Índice de contenidos
Número 181-182
Serie XIX
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- Ilustraciones con recortes de periódicos
- Información bibliográfica
Autores
1980
Eleuterio Elorduy: La moral del creyente
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Eleurerio Elorduy, S. l.: LA MORAL DEL CREYENTE.
UNIDAD Y FRATERNID,Y> (*)
Una obra de moral siempre venmá sabre la bondad o malicia
de
los
acros humanos; pero dentro de esre dbjeto esencial
y
común,
cabe
la posihllidad de múltiples y variadas caraccerísticas que tipi
fa¡uen .. con
inconfundible
precisión un
determinado
ttatado sobre
1a -materia. ·
Y esto es io que sucede con "La Moral del Creyente""., Uni,,er
sidad
de Deusro, 1979, del ·padre Eleuterio lll.rutluy, alma de la
Sociedad Internacional Francisco
Suárez, que,
comn
fruto del
tra
bajo de
tal autor, huelga decir que lleva, desde su concepción a sus
conclusiones,
la pers:onarlísi.ma. impronta de una obra original.
Hablar
de Elorduy es thablar de Francisco Suárez, y de Tomás
de
Aquino, y de Arlstmeles y de los estoicos, y de la evolución y
mat~ciones que el pensam,iento humano ha id.o incorporando a
su
historia; y que el autor no es capaz de pasa:r por alto, sin ahon~
dar profundamente en didhos o hechos de los que sacará siempre
datos de
·interés para
los que
vemos menos, pero nos
interesamos por
este saber.
Y
esas "nova et vetera" sacadas como por el escriba evangéli
co
de
sus tesoros, nos cdl.ocan ante los
ojos en este
li'bro un amplio
panorama,
en
el que resulta singular y característica la esencia de
lo
moral, el
sujeto
creyen
proceso
seguido, el método que en este proceso se emplea,
y la fina
lidad con él
;nrentada.
Tal
finalidad,
inspiradora de roda obra, creemos resumirla con
palabras
del autor
en ·uno u otro pasaje,
si decimos
que se trata
de proponer a
los
moralistas no católiros la moral del
creyente
católico,
de modo más apto para su estudio. Más apto, porque como
ya señaió Balmes
en
El Criterio, es inverso cl proceso lógico de
quien
investiga respecto del
de quien enseña;
y mientras el teólogo
enseña mnral ya sistematizada
con arreglo
a los principios de
la fe
(*) Bilbao. Archivo Suareciano. Universidad de Deusto, 1979, 220
páginas.
220
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBJ.JOGRAFICA
revelada, el creyente busca vivenciahnente lo pru:a él iucógnito, más
que asiste a lo para otros ya sabido, sistematizado y dado por cierto.
Métodio éste nuevo y menos culitivado, se :propone co.mo más
necesario hoy. Las novooades traen consigo sorpresas ¡y di:ficuJta
des
que superar. Nada menos que en el
apostólico .concilio
de
Je
rusalén, registrado en el capítulo XV de · los Hechos, se esrudian
ya éstas
con asistencia de dbservadores judea.cristianos, corno la
comida de manjares prohibidos en la Ley mosaica, práctica que
pronto caería en tlesuso.
Pero la moral del creyente, propiamente hace su apru:ición en
la
época del concilio de Trento, presentando la moral humana con
nuevas
¡perspectivas creyentes y católicas, presentables a observa
dores de otras confesiones o creencias, como ocurre con e'l Princi
pio y Fundamento de los Ejercidos .ignacianos, que plantea a ro
dos
el hecho de la
creación del
hombre
realizada por Dios. San
Ignacio
abordó el
tema
no con preocupaciones psirológicas -pro
pias
del psicoanálisis--, sino
desde el punto de vista del hecho
es
cueto
de la
creación, ·realizado exclusivamente por Dios sin dirigir
al
lbombre pregunta
alguna,
y sometiéndolo a la soberanía del Pri
mogénito de toda criatura, Cristo, Dios
y Hombre. A este punto
de
vista responde el Principio y Fundarnen!O ignaciano (llamado
por
el auror base
de
la rooral del creyente), que una. generación
más tarde había de sistematizar Suárez, partiendo del hecho de que
en
la creación divina no sólo se incluye el uni\'erso cósmico y la
dogmática derivada de ese aspecto de la Providencia física, sino
también ,el universo moral regido por la Providencia moral de
Dios, implícitamente
contenido en la E
Ambos aspectos de la Providencia, captado incluso el moral aun
por los no creyentes, son el presupuesto originario de todo sentido
de responsabilidad,
religiosidad y moralidad, que se va despertan
do en
las primeras etapas de la vüda, y que la morru humana y del
creyente tiene como
dbjero suyo
primario.
