Índice de contenidos
Número 189-190
Serie XIX
- Textos Pontificios
- Estudios
-
Actas
-
Manipulaciones genéticas: los aprendices de brujo
-
La propiedad y la doctrina pontificia
-
Crónica de la XIX Reunión de amigos de la Ciudad Católica. El principio de subsidiariedad
-
Plática del Rdo. P. Victorino Rodríguez, o. p. en el acto litúrgico de clausura [XIX Reunión de amigos de la Ciudad Católica]
-
-
Información bibliográfica
-
Giovanni Cantoni: La «lezione italiana»: El partidismo político favorece la penetración comunista
-
Lino Rodríguez Arias Bustamante: Jacques Maritain y la sociedad comunitaria
-
Álvaro d’Ors: La llamada «dignidad humana»
-
Gabriel Alférez Callejón: La participación política al alcance de todos
-
Bernardino Montejano: La Universidad
-
- Ilustraciones con recortes de periódicos
- Crónicas
Autores
1980
Giovanni Cantoni: La «lezione italiana»: El partidismo político favorece la penetración comunista
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Giovarmi Cantoni: LA "LEZIONE ITALIANA": fa. PARTI·
DISMO POLÍTICO FAVORECE LA PENETRACIÓN COMUNISTA.
Giovanni Cantoni, director y fundador de la revista italiana
Crntianild y de Alleanza C,:,ttolic,,, reun:e en este Hbro diversos ar
tículos publicados en la mencionada revista desde septiembre de 1973 a septiemble de 1979,
agrupados en
varios temas
y ordenados crono
lógicarn:ente.
Así, laS diversas rúbricas temáticas son: Preliminares en Chile;
en torno a la cuestión democristiana; auge y desgracia de la polí
tica del compromiso histórico; reflejos
sociales de esa polítiéa;
so
bre
el compromiso cultural; y, finalmente, hacia un despertar anti
comunista en defensa de la
fe y de Italia. El libro contiene, además,
la consagración de Italia al Corazón Inmaculado de la Virgen María.
El subtítulo de la obra,
premisas, maniobrar y consecuencJa, de
la política del "compromiso hist6rú:o" en el wnbral de la Itdia
rroja, da buena cuenta de su contenido. Se trata de un análisis, rea
Iizado desde la perspectiva del pensamiento católico conttarrevo
lucionario, de la realidad política italiana
durante los
últimos años,
centtado en torno al papel
desempeñado por Ja democracia
cristia
na,
y sobre todo, por el partido comunista italiano, acerca del com
promiso histórico: es decir, la colaboración entre comunistas y ca
t6licos para lograr "un
acuerdo entre comunistas y católicos para
salvar la civilización humana", tal como ya en 1954, el que fue
Secretario General del P.C. I.,
Pa1miro T'ogliarti {l),
planteaba
gran
dilocnentemente
la cuestión, siguiendo así
la Polític,, de lt, mano ten
dida, inaugurada por el Secretario General del P. C. F. Maurice Tho
rez
(2) en 1936.
Asi pues, ¿DO hay nada nuevo en el comfH'O(m
(*) Cristianit3., Piacenza 1980, 245 págs. (1) Palmiro Togliatti: Comunistas, socialistas, calolicos, antología pre
sentada
por Luciano
Gruppi, I.aia, Barcelona,
1978,
pág. 179.
(2) Cfr. Juan Vallet de Goytisolo: Dalos ·y nota..r sobre el cambio de
estfucturas, Speiro, Madrid, 1972, págs. 91 y sigs.
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INFORMACIOI BIBLIOGRAFICA
puesto por Belinguer? ¿No se trata de una política ya antigua, que, en
palabras de
Togliatti (3),
tra·ta de
"encontrar un comprensivo con
trato entre el mundo socialista y comunista y el mundo católico"?
¿No hay, pues, lección
italiana?
El fin perseguido por el P. C. l., y por todos los partidos co
munistas en genei:al, no ha variad.O. Lo cj_ue :ha ca·mbiado es la táctica
para conseguir el dominio de 1a sociedad, asegurándose dicho dominio
por medio de un adecuado juego democrático, en
el que deben entrar
los
partidos pollticos no comunistas ( en Italia fundamentalmente la
Democracia Cristiana) al tiempo que presentan una imagen del partido lo suficientemente amable
para no asustar al público ..
E&to es lo que pone de relieve Canroni. H~y, por tanto, lección
itaiiana. La que por tal -entiende el autor, a la que posteriormente
nos referiremos; y hay también una importante lección italiana que
hay que aprender y unos ejemplos claros que hay que evitar, que con
sisten en el desarrollo italiano de los planteamientos comunistas y de
los abandonos y 'hasta traiciones de quienes no son comunista.S, de
lo que oportunamente se ocupa Cantoni, y que han de servir de re
flexión fuera de Italia,
para no tr0pezar con esa piedra, ni errar el
camino
hacia una
restauración
de ,la Ciudad Católica, tarea a la que
todos los católicos estamos llamados y obligados. En
el análisis de la realidad italiana entre las fechas indicadas,
C.ntoni destaca
como el P. C. l. ha aprendido la lección chilena.
El marxismo en Chile bahía conseguido el poder
dentrO de 1a
legalidad democrática, con la connivencia de Ja democracia cristiana,
después de unas elecciones en las que no bahía podido cooseguir la
mayoría requerida. Pero esa vía chilena al socialismo fracasó durante
tres
años, en los que pese a detentar
el poder político, paulatinamente
se
Je
fueron enftenrando los
diversos cuerpos intermedios, basta el
rechazo rotal
por parte de
la sociedad (4), quien provocó con su
actuación la oportuna intervención de las
fuerzas armadas
(5).
