Índice de contenidos
Número 189-190
Serie XIX
- Textos Pontificios
- Estudios
-
Actas
-
Manipulaciones genéticas: los aprendices de brujo
-
La propiedad y la doctrina pontificia
-
Crónica de la XIX Reunión de amigos de la Ciudad Católica. El principio de subsidiariedad
-
Plática del Rdo. P. Victorino Rodríguez, o. p. en el acto litúrgico de clausura [XIX Reunión de amigos de la Ciudad Católica]
-
-
Información bibliográfica
-
Giovanni Cantoni: La «lezione italiana»: El partidismo político favorece la penetración comunista
-
Lino Rodríguez Arias Bustamante: Jacques Maritain y la sociedad comunitaria
-
Álvaro d’Ors: La llamada «dignidad humana»
-
Gabriel Alférez Callejón: La participación política al alcance de todos
-
Bernardino Montejano: La Universidad
-
- Ilustraciones con recortes de periódicos
- Crónicas
Autores
1980
El VIII Congreso Internacional Tomista de Roma
ElL VIII OONGRESO IN'l1ERNACIONAL
TOMISTA DE ROMA
Juan Pablo II impulsor del retorno al tomismo
Ha sido un acontecimiento dentro de la cultura
y el pensamien
to católicos el reciente Congreso
tomista internacional
celebrado en
Roma los pasados días 8 al 13 de septiembre, que clausuraba la
, serie de encuentros científicos que a través de un año se han de
sarrollado para conmemorar el centenario de la célebre encíclica
Aeterni Patri, (4-8-1879), con la cual León XIII inició tan vigo
rosament¡, el renacimiento del tomismo, de la filosofía y teología de
Santo Tomás, en el mundo católico.
Este VIII Congreso llevaba. además la finalidad conexa de fes
tejar la creación de
la «Pontificia Academia Romana de Santo To
más de
Aquino», la célebre institución que el Papa hizo seguir
el
mismo año y sirvió de modelo a múltiples academias nacidas en el
mundo cristiano para
1a promoción de los estudios tomistas. La
organización del Congreso corrió por ello a cargo de
la dirección
de la Academia: De su presidente el cardenal dominico Luis Ciappi
y su infatigable vicepresidente Mons. Antonio Piolanti en colabora
ción con
el secretario,
profesor L. Bogliolo.
El Congreso
---en continuidad
con el magno precedente de 1974
que celebró el centenario de la muerte de Santo Tomás--reunía en
sesiones del Palacio de la Ca"ncillei:ía u.nos trescientos estudiosos, fi~
lósofos y teólogos, venidos de las diversas partes del mundo, que apor
taron
264 colaboraciones sóbre los
temas
más urgenres y debatidos
del hombre moderno. Y el
aprenado prog= de
la
semana se
des
envolvía entre l!as conferencias de las sesiones plenarias de la ma
ñana y los seis grupos de lectura y discusión de comunicaciones reuni
dos para la tarde.
Se abrió el Congreso con el discurso introductorio del cardenal
Ciappi y otro del cardenal Siri, arzobispo de Génova, sobre el sig
nificado histórico de la encídica. Tanto las conferencias generales
como las sesiones particulares afrontaron en sus más variadOS aspec
tos el estudio sobre el origen, el contenidc y la valoraci6n de la en
clclica
por parte de los
sucesores de
León XIII, así como de
la pu-
1392
Fundaci\363n Speiro
jante renovación del pens·amiento tomista que en la época subsi
guiente llegó a inspirar y hacer florecer. Y la articulación de los te
mas teóricos discurrió sobre los puntos neurálgicos de la teología y
filosofía: Dios y la historia de la salvación, problemas metafísicos
de la
filosofía
del ser y fundamentación de la moral, el sentido de
la
filosofía cristiana plasmada
en el tomismo, la antropología de
hoy, la gnoseología, la libertad del hombre,
el derecho natural y los
problemas político-sociales, la edncación, las ciencias y el conoci
miento del mundo, etc. Estos eran tratados también en sus fuentes
históricas, incluso en insignes discípulos y seguidores del Angéli
cos, como Maritain y GHson, a quienes se dedicó una jornada de
comunicaciones.
