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Número 217-218

Serie XXII

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Karl Marx, el ideólogo de la revolución comunista

KARL MARX, EL IDEOLOGO DE LA REVOLUCION
COMUNISTA
MIGUEL PORADOWSKI
'
En el presente año (1983) se cumple el primer centenario
de la muerte de Karl Marx, lo que parece ser una buena ocasión
para recordar la verdadera vida
y el auténtico pensamiento de
un hombre
. que

ha tenido
y sigue teniendo una extraordinaria
influencia sobre los acontecimientos históricos del siglo veinte (
1 ).
La vida y el pensamiento de Marx -de manera parecida a
los de muchísimos protagonistas de la historia- tomaron ca­
rácter de leyenda
y de mito, que sólo ahora empiezan a desva­
necerse algo, permitiéndonos descubrir a un Marx auténtico. Esta
leyenda
y este mito se formaron por muchas razones, pero la
más importante parece ser que
la gran parte de los escritos
de Marx, ante todo de su abundantísima correspondencia, per­
maneció, hasta hace poco, inaccesible para los estudiosos. ¿Por qué ha ocurrido eso? Las causas fueron múltiples: por un lado,
las dificultades prácticas para publicarlas (
2) y por otro el es­
fuerzo de algunos interesados para impedirlo
(3 ).
( 1) La influencia de Marx y de su pensamiento sobre los aconteci­
mientos históricos de la segunda mitad del siglo XIX fue casi nula.
(2) Las dificultades prácticas son múltiples, de las cuales menciona­
mos .aquí sólo algunas. En primer lugar -se presenta el gravísimo proble­
ma de la escritura de Marx, completamente ilegible (salvo rarísimas ex­
cepciones como, por ejemplo, algunas cartas escritas · en francés). Incluso
sus más cercanos familiares y -su · íritimo-amigo Engels tenían grandes di­
ficultades para leerla. Con la muerte de Engels (1895) y de las hijas de
Marx, la púsibilidad de desCifrar-los i;nanUS1aritos de Marx se terminó, en
circunstancias de que la gran mayoría de ellos se qued6 sin publicar. · Se
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MIGUEL PORADOWSKI
Sin acceso a la totalidad o, al menos, a la parte más impor­
tante de los escritos de Marx, fue imposible presentar una ima­
gen objetiva
y completa de su vida y de su pensamiento. Además,
puede tener muy serias dudas respecto a la -éapacidad de Luisa Kautsky
( 1860-1950)
-que fue

la
primera esposa

de
Karl Kautsky,
hasta 1889, y
que en
1893 pasa a set la esposa de Ludwig Freyberger, el médico de ca­
becera de Engels-, la continuadora> rde esta tarea después de la muerte
de Engels, algo iniciada en_ este arte durante su trabajo de secretaria y
colaboradora de Engels desde 1890. Más tadavía son dudosas las Iectnras
de Riazanov (David Borissovitch Goldendach)
y de Adoratsky, directo­
res dd Instituto Marx-Engels-Lenin, de Moscú, quienes han continuado
este trabajo. Se dice qué la ceguera de Erigels y de Kautsky, que los aquej6
al
final de sus vidas, fue la consecuencia de estas lecturas. Engels, en sus
~bajos fue ayudado por Eleonor, la hija menor de Karl Marx. Con la
trágica· muerte de ella (se suicida juilto con su marido, pocos años después
de
la muerte de Engels), los trabajos de lectura y de transcripción de los
manuscritos de Marx se hicieron casi imposibles.
En
segundo lugar se presenta el problema de la cantidad de estos es­
critos, ante todo sí se trata de los artículos periodísticos y de varios mi­
les de cartas (más de ocho mil). Todas ~. ediciones llamadas «comple­
tas»· -·no lo son; además, todas ellas son expurgadas y censurad.as. Los
primeros que empezaron a expurgar los escritos de Marx fueron sus hijas
y su
amigo Engels. Se dice que la hija Leonor quem6 rodas las cartas que
consideró «comprometedoras»; no se sabe con qué criterio las clasificaba entre
publicables y destinadas al . fuego. Los testamentarios de Marx y En­
gels «limpiaron» el archivo, eliminando todo lo que consideraron con­
veniente
destruir y «corrigieron» lo publicable (véase,
al resPecto, Julien
D'Arleville,
Marx, ese desconocid0, edici6n castellana, Ed. Acervo, Bar­
celona, 1972, pág. 19). A su vez, una «purga» mucho más esencial fue
hecha por el Instituto Marx-Engels-Letún, de Moscú, desde que este centl'O
de estudios mar.xistas-leninistas se apoder6 de casi todos los archivos de
Marx y de
Engels. Esta
vez
la «purga» fue doble, en primera instancia,
por iniciativa de los· mismos directores del Instituto, Riamnov y Ado­
ratsky y, en segunda, por orden de Stalin. As!, la edici6n «completa» del
Instituto moscovita no es ni completa
·ni fidediglla. La edición francesa,
todavía_ no

tenninada y que
ya sobrepasa

los
ttéint:a volúmenes. (la mos­
covita es de
41 volúmenes) tampoco es confiable, pues es· publicada por
la editorial Bditions Sociales, propiedad del partido comunista francés,
contr,olado en todo por MoSCU. La edición aleinana, publicada en Alema­
nia Oriental, es
simplemente una

traducción
al alemán de· la edición mm:-·
covita.
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KARL MARX Y LA REVOLUCION. COMUNISTA
la gran mayoría de las biografías de Marx, como también de las
presentaciones de. su pensamiento, desde un principio tomaron
carácter de propaganda política o ideológica, sea en su favor,
sea en su contra. A pesar de que las obras de valor sobre Marx
llegan a un centenar,
Karl Marx sigue siendo un desconocido.
Sin embargo, sobre
Marx y el marxismo aparecieron en los úl­
timos años varios estudios, tanto de sus partidarios como de sus
adversarios,
que se inspiran en
el noble afán de descubrir al
Marx auténtico y, de esta manera, se pasa de las «hagiografías»,
llenas de leyendas y mitos, a las biografías, basadas sobre docu­
mentos, datos comprobados y
hechos verificados.
l. El ambiente familiar en que nace.
Karl Marx nace el 5 de mayo de 1818, en Tréveris (Trier),
Renania, en el seno de una culta y acomodada familia judía
de muy antiguas tradiciones rabínicas. Su abuelo paterno y su
tío paterno son, en este tiempo, rabinos en Tréveris, continuan~
(3) Hasta hoy día no está completamente claro por qué muchos de los
escritos de Marx, en vez de ser publicados, quedaron archivados. Segu-_
ramente no por razones financieras, pues Engels y los Otros amigos de
Marx disponían para eso de fondos suficientes. Así, por ejemplo, los Ma­
nuscritos de 1844 fueron publicados s6lo 110 años después de ser escri­
tos y 73 años después de la muerte de Marx, en el año 1956. La id<:9-
logía alemana, elaborada

por
Marx, Engels y Moisés Hess, en los años
1845/46, fue publicada, por primera vez,
sólo en
1932. Se puede suponer
qU:e ni Marx ni Engels consideraron. conveniente publicarlos_ y que tam­
bién los testamentarios c-0m.partían esta posición, pues los archivos de
Marx y
Engels, mientras pertnanecieron en las manos de ellos, fueron
inaccesibles
a_ los

estudiosos.
Bebel, Bernstein

y Kautsky · fueron parti­
darios de un
marxismo moderado,

.reconciliable con
el socialismo democrá­
tico y reformador. La publicación de lo escondido se empieza sólo cuando
el Instituto MEL se apodera de los archivos-de Marx-Engels, pues el mar­
xismo-leninismo,

es decir,
el comunismo revolucionario soviético, encon­
tró en los escritos de
Marx-Engels los
argumentos para su doctrina e
ideo­
logía, que pretenden justificar la extensión de la revolución bolchevique
a todo el mundo.
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MIGUEL PORADOWSKI
do con una antigua tradición familiar, pues tanto por el lado pa­terno como por el lado materno sus antepasados son rabinos ( 4
),
Cuando

nace Karl
Marx, toda
la familia, con excepción del
padre, sigue confesando todavía la religión judía ( el mosaísmo),
lo que explica que Karl Marx, al nacer, en la ceremonia
de la
circuncisión, recibe el nombre de Kissel-Mardoqueo; el nom­
bre de Karl
lo recibe sólo seis años después, cuando, con toda
su familia (con excepción de su madre), pasa al protestantismo.
El bautizo de Karl Marx, en la Iglesia protestante, tiene lugar
el 26 de agosto de 1824. Este paso de toda su familia al protes­
tantismo no fue un acto de conversión, s4J.o de conveniencia.
El padre de Karl Marx, siendo abogado, ocupaba un lucrativo e
importante puesto de abogado de Estado. El cambio político en
Europa, a
raíz de

la caída de Napoleón, introducido por el Con­
greso de Viena, incorpora Renania al Estado de Prusia, cuya
Constitución resetvaba los cargos públicos exclusivamente a los
protestantes, lo que colocó a
Heinrich Marx ante

una alternativa:
o deja su religión judía o su puesto de abogado de Estado. Hes­
chel (Heinrich) Marx dejó formalmente su religión para poder guardar su puesto de funcionario. En consecuencia, toda la
fa­
milia también se bautiza en la Iglesia protestante (5).
(4) Varias biografías de Karl Marx incluyen abundantes informacio­
nes al respecto~ gráCias a las cuales se conoce con detalles su árbol genea­
lógico casi desde el siglo XVI, pues se trata de rabinos muy destacados,
famosos, de gran autoridad y bien conocidos para los estudiosos del Tal­
mud. Por el lado paterno se trata de rabinos residentes durante siglos en
las ciudades de Polonia, Lw6w y Cracovia, de ahí sus apellidos, los «Lw6w»
y los «Cracauer», y también de residentes en Padua (Italia), con apellidos
Minz y · Katzendlenbogen. Por el lado materno sus antepasados son los
famosos rabinos holandeses Presburg y Cohen por los cuales Karl Marx
es pariente del poeta
Heinrich Heine, su contemporáneo y. amigo. Son
los Lw6w quienes emigraron desde Polonia a
Renania, llegando

