Índice de contenidos
Número 179-180
Serie XVIII
- Textos Pontificios
-
Actas
-
Crónica de la XVIII Reunión de amigos de la Ciudad Católica
-
Salutación de Arnaud de Lassus. Representante del «Office Internacional»
-
Salutación de José Rebelo Vaz Pinto, representante de «Vector» y de «Resistencia» de Portugal
-
Palabras pronunciadas en memoria de José María Gil Moreno de Mora por el reverendo padre Enrique Doménech, en su homilía, durante la misa en sufragio de aquel el día 11 de octubre
-
Resumen de la homilía del Rdo. P. Agustín Arredondo, S. I., en la misa del domingo 14 de octubre
-
La dialéctica en el eurocomunismo
-
Dialéctica y armonía de clases según la doctrina pontificia
-
La soledad de Jesús. Discurso de clausura de la XVII Reunión de amigos de la Ciudad Católica
-
- Crónicas
- Estudios
- Información bibliográfica
- Ilustraciones con recortes de periódicos
Autores
1979
Un Congreso Mundial de Filosofía Cristiana en el Centenario de la encíclica Aeterni Patris
UN CONGRESO MUNDIAL DE FILOISOFIA CRISTIANA
EN
EL OEiNTENARIO DE
LA
E. "AETERNI PATRIS"
No todo son, noticias sombrías sobre acontecimientos negativos,
luchas o confusiones ideológicas, desviaciones doctrinales o de la
vida religiosa en el mundo católico de hoy. Los que hemos asistido,
invitados, a la magna concentración de filósofos cristianos, que voy
a referir brevemente, nos hemos llenado de gozo· y esperanza ante
el
pujante florecimieri!o de una auténtica
cultura cristiana
en los
pueblos de
América del Sur.
Signo
preclaro de este resurgir cultural
ha sido
el reciente Con
greso internacional de Filosofía
cristiana (llamado
con legítimo or
gullo por sus
promotores «Congreso
mundial»), cuyas sesiones de
estudio tuvieron
lugar en
la semana 21-28. de octubre
pasado en
Embalse,
un complejo hotelero cercano a
la ciudad
de Córdoba, la
segunda (y españolísima)
gran_ urbe
de la República
Argen_tina. Fue
convocada
por la
«Sociedad Católíca
Argentina de Filosofía>> en co
laboración
. con
la «Asociación Católica Iberoamericana de Filosoffa»
y
la «Sociedad
internacional
tomista» de l\.oma, bajo
los auspicios del
episcopado argentino y con el apoyo del Gobierno y Aerolíneas
Argentinas: Al
frente de la comisión organizadora se encontraba el insigne
filósofo monseñor Octavio N. Derisi, obispo auxiliar de Buenos Aires
y rector de su Universidad católica; y era presidente de la
comisión ejecutiva
el activo
organizador doctor Alberto Caturelli, fi
lósofo profundamente cristiano, profesor de la Universidad nacional
de Córdoba y alma del Congreso.
El Congreso
se reunía
para celebrar el centenario de la encíclica
Aeterni Patris de León XIII (4-8-1879). Fue la primera conmemo
ración de este histórico documento, al que van a seguir solemne ce
lebración en este noviembre
en Roma,
otro ·Congreso, también en
Roma, el año próximo
y diversos actos en otros centros católicos. La
encíclica lleva por subtítulo: «Sobre la restauración de la filosofía
cristiana». Y sabido es que esta encíclica constituye una magnífica
exaltación y aprobación de la doctrina filosófica de Santo Tomás de
Aquino, como «príncipe y maestro de
todos los doctores
escolásticos»,
con una insistente recomendación a las escuelas católicas a seguir su
1144
Fundaci\363n Speiro
UN CONGRESO MUNDIAL DE FILOSOFIA CRISTIANA
sistema coherente de todas las verdades filosóficas, exponente máxi
mo
e integrador de la sabiduría cristiana que los Padres y doctores
católicos han rennido en el correr de los siglos
y que en lo sucesivo
éstos deben sostener y desarrollar como síntesis de
la sabiduría hu
mana en armonía con la verdad revelada.
Con esta encíclica y subsiguientes documentos promovió León XIII
un movimiento de restauración de la filosofía del Doctor Angélico,
el neotomismo, que se cultivó. y difundió con brillantez en el
mW1do
católico.