En el Congreso, lógicamente, prevalecían por su número los par
ticipantes italianos, preclaros profesores de las universidades ecle
siásticas y civiles y otros centros, eri donde también fa. renovación
neotomista tuvo su cuna propia y donde Tomás de Aquino es ge
neralmente honrado como
el supremo pensador patrio. Ello no im
pedía la internacionalidad del mismo, como la imagen del Aquina
tense es también
unlversal, con. la
presencia abundante de represen
tantes europeos y americanos.
La representación · de lengua española
hacía muy común nuestra habla hispánica en comunicaciones, con
los nutridos
grupos de españoles
y americanos del sur y centro. El
insigne pensador tomista de Buenos Aires, Mons. O. N. Derisi con
su magnífica conferencia, su compatriota
el profesor
Caturelli con
el profesor mejicano Basave y F. del Valle y tantos otros tuvieron
un
papel saliente en las deliberaciones. El grupo español fue muy
numeroso, destacando sus intervenciones sobre gran variedad · de te
mas, como la del profesor Canals Vida! de Barcelona sobre el mé
todo del filosofar cristiano, de
E. Serrano y V. Rodríguez sobre la
constitución del derecho nahlral aquiniano, a cuya profundización
y permanencia actual de sus normas fueron dedicados notables estu
dios
de profesores extranjeros. Asimismo dos de las conferencias
generales estuvieron a cargo del
profesor Pedro
Rodríguez, de la
Univeridad de
Navarra
y del que suscribe, P. Urdánoz, cuya pre
sentación crítica de las desviaciones actuales de la moral causó gran
impacto, pasando a ser la exigencia de una clarificación del presen
te
confusionismo moral,
uno de
los cometidos
de los futuros tra
bajos de la Academia, junto con el
esclarecimiento de la antropo
logía tomista en confrontación con el positivismo y materialismo
reinantes
y la reorienta.ción de la doctrina social sobre los princi
pios aquinianos de la dignidad de la persona y del bien común.
. Pero
no es posible
indica, en pocas líneas la notable riqueza y
originalidad de los trabajos del Congreso, que podrá sólo apreciar-
1393
Fundaci\363n Speiro
se con la publicación de las Actas. El significado y conclusión glo
bal de sus labores fue de proclamar con energía las consignas de la
encíclica de León XIII para un renovado retorno de los estudiosos ca
tólicos al magisterio de Tomás de Aquino, cuyo modo de filosofar
conserva siempre intacta
la apertura a la inagotable problemática del
ser, la riqueza y organicidad de lo real en constante contacto con la
diversidad y graduaciones de la experiencia, frente a la negatividad
y confusión de
·Jroguas de
las ideologías y sistemas
contemporáneoo,
que destruyen, con su reduccionismo dogmatista, los más elevados
sectores de la realidad y están abocados a perecer. Así lo proclamaban
en sus intervenciones pensadores. tan lúcidos y sensibles a la cultura
moderna con D. Composta, Del Nace y N. Petruzzelis.
La culminación
d¡e] Congreso
representó sin duda el magní
fico
discurso que
el Papa dirigió a los Congresistas en su recepción
en Castelgandolfo. Valía la pena la
celebración del
mismo para mo
tivar
la elevada intervención magisterial del Pontífice. E1 infatiga
ble
Juan Pablo II comenzaba
declarando :
«Desde
los inicios
de mi
pontificado no he dejado de pasar ocasión propicia para reclamar la excelsa figura
de Santo Tomás», recordando sus múltiples inter
venciones y exhortaciones a seguir su doctrina. Recalcó que, des
pués de cien años, la encíclica de León XIII «no ha perdido su
actualidad». El famooo documento
«se basa
·en un
principio
que
le confiere unidad orgánica. Es el principio de la armonía entre las
verdades de la razón y las verdades de la fe», frente al dualismo
antiguo de la doble verdad
y el dualismo racionalista que establee
ce la o¡x>sición entre la fe y la razón.
