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Número 181-182
Serie XIX
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Autores
1980
Libertad, liberalismo y tolerancia (V)
LIBERTAD, LIBERALISMO Y TOLERANCIA
POR
. MlCHBL ._ Clt.EUZET
.IX
LA -TOLERANCIA CRJSTl,ANA
Tras haber estudiado la mentalicLLd · liberal que rige la tolerancia
de todo: el tolerantismo, ahora
.nos es
posible distinguir la
verdadera
tolerancia de la falsa.
Un examen de la etimología nos Uevará a ello.
Tolerancia viene del latín
tolere, que quiere decir soportar. To
lerar es, pues, soportar.
Tolerancia y nociones de bien y de mal
¿ Se soporta un bien?
Nadie soporta un bien: disfruta de él cuando lo obtiene, y des
pués busca· otro l>ien mayor o más elevado.· No ¡,ara. soportarlo, sino
para sacar. de él un provecho material, espiritual, político; personal,
etc.étera.
Pero se soporta el mal. Cuando no se puede obtener el bien que
se
desea. Y
cuando se le ha conseguido, se
soportan los males,.y las
dificultades
que nos impiden obtener
el bien superior. · . · . .
La _noción de t()lerancia, de entrada,, __ implica ~a nocipG d~., un
bien. Y la ausencia de bien es un mal,.
Hasta aquí, en los. ejemplos de tolerancia que hemos. puesto, nos
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Fundaci\363n Speiro
MICHEL CREUZEI
hemos abstenido de de::ir en dónde está el bien y en dónde está el
maJ.
Aquel que sepa que el marxismo es Ul1Jl ideología según la cual
no hay ni bien, ni bello,
ni verdadero (109), puede preguntarse lo
que
representa
la tolerancia, .. ¿Tolerancia de qué? Puesto que el bien
de ayer se transforma en un mal, según las necesidades del comba.te
revolucionario.
Y, sin embargo, es un, hecho .que Jos regímenes colectivistas «so
portan» propiedades privadas limitadas, y a sus oposicionistas, en
lugar de aplastarlos cuando lo
juzguen oportuoo, etc.
¿ Simple táctica?
Sin duda. Pero es. necesario convenir que, incluso en este caso, el
objetivo político a alcanzar actúa como «bien>> provis.iooa.l, y justi
fica
la tolerancia con .respecto a principios «burgueses» que se acep
tan... con miras a una mayor eficacia revolucionaria.
Los árabes hubiesen preferido ocupar ellos solos España y des
truir o convertir al
Islam· a
judíos
y cristianos. En nombre de la
«guerra
santa» eso hubiese sido un bien. Pero a pesar de persecu
ciones y apostasías, no lo lograban. Lo más sensato era «contar con».
Por el bien del Islam era necesario soportar un mal: la presencia y
la religión de los «perros».
De donde
se puede deducir que la tolerancia
-su¡,rme la 11oci6n de bien ( al menos implícitamente) y la de
mal;
-que no es un bien, sino un mal menor ... ;
- ... con miras. o obtener un mayor bien, el cual no se puede
alcanzar de otro modo, ora porque el mal tolerado sea inevi
table durante
un cierto tiempo, ora porque no se pueda eli
minar
sin injusticia para las
personas o peligro grave para
la sociedad.
La tolerancia está de acuerdo con el adagio «lo me¡O'f' es enemi
go de lo bueno».
En ciertos casos, el mal menor puede apareoer como mucho más
(109) Cfr. J. Otisset: Marxismo y ·revo/uci6n1 Speiro, 1977.
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UBERTAD, UBERAUSMO Y TOLERANCIA
deseable que Wlll búsqueda intempestiva e imprudente del bren, que
comprometería
las posibilidades
futuras de su
obrención.
Pero la tolerancia, en_ sí misma, no es, no puede ser, wi bien puro
y simple.
No
se la puede considera. como un principio fundamental de
sabiduría, valedero en
todas las condiciones, bueno en sí mismo y
por sí mismo, regla perentoria y· universal de prudencia política,
aplicable
en todo tiempo, en todos los Jugares, en todos los medios
y para todos los problemas.
La
Iglesia, ya lo
hemos visto, en nombre de 'los derechos de la
verdad
y de la caridad, no puede aceptar el liberalismo.
La
sociedad no siempre le da los medios de rea.Iizar lo que ella
quiere
para el bien de las airoas.
En estas situaciones, en adelante tan frecuentes, podrá suceder
que aqw o allá, sobre un punto u otro, se vea en la m:cesidad de
ceder
ante la superioridad de
fas fuerzas políticas.
Pero
en este caso no se capit111tJ, sino se tolera. Y aún en tales
circunstancias es necesario que la doctrina quede a
salvo y que
se
pongan
en práctica todos los medios eficaces para conseguir, pro
gresivamente, aquello a lo qae no se ha renunciado·.
Conseguir ... , tolerar ... , no c.a.p~a.r ... , no renunciar ... , poner m
práctica los medios eficaces. Se necesitaría Wia singular aberración
para identificar esta tolerancia con el viejo sueño de conciliación
entre la Iglesia y
las «ideas modernas», caro al liberalismo católico.
«No impedir el
error)>, esa penosa .«necesidad», Pío XU recuerda en
seguida su finalidad: promr,ver un bien mayor (110).
Cuando sea igual la ventaja de tolerar o no un error, será ru:re
sario dejar de tOilerarlo.
(110) Cfr. Discurso de Pío XII a la Unión de Juristas Católic;os Italia
nos el 6 de diciembre de 1953.
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MICHEL CREUZET
Cpn mayor razón si la tolerancia, lejos de i,mponerse; · contribuye
a
mantener el error o el equívoco en los espíritus ( 111).
Tal
es el caso =do en loo países todavía «libres» se deja
progresar al
comunismo bajo la protea:ión de las leyes y de la «bue
na
vecindad»; =do se <
inacción,
ci.Ia!1do se cierran· los
ojos ante
Sus vías de acceso y sus
complicidades,
· pero que; en
cambio, se sublevan
tan pronto como
los
espíritus lúcidos pretenden
combatirle.
En lugar de poner en práctica los medios eficaces de que a-6.n
se
dispone, como
pide Pío XII, de antemano se colocan en el mismo
nivel que las naciones doblegadas ya bajo el yugo. Se calla la doc
trina social de
la Iglesia y se prepara el camino. para un estatuto del
catolicismo,
análogo a los
de la Polonia o la Hungría comunistas.
Semejante tolerancia de. un mal que se puede y se debe combatir
se llama traición o cobardía.
La
verdad nos obliga ·a. decir que loo cristianos -laicos no siempre
son lo bastante valientes para defender los
derechos de Dios y de la
Ig!ésia, y que llegan a tolerar el mal cuando sería oportuno comba
tirlo. Ello
por benevolencia, miedo o interés.
Pero los clérigos
también son responsables cuando
traicionan su
misión o
no
·reaccionan. más
que débilmente -ante los asaltos de
lo\S
enemigos
de la Iglesia,
La· política vaticana y la de las comisiones episcopales• de nuestro
tiempo perdurarán cotno tristemente célebres por
el apoyo, tácito o
probado, que
aportan a
la revolución ·oo · el mundo entero. A fuerza
(111) Un reportaje de Annale_s de. la propagation de la _foi sobre los
católicos de
Nuevas Hébridas se refiere a ia tolerancia existente entre ellos
y loS · protestantes. La revista se felicita por ello: no más luchas religiosas.
Pero esta
«paz» conduce a· un verdadero interconfesionaLismo. Del mismo
modo, en
los ·
países anglosajones, la
costumbre de no
hablar de
religión, ni
de política, lleva consigo la pérdida del celo por la
verdá.d y, luego, la in
diferencia liberal.
En los Países Bajos, la decadencia del catolicismo, después
de la Segunda Guerra Mundial, se debe a la mentalidad liberal que se in
filtró en ese país oon las.· obras francesas, de Emma.nuel Mounier y Teilhard
de Chardin.
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UBERT AD, UBERAUSMO Y TOLERANCIA
de «diplomacia», los pueblos cristianos son abandonados a la sub
versión.
Estamos lejos de los tiempos en los que Europa era salvada del
peligro islámico por la
Cruzada {Í12):
Esto
no
debe .i.mpeclic, de ningún modo, luchar a los laicos por
su ciudad temporal contra el Islam de nuestra época : el marxismo
y sus connivencias liberales.
Los clérigos,
en
ciertos
casos, puedeu
alegar la
penosa oocesidad
en
que se encuentran para tratar
con el
enemigo en
condiciones de
plorables, y para conservar un mln.i.mo de libertad de evangelización
en
los países perseguidores.
· ·
Los laicos no están obligados a seguir las huellas de los clérigos.
S11 deber de es/lulo temporal les obliga a resistir.
Este
ejemplo
contemporáneo pone
en evidencia
las dijicultddes
de l<> tolerdlZcia:
. -o se corre el riesgo de traicionar la verdad y los derechos de
Dios,
- o se corre el riesgo· de provocar, por wi celo intempestivo,
males
peores que la tolerancia provisional de los que ya
existen;
Práctica de la wlerancúi
Las «posibilidades» de la doctrina católica son a veces redúcidas
por
un tiempo bastante largo.
Ese es el caso de los países profwida
mente
laicos, o
caídos desde hace siglos
en la herejía, o
embrutecidos
por un liberalismo y un amoralismo prolongados.
Una crítica -exclusivamente negativa de las instituciones e:xisteri-
(112) San Pío V, en el siglo XVI, fue el último Papa qu.e predicó la
Cruzada contra
los
twcos. Las
tropas
de la cristiandad, mandadas
por don
Juan
de Austria, .hermano de Felipe II- de España, consiguieron- la brillante
victoria de Lepanto. Y como -trofeo. trajeron el estandarte de Mahoma. Pa
blo VI lo ha donado a la República turca.
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MJCHBL CREUZET
tes no deja de encerrar peligros. La misma preocupación por la efi
cacia obliga a
buscar «normas más altas» de acción.
«El deber de reprimir las dewiaciones mwales y religiosas
,-----escribe Pío XII-no puede ser ... una última norma de ac
dón. Debe estat" s11bordimtdo a normas más altas y más genera
les, Jas cuales, en determinadas cirmn.st(lltcias, permiten,
e
in
cluso hacen a veces aparecer como me;or caminO', no
impedir
el
error, a fin de promover un bien mayor» (113).
Los apóstoles no condenaron el principio de la esclavitud, tan
radicalmente opuesto a la concepción cristiana de la libertad. San
Pablo
y los primeros doctores intentaron, sobre todo, transformar las
relaciones
de
dueño a
esclavo. Más tarde
exhortaron a
la liberación
volwitaria de
los esclavos, hasta que la condenación de la esclavitud
tuvo
algunas posibilidades de
ser
aceptada y puesta en ejecución, lo
cual requirió varios siglos. La liberación inmediata de los esclavos
hubiese
provocado una
revolución
· social, que se
hubiese sumado a
los
trastornos del
Imperio romano
y comprometido, con la evange
lización,
el advenimiento de costumbres cristianas. A fin de cuentas,
la supresión de la esclavitud hubiese costado ríos de sangre y, quizás,
hubiese resultado comprometida por una
acción precipitada.
De
nuevo encontramos la
misma prudencia
en la actitud de Santo
Tomás de Aquino.
Sus tratados de filosofía política permitieron la
evolución de la servidumbre hacia un
ti¡>Q de sociedad más justa y
más humana. Eso no quita que se viese obligado a tener en cuenta
una situación. social imposible de cambiar de golpe (114).
Tememos, por ejemplo, que un antinacismo sistemático y be
licoso de ciertos obispos, en lugar de
suprimir l.as dificultades de
los
países en donde el problema
se plantea de wia manera aguda, los
aumente
y los complique aún más. Las «operaciones en caliente>> rara
vez son eficaces cuando las
cos,tumbres no están preparadas y cuando
(113) Op. cit., 6 de diciembre de 1953.
(114)
Un artículo de la
Suma Teol6gica plantea la cuestión de saber
si
se
puede vender
al hijo de un siervQ. San.to Tomás, muy seguro, contesta
que «no». Pero resulta sintomático ver que la cuestión se planteaba en esa
época.
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UBERT AD, UBERALISMO Y TOLERANCIA
las soluciones demasiado radicales encienden la. mecha que provocará ·
la explosión entre las comu.nida.des étnicas.
En wi artículo de la revista Verbo, Jean Ousset, comentando la
cita precedente de Pío XII, recordaba con insistencia los inconvenien
tes de la tolerancia; sin embargo, indispensable (115):
«Pío XII no dice y no. podía decir que esta promoción
de un ,m;yor bien
sea el efecto directo y como esencial del
solo
hecho
de tolerar el mal. El hecho de tolerar el mal ( por
el menor mal que ello supone y que lo puede justificar úni
came11te) permite, por otro· ta.to~ promover un mayor bien.
Como el hecho de cortar una pierna gangrer,ad" permite sal
var al enfer=. Lo que jdmás ha querido decir· que, incluso
en ese caso, el amputado pueda considerarr un bien tener una
pierna
menos.»
«Mal menor» y no «bion», tal es la tolerancia, pero con miras a
obtener
wi bien mayor.
En
la práctica,
ninguna regla
es determinable a priori. Será ne
cesario
aprovechar las circunstancias • favorables para la promoción
del
«mayor
bien».
Dos
virtudes deberáo piesidir estas elecciones decisivas: la ca
riddd y la prudencia.
La caridad· es la disposición constante de· nuestra alma para bus
car Jo que
pu,ede ayudar en la adquisición y en la práctica del bien,
al amor y al servicio de Dios.
No puede
haber sabia tolerancia sin amor.
El tibio, el p
puedon calificar de «caritativos» sus abandonos ante el bien: Al dejar
hacer todo y envilecer todo, favorecen ron' sus silencios o con sus
balidos ¡ la servidumbre de los cuerpos y de las almas!
Pero,
en otro sentido, la caridad da a los intempestivos el sen
tido de la medida. Con rabia en los corazones, se doblegarán aotes
de librar batallas inoportunas, sin suficientes posibilidades de vic
toria;
«La cariddd --'-
(115) Núm. 21, pág. 15.
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MICHEL CREUZET
La 'prudencia no es el miedo. Es la virtud que regula nuestras ac
ciones.
A veces exige . audacia, pero con pleno conocimiento. A veces
exige tolerancia, pero con pleno ·conocimiento·.