El concepto de filosofía cristiana viene así a confluir
y con
fundirse sustancialmente con la renovada filosofía tomista, depurada
de las adherencias de la ciencia natural antigua y abierta a todas las
aportaciones del pensamiento que estén conformes con
la revelación.
Bien lo entendieron de este modo
los dirigentes y participantes del
Congreso
de Córdoba, que en su inmensa mayoría enfocaron
y expu
sieron
sus
temas de
estudio desde los principios de la doctrina to
mista, sin que faltaran otros matices del pensar cristiano, agustinianos,
lulianos, ros.minian05, etc.
Los organizadores contaban en su convocatoria con unos tres
cientos asistentes. La cifra se rebasó ampliamente, llegando a 640
el número de «congresales» ( así los llamaban), participantes en la
magna asamblea intelectual; cifra raramente superada en una con
vocatoria de esta índole científica. Y
la «internacionalidad» (y hasta
mundialidad) del Congreso se conseguía plenamente.
Los miembros
más numerosos eran, como es obvio, 105 autóctonos: profesores de
filosofía venidos de las ciudades universitarias de la República ar
gentina, sobre todo de las múltiples wiiversidades católicas privadas
existentes
en el
país, se dieron cita
allí con el ansia de intercambiar
experiencias con sus colegas foráneos
y de profundizar y ampliar sus
conocimientos filosóficos. Junto a ellos, los grupos más nutridos
procedían de las
también universidades católicas de Brasil, Chile y
México, algunos también de Uruguay, Perú, Venezuela, Ecuador, no
faltando tampoco profesores de
sus universidades
nacionales.
Fuera del mundo latino-americano, acudieron al Congreso ilus
tres representantes de las universidades de Estados Unidos, alguno también del Canadá.
La representación de los centros intelectuales
europeos fue, asimismo,
numerosa. El
principal grupo lo constituían
filósofos venidos de Italia, eclesiásticos
y seglares, figuras todas bien
conocidas. Nuestro grnpo español de invitados, con los profesores
Angel González Alvarez, Antonio Millán
Fuelles y V alentín Yebra,
y los dominicos Abelardo Lobato, Victorino Rodríguez y el que
suscribe, fue muy reducido. Asistieron, asimismo, profesores venidos
de Francia, Bélgica, Alemania y Polonia, notándose la ausencia de
1145
Fundaci\363n Speiro
UN CONGRJJSO MUNDIAL DE FILOSOFIA CRISTIANA
otros muchos que enviaron su adhesión y comunicaciones, sin poder
estar presentes por lo costoso de los viajes. La nota ecuménica la po
nían el re<'.tor de la Universidad de Atenas, E. Mouisopoulos, con el
prelado monseñor Gheorghiu, ambos simpatizantes del pensamiento
tomista.
Un aspecto
dinámico, y alegre lo daban los grupos de estudiantes
de filosofía venidos de las nniversidades católicas de Buenos Aires
y de los centros intelectuales de Córdoba, que manifestaban un en
tusiasta
afán de formarse en la filosofía cristiana y tomista no sólo
con la asistencia atenta a las sesiones de conferencias y exposiciones,
sino también
organizando frecuentes convivencias.
y charlas con los
distintos profesores, rodeando e interrogando a los mismos ( espe
cialmente a nosotros los españoles) sobre problemas, publicaciones
y corrientes de pensamiento dentro del mnndo católico. Con ello
delataban bien a las claras su in.tensa preocupación por los estudios
e
información en
nna sana filosofía.
Sobre el cooteuido doctrinal de los trabajos presentados, no es
posible dar nna idea,
ni siquiera mención, en breve espacio. La ri
queza y variedad de los
temas tratados sólo podrá conocerse ruando
sea publicado el enorme acervo de ponencias y comunicaciones en
las Actas del Congreso, que el infatigable director, doctor Caturelli,
se
dispone a
editar en breve. El programa
propuesto abarcaba la
te
mática general
de las disciplinas filosóficas, analizadas desde un
enfoque cristiano, con referencia especial a los problemas actuales
y en contraste crítico con los errores de nuestro tiempo. El temario
se desarrollaba, segón la práctica común, en las sesiones plenarias de
la mañana y en
tres sesiones o secciones especiales de la tarde, com
prendiendo cada una larga serie de ponencias y comunicaciOnes con
sus respectivas discusiones. Faltó, sin embargo, espacio y algunos
participantes se lamentaron de no haber podido dar cuenta de sus
comunicaciones.