Uno de los motivos,· prosiguió, que han inducido al Magisterio
a «escoger como guía seguro en las disciplinas teológicas y filosó
ficas a Santo Tomás» es justamente éste de la unidad armónica de
la verdad, tan realzado por
el Aquinate y que rige todas las relacio
nes entre la razón y la fe. «La fe contiene en modo superior, diver
so y eminente los valores de la sabiduría humana, por lo que es im
posible que la razón pueda discordar de
la fe, y si discordara, se
hao de
revisar las conclusiones de
la filosofía». En esta línea su
brayó el Papa la coherencia
y continuidad del Magisterio en la elec
ción de Tomás de Aquino como guía y maestro auténtico y común
de la Iglesia desde León XIII a Pablo VI y los documentos del Va
ticano II, tesis·asimismo reiterada en el Congreso.
A la vuelta de otros cálidos elogios, el Papa trazó luego, con
profusa alegación de textos
aquin.ianos, una
visión original
y pro
funda de lo que constituye
la actitud fundamental del sistema de
Santo Tomás. Es su <
sentido de
fidelidad a la verdad, que
puede llamarse realismo. Fidelidad a' la voz de las ·cosas creadas
1394
Fundaci\363n Speiro
para construir el edificio de la filosofía; fidelidad a ía voz de la
Iglesia, para construir el edificio de la
teología». El
saber filosó
fico debe ante todo escuchar a las cosas, «reflejar fielmente .el Ot·
den de las cosas mismas», pues de otro modo acaba por reducirse a
arbitrarias construcciones subjetivas. En, tal sentido, «Santo Tomás
puede considerarse un auténtico pionero del
realismo científico, que
hace hablar a las cosas mediante ·el experimento empírico».
Ese «realismo filosófico que ha estimulado el realismo de las
ciencias empíricas en todos sus s·ectores», lejos de excluir el sentido
histórico, crea las bases para
la historicidad del saber, sin caer en
la frágil contingencia del historicismo. Después de la escucha de las
cosas, el
Angélico, en efecto, ha atendido a cuanto han dicho los
filósofos, para valorarlos en confrontación con la realidad concreta.
El Aquinate manifiesta así un sano y «humano optimismo» con su
diligente búsqueda de las opiniones de los filósofos antiguos y
asimilación de cuanto de verdad hay en ellos, con una actitud com·
prensiva, sin dejar de ser netamente crítica, pues, con san Agustín,
sostiene la presencia de alguna parcela de verdad, aunque imper
fecta y desfigurada, en todas las opiniones aún erróneas de los
hombres. Tal es la raíz de su abierta capacidad de diálogo, que hace
posible el entendimiento cuando hay buena voluntad. El Papa agrega que
«a la
fidelidad a la voz de las cosas en fi
losofía corresponde,
según Santo
Tomás, la fidelidad a
la voz de
la Iglesia
en teología
... Aquí la autoridad de la doctrina del Aqui
nate se resuelve y refunde en la autoridad de la .doctrina de la Igle
sia». No cabe más rotunda recomendación
y mandato de la doctrina
del Angélico como directiva también en el campo teológido. Otros aspectos salientes destaca también el documento pontificio
en
la fil05ofía del Angélico, que es «la mejor filosofía» o «la filo
sofía natural de la
mente humana)>, que
decía Pablo VI. En espe
cial,
fas diferencias
de método en la investigación del saber
filos5-
fico y teológico, los límites de toda filosofía determinados por los
límites y debilidad de la razón humana, con la. necesaria subordina
ción de la misma a la verdad segnra e indefectible de la fe, la co
laboración que
debe reinar entre
la ciencia
y la filosofía cuando
«permanecen fieles a
su propio
método», con lo que
la filosofía
«puede iluminar la ciencia
y liberarla de sus límites, a la vez que la
ciencia puede proyectar nuevas luces sobre la filosofía
y abrirle nue
vas vías». Y Juan Pablo II insiste de nuevo en su tesis tan cara de
la dignidad del hombre, tan realzada en la doctrina del Aquinate,
que poseía como nadie <>~
penetrado por el misterio de la Encarnación.
El Papa recoge y .reitera asimismo el empeño manifestado en el
1395
Fundaci\363n Speiro
Congreso de esclarecer desde 1os pnnap1os de la filosofía y teo
logía tomistas
el campo de la moral, tan ensombrecido por teorías
incontroladas; y de colmar los
espacios aún vacíos del sector social
para afrontar los problemas más vivos y urgentes del hombre de
hoy. Y tennina recomendando que «el método y la doctrina del
Aquinate sean puestos en continuo contacto y sereno diálogo con los complejos fermentos de la cultura moderna».