La relevante parte que ~l autor atribuye a Suárez ~n la siste
matización de la moral del creyente, le hace tenerle ¡,,,esente y re
currir a él como Elorouy sabe hacerlo en los pasajes cruciales del
trabajo.
Y
esta
misma táctica se
da
corno la seguida en la presentación
de
·la moral
del
creyente por el último concilio ecuménico, al in
vitar
a observadores de otras creencias
a conocer el fondo doctri
nal y vivencia! del catolicismo.
Así,
es lógico, que en el Vaticano II
se hayan evitado, por
ejemplo, "aspectos confüctivos de la tradición, que estuvieron en
primer plano en
el Tridentiuo, época en la que la Teología m=l
221
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBUOGRAFICA
tomó un rumbo adecuado a las ,nécesidades del momento, hoy desplazadas por el modernismo actual que afecta a todos".
Tal es. el i,ntento de la moral del creyente en su finalidad pasto
ral, y consiguientemente
el método por ella impuesto. Así queda
excluida la
posibilidad de clasificarla dentro de
la m<>ral autónoma
de
Kant, por una parte; y, también, al partit · de la fe. en Dios revefante, con Cristo mediante la regeneración bautismal, se aparta
de la ética heterónoma "estudiada en la Teología moral" --dice
el autor-, cuando la
Teología
m<>ral se concibe como una precepti
va incompleta, y no dimanante "de los principios de la fe reve
lada".
De este tnodo es concebida la moral del creyente, a1 tiempo que romo reacción contra el naturalismo, agnosticismo y :relativis
mo ético de la moral de '.la situación, reacción también contra el desprestigio progtesivo de la moral aristotélica, que expresamente
es lfamada antiprovidencialista en esta obra, condenada ya por la Universidad de París a fines del siglo XIII, y rehabilitada después por el aristotelismo cristiano de Suárez y sus seguidores.
Establecidas las eootdenadas dichas como orientadoras de la obta,
desarrolla Elorduy
toda una
moral individua:! y social, política, económica., cristiana, encerrada ,en -treinta y un capírulos un tanto sis
tematimdos, en que se alterna lo abstruso con lo ameno, lo ele
vado con 1o ingenuo; existe oporrunamenu io _pastoral, y aun lo piadoso; y vemos siempre fo sugerente y lo aleccionador a través
de puntos de vista nunca privados de interés.
Amaneradas parecen, a veces, a los que no calamos tan hondo la
sistematización o !las consecuencias de datos históricos que analiza.
El mismo autor parece esta:r de acuerdo con nosotros en que ruanto más Wtal es un asunto, menos clasificable en un sistema resulta.
Y hasta dice que el creyente, para formarse petsonalrnmte e'! dictamen de su co:nciencia "'ha de tener en ouenrt.a ". la ciencia de lo moral estudiada en la Etica filosófica general ly en la Teología mo
ral;
estudio
-añadimos-, esencial y acabadamente slstetnatimdo.
En conclusión~ se trata de un in1.'e!J.to pastoral, científicamente
realizado, con esperanm de una mayor eficacia; lo que lleva a insistir metodológicamente
en lo
vivencia! que al creyente le ofrece la ·existencia de un Dios creador, que le ha puesto como realizador
libre de un predeterminado orden moral bajo la gula de Cristo
el Hombte-Dios. Y,
ronclusión también, el beneficiOso contacto
con un impenitente estutlioso de estas· ideas, que tanto ensefia siempre al que lo escucha, como. ]o es el padre Elorduy.