La tolerancia no es nunca la actitud «todo vale».
¿Por qué tolerar, cuando no es necesario?
El Concilio Vaticano II quiso ser «pastoral». En sus declaracio
nes
sobre la libertad tuvo que rener en cuenta la pluralidad de con
fesiones en m1merosos países.
Una aplicación imprudente en España y en algunoo países que
siguen. siendo, casi unánimemente; católicos, ha provocado un replie
gue en el . celo cat6Hco y un . rápido aumento del liberalismo, del
modernismo y del progresismo.
Lo que prudenridJmente pudiera producir felices efectos en Es
candinavia se ha comprobado que es catastrófico más allá de los
Pirineos .
. Y, por. lo tanto, imposibili
tolerancia. Solamentie se puede indicar el espíritu y fijar los casos
más generales de la tolerancia:
L2 Toler"1tcia ilegitima: ruando con ella el bien no tiene nada
que
ganar y sí todo que perder. Tolerancia liberal que procede de
fa esperanza utópica de obtener un beneficio a fuerza de concesio
nes.
Es inadmisible ... y, de hecho, fracasa.
2.2 Tolerancia posible: cuando, auff combatiendo al liberalismo
en
el plano de los principios, se. obtienen. las máximas ventajas que
dicho liberalismo
pretoode conceder
a
todas las
opiniones.
3.2, Tolerancia- ne,es~ia: cua,ndo la reivindicación de los de
rechos de la Iglesi,¡, oo forma intempestiva, costaría un retroceso del
catolicismo
(ll6). Incluso en este caso, los católicos deberán guar-
· (116) 'r.a Iglesia, poí-ei CoÍlcÓrdato de 1801, tuv.o que levantar la ex· comunión
de los
curas constitucionales franceses
y
·adinitir las
intrusiones del
poder
revolu-cionari.o. Francia
no se ha
recuperado nunca
de las
secuelas· de liberalismo· f. de galicanismo, .que provocaron· estas coilcesiónes. · Y, sin em
bargo,
fue el
mal·
menor. Rehusar
este Concordato, a pesar de
sus fallos,
hu
biese
sido entregar la Iglesia en Francia a nuevas persecuciones.
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LIBERTAD, LIBERALISMO Y TOLERANCIA
darse de una cor¡tami!}ación por los principio, liberales, y tendrán
tanta mayor
necesidad de conocer y difundir la verdad cuanto más
obligados estén a
limitar sus aplicaciones.
Tolerancia y derechos de · la oordad
¿Cómo trabaj11t, nos dirán, por los derechos de la verdad con la
prudencia .Y la tolerattda ·,a:¡ueridas, sin recurrir a principioo diferen
tes, ac!'P!adoo. por nuestros contemporáneos, pero que están mancha
dos
de liberalismo?
Nosotros hemos encontrado
ya
esta objeción a propósito de la
Iglesia pmegwda de
los
pmmeros sigloo, y de la Iglesia mandando
en la sociedad cristiana. En el primer caso, reclamaba las mismas li
bertades que el paganismo .. En e/ segundo caso, hacía. todo lo posible
por
arruinar la influencia de
las otras religiones: pagan,isÍno, judaís
mo y diversas herejías. ¿Cómo justificar
estos cambios de óptica?
Un
laicista contemporáneo, Clément Uurand, hace poco, sin va
cilación,
zanjaba la cuesllión: «O se .dornma a la Igle,ia, o ella 01
domina.»
¿Cómo creer en un juego de fuerzas materiales cuando la Iglesia,
a lo largo
de toda
su historia,
demuestri que· tiene las más elevadas
motivaciones?·. ·
Un discurso. del cardenal Ott,,.viani proporciona la·• solución de
este
importante pt\)blema:
<
objeta:
voSO'tros Sl>stenéis d.oJ criterio.s o dos nor·
mar de acción difrtrent.es.J _según oJ sea_- más-cómodo: en_ .. 11n
pah católico 101tenéis 1a idea ·del E1tado corrfe,iÓnal con el
deber de proteger excl111ivamente a la religión católica; a la
invet'Ja, allí en donde estáis en· minoría, recldtrtáis el derecho
a la tolerancia o, ,implemente, la· fldl'idátÍ de c11llo,: por tanto,
dos pe.ros y dos medidas; 'de ahí una verdadéra y moleJta du
plicidad de ld que quieren áesembarazarse /01 · católicos que
tienen en
cuenta
el
actual desarrollo de la civilización.
»¡"Pues bien!, hay que utilizdJf' precisamente dos pesos y
J.os: m&didas: una, para la ver.dad, y,. la otra, para el -erro:r: .·
»L()s hombres que Je 1ienten en. tranquila po1eJión de la
·l7S
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MICHEL CREUZBT
verdad y de ta ;astida no recurren a las transacciones/ Exigen
el pleno, respeto de sus derechos. Por el conlrario, aq11eltos
q11e no se sienten segt(ros de_ poseer la verdad, ¿cómo pueden
exigir ser lo-s únicos sobre el terreno, sin participarlo con
aquellos otros que reclaman el respeto de sus propio, dere
chos, fundtldos en otra,' principio,?
»El
concepto de
paridtld de
cultos
y de tolerancia es un
producto
del
libre
eX
siones. Es una .con.recuencia lógica de las apiniones de aque
llo, que
dicen que, en materia de religi6n, no ,e está obligado
por lo-s dogmas, y que
,óJo la conciencia individual propo-r
ciona el criterio y
la norma para la profeúón de fe y el ejer
cicio del culto. En ese casa, ¿qué tiene de ardmbro'So' que, en
los países en donde están en vigor esas teorítis, Ir,, Iglesia, para
ejercer su mi.ri6n divina., bwque encontrar un hue'co y hacer
que se le reconO'ZC-tlfl. los _d consecuencia lógica de lo, principio, tldoptados en las legis
laciones de esoi países?
»La Iglesia quisiera hablar y reclamar en nombre de Dios,
pero entre esos pue.blo--s· !a exchtsividad ·de su m;.rión no- es
re-conocida; Entonces ella se· co11tenta con reclamar en nombre
de la toleran'Cia, de esa paridad y de esas garantías. comunes,
q11e in,piran la legisladón de l<>s paise, en cues#ón... .
»No
debe,
,Pues, parecer sorprendente que la IgleJ/flc recla
me aJ menos-!os dérecbo'.f del hombre ¡'ctlándo son dejcono-
. cid os Jo,j derechos--de Dior! ·
»Ella lo hizo durante IIJ, primero, Jiglo, del cristianismo
frente al
Imperio y al mundo, pagano; aún t,, hace hoy día,
e,pecialmente alll
en donde se niega todo
derecho
religio,o,
a,í como en lo, paíse, bajo duminiu so'Vié#co» (117):
Algunas veces evitamos anunciar la. veroad por una discreción
que se. expresa mediante estlls fónrnilas: <<:v(Yj a molestar», «hay que
dejar
en. pa.z a Ía· gente», «yo no tengo derecho a violar las concien
cias»,
etc. ¿Es eso una actitud legitima de tolerancia o una forma de
liberalismo?
.fl 17). Conferencia en ef Ateneo Pontificio de Leti-án: «Deberes del Es
ta.do cat61i.co hacia ia religión», :3 de ·marzo de 1953.
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UBER.T AD, UBER.AUSMO Y TOLER.AJo/ClA
Es verdad que la conciencia es el último bastión de la persona,
el extremo final de. su libertad, el último refugio de su. sinceridad.
Sólo
Dios
puede juzgar la aceptación o repulsa de un alma.
Respetar el libre arbitrio de otro ( su poder de elección personal
y decisiva) es practicar la verdadera tolerancia. El mismo Dios nos
da
ejemplo:
«He "'f.llÍ que estoy a la pwrta y llamo.» Respetuoso de
nuestra libertad, no entra en nowtros forzando la entrada. Corre tras
la oveja perdida, pero no manda los perros para que la traigan a la
fuerza al redil.
Imagen
sublime del verdadero amor, que no
fuerza, y que su
pone
el libre consentimiento.
Santo
Tomás llega a enseñar que aquel que se convierte, sin tener
intención
sincera, cómete pecado mortal.
Por eso se ha visto siempre a la Iglesia reivindicar para .todos los
hombres
una libertad fundamental :
la libertad de conciencia tal como
la acabamos de definir, que no se confunde con la
libertad de pen
sar y de hacer cualquier cosa.
Esta libertad
tiene como
corolario la libertad de
enseñanza. No
la
libertad liberal
de enseñar
cualquier cosa,
sino
la libertad de los
pa.dres para educar a sus hijos según sus convicciones.
De igual modo, ¿no roconooe Juan XXIII una legitimidad a la
libertad de prensa cuando se esfuerza por ser objetiva y respetuosa
del bien? ( 118).
Libertad que no
es el delirio
denunciado por
Gre
gorio XVI, que deja
establecerse impunemente
al vicio
y al error, sin
contención, ni límites, y sin esfuerzo por alcanzar la verdad.
Si la primacía del objeto es evidente en tanto que es cuestión de
rigor en el saber, todo se vuelve delicado desde que
,e busca deter
minar
la
moralidad del
sujeto conooedor, del sujeto que obra según
los datos de su conocimiento.
Estas precisiones son útiles en lo que aquí nos concierne.
Si bien tenemos el derecho y el deber de reconocer que alguno
se equivoca
y obra mal, también tenemos el derecho de decírselo y
de hacer todo lo posible para que lo comprenda, incluso hasta de--
(118) Discurso a los periodistas -americanos. el 6 de diciembre de 1959.
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MlCHEL CKJJUZET ·;.,. '. -
nunciar sus actos y sus dichos públicos cuando lleven al error o al
mal..., sin
que
por eso se clotermine con certeza si cornete una falta.
Con frecuencia mezclamos estos dos aspectos de un acto: verdad
y sinceridad. ·
El resultado es una falta de
tolerancia
para con
la
_conciencia erró
nea, pero
sincera
y mal iluminada. Lo cual n0& incita a «dejarla per
derse» .como
irrecuperable.
O bien entonces, considerando solamente
la libertad de concien
cia, renunciamos a
informar a
esa conciencia
y caemos en el libera
lismo,
dejando a
la persona
pensar el error, sin advertirla de ese error:
«Por'r¡ue si bien ··es cierto r¡ue la conciencia, incluso .erró
nea, merece muchas consideraciones, cada hombre, en con
ciencia, no
por ello tiene menos
el deber de hacer todo
lo
pasible para iluminar a ~sta última y establecerla en la ver
dad.
Sin
eso
hay culpabilidad en este punto» (119).
Habida cuenta del respeto a la libertad de conciencia, la manera
de presentar la verdad _es· tan- impo:rtante co·mo, la misma verdad que
se aborda. Ello exige nuestra delicadeza; nuestra prudencia y nuestro
sentido de las
posibilidades de aceptación por el sujeto al cual nos
dirigimos.
Pero .esas cualidades
no debieran
ser un freno a
nuestro celo por
la verdad:
antes J:,ien,. todo lo contrario.
Y siempre:
prudencia y carid'
¿Se ·puede obmr oomjuntamente con ú,s liberales?
Un adversario de::idido del liberalismo, don Félix Sarda y Sai
vany,
escribe:
. «G,ene,-a/.mente e.;ICiste el etr(!r de creer que e:l hambre pieo
~a ~on el:cor~ón, y aún muchas veces con el estómago» (120).-
(119) ar. J. Ousset: Fundamentos de la política, Spairo, 1966,
'(:120) Cfr., El liberalismo . es pecado, E. P. C., Madrid,.-1936 (9-ª ed.).
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UBERTAD, UBERAUSMO· Y TOLERANCIA
Su liberalismo no siempre es coherente,
. «Se . hace el. h~bre tib'era! -dice también Sarda y Sal-
. • vany-por deseo. natural de índependenci<> y anch<> vida ... ,
por el anhelo de
medr<>r::., por ¡;,· codicii:ti>, · io que le hace
buscar
el dinero y mejorar de situaéión (121). ·
Su inteligencia no
siempre
está .corrompida; ni su voluntad per
vertida
por la
confesión
liberal. No siempre llega hasta el e.memo
de su pensamiento.
Ciertamente. es necesario desconfiar siempre de la incoosistmcia.
A pesar de esto, y sin dejar de ilnminar, podemoo servirnos para
el
bien de lo que no es liberal: un cierto
respeto por el orden, el
horror a los excesos, la sociobilidad, la aceptación de ciertas reglas
y límites para la anarquía liberal y una preocupación, aún viva, por
el bien p4blico.
Cootemplado
bajo
la perspectiva .de su utilización para el mayor
bien -y no ya como principjo---, el liberalismo aparecerá como útil
o_ co.r.po perjudicial, según haga evitar -un ma_-yor mal o impida un
mayor bier1:,
Colaborar con los liberales puede resultar legítimo y hasra bene
ficioso
en casos partiatlares.
Así es como los católicos holandeses obtuvieron en 1917, gracias
a la Ley de Wisser, un estatu;to escolll' que ha permitido a la Iglesia
un impulso considerable en su país. Dicha fórmula respeta el derecho
natural de los padres (122)
y permite que se ejerza efectivamente.
La
ley, sin embargo, .tiene un aspecto libernl: todas las religiones
o filosofías ·están medidas por -el mismo· rasero, -lo cual es -contrario
a · la verdad · y condenado como tal por la Iglesia. No obstante, la
sabiduría
.imponía -y la historia lo ha demostrado~ que en aquel
momento debían aceptarse
tales condiciones.
Sin aportar todo
aquello
que la Iglesia pide, permitía, al menos temporalmente, <>
el «mayor bien» posible (123 J;.
(121) Op, cit.; pág. 128.
(12i} ,El.Estado.-no se :considera.-corilo el único habilitado para enseñar.
(123) La operación no dejaba de tener sus riesgos, pues a partir de ese
179
Fundaci\363n Speiro
MICHEL CREUZET
En cambio, con tal ley se hnbiese corrido el riesgo de prodncir
efectos contrarios
en
los países regidos
por instituciones
católicas.
Su
liberalismo hnbiese
ocasioru>do un
retroceso, mientras que en
Holanda permitió un progreso de
la Iglesia, que hnbiese sido impo
sible
realizar de
otro
modo.