La act11allddd del tomismo y el deber de seguir la doctrina del
Angélico son
confirmados una
vez más y de modo perentorio por
este luminoso documento ponditificio. Y los que
desoigan su voz
se apartan netamente del Magisterio de
1a Iglesia con riesgo de
caer en lamentables errores.
ToóFILO URDÁNOZ
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TOMISTA DE ROMA
Juan Pablo II impulsor del retorno al tomismo
Ha sido un acontecimiento dentro de la cultura
y el pensamien
to católicos el reciente Congreso
tomista internacional
celebrado en
Roma los pasados días 8 al 13 de septiembre, que clausuraba la
, serie de encuentros científicos que a través de un año se han de
sarrollado para conmemorar el centenario de la célebre encíclica
Aeterni Patri, (4-8-1879), con la cual León XIII inició tan vigo
rosament¡, el renacimiento del tomismo, de la filosofía y teología de
Santo Tomás, en el mundo católico.
Este VIII Congreso llevaba. además la finalidad conexa de fes
tejar la creación de
la «Pontificia Academia Romana de Santo To
más de
Aquino», la célebre institución que el Papa hizo seguir
el
mismo año y sirvió de modelo a múltiples academias nacidas en el
mundo cristiano para
1a promoción de los estudios tomistas. La
organización del Congreso corrió por ello a cargo de
la dirección
de la Academia: De su presidente el cardenal dominico Luis Ciappi
y su infatigable vicepresidente Mons. Antonio Piolanti en colabora
ción con
el secretario,
profesor L. Bogliolo.
El Congreso
---en continuidad
con el magno precedente de 1974
que celebró el centenario de la muerte de Santo Tomás--reunía en
sesiones del Palacio de la Ca"ncillei:ía u.nos trescientos estudiosos, fi~
lósofos y teólogos, venidos de las diversas partes del mundo, que apor
taron
264 colaboraciones sóbre los
temas
más urgenres y debatidos
del hombre moderno. Y el
aprenado prog= de
la
semana se
des
envolvía entre l!as conferencias de las sesiones plenarias de la ma
ñana y los seis grupos de lectura y discusión de comunicaciones reuni
dos para la tarde.
Se abrió el Congreso con el discurso introductorio del cardenal
Ciappi y otro del cardenal Siri, arzobispo de Génova, sobre el sig
nificado histórico de la encídica. Tanto las conferencias generales
como las sesiones particulares afrontaron en sus más variadOS aspec
tos el estudio sobre el origen, el contenidc y la valoraci6n de la en
clclica
por parte de los
sucesores de
León XIII, así como de
la pu-
1392
Fundaci\363n Speiro
jante renovación del pens·amiento tomista que en la época subsi
guiente llegó a inspirar y hacer florecer. Y la articulación de los te
mas teóricos discurrió sobre los puntos neurálgicos de la teología y
filosofía: Dios y la historia de la salvación, problemas metafísicos
de la
filosofía
del ser y fundamentación de la moral, el sentido de
la
filosofía cristiana plasmada
en el tomismo, la antropología de
hoy, la gnoseología, la libertad del hombre,
el derecho natural y los
problemas político-sociales, la edncación, las ciencias y el conoci
miento del mundo, etc. Estos eran tratados también en sus fuentes
históricas, incluso en insignes discípulos y seguidores del Angéli
cos, como Maritain y GHson, a quienes se dedicó una jornada de
comunicaciones.
En el Congreso, lógicamente, prevalecían por su número los par
ticipantes italianos, preclaros profesores de las universidades ecle
siásticas y civiles y otros centros, eri donde también fa. renovación
neotomista tuvo su cuna propia y donde Tomás de Aquino es ge
neralmente honrado como
el supremo pensador patrio. Ello no im
pedía la internacionalidad del mismo, como la imagen del Aquina
tense es también
unlversal, con. la
presencia abundante de represen
tantes europeos y americanos.