Por ello,
motivado por el fracaso de la via chilena al socialismo,
Berlinguer, Secretario General del P.
C. l., publicó en el otolío de
1973,
en
Rinasoila, unos artículos bajo el expresivo título de refle
xiones sobre Italia t1'as los sucesos de Chüe, en que tras selíalar la
an~logfa entre
los socia1itas chilenos
y los comunistas italianos en
conseguir una
vía democrática
al socialismo, es decir, conseguir
el
poder dentr0 de la legalidad, propone un gran compromiso histó-
(3) Palmiro Togliatti: Op. di., pág. 195.
(4) Cfr. el volumen Estampas de ChHe, Speiro, Madrid, 1975.
(5) Cfr. el anterior volwrien y Pedro Ovalle M-endoza: El /ihro ,tegro
áe Chile, Speiro, Madrid, 1975.
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INFO]{AfACION BIBLIOGRAFICA
rico, que permita evitar y sortear al P. C. l. los errores cometidos por
la política de Allende.
Y ello, como advierte Cantoni, porque un resultado
eloctoral de
terminado no se convierte por si mismo en consenso popular, sino
que, por el
contrario', demuestra que los votantes
no se convierten,
sin más, en militantes.
Los hechos muestran que con ello no se ase
gura suficientemente el apoyo de los cuerpos del Estado, ni el funcio
namiento de la economía, ni urta alianza efectiva con la democracia
cri&riana.
Tal es la lección que extrae Berlinguer y, de acuerdo con ella,
,propone una
alianza con la D. C., con el objeto, tal como indica Can
·,oni,
de
que en la fase que va del gobierno
a) poder, y aún después,
mientras se asienta, retardar la reacción anticomunista y hacerle com
partir la represión
comunista.
En la lucha por el dominio de la sociedad, por la hegemonía de
la sociedad civil previa a
la hegemonía política según la terminología
de Gransci, destaca Cantoni diversos aspectos, de
entre los
cuales,
del
papel
de
la D. C. y el rorn,prom,so cultural, nos ocuparemos con
más detalle. Así, la táctica de los comunistas de postular una preten
dida distinción
entre pequefia propiedad y gran capital,
no mostrán
dose enemigos de
la primera,
cuya
falsedad señala Canroni; la ausen
cia de una pastoral
anticomunista subsiguiente
y consecuente con
las declaraciones doctrinales de la Iglesia; o el peligro de la reacción,
el
necesario
antifascismo en defensa
de
la democra<:ia de la que el
P. C. I. se constituye en defensor, sobre la cual se cierne la sombra
de la reacción, lo que el P. C. I.
utiliza como
argumento para la ne
cesidad de establecer un
entend;mienro entre
los partidos de
la clase
trabajadora y los partidos demócratas burgueses; de ese modo se
pretende una
alianza entre comuniscas, socialistas y
las
masas po
pulares
católicas contra las
fuerzas reaccionarias y
conservadoras,
wyo principal
beneficiario, naturalmente, seda
el P. C. l.
Merece destacarse el análisis y la crítica que efectúa de la D.C. En
primer lugar, Cantoni observa que, ya en sus
orígenes, el Partido Po
pular
Italiano de
Sturm era heredero
en cierto
grado de
la Revolu
ción, indicando que la sustancia de dicho movimiento es la acepta·
ci6n de la Revolución. Así, pone de relieve que ya Sturro en su
fundación, en 1919,
decía que
P. P. I., "nació como un partido no
católico,
aconfesional, como
un partido de
fuerte contenido demo
crático
que se inspira en
la idealidad cristiana, pero· que no roma la
religión como
elemenro de
diferenciación
polltica"; y advierte que
la descripción de la Revolución
realizada por
el liberal Salvatorelli
se convierte
en programa con
Sturm (cfr.
págs. 48-49).
Así, ya en sus
orígenes, el
partido de
la D. C. resulta set algo
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INFORMACIOI BIBUOGR.AFICA
diferente de lo que la apelación de cristiano debería significar. Y es
que, tal como
señala Cantoni, la doctrina social de la Iglesia es mucho
más que esa idealidad de la que hablaba StlltZO.
El movimiento de la D. C., tai como indica el autor, conserva el
nombre de
cristiana, pero al modo del modernismo, olvidando la doc
trina
que sustituye por una
vaga referencia ideal, una vaga inspira
ción, mostrándose en sus actuación con un fuerte contenido demo
crático, aceptando incluso la Revolución, sus presupuestos y sus fines,
al menos
implícitamente, convirtiéndose
en
compañero de
viaje.
Y
ello influye, si no en la doctrina de la Iglesia, si en la pastoral que
se
expresa a
la sombra de la doctrina del mal menor, y en
donde
el
silencio de la autoridad
eclesiástica ha tenido gran importancia
(cfr. págs.
S1-S3).
Para Cantoni el alma de esta organización política, de esta fami
lia ideológica,
está formada por una vaga inspiración cristiana y por
el esfuerzo de hacerla concordar con la realidad revolucionaria (pá
gina
S4).
En el juego político de los partidos, para la D. C., el P. C. I. no
es un adversario ideológico, sino un cnntrincante político (pág. 119);
por ello el P.
C. I. ha buscado la alianza con él, naturalmente tran
sitoria y para
servir a
sus fines, en
el intento de conseguir el poder
gracias a la democracia cristiana
y por medio de ella, procurando
que ésta tio se incline hacia la oposición, para evitar, de ese modo,
lo ocurrido en Chile, asi como tramndo de evita<: el enfrentamiento
de parte del electorado democristiano
y del subsiguiente enfrenta
miento
real del
pals al P. C.
l. (pág. 129).
