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Número 183-184

Serie XIX

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Propiedad y arraigo

PROPIEDAD Y ARRAIGO
POR
Arraiga,: significa echar o aear ralee,. Nos vamos a referir, pues,
en esre foro, al arraigo del hombre en el mundo, con las oosas que
Je rodean y su relación con la propiedad.
Si observamos la naturaleza buroaoa, 1~ oeceshlad de este ecbar
raíces es patente. El bombre es un ser inteligenre. No puede tornar
las oosas que le rodean iguai qU!e un animal o cualquier orro ser
que se
mueve sólo por instintos. Necesita enoonttar el sentido de
las cosas, ttasceilder más allá de su mera apariencia; necesita tam­
bién dar un sentido a su vida. De tal modo que el bombre no
puede
desarrollarse plenamente

en
una sociedad con la que no está
identificado, con
la que no tenga ningún la'-0 y que al mismo tiem­
po ie imposibilite el aear lazos permanen1leS oon las co,;es que for­
man su entorno.
Así, como bace notar Rafael Gambra, "el hombre
viene a ser entrega e intercambio con la sociedad que le rcxlea-",
así crea sus raíces. Raíces fami'liares, ideológicas, parrimoniales ...
son
como el tejido que forma
la vida de un hombre y que perma­
nere
una vez que

él ha desaparecido. El hombre,
cuando nace
no
lo hace
aislado. Nace

en un
entorno determinado, de unos padres
determinados, y hereda un bagaje de costumbres, ideas, caracteres
etcétera... Esto forma
sus

raíces, a
las que no puede renunciar so
pena de ~rder su

propia identidad.
Contm ellas clamaba Rousseau
en su famosa frase "El hombre nace libre y por todas partes se
encuentra encadenado". Sucedió

que,
al rratar de librar al bombre
de estas

"cadenas",
la Revolución consiguió convertirle en el ser
solo y angustiado, sin raíoes, que vive según sus impulsos y se
presta
por ello más fácilmente a ser manejado: el borobre del li­
beralismo. .Al lado de escas raíces que se beredan necesariamente
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Fundaci\363n Speiro

MAJYA TERESA MORAN
en el mismo momento del nac1m1ento, existen otras que se van
creando a !o largo de la vida y que enriquecerán a las generaciones
futuras.
Estas son esos lazos de que ·hablamos antes con el mundo
circundante, ese intercambio con

la
realidad. El hombre se

identi­
fica con
las msas concretas que le rodean, de tal modo que no las
puede susticuit por ninguna otra, por muy parecida que sea. Es
aquello que tan admirablemente expresa Saint-Exupéry en la con­
vetsación del
zorro con •el· principlto, en la ,que aquél concluye di­
ciendo: "No se ve bien más que con el
corazón, lo esencial. es in­
visible a los , ojos. .Es el tietnpo , que has petdido con m · rosa lo
que le hace importante. «Te. haces respoosable pata siempre de
aquello
que
has domesticado»".,
Es por ella, que el hombre puede llegar a morir .por estas cosas
que
le rodean, parque la pérdida de ellas, una vez que se han con­
vertido en
raíces, significan para _él más que la vida · misma. El
ideal, pues, para un plena desarrollo del
hombre, sería
una
socie­
dad que fomentase la. """°ón de esos vehículos. · Y, sin embargo,
vemos que en todas
las teorías políticas modernas pesa exacta­
mente todo. lo _contrario. ,
Tanta el liberalismo como. el socialismo. conciben la sociedad
como a'lgo extrínseco al hombre, El liberalismo niega expresamente
p,alquier
arraigo

del hombre a
sn medio; y, en su afán de liberado,
lo deja

sólo
frenre a Wl estado mucho más fuerte que él. El. so­
cialismo y comunismo, a través de su idea fundamental .de "desa­
lienación"
. del hombre, persiguen los

mismos resultados.
La teoría
liberal, aquí como siempre, lleva directamenre a la socialista. El
liberalismo,
a,l dejar

