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Número 150

Serie XV

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Teoría y praxis en la perspectiva de la dignidad del ser personal

TEORIA Y PRAXIS EN LA PERSPECTIVA
DE
LA
DIGNIDAD DEL
SER PERSONAL
POR
FRANCISCO CAN.ALS VIDAL.
Catedrático de Metafísica de la U nive.rsidad de Barcelona.
"En el principio era la Acción". En la pretendida interpretación
del texto ewngélko que expresa Fausto en

el momento anterior a
la aceptación de!
pacto con Mefistófeles, podríamos ver ex,presada
una actitud que define para muchos la del hombre occidental mo­
derno: el hombre fáustico.
"Nadie
os traza el camino que debéis seguir ... ; mi único con­
sejo
es: lo que te propongas, óbralo sin temor", dice Mefistófeles.
"No

trato de
buscar la felicidad", responde Fausto. La quietud es
contraria a la vida. "La medida óptima dcl nemple de un hombre es
la más agitada actividad".
El
conocimiento de la naturaleza como instrumento del dominio
del
hombre sobre ella, de Bacon de V erulamio; la opción de que
habla
Lessing por la búsqueda, o&ecida por la mano izquierda de
Dios,
con preferencia a
la verdad; el desplazamiento de la filosofía
como
contemplación del

mundo
por la praxis que se ocupa en trans­
formarlo, del marxismo; la voluntad de voluntad nietzcheana; en
todas estas actitudes, la primacía de la acción, no condiciona en sí
misma
y

en cuanto
tal por fines que la trasciendan, no legislada por
una normatividad natural -para la libertad de la acción no hay
naturaleza sino a modo de obstáculo a
superar u ocasión en
que
ejer­
cerse, al modo del no/yo en el sistema de Fic:hte-ni por una teleo­
logía

que la ordene a un bien absoluto,
es siempre la expresión de
un antropocentrismo
que quiere alcanzar su

radicalidad
ú:ltima.
Ya Aristóteles había afirmado que la superioridad de la pru­
dencia y
de la política sobre la sabiduría sólo tiendrfa sentido si se
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FRANCISCO CANALS VIDAL
aflrmata también que el hombre es lo supremo en e1 ente. Hablaba
así
a modo

de
argumento por reducción al absurdo. P xis sería
constitutivamente imposible, y la tendencia que la impulsa
inconsistente y vacía, si no tuviese sus principios en los fines a que
aspira. No-
se daría Jo elegible sino fuese como tal lo ord,enal,J.e a!I
fin; un fin iiltimamente no eiegil,J.e sino -por sí atraetivn y como tal
querido.
La vnluntad del fin precede y fundamenta a la elegibilidad
de
lo prfrctico.
A la intención, qne considera prácticamente el fin como térmi­
no
del obrar, que

hay que conseguir a través de
los medios elegibles,
precede la estimación y conocimiento de 1o que es en sí mismo
bueno. La subordinación de la prudencia y la política a la sabidu­
ría
se funda en

el
carácter teorético del

juicio sobre el bien.
La con­
templación del bien
óptimo y fin ú'ltiino universal "en gracia del
cual se ha de obrar todo lo que se obra",
pertenece a
la filosofía
primera, a la sabiduría
especulativa.
Contra este
carácter de la contemplación del bien como fundan­
te y
_orientadora de

la
vida humana a sus fines, se-rebela precisa­
mente el -radical antropocentrismo qne quiere ejercerse en la prima­
cía incondicionada de la

acción. Todo fin qne sea
"aquello a
qne
la acción tiende" ha

de
quedar excluido si la acción no puede tener
otro principio qne -ella misma. Por esto Fausto declma que no_ busca
la felicidad, para dar así garantía de su compromiso, de su entrega
al movimiento
sin descanso.
No
podría negarse que

en nuestra
sociedad contemporánea OC·
cidental este ideal actúa, llenarulo paradógicamente el ambiente y
viniendo a ser el programa común y uniforme de los movimientos
de no-conformismo e inquietud que