Especial atención
merecen las
páginas dedicadas al
oomp,romiso
cultural
pues no hay que perder de vista que en la estrategia del euro
oomumsmo,
el dominio cnltural de la sociedad es un aspecto funda
mental
para lograr la hegemonía política, a lo que se aplica el P. C.,
cnn esmero, poniendo de actualidad las teorías de Grarnsci (6). Tras la
senda del compromiso históricn y a fin de conseguir esa
hegemonía de la sociedad civil, en 1977, Berlinguer propuso al
epis
co¡x,do
italiano,
si bien a través de una carta al Obispo de Ivrea,
Mons. Bettazzi, un
oomp,omi~o cultural, una propuesta cnmunista de
colaboración cnn
el episcnpado y con los católicos para la construc
ción de
una sociedad
plurallstiéamente laicista.
Como señala Cantoni, para que el catolicismo pueda ser derrotado
y el P, C. I., alcance el triunfo, este propotte a los católicns un com-
( 6) Sobre el objetivo y la táctica del ·m_arxismo y las ideas de Gramsci
respecto a la enseñatña, Estanislao Cantero: Educación y enseflanza: estatis-
mo o libertad,.Speiró, Madrid,-1979, págs. 284-292. -·
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
pro miso cultural, "es decir, que acepten atenuar la profesión y la
práctica integrales de los principios inmutables de una doctrina dog
mática
y moral -en particular las que se refieren a la doctrina
social
y política- hasta el punto de que tal a,enuación permita
teorizar prime.ro, y practicar después, un acuerdo comprometedor,
una síntesis o "romprom.iso" entre la verdad cat61ica y los errores
comunistas" (pág. 167).
Analiza Cantoni,
en primer
lugar, la carta de Berlinguer. Sobre
la base del Estatuto del P. C. L, pone de relieve
la falsedad
de la
pretendida
desideologización del P.
C. l.
-para el cual el compro
miso es posible desde
el momento en que renuncia a profesar explí
cita
y dogmáticamente el marxismo leninismo-ya que le basta con
aplicar su filosofía materialista
y atea práctica y metódicamente en
el análisis,
la táctica y la estrategia; y ello porque como señala
Cantoni,
tal es lo que impone el propio artículo 2 .º del estatuto,
pues si bien se
permite a
cualquiera la entrada en el P. C.
I, después
de
la
adhesión aJ mismo, es preciso profundizar en el marxismo le
cinismo y si no profesarlo, si es obligatorio aplicar sus enseñanzas
en la solución de
las cuestiones
concretas (dr.
págs. 168-171) (7).
Tras poner de
marufiesto la falsedad. de
la pretendida renuncia
por
parte del
P. C.
I0 al ateísmo de Estado (págs. 172-173), Cantoni
pone de relieve la
concepción comunista del pluralismo,
en relación
a las instituciones educativas y
asist,enciales. Así,
se propugna el plu
ralismo
en las instituciones y no el plwralismo de las instiruciones; esa
propuesta para una
acción común supone, como
señala Cantoni, la
desrrucción de los cuerpos intermedios y su fundamento católico (pá
ginas 174-175).
Así, el objetivo está
claro; a cambio de nada, se trata de intro
ducir
en los
cuerpos intermedios
el pluralismo ideológico con
lo que
se fogra destruirlos en cuanto auténticos cuerpos intermedios, pues
la función de estos no es ideológica; el fin concreto de cada cuerpo
intermedio se hace imposible, abogado en la dialéctica de las ideo
logías, cuyo
fruto recoge el marxismo
,en su
posterior dominio de
los mismos, cuando se
afianza su penetración y se debilitan las de
fensas frente a
él, al tiempo que el debate ideológ\ico, la .dialéctica,
los hace desaparecer como organismos vivos, pues 1a introducción
de las ideologlas en su interior actua corno un cáncer que los des
truye
desde dentro.
En segundo lugar, Cantoni pone de relieve las nefastas conse-
(7) Sobre ásped:os similares del P. C. F., J~ Montaldoi La France
com.muniste, Albin Michel, París, 1978; cfr. recensión,·en. Verbo núm. 168,
septiembre-octubre, 1978.
1347
Fundaci\363n Speiro
INFORMACIOI BIBUOGRAFICA
cuencias de aceptar siquiera un diálogo por parte de los católicos
respecto a la cuestión. Criticando posturas
como las
de monseñor
Riva, obispo auxiliar de Roma, o
las de el P. Sorge, indica que ello
sólo sirve para
introducir la duda en el campo católico, lo que fa
vorece el que posreriormente se acepten las concepciones del comu
nismo como
compatibles con la
doctrina católica (págs. 175-182).
En tercer
lugi,r, señala el
papel fundamental desempeñado
por
el progresismo católico en la difusión de una mentalidad propicia
a
la aceptación de ese compromiso. En ese camino, en primer lugar
figura la sustitución
efectuada por el progresismo de la doctrina
social
de
la
Iglesia por
la
enseñanu social,
con Jo que aquella doc
trina clara
y concreta se sustituye por una vaga enseñanza a deducir
del Evangelio;
en segundo lugar, la
superación de
los prejuicios
metafísicos
-la filosofía perenne--, que
se considera la causa de la
rebelión del mundo moderno a las
enseñanzas de
la Iglesia; en ter
cer lugar, la superación de la doctrina
social de la Iglesia, del mito
de una sociedad cristiana fiel a unos principios determinados que informaron la Cristiandad, pues no se trata de retornar a ella, sino
de convertirse al mundo; en cuarto
Jugi,r, el signo de los tiempos,
donde hay que leer el sentido divino que en ellos se encierra, en lu
gar de hacer al mundo conforme a las leyes divinas. Todo ello con
tribuye a una desideologización de los católicos,
a un
abandono de
la
docrrina católica
(págs. 182-189).