El ioterés primero lo ocupó la concepción de la filosofía cris
tiana, sus implicaciones en la existencia del hombre cristiano, las
relaciones entre lo
narnral y sobrenatural, su mutua distinción e in:.
legración de ambos órdenes en el saber cristi1lllo. Frente a algunos
conatos de excesivo sobrenaturalismo, se imponía la doctrina aqui
niana de la autonomía de la verdad filosófica en su propio campo
de investigación racional.
La filosofía cristiana es sustancialmente
la misma filosofía de la razón natural, rectificada
y depurada de erro
res incompatibles con la fe, mediante la iluminación extrínseca de
la revelación en el filósofo creyente, que cooforta el vigor de su
razón y le orienta
y enriquece con sus luces para la captación de la
1146
Fundaci\363n Speiro
UN CONGRESO MUNDIAL DE FILOSOFIA CRISTIANA
verdad natural íntegra, preservándola de falsas desviaciones. Así se
configura la filosofía cristiana, ·históricamente, como la verdadera
y perenne filosofía de la razón humana, integradora de todas las
aportaciones de un
pensar racional sano y recto.
Una
atención
preferente mereció en el Congreso el tema meta
físico en su dimensión
más propia de ontología. El interés con que
se
escuchaban las numerosas comunicaciones sobre la filosofía del
ser, la analogía, la fundacnentación metafísica de la Trascendencia,
expuestas con rigor,
delataba en los oyentes
el deseo de un
cono
cimiento más hondo de estos problemas, de una formación sólida en
la alta filosofía tomista para superar el vacío ontológico dejado por
las nuevas ideologías del subjetivismo inmanentista y empirista. La
sana filosofía cristiana tiene pcr
· clima propio el realismo ontológico
del sistema de Santo Tomás, pues, como proclamaba el profesor de
Varsovia, S. Swiezawski, conocido campeón del tomismo desde los
tiempos del
Concilio, «la traición al realismo es una traición al cris
tianismo». Por esto mismo fueroo agndas y enérgicas
las críticas
que
se expusieron a dichas filosofías inmanentistas y empiristas, raíz y
fuente de las desviaciooes del pensamiento moderno hacia el agnos
ticismo e incluso el ateísmo. Destacó_, sobre todo, la sesión dedicada
al examen de la filosofía analítica y el positivismo lógico. Eminen
tes profesores, muy versados en las técnicas de
la logística, pusieron
de relieve la incapacidad radical de este movimiento de análisis ló
gico y lingüístico para acceder al campo ontológico de la metafísica,
tachándolo de puro nominalismo y extrema pobreza filosófica.
El Congreso prosiguió con
el estudio y discusión de diversos te
mas de
ética, derecho y política. El rechazo global del marxismo y
sus infiltraciones
pseudocristianas en
la teología
de la liberación
era significativo en aquella asamblea de filósofos de profunda
fe
cr.istiana que han vivido de cerca en sus países la subversión revo
lucionaria.
Por otra parte, fue muy relevante la participación de fi
·
lósofos
juristas provenientes de las
farultades nacionales
de Derecho,
que defendían unánimes la vigeocia íntegra del derecho natural
frente al
positivismo de
las actuales democracias, cuyas normas deben
ser base de la ordenación jurídica de los Estados y principio de toda
legislación positiva. Todavía los desarrollos
postreros del
Congreso fueron dedicados
a
los temas, tao
propios de una filosofía cristiana, de la contempla
ción, de la acción, el trabajo y la térnica, la creación artística, la filo
sofía de la educación y hasta de la formación del sacerdocio en una
sólida cultura cristiana.
