Índice de contenidos
Número 189-190
Serie XIX
- Textos Pontificios
- Estudios
-
Actas
-
Manipulaciones genéticas: los aprendices de brujo
-
La propiedad y la doctrina pontificia
-
Crónica de la XIX Reunión de amigos de la Ciudad Católica. El principio de subsidiariedad
-
Plática del Rdo. P. Victorino Rodríguez, o. p. en el acto litúrgico de clausura [XIX Reunión de amigos de la Ciudad Católica]
-
-
Información bibliográfica
-
Giovanni Cantoni: La «lezione italiana»: El partidismo político favorece la penetración comunista
-
Lino Rodríguez Arias Bustamante: Jacques Maritain y la sociedad comunitaria
-
Álvaro d’Ors: La llamada «dignidad humana»
-
Gabriel Alférez Callejón: La participación política al alcance de todos
-
Bernardino Montejano: La Universidad
-
- Ilustraciones con recortes de periódicos
- Crónicas
Autores
1980
Contradicciones de la democracia actual
ILUSTRACIONES CON RE
CONTRADICCIONES DE LA DEMOCRACIA ACfUAL
En VERBO, núm. 169-170, de noviembre-diciembre de 1978, páginas
1413 y sigs., ne>s hicimos eco de lQ clara distinci6n formulada por Iean
Madiran, en su libro "LEs DBUX DEMQCR4.TIBS" (Paris, Nouvelles Editions
Latines, 1977), entre democracia clásica o natural y democracia moderna
o totalitaria.
La clásica no consistía sino en un modo de designación de los go
bernante,, y no pretendía el monopolio de la Justicia política. La demo
cracia moderna, en cambio, se autoestima el único régimen justo y con
sidera inmorales e ileg[h.,nos los regímenes no calificados de democrátí'cos;
no circunscribe la funci6n de la mayoría del pueblo a la designación de
los gobernantes, sino que la extiende a la definición de lo bueno y lo
nial:o, lo justo y lo injusto. En esto consiste la soberania popular, inma
nente e ilimitada. y, por tanto, tendente al poder totalitario que, en nom:..
bre
del pueblo,
asumen sus elegidos.
En
este extremo, la
democracia moderna, surgida de la ''volonté gé·
néralo" enunciadt, por Rousseau, la ha sobrepasado, porque, según nos
recuerda
Juan Luis Calleja, en su artículo SINGULAR PLURALISMO, apare·
cido
en
EL ALCAZAR del 18 de julio de 1980:
«Que la legitimidad viene del puCblo no está claro m. para
los inventores de la teoría. El propio Rousseau dice que
"el
gran problema do la poU,ica. que yo comparo al do la cmtdrt1lura
del círculo, es ~ unai f
ley por encima de los hombrd'. Y en otra ocasión declara:
•tLa ley es una imp~ celeste ... ".»
En cambio, como Juan Vallet de Goytisolo escribió en su artículo
¿CoNsrnUCIÓN o ANTICONSTITUCIÓN?, publicado en LA REVUE UNI
VERSBLLE DES FA.IS ET DES IDÉES, núm. 50, de enero-febrero de 1979,
y reproducido en su libro "MÁS SOBRE TEMAS DE HOY°' (Madrid, Speiro,
1979), la Constituci6n española de 1978, según resulta especialmente de
sus artículos 1, 23, 66, 69 y 117:
1372
Fundaci\363n Speiro
«... excluye del restrictivo concepto .. constitucional de demo
cracia toda concepción quo, aun aceptando el sistema del sufra
gio universal, rechace que la ley y la justicia sólo emanen de la
voluntad del pueblo.
»Por lo ·tanto, quedan excluidas constitucionalmente del con
cepto de
democracia con5:titucional bis únicas admisibles
como
cristianas l!legún Pío IX, León Xill, Pío XII y Juan XXID, pues
si bien estos papas reconoc_ieron la licitud del principio electivo
de los gobernantes, declaran la ilicitud de considerar al pueblo
como fuente de todo
derecho y de toda autoridad.»
También la vi'gente Consh"tución española recoge otra característica
considerada
como básica en la democracia moderna. a pesar de que ex
plícitamente
la había rechazado su padre Rousseau, consistente, según
el
mismo
Vallet explica en su citado artfculo, en el
«... pluralismo político, en virtud del cual se coD11s1ona a
los
partidos
políticos para encauzar "la voluntad 'popular" y la
''participación política"' como "instnunento fundamenta'l"
de
ésta,
a fin de concurrir a la "formación y manifestación" de aquélla
(art 6).>
Los fH:ZFtidos vienen a significar la sustitución, en las Cortes o Par-
4,mentos, de
los intereses
realea. de las regiones,
los
municipios, las cor
poraciones, universidades y colegios, por lar diversaa ideologias que los
partidos representan. Nos lo viene a decir
Femando Chueca Goitia en la tercera plana de
ABC del 31 de mayo de 1980, con el titulo IDEOLOGÍA, PARTIDO Y ES
TADO, de donde transcribi'mos:
«La ideología es, pues, sustantiva a los partidos políticos y
en última
instancia fuente de su legitimidad. Las bases que
cons
tituyen un partido son, a
imagen de la forma del Estado demo
crático
de derecho, las que
ejorcen, a
través de los
Congre50s,
el
gobierno de
los partidosª En ellas podemos decir que reside
la
soberanía partidista. Ellas
tienen, por lo tanto, que proponer
y aprobar, en
su caso,
la línea
ideológica.>
Pero veamos, según prosigue el ml°Sf!lO.· afticulo, lo ocurrido:
«Siguiendo entonces la pura ortodoxia democrática, en un
régimen
plurafütta y
de
libre competencia partidista, el Estado
carece de ideología y recibe,
según las
alternativas
o mudanzas
Fundaci\363n Speiro
del electorado, es decir, del pueblo soberano, la ideo-logia de
turno. El Estado 186· conrierte · en · ese ideal aséptico que podía
llegar casi a désapareoor a fuerza de no intervenir o interv"ienir
.mínimamente.
Como ha dicho Oetavio Paz, "los liberaleSJ creían
· qu,, gracias al desam;lk, de la libre empresa fk,receria la socit,
dad civil y, simuli:án......,.te, la funcü>n del Emulo se reduciría,
a la de simple supervísor de la evolución espontán.ea de. la hu
manidaie'. Los marxistas, por un camino totalmente dif'ere-nte,. por
d. de la máxima intervención inicial, pensaban que una vez ins
taurado
el socialismo, el
Estado desaparecería.
Vanas quimeras
que
han conducido a los Estados más fuertes que ha conocido
la Humanidad.
»Una
.y otra ideología, la liberal y la marxista, han fracasado
ª este respecto y si son sinceros los que las propugnan tienen
que
convenir en
ellO. El Esiado existe y, · a'll1lque haya que li..:
ma.rle sus garras, hay que contar con él.
»Adeniás, sí' él &tado ha de ser Como los pÍanetas o satélites
algo que, ideológicamente, sólo
tiene luz reflejada, la que
recibe
de los partidos que, en -su caso, obtienen el triunfo electoral,
se plari-tea otro· tipo dé; problemas. El más grave de ellos la pre
caria ,estabilidad del
Estado
MÍ sometido, en teoría, a· li.mprevi
sibles
fluctuaciones.
» ... Péro no, d Estado tiene también· su propia ideolo.gía,.
que
no es otra
en los ·regímeiies eo~titucionales que
la
propilr'
Constitución.
A su v~ la Coll&titución ha sido couSeeuencia de
los partidos mayoritarios ,que impusieron su voluntad en la le
gislt1ura
constituyente. ·
»La Co-nStitu.ción · ea, 'poi' tanto, una ideología no de un par
tido, sino de
una serie de partidos ·o de un consenso nacido de
ellos. Este es el caso de la Constitución del 78 o Constitución
del eol1senáo : .. »
Qllízás por eso, por lo del •~consenso", interrogó Vallet de Goytisolo::
¿CONSTITUCIÓN o ANTICONSTITUCI6N?, y respondió:
«Una verdadera Constitución, desde sus_ más remotos antece
dentes, en
los Usatjes de BarCelona y en la Carta Ma;gna inglesa-~
trata
de asegurar
a los súbditos
las libertades que
el poder
políti
co
debe·respetar, y
de sefialar unos límites ciertos·a ese poder.
E1t
cambio,
el texto que va
siendo aprobado,
en virtud del
consenso
Y-de la: disciplina · de partido, de diputados y senadores, facultará
a -quienes
maña"na detenten
el poder para imponer
el modelo de
sociedad
que prefienui: capitalista,· soCialdemócrata,
socialista
o,
Fundaci\363n Speiro
,comunista; Una· ConstitU.cióli de· gomti, como· eóeomiásticamente
se ·ha ·dicho, no es una Constitución, sino todo Ío contrario, Es
una anticonstitucÍÓU.)
Por eso, vigente esta ''Constitución", resulta muy difícil conseguir lo
qu'e Chueca· Goitia propugna, apuntando contra la ideología utópica del
partido comunista:
« '. .. · ya ·partimos dei que el Estado y no sólo los partidos tienen
ideología· y también tenemos que convenir en que 18 ideología:
de los ·partidos· legales tiene qu.e estar inscrita en la ideología
del
Estado como una fi-gora geométrica puede inscri:bir1te en
otra, ocupándola enteramente o
parcialmente, pero siempre sin
exeedu · de sué límites o fronteras, lo que -equivaldría a lo mismo
que arroJarse ·a· la ilegalidad.»
«... tÍle parece ·un contrase'lltido o un delito de leso &tado
legalizar
un partido
poilítieo que en su ideario, de forma posi
tiTI4 postule principios que
son
anticonstitucionales. Esto equi
valdría
a ·aceptat el qtm· eBe partidÓ; mia vez en el poder, derro
eáría la· ·constitución del miBmo EstadO que lo legaliZó. Ya sé
que en la Pfáctica constihlcional ese contrasentido -lógico se ha
aceptado y ·se acepta, amparado en el manto, que todo lo cohij~
del
concepto
oposicf;órr..)
«: .•• su:Pefadas ·todas las utopías, 'baáadas en·un mundo idílico
en el que desaparee.ería el EJJtado, hay que contar, por lo tanto,
no sólo con
que
el Estado existe, sino COlll algo más: con que
el Estado tiene legal y' ·deinocráticamente sancionada su. propia
ideología, marco irrehasable de las ideologías de los partidos que
aee-Ptan y concurren a la construcción de ese mismo EstadO.
»Es ac-haque-de los ideólogos considerar que, pue&to · qué el
programa· o idéología pertenece M · tiampo de la· teoría política,
caben en
él
los más
imposibles y· acariciados ideales,, áqUfl-llo
que
se
estima como
la
máxima bolldad y la máxima perfección,
a las que se debeill dirigir nuestras esperanza~ eomO la rama,
de
la
hipérbole -trata de aoel'earse más y más a la asíntota. Por
e,so' los progtam8s e idearios P,olííie:os han pecado tántas veces
de utópicos y casi Siempre de imposibles.
»Cuando se trata de' explicar 'las ideas que no·s mueVen, · Iladie
prescinde
de apelar a las más elevadas y
sublimes y muchas
-v~ tattlpoC:o se. ·presciride de· las ideas dé otros para poder
ganái-3 todos los· piiños, con lo (JUe·-se- Cae en el equhroco, cuan-
1375
Fundaci\363n Speiro
do no en la contradicción, complicando y enmarañando las cosas
con peligro de provocar posteriores couflietos. Y no queremos
hablar ahora de aquellos programas que son enmascarad.ores o
de aquellas ofertas que se hacen al electorado eon la boca pe
queña,.
»iDec:íamos
antes: que la idoologia es la pal6Dte de legitimidad
de los
partidos, y
en ello
estamos. Pero queríamos decir tam
bién que la ideología no lo puede todo y que si el teórico de
un partido puede lanzarse con vuelo caudal hacia las más altas
cimas,
también puede caer con estrépito desde la altura, eomo
un nuevo Icaro. La ideología debe ser algo muy realista, claro,
simple,. ceíi'ido y contundente ... »
Esta postura lógica de Chueca Goitia se halla contradicha por un
hecho que la
erperiencia comprueba,
como nos recuerda
Louis Salleron
en su articulo DEMOCRACIA y COMUNISMO, publicado en ITINERAIRES,
núm. 236, septiembre-octubre 1979, y traducido al castellano en VERBO,
núm. 187, julio-agosto 1980, págs. 851 y sig,:
«... nuestros hombree políticos, nuestros periodistas, nuestros
ideólogos, usan de la mi.ama palabra pan hablar de las demo
eraciu populares y de las democracias liberales y jamás han
proaerito el comunismo frente a la democracia.»
