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Número 183-184

Serie XIX

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La Instrucción Pastoral de los Obispos refugiados en Mallorca (II)

LA INSTRUCCION PASTORAL DE LOS OBISPOS
REFUGIADOS EN MALLORCA (*)
(Conclusión)
POR
FRANCISCO JosÉ FERNÁNDEZ DE LA ÜGOÑA
SUMARIO: .J. Los obispos firmantes; II. 1a· Instru.cdón Pasto~¡ III. La
filosofía, amenaza. contra la Iglesia; rv. Las. dos Espafias;-.Y. Una -gue­
, 1·ra de religión; VI. El Jansenismo; VII. La libertad de imprenta; VIII.
Sólo
temiendo m Dios;

lX.
Los diques rotos;

X.
Escritores. sabios y ce­
losos; XI. En defensa de los
regula.tes; XII. La desamortización; XIII.
Frente a las Cortes; XIV. Velar sobre la Iglesia; XV. El diálogo;
XVI. Los sacerdotes-; XVII. No deis a los pe.tras las cosas· santas;
XVIII. La minoría de edad de los seglares; XIX. Epílogo.
IX. Los diques rotos.
Toda esta literatura no -surgió, evidentemente, de modo fortuito
y espontáneo. Sus autores llevaban en el alma las ideas revolucio­
narias
desde
hada tiempo, pero estaban obligados a disimularlas
(*) Dentro de esta serie sobre el pensamiento contrarrevolucionario es-
pañol, han aparecido en Verbo los siguientes trabajos del mismo autor:
«Fray Atibino Dehaxo Solórzano», Verbo, núm. 117-118,
«José Cadalso», Verbo, núm. 121-122.
«Pedro ·de Quevedo y QU.intano, Obispo de Orense», Verbo, núm. 131-132.
«El Manifiesto de los Persas», Verbo, núm. 141-142.
«El Beato Ezequiel Moreno, obispo de Pasto», Verbo, núm. 151-1'2.
«Benito María Sotelo de Noboa, marqués de Villaver-de de--Limia:»,. Verbo,
núm. 165-166 .
..«La Instrucción

Pastoral de los obispos
refugiados -
en
Mallorca» ( 1.1 parte)
Verbo, núm. 181-182.
~99
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO 10SE FERNANDEZ DE LA CIG01,A
o, a lo más, a comunicarlas en reducidos conciliábulos de correli­
gionarios. Uoa vieja

institución, en
verdad poco -eficaz y debilitada
· en

esa época, bastaba
para contener,

casi al respeto de su mismo
nombre, plumas
y lenguas: la I11quisición.
Peto
en aquellos años, y en espera del decreto que en 1813 la
había de

extinguir,
estaban suspendidas sus funciones. La campaña
contra

la Inquisición fue hábilmente
montada para atraerse a
ella
a los obispos. Muchos de los que
pretendían su extinción lo hacían
a

pretexto de devolver a
los prelados sus facultades de censura
usurpadas,
según decían,

por el Tribunail.
Pero los obispos no ca­
yeron en la
trampa y fue monolítico el bloque formado en defensa
de aquel valladar contra el error.
Los refugiados en Mallorca se alinearon con sus hermanos fren­
te a la maniobra de liberales y jansenistas, y se refieren a "la sus­
pensión del Tribunal
Supremo de

la
Inquisición en
su ejerci­
cio"' {176)

como a "nuestro mayor sentimiento" (177).
Y explayan su
pensamiento en

las siguientes
líneas:
''Una suspensión
como ésta no puede menos de contcistarnas
hasta
el extremo. ¡Qué

dolor! Vemos
aJ. supremo Pastor en las ca­
denas, los

obispos
cautivos bajo

la
dominaci6n francesa o emigra­
dos lidiando con los trabajos y la miseria, muchos de los párrocos
persegui<\os o

prisioneros, los
regulares dispersos
por los
franceses,
calumniados y escarnecidos por nuestros filósofos españoles; al mis­
mo tiempo, una chusma de li~tinos ievantan la cabeza y se apode­
ran de la prensa
para esparcir impiedades y blasfemias. Y en cir-
9-1nsrancias tan críticas, ¿podremos mirar con ojos enjutos la sus­
pensión de un tribunal tan indispensable, tan necesario, ahora más
que
nunca,
para poner un

freno a la impiedad
desbocada y contener
el
libertinaje de

la
imprenta? ¿No

es la
Trif,le Alianz,, misma una
buena prueba de la necesidad
abroluta de

esre tribunal,
para preca­
ver a los pueblos del ,error, resarcir
y evitar en lo sucesivo la repe­
tición

de semejantes escándalos?
400
Si, amados hennanos · nue&ttos, estos son los sentimientos de
(176)· lnstrutdón Pastoral pág. 173.
(177) Idem, pág. 173.
Fundaci\363n Speiro

«PASTORAL» DE WS OBISPOS REFUGIADOS EN MALLORCA
los ocho (sic). obispds que nos hallamos reunidos en esta isla; éstos,
los

que uniformemente hemos maoifestado a
nuestras .. Cortes

en
favor del Santo
Tribunal de

la
Inquisición o,

por mejor decir, en
favor de la
Iglesia de Jesucristo, que tanto· se interesa en su exis­
tencia y expedito ejercicio; y estos- mismos los que, con la ·mayor
complacencia, hemos visto reproducidos y publicados, no sólo por
casi todos los obispos residentes en·
país libre,
sino
también por
varios

cuerpos
y particulares del estado secular, que en sus repeti­
das representaciones al mismo

augusto
Co,¡greso han
dado
con este
motivo un brillante testimonio de su religión y de un celo. Nuesttos
amados súbditos no deben ignorar la opinión y la conducta de sns
pastores, sobre un punto de ranra
consideraci.ón como
éste;
y, por lo
mismo, no dudamos publicarla, ya
· para

confirmarles en la grande
estimación
y respeto que les merece un esrablecimiento ran salu­
dable, y que ha sido el baluarte de la fe en España, ya para evitar
la jusra nota de omisos en que pudiéramos haber
incurrido respec­
to . de

los que ignorasen este paso
dadp · por

sus obispos en· desem­
peño de uno de
sus'l>firneros deberes"

(178).
Nada más cabía
decir en

favor de la
Inquisición. Y
orgulloso
podía sentirse aquel
Triburu!l de

que, en los
momentos de
menor
efectividad del mismo, el episcopado español lo sostuviese de modo
tan unánime (179)
y aun a cosra de la pers0019ón.
Los obispos refugiados en Mallorca, en unión de sus hermanos
de Santiago, Tarragona, Salamanca, Segovia, Astorga, -Móndoñedo,
Tuy, Ibiza, Badajoz, Almería, Cuenca, Plaseucia, Albarrácín, Carta­
gena,
Orense, Orihuela,
Mallorca,· Calahórra, San · Marcos de

León,
Vid!, Oviedo

... , bien
comprenden a
"esta
clase de escrítos tan in­
teresados en la supresión del santo Tribunal de la
Fe" (180), pero
entienden que "tampoco ~·ebe.IIlos r~ela:r que rus ca;lurrinfas y sus
amargas invectivas contra el mismo Tribunal y contra cuantos lo
(178) lrutrucci6n Pastoral, págs. 173-175.
(179) Cfr. mis trabajos citados sobre Quevedo y Quintano,·pág.- 2-33-237
y el Manifiesto de los Persas, pág. 242-253.
(180) Instrucción Pastoral, pág. 175.
4¡;¡,.
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO J<>SE PERNANDEZ DE LA CIGOE1A
sostienen puedan más C que
los repetidos d&nores de tantos verdaderos hijos de ella" (181).
En
este punto

sí que se
ha!brían de

equivocar
los obispos,
pues
de nada sirvió
tan multitudinaria reclamación, en '1a que se mezcla­
ban obispos con generales, y corporaciones con simples. particulares,
para disuadir
a lÓs que se decían

representantes del pueblo de un
plan que estaba
tra>ado de antemano y que era uu golpe más, y de
los
más certeros, contra la Iglesia católica.
Los
obispos lo habían advertido perfectamente cuando
afir­
maban:
"Vemos perseguido, con el Ódio más encarnizado, al tribunal que
tiene
por
único objeto

la conservación de
'la pureza de nuestra santa
fe"
(182).

No
se trataba de

cuestiones de
procedimiellltO, perfecta­
mente

modificables como
ya lo habían sido en el correr de los siglos,
sino de la sustancia misma de la institución. Por aquellos días, y
desde hacía mucho tiempo, no había hogueras inquisi.roriales más
que en las burdas calumnias de
sus ·denostadores.
Se
trataba única­
mente

de
acabar con
un Tribunal que denunciaba la herejía.
Porqué
resultaba

inrolerable
para quienes
querían una
España nueva que
nada
ruviera que ver

con la religión de
sus mayores.
, Como dicen los obispos: "¿Qué mucho, pues, que se persiga con
el mayor furor y los improperios más infames al Santo Tribunal de
la
Inquisición, el que si estuviese en su ejercicio tendría que recoger
tantos escritos y corregir a tantos · escritores? ¿Qué mucho que se
persiga con la misma rabia y la misma cultura de expresiones a los
regulat'-es, .que no cesarán, mi~~s existan, d_e reducir a polvo -los
sofismas y preservar al pueblo de los . er,rores? No lo dudemos:
donde la impiedad y la ignorancia o,
lo que viene a ser lo mismo,
donde una filosofía descarada levanta su orgullosa cabeza, la In­
quisición
y los regulares serán siempre odiados y. perseguidos, como
que son dos firmes baluartes de la Iglesia. Ya se ve: no
se puede
tomar

la plaza sin destruir antes las obras avanzadas" (183).
(181) Instr11r:r:ió,i _ _'PaJlóral; pág. 175.
(182) Idein, pág. 190.
(
183) Idein, pág. 206.
Fundaci\363n Speiro

«PASTORAL» DE LOS OBISPOS REFUGIADOS EN MALLORC!(
Tenían, pues, clara conciencia los obispos del combate entablado
contra

la religión
y de '.la gravedad dd momento. De ese modo, como
una guerra
abierta y

declarada, plantean la cuestión a sus fieles.
Y
es

de
notar como

percibieron,· desde
, el primer momento, la táctica
liberal encaminada a

privar a la
Iglesia de sus más sólidas defensas:,
la unidad con el centro de la cristiandad para dejar a los obispos
aislados en

sus
di6cesis, las órdenes religiosas, verdaderas tropas 'de
choque

de
la milicia eclesial con las que se quería acaba,: a tocb.
costa, y la Inquisición, suprema garantía de la pureza de la fe que
estos obispos

tenían como el mejor tesoro de un pueblo.
No cabía duda de que la
Revolución llabía planteado perfecta·
mente la batalla. Y en ella se empleó con uoa dedicación y una in­
teligencia. verdaderamente admirables. De . ~ modo, una exigua
minoría de españoles dictó su ley a tQdo un pueblo que quería <>tra
cosa. Y en esa tarea todo fue lícito: la calumnia y la persecución, el
destierro y el asesinato, la contemporización y el , engaño. Cierto que
en
los primeros momentos, desde
la, debilidad de un Cádiz cercado,
no pudo
mostra
toda su plenitud
la dictadum liberal. Habría
que
esperar
al Trienio y a la Regencia de María Cristina para que
el velo
cayera completamente.

Pero en
Cádiz están

ya en germen,
y en
muchos aspectos incluso muy desarrolladas, todas las premisas
que,

a
comieru:os de

la década de los
setenta del pasado siglo, lle­
varon
a

la
nación al

borde mismo
de, la muerte. Situación que habría
de repetirse, y por muy semejantes motivos, sesenta años más tarde.
Todo

,ello amparado por
una palabra
de
la que en todas sus actua•
dones hacían verdadera

irrisión: la
libertad.
En la resistencia de la España attólica, fue elemento clave por
estos días

de
Gádiz, lo mismo que después en el Trienio, la actua·
ción de

los obispos.
Los liberales lo comprendieron enseguida y por
ello

diversificaron su
acción en

dos sentidos:
la persecución de
los que se les oponían, es deci<,
prácticamente de

la
totalidad, y el
intento de
captación de alguno

de ellps para cubrir ante
el pueblo
con
alguna mitra la persecución a la Iglesia.
Fallido el intento de apropiarse de don
Bernardo Nada!,
obispo
de Mallorca, que,
pese a inclinaciones liberales, clamaba contra la
libertad de imprenta, encontraron el hombre ideal en el cardenal
403
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO JOSB FBRNANDBZ DE LA CIGORA
Luis María de Borbón, que a los veintitrés años había sucedido al
cardenal
Lorenzana en
la sede
primad"' de
Toledo. El fue la
figura
clave en la reforma de los• regulru:es que Villanueva · y sus eotteligio­
narios emprendieron
y, verdaderami,nte, reunía en !!eOtía todas las
condiciones
para cubrir con una ápariencía de religiosidad las me­
didas anticatólicas que se preparaban.
Era

primo del
rey y la máxima jerarquía de la Iglesia española.
Pero aquella· triste figura, que está esperando todavía un biógrafo
imparcial, tenía
tao poco valor que más bien servía para todo Jo
contrario de

lo
pretendido, · pues desacreditába cualquier causa que
le• contara·
entre

sus
filas debido a su más que menguada inteligencia.
Ya

que siempre
estuvo, en Cádiz y en el Trienio; a· favor de los
liberales, que

sean ellos quienes
lo retraten. "Era su cortedad tan­
ta.:." (184),' nos dice Toreno. Y no es más favorable el juicio de
V'illanueva:
"Hoy comí
ron el Sr. Hermida, oon cuyas reflexiones
acerca ·
del cardenal de Borbón, acabé de convencerme de que por
ningún
caso
convenía ·designarle para presidente de

la Regencia,
aunque sea

sin
voto" (185). Pese a ello, y por los motivos sei\alados,
se ooritó
oon •él para· integrar ·con Agar y Ciscar 1a cuarta Regencia,
tiempo después. De lo acertado de esa designación puede dejar cons­
tancia el hecho de

que,
cuando se constituyó eri 1810

el grupo de
~sonas que debían conocer la cailsa inooada al obispo de Orense,
"pareció a muchos -dice Villanueva,-que

debía
exduirse al car­
dé!lal
por

sus cortos
conocimientos" (186). Este era el aval, además
de.
unos cuantos clérigos jansenistas, del ca Ciertamente,
mejor hubieran pasado sin

éL
Los obispos refugiados en· Mallorca pensaban de distinta manera
que los liberales, y no decimos que el cardenal Borbón, pues las
decisiones de

éste
iban. más impwsadas por
la presión de
las circuns­
tancias
sobre

su extremada pusilanimidad que
movidas por tonsi­
deraciorres
de fos hechos, cosa de la que los mismos liberales le con­
sider,in
'casi· incapaz. 'Por· ello; dan en la lnstm&d6n Partorttl "dos
(184_) Toreno, Conde d;:. Op. Cit., pág. 451.
(.185) Villanu~a, Joaquín.Lorenzo:
Op. cit., pág.. 21.
·. ( 186) Idem, Op. dt., pág: 32. '
Fundaci\363n Speiro

«PASTORAL» DE WS OBISPOS REFUGIADOS EN MALWRCA
avisos muy impor-tantes, que deben tener a la vista nuestros párro­
cos y no deben ignorar los demás eclesiásticos" (187) ..
El primero de ellos
-del segundo
nos ocuparemos en otro lu­
gar-es de este t'ellor: "Para evitar los g.ravísimos perjuicios que
pueden ocasionar muchos de los papeles que se publican en estos
tiempos, abusando de la imprenta, en una
época en que el ·Tribunal
de

la Santa Inquisición se
halla suspenso

en su ejercicio, declara­
mos:
que todos los libros, papeles,

estampas,
medallas, ere.,
que es­
taban prdhibidos por el Santo Oficio subsisteil -prohibidos, y por
tales los reputamos en nuestra•s diócesis, bajo las mismas censuras
que se expresan en sus decretos; como lo tenemos ya declarado en
nuestro Edicto de l.º de julio próximo pasado" (188).
Ven
los obispos la posibilidad de que, ai amparo de la
libertad
de
imprenta,

aunque en contradicción con la
letra misma de la ley,
que no era aplicable a la religión, pu"!lan imprimirse los libros
condenados anteriormente. Pero-ese· era un mínimo peligro en com­
paración con los de nueva edición, no incursos, por tanto, en los
índices anteriores. Por eso amplían su prohibición, recordando las
normas generales de los índices,
y concretamente las del. de 1790.
"Quedan
igualmenre en

su vigor rodas las prohibiciones
y dis­
posiciones
con,enidas en !as Reglas

del Indice impreso en
Ma afio
de

1790,
entre las cuales debe tenerse muy presente la 12.', que
dice:
«Prohlbanse los

libros que de aquí en
adelante se
oompusie­
ren o divulgaren, que contengan error o errores contra lo que la
Santa Iglesia Romana enseña y aprueba»; debiendo entenderse lo
mismo de
todos los
demás papeles sueltos
expresados en
la misma
regla
y comprendidos en esta clase" (189).
Los católicos españoles tenían, por
tanto, señalados sus deberes
respecto a los resultados de la libertad de imprenta.
La Inquisición,
suspendida en su ejercicio, y · poco más tarde extinguida, subsistía
plenamente en cuanto al fondo de sus decisiones. Y los obispos
comprometen en esa solemne declaración toda su autoridad. La in-
( 187) lnstrución Pastoral, pág. 249.
(188) !dem, págs. 249-250.
40)
Fundaci\363n Speiro