hasta Tré­
veris, como rabinos, guardando su apellido
«Lwów», que

cambiaron a
«Marx» sólo pocos afios

antes del nacimiento de
Karl.
(5) El padre de Karl Marx, Heschel Marx, se bautiza en 1817 y, en
esta ocasión, cambia su nombre «Heschel» a «Heinrich». La madre de
Karl Marx posterga este · acto por vai-ios --años, pues está vinculada a su
religión judía y muy orgullosa de sus antepasados rabinos. Los primeros
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KARL MARX Y LA REVOLUCION COMUNISTA
El padre de Karl Marx, Heinrich (Heschel) · Marx, siendo el
tercer hijo ( eli una familia de ocho niños), lio podía suceder a
su padre en el rabinato, pues
la costumbre reservaba esta digni­
dad para el hijo primogénito. Fue un hombre culto
y gozaba de
muy buena situación económica, en gran
p,¡rte heredada.
Un año
después del nacimiento de Karl Marx, Heinrich (Heschel) Marx
compró un agran casa-mansión, en la calle Simeonsgasse, 8, por
la
cual pagó la elevada suma de 12.000 francos. Sin embargo,
la casa anterior, en la cual nació Karl Marx, llamada después
Karl-Marx-Haus, en la calle Brückengasse, 664, también era muy
grande y cómoda, pero no fue propiedad de los Marx. Después del bautismo,
· Heinrich Marx, con su familia, se integra rápida­
mente en la sociedad protestante
· alemana,
asimilando la cultura
liberal-protestante de Renania, lo que le fue facilitado por su
previa educación y formación recibidas en Francia, donde estu­ diaba leyes. Sin embargo, nunca rompió con
la comunidad ju­
día de Tréveris, ni con su hermano, el Gran Rabino
(Obe"abbi­
ner ).
Siempre fue un gran entusiasta de los ideales de la Revolu­
ción francesa, del racionalismo, liberalismo, individualismo; de
los escritos de
Rousseau, Voltaire

y de los
enciclopedist.;s; can­
taba

la
Marseillaise y en su biblioteca guardaba las obras de la
literatura francesa, lo que no es extraño, pues Renania siempre
estuvo bajo la influencia de la
cultura francesa. Sin

embargo, su
entusiasmo por lo «nuevo», divulgado por
1a Revoludón francesa
y las guerras napoleónicas, no llega a borrar en él la fe en Dios.
Heinrich Marx seguía creyente

y respetuoso de
lii' religión,
pero
su cristianismo fue completamente secularizado por el protestanº
tisíno y

reducidó
sólo a 1á ética.
Heiririch Marx

heredó de sus
padres uná importante

viña,
que
cubría un

cerro cercano a la ciudad: En la mesa de su casa
nunca faltaba tin buen vino de su propia viña, la que fue uli lu­
gar propicio para los

juegos de los niños y los
paseos de

los
pa­
dres. El cerro se llamaba Marxberg, y se puede suponer que la
afíos de' su niñez, Karl Marx lós pasa en un arri.bienté excl~siv~ente
judío.
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MIGUEL PORADOWSKI
familia de los rabinos Halevy Lwów, abuelos de Karl Marx, cam­
bió ~u apellido. «Lwów» a «Marx» cuando .se hizo

propietaria
del cerro Marxberg.
Karl Marx fue el hijo regalón de sus padres, tal
vez en ra­
zón

de que su hermano mayor, el hijo
primogénito, Moritz-Da­
vid,

murió al nacer; su otro hermano, el que le seguía, Herman,
nació minusválido, enfermizo·· y deficiente mental (murió a
la
edad de 23 años), y el otro hermano, Eduardo, el último de los
rineve niños, murió de tuberculosis a la edad de once años.
Tam­
bién

de tuberculosis mueren temprano sus dos hermanas,
Hen­
riette

y Karoline,
y las otras hermanas, una vez casadas, aban­
donan rápidamente la casa paterna
y la dudad, siguiendo a sus
maridos. La madre se quejaba de que
su familia --como el pueblo
judíO-:. vivía

dispersa en todo
el mundo.
2. Los años de la juventud de Karl
Marx.
Cuando

niño, Karl Marx se manifiesta muy
egoísta y cruel;
maltrata a sus pequeñas hermanas, es irrespetuoso frente a su
madre· e indiferente y frío con su padre y familiares, y esto lo
caracteriza hasta el fin de su vida, siendo duro y cruel con su
esposa e hijas; no asistió a los fune¡:ales de su padre,
ni de su
madre,
ni de su esposa.
Su educación
la recibe en el College de T reves ( su nombre
francés indica la presencia de
la cultura francesa en Renania ), el
antiguo colegio de los jesuitas, fundado en el siglo
XVI y recién
secularizado, estatizado y rebautizado con el nombre de
«Frie­
drich-Wilhelms-Gymnasium».
La enseñanza. de la religión seguía
siendo

obligatoria y Karl Marx estudió durante cinco años
la re·
ligión

cristiana (protestante).
Sin embargo, varios profesores del
colegio
seguían la

corriente
secularizante, racionalista y liberal,
despertando en sus alumnos
el entusiasmo por los ideales de la
Revolución francesa
y por la filosofía kantiana. Todo el ambiente
familiar, de vecindad (el barón Westphalen) y del colegio, en el
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KARL MARX Y I:A REVOWCION COMUNISTA
cual se forma la personalidad. del joven Karl Marx, es profun­
damente liberal y secularizado.
' La

amistad de su padre con su vecino,
el barón Westpbalen,
permite al joven Karl • Marx entrar en intimidad con este aristó­
crata liberal, haciéndose compañero de sus paseos, durante los
cuales
el barón compartía con su joven vecino sus. inquietudes
y
opiniones. Pues bien, el barón fue un típico
burgués (en el
sentido marxista de la palabra), un liberal, un entusiasta de las
utopías de Saint Simon, de Fourier, de Proudhon
y de otros es­
critores franceses
· de

moda, impactando al joven
Marx con
sus
ideas «progresistas» y socialistas. En esta ocasión Karl
Marx se
enamora de la hija única del barón, Jenny, con la cual
se· casa
sólo

muchos
aíios después,

pues, a pesar de ser tan amigo de
Karl
Marx, el

barón
sé oponía terminantemente

a este
·matrimo­
nio
(como

también se
oponía el

padre de
Karl. Marx), y

los jó­
venes podrían
casarse· sólo

después de la muerte de sus
pQdres.
El

hermanastro de Jenny, Eduardo Westphalen, fue compafiero
de· Marx en

el colegio, lo que facilitaba a Marx ·las frecuentes
visitas a la casa de los Westphalen.
3. Los tiempos de estudios universitarios.
Una vez terminado el colegio y obtenido el bachillerato, Karl
Marx se matricula en la Universidad de Bonn, para estudiar le­
yes, según el deseo de su padre. Después de un
afio de

estudios
en Bonn, se traslada a la Universidad de
Berlín, donde

formal­
mente sigue estudiando leyes, pero, al mismo tiempo, toma dis­ tintos cursos de filosofía y de otras materias, según su interés
personal, lo que
podía hacer,

pues el currículum
lo permitía. Es­
tudiando leyes,
Marx estudia

también· economía, pues en las uni­
versidades europeas el currículum de la Facultad de Leyes in­
cluía varios cursos de economía. Siendo estudiante universitario,
Marx entra

en varias orga­
nizaciones estudiantiles; sus preferidas fueron
Die Freien (los
librepensadores) y
el Doktorklub ( el club de los doctorantes ),
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MIGUEL PORADOWSKI
ambas de carácter liberal, ateo y ánarquista. En esta ocasión
Marx entra en amistad con personas de su misma categoría, es
decir, con judíos
recién salidos

del ghetto
y bautizados en la
Iglesia protestante, no por. convicción sino por conveniencia. En
la mayoría de los. casos se trata de hijos de rabinos, preocupados
por
! religiosos, que discutían con fervor y fana­
tismo. Marx entra en la Universidad de Bonn en el mismo año
en que aparece el blasfemo libro de David Friedrich Strauss (ju­
dío),
La vida de Jesús (Das Lebenfesu), es decir, en 1835. Poco
después, en Berlín, Marx se hace amigo de David F. Strauss y
queda impactado por el libro. Recordemos que la tesis princi­
pal de este libro es que Jesús de Nazaret fue solamente un re­
volucionario de su tiempo, un rebelde, quien llamó a los judíos
a
la resistencia contra el imperialismo de Roma y contra la ex­
pl
del injusto régimen capitalista. Al respecto
David Strauss sólo ha
hecho pública la antigua (formulada en el
siglo primero) opinión
del Talmud

sobre
Jesús de
Nazaret (6).
El
otro nuevo

amigo
ele· Marx

es Ludwig Feuerbach, también
socio de los
Freien y del Doktorklub, mucho mayor que Marx,
uoa grao

autoridad entre los estudiantes judíos. Feuerbach, en
este tiempo, preparaba su libro sobre la esencia del cristianismo
(Das Wesen des Christentums), que publicó varios años des­
pués, pero sus ideas fueron discutidas en el
Doktork/ub. Feuer­
bach retomó la conocida tesis antibíblica según la
cual el

hombre
no es creado .Por Dios a su imageri y semejanza, sino, al revés,
Dios es la creatura de la imaginación humana. Feuerbach fue tam­
. bién