Son fieles al monopolio de esta palabra, concedido en Y alta a todos
los
regímenes vencedores de
la segunda guerra mundial. Y ast, en efecto:
«El Partido Comunista Fran~ jamás ha sido considerado
eomO un cuerpo extraño a la República. Todo lo contrario ... >
Igual puede decirse que ocurre hoy en la constitucional monarquía
parlamentaria española. Y ocurre
así a pesar · de que Santiago Carrillo
había sido explícito · antes del reconacimiento del partido comunista por
el
régimen español postfranquista y preconstitucional. Basta
releer
Dn
MAIN L'EsPAGNE (París, Ed. du Senil, 1974), del que, como advertencia,
ya-nos hicimos
eco en estas .. ILUSTRACIONES CON RECORTES DE PERIÓDICOS",
en VERBO, núm. 133-134 (marzo-abril 1975, págs. 566 y sigs.), y como
recordatorio, insistimos reproduciéndolas en VERBO, núm. 158, septiem
bre-octubre 1977, págs. 1110
y sigs. Pues bien, para el Secretario del
Partido Comunista Español,
se trata (págs. 196 y sigs. del libro) ...
1376
«... de hacer intervenir cada día más el poder de las ~
a todos los niveles en el desarrollo de la sociedad. Esto requiere
Fundaci\363n Speiro
la toma del poder, no por el partido comunist~ sino por el
conjunto de las fuerzas que tienen un proyecto común de
avance hacia la· sociedad socialista. Y esta toma de poder debe
ser democrática,
es
dooir, que
debe realizarse con el apoyo
de
la mayoría del pueblo lo nuís posible. En el curso del proceso,
va a llegar
un momento en el cual la democracia social va a
ser superada
por las
necesidades de
profundización de la
demo
cracia
en el sentido del
socialismo.»
Pero, el momento de la ruptura puede llegar:
« ... · cuando la acumulación de cambios cuantitativos en las
estructuras y
en la
.superestrnctura habrá creado en los
países
de Europa una situación sin
retorno posible al capitalismo ... »
« ....
Si debe .llegar un momento de ruptura violenta con las
viejas
estrncturas, es preciso esperar a que ent_onees ocurra que
las
fuerzas de izquierda
estén en el gobierno del país.»
Y, previamente (págs. 190 y sigs.), ya advertfa:
« Yo digo que el EstadQ continúa siendo el aparato de domi
nación clasista, pero pienso que hoy los revolucionarios pueden
hallar en
el iuterior de ese aparato aliados que van a contribuir
a
cambiarlo desde dentro.
»Trataremos
de ganar en
ese
aparat·o el mayor número de
aliados posibles.>
No importa para ese fin, lo que. él mismo confiesa (págs. 192 y sigs.):
«Nosotros no tenemos tra~ción .den,iocr_átiea.»
«El Cretinismo parlamentsrio del que hablaba Lenin no· es
nuesÍra e~ennedad.»
Su criterio es, pues, el de esperar cautelosamente el momento opor
tuno (pág. 198).
Es, pues, muy cierto lo que en ABC del 1 de junio de 1979 recor~
daba Antonio Papell, bajo el titulo LA DEMOCRACIA REAL:
« ... Ya Ortega explicó a los estudiantes berlineses-que, des
pués,
de
Y alta,
el vocablo en cuestión se ha convertido en una
ramera que cohabita con
varias significaciones. Y~ en efecto.
1377
Fundaci\363n Speiro
cuando no ap~ece en su escueta simpli_cidad se adorna con ma
tices y abalorios de toda indoley y no hay
apenas dictador o
ti
rano que no la adapte, conv-en.ientemente embadurnada, a la ter
minología oficial de
su
pec_uliar régimen, casi nunca, con otro
propósito que la tentativa
camaleónica de homologación con unos
vaj.ores reconocidos y casi siempre en un auténtico alarde de
sarcasmo.»
Sin embargo, estamos viendo actualmente dos planteamientos de la
democracia
formal:
Unos la
consideran un medio, como ocurre con los comunistas que,
con
ella. pretenden alcanzar la denominada democracia
material, ut6pica,
pero que
sí conduce
al
totalitan'smo a través de
la denominada dictadura
del proletariado.
Otros la
estiman un
fin en sí misma.
Lo cierto es que el .planteamiento de los comunistas y de sus com
pañeros de
viaie y tontos útiles
ha predominado en Nicaragua y domina
en el tratamiento
por los medios de comunicación
social de la situación
iberomnericana (Chile.
El
Salvador, Bolivi'a, Guatemala,
etc.). Los
par-
tidarios de la democracia--fin, _y los· ·propúgnaáores de. la democrácia
medio, es decir, los comunistas que inspiran esa política, se alían en be
neficio
--aunque los primeroa no
lo pretendan- del
avance del
totali
tarismo marxista, destrozando toda posibilidad de
alianza entre quienes
--demócratas o n~ no
quieren caer en el
archipiélago GULAG, al
que conduce el totalitarismo comunista, para lo cual, muchas veces. la
democracia es
incapaz de
constituir_ un valladar
s6Udo y, a
menudo, es
un cauce utilizado para introducir la subversi6n dialéctica que trata de
destruir todas las estructuras,
sanas o
enfermas,
de nuestra sociedad.
Favorecen esta
operatividad ·marxista, en lQ.f ·democracias · modernas,
otras
caracteristicas
que
se requieren para que
un régimen pueda cali
ficarse "realmente" de democrático:
-el
derec}w a
la
manifestació1,1, pública,
que emplean las fuerzas sub
versivas, organizados y muchas veces subvencionadas desde el
extnm;ero;
el derecho á la huelga, con admisión de piquetes "informativos",
que,
de hecho,
no se
limitan a informar. sino que actúan coacti
vamente con finalidades más. frecuentemente
políticas y subver
si'vas que
verdaderamente
obreristas;
- y
la
li_bertad de
prensa, de la cua_l los propios periodistas quieren
ser
árbitros, del mi~mo modo qf#! se
erigen en supremos jueces
de la
justici~ de la_ verdad y del bien, mientras celosamente de-
1378.
Fundaci\363n Speiro
Jienden su propio monopqlio, protf!Cido. y _subvencionado, de. todos
los medios de comunicaci'6n social: escritos, auditivos y audio~
visuales.
Esta última faceta del monopollo de la verdad, por quienes, en gene
ral, intelectualmente
son poco
solventes, cuando
no totalmente insolven
tes, y no prestan garantfa moral, real, puesto que se les presupone y ellos
sólo pretenden monopolizarla, rlo s6lo constituye la amenaza social más
grave para ·el buen
funcionamiento
de la democracia,
sino que la hace
más ut6pica en la práctica.
A este propósito, traemos a colación dos párrafos del articulo HACIA
OTRA SOCIEDAD, firmado por Carlos Valverde y apareci'do en ABC del
14 de noviembre de 1979, que recortamos a continuación:
«Haee unos años, un-a · agencia de publicidad se anunciaba
con esta exhortación al público: "No·· piense, nosotros pensamos
por uated." ·Era · el · colmo del descaro: ¡ En una sociedad demo·
crática y libre, invi~mos a no pensar!
»'Eso lo decía una agencia, D:iedio en broma, parat buscarse
clieotes. Pero, sin bl'Oma, eso es lo que en las 'Sociedades con
temporáneas r-eali¡,.an impunemente otras agencias
y otras ofici
nas de información. La conformación o deformaieión de las no
ticias,
según determinados intereses· económicos
o
políticos; la
repetición
insistente
de detenninadas: ideas en momentos o es
pacios estratégicos; la selección de imágenes; el desdén· que cae
provocadamente sobre personas que conviene arrinconar o la
sublimación de
otras
que conviene exaltar y tantos otros medi0tt
descubiertos
por la ·psicología y el estntmmilismo para apode
rarse
de la
mente y de las pulsiones afee-tivaa de las masa&, están
en manos de. poderes ocultos o semipúblicos. Estos conocen per,.
fidc;tamente las técnicas de manipulación y las ejercen de tal
forma que la. verdad es que permiten a la mayor. parte de: lo&
hombres pensar muy poco. Decía Renán que en el siglo xvm
se disponía de la libertad de pensar, pero que, en realidad, se
pensaba tan poco ·que apenas s.ervía para nada tal libertad. ¿No
se podría
decir hoy algo
parecido b
Nuestro amigo Rafael Gambra, en su artículo EL "REFLEJO CONDI
CIONADO" NACIONAL, publicado en ROCA VIVA, 153, de septiembre de
1980, ha
comentado
a este respecto:. "Asf SE VENDERÁ CENfRO O SOCIA
LISMO COMO SE
VF.NDE COCA-COLA <;> JABÓN LAGARTO".
La gravedad de est~ denuncias llenas de sadismo, es tanto mayor por
cuanto impUca
el
paso del
criterio objetivo y cualitativo
al subjetivo y
1379
Fundaci\363n Speiro
cuantitativo que, en definitiva, es básico en la democracia, aunque cons
tituya su quiebra.
Juan Luis Calleja, en su articulo EL PODER DE LA MANIFESTACIÓN, pu
blicado en
ABC del 31 de mayo de 1979, hacía esta observación:
«... ¿ do · dónde viene la pÚlahra manifestación? Del latín
,ecksiiístico: '"hecho o medio por
el
cual Dios se manifiesta
y
;llega a SCr sensible". Los hombres y sus partidos decidieron ma
nifestar&e, tamhlén, y pronto vinieron
los redactores de los
De
rechos
del
Hombre
,a¡ proclamar: "Nadie d~ ser inquietado por
sus . opiniones,
con tal que su manifestación no turbe el orden
público".»
Y, ¿cuando turba el orden público? ... A veces tarda años en pertur
barlo, pero llega al fin a subvertirlo grave
y profundamente. ¿Quién ;uz
ga
ésto con suficiente perspectiva,
si los
propios detentadores del dominio
de los
mass media son quienes conforman la llamada opinión· pública,
real
o aparente?
El poder de la manifestación mayoritaria es un hecho deformante,
bien
subrayado por Juan Luis Calleja en su últimamente citado artículo:
«Las ideas de un hombre necesitan demostración. Cien mil
·homhr.es parecen la demostración. De ahí la frase consagrada
"hubo una demostración popular" de esto o de aquello. El len·
guaje, la letra y
la
música del :individuo cambian de magnitud
y
de sentido cuan.do .eon música,
letra y lenguaje de la
muche
dumbre.>
Pero las contradicciones
de la democracia no concluyen aquí. El plu
ralismo, y
m consecuente pluripartidismo, nos ofrecen
otra muestra. Para
mostrarlo vamos a
comenzar por retomar el
artículo
SlNGIJLAR PLURA
LISMO,
de Juan Luis Calleja, dél que, al principio ,de estas "ILUSTRACIO
NES",
hemos -recortado un párrafo, y del que áh.ora seguimos haciéndolo:
«Los principales fundamentos de la democracia inorgánica
son una hipótesis, que la legitimidad dimana dol pueblo soberano;
un
hecho, que las idea& plurales existen; unai pretensión, que
la
democracia inorgánica representa el pluralismo; y un simu.
Wcrd, que el voto de la mayoría ea la voluntad general.»
Sobre estos fundamentos se han montado,
1380
«... filuis anteojenis para fijar.se exclusivamente en el sistema
de
partidos como único
capaz de representar· el pluralismo de
las eósas además de las ideas.»
Fundaci\363n Speiro
Pero:
«En ninguna de las democracias sólidas del mundo está bien
representado el
pluraHmio. Lo.e Estados Unidos. Inglaterra, Suo
eia,
por
ejemplo, son
puebl.os divididos
en
tres bloques princi•
pales:
un
par
de ellos que votan a uno de los dos grandes par
ti.do8 y otro que no vota a nadie. ¿ Qué pluralismo es é&te? ¿ Sólo
conciben
dos ideas esos países?
Para
entender lo
que
les sucede,
basta recordar los
consejos que nos regalan los anglosajones:
»----Tengan ustedes talento práctioo. No se dispersen en mu
chos
partidos. Formen sólo dos y apliqnenee al juego del poder
alterno.
>0 sea: "Renuncien al pluralismo, conformándose con el hi
frontismo o no funcionará su pluralismo".»
Lo cierto es que:
«Este admirah1e consejo se aproxima al punto de vista de
españoles devotos
de la
democracia. inorgánica que tachaban
de
disparatado
el gran número, de grupos políticos aparecidos,
no
porque no
fuesen independientes
y
sinceros, sino
porque "la
mayoría de
ellos no pueden tener
fuerza"·. Sin embargo, ést.e
sería el pluralismo
que buscan, porque si en una nación con
treinta y cinco ·millones de 'habitantes imaginativos surgen dos
cientos partidos, será porque han
tenido doscientas
ideas, que
no
son tantas y no sé si
mer.ecieron aquella zumba en torno
a
los
"grupúsculos" y
a la
escasez de
alfabeto para nuestra
eose
e:ha
de siglas. Lo
que no resulta
lógico :es pensar que, con ·e1
sistema de partido~ el pl~alismo, bien representado en el legis
lativo,
puede gobernar desde el
ejecutivo. Por eso, las
democra
cias inorgánicas
que funcionan bien renuncian al
pluriparridismo.
