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Número 217-218

Serie XXII

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La Iglesia y la cultura

LA IGLESIA Y LA CULTURA
LA CULTURA POPULAR
Al,soluta necesidad de una cultura religiosa y oración para
aceptar en plenitud toda la Revelación.
«El cristiano debe darse también plena cuenta del gran valor
"de su religión.
»La religión católica fue revelada por Jesucristo, el Hijo de
"Dios encarnado, muerto en cruz y resucitado; por tanto,¡ es una
"religión única y exclusiva, está garantizada por el Magisterio de
"la Iglesia; sigue siendo misteriosa porque es
¡livina, y
es exigente
"porque es salvífica. No puede cambiar, porque deriva de la misma
"inmutabilidad de

Dios creador y revelador.
»Por eso, es hoy cada vez más necesaria. una cultura religiosa
"metódica y completa; es necesario inculcar el sentido del mis­
"terio,
la
absoluta necesidad de la oración, para aceptar toda la
"Revelación y practicar en su plenitud
la ley moral; es necesario
"formarse en la humildad de
'fa mente y en la fuerza de la vo­
J>Juntad.
,,
»El cristiaµismo es ,,na doctrina, pero es, sobre todo, una
"vida, que

resulta más comprendida cuanto mejor se practica,
y
"viceversa; el problema no es tanto la nmasa") sino fa comunidad,
nen la

cual
cada persona

se encuentra con Cristo
y se hace a su
"vez testigo e instrumento de redención de la humanidad.»
JuAN PABLO II: Alocución a los peregrinos
de las di6cesis de Reggio Bmilia y Guastalla
(Italia), el 4 de octubre de 1980. L'Osservatr>­
re Romano~ edición semanal en lengua espa~
fiola, afio XII, núm-51 (625), domingo 21 de
diciembre de 1980.
Necesidad de una cultura religiosa profunda.
« ... como lo prueban el Nuevo Testamento y toda la Tradi­
"ción, el

anuncio de la fe es inseparable de la reflexión de la
787
Fundaci\363n Speiro

"Iglesia sobre la Revelaci6n que se le ba confiado y del diálogo
"con la cultura de cada
'fpoca. Ve aquí

ha
nacido y se ha desa­
"rrollado lo

que /lamamos
teología. La andadura teológica, por
"una parte contemplativa, es indispensable para
Va evangelización.
"Como

siempre en momentos de
crisis de civilización, hoy
su
"tarea es
ardua. Necesita pioneros dispuestos

a dedicarse a ella
"enteramente con el espíritu de
fe, fidelidad

confiada
al Magis­
"terio y coraje que caracterizak a otros grandes servicios ecle­
"siales. En este campo la lglesif, _ que está en Francia posee tra­
ndiciones ricas y muy renombr{!das. Os toca a vosotros obispos
"ocuparos del relevo (l,e generaciones. Los tiempos que se acer­
" can verán desarrollarse una
ct,¡ltura profana

prodigiosa
que no
"de¡ará de

poner en causa todavía más al Evangelio.
La mera
"espontaneidad apostólica
redu~ida a una especie

de empirismo,
"por muy generosa que sea., ahora menos que nunca conseguirá
"garantizar por sí sola ,!/ anuncio de la Palabra de Dios.»
JUAN PABLO II: Alocución a los obispos del
sur de Francia en visita «ad Limina Apostolo­
rum». L'Oss_ervatore Romano, edición semanal
en lengua española, año X)/, núm. 7 (737), do­
mingo 13 de febrero de 1983.
La cultura católica en su plenitud de razón y de fe.
«Si "la cultura es aquello por lo que el hombre en cuanto
"hombre se hace más hombre"
(Discurso a
la UNESCO, 2 de
"iunio de 1980), resulta enseguida evidente el
cuidado que