P~C!SCO JQSE PERNANDEZ DE LA C!GOJM
dignada reacción de los liberales es la mejor prueba de que los obis­
pos habían acertado ron el remedio para prevenir Jo que aquéllos
p1etendían.
X. Eecritore~ sabios y celosos
Los obispos teoían ronciencia de que no esciban solos en la
empresa
ronttarrevolucionaria. Era
evidente que
el pueblo español
~~ha tras ellqs y compartía, al menos tácitamente, sus creen­
cias .Y opiniones. Peto, además de esa gran mayoría silenciosa, etan
muchos los que salían al campo de la lucha in¡electual con pensamiento, revolucionario. En las Cortes, romo diputados (Ostola­
za, Borrull, Creus, V aliente, Inguanzo, Lera, Riesco, Bárcena, Pétez,
Freire, Gutiérrez de la. Huerta .... ), en periódicos, escritos y repre­
sentaciones era constante la polémica con la ideología libetal.
La lectura del Diatio de Villanueva es abrumadora a este respec­
to: "la falta de verdad coo que, en
el petiódico Dith-i-0 de la t,wde,
se avisa la votación del artículo 3.º d, la Constitución sobte la so­
betanía naciooal" (190); ''.una de las causas de esta división que se
advierte en el pueblo
,es la
facilidad con que
El Fil6soifo Rancio y
otros califican

de impíos a algunos diputados, de donde nace que
el pueblo se divida en opiniones y partidos" (191); "se leyó un pa­
pel impreso en La. Coruña con el título de Aviso imporl,mte a Es­
paña... Es nna invectiva horrible contra las Cortes y algnnos de sus
individuos"" (192); "hoy
se publicó
un
escrito en
el
Cemor general,
de mañana sobte el juramento de la Constitución ..• , algunos ami­
gos me rogaron que escribiese algo para
demostrar la
necedad
y
superchería de. este folleto"' (193); "se pidió permiso al Congreso
para que el· s_eñor Ostolaza evacúe un informe sobre si es o no
autor de un papel publicado en El Censor y calificado de sedicio-
406 (190)
ViJlanueva, Joaquín
Lorenzo:
Op. cit., pág.
235.
(191) ln1trucci6n Pa.rtoral, pág. 244.
(192) Idem, pág. 258.
(193)
Idem, pág. 281.
( 194)
Id=, pág. 308.
Fundaci\363n Speiro

«PASTORAL» DE LOS OBISPOS REFUGIADOS EN MALLORCA
so" (194) ... Podrían seguir ias citas (195) confirmando este amplio
movimiento
contra la ideología predominante en
las Cortés. Así
como también sería ilustrador comprobar las desabridas reacciones
de la mayoría
liberal, que no

acepta
otra libertad
de expresión que
la coincidente con su modo de
pensar. Entendiendo

así la democra­
cia es
demócrata hasta Fernarulo VII.
En
· esta situación, los

obispos vienen a
respaldar' desde la lm­
trucci6n P"stord/, la protesta antiliberal, con palabras en las que
todo lector había

de percibir su inténcionalidad:
"Sabemos· que
muchos de estos errores han sido ·1mficienremente combatidos por
escritores sabios y celosos, así eclesiásticos como-legos. Pe.ro -~ sa­
biduría y su celo, que los hacen tan beneméritOS de la Iglesia, no
excusan el nuestro~ antes bien, lo reclaman -poderosaniente y le aña ..
den imevos estímulos

para que· no
dejerilos vacilar por

nuestro si­
lencio la opinión del pueblo cristiano, y especialmente la de nues­
tros amados diocesanos" (1%).
Sólo les
faltaba haber citado ¡,o< sus nombres al Rancio, a Osto­
Jaza, a lnguanzo.. . No era necesario, pues estaban en la mente de
todos. Y los que pata Argüelles, Toreno y demás corifeos dd libe­
ralismo eran peligrosos enemigos de la patria, resultaban para los
obispos

beneméritOS de la Iglesia.
Las dos Españas, una de las cua­
les acababa de nácer, eran ya irreconciliables.
Y los obispos vuelven a alabar "los papeles públicos de nues­
tros celosos apologistas que,

con
tanto mérito suyo y suma compla­
cencia nuestra, coml,a
la ignorancia
y · las impiedades .de
nuestros filósofos aprendices que igtlOrari, tal . v~, lo mismo que
trasladan" (197).
No
,cabía apoyo más pleno e

incondicional.
Pero van todavía
más

lejos los obispos. Y
pata .. apreciarlo es preciso recordar los
hechos

de
la época. Estamos a fines de 1812. En 1810 se había pro­
ducido
el famoso incidente con el obispo de Orense (198), que en
(195) Véanse, por ejemplo, las págs. 306, 312, 313, 337, 343 y 371.
( 196)
ln,rtrucción Pastoral, pág. 184.
( 197) Idem, pág. 191.
( 198) Femández de la Cigoña, Francisco José: El obispo de Orense,
407
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO ,¡OSE FERNANDEZ DE LA CIGONA
1812 es indignamente desposeído de la ciudadanía española (199).
De esas
feohas pueden citarse intervenciones

de
otros prelados,
si
no
tan sonadas coincidentes

en el fondo. Pues bien, los obispos re­
fugiados en

Mallorca prácticamente comienzan la Pastoral de este
modo: "¿Por qué hemos callado tanto tiempo? Esta es, amados her­
manos, la reconvención
amarga que hemos sufrido
de papeles pú­
blicos de
otra. clase

de escritores sanos y celosos que, condenando
nuestro silencio, nos aplican la nom de perros mudos con otras tan
desagradables como esta"" (200).
¿ Y qué responden los obispos a esos escritores que, entendiendo
el silencio episcopal
"pusilánime"" e
"inoportuno'" (201), lo apos­
trofan en tan
"desagradables"" términos? "Que perdonamos de

bue­
na gana a sus autores por el ardiente y fervoroso. celo que .mani­
fiesta su religiosa pluma por el bien de la Santa Iglesia"" (202).
XI. En defensa de los regulares
Hemos visto a lo largo de las líneas precedenr.es la defensa que
los obispos hacen de las
6rdenes religiosas.
Nos detendremos ahora
en
este punto

por cuanro fue el objetivo principal del
liberalismo
en sus ataques a la Iglesia. Frente a esos intentos liberales, la posrun.
de los obispos es rorunda al afirmar "la necesidad de conservar unos
ministros rales, que si la Religión no los hubiese instituido para el
gobierno de
las almas, serfa preciso inventarlos para la felicidad de
los pueblos y de los
Estados"" (203).
Para

los obispos'" se ve
clar.unente que

el
úniro móvil
del pro­
yecro filosófico para aniquilar a
los Regulates en Francia, y en to­
das partes, eta el odio de la religión católica que los religiosos de-
don Pedro de Quevedo y Quinta.no. Verbo núm. 131-132, enero-febrero 19'7:5,
págs. 165-238.
408
(199) Fernández de la Ggoña, FranciSEO José: Op. cit., pág. 218 y sigs.
(200) lns1,11c.d6n Pa1toral, págs. 6 y 7.
(201)
!dan, pág. 7.
(202) Ida:n, pág. 7.
(203)
Idem, pi¡¡. 39;
Fundaci\363n Speiro

«PASTORAL> DE LOS OBISPOS REFUGIADOS EN MALWRCA
fendían y promovían entre los pueblos con una sabiduría que ex­
cil>lba
los
furores de
la impiedad. Intentaban los filósofos descris­
tiani>ar al

pueblo, arrancándole, por medio. de
la seducción y los
sofismas,

su verdadera religión: era, pues, un
paso indispensable la
ruina de los regUlares para que los pueblos, destituidos· de estos
auxilios, pasasen
de la tibieza a la indiferencia y de la indiferen­
cia a la abjuración. Se comenzó -por la cslumnia; se les batió coa
el arma favorita del ridículo; se tomó el arostumbrado pretexto de
la reforma, que en
el sistema de los impíos siempre debe parar en
extinción ...
" (204).
El

análisis de la situación es inapelable.
Lo que los obispos afir­
man era
la verdad pura y simple de las intenciones de la Revolu­
ción. Que al lado de los más conscientes de los revolucionarios ha­
bría otros que les secundasen por ignorancia o inadvertencia, es
más que probable. Que las órdenes religiosas tenían defectos que
corregir, defecros que en algún
caso o
monasterio serían
graves o
incluso

muy graves, es también
inherente a la debilidad de la na­
turaleza calda. Que al lado de
todo ello

había situaciones -sociales
conplejas, como
la amortización de bienes en las manos muertas,
que deberían
ser objeto
de
alguna consideración conjwita por la
Iglesia y el
Estado, nadie

lo discutirá. Pero el fondo de la cuestión
es el que señalan los obispos o, lo que dijo Pío VI en breve citado
en
la lmtrucci/m Pastoral: "Se han aniquilado todas las ordenes re­
ligiosas
ya para apoderarse de sus bienes, ya para que no quedase
quien

pudiese , preservar
a1 pueblo

de los errores
y de la trup­
ción de las costumbres" (205).
Los obispos entienden que la situación española es idéntica a
la
que atravesó Francia unos años antes,
reflejada en las palabras
del Papa, y así lo expresan:
"Tal es, en compendio, la
historia de la guerra contra los regu­
lares en Francia y tal es, en
el fondo,

la que les hacen en el día
los
escritores filósofos

en España. No se necesita más que ojear
nuestros periódicos
y demás papeles filosóficos para ver en ellos
(204) Instrucción Pastoral, pág. 198.
(205) Idem, págs, 198 y 199.
409
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO ]OSE PERNANDJi;?: · DE LA CIGOl'U
las mismas medidas, .los mismos proyectos, 'Las .mismas mofas gro­
~s. las.mismas maledicencias..: El solo DicCHJ'fklrio budesro, atroz­
mente irreligioso, compendia en una sola cláusula todas las infa­
mias que se. hallan
esparcidas en mudios folletos y que deben cu­
brir a su autor de oprobio, más bien que
al .cuerpo
de regulares
que
denigra por la serie de

todas las edades; de modo que su solo
libelo bastaría, aun cuando
llO hubiese. otros muchos, para demos­
trar. la

identidad de máximas sobre este
artículo· entre la filosofía
es¡,añqla y Ja. fra11cesa. Esta ha dado la lección, aquélla procura ex­
ceder .a su maestra. Porque, ¿qué calumnias no vomitan en. el- día
nuestros ineptos sofistas sol,re un. estado que no conocen y· que ha
colmado siempre

a
nuestras España

de
tanto esplendor y tanta glo­
ria,

como demuestran
las. dos historias eclesiástica y· profana?" (206).
Por
aquelloo días estaban ·tratando las

Cortes
la reforma de re:
guiares ("que ·en el sistema de loo impíos siempre del>e parar en
extinción"
(207), y
no,
a11daban nada desencaminados los
obispos
en
estas afirmación) y acudieron kJs. ·firmantes de la lnr!ir#ccwn
Pastoral a hacer profesión de .,;,,,r y agradecimiento a esa pru:te
escogida de la Iglesia:
"Nosotr~ no podemos menqs de

reconocer esto mismo
y dar
aquí
1Jn testimonio

público al .celo
y la actividad, infatigable de
declaramos

que, en el ejercido cotidiano de
nuestro pesado minis­
terio,

ellos
006 · ofrecen todos los recursos posibles y a la menor in­
sinuación.
de

nuestra
,parte los

hallamos siempre prontos
y dispues­
tos a servirnos y ayudarnos en cualquier destino o ejercicio ecle­
siástico en que los ocupemos'"(208).
Y,
después dé sefialar la

·persecucióo ·que han padecido de parte
de los invasores, comprueban como "son todavía más ferozmente
perseguidos por las sangrientas plumas de, españoles desnaturali­
zados que, no contentos . con .ve_t dispersos-, desnudos,. sin recursos
y sin a~ilos a tantos dignos ,J,újos de !la patria, tienen aún la bárba-
410
(206) Instrucción Pa.rtqraJ, pág. 199.
(207) Idem, pág. 198.
( 208) Idem,
pág. 203.
Fundaci\363n Speiro

«PASTORAL» DE LOS OBISPOS REPUGIADOS EN MALLORCA
ra complacencia .de insulwlos despiadadamente, celebrando como
un triunfo su dispersión, su desnudez,
su hambre, su desamparo
tO_ral, con todas las demás miseri11s . que sufren por la buena causa
¿
En qué se distinguen estos bárbaros de los antiguos perseguido­
res de la Iglesia?
"Al paso que llevan, dice el más imprudenre de
estos escritos, estas castas de alimañas (los frailes)
van a perecer,
sin que quede piante ni mamante por la razón sin réplica de que
les van quitando
el cebo ... y. las guaridas; de suerte que se van
quedando como gazapos en soto quemado" (209).
Y concluyen los obispos: "Así se tratan en Cádiz y en los pa­
peles públicos de España, como si estuviesen ya -proscritos por su
patria, todos los cuerpos de regulares" (210).
Nnew y también radical crítica de las O>rtes por cuanto que
representaban, protegían o no perseguían a los
que pretendían la
extinción de las . órdenes religiosas. Porque los - enemigos -de las
Cortes

no
eran los
autores
de estos panfletos incendiarios contra
la Iglesia sino los regulares, el obispo de Orense, el marqués del
Palacio, Colón,

Lardizábal, los diputados que
se atrevían a oponer­
se, por tímidamente que fuera, a la
voluntad de la mayoría y •.. los
obispos
refugiados en

Mallorca.
XII. La desamortización
Es· éste uno de los pocos ternas de esta época en el que la bi­
bliografía, aunque

casi siempre
parcia1, es

al menos abundante. No
hemos de
estudiarlo en

profundidad sino sólo en referencia a las
páginas que la
Instt-ucci6n Pastoral, le dedia,..
Los

obispos entran
directamente en el asunto ante la aficrnación
de la multitud de bienes eclesiásticos, lugar cómún de los escrit~s
revolucionarios: "¿Y quién Jo dice? Aquéllos, por la mayor parte,
que no conocen las verdaderas necesidades de
la Iglesia, los inte­
reses espirituales y temporales de las familias, ni las verdaderas
(209) Instrucción Pastoral, pág. 208.
( 210) Id ero, pág. 208.
411
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO JOSB FBRNANDBZ DB LA CIGONA
utilidades del Estado. Lo clicen muchos que, con el pretexto de dis­
minuí< el

número de los ministros de la
lglesia, intentan. enajenar
sus

bienes, y acaso
apropiárselos como

si fueran una
propiedacl sin
dueño, y claman continll811lleate por las ventas, de que hemos visto
ya tristes ensayos.
¿ Y qué sacaremns en limpio? Que los misetables
fondos

de cien capellanías,
por ejemplo, que anres distribuían con
mn11a utilidad del público las manos verdaderamente vivas y vi­
vificantes
de

cien
eclesiásticos, pasarán tal vez a las manos verdade­
ramente muertas de

un
acaudalado que consuma en coches, galas
y otrOS objetas de un lujo ruinoso, aunque ian fayorecido en estos
tiempos, lo que bastaba para sostener a cien labradores y manto·
ner con sobriedad a tantos otros ministros, tan útiles como lleva­
mos
demostrado" (211).
Acontecimientos posteriores probairon cuanta razón tenían

los
obispos
y como todas podían prever e1 final de la desamortización.
Pero los obispos no prerendían la perpetuación del estado pre­
sente y la acumulación en la Iglesia de toda la riqueza inmobiliaria
del país. A lo único que se oponían era a que las medidas eclesiás­
ticas
fuesen adoptadas por poderes ajenos al de la Iglesia y a que
se cometiese con ella · aquel inmenso l muchos años después.
Así

lo manifiestan en
la Jnsm,cdón Pastoral:
"Si se dijese que en algunos pueblos se amontonan los eclesiás­
ticos,
debería decitse
también que en
otros hay una snma escasez
de
ellos;
y que, en fin, esta desigual distribución será un desorden,
cuyo arreglo, como el de otros de igual clase, pettenece, no a eco­
nomistas
sin

luces
y sin experiencia, sino a los concilios nacionales,
provinciales
y diocesanos que fueron, y son, el verdadero gobierno
de la Iglesia y por los que hace tantt> tiempo claman, aunque sin
fruto, los obispos. Estos santos congresos, celebrados con
la liber­
tad debida y necesaria para ser legítimos y úti!les, hubiemn corre­
gido
los abusos que pudieron introducirse en el clero, y remediado
los defectos tan exagerados de algunos particulares, que en ningún
(211) ln#rucción Pastoral, págs. 37-38.
412
Fundaci\363n Speiro