En Bélgica, en el siglo XIX, el concurso de ciertos liberales per
mitió defender las
libertades escolares,
violentamente atacadas
por
otros liberales, plenamente coherentes y totalitarios, que trabajaban
para suprimirlas.
En todos los países, numerosos liberales luchan contra el comu
nismo, la colectivización de los bienes y el universo concentraciona
rio. En este terreno podemo. luchar junto a ellos.
Pero no
hay que olvidar que su forma de pensar, en lo más
profundo, siempre les lleva a reclamar la igualdad de representación
y la impunidad para «todas las tendencias» (incluidas las destruc
toras
del país). Simultáneamente se
oponen a los peligros de esta
hora ... y trabajan, inconscientemente, ·por abrirles camino.
De ahí la dificultad de una colabotacióu eficaz, pero limitada,
en la que no debemos dejar de
decir en
dónde está el mal
y de exigir
la continuación del
combal,e.
CoNCLUSIÓN
«Si el peor error --escribía Blanc de Saint-Bonnet (124)~
es aquel que aklca a ¡,.,. clases inteligentes, porque hie.-e a un
pueblo en su cabeza, el ,-liberalismo es, en este m"Omento, el
gran azote. Venir /t favor. de semejante eq11ívoco para en-
11Wcarar todos nuestros errores, instalarlos uno tras otro, dán
dole a cada· uno el nombre de_ una verdad, ¡es la suprema
momento los católicos se sintieron tranquilos, abandonaron el combate por
su
fe y cayeron, después de la guerra, en el liberalismo y en el progresismo.
Hoy desgarran con sus manos el compromiso
pacífico y se arrojan al laicismo
estatal y monopolizador. La tolerancia exige quedar vigilantes.
(124) Prelimiflaires ,:111 /ivre Je la chute, pág. 140, Casterman, París,
1878.
180
Fundaci\363n Speiro
UBERT AD, UBERAUSMO Y TOLERANCIA
calamidad! Es haber ericrmtrado el medio de cege1r defini
tivamente a !,ar almas, y, digámo.rlo iodo, de acorralarnos
en esta herejía de la mentira, que, consumando las o'bra.r de
1"1 bere¡í"' precedentes, presagiará el fin de los tiempos.
»El liberalismo es como si
el
error tomase posesión
de
todo un pueblo, es cqmo una alteración o une, extinción de
nuestras inteligencias ... Nuestra época está señaktáa por sig
nos
alarmantes, y debemos temer que el liberalismo sea el
exurdio de
lo
que la Sagrad" Escritura llama el
misterio de
iniquidad. Cuando el errur esté mezcládo con todo, y ya no
sea posible reconocer l" verdad, ¿qué podremos h«ceri'>>
«El azote
más funesto que pueda "1olar a los Estados»,
exclamaba Gregorio XVI.
En su obra El liberalismo es pecado (125), don Félix Sarda y
Salvany
escribió que
«el liberalismo, en el orden de las ideas, e, el
error .wsoluto, y en el r,rden de los "4chos es el absoluto desorden».
Al no poder existir el mal absoluto por ser una pura nada, la
gravedad
del pecado de liberalismo se manifiesta en que, más que
ningún otro, tiende a ser precisamente 1U1a pura nada.
En efecto,· las otras herejías, los otros errores, también son, como
todo mal, «una falta de ser». Pero llevan consigo una creencia, una
fe en
algo. Un
algo
falso, sin duda, pero
del que
se dice que es
verdadero
y .i que, por eso mismo, se le ama. Lo cual prueba que,
al
menoo, persiste el principio de verdad.
El error del
subjetivismo, el error del
liberalismo,
SQ11 mucho
más graves, pues quebrantan, destruyen, la noción de verdad y, con
ella, la idea misma de lo <
De
ahí viene la extrema dificultad d.e la lucha antilibera.J. An
tiguamente los
heresiarcas afirmaban algo y se hacían condenar, pre
cisamente por
sus proposiciones.
Por el contrario, el alma liberal es fugaz e inaprensible, como lo
irreal o la. nada.
(125) Esta obra fu~ defendida conÚ-a sus detractores por un. decreto de
la Sagrada Congregación del Indice (10 ~e enero de 1887). El decreto pre
cisa que su autor «merece alabanza, porque con argumentos sólidos; clara y
ordenadamente expuestos, propone" y defiende la sana doctrina en la materia
que
trata».
181
Fundaci\363n Speiro
MICHEL CREUZET'·
El subjetivismo,· el· liberalismo, fuera de la · definición filosófica
que
se puede dar de cllos, no tienen proposición estable. Mí! fórmu
las
contrarias
podrán manifestarlos igua.I <;le bien. C:ondenil<)os bajo
tal
aspecto, reap,;,ocen bajo
tal
· 01;ro. ·
No olvidemos que,
por
esencia, subjetivismo
y liberalismo no
afirman n.lJda, no sostienen -nada .. Lo inciertoj la duda; ·el-.· «quizás»,
lo vago, · lo mal definido, todos estos baluartes de la nada· son sus
defensas naturales. . .
¡ SH, . «lugar geométrico dd error», po~que puedé, abrigarlos a
todos.
En
esta confusión
gener.I, ¡cuán fácil es dejarse deslizru; por la
pendiente liberal!
Uri: profesor de lnstituto,'muy hostil
al
liberalismo, a
pesar de
toda, nos· confesaba:· <
mis
COnvitciones ~e debilitan. -;~.dq~ero, ¡,or contagio ael medio;
1a
costumbre
· de tenér cülpables abandonos.»
·
Eso fue lo que les ocurrió a
los católicos
liberales en el si
glo x1x (126) y a sus sucesores.
Los discípulos· de la Revolución y
los
Úancmasones no
tenían
en
la bocá más que la palabra 'libertad. El eq~ívoco de la palabra les
eri:gañó. Apoyárulose (rori rilzón)en el válor cristiano de la libertad,
llegaron (
sin
razón) a hacér suyas las teorías de los liberales, bájo
pretexto
de trabajar con
ellos para el bien.
Por
falta de
uria doctrina sólida, «han hecho rj11e el vivir con SIi
siglo sed como una ·1ey, y creim (o ie i,n,.girtán creer) que todo va
bien dfÍ» (Sardá y Salvan.y). ·
Grandes
espíritus
conio Liunennais, Lacordaire, Montalembert,
fueron
valientes
precursores de las libertades escoláres. Pero, en lugár
de limitarse aJ C(/mpromiso ron los liberales, estimaron ·que el libe-
ralismo era" un ·principio -de acción. ·
Los católicos liberales llegaron, sin querer, a minar los derechos
de
la Iglesia en los
Estad!"'. Contribuyeron a hacer que
los gobiernos
(126) Nos falta espacio para tratar de esta. categoría de .liberales. T~do
lo ·que hemos di.'fcho Se .aplica a, ellos. ~o el peligro de. -su libera:].ismo es
todavía más insidioso.
182
Fundaci\363n Speiro
UBBRTAD, UBBRAUSMO,>.Y TQLBM>/(;M
pasasen de la influencia católica .. a· la de las ideas-r,:volucionarias y
liberales.
Coi:royeron la Iglesia
caron a los suyos en puestos influyentes y elevados. De ahí procede
)a debilitación
de.
la. autoridad, que l¡oy. wrnprobamos, a pesar de
las advertencias y
de
las conde/¡aso.de los • papas. ·
· Tris sus precursores, el liberalismo católico se ha ·agravado.
En
los
tiempos
rigos
una
mayoría no
liberal
y combatiente. Hoy la proporción es
la i11ver5"-. Los católicos están desmoviliza.dos: ' ·
Se llega a decir, a escribir, a· pre
que tad~" las ieligiónes sirv~,. que . 13.S __ instituciories civiles,_ e· i~d~
rcligiosas, no tienen ninguna impo,rtancia para Ía fe, que fa Iglesi¡
no
tiene necesidad de
dogmas ni de moral estricta, que basta el im
pulso del corazón pia
ludio
del reiuo de Cristo.
· · · · ·· · ·
La. imprecisión. liberal, su viga fHantropía, -~~ 'gan~do amplia
mente
a los
medios católicos, a: los clérigos y al episropo
Ya su teridencia totaliwia. ' · · · , - · ·
En 1876, Lnis Veuillot escribió ya.spbrelos liberales lo siguiente: . . . . . . ., .. ,, .'·
«T <>do el mal que ellos p"odJán temer ha aumentado; todo
el bien que ¡,odian esperar y que rleblan conservar ha pere
cido. Sus imenciones han podido ser eXée/entes, ¡,ero han rea,
/izado muy bien e/
_mal y han hecho muy ma/; el bien» (127),
El. áJ;l¡ol ha da
· · La lqcha con~a el liberalismo es tanto más · urgente O:W.to que
su
penetración se hace más amplia' y más hip6crita. ·· ·· ·
La insipidez de nuestras convicciones. es· tanto más de temer
cuanto que nos bañamos en' un clima libera:!· y que las, necesidades
del
momento
nos obligan a la tolerancia. · · ·
(127) L'Univers, 18 de septiemb.t~e de .. 1876.
Fundaci\363n Speiro
MICHEL CREUZET
Pero ¿cómo detectar el vicio liberal en los escritos, los discursos,
los sermones y los programas políticos?
«Sacerdote amigo de liberales, mendigo de sus favOt'es y
alabanzas, y ordmdl'iamente favOt'ecido con e/1"1, lrfk! consi
go,
por lo
regular, muy sospechosa rewmendación de
orto
doxia drn1ri11al>) (128).
¡ No sólo para un sacerdote!
Un hombre político,
hasta ahora
ignorado
y desconocido, de re
pente es objeto
de artlculos elogiosos de ABC o El País. Se le recibe
en las antecámaras del poder y es condecorado.
Tal escritor ve sns
obras. publicadas
en
grandes tiradas. Deter
minado
cantante ve sus
discós transmitiklos. frecuentemente
por la
radio y su rostro sbundantemente televisado ... Cierto prelado es ala:
bado
por su «apertura». No busquéis mucho
tiempo: en
las obras
de
estos hombres, o
en
sus artos, descubriréis compromisos
coo el
HberaJlsmo. · En un punto o en ofro, abandonan la sana doctrina o la
honradez.
Desde entonces estarán obligados por el sistema: sólo seguirán
siendo populares en tanto que renuncien a la
verdad o al bien.
A
la inversa: si hombres conocidos sirven a una causa justa, las
puertas, en
odelante, les estarán; cerra
del
funcionario quedará bloqueado y la «conspiración del silencio» fun
cionará contra
el artista o el escritor.
En un país podrido de liberalismo, quedar fiel a la objetividad
del
conocimiento y al amor verdadero no atrae la gloria.
Ciertamente, el
test que damos no es sbsoluto. La prensa y los
medios de comunicación de masas, si quieren
parecer «abiertas a
todos»,
se
.ven obligodos a
dejar
hablor a
hombres que
exponen va
lerosamente la verdad. ¡ Y no procede ~ de traición a todos aque
llos
~ quienes los liberales inciensa.o ! Pero estamos muy obligados
a
advertir
el papel que juegan los abandonos liberales en muchas
«popularidades».
( 128) Sardá y Salvany, op: ,;,., pág. 12,.
184
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UBERJ.'AD, UBERAUSMO Y TOLERANCIA
Por su parte, ¿cómo podrán los liberales distinguir, entre las
gentes
rectas, aquellos que pueden servirles?
Algunos tesis son significativos.
«;Se publican las bases de un proyecM? Mirad si lo aprue
ba
y recqmienda y luma por su cuent" la comente liberal.
En ktl caJSo, tal o-bra o pro1ecto están ;uzgados: son Cosa s11ya ...
Demmfiad, pues, de todo lo que ,,!aban y ponderan los li
berales. Es claro que le han visto-a la co,a o stJ origen o sus
medios o su fin, fdtloral,le, al liberalhmo» (129). ·
Si una obra o un proyecto se oponen a ellos, los liberales dispa
ran, desde htego, bala ras.a contra lo que no se aviene con su modo
de pensar>> ( 130).
Las reacciones de los liberales nos. son, pues, valiosas para . saber
en dónde olfatean amigos o en donde olfatean enemisos.
Pero conocer no basta.
¿Ea necesario combarir ~ liberaNmno?
Sí, es necesario combatir siempre a1 liberalismo. Pero no es ne
cesario
combatir sistemáticamente
a los liberales ... , porque no todos
están completamente
ganados al liberalismo.
Algunos
creen que son liberales y no lo son, o sólo muy poco.
Otros lo son a medias, o a tres cuartas partes, etc.
Aquellos que van
hasta el fin en su liberalismo son raros y más
fáciles de
comboor: se
les puede
atacar por
su
totalitarfrmo y en
contrar
a!liados en
este
comba.te... ¡_hasta entre
los presuntos
<
rales»!
De ahí la necesidad de saber bien lo que se quiere, lo que se
hace, d6nde se
ponen los
pies, y de conservar en el espíritu esta
máxima del R, P. Vallet, que, sin embargo, no era· liberal: «Dejad .
patar al flttco, dejad pa,ar al
gordo. No la emprerrdáh má, que con
los muy gordos.»
(129) Sardá y_ Sal-vany: op. ci;., ~-' ·.137 y 138.
( 130) O p. cit., pág. 138.
185
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A11CHBL '.CREUZET, ,;. ·
Cuántas buenas 'gentes, pierden el :tiempo atacándose unos • otros
por querellas
sin importancia
... ;
mientras que
el
·enemigo de
la ciudad
invade
la plaza, se hace amigos por todas partes y continúa avan
zando.
, ·· Es célebre el recuér
de IOS ángeles, en 'Bizancio/:mientras:····qué· 10$ CjérdtOS mU.Su.lmanes
asá.l.tahan
la ciudad. · · · ·
Heln()s
dicho antes que la práctica de la tolerancia no marcha
por sí sola y que necesita '.¡nncha fi.rmeza, sabidurí", habilidad, ca
ridad, respeto de las conciencias, etc.
· ·. Para combatir al liberalismo utilizando los servicios 'de los semi
liberales, o <
sonas,
el
sentido de la
eficacia en la búsqueda de la ·verdad,· se n~
ces[tán ta.mhién
cuafidades serias, Virtudes (porque de lo que se
trata
es de la fuerza del almá:). . . . ..
Atacar
a
un enemigo fugaz e insidioso río es· el reposo ahooluto.
Como constantemente se nos desliza entre los dedos, el combate es
-continuo en todos los insta,n~,y. en todas ~-.