de­
"bemos
tener por

la
cultura y su

difusión. Va en ello el destino
"del hombre, y la

Iglesia se hace, por tanto, directamente res­
"ponsa[)/e. Todo

lo que
hacéis para
ayudar a aquellos que ac­
"túan en las diversas instituciones ·culturales y en la enseñanza,
"y para que no falte und fuerte, seria y activa presencia cultural
"católica, responde a las
más decisivas aspiraciones del
hombre
"y a

las más graves responsabilidades de la Iglesia.
"
»La cultura católica no aebe faltar. La verdad de Cristo, cus­
"todiada y enseñada de modo auténtico por
el Magisterio
de la
11Iglesia, ilumina la experiencia huma.na y permite conocerla a
"fondo. De ahi deriva la posíbilidad, para la misma razón humana,
"de la determinación

de criterios
y principios,
que inspiran valo­
"raciones
y actitudes, de otra forma· impenetrables para ella. In­
,, el uso é¡uien· no tie1Íe fe debería al men_os reconocer que la ápor-
788
Fundaci\363n Speiro

"tación de la_ cultura católica a la comprensión del hombre enri­
,, quece

la investigación
y el conocimiento común.
»La
fe

no
mortifica la
razón
y no excluye en modo alguno, lo
"que la razón ha conquistado. Pero la cultura que la fe engen­
" dra~ cuando se vive sinceramente, no es sólo razón. Nace de 1la
"vida cristiana, y lleva el sello de esa vida. Se hace mentalidad;
"exige coherencia; reconoce la primacía de la contemplación; se
"dilata en la caridad; atiende can especial inclinaqón a todo
"hombre
y a todo el hombre. Donde la causa del hombre exige
"un empeño

particular para que cuanto el hombre produce no
"se vuelva

contra
él, la misión de la cultura católica es funda­
"mental
.por motivos

no sólo religiosos,
sino también
civiles
y
"sociales.»
JuAN PARLO II: Alocución a los obispos de
Lombardla (Italia); en visita «ad Limina Após­
tolorum», el 15 de febrero de 1982. L'Osserva­
tore Romano, edición semanal en lengua espa­
ñola, año XIV, nóm. 7 ( 685), domingo 14 de
febrero de 1982.
La Iglesia y el modelo de cultura.
«El hombre, como ser cultural -vosotros lo sabéis, señoras
"y señores-~ no es prefabricado. Debe construirse con sus pro­
"pias manos. Pero, c:·según qué proyecto? ¿Qué modelo, si es
"que existe alguno, debe tener ante sus ojos? No faltaron, a lo
"largo
dé la historia, propuestas
de
tal modelo.
Y aqul, como es
"sabido, aparece

la importancia de
la antropologla filosófica.
»Para que sea válido,
un proyecto cultural no
podrá dejar de
"atribuir la primacia a

la dimensión espiritual, aquella dimensión
"que se relaciona con el crecimiento en el ser más que con el
"crecimiento en el tener. Me permito, a este propósito, recordar
"lo que decía a los representantes de la UNESCO: "La cultura es
"aquello a
través de lo cual el hombre, en eut»tto hombre, se hace
"más hombre, 'es' más~ accede más al 'ser'. En esto encuentra
"también su fundamento ia distinción capital entre lo que el hom­
"bre es y lo que tiene, entre el ser y el tener ( .. .). El 'tener' del
"hombre no es importante para la cultura, ni es factor creador de
"cultura, sino

en la
m.edida en

que el hombre, por medio de su
n'tener' puede al mismo tiempo 'ser' más plenamente como hom­
" bre,

llegar a ser más plenamente hombre en todas las
dimensio­
"nes
de su existencia,

en todo lo que caracteriza su humanidad"
789
Fundaci\363n Speiro

"(Discurso en la sede de la UNESCO, 2 de ;unio de 1980, núm. 7).
"El obietivo

de la verdadera cultura, por
lo tanto, es hacer del
"hombre una persona, un
espíritu plenamente
desarrollado, capaz
"de llegar a

la perfecta
realización de

todas sus capacidades.
»Históricam_ente cada sociedad, cada nación, cada pueolo, pro­"curó elaborar un proyecto humano, un ideal de humanidad, según
"el cual se

plasmasen los
ciudadanos, atribuyendo,
de una manera
"general,
la primacía a

los valores del
espíritu. "
»La Iglesia,

como es sabido, también es portadora de
un pro­
"yecto

de humanidad, reavivado y propuesto por el Concilio Va­
"ticano II.