«PASTORAL» DE WS OBISPOS 'REFUGIADOS EN MALLORCA
modo disminuyen fos bienes que realmente prodooe el estado ecle­
siástico en general" (212).
Loo liberales nunca aceptaron poner en práctica esta solución
que l:mbiera salvado, al menos, el aspecto religioso de su revolución.
Hijos conveocidos del
más despótioo regalismo prefirieron ser ellos
los legisladores eclesiásticos y disponer de
la Iglesia, de

sus mi­
nistros y de
sus bienes

como
de cualquier provincia del
reino.
Con
el resuitado que a la vista está.
Dedican los obispos el artículo tercero de su Pastoral, bajo el
tíru.lo de La Iglesia atropellada en ,,, inmunidad (213), a la can­
dente

cuestión de los bienes de
la Iglesia "consagrados a Dios para
sostener su culto en sus santos templos, alimentar a sus .ministros
y soeotrer a los pobres de Jesucristo" (214).
No
se les oculta a los obispos el plan de a!lgunos de enriquecerse
a rosta de la Iglesia: ".llste, este es, hermanos nuestros, y ha sido
siempre, el
verdadero objeto

de
los enemigos de

la Iglesia, pero muy
amigos de los bienes
eclesiásticos, pot los que suspira su codicia,
bajo el
fementido velo de reforma que ha servido siempre de pre­
texto a los latrocinios

legales
y a las mayores maldades" (215).
Repasar la historia les be. convencido

que
"especilllmente desde
Widef hasta nuestros días"

(216)
rodos los que pusieron sus ojos
en los bienes eclesiásticos, "todas sus regeneraciones y reformas
pararon en saquea!r las !iglesias, engrosarse a cuenta de ellas y de
los pobres cuatro
malvados ·reformadores y arruinar en

fin
lil Iglesia
de
Jesucristo en todos los países en donde han entrado" (217).
Y
no
paró en

orra cosa lo que en
España se pretendía y que
llegó
a su

culminación con
Mvarez Mendizábal.
Loo obispos salen al paso, eón lógica irrebatible, de la burgue­
sía revdlucionaria cuyas "máximas de depredación y saqueo tanto
cunden ya por nuestra España, gracúts a ciertos econorniSl>lS del día
(212) Insh"ucción Pastoral, pág. 38.
(213) Idem, págs. 92 a 164.
(214) Idem, pág. 92.
(215) Idem, pág. 93.
(216)
Idom, pág. 93.
(217)
!dom, pág. 93.
4U
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO {OSE FERNANDEZ DE LA CIGOFIA
que, protestando" siem¡,re mirar con el mayor res¡,eto la ¡,rp¡,iedad
del

ciudadano, como uno de los derechos
imprescriptibles. del
hom­
bre,
jamás cuentan con !la de la Iglesia; de modo que para estos
tales toda" propiedad

es sagrada
" sino la más sagrada de todas las
pr9Piedades'' (218).
De nuevo las Cortes quedan mal paradas, aunque los obispos
lo
disimtjlan de algón modo.
al ,
a,piicárselo a
los franceses de
la
Asamblea revolucionaria, cuando llaman impíos a los que "protes­
taban ser cat6Jk:os, apostóliaJ<, romanos, a cada golpe que dadan
a la Iglesia"
(219). Era, sin embargo, el mismo proceder de las
Cortes gaditanas.
Y, por si alguien así no lo entendiera, dos páginas"
después
precisan lllás la semejan"" al. llamar a "nuestros escritores,
copistas de los Widefes, de los refQ)'madores
alemanes y anglicanos
y
¡:opistas, sobre todo, de la Asamblea Parisiense" (220).
Ha sido , tesis comúa de. muchos historiadores, valiosos algunos
de ellos por
otta parte, atribuir las medidas desamortizadoras, e in­
cluso las
demás persecutorias

de la
Iglesia, a

la
cerra26n de ésta,
obstinada
en. defender -una situación de privilegio insostenible ya
en aquella
época ,Esa. incomprensión eclesial de unos" días que e,cl,
gían otto t11lante sería la· causa. de las •extralimitaciones liberales,
al

desesperar obtener, por
un acuerdo amistoso, Jo que los tiempos
exigían. Nada
autoriza, ,sin embargo, a sostener est». teorfa ,Y Jos obis­
pos firmantes de la
Imtrucci61i Pastoral son testigos de excepción
de ello
al mosrrarse, en hora" en la que aún era posible todo arreglo,
dispuestos a
toda clase de concesiones de lo que legítimamente po­
dían ceder.
" Estas

son las
palabras de
aquellos
a quienes se nos quiere· pre­
sentar como orgullosos de" periclitados privilegios" y ansiosos =­
paradores de bienes clesde los que ejercer un poderío temporal al
que parecían estar más apegados que al espiritual:
414
"Debemos disipar el gran sofisma que ha alucinado a tantos
(218) lnstru~ción Pastoral, pág. 93,
(219) Idem, pág" 94.
(220) Idem,
pág. 96"
Fundaci\363n Speiro

«PASTORAL» DI!, WS OBISJ,'0S RBl?UGIADOS EN MALLORCA
escriror_es, y-con que alucinan a los incautos, cuando se empeñan
en
probar con .tanto

esfuerzo lo que
ruidie niega y lo que el estado
eclesiástico_ confiesa constantem~nte el primero, como que_ es una
verdad tan clara como esta: la Iglesia no está excusada de concu.
rrir en cuanto pueda a
las urgencias del Estado, cuando los demás
recursos no -sufmgan. Proposición ciertísima, constante y tan indu­
bital,le que no necesitaba de pruebas; pero que, a fuerza de probar­
la sin necesidad alguna, _nuestros_ ~scútores.del .día dan ocasión a
que se entienda que el estado eclesiástico la niega hasta el extre­
mo de oponer una obstinada resistencia a socorrer las 1:1-ecesidades
urgentes de la patria. Calumnia mil veces repetida, y refutada por
el hecho; principio falso, que suponen como verdade'fos . escritores
maliciosos o ignorantes para rebatido
c;on ,más ventaja y en descré­
dito del estado eclesiástico._ Y aquí está el ridículo sofisma, que
pudiéramos
atribuir
dererruinadamente a

la malicia refinada de los
que intentan indisponer a los pueblos contra
el dero, si no supié­
semos
por e,operiencia que

rodo puede caber. bien en una
estú-
pida ignorancia.
Deciafamos, pues, y protestamos altamente, qué la Iglesia ja~
más se ha creído excusa.da, ·ni pretendido excusarse, de con.cuttir
por el orden de las reglas canónicas y según la posibilidad de sus ha­
beres,· a las urgencias
del estado y a las necesidades de los particulares
menesterosos. Declaramos, asimismo; que

la
Iglesia ha
entendido
siempre,
y enseñado constantemente-, que -uno d"e los principales des~
tinos

de sus bienes
es el

socorro de
los pobres,
de cualquier
clase
que sean, cuanto más dl de la Patria, en unas cirrunstancias tan
estrechas como las presentes. Que; en fin, siendo como son los
eclesiásticos,
cada uno
en su
clase; los dispensadores y ·administra­
dores
natos de

los bienes de la
Iglesia; sería

mirado en ella con
horror
el prelado o el eclesiástico que, cerciorad<> de Jas necesidac
des

públicas
y autorizado por la potestad legítima, se negase, o de­
tuviese estos auxilios tan gratos a iloo ojos de Dios y de los hom­
bres con
demoras, e,ocusas estudiadas y preteictos frívolos. Tal es,
fue
y será siempre el espíritu y 'doctrina de la Iglesia, enseíiada y
practicada heroicamente por los prelados más sabios y más santos
que la han
'goberruido desde

su fundación
hasta di presente. Tal
415
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO 'JOSE PERNANDEZ DE ,Ll CIGOfl:A
fue, es y será siempre la conduaa general del clero secular y regu­
lar,
de

nuestra
España especialmente,
como lo prueban los
hechos;
conducta

que jamás
podrán deomenrir sus más declarados enemi­
gos con algunos raros ejemplares, verdaderos o falsos, y siempre
muy
exagerados, que
aleguen de algunos particulares
mezquinos
y

que
jamás podrán desacreditar

la conducta general de! clero en
los tiempos
presenres y pasados.
Pero, al paso que publicamos la
doctrina de
la Iglesia
y sus
benéficas
intenciones sobre la

legítima inversión de sus bienes, así
en las
necesidades públicas

como en las particulares, no
podemoo
menos

de
declarar igualmenre que esta· mioma Iglesia, regida del
mismo espíritu y por los mismos principios, que quiere se derritan
hasm sus· cálices si la urgencia lo exigiera, condena al. mismo tiem­
po los
pretextos frívolos de los saqueos, los atentados e invasiones
tiránicas de .la fuerza

y la
vidlencia sobre
sus bienes,
las vías tor­
tuosas y medios illegítimos de gravarlos, apoderarse de -ellos, ena­
jenarlos, derener o

distraer sus
frutos. C.Ondeoa asimismo las eXllC­
ciones arbitrarias contra las reglas prescrims por las Constituciones
Pontificias y los Concilios generales que al.egaremn, y que seña!an
el modo y condiciones con que las iglesias pueden y deben acudir a
las
necesidades del Esmdo. Condena, en

fin, todos íos
errores y cua­
lesquiera doctrinas

que
combat-an, así la legitimidad de sus pose­
siones y propiedades como
el derecho que le pertenece exclusi­
vamente de
conservarlas, administtar'las y

distribuirlas
por medio
de

sus
ministros.
Tal es la doctrina de la Iglesia que respetaron nuestros mayores
y
que nosotros reclamaremos siempre, a pesar de

las
groseras in­
vectivas de

interés y de codicia con que
escritores petulantes y
verdaderos invasores de estos bienes quisieran reducirnos al silen­
cio. Tal es
mmbién la

intención
decwada de

los reyes y demás
fieles bienhechores que,
consagrando sus bienes a

Dios, a sus
tein­
plos,

a su culto
y al socorro de la pobreza, los entregaron a la Igle­
sia para que ella
misma los administrase y
distribuyese según sus
piadosas intenciones, decwadas en

sus
testamentos con fas impre­
caciones más terribles contra los que los dim-aigan, los usurpen o
416
Fundaci\363n Speiro

«PASTORAL» DE LOS OBISPOS RBPUGIADOS EN MALLOR.CA
contravengan temerariamente a sus libres donaciones y últimas vo­
luntades"

(221).
La e,otensa cita demuestra plenamente la fu:Jsedad de las teorías
antes expuestas· acerca de la impenetrabilidad de la Iglesia a las
reformas.
Es en otro lugar donde hay que buscar las responsabili­
dades

y
éstas recaen totalmenre sobre el liberalismo y sobre su
decidido-empeño de perseguir a la Iglesia. No
seguiremos el recorrido histórico que hacen los obispos para
probar la solidez
de sus
posiciones. Basta con lo dicho para com­
probar, ante aquel inicuo despojo que se
proyectaba, de
qué parte
estaba la
razón.
XIIL Frente a las Cortes
Hemos visto en diversas ocasiones cuán distinto era el sentir
de los obispos del de los diputados liberales que, desde Cádiz, pre­
tendían goberruu: al país. Oposición nunca expresamente declara­
da

pero
evidenre ante la radiad diSC1tepaOCia de las opiniones que
sobre un mismo objeto sustentaban. Porque las manifestaciones for­
males -"congreso augusto que

nos gobierna" (222), "augusto con­
greso
de las cortes" (223 ), "cuerpo a quien miramos con el mayor
respeto" (224)
ere.-'-son extremadamente respetuosas.
Aunque,
y esto es muy importante reiterarlo, la oposición de
los
obispos a las rortes no nace de opiniones polític•s por discuti­
bles que fueran, y muchas de
las de los diputados ciertamente Jo
eran, sino

exclusivamente de razones
religiosas. Ante las constantes
intromisiones

del poder
remporal en

el terreno
del espiritual
éste
se ve obligado a
«accionar pero

sln abandonar nunca
el campo
que
legítimamente Je es propio. Por ello,
como ya hemos indicado, es
la Instrucción Pastoral un documento estrictamente religioso aun­
que fuesen, al
mismo tiempo, tan importantes sus repercusioms po­
líticas.
(222) In.rtrur:dón Pastara!, págs. 97 a. 99.
(222) !dem, pág. 4~.
(223)

Idem,
pág. 61.
(224)

Idem, pág.
62.
417
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO /OSE PEKNANDEZ ·DE L.A CIGOFIA
En este punto, como en tanto5 otros, los obispos .no necesitan
ele complicadas argumentaciones ni de citas de autoridad para lle­
gaJ:' a las conclusiones propuestas. Les basta el sentido común y
el análisis de los hechos, que estaba al a'.lcance de cualquier ciuda­
dano con un
mínimo de infonnación.
Eran evidentes· "las inconsecuencias de estos autores que, pare­
ciendo abarit de intento nuestras antiguas cottes, dejan escapar, como
a pesar suyo, los elogios más completos de ellas'' (225). Fueron
ellos, sin duda,

quienes, llena en todo momento la
boca de alaban­
zas -a nuestras cortes tradicionales, convocaron otras que -nada tenían
que ver con aquéllas. Por eso pueden decir con toda razón los
obispos:
"Tal
es la lógica de estos escritores y tal la versatilidad y
la inconstancia de su pluma" (226).
Y ante los alto5 precedentes invocados y los tristes · resultados
obtenidos exclaman ios prdados: "Lo que nos importa, y pedimos
al cielo, es

que pueda decirse
ele éstas, por lo menos, lo que se
decía de aquéllas antiguas: Cw:tes que mantenían la independencia
de k, Nación y la justl! Jiberl(ld del citldmJ,,no; Cortes que nos hu­
bieran eximido de los. males que hemos padecido y estamos pade­
ciendu, Nada más . tendremos .que desear" (227).
No eran, por tanro, los obisPOS, enemigos de las C<>ttes ni de la
justa
J.ibettad del ciudadano. & más, mittaban a las unas y a. la
otra con el mayor respeto y veneración. Pero comprolbaban que en
Cádiz, aunque las palabras. eran las mismas, lo. que se encerraba en
ellas
era completarnenre distinto de las .tradicionales O>rtes e,pa­
ñolas y de la li.bertad a .la que todo español renía derecho, ahora,
sin
embargo, ran amenazada como en los peores tiempos del des­
potismo ..
Porque

no
era liberrad "las groseras imputaciones que la pluma
de otros escritores del

día
ha vpmitado contra los prelados e,pañoles
al

frente del
Congreso augusto. que nos

gobierna
y de un número
considerable de preladoo. No hay ya autoridad, no hay respeto, no
413
(22,) Instrucción Pastoral, pág. 24.
(226) Idem, pág. 24.
(227) Idem,
pág. 24.
Fundaci\363n Speiro

