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Número 181-182

Serie XIX

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El problema del hombre en el vocabulario de la Iglesia

EL PROBLEMA DEL HOMBRE EN EL VOCABULARIO
DE LA IGLESIA
POR
Loms SALLERON
Juan Pablo II ha empleado frecuentemente la terminología de
Pau'lo VI

al
hablar del hombre. Si bien, que yo sepa, nunm ha em­
pleado
la expresión "culro
rul hombre", 'las palabras "dignidad",
"libertad", "derechos"
son

frecuentemente
usadas pot su pluma y
en sus a·locuciones.
Bastantes católicos se hallan turbados. ¿AOlSO el vOOlbulario de
la Revolución,

de
la Democracia, del

mundo
ha sido oficialmente
adoptado por la Iglesia? Las palabras son el vehícmo de 'las ideas.
¿Como podrá defenderse la verdad revelada si se usan las palabras
con las que se han expresado errores filosóficos? Se trata de una
cuestión de enorme importancia, fácil de comprender, difícil de
explicar
y más difícil a,ln de "gobernar", es decir, de resolverla
concretamente en

el
gobierno de la Iglesia, que requiere

a
la vez
palabras y actos.
Aquí me limitaré a =poner el problema, sugiriendo un hilo
recror
para compredetlo.
La Revolución francesa
Todo ru los Derechos del

hombre
y de su divisa "Libertad, Igua,Jdad, Fra­
ternidad". La
filosofía de
la Revolución es el humanismo, en
el sentido
de la
exaltación del hombre, considerado como fuente, origen, cen­
tro,
sujero, objero
y fin de 'la sociedad. Los revolucionarios vaci-
Fundaci\363n Speiro

WUIS SALLERON
Jan entre un vago deísmo y un ateísmo más o menos declarado, pero
en lo que se muestran firmes es en la declarndión de que el poder
social procede del lrombre y no de Dios, y tanto menos si se trata
de un Dios revelado, encarnado y redentor. A estle respecto, la Re­
volución

puede
tomar·· cierra· coloración ieligwoa· -<>l Ser supre­
mo-, pero expresa y resueltrunenté anticatólica. La Iglesia es re­
chazada porque

afirma,
ron San PalJlo, que "rodo poder viene de
Dios" y que, a
ese tínrlo, siendo depositaria de la Revelación, -tiene
un poder directxJ o indirecto, segón la materia de que se trate, so­
bre los hombres y su organización social
Surgida de la civilización é:ristiana, · 1a :&CVOlución es ·ambiva­
lente. Su promoción del hombre es una proy=ión del cristiarusmo
llewda
hasta
darle la vuelta.
Son !las v'irtudes (y las ideas) cristia­
nas "vueltas
locas", segón la expresión de Ghestert1etton. Simone
Weil
decía que
,el ittfierno es creerse . en el paralso ¡por error. "El
paraíso

revolucionario
es el infierno: paraíso para quienes fes gus­
ta. La Revolución es, pues, condenada por la Iglesia. Joseph de
Malstre fa cailificó de satánica. Seguidamente, el . tiempo a>rre ...
Tres
enres
se hallan en juego: la Iglesia, el poder político y la
sociedad. Las interpendencias son recíprocas y las fuet~ en acción
modifican a:,ntinuament1e los juegos de foces del escenario, y las
realidades profundas que ell¡is expresan u ocu'ltan.
La Revolución rusa de 1917 que, a su vez, rontinúa la Revolu­
ción francesa hasta

llevarla
a su término 1ógiro, aun rontradicién­
dola, romplica aún el problema.
La Aftima guerra, finalmente, trastroca '.Europa de arriba a aba­
jo, muestra la "barbarie con rostro humano", da la victoria a la
América capiral1sra. y liberal y a tta U. R. S. S. mmwrisra y atea, y
extiende "1 mundo entero fa doble tevdlución, americana y soviéri­
cá, laici2.ando el ·planeta con las dos tonaJiidades origirulrias de la
Revolución francesa; el deísmo
americano-protestante y el ateísmo
soviérico-(ex)orrodoxo. La Iglesia se ha.lla sola, entre las dos here­
jías judeo Fundaci\363n Speiro

EL PROBLEMA DEL HOMBRE Y VOCABULARIO' DE LA IGLÉSIA
El Vaticano II
Llega el concilio Vaticano Il, reflexión de la Iglesia acerca de

misma y de la acción que debe llevar a cabo en un mundo en
el
que de
hecho ha
sido abolida
la cristiandad.
Es. conocido el resultado. El Concilio, considerando que la doc­
ttina se
,balla;ba suficientemente estaWecida, ,
no se ocupó de
dla
sino en dos Constituciones dogmátiais: .Ismen gemú,m, acerca de
la
Iglesia, y Dei V erbum, acerca de la Revelación divina.
En su conjunto, d Concilio fue declarado 1"'5total, lo que es
indicativo
de la acritud que deberá tenei:se con respecto del mundo
moderno.
Los dos textos que mayormente. revelan esta tendencia
son la
Constitución pastoral Gam#,,m et sf!es, ac.en:a de fa Iglesia
en
el. mundo moderno, y la declaración Dignita#s hum,mae, acerca
de la libertad religiosa.
El "espltitu conciliar" y las "reformas post-ronciliares"' darán
cuerpo a las tendencias de la minoría progresista y modernista que
había metido
sus manos

