Índice de contenidos

Número 213-214

Serie XXII

Volver
  • Índice

Los obispos americanos y el «pacifismo»

LOS OBISPOS AMERICANOS Y EL "PACIFISMO"
POR
THoMAS MoLNAR
En el enfrentamiento de Occidente con la Rusia soviética
cada movimiento, cada gesto, cada expresión tiene su impor­
tancia. Más aún si se trata de la orientación moral y religiosa
dada por sus abispos a 50 millones de católicos americanos. Y
son estos obispos quienes están a punto de concluir la redacción
de una
Carta pastoral

sobre la Justicia
y ía Paz cuyo único ob­
jeto es
analizar la

doctrina católica sobre
la «guerra justa» con
referencia a un posible conflicto nuclear cuyo principal peso
recaería sobre los Estados Unidos. La tercera
y última versión de la Pastoral está prevista para
junio, tras de que el Papa haya podido
estudiar et texto. De
momento se está todavía en la segunda versión discutida por la
confetencia episcopal
en novilembre

de 1982, en Washington.
Esta ha levantado una tal controversia que
la redacción de una
última versión se ha hecho
problemática. Los
episcopados de
Francia y Alemania han enviado a Washington sus comentarios,
muy críticos; pero, por haber llegado
en el último instante, no
han podido' jugar
el papel que ciertos obispos americanos es­
peraban de ellos. La rapidez estuvo, una vez más, de parte de los soviéticos: la delegación moscovita ha
restregado esta

segun­
da versión
--que propugna

la paz prácticamente a cualquier
precio, y el
desarme casi unilateral-

a los interlocutores ame­
ricanos en la conferencia
sobre el

desarme en Ginebra. «Mirad,
han dicho a los conturbados americanos, lo que vuestro propio episcopado dice sobre el
empleo ,

de los MX y sobre vuestro
rearme
bajo la

presidencia de Reagan».
373
Fundaci\363n Speiro

THOMAS MOLNAR
¿De qué se trata, en suma, en este asunto?
La guerra de Vietnam, durante
la cual los obispos america­
nos nada habían criticado, tuvo sus efectos más tarde en su
mentalidad y en su actitud. Esta guerra inspiró a los miembros
del
dero, .la idea ·de. que su: :¡,,µs representa una· de, JJil; mayores
fuerzas
de injusticia
en e1

mundo, en vez de ser, de acuerdo con
su vocación, el armonizador
de' pueblos y

el portavoz de los
pobres, factor de progreso, .de
lih\,11ad y

de democracia. La
guerra de Vietnam coincidió también con el final del Vatica·
no II, y, en otro plano, con
el hundimiento de la buena doctrina
en la enseñanza de los seminarios. Si, por la
diferencia ·de edad,
no

ha salido todavía una nueva generación de obispos de estos
seminarios
«izquierdizados», .al menos un

nuevo equipo de
cié,
rigos ha tomado posiciones como «expertos» en ciencias socia­
les y políticas en el seno de )as comisiones episcopales. Los pro­
pios

obispos
americauos -y algunos lo confiesan y deploran....:...
se

comportan como presidentes de
grandes empresas, y eso
aumenta el poder sobre ellos y sobre los asuntos en curso de
los jóvenes «especialistas» que redactan los
docilmentos que

el
«patrón» sólo

tendrá que firmar.
Si
el Vietnam ha iniciado el camino del «progresismo»' en
la jerarquía católica americana, el Salvador· lo ha llevado a tér·
mino.

En las mismas puertas· de
los Estados
Unidos, los
pegue,
ños

países
· de

la América
central se presentan

fácilmeute como
víctimas de las «multinacionales»,
nuevo nombre

del
«capita,
lismo»

americano. Paso a paso,
con la·
ayuda de los·
,«mass mee
dia»,

una
buena parte

del episcopado ha sido sagazmente
adoc­
trinado.

Los proyectos de rearme del
presidente Reagan han
desencadenado
el segundo

proceso,
el. de la denuncia de las ar­
mas nucleares, y, por esta grieta,_, más sutilmente, la condena
de las armas y de la propia defensa. Y la gigantesca empresa
del pacifismo. mundial aborda así
al conjunto -poco preparado
intelectualmente""-de · los obispos de. Estados·

Unidos.
Según uno de ellos
-Y no de los menores-:con quien he
conversado 'largamente, cábe

·
pado de hoy: una minoría de exaltados,
tlna minoría de mode-
374
Fundaci\363n Speiro

LOS OBISPOS AMERICANOS Y EL •fülCIFJSMOi>
rados, #eles al papa, .. Y .una )Ilay<)ría igµaJ y fundamentalmente
m<1derada, pero influible

por lo.s
sloga11s del: día; por «la ima.
gen» que

dan los
medios . de ·propaganda,.· por. la opinión · públi,
ca.