Las otras, con ver~der-o pluraliámo en el Parlamento padecen
inestables
gobiernos indecisos coaligados con
tijeras y
alfileres.»
Consecuentemente se produce una inconsecuencia en la lógica demo
crática pura, contradictoria con uno de
sus presupuestos
fundamentales:
«Esa es una de fas paradojas de la demoeraciá inorgánica con
mfragio universal: ,se funda en el derecho -ail pluralismo y una
de dos: o preseinde
de él para funcionar o pone en peligro el
sistema. O adnnti.mos que ingleses,· yanq~, suecos ;y demás sólo
son
capaces de
concebir un par
de ideas, o reconocemos que
dos
partido_s no
representan el pluralismo. O suponemos que
italianos, españoles o
portuguw.ies tienen
magníficos gobi'el"Ilos
1381
Fundaci\363n Speiro
fuertes y estables o reconocemos que el pluralismo ha heeho de
5llS gobiernos lo que son en realidad.»
«
...
La
elección por ma:yoda obliga
a
organizS:r partidos enor
mes que engullen las ideas individuales como la topadora aplana
la tierra arrastrando flores y semillas. Esas moles multitudinaria,s
inutilizan el peDA-miento prive.do de los hombres que no tienen
más remedio
que agruparse para
ganar, bajo denomina-dores
co
munes muy netos, aceptados por instinto de conservación más
que por íntimo discurso. Saben que las ideas propias sólo cons.
tituyen partidos pequeños
sin esperanza y desemhoeatl en las aguae amorfas de los dos colosos protagonistas, diluyéndose en
-ellas.»
De ese modo:
«El matiz y la calidad ideológicos se sacrifican en la boca
rajada
de las urnas que sólo entienden de cantidades, para sal
var lo
esenci-al: la
propiedad, la libre
empre~ la
revolución, lo
que sea. Y es que eil sistema de representación plural se convierte
en ,sistema de enfrentamiento
entre dos bloques que mon'tan alternativas dramáticas. Y, en vez. de votar lo que se piensa, se
vota muchas veces contra
1-o que
se teme:
un
inglés liberal vota
a los conservadores. contra el Iaboriamo->
El voto en contra, más que el voto a favor, e~ lo que otorga el triun
fo.
En resumen:
« ... si la pluralidad de_ lae ideas se quiere reflejar en la plu
ralidad
de partido,s y remita que el pluripartidismo genera la debilidad, urgirá una solución que, sjn menoscabo del número
ni
d·e su
presencia sagrada ,en el legislativo, apuntale la vida y
la influencia
de las ideas populares
lubricando
·al mismo
tiempo
la máquina
gubernamental.
»J;Qué
fórmula es?, ¿qµé ley electoral ~ des<;ubierto la so
lución? Lo ignoramos. De-ben hallarla quienes sostienen que la
madre
-del cordero democrático-es el pluralismo ,-· su represen
tación
a
través de partidos.
>Singular pluralismo, ·este pluralismo ta-u singular, que jus
ttifica un sist-ema y, al parecer,· lo desequilibra.>
Veamos ahora lo que escriben en Francia. Para ello acudimos a LE MONDE del 6 de Neptiembre de 1979, donde leemos un artículo que en
1382
Fundaci\363n Speiro
su temática SZfStantiva no podemos compartir,_ pero que en la perspectiva
formal
de la democracia es muy revelador. Está firmado por
Jacques
Robert,
profesor de ciencias pol!tic;as en la Universidad de Paris, y se
titula LEs IMPOSTORES DE LA DEMOCRATIB, del que traducimos los riguien
tes
párrafos:
«Franeia es una democracia. Una gran democracia represen
tativa, liber_~ h~ razonable y sobria ...
>¿ Quién podría, en efecto, negar seriamente que desde hace
mucho
tiempo
el sufragio es universal, 1las l1as elecciones -multi
plicadas (presidenciales,_ legislativas, senatO'rial~ cantonales, mu
nicipal-es, europeas ...
,)-
se desarrollan li.breme-nte, que los par
tidos
poütieos participan en la expresión de la VOfZ popular, quo
las grandes libertades-son todavía propiedades del mayor nú
mero?»
Sin embargo, denuncia entre "las imposturas -inaceptable$,---<. de la
democracia":
«l,n,p0$tU.TfJ ,ilectonil, ante todo:
:»iEl penoso espectáculo de la elección para el parlamento eu
ropeo, la resume plenamente.
» ... La ley del 7 de julio de 1977 -votada, no-obstante, por
una
amplia
mayoría- no tan sólo ha, fijado un tope mínimo de
repr-esentati.vidad (5 % ) que limita de ese modo las ·.poeibilidades
de las. pequeñas listas. Deaiberadamenre ha entorpeeidt,t, además,
su participación en· la consulta electoral volviendo a _poner en
vig,or
una vtieja disposición del
Código
electoral que. prevee que
el Estado no reemho'.lee. el costo dd papel e impresión de fos
documentos y de los gastos ~ inscripción sino únicamente a los
candidatos que hayan obtenido por lo menos el 5 % dW;, los su
fragios. Estos gastos
en total son eonBidierahle&, por lo cual 1-os
pequefíos parllidos pobres qúedrui descartados 4e, la confronta
ción,
pues renuncian a presentar listas o renuncian .a i,mprimir
más
que las papeletas de VOi».
>Excluidos ya de [as ondllt8 donde triunfa, por lo demás des
igualmen~ e1l mo-nopolio die los ~, lo son también de las
o&cinas.
)iPor una singular ironía .del destino. tal discriminación epa,
rece en el contexto de una representación proporcional ... »
Pero, además, esas elecciones "europeas", se. planteaban
Fundaci\363n Speiro
«... ante una interrogación confusa (se votaba por Europa
-pero, ¿cuál?-o para Rtlymond Barre -pero, ¿-B1Cerca de qué
política-) se ha respon·dido dudosamente ... »
Y advierte:
«El ciudadano -así ,se ha visto recientemente- comienza a
cansarse de que periódicamente se le llame para conceder un
eh-eque en blanco a un .. representante de'[ pueblo", al que tal vez
no encontrará jamás y que, preso, asimismo, en una compleja
red de reglas hizantin~ creerá gobernar en su nombre. Siendo
así
que, como es bien sabido, por la decisión económica, la ver
dadera decisión rea1, la que toma el ''manager" o el tecnócrata
advertido e informa-do, se modela y transforma efectivamente la
-existencia cotidiana de cada uno.:i,
Esa impostura electoral qué hemos visto denunciada en Francia por
el
profesor J acques Robert en LE MONDE, la vemos en grado más ele
vado
en
EspafúJ por
la subvención de los partidos políticos proporcionaJ
a
sus anteriores
éxitos electorales, credndose
as1 un círculo vicioso en
torno a las victorias futuras.
Uno de
los editoriales de
ABC del 17 de
enero de
1980, se ocupa de esas subvenciones, y del m1'smo recortamos
los
pá,rrafos que
siguen:
1384
«La necesidad, o la conveniencia, :si se prefiere este término,
de subvencionar con fondo_s públic0s a los partidos políticos para
facilitar el tránsito de la ,dictadura a [a demoa&cia, haciendo
posible
así un norma'J. de&an'olló de las primeras convocatorias
electorales, nadie la discute. En último término, carece ya de
sentido di,scutirla. Es agua pasada. es asunto cancelado. Y no
merece 1'a pena reconsiderar-lo aunque el prOoeso de reforma,
política haya costado a'l Tesoro pú'.hlieo ---'eS decir, a los contri
buyentes-un total de 18.233 millones de pesetas,. según cifras
recientemente publicadas, desde 1976.
»Pero sí merece atención, y niuy _seria, que se prosiga, aun
que -sea por seffldumhre a Ulla ley vigente, manteniendo e'l mismo
sistema de subvencionar a la política ---como a cualquier sector
económico en -crisis o a cualquier producción que se juzgue digna
de protección- con fondos presupuestarios. Ni el normal juf;'go
democrático de los partidos, ni la normalidad de las convoca
torias electora[l.es, deben convertirne para los contribuyentes en
una servidumbre económica irredimib-le.>
Fundaci\363n Speiro
La justificación resulta 'difícil. De una parte:
«Oontinuar como hasta ahora, con subvención por los votos
obtenidos, es someter a injusto tributo, aunque sea indirectamen
te, a quienes no eon afiliados; a quienes pueden ser, para mayor
ironía,
.aidvel"S8rios políticos,
y a
quienes,. para colm0t no
han
votado.
A.sí, no se asienta una democracia verdadera; así, única
mente
se
mantiene, en una especie de "uv:i presupuestaria", una
apariencia de democracia o una' demoCl"aeia falseada.>
Y también de otra:
«Soportamos, de aña-didura, un·a graVl8lma cns111 económica.
Esta crisis repere.ute inevitablemente en los gastos público~ pr&
sionando con -enorme incidencia en capítulos destinados a sub
vencionar necesidades cuya primacía no parece discutible: el paro,
1a Seguridad Social, la enseñanza, etc. ¿ Cómo, ent-onces, justifi
car que ,se dedi'(JUen fondo& públicos a 1-a subvención de los par
ti-dos que compiten en unas elecciones?>
Por lo demáa, Antonio Papell,· en su antes indicado articulo LA DE
MOCRACIA REAL, comenta el concepto de democracia.
« ... abreviadamente, gobierno de la mayoría con respecto a
las minorías, reeom,·cimiento de las libertades burguesas y eoDr
trol del ejecutivo por el legislativo. Pel'O esta· definición, o cual
quier
otra
más completa y estricta que puede: dai'8e, !ffl, como
todas las definici.one~ formali-sta y
teórica.
Es decir: que si bien
expresa unas condici-ones institucionales sine qua mm,. no entra
para nada en la fenomenología social; no desciende -o ascien
de, según se mire-a la imbricación de su sistema .conceptual y
normativo
en el sistema
social. Y la democracia, como
cualquier
otro de los regímenes, se hace con hombtes, · cori grupos., con
colectividades, sin
que quepa
hablar de una
snuperestrnctura po
lítica
desvincUOOida de
la
realidad.
>El ré~men
actual español no ~ con toda evidencia, un
dechado de
virtudes ni ha calado hondo
todavía en el país ni su
práctica cotidiana
ha conseguido liberarse de la mediOeridad. FJ
pueblo, por su parte, no sólo continúa ·desinteresado por la pro
blemática pública -siempre cabría como justifie'aeión de· ello
la despolitización 001 pasado--, sino que tampoco manifiesta nin~
gún intm'és por salir de la abulia .y el marasmo. Por úitimo, es
clara la ·desconexión, que a veces llega a ser preocupante abismo,
1385
Fundaci\363n Speiro
entre lo que inquieta a · la clase· poUtica y lo que quita fil sÚefio
a los espafioles de a pie. Y, sin embargo, todo el complejo ins
iituciona[ y cortstitucionail: es absolutamente correcto, sin ninguna
,quebradura que ha~ ·dudar de la pureza ideal del sistema.>
Entre el pueblo y sus representantes, no se advierten apenas "circuitos
de
comunicaci6n" .
..«... Los partidos '---Dinguno de ellos--no son estructuras pi
ramidales en las que los
flujos ideológicos circulen del vértice
a
la
ba-ee y viceversa ... »
«,.·. el Parlamento, ·en ·lugai de abordar con propósito cons
tmctivo
y
con
ponderada serenidad los gra-ves problemas pen
dientes
que
siente como. propios el hombre de
-la
calle,. divaga
sobre e-1 Sexo de los ángeles y otras banalidades afines en un
clima tal de intensa p,olJ.itización que ee pierde cualquier liga
zón
posible· entre la comunidad y sus teóricos representantes.»
« ... que la democracia institucional no es, no está siendo, una
democracia real,-porque ni los ·diputadOiS y senadores vibran sin
crónicamente
eon el e4eet0-rado.,-ni laS rencillas acres de las Cor
tes son un
trasunto de ilai polémica ideológica del pais, ni las
wnductas públicas discurren
'motivadas - 'por una ética democrá
tica antes que por los imperativos
reglamentarios.
Diriase que
se· confirma [a jocosa-col18tatación d-e Jaime Oainpmlmy escrita
en nn articulo antológico
no muy antiguo:
la democracia. esi el
gobierno · de los menos '8lte la deses.peraálm, de los más,· que son
quienes los han elegido.»
Pero ese distanciamiento no es exclusivo de Españ.a. Los "represen
tantes del pueblo" al que no les une mandato imperativo alguno,
son
propiamente "represemantes de su partido", del
que
reciben ·instruccio
nes
y consignas prácticamente imperativas, para conducir al · país en la
dirección ideol6gica
del propio
·partido.