uno
de los más rádicales materialistas de la época. Bajo la
influencia de estos librepensadores. Marx se despoja de los restos
(6) En la cristología de Sttauss lo impactante· es el método, a saber,
la distinci6n entre Cristo de la historia y Cristo de la fe. El primero es
un· revolucionario, el segundo es· un mito, creado por los cristianos en el
primer siglo. Este método es después desarrollado por la teología protes­
tante, de_ la cual pasa a la teología católica, destruyendo la tradicional cris-:
tología cristiana. 'Marx, basándose en Strauss, pre.Paró, en Zur Judenfrage
(1843/4), las bases de la actual teología marxista de la liberación y de la
revolución.
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KARL MARX Y LA REVOLUCION COMUNISTA
de su formación· bíblica protestante judío-cristiana, transformán­
dose en un campeón del
. materialismo y del ateísmo, lo que le
lleva hasta a vincularse con el satanismo. Este aspecto de su vida es el más importante
y el me­
nos aclarado hasta ahora (7). Sin
embargo, lo

que se sabe con
seguridad es que
Marx pasa en este tiempo por un profundísimo
cambio interior, que se expresa ante todo en sus· poesías
y es­
critos literarios,
y después en todo su pensamiento y en su m=
ducta cínica, desordenada y rebelde. En este período de su vidá,
Marx

se
vincula también con varias asociaciones secretas y se
puede suponer que, probablemente, alguna de ellas tuviera ca-
(7) Interesantes datos al respecto los p;oporciona el libro de Ric~d
Wurmbrand, ¿Fue Karl Marx un satanista? (¿Was Karl a S~tanist?), tra­
ducido dd inglés a varios idiomas. El autor es un pastor protestante lu~
terané>, judío orgulloso de su raza y de su nacionalidad judía, pero un
fervoroso y valiente cristiano. Fue misionero en Rumania, bajo
el régimen
comunista, arrestado por divulgar
· 1a fe

cristiana, junto con su esposa e
hijo, fue cruelmente torturado, pero
pudo salir

de Rumania gracias a
la
intervención de uno de los gobiernos europeos. Si se trata de sus opinio­
nes sobre Karl Marx, es
difícil aceptar SU tesis

de que Marx, en su niñez
y primera juventud, fue un -creyente cristiano. Al
respécto dice

Wurm­
brand: «Dans sa prime jeunesse, Karl
Marx était chrétien», página

9, y en
otra parte dice:
«11 ne

faut pas oublier que Marx a été d'abord un
chré­
tien

convaincu»,
página 11 (estoy citando de la edición francesa de 1978).
Pues bien, lo
más probable es que fue lo contrario. El único argumento
que

tiene Wurm.brand en favor de
su tesis es el texto de la composición
de religión, escrita por-Marx· con ocasión del examen final en el colegio;
Se trata del análisis del texto de San Juan, 15,1-14, sob~ la parábola de
Cristo: «Yo soy la vid y vosotros los sarmientos». -El trabajo de ~
mereció elogios del profesor del ramo y con razón; pero todo buen alum·
no,
éreyente o
ateo,
podría haberlo
escrito después de cinco años de es­
tudios de religión cristiana.
_El trabajo de Marx solamente comprueba que
tenía
él un correcto conocimiento de la religión cristiana y del Nuevo
Testamento,
pero no dice nada de sus convicciones. Respecto a éstas, se
pµede suponer

que en su
niñez y

juventud
Marx fue, respecto de la re­
ligión, un desorientado, pues de
nifio, · durante

los primeros seis afies,
vi­
vió en la religión judía, y no consta que antes del bautismo recibiera aJ.
guna instrucción cristiana. Al contrario, pues su madre seguía siendo una
fervorosa judía" y su padre un indifel'enté librepeilsador.
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MlGUEL PORADOWSKI
rácter satanista. Su satanismo no se linµta a la práctica del. culto
satánico, del
cual se dice que es un archipreste, sino que es una
característica esencial de .su personalidad. Parece que esta fue la
principal preocupación
. y amargura de su padre (8 ).
A pesar de que formalmente
Marx estudia
leyes, su principal
inquietud intelectual es la
filosofía, Desgraciadamente, Marx no
estudia en realidad .la filosofía como tal, sino
el corrupto pensa·
miento idealista

de Hegel, deformado por Feuerbach. Filosofía,
según .Aristóteles, es la ciencia de la verdad. El pensamiento. he­
geliano rechaza este concepto de filosofía y prefiere
. hablar

de
la
· dialéctica

de
la . Idea. Marx se entusiasma con la nebulosa· dia­
léctica hegeliana, pero en el lugar de la Idea coloca
la Materia.
Marx rechaza ambos elementos del concepto aristotélico de la
Filosofía, tanto a · la ciencia como a la verdad, pues ambos son
insoportables para Marx por su rigor, firmeza, seriedad,
respon­
sabilidad y honestidad intelectual que suponen. En lugar de la
ciencia pone la dialéctica
y en lugar de la verdad coloca la ma­
teria. Sin embargo, su dialéctica no es un método para
la bús­
queda de verdad, sino un arma intelectual para vencer al adver­
sario
y que puede servir, tanto para hacer triunfar la verdad
como la mentira. Para Marx no existe la verdad en el sentido
aristotélico, como algo acertado, seguro, fume, definitivo, incam­
biable. Marx sólo admite las verdades relativas, cambiables, las
que dialéctkamente se pueden identificar con mentiras. Su pre­ tendido materialismo es sólo una postura (dialéctica), pues su
satanismo lo desmiente. Más
lo desmienten sus emociones: el
odio,
la envidia, la ira.
Fuera de la dialéctica lo que más impacta a Marx del pen­
samiento hegeliano es el concepto
y el «culto» de la historia.
Marx sigue con este «culto», pero lo «seculariza». Una vez des­
tronizada la Idea, la que en el pensamiento hegeliano se identi­
fica con el Absoluto ( un eufemismo que reemplaza la palabra
«Dios») y, colocada en su lugar la Materia, la Historia (hege­
liana) pierde su «espíritu» (Weltgeist-Weltseele). La. terminología
(8) Véanse las Cartas de Heinrich Matx a su hijo Karl.
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KARL MARX Y LA REVOLUCION COMUNISTA
hegeliana, que sugiere la identificación de la Historia con el
Mundo,
animando al
Mundo y
mundanizando · a la · Historia, que
parece ser un
«ente» en · permanente

desarrollo dialéctico ( tesis­
andtesís-síntesis, la que, a su vez, es tesis, etc.) pasa a la ter­
minología marxista pero perdiendo su dinámica, por la elimina­
ción del «espíritu» que
--en Hegel-
es inmanente al
Mundo­
Historia.

En vano Marx pretende
dinamizar la
Materia atribuyén­
dole una dinámica dialéctica, hablando de
«leyes» intrínsecas.

La
terminología hegeliana
-Weltgeist, Weltseele, Weltgeschichte,
Weltbeherrschaft, Weltwirtschaft, W eltentwicklung, W eltablauf,
Weltphüosophie,
etc.-, sólo verbalmente justifica la W eltrevo­
lution
de Marx.
Si tomarnos como seguro que· el materialismo de Marx es
sólo un materialismo
de fachada,· es decir, una máscara, pero que,
en realidad, Marx, siendo satanista, es un hombre creyente en
Dios, todo está claro y lógico: su revolución, siendo una rebe­
lión permanente contra Dios y
.el Orden

Natural, con
ra2ón toma
dimensiones

mundiales y universales, mereciendo el nombre de
W eltrevolution.
Al final de los seis años de estudios universitarios, Marx
prepara su memoria para el doctorado en filosofía.
Su inquietud
intelectual
y emocional busca afanosamente, en la antigua filo­
sofía griega, argumentos
y ra20nes en favor de su postura mate­
rialista. Parece que en vano recurre al atomismo de Demócrito
y a la dialéctica de los sofismas, pues su materialismo es nueva­
mente desmentido por.
la colocacl6n, como lema de su trabajo,
de la famosa frase de Prometeo: «odio a todos los
dioses»; una
frase

que suena a mentira en los labios
de un materialista.
Marx envía por correo su memoria a la Universidad de Jena
y, a vuelta de correo, recibe el diploma que lo acredita como
«doctor en
filosofía». Desde
entonces empieza una nueva etapa
en su vida,
la del doctor Marx.
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4. La vida del doctor Marx.
Parece

que Marx quería conseguir el doctorado en filosofía
por razones prácticas,

pues deseaba dedicarse a la enseñanza uni­
versitaria. Hubo un momento en que sus
amigos, Feuerbach

y
Bruno Bauer,
ambos profesores

universitarios, le ofrecieron apo­
yo y ayuda para conseguir una
. cátedra.