AGUSTÍN ARREDONDO, S. l.
222
Fundaci\363n Speiro
Eleurerio Elorduy, S. l.: LA MORAL DEL CREYENTE.
UNIDAD Y FRATERNID,Y> (*)
Una obra de moral siempre venmá sabre la bondad o malicia
de
los
acros humanos; pero dentro de esre dbjeto esencial
y
común,
cabe
la posihllidad de múltiples y variadas caraccerísticas que tipi
fa¡uen .. con
inconfundible
precisión un
determinado
ttatado sobre
1a -materia. ·
Y esto es io que sucede con "La Moral del Creyente""., Uni,,er
sidad
de Deusro, 1979, del ·padre Eleuterio lll.rutluy, alma de la
Sociedad Internacional Francisco
Suárez, que,
comn
fruto del
tra
bajo de
tal autor, huelga decir que lleva, desde su concepción a sus
conclusiones,
la pers:onarlísi.ma. impronta de una obra original.
Hablar
de Elorduy es thablar de Francisco Suárez, y de Tomás
de
Aquino, y de Arlstmeles y de los estoicos, y de la evolución y
mat~ciones que el pensam,iento humano ha id.o incorporando a
su
historia; y que el autor no es capaz de pasa:r por alto, sin ahon~
dar profundamente en didhos o hechos de los que sacará siempre
datos de
·interés para
los que
vemos menos, pero nos
interesamos por
este saber.
Y
esas "nova et vetera" sacadas como por el escriba evangéli
co
de
sus tesoros, nos cdl.ocan ante los
ojos en este
li'bro un amplio
panorama,
en
el que resulta singular y característica la esencia de
lo
moral, el
sujeto
creyen
seguido, el método que en este proceso se emplea,
y la fina
lidad con él
;nrentada.
Tal
finalidad,
inspiradora de roda obra, creemos resumirla con
palabras
del autor
en ·uno u otro pasaje,
si decimos
que se trata
de proponer a
los
moralistas no católiros la moral del
creyente
católico,
de modo más apto para su estudio. Más apto, porque como
ya señaió Balmes
en
El Criterio, es inverso cl proceso lógico de
quien
investiga respecto del
de quien enseña;
y mientras el teólogo
enseña mnral ya sistematizada
con arreglo
a los principios de
la fe
(*) Bilbao. Archivo Suareciano. Universidad de Deusto, 1979, 220
páginas.
220
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBJ.JOGRAFICA
revelada, el creyente busca vivenciahnente lo pru:a él iucógnito, más
que asiste a lo para otros ya sabido, sistematizado y dado por cierto.
Métodio éste nuevo y menos culitivado, se :propone co.mo más
necesario hoy. Las novooades traen consigo sorpresas ¡y di:ficuJta
des
que superar. Nada menos que en el
apostólico .concilio
de
Je
rusalén, registrado en el capítulo XV de · los Hechos, se esrudian
ya éstas
con asistencia de dbservadores judea.cristianos, corno la
comida de manjares prohibidos en la Ley mosaica, práctica que
pronto caería en tlesuso.
Pero la moral del creyente, propiamente hace su apru:ición en
la
época del concilio de Trento, presentando la moral humana con
nuevas
¡perspectivas creyentes y católicas, presentables a observa
dores de otras confesiones o creencias, como ocurre con e'l Princi
pio y Fundamento de los Ejercidos .ignacianos, que plantea a ro
dos
el hecho de la
creación del
hombre
realizada por Dios. San
Ignacio
abordó el
tema
no con preocupaciones psirológicas -pro
pias
del psicoanálisis--, sino
desde el punto de vista del hecho
es
cueto
de la
creación, ·realizado exclusivamente por Dios sin dirigir
al
lbombre pregunta
alguna,
y sometiéndolo a la soberanía del Pri
mogénito de toda criatura, Cristo, Dios
y Hombre. A este punto
de
vista responde el Principio y Fundarnen!O ignaciano (llamado
por
el auror base
de
la rooral del creyente), que una. generación
más tarde había de sistematizar Suárez, partiendo del hecho de que
en
la creación divina no sólo se incluye el uni\'erso cósmico y la
dogmática derivada de ese aspecto de la Providencia física, sino
también ,el universo moral regido por la Providencia moral de
Dios, implícitamente
contenido en la E
por los no creyentes, son el presupuesto originario de todo sentido
de responsabilidad,
religiosidad y moralidad, que se va despertan
do en
las primeras etapas de la vüda, y que la morru humana y del
creyente tiene como
dbjero suyo
primario.