al hombre solo,.
aislado, favorece la aparición
de

una clase, el proletariado, sin
la rual el socialismo no sería po­
sible.
El proletariado es una clase que se
caracteriza fundamental­
mente
por su falta de raíces, en absoluto por su pobreza. Juan
V.allet, citando a un autor-francés, hace notar en ''.Algo Sobre temas
de Hoy" que "el obrera de .las antiguas corporaciones, ha podido
en ciertas
épocas ser muy pobte, pero tenía en su corporación un
estado
de vida reconocido, estaba por ello arraigado en el orden
social... No .era un
proletario". Por eso precisamenite, el proleta­
riado fue la clase revolucionaria· por e,ccelencia. y la Revolución,
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PR.OPIBDAD Y AR.R.AIGO
que. encontró grandes dificultades pa,:a. triunfar en el campo, donde
el campesino estaba identificado con "" medio, triunfó rápidamen•
te en 1"s ciudades.
EJ. ma.r#smo va, por_ io tanto,.-para conseguir sus fines, contra
todo aquéllo que propo;ciona es11abilidad, po;que en un mundo al
que
d hombre esruviera profundamente yincu:lado, nunca sería po­
sible el ideai socialista. En frase de Simone Wefil., "el desarraigo es,
con mucho, la enfermedad más maligna de las sociedades humanas" ..
Y,
podríamos añadir, es la enfermedad característica de la. sociedad
contemporánea y la fuente de todos sus males.
Dentro
de

la
estructura socirul,. hay dos instituciones fundamen­
tales qne f¡¡vorecen y estimulan el arraigo personal. Una es la fami­
lia,
la otra, la propiedad. La familia introduce ¡cl hombre en la vida
social,

le
acostumbr~ a

las
cosas y le enseña su _sentido. Su función
fundamental
es misladar ese

bagaje
cultural, esas rafees de una ge­
neración

a
~tta, de tai. forma que siempre se esté perfeccionando la
sociedad, por<¡.ue "no embelleceré el templo si Jo recomienzo a cada
instante".
4 propiedad, sin embargo, es un medio de <¡.ue se vale el hom­
bre para identificarse_ con. las cosa51 para int~biarse con ellas.
"La naturaleza del hombre le lleva a establm nexos más directas
con a:lgunas cosa-s y rela_ciones más próximas con algunas personas:
Ser propietario, tenet familia, son cosas que le dan una justa sen­
sación

de plenitud, de
personalidad. Vivir

como
áromo aislado,
sin
familia ni
biénes entre una multitud de personas extrañas, le da una
sensación de

vacío, de anonimato
y de aislamiento, que es para él
profundamente antinaitural."
Hay, además, uha relación íntima entre estas dos institucionés
de arraigo, !a propiedad y la familia. La familia tiene que tener in­
dependencia para cumplir

sus
'fines. La propiedad familiar garantiza,
en, ·cierto modo, esta independencia. El 1?8trimonio familiar repre­
senta mticho más que un trozo de tierra o tinos cuan.ros· enseres. Re~
pr~nta el espíritu de varias generaciones que han ido esforzándose
por adquirirlo y conservarlo, y· que · han dedicado su vida a ello. En
el cuidado de · este
patrimonio, se· venera al padre y al abnelo, al
ccntinuar
su obtll. Esto ocurre solamente si tenemos a:Jgo que consi-
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A!AlUA .TERJlSA. !,!.ORAN
mo nuestro, no sujeto a las decisiones, mas
o menos arl,itrarias, que

pueda
tomar el E.,tado. lls un hecho muy
sencillo de comptobar en la vida nonool. ¿Quién no siente un cariño
especial por su casa, donde ha pasado sus primeros años? Aun des­
pués de
aharulonada, para formar una familia, se sigue sintiendo
a>mo propia, y, cada va que se vuelve a ella, se siente una sensación
especial de amot. Porque esa casa significa una parre muy importante
de
nuestras raíces,
nos
sentimos llttaigados en ella. Puede decitse que
forma
parte de nuestra pequeíía historia petsonal, a>mo si fuera algo
vivo. Y ¡ qué sentimiento de tti5'te7.a se experimenta, si pot cualquier
motivo

esa casa debe
pasar a .otras manos y perderse para siempre!
¡ Cómo se locha para salvarla hasta el final! Quizá haya ciertas per­
sónas, y sobre todo actualmente, para quienes esto no significa nada.
Ni sienren amor pot su casa y lo mismo' les da estar en un sitio que
en
otro. Esto