Desgraciadamente
para
Marx, ambos perdieron

sus cátedras y tuvieron que retirarse de
la actividad académica (9). Marx se da cuenta de que no tiene
posibilidad de hacer carrera académica y, entonces, se dedica al
periodismo. Precisamente en este momento, un grupo de grandes capita­
listas
judíos liberales,

recién
bautizados en la Iglesia protestante,
partidarios de las corrientes socialistas y
comunistas (10),
tienen
la iniciativa de
fundar un nuevo diario para divulgar las ideas
(9) Para Feuerbach la pérdida de la cátedra no fue ningún problema,
pues se· casó COn una viuda millonaria, la propietariá de una grari fábrica
de porcelana- Sin embargo, al final de su vida, Feuerbach se encontr6 en
una situación
~nómica más modesta,

pues la
eo;ipresa ~e sµ e~po~a quebró.
Bruno

Bauer perdió su cátedra de profesor de
teología protestante,
de
Ságradá Escritúra, debido

a los ataques de furia y epilepsia
(? ), inso­
portables pa,ra los estudiantes, que le venían cuando, al hablar de Cristo;
blasfemaba (¿sería tal
vez endemoniado?).
(10)
«Schl/esslich Dagobert

Oppenheim,
finanziell der
angesehenste von
allen, als jüngerer Bruder
Miiinhaber des

berühmten
K51ner Bankhauses
Salomon
Oppenlieién jun. & Cie. Die · beiden alteren- Brüdet, Siinori und
Abraham,
waren gerade

dabei,
die-schon im 18. Jahrhundert bestehende
Firma aus dem Stadium der
«Hoffaktonon» herauszuführen, der

jüdischen
Finanzberater der vielen
detlÍschen Fürsten,

und
sie in eine Grossbank
modernen- Stils umzuwandeln. 'D~ jüngere Bruder studierte Philosophie
und
Jutisprutlenz, liess sich, a1s er seinen Assessor zu m.achem hatte, tau­
fen und nahm statt David den
, etwas
romantisch klingenden Vornamen
Dagobert an,
wie der lf:tzte Frankenk0nig der Volkssage geheissen ha~te.
Et
ging als Assessor in den Stáatsdients, war aber ·beim Studium in Berlín
den Junghegelianem nahe gekommen und
· politisch inieressieri -worden»;
Richard

Friedenthal,
Karl Marx, Sein Leben und seine Zeit, München,
1981, pág. 147.
860
Fundaci\363n Speiro

KARL MARX Y LA REVOLUCION COMUNISTA
revolucionarias. Así nace el primer diario C Se barajan muchos nombres para
el. puesto de director, y, entre
ellos,
la mayor posibilidad de se,: nombrado la t_enía Moisés Hess,
llamádo «den Kommunisten-Rabbi» (el rabino comunista). Sin
embargo, finalmente, se escogió a Karl
Marx, pues fue conocido
como un fanático revolucionario
( ein ganz verzweifelten Revo­
lutioniir
). Así, el doctor .Marx recibe por primera y última vez,
y sólo por pocos meses, un trabajo bien remunerado. Lo
signi­
ficativo

es que
el primer diario comunista alemán es fundado
por capitalistas judíos, y que
la primera actividad comunista re­
volucionaria de Marx es financiada por
el gran capital interna­
cional. Desde este momento,
Marx, durante toda su vida - también

otros destacados comunistas- será financiado por los ca­
pitalistas. Así, desde un principio,
el capitalismo judío organiza
y financia el movimiento comunista-marxista y lo sigue haciendo
hssta hoy. Sin embargo, esta actividad duró sólo cinco meses, desde
el
15 de octubre de 1841 hasta el 18 de marzo de 1842. ¿Por qué
tan corto tiempo? Porque Marx fue incapaz de trabajar, esto es,
de desarrollar una actividad ordenada
y responsable por la cual
se pueda recibir una remuneración. Sencillamente, como todos los
revolucionarios, fue alérgico al trabajo, incluso al trabajo revo­
lucionario-comunista, es decir, a una actividad que debería ha­
ber sido de su gusto, pues no se
le exigía nada que no estuviera
de acuerdo con sus ideas; estos grandes capitalitas judíos quisie,
ron
proporcionarle las mejores condiciones para que llevase a
cabo sus propósitos revolucionarios, sin embargo, Marx no fue
capaz de soportar ningún trabajo, ni siquiera el de periodista­
comunista.
Marx prefiere otra solución para sus problemas: casarse con
una joven adinerada, que le pueda asegurar una vida ociosa de «revolucionario profesional». Afortunadamente para Marx, ha-
(ll) «Hier in Koln a1so ttllt eine Gruppe liberaler Kapitalisten zu­
sammen und finanzierte die «erste deutsche kommunistische Zeitung».
Ibld., pág. 148.
861
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
bía una dama, con gran fortuna, él y que lo esperaba imp!lcientemente Lo

único que impedía
el matrimonio entre ellos era la negativa
culo desaparece
con la muerte de aquél, quien, al morir, deja su
enorme fortuna a su hija única. Marx se presenta de inmediato
y
la. baronesa Jenny Westphalen, hija del gran arist6crata y ca­
pitalisra, descendiente
de la más alta aristocracia escocesa se con­
vierte en su esposa, en una ceremonia religiosa protestante1 en
el templo Pauluskirche, de Kreuznach, el 19 de junio de
1843 (12). Los «j6venes» (Jenny, después de esperar paciente­
mente durante siete años, lleg6 como novia a
la edad de treinra
años, siendo cuatro años mayor que Marx),
una
larga
luna de miel pasada en varias locali en París, donde todo
an bien, pues Marx recibi6, como
dote, un respetable cofre lleno de monedas de oro, que ni si•
quiera contó.
En París, Marx, con su esposa la baronesa, empieza una gran
vida. La pareja se instala
en un

confortable apartamento, don­
de reciben una enormidad de gente con comidas y banquetes.
Los invitados son seleccionados entre los famosos escritores so­
cialistas y comunistas; sin embargo, Marx se esforzaba por ex­
render su
red también a los peces gordos vitan
personajes como Lamennais ( quien rehus6 esra invi­
taci6n ). En París, Marx tiene
la iniciativa de publicar su propia revis­
ta, «Anales franco-alemanes»
(Deutsch-frazosische Jahrbücher), con
la :finalidad de vincular su revóluci6n
con. los

movimientos so­
cialistas y comunistas franceses, pues quería servirse de ellos.
Hay que tener presente que Marx, antes de llegar a París, ya
:(12) En esta fecha_ está de acuerdo la mayoría de los biógrafos de
Marx, entre ellos R. Friedenthal, op. cit., pág. 179; Fritz Raddatz, Kan
Marx, une biograPhie politique, ed. francesa, Párís, 1975, pág. 45; Maxi­
milien Rubel, "Cróliica de Marx~ ed. castellana, Barcelona, 1972, pág. 20.
Sin· embargo, otros autores insisten en la fecha del 12 de · junio, como
Werner Blumenberg, Karl Marx, Hambnrg, ed. de 1972, pág. 162.
862
Fundaci\363n Speiro

KARL MARX Y LA REVOWCION COMUNISTA.
se había entregado por completo a la tarea de hacer su revolu­
ci6n:

una revoluci6n que tiene. por finalidad
la destrucción com,
pleta

y radical de
la sociedad.
¿Cuándo y
c6mo lleg6 Marx a plantear la necesidad de una
revoluci6n tan radical? Para recordar esto hay que dar un paso
atrás, volviendo
.a los

años
de estudios de Marx, durante los
cuales, en largas reuniones, discutía con sus amigos
el problema
de la «cuesti6n judía».
Estas interminables polémicas y discusiones terminan con la
publicaci6n de dos pequeñas

obras.
La primera es de Bruno Bauer,
quien, en
dos artículos,

publicados en
la revista suiza Einundz­
wanzig Bogen, uno con el título «Die Judenfrage» (La cuestí6n
judía) y
el otro con el título «Die Fahigkeit der heutígen Juden
und Christen, frei zu werden».
(La capacidad de los judíos y de
los cristianos para liberarse), sostuvo la tesis de que
la causa
principal del antisemitismo es
la religi6n; por una parte, la re­
ligi6n judla

hace a los judíos distintos de los otros pueblos y,
por otra parte, las otras religiones, especialmente
la cristiana,
modelan
la personalidad de sus creyentes. Entonces -dice Bru­
no
Bauer-, para solucionar
la «cuesti6n judía» hay que destruir
la religi6n, pues s6lo en una sociedad laica los judíos podrán vi­
vir tranquilos
y completamente integrados.
Marx contesta a Bruno Bauer con violencia en su obra
Zur
Judenfrage (Sobre la cuesti6n
¡udia) (13 ), sosteniendo que, para
solucionar la cuesti6n judía, no basta destruir la religión, por­
que la religión es solamente una parte de
la cultura, y la cultura
es determinada por el régimen económico;
entonces, para
des­
truir la religión es menester destruir
el régimen económico, lo
que se puede hacer s6lo por la revolución violenta y radical. Así,
Marx, plantea la
necesidad de

la revolución mundial (marxista),
die Weltrevolution, para destruir la religi6n y, de esta manera,
solucionar,
de una

vez para siempre,
la cuestión judía.
Sin embargo, Marx se da cuenta de que no hay ninguna
_po-
(!}) En su contestación Marx se refiere a «la cuestión judía• como
tal y, al mismo tiempo, al artículo de Bruno ·Bauer, «La cuestión judía».
863,
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
sibilidad de hacer la revolución invoc:ando, como su fin y su jus­
tificación, la cuestión judía. Al c9ntrario,
;,sta finalidad principal
debe quedar oculta y sólo se puede invocar
la «cuestión social»,
lo que permite servirse de los movimientos revolucionarios ya existentes. Es
p()r esta

razón
p()r la

que se instala en París, pues
está interesado en conocer bien estos movimientos revoluciona­ rios, sus
: doctrinas,

sus. programas y sus jefes para ponerlos al
servicio de su revolución.
Entonces, la proyectada revista «Anales franco-alemanes» tie­
n.e. una

finalidad concreta: vincular los movimientos revoluciona­
rios franceses con la revolución marxista y ponerlos al servicio
de esta revolución
para solucionar

la cuestión judía.
Sin embargo, se puede
sospechar que

la «cuestión judía» es,
para Marx, sólo
la ocasión en la cual madura su pensamiento
«comunista» y su aversión a la religión como tal, y también su
afán de destrucción de
la sociedad existente, para poder colocar
en su lugar su «comunismo»,
en el
cual está soñando desde hace
algunos años.
Este comunismo de Marx es, al principio, puramente abs­
tracto, :filosófico,. «dialéctico», pues viene .como coQsecuencia de
su neo-hegelianismo y dentro del contexto de la visión hegeliana
de la historia. La tríada: tesis, antítesis, síntesis, es aplicada a
la visión materialista de la historia como las épocas precapitalis­
ta, capitalista y comunista, que se suceden con fatalidad. Se tra­
ta, pues, de un comunismo que todavía _no tiene nada que ver
ni con la «cuestión judía» ni con la «cuestión social».
Al respecto es muy aclaratorio
la afirmación de . Engels de
que el comunismo de Marx viene como consecuencia necesaria
de

la filosofía neo-hegeliana ( 14 ). Al respecto es todavía más
elocuente lo que escribe el rabino Moisés Hess a su amigo Ber­
thold Auerbach: «El Dr. Marx, así se llama mi ídolo, todavía
muy joven, apenas de unos
44 años,

es quien dará el último
(14) «C.Ommunism, however, was such a necessary (Subrayado en el
original) consequence

of New Hegelian philosophy, that no opposition
could keep it clown ... », en la revista The New Mor-al. World, citado por
Blumenberg, op. cít., pág. 52.
864
Fundaci\363n Speiro

