LA ACCION
DE LOS
SEGLARES EN
EL
MUNDO
Introducción: Comunidad y espíritu comunitario, por
Germán A~e: de Sotomaryor,
Ortodoxia de la fe: "Creo en Dioe, Padte Todopoderoso",
por Ju,m Roig Glll'onella, S. 1, ·
Espiritualidad
y
aooión conseeu.ente de los seglares en el
mundo, por José María Gil Moreno de Mora.
Método racional, por R,.fael Gambra.
El Oi,den natural y el Derecho, por Jzum V allet de Goy
tisolo.
Importancia de la Política, por Francisco José Latapie.
1
Poder político y poder económico, por Fram;isoo José '·
F enuíndez de la Cigoño. 1
76 págo. 60 ptas.
1367
Fundaci\363n Speiro