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Número 150

Serie XV

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Charles Maurras y Cataluña. (Algunos textos de «Vers l'Espagne de Franco»)

CHARLES MAURRAS Y CATALimA
(ALGUNOS TEXTOS DE "Vers L'Espagn,, de Franco")
:8ditiOIIO Charles Maurra,, "Vers l'&¡,agne de Fraaoo", haciemla cof18tar en nota.
en su página 7, que dicha obra estaba a -punto para aparecer, tal cual.
en junio de 1940, y que el retraso de su pubUcadón ..-a debido a cB11Sas
independientes de su voluntad. La nota indicaba, pue.,, que el libro lo
había concluido su autor antes de esa fecha.
Por el interés que significa la opinión. de una personal.idad intelectual
como la de M auri-as, vemos a transcribir a contirruBción unos cuantos
párrafos de ese libro, en: los que M aurras expresa su opinión sobre lo que
ha
venido llamándooe, aquí en Bspa/la, el "problema cflfa/f,n".
«Mientras
que

él [Mistral]
oonfiaha 8118 justas quejas, ohjecionea y
escrúpulos a sus amigos catalanea,. se sentía llevado, por la mente y por
d corazó~ al otro extremo de la política espafiola, al lado de los car,.
li-stas que, autonomistas, descentralizad.orea y federalistas como los cata­
lanes, querían y exigían, por encima de la silueta del rey-reinante, el
rey-gobernante, el rey neto. y, como ellos añadían, un César con fuero&>
(pág,.. 98-99).
«Y los co11B0jeros del General Franco, ¿no tendrán la sabiduría su­
ficiente para recordarse de que si bien la unidad es la unidad, es pre­
ciso-, sobre todo en España, sostenerla llenándola de libertades para que
se teilga en pie y dure?» (pág. 99).
«Frecuentemente he llegado a deplorar el malentendidO hispano-ca•
talán y la impotencia del gobierno monárquico para arreglarlo. Pero,
¿ cómo hacer abstracción de la deplorable coalición de intereses y de
sentimientos que movilizaban el mundo poHtieo madrilefio, poniendo en
juego su orgullo y apelando a toda la historia, en ayuda de sus prejui•
cioe?
No era, propiamente hablando, el rey quien se resi&tia a la idea
(única plausible) de una eiq1ecie de unión personal con Barcelona. Era
toda la opinión
espaiiola.
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Fundaci\363n Speiro

CHARLES MAURRAS Y CATAWNA
»Para temperar, unir, conducirla a un acuerdo, hubiera sido preciso
un
poder del rey fuert.e y

libre muy
distinto del que había instaura.do el
gran Cánova·s. Si él hubiera vivid.o, si él no hubiera so.rumbido bajo el
puiíal de un anarquista, ese mártir de la autoridad, tal vez hubiera po·
dido
sentir
y hecho sentir que 'la evolución de Europa, al inicio del siglo
xx, significaba dos pasos adelante: uno en el sentido de [a autoridad
(monarquía reforzada, que reine y gobierne), y otro en el sentido de la11
libertades y de las autonomías (unión personal).
»Treinta
años más tarde, ,cuando Primo de Rivera proclamó en Bar­
celona el advenimiento de su dictadura, yo me preguntaba si el lugar im­
puesto y escogido, no eomportaria acaso una indicación de una de las
ideas,
ya marcadas ¡por la ley de las "mancomunidades" y por las ini­
ciativas del noble Maura ...
»Todo parecía anunciarlo. Surgieron l~ esperanzas. Pero pronto que­
daron defraudadas.
»Un hombre de ese ti-empo, consciente de Jas necesidades materiales
y morales de su época, siempre debería decir que nada es poeible sin l.a
restauración

de la autoridad.
»Pero si· la s.utorida:d quiere durar debe mantener un extenso margen
de libertades reales, y es.pec.ialmente las de la tierra, de la sangre y de
la profe&ión> (p,íg, 101),
«Los horrendos re&iduos de la ocupación moscovita de Catailufia, no
nos impiden compartir, ,con -qna amarga tristeza, el dolor del pueblo
catalán.
Los catalanes tenían un-a idea jll8ta: la id'ea regionalista que
implicaba 1a deseentraUzación. Tuvieron la desgracia de dejárse!la amm­
ca,r
por

la
revolución·. Y

ya han
visto l-o que é&ta hizo de ella.
»Para ser justos es pl'8Ciso volver la vista al lado opuesto y percatar•
86 de lo que la misma revolució~ 1 pero la revolución moderada, la re­
volución liberal, la revoilueión ~ la inglesa, la 'l'evolución a lo Monteis­
quieu, a lo Jacques Piou, había hecho de la monarquía española!
»Aceptando de l no ha servido J)(ll"a nada a ningún pueblo latino. los hombres de Alfon­
so XII y Alfonso XIII y también el gran Cánovas, también Antonio
Maura, se abandonaron a e&t.é rotacioniemo revolucionario, a ese gohiemo
de 1'08 partidos, y se perd'ieiron.
»El porvenir de las monarquías eontemporáneas, presentes y futuras,
r6(ftliere el antiparlentarismo, la corporación, la federación.
»¡Ciego
es·