KARL MARX Y LA REVOLUCION COMUNISTA
golpe a la religi6n y la política medioevales; él vincula el sarcas­
mo con la filosofía profunda·; imagina tú a Rousseau, Voltaire,
Holbach, Lessing, Reine
y Hegel unidos eJ!.. una sola persona, y
digno unidos y no mezclados, y ahí tienes al Dr. Marx,. (15).
Sin embargo, respecto al proyecto
de su revista, Marx fraca­
s6, pues

no
logro conseguir

ninguna colaboración de parte de
los socialistas
y comunistas franceses, ni de otras personas en
Francia. Los «Anales franco-alemanes»
resultaron ser
solamen­
te ... , judíos, pues, fuera de algunas palabras de presentaicón,
escritas por

Arnold Ruge
y un corto poema de Herwegb, sólo
encontramos
contribuciones de Engels, Marx, Reine
y Moisés
Hess, todos judíos alemanes. Los invitados especialmente a
co­
laborar: Lamartine, Lamennais, Louis Blanc, Pierre Leroux y P. J. Proudbon se excusaron; la «mano tendida» de
Marx se
quedó en el aire y de los «Anales» apareció sólo un
número
doble. Sin embargo, Marx no se desanima
y buscca otras posibili­
dades para penetrar dentro de las corrientes socialistas y comu­
nistas europeas y, ante todo, en el ambiente obrero. Con este
propósito se

acerca a las organizaciones obreras, empezando por
las agrupaciones de los emigrantes alemanes que vivían en Pa­
rís. En realidad, estos obreros «alemanes» no son ni obreros ni
alemanes, pues se trata exclusivamente de artesanos (en SQ ma­
yoría son sastres) judíos, emigrados de Alemania. La organiza­
ción más importante de ellos se llama «Liga de los Justos»
(Bund
der Gerecbten),
que provino de una organización anterior llama­
da «Liga de los Proscritos»
(Bund der Geiichteten). Engels los
describe con desprecio: «De un lado, el explotador de estos arte­
sanos es un pequeño maestro y, de otro lado, ellos añoran lle-
(15) «Dr. Marx, so heisst mein Abgott, ist nocb ein ganz junger
Mann,

etwa 24
Jabre hochstens alt, der der mittelalterlichen

Religion nnd
Politlk den letzten Stoss versetzen wird; er verbindet mit dem tiefsten
philosophischen Emst den schneidendsten Witz; denke Dir Rousseau, Vol­
taire, Holbach, Lessing, Reine· und Hegel in einer Person vereinigt, ich
sage vereinigt, -nicht zusammengeschmissenso hast Du Dr. Marx», Blumen­
berg, op. cit., pág. 45.
865
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
gar a ser maestros» (16). En realidad, sólo algunos de los miem­
bros
de la liga eran artesanos, mientras los demás pertenecían a
la burguesía, es decir, a la gente que, como Marx y Engels, no
tenían nada de trabajadores de ninguna clase, salvo el caso de
ser explotadores y opresores de ellos, como fue el caso de En­
gels y otros. Los «Justos» reclamaban ser con.tinuadores de los
«babuvistas» (seguidores de
Babeuf), es

decir, de los comunistas
revolucionarios, pero, en .realidad, eran ingenuos (por no decir imbéciles) utopistas, lo que
se ve en el primer programa, pu­
blicado como folleto con el título
«La Humanidad como es y
como debería ser», donde se lee: «Queremos ser libres como
los pájaros del cielo y atravesar la existencia como ellos: volan­
do con alegría y en una dulce armonía» ( 17 ).
En
un grupo

de gente tan ingenua
Marx se impuso con fa­
cilidad como líder y, rápidamente transformó la «Liga de los
Justos», primero, en la «Liga comunista» y, después, en el «Par­ tido Comunista», en el cual, al principio, hubo solamente 17
miembros y, entre ellos, s6lo tres «obreros», es decir, artesanos,
todos judíos-alemanes. No hay, pues, nada de extraño en que
ellos «pidan» a
Marx y a Engels redactar el Manifiesto comunista.
Así, los judíos «burgueses», capitalistas, varios de ellos millona­
rios, como Engels
(18), hablan en nombre del proletariado.
(16) «Einerseits war der Ausbeuter dieser Handwerker ein kleine
Meister, andrerseits · hoffen sie alle schliesslich selbst kleine Meister zu
werden», F. Engels, Zur Geschichte des Bundes der Kommunisten (1885),
en Marx-Engels Studienausgabe, III, I, pág. 17, ed. Fischer Bücherei, 1970.
(17) «Nous voulons etre libres comme les oiseaux du ciel, et traverser
l'ex:istence comme eux, a joyeux coups d'ailes et dans une douce harmo­
nie»,

citado por F. Raddatz,
op. cit., pág. 90.
(18) Friedrich Engels fue
hijo de un alemán protestante, un hombre
bondadoso y muy piadoso, un rico copropietario de grandes fábricas tex­
tiles en Alemania y en Inglaterra; su fortuna tenía que ser muy significa­
tiva, pues Friedrich Engels, siendo solamente un empleado de ellas, re­
cibía
un
extraordinario sueldo anual (por el año 1850) de 20.000 libras
de hoy, lo que corresponde a 50.000 dólares, es decir, a
más de

4.000
dó­
lares mensuales. Véase: David McLellan, Engels, Ed. Fontana, 1977, pá­
gina 20.
866
Fundaci\363n Speiro

KARL MARX Y LA REVOLUCION COMUNISTA
Marx, ayudado por Engels, lo .. hace rápidamente, plagiando
el conocido
Manifiesto democrático, de Víctor Considerant, pu­
blicado en el año 1843 (19). Sin embargo, hay una gran dife­ rencia entre estos dos manifiestos, pues el de Víctor Considerant, a pesas de que contiene algunas frases demagógicas, no es libro de
odio y de violencia, mientras que el manifiesto de
Kas! Masx
está tan profundamente penetrado por el odio que merece
.el
nombre

de «Manifiesto del
odio».
El

programa presentado por el
Manifiesto comunista, de Marx
(

que primeramente, antes de su publicación, llevaba el
título de
Catecismo comunista) se reduce a dos puntos básicos: a saber:
primero,

la proletarización de toda la clase obrera e, incluso, de
toda la sociedad, por la supresión de la propiedad privada; se­
gundo, la revolución violenta ( con
el terror) y destructora. Marx
necesitaba lo primero (la proletasización) pasa poder realizas lo segundo (la revolución). ¿Qué
finalidad tenía su revolución? Ya
lo hemos visto: liberas
al hombre de la religión, es decir, la
completa secularización de la sociedad. En el plano social,
el Manifiesto comunista, publicado en
1848, propone un programa completamente opuesto al progra­
ma de
la doctrina social de la Iglesia, también propuesto en el
mismo año 1848, en distintos documentos y casi simultáneamen­
te en distintos países (20). Es
el primer enfrentamiento directo
entre
la posición cristiana y la posición marxista; las dos posi­
ciones completamente opuestas y absolutamente irreductibles, pues
la cristiana aboga por
la desproletarización de la clase obrera,
mientras que la
marxista, al

contrario, exige la completa prole­
tarización de la clase obrera y de toda
la sociedad; la doctrina
(19) Sobre este plagio véase el estudio de Tcherkezov, Un plagiat tres
scientifique. A propos de deux manífesJes, publicado en la revista fran­
cesa «Les temps nouveaux», número de mayo-junio de 1900, y repro­
ducido parcialmente en la revista francesa «Le Contrat Social», número
de julio de 1957, editada por el Institut d'Histoire Sociale, Parls.
(20)
Véase, M. Poradówski, «El
enfrentamiento entre
la doctrina so­
cial de la Iglesia y el marxismo», en Verbo, núm. 214-215 y, también, «El
tomismo en
las encíclicas sociales», en Verbo, núm., 203-204.
867
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
social de la Iglesia desea. que todos sean propietarios y el mar­
xismo que todos sean proletarios.
_ .Marx

necesitaba
el. proletariado
para poder hacer su revolu­
ción. La. Iglesia

desea que todos
.sean propietarios
para que no
haya revoluciones, para que los hombres. vivan libres, indepen­
dientes económicamente y para
que haya

paz, tranquilidad y
amor en la convivencia social. En la vida de Marx, el año 1848 no es solamente el año del
Manifiesto comunista, pues es también el año de
uoa excepcio­
nal actividad

revolucionaria
y subversiva. Parece que Marx esta­
ba profundamente convencido de que su revolución tendría pleno
éxito en el mismo año 1848 (21), al menos en Alemania, de
donde después
podría ser extendida a todo el muodo, pues su
revolución, desde el principio, es concebida- como revolución
mundial, die W eltrevolution.
Hipnotizado