no es
sino una prneba más del dearmigo que prodm:e
la vida actual, sobre todo en las grandes ciudades.
La vida en cllas es absolutamente uµiforme. as casas son ignales,
con
muebles iguales; las
personas tienen un trabajo
que se
carac­
teriza
por la ful.ta de creatividad y de aportación personal: son un
éSlabón
más

en grandes
empresas. Se limitan a obedecer &denes.
Resulta dificilísimo ena>nttar algún msgo que evidencie que nna
dil.sa
es de una familia y no de otra. Estas rosas qué no parecen im­
portantes, lo son, sin embargo, y mucho. La vida en las grandes ciu­
dades
favotece el desarraigo de nna manera monstruosa. Hare hom­
l>res ignales, en casas ignales, y creándoles problem«s casi ignales.
Pensemos que
las aspiraciones de una gran parte de los ciudadanos
se
limitan a compmr el televisor en color, el chalet en la sierra ...
que
tan insisten
ofrece
la . propaganda. Realmente

es

flcil resistirse. a esa ofensiva y de hecho hay muy pocos que logran
vencerla. El

resultado son hombres masa,
átomos solitarios que

se
¡¡ufan por

instintos e
impulsos y que por lo tanro son manejados
por, quien

mejor
sepa atraer estoS instintos e impulsos. I,¡ vida de
la· llllcy'orfa de los habitantes

de
las grandes ciudades tiene muy poco
de humana, y los hombres cada vez son menos hombres porque
cada vez hacen
menos uso

de su
inteligencia y de su libertad. Y
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P:¡1.QPIBDAD Y ARRAIGO
eSIQ tiene una e,oplicación fllUY sencilla. S!>n seres completamente
desarraigados y, por lo tanto, no tienen pets0nalidad.
Si observa¡nos lo que es la . vida en el campo,. o en dudad es que
no
alcaruiado las dimensiones monstruos por

las
cuales nadie conoce
a nadie, '1emOS un panorama completamente distinto .. No. se

trata
tampoco de
poner el campo como la pe¡f~ón donde ~ todo lo
bueno
y en las ciudades la perversión rota:I. En una concepción
ideal de la
sociedad, donde

las
ciudades cu,mplieran su

función de
centro. cultural,
económico y sociail organizado, se haría realidad
la d=ipción de Spengler, . "lo que para el labriego significa su
casa, eso mismo significa la ciudad para el hombre culto. Lo que
para la casa
son los espíritus buenos, eso mismo. es para toda la
ciudad el dios protector o el . santo patrón.. También la ciudad es
un vegetal. Los elementos uómadas, los elementos_ macrocósmicos,
le

son
tan ajenos romo a la clase 11¡,.!,mdora''.. Sin embargo, en una
transmutación de valores, la ciudad se ha convertido en _ aglutinante
de todos los "nómadas intelectuales".
P¡,r ello,
es
mucho más .fácil
que

se
desenvuelva plenamente .el hombre en un medio rural que
en el urbano
.. En

el
carn,po, por lo· general; toda familia .tiene .una
tierra

en que trabaja. Esta
tierra puede
ser
suya en propiedad pri­
vada, en muchos casos, y, en otros, aunque no lo es, -por el -·hecho
de que ha sido trabajada y poseída por generaciones, el senrimien.ro
lutcia
ella es el mismo. Existe, pues, la cierra familiar. Exisre la
casa, que no es una casa en serie sio,o .adecuada a: lás necesidades de
c
El
campiesino se

siente vinculado
espititualtnente a
una
casa
y a una cierra y no tiene el. espíritu nómada de quien oo tiene
raíces en ninguna parte; Como observaba Helion

de
Beaulieu, ºla
unión y la continuidad de la familia campesina o,o está ligada .:sola­
mente a la transmisión del patrimonio
material constituido
por .la
tierra y la i:a'Sa, sino también al patritmonio moral que -constitufe
la e,q,eriecia adquirida por su cesión de generaciones". Y. com­
prueba· el mismo autor que hay casi una imposibilidad de que
pueda llegara set campesino quien np lo es, porque · existe un lazo
orgánico entre el campesino y la tierra.
La propiedad, pues, es un medio de artaigo importantíwno,
Esto

explica
la~ constantes )uchas qüe ooii.tta · la pro¡,!edad se · sos-
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MARIA TElUJSA MOMN ·
tienen y que el soc:Wismo se base .fundamentalmente en la abdli­
ción