La relevante parte que ~l autor atribuye a Suárez ~n la siste
matización de la moral del creyente, le hace tenerle ¡,,,esente y re
currir a él como Elorouy sabe hacerlo en los pasajes cruciales del
trabajo.
Y
esta
misma táctica se
da
corno la seguida en la presentación
de
·la moral
del
creyente por el último concilio ecuménico, al in
vitar
a observadores de otras creencias
a conocer el fondo doctri
nal y vivencia! del catolicismo.
Así,
es lógico, que en el Vaticano II
se hayan evitado, por
ejemplo, "aspectos confüctivos de la tradición, que estuvieron en
primer plano en
el Tridentiuo, época en la que la Teología m=l
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Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBUOGRAFICA
tomó un rumbo adecuado a las ,nécesidades del momento, hoy desplazadas por el modernismo actual que afecta a todos".
Tal es. el i,ntento de la moral del creyente en su finalidad pasto
ral, y consiguientemente
el método por ella impuesto. Así queda
excluida la
posibilidad de clasificarla dentro de
la m<>ral autónoma
de
Kant, por una parte; y, también, al partit · de la fe. en Dios revefante, con Cristo mediante la regeneración bautismal, se aparta
de la ética heterónoma "estudiada en la Teología moral" --dice
el autor-, cuando la
Teología
m<>ral se concibe como una precepti
va incompleta, y no dimanante "de los principios de la fe reve
lada".
De este tnodo es concebida la moral del creyente, a1 tiempo que romo reacción contra el naturalismo, agnosticismo y :relativis
mo ético de la moral de '.la situación, reacción también contra el desprestigio progtesivo de la moral aristotélica, que expresamente
es lfamada antiprovidencialista en esta obra, condenada ya por la Universidad de París a fines del siglo XIII, y rehabilitada después por el aristotelismo cristiano de Suárez y sus seguidores.
Establecidas las eootdenadas dichas como orientadoras de la obta,
desarrolla Elorduy
toda una
moral individua:! y social, política, económica., cristiana, encerrada ,en -treinta y un capírulos un tanto sis
tematimdos, en que se alterna lo abstruso con lo ameno, lo ele
vado con 1o ingenuo; existe oporrunamenu io _pastoral, y aun lo piadoso; y vemos siempre fo sugerente y lo aleccionador a través
de puntos de vista nunca privados de interés.
Amaneradas parecen, a veces, a los que no calamos tan hondo la
sistematización o !las consecuencias de datos históricos que analiza.
El mismo autor parece esta:r de acuerdo con nosotros en que ruanto más Wtal es un asunto, menos clasificable en un sistema resulta.
Y hasta dice que el creyente, para formarse petsonalrnmte e'! dictamen de su co:nciencia "'ha de tener en ouenrt.a ". la ciencia de lo moral estudiada en la Etica filosófica general ly en la Teología mo
ral;
estudio
-añadimos-, esencial y acabadamente slstetnatimdo.
En conclusión~ se trata de un in1.'e!J.to pastoral, científicamente
realizado, con esperanm de una mayor eficacia; lo que lleva a insistir metodológicamente
en lo
vivencia! que al creyente le ofrece la ·existencia de un Dios creador, que le ha puesto como realizador
libre de un predeterminado orden moral bajo la gula de Cristo
el Hombte-Dios. Y,
ronclusión también, el beneficiOso contacto
con un impenitente estutlioso de estas· ideas, que tanto ensefia siempre al que lo escucha, como. ]o es el padre Elorduy.
AGUSTÍN ARREDONDO, S. l.
222
Fundaci\363n Speiro