En total acuerdo con los resultados de las investiga­
"ciones
de la

antropología filosófica y cultural,
el. Concilio afirmó
"que la cultura es un elemento constitutivo esencial de la persona;
"debiendo, por tanto, ser promovida por todos los medios. Son
"palabras del

mismo Concilio: La cultura debe tender a la
perfec­
,, ción

del hombre, el cual, "cuando se entrega
a ias diferentes

dis­
,, ciplinas

de la filoso/la, la historia, las matemáticas y las cien­
"cias naturales y

se dedica a las artes, puede contribuir sobrema­
"nera a

que la
familia humana se

eleve a los más altos pensamien­
"tos sobre

la verdad, el bien y la belleza y a formar juicios de
"valor
universal" (Conc.

Ecum. Vat. II, Constitución Pastoral
nsobre la Igesia en el mundo contemporáneo, Gaudium et spes,
"57).
1>AI proponer su ideal de humanidad, la Iglesia no pretende
"negar la autonomía de la cultura.
Al contrario,
tiene por ella el
"máximo respeto, como tiene el máximo respeto por el hombre,·
"para ambos defiende abiertamente la libre iniciativa y el desarro­"llo autónpmo.

En efecto, dado que la cultura deriva inmediata­
"mente de la naturaleza racional y
socidl del

hombre, tiene una
"constante necesidad de
justa libertad

y de legítima autonomía,
"de obrar

según sus propios principios para desarrollarse. Con
''razón, pues, salvag,uardados siempre, como es evidente, los de­"rechos de la persona y de la comunidad particular o universal,
"la cultura

necesita de un espacio de inviolabilidad, exige ser res­
"petada y poder mantener su exención respecto a las fuerzas polí­
"ticas

o económicas (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. Pastoral
"sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo,
Gaudimp et spes,
"59).»
790
JuAN PABLO 11: Alocución a los profesores, a los-universitarios y a los hombres de la cul­tura, reunidos -en la Universidad, sábado 15 de
mayó de· 1982. L'Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, año XIV, núm. 21
(699), domingo 23 de mayo de 1982.
Fundaci\363n Speiro

Diálogo entre la Iglesia y las culturas.
»En varias ocasiones he tenido· interés. en· afirmar que el diá­
"logo
de la
Iglesia con las culturas reviste hoy
importancia vital
"para
t!l porvenir de la Iglesia y áel mundo. Permítaseme volver
"a ello

e insistir en
dos aspectos principales y complementarios
"que corresponden a dos niveles en los que la Iglesia eierce su
"acción: el de la
evangelizaci6n de las culturas y el de la ddensa
"dd
hombre y de su promoci6n culrural. Ambas tareas exigen de­
"finir nuevos caminos de diálogo entre
la Iglesia y /as culturas
n de nuestra época.
"
»Para evangelizar eficazmente hay que adoptar una actitud re­
" suelta

de
reciprocidad y comprensi6n a fin de sintonizar con la
"identidad
cultural de

los pueblos, grupos étnicos y sectores va­
"rios de la sociedad moderna. Por
otra· parte,