La representación · de lengua española
hacía muy común nuestra habla hispánica en comunicaciones, con
los nutridos
grupos de españoles
y americanos del sur y centro. El
insigne pensador tomista de Buenos Aires, Mons. O. N. Derisi con
su magnífica conferencia, su compatriota
el profesor
Caturelli con
el profesor mejicano Basave y F. del Valle y tantos otros tuvieron
un
papel saliente en las deliberaciones. El grupo español fue muy
numeroso, destacando sus intervenciones sobre gran variedad · de te
mas, como la del profesor Canals Vida! de Barcelona sobre el mé
todo del filosofar cristiano, de
E. Serrano y V. Rodríguez sobre la
constitución del derecho nahlral aquiniano, a cuya profundización
y permanencia actual de sus normas fueron dedicados notables estu
dios
de profesores extranjeros. Asimismo dos de las conferencias
generales estuvieron a cargo del
profesor Pedro
Rodríguez, de la
Univeridad de
Navarra
y del que suscribe, P. Urdánoz, cuya pre
sentación crítica de las desviaciones actuales de la moral causó gran
impacto, pasando a ser la exigencia de una clarificación del presen
te
confusionismo moral,
uno de
los cometidos
de los futuros tra
bajos de la Academia, junto con el
esclarecimiento de la antropo
logía tomista en confrontación con el positivismo y materialismo
reinantes
y la reorienta.ción de la doctrina social sobre los princi
pios aquinianos de la dignidad de la persona y del bien común.
. Pero
no es posible
indica, en pocas líneas la notable riqueza y
originalidad de los trabajos del Congreso, que podrá sólo apreciar-
1393
Fundaci\363n Speiro
se con la publicación de las Actas. El significado y conclusión glo
bal de sus labores fue de proclamar con energía las consignas de la
encíclica de León XIII para un renovado retorno de los estudiosos ca
tólicos al magisterio de Tomás de Aquino, cuyo modo de filosofar
conserva siempre intacta
la apertura a la inagotable problemática del
ser, la riqueza y organicidad de lo real en constante contacto con la
diversidad y graduaciones de la experiencia, frente a la negatividad
y confusión de
·Jroguas de
las ideologías y sistemas
contemporáneoo,
que destruyen, con su reduccionismo dogmatista, los más elevados
sectores de la realidad y están abocados a perecer. Así lo proclamaban
en sus intervenciones pensadores. tan lúcidos y sensibles a la cultura
moderna con D. Composta, Del Nace y N. Petruzzelis.
La culminación
d¡e] Congreso
representó sin duda el magní
fico
discurso que
el Papa dirigió a los Congresistas en su recepción
en Castelgandolfo. Valía la pena la
celebración del
mismo para mo
tivar
la elevada intervención magisterial del Pontífice. E1 infatiga
ble
Juan Pablo II comenzaba
declarando :
«Desde
los inicios
de mi
pontificado no he dejado de pasar ocasión propicia para reclamar la excelsa figura
de Santo Tomás», recordando sus múltiples inter
venciones y exhortaciones a seguir su doctrina. Recalcó que, des
pués de cien años, la encíclica de León XIII «no ha perdido su
actualidad». El famooo documento
«se basa
·en un
principio
que
le confiere unidad orgánica. Es el principio de la armonía entre las
verdades de la razón y las verdades de la fe», frente al dualismo
antiguo de la doble verdad
y el dualismo racionalista que establee
ce la o¡x>sición entre la fe y la razón.
Uno de los motivos,· prosiguió, que han inducido al Magisterio
a «escoger como guía seguro en las disciplinas teológicas y filosó
ficas a Santo Tomás» es justamente éste de la unidad armónica de
la verdad, tan realzado por
el Aquinate y que rige todas las relacio
nes entre la razón y la fe. «La fe contiene en modo superior, diver
so y eminente los valores de la sabiduría humana, por lo que es im
posible que la razón pueda discordar de
la fe, y si discordara, se
hao de
revisar las conclusiones de
la filosofía». En esta línea su
brayó el Papa la coherencia
y continuidad del Magisterio en la elec
ción de Tomás de Aquino como guía y maestro auténtico y común
de la Iglesia desde León XIII a Pablo VI y los documentos del Va
ticano II, tesis·asimismo reiterada en el Congreso.