«PASTORAL» DE LOS OBISPOS REFUGIADOS EN MALLORCA
hay consideración alguna por la que no atropclle el libertinaje de
la
prensa, prostituida
en nuestros tristes días a la
impiedad, a la
infamia y a la calumnia" (228).
Es
en
. las mismas Cortes donde eso ocurre. Y

en
ellas está la
mayor

responsabilidad.
"Con dolor,
he.tmanos nuestros, nos vemos precisados a entrar
en el augusto Cong,,eso de las Corr.es para advertiros y preservaros
del etror que hecnos combatido

hasta
aqui Quisiéramos encontrar
reglas

de
prudencia cristiana para poder dioimlllhi,r esta y otras opi­
niooes extraviadas de

individuos del
mismo cuerpo a .quien mira­
mos con el mayor respeto. Sabemos . bien cuanto noo encarga la
Escritura
Santa la
obediencia y el respeto al César y a sus ministros,
y tenernos muy

presentes los
iiustres ejemplos

de los antiguos cris­
tianos
y los Santos Padres, como los Atanasios, los Crisóstomos, los
Basilios,
los Ambrosios, etc. Ningunos más obedientes en lo que
debían serlo a
las legítimas potestades; peto ningunoo más firmes
ni más oonstantes en lo que debían a Dios cuando se trataba de la
doctrina

del Evangelio o de los
derechos de la Iglesia. Estos

son,
y
serán siempre, nuestros modelos en la obediencia al César; así como
nos
servirán de

vivo
ejecnp:o y de maestros (oomo deben set)o para
todos los cristianos)

en la obediencia que se debe a Dios y a su
Iglesia.
Quae stmt Dei, Deo.
Lo repetimos, con dolor entramm en las Cortes. Peto bien con­
vencidos de que
haxíamos traición

a
las reglas de la Iglesia, y a la
obligación más estrecha de -nuestro ministerio, si callásemos la ver­
dad
a vista de
tantas doctrinas ru,riesgadas como se publican en el
día, no podecnos menos de clamar con1lm el etrot en cualquier par­
te que se encuentre y de donde quiera que venga. La circunstancia
particular de estar consigna.dos estos er:rorés, o Jlám.ense equiv<>ea­
ciones, en los Diarios· de Cortes, ejecuta más estreohamente nuestro
celo: ya por la publicidad de estos diarios que cirrulan pot toda
Europa, ya

por
la falsa persuasión en que pueden estru, algunos me­
nos

advertidos, de
que todo

lo que se
halla en ellos lleve consigo el
sello de la autotMad del Congreso y,· con éste, el de la verdad y el
(228) Instrucción Pastoral, pág. 45.
419
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO ]OSE PERNANDEZ DE LA CIGOFIA
aoierro. ¿Acaso debiétomos nosotros respetar con el silencio lo que
se
ha hecho manlfiesro en todos por la prensa y por orden de la
autoridad suprema? Falso

respeto, silencio
pernicioso. Mientras .tanto,
la venlad .que no se defiende,.-se atropella; y sa:íamos cómplices de
los que yerran si
omitiésemos la corrección debida a su tiem­
po"
(229).
Importantísimas palabras de. ]os obispos que, .además de sentar
la·
tradicional doctrina de la Iglesia, puntuali,an orros extremos de
singllllar. trascendencia. Que

en
las Cortes se. estaban difundiendo
euores
contrarios al catolicismo. Que las Cortes, como tales, no sólo
no se oponían a ellos sino que los daban a la publicidad, respaldán­
dolos con su

autoridad
aJ ordenar publiau:los en el Díario. Que "los
menos
advertidos", de

no
mediar el aviso de la Iglesia, podían pen­
sar
que, por el heC'ho de venir de las Corres, eran buenas esas doc­
trinas. Y, por. último, y esto es lo más importante, que no por ser
de
las Cortes tienen ya la garantía de "la venlad y del acierto".
Los obispos
están cond'1lando aquí, romo no podían dejar de
hacerlo, la tesis fundamental de las Cortes de Cádiz, que es la sobe­
ranía popu!a,,. Las decisiones de las Corres pueden ser buffias o
malas
y la boruloo o malicia de las mimias no depende en absoluto
del número

de votos ni de la voluntad del pueblo
-«un suponiendo
lo

que era imposible suponer, que la
voluntad popular era

la de
los diput:ados--; sino de algo ei dadaoos.
Y es . que uo obispo católico no puede ser demócrata en el sen­
tido de aceptar como Jey la e,cpresión de la voluntad geueral. Podrá
ser partidario de que la suprema magistratura de la nación se cubra
hereditariamente dentro de una estirpe o por elección de algunos
o
por la de todo el pueblo, que nada de esto se opone a la esencia
de la
religión. Podrá

preferir
las Cortes estamentales del Antiguo
Régimen,
las que se introducían en España o un sistema bicameral
como el que existía en Iuglarerra. Pero lo que no puede hocer nun­
ca, y si lo hace es en detrimento de su fe, es aceptar que lo que es
bueno
pueda ser mañana malo, o viceversa, si la mayoría de los
(229) I11str11&&i6n Pastoral, págs. 61 a. 63.
420
Fundaci\363n Speiro

«PASTORAL» DE LOS OBISPOS REFUGIADOS EN MALLORCA.
ciudadanos así lo decide cuando esa bondad o maldad es inttinse9>
a

la
institución. considerada. Un

obispo
católiro no podrá aceptar
el

divorcio,
la eutanasia, el aborto o .el control de m!talidad a,¡nque
la mayoría de nna nación lo apnrebe en Cortes. Y .eso .es lo que los
firmantes
de
la Irutr11ccj6n Pastoral dijeron, con toda claridad, .a
los

diputados reunidos en
Cádiz.
Todo ello resulta de los párrafos citados y de otros que podrían
traerse a
colación. Pero

todavía apuntan
más. directamente los obis­
pos a la mayoría de opinión existente en el Congrl'SO gaditano de­
cidida . a legislar· en materias eclesiásticas. Y a cuyo fin se valían
de cualquier.
pretexto .. Como, por ejemplo, el de la distinción entre
disciplina interna y externa.
Los obispos invocan la doctrina de la Alalorem fidei que cali­
fica de herética la tesis de atribuir al poder civil el establecer y
sancionar la disciplina externa. Y, después de reproducir las palabras
de la bula .de Pío VI, añaden:
"La misma doctrina, en cuanto al sentidQ, aunque e:o. ·otros
términos, es idénti~ente la de nuestros políticos cuando a.firman
que el corregir, enmendar y sancioaar o decretar la disdptind · ex­
terna pertenece a la autoridad civil" (230). Y concluyen: '"Si la
doctrina, pues, de nuestros politiros reformadores de la disriplina
externa es, on el fondo, la misma que la del Concilio ·de Pistoya ana­
tematizado por

la
Santa Sede, ¿qué censura merec;,rá? Dígalo la
misma
bula A11ctorem fidei" (231). Es decir, la de herejía. La Igle­
sia no podía arrojar-sobre las· Cortes mayor baldón.
En varias ocas-iones insisten sobre este punto, vital para la-su­
pervivencia de 'la Iglesia española y, por otra parte, pretexto de
todas las intromisiones del poder
tivil en

lo que era competencia
eclesiástica.
"'Tales son las máximas de nuestroo políticos modernos -vuel­
v<,i a
decir páginas después

de los obispos- que,
considerando más
que equivocadamente la disciplina eclesiástica corno una cooa del
todo
extraña al dogma, preparan el cisma de nuestra Iglesia
y la
(230) Instrucción Pastoral,. pág. 70.
(231) Idem, pág. 70.
421
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO JOSE FERNANDEZ DE LA CIGONA
ruina de la religión en España, attibuyendo .a la auroridad civil . el
conocimienro ·. de las máterias eclesiásticas, con injuria de. la religión
y enperjuicio,de la Iglesia y del Estado" (232) ..
La polltica liberal. queda reflejada en "el atrojo y temeridad de
tanros: escrirores.como esparcen libtemente

por
.España las ideas más
contratias a las diaposiciones y a )os. derechos de la Iglesia; ya de­
cretando .cada proyectista la ·. venta de todos. sus bienes raíces, ya
agregando
petpetuamente al

eratio público todos los fondos de los
monasterios ocupados

por los
franceses, bajo el vano pretexto de
que
se
oocurecieron sus clereohos por haber desapatecido los dueños,
como ~e.
lee .. en .uno de los papeles públicos que hemos citado; ya
en
fin,

reduciendo a los ministros
edesiásdcos _ a'l sueldo-de-la. pre­
cisa. subsistencia después de hllber completado su ,proy,ecro de sa·
queo. Máximas todas· francesas que

no se
. avergüenzan de

copiar
serv.ilmente. nuestros · proyeetistas españoles, . como

si
optasen a
un
asiento
en,re los miembros

de la Asamblea de Patís,
verdadera maes­
tril de la i,surpa,ción y de la injusticia" (233).
, • De

nuevo la equipatación con los
revolucionatios franceses. Y
ep. v~ad que sus Qbjecivos erao.195. mismos.
La aparición del Dicoirmario de Ga!la toda

religión rev.,Jada
y .el camino más .corto pata llegar al ateís­
mo"

(234),
y de ottOS libelos del mismo tenor, sirve también a los
pbispos pa,a impt¡tat alas Cortes una responsabilidad de

la que no
se. podían.

desentender.
"Semejantes
esetitOS se pt¡blican ea Cádiz,

al frente
y a la visto
misma
del augusto Congreso que ha prometido prpteger la religión
católi8' por leyes justas y sabias. ¡ Qué osadía! Pero si nada se respeta
de

lo
.más sagrado,

¿qué puede esperar la
auroridad de·

las Cortes
mismas?" (235). Ese desprestigio de las Cortes, que
ellas mismas se buscaron po,.
su ... an~~idsmo
en contra de los más. arraigados ~cimientos del
pueblo español, fne la causa de que se malograse la verdadera refor-
422
(232) tn.rtrUú;6n PaitO'fat; pág. ·s1.
(233) !dan, pág. 136.
(234) Idem, pág. 181.
(235) Idem, pág. 181.
Fundaci\363n Speiro

«PASTORAL» DE WS OBISPOS REFUGIADOS EN MALLORCA
ma que España estaba necesitando y que, tras el fnicaso del despo­
tismo
anterior, hubiera

sido
extraordina la nadón. Entre Fernando VII y loo liberales frustraron la posibili­
dad

de una España
~ distante de la arbitrariedad y el absolutismo
como de
la ana,quía y .la revolución. Donde ciertamente no está la
responsabilidad es en quienes, como loo obispos refugiadoo en Ma­
llorca,
solamente pretendieron
defender a
la Iglesia de los ataques de
sus enemigos.
Mas no eran sólo los libros y periódicos, que a ciencia y concien­
cia

de las Cortes se imprimían en Cádiz, los que hacían a
la Iglesia
objeto de
sus bw:las y ataques. "Lo más sensible es que en las Cortes
mismas (séanos permitido decirlo, pues que fue permitido publicarlo
en sus
Diarios), lo

más sensible es que dentro de las
Cortes mismas
se

oigan
discuros y proposiciones tan aventuradas, que pueden ins­
pirar aliento y confianza a otr-0s -escritores menos respetables, pero
más atrevidos" (236).
Bien sabían los obispos dónde estaba el puesto de mando de la
conjura antirreligiosa. Por ello, denuncian el- que "entre los propues­
tos a nuestras Cortes para formar la junta o comisión que debía trazar
el plan de instrucción y educación pública de toda la nación española
se hallan dos sujetos, los mismos justamente a quienes se atribuyen
las dos producciones quizá las más filosóficas, es decir, las más im­
pías entre tantas corno han salido en estos tiempos de la· prensa: a
saber,
el poema ¡Ay del nlcázar! y el Diccio"'1fflJ critico-b,,,.les­
co"
(237). Es decir: Quintana y Gallardo.
¿No
eta todo

una
maniobra perfectamente
urdida contra la Igle­
sia? Así lo pensaban los obispos,
y difícil será probar que estaban
equivocados. Porque las declaraciones de la
Constitución, la promesa
de

leyes sabias
y justas que protegiesen a la Iglesia y la exclusión de
las
cuestiones religiosas de
la libertad de imprenta, pronto se com­
probaron modelos

de hipocresía
para no · asustar al pueblo desde el
primer momento.
Ya en el mism<> ,ño en que se promulgó la Constitución podían
~236) lnslrttí.ión P'"roral, pág. 181. , ·
(237) ldffil, pág. 225.
423
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO jOSE FERNANDEZ DE LA ClGOFlA
afirmar los obispos: "Las Cortes prohibieron esta libertad (de im­
prenta contra la Iglesia); más no parece sino que sn prohibición se
ha oonvertido en licencia. De ninguna rosa se escribe tanto después
de 1a libertad de imprenta como de la rcliglón, y oontra ella" (238).
Los
obispos trazan 1a imagen de lo que, de segui futuras Cortes

que en
muchas rosas lo eran ya las presentes: "En­
tonces se comenzará, a la francesa, por una libertad de imprenta sin
trabas ni arreglo alguno saludable,. como se ha preteodido ya en
nuestros días; y si se conserva. aún alguna sombra d:e censura, se es­
cogerán también censores tales qw, den paso franco a todo papel
impío
y condenen solamente las apologías cristianas y las produccio­
nes más juiciosas e instructivas. Entonces, los periodistas más venales
y corrompidos estarán todos asalariados para preparar la opinión,
abrir
camino

a los
decretos más extravagantes y anunciar al público
cuanto
les dicte de
antemano el partido dominante, bien seguros de
poder escribirlo todo sin pudor, sin
vergüenza, ni riesgo alguno de
reconvenciones serias, porque· estarán bien apoyados. ·E'ntonces, las
ga1erías se llenarán de gentes bien pagadas y escogidas, con el aviso
CO!respondiente para los casos de importancia en las sesiones decisi ·
vas; todo a la letra como en París. Y para no sepa,rarse en nada de
aquella
Asamblea verdaderamente

filosófica,
entonces se ensayarán
alternativamente t-Odas
las «orlas y sistemas de los modernos sofis­
tas, se sucederán unos a
otros los Gobiernos; y las diferentes for­
mas de

éstos, las alteraciones en la Gonstitución del
Estado, y el
tra.rorno general de todo orden, serán la obra de decretos del
momento;
partidos conttarios se disputarán la

preponderancia,
y
sus disputas se decidirán al cabo con Ia sangre de uoos y · otros;
haSta que el mayor poder de un bando, uo enemigo exterior o in­
terior, es decir, un Napoleón francés, corso o espafío~ ponga fin a
los horrores de la guerra
civil y la anarquía con el yugo de la es­
clavitud, ordinario resu1tado de

las revoluciones
y jl1$to caotlgo de
los
desenfrenados deseos de una libertad e igualdad
irnaginarfas" (239).
424
· Palabras que, si en mucho eran fiel reflejo de lo que acontecía
(238) Instrucción Pastoral, pág. 214.
(239) Idem, pág. 232.
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«PASTORAL» DE LOS OBISPOS REFUGIADOS EN MALLORCA
ya en Cádiz, componen · un verdadero cuadro profético de lo que
habla de resultar nuestro desgraciado siglo XIX, Es sorprendente h
clarividencia de estos hombres, ajenos por su cargo a la política y,
además, titulares de diócesis de segunda categoría y, por lo mismo,
más alejados del poder, para comprender que las premisas que se
estaban asentando conducirían irremisiblemente a algo de lo que
aún el mundo no tenía clara experiencia. Un historiador que al
concluir ~l siglo XIX pretendiera hacer una síntesis del mismo hu­
biera podido emplear, sin cambiar una letra, las palabras de los
obispos. Por los párrafos
rranscriros y por otros mudios que podrían
añadirse

a ésros es la
lmtrt1tci6n PMtoul uno de los más formida­
bles ataques al
liberalismo de

las
O>rtes. Y
no
habiendo en
él nada
de virulenta
diatriba sino

la expresión de unas elementales obliga­
ciones de
los obispos alcanza, si cabe, mayor importancia. También
es de señalar que el escriro no se produjo en 1os años, cómodos
¡yara la ideología en él subyacente, de fa restauración fernandina
sino

en plena explosión
liberal cuando, y los obispos lo sabían, su
firma suponía riesgo y persecución. Que no eran los -liberales lo
que una
bi$!0ria falsa

ha pretendido hacernos creer.
XIV. Velar aobre la Igle•ia
Este fue el motivo qne dio lugar a la lmwucción Pastoral y que
constantemente
viene a la pluma de los obispos. Porque cuando
afinnan que "nuestras personas nos importan poco; las tenemos
ofrecidas hace tienapo y las ofrecemos desde ahora a la persecución,
a la maledicencia, a k calumnia y a la muerte misma" (240), no se
trata de
retórica sino

de
coOQCimienro de
que
iban a padecer por
la Iglesia a manos de los Hberales. Y poco tuvieron que esperar
para confirmarlo. Verdaderamente su~ personas les importaban poco
ante
lo que entendían su principal deber.
Y

sus palabras
alcanzan ecos
particularmente
ckamáticos al ad-
(240) Instrucción Pa.rtoral, pág. 7.
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FRANCISCO JOSE .FERNANDEZ DE LA CIGOi .vercir a sus fieles del óesgo qw, amenazaba a la Iglesia y que ,.,.
era

otro que el
triunfo del .liberalismo:
'.'No
creemos engañarnos ni engañaros cuando os aseguramos
de! peligro .en que se halla .en España nuestra Santa Iglesia, ultra­
jada
y envilecida por estos escritos en. sus ministros; combatida . en
su disciplina, su autoridad y su gobierno; attopella4a en su i:nmQDi­
dad
y su deroro; y atacada.hasta en su misma docorina" (241).
Y previenen, desde el comienzo mismo de la Instrucción Pm­
to,a/,, contra la acogida liberal qw, intentará minimi2ar el escrito
como
fruto de
exageraciones o
egoísmos de
los
preladoo. Maniobra
típica

de
la filosofía que no wnla interés, por el momento, en arro­
jar
.la máscara de religiosidad con que pretendía cubrirse para no
alarmar desde.

el primer
momeµto a todo el pueblo español
De ahí
el interés de los obispos en ilustrar a todos aquellos que,
menoo advertidos de la táctica liberal, los ig11f dormidos,
k>s indol-.s ... , podían más fácilmente caer en una trampa que
lo.s obispos juzgaban clarísima:
"La

religión de Jesucristo, que hemos jurado
conservar pura
en
nuestra España, está . en peligro. Y el peligro es inminenre atendidas
todas las circunstancias que nos _rodean. Proposición triste, a la ver­
dad, .para los corazones religiosos que conocen toda ia importancia
de este aviso, pero proposición· que reputarán aventurada, vana,
ligera e inopornma cuando menos ... ,. ¿quiénes? Los falsos sabios
de
este siglo
de tinieblas, autores del daño, los
ignorantes, Ios dor­
midos,

los indolentes sobre un
punto. tan capital e interesante y
todos los que, enemigos de la luz, se empeñan en cerrar los ojos a
las verdades más constantes, atribuyéndolo todo aI interés, o al
egoísmo, como ellos dicen, a 1a imprudencia y precipitación. de .un
falso celo" (242).
Era para
loo obispos
cuestión muy distinta y no cabía ya una
falsa
prudencia cuando estaba en juego la . eterna salvación de. """
fieles.