hay
que trabajar
"por

el acercamiento de las culturas de modo que los valores uní­
"versales del

hombre se acepten por doquier con
espíritu de
fra­
"ternidad
y solidaridad, De aqu! que evangelizar suponga penetrar
"en las identidades culturales
especificas y,
al mismo tiempo, im­
"pulsar
el intercambio de culturas abriéndolas a los valores de
"la universalidad e
ínclusQ -yo diria-de
la catolicidad.»
fuAN PABLO II: Discurso al Pontificio Con­
sejo para la Cultura, el 18 de enero de 1983.
L'Osservatore Romano, edición semanal en len­
gua española, año XV, núm. 9 (739), domingo
27 de febrero de 1983.
La Iglesia y. los logros de la cultura.
«La Iglesia se ha enriquecido mucho con 1as adquisiciones de
"numerosas civilizaciones. La experiencia ser:ular de gran número
"de pueblos, el progreso de la ciencia, los tesoros ocultos de lqs
"distintas

culturas por cuyo
medio se
descubre con mayor plenitud
"la
naturJleza del

hombre_ y
se entreabren
caminos
nuevos hacia
"la

verdad, todo esto redunda en Provecho cierto de la Iglesia,
"como lo reconoció el Concilio (cf.
Gaudium et spes, 44). Y este
"enriquecimiento continúa. En efecto, pensemos en
los resultados
"de las investigaciones cient_íficas para conocer me¡or el universo
"y ahondar en el misterio del hombre; recapacitemos sobre los
"bienes que pueden proporcionar a la sociedad y
a la
Iglesia los
"nuevos medíos de comunicación y encuentro entre los hombres,
791
Fundaci\363n Speiro

"la capacidad de producir innumerables bienes económicos y cul­
"turales y, sobre todo, de imptilsar la educación de masas y curar
"enfermedades consideradas como

incurables en otro tiempo. ¡Qué
"estupendos logros! Todo ello
honra al

hombre. Y ha beneficiado
"en gran medida a la misma Iglesia en su vida, organizaci6n, tra­
"baio y obra propia. Es, pues, normal que el Pueblo de Dios, so­
"lidario
del
mundo en que vive, reconozca
los descubrimientos y
n,ealizaciones de nuestros contemporáneos y los comparta en toda
"la medida posible, para que el mismo hombre crezca y progrese
"con plenitud.

Ello supone
honda capacidad
de
acogida y admira­
" ción y, a la vez, agudo poder de discernimiento. Ahora quisiera
"insistir sobre este .último punto.»
JuAN PABLO II: Discurso al Pontificio Con­
sejo para la Cultura, d 18 de enero de 1983.
L'OsseNJatore Romano, edición semanal en len­
gua espafiola, afio XV, núm. 9 (739), domingo
27
de febrero de 1983.
La cultura popular y su educación por la Iglesia.
«El primero es el de la llamada cultura popular, o sea, aquel
"con¡unto de principios y valores que constituyen el ethos de un
"pueblo, la
fuerza que

lo unifica en profundidad y que la
expe­
"riencia
histórica

ha hecho madurar quizás con el duro precio de
"grandes dolores colectivos, constituyendo un fundamento común,
"antes y más allá de las diversas orientaciones ideológicas y
po­
"liticas.

Ningún pueblo se hace
al margen

de este fundamento.
,,Ninguna experiencia politica,, ninguna forma de democracia pue­
" de sobrevivir, si falla el recurso a una moralidad común de base.
"Ninguna ley escrita es capaz de gaTantizar la convivencia huma­
"na, si

no extrae su íntima fuerza de un fundamento moral. Una
ntal "cultura popular'-' es, e.n _su mayor parte,. dentro

de vuestra
"regi6n, obra de la fe cristiana y de la educación impartida du­
"rante
siglos
por la Iglesia. Hoy, por diversos motivos, se ve
n amenazada,- a veces parece encontrarse en grave peligro de ser
"atropellada. Vigilad con gran atención este punto: depende de
"ello el futuro de la Iglesia
y de la misma sociedad.»
792
JUAN PABLO II: Alocución a los obispos de
Lombardfa (Italia),

en visita
«ad Limina Apos­
tolorum», d
15 de feb~o de 1982. L'Osserva­
tore Romano,_ edición semanal en lengua espa­
fiola, afio XIV, núm. 7 (685), domingo 14 de
febrero de 1982.
Fundaci\363n Speiro