¿A d6'nde vdmos asf conducidos? ¿Hacia una mayor libertad demo
crática? Carlos Valverde, en su antes citado articulo HACIA· OTitA socrn
DAD, reflexiona tras la lectura del' libro de nuestro amigo Thomas Mol
nar: EL SOCIALISMO SIN ROSTRO (Epesa 1979), y comenta:
1386
«... Cuando todos ereiaDIOS que por el movimiento dialéctico
pereda anunciarse
una cónvergéncia de
los
siatemas liberal-dem.o
erático- y marxis~
· es decir, un· "socialismo de' roStro humano",
Fundaci\363n Speiro
como el que buscaba la primavera de Praga, Molnar, al analizar
con agndetza iJ.e situáción política del mundo actual, llega a la
conclusión de que más bien caminamos hacia un "socialismo. sin
rostro", es decir, hacia regímenes cuasi-totalitarios, sin teoría ni
ideología pl"eci-sa, si no es el desmTollo económico.
»Han caído en descrédito lo.s viejos presupuestos que se lla
man demoeraeia, liberali-smo, caPita-lismo, comunismo, orden co-ns
titucional, Parlamento,
pluralismo,
partidos
políticos, proletaria
do.
lucha de clases, etc. Carentes dé una idieología estruetuml, los
nuevos
Estados
propenden, hacia· un ahsoiutlsnio y hacia un pa·
terll'alismo estatal omnidirigente y omniprovidente ·qD'e busca su
estabilidad en apoyatum
cracias. Esto significa, como in'dieábamos., que faltan bases ideo~
lógicas
y
no quedan otros
recursos que los legales y coactivos,
pero significa también que las instituciones y los conceP,tos ilus
trados en los que se fundamentaban· las democracias y los mar
xismos eran arena movediza y hoy ya muy removida.
»¿ Qué son ahora los partidos poilíticos sobre los · que se asien
t-an las democracias liberales, sino nuevos feudos de un jefe o
de
una élite? ¿ Qué es el Parlaménto, ,S]no dgo parecido a un
lugar
.. de complot?»
Máa rotundo resulta el articulo de Jacques Madaule: VBRS L'ETAT
ABSOLU, aparecido en LE MONDE del 14 de diciembre de 1979:
«Distraidos por loa; escándalos a domicilio y oyen:do. a lo lejos
(aunque hoy nada esté v'erdade-ramente lejos en este planeta al
que
puede dársele la vu~t!a ·en 90 minútos) el estl"épito de los
imperios que se hunden, nos encaminilmos sua,ve pero inexora
blemente, hacia una situación en la· que alguno,s utol}istas ha
bían
soñado. El
Estado, es decir,
el
apal'llto del poder, está pro
visto
hoy
de tales medios qUe no debemos sino 'R su henevofon
cia las pocas libertades
que nos quedan. Es fo que Giscard d'Es
taing nos recuerda en cortés disertación ·cada vez qtie nos honra
con
sus confidencias.
»Es verdad: el
Estado absoluto
se halla
a
nuestras puertas, y
no
es ese Bntigno fasci1smo, eón CI que nos· amena-zan de&de hace
tantóS afíos, ni laS dictaduras militares, más o menos crueles Y
abyectas que deshonran [es ·ft4cia personal, del. aut,or del, artícu
lo] América Latina y algunos otros continentes, Esta es la chata
y
·vu[gar tiranía -que estigmatizaba Platón hace veinticinco siglos,
mientras cóneluía 'de
diseñar su Repúblicf4. en la ·quC precisa
mente tomaba forma la inmortal· idea del E.atado absoluto. Este
1387
Fundaci\363n Speiro
haría 1Ul8 bella CVl'era filosófica hasta Hegel,., que at!abó poc
contempl.larlo casi realizado bajo la forma del Estado burocrático
prusiano.
La aheITación del ilu-stre filósofo ha hecho sonreír
durante mucho tiempo a una ciega y ligera posterioridad.
»Hoy Jestamos en
él! Pero esto se realiza con tal suavidad
que
apenas
nos damoa cuenta. El bello f-ilm de Wagda nos mues
tra una dolorosa operacil>n social cumplida "sin anestesia". Pero
nosotros aquí, en Occidente, estamos bajo anestesia. Pulsamos ino
centemente el botón de nuestra "tele", eseucliamos · llue&tro tran
sistor
y no nos damos
cuenta de que enseguida: hemos sido to
mados de la mano, manipulados por los medios audiovisuailee,
ante
los -que: nos bailamos casi totalmente desanúadós'.; ' Se com
prende porque
ell gobierno. defiende-tan acerbadamente su mo
nopolio.
Lo _ audio?i&11al. se ha convertido, en el curso de los
treinlla últimos _afios. en unó de los· órganos esenciales del apa
rato del poder, es decir• del Estado ... »
Por otra parte,
«... el Estado y el Gobierno Sé confunden, pues este último
eis tan duradero como el primero, mediante ialgunos cambios de
faz, a los
cuales obligan IJ.os ti·empos además de
las
vicisitudes de
la existencia humana y ciertas ambicionés e impaciencias que
e& preciso satisfacer.»
Y erplica:
«El
Estado oahsoiluto es aquél en el que no solamente 'los fu.n
cionarios han -dejado de ser ciudadanos.i sino en el cual todos
los
ciudadanos se mD. · convertido en frmcionarios, de tal modo
que nin.gana iniciativa tes e
jarse ·conducir, no iniporta donde o por la nada. Ya qÍle lo pro
pio
del Estado_ e& ser totalmente introv.ertido, vuelto hacia sí
mismo, y carecer
de
otra
perspectiva, sino la de su propia, per
severancia en ser.»
La perspectiva del Estado ilbsoluto nos muestra dos graves defect09
de ·la democracia moderna. Uno, el .de la dinániica de su lógica interna,
y
otro, el
de
su contraposición a una· auténtica participación de loa ciu•
dadanos.
El primer mpecto ha sido destacado por José Luis F.emández Solana
en su artículo LA TIRANÍA ESTATISTA, publicddo en EL PENSAMIENTO
NAVARRO del 13 de agosto de 1980, en el que ex:plica:
1388
Fundaci\363n Speiro
«... la democracia es otra cosa rhuy distinm de -un ,sistema
de
elecciones
y asambleas. La democracia es una doctrina a cuyas
últimas
consecuencias
uno no puede hurtarse, una religión que
no tolera
ninguna otra.»
Es así porque:
«La democracia vive y se desarrolla a despecho de los hom•
bres que
la, sirven. Tiene su lógica inoorna, -su
-potencia
íntima,
y no es posible sustraerse a ella. Cuando se Mentan determinados
principios es
preciso resignarse a 1Ias consecuencias, porque las
consecuencias, por- decirlo
as-i, nacen primero de los
principios
y después de
ellas mi-smas. ¿·Cómo combatir el marxismo y el
materialismo
capitalista cuando
se ha aceptado
la paliahra igual
dad? Sí, es fácil
refugiarse en
fos distingos,
separar la igualdad
civit y la
igualdad social, la :igualdad de derecho~ y la igualdad
de los
bienes. Pero el -sufragio se ríe de tales sutilezas, Marcha
rectamente
hacia adelante y, a
quiell. se 1e opone, contesta: "Ya
sabía yo que no érais demócratas.
Apa,rentáhais aceptar la dem.o•
cracia
para
salvar vuestro dinero y
continuar oprimiendo al
pue·
b1o. Merecéis ser
castigados doblemente". Y con
arreglo a
los
principios de la
religión democrática,
debe decirse que _el
sufra
gfo universal
tiene razón.»
Además:
«Hay instituciones que corrompen a los hombres. Una de ellas
~s, sin duda, la demoeracia. _y lo es porque obliga a requerir al
elector
en
la
misma forma que fo hace el demagogo. Para decidir
a
su favor
a la
mayoría, deben multiplicarse
Jas promesas, laa
mentiras
y
fas apostasías.>
« ... la ide~ o cu.ando menos cl vocabulario democrático: ''ia
soberanía
del pueblo" ... ,
"la igualdad para todos" ... , "el derecho
a esto" ... , "el derecho a aquello" ...
Todas
estas palabras suenan
muy
bien en todos los oídos.
El úni'co temor
de los
hombres de
orden es
no
parecer suficientemente
demócratas y
para que no
se les acuse de reacción, multiplican ilas proles~ las prendas
ofrecidas,
fas abdicaciones. En el camino de la demagogia acaban
por correr más de prisa que los demagogos profesionales, pOrque
éstos,
a fin de cuentas, no tienen
necesidad de
demostrar su celo.
La
buena democracia
se desvanece
así · como
un espejismo.»
1389
Fundaci\363n Speiro
Y, por ese camino:
«La tiranía estátista, la esclavitud y lit expropiacron del indi
viduo serán
la consecuencia normal de ::t-a, política democrática.
Poco importa que esta po'lítica engendre la ruina y la desdicha.
La democracia se
desa.rroll-ará como
un teorema (o como una en
fermedad), con
indiferencia
absoluta de
las
consecuencias.
»Hay, sin dud-a, escalones de descanso.»
Pero. de hecho, siempre:
«Las leyes se multiplican mientras que la libertad se restrin
ge, los monopolios crecen, los presupuestos Se hacen cada vez más
y más excesivos, insoportables y expoliadores.»
El segundo aspecto, ha sido varias veces mostrado por V allet de Goy
tisolo:
DEMOCRACIA y PARTICIPACIÓN POLÍTICA no concurren; y hoy
aquélla excluye ésta, por el
peso de
la
aliénnation totale y por la inter
r,osición de
los partidos
--q_ue se confunden con
el Estado- donde impera
el partido
úni'co, el mayotitari'á o,
fádlmente, con el bipartidismo o con
el
"consenso"-, que
se
sobfeponeii a la representaci6n natural
del
país
feal
que
es · suplantada.
·
Antonio Papell, continúa el artículo del que antes hemos extractado
y transcrito varios párrafos, y propone:
«El antídoto que puede poner término a esta sintomatología
indeseable no
es otro
que
!la participación
ciudadana en
la-cosa
pública. Por su intermedio, el pueblo de este país tomará con
ciencia
de que
el futuro es una tarea colectiva y pendiente y se
interesará por él. Pero la participación no podrá lograrse en modo
·allgnno mediante una incÍtacíón proselitista
que
áborde las téc
nicas del marketing.»
«... los partidos habrán de adquirir un contenido y una es
tnicitura demoerátic~
de modo que sean verdaderos cauces de
orgá:nización de la, participación y la convivencia en una direc
ción ideológica y no sólo meNS maquinarias de acceso al Poder ... »
Pero, para una verdadera organización de la participaci6n, posible
mente no
harían
faUa, o
tal
vez incluso
estorbarían,
los partidos
políticos
ideológicos, o pragmáticos del poder, que
hoy sufrimos.
La conclusi6n de
Carlos: Valverde, en su también referido artículo,
es
más concreta y rotunda:
1390
Fundaci\363n Speiro
«A la España de hoy, evidentemente, no le sirve ei modelo
político
marxista. Pero tampoco
le
sirve -y me parece no me
nos
evidente si
se lee
la historia de los dos
últimos siglos y de
fos cuatro últimos años--el modelo liberd-decimonónieo, anglo
sajón.
Si a ellos les basta organizar.se para vivir confortablemente
y
consumir,
á nosotros no. Ni nos Organizamos ni nos sentimos
satisfochos con éso. Nuestras raíces, [as que nos-dan identidad y
vida,, se hunden
en otra tradición mucho
más profnnda y bella.»
Su propuesta, buSCa soluciones objetivas, tradicionales y realistas:
«He pensado a veces si mirando de frente y con realismo al
presente e intentando
preveitir el
futuro, no sería
la hora
de
crear
un
organismo que analizase
con, total sinceridad la realidad de
hoy y estudiase los posibles
modelos futuros
de
sociedad y
de
política. Los modelos liberales
y decimonónicos
ó mejor diecio
chescos-no
parecen
dar mucho más de sí y sus resultados, al
menos
entre los
latinos, no han
sido ciertamente
alentadores como
para confiar en
el humanismo que han creado y en. su porvenir.
Si un equipo
formado por
economistas, sociólogo.s,
historiadores,
poOíticos, juristas,
filósofos
y
tieólogos se pusiesen a la tarea
conjunta del estudio
y
la reflexión,, es fá'cil que pudieran ofrecer
alternativas
---eomO ahora
decimos- a esta sociedad española
que,
digaee lo
que se diga,
se encuentra
en
~-fios decadentes-y
camina
sin un
rnmbo -seguro. ¿Por
qué no pensar que
podría
mos
encontrar y ofrecer
fórmulas nuevas de convivencia y parti
cipación
a los pueblos latinos y
iatinoamerieanos? ¿Por
qué
de
pendemos
siempre de los
modelos anglosajones
y
franceses?
¿Por
qué no volver a beber
aguas limpia-s y
renovadoras
de las
fuentes vivas y
seculares ·de inspiración politica? ¿Por
qué no
arriesgarse
a crear, digan
lo que dijeren los nórdicos-, y por qué
empeñamos en repetir
-errores cien veces cometidos?