orientan
los sectores de "van­
guardia" en la polltia,, en el arte, en la cultura y en la teología.
Y
no podría negarse que esto ocurre en un mundo en que se ejer­
ce a escala planetaria la planificación, la programación, la objetiva­
ción, la racionalización, es decir; en el que-impera esta "metafísica"
de nuestros días, que es para Heidegger la tecnología como ejerci­
cio de la
voluntad de voluntad. Ocurre también qne es de un modo
progresivamente
uniforme
y "propagado", en el que se dice que
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TEORJA Y PRAXIS EN LA PERSPECTIVA DEL SER PERSONAL
"cada uno" se niega a ser alienado, cada joven se niega a ser ma­
nipulado, cada mujer se niega a ser ''.objero''.
Poclxía interpretarse esre proceso, con el triunfalismo filisteo
de
los
tecnólogos de

una
política educadora y conformadora de la so­
ciedad, COtDO el impacto de las tareas progresivas de los dirigentes
de

la plsnificación en
el progreso de la toma de conciencia de las
nuevas generaciones_ Las alienaciones, las opresiones y manipulacio­
nes, la reducción a

"objeto",
pertenecerían constitutivamente ª' .Ja
tradición y a1 pasado; seria sólo un· lastimoso .malenrendido el que
haría que algunos las atribuyesen a la ,evolución progresiva de la
sociedad industrializada y recnificada, es decir, regida por una cien­
cia puesta
al servicio de la rápida transformaci6n de las condiciones
de

la vida humana.
Tengo
la convicci6n de que los que piensan así no han alcan­
zado
una refkxión profunda

sobre los problemas de
la existencia
del hombre contemporáneo, y que, influidos por las propagandas y
attastrados por lo que públicamente se dice cada día, no han caído
en la cuenta de que
el antropoeentrismo, expresado en la primacía
absoluta

de la
·praxis, se
ha constituido a sí mismo en una metafí­
sica absoluta

y aun
en una
religión, que al
adorar la libertad y la
historia,
la acción y el progreso, no tleru, nada serio y último que
decit
sobre el "pobre" individuo humano, el que está en la natura­
leza

de
las cosas, el hombre empírico y "fenoménico", sobre el Cayo
o
Sempronio que tritura Fichte en nombre del carácter absoluto,

ac­
tivo
y libre, de'! espíritu, sobre el "quien" que no puede dar razón
de

mismo en el contexto del· lenguaje verdadero, en el duro diá­
logo de la fenomenología del
espíritu hegeliana.
El mito del hombre como puro sujeto activo, libre e incondi­
cionado, sin
naturaleza ni ley natum:I, sin subordinación a fines a
los que aspira
por una inclinación impresa en su ser substancial, se
refiere
un "para-sí"
in~ente en la reailidad naiural. Cada uno de
nosotros, considerado en


mismo, queda reducido al plano de lo
objetivo
y natural, que en definitiva sólo es · para la libertad campo
de
acción, resistencia a vencer, y también destinatario

de
la propa­
ganda de la rebeldía y del moYimiento permanente.
De aquí la paradoja de la situación contemporánea, en la que se
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produce un uniforme no-conformismo como triunfo de la hegemonía
de una filosofía

de movimiento
universa! y permanenre, pero en la
que la conciencia de opresión y aplastamiento por parre de esta
sociedad
progresiva es, en un sentido mucho más profundo, verdade­
ra y auténtica.
El hombre concreto e individual, la persona, la substancia indi­
vidual de naturaleza racional, el espíritu subsistenre "en carne y
hueso", es totalmente heterogéneo respec:tO de la nebulosa de la ili­
mitada y absoluta acción postulada por la metafísica de la prima­
da de la praxis.
"Sois Jo que sois"", responde Mefisrófeles con ironía trágica a
Fausto, al darse cuenta éste de que lo que busca sólo puede alcan­
zru:lo
un dios, y de que está tan distante de Jo infinito como Jo es­
tuvo
siempre anres de su compromiso de movimiento permanente.
"Sois

lo que sois",
visto como

objeto, como "en-sí",
como ente de
la natural-, como parte del absurdo y nauseabundo exisrenre, se os
continúa viendo
sometido a la necesidad ciega y compacta. Al ser
mirados no somos
sino cosas, y las cosas son lo que son.
En verdad que, caooelada la primacía de la conremplación y con
ella la verdad y el bien