de la propiedad privada
y en 1a ludha de clases. Además, si se
entiende la propiedad · de

esta
manera, como arraigo, como inter­
cambio
con las cosas y como trabajo de varias generaciones no se
puede
caer nunca en la tan criticada propiedad absoluta del capita­
lismo. Porque para el · liberalismo, la propiedad es un derecho sin
ningún límite;
el propietario en Jo suyo puede hacer, deshacer,
incluso destruirlo,
sin que

nadie pueda
exigirle ninguna responsa­
bilidad;
Los abusos ocasionados por estas concepciones han llevado
a
muchos a decit que

es
preferible que

no exista el derecho de
propiedad
y a defender las teotías socialistas. Sin embargo, si aten­
demos al sentido real de la propiedad, vemos
qne esto no es más
que
una degeneración de lo que en realidad debiera de ser. Porque
el
entender 1a propiedad como un trabajo materializado, que viene
de
nuestras antepasados y luego va a aprovecllar a nuestros hijos,
hace que, por eso mismo, no sea un deredio absoluto. El deposi­
tario de este bien
tiene una responsabilidad especial. llsto Jo ex­
ptesa Spengler diciendo que "la nocióo dé ptopiedad se ennoble­
ce...

Se
,transforma como un depósito. 1ll titular

no · se
considen
con todos los derechos sobte esta tierra, sobte esta casa. Un con'
trato
tácito

le vincula a
sus predecesores y a sus sucesores". Por eso
mismo,
en el propio desarrollo del hombte contribuye la propiedad
fomentando su

responsabilidad. Haciéndole responsable del depó­
sito
·que le ha sido confiado· y que tiene la obligacióo rnotal de
transmitir.
Y, al mismo tiempo, Je impulsa a entregarse a las cosas,
ttansfonnarse
en
ellas, dejando
una parte de su vida, de sus suefios
en cada nueva obra que sabe que luego disfrutarán sus hijos. Hay
un ligamen
especiaJ entre el propietario
y su
ptopiedad, porque
"lo que importa es

que uno
transforma tales cosas en
un mundo
personal, que
las penetra con su petsondidad. La propiedad autén­
tica

es
alma, y, sólo en cuanto que tal, cultura auténtica. Estimarla
por su va:lór en dinero es un error, o· una profanación. Dividirla a
fa muerte de sn propietario es una especie de asesinato". Y añadía
Vallet: "hay que conservarla
éotno algo· propio de su familia, a
través de fa sucesióo.ditageneraciones".
Hemos de concluir diciendo que este · sentido de la propiedad
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PR.OPIEDAD Y AR.RAIGO
se· va perdiendo. Existen personas para quienes significa una sola
inversión
de
dinero, por

Jo
cual Je han quitado todo su valor y su
sentido. Pero,
tomando 1a propiedad en su sentido estricto, es evi­
dente que el saldo es más positivo que negativo. Pues, frente a los
abusos de
las personas que Jo usan solo. como .un medio. de lucro,
está el amor y el trabajo que 1a gran mayoría pone en ella. Está 1a
estabilidad y el arraigo personal y· familiat que proporciona y el
significado que

tiene
paca los

propietarios Además, a través de
amor a
1a propiedad se llega . también al amor a la Patria, porque
éste

no es una cosa
abstracta que surge de la nada, sino que se ali­
menta de rosas roncreras. El amor a la propia familia, a 1a tierra
donde

nacimos,
a la casa

donde
vivimos ...

fomentan un amor
más
eleva.do, como es el aJD.ór a la Patri~. -Y este arraigo a una · tierra, a
unas rosas concretas que proporciona la propiedad, es la base del
atraigo muoho

mayor. qne existe en la.
propia Patria y nos hace
defenderla

como
Jo más importante, después de Dios.
Hace ya algunos
años, un famoso poeta rontempofll.neo descri­
bió
la sociedad acruaJ con la siguiente frase: "Un mundo como un
árbol desgajado, una
~etación desarraigada, unos

hombres sin más
destino que apuntalat · ruinas ..
."'. A. nosotros corresponde ludiar
paca que, con la ayuda de Dios, se ronvierm . en el ideal que des­
cribe
Saint-Exupéry en

su
Ciudadela: "Comunidad de lazos, de re­
cuerdos; de
esperanzas, donde ca,la • .paso y cada tiempo tiene su
sentido".
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