en
las oficinas romanas. A. esto Pauilo VI
lo
denominó la autodemolición de la Iglesia. Pero Paulo
VI, que
sufría por

ello,
.no quería

ejercer,
actos de autoridad .. A medida
que
las destmcciones. se arumuilaban, oponía eocíclkas, alocuciones,
exottaciones, en las que recordaba incansablemente. las ensefíanzas
del Evangelio y de la Iglesia. PQ:o su confianza en la bondad .del
hombre y en los V)llores del mun,do ae parallizaban. No. quería si­
no "presidir por
la caridad", dejando a Jesucrisro el cuidado de
gobernar su Iglesia pot el Espltitu Santo. El· fin de su vida fue un
a,;Jvario. A

los
crueles sufrimientos físicos

se
, afíadían . sus sufri­
mientos espirituales. ·
Murió aborrecido pot los modernistas, que ie
reprochaban haber tta!icionado el Concilio con sus grandes texros
docttinales,
y detestado por los ttadicionaHstas, que le acusaban
de

haber quetido o
roletado aquelias medidas que tuvieron pot re­
sultado
la subvetSión en la liturgia, en ,iJ catecismo, en el sacet­
docio y en la evangelización, en nombre de la "dignidad del hom'
bre",
del "cu!lto al "hombte", de la "libertad religiosa", del ··ecu­
menismo", de la "primada de la ci>nciencia", de!! "derecbÓ al error",
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Fundaci\363n Speiro

LOUIS SALLERON
de la "colegialidad", etc., etc. La profesión de fe del Vicario sabo­
yano

iba
acompañada, en él, por el aedo del pueblo de Dios. Murió
desgarrado, dejando la Iglesia desgarrada, como él.
Juan Pablo Il
En esas circunstancias fue elegido papa el Cardenal Wojtyla,
después
del
oorto interregno de Juan Pablo I, cuya muerte trágica
revela el klrama que vive la Iglesia, . tanto en su cumbre como en
su bese.
Juan Pablo II se impoue inmediatamente. Cuando, el 17 de
octubre de 1978,
efectúa su
primer
ruensaje al mundo, ya se halla
el
esboro de

su
encíclica· Reaem[>tor homims. Reléase especial­
mente

la homilía que
pronunció en

su entronización
el 26
de oc­
tubre.
En ella resuena su fam<>so "¡ No tengais miedo! ", que expre­
sa, a la vez, el estado de la iglesia y del mundo y su propia resolu­
ción.
Las líneas en

que
figura esta llamada expresan todo su sig­
nificado:
"¡Ayudad al papa y a todos aquellos que quieren serw
a Cristo
y, aon la fuerza de Cristo, servir al humbre y a toda la
humanidad!
¡No tengais miedo! ¡Abrid, abrid, todas las puertas de
par en par Cristo! A su potencia iawlfica, abrid lar fronteras de lus
Estados, las si1temas econ6micos y poMcos, los l,nrmemos domiflro-s
de la cultura, de la civilizaci6n, del des,.,,,.ollo. ¡No tengais miedo!
¡Cristo sm,e lo que ha,y dentro del hombre! ¡S6lo
El tiene ¡ia/al;,.a.,
de vida, si, de vida eternal".
Se observan claramente las jerarquías, las prioridades y las orien­
taciones de esta llamada. Es siempre, ciert.amente, la apemira al
mundo, pero para conquistar al hombre y aJ mundo para Cristo . y
la I¡Jlesia.
En fa encíclica Redemptor hQf/lJmÍs volvemos a · encontrar este
esclarecimiento. Acepta, reivindica incluso,. fa herencia del Concilio,
pero

para hacerlo fructificar según
la fatención de fa Iglesia, y en
modo alguno según
la intención de

los
nova.dores que

han querido
hacer de él un instrumento .de
subversión en

ruptura con
fa tradi-
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Fundaci\363n Speiro

EL PROBLEMA DEL HOMBRE Y VOCABULARIO DE LA IGLESIA
ci6n ¡y oon 1a doct!tina inmutable de la sucesión de papas y de con­
cilios desde el origen. ¿Dignidad del
hombre? ¡Ciertamente! Dignidad del hombre crea­
do

a
.imágen y semejanza de Dios y rescatado por el Verbo hecho
carne. ¿Libertad del hombre? ¡Sin

duda alguna! Libertad del
hom­
bre liberado para su salvación por Jesucristo que se hizo hombre
con

ese
fio. ¿ Derechos del hombre? Sí, todos los derechos que co­
rresponden
al hombre por su dignidad y· libertad, comenzando por
el derecho a la Verdad que ordena el Poder al bien común de 1a
sociedad y a la protección de los derechos individuales y colecti­
vos de !os hombres. Las palabras del papa son
claras y están iiuminadas por sus
actos. El pueblo de Dios no es engañado, ni el mundo tampoco.
Ent:onces, ¿pdr qué tener miedo? ¿No sería esto, en fin, ten~ mie~
do del papa? Tengamos más bien miedo de no saber ayudatle en
su tatea agotadora.
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