Por eso,
es radicalmente
falsa la tesis que
culpa a la Iglesia
de no
habetSe entendido

con
el liberalismo por afecro a un pasado
426.
{241) Instrucci6n Pastoral, pág. 13.
(242) Jdem, págs. 12-13.
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«PASTORAL» DE LOS OBISPOS REFUGIADOS EN MALLORCA
·qúe ya era insostenible; Cierro que había cuestiones en las que
cabía

la
negociación y h transigencia. Peto el tema era muy Otro
y los obispos lo s:,bfan bien. Se quería somerer a la Iglesia y de
forma
utl que le iba a ,ser sumamente difícil predicar el Evangelio
Ante eso, la
reacción de

unos obispos católicos era inevitable.
"No, hermanos amados auestros, no seríamos ya pastores, ._sería~
.mos mercenarios, si
en cirounsr:ancias cm urgentes y tan tristes· ca­
llásemos la verdad que debemos en especial a nuestros fieles dioc<>­
sanos y, -en geileral, a todos los que quieran escudharnos. Nos cree­
·ríamos infieles a nuestro ministerio y traidores ai mismo Jesucris­
.ro, que nos 'ha constituido obispos para velar · sobre su· Iglesia, .si
desentendiéndonos

de nuestra misión
toda divina, abandonásemos
por un temor terreno, o por una indolencia indigna de nuestro
carácter,

el
depósi.to sagrado de

la doctrina de Jesucristo, que
él
mismo
nos ha conffado y que San Pablo encarga tan estrechamente
a Timoteo: depositum custodi. Nos creeríamos, en fin, indignos
·sucesores de aquellos santos y sabios obispos que, en los peligros
de la Iglesia y en la relajación de las costurnltes; reclamaron siem­
pre
contra !O< errores y los vicios hlsta implorar también la pro­
tección

de · los
soberanos menos celosos manifestándoles ·con ener­
gía los riesgos que
amenazában la

ruina de la
Religión y, con
ella, la de sus Tronos,
sus Coronas y sus Estados" -(243).
Las palabras de !O< obispo alcanzan aquí ecos de la más heróica
tradición
carólica
que remonta, con jalones tan excelsos como Min­
ds:zenty, Quevedo y Quintano, Juan Fisber, Tomás Becker, San Am­
brosio y otros muchos, a las palabras apostólicas que ordenan obe­
decer antes a Dios que a los hombres. Habían
· sido
constituidos
obispos
--oon sus palabras---- para velar por fa Iglesia de Jesucristo.
Y, por ser fieles a esa misión, arrostraron el peligro y la incomodidad
y
fueron verdaderos testigos de sus·. creencias en días en que eran
atacadas.
Es imposible, al ,evocar hoy su conducta, no pensar en
n1ud,Qs obispos de. nuestro

tiempo que, abandonando
p,o, un temo,
,t.,,.eno i> p,or una indolencia indigna de u, carJcler el dep6sit1J ,a­
grt1a1J de la dactrina de Jesuoristo, son -en palabras de sus ·herma.-
(243) Instrucción Pastoral, págs. 10-11:'
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO /OSE PERNANDEZ DE LA ClGOl'IA
nos en el episcopado refugiados en Mallorca-infieles d su minis­
t,rio
y traidores tJJ mism,, ¡esucdsto, mer.cendl'ios e indignos slice­
sMes do .aquel/r,s sdnl<>s y s"'7ios obispos. Los tiempos son otros,
lllM la intimación del depositum custodi petmllllec vidada

por muchos obispos,
a.parte su responsabilidad, bien pode;
mos la.mentar
los católicos que

nuestros
pastores de hoy no sean
como los que la Iglesia de siempre ha presentado como modelos a
segoir
por todos aquellos que, en el siglo que 'sea, aéceden a la
consagración episcopal.
Los católicos han vivido siempre su amor a la Iglesia en dos
alternativas,
sintiéndose orgullosos de

la
virtud de
sus
pastores o
pese a

la
mediocridad, o

incluso
la vileza, de los mismos. Tal vez
sea más meritoria en la segunda. Mas el cristiano, que debe abra­
zarse
a

la
cruz de btda día, · pero

que no tiene que pedir
a. Dios,
salvo

tal
vez en almas particularmente escogidas, que aumente en
él
los dolores

que tuviese asignados,
bien podrán iañorar obispos
carno los refngiados en Mallorca y dirigir al cielo sus oraciooes
para que,

en nuestra
íf"'lria, las excepciooe-s voelvan a ser, romo
en la guerra de la Independencia, el cardenal . Borbón, · y que la
inmensa mayoria, los obispos

estén
preocupados, · ante

todo, por el
honor de Dios
y la salvación de las almas.
Porque hoy se podrla · repetir, por lo meMS con la misma ra.­
>Ón con ·que lo dedan los obispos refugiados en Mallorca: "Jamás
ha· sido más neeesaria que ahora )& vigilancia de los Pastores. Jamás
la Iglesia de Jesucristo se ha visto más atacada en España, en todos
loS puntos y por sus mismos ·hijos, que en estos tiempos petver·
sds" · (244). Serla el más negro baldón para nuestros obispos que se
pudiera á.ñadir con toda verdad y coo toda justicia que jamás · fus
obispos se hán preocupado menos de esos ataques,' inmersos i;n
otras
tareas que poco o nada tienen que ver coo sú ministerio epis­
copal.
Porque tal conducta, de ser cierta, y a salvo siempre· la in­
finita misericordia de' Dio., encierra el gravísimo riesgo 'de la pér­
dida de · Ja fe de los españoles y de fa eteina coodenaci6n · de los
resporisables.
(244) Instrucción Pastoral: pág. 16.
428
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«PASTORAL» DE LOS OBISPOS REFUGIADOS EN MALLORCA
"Los obi•pos firmantes" de la Instrucción Pastoral pudieron decir,
con toda. razón, a sus . diocesanos: -~·os hemos. de.sqibierto, como
nuestro ministerio lo exigía, los err~.res capitales

que cunden
hoy,
para proveuiros contra las sorpresas y asechanzas del enemigo" (245).
Hoy, cuando los errores
pareceu multiplicarse,
sin que
nadie o casi
nadie

les
salga al paso, estas palabras de los obispos quedan como
añoranza de días mejores y como programa .de lo que necesaria­
mente ha de venir si quiere salvarse la crisis religiosa. que atraviesa
nuestra patria.
En repetidas ocasiones hemos señalado la actualidad del peusa­
miento-contrarrevolucionario que parece no ser afectado _por los
años, manteniendo per~entemente. su

vigencia. Y si esto
OCUfie
con lo político y lo social, pasa lo mismo con lo religioso. Júz­
guese, si no, de estas palabras de 106 obispos que parecen escritas
¡,ara estos dí .. postconciliares.
"Pero

si en todos
tiempos nuestro
ministerio pastoral exige
de nosotros tanta perfección, tanta constancia y tanto celo, ¿qué
virtud y que vigilancia serán bastantes en los pastores para desem•
peñar sus

obligaciones en unos
tiempos tan peligrosos como
los
nuestros? ¿Qué
cuidado y

qué atenciones no deberán llovamos nues­
tro rebaño en una época en que
106 lobos

andan
mezclados con
las
ovejas
y se multiplican cada día paca devorarlas, en una época en
que

los
pastos de la doctrina se hallan envenenados por el error, que
corre libremente

de
la prensa y en que la impla filosofía procura
sofocar

en el
corazón del hotnbre todo sentimiento de religión, para
colocarle al nivel de las mismas bestias?" (246).
Y, como corresponde a
unos obisP"", cifran

todas sus
esperanzas
en

la oración que arrancará del cielo las ayudas necesarias. Oración
que no excusa
el trabajo incansable, pero que, de faltar, hace estéril
toda acción del cristiano e ilegítima la utilización
misma del nom­
bre de
Cristo.
"Pidamos
al

Señor lo
que no

tenernos
y él sabrá damas abun­
dantemente lo que nos falte; clamemos al que manda a los vientos
(24,) Instrucción PtiSt01'a/, pág. 243.
(246) Idem, pá,is. 247-248.
429
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FRANCISCO JOSE PERNANDEZ DE LA CIGOFIA
y a los mares y él sosegará las tempestades; digámosle con su Após­
tol, en medío de
la mayor borrasca: Domine, salvtmos, perimt,,s y,
confiados en su bondad y su poder, hagámos cuanto está de nuestra
parte, bien segw:os de que el Príncipe de los Pastores bendecirá
nuestros esfuerzos y hará todo lo resrante. Si son grandes los peli­
gros, son aún mayores los socorros. Sólo resta aprovecharlos con
una
"plicación que corresponda. a
la
importancia de la obra" (247).
Oyéndoles, se

oye a
un obispo

católico. Lamentablemente, no se
podría decir lo mismo de muchos comunicados
episcopales en

los
que en

vano se busca
el nombre de Dios.
Llegan los. obispos al término de su pas10ral. Evoquemos por
un momento la España que tenían ante sus ojos. Invadida prácrica­
mentecen su totalidad por un ejército cargado de vicroiias. obtenidas
en todos
los frentes de Europa. El mismo ejército que era el here­
dero de la Revolución francesa
y que tenía prisiooero al Papa. Y
al rey de España, bajo
cuy:a protección la

Iglesia había vivido desde
que Recaredo abjuró del
arrianismo en

el III Concilio de Toledo.
La España cawlica en la qne nacieron, de la que eran obispos, esra­
ba a punto
de perecer. Ellos

mismos habían tenido que
abandonar
sus diócesis hasta refugiarse

en
Mallorca, al amparo de la escuadra
inglesa.

Pues bien, en esa
situación desesperada, viviendo

de
pres­
trulo,
esperando diariamente noticias. de

la
Península que

ran
· pron­
to encendían una mínima luz de esperama como apagaban· cual­
qu;er pavesa
que aón calentase

el
fotuto, aparecen los periódicos de
Cádiz, o

los de Mallorca, o
los de cualquier rincón
de
España en el
que todavía no ondeasen fas banderas napd!e6nicas, y al ansia por
encontrar
en
el[QS buenas noti'cias sucede, no sólo el dolor por los
constantes·
descalabros
de
nuestros ejércitos
sino
el .feroz ataque a
la· Iglesia.

y
fa ideología misma de los invasores.
La aurorid1ld civil, . que durante siglos !había protegido con su
poder a la Iglesia del error,
parece ~hora sostener todos ellos y per­
seguir
a quienes

osan
haced,es frente.

Ese es
el conrextO dé la Ins­
kucci-6n Pastora/,. Sería comprensible que, ante este cúmulo de ad­
versas circunstancias, los
?bispos callasen
en espera de la muerte.
(247) lnstr11cdón Pa1toral, pág. 248.
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«PASTORAL» DE WS OBISPOS REFUGIADOS BN MALLORCA
Como los apóstoles se dispersaron en silencio tras ,el predimieoto
del Maestro.
Mas no fue así. Su deber pastoral les impelía: hablar y produ­
jeron ·un texto de verdadera antología entre todos 1os que, a lo lar­
/lP de los siglos, escribieron nuestros más santos y sabios prelados.
Ciertamente
que es un escrito apresurado,
destinado a salit al paso
de
las

urgencias del momento. Sus bibliotecas,
sus más familiares
papeles,

de
los que

hubieran echado
. mano

de
estar en la tranqui­
lidad

de sus
palacios episcopales,

quedaban a
muchos kilómetros
de

ditancia, con el Mediterráneo de por medio. No fue
ello, sin
embarf!P, obstáculo para que sacasen a

la
luz un

extraordinario do­
cumento en

el que
el acento religioso difícilmente podrá ser su­
perado y

que
constituyó 1ambién un

escrito político de
la mayor
importancia. Incluso

la viveza del lenguaje, Jo directo de sus
pa­
labras
en contraposición a otros muchos textos episcopales de la
época que hoy resultan de pesadísima 'iectuta, le colocan a una al­
tura literaria

muy considerable.
& en las palabras finales donde los obispos .:bren el corazón · a
sus
diocesanos, en un últim6
y emocionado llamamiento de padres
y maestros que convierte a la lnJt-rucción en un auténtico testainen­
to-espiritual .
.. Ved, amados hermanos nuestros, los sentimientos más vivos
que
parten de nuestro

corazón,
expresados sencillamente.
Ved
las
instrucciones y los avisos que ·debemos de justicia a todos nuestros
hermanos y nuestros hijos, en aimplimiento de la obligación estre­
cha
que

nos impone
nuestro sagrado

ministerio. No
bailareis aquí
ni

una
pieza de elocuencia, ni un

modelo de
Iengtta castellana.
Tam­
poco éste ha sido nuestro intento ni vosotros debíais esperarlo de
unos pastores ancianos que, agobiados de años 3/ de trabajos, sólo
deben
pensar en buscar remedio a tantos males como afligen a la
Iglesia y en prepararse para una muerte tan cercana. No, no hemos
pretendido contentar vuestra curiosidad.. Pietendemos solamente ilus~
ttar vnestro entendimiento ·y edificar vuestro cotazón. Nuestro ob­
jeto ha sido, y es1 instruiros y amonestaros sobre los peligros-que
amenazan a nuestra religión santa y daros los preservativos conve­
nientes para que no caigáis en

el 'lazo.
Caridad y solidez es lo que·
431
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO JOSE PERNANDEZ DE LA CIG01'A
h!lf0<)5 procurado en esta carta, para presentaros la verdad en su
propio traje
y sin colores y adornos afectados de que sólo nece­
sita la mentira para
remedar la_ y de que abusa tan frecuentemente
el

error para
disfrazarse entre

la
hqjarasca de
palabras.
Nosotros
no usamos este lensuaje. Hablamos y escribimos a imitación de
San
Pablo, non in subtimitate sermonis... non in persttassibilibus
human,¡, sapientiae verbis, corno decía a los de Corinto. Y como
decía

de_ sí
mismo San Agustín, no tememos que nos reprendan
los . gram~ticos · o los retóricos, ni las repeticiones frecu.e.ntes, ni la
redundancia de las cláusulas, ni la impropiedad de las palabras, ni
el
desaliño en el
discutSo; defectos que, en este género de

escritos,
son,
tal vez, los que debieran notarse menos por los que conocen
bien

el idioma del celo horrorizado a
vista de la impiedad,
de la
insolencia y el desacato.
La Iglesia de España se está abrasando por
los
errores ;
los obispos

son los
custodios de esta casa: ¿Qué hombre
sensato
esperará de

ellos cláusulas ciceronianas
para gritar por agua?
Por lo que a vosotros toca, amados hermanos e ,hijos nuestros,
esperamos que recibiréis nuestras advertencias como las insinuaw
dones de un.os padres que os a.man, con la mayor ternura y· como
las lecciones de unos maestros que el cielo os ha señalado para
dirigiros en la

carrera de
esta miserable vida. El que os O/fe, decía
Jesucristo
a

los
apóstoles, y en ellos a

todos
sus suresores los obis­
pos, me oye a mí ; y el que os desprecia, me desprecia. Sus palabras,
las
de .su Iglesia y sus pastores, son las que os _ dirigimos en esta
carta. Recibidlas