¿Cuáles son, por consigiii;,;,_ie; · las ;irtudes _:_,¡as fuerz.,:._ miís
neces.a#as?
.
l. Coqoeimiento de la rerdad
Aquel .que uo se . forma. constantemente debilita su celo por la
verdad.
·
Se
vocabnlarfo
(Bl). Por habilldad y por la preocupación e inquietud
por, ser <=omprendido, emplea palabras que la . misma nfP«raleza de
lo que.
repn;,seqtan. debiera. impedir su utilización, «Si acept¡, la pa
labt", aceptará ta,¡,bren_ la co,;a.» Él empleo de la palabra «revolu
ciqm¡, en
un sentido.
que se consi~ra .. ho.noral>le,' ha .llevado a .. mucha
gente al campo marxista
...
sin que se
diesen cuenta. Por falta de. fór,
(.131) «Guerra a -lis palabras · .. -equívocas>5.' Cfr. Jean Ousset: Para que
El reine y La Mción.
186
Fundaci\363n Speiro
UBERT AD, UBERAUSMO Y TOLERANCIA
muias dogmáticas, aquel que no· está, formado llega ·a ello sin dudar
de su fe. Por falta de· bases para un sano ,realismo político, 'se· com·
promete en cmclquier cosa y· con. cualquiera, y no avanza ·una pul
gada en su acción,
Acaba por •dmitir que lo que es generoso es forzosamente bue,
no, o que su testimonio personal transformará, desde dentro, las
estructuras sociales ..
2; Equilibrio y buei, hQmor . . , .-\. ·. . .-' .. •,·.
si . tomamos en serio 1a inconsistencia liberal r 1. brutali
sus consecuencias · totalitarias; -· nos · :ínoriremos .
de
tristeza, · antes_ de
que·
el
·enemigo nos-mate.
Si no sá~ reir, nuéstro. equilibrio interior está perdido; da
mos
garantías al error liberal... y a sus con~encias. ·_ .
Bergson c;xplica la risa. (Í 3 2} .por una. es~ie . de desequilibrio
entre
ciertas ideas o situaciones y la realidad:, I>,e '1hl priwienen los
chistes y las situaciones cómicas, Bl liberalismo, al estar, por defini
ción, , éir desequilibrio constante-oori lo real, resultará forzosamente
burleséó sl sabemos verle bieri... y réír bien. ,
', La Civilta CattoUca es un diario italianofondado porPío IX
para combatir al libera.lis~. Sardá y Salvany estima «qué no deja
sosegtW con .suS · ar.tfcu_/o,.r, · ya en-serio,_ ya. en tátira, a _/us. liberales de
,u pafo> (133).
, En un artículo titulado «¡ Ufi poco de caridad!», este periódico escribfa: ' .. . . . . ' ' . ·.. .
«Noso/r()s, _al revfs, no quer:ernos h,v;erles { a los liberales)
sjno la cariddd de gritarles, reprenderles, excitarles por mil
.. mr,dos.a salir de SI{ _mal camin<>.»
(132) Cfr. su librito sobre la risa. P. U. F.
' · '(133 ). · O'f1 .. cit.,· pág . .98 .. Desde, aproxi~danumte, 1960; es«: periódico
ha cambiado por completo. Así, por ejemplo, por la pluma del R. P. Ca
prille, hasta hace poco fem:zmente hostil a las sectas, se ha convertido ·en
apologista de la aproximación . Iglesi~francmasQOería,
Fundaci\363n Speiro
MICHEL CREUZET
Este procedimiento fue constantemente empleado por los docto
res de la Iglesia que sacudían vivamente a los herejes. Sardá repro
duce ciertos textos que nuestra época soportaría mal.
La
Civilta Catt&lica, siguiendo la buena tradición, propone el
arma de la risa.
«Quisierán, sobre todo-, esos señO'f'es /iberaJe1 que se
les
tomase siempre muy en .serio, que se
les
estima.re, · reveren
ciare y o-bsequiase y trata.re cem.o personajes de mtportancia,
,.esignaríanse a que se le.r ref.utase, si, P"º so·mbrero en mano,
inclin,mdo el cuerpa y baja la cabeza ro reverente y bumil
dosa actitud, De donde vienen sus quejas cuando algun" vez
se les pone en .ro/fa, como se suele decir, esto es, en carica-.
tura, a ellas, los padres de la patria, los héroes del siglo, los
italianos de verdad; la prupia lttJlia, como suelen decir de sí
mismos. en más c-0mpendio1a·expresi6n. ¿Quién tiene, empero,
la culpa, si es tan ridícula esa pretensión que tJi mismo He
ráclito fle hiciese soltar la carcajada? ·
»¡Pues qué! ¿Hemos de estar siempre ahogando todo mo
vimiento tullurtJi de ris"?
»De¡arnos reir cuando ciertamente
no se puede P"'"" por
menos
es
ttNnbtén obra de misericordia, q11e fos libertJles po
drían
otorgarnos con toda voluntrlá, Y" que por SIi ¡,arte nada
les cuesta. Cualquiera comprenderá muy bien que: _así como
hacer reír honesta.mente a costa
del
vicio y ·¿e los viciosos es
de suyo cosá m11y buena ... , MÍ, hácer reír ·alguna que otra
vez a ·nuestros lectores a costa de los liberales es verdadera
qbra de misericordia y caridad para los mismos lectores, que
dertamente, 11/J han de ,estar siempre serios y con la cuerda
tfranle mienPrM
leen
el
periódico. Y al
fin
y tJi cabo los mis
mos liberdlef, si bien lo coniideran, ganan mucho en que se
rian lo.s. (}/ros a costa de ellos, pot' cuanto de e{ta suerte viene
a crm_ocer todo _él m:llndo que no son.a veces tádos sus hechos
tan hoMibles j, esp,mtables uimo pudiera. parecer, ya que ta
ris" 110 suele provocarla· de· ordinario más que IM deformida
des i11ofenstv®>
(134).
Pero la risa supone no solamente el conocimiento de la verdad
(134) Sardá y Salvany: op. ,;,., págs. 105 y 106.
188
Fundaci\363n Speiro
URERJ: AD, URER.ALISMO Y TOLERANCIA
y el aborrecimiento del error y del equívoco, sino también el válor
de ser veraz. ,
La cruz de la Iglesia y de las sociedades civiles siempre ha sido
el desaliento y la pusilanimidad de sus hij06, más que los asaltos
enemigos.
Soljenitsin
lanzó una
«llamada a la resistencia», que fue escrita
unas horas antes de su arresto el 12 de febrero de 197 4 y publicada
en Le Fígaro de 26 de febrero.
En Archipiélago Gulag reprocha al pueblo ruso que no se haya
sublevado durante los gigantescos arrestos de Leningrado, organiza·
dos por Stalin.
Pero ¿qué
hacer ahora?
La
única resistencia que a Soljenitsin le parece
posible y eficaz
es
la repnlsa a la mentira, lo que él llama los nueve «oo» del hom
bre libre.
La afirmación de la verdad nos cuesta materialmente muy
poco.
Guesta mucho a los pueblos oprimidos por el comunismo. Sin em
bargo, el escritor ruso no duda en hacer de ella la única condición
para la resistencia.
«Ttm desesperadamente nos hemos deshumanizado, que
ál frugál comedero de ho·y le consagramos todos los prind·
pioJ
de
nue1tro e1plritu, todos
los
esfuerzos de nuestros ~te
ptMadrn, todO's Jo,s rectlf'sos destinados a nuestros descendi-en
tes, con tf# de no perturbar nuestra desdichada existencia. No
nos queda ya firmeza, ni orgullo, ni oordiálidad. Y ni ,iquie
rea tememos que se produzca un cataclismo universal de ori
gen e1tómico, o que se declare un"' tercera guerra mundial ...
11L-o
úrrico que nos aterra es que los ciudddano-.r se enfrenten
a la realidad con válentíá! Con tál de no separarse del rebaño,
se eludirá cuálquier paso en sulitdi'io, y el día menus pen,ado
nus queddi'emos
sin pan blanco, sin cálentadores de gas, ,in
el permiso de residencia en Moscú ...
»Y aquí ... radica la clave de nuestra liberación ... : ¡No
estamos dispuestos a dispen,ar nuestra colaboración personal
a la mentirtJ! A11nq11e la mentira c11brtJ todo con su ponzoña,
aunque la mentira reine por doquier, nosotros no daudicdi'e·
189
Fundaci\363n Speiro
.MICHEA CKEUZET
. moÍ. Aseguremos, de todos modos: ¡No. -dominará con mi_
"yuda! ... Porque br,sta que la geute se aparte de la mentira
para que ésta deje
de
existir.»
Li
lista
de
los medios es muy larga: negativa a llevar una ban
derola mentirosa; a asistir, por fuerza, a una manifestaci6n o mitin,
si ello ámtraria la libre vohmtad no suscribh-se ni comprar revistas
e perMdfros en
los que la información esté amañada falsamente, et
céter~
(135).
Pudiera creerse que esta valiente· declaración está. escrita para
nosotrós, dado que ya ... , tan clara como la luz del día, aparece la
tontería de creer que la
ambigüedad Ilberal puede oponerse al rigo
rismo de las consignas comunistas, cuando en
·realida:d es su
mejor
instrumento .
. ,Soljenitsin, un siglo. más tarde, coincide con. el cardenal Pie cuan
do éste
exclamaba: «se ha ensayado todo. ¿No habrá llegado la hora
de-ensayar la verd,,,J?» (136).
3. Esperanza
El valor de la verdad, la prudencia en la práctica de la tolerancia,
exigen 'lin refuerzo c_ontinuo de· la virtud de· lá esperanza, un-a fuerza
de-_ca~er que
el honibre no
serí~ capaz de encontrár.S01amente en
sí .lllÍSmo. Los .dones del Espíritu Santo le son indispensables. Los
conseguirá mediante· la piedad, la frecuencia de los. sacramentos, la
práctica de
los retiros
y la dulzura de espíritu que lo defenderá contra
la_ ~citud, la exageración; el repliegue ·sobre sí mismo, los ataques
inútiles (137) contra las personas .
. (1'3j) A. SoljeflitSin: Le Pigaro, 26 de febrero de 1974, Ha sido publi
cado en
_castellariO· en
la
obra ·«Carta a -los dirigentes de la Unión Soviética\>,
Plaza
& Janés, julio 1974.
(136)
· Cfr
.. E.
Catta: La doctrine poiitiq-11e .et socia/e du ·cardinal Pie,
N. E. L., 1959.
(137-), Nosotros, correctamente,. decimos ,«inútiles». Atacar en su persona
y -en Sus; actos a aquel que ejerce -una. función pública puede -r~resentar una
190
Fundaci\363n Speiro
UBERTAD, UBERAUSMOY TOLERANCIA
A la inversa, los· dones del! F.spíritu Santo darán luz, sabiduría
y fuerza para no empeñarse en vías aventuradas, en sueños peligro
sos y en vergonzosas capitulaciones.
4. Sentido de la acción
-· . '
Este sentido permite apreciar hasta dónde puede ir la tolerancia
y en dónde deberá detenerse, lo que se puede y lo que se debe legí
timamente
sufrir,
y lo que es inaceptable para fa razón y la fe.
Entonces, el «no» e& pr~dente. Y el «antes morir» sigue siendo
válidO, e incluso obligatorio~ porque tolerar set'ía traicionar.
El
sentido de la acción
dirige también nuestras relaciones
huma
nas .. Resúita muy
aconsejable no
complacerse en el
trato con liberales
y evitar a veces su compañia:, si de elfa ha de resultar indiferentismo,
tibieza
y pérdida de objetividad.
Es c_ierto
qu.e cuando
se trabaja en un
rnooio profesional
en donde
dominan'
)os liberales
resulta difícil
escapar a
su
contacto.. Entonces
conviene
hacer todo
lo
posible para poo.erles delante
de evidencias
y obligarles a reconocer la verdad por. sus frutÓ·s. Los resultados to
taJitariosdel lrberalismo pueden servir.'de ilustración.
Por el contra
rio,
. cwmdo es
posible obrar
de otro modo, no resulta práctico per
der el tiempo en charlas sin fin con gentes que se pierden en matices
para no ver el color. El continuo escepticismo,
el sentimentalismo,
la
negativa a ver claro, hacen
los coloquios infructuosos.
Resta que no tenemos derecho a encerrarnos en un ghetto con
gentes de buenas ideas, rígidas en su intolerancia. Estas gentes, a cada
instante, desenvainan
la tizona, dichosos en exceso
porr partir
de un
tajo, a un adversario, al que
para siempre
apartarán de la verdad.
Luego, entre la disposición liberal
y la disposición de los tem
peramentos belicosos., la tarea no es fácil.
forma de caridad social. El personaje escandaloso busca siempre hacerse _pasar
por
un alma grande, y engaña a aquellos cuya con.fianza o cuyos votos bus
ca. Df:hundar al hipócrita: es una fom:i3: de liichar · contra la mentira cuando
aquél ··sirve la-causa-pública (si no, sería una· mutmriraéiónl y con· la e:Xpresa
condición de que se ·esté seguro de lo que se' dice ·(-si· no, seifa una talurnti.ia-).
191
Fundaci\363n Speiro
MICHBL CREUZET
Sin embargo, la disposición fundamenta:! de aquel que se bate
contra
el liberalismo se encuentra
en el equilibrio, la sabiduría y la
tranquila audacia.
Debe perseguir con interés
descubrir, en
todos,
lo
que aún queda de sentido común,
de gusto
por
la verdad y de
horror
al mal, para, partiendo de ahí, encontrar temas en los que
se esté de acuerdo.
El análisis objetivo de las situaciones permite descubrir puntos
comunes, a partir de loS cuales se establece un compromiso, que nun
q1 ~rá definitivo, pero que prepara el camino para un reconocimien
to de verdades parciales, según· sus resultados.
En contra de la ideología liberal, este método permite fragmentar
la dificultad
mediante nna progres1ón, ob¡etiva y continua, que parte
de comprobaciones ->usceptibles de ser admitidas por gentes de
todas las ideologías-
para elevarse a explicaciones verddáeras de lo
que
primeramente se
ha comprobado.
El compromiso no es una. abdicación.
Descansa en bases verdaderas. Supone, para el apóstol de la ver
dad,
el deber de ir más allá y más arriba de la etapa y de la tole
rancia de una
situación imperfecta y provisional.