en
lo que es, deja de rener sentido final el
"ver··,
aunque fuese reconocido, o más bien precisamenre si fuese
reconocido, como aquello a que todos los hombres tienden por su
naturdeza. Deja de rener sentido la admiración y la teoría, la acti­
tud de detenerse a mirar, que sería anulación de l.a vida para el que
así se detiene.
Al caooelar la primacía de la contemplación, el antropooentris­
mo

radical expresado en· la
primacía absoluta

de la praxis
canaela
el reconocimiento
de aquello que es ,ügnis,imum in tola natura.
Persona es nomen tÜgmtatis, pero esta dignidad entitativa no pue­
de

ser admitida,
ni en sí mi&mo ni en el prójimo, por el hombre
endiosado
y suicida entregado al mito de la acción sin fin.
Demasiados hombres concretos y reales habrán sido víctimas de
esta seducción de desprecio al ser y a la vetdad por la afirmación
del para-sí como pura actividad y libertad, para que no reconozca­
mos

que
ha podido tomar fundamento la a=ba renomendlogía sar­
triana
sobre
el "ser mirado". Porque desde la incondicionada afir-
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TEORJA Y PRAXIS EN LA PERSPECTIVA DEL SER PERSONAL
mación de la voluntad y de la praxis, la mirada es sólo dominadora,
y por esto ofensivamente "inspectora" y aplastante.
&ta fenomenología del mirar pretende apoyar ron un argwnen·
to existencia1 el antiteísmo postulativo del existencialismo ateo. Dios
sería el "inspector" infinito, cuya mirada etetna y omnipresente anu­
la toda posible libertad.
Ahora

bien,
esta argumentación antiteística y la fenomenología
de la mirada humana en que se apoya hacen patente el drama del
humanismo ateo. Y nos invitan a dar una respuesta tJd homme,n al
sin-sentido de un antropocentrismo que n;cusa la verdad y el bien
en
el
ser y la oontemplación y el amor en la felicidad del hombre.
Atendamos con
sincetidad a la situación del hombre contempo­
ráneo,

en la sociedad regida por
una voluntad planificadora al ser­
vicio de sí misma y sin fines "especulativos". Lejos de ser aplasta·
do

por
la mirada del prójimo, halla;remos tal vez que en su trágica
soledad, petdido en lo público y sumetgido en la socialización im­
petsonal de pretendidas "relaciones humanas", este hombre podtla
ser cruacterizado con el título de: "el hombre a quien nadie mitó".
El lenguaje de una ciencia que sirve a fa efectividad técnica uti­
liza cada vez miis un extraño modo de significar: llama fenómeno
sociológico
al pato obreto, experiencia patológica

a
la enfermedad,
y problema ,¡,sicológico al que debería llamar menta1 o psíquico o
tal vez espiritual. La estadística y la encuesta se formalizan mare­
miiticamente en una sociología que no rontempla esencias en los
grupos o

relaciones
sociales, pero cuya concreción y aplicabilidad
exige, como a la reflexo!ogía y a la psioología de la conducta, no
detenerse a contempla,: sino

aquello
4ll" puede ser, por el cilculo,
dominabl,,.
En ,los medios de comunicación socia:! se utiliza, a veces, la ex·
presión

"es noticia"
para atribuida a personas o acontecimientos.
Se pone así de manifiesto su inclinación a ocuparse y a hablar de
"aquello de 4ll" se ocupan y hablan" aquellos mismos medios de
comunicación.
Apatece un
extraño mundo nuevo de entidades como
de
"secunda imentio" que podtía definirse como el del "ente de
noticia", lo que tiene
ser en el mundo

de
la noticia y cuya entidad
o
esencia consiste

en la
noticiosidad.
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FRANCISCO CANALS VIDAL
Hemos podido hacer roudtas veces la experiencia desconcertante
de