Nada de nuevo en ello, pues es
el esquema habitual en .todos
los

grupos; pero de los detalles de.
tal situacióo se desprenden,
ciertos

aspectos
de interés. La historia .de la «segunda versión»
de, la futura Carta pastoral evidencia la manipulación sufrida por
los . obispos y -la preyisible orientación de ll;tl número sustancial
de católicos .
. La

gran mayoría de los obispos no está al corriente de
la.
orquestación

que ha precedido a
la conferencia de Washington
en
el pasado noviembre. · Entretanto, los «grupos de investiga¡
cióo». se mostraron hasta tal punto activos que
el 4 de noviem,
bre,

a
poco de las elecciones parciales para la .renovación de
senadores, de diputados y de gobernadores, casi a quince días
de la. dicha conferencia, el núcleo
pacifista había

conseguido re­
sultados nada desdeñables. La presión sobre los obispos se rea
forzó haciéndoles ver que
nQ podían

dejarse distanciar
del ele­
mento progresivo del electorado. En ~ primeras horas de la
conferencia, antes de iniciarse los trabajos propiamente dichos, los organizadores -su nombre oficial es «facilitador»- habían
ya sometido a los obispos unos cuestionarios aparentemente·
ofi:
dales

en los que
la. respuesta
«pacifista» les era sugerida. En la
creencia de que se
trataba de

un documento sin
Jmportancia;
todos

rellenaron el cuestionario.,.
que, fµe hecho

públiOo rápi­
damente por los periodistas iraductores
de la. sala, a . pesar de
la

previa promesa de que los resultados de esta semiencuestá
serían estrictamente confidenciales
.. Así, en plenos trabajos ul­
teriores, pudieron los obispos leer en los periódicos que ellos se inclinaban, eh su mayoría, por el
desatme, la abolición de las
«nucleares»

y
por la

paz a cualquier
precio. ·
Sin

embatgo;
el episcopado,· en su conj.unto, no recibió -más
que

alabanzas· moderadas por.
parte." de.
los· medios de difusión;
los héroes
de• la

prensa. fueron
ttes-obispos
que se considerabah
como las
reencamac;iones de .los profetas judíos, que habrían
estado,

·· en cualquier
circunstancia, : por [a. paz. Interpretación.
Fundaci\363n Speiro

THOMAS MOLNAR
falsa, porque los profetas de Israel habrían, lógica y sobriamen­
te, considerado la situación en su época del pequeño pueblo ju­
dio cercado

de ambos,
lados por

las «superpotencias», Asiria
y
Egipto. La neuttalidad, la no-alianza -pero en absoluto el «pa­
cifismo»-- se impondrían. Los Estados Unidos se encuentran en
· una situación opuesta. Son una de las superpotencias sobre cu­
yas espaldas descansa la protección de numerosos aliados. Lo
que no fue obstáculo para que el obispo Mathiesen, de Tejas,
quisiera prohibir a los obreros el trabajo en las fábricas de ener­
gía atómica;

para que Hunthausen, obispo de Seittle, declarara
a la fábrica atómica local como «el Auschwitz» de su diócesis; y para que el obispo Gumbleton, de Detroit, atacase hasta a la doctrina de la Iglesia para proclamar a toda guerra ilegítima,
inmoral, contraria a la
posición de

la Iglesia «de los ttes pri­
meros siglos».
Frente a estas «grandes voces proféticas y apostólicas»1 como
les llamó una cierta prensa, los obispos «moderados» han tenido
reacciones tímidas y «semi-clandestinas». Han querido a toda
cOsta evitar el inscribirse falsamente 'cÜntra la ens·eñanza doc­
trinal, contra

la enseñanza de los cuatro Papas
ele la «edad ató­
mica» y contra
el parecer claramente expresado por el Vaticano.
Pero buscan igualmente salvaguardar
la solidaridad

episcopal y
servir a la causa de la
humanidad mediante

«un mensaje de
vida». Saben lo suficiente como para reconocer en la famosa
«segunda 'versiófl» una toma de posición que roza los límites
del pacifismo, pero precisamente 'por esto se inclinan a suscri­
bir una tertera verSión en que ciertos pasajes peligrosos sean
suprimidos o suavizados. Esta actitud ele extrema prudencia es
tanto más popular cuanto que muchas de las cartas que los obis­
pos reciben por parte de los fieles dejan de lado las considera­
ciones
políticas de
Washington en materia de armamento
ató­
mico y se limitan a recomendarles que no desobedezcan ,a Juan
Pablo
II. En este campo, sin embargo, «obediencia»
y «desobe­
diencia» se convierten en problemas de
difícil discernimiento.
La tentación es asi grande de optar por una fórmula «ni carne
ni pescado» que permita a los
'obispos progresistas justificar con
376
Fundaci\363n Speiro