como de quien son
y escumad nuestras instruc­
ciones
como de unos encargados

de vuestras
almas que, por su
avanzada edad,

sus achaques
y desconsuelos, están ya en las vísperas
de dar cuenta de
ellas

al Supremo Pastor de
todas. ¡Ay!
Colocados
al
borde del sepulcro, juzgamos tener

un derecho
más para
que
se
nos crea, cuando escribimos esta carta, desembarazados enteramente
a lo que
pensamos, de
todos
los intereses
terrenos
y de todos 1os
respetos mulldanos. La verdad sola, que os hemos predicádo sietn­
pre,

es la que
mueve ahora nuestra pluma y anima nuestra mano
trémula.
Rogad al Señor, amados hermanos nuestros, que nos conserve
en
ella,

firmes y constantes,
hasta nuestro postrer aliento y nos dé
Fundaci\363n Speiro

«l'ASTOR.AL» DE LOS OBISPOS REFUGIADOS EN MALLORCA
la muerte de los justos. Acaso este será nuestro último testamento.
Encomendad

al
-Señor su Santa Iglesia y su Vicario, Nuestro Sao­
tlsimo · Padre Pío VII, que en sus cadenas, a imitación de un san
Pedro
y un san Pablo, nos está dando ejemplos de firmeza y de
constancia. Rogad al Cielo por nuestro
amado Rey don Feman­
do
VII
y su Real Familia, por el acierto de los que nos gobiernan,
por la felicidad de nuestras armas y las aliadas. Respetad y obede­
ced a las Potestades legítimas, así eclesiásticas como civiles, cada
una en su
clase y según la extensión de sus respectivas facultades.
Dad al César lo que es del
César y a Dios lo que es de Dios. Amad
sobre todo a este gran Dios, que nos ha criado para su gloria.
Amaos mutuamente a vosotros mismos. Conservad la paz en las
familias. Y, para concluir con el grande aviso de san Pedro, que es
todo el
objeto de
esta carta, VELAD
(248), amados hermanos e hijos
nuestros ; velad,
porque nuestro

enemigo el diablo no
cesa de
dar
vueltas alrededor
de vosotros buscando a quien devorar. Resistid­
le fuertes
y constantes en la fe de Jesucristo, nuestro Divino Sal­
vador y amoroso Padre, a quien supli= por nuestra parte que
os conserve firmes en su santa Religión y su santo amor, que · os
llene de sus gracias y bendiciones y que confirme las nuestras, que
amorosamente
os
darnos desde aquí en su santo nombre. "En el
nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen" (249).
Palabras que no precisan comentario alguno. Sólo lamentar, aun
a costa de
repetimos, que se parezcan tan poco a las que estamos
acostumbrados
a oir a nuestros obispos de hoy.
XV. El diálogo
Estos obispos tenían

un concepto del diálogo
con los
enemigos
de la Iglesia muy distinto al de sus hermanos en el
episcopado
de

hoy. Y entiendo
no estará de más reproducir sus palabras, aunque
sólo
sea para

comparar las distintas posturas. Y que cada cual acep­
te la que
estime más acertada.
(248) En mayúsculas en el original. '
(249) In1tr11cdón PastoraJ, págs: 268--271. ·
433
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO /OSE PERNANDEZ DE LA CIGOÑA
"Pero si son tan peligrosas las producciones li=rias de nues­
tros falsos filósofos, mucho más peligroso es sin duda el trato fre­
cuente con elloS;_mismos, con. sus_ cómplices, sus partidarios y-con
cualquier otro libertino que 'bable o escriba a,mo ellos, o apruebe
y promueva

tales
escritos. La. amistad estrecha con estos sujetos oo­
toriamente libertinos, . o . vehementemente sospechosos de . tales, es
lo

que
ha perdido
a tantos jóvenes,
y no jóvenes, bien criados por otra
parte; y perderá a otros taatos que, .por la .-anidad fatua de parecer
hombxes
del

día,
se abandonan a la. sociedad pestilente de cuatro
chai!latanes y, con ella, al mayor de los peligros. Los .sentimientos
más

fervorosos que
inspira la religión se resfrían a fuerza

de oir
sofis­
mas, de q'Q.e no saben desembarazarse los incautos y, ni tal vez, los ad­
vertidos que ignoran enreramente -.la .controversia, aun cuando sepan
bien su catecismo. Por otra parte, la libertad que inspira el filósofo en
pu_nto de costwnbres, es un nuevo atractivo para un joven y otro lazo
qµe le apr,isiooa y aumenta considerablemente su disgusto y su ti­
bieza. De

la ,tibieza en la
reli~i6n, se pasa fácilmente a la

indife­
rencia,
,y de la indiferencia a la apostas/a. Tales son los efectos re­
gulares
de una
mala compañía y el adagio castellano, Dime con
quien ttndas, et~., dene aquí, una '3Jplicación muy justa.-E.s, pues,
del todo indispensable en, ,eJ buen padre de familia cortar toda co­
municación. frecuente con las personas de ·esta clase, tan pestilen­
cial en las sociedades. Se sabe cuanto encargaban los Apóstoles a
los
fieles de su tiempo la
absoluta separación de aquellos falsos
hermanos cuyos ejemplos
y discursos podían pervertirles. Con estos
tales, 1es decían, no debeis comer juntos, ni admitirles en vuestras
casas, ni

aun
saludarles, por no haceros prurticipantes de sus crí­
menes (250) ¿Necesitarán menos precauciooes que aquellos fervo,
rosos

cristianos los de nuestros
días? Pero sob,e todo se deben evi­
tar con .tales sujetos las disputa• sobre religión, casi

siempre infruc­
tuosas, comúnmente perjudídales·-.y, por fo mismo, justamente J>rO­
Wbidas por la Iglesia, a lo menos para los legos que no están bien
instruidos en las materias de colltroversias" (251).
(250) Aquí citan los obispos expresamente a Joaon. Ep, 2, v. 10 y 11;
I ad Cor. 5, v. 11; Rom. 16, v.
17-18.
(251)
Instrucción Pastoral, págs .. 258~;260,
434
Fundaci\363n Speiro

«PASTORAL» DE LOS OBISPOS REFUGIADOS EN MALLORCA
Parece justamente lo contrario de Jo que hoy muchos eclesiás­
ticos quieren recom
quien
encontrase
la postura de

los obispos
poco ecuménica y abierta al diálogo. · Por
eso ven la conveniencia de insistir en el tema, y con las siguientes
palabras:
"Parecerán tal
vez un poco duras y sobradamente repetidas las
expresiones con que nombramos tantas vec~ en esta carta a los fiM
lósofos y su filosofía. Pero, ¡ay, amados hermanos e hijos nuestros!
Nosotros
debemos
conocer mejor que nadie los lobos que
amenazan
nuestros rebaños,
porque

nosotros
somos los pastores. Por
la
misma
razón, los obispos somos los que estamos más obligados a darlos a
conocer· a nuestras ovejas, para que h.uyall de sus :fauces y no espere.o
a ser devoradas con sus corderos. ¿O>n qué nombre debemos indicar
estas· fieras, que tienen desolada la Europa y quieren aéabar con este
rincón de España, casi el único que restaba sano? ¿Habrá colores
bastantes vivos
y expresivos para pintarlos de modo que no se
desfiguren ni se disfracen ya más ron la piel de oveja? Nosotros
no

lo hallamos. Nos
valernos de las e,cpresiones del

Evangelio, de
los
Apóstoles y de los Santos Padres de la Iglesia cuando combatían
a
los filósofos de su tiempo. El Evangelio nos avisa a todos que nos
guardemos de aquellos hombres que vierten a nosotros disfrázadOs
de ovejas, pero que en el fondo son Jobos carniceros: Intrinsecus
tlfltem sunt lupi rapaces
(Mar. 7, 15). Hijo del diablo llamó el após­
tol

a
Elymas, cuando pretendía seducir al procónsul Sergio Paulo:
Fili diaboli, non desinís subvertere vial _Domi,,i (Act. A post. 13,
10). Primogénito del diablo llamó Policarpo a Matcióo, cuando
este Je preguntó si
le conocía,
como refiere
Sao Ireneo (Lib. 3 ront.
Haeres.
c.

3) Charlatanes y
seduomres llamó san Pablo

a los falsos
doctores que ron sus doctrinas pervertían a los primeros fieles:
V amloqui et seducrores, qu(Js oportet ,edargui (Ad. Tit., I, 10 y 11).
Y
_ san Agustín alega este pasaje para intimar a los obispos la
obligación en que se hallan
de' reprender y refutar a estos perversos
(Ep. 9-3 ad Vicent. Rogat. c. I).
Seguimos, pues, amados hermanos nuestros, el espíritu de la
Iglesia cuando tratamos a los filósofos -~~~ me~ecen., ron el fin
Fundaci\363n Speiro

FMNCISCO /OSE FERNANDEZ DE LA CIGOFIA
de darlo,; a conocer mejor a nuestras Oll'ejas, para que no caigan en
sus
·garras. Pero: si pareciésemos· severos contra el error y el extravío,
protestamoo ,sinceramente que· amamos ·con la mayor ternura las
personas de los extraviados. Quisiéramos que éstos pudiesen pe­
uetrar en

nuestro
pecho para que viesen allí el noble principio de
donde parten aquellas mismas
expresiones, que
no pueden
menos
de

serles desagradables, como
lo son el cuchillo y el cauterio al gan­
grenado... Mas como la llaga cure, el facultativo, aunque moleste,
merece
gracias. El que ata al frenético,
decía san
Agustín,
y el que
irrita al aletargado,· a
Jo,; dos es molesto y a los dos ama: rJmbr,bus
mo/est11s ambr,s amdJ
(!bid. c. 2) De David decía san Gregorio el
Grande, que
ni cesaba

de reprender a los delirantes ni dejaba de
amar a los .que reprendía: nec in-sanientes cessabat reprehendere, nec
reprehensos negligebat amme (Pastor, 3. P. c. 22): Y el Apóstol
mismo, que prohíbe
a los

fieles la comunicación con
los inobedien­
tes

o rebeldes a
sus preceptos, quiere

que se
les corrija como her­
mano,;. (2 ad Thessalon. 13, 14 y 15). Como si dijese, afiade san
Gregorio
en el
lugar citado, romped la pa.z exterior con él, pero
conservad en vu,e5tro corazón la interior: Ac si diceret: .pacem c11m
eo exteriorem so/vite, s~ interiorem_ circa illttm med11ll#us c11-.rlfJdite.
P~ falsa, llama aquí san Gregorio a aquella paz humana, a cuyo
pretexto los prelado,; dejan

de reprender las costumbres
perveisas
de

los
hombres .y, consintiendo con ellos de algún modo con su si­
lencio,
se apartan de la pa.z de Dios, que es la verdadera. No hay,
pues,
que extrañar en esta carta alguna aspeteza en las expresiones,
porque, como decía san

Agustín,
es mejor amar con severidad que
amar blandamente: meli11s-est c11m severitdJe diligere, quam c11m
lenildJe deci¡,er~. Jamás estuvieron reñidos el amor y la corrección.
El mismo Dios corrige a q\Úen aroa. Y éste debe ser, y es, nuew:o
modelo cuando hablamos con los filósofos del dia" (252).
Indudal,lernente, el proceder de la maroría de los obispos de
hoy es muy distinto del preconizado por los firmantes de la In.stn,c-
(252) Instrucción Pastoral, págs. 265-267.
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«PASTORAL» DE LOS OBISPOS REFUGIADOS EN MALLORCA
ci6n Pastoral y del que parecen recomendar la Sagrada Escritura. y
los Santos Padres ¿Son mejores los resultados obtenidos? Basta mirar
en derredor
para comprobar que

no.
XVL Los oacerdotes
No podían faltar en la In.rtrucáón PastOf'al. recomendaciones par-·
ticulares a los sacerdotes, y también en ellas se aprecia la sólida doc­
trina de
los obispos y su profunda religiosidad. No hay en ellas
miras políticas ni otro propósito
que exhortarles al mejor cumplí•
miento de su misión sacerdotal.
· "Sí, muy amados y, por· tantos títulos, respetables cooperadores
nuestros-: ·a v0$otro~r dirigimos ahora especialmente nuestra pala­
bra o, por mejor decir, la palabra que el Espíritu Santo mismo di­
rigió por medio de san Pablo a los obispos, y respectivamente· a
todos los pastores, cuando dijo: Attendite tJO-bís, et universo gregi.
Cuatro palabras que lo dicen todo. Attendite vobis. Ved nuestra pri­
mera
y má.,: estrecha obligación, y en ella el debido arreglo de nuestra
conducta personal: nuestra conducta cristiana, nuestra conducta ecle­
siástica. Mal podríamos desempeñar la segunda, que es el cuidado
de nuestras
ovejas, si
nos olvidamos de la primera, que
es el cui­
dado de nosotros mismos. Mejor ,!iremos: es imposible cuidar bien
de las
costumbres. de
otros, si las nuestras están desarregladas.
¿Quién
lo

ignora? El pastor es, por su
oficio~ el
guía
y el conductor de su
rebaño. Y si él mismo se extravía, ¿cómo podrá conducir con acierto
las todos, es el del ejemplo;
el segundo, el tercero y todos los demás
sermones, sin el primero,. valen. pxo, o no valen nada; o tal vez en
lugar de instruir y edificar; escandalizan al ~ente, que quizá le
está
diciendo
en su

interior:
Mi!dice, curá te ipsum. El del ejemplo
es el
que_ da

el alma,
el valor y la eficacia a todos los demás sermo­
nes...

El que predica las
costumbres sin tenerlas, se expone a que
se le reconvenga con lo del Salmo: Ut quid assumis tesfamenttlfn
meum per os
t1111m? Tu vero odisti discifrlinam et pt-ojedrti set'-
437
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO ]OSE PERNANI)EZ DE LA CIGQFIA
"'º"''· meas ,ewrwsmn. Y este es. el gran pecado. de los sacerdo-
tes c253): ·
· · P~labras que conservan todo su valor en nuestros días-O que,
.;.¡ ,;ez, lo hayan ino:ementado ,i cabe. Y que se romplemenmn con
las siguientes r~mendaéiones que, de seguirse hoy, yolverlao a le,
v;~ el prestigio sacerdotal tan decaído por uni,s ~uctas en. las
4ue __ no se -~Vierte, ni r~ramente, el au:ácter ~do .qu,e en su
día r~bie,'.on con el sacramento del Orden; ·
. "Pa:a. set sólidam~nte vU'tuOSO, y aun ejeinplar, . un ecl.O),.
¿d¡, .qué m«!ios debe valerse? Vosotros no lo igµoráis, amados coope,
Iado~e,s __ nuestl:os .. _4 __ -0ra;d~-~ necesaria_ a todos los a;istian,0$,,
lo es singularmente para los eciesiástiro~ oomq que ella es el canal
por donde nos han de venir del Cielo todas .las 1~ y Jas gracias.
de 'q~e. t~nto necesitamos pru:a 11uestra propia. SB.11ti:ficÍrdón ,Y j~ de;
nµ~ttoS_ heri;nanos: La ~raciór;i supone y lleva consiiO-~ fetiro, así
in~erior como i,nerior, en cuanto lo permitan las obligaciones de
nuesa;O lllinistel'io; ~bligaciÓnes que si· se santifican como deJ:>en,
y oo se convierten .en pte qúe no podamos conservar en medio de. ellas "4Uel recogimiento
secreto éie ~ue,itro
coráz6n, do,;.de reside la tranquiiidad del espí­
ritu,.
ell. el silenci? de t?dos los
cuidados mundanos;
y de donde
s'ál~ri aquéllos s~ntimientDs viVos · que, por médJo de santas aspira-.
éiones, o cortas peto repetidas jaculatorlas, nos elevan d~ todo lo
terr~ a lo celestial, de módo que. en. todas nuestraS. ocupacioneS
pod~s· decir· qm verdad: nostra c01'ltller.saHo
in ()(JB/,is f4.SI~ Entonces,
1.a; ObligaciOne~ - mis t;0.QJ.unes, l~s ocupa<:iones más caseras, todo vi~­
m; -:i. sey ·or_ación,' rod~-es ·sailto por el espíritu .mismo _q~e lo ~­
tifk..: todo. De aqui la vigilancia sobre todas nuestraS acciooes y
palabras, el verdadero celo por la salvación de nuestros prójimos,
éi, fi,rvor· y la devoción en los divioos oficios, la paciencia, la hu'
miléiad,
la mansedumbre, la fortaleza, la templanza y rodas las de­
más 'virtudeS crisrianas; que Jlegand~ a ser perfectas, como deben serlo,
stiponen desde Juego la

caridad como el
aJm,,, de todas ellas" (254).
438
' . .-. '
(253) Instrucción- Pa1tor_al1 -págs. 244-245.
(2l4) Idem, • pág. 2~6
Fundaci\363n Speiro