La presencia de Sánto Tomás, con sus doctrinas y textos, era do-
1147
Fundaci\363n Speiro
UN CONGRESO MUNDIAL DE FILOSOFIA CRISTIANA
minante en el conjunto de las lecciones .y discusiones del Congreso,
conforme a
la consigna y orientación de la Aeterni Patris. Por eso
la sesión final era dedicada a exaltar
la figura del Doctor communis
de la filosofía cristiana y perenne, con tres conferencias debidas a los
profesores
Joseph de Finance, Victorino
Rodríguez y Mons. Adolfo
Tortolo, Obispo de Paraná, que presentaron al Angélico como modelo
de creatividad filosófica y santidad de vida. Y
se añadieron sendas
lecturas de homenaje a tres filósofos cristianos:
E. Gilson, cuyas obras
tanto
influyen en la
formaci4n del
tomismo sudamericano; F. M.
Sciacca, muy
amado y leído en aquellos países, y Sixto Terán, un pio
nero del
pensamiento cristiano
en Argentina. Cerró el Congreso la re
lación de clausnra del presidente, A.
Caturelli, glosando con excepcio
nal profundidad el lema pontificio:
V et era novis au gere et perficere,
que ha de servir, dijo, como conclusión a extraerse de la intensa acti
vidad de elevados estudios y trabajos del Congreso, que fue coronado
por solemne celebración eucarística con participación de todos los
asambleístas.
Es sorprendente y significativo que la primera conmemoración
del centenario de
la Aeterni Patrir se haya llevado a cabo en el in
terior de la pampa argentina y del continente sudamericano con asis
tenci~ tan masiva de filósofos del viejo y nuevo mundo. Los que
hemos tenido
el gozo de tornar parte en
él hemos
admirado la am
plitud e intensidad del estudio filosófico en aquellos países,
la multi
plicidad de centros universita.rfos católicos en que una gran masa
de profesores se afana en el estudio serio y elevado de la filosofía,
bebida en sus mejores fuentes del tomismo,
y se esfuerza por im
partirlo
• sus
oyentes como núcleo primordial de su cultura
católica
y
medio para no contaminarse
en las falsas ideologías que presionan
por doquier.
Surgía espontáneo
en
nosotros un
optimismo esperan
zador. De estos Centros católicos americanos puede brotar una nueva
restauración tomista, de la perenne filosofía de Santo Tomás «que
la Iglesia
ha hecho suya» (Pablo VI), firme apoyo y baluarte de
su fe
y teología, cuando en el viejo y supercivilizado continente eu
ropeo, contaminado
por toda clase de desvaríos del pensamiento, se
halla en franca
recesión y
olvido.
Porque Iberoamérica es
el único continente católico del mundo,
esperanza de
la Iglesia para
el futuro inmediato, como les ha dicho
Juan Pablo II, y fermento muy activo del pensamiento católico. O,
como decía
también a esos grupos representativos el llorado M. F.
Sciacca: «Vosotros sois la reserva espiritual de la cultura de occi
dente>>.
'ToóFILO URDÁNOZ
1148
Fundaci\363n Speiro
EN
EL OEiNTENARIO DE
LA
E. "AETERNI PATRIS"
No todo son, noticias sombrías sobre acontecimientos negativos,
luchas o confusiones ideológicas, desviaciones doctrinales o de la
vida religiosa en el mundo católico de hoy. Los que hemos asistido,
invitados, a la magna concentración de filósofos cristianos, que voy
a referir brevemente, nos hemos llenado de gozo· y esperanza ante
el
pujante florecimieri!o de una auténtica
cultura cristiana
en los
pueblos de
América del Sur.
Signo
preclaro de este resurgir cultural
ha sido
el reciente Con
greso internacional de Filosofía
cristiana (llamado
con legítimo or
gullo por sus
promotores «Congreso
mundial»), cuyas sesiones de
estudio tuvieron
lugar en
la semana 21-28. de octubre
pasado en
Embalse,
un complejo hotelero cercano a
la ciudad
de Córdoba, la
segunda (y españolísima)
gran_ urbe
de la República
Argen_tina. Fue
convocada
por la
«Sociedad Católíca
Argentina de Filosofía>> en co
laboración
. con
la «Asociación Católica Iberoamericana de Filosoffa»
y
la «Sociedad
internacional
tomista» de l\.oma, bajo
los auspicios del
episcopado argentino y con el apoyo del Gobierno y Aerolíneas
Argentinas: Al
frente de la comisión organizadora se encontraba el insigne
filósofo monseñor Octavio N. Derisi, obispo auxiliar de Buenos Aires
y rector de su Universidad católica; y era presidente de la
comisión ejecutiva
el activo
organizador doctor Alberto Caturelli, fi
lósofo profundamente cristiano, profesor de la Universidad nacional
de Córdoba y alma del Congreso.