LOS OBISPOS AMERICANOS Y EL «PACIFISMO»
su apoyo una oposición casi total a los proyectos concretos del
gobierno. La segunda versión, en efecto, no pone los puntos sobre las
les.
Baña su

texto en una fraseología emotiva y
utópica. Exhor­
ta

a. Washington a buscar la paz y el
desarme. No
pone la gue­
rra fuera de la
l'ey. Pero

a fuerza de utilizar
términos vágos · y
edulcorados

hace creer, con su lenguaje milenarista, que la hu­
manidad está a la puerta del paraíso, y que únicamente la gue­ rra, agravada infinitamente por las
armas atómicas, obstaculiza
su

entrada. Leyendo el texto se tiene la impresión de que
el
episcopado americano ha adoptado la consigna del filósofo britá­
nico Bertrand Russell: «antes rojo que muerto». Y esto hasta
tal punto que algunas personas lúcidas en el ambiente de los
obispos moderados los ponen
-en guardia

contra
el peligro de
una nueva acusación de «americanismo», lanzada contra el ca­
tolicismo demasiado optimista, demasiado pelagiano ( del monje
Pelagio, siglo rv, que enseñaba qui:
el hombre puede salvarse
por sus solas obras, sin la gracia divina), por León XIII a fines
del siglo pasado. En efecto, la adopción de la segunda versión
equivaldría a decir a los fieles que su modo de vida es tan per­
fecto gracias a las realizaciones dé la democracia, etc., que arries­
garlo en una guerra no sería razonable. El confort, diríase, an­
tes que las verdades de la
fe.
La esperanza de los moderados · se cifra, a fin de cuentas,
en los sucesos por venir, mezclados, sin embargo, en cada etapa
con alguna recaída. El primero de año, el Soberann Pontífice ha
destacado con energía
en su
declaración
sobre la.
paz la necesi­
dad de negociaciónes graduales, siempre con garantías, sin las que nada
solido se construiría para

los
pasos siguientes.
Pero, al
mismo tiempo, los primeros días de enero han traído el nom­
bramiento del Arzobispo de Chicago, Monseñor Bernardin, para
el rango de 'Cardenal. Este Bemardin es el jefe destacado de
los
progresistas, hasta
el extrmo de que el clérigo-sociólogo An­
drew Greeley,

cuya
obra novelesca raya en· la

inmoralidad, y
cuya oposició a
la H umanae vitae alcanzó grados escandalosos,
es
quien abiertamente

intrigó para la
· elevación

de su «protegi-
377
Fundaci\363n Speiro

TEJOMAS. MOLNAR
do», Bernardin, de. Cincinnati (Ohio) a la sede prestigiosa de
Chicago. Se pensó que esta campaña notoria y descarada.le
des­
prestigiaría;

sin embargo,
B•rnardin no
es
, hoy solan:,ente Car­
denal,
.. sino

también el
presideµte de
la comisión encargada de re­
dactar
la tercera versión. de la Carta Pastoral sobre nucleares.
Hay que .imaginar el trabajo, que se
ha realizado en petit comité,
rrabajo
que ha permitido a Monseñor Gumbleton, ya. citado,
hacer días atrás esta ruidosa. 'declaración:
la segunda versión e
la

válida: el episcopado no volverá .apenas sobre esa formula­
ción.
Queda aún la esperanza de que los episcopados alemán y
francés, a quienes la tercera versión .será, en principio, -sometí,.
da en el mes de mayo, se opondrá a uo lenguaje tan radical.
Piensan los moderados que sus colegas no querrán oponerse a los deseos de prelados
tan prestigiosos

como los europeos, que mi­
den con mayor rigor los peligros de un pacifismo avalado por un documento de la Iglesia americana. Olvidan, en su opti­
mismo, la presión que· ·en sentido conrrario ejercen los
obis•
pos

de
América del ,sur, que siempre se apoyarán en el argu­
mento de
'l)!le Washington
ha despreciado, explotado
y colo­
nizado a scts pueblos.