«PASTOR.AL» DE LOS OBISPOS REFUGIADOS EN MALLORCA
¡Cuánto& motivos de meditación en estas palabras l'"'ª los
sacerdotes de hoy y de siempre! i Y cómo la e,q,eriencia pastoral de
estt>s obispos_ atisbaba riésgos y posibilidades que en nuestra época
se han hecho a.ctUa!isimos! Hay que inclinarse ante la profunda psi­
cólogía de esós pastores que sew:Jaron con toda precisión el ca­
ruino que ·ha. llevado eil nuestros· días á tamos buenos sacerdotes a
lá sectrlarizadón é kduso · · a la ~posta.sía. ~ oblii'a:ciones, _ exis~
tr;'ntes_ en verdad y apremiantes, pero que_ pronto se oonvierten ·en
pteteXto para abandóoar otras irrenunciables pal:a uri sacerdote como
son la oración, la presencia de Dios, la escesis cristiana .•. ¡Cuántos
esttepitosos fraéasos
han

comenzado por
uri celo mal entendido!
¿Y
que hemos de decir de

la
sanrt:lfiéacíón de todás las activi­
dades, aun las más comunes, lai más "ct1sffas, convertldás eii o.ración·
por el espíritu? ¿No es está raíz espiritual de pujantes movimientos
católicos que -están -conociendo en. núest.ra época su máximo auge?
Pero·los obispos sa:ben·que :no se es sac-erdote para uno mismo.
Y ·por eso dicen a sus colaboradores: "No hasta el cuidado de san­
tificar nuestras almas~ es preciso también trabajar 'incesantemente
y con todas nuesttas fuerzas en la santificación de todas las demás
qúe pertenecen
a

nuestra
grey" (255).
Así está
trazada, con

toda sencillez,
pero insuperablemente,
la
misión del

sacerdote,
válida en
todas las
épocas de la Iglesia: San­
tificarse
personalmente
para así consegnir la santificación de los
fieles. Y
la santificación connota sohrenaturalidad. No se es sacer­
dote para ±'efoimar las estructuras sociales, aumemar la ren.1:3:· per.
capita, acaudíllar huelgas ·o militar en la guerrilla.
Se

es sacerdote
para santificar

a las
almas. Y como efecto indi­
recto de
esa santificación se mejorará la

sociedad, se incrementará
la
caridad y desaparecerán· los enfrentamientos. Pero buscar estos
efectos
sin
preocuparse de
la causa es un
,error de
identidad sacer­
dotal qué acaba con el ,sacerdocio mismo. Potque para abrir pozos
es más útil haber cursado la carrera ele ingeniero de caminos que
teología · en un seminario: Y para ser guerrillero haber pasado por
nna acad-emia militar.
{255) Instr11rrión_ Pastoral, pág. 247.
439
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FRANCISCO JOSE PBRNANDEz,.DE LA CIGORA
.. No. quiere decir todo esto que el celo por · las almas· no pueda
llevar ·al 511Cerdote a. preocuparse por las condiciones materiales de
sus fieles.

Nunca fue doctrina ni
.pr,áctica de la Iglesia
ese ange­
Hsmo-·-desencacnado, y la 'historia es el mejor testigo de innwnerá­
bles realizaciones en ese· canipo. Y "aun en casos límite trulíbién po:·'
eirá un sacerdote encabezar una huelga o ínoor¡,oI1lrse, o incluso·
acaudillar, a -una guerrilla. Nó miremos el efecto sino la Clüsa. Y
cúandO los· motivos' que han· llevado a un sacerdote a una determi--­
nada . acción seari · la santificación de las genres será legítima· su ac­
titud, naturálmente salvada

la
licitud de
los
medios empleados. Péro
hoy, en la actividad de innumerables sacerdotes, obreros o no, agen­
res
• de

la subversión, servidores
ciegos de id.;,logías radicalmente
~ticriSti_á~s, o in~ínsecaníente perversas como_ dijo Pío X~, no-~
adi~in~· ni una brizna de preocupación por la santificación .de las
aln,as
ni

nada que
remotarnenre nos

i,abJe de sobrenacuraiidad.
Para que . los · sacerdotes verdaderos, que los otros, aparte el ca,
rácter .in el.nombre, puedan maniteneqe 'fieles

a su
difícil minisrerio
añaden
los obispos otra recomendación.
"Uno ·de los. medios más eficaces para conseguir aquella pureza
de vida
que

tanto
encarece el Crisóstomo es la ocupación continua
y
seria en

la
lectura de aquellos libros verdaderamente eclesiásticos
que,· instruyéndonos en nuestras obligá.ciones con su doctriina, nos
eaifiain al mismo tiempo por la unión que llevan consigo sus ins­
trucciones.
Tal es

la lección
detenida y meditada de la Sagrada Es­
critura,
en
especial la de los Salmos y Nuevo Testamento; tal la de
algún
Padre o Padres de la
Iglesia, según Jo permitieta la capaci­
dad y posibilida y de la historia eclesiástica, a lo m~ _por un buen compendio; .hl
di: los Jibros ascéticos que _pasan por clásicos en la mística, com(?
los Granadas, los Sales, los Croiset, etc. Tal. es, en fin, el estudio de
la teología moral por autores escogidos
y tan d.istantes .de opinio­
nes

relajadas, como de la austeridad extremada del
falso celo -y
del espíritu de partido, que conduio a tantos al reprobado rigo·
4~0
Fundaci\363n Speiro

«PASTORAL» D5 WS OBISPOS REFUGIADOS EN MALLORCA
rismo y conduce . aún en nuestros tiempos, por . el desprecio decisiones .de .la Iglesia, al precipicio del cisma" . (256).
Nada se

puede objetar a
1a recomendación de los obispos .en
orden

a
. alimentar la

vida espiritual de
sus sacerdotes. La Sagrada
Escritura,
los Padr~ de la Iglesia, el Derecho canónico, la Historia
eclesiástica,
la ascésis y Ja mística . cristianas, la reología moral. pa­
recen imprescindibles a tódo sacerdote. Y no son los obispos esqs
.genios taciturnos propicios a todo ,rigorismo, pues ex~esamente lp
rechazan como reprobado por la Iglesia. Pero, ¿son esas las liecruras
recomendadas. en la may<;>ría de nuestros iseminarios? ¿No se lee.cá
allí más bien a Davis, Boros, Evely y demás secuJarimdos? ¿O a los
teólogos protestantes como
Bonhoeffer, Tillic'h, Cullman,

Barth,
Ro­
bi!JISOn,
Altizer

o demás propagandistas de
la desmitificación o la
muerte de Dios? ¿O la última ola de la teologfade la liberación:
Gutiérrez, . Arroyo, Assman, Gira:rdi, Miranda, Cardenal, Boff ...
¿No han abandonado práctiaum,nte los sacerdotes a los que antes
nos re'fer~s la lecrura del Breviario? ¿No es su única litera­
tura el .. marxismo?
Y siendo esto cierto, ¿qué recomiendan los obispos actuales?
En
la mayoría de los caS06, nada. Como tamporo nada desaconsejan.
Porque- estamos ante la más absoluta inhibición episcopal, rota de
cua,ndo en-cuando por alguna inre.rvendón contra el integrismo
que evoca los más desdichados procesos de caza de brujas.
·XVI-l. No deis a los per-tmdas_ cosas sanias
Hemos visto la opinión de los obispos sobtt el diálogo con los
enemigos.de la Iglesia y su idea sobre el sacerdocio. Y los consejos
que daban, todo lo apremiantes que se quiera pero que no pasaban
de consejos. Sin embargo, los obispos dan un paso más recordando
a sus párrocos ·~tas instrutdones que se :les dan en el Ri-rual Romano
y el que ríge en _,nuestras diócesis sobre la administración del santo
sacramento de la Eucaristía, ya administrado por vía de comunión
(256) Jnstrucci6n Pastoral, págs. 252-253.
441
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FRANCISCO fQSE ·PllRN4Nf.J/!.Z D/!. J.;A ClG"RA • _ ·-. ;:
¡,articular, .ya en -forma de viático. Jln el· primer;·C!&l se les.,previene
que no pueden dar la sagracl¡, comünión a los p,íbUcamente·indignu,,
como .los que allí se designan, entre ellos los b/,a.,femru y-otros setne·
jantes pecadores
públicos, mientras_ no -conste de su-·perutencia y
enmienda y· no hayan· satisfedio o resarcido el· público escándaio. En
eLsegundo se les e¡icarga ·estreébamente que no den el-Santo Viático
a los mdign(J( C<)n escándafo ¡le otros, designando en ¡,artiailiu: · como
indignos a los notDriMn"'1t• criminosos, al no habetse purificado por
medio de la sagrada COO!f.esión y al no haber satisfecho a la ofensa
pública COIJforme a derecho. Igual encargo se hace a· 1os · párrocos en
orden
a.
las personas que deben set -excluida• por dérecl,o de la se­
pultura
eclesiástica, señalando entre
estas a
los -pecttdOf'es públicos
y 'llWmifiest,o, que hayw muerto sin penitencia" (257).
Y pr9siguen los obispos:
"Hacemos un especial recuerdo de estas instrucciones del Ritual
RO!ll,!tlo y Otros-arreglados al-rnismo potque,-en unos· tiempos en que
tanto
se multiplican con escándalo público -impresos subversivos. de
la. religión y la_ moral cristiami., pueden muy bien ocurtir casos en
que los párrocos se hallen en la -precisión de ejecutaJ estas· disposi­
ciones de-la Iglesia, C9nformándose en todo;. romo, deberán· hacerlo,
con

el espíritu
y la letra de los mismos rituales,-En-ello, m, harán
más -que cumplir con una . parte de su ministerio en un punto tan
sustaneial:.Nolite dt1re,,anc/"1n canibtts" (258):.
Vemos, pues, qµe la Iglesia, en la persona de seis obispos• ejer·
cie¡¡do
su·

aut0ridad,
impone las más graves penas espirituales-a todos
.los._ qµe
al

socaire
-de _las Cortes y ,alentados. en no pc,cas oca:siem,,
por-ellas,-arremetíati.CQntra-la religión y sus ministros .
. En . nnestra época habrá tal vez católicos que ¡w:guen ,desmes11-
rndas estas penas, ninestr
su
entender, de llll rigorismo totalmen­
.'tc superado. cuaooo· en. ocasiones·se·_-invita-.a',todos :1os -,a.sistentes•a
un acttueHgioso a que participen-en la comunión y a:iarulo prácti­
camente ha caído en desuso la exclusión del-cementerio cat61ico -en­
terrar en sagrado, se .decia-¡,11ta los agnóstioos o los militantes an-
· .. (2:57) lnttrN-cció~ PdJioraJ; págS: 25Ó-2'.5L
.- (258) Idem; págC•2lt,
Fundaci\363n Speiro

«PASTORAL» DE LOS OBISPOS· ·REF.uc;IADOS ÉN MALLORCA
·'.tietistianos, ,esultarán incomprensibles estas ·medidas. .Sin embarg¡¡,
están llenas de lógica. Si durante su vida nada han querido .saber qe
la Iglesia, e incluso 'la han combatido públicamente en la medida de
SU'S fuerzas .sin dar señal!es de arr~ento a :La hora de. sa ninerte,
es

un absurdo
recabar ritos católioos para después de la muerte.
· Y esro vale no sólo para quienes desarrollaron una militancia
anticatólica

sino
también. para

los
que, ron

públicamente cuanto la Iglesia · profeta. Los que, en
esctitm ·y
confereocias,

han negado
la virginida
María, la
infalibilidad pon­
tificia, la moral de la Iglesia, la resurrección de Crisro y .tantos ouos
dogmas

que hoy.
son.· discutidos por clérigos y seglares .sedicentes ca­
tólicos precisan, para teconciliarse con esa Iglesia blanco de sus
ataques, un arrepentimiento que, de.·no darse, hace ·.suponer ia mlile..tte
fuera .del seno de esa Iglesia, Lo que nada tiene que ver con afil'mar
la eterna ·condenación de

esas personas pues
ésa es cuestión ill80ndable
para

los humanos
y que ha de decidirse en la. comparecencia. del al­
ma anre su Supremo Juez.
A .este
respecto fueron mucho más honestos aquellos· espaiíoles
de nuestra primera República o de la Institución Libre• de Enseñanza
que han preferido el último asilo del · tenía reservado para SU'S hijos.
Fernando de Castro, Salmerón, Giner de los Ríos · o los obispos
refugiados

en
Mallotca creían en ·el valor de una vi& y ·en · el de úha
mnerte. Hoy, de sus herederos, tal vez no podría decirse lo mismo.
Aunque, el no
dar las cosas santas a · los perros ,~igue ·teniendo
,h misma vigencia. Que se hayan excluido del lenguaje· dé la Iglesia
expresiones tal vez hirientes --Jos pérfidas ¡utUo, ... -· · no Cll:mbi,
el sentido verdadero que tenían, si es que lo tenían. Y si hoy parece
excesivo llamar perros a los que "º' deben ser destinatarios de' 'las
cosas santals, · signe siendo toralmente · válido afirmar que '€5 por lo
menos absurdo, y en no pocas ocasiones sacrflego, dar lo santxJi:ca
quiffles no lo aprecian, no lo quierffl e incluso lo combaten.
Cuando se abren lás puertas de las iglesius a reuniones po!hlCl!S
de marcado matiz

anticatólico, a asambleas
h;.¡,pies donde la droga is
de uso comón y se llega a las relacjonef,.~es, o,a simples en­
cuentros
que

se sirven de
una Iglesia en qu@sno ~"se está abu-
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO /OSE FERNANDEZ DE LA CIGOFlA
sando de la Iglesia por los que entran en ella y por Ioo que les abren
sus puertas. Y
de no pocas d~ estas iglesias se podría decir en mo­
mentos detemlinaaos que

han
pasaao de
ser la
casa de Dios a con­
vertirse

en la
casa de
los sin
Dioo. Con la escala intermedia de casa
del

pueblo de
Dió5.
La escala degradativa es lógica. Cuando se cree en la presencia
real,
el templo
no puede
llamarse de
otra
manera que
casa
de Dios.
Su

personalidad lo llena todo. Cuando la
fo en esa presencia se de­
bilita
y desaparece es el hombre que acude al templo lo más im­
portante.