¿Por qué
no contar
más con la rea1idad original y propia de un pueblo
Siempre
vigoroso, con una hi,storia y una< tradición
humanística
milenaria, y menos con lo que
han hecho o hacen los. otros euro
peos para hacer nosotros como .ellos? Si fuimos capaces de
alum
brar
veinte naciones
cuajadas en
esperanza, si fuimos
capaces
de
crear
el Derecho de
gentes y el Derecho
intemacion-~ ¿no
lo
seríamos ahora,
en este momento incierto del mundo, de ofre
cer modelos de humanismo social y político que diesen a los
hombres motivos
altos para
vivir y
para trabajar? ¿Hemos de
quedar siempre reducidos a máquinas de producir y de consumir
porque así
son los
anglosajones?»
1391
Fundaci\363n Speiro
En VERBO, núm. 169-170, de noviembre-diciembre de 1978, páginas
1413 y sigs., ne>s hicimos eco de lQ clara distinci6n formulada por Iean
Madiran, en su libro "LEs DBUX DEMQCR4.TIBS" (Paris, Nouvelles Editions
Latines, 1977), entre democracia clásica o natural y democracia moderna
o totalitaria.
La clásica no consistía sino en un modo de designación de los go
bernante,, y no pretendía el monopolio de la Justicia política. La demo
cracia moderna, en cambio, se autoestima el único régimen justo y con
sidera inmorales e ileg[h.,nos los regímenes no calificados de democrátí'cos;
no circunscribe la funci6n de la mayoría del pueblo a la designación de
los gobernantes, sino que la extiende a la definición de lo bueno y lo
nial:o, lo justo y lo injusto. En esto consiste la soberania popular, inma
nente e ilimitada. y, por tanto, tendente al poder totalitario que, en nom:..
bre
del pueblo,
asumen sus elegidos.
En
este extremo, la
democracia moderna, surgida de la ''volonté gé·
néralo" enunciadt, por Rousseau, la ha sobrepasado, porque, según nos
recuerda
Juan Luis Calleja, en su artículo SINGULAR PLURALISMO, apare·
cido
en
EL ALCAZAR del 18 de julio de 1980:
«Que la legitimidad viene del puCblo no está claro m. para
los inventores de la teoría. El propio Rousseau dice que
"el
gran problema do la poU,ica. que yo comparo al do la cmtdrt1lura
del círculo, es ~ unai f
•tLa ley es una imp~ celeste ... ".»
En cambio, como Juan Vallet de Goytisolo escribió en su artículo
¿CoNsrnUCIÓN o ANTICONSTITUCIÓN?, publicado en LA REVUE UNI
VERSBLLE DES FA.IS ET DES IDÉES, núm. 50, de enero-febrero de 1979,
y reproducido en su libro "MÁS SOBRE TEMAS DE HOY°' (Madrid, Speiro,
1979), la Constituci6n española de 1978, según resulta especialmente de
sus artículos 1, 23, 66, 69 y 117:
1372
Fundaci\363n Speiro
«... excluye del restrictivo concepto .. constitucional de demo
cracia toda concepción quo, aun aceptando el sistema del sufra
gio universal, rechace que la ley y la justicia sólo emanen de la
voluntad del pueblo.
»Por lo ·tanto, quedan excluidas constitucionalmente del con
cepto de
democracia con5:titucional bis únicas admisibles
como
cristianas l!legún Pío IX, León Xill, Pío XII y Juan XXID, pues
si bien estos papas reconoc_ieron la licitud del principio electivo
de los gobernantes, declaran la ilicitud de considerar al pueblo
como fuente de todo
derecho y de toda autoridad.»
También la vi'gente Consh"tución española recoge otra característica
considerada
como básica en la democracia moderna. a pesar de que ex
plícitamente
la había rechazado su padre Rousseau, consistente, según
el
mismo
Vallet explica en su citado artfculo, en el
«... pluralismo político, en virtud del cual se coD11s1ona a
los
partidos
políticos para encauzar "la voluntad 'popular" y la
''participación política"' como "instnunento fundamenta'l"
de
ésta,
a fin de concurrir a la "formación y manifestación" de aquélla
(art 6).>
Los fH:ZFtidos vienen a significar la sustitución, en las Cortes o Par-
4,mentos, de
los intereses
realea. de las regiones,
los
municipios, las cor
poraciones, universidades y colegios, por lar diversaa ideologias que los
partidos representan. Nos lo viene a decir
Femando Chueca Goitia en la tercera plana de
ABC del 31 de mayo de 1980, con el titulo IDEOLOGÍA, PARTIDO Y ES
TADO, de donde transcribi'mos:
«La ideología es, pues, sustantiva a los partidos políticos y
en última
instancia fuente de su legitimidad. Las bases que
cons
tituyen un partido son, a
imagen de la forma del Estado demo
crático
de derecho, las que
ejorcen, a
través de los
Congre50s,
el
gobierno de
los partidosª En ellas podemos decir que reside
la
soberanía partidista. Ellas
tienen, por lo tanto, que proponer
y aprobar, en
su caso,
la línea
ideológica.>
Pero veamos, según prosigue el ml°Sf!lO.· afticulo, lo ocurrido:
«Siguiendo entonces la pura ortodoxia democrática, en un
régimen
plurafütta y
de
libre competencia partidista, el Estado
carece de ideología y recibe,
según las
alternativas
o mudanzas
Fundaci\363n Speiro
del electorado, es decir, del pueblo soberano, la ideo-logia de
turno. El Estado 186· conrierte · en · ese ideal aséptico que podía
llegar casi a désapareoor a fuerza de no intervenir o interv"ienir
.mínimamente.
Como ha dicho Oetavio Paz, "los liberaleSJ creían
· qu,, gracias al desam;lk, de la libre empresa fk,receria la socit,
dad civil y, simuli:án......,.te, la funcü>n del Emulo se reduciría,
a la de simple supervísor de la evolución espontán.ea de. la hu
manidaie'. Los marxistas, por un camino totalmente dif'ere-nte,. por
d. de la máxima intervención inicial, pensaban que una vez ins
taurado
el socialismo, el
Estado desaparecería.
Vanas quimeras
que
han conducido a los Estados más fuertes que ha conocido
la Humanidad.
»Una
.y otra ideología, la liberal y la marxista, han fracasado
ª este respecto y si son sinceros los que las propugnan tienen
que
convenir en
ellO. El Esiado existe y, · a'll1lque haya que li..:
ma.rle sus garras, hay que contar con él.
»Adeniás, sí' él &tado ha de ser Como los pÍanetas o satélites
algo que, ideológicamente, sólo
tiene luz reflejada, la que
recibe
de los partidos que, en -su caso, obtienen el triunfo electoral,
se plari-tea otro· tipo dé; problemas. El más grave de ellos la pre
caria ,estabilidad del
Estado
MÍ sometido, en teoría, a· li.mprevi
sibles
fluctuaciones.
» ... Péro no, d Estado tiene también· su propia ideolo.gía,.
que
no es otra
en los ·regímeiies eo~titucionales que
la
propilr'
Constitución.
A su v~ la Coll&titución ha sido couSeeuencia de
los partidos mayoritarios ,que impusieron su voluntad en la le
gislt1ura
constituyente. ·
»La Co-nStitu.ción · ea, 'poi' tanto, una ideología no de un par
tido, sino de
una serie de partidos ·o de un consenso nacido de
ellos. Este es el caso de la Constitución del 78 o Constitución
del eol1senáo : .. »
Qllízás por eso, por lo del •~consenso", interrogó Vallet de Goytisolo::
¿CONSTITUCIÓN o ANTICONSTITUCI6N?, y respondió:
«Una verdadera Constitución, desde sus_ más remotos antece
dentes, en
los Usatjes de BarCelona y en la Carta Ma;gna inglesa-~
trata
de asegurar
a los súbditos
las libertades que
el poder
políti
co
debe·respetar, y
de sefialar unos límites ciertos·a ese poder.
E1t
cambio,
el texto que va
siendo aprobado,
en virtud del
consenso
Y-de la: disciplina · de partido, de diputados y senadores, facultará
a -quienes
maña"na detenten
el poder para imponer
el modelo de
sociedad
que prefienui: capitalista,· soCialdemócrata,
socialista
o,
Fundaci\363n Speiro
,comunista; Una· ConstitU.cióli de· gomti, como· eóeomiásticamente
se ·ha ·dicho, no es una Constitución, sino todo Ío contrario, Es
una anticonstitucÍÓU.)
Por eso, vigente esta ''Constitución", resulta muy difícil conseguir lo
qu'e Chueca· Goitia propugna, apuntando contra la ideología utópica del
partido comunista:
« '. .. · ya ·partimos dei que el Estado y no sólo los partidos tienen
ideología· y también tenemos que convenir en que 18 ideología:
de los ·partidos· legales tiene qu.e estar inscrita en la ideología
del
Estado como una fi-gora geométrica puede inscri:bir1te en
otra, ocupándola enteramente o
parcialmente, pero siempre sin
exeedu · de sué límites o fronteras, lo que -equivaldría a lo mismo
que arroJarse ·a· la ilegalidad.»
«... tÍle parece ·un contrase'lltido o un delito de leso &tado
legalizar
un partido
poilítieo que en su ideario, de forma posi
tiTI4 postule principios que
son
anticonstitucionales. Esto equi
valdría
a ·aceptat el qtm· eBe partidÓ; mia vez en el poder, derro
eáría la· ·constitución del miBmo EstadO que lo legaliZó. Ya sé
que en la Pfáctica constihlcional ese contrasentido -lógico se ha
aceptado y ·se acepta, amparado en el manto, que todo lo cohij~
del
concepto
oposicf;órr..)
«: .•• su:Pefadas ·todas las utopías, 'baáadas en·un mundo idílico
en el que desaparee.ería el EJJtado, hay que contar, por lo tanto,
no sólo con
que
el Estado existe, sino COlll algo más: con que
el Estado tiene legal y' ·deinocráticamente sancionada su. propia
ideología, marco irrehasable de las ideologías de los partidos que
aee-Ptan y concurren a la construcción de ese mismo EstadO.
»Es ac-haque-de los ideólogos considerar que, pue&to · qué el
programa· o idéología pertenece M · tiampo de la· teoría política,
caben en
él
los más
imposibles y· acariciados ideales,, áqUfl-llo
que
se
estima como
la
máxima bolldad y la máxima perfección,
a las que se debeill dirigir nuestras esperanza~ eomO la rama,
de
la
hipérbole -trata de aoel'earse más y más a la asíntota. Por
e,so' los progtam8s e idearios P,olííie:os han pecado tántas veces
de utópicos y casi Siempre de imposibles.
»Cuando se trata de' explicar 'las ideas que no·s mueVen, · Iladie
prescinde
de apelar a las más elevadas y
sublimes y muchas
-v~ tattlpoC:o se. ·presciride de· las ideas dé otros para poder
ganái-3 todos los· piiños, con lo (JUe·-se- Cae en el equhroco, cuan-
1375
Fundaci\363n Speiro
do no en la contradicción, complicando y enmarañando las cosas
con peligro de provocar posteriores couflietos. Y no queremos
hablar ahora de aquellos programas que son enmascarad.ores o
de aquellas ofertas que se hacen al electorado eon la boca pe
queña,.
»iDec:íamos
antes: que la idoologia es la pal6Dte de legitimidad
de los
partidos, y
en ello
estamos. Pero queríamos decir tam
bién que la ideología no lo puede todo y que si el teórico de
un partido puede lanzarse con vuelo caudal hacia las más altas
cimas,
también puede caer con estrépito desde la altura, eomo
un nuevo Icaro. La ideología debe ser algo muy realista, claro,
simple,. ceíi'ido y contundente ... »
Esta postura lógica de Chueca Goitia se halla contradicha por un
hecho que la
erperiencia comprueba,
como nos recuerda
Louis Salleron
en su articulo DEMOCRACIA y COMUNISMO, publicado en ITINERAIRES,
núm. 236, septiembre-octubre 1979, y traducido al castellano en VERBO,
núm. 187, julio-agosto 1980, págs. 851 y sig,:
«... nuestros hombree políticos, nuestros periodistas, nuestros
ideólogos, usan de la mi.ama palabra pan hablar de las demo
eraciu populares y de las democracias liberales y jamás han
proaerito el comunismo frente a la democracia.»
Son fieles al monopolio de esta palabra, concedido en Y alta a todos
los
regímenes vencedores de
la segunda guerra mundial. Y ast, en efecto:
«El Partido Comunista Fran~ jamás ha sido considerado
eomO un cuerpo extraño a la República. Todo lo contrario ... >
Igual puede decirse que ocurre hoy en la constitucional monarquía
parlamentaria española. Y ocurre
así a pesar · de que Santiago Carrillo
había sido explícito · antes del reconacimiento del partido comunista por
el
régimen español postfranquista y preconstitucional. Basta
releer
Dn
MAIN L'EsPAGNE (París, Ed. du Senil, 1974), del que, como advertencia,
ya-nos hicimos
eco en estas .. ILUSTRACIONES CON RECORTES DE PERIÓDICOS",
en VERBO, núm. 133-134 (marzo-abril 1975, págs. 566 y sigs.), y como
recordatorio, insistimos reproduciéndolas en VERBO, núm. 158, septiem
bre-octubre 1977, págs. 1110
y sigs. Pues bien, para el Secretario del
Partido Comunista Español,
se trata (págs. 196 y sigs. del libro) ...