He
aquí la

ocasión -para
El Salvador,
Nicaragua; Argentina, Chile---de corregir ese error, si no por
el Washington de Reagan, al menos por la población católica
de Estados Unidos, representada por la uoanimidad de sus
obispos'. No hay que presuponer, por
consecuencia, que

las posibles
objeciones del
episcopado franco-alemán pesen

en la balanza.
Y, ¿quién sabe si el
Soberano Pontífice

tendrá mayor
influen­
cia? Es cierto

que desde
el comienzo de la redacción (primer0
versión), el Vaticano -al que se sometió uo anteproyectc,C-.
ha reelaborado las forníctlaciones excesivas y recomendado ame
plias

reformas; pero, entre tanto,
las pasiones y las posiciones
se han. ido exacerbando y
el' ala

«profética» del episcopado
se
ha

situado muy lejos de uoa declaración razonable y ortodoxá.
La solidaridad. jugará
seguramente un

papel de importancia, y
no serán los entusiastas: quienes
-0torgarán mayores roncesiones.
Fundaci\363n Speiro

LOS OBISPOS AMERICANOS Y EL «P,!CIFIS-MO»
Porque; seamos sinceros,. no se trata sólo de obispos, dígase,
de sus consejeros, ei ra de
!os medios ,;le información.
Es en
d interior mismo de la
Iglesia
americana dond" .la partida.

parece estar ultimada. Resu­
mo aquí las confidencias que he recibido de dos o tres
obis+,
pos, cuyo trabajo ,dfariri. con.siste · en conversaciones con --sacer,:.i
dotes y religiosas de la «nueva ,c,J.a». Tal religiosa -"-me dice
Monseñor
X-se sienta frente a mí, vestida a la moda del día,·
con una trabajada labor de pduquería, y me habla en un tono'
que

ninguna joven se permitiría en absoluto. Me reprocha
(y'
a través de mi a los obispos .y a la misma Roma) que nuestra
«priotidad» no es
«la pobreza

en
el lli.undo». Le respondo (ha'
bla el obispo) que · si ella y sus hermanas en religión se avinie-'
ran

a
vivir: d~' nuevíi modestamente eri sus "convehtos y no exi­
gieran apariamentos
a. todo

confort, si
'wfüajasen en

hospitales'
y es~elaS de V'ci:' d~ 3Sistir a nrltines, -1~1
-Igle~ia econOniizaríá y
podrfa dar más a los pobres, etc, Entonces la religiosa ,ne mira
desafiante
y exclama: sus argumentos .son, una cortina de humo,:
un

pretexto para ocultar su falta de interés'
hacia los· verdade­
ros
niales que

afligen a la humanidad: las guerras,, las
multina­
cionales,

la intolerancia con las tnujeres, los homosexuales, las
minorías ...
Fin de un diálogo, que recomienza diez veces por día. Y que
tuvo su gran manifestación explosiva en dos ocasiones recien­
tes: el 12 de junio de 1982, en la gran marcha de protesta an­
tinuclear que dio trabajo
y problemas a todos los policías de
Nueva
York. Los

diversos grupos se concentraron en la catedral
de San Patricio, en la
(iluinta Avenida, y se condujeron de un
modo indescriptible. ¿Qué grupos ( todos católicos)? Los domi­
nicos por la paz, las lesbianas por la paz, los homosexuales, los
niños, los parados, los curas casados, etc., todos por la paz.
Según confesión de policías, rara vez se ha visto un desfile tan
indecente, tan desenfrenado.
Servido este aperitivo, la conferencia episcopal de noviem­
.. bre, más disciplinada, no hizo más que ratificar la opción de la
Fundaci\363n Speiro

THOMAS MOLNAR
calle con «trucos», como la encuesta para la ·deliberación in­
terna, intra-episcopal, pero publicada enseguida.
Habrá ahora que esperar hasta el mes de junio. Tres posibi­
lidades se dibujan, sin excluir otras,
imprevisib11es, pero

todas
de la mano de los «progresistas», únicos que toman iniciativas
en este orden de cosas: la publicación de la «segunda versión»,
con modificaciones mínimas para salvar
· la cara de los modera­
dos; la publicación de una «tercera versión» con modificaciones
sustanciales que pongan las cosas en orden; la suspensión in­
definida de la publicación con nuevo comienzo de consultas_
Dado que se trata del episcopado
p~rteneciente a
la primera po­
tencia
política y militar del planeta, cada una de las posibili­
dades tendrá graves consecuencias no sólo para
Jos católicos
sino
también para el .mundo entero
y sus relaciones de fuerza. Sin
prejuzgar el futuro, incluso el cercano,
s~ puede

ya dar por
probable que será la primera posibilidad
la que ,s.e realizará:
una
Carta Pastoral en forma correcta, con un contenido de te­
sis pacifistas que equilibrarán blandamente párrafos sacados
. de
la doctrina oficial de la Iglesia.
Los moderados respirarán con alivio; los radicales conside­
rarán a esa Carta como ~a primera etapa ...
Fundaci\363n Speiro