Fe y cultura regional y el riesgo de su secularización.
«Quisiera añadir unas palabras complementarias acerca. del pa­
"trimonio
cultural de
vuestras regiones, del que la religión popu­
"lar es precisamente tributaria. Es importante respetarlo y h.acerlo
"respetar. ¿No
está impregnado

de savia y sabor
cristianos? Por
"desgracia

asistimos con demasiada frecuencia a la tarea de secu­
"larización de

estas riquezas
espirituales. Ahora
bien, existe una
"evidente correlaci6n entre cultura popular y fe del pueblo. Jus­
·''tamente para evitar esta _secularización es necesario estimar y
"ayudar

a todos los hombres de buena voluntad,
cristianos o

no,
"que intentan

presentar este patrimonio; hay entre vosotros mu­
"chas iniciativas en este campo que son digJ?as de todo elogio1 en
~'los maestros,

en los animadores culturales o artísticos, en los que
"se esfuerzan

por conservar las lenguas regionales o volver a
"ellas, as! como en los encargado~ de los programas regionales de
"televisión o
radio. Se
trata de respetar la contextura cristiana de
1'este patrimonio, su carácter perman.ente y siempre actual, más
"allá de las vicisitudes de la historia. La Iglesia debe ser la pri· 11mera en comprender lo que aquí se arriesga e interesarse y pres­
ntar su colaboración y estímulo en esta tarea. ,,
» "La ruptura entre el Evangelio y la cultura es, sin duda, el
"drama de nuestra épocan (Evangelii nuntiandi, 20). Nos toca,
"pues,
a

nosotros, que debemos ofrecer el Evangelio a nuestros
"conciudadanos, prever, organizar, conducir una pastoral de los
"medios de comunicación social.»
JuAN PABLO 11: Alocuci6n a los obispos fran­
ceses de la región apost6lica de Provenza-Me­
diterráneo, en visita «ad Limina Apostolorum».
VOsservatore Romano, edici6n semanal en
lengua española,
afio XV, núm.

7 (737), do­
mingo 13 de febrero de 1983.
Influjo de los "mass--media" en la cultura popular.
«Se puede amp!,iar la reflexión a todo el problema de los
"mass-media que influyen no poco en la cultura popular de todos
''nuestros contemporáneos.
»Los medios de comunicación social en el mundo de hoy son
"muy poderosos, omnipresentes, y esto irá, sin duda, en aumento.
"Pueden despertar las conciencias, apoyar la causa de los derechos
793
Fundaci\363n Speiro

"del hombre} reunir a los humanos en una· misma admiración, ·en
"un mismo grito por la libertad, por la ;usticia, por la paz, es decir,
"ser ocasión

de "comunión
y progreso". Pero no podemos des­
,, conocer

los riesgos que muchos periódicos, revistas, libros, pe­
"l/culas, emisiones

de distintas formas acarrean a nuetra fe cris­
"tiana. Especialmente

los ióvenes y las personas menos prepara­
,, das

para una opción crítica --aquellas que son probablemente
"las que

constituyen la
"religión popular" -sufren la

influencia
·" de la ausencia

masiva de la dimensión religiosa en el mundo de
"las comunicaciones modernas. Incluso., más que ausencia} no es
"raro encontrar desprecio y burla con relación a la fe, al pensa­
"miento cristiano, a aquellos y aquellas que consagran
su vida
"al servicio

de la Iglesia o que intentan
viví~ todas
sus exigencias
nmora/.es.»
r
794
JUAN PABLO II: Alocuci6ri a los obispos fran­
ceses · de la región apostólica de Provenza-Me­
diterráneo, en visita «ad Llmina Apostolorum».
VOsservatore _ Romano, edici6n semanal en
lengua española, año XV, núm. 7 (737), do­
mingo 13 de febrero de 1983.
Fundaci\363n Speiro