El Congreso
se reunía
para celebrar el centenario de la encíclica
Aeterni Patris de León XIII (4-8-1879). Fue la primera conmemo
ración de este histórico documento, al que van a seguir solemne ce
lebración en este noviembre
en Roma,
otro ·Congreso, también en
Roma, el año próximo
y diversos actos en otros centros católicos. La
encíclica lleva por subtítulo: «Sobre la restauración de la filosofía
cristiana». Y sabido es que esta encíclica constituye una magnífica
exaltación y aprobación de la doctrina filosófica de Santo Tomás de
Aquino, como «príncipe y maestro de
todos los doctores
escolásticos»,
con una insistente recomendación a las escuelas católicas a seguir su
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UN CONGRESO MUNDIAL DE FILOSOFIA CRISTIANA
sistema coherente de todas las verdades filosóficas, exponente máxi
mo
e integrador de la sabiduría cristiana que los Padres y doctores
católicos han rennido en el correr de los siglos
y que en lo sucesivo
éstos deben sostener y desarrollar como síntesis de
la sabiduría hu
mana en armonía con la verdad revelada.
Con esta encíclica y subsiguientes documentos promovió León XIII
un movimiento de restauración de la filosofía del Doctor Angélico,
el neotomismo, que se cultivó. y difundió con brillantez en el
mW1do
católico.
El concepto de filosofía cristiana viene así a confluir
y con
fundirse sustancialmente con la renovada filosofía tomista, depurada
de las adherencias de la ciencia natural antigua y abierta a todas las
aportaciones del pensamiento que estén conformes con
la revelación.
Bien lo entendieron de este modo
los dirigentes y participantes del
Congreso
de Córdoba, que en su inmensa mayoría enfocaron
y expu
sieron
sus
temas de
estudio desde los principios de la doctrina to
mista, sin que faltaran otros matices del pensar cristiano, agustinianos,
lulianos, ros.minian05, etc.
Los organizadores contaban en su convocatoria con unos tres
cientos asistentes. La cifra se rebasó ampliamente, llegando a 640
el número de «congresales» ( así los llamaban), participantes en la
magna asamblea intelectual; cifra raramente superada en una con
vocatoria de esta índole científica. Y
la «internacionalidad» (y hasta
mundialidad) del Congreso se conseguía plenamente.
Los miembros
más numerosos eran, como es obvio, 105 autóctonos: profesores de
filosofía venidos de las ciudades universitarias de la República ar
gentina, sobre todo de las múltiples wiiversidades católicas privadas
existentes
en el
país, se dieron cita
allí con el ansia de intercambiar
experiencias con sus colegas foráneos
y de profundizar y ampliar sus
conocimientos filosóficos. Junto a ellos, los grupos más nutridos
procedían de las
también universidades católicas de Brasil, Chile y
México, algunos también de Uruguay, Perú, Venezuela, Ecuador, no
faltando tampoco profesores de
sus universidades
nacionales.
Fuera del mundo latino-americano, acudieron al Congreso ilus
tres representantes de las universidades de Estados Unidos, alguno también del Canadá.
La representación de los centros intelectuales
europeos fue, asimismo,
numerosa. El
principal grupo lo constituían
filósofos venidos de Italia, eclesiásticos
y seglares, figuras todas bien
conocidas. Nuestro grnpo español de invitados, con los profesores
Angel González Alvarez, Antonio Millán
Fuelles y V alentín Yebra,
y los dominicos Abelardo Lobato, Victorino Rodríguez y el que
suscribe, fue muy reducido. Asistieron, asimismo, profesores venidos
de Francia, Bélgica, Alemania y Polonia, notándose la ausencia de
1145
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UN CONGRJJSO MUNDIAL DE FILOSOFIA CRISTIANA
otros muchos que enviaron su adhesión y comunicaciones, sin poder
estar presentes por lo costoso de los viajes. La nota ecuménica la po
nían el re<'.tor de la Universidad de Atenas, E. Mouisopoulos, con el
prelado monseñor Gheorghiu, ambos simpatizantes del pensamiento
tomista.