por el «modelo» de la Revolución francesa de
los años 1789-1799 (22), a la cual miraba no con los ojos del
historiador ( ¡al diablo con los hechos!), sino con los ojos del
doctrinario, que toma, como verdad absoluta, una visión- de la
Revolución francesa literario-ideológica, representada en los escri­
tos de los blanquistas, quería copiarlo exactamente
en uo
am­
biente social-económico-político completamente distinto. La Ale­ mania de 1848 no era ni siquiera parecida a la Francia de 1789.
Marx, como siempre, vivía -en un mundo irreat abstracto, desvin­
culado de la realidad y por eso su actividad revolucionaria de
los años 1848-49 fue un fracaso.
En niarzo de 1848 la revolución comuoista triunfa en Parfs
y los amigos de Marx llegan al poder. El gobierno provisorio
invita a Marx a volver a Francia, justo en el momento en que
el gobierno de
l3élgica lo

expulsa. Marx vuelve a París, donde
permanece uo mes, pues ya
el 10 de abril se instala en Colonia
(21) Lo cual consta en sus cartas, especialmente en las escritas a su
esposa, en las cuales expresa su seguridad de que con d triunfo de su
revolución se solucionarán todos sus problemas financieros.
(22) Véase,
al respecto, el detallado estudio histórico de Franr;oise
P. Lévy, Karl Marx, histoire d'un bourgeois allemand, Grasset, 1976.
868
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KARL MARX Y LA REVOLUCION COMUNISTA
para fundar un nuevo diario de lucha por el triunfo de la re­
volución en Alemania. El financiamiento está asegurado por los
banqueros judíos y el Neue Rheinische Zeitung aparece desde el
31 de

mayo ( 1848) y va a seguir hasta el 18 de mayo del año
siguiente. Su diario comunista, revolucionario y subversivo sale
con el subtítulo de «órgano de la democracia» (23 ). Su diario es un insttumento de lucha revolucionaria. Marx
con sus artículos, pretende influir sobre el desarrollo de la re­
volución. Sin embargo, la revolución fracasa y Marx es de nuevo expulsado de Alemania (16 de mayo de 1849) y se dirige
otra
vez

a .París, de donde, -debido al cambio ocurrido de la situación
política, es también inmediatamente expulsado a Inglaterra,
don­
de

se
instala, para
siempre, el 24 de agosto. Ahora, desde Lon­
dres, pretende dirigir las actividades subversivas en el Conti­
nente europeo, sirviéndose de la red de su organización revolu­
cionaria, la «Liga de los comunistas», la cual pronto se
trans­
forma

en el «Partido Comunista». Bajo la influencia de los blan­
quistas y aprovechando sus experiencias adquiridas durante la
fracasada revolución de.1848-49, elabora, junto
con otros revo,
lucionaríos,

la doctrina sobre la «revolución permanente».
Durante los primeros años de vida en Londres, Marx se en­
cuentra, de vez en cuando, en dificultades financieras, no
por
falta

de dinero, sino por falta de economía en sus gastos. A pe­
sar de que recibe frecuentemente por herencia grandes fortunas,
también con frecuencia está en aprietos financieros, pues las
gas­


derrochando· el dinero
en borracheras,
comilonas (
causa de
sus

frecuentes forúnculos), banquetes y bailes (a veces para más
de 50 personas), viajes (siempre alojando en los más lujosos
y
caros hoteles), etc. Durante, lo$ primeros cinco años .vive con su
familia en un modesto apartamento en Soho ( el centro de Lon­
dres), en
Dean Street

64; desde octubre de 1857 vive en rina
(23) No hay ~ eso .hipocresía, _pues_, según la doctrina revolµcionaría
de los blanquistas, completamente-,esimilida por Marx, la «de;mocracia» es
urui-·-etapa previa y necesaria para 11egai-al cómunisino, lo que· explica _c;iue
los comunistas, en · 10s "países todavía no dominados por ellos, están siem~
pre sinceramente en favor·· de la démocrácia.
869
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MIGUEL PORADOWSKI
confortable casa en Grafton Terrace 9, la que cambia en 1864
por
la lujosa mansión Villa Modena, donde vive hasta su muerte,
acontecida en 1883. Dsede 1868, Engels, quien antes siempre le
ayudaba muy generosamente, empieza a pagarle regularmente una renta anual de 350 libras (es decir, mucho más de lo que ganaba
en este tiempo su amigo el director de un banco en Londres, el
cual recibía sólo 300 libras), lo que corresponde actualmente a
unos 15 mil dólares.
Viviendo en Londres,
Marx se dedica a los estudios, princi­
palmente económicos, «devorando» libros en la biblioteca del British Museum, donde fue rratado con una especial deferencia. Marx se da cuenta de que no basta
. hacer

llamadas emocio­
nales para movilizar a
la gente en favor de su revolución comu­
nista. Quiere entonces presentar· una teoría de la explotación en
una forma atrayente y convincente; de
ahí su proyecto de es·
cribir una obra imponente ( también por sus dimensiones) de
economía. Prepara un proyecto de estudio en 6 volúmenes. El
primer volumen seria dedicado al tema «el
capital». Este

pro­
yecto fue realizado sólo parcialmente y en otra forma, pues ter­
minó con la elaboración sólo del tema «el capital», pero en
cuatro volúmenes, de los cuales sólo el primer volumen fue es­
crito completamente
por Marx

y publicado antes de su muerte,
mientras que los siguientes, el segundo y el tercero, los elaboró
y publicó Engels, aprovechando el material reunido por Marx,
y el cuarto volumen aparece sólo con ocasión del centenario de
la publicación del primero, el año 196 7, como obra colectiva de
varios autores, pero también en base al material preparado por
Marx,
«El capital», llamado la «biblia marxista», costó bastante
esfuerzo, pues Marx trabajó en el primer volumen durante casi
veinte años (con lo cual quedó tan agotado y aburrido, que des­
pués descansó durante 16 años, esto es, hasta su muerte). F. En­
gels, con varios colaboradores, entre ellos la hija de
Marx, Eleo­
nos, Karl Kautsky y su ex-esposa Luisa
Kautsky de Freyberger,
trabajaron durante 12 años en
la preparación de los volúmenes
segundo
y tercero, y el equipo de estudiosos marxistas trabajó
870
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KARL MARX Y LA REVOLUCION COMUNISTA
en la preparaci6n del volumen cuarto al menos 32 años ( con­
tando desde la fecha de la muerte de Engels hasta su publicaci6n). La montaña pari6 una lauchita: para la economía, como cien­
cia, es un aporte nulo; muy pocos leyeron el primer volumen,
y casi nadie ha leído los cuatro. En una ocasión, Fidel Castro
confes6 públicamente
que sólo
alcanz6 a leer las primeras 17 pá­
ginas del primer volumen
y que no pudo aguantar más. Eden
Pastora declaró sinceramente, en una conferencia de prensa, que
no ha leído nada de
Marx; sin embargo, afirma, con todos los
marxistas, que «sabe» que en
El Capital Marx demostró cien­
tíficamente el carácter esencialmente explotador del capitalismo.
Parece, pues, que esta vez Marx no fracasó, ya que -a pesar
de que casi nadie lee El Capital-todos sus partidarios aceptan,
con ojos cerrados, su
teoría de

la explotación, y así el veneno
de
El Capital sigue despertando en las masas el odio, que es
el motor de la revolución marxista.
Marx, desanimado por las fuertes
críticas que

recibi6 su
primer volumen de
El Capital, deja de trabajar sobre los vo­
lúmenes siguientes
y sólo, de vez en cuando, escribe algunos ar­
tículos. En los últimos 16 años de su vida sólo viaja por distin­
tos países, pasando largas temporadas en las termas.
La revolución fue su obsesión permanente. Después del fra­
caso de los años 1848-49, Marx sigue conspirando. El «partido
comunista», bajo su ditecci6n, se transforma en la Internacional.
Marx siempre demostraba un carácter autoritario y dictatorial,
aceptando s6lo la colaboración de los que se le subordinaban
por completo.
,Hablaba de

la «dictadura del proletariado», pero,
en realidad, dentro de la Internacional, él
mismo quería

ser siem­
pre un dictador indiscutible. En esta situación, la Internacional
fue no tanto «comunista» como «marxista», entendiendo por
«marxista» la dictadura personal de Marx. Desde. el momento
en que no pudo ya mantenerse como único e indiscutible líder
de la Internacional, prefiere disolverla.
871
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5. La vida familiar de .Karl Marx.
Marx empieza su vida familiar en Patís en 1844, rue V aneau,
en un barrio elegante y «burgués». Apenas casado, hace una ex­
periencia de vida «comunista», llevando su casa como un al­
bergue para todos. sus amigos, viviendo con ellos y formando
una comunidad.
La experiencia pronto fracasó. Cuando nace su
primer hijo, la niña Jenny, empieza una vida familiar típica­
mente «burguesa». Con los años vienen otros niños, en total seis.
Sin embargo, sólo la mitad de ellos sobrevive, pues los otros
mueren rápidamente.