El sentido de la
acción no
es un lujo.
Es una necesidad del rom
bate por la libertad. Porque es la verdad la que libera. V eritas libe
Mbit VOS (138).
(138) Evangelio según San Juan, VIII, 31-32. «Decía, pues, Jesús ... ,
"Si vosotros persevetal'.Cis en mi enseñanza, sois verdaderamente discípulos
míos, y conoceréis
la verdad, y la verdad os hará libres.»
192
Fundaci\363n Speiro
POR
. MlCHBL ._ Clt.EUZET
.IX
LA -TOLERANCIA CRJSTl,ANA
Tras haber estudiado la mentalicLLd · liberal que rige la tolerancia
de todo: el tolerantismo, ahora
.nos es
posible distinguir la
verdadera
tolerancia de la falsa.
Un examen de la etimología nos Uevará a ello.
Tolerancia viene del latín
tolere, que quiere decir soportar. To
lerar es, pues, soportar.
Tolerancia y nociones de bien y de mal
¿ Se soporta un bien?
Nadie soporta un bien: disfruta de él cuando lo obtiene, y des
pués busca· otro l>ien mayor o más elevado.· No ¡,ara. soportarlo, sino
para sacar. de él un provecho material, espiritual, político; personal,
etc.étera.
Pero se soporta el mal. Cuando no se puede obtener el bien que
se
desea. Y
cuando se le ha conseguido, se
soportan los males,.y las
dificultades
que nos impiden obtener
el bien superior. · . · . .
La _noción de t()lerancia, de entrada,, __ implica ~a nocipG d~., un
bien. Y la ausencia de bien es un mal,.
Hasta aquí, en los. ejemplos de tolerancia que hemos. puesto, nos
167
Fundaci\363n Speiro
MICHEL CREUZEI
hemos abstenido de de::ir en dónde está el bien y en dónde está el
maJ.
Aquel que sepa que el marxismo es Ul1Jl ideología según la cual
no hay ni bien, ni bello,
ni verdadero (109), puede preguntarse lo
que
representa
la tolerancia, .. ¿Tolerancia de qué? Puesto que el bien
de ayer se transforma en un mal, según las necesidades del comba.te
revolucionario.
Y, sin embargo, es un, hecho .que Jos regímenes colectivistas «so
portan» propiedades privadas limitadas, y a sus oposicionistas, en
lugar de aplastarlos cuando lo
juzguen oportuoo, etc.
¿ Simple táctica?
Sin duda. Pero es. necesario convenir que, incluso en este caso, el
objetivo político a alcanzar actúa como «bien>> provis.iooa.l, y justi
fica
la tolerancia con .respecto a principios «burgueses» que se acep
tan... con miras a una mayor eficacia revolucionaria.
Los árabes hubiesen preferido ocupar ellos solos España y des
truir o convertir al
Islam· a
judíos
y cristianos. En nombre de la
«guerra
santa» eso hubiese sido un bien. Pero a pesar de persecu
ciones y apostasías, no lo lograban. Lo más sensato era «contar con».
Por el bien del Islam era necesario soportar un mal: la presencia y
la religión de los «perros».
De donde
se puede deducir que la tolerancia
-su¡,rme la 11oci6n de bien ( al menos implícitamente) y la de
mal;
-que no es un bien, sino un mal menor ... ;
- ... con miras. o obtener un mayor bien, el cual no se puede
alcanzar de otro modo, ora porque el mal tolerado sea inevi
table durante
un cierto tiempo, ora porque no se pueda eli
minar
sin injusticia para las
personas o peligro grave para
la sociedad.
La tolerancia está de acuerdo con el adagio «lo me¡O'f' es enemi
go de lo bueno».
En ciertos casos, el mal menor puede apareoer como mucho más
(109) Cfr. J. Otisset: Marxismo y ·revo/uci6n1 Speiro, 1977.
168
Fundaci\363n Speiro
UBERTAD, UBERAUSMO Y TOLERANCIA
deseable que Wlll búsqueda intempestiva e imprudente del bren, que
comprometería
las posibilidades
futuras de su
obrención.
Pero la tolerancia, en_ sí misma, no es, no puede ser, wi bien puro
y simple.
No
se la puede considera. como un principio fundamental de
sabiduría, valedero en
todas las condiciones, bueno en sí mismo y
por sí mismo, regla perentoria y· universal de prudencia política,
aplicable
en todo tiempo, en todos los Jugares, en todos los medios
y para todos los problemas.
La
Iglesia, ya lo
hemos visto, en nombre de 'los derechos de la
verdad
y de la caridad, no puede aceptar el liberalismo.
La
sociedad no siempre le da los medios de rea.Iizar lo que ella
quiere
para el bien de las airoas.
En estas situaciones, en adelante tan frecuentes, podrá suceder
que aqw o allá, sobre un punto u otro, se vea en la m:cesidad de
ceder
ante la superioridad de
fas fuerzas políticas.
Pero
en este caso no se capit111tJ, sino se tolera. Y aún en tales
circunstancias es necesario que la doctrina quede a
salvo y que
se
pongan
en práctica todos los medios eficaces para conseguir, pro
gresivamente, aquello a lo qae no se ha renunciado·.
Conseguir ... , tolerar ... , no c.a.p~a.r ... , no renunciar ... , poner m
práctica los medios eficaces. Se necesitaría Wia singular aberración
para identificar esta tolerancia con el viejo sueño de conciliación
entre la Iglesia y
las «ideas modernas», caro al liberalismo católico.
«No impedir el
error)>, esa penosa .«necesidad», Pío XU recuerda en
seguida su finalidad: promr,ver un bien mayor (110).
Cuando sea igual la ventaja de tolerar o no un error, será ru:re
sario dejar de tOilerarlo.
(110) Cfr. Discurso de Pío XII a la Unión de Juristas Católic;os Italia
nos el 6 de diciembre de 1953.
169
Fundaci\363n Speiro
MICHEL CREUZET
Cpn mayor razón si la tolerancia, lejos de i,mponerse; · contribuye
a
mantener el error o el equívoco en los espíritus ( 111).
Tal
es el caso =do en loo países todavía «libres» se deja
progresar al
comunismo bajo la protea:ión de las leyes y de la «bue
na
vecindad»; =do se <
ci.Ia!1do se cierran· los
ojos ante
Sus vías de acceso y sus
complicidades,
· pero que; en
cambio, se sublevan
tan pronto como
los
espíritus lúcidos pretenden
combatirle.
En lugar de poner en práctica los medios eficaces de que a-6.n
se
dispone, como
pide Pío XII, de antemano se colocan en el mismo
nivel que las naciones doblegadas ya bajo el yugo. Se calla la doc
trina social de
la Iglesia y se prepara el camino. para un estatuto del
catolicismo,
análogo a los
de la Polonia o la Hungría comunistas.
Semejante tolerancia de. un mal que se puede y se debe combatir
se llama traición o cobardía.
La
verdad nos obliga ·a. decir que loo cristianos -laicos no siempre
son lo bastante valientes para defender los
derechos de Dios y de la
Ig!ésia, y que llegan a tolerar el mal cuando sería oportuno comba
tirlo. Ello
por benevolencia, miedo o interés.
Pero los clérigos
también son responsables cuando
traicionan su
misión o
no
·reaccionan. más
que débilmente -ante los asaltos de
lo\S
enemigos
de la Iglesia,
La· política vaticana y la de las comisiones episcopales• de nuestro
tiempo perdurarán cotno tristemente célebres por
el apoyo, tácito o
probado, que
aportan a
la revolución ·oo · el mundo entero. A fuerza
(111) Un reportaje de Annale_s de. la propagation de la _foi sobre los
católicos de
Nuevas Hébridas se refiere a ia tolerancia existente entre ellos
y loS · protestantes. La revista se felicita por ello: no más luchas religiosas.
Pero esta
«paz» conduce a· un verdadero interconfesionaLismo. Del mismo
modo, en
los ·
países anglosajones, la
costumbre de no
hablar de
religión, ni
de política, lleva consigo la pérdida del celo por la
verdá.d y, luego, la in
diferencia liberal.
En los Países Bajos, la decadencia del catolicismo, después
de la Segunda Guerra Mundial, se debe a la mentalidad liberal que se in
filtró en ese país oon las.· obras francesas, de Emma.nuel Mounier y Teilhard
de Chardin.
170
Fundaci\363n Speiro
UBERT AD, UBERAUSMO Y TOLERANCIA
de «diplomacia», los pueblos cristianos son abandonados a la sub
versión.
Estamos lejos de los tiempos en los que Europa era salvada del
peligro islámico por la
Cruzada {Í12):
Esto
no
debe .i.mpeclic, de ningún modo, luchar a los laicos por
su ciudad temporal contra el Islam de nuestra época : el marxismo
y sus connivencias liberales.
Los clérigos,
en
ciertos
casos, puedeu
alegar la
penosa oocesidad
en
que se encuentran para tratar
con el
enemigo en
condiciones de
plorables, y para conservar un mln.i.mo de libertad de evangelización
en
los países perseguidores.
· ·
Los laicos no están obligados a seguir las huellas de los clérigos.
S11 deber de es/lulo temporal les obliga a resistir.
Este
ejemplo
contemporáneo pone
en evidencia
las dijicultddes
de l<> tolerdlZcia:
. -o se corre el riesgo de traicionar la verdad y los derechos de
Dios,
- o se corre el riesgo· de provocar, por wi celo intempestivo,
males
peores que la tolerancia provisional de los que ya
existen;
Práctica de la wlerancúi
Las «posibilidades» de la doctrina católica son a veces redúcidas
por
un tiempo bastante largo.
Ese es el caso de los países profwida
mente
laicos, o
caídos desde hace siglos
en la herejía, o
embrutecidos
por un liberalismo y un amoralismo prolongados.
Una crítica -exclusivamente negativa de las instituciones e:xisteri-
(112) San Pío V, en el siglo XVI, fue el último Papa qu.e predicó la
Cruzada contra
los
twcos. Las
tropas
de la cristiandad, mandadas
por don
Juan
de Austria, .hermano de Felipe II- de España, consiguieron- la brillante
victoria de Lepanto. Y como -trofeo. trajeron el estandarte de Mahoma. Pa
blo VI lo ha donado a la República turca.
171
Fundaci\363n Speiro
MJCHBL CREUZET
tes no deja de encerrar peligros. La misma preocupación por la efi
cacia obliga a
buscar «normas más altas» de acción.
«El deber de reprimir las dewiaciones mwales y religiosas
,-----escribe Pío XII-no puede ser ... una última norma de ac
dón. Debe estat" s11bordimtdo a normas más altas y más genera
les, Jas cuales, en determinadas cirmn.st(lltcias, permiten,
e
in
cluso hacen a veces aparecer como me;or caminO', no
impedir
el
error, a fin de promover un bien mayor» (113).
Los apóstoles no condenaron el principio de la esclavitud, tan
radicalmente opuesto a la concepción cristiana de la libertad. San
Pablo
y los primeros doctores intentaron, sobre todo, transformar las
relaciones
de
dueño a
esclavo. Más tarde
exhortaron a
la liberación
volwitaria de
los esclavos, hasta que la condenación de la esclavitud
tuvo
algunas posibilidades de
ser
aceptada y puesta en ejecución, lo
cual requirió varios siglos. La liberación inmediata de los esclavos
hubiese
provocado una
revolución
· social, que se
hubiese sumado a
los
trastornos del
Imperio romano
y comprometido, con la evange
lización,
el advenimiento de costumbres cristianas. A fin de cuentas,
la supresión de la esclavitud hubiese costado ríos de sangre y, quizás,
hubiese resultado comprometida por una
acción precipitada.
De
nuevo encontramos la
misma prudencia
en la actitud de Santo
Tomás de Aquino.
Sus tratados de filosofía política permitieron la
evolución de la servidumbre hacia un
ti¡>Q de sociedad más justa y
más humana. Eso no quita que se viese obligado a tener en cuenta
una situación. social imposible de cambiar de golpe (114).
Tememos, por ejemplo, que un antinacismo sistemático y be
licoso de ciertos obispos, en lugar de
suprimir l.as dificultades de
los
países en donde el problema
se plantea de wia manera aguda, los
aumente
y los complique aún más. Las «operaciones en caliente>> rara
vez son eficaces cuando las
cos,tumbres no están preparadas y cuando
(113) Op. cit., 6 de diciembre de 1953.
(114)
Un artículo de la
Suma Teol6gica plantea la cuestión de saber
si
se
puede vender
al hijo de un siervQ. San.to Tomás, muy seguro, contesta
que «no». Pero resulta sintomático ver que la cuestión se planteaba en esa
época.
172
Fundaci\363n Speiro
UBERT AD, UBERALISMO Y TOLERANCIA
las soluciones demasiado radicales encienden la. mecha que provocará ·
la explosión entre las comu.nida.des étnicas.
En wi artículo de la revista Verbo, Jean Ousset, comentando la
cita precedente de Pío XII, recordaba con insistencia los inconvenien
tes de la tolerancia; sin embargo, indispensable (115):
«Pío XII no dice y no. podía decir que esta promoción
de un ,m;yor bien
sea el efecto directo y como esencial del
solo
hecho
de tolerar el mal. El hecho de tolerar el mal ( por
el menor mal que ello supone y que lo puede justificar úni
came11te) permite, por otro· ta.to~ promover un mayor bien.
Como el hecho de cortar una pierna gangrer,ad" permite sal
var al enfer=. Lo que jdmás ha querido decir· que, incluso
en ese caso, el amputado pueda considerarr un bien tener una
pierna
menos.»
«Mal menor» y no «bion», tal es la tolerancia, pero con miras a
obtener
wi bien mayor.
En
la práctica,
ninguna regla
es determinable a priori. Será ne
cesario
aprovechar las circunstancias • favorables para la promoción
del
«mayor
bien».
Dos
virtudes deberáo piesidir estas elecciones decisivas: la ca
riddd y la prudencia.
La caridad· es la disposición constante de· nuestra alma para bus
car Jo que
pu,ede ayudar en la adquisición y en la práctica del bien,
al amor y al servicio de Dios.
No puede
haber sabia tolerancia sin amor.
El tibio, el p
hacer todo y envilecer todo, favorecen ron' sus silencios o con sus
balidos ¡ la servidumbre de los cuerpos y de las almas!