Asl, con esas premisas, el compromiso cultural, que Cantoui
entiende,
está dirigido especialmente
"1 clero, con la gravedad que en
traña, por ser éste "intelectual
orgánico del
mundo católico", de
.empeña un
fundamental papel en el compromiso histórico,
y tiene
gran importancia en el progreso
hacia la conquista de la soiedad
civil.
Se ha señalado lo que parecía más interesante del análisis rea
lizado por Cantoni, da la realidad italiana para quienes no somos
italianos.
En ello es posible advertir interesantes lecciones para
nuestra
qnerida
España. Parte
de Jo
señalado por Cantoni se puede
trasladar
sin
violentar
la realidad a España.. Sin embargo, la lecci6n
iloliano para el autor es orra, que consigna en la introducción.
Para Cantoni, que el comunismo no haya triunfado en Italia, des
pués
de asimilar
la lección española y la chilena, en orden a no en
frentarse a los católicos, a evitar la guerra civil y a valorar ade
cuadamente la democracia cristiana, es en lo que consiste la 1ec
ción italiana.
¿Cuál es la e,q,licación de ello? Para Cantoni no hay duda de
que no se
puede atribuir
a los partidos políticos, no ya de modo
exclusivo, sino ni siqniera de modo
parcial. Para
Cantoni estriba
1348
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
eri que, en una nación católica, el comunismo no puede establecetse
dutadetamente si no es triunfando por medio de la violencia.
Italia es
una nación católica,
lo que entiende basta para no vol,
vetse
comunista, tal como demuestran los
hechos; en
que al margen
del juego de la democracia
parlsmen,azia existe
una
política s<>mmer
sa,
una mentalidad y unos reflejos políticos de una Italia >01M1Wrsa,
que es n,,t,.,-aliter christianf;, con la sedimentación de una gran cul
tuta católica pasada, fruto más bien de una gracia sobreviviente que
de un
culdvo actual.
Ahora bien,
para Cantoni esa lección italiana se encuentra na
tutalmente condicionada.
La condición es que la nación de que se
trate
sea todavía católica, y en la medida en que lo sea realmente,
el comunismo no podrá triunfar más que violentamente. Pero advierte
con claridad que si
la doctrina social de la Iglesia no vuelve a ilu
minar
la obra de restautaci6n del mundo católico y si tal obra no
se produce,
entonces, tarde o temprano,
la lección italiana se acabará,
y el umbml de una Italia roja será trágicamente traspasado.
La obra de Cantoni pone de relieve, una vez más, que la solución
de ,!os problemas de la convivencia humana se encnentran en la doc
ttina social de la Iglesia para cuya práctica es preciso su previo
conocimiento
y estudio; en una refurma moral petsonal por la que
etda hombre
tome de nuevo al cumplimiento de
los mandamientos
de
Dios;
y en una acción social a través de los grupos humanos oa
turales, los cuerpos intermedios, lo que también señala. el autor.
Cantoni pone de manifiesto que la política de los partidos no
es más que una parte
y no la más relevante de la política nacional;
lo principal es la lucha social que se desarrolla por el dominio de
la zona que se extiende entre el individuo y el Estado, donde el
consenso electoral no traduce el consenso real, de mucha
más im
portancia que el primero.
Por ello propugna la liquidación de la D. C., pues entiende que
ello "no sólo desarma al comunismo en orden a su estrategia en todas
las oaciones católicas, sino que
además libera al mundo católico de
un
eletnento notabletnente inquietante,
con lo que
podrá volver a
sei más católico y, por ello, menos comunista. Y esto no debe ser
visto como un salto en el vacío y como vaca#o auctorittJlis, desde el
momento en que tal liquidación oo destruye el mundo carólico, sino
que
se limita a
asegurar, providencWmetrte, la
representación polí
tica, que no se
ha dicho que deba ser obligatoriamente por medio
de partidos
políticos, sino que puede encarnarse en uoa expresión
fedetativa de
los componentes sociales
corpomtivamente organiza
dos"
(pág. 16).
1349
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INFORMACIOI BIBUOGII.AFICA
Y es que el libro de Cautoni viene a coafir=, una vez más,
que
el
pluralismo de cará.cter ideológico de la democracia moderna
y el sistema de
los
partidos políticos
no
aseguran la
libertad del
hombre, ni constituyen un
valladar eficaz
frente al
=xismo, pues
son
también la
Revolución,
como ya había señalado Donoso Cortés,
y constituyen un medio adecuado para favorecer la penetración co
munista en
la sociedad, como lo confirma la
experiencia chilena,
francesa e italliana. Y como no, también la española.
Así pues,
~ lección italiana que señala Cantoni --<¡Ue una na
ción
católica
no se vuelve comunista sin violencia mientras perma
nezoa
católica-
debe ser
meditada
y asimilada en nuestra querida
España en estos tiempos
difíciles.
. Es preciso permanecer católicos y hacer .católicos a los demás.
Con todo lo que ello implica en todos los ámbitos de la vida. Por
exigencia de
católicos y también, por
exigencia de españoles. Por
que no
hay que olvidar que España no se limita a ser un territorio.
Es algo mucho más importante, que Menéndez Pelayo expresó, de
modo
meridiano, en
su maravilloso
Epllr>go a su magnífica Hist-Oria
de los heterodo"os españaks, al poner de relieve que la esencia de
España es la religión. Y España será ella misma tan sólo mientras
permanezca católica, en
sus hombres
y en sus instituciones.