A la vuelta de otros cálidos elogios, el Papa trazó luego, con
profusa alegación de textos
aquin.ianos, una
visión original
y pro
funda de lo que constituye
la actitud fundamental del sistema de
Santo Tomás. Es su <
fidelidad a la verdad, que
puede llamarse realismo. Fidelidad a' la voz de las ·cosas creadas
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para construir el edificio de la filosofía; fidelidad a ía voz de la
Iglesia, para construir el edificio de la
teología». El
saber filosó
fico debe ante todo escuchar a las cosas, «reflejar fielmente .el Ot·
den de las cosas mismas», pues de otro modo acaba por reducirse a
arbitrarias construcciones subjetivas. En, tal sentido, «Santo Tomás
puede considerarse un auténtico pionero del
realismo científico, que
hace hablar a las cosas mediante ·el experimento empírico».
Ese «realismo filosófico que ha estimulado el realismo de las
ciencias empíricas en todos sus s·ectores», lejos de excluir el sentido
histórico, crea las bases para
la historicidad del saber, sin caer en
la frágil contingencia del historicismo. Después de la escucha de las
cosas, el
Angélico, en efecto, ha atendido a cuanto han dicho los
filósofos, para valorarlos en confrontación con la realidad concreta.
El Aquinate manifiesta así un sano y «humano optimismo» con su
diligente búsqueda de las opiniones de los filósofos antiguos y
asimilación de cuanto de verdad hay en ellos, con una actitud com·
prensiva, sin dejar de ser netamente crítica, pues, con san Agustín,
sostiene la presencia de alguna parcela de verdad, aunque imper
fecta y desfigurada, en todas las opiniones aún erróneas de los
hombres. Tal es la raíz de su abierta capacidad de diálogo, que hace
posible el entendimiento cuando hay buena voluntad. El Papa agrega que
«a la
fidelidad a la voz de las cosas en fi
losofía corresponde,
según Santo
Tomás, la fidelidad a
la voz de
la Iglesia
en teología
... Aquí la autoridad de la doctrina del Aqui
nate se resuelve y refunde en la autoridad de la .doctrina de la Igle
sia». No cabe más rotunda recomendación
y mandato de la doctrina
del Angélico como directiva también en el campo teológido. Otros aspectos salientes destaca también el documento pontificio
en
la fil05ofía del Angélico, que es «la mejor filosofía» o «la filo
sofía natural de la
mente humana)>, que
decía Pablo VI. En espe
cial,
fas diferencias
de método en la investigación del saber
filos5-
fico y teológico, los límites de toda filosofía determinados por los
límites y debilidad de la razón humana, con la. necesaria subordina
ción de la misma a la verdad segnra e indefectible de la fe, la co
laboración que
debe reinar entre
la ciencia
y la filosofía cuando
«permanecen fieles a
su propio
método», con lo que
la filosofía
«puede iluminar la ciencia
y liberarla de sus límites, a la vez que la
ciencia puede proyectar nuevas luces sobre la filosofía
y abrirle nue
vas vías». Y Juan Pablo II insiste de nuevo en su tesis tan cara de
la dignidad del hombre, tan realzada en la doctrina del Aquinate,
que poseía como nadie <
penetrado por el misterio de la Encarnación.
El Papa recoge y .reitera asimismo el empeño manifestado en el
1395
Fundaci\363n Speiro
Congreso de esclarecer desde 1os pnnap1os de la filosofía y teo
logía tomistas
el campo de la moral, tan ensombrecido por teorías
incontroladas; y de colmar los
espacios aún vacíos del sector social
para afrontar los problemas más vivos y urgentes del hombre de
hoy. Y tennina recomendando que «el método y la doctrina del
Aquinate sean puestos en continuo contacto y sereno diálogo con los complejos fermentos de la cultura moderna».
La act11allddd del tomismo y el deber de seguir la doctrina del
Angélico son
confirmados una
vez más y de modo perentorio por
este luminoso documento ponditificio. Y los que
desoigan su voz
se apartan netamente del Magisterio de
1a Iglesia con riesgo de
caer en lamentables errores.
ToóFILO URDÁNOZ
1396
Fundaci\363n Speiro