1376
«... de hacer intervenir cada día más el poder de las ~
a todos los niveles en el desarrollo de la sociedad. Esto requiere
Fundaci\363n Speiro
la toma del poder, no por el partido comunist~ sino por el
conjunto de las fuerzas que tienen un proyecto común de
avance hacia la· sociedad socialista. Y esta toma de poder debe
ser democrática,
es
dooir, que
debe realizarse con el apoyo
de
la mayoría del pueblo lo nuís posible. En el curso del proceso,
va a llegar
un momento en el cual la democracia social va a
ser superada
por las
necesidades de
profundización de la
demo
cracia
en el sentido del
socialismo.»
Pero, el momento de la ruptura puede llegar:
« ... · cuando la acumulación de cambios cuantitativos en las
estructuras y
en la
.superestrnctura habrá creado en los
países
de Europa una situación sin
retorno posible al capitalismo ... »
« ....
Si debe .llegar un momento de ruptura violenta con las
viejas
estrncturas, es preciso esperar a que ent_onees ocurra que
las
fuerzas de izquierda
estén en el gobierno del país.»
Y, previamente (págs. 190 y sigs.), ya advertfa:
« Yo digo que el EstadQ continúa siendo el aparato de domi
nación clasista, pero pienso que hoy los revolucionarios pueden
hallar en
el iuterior de ese aparato aliados que van a contribuir
a
cambiarlo desde dentro.
»Trataremos
de ganar en
ese
aparat·o el mayor número de
aliados posibles.>
No importa para ese fin, lo que. él mismo confiesa (págs. 192 y sigs.):
«Nosotros no tenemos tra~ción .den,iocr_átiea.»
«El Cretinismo parlamentsrio del que hablaba Lenin no· es
nuesÍra e~ennedad.»
Su criterio es, pues, el de esperar cautelosamente el momento opor
tuno (pág. 198).
Es, pues, muy cierto lo que en ABC del 1 de junio de 1979 recor~
daba Antonio Papell, bajo el titulo LA DEMOCRACIA REAL:
« ... Ya Ortega explicó a los estudiantes berlineses-que, des
pués,
de
Y alta,
el vocablo en cuestión se ha convertido en una
ramera que cohabita con
varias significaciones. Y~ en efecto.
1377
Fundaci\363n Speiro
cuando no ap~ece en su escueta simpli_cidad se adorna con ma
tices y abalorios de toda indoley y no hay
apenas dictador o
ti
rano que no la adapte, conv-en.ientemente embadurnada, a la ter
minología oficial de
su
pec_uliar régimen, casi nunca, con otro
propósito que la tentativa
camaleónica de homologación con unos
vaj.ores reconocidos y casi siempre en un auténtico alarde de
sarcasmo.»
Sin embargo, estamos viendo actualmente dos planteamientos de la
democracia
formal:
Unos la
consideran un medio, como ocurre con los comunistas que,
con
ella. pretenden alcanzar la denominada democracia
material, ut6pica,
pero que
sí conduce
al
totalitan'smo a través de
la denominada dictadura
del proletariado.
Otros la
estiman un
fin en sí misma.
Lo cierto es que el .planteamiento de los comunistas y de sus com
pañeros de
viaie y tontos útiles
ha predominado en Nicaragua y domina
en el tratamiento
por los medios de comunicación
social de la situación
iberomnericana (Chile.
El
Salvador, Bolivi'a, Guatemala,
etc.). Los
par-
tidarios de la democracia--fin, _y los· ·propúgnaáores de. la democrácia
medio, es decir, los comunistas que inspiran esa política, se alían en be
neficio
--aunque los primeroa no
lo pretendan- del
avance del
totali
tarismo marxista, destrozando toda posibilidad de
alianza entre quienes
--demócratas o n~ no
quieren caer en el
archipiélago GULAG, al
que conduce el totalitarismo comunista, para lo cual, muchas veces. la
democracia es
incapaz de
constituir_ un valladar
s6Udo y, a
menudo, es
un cauce utilizado para introducir la subversi6n dialéctica que trata de
destruir todas las estructuras,
sanas o
enfermas,
de nuestra sociedad.
Favorecen esta
operatividad ·marxista, en lQ.f ·democracias · modernas,
otras
caracteristicas
que
se requieren para que
un régimen pueda cali
ficarse "realmente" de democrático:
-el
derec}w a
la
manifestació1,1, pública,
que emplean las fuerzas sub
versivas, organizados y muchas veces subvencionadas desde el
extnm;ero;
el derecho á la huelga, con admisión de piquetes "informativos",
que,
de hecho,
no se
limitan a informar. sino que actúan coacti
vamente con finalidades más. frecuentemente
políticas y subver
si'vas que
verdaderamente
obreristas;
- y
la
li_bertad de
prensa, de la cua_l los propios periodistas quieren
ser
árbitros, del mi~mo modo qf#! se
erigen en supremos jueces
de la
justici~ de la_ verdad y del bien, mientras celosamente de-
1378.
Fundaci\363n Speiro
Jienden su propio monopqlio, protf!Cido. y _subvencionado, de. todos
los medios de comunicaci'6n social: escritos, auditivos y audio~
visuales.
Esta última faceta del monopollo de la verdad, por quienes, en gene
ral, intelectualmente
son poco
solventes, cuando
no totalmente insolven
tes, y no prestan garantfa moral, real, puesto que se les presupone y ellos
sólo pretenden monopolizarla, rlo s6lo constituye la amenaza social más
grave para ·el buen
funcionamiento
de la democracia,
sino que la hace
más ut6pica en la práctica.
A este propósito, traemos a colación dos párrafos del articulo HACIA
OTRA SOCIEDAD, firmado por Carlos Valverde y apareci'do en ABC del
14 de noviembre de 1979, que recortamos a continuación:
«Haee unos años, un-a · agencia de publicidad se anunciaba
con esta exhortación al público: "No·· piense, nosotros pensamos
por uated." ·Era · el · colmo del descaro: ¡ En una sociedad demo·
crática y libre, invi~mos a no pensar!
»'Eso lo decía una agencia, D:iedio en broma, parat buscarse
clieotes. Pero, sin bl'Oma, eso es lo que en las 'Sociedades con
temporáneas r-eali¡,.an impunemente otras agencias
y otras ofici
nas de información. La conformación o deformaieión de las no
ticias,
según determinados intereses· económicos
o
políticos; la
repetición
insistente
de detenninadas: ideas en momentos o es
pacios estratégicos; la selección de imágenes; el desdén· que cae
provocadamente sobre personas que conviene arrinconar o la
sublimación de
otras
que conviene exaltar y tantos otros medi0tt
descubiertos
por la ·psicología y el estntmmilismo para apode
rarse
de la
mente y de las pulsiones afee-tivaa de las masa&, están
en manos de. poderes ocultos o semipúblicos. Estos conocen per,.
fidc;tamente las técnicas de manipulación y las ejercen de tal
forma que la. verdad es que permiten a la mayor. parte de: lo&
hombres pensar muy poco. Decía Renán que en el siglo xvm
se disponía de la libertad de pensar, pero que, en realidad, se
pensaba tan poco ·que apenas s.ervía para nada tal libertad. ¿No
se podría
decir hoy algo
parecido b
Nuestro amigo Rafael Gambra, en su artículo EL "REFLEJO CONDI
CIONADO" NACIONAL, publicado en ROCA VIVA, 153, de septiembre de
1980, ha
comentado
a este respecto:. "Asf SE VENDERÁ CENfRO O SOCIA
LISMO COMO SE
VF.NDE COCA-COLA <;> JABÓN LAGARTO".
La gravedad de est~ denuncias llenas de sadismo, es tanto mayor por
cuanto impUca
el
paso del
criterio objetivo y cualitativo
al subjetivo y
1379
Fundaci\363n Speiro
cuantitativo que, en definitiva, es básico en la democracia, aunque cons
tituya su quiebra.
Juan Luis Calleja, en su articulo EL PODER DE LA MANIFESTACIÓN, pu
blicado en
ABC del 31 de mayo de 1979, hacía esta observación:
«... ¿ do · dónde viene la pÚlahra manifestación? Del latín
,ecksiiístico: '"hecho o medio por
el
cual Dios se manifiesta
y
;llega a SCr sensible". Los hombres y sus partidos decidieron ma
nifestar&e, tamhlén, y pronto vinieron
los redactores de los
De
rechos
del
Hombre
,a¡ proclamar: "Nadie d~ ser inquietado por
sus . opiniones,
con tal que su manifestación no turbe el orden
público".»
Y, ¿cuando turba el orden público? ... A veces tarda años en pertur
barlo, pero llega al fin a subvertirlo grave
y profundamente. ¿Quién ;uz
ga
ésto con suficiente perspectiva,
si los
propios detentadores del dominio
de los
mass media son quienes conforman la llamada opinión· pública,
real
o aparente?
El poder de la manifestación mayoritaria es un hecho deformante,
bien
subrayado por Juan Luis Calleja en su últimamente citado artículo:
«Las ideas de un hombre necesitan demostración. Cien mil
·homhr.es parecen la demostración. De ahí la frase consagrada
"hubo una demostración popular" de esto o de aquello. El len·
guaje, la letra y
la
música del :individuo cambian de magnitud
y
de sentido cuan.do .eon música,
letra y lenguaje de la
muche
dumbre.>
Pero las contradicciones
de la democracia no concluyen aquí. El plu
ralismo, y
m consecuente pluripartidismo, nos ofrecen
otra muestra. Para
mostrarlo vamos a
comenzar por retomar el
artículo
SlNGIJLAR PLURA
LISMO,
de Juan Luis Calleja, dél que, al principio ,de estas "ILUSTRACIO
NES",
hemos -recortado un párrafo, y del que áh.ora seguimos haciéndolo:
«Los principales fundamentos de la democracia inorgánica
son una hipótesis, que la legitimidad dimana dol pueblo soberano;
un
hecho, que las idea& plurales existen; unai pretensión, que
la
democracia inorgánica representa el pluralismo; y un simu.
Wcrd, que el voto de la mayoría ea la voluntad general.»
Sobre estos fundamentos se han montado,
1380
«... filuis anteojenis para fijar.se exclusivamente en el sistema
de
partidos como único
capaz de representar· el pluralismo de
las eósas además de las ideas.»
Fundaci\363n Speiro
Pero:
«En ninguna de las democracias sólidas del mundo está bien
representado el
pluraHmio. Lo.e Estados Unidos. Inglaterra, Suo
eia,
por
ejemplo, son
puebl.os divididos
en
tres bloques princi•
pales:
un
par
de ellos que votan a uno de los dos grandes par
ti.do8 y otro que no vota a nadie. ¿ Qué pluralismo es é&te? ¿ Sólo
conciben
dos ideas esos países?
Para
entender lo
que
les sucede,
basta recordar los
consejos que nos regalan los anglosajones:
»----Tengan ustedes talento práctioo. No se dispersen en mu
chos
partidos. Formen sólo dos y apliqnenee al juego del poder
alterno.
>0 sea: "Renuncien al pluralismo, conformándose con el hi
frontismo o no funcionará su pluralismo".»
Lo cierto es que:
«Este admirah1e consejo se aproxima al punto de vista de
españoles devotos
de la
democracia. inorgánica que tachaban
de
disparatado
el gran número, de grupos políticos aparecidos,
no
porque no
fuesen independientes
y
sinceros, sino
porque "la
mayoría de
ellos no pueden tener
fuerza"·. Sin embargo, ést.e
sería el pluralismo
que buscan, porque si en una nación con
treinta y cinco ·millones de 'habitantes imaginativos surgen dos
cientos partidos, será porque han
tenido doscientas
ideas, que
no
son tantas y no sé si
mer.ecieron aquella zumba en torno
a
los
"grupúsculos" y
a la
escasez de
alfabeto para nuestra
eose
e:ha
de siglas. Lo
que no resulta
lógico :es pensar que, con ·e1
sistema de partido~ el pl~alismo, bien representado en el legis
lativo,
puede gobernar desde el
ejecutivo. Por eso, las
democra
cias inorgánicas
que funcionan bien renuncian al
pluriparridismo.
Las otras, con ver~der-o pluraliámo en el Parlamento padecen
inestables
gobiernos indecisos coaligados con
tijeras y
alfileres.»