Y esto puede perderse, porque si bien las puertas del infierno
no prevalecerán contra la Iglesia, desde luego que no está, en cam
bio, asegurado que en todo tiempo y
iugar la
religión católica ten
ga su reinado asegurado. Bossuet se lo adverría a los franceses de
su tiempo; y hoy es la hora en que los españoles hemos de medi tatlo. No sea que se cumpla entre nosotros la advertencia
dono
siana
en
su
comparación de !os dos termómetros: el religioso y el
político. Cuando la
represión religiosa
es grande, la
represión polí
tica es pequeña; cuando aquélla disminuye, aumenta ésta; "cuando
la represión religiosa no exista, no habrá 'bastante con ningún género
de gobierno; todos los despotismos serán pocos" (8).
Por ello, y tall como Cantoni recuerda, no hay más que una tarea, en Italia como en España y en todo lugar: Omnia imtaur.-,;e in ChrisPo.
Estanislao Cantero
(8) Juan Donoso Cortés. Disc11rso sobre le, dktmlura, en Obras completas, B. A. C., Madrid, 1970, tomo II, pág. 319.
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DISMO POLÍTICO FAVORECE LA PENETRACIÓN COMUNISTA.
Giovanni Cantoni, director y fundador de la revista italiana
Crntianild y de Alleanza C,:,ttolic,,, reun:e en este Hbro diversos ar
tículos publicados en la mencionada revista desde septiembre de 1973 a septiemble de 1979,
agrupados en
varios temas
y ordenados crono
lógicarn:ente.
Así, laS diversas rúbricas temáticas son: Preliminares en Chile;
en torno a la cuestión democristiana; auge y desgracia de la polí
tica del compromiso histórico; reflejos
sociales de esa polítiéa;
so
bre
el compromiso cultural; y, finalmente, hacia un despertar anti
comunista en defensa de la
fe y de Italia. El libro contiene, además,
la consagración de Italia al Corazón Inmaculado de la Virgen María.
El subtítulo de la obra,
premisas, maniobrar y consecuencJa, de
la política del "compromiso hist6rú:o" en el wnbral de la Itdia
rroja, da buena cuenta de su contenido. Se trata de un análisis, rea
Iizado desde la perspectiva del pensamiento católico conttarrevo
lucionario, de la realidad política italiana
durante los
últimos años,
centtado en torno al papel
desempeñado por Ja democracia
cristia
na,
y sobre todo, por el partido comunista italiano, acerca del com
promiso histórico: es decir, la colaboración entre comunistas y ca
t6licos para lograr "un
acuerdo entre comunistas y católicos para
salvar la civilización humana", tal como ya en 1954, el que fue
Secretario General del P.C. I.,
Pa1miro T'ogliarti {l),
planteaba
gran
dilocnentemente
la cuestión, siguiendo así
la Polític,, de lt, mano ten
dida, inaugurada por el Secretario General del P. C. F. Maurice Tho
rez
(2) en 1936.
Asi pues, ¿DO hay nada nuevo en el comfH'O(m
sentada
por Luciano
Gruppi, I.aia, Barcelona,
1978,
pág. 179.
(2) Cfr. Juan Vallet de Goytisolo: Dalos ·y nota..r sobre el cambio de
estfucturas, Speiro, Madrid, 1972, págs. 91 y sigs.
1343
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puesto por Belinguer? ¿No se trata de una política ya antigua, que, en
palabras de
Togliatti (3),
tra·ta de
"encontrar un comprensivo con
trato entre el mundo socialista y comunista y el mundo católico"?
¿No hay, pues, lección
italiana?
El fin perseguido por el P. C. l., y por todos los partidos co
munistas en genei:al, no ha variad.O. Lo cj_ue :ha ca·mbiado es la táctica
para conseguir el dominio de 1a sociedad, asegurándose dicho dominio
por medio de un adecuado juego democrático, en
el que deben entrar
los
partidos pollticos no comunistas ( en Italia fundamentalmente la
Democracia Cristiana) al tiempo que presentan una imagen del partido lo suficientemente amable
para no asustar al público ..
E&to es lo que pone de relieve Canroni. H~y, por tanto, lección
itaiiana. La que por tal -entiende el autor, a la que posteriormente
nos referiremos; y hay también una importante lección italiana que
hay que aprender y unos ejemplos claros que hay que evitar, que con
sisten en el desarrollo italiano de los planteamientos comunistas y de
los abandonos y 'hasta traiciones de quienes no son comunista.S, de
lo que oportunamente se ocupa Cantoni, y que han de servir de re
flexión fuera de Italia,
para no tr0pezar con esa piedra, ni errar el
camino
hacia una
restauración
de ,la Ciudad Católica, tarea a la que
todos los católicos estamos llamados y obligados. En
el análisis de la realidad italiana entre las fechas indicadas,
C.ntoni destaca
como el P. C. l. ha aprendido la lección chilena.
El marxismo en Chile bahía conseguido el poder
dentrO de 1a
legalidad democrática, con la connivencia de Ja democracia cristiana,
después de unas elecciones en las que no bahía podido cooseguir la
mayoría requerida. Pero esa vía chilena al socialismo fracasó durante
tres
años, en los que pese a detentar
el poder político, paulatinamente
se
Je
fueron enftenrando los
diversos cuerpos intermedios, basta el
rechazo rotal
por parte de
la sociedad (4), quien provocó con su
actuación la oportuna intervención de las
fuerzas armadas
(5).
Por ello,
motivado por el fracaso de la via chilena al socialismo,
Berlinguer, Secretario General del P.
C. l., publicó en el otolío de
1973,
en
Rinasoila, unos artículos bajo el expresivo título de refle
xiones sobre Italia t1'as los sucesos de Chüe, en que tras selíalar la
an~logfa entre
los socia1itas chilenos
y los comunistas italianos en
conseguir una
vía democrática
al socialismo, es decir, conseguir
el
poder dentr0 de la legalidad, propone un gran compromiso histó-
(3) Palmiro Togliatti: Op. di., pág. 195.