Pero,
en otro sentido, la caridad da a los intempestivos el sen
tido de la medida. Con rabia en los corazones, se doblegarán aotes
de librar batallas inoportunas, sin suficientes posibilidades de vic
toria;
«La cariddd --'-
Fundaci\363n Speiro
MICHEL CREUZET
La 'prudencia no es el miedo. Es la virtud que regula nuestras ac
ciones.
A veces exige . audacia, pero con pleno conocimiento. A veces
exige tolerancia, pero con pleno ·conocimiento·.
La tolerancia no es nunca la actitud «todo vale».
¿Por qué tolerar, cuando no es necesario?
El Concilio Vaticano II quiso ser «pastoral». En sus declaracio
nes
sobre la libertad tuvo que rener en cuenta la pluralidad de con
fesiones en m1merosos países.
Una aplicación imprudente en España y en algunoo países que
siguen. siendo, casi unánimemente; católicos, ha provocado un replie
gue en el . celo cat6Hco y un . rápido aumento del liberalismo, del
modernismo y del progresismo.
Lo que prudenridJmente pudiera producir felices efectos en Es
candinavia se ha comprobado que es catastrófico más allá de los
Pirineos .
. Y, por. lo tanto, imposibili
más generales de la tolerancia:
L2 Toler"1tcia ilegitima: ruando con ella el bien no tiene nada
que
ganar y sí todo que perder. Tolerancia liberal que procede de
fa esperanza utópica de obtener un beneficio a fuerza de concesio
nes.
Es inadmisible ... y, de hecho, fracasa.
2.2 Tolerancia posible: cuando, auff combatiendo al liberalismo
en
el plano de los principios, se. obtienen. las máximas ventajas que
dicho liberalismo
pretoode conceder
a
todas las
opiniones.
3.2, Tolerancia- ne,es~ia: cua,ndo la reivindicación de los de
rechos de la Iglesi,¡, oo forma intempestiva, costaría un retroceso del
catolicismo
(ll6). Incluso en este caso, los católicos deberán guar-
· (116) 'r.a Iglesia, poí-ei CoÍlcÓrdato de 1801, tuv.o que levantar la ex· comunión
de los
curas constitucionales franceses
y
·adinitir las
intrusiones del
poder
revolu-cionari.o. Francia
no se ha
recuperado nunca
de las
secuelas· de liberalismo· f. de galicanismo, .que provocaron· estas coilcesiónes. · Y, sin em
bargo,
fue el
mal·
menor. Rehusar
este Concordato, a pesar de
sus fallos,
hu
biese
sido entregar la Iglesia en Francia a nuevas persecuciones.
174
Fundaci\363n Speiro
LIBERTAD, LIBERALISMO Y TOLERANCIA
darse de una cor¡tami!}ación por los principio, liberales, y tendrán
tanta mayor
necesidad de conocer y difundir la verdad cuanto más
obligados estén a
limitar sus aplicaciones.
Tolerancia y derechos de · la oordad
¿Cómo trabaj11t, nos dirán, por los derechos de la verdad con la
prudencia .Y la tolerattda ·,a:¡ueridas, sin recurrir a principioo diferen
tes, ac!'P!adoo. por nuestros contemporáneos, pero que están mancha
dos
de liberalismo?
Nosotros hemos encontrado
ya
esta objeción a propósito de la
Iglesia pmegwda de
los
pmmeros sigloo, y de la Iglesia mandando
en la sociedad cristiana. En el primer caso, reclamaba las mismas li
bertades que el paganismo .. En e/ segundo caso, hacía. todo lo posible
por
arruinar la influencia de
las otras religiones: pagan,isÍno, judaís
mo y diversas herejías. ¿Cómo justificar
estos cambios de óptica?
Un
laicista contemporáneo, Clément Uurand, hace poco, sin va
cilación,
zanjaba la cuesllión: «O se .dornma a la Igle,ia, o ella 01
domina.»
¿Cómo creer en un juego de fuerzas materiales cuando la Iglesia,
a lo largo
de toda
su historia,
demuestri que· tiene las más elevadas
motivaciones?·. ·
Un discurso. del cardenal Ott,,.viani proporciona la·• solución de
este
importante pt\)blema:
<
objeta:
voSO'tros Sl>stenéis d.oJ criterio.s o dos nor·
mar de acción difrtrent.es.J _según oJ sea_- más-cómodo: en_ .. 11n
pah católico 101tenéis 1a idea ·del E1tado corrfe,iÓnal con el
deber de proteger excl111ivamente a la religión católica; a la
invet'Ja, allí en donde estáis en· minoría, recldtrtáis el derecho
a la tolerancia o, ,implemente, la· fldl'idátÍ de c11llo,: por tanto,
dos pe.ros y dos medidas; 'de ahí una verdadéra y moleJta du
plicidad de ld que quieren áesembarazarse /01 · católicos que
tienen en
cuenta
el
actual desarrollo de la civilización.
»¡"Pues bien!, hay que utilizdJf' precisamente dos pesos y
J.os: m&didas: una, para la ver.dad, y,. la otra, para el -erro:r: .·
»L()s hombres que Je 1ienten en. tranquila po1eJión de la
·l7S
Fundaci\363n Speiro
MICHEL CREUZBT
verdad y de ta ;astida no recurren a las transacciones/ Exigen
el pleno, respeto de sus derechos. Por el conlrario, aq11eltos
q11e no se sienten segt(ros de_ poseer la verdad, ¿cómo pueden
exigir ser lo-s únicos sobre el terreno, sin participarlo con
aquellos otros que reclaman el respeto de sus propio, dere
chos, fundtldos en otra,' principio,?
»El
concepto de
paridtld de
cultos
y de tolerancia es un
producto
del
libre
eX
llo, que
dicen que, en materia de religi6n, no ,e está obligado
por lo-s dogmas, y que
,óJo la conciencia individual propo-r
ciona el criterio y
la norma para la profeúón de fe y el ejer
cicio del culto. En ese casa, ¿qué tiene de ardmbro'So' que, en
los países en donde están en vigor esas teorítis, Ir,, Iglesia, para
ejercer su mi.ri6n divina., bwque encontrar un hue'co y hacer
que se le reconO'ZC-tlfl. los _d consecuencia lógica de lo, principio, tldoptados en las legis
laciones de esoi países?
»La Iglesia quisiera hablar y reclamar en nombre de Dios,
pero entre esos pue.blo--s· !a exchtsividad ·de su m;.rión no- es
re-conocida; Entonces ella se· co11tenta con reclamar en nombre
de la toleran'Cia, de esa paridad y de esas garantías. comunes,
q11e in,piran la legisladón de l<>s paise, en cues#ón... .
»No
debe,
,Pues, parecer sorprendente que la IgleJ/flc recla
me aJ menos-!os dérecbo'.f del hombre ¡'ctlándo son dejcono-
. cid os Jo,j derechos--de Dior! ·
»Ella lo hizo durante IIJ, primero, Jiglo, del cristianismo
frente al
Imperio y al mundo, pagano; aún t,, hace hoy día,
e,pecialmente alll
en donde se niega todo
derecho
religio,o,
a,í como en lo, paíse, bajo duminiu so'Vié#co» (117):
Algunas veces evitamos anunciar la. veroad por una discreción
que se. expresa mediante estlls fónrnilas: <<:v(Yj a molestar», «hay que
dejar
en. pa.z a Ía· gente», «yo no tengo derecho a violar las concien
cias»,
etc. ¿Es eso una actitud legitima de tolerancia o una forma de
liberalismo?
.fl 17). Conferencia en ef Ateneo Pontificio de Leti-án: «Deberes del Es
ta.do cat61i.co hacia ia religión», :3 de ·marzo de 1953.
176
Fundaci\363n Speiro
UBER.T AD, UBER.AUSMO Y TOLER.AJo/ClA
Es verdad que la conciencia es el último bastión de la persona,
el extremo final de. su libertad, el último refugio de su. sinceridad.
Sólo
Dios
puede juzgar la aceptación o repulsa de un alma.
Respetar el libre arbitrio de otro ( su poder de elección personal
y decisiva) es practicar la verdadera tolerancia. El mismo Dios nos
da
ejemplo:
«He "'f.llÍ que estoy a la pwrta y llamo.» Respetuoso de
nuestra libertad, no entra en nowtros forzando la entrada. Corre tras
la oveja perdida, pero no manda los perros para que la traigan a la
fuerza al redil.
Imagen
sublime del verdadero amor, que no
fuerza, y que su
pone
el libre consentimiento.
Santo
Tomás llega a enseñar que aquel que se convierte, sin tener
intención
sincera, cómete pecado mortal.
Por eso se ha visto siempre a la Iglesia reivindicar para .todos los
hombres
una libertad fundamental :
la libertad de conciencia tal como
la acabamos de definir, que no se confunde con la
libertad de pen
sar y de hacer cualquier cosa.
Esta libertad
tiene como
corolario la libertad de
enseñanza. No
la
libertad liberal
de enseñar
cualquier cosa,
sino
la libertad de los
pa.dres para educar a sus hijos según sus convicciones.
De igual modo, ¿no roconooe Juan XXIII una legitimidad a la
libertad de prensa cuando se esfuerza por ser objetiva y respetuosa
del bien? ( 118).
Libertad que no
es el delirio
denunciado por
Gre
gorio XVI, que deja
establecerse impunemente
al vicio
y al error, sin
contención, ni límites, y sin esfuerzo por alcanzar la verdad.
Si la primacía del objeto es evidente en tanto que es cuestión de
rigor en el saber, todo se vuelve delicado desde que
,e busca deter
minar
la
moralidad del
sujeto conooedor, del sujeto que obra según
los datos de su conocimiento.
Estas precisiones son útiles en lo que aquí nos concierne.
Si bien tenemos el derecho y el deber de reconocer que alguno
se equivoca
y obra mal, también tenemos el derecho de decírselo y
de hacer todo lo posible para que lo comprenda, incluso hasta de--
(118) Discurso a los periodistas -americanos. el 6 de diciembre de 1959.
l77
Fundaci\363n Speiro
MlCHEL CKJJUZET ·;.,. '. -
nunciar sus actos y sus dichos públicos cuando lleven al error o al
mal..., sin
que
por eso se clotermine con certeza si cornete una falta.
Con frecuencia mezclamos estos dos aspectos de un acto: verdad
y sinceridad. ·
El resultado es una falta de
tolerancia
para con
la
_conciencia erró
nea, pero
sincera
y mal iluminada. Lo cual n0& incita a «dejarla per
derse» .como
irrecuperable.
O bien entonces, considerando solamente
la libertad de concien
cia, renunciamos a
informar a
esa conciencia
y caemos en el libera
lismo,
dejando a
la persona
pensar el error, sin advertirla de ese error:
«Por'r¡ue si bien ··es cierto r¡ue la conciencia, incluso .erró
nea, merece muchas consideraciones, cada hombre, en con
ciencia, no
por ello tiene menos
el deber de hacer todo
lo
pasible para iluminar a ~sta última y establecerla en la ver
dad.
Sin
eso
hay culpabilidad en este punto» (119).
Habida cuenta del respeto a la libertad de conciencia, la manera
de presentar la verdad _es· tan- impo:rtante co·mo, la misma verdad que
se aborda. Ello exige nuestra delicadeza; nuestra prudencia y nuestro
sentido de las
posibilidades de aceptación por el sujeto al cual nos
dirigimos.
Pero .esas cualidades
no debieran
ser un freno a
nuestro celo por
la verdad:
antes J:,ien,. todo lo contrario.
Y siempre:
prudencia y carid'
Un adversario de::idido del liberalismo, don Félix Sarda y Sai
vany,
escribe:
. «G,ene,-a/.mente e.;ICiste el etr(!r de creer que e:l hambre pieo
~a ~on el:cor~ón, y aún muchas veces con el estómago» (120).-
(119) ar. J. Ousset: Fundamentos de la política, Spairo, 1966,
'(:120) Cfr., El liberalismo . es pecado, E. P. C., Madrid,.-1936 (9-ª ed.).
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Fundaci\363n Speiro
UBERTAD, UBERAUSMO· Y TOLERANCIA
Su liberalismo no siempre es coherente,
. «Se . hace el. h~bre tib'era! -dice también Sarda y Sal-
. • vany-por deseo. natural de índependenci<> y anch<> vida ... ,
por el anhelo de
medr<>r::., por ¡;,· codicii:ti>, · io que le hace
buscar
el dinero y mejorar de situaéión (121). ·
Su inteligencia no
siempre
está .corrompida; ni su voluntad per
vertida
por la
confesión
liberal. No siempre llega hasta el e.memo
de su pensamiento.
Ciertamente. es necesario desconfiar siempre de la incoosistmcia.
A pesar de esto, y sin dejar de ilnminar, podemoo servirnos para
el
bien de lo que no es liberal: un cierto
respeto por el orden, el
horror a los excesos, la sociobilidad, la aceptación de ciertas reglas
y límites para la anarquía liberal y una preocupación, aún viva, por
el bien p4blico.
Cootemplado
bajo
la perspectiva .de su utilización para el mayor
bien -y no ya como principjo---, el liberalismo aparecerá como útil
o_ co.r.po perjudicial, según haga evitar -un ma_-yor mal o impida un
mayor bier1:,
Colaborar con los liberales puede resultar legítimo y hasra bene
ficioso
en casos partiatlares.
Así es como los católicos holandeses obtuvieron en 1917, gracias
a la Ley de Wisser, un estatu;to escolll' que ha permitido a la Iglesia
un impulso considerable en su país. Dicha fórmula respeta el derecho
natural de los padres (122)
y permite que se ejerza efectivamente.
La
ley, sin embargo, .tiene un aspecto libernl: todas las religiones
o filosofías ·están medidas por -el mismo· rasero, -lo cual es -contrario
a · la verdad · y condenado como tal por la Iglesia. No obstante, la
sabiduría
.imponía -y la historia lo ha demostrado~ que en aquel
momento debían aceptarse
tales condiciones.
Sin aportar todo
aquello
que la Iglesia pide, permitía, al menos temporalmente, <
el «mayor bien» posible (123 J;.
(121) Op, cit.; pág. 128.
(12i} ,El.Estado.-no se :considera.-corilo el único habilitado para enseñar.
(123) La operación no dejaba de tener sus riesgos, pues a partir de ese
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Fundaci\363n Speiro
MICHEL CREUZET
En cambio, con tal ley se hnbiese corrido el riesgo de prodncir
efectos contrarios
en
los países regidos
por instituciones
católicas.