Consecuentemente se produce una inconsecuencia en la lógica demo
crática pura, contradictoria con uno de
sus presupuestos
fundamentales:
«Esa es una de fas paradojas de la demoeraciá inorgánica con
mfragio universal: ,se funda en el derecho -ail pluralismo y una
de dos: o preseinde
de él para funcionar o pone en peligro el
sistema. O adnnti.mos que ingleses,· yanq~, suecos ;y demás sólo
son
capaces de
concebir un par
de ideas, o reconocemos que
dos
partido_s no
representan el pluralismo. O suponemos que
italianos, españoles o
portuguw.ies tienen
magníficos gobi'el"Ilos
1381
Fundaci\363n Speiro
fuertes y estables o reconocemos que el pluralismo ha heeho de
5llS gobiernos lo que son en realidad.»
«
...
La
elección por ma:yoda obliga
a
organizS:r partidos enor
mes que engullen las ideas individuales como la topadora aplana
la tierra arrastrando flores y semillas. Esas moles multitudinaria,s
inutilizan el peDA-miento prive.do de los hombres que no tienen
más remedio
que agruparse para
ganar, bajo denomina-dores
co
munes muy netos, aceptados por instinto de conservación más
que por íntimo discurso. Saben que las ideas propias sólo cons.
tituyen partidos pequeños
sin esperanza y desemhoeatl en las aguae amorfas de los dos colosos protagonistas, diluyéndose en
-ellas.»
De ese modo:
«El matiz y la calidad ideológicos se sacrifican en la boca
rajada
de las urnas que sólo entienden de cantidades, para sal
var lo
esenci-al: la
propiedad, la libre
empre~ la
revolución, lo
que sea. Y es que eil sistema de representación plural se convierte
en ,sistema de enfrentamiento
entre dos bloques que mon'tan alternativas dramáticas. Y, en vez. de votar lo que se piensa, se
vota muchas veces contra
1-o que
se teme:
un
inglés liberal vota
a los conservadores. contra el Iaboriamo->
El voto en contra, más que el voto a favor, e~ lo que otorga el triun
fo.
En resumen:
« ... si la pluralidad de_ lae ideas se quiere reflejar en la plu
ralidad
de partido,s y remita que el pluripartidismo genera la debilidad, urgirá una solución que, sjn menoscabo del número
ni
d·e su
presencia sagrada ,en el legislativo, apuntale la vida y
la influencia
de las ideas populares
lubricando
·al mismo
tiempo
la máquina
gubernamental.
»J;Qué
fórmula es?, ¿qµé ley electoral ~ des<;ubierto la so
lución? Lo ignoramos. De-ben hallarla quienes sostienen que la
madre
-del cordero democrático-es el pluralismo ,-· su represen
tación
a
través de partidos.
>Singular pluralismo, ·este pluralismo ta-u singular, que jus
ttifica un sist-ema y, al parecer,· lo desequilibra.>
Veamos ahora lo que escriben en Francia. Para ello acudimos a LE MONDE del 6 de Neptiembre de 1979, donde leemos un artículo que en
1382
Fundaci\363n Speiro
su temática SZfStantiva no podemos compartir,_ pero que en la perspectiva
formal
de la democracia es muy revelador. Está firmado por
Jacques
Robert,
profesor de ciencias pol!tic;as en la Universidad de Paris, y se
titula LEs IMPOSTORES DE LA DEMOCRATIB, del que traducimos los riguien
tes
párrafos:
«Franeia es una democracia. Una gran democracia represen
tativa, liber_~ h~ razonable y sobria ...
>¿ Quién podría, en efecto, negar seriamente que desde hace
mucho
tiempo
el sufragio es universal, 1las l1as elecciones -multi
plicadas (presidenciales,_ legislativas, senatO'rial~ cantonales, mu
nicipal-es, europeas ...
,)-
se desarrollan li.breme-nte, que los par
tidos
poütieos participan en la expresión de la VOfZ popular, quo
las grandes libertades-son todavía propiedades del mayor nú
mero?»
Sin embargo, denuncia entre "las imposturas -inaceptable$,---<. de la
democracia":
«l,n,p0$tU.TfJ ,ilectonil, ante todo:
:»iEl penoso espectáculo de la elección para el parlamento eu
ropeo, la resume plenamente.
» ... La ley del 7 de julio de 1977 -votada, no-obstante, por
una
amplia
mayoría- no tan sólo ha, fijado un tope mínimo de
repr-esentati.vidad (5 % ) que limita de ese modo las ·.poeibilidades
de las. pequeñas listas. Deaiberadamenre ha entorpeeidt,t, además,
su participación en· la consulta electoral volviendo a _poner en
vig,or
una vtieja disposición del
Código
electoral que. prevee que
el Estado no reemho'.lee. el costo dd papel e impresión de fos
documentos y de los gastos ~ inscripción sino únicamente a los
candidatos que hayan obtenido por lo menos el 5 % dW;, los su
fragios. Estos gastos
en total son eonBidierahle&, por lo cual 1-os
pequefíos parllidos pobres qúedrui descartados 4e, la confronta
ción,
pues renuncian a presentar listas o renuncian .a i,mprimir
más
que las papeletas de VOi».
>Excluidos ya de [as ondllt8 donde triunfa, por lo demás des
igualmen~ e1l mo-nopolio die los ~, lo son también de las
o&cinas.
)iPor una singular ironía .del destino. tal discriminación epa,
rece en el contexto de una representación proporcional ... »
Pero, además, esas elecciones "europeas", se. planteaban
Fundaci\363n Speiro
«... ante una interrogación confusa (se votaba por Europa
-pero, ¿cuál?-o para Rtlymond Barre -pero, ¿-B1Cerca de qué
política-) se ha respon·dido dudosamente ... »
Y advierte:
«El ciudadano -así ,se ha visto recientemente- comienza a
cansarse de que periódicamente se le llame para conceder un
eh-eque en blanco a un .. representante de'[ pueblo", al que tal vez
no encontrará jamás y que, preso, asimismo, en una compleja
red de reglas hizantin~ creerá gobernar en su nombre. Siendo
así
que, como es bien sabido, por la decisión económica, la ver
dadera decisión rea1, la que toma el ''manager" o el tecnócrata
advertido e informa-do, se modela y transforma efectivamente la
-existencia cotidiana de cada uno.:i,
Esa impostura electoral qué hemos visto denunciada en Francia por
el
profesor J acques Robert en LE MONDE, la vemos en grado más ele
vado
en
EspafúJ por
la subvención de los partidos políticos proporcionaJ
a
sus anteriores
éxitos electorales, credndose
as1 un círculo vicioso en
torno a las victorias futuras.
Uno de
los editoriales de
ABC del 17 de
enero de
1980, se ocupa de esas subvenciones, y del m1'smo recortamos
los
pá,rrafos que
siguen:
1384
«La necesidad, o la conveniencia, :si se prefiere este término,
de subvencionar con fondo_s públic0s a los partidos políticos para
facilitar el tránsito de la ,dictadura a [a demoa&cia, haciendo
posible
así un norma'J. de&an'olló de las primeras convocatorias
electorales, nadie la discute. En último término, carece ya de
sentido di,scutirla. Es agua pasada. es asunto cancelado. Y no
merece 1'a pena reconsiderar-lo aunque el prOoeso de reforma,
política haya costado a'l Tesoro pú'.hlieo ---'eS decir, a los contri
buyentes-un total de 18.233 millones de pesetas,. según cifras
recientemente publicadas, desde 1976.
»Pero sí merece atención, y niuy _seria, que se prosiga, aun
que -sea por seffldumhre a Ulla ley vigente, manteniendo e'l mismo
sistema de subvencionar a la política ---como a cualquier sector
económico en -crisis o a cualquier producción que se juzgue digna
de protección- con fondos presupuestarios. Ni el normal juf;'go
democrático de los partidos, ni la normalidad de las convoca
torias electora[l.es, deben convertirne para los contribuyentes en
una servidumbre económica irredimib-le.>
Fundaci\363n Speiro
La justificación resulta 'difícil. De una parte:
«Oontinuar como hasta ahora, con subvención por los votos
obtenidos, es someter a injusto tributo, aunque sea indirectamen
te, a quienes no eon afiliados; a quienes pueden ser, para mayor
ironía,
.aidvel"S8rios políticos,
y a
quienes,. para colm0t no
han
votado.
A.sí, no se asienta una democracia verdadera; así, única
mente
se
mantiene, en una especie de "uv:i presupuestaria", una
apariencia de democracia o una' demoCl"aeia falseada.>
Y también de otra:
«Soportamos, de aña-didura, un·a graVl8lma cns111 económica.
Esta crisis repere.ute inevitablemente en los gastos público~ pr&
sionando con -enorme incidencia en capítulos destinados a sub
vencionar necesidades cuya primacía no parece discutible: el paro,
1a Seguridad Social, la enseñanza, etc. ¿ Cómo, ent-onces, justifi
car que ,se dedi'(JUen fondo& públicos a 1-a subvención de los par
ti-dos que compiten en unas elecciones?>
Por lo demáa, Antonio Papell,· en su antes indicado articulo LA DE
MOCRACIA REAL, comenta el concepto de democracia.
« ... abreviadamente, gobierno de la mayoría con respecto a
las minorías, reeom,·cimiento de las libertades burguesas y eoDr
trol del ejecutivo por el legislativo. Pel'O esta· definición, o cual
quier
otra
más completa y estricta que puede: dai'8e, !ffl, como
todas las definici.one~ formali-sta y
teórica.
Es decir: que si bien
expresa unas condici-ones institucionales sine qua mm,. no entra
para nada en la fenomenología social; no desciende -o ascien
de, según se mire-a la imbricación de su sistema .conceptual y
normativo
en el sistema
social. Y la democracia, como
cualquier
otro de los regímenes, se hace con hombtes, · cori grupos., con
colectividades, sin
que quepa
hablar de una
snuperestrnctura po
lítica
desvincUOOida de
la
realidad.
>El ré~men
actual español no ~ con toda evidencia, un
dechado de
virtudes ni ha calado hondo
todavía en el país ni su
práctica cotidiana
ha conseguido liberarse de la mediOeridad. FJ
pueblo, por su parte, no sólo continúa ·desinteresado por la pro
blemática pública -siempre cabría como justifie'aeión de· ello
la despolitización 001 pasado--, sino que tampoco manifiesta nin~
gún intm'és por salir de la abulia .y el marasmo. Por úitimo, es
clara la ·desconexión, que a veces llega a ser preocupante abismo,
1385
Fundaci\363n Speiro
entre lo que inquieta a · la clase· poUtica y lo que quita fil sÚefio
a los espafioles de a pie. Y, sin embargo, todo el complejo ins
iituciona[ y cortstitucionail: es absolutamente correcto, sin ninguna
,quebradura que ha~ ·dudar de la pureza ideal del sistema.>
Entre el pueblo y sus representantes, no se advierten apenas "circuitos
de
comunicaci6n" .
..«... Los partidos '---Dinguno de ellos--no son estructuras pi
ramidales en las que los
flujos ideológicos circulen del vértice
a
la
ba-ee y viceversa ... »
«,.·. el Parlamento, ·en ·lugai de abordar con propósito cons
tmctivo
y
con
ponderada serenidad los gra-ves problemas pen
dientes
que
siente como. propios el hombre de
-la
calle,. divaga
sobre e-1 Sexo de los ángeles y otras banalidades afines en un
clima tal de intensa p,olJ.itización que ee pierde cualquier liga
zón
posible· entre la comunidad y sus teóricos representantes.»
« ... que la democracia institucional no es, no está siendo, una
democracia real,-porque ni los ·diputadOiS y senadores vibran sin
crónicamente
eon el e4eet0-rado.,-ni laS rencillas acres de las Cor
tes son un
trasunto de ilai polémica ideológica del pais, ni las
wnductas públicas discurren
'motivadas - 'por una ética democrá
tica antes que por los imperativos
reglamentarios.
Diriase que
se· confirma [a jocosa-col18tatación d-e Jaime Oainpmlmy escrita
en nn articulo antológico
no muy antiguo:
la democracia. esi el
gobierno · de los menos '8lte la deses.peraálm, de los más,· que son
quienes los han elegido.»
Pero ese distanciamiento no es exclusivo de Españ.a. Los "represen
tantes del pueblo" al que no les une mandato imperativo alguno,
son
propiamente "represemantes de su partido", del
que
reciben ·instruccio
nes
y consignas prácticamente imperativas, para conducir al · país en la
dirección ideol6gica
del propio
·partido.
¿A d6'nde vdmos asf conducidos? ¿Hacia una mayor libertad demo
crática? Carlos Valverde, en su antes citado articulo HACIA· OTitA socrn
DAD, reflexiona tras la lectura del' libro de nuestro amigo Thomas Mol
nar: EL SOCIALISMO SIN ROSTRO (Epesa 1979), y comenta:
1386
«... Cuando todos ereiaDIOS que por el movimiento dialéctico
pereda anunciarse
una cónvergéncia de
los
siatemas liberal-dem.o
erático- y marxis~
· es decir, un· "socialismo de' roStro humano",
Fundaci\363n Speiro
como el que buscaba la primavera de Praga, Molnar, al analizar
con agndetza iJ.e situáción política del mundo actual, llega a la
conclusión de que más bien caminamos hacia un "socialismo. sin
rostro", es decir, hacia regímenes cuasi-totalitarios, sin teoría ni
ideología pl"eci-sa, si no es el desmTollo económico.