El primer hijo varón, Edgar, no llega a
los 8 años, muriendo de tuberculosis de intestinos. Otro hijo varón, Guido, vive sólo pocas semanas. La tercera hija, Fran­
ziska, vive sólo algunos meses. Le quedan tres hijas: Jenny,
la
mayor y la preferida, lo acompaña casi toda su vida, pues muere
poco más de un mes antes que Marx. Laura y Eleonor
lo sobre­
viven, pero terminan trágicamente, suicidándose junto con sus
maridos ( el de Eleonor se salvó). La convivencia matrimonial de
los esposos
Marx parece que no fue muy feliz, como consta en
algunas cartas (

24 ).
En
la vida· familiar Matt es no menos dictatorial que en la
vida política. Es un típico padre de familia y marido «burgués»;
lo que él mismo ataca, desprecia y denuncia, respecto a
la vida
familiar y matrimonial, llamándolo .«burgués», en el
Manifiesto
comunista, lo practica, pues es un tirano. A su esposa la trat~
muy duramente; a las hijas no les permite escoger libremente.
a sus futuros esposos, es él quien los escoge
y según sus propios
criterios (exige que tengan fortunas). Tampoco asegura a sus hi­
jas una adecuada educación.
Eh la casa es la primera persona a
la cual todos tienen que servir, para la cual todos tienen que
(24) En: una carta a Engels, Marx escribe:· «Mi mujer me dice que·
desearía -encontrarse en la tumba, junto con sus hijos ... », citado por Ru­
bel, op. _cit., pág. 87. En otra ocasión escribe a Engels, «No hay mayor
estupidez ... que casarse ... », ibfd., pág. 67. En varias ocasiones su esposa
abandona. la casa, huyendo a Casa de Engels.
872
Fundaci\363n Speiro

KARL MARX Y LA REVOLUCION COMUNISTA
sacrificarse. Tiene costumbres típicamente «burguesas»: de su
esposa exige que en las invitaciones impresas (para los banquetes
en casa, a veces de
50 personas), ponga su título de baronesa;
comía sólo

en platos de plata (salvo cuando los empeñaba), he­
redados por su esposa de
la antigua aristocracia escocesa de la
la cual fue desoendiente;
consumía una
enormidad de bebidas
alcohólicas, ante todo de Oporto, importado de Portugal, que
Engels le regalaba por cajones.
Carecía de

sentimientos familia­
res y humanitarios: no asistió a los funerales ni de su padre, ni
de su madre, ni de su esposa, ni ele sus hijos, ni de sus parien­
tes o amigos; molesto por esperar la herencia de su madre, se
quejaba cínicamente de que ella siguiera viviendo ( como consta
en sus cartas).
Los que le conocían más de cerca tenían de él opiniones
muy desfavorables.
Mazzini escribe:
« ... es ·un espíritu destruc­
tor; su corazón está lleno no tanto de amor al prójimo como de
odio; .. . es extraordinariamfnte ·maligno, astuto y disimulado.
Es celoso de su autoridad de jefe del partido; vindicativo y sin
piedad frente a sus rivales y sus enemlgos, a los cuales no cesa
de combatir hasta que
los destruye.

Su característica principal
es la ambición y la
necesidad de

dominio sin límites. A
pesar de
que

la igualdad.
comunista figura
en
su leniá,
es un
nionarca ab­
soluto

de su partido»
(25).
Marx

fue, ante todo, un egoísta y un egotista, lo
que le te'.
prochaba su padre
(26 ).
Su colaborador y secretário en la redacci6n de Rheinische
Zeitung, Karl Heinzen, nos dejó el siguiente retrato de Marx:
«Era

pequeño y enclenque,
de pelo. negro como el . carbón y tez
amarillenta. La frente muy alta
y las orejas· salientes. En sus
ojos
pequeños, oscuros y miopes brillaba una
llama de
inteli­
gencia y malicia. Cuando_
leía, tenia

que acercar mucho
el papel
· (25) Según Wernei Solllbart, Der· Proletafische Soziál.ismuS1 VOL' I,
pág. 63, en la ed. de 1926, citado por Radllati, op; · cit-, pág; 84.
(26) «;.; ·dass-·Du :rucht--'frei von Egoismus bist .. :», citado pot 13lu~
menberg, op. cit., pág. 29.
873
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MIGUEL PORADOWSKI
a los ojos ... Poseía una inteligencia asombrosamente aguda, pero también era un intrigante y mentiroso ... , sólo deseaba explotar
a los demás; le movía más la envidia a los otros que su propia
ambición» (27).
Arnold Ruge, colaborador de« Marx en los
Anales Franco­
Alemanes,
así lo describe: «Marx se dice comunista, pero es un
egoísta fanático. Me persigue como "librero" y "burgués" ... es­
tamos a punto de convertirnos en enemigos mortales y, yo, por
mi parte, no conozco otra causa más que el odio que me tiene,
realmente del peor gusto. Parecía desear, la destrucción de todo
recuerdo sobre nuestra relación pasada, por crearle dificultades
la interrupción de
mi ayuda, viendo que estaba equivocado res­
pecto a mi situación financiera. Para todo esto no conozco más
causa que el odio y la locura de mi adversario. Mostrando sus
dientes y sonriendo sarcásticamente, Marx destrozará a todo aquel
que le cierre el paso» (28).
Karl Scburz, a quien tocó colaborar con Marx en el movi­
miento revolucionario alemán del año 1848, hace recuerdos de
Marx: «Nunca he conocido a un hombre con arrogancia más
ofensiva e insoportable. A ninguna opinión que discrepase de
la suya concedía el honor de una consideración
ni siquiera me­
dianamente respetuosa. Todo aquel que se hallaba en desacuer­ do con él era tratado con poco velado desprecio. Respondía a to­
dos los razonamientos que le desagradaban con un desdén mor­
daz, aludiendo a la ignorancia de quienes los exponían, o con un
análisis difamatorio de sus móviles. Todavía recuerdo el tono
incisivo y despreciativo con que pronunciaba, casi podría decir
que "escupía", la palabra "burgués" ...
» (29).
Willicb, miembro de la Liga Comunista, así
lo recuerda:
«Primero bebimos oporto, luego un clarete, que es burdeos
rojo,
(27) Karl Heinzen, Erlebtes, vol. II, pág. 423, 1864, citado por Ju­
lien D'Arleville,
Marx, ese desconocido, ed. española, 1972, pág. 119.
(28) Amold Ruge, Brie/wecbsel uns Tagebuchblatter, pág. 380, citado
por D'Arleville,
op. cit., Pág. I!9,
(29)

K.
Schurz, Lebenserinnerungen, pág; 143, cirado por D'Arlevi­
lle, op. cit., pág. 121.
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KARL MARX Y LA REVOWCION COMUNISTA
después champagne. A continuación del clarete Marx se hallaba
completamente borracho. Esto es lo que yo buscaba exactamente,
porque así se volvería más franco de
lo que seguramente hubiera
sido en otro caso. Y así descubrí la verdad, que de otro modo
habría quedado en meras suposiciones. Pero, a pesar
de su bo­
rrachera, él dominó la conversación hasta el último momento.
La impresión que me causó fue la de una persona dotada de una
extraña personalidad muy peculiar. Si su corazón lo hubiera te­
nido a la misma altura que su inteligencia, y si hubiese poseído tanto amor como tenía odio, yo habría desafiado el fuego por él;
incluso, a pesar de que al final me expresó el franco y absoluto desprecio que le merezco, insinuado antes incidentalmente. Marx
era el único y el primero entre nosotros a quien yo confiaría la jefatura, porque es un hombre que nunca se pierde en cuestiones
mínimas y sólo se ocupa de asuntos transcendentes. Sin embargo, es cosa lamentable, dados nuestros objetivos,
que este hombre, con su claro intelecto, carezca en absoluto de
nobleza de alma. Estoy convencido de que todo cuanto de bue­
no pudiera existir
en él lo ha devorado una ambición personal
peligrosísima» (30).
6. El enigma de
Marx y de su marxi111110.
Hay

obras literarias,
científicas o
filosóficas que pueden ser
leídas, estudiadas y comprendidas, a pesar de que el lector no sepa· nada, o muy poco, sobre el autor de ellas. Sin embargo,
hay otras que, para ser entendidas, exigen del lector que sepa
de antemano algo sobre el autor, pues en ellas se plasma y re­
fleja su personalidad y su vida. Este es el caso de los escritos y, ante todo, de lo que se suele llamar el
«marxismo» de

Marx.
En esta nota biográfica de Karl
Marx ha habido que destacar
algunos rasgos esenciales de su carácter, de su personalidad, de
(-30) Karl Vogt, Prozess gegen _die .Allgemeine ZeitUng, 18.59, pág~ 142,
citado por J. D'Arleville, «Marx», op. cit., pág. 122.
875
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MIGUEL PORADOWSKI
su vida y de su actividad,-recordando ante todo lo que es indis­
pensable
para la comprensión de su pensamiento, de su «praxis»
revolucionaria
y de su marxismo. El marxismo de Marx -a di­
ferencia de los otros «marxismos», de los marxistas moderados
(socialistas) y radicales (comunistas}--

no es solamente el pen­
samiehto, la praxis y la revolución, sino, ante todo1 la proyección
de su personalidad.
Algunos pretenden
presentar a Marx como filósofo
(y toda­
vía como un gran filósofo). Vanos esfuerzos, pues Marx, como
ya lo hemos
visto, odiaba la filosof!a y la despreciaba y no pudo
soportarla, tal vez por
dos razones.
En primer lugar, porque
una verdadera y auténtica filosofía exige de la persona que quie­
re dedicarse a ella, una excepcional honestidad intelectual
y, en
segundo lugar, perseverancia
y paciencia, para poder pensar me­
tódicamente, en forma ordenada, clara y «fría», es dedr, sin in­
fluencias de las emociones. No en. vano Aristóteles define la fi­
losofía como «ciencia de
la verdad>\. El concepto de «ciencia»
incluye
el. mét~do rigurÓSQ y efi~'\Zi adecuado al objeto estudi.a­
do, y también incluye orden
y disciplina. El concepto de verdad
supone que el investigador-pensador está convencido de la exis­
tencia de una realidad objetiva, existente independientemente del
sujeto cognoscente. Nada de eso admite Marx. Marx no
soporta ningún orden, ninguna disciplina, ninguna verdad, nin­
gún método. Marx piensa lo que se le antoja y como se le an­
toja, sin ninguna preocupación por la verdad-realidad objetiva,
pues la rechaza de antemano. Marx no es un fil6sofo y no se de­
dica a la filosofía y no le preocupa la honestidad intelectual.
Con
cinismo llama