Un aspecto
dinámico, y alegre lo daban los grupos de estudiantes
de filosofía venidos de las nniversidades católicas de Buenos Aires
y de los centros intelectuales de Córdoba, que manifestaban un en
tusiasta
afán de formarse en la filosofía cristiana y tomista no sólo
con la asistencia atenta a las sesiones de conferencias y exposiciones,
sino también
organizando frecuentes convivencias.
y charlas con los
distintos profesores, rodeando e interrogando a los mismos ( espe
cialmente a nosotros los españoles) sobre problemas, publicaciones
y corrientes de pensamiento dentro del mnndo católico. Con ello
delataban bien a las claras su in.tensa preocupación por los estudios
e
información en
nna sana filosofía.
Sobre el cooteuido doctrinal de los trabajos presentados, no es
posible dar nna idea,
ni siquiera mención, en breve espacio. La ri
queza y variedad de los
temas tratados sólo podrá conocerse ruando
sea publicado el enorme acervo de ponencias y comunicaciones en
las Actas del Congreso, que el infatigable director, doctor Caturelli,
se
dispone a
editar en breve. El programa
propuesto abarcaba la
te
mática general
de las disciplinas filosóficas, analizadas desde un
enfoque cristiano, con referencia especial a los problemas actuales
y en contraste crítico con los errores de nuestro tiempo. El temario
se desarrollaba, segón la práctica común, en las sesiones plenarias de
la mañana y en
tres sesiones o secciones especiales de la tarde, com
prendiendo cada una larga serie de ponencias y comunicaciOnes con
sus respectivas discusiones. Faltó, sin embargo, espacio y algunos
participantes se lamentaron de no haber podido dar cuenta de sus
comunicaciones.
El ioterés primero lo ocupó la concepción de la filosofía cris
tiana, sus implicaciones en la existencia del hombre cristiano, las
relaciones entre lo
narnral y sobrenatural, su mutua distinción e in:.
legración de ambos órdenes en el saber cristi1lllo. Frente a algunos
conatos de excesivo sobrenaturalismo, se imponía la doctrina aqui
niana de la autonomía de la verdad filosófica en su propio campo
de investigación racional.
La filosofía cristiana es sustancialmente
la misma filosofía de la razón natural, rectificada
y depurada de erro
res incompatibles con la fe, mediante la iluminación extrínseca de
la revelación en el filósofo creyente, que cooforta el vigor de su
razón y le orienta
y enriquece con sus luces para la captación de la
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UN CONGRESO MUNDIAL DE FILOSOFIA CRISTIANA
verdad natural íntegra, preservándola de falsas desviaciones. Así se
configura la filosofía cristiana, ·históricamente, como la verdadera
y perenne filosofía de la razón humana, integradora de todas las
aportaciones de un
pensar racional sano y recto.
Una
atención
preferente mereció en el Congreso el tema meta
físico en su dimensión
más propia de ontología. El interés con que
se
escuchaban las numerosas comunicaciones sobre la filosofía del
ser, la analogía, la fundacnentación metafísica de la Trascendencia,
expuestas con rigor,
delataba en los oyentes
el deseo de un
cono
cimiento más hondo de estos problemas, de una formación sólida en
la alta filosofía tomista para superar el vacío ontológico dejado por
las nuevas ideologías del subjetivismo inmanentista y empirista. La
sana filosofía cristiana tiene pcr
· clima propio el realismo ontológico
del sistema de Santo Tomás, pues, como proclamaba el profesor de
Varsovia, S. Swiezawski, conocido campeón del tomismo desde los
tiempos del
Concilio, «la traición al realismo es una traición al cris
tianismo». Por esto mismo fueroo agndas y enérgicas
las críticas
que
se expusieron a dichas filosofías inmanentistas y empiristas, raíz y
fuente de las desviaciooes del pensamiento moderno hacia el agnos
ticismo e incluso el ateísmo. Destacó_, sobre todo, la sesión dedicada
al examen de la filosofía analítica y el positivismo lógico. Eminen
tes profesores, muy versados en las técnicas de
la logística, pusieron
de relieve la incapacidad radical de este movimiento de análisis ló
gico y lingüístico para acceder al campo ontológico de la metafísica,
tachándolo de puro nominalismo y extrema pobreza filosófica.