»Han caído en descrédito lo.s viejos presupuestos que se lla
man demoeraeia, liberali-smo, caPita-lismo, comunismo, orden co-ns
titucional, Parlamento,
pluralismo,
partidos
políticos, proletaria
do.
lucha de clases, etc. Carentes dé una idieología estruetuml, los
nuevos
Estados
propenden, hacia· un ahsoiutlsnio y hacia un pa·
terll'alismo estatal omnidirigente y omniprovidente ·qD'e busca su
estabilidad en apoyatum
lógicas
y
no quedan otros
recursos que los legales y coactivos,
pero significa también que las instituciones y los conceP,tos ilus
trados en los que se fundamentaban· las democracias y los mar
xismos eran arena movediza y hoy ya muy removida.
»¿ Qué son ahora los partidos poilíticos sobre los · que se asien
t-an las democracias liberales, sino nuevos feudos de un jefe o
de
una élite? ¿ Qué es el Parlaménto, ,S]no dgo parecido a un
lugar
.. de complot?»
Máa rotundo resulta el articulo de Jacques Madaule: VBRS L'ETAT
ABSOLU, aparecido en LE MONDE del 14 de diciembre de 1979:
«Distraidos por loa; escándalos a domicilio y oyen:do. a lo lejos
(aunque hoy nada esté v'erdade-ramente lejos en este planeta al
que
puede dársele la vu~t!a ·en 90 minútos) el estl"épito de los
imperios que se hunden, nos encaminilmos sua,ve pero inexora
blemente, hacia una situación en la· que alguno,s utol}istas ha
bían
soñado. El
Estado, es decir,
el
apal'llto del poder, está pro
visto
hoy
de tales medios qUe no debemos sino 'R su henevofon
cia las pocas libertades
que nos quedan. Es fo que Giscard d'Es
taing nos recuerda en cortés disertación ·cada vez qtie nos honra
con
sus confidencias.
»Es verdad: el
Estado absoluto
se halla
a
nuestras puertas, y
no
es ese Bntigno fasci1smo, eón CI que nos· amena-zan de&de hace
tantóS afíos, ni laS dictaduras militares, más o menos crueles Y
abyectas que deshonran [es ·ft4cia personal, del. aut,or del, artícu
lo] América Latina y algunos otros continentes, Esta es la chata
y
·vu[gar tiranía -que estigmatizaba Platón hace veinticinco siglos,
mientras cóneluía 'de
diseñar su Repúblicf4. en la ·quC precisa
mente tomaba forma la inmortal· idea del E.atado absoluto. Este
1387
Fundaci\363n Speiro
haría 1Ul8 bella CVl'era filosófica hasta Hegel,., que at!abó poc
contempl.larlo casi realizado bajo la forma del Estado burocrático
prusiano.
La aheITación del ilu-stre filósofo ha hecho sonreír
durante mucho tiempo a una ciega y ligera posterioridad.
»Hoy Jestamos en
él! Pero esto se realiza con tal suavidad
que
apenas
nos damoa cuenta. El bello f-ilm de Wagda nos mues
tra una dolorosa operacil>n social cumplida "sin anestesia". Pero
nosotros aquí, en Occidente, estamos bajo anestesia. Pulsamos ino
centemente el botón de nuestra "tele", eseucliamos · llue&tro tran
sistor
y no nos damos
cuenta de que enseguida: hemos sido to
mados de la mano, manipulados por los medios audiovisuailee,
ante
los -que: nos bailamos casi totalmente desanúadós'.; ' Se com
prende porque
ell gobierno. defiende-tan acerbadamente su mo
nopolio.
Lo _ audio?i&11al. se ha convertido, en el curso de los
treinlla últimos _afios. en unó de los· órganos esenciales del apa
rato del poder, es decir• del Estado ... »
Por otra parte,
«... el Estado y el Gobierno Sé confunden, pues este último
eis tan duradero como el primero, mediante ialgunos cambios de
faz, a los
cuales obligan IJ.os ti·empos además de
las
vicisitudes de
la existencia humana y ciertas ambicionés e impaciencias que
e& preciso satisfacer.»
Y erplica:
«El
Estado oahsoiluto es aquél en el que no solamente 'los fu.n
cionarios han -dejado de ser ciudadanos.i sino en el cual todos
los
ciudadanos se mD. · convertido en frmcionarios, de tal modo
que nin.gana iniciativa tes e
pio
del Estado_ e& ser totalmente introv.ertido, vuelto hacia sí
mismo, y carecer
de
otra
perspectiva, sino la de su propia, per
severancia en ser.»
La perspectiva del Estado ilbsoluto nos muestra dos graves defect09
de ·la democracia moderna. Uno, el .de la dinániica de su lógica interna,
y
otro, el
de
su contraposición a una· auténtica participación de loa ciu•
dadanos.
El primer mpecto ha sido destacado por José Luis F.emández Solana
en su artículo LA TIRANÍA ESTATISTA, publicddo en EL PENSAMIENTO
NAVARRO del 13 de agosto de 1980, en el que ex:plica:
1388
Fundaci\363n Speiro
«... la democracia es otra cosa rhuy distinm de -un ,sistema
de
elecciones
y asambleas. La democracia es una doctrina a cuyas
últimas
consecuencias
uno no puede hurtarse, una religión que
no tolera
ninguna otra.»
Es así porque:
«La democracia vive y se desarrolla a despecho de los hom•
bres que
la, sirven. Tiene su lógica inoorna, -su
-potencia
íntima,
y no es posible sustraerse a ella. Cuando se Mentan determinados
principios es
preciso resignarse a 1Ias consecuencias, porque las
consecuencias, por- decirlo
as-i, nacen primero de los
principios
y después de
ellas mi-smas. ¿·Cómo combatir el marxismo y el
materialismo
capitalista cuando
se ha aceptado
la paliahra igual
dad? Sí, es fácil
refugiarse en
fos distingos,
separar la igualdad
civit y la
igualdad social, la :igualdad de derecho~ y la igualdad
de los
bienes. Pero el -sufragio se ríe de tales sutilezas, Marcha
rectamente
hacia adelante y, a
quiell. se 1e opone, contesta: "Ya
sabía yo que no érais demócratas.
Apa,rentáhais aceptar la dem.o•
cracia
para
salvar vuestro dinero y
continuar oprimiendo al
pue·
b1o. Merecéis ser
castigados doblemente". Y con
arreglo a
los
principios de la
religión democrática,
debe decirse que _el
sufra
gfo universal
tiene razón.»
Además:
«Hay instituciones que corrompen a los hombres. Una de ellas
~s, sin duda, la demoeracia. _y lo es porque obliga a requerir al
elector
en
la
misma forma que fo hace el demagogo. Para decidir
a
su favor
a la
mayoría, deben multiplicarse
Jas promesas, laa
mentiras
y
fas apostasías.>
« ... la ide~ o cu.ando menos cl vocabulario democrático: ''ia
soberanía
del pueblo" ... ,
"la igualdad para todos" ... , "el derecho
a esto" ... , "el derecho a aquello" ...
Todas
estas palabras suenan
muy
bien en todos los oídos.
El úni'co temor
de los
hombres de
orden es
no
parecer suficientemente
demócratas y
para que no
se les acuse de reacción, multiplican ilas proles~ las prendas
ofrecidas,
fas abdicaciones. En el camino de la demagogia acaban
por correr más de prisa que los demagogos profesionales, pOrque
éstos,
a fin de cuentas, no tienen
necesidad de
demostrar su celo.
La
buena democracia
se desvanece
así · como
un espejismo.»
1389
Fundaci\363n Speiro
Y, por ese camino:
«La tiranía estátista, la esclavitud y lit expropiacron del indi
viduo serán
la consecuencia normal de ::t-a, política democrática.
Poco importa que esta po'lítica engendre la ruina y la desdicha.
La democracia se
desa.rroll-ará como
un teorema (o como una en
fermedad), con
indiferencia
absoluta de
las
consecuencias.
»Hay, sin dud-a, escalones de descanso.»
Pero. de hecho, siempre:
«Las leyes se multiplican mientras que la libertad se restrin
ge, los monopolios crecen, los presupuestos Se hacen cada vez más
y más excesivos, insoportables y expoliadores.»
El segundo aspecto, ha sido varias veces mostrado por V allet de Goy
tisolo:
DEMOCRACIA y PARTICIPACIÓN POLÍTICA no concurren; y hoy
aquélla excluye ésta, por el
peso de
la
aliénnation totale y por la inter
r,osición de
los partidos
--q_ue se confunden con
el Estado- donde impera
el partido
úni'co, el mayotitari'á o,
fádlmente, con el bipartidismo o con
el
"consenso"-, que
se
sobfeponeii a la representaci6n natural
del
país
feal
que
es · suplantada.
·
Antonio Papell, continúa el artículo del que antes hemos extractado
y transcrito varios párrafos, y propone:
«El antídoto que puede poner término a esta sintomatología
indeseable no
es otro
que
!la participación
ciudadana en
la-cosa
pública. Por su intermedio, el pueblo de este país tomará con
ciencia
de que
el futuro es una tarea colectiva y pendiente y se
interesará por él. Pero la participación no podrá lograrse en modo
·allgnno mediante una incÍtacíón proselitista
que
áborde las téc
nicas del marketing.»
«... los partidos habrán de adquirir un contenido y una es
tnicitura demoerátic~
de modo que sean verdaderos cauces de
orgá:nización de la, participación y la convivencia en una direc
ción ideológica y no sólo meNS maquinarias de acceso al Poder ... »
Pero, para una verdadera organización de la participaci6n, posible
mente no
harían
faUa, o
tal
vez incluso
estorbarían,
los partidos
políticos
ideológicos, o pragmáticos del poder, que
hoy sufrimos.
La conclusi6n de
Carlos: Valverde, en su también referido artículo,
es
más concreta y rotunda:
1390
Fundaci\363n Speiro
«A la España de hoy, evidentemente, no le sirve ei modelo
político
marxista. Pero tampoco
le
sirve -y me parece no me
nos
evidente si
se lee
la historia de los dos
últimos siglos y de
fos cuatro últimos años--el modelo liberd-decimonónieo, anglo
sajón.
Si a ellos les basta organizar.se para vivir confortablemente
y
consumir,
á nosotros no. Ni nos Organizamos ni nos sentimos
satisfochos con éso. Nuestras raíces, [as que nos-dan identidad y
vida,, se hunden
en otra tradición mucho
más profnnda y bella.»
Su propuesta, buSCa soluciones objetivas, tradicionales y realistas:
«He pensado a veces si mirando de frente y con realismo al
presente e intentando
preveitir el
futuro, no sería
la hora
de
crear
un
organismo que analizase
con, total sinceridad la realidad de
hoy y estudiase los posibles
modelos futuros
de
sociedad y
de
política. Los modelos liberales
y decimonónicos
ó mejor diecio
chescos-no
parecen
dar mucho más de sí y sus resultados, al
menos
entre los
latinos, no han
sido ciertamente
alentadores como
para confiar en
el humanismo que han creado y en. su porvenir.
Si un equipo
formado por
economistas, sociólogo.s,
historiadores,
poOíticos, juristas,
filósofos
y
tieólogos se pusiesen a la tarea
conjunta del estudio
y
la reflexión,, es fá'cil que pudieran ofrecer
alternativas
---eomO ahora
decimos- a esta sociedad española
que,
digaee lo
que se diga,
se encuentra
en
~-fios decadentes-y
camina
sin un
rnmbo -seguro. ¿Por
qué no pensar que
podría
mos
encontrar y ofrecer
fórmulas nuevas de convivencia y parti
cipación
a los pueblos latinos y
iatinoamerieanos? ¿Por
qué
de
pendemos
siempre de los
modelos anglosajones
y
franceses?
¿Por
qué no volver a beber
aguas limpia-s y
renovadoras
de las
fuentes vivas y
seculares ·de inspiración politica? ¿Por
qué no
arriesgarse
a crear, digan
lo que dijeren los nórdicos-, y por qué
empeñamos en repetir
-errores cien veces cometidos?
¿Por qué
no contar
más con la rea1idad original y propia de un pueblo
Siempre
vigoroso, con una hi,storia y una< tradición
humanística
milenaria, y menos con lo que
han hecho o hacen los. otros euro
peos para hacer nosotros como .ellos? Si fuimos capaces de
alum
brar
veinte naciones
cuajadas en
esperanza, si fuimos
capaces
de
crear
el Derecho de
gentes y el Derecho
intemacion-~ ¿no
lo
seríamos ahora,
en este momento incierto del mundo, de ofre
cer modelos de humanismo social y político que diesen a los
hombres motivos
altos para
vivir y
para trabajar? ¿Hemos de
quedar siempre reducidos a máquinas de producir y de consumir
porque así
son los
anglosajones?»
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