ver
hasta qué

pnnto son los hombres distintos de su
traducción
en "ser de

noticia". Valores
y deficiencias, carácter y aptitudes, y no
sólo su vida personal y familiar, sino incluso la ptofesionál y polí­
tica,
difieren, a veces con radica! heterogeneidad, de lo que ha al­
canzado a traspasar la misteriosa frontera que separa la desconocida
realidad de la prestigiosa noticia.
El hecho responde a la
utilización dominadora, a

la
finailidad po­
lítica y no reorética, de los medios de comunicación social. El hecho
sería menos grave si el hombre continuase siendo conocido a llivel
deméstiro
por sus familiares
y
amigos; pero .ahora que la "tercera
edad" es

también nn
terna sociológiro y de programación sociopo­
lítica, está ocurriendo cotidiailamente en las grandes ciudades la
vida y

la muerte solitaria de
los ancianos, mientras la infancia pa­
rece estar destinada por el progreso y por la emancipación de la
mujer a ser atendida por el Estado por personal especializado, o en­
tregada en los niveles
ecbnómicamente más aitos a 1a ·atención mer­
cenaria y utilitaria de los baby ,eeker,.
Un literato, conocedor del mundo de hoy, podría fingir, con fun­
damento en la realidad, la biografía novelesca de e.re "hombre a
quien
nadie miró",

que podría
haber sido reiteradamente fotografia­
do,

radiografiado, sometido a análisis
clínicos y
tests
psirológicoo,
y cuyos datos podrían estar archivados en abundantes fiéheros y me­
morias electrónicas. Esté hombre podría haber vivido constantemen­
te inmerso en grupos multitudinarios. ¿Podríamos imaginar el tipo
de
"problema psicológico" que

se daría en un hombre así desde su
infancia y ,en su adolescencia y al acercarse a la juventud y a la ma­
durez? ¿O acaso no es un
problema así e1 que afecta a rompañeros
o convecinos o -familia.res nuestros? ¿No tieñ.e que ver con--esto la
difusión · de las drogas y el suicidio juvenil?
· · El

"ser
mirado", con mirada desinteresada, contemplativa y amo­
rosa, lejos
de ser destruct0r y anonadante, es una exigencia radicail
de la existencia y de la vida humana personal. Kant habla del impe­
rativo de
considerar al hombre siempre como ffu y nunca romo me­
dio, pero el formalismo ético, enlazado a la primacía de la razón
práctica, no

puede dar fundamentación a
tal exigencia. Sólo si se
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TEORJA Y PRAXIS EN LA PERSPECTIVA DEL SER PERSONAL
reconoce teoréticamenre el ser personal como lo que es digmrsimum
in tota nr»twfl y -puesto que el como

lo bueno "honesto"
máximan:,et¡re, como
el
único término po­
si)jle del amor de amistad, queda. fundamentada la comprensión del
ser personal como

el fin
y bien propiamenre y por sí mis¡no amado,
ya

que todo Jo demás sólo
puede ser

deseado, querido,
po,ra la per­
sona.
Por esto, la vida personal quedaría negada si se diese a la nilia­
da

sentido
instrumental o útil en

orden a la
efectuación de

resul­
tados proyecrados "sin temor" por una acción no radicalmente exi­
gida y atraída por lo bueno en sí. Un hombre podría haber sido mu­
chas veces mirado en este sentido . -quizás para diagnosticar y dic­
taminar sobre la oportunidad y procedencia de su eutanasia-y sen­
tirse
íntirnamenre en la situación trágica del. hombre a quien nadie
miró. La fenomenología sartriana, en su proterva unilateralklad, no
considera sino

aquella situación que es precisamente
la creada en el
orden de las relaciones sociales p<>í: la pretendida autarquía de una
subjetividad que quiere ser
libertad iru:ondicionads, y

que es
por
ello mismo ceguedad soh!,rbia y arbitrariedad anárquica e impla­
cable.
De aquí que en el mundo en que se quieren proclamar los dere­
chos humanos desde una pers¡,ecniva de antropocentrismo radical, se
pueda
palpar en el ambiente el advenimieuto del temor. La opción
de la voluntad imperante y planificadora puede hacer suceder la de­
cisión
eutanásica al apremio de la atención hacia los subnormales o
hacia
la lucha contra el cáncer. Se optará en su momento, según lo
que
se quiera conseguir y según par= útil, supuestos los datos que
ofrezca la
pirámide demográfica, y el equilibrio entre la producción
y el consumo. No es
anecdótico que sea desde