El Congreso prosiguió con
el estudio y discusión de diversos te
mas de
ética, derecho y política. El rechazo global del marxismo y
sus infiltraciones
pseudocristianas en
la teología
de la liberación
era significativo en aquella asamblea de filósofos de profunda
fe
cr.istiana que han vivido de cerca en sus países la subversión revo
lucionaria.
Por otra parte, fue muy relevante la participación de fi
·
lósofos
juristas provenientes de las
farultades nacionales
de Derecho,
que defendían unánimes la vigeocia íntegra del derecho natural
frente al
positivismo de
las actuales democracias, cuyas normas deben
ser base de la ordenación jurídica de los Estados y principio de toda
legislación positiva. Todavía los desarrollos
postreros del
Congreso fueron dedicados
a
los temas, tao
propios de una filosofía cristiana, de la contempla
ción, de la acción, el trabajo y la térnica, la creación artística, la filo
sofía de la educación y hasta de la formación del sacerdocio en una
sólida cultura cristiana.
La presencia de Sánto Tomás, con sus doctrinas y textos, era do-
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UN CONGRESO MUNDIAL DE FILOSOFIA CRISTIANA
minante en el conjunto de las lecciones .y discusiones del Congreso,
conforme a
la consigna y orientación de la Aeterni Patris. Por eso
la sesión final era dedicada a exaltar
la figura del Doctor communis
de la filosofía cristiana y perenne, con tres conferencias debidas a los
profesores
Joseph de Finance, Victorino
Rodríguez y Mons. Adolfo
Tortolo, Obispo de Paraná, que presentaron al Angélico como modelo
de creatividad filosófica y santidad de vida. Y
se añadieron sendas
lecturas de homenaje a tres filósofos cristianos:
E. Gilson, cuyas obras
tanto
influyen en la
formaci4n del
tomismo sudamericano; F. M.
Sciacca, muy
amado y leído en aquellos países, y Sixto Terán, un pio
nero del
pensamiento cristiano
en Argentina. Cerró el Congreso la re
lación de clausnra del presidente, A.
Caturelli, glosando con excepcio
nal profundidad el lema pontificio:
V et era novis au gere et perficere,
que ha de servir, dijo, como conclusión a extraerse de la intensa acti
vidad de elevados estudios y trabajos del Congreso, que fue coronado
por solemne celebración eucarística con participación de todos los
asambleístas.
Es sorprendente y significativo que la primera conmemoración
del centenario de
la Aeterni Patrir se haya llevado a cabo en el in
terior de la pampa argentina y del continente sudamericano con asis
tenci~ tan masiva de filósofos del viejo y nuevo mundo. Los que
hemos tenido
el gozo de tornar parte en
él hemos
admirado la am
plitud e intensidad del estudio filosófico en aquellos países,
la multi
plicidad de centros universita.rfos católicos en que una gran masa
de profesores se afana en el estudio serio y elevado de la filosofía,
bebida en sus mejores fuentes del tomismo,
y se esfuerza por im
partirlo
• sus
oyentes como núcleo primordial de su cultura
católica
y
medio para no contaminarse
en las falsas ideologías que presionan
por doquier.
Surgía espontáneo
en
nosotros un
optimismo esperan
zador. De estos Centros católicos americanos puede brotar una nueva
restauración tomista, de la perenne filosofía de Santo Tomás «que
la Iglesia
ha hecho suya» (Pablo VI), firme apoyo y baluarte de
su fe
y teología, cuando en el viejo y supercivilizado continente eu
ropeo, contaminado
por toda clase de desvaríos del pensamiento, se
halla en franca
recesión y
olvido.
Porque Iberoamérica es
el único continente católico del mundo,
esperanza de
la Iglesia para
el futuro inmediato, como les ha dicho
Juan Pablo II, y fermento muy activo del pensamiento católico. O,
como decía
también a esos grupos representativos el llorado M. F.
Sciacca: «Vosotros sois la reserva espiritual de la cultura de occi
dente>>.
'ToóFILO URDÁNOZ
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Fundaci\363n Speiro