Pero
como ese hombre que llega a la Iglesia lo hare porque
cree todavía en lo que ·1os sacerdotes, que -son quienes pondrán el
nombre, han dejaao de creer, aún se cooservará el nombre de Diós
aunque

vara
poopuesto al
del pueblo. Por último, cuando ya
naaie
piense que está Dios allí no tel)drá utilidad más que para reuniones
populares,
del signo qué sea, · para lo cual suele· resultar apta, debido
a sus grandes proporciones.
Las palabras de los obispoo de la Instrucción Pa,/(lf"a/, y más
concretamente el nolite dare sanrtum canibus, siguen siendo: por
tanto, de suma jl()\uálidaa y muy dignas de = meditaaas en nuestros
días, Por los obispos, pot los sacerdotes, por todos.
XVHI.-La minoría de edad de los seglares
Si ha sido después del segundo C.Oncilio Vaticano. cuando los
oeglares han

logrado
el estado . de. aaultos en la Iglesia, según se
nos
repite, no cabe duda de que,

en
tiempoo de
la
ln!lrucción PaJ/(lf"a/,
vivían en plena minoridad. Y aunque cualquiera que recuerde la
historia sabe que eso no es-más que un burdo sofisma); CQOSciente
o inconscientemente propalado, no está -de más escuchar la opini6n
que los obispos
tenían en

1812 de los seglares.
Que no
era cierta­
mente la
de ·que se trataba de unos menores de edad a los que ha­
bía que dar t-Odo !:techo, ·pues .eran incapaces de empren cuenta •cualquier
acci6n. ·
Hemos visto cómo habían animado a los que tomaron fa-pluma
en defensa de la Iglesia. Pero no bastaba• con el elogio -a aquellos
Fundaci\363n Speiro

«PASTORAL» DE LOS OBISPOS REFUGIADOS EN MALLORCA
,q,ologistas. lis ' a todo el pueblo a · quien ahota dirigen su 11..na­
miento, y n()r como puede convocarse a -un grupo de niños, sin6 ·di­
rigiéndose a la responsabilid¡µI de unos adultos.
"Es preciso confesarlo: no bastan todas nuestras fuerzas para
conseguir este importante
objeto (preservar a

las
ovejas de
los
lobos), Es necesario también que todos los verdaderos cristianos
amantes
de su religión cooperen, por su parte, al logro de esta em­
presa, cada uno según su
estado y sus obligaciones respectivas" (259),
Es en d campo de la educación donde se hace más apremiante
la
invocación

a los padres, porque
a la

Revolución no le
"bastaba
corromper

a los
literatos; su iq,piedad no

quedaba
satisfecha si
no
arrancaba también

la religión de
Jesucristo del

corazón del
labrador,
del artesano y del pastor, Con este objeto se apoderaron de todas
las escuelas
de primeras

letras
y de sus maestros" (260) y de ahí
"el

grande riesgo de perversión que
corren nuestros
jóvenes en
el
día, y el mayor que amenaza a las generaciones faíuras, si al pre­
sente no se toman todas las medidas convenientes para preservarles
a tiempo del contagio que lleva consigo · a todas partes la epidemia
de tanto escrito pestilente" (261).
Y es · 1a enseñanza superior la

que
más preocupa a los obispos
hasta hacerles
exclamar: "¡ Infelices Universidades! Nosotros las he­
mos frecuentado y nos consta que sus primitivos· estatutos se dirigían
ante todas las cosas a formar la conducta' cristiana de la juventud espa­
ñola con preferencia, y eón muchá ventaja de su educación literaria.
-Así se han hecho· tan ·célebres nuestras esruelas, y así salieron de
ellas 'tantos hombres grandes y verdaderamente sabios, como lo ates­
tiguan

los siglos, especialmente el
xv, y el XVI. P mudan
y en los de revolución y de · trastorno todo es temible; ni tal
vez pueda

remediarlo
to
Gobierno mismo en pocos días. Mien­
tras tanto,
las un.iv juicio
y de sosiego, sufren sus va.ivenes y desmejoras en los de l,o..
rrasca,

que el espíritu
'filosófico suscita

para confundirlo'
todo. Se
(259) ln1trucción Pastora/1 pág. 244.
(260) Idem, pág. 222.
(261) Idem,
pág. 243.
Fundaci\363n Speiro

/iRANCISCO /OSE PERNANDEZ DE L/1 -CIGOFlA ' ·
-sabe· cuanto .. ha ttabajado para inficionar las. escuel.. públicas de
Fmncia., Tampoco
se .ignoran 1 .. gestiones qued.a he,;hc¡_ reciem,e­
mente para -introducir ·su ·veneno. en algunas d.e nuestra :España. Y -es
i!lllCg,1blo:que, pc>t·desgracia, n<> fueron del ·ts,
:auno
fo. estalJlOS. !k,rando. en algunos de . sus alumnos, que segu,a­
·mei,te no las booran.
En .medio de esta incertidumbre sobre el giro· que toIDOJ:áo DUes­
ms Universidades
y, .del influjo que podrá obtener en ellas J.a falsa
filosofía; jqué tenrores, qué peligros, padres de familia! ¿Y qué
remedios para preca".erlos? Si queréis seguir .nuestros consejos, ja­
más envieis vuestrOS· hljos•a las escuelas·de primeras letras donde el
maestre sea sos~ de. libertino, ni donde se enseñe .por catecis­
mos que, no tengan la aprobación de los primeros Pastores, a cuyo
mipiste1rio
está. encargado, por. el -Espíritu Santo mismo, . el cuidado de
la
doctrilla;, Lo mismo, y con mayor razón, decimos de las. Universi­
.dades.
Jamá! destinéis a ellas:vuestros h\jos sin estar antes bien se­
:
guros de tres cosas: l." que no ha penetrado ·en ellas, O,· está deste­
r.rado de. ~, aulas, el pestilente. fi!osdfismo; 2.' que sus catedráticos
son,
por

lo menos,
tan piadosos como

sabios;
3.' que ·se cuida
en ellas
• p<>r las mttoridades competentes tanro o más'del arreglo de ro&tum ·
btes cristianas que del progreso en las ciencias, :No ,teniendo · la se­
·guridad'J>OSible ·oobte esros tres a:ttículos · tan importantes; .creeríamos
que podrían·
su¡:,lkse por ahóra: todas las. venrajas que· ofrecen las
Utliversidades
_:por Jecciones particulares ·de sujetos. virtuOSOs· e ins­
truidos, <¡ue ·no faltan, en España. En la acertada elección de est<>s
roaestrOS afianzarán
los· padres de familia el gran oonsueló de-ver
.a ·su~, hijos adelanrados en fa ciencia que les ronveng¡i y libres de
los peligros de la impiedad y de los vicios" (262).
¿Qué
-dirían estos obis¡,<1,· .hoy,· de Dll_estras Universidades? Ellos
·éstaban·, convencidos
de

que
·'' nada ,iabe el que no sabe salvarse. y
(de que) . poco cuida de sus hijos el padre que les expone a la pérdida
de fa .vida eterná" ·(263). Y pocos -podrán objetarles algo, ron la ex:­
periencia de nuestra Universidad, a su observación de que esta es
'(262)" -Instfucttón PasÍoral, p:igs. 262.263. ',.,
· (363) ldem, .págs. 263-264. ···
446
Fundaci\363n Speiro

«PASTORAL» DE LOS OBISPOS REFUGIÁDOS EN A!AUORCA
·"iltil ""-tan: útile.r j'',prilcúble,, dicen· ellos--c-· et.tiempos de jiüóo' y
de sosiego-pero prácticamente inútil en•los·de subversión qu~ ahora
~e viven, en los que las c!asef; ni siquiera·pueden impartirse.
·•No
defienden

por
el.lo la bondad de• la ignorallcia sino ql#' su­
gieren otros
procedimientos que puedan suplir le que la Universidad
··no B,:i1tá en situación de ·dar. Su época no es la. nuestra, -.y: entottces
una enseñanza particular podía sustituir ·a· la qu:e se recibla. en . )as
;aulas· universitarias:· Hoy no· será factible · la. solución propuesta . por
· los obispos perO el problema sigue en ·pie y si la -piedad de los ·ca­
tedráticos y las·arreglada~. costutnbres hacen'brotar sonrisas conmi­
seratiws,
ejemplos
que
están al
alcance de
todos/de jóve11es perdidos
definitivamente
para sus familias e incluso· para la sociedad·•en · los
campus. universitarios, podrán· .hacer aflorar a muchos: -padr_es :-.tma
virtud: e11 los. profesor.,. y una moralidad· en las cosrumbres que,
si·cuando enviaron·sus hijos, a la Universidad no les preocuparon, al
comprobar en
su· propio dolor los resultados, tal vez piensen que no
andaban ·tan .errados Ios obispos.·
Terminemos·con una:.últim11 recomendación a -los-segla:rfS,:.ram~
bién de la máxima trascendencia política, pero así •mi¡smo llella de
una ,carga religiosa -que- prima -sobre la primera, ya .·t¡ue esta ,viene
impú.esta·
por

aquella.
Es "la ¡,articular atención que debeis poner En"lalf' elecciones
de sujetos
para-aquellos empleos públicos que las leyes dejan a vues­
tro ·arbitrio. ·Nadie'·ignora ··qut.·entre las··prendasque debe tener
cualquier empleadó público,

las
primeras son
las de
religi6n• y pto·
'bidad, Y todos saben, :-0 deben saber ·hoy; que las, ·tales prendas,10
son; el. caráete•·distintivo
de

la
falsa filosofla, que hace la guerra a
una y otra. Creemos, pues, que -el fi1ósofo notorio, o muy, \sospechoso
·de tal, ·Dfr'Serviría 'tn ningún ·empleo .de .Ja · oepí,blica sino ·¡,ata co­
rromperla, ·por más qye · ¡,arle . y por. m.ás. que esa iba·, El · hombre de
bien
'que tiene

religión,
costumbres y talento; podrá -suplir con 'l'ell­
tajas el :adorno-de las ciencias .y conocimientos singulares que no sean
del todo: indispensables para el cumplimiento de

su
cargo:-Tene­
mos

suficientes ejemplares que comprueban esta verdad en
. todas las
carreras.

Y hoy nos
ofrecen.,u~ biJ,11 brillante .. en la, _.militar .esos
esforzados espafioles
que,

sin haber
frecuentadó ai:adentlas, ni adqui-
447
Fundaci\363n Speiro

,FRANCISCO /OSE FERNANDEZ DE LA CIGOFIA
rido por el estudio los primeros ele¡nentos de e,sta profesión, ponien­
do su

confianza en Dios
y entendiéndose sólo con su lealtad, su in­
genio
y su valor, están llamando sobre sí los ojos, la admiración. y
el recc,nocimiento de su nación y de las mranjeras. Pero las primeras
prendas de
religión. y probidad, si pueden aparentarse alguna. Vf1',
nunca se suplen dign~l'e, a pesar de todas las artes de la · filo­
sof ía. Si el general Mina. fuera un filósofo, sería un egoísta; y en
lugar del noble
empeño.que. ha

tomado de
defender su

religión; ser­
vir a su rey y a su nación, se iría. a Cádiz a c:s<;ribir, a pretender y a
tod<> cuanto no sea defender su patria y arrojar de ella a los france­
ses. Todo, finalmente, nos anuncia que
un filósofo ·del día

para
nada
·sirve.
sino para hacer la gnerra al Cielo, a la Iglesia, al hombre de
bien, al

virtuoso
y al español verdadero" (264).
Es la última andanada contra los liberales gaditanos dedicados il
tod,, cuanto na "" defendl?t' su patrl" Y. arroidr de ella a los franceses.
-Pese
a ello, es

un
modelo de discreción política. A nadie.recomiendan
sino a los que tengan religión
y probidad. ¿Es eso intromisión polí­
tica? ¿Qué habría

que decir entonces de recientes
pastorales que se­
ñalan, ·incluso, el partido por el que hay que votar?
XIX. Epilogo
Conduyamo,;, pues, esta extraordinaria pastoral que es, sin duda,
uno de los· documentos más importantes de la época. Por su defen­
·..a de
la

religión
y de los derechos de la Iglesia y, por lo mismo, por
su

crítica
demoledora del liberalismo y de la "falsa filosofía" que lo
. alimentaba.
Es .comprensible que contrariara a los políticos, aunque, tan aman­
tes de la libertad y particularmente de la de· imprenta, pondrían a
mal tiempo
buena cara y -.erían en ella una lógica consecuencia de
sus
postulados, porque
quien defiende

la
libertad ha de admitirla
también
para quienes discrepan de su pensamiento. ¿ Fue "así? En
moda.algunó.
(264)· InslruCción Pd.storal, págs. 2M:26'.5.
446
Fundaci\363n Speiro

«PASTORAL» DE LOS OBISPOS REFUGIADOS EN MALLORCA
Leamos a Villanueva: "La Regenera pasó a la juuta de censura
la

instrucción
pastoral de

los
seis obispos réfugidos en Mallorca ...
El día 7 por la noche, se presentó a la Regencia la didia censura.
Califica

a la pastoral de
subversiva y de capaz de promover la discor­
dia ele! reino y la insubordinación a las potestades; y propone a la
decisión de las Cortes la duda de si los obispos, cuando están en aje­
nas diócesis, pueden publicar escritos de religión sin la previa licencia
del ordinario local.
La Regencia ordenó que, esta misma noche, .el
juez de.primera instancia Aguilar, pase a la impren.ta·donde se reim­
prime la
pastoral y,, secuestrando los ejemplares o pliegos impresos,
proceda,

a averiguar, las
personas que
han intervenido
en esta
nueva
edición" (265). Como se ve, un modelo de liberalismo. Y .. uno de
loo
tres miembros de la Regencia era .el cardenal Borbón .
. Pero

no
paró en

eso
la actuación contra los obispos, pues el día
24
"se acordó

que
salgan de aquella isla los seis obispos autores de
la
pastoral" (266). No habrla de preocuparle gran cosa la medida al
cardenal
arzobispo de

Toledo, pues uu mes
más tarde acordaba igu.I,
mente

la expulsión del Nuucio
ele _su Santidad.
Otra es la opinión de Menéndez Pelayo, que califica de "violen:
cia

inaudita" a la respuesta de las Cortes "desterrando
y persiguien­
do

al arzobispo de
Santiago y al obispo, de Santander, recluyendo en
un convento al de Oviedo, formando causa a lo,; de Lérida, Torto,;a,
Barcelona,

Urge!,
11eruel y Pamplona.,." (267).
No no's extenderemos en, analizar los autores citados en la Jn.s­
trucción_ Pastoral, entre los que sobresale Pío Vi, teniendo tambi~
particular relevancia la Sagrada Escritura, lo,; Padres, los Concilios,
Bossuet,. Barruel,

Saavedra Fajardo
... ,

ni otros
ternas de indudable
interés, pero qne
prolongarían excesivamente este· trabajo. A algunós
de

ellos les da Herrero
(268) uua parcialísima interpretación que no
vale
la-pena refutar,
Sólo· señalarem.os, una vez más,' el· iné:reíble silencio que la his-
(265) Vilfanueva, Joaquín Lorenzo: Op, cil., pág. 422.
(266) Idem: op. cit., pág. 424.
(267} Menéndez Pelayo, Marcelino:. Op, cit., 11, pág. 837.
(268)-H¡rréro,· Ja;ier: Los oiígenés del'pensa"miento reacdonari"o esp~ñol,­
Madrid, 1971, págs. 363-372.
449
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO. /OSE 2E!IN.IINDEZ · DE LA CIGOF.IA
1:9ria liberal ·ha heoho sobre tan importante documento host,< cl p\Jn,,
to de: que

es
pcácticatnente .descooocido en

los
estudios sobre
la
época. Miguel Areola; :que pasa ,por-uno de los eopecialis«1o·de aque­
llos tiem~ y que ciertamente no es:de los-peores ·peso a.su acusado
liberalismo,

dice que
Villanueva "replicó
a la
pastoral de
los
cin." (sic) obispos refugiados en Mallorca con las Cartas de don Roque.
Lea,!" (269). Y ello en el estudio preliminar que hace del libro de
Villanueva
Mi viaje ~ /a, Cortes. Si tenemos en cuenta que los obis­
pos no

eran
cinco sino seis, y que las Carta, de dan Roque Leal
fueron escritas no contra esos obispos sino contra· el - arzobispo
de
Valencia, y. no cuando las Corres de Cádiz sino en el Trienio, po­
demos darnos cuenta de corno se escribe la historia. El desconoci­
miento de Arwla sobre

el personaje
al que dedica su estudio es
ab­
soluto· en un

la biografía de Villanueva. Y, repeti­
rnos,
Areola es

de lo menos· malo
de su escuela.
Pero ese desconocimiento de

los
obis~ refugiados
en Mallor­
ca en· nada disminuye su valor y el de su escrito. Otro gran obispo,
José Domingo Costa y Borrás (270), irreductible defensor de los
derechos de
la Iglesia frente a Espartero, cosa que le cost'Ó el destie­
rro a
Cartagena -'-Siempre el mismo proceder liberal-y la púrpura
cardenalicia por
la oposición

de los Gobienos de Madrid, que no de
Isabel II,

que le apreciaba verdaderamente, recibió de ella
sin duda ·
inspiración y aliento pues la cita con ·encomio en sus cartas, que nada
desmerecen en doctrina y· gallarda actttud de la de sus predecesores
en 1812 (271). Ese reconocimiento de otro gran obispo
puede ser el
cierre de este trabajo. "Los Prelados cuidaban de inculcarles sanas
doctrinas como

vernos en la
excelente instrucción de

los refugiados
(269) Artola, Miguel: Estudio prelimin4t" al tomo II de: las mem9rias lle
tiempos
de Fernando _ VTI. Biblioteca de Autores Españoles tomo- XCVIII.
Madrid, 1957, pág. 24. . .
(270)' José Domingo Costa y Borrás fue obispo de Urida (1847-1850),
de Barcelona (1850-1857) y arzobispo de Tarragona (1857-1864).
(271) Costa
y Borrás, José Domingo: Observaciones sobre el presente
y el porvenir de la IgJesja en .El!lpafi.!;L: _'.aarcel9na, Jmpren_ta de Pablo Rie­
ra, 1856.
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«PASTORAL» DE LOS OBISPOS REPUGIADOS EN MALLORCA
en. Mallorca'.' (272) y "en esta forma ensefiaban y defendían, la doc·
trina catóJica. los

ilustres
refugiadoo en · Mallorca

durante
la guerra
de

la independencia contra los errores
y escándalos que salían de
donde menos
debía temerse" (273).
(272)i Costa y Borrás,José Domingo:· OP: cit.1 -pág. 91.
(273)
ldem: Op. dt., pág. 132.
4>1.
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