Su
liberalismo hnbiese
ocasioru>do un
retroceso, mientras que en
Holanda permitió un progreso de
la Iglesia, que hnbiese sido impo
sible
realizar de
otro
modo.
En Bélgica, en el siglo XIX, el concurso de ciertos liberales per
mitió defender las
libertades escolares,
violentamente atacadas
por
otros liberales, plenamente coherentes y totalitarios, que trabajaban
para suprimirlas.
En todos los países, numerosos liberales luchan contra el comu
nismo, la colectivización de los bienes y el universo concentraciona
rio. En este terreno podemo. luchar junto a ellos.
Pero no
hay que olvidar que su forma de pensar, en lo más
profundo, siempre les lleva a reclamar la igualdad de representación
y la impunidad para «todas las tendencias» (incluidas las destruc
toras
del país). Simultáneamente se
oponen a los peligros de esta
hora ... y trabajan, inconscientemente, ·por abrirles camino.
De ahí la dificultad de una colabotacióu eficaz, pero limitada,
en la que no debemos dejar de
decir en
dónde está el mal
y de exigir
la continuación del
combal,e.
CoNCLUSIÓN
«Si el peor error --escribía Blanc de Saint-Bonnet (124)~
es aquel que aklca a ¡,.,. clases inteligentes, porque hie.-e a un
pueblo en su cabeza, el ,-liberalismo es, en este m"Omento, el
gran azote. Venir /t favor. de semejante eq11ívoco para en-
11Wcarar todos nuestros errores, instalarlos uno tras otro, dán
dole a cada· uno el nombre de_ una verdad, ¡es la suprema
momento los católicos se sintieron tranquilos, abandonaron el combate por
su
fe y cayeron, después de la guerra, en el liberalismo y en el progresismo.
Hoy desgarran con sus manos el compromiso
pacífico y se arrojan al laicismo
estatal y monopolizador. La tolerancia exige quedar vigilantes.
(124) Prelimiflaires ,:111 /ivre Je la chute, pág. 140, Casterman, París,
1878.
180
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UBERT AD, UBERAUSMO Y TOLERANCIA
calamidad! Es haber ericrmtrado el medio de cege1r defini
tivamente a !,ar almas, y, digámo.rlo iodo, de acorralarnos
en esta herejía de la mentira, que, consumando las o'bra.r de
1"1 bere¡í"' precedentes, presagiará el fin de los tiempos.
»El liberalismo es como si
el
error tomase posesión
de
todo un pueblo, es cqmo una alteración o une, extinción de
nuestras inteligencias ... Nuestra época está señaktáa por sig
nos
alarmantes, y debemos temer que el liberalismo sea el
exurdio de
lo
que la Sagrad" Escritura llama el
misterio de
iniquidad. Cuando el errur esté mezcládo con todo, y ya no
sea posible reconocer l" verdad, ¿qué podremos h«ceri'>>
«El azote
más funesto que pueda "1olar a los Estados»,
exclamaba Gregorio XVI.
En su obra El liberalismo es pecado (125), don Félix Sarda y
Salvany
escribió que
«el liberalismo, en el orden de las ideas, e, el
error .wsoluto, y en el r,rden de los "4chos es el absoluto desorden».
Al no poder existir el mal absoluto por ser una pura nada, la
gravedad
del pecado de liberalismo se manifiesta en que, más que
ningún otro, tiende a ser precisamente 1U1a pura nada.
En efecto,· las otras herejías, los otros errores, también son, como
todo mal, «una falta de ser». Pero llevan consigo una creencia, una
fe en
algo. Un
algo
falso, sin duda, pero
del que
se dice que es
verdadero
y .i que, por eso mismo, se le ama. Lo cual prueba que,
al
menoo, persiste el principio de verdad.
El error del
subjetivismo, el error del
liberalismo,
SQ11 mucho
más graves, pues quebrantan, destruyen, la noción de verdad y, con
ella, la idea misma de lo <
ahí viene la extrema dificultad d.e la lucha antilibera.J. An
tiguamente los
heresiarcas afirmaban algo y se hacían condenar, pre
cisamente por
sus proposiciones.
Por el contrario, el alma liberal es fugaz e inaprensible, como lo
irreal o la. nada.
(125) Esta obra fu~ defendida conÚ-a sus detractores por un. decreto de
la Sagrada Congregación del Indice (10 ~e enero de 1887). El decreto pre
cisa que su autor «merece alabanza, porque con argumentos sólidos; clara y
ordenadamente expuestos, propone" y defiende la sana doctrina en la materia
que
trata».
181
Fundaci\363n Speiro
MICHEL CREUZET'·
El subjetivismo,· el· liberalismo, fuera de la · definición filosófica
que
se puede dar de cllos, no tienen proposición estable. Mí! fórmu
las
contrarias
podrán manifestarlos igua.I <;le bien. C:ondenil<)os bajo
tal
aspecto, reap,;,ocen bajo
tal
· 01;ro. ·
No olvidemos que,
por
esencia, subjetivismo
y liberalismo no
afirman n.lJda, no sostienen -nada .. Lo inciertoj la duda; ·el-.· «quizás»,
lo vago, · lo mal definido, todos estos baluartes de la nada· son sus
defensas naturales. . .
¡ SH, . «lugar geométrico dd error», po~que puedé, abrigarlos a
todos.
En
esta confusión
gener.I, ¡cuán fácil es dejarse deslizru; por la
pendiente liberal!
Uri: profesor de lnstituto,'muy hostil
al
liberalismo, a
pesar de
toda, nos· confesaba:· <
COnvitciones ~e debilitan. -;~.dq~ero, ¡,or contagio ael medio;
1a
costumbre
· de tenér cülpables abandonos.»
·
Eso fue lo que les ocurrió a
los católicos
liberales en el si
glo x1x (126) y a sus sucesores.
Los discípulos· de la Revolución y
los
Úancmasones no
tenían
en
la bocá más que la palabra 'libertad. El eq~ívoco de la palabra les
eri:gañó. Apoyárulose (rori rilzón)en el válor cristiano de la libertad,
llegaron (
sin
razón) a hacér suyas las teorías de los liberales, bájo
pretexto
de trabajar con
ellos para el bien.
Por
falta de
uria doctrina sólida, «han hecho rj11e el vivir con SIi
siglo sed como una ·1ey, y creim (o ie i,n,.girtán creer) que todo va
bien dfÍ» (Sardá y Salvan.y). ·
Grandes
espíritus
conio Liunennais, Lacordaire, Montalembert,
fueron
valientes
precursores de las libertades escoláres. Pero, en lugár
de limitarse aJ C(/mpromiso ron los liberales, estimaron ·que el libe-
ralismo era" un ·principio -de acción. ·
Los católicos liberales llegaron, sin querer, a minar los derechos
de
la Iglesia en los
Estad!"'. Contribuyeron a hacer que
los gobiernos
(126) Nos falta espacio para tratar de esta. categoría de .liberales. T~do
lo ·que hemos di.'fcho Se .aplica a, ellos. ~o el peligro de. -su libera:].ismo es
todavía más insidioso.
182
Fundaci\363n Speiro
UBBRTAD, UBBRAUSMO,>.Y TQLBM>/(;M
pasasen de la influencia católica .. a· la de las ideas-r,:volucionarias y
liberales.
Coi:royeron la Iglesia
)a debilitación
de.
la. autoridad, que l¡oy. wrnprobamos, a pesar de
las advertencias y
de
las conde/¡aso.de los • papas. ·
· Tris sus precursores, el liberalismo católico se ha ·agravado.
En
los
tiempos
una
mayoría no
liberal
y combatiente. Hoy la proporción es
la i11ver5"-. Los católicos están desmoviliza.dos: ' ·
Se llega a decir, a escribir, a· pre
rcligiosas, no tienen ninguna impo,rtancia para Ía fe, que fa Iglesi¡
no
tiene necesidad de
dogmas ni de moral estricta, que basta el im
pulso del corazón pia
del reiuo de Cristo.
· · · · ·· · ·
La. imprecisión. liberal, su viga fHantropía, -~~ 'gan~do amplia
mente
a los
medios católicos, a: los clérigos y al episropo
En 1876, Lnis Veuillot escribió ya.spbrelos liberales lo siguiente: . . . . . . ., .. ,, .'·
«T <>do el mal que ellos p"odJán temer ha aumentado; todo
el bien que ¡,odian esperar y que rleblan conservar ha pere
cido. Sus imenciones han podido ser eXée/entes, ¡,ero han rea,
/izado muy bien e/
_mal y han hecho muy ma/; el bien» (127),
El. áJ;l¡ol ha da
su
penetración se hace más amplia' y más hip6crita. ·· ·· ·
La insipidez de nuestras convicciones. es· tanto más de temer
cuanto que nos bañamos en' un clima libera:!· y que las, necesidades
del
momento
nos obligan a la tolerancia. · · ·
(127) L'Univers, 18 de septiemb.t~e de .. 1876.
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MICHEL CREUZET
Pero ¿cómo detectar el vicio liberal en los escritos, los discursos,
los sermones y los programas políticos?
«Sacerdote amigo de liberales, mendigo de sus favOt'es y
alabanzas, y ordmdl'iamente favOt'ecido con e/1"1, lrfk! consi
go,
por lo
regular, muy sospechosa rewmendación de
orto
doxia drn1ri11al>) (128).
¡ No sólo para un sacerdote!
Un hombre político,
hasta ahora
ignorado
y desconocido, de re
pente es objeto
de artlculos elogiosos de ABC o El País. Se le recibe
en las antecámaras del poder y es condecorado.
Tal escritor ve sns
obras. publicadas
en
grandes tiradas. Deter
minado
cantante ve sus
discós transmitiklos. frecuentemente
por la
radio y su rostro sbundantemente televisado ... Cierto prelado es ala:
bado
por su «apertura». No busquéis mucho
tiempo: en
las obras
de
estos hombres, o
en
sus artos, descubriréis compromisos
coo el
HberaJlsmo. · En un punto o en ofro, abandonan la sana doctrina o la
honradez.
Desde entonces estarán obligados por el sistema: sólo seguirán
siendo populares en tanto que renuncien a la
verdad o al bien.
A
la inversa: si hombres conocidos sirven a una causa justa, las
puertas, en
odelante, les estarán; cerra
del
funcionario quedará bloqueado y la «conspiración del silencio» fun
cionará contra
el artista o el escritor.
En un país podrido de liberalismo, quedar fiel a la objetividad
del
conocimiento y al amor verdadero no atrae la gloria.
Ciertamente, el
test que damos no es sbsoluto. La prensa y los
medios de comunicación de masas, si quieren
parecer «abiertas a
todos»,
se
.ven obligodos a
dejar
hablor a
hombres que
exponen va
lerosamente la verdad. ¡ Y no procede ~ de traición a todos aque
llos
~ quienes los liberales inciensa.o ! Pero estamos muy obligados
a
advertir
el papel que juegan los abandonos liberales en muchas
«popularidades».
( 128) Sardá y Salvany, op: ,;,., pág. 12,.
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UBERJ.'AD, UBERAUSMO Y TOLERANCIA
Por su parte, ¿cómo podrán los liberales distinguir, entre las
gentes
rectas, aquellos que pueden servirles?
Algunos tesis son significativos.
«;Se publican las bases de un proyecM? Mirad si lo aprue
ba
y recqmienda y luma por su cuent" la comente liberal.
En ktl caJSo, tal o-bra o pro1ecto están ;uzgados: son Cosa s11ya ...
Demmfiad, pues, de todo lo que ,,!aban y ponderan los li
berales. Es claro que le han visto-a la co,a o stJ origen o sus
medios o su fin, fdtloral,le, al liberalhmo» (129). ·
Si una obra o un proyecto se oponen a ellos, los liberales dispa
ran, desde htego, bala ras.a contra lo que no se aviene con su modo
de pensar>> ( 130).
Las reacciones de los liberales nos. son, pues, valiosas para . saber
en dónde olfatean amigos o en donde olfatean enemisos.
Pero conocer no basta.
¿Ea necesario combarir ~ liberaNmno?
Sí, es necesario combatir siempre a1 liberalismo. Pero no es ne
cesario
combatir sistemáticamente
a los liberales ... , porque no todos
están completamente
ganados al liberalismo.
Algunos
creen que son liberales y no lo son, o sólo muy poco.
Otros lo son a medias, o a tres cuartas partes, etc.
Aquellos que van
hasta el fin en su liberalismo son raros y más
fáciles de
comboor: se
les puede
atacar por
su
totalitarfrmo y en
contrar
a!liados en
este
comba.te... ¡_hasta entre
los presuntos
<
De ahí la necesidad de saber bien lo que se quiere, lo que se
hace, d6nde se
ponen los
pies, y de conservar en el espíritu esta
máxima del R, P. Vallet, que, sin embargo, no era· liberal: «Dejad .
patar al flttco, dejad pa,ar al
gordo. No la emprerrdáh má, que con
los muy gordos.»
(129) Sardá y_ Sal-vany: op. ci;., ~-' ·.137 y 138.
( 130) O p. cit., pág. 138.
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A11CHBL '.CREUZET, ,;. ·
Cuántas buenas 'gentes, pierden el :tiempo atacándose unos • otros
por querellas
sin importancia
... ;
mientras que
el
·enemigo de
la ciudad
invade
la plaza, se hace amigos por todas partes y continúa avan
zando.
, ·· Es célebre el recuér
asá.l.tahan
la ciudad. · · · ·
Heln()s
dicho antes que la práctica de la tolerancia no marcha
por sí sola y que necesita '.¡nncha fi.rmeza, sabidurí", habilidad, ca
ridad, respeto de las conciencias, etc.
· ·. Para combatir al liberalismo utilizando los servicios 'de los semi
liberales, o <
el
sentido de la
eficacia en la búsqueda de la ·verdad,· se n~
ces[tán ta.mhién
cuafidades serias, Virtudes (porque de lo que se
trata
es de la fuerza del almá:). . . . ..
Atacar
a
un enemigo fugaz e insidioso río es· el reposo ahooluto.
Como constantemente se nos desliza entre los dedos, el combate es
-continuo en todos los insta,n~,y. en todas ~-.
¿Cuáles son, por consigiii;,;,_ie; · las ;irtudes _:_,¡as fuerz.,:._ miís
neces.a#as?
.
l. Coqoeimiento de la rerdad
Aquel .que uo se . forma. constantemente debilita su celo por la
verdad.