presupuestos
doctri,
nales y acritudes ideológicas desde. las que se combate la pena de
muerte, donde

se comience a
proclamar también como derecho hu­
mano,

como derecho de la mujer,
el aborto.
Si creemos ver en esm una inconsecuencia ·es porque está-pre~
sente todavía de un JDO mite
expresamente, la
concepción cristiana del hombre y
la elabo­
ración
teorética sobre

la misma que fue principalmente obra de
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FRANCISCO CANAIS VIDAL
San Agustín, y que es parte nuclear del patrimonio espiritllllil y cul­
tural de Occidente. Pero aquella paradoja no es inronsecuencia pata
quien se sitúe en la
perspectiva de las a>=JlCiones filosóficas para
las que son ilusión el yo personal, su libertad de albedrío y su res­
ponsabilidad
mora:!.
La soledad y opresión del hombre rontemporáneo son efecros
ronnatutales
de

la
hegemonía creciente

de
la metafísica deJ ideafü­
mo de la voluntad y de la acc,6n, en la que hay que indllW, pese a
cues#ones de palabras,
el marxismo. Primacía incondicionada de una
praxis
"sin tem.0r", y también sin respeto ni amor hacia io que es
en sí fin y bien.
Desapatecido el

reconocimiento
· rontemplativo de

la verdad
y
del bien, queda sin fundamento una distinción que fue fundamental
pata
el pensamiento griego, y que el pensamiento occidental cris­
tiano mantuvo en lo profundo aunque ron terminología menos rica y
precisa. Me refiero a la
dirotomla praxis-poiesis. La p,-axis es la acción
humana

deliberada
y elegida, en cuanto orientada a la perfección del
hombre, al bien humano romo die,, Aristóteles. Sus hábitos perfec­
tivos son
las virtudes
éticas
y la prudencia, que perfecciona el en­
tendinúento práctiro para la recta eleocim La poiesis es la eficien­
cia humana en cuanto causativa
racionalmente de perfección y bien
en
lo efectuado por el hombre; su Mbito perfectivo es 1a tejne, que
se tradujo al latín por dtrs, y que es la virtud de la ra2ón en su fun­
ción
poiética,
reguiativa de

la pioesis humana en cuanto productiva
de
erectos.
Praxis y poiesis se entrecruzan constitutivamente, pero para el
pensamiento helénico se mantenía precisa la distinción entre el sen­
tido y finalidad de una y otra, que en cuanto tales son distintas e
itreductlMes. Mientras en el plano ético es reprobable el que yerra
o

causa un
efecto deficiente por voluntad consciente, en el orden téc­
niro será deficiente el que yerra cuando quiere acertar, mientras que
~l que produoe de

intento el
efecto deficiente muestra ron ello el
dominio que tiene sobre los efectos que produce. Lo que en el len­
guaje ordinario llamamos un hombre práctico serla llamado rorrec­
tarnente; en esta

terminología griega, un hombre
capacitado o hábil
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TEORIA Y PRAXIS EN LA PERSPECTIVA DEL SER PERSONAL
en el plano poiético o técnico. La perfección del hombre práctico
se

entiende,
desde aquella misma tenninología helénica, como defini­
da por la prudencia y las virtudes morales.
Para una praxis no
nomiada en

misma por una ley natural, y
para la que las leyes "de la natural.,.._" no son sino la condición
según la que ejercer su dominio, que en cuanto praxis es autárquico
e incondicionado,
carece de
sentido la distinción entre la
reo:irud
moral
y la eficacia técnica.
Si

el antropocentrismo radical de la
primacía de la praxis re­
duce

lo
teorético al constituirse la acción

en
algo absoluto, con ello
sucumbe la praxis
mi5ma y la moralidad, que quedan identificadas
con ,el poder

activo
y diciente de la mz6n. La que quiere set liber­
tad suprema,
viene a ser sumisión del hombre