(4) Cfr. el volumen Estampas de ChHe, Speiro, Madrid, 1975.
(5) Cfr. el anterior volwrien y Pedro Ovalle M-endoza: El /ihro ,tegro
áe Chile, Speiro, Madrid, 1975.
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rico, que permita evitar y sortear al P. C. l. los errores cometidos por
la política de Allende.
Y ello, como advierte Cantoni, porque un resultado
eloctoral de
terminado no se convierte por si mismo en consenso popular, sino
que, por el
contrario', demuestra que los votantes
no se convierten,
sin más, en militantes.
Los hechos muestran que con ello no se ase
gura suficientemente el apoyo de los cuerpos del Estado, ni el funcio
namiento de la economía, ni urta alianza efectiva con la democracia
cri&riana.
Tal es la lección que extrae Berlinguer y, de acuerdo con ella,
,propone una
alianza con la D. C., con el objeto, tal como indica Can
·,oni,
de
que en la fase que va del gobierno
a) poder, y aún después,
mientras se asienta, retardar la reacción anticomunista y hacerle com
partir la represión
comunista.
En la lucha por el dominio de la sociedad, por la hegemonía de
la sociedad civil previa a
la hegemonía política según la terminología
de Gransci, destaca Cantoni diversos aspectos, de
entre los
cuales,
del
papel
de
la D. C. y el rorn,prom,so cultural, nos ocuparemos con
más detalle. Así, la táctica de los comunistas de postular una preten
dida distinción
entre pequefia propiedad y gran capital,
no mostrán
dose enemigos de
la primera,
cuya
falsedad señala Canroni; la ausen
cia de una pastoral
anticomunista subsiguiente
y consecuente con
las declaraciones doctrinales de la Iglesia; o el peligro de la reacción,
el
necesario
antifascismo en defensa
de
la democra<:ia de la que el
P. C. I. se constituye en defensor, sobre la cual se cierne la sombra
de la reacción, lo que el P. C. I.
utiliza como
argumento para la ne
cesidad de establecer un
entend;mienro entre
los partidos de
la clase
trabajadora y los partidos demócratas burgueses; de ese modo se
pretende una
alianza entre comuniscas, socialistas y
las
masas po
pulares
católicas contra las
fuerzas reaccionarias y
conservadoras,
wyo principal
beneficiario, naturalmente, seda
el P. C. l.
Merece destacarse el análisis y la crítica que efectúa de la D.C. En
primer lugar, Cantoni observa que, ya en sus
orígenes, el Partido Po
pular
Italiano de
Sturm era heredero
en cierto
grado de
la Revolu
ción, indicando que la sustancia de dicho movimiento es la acepta·
ci6n de la Revolución. Así, pone de relieve que ya Sturro en su
fundación, en 1919,
decía que
P. P. I., "nació como un partido no
católico,
aconfesional, como
un partido de
fuerte contenido demo
crático
que se inspira en
la idealidad cristiana, pero· que no roma la
religión como
elemenro de
diferenciación
polltica"; y advierte que
la descripción de la Revolución
realizada por
el liberal Salvatorelli
se convierte
en programa con
Sturm (cfr.
págs. 48-49).
Así, ya en sus
orígenes, el
partido de
la D. C. resulta set algo
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diferente de lo que la apelación de cristiano debería significar. Y es
que, tal como
señala Cantoni, la doctrina social de la Iglesia es mucho
más que esa idealidad de la que hablaba StlltZO.
El movimiento de la D. C., tai como indica el autor, conserva el
nombre de
cristiana, pero al modo del modernismo, olvidando la doc
trina
que sustituye por una
vaga referencia ideal, una vaga inspira
ción, mostrándose en sus actuación con un fuerte contenido demo
crático, aceptando incluso la Revolución, sus presupuestos y sus fines,
al menos
implícitamente, convirtiéndose
en
compañero de
viaje.
Y
ello influye, si no en la doctrina de la Iglesia, si en la pastoral que
se
expresa a
la sombra de la doctrina del mal menor, y en
donde
el
silencio de la autoridad
eclesiástica ha tenido gran importancia
(cfr. págs.
S1-S3).
Para Cantoni el alma de esta organización política, de esta fami
lia ideológica,
está formada por una vaga inspiración cristiana y por
el esfuerzo de hacerla concordar con la realidad revolucionaria (pá
gina
S4).
En el juego político de los partidos, para la D. C., el P. C. I. no
es un adversario ideológico, sino un cnntrincante político (pág. 119);
por ello el P.
C. I. ha buscado la alianza con él, naturalmente tran
sitoria y para
servir a
sus fines, en
el intento de conseguir el poder
gracias a la democracia cristiana
y por medio de ella, procurando
que ésta tio se incline hacia la oposición, para evitar, de ese modo,
lo ocurrido en Chile, asi como tramndo de evita<: el enfrentamiento
de parte del electorado democristiano
y del subsiguiente enfrenta
miento
real del
pals al P. C.
l. (pág. 129).
Especial atención
merecen las
páginas dedicadas al
oomp,romiso
cultural
pues no hay que perder de vista que en la estrategia del euro
oomumsmo,
el dominio cnltural de la sociedad es un aspecto funda
mental
para lograr la hegemonía política, a lo que se aplica el P. C.,
cnn esmero, poniendo de actualidad las teorías de Grarnsci (6). Tras la
senda del compromiso históricn y a fin de conseguir esa
hegemonía de la sociedad civil, en 1977, Berlinguer propuso al
epis
co¡x,do
italiano,
si bien a través de una carta al Obispo de Ivrea,
Mons. Bettazzi, un
oomp,omi~o cultural, una propuesta cnmunista de
colaboración cnn
el episcnpado y con los católicos para la construc
ción de
una sociedad
plurallstiéamente laicista.