·
Se
(Bl). Por habilldad y por la preocupación e inquietud
por, ser <=omprendido, emplea palabras que la . misma nfP«raleza de
lo que.
repn;,seqtan. debiera. impedir su utilización, «Si acept¡, la pa
labt", aceptará ta,¡,bren_ la co,;a.» Él empleo de la palabra «revolu
ciqm¡, en
un sentido.
que se consi~ra .. ho.noral>le,' ha .llevado a .. mucha
gente al campo marxista
...
sin que se
diesen cuenta. Por falta de. fór,
(.131) «Guerra a -lis palabras · .. -equívocas>5.' Cfr. Jean Ousset: Para que
El reine y La Mción.
186
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UBERT AD, UBERAUSMO Y TOLERANCIA
muias dogmáticas, aquel que no· está, formado llega ·a ello sin dudar
de su fe. Por falta de· bases para un sano ,realismo político, 'se· com·
promete en cmclquier cosa y· con. cualquiera, y no avanza ·una pul
gada en su acción,
Acaba por •dmitir que lo que es generoso es forzosamente bue,
no, o que su testimonio personal transformará, desde dentro, las
estructuras sociales ..
2; Equilibrio y buei, hQmor . . , .-\. ·. . .-' .. •,·.
si . tomamos en serio 1a inconsistencia liberal r 1. brutali
de
tristeza, · antes_ de
que·
el
·enemigo nos-mate.
Si no sá~ reir, nuéstro. equilibrio interior está perdido; da
mos
garantías al error liberal... y a sus con~encias. ·_ .
Bergson c;xplica la risa. (Í 3 2} .por una. es~ie . de desequilibrio
entre
ciertas ideas o situaciones y la realidad:, I>,e '1hl priwienen los
chistes y las situaciones cómicas, Bl liberalismo, al estar, por defini
ción, , éir desequilibrio constante-oori lo real, resultará forzosamente
burleséó sl sabemos verle bieri... y réír bien. ,
', La Civilta CattoUca es un diario italianofondado porPío IX
para combatir al libera.lis~. Sardá y Salvany estima «qué no deja
sosegtW con .suS · ar.tfcu_/o,.r, · ya en-serio,_ ya. en tátira, a _/us. liberales de
,u pafo> (133).
, En un artículo titulado «¡ Ufi poco de caridad!», este periódico escribfa: ' .. . . . . ' ' . ·.. .
«Noso/r()s, _al revfs, no quer:ernos h,v;erles { a los liberales)
sjno la cariddd de gritarles, reprenderles, excitarles por mil
.. mr,dos.a salir de SI{ _mal camin<>.»
(132) Cfr. su librito sobre la risa. P. U. F.
' · '(133 ). · O'f1 .. cit.,· pág . .98 .. Desde, aproxi~danumte, 1960; es«: periódico
ha cambiado por completo. Así, por ejemplo, por la pluma del R. P. Ca
prille, hasta hace poco fem:zmente hostil a las sectas, se ha convertido ·en
apologista de la aproximación . Iglesi~francmasQOería,
Fundaci\363n Speiro
MICHEL CREUZET
Este procedimiento fue constantemente empleado por los docto
res de la Iglesia que sacudían vivamente a los herejes. Sardá repro
duce ciertos textos que nuestra época soportaría mal.
La
Civilta Catt&lica, siguiendo la buena tradición, propone el
arma de la risa.
«Quisierán, sobre todo-, esos señO'f'es /iberaJe1 que se
les
tomase siempre muy en .serio, que se
les
estima.re, · reveren
ciare y o-bsequiase y trata.re cem.o personajes de mtportancia,
,.esignaríanse a que se le.r ref.utase, si, P"º so·mbrero en mano,
inclin,mdo el cuerpa y baja la cabeza ro reverente y bumil
dosa actitud, De donde vienen sus quejas cuando algun" vez
se les pone en .ro/fa, como se suele decir, esto es, en carica-.
tura, a ellas, los padres de la patria, los héroes del siglo, los
italianos de verdad; la prupia lttJlia, como suelen decir de sí
mismos. en más c-0mpendio1a·expresi6n. ¿Quién tiene, empero,
la culpa, si es tan ridícula esa pretensión que tJi mismo He
ráclito fle hiciese soltar la carcajada? ·
»¡Pues qué! ¿Hemos de estar siempre ahogando todo mo
vimiento tullurtJi de ris"?
»De¡arnos reir cuando ciertamente
no se puede P"'"" por
menos
es
ttNnbtén obra de misericordia, q11e fos libertJles po
drían
otorgarnos con toda voluntrlá, Y" que por SIi ¡,arte nada
les cuesta. Cualquiera comprenderá muy bien que: _así como
hacer reír honesta.mente a costa
del
vicio y ·¿e los viciosos es
de suyo cosá m11y buena ... , MÍ, hácer reír ·alguna que otra
vez a ·nuestros lectores a costa de los liberales es verdadera
qbra de misericordia y caridad para los mismos lectores, que
dertamente, 11/J han de ,estar siempre serios y con la cuerda
tfranle mienPrM
leen
el
periódico. Y al
fin
y tJi cabo los mis
mos liberdlef, si bien lo coniideran, ganan mucho en que se
rian lo.s. (}/ros a costa de ellos, pot' cuanto de e{ta suerte viene
a crm_ocer todo _él m:llndo que no son.a veces tádos sus hechos
tan hoMibles j, esp,mtables uimo pudiera. parecer, ya que ta
ris" 110 suele provocarla· de· ordinario más que IM deformida
des i11ofenstv®>
(134).
Pero la risa supone no solamente el conocimiento de la verdad
(134) Sardá y Salvany: op. ,;,., págs. 105 y 106.
188
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URERJ: AD, URER.ALISMO Y TOLERANCIA
y el aborrecimiento del error y del equívoco, sino también el válor
de ser veraz. ,
La cruz de la Iglesia y de las sociedades civiles siempre ha sido
el desaliento y la pusilanimidad de sus hij06, más que los asaltos
enemigos.
Soljenitsin
lanzó una
«llamada a la resistencia», que fue escrita
unas horas antes de su arresto el 12 de febrero de 197 4 y publicada
en Le Fígaro de 26 de febrero.
En Archipiélago Gulag reprocha al pueblo ruso que no se haya
sublevado durante los gigantescos arrestos de Leningrado, organiza·
dos por Stalin.
Pero ¿qué
hacer ahora?
La
única resistencia que a Soljenitsin le parece
posible y eficaz
es
la repnlsa a la mentira, lo que él llama los nueve «oo» del hom
bre libre.
La afirmación de la verdad nos cuesta materialmente muy
poco.
Guesta mucho a los pueblos oprimidos por el comunismo. Sin em
bargo, el escritor ruso no duda en hacer de ella la única condición
para la resistencia.
«Ttm desesperadamente nos hemos deshumanizado, que
ál frugál comedero de ho·y le consagramos todos los prind·
pioJ
de
nue1tro e1plritu, todos
los
esfuerzos de nuestros ~te
ptMadrn, todO's Jo,s rectlf'sos destinados a nuestros descendi-en
tes, con tf# de no perturbar nuestra desdichada existencia. No
nos queda ya firmeza, ni orgullo, ni oordiálidad. Y ni ,iquie
rea tememos que se produzca un cataclismo universal de ori
gen e1tómico, o que se declare un"' tercera guerra mundial ...
11L-o
úrrico que nos aterra es que los ciudddano-.r se enfrenten
a la realidad con válentíá! Con tál de no separarse del rebaño,
se eludirá cuálquier paso en sulitdi'io, y el día menus pen,ado
nus queddi'emos
sin pan blanco, sin cálentadores de gas, ,in
el permiso de residencia en Moscú ...
»Y aquí ... radica la clave de nuestra liberación ... : ¡No
estamos dispuestos a dispen,ar nuestra colaboración personal
a la mentirtJ! A11nq11e la mentira c11brtJ todo con su ponzoña,
aunque la mentira reine por doquier, nosotros no daudicdi'e·
189
Fundaci\363n Speiro
.MICHEA CKEUZET
. moÍ. Aseguremos, de todos modos: ¡No. -dominará con mi_
"yuda! ... Porque br,sta que la geute se aparte de la mentira
para que ésta deje
de
existir.»
Li
lista
de
los medios es muy larga: negativa a llevar una ban
derola mentirosa; a asistir, por fuerza, a una manifestaci6n o mitin,
si ello ámtraria la libre vohmtad no suscribh-se ni comprar revistas
e perMdfros en
los que la información esté amañada falsamente, et
céter~
(135).
Pudiera creerse que esta valiente· declaración está. escrita para
nosotrós, dado que ya ... , tan clara como la luz del día, aparece la
tontería de creer que la
ambigüedad Ilberal puede oponerse al rigo
rismo de las consignas comunistas, cuando en
·realida:d es su
mejor
instrumento .
. ,Soljenitsin, un siglo. más tarde, coincide con. el cardenal Pie cuan
do éste
exclamaba: «se ha ensayado todo. ¿No habrá llegado la hora
de-ensayar la verd,,,J?» (136).
3. Esperanza
El valor de la verdad, la prudencia en la práctica de la tolerancia,
exigen 'lin refuerzo c_ontinuo de· la virtud de· lá esperanza, un-a fuerza
de-_ca~er que
el honibre no
serí~ capaz de encontrár.S01amente en
sí .lllÍSmo. Los .dones del Espíritu Santo le son indispensables. Los
conseguirá mediante· la piedad, la frecuencia de los. sacramentos, la
práctica de
los retiros
y la dulzura de espíritu que lo defenderá contra
la_ ~citud, la exageración; el repliegue ·sobre sí mismo, los ataques
inútiles (137) contra las personas .
. (1'3j) A. SoljeflitSin: Le Pigaro, 26 de febrero de 1974, Ha sido publi
cado en
_castellariO· en
la
obra ·«Carta a -los dirigentes de la Unión Soviética\>,
Plaza
& Janés, julio 1974.
(136)
· Cfr
.. E.
Catta: La doctrine poiitiq-11e .et socia/e du ·cardinal Pie,
N. E. L., 1959.
(137-), Nosotros, correctamente,. decimos ,«inútiles». Atacar en su persona
y -en Sus; actos a aquel que ejerce -una. función pública puede -r~resentar una
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UBERTAD, UBERAUSMOY TOLERANCIA
A la inversa, los· dones del! F.spíritu Santo darán luz, sabiduría
y fuerza para no empeñarse en vías aventuradas, en sueños peligro
sos y en vergonzosas capitulaciones.
4. Sentido de la acción
-· . '
Este sentido permite apreciar hasta dónde puede ir la tolerancia
y en dónde deberá detenerse, lo que se puede y lo que se debe legí
timamente
sufrir,
y lo que es inaceptable para fa razón y la fe.
Entonces, el «no» e& pr~dente. Y el «antes morir» sigue siendo
válidO, e incluso obligatorio~ porque tolerar set'ía traicionar.
El
sentido de la acción
dirige también nuestras relaciones
huma
nas .. Resúita muy
aconsejable no
complacerse en el
trato con liberales
y evitar a veces su compañia:, si de elfa ha de resultar indiferentismo,
tibieza
y pérdida de objetividad.
Es c_ierto
qu.e cuando
se trabaja en un
rnooio profesional
en donde
dominan'
)os liberales
resulta difícil
escapar a
su
contacto.. Entonces
conviene
hacer todo
lo
posible para poo.erles delante
de evidencias
y obligarles a reconocer la verdad por. sus frutÓ·s. Los resultados to
taJitariosdel lrberalismo pueden servir.'de ilustración.
Por el contra
rio,
. cwmdo es
posible obrar
de otro modo, no resulta práctico per
der el tiempo en charlas sin fin con gentes que se pierden en matices
para no ver el color. El continuo escepticismo,
el sentimentalismo,
la
negativa a ver claro, hacen
los coloquios infructuosos.
Resta que no tenemos derecho a encerrarnos en un ghetto con
gentes de buenas ideas, rígidas en su intolerancia. Estas gentes, a cada
instante, desenvainan
la tizona, dichosos en exceso
porr partir
de un
tajo, a un adversario, al que
para siempre
apartarán de la verdad.
Luego, entre la disposición liberal
y la disposición de los tem
peramentos belicosos., la tarea no es fácil.
forma de caridad social. El personaje escandaloso busca siempre hacerse _pasar
por
un alma grande, y engaña a aquellos cuya con.fianza o cuyos votos bus
ca. Df:hundar al hipócrita: es una fom:i3: de liichar · contra la mentira cuando
aquél ··sirve la-causa-pública (si no, sería una· mutmriraéiónl y con· la e:Xpresa
condición de que se ·esté seguro de lo que se' dice ·(-si· no, seifa una talurnti.ia-).
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MICHBL CREUZET
Sin embargo, la disposición fundamenta:! de aquel que se bate
contra
el liberalismo se encuentra
en el equilibrio, la sabiduría y la
tranquila audacia.
Debe perseguir con interés
descubrir, en
todos,
lo
que aún queda de sentido común,
de gusto
por
la verdad y de
horror
al mal, para, partiendo de ahí, encontrar temas en los que
se esté de acuerdo.
El análisis objetivo de las situaciones permite descubrir puntos
comunes, a partir de loS cuales se establece un compromiso, que nun
q1 ~rá definitivo, pero que prepara el camino para un reconocimien
to de verdades parciales, según· sus resultados.
En contra de la ideología liberal, este método permite fragmentar
la dificultad
mediante nna progres1ón, ob¡etiva y continua, que parte
de comprobaciones ->usceptibles de ser admitidas por gentes de
todas las ideologías-
para elevarse a explicaciones verddáeras de lo
que
primeramente se
ha comprobado.
El compromiso no es una. abdicación.
Descansa en bases verdaderas. Supone, para el apóstol de la ver
dad,
el deber de ir más allá y más arriba de la etapa y de la tole
rancia de una
situación imperfecta y provisional.
El sentido de la
acción no
es un lujo.
Es una necesidad del rom
bate por la libertad. Porque es la verdad la que libera. V eritas libe
Mbit VOS (138).
(138) Evangelio según San Juan, VIII, 31-32. «Decía, pues, Jesús ... ,
"Si vosotros persevetal'.Cis en mi enseñanza, sois verdaderamente discípulos
míos, y conoceréis
la verdad, y la verdad os hará libres.»
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