a
una actividad trans­
formada

en control
tecnológico y planificado, al servicio de su utili­
zación como instrumento de procesos de
producción-consumo.
Si
tenemos presenre aquel desprecio "filos6filco" por

la
substan·
cialidad

espiritual
y per,onai del hombre y por su libre albedrío, que
inspira
las concepciones ideológicas dominantes en el Occidente con­
remporáneo ----en lucha con su tradición cristiana- comprendere­
mos que no es un contrasentido, sino algo fundado en el dinamismo
propio de una política

constitutiva
,en religión y que concibe el Es­
tado como providencia del hombre, el que la comunicación de las
ideas sea técnica de propaganda y publicidad, la educación se trans­
forme

en
manipulaoión o

en
amaestramiento para cansar técnica­
mente

un
aprendizaje, y la reflemlogía y

el conductismo sean
los
métodos

de este modo
de comprender el

gobierno de los hombres.
La inhumanidad
y unidimensionaiidad no son accidente o anéc­
dotas, sino que brotan de la raíz del humanismo ateo y ponen de
manifiesto ,su trágico sin-sentido. Esto nos lleva también a consta­
tar la impotencia ánre esta situación de todo intelectualismo teore­
ticista,

que
será estéril e impotente, y que es radicalmente opuesto
a lo que es
más nuclear y decisiva para un pensamiento cristiano
auténtico
sobre la
persona humana. El hombre no soportaría taro·
poco ser mirado únicamente como dato ,para un estudio cientffico
universal
sobre la natural.,.._ humana.
Frente
ia las escisiones entre la teoría y la praxis y frente a la
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FRANCISCO CANALS VIDAL
autosuficiencia inhumana de una acción ciega para el bien y des­
pia en

su
ignorancia del amor, nos urge wmprender un !ISPectO
fundamental
de

la
filosofía cristiana. Sólo en el conocfnúenlo del
bien adquiere su culmÍ1Ul&ión
,apiendal Jo teorético; sólo en la mu­
tu,, inclusión del entendimiento que conoce lo buenc :)' la 110/utttad
que
lo ema se ejerce p/en,,mente el acto por el que se define la no"
bleza suprema del entendimiento;.
sólo la criatura racional, /a persona
creada a imagen de Dios, puede ser
amada por cu,,nto sólo ella en
el Unwerso creado dice razón de bien
y de fin propio y plenamente;
toda
ciencia y tod• filoso/la desconectada de la contemplación, en-­
tendida como comunicación de . vida personal, seria vacia y sin valor
perfectwo del hombre.
Quiet0 añadir aquí una palabra de homenaje
a
Jaime Bofill, el que fue catedrático de Metafísica de la Uni?OtS.idad
de
Barcelona, que

tuvo
este punto
como
preocupación central de

su
tatea filosófica.
Toda ley tiende, afirma Santo Tomás, a constituir la amistad de
los hombres entre sí o de los hombres con Dios como fin último.
El fin de la ley es el amor. El amor, en su exigencia incondicionada,
pone

en
marcha toda praxis y la rige y ordena. El amor no cae, de
suyo
y en cuanto tal, en el rontenido elegible y prudencia:! de la
praxis humana, antes

la
trasciende y sostiene -la caridad teologal
no está
bajo sino

sobre la
prudencia infusa o sobrenatural-a

la
vez
que es como el núcleo y el corazón más íntimo de lo contemplativo
o teorético.
La primacía final de la contemplación, que es compatible y que
exige el reconocimiento de una
primacía dinámica de

la
acción en
el

hombre viador, la
no escisión ni antítesis enrre lo teorético y lo
práctico, se

comprenden sólo si
no se ignora la implantación del amor
en el orden de lo
comempllativo, de
lo que deriva la
exigencia y el
imperio del amor sobre la
praxis. Si

no
oomprendemos el

supremo
acro oontemplativo como comuniC11Ción de

vida
y la inserción del
amor
en la contemplación
romo felicidad del hombre, no habremos
comprendido tampoco lo que es la sabiduría humana y cristiana.
"No se entra

en la
verdad sino por la caridad". "El que no ama no
conoce a

Dios, porque
Dios es

amor".
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