Como señala Cantoni, para que el catolicismo pueda ser derrotado
y el P, C. I., alcance el triunfo, este propotte a los católicns un com-
( 6) Sobre el objetivo y la táctica del ·m_arxismo y las ideas de Gramsci
respecto a la enseñatña, Estanislao Cantero: Educación y enseflanza: estatis-
mo o libertad,.Speiró, Madrid,-1979, págs. 284-292. -·
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pro miso cultural, "es decir, que acepten atenuar la profesión y la
práctica integrales de los principios inmutables de una doctrina dog
mática
y moral -en particular las que se refieren a la doctrina
social
y política- hasta el punto de que tal a,enuación permita
teorizar prime.ro, y practicar después, un acuerdo comprometedor,
una síntesis o "romprom.iso" entre la verdad cat61ica y los errores
comunistas" (pág. 167).
Analiza Cantoni,
en primer
lugar, la carta de Berlinguer. Sobre
la base del Estatuto del P. C. L, pone de relieve
la falsedad
de la
pretendida
desideologización del P.
C. l.
-para el cual el compro
miso es posible desde
el momento en que renuncia a profesar explí
cita
y dogmáticamente el marxismo leninismo-ya que le basta con
aplicar su filosofía materialista
y atea práctica y metódicamente en
el análisis,
la táctica y la estrategia; y ello porque como señala
Cantoni,
tal es lo que impone el propio artículo 2 .º del estatuto,
pues si bien se
permite a
cualquiera la entrada en el P. C.
I, después
de
la
adhesión aJ mismo, es preciso profundizar en el marxismo le
cinismo y si no profesarlo, si es obligatorio aplicar sus enseñanzas
en la solución de
las cuestiones
concretas (dr.
págs. 168-171) (7).
Tras poner de
marufiesto la falsedad. de
la pretendida renuncia
por
parte del
P. C.
I0 al ateísmo de Estado (págs. 172-173), Cantoni
pone de relieve la
concepción comunista del pluralismo,
en relación
a las instituciones educativas y
asist,enciales. Así,
se propugna el plu
ralismo
en las instituciones y no el plwralismo de las instiruciones; esa
propuesta para una
acción común supone, como
señala Cantoni, la
desrrucción de los cuerpos intermedios y su fundamento católico (pá
ginas 174-175).
Así, el objetivo está
claro; a cambio de nada, se trata de intro
ducir
en los
cuerpos intermedios
el pluralismo ideológico con
lo que
se fogra destruirlos en cuanto auténticos cuerpos intermedios, pues
la función de estos no es ideológica; el fin concreto de cada cuerpo
intermedio se hace imposible, abogado en la dialéctica de las ideo
logías, cuyo
fruto recoge el marxismo
,en su
posterior dominio de
los mismos, cuando se
afianza su penetración y se debilitan las de
fensas frente a
él, al tiempo que el debate ideológ\ico, la .dialéctica,
los hace desaparecer como organismos vivos, pues 1a introducción
de las ideologlas en su interior actua corno un cáncer que los des
truye
desde dentro.
En segundo lugar, Cantoni pone de relieve las nefastas conse-
(7) Sobre ásped:os similares del P. C. F., J~ Montaldoi La France
com.muniste, Albin Michel, París, 1978; cfr. recensión,·en. Verbo núm. 168,
septiembre-octubre, 1978.
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cuencias de aceptar siquiera un diálogo por parte de los católicos
respecto a la cuestión. Criticando posturas
como las
de monseñor
Riva, obispo auxiliar de Roma, o
las de el P. Sorge, indica que ello
sólo sirve para
introducir la duda en el campo católico, lo que fa
vorece el que posreriormente se acepten las concepciones del comu
nismo como
compatibles con la
doctrina católica (págs. 175-182).
En tercer
lugi,r, señala el
papel fundamental desempeñado
por
el progresismo católico en la difusión de una mentalidad propicia
a
la aceptación de ese compromiso. En ese camino, en primer lugar
figura la sustitución
efectuada por el progresismo de la doctrina
social
de
la
Iglesia por
la
enseñanu social,
con Jo que aquella doc
trina clara
y concreta se sustituye por una vaga enseñanza a deducir
del Evangelio;
en segundo lugar, la
superación de
los prejuicios
metafísicos
-la filosofía perenne--, que
se considera la causa de la
rebelión del mundo moderno a las
enseñanzas de
la Iglesia; en ter
cer lugar, la superación de la doctrina
social de la Iglesia, del mito
de una sociedad cristiana fiel a unos principios determinados que informaron la Cristiandad, pues no se trata de retornar a ella, sino
de convertirse al mundo; en cuarto
Jugi,r, el signo de los tiempos,
donde hay que leer el sentido divino que en ellos se encierra, en lu
gar de hacer al mundo conforme a las leyes divinas. Todo ello con
tribuye a una desideologización de los católicos,
a un
abandono de
la
docrrina católica
(págs. 182-189).
Asl, con esas premisas, el compromiso cultural, que Cantoui
entiende,
está dirigido especialmente
"1 clero, con la gravedad que en
traña, por ser éste "intelectual
orgánico del
mundo católico", de
.empeña un
fundamental papel en el compromiso histórico,
y tiene
gran importancia en el progreso
hacia la conquista de la soiedad
civil.
Se ha señalado lo que parecía más interesante del análisis rea
lizado por Cantoni, da la realidad italiana para quienes no somos
italianos.
En ello es posible advertir interesantes lecciones para
nuestra
qnerida
España. Parte
de Jo
señalado por Cantoni se puede
trasladar
sin
violentar
la realidad a España.. Sin embargo, la lecci6n
iloliano para el autor es orra, que consigna en la introducción.