quien no
lo vea!» (pág. 105).
«Me hallaba inmerso en mis viejas r-eft.exione& acerca del gran pro•
blema
españ.ol -un mes -antes de mi viaje-- cuando me llegaron cartas
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, CHARLES MAURRAS Y CAT ALU!vA
del Midi lamentándose de que la -entrada en Cataluña de las. fue,rzas de
Franco hubiera ido unida

a una decreto
que aboilió inmediatamente to·
das las liberta.de.e y lo& particularismos

de la región,
Mis corresponsa­
les expresaban sorpresa e irritación.
»Confieso que su asombro me asombró, ¿ cómo podían pretender que
hubiese sido de otro modó?; ¿ cómo un ejército, diez v~ cien veces
victorioso podía mantener o consolidar su victoria sin comenzar por
un estatuto dfotatoriail?
»No es de ayer, es de 1899, la fecha de nuestro Exposé fondr.anen.taJ,,
aplicado a los asuntos de Francia, en que afirmamos que un gobierno
militar, directo y enérgico, debería, ante todo, de cuidar de mantoner
el orden y de defender las condiciones previas para ello. Nada es po­
Mhle sin estos prelimin811"es.
»Queda por decir, para decirfo acertadamente, que una vez cumplido
y realizado ese período de reoorganización, queda pendiente el pro­
blema de la autoridad y de las libertades, de la paz y de la disciplina.
>¿Estaba planteado este problema en la mente de algunos de los mi­
nistros españoles? El problema de la Sinergia del Estado y de lo_s &­
t.ados, de César y de Fueros, ¿ está bien planteado ,en el pensamiento
del gobierno recién instaurado?
»Quiero decir la

verdad, no lo
sé en absoluto.
»Las impresiones
que

he
recogido valen cuanto vwle~ el medio de
precisar con

un
poco de exactitud la relación y la medida me fa'ltan.
Talles y cuales me han parecido ·.simpáticos a nue&tro planteamiento del
problema. Otros más unitaristas y totalitarios, me han producido una
cortés reserva. ¿No tengo y-0 también el deber de reservanne?
»Lo que puedo y debo decir, es que más allá de la -cuestión de la
autoridad
superior, o monarquía, lo

que tiende a la
extensión y

a la
firmeza
de las autonomías es la qué más importa a la vida de Espa­
ña» (págs. 163-164).
«Observando, estudiando

los males
pasados, tal vez se conseguiría
evitar

algunos
de los males futuros» (pág. 183),.
«De fos tres tipos de monarquías existentes, el uno debemos excluir­
lo:
éste -precisamente- que tiene el favor de Inglaterra 'Y de Francia,
el régimen llamado liberal, en realidad parlamentario y rotativo, verda­
dero opio
del continente europeo,

y del cual
la pobre

España ha
sido
víctima clara y cierta entre la restauración de Alfonso XIl y la partida
de
Alfonso XIII.

Quienes quisieran volver a
ese gobierno de partidos
"recubierto" y -como "paliado" por la monarquía, querrían ciertamente el
fin
de su patria.

A
despe,c:ho de toda.s las apariencias, a pesar de la:s in-
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CHARLES MAUJ(RAS Y CATALUFIA
trigas y las fábulas en curso, creemos, que el tipo de "rey de cartón",
como dicen los belgas, de rey que reina y no gobierna,. ha perdido todo
crédito real on &peña. Recomenzar la experiencia conduc:iría a los
mismos fracasos.
>El advenimiento del éxito 008 par6C8 pendiente de la reconciliación
de los carlistas
y los ttlfonsinOS: -el derecho dé Castilla y el derecho de
Borhón
encarnados en el mismo infante, las -condiciones políticas parecen
de acuerdo con la circunstancia jmidica para edificar, siguiendo una
vieja definición de nuestra ENCUESTA SOBRE LA MONARQUIA, un
César con Fueros, príncipe hereditario, superior a las asambl~ pero
junto d cual ·las asambleas represestariQD las voces del paú, un César
sin cesarimo,
un jefe nacionid que

no compartiría con nadie su
autori­
da~ pero cuya autoridad encontraría su límite natural en los "forte", o
sea en

los
derechos del paí~ (pág. 190).
PAULO FREIRE Y LA EDUCACION LIBERADORA
EsTANiSLAO CANTERO.
l. Introducción.
II. Conocimiento, diálogo y concientizaci6n.
III. El hombre y el humanismo.
IV. La liberación y el sentido de la historia.
V. Los niveles de conciencia y los tipos de sociedad.
VI. La edu.cacióo.-1. La ed1uación para Freire.-2. La c,ilie-a a la
educar:ión banr:a,ia.-3. S11 r:rllie-a.-4. La ,evolur:ión r:11lt11ral.-
5. El método.
72 págs. 90 ptas.
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