Para Cantoni, que el comunismo no haya triunfado en Italia, des
pués
de asimilar
la lección española y la chilena, en orden a no en
frentarse a los católicos, a evitar la guerra civil y a valorar ade
cuadamente la democracia cristiana, es en lo que consiste la 1ec
ción italiana.
¿Cuál es la e,q,licación de ello? Para Cantoni no hay duda de
que no se
puede atribuir
a los partidos políticos, no ya de modo
exclusivo, sino ni siqniera de modo
parcial. Para
Cantoni estriba
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eri que, en una nación católica, el comunismo no puede establecetse
dutadetamente si no es triunfando por medio de la violencia.
Italia es
una nación católica,
lo que entiende basta para no vol,
vetse
comunista, tal como demuestran los
hechos; en
que al margen
del juego de la democracia
parlsmen,azia existe
una
política s<>mmer
sa,
una mentalidad y unos reflejos políticos de una Italia >01M1Wrsa,
que es n,,t,.,-aliter christianf;, con la sedimentación de una gran cul
tuta católica pasada, fruto más bien de una gracia sobreviviente que
de un
culdvo actual.
Ahora bien,
para Cantoni esa lección italiana se encuentra na
tutalmente condicionada.
La condición es que la nación de que se
trate
sea todavía católica, y en la medida en que lo sea realmente,
el comunismo no podrá triunfar más que violentamente. Pero advierte
con claridad que si
la doctrina social de la Iglesia no vuelve a ilu
minar
la obra de restautaci6n del mundo católico y si tal obra no
se produce,
entonces, tarde o temprano,
la lección italiana se acabará,
y el umbml de una Italia roja será trágicamente traspasado.
La obra de Cantoni pone de relieve, una vez más, que la solución
de ,!os problemas de la convivencia humana se encnentran en la doc
ttina social de la Iglesia para cuya práctica es preciso su previo
conocimiento
y estudio; en una refurma moral petsonal por la que
etda hombre
tome de nuevo al cumplimiento de
los mandamientos
de
Dios;
y en una acción social a través de los grupos humanos oa
turales, los cuerpos intermedios, lo que también señala. el autor.
Cantoni pone de manifiesto que la política de los partidos no
es más que una parte
y no la más relevante de la política nacional;
lo principal es la lucha social que se desarrolla por el dominio de
la zona que se extiende entre el individuo y el Estado, donde el
consenso electoral no traduce el consenso real, de mucha
más im
portancia que el primero.
Por ello propugna la liquidación de la D. C., pues entiende que
ello "no sólo desarma al comunismo en orden a su estrategia en todas
las oaciones católicas, sino que
además libera al mundo católico de
un
eletnento notabletnente inquietante,
con lo que
podrá volver a
sei más católico y, por ello, menos comunista. Y esto no debe ser
visto como un salto en el vacío y como vaca#o auctorittJlis, desde el
momento en que tal liquidación oo destruye el mundo carólico, sino
que
se limita a
asegurar, providencWmetrte, la
representación polí
tica, que no se
ha dicho que deba ser obligatoriamente por medio
de partidos
políticos, sino que puede encarnarse en uoa expresión
fedetativa de
los componentes sociales
corpomtivamente organiza
dos"
(pág. 16).
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Y es que el libro de Cautoni viene a coafir=, una vez más,
que
el
pluralismo de cará.cter ideológico de la democracia moderna
y el sistema de
los
partidos políticos
no
aseguran la
libertad del
hombre, ni constituyen un
valladar eficaz
frente al
=xismo, pues
son
también la
Revolución,
como ya había señalado Donoso Cortés,
y constituyen un medio adecuado para favorecer la penetración co
munista en
la sociedad, como lo confirma la
experiencia chilena,
francesa e italliana. Y como no, también la española.
Así pues,
~ lección italiana que señala Cantoni --<¡Ue una na
ción
católica
no se vuelve comunista sin violencia mientras perma
nezoa
católica-
debe ser
meditada
y asimilada en nuestra querida
España en estos tiempos
difíciles.
. Es preciso permanecer católicos y hacer .católicos a los demás.
Con todo lo que ello implica en todos los ámbitos de la vida. Por
exigencia de
católicos y también, por
exigencia de españoles. Por
que no
hay que olvidar que España no se limita a ser un territorio.
Es algo mucho más importante, que Menéndez Pelayo expresó, de
modo
meridiano, en
su maravilloso
Epllr>go a su magnífica Hist-Oria
de los heterodo"os españaks, al poner de relieve que la esencia de
España es la religión. Y España será ella misma tan sólo mientras
permanezca católica, en
sus hombres
y en sus instituciones.
Y esto puede perderse, porque si bien las puertas del infierno
no prevalecerán contra la Iglesia, desde luego que no está, en cam
bio, asegurado que en todo tiempo y
iugar la
religión católica ten
ga su reinado asegurado. Bossuet se lo adverría a los franceses de
su tiempo; y hoy es la hora en que los españoles hemos de medi tatlo. No sea que se cumpla entre nosotros la advertencia
dono
siana
en
su
comparación de !os dos termómetros: el religioso y el
político. Cuando la
represión religiosa
es grande, la
represión polí
tica es pequeña; cuando aquélla disminuye, aumenta ésta; "cuando
la represión religiosa no exista, no habrá 'bastante con ningún género
de gobierno; todos los despotismos serán pocos" (8).
Por ello, y tall como Cantoni recuerda, no hay más que una tarea, en Italia como en España y en todo lugar: Omnia imtaur.-,;e in ChrisPo.
Estanislao Cantero
(8) Juan Donoso Cortés. Disc11rso sobre le, dktmlura, en Obras completas, B. A. C., Madrid, 1970, tomo II, pág. 319.
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