a
la filosofía «el onanismo mental» ( 31) y
al
(ilósofo «el

hombre alienado» (32). Sin embargo, como Marx
nunca_ fue. _consecuente con sus propias afirmaciones, .poco des-
(31) Marx, Engels (Hess), L'Idéologie AJ/emande, E 1968,
pág. 269, citado por D'Arleville, op. cit., pág. 77.
(32) K.
Marx:, Manuscritos 1844, ·ed. española, Aliama Editorial, Ma­
drid,
1969,
pág. 143, diado por D'Ar!eville, op. cit., pág. 80.
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KARL MARX Y LA REVOLUCION COMUNIST ,rl.
pués también habla de la filosofía y pretende ser filósofo (33 ),
es
decir, reconoce que .-según sus propias
afirmaciones pre­
vias-

es un
alienado. Además,

ironizando, se puede
decir que,
por conseguir
el grado académico de «doctor en filosofía», es
un «doctor en alienación». El pensamiento de Marx no merece el nombre de filosofía,
pues es arbitrario, gratuito y
.por· ende

no es
científico, como
lo
exige Aristóteles; es caótico, desordenado y .contradictorio, pues
lo que una vez afirma, otra vez lo niega
(34); parece

que en eso
consiste su «dialéctica». Todo esto viene como consecuencia de
la negación de la existencia de la v.erdad objetiva. También hay
que tener presente que en
el pensamiento de Marx no predo­
mina la razón sino las emociones
--entre ellas el odio-, las que
no solamente influyen sobre su pensamiento, sino que, en mu­
chos casos, lo determinan, Incluso se puede decir que
Marx de­
testa

la razón y, en esto, es muy parecido a Lutero.
Menos todavía se puede llamar a Marx «sociólogo», pues
nunca se preocupó ( como por ejemplo Engels) por conocer la
realidad social, viviendo en el mundo de su
fantasía. Como un
ejemplo

ilustrativo puede servir
el caso de su fanático antisemi­
tismo, pues sus afirmaciones respecto a los judíos son completa­
mente desvinculadas de la realidad de su tiempo. Marx afirma
arbitrariamente que todos los judíos . son usureros, mientras que
(33) F. Engels, Contra Düring, ed. espalíola, Bergua, Madrid, 1935;
el texto fue escrito por Engels, pero con colaboraci6n de Marx.
(34) En la Critica de la /ilosofla del derecho de Hegel (Zur Kritik
der Hegelschen Rechtphilosophie), Marx sostiene que la religión es ex­
clusivamente
el producto del hombre, de su pensamiento e ima:ginación
y que no aparece como reconocimiento de la realidad de Dios, de su exis­
tencia y, concluye, que «el hombre hace la religión y no la religión al
hombre» (Der Mensch macht die Religion, die Religion macht nicht den
Menschen}; si la religión no hace al hombre, esto quiere decir que no
tienen ninguna influencia sobre el hombre. Sin embargo, en la misma páw
gina afirma que la religi6n es ·et «opium» del pueblo, es decir, que aliena
al hombre (Die Religion ist das Opium des Volks) y, de esta manera,
niega lo que antes afirma. ¿No es eso ridículo? ¿Qué clase de «filosofía»
es

ésta?
877
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MIGUEL PORADOWSKI
los estudios sociológicos demuestran que esta afirmación carece
de fundamento. Cuando Marx. lanza estas afirmaciones en su
artículo
Zur Judenfrage, en 1844, más de la mitad de los 10.000
judíos que vivían en Baviera se dedicaban a la agricultura, y de
los restantes 5.000 judíos, 4.000 se dedicaban a trabajos de ar­ tesanía (sastres, albañiles, carpinteros, zapateros, etc.), y los res­
tantes figuran en los registros como comerciantes o dedicados a
las profesiones liberales (médicos, abogados, etc.). En París, por
el año 1808
-{las estadísticas

son de este año), había 2.500 ju­
díos y, entre ellos,
sólo cuatro figuran como usureros (35).
De manera parecida Marx
hace caso
omiso de otras realidades
sociales de su época, entre ellas, especialmente, del «proletaria­
do», pues no le interesa qué porcentaje de obreros y en qué
país cabe dentro de la categoría de los «proletarios». Incluso
pretende presentar su partido comunista, compuesto casi exclu­
sivamente de gente culta, acomodada (la mayoría de ellos fueron
banqueros y
capitalistas de

excelente situación financiera), como
partido de los proletarios (36 ). Su llamado, en el
Manifiesto co­
munista, « j Proletarios de todos los países, uníos!» 1 suena a ri­
dículo, pues fue dirigido a los miembros de la Liga Comunista,
en la cual no había ni un solo proletario, sino casi exclusivamen­
te capitalistas millonarios, como Engels, y sus lacayos, como Marx.
Otros pretenden presentar a Marx como «economista», es
decir, como perito en ciencias económicas. Gravísimo error, Basta
al respecto el testimonio de Engels, su amigo, colaborador y autén­
tico economista, teórico y práctico, pues fue gran empresario. En­
gels, después de la muerte de Marx, en una carta a Franz Mehring,
35) Véase los estudios sociológicos sobre las ocupaciones de los ju­
díos en la primera mitad del siglo XIX en Alemania, de Eleonore Sterling,
Er ist wie Du-Aus der Frühgeschichte des Antisemitismus in Deutsch­
land (1815-1850), Munich, 1956; Simon Dubnow, Weltgeschichte des iü­
dischen Volkes, Berlín, 1926, citado por Rs.ddatz, op. cit., pág. 50.
(36) La «dialéctica» de Marx lo justificaba, pues, según Marx, su
partido comunista defendía la causa del proletariado, incluso justificaba que
Man fuera dictador, pues a él correspondía actuar en nombre de la «dic­
tadura del proletariado».
878
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KARL MARX Y LA REVOLUCION COMUNISTA
encargado por el partido socialista (marxista) de escribir una bio­
grafía oficial de Marx,
afuma categóricamente
que Marx no en­
tendía
nada de economía ( 3 7 ). Esta afirmación de Engels puede
parecer exagerada, pues
Marx tuvo que aprender algo de eco­
nomía durante sus estudios jurídicos, pues el «currículum» de entonces incluía varias materias al respecto, y también es sabido
que leyó una enormidad de libros de
economía en

la biblioteca
del British Museum, preparando
El Capital, en .el cual los cita
con abundancia. Sin embargo,
una cosa es leer y otra comprender
lo que se lee y estudia. Sus conocimientos en esta materia fue­
ron muy pobres, abstractos, desvinculados de
la realidad y, ante
todo, manipulados e instrumentalizados por su ideología revolu­
cionaria. Marx se
servía de

la economía -y todavía de una ma­
nera muy deshonesta- para
dar apariencias «científicas» a su
ideología revolucionaria y, ante todo, a su arbitraria y gratuita
teoría de la explotación. Pero si Marx no es filósofo,
ni sociólogo, ni economista, en­
tonces, ¿qué es?
La
contestación no es fácil, pero si se quiere clasificarlo de
alguna manera, para darle algún rítulo «profesional» u ocupa­
cional, parece que lo más acertado sería decir que es un ideólo­
go de
la revolución; un ideólogo apasionado, movido por el odio
y la rebelión, para quien la revolución no es solamente un
fe­
nómeno

de cambio violento, sino que adquiere dimensiones me­
tafísicas de un desesperado combate satánico contra Dios y el orden natural, como expresión ésta de la voluntad divina im­
puesta a la sociedad humana.
Casi todos los biógrafos de Marx subrayan que lo más carac­
terístico de su personalidad es el odio a sí mismo y que este odio
lo proyecta a toda
la sociedad, de ahí su actitud rebelde y re­
volucionaria. Sin embargo, se trata de un odio excepcional, pa-
(37) «En réponse a une question de Franz Mehring, Engels put
écrire; 11 ne connaissait absolument ríen a l'économie, et une expression
comme "systeme économique" n'ávait pour Iui· aucune signi:fication».· Ci­
tado por Raddat2, op. cit., pág. 63.
879
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MIGUEL PORADOWSKI.
tológico, inexplicable por. las teorías sicológicas freudianas y _otras,
que reducen todo el problema a un
. «.trauma».
El

marxismo de Marx es, entonces,
la proyección al exterior,
a
la sociedad, del odio que le atormenta en su interior, pero con
el «elegante» disfraz de la «dialéctica» y de varias teorías seudo­
científicas y, entre ellas, ante todo,
la que él mismo llama «teo­
ría de
la revolución permanente» ( este término lo tomó de los
blanquistas ). Entonces, para
captar, entender

y valorizar el mar­
xismo
--como -lo más - íntimo de su personalidad- hay que pre­
guntarse: ¿qué es lo más íntimo de su alma? Ya hemos men­
cionado que casi todos sus biógrafos insisten en que es el odio,
pero un Odio con una mayúscula plenamente justificada ( como
lo vamos a ver), y seguramente también la envidia, la soberbia,
el complejo de inferioridad- junto con el complejo de superiori­
dad, la rebelión, el
afán de destrucción, el desprecio por todos
los valores espirituales, es decir, un verdadero «noeud des vi­
peres», como

diría
Fran,ois Mauriac. Con

razón Engels
llama
a Marx «un monstruo poseído de diez mil diablos» (38).
Entonces lo cierto es, y fuera de toda discusión, que Marx
estuvo· obsesionado por el Odio y que lo proyectaba a la socie­
dad, lo que le lleva a formular la necesidad de la revolución des­
tructora y de asumir el papel histórico del revolucionario, es
de­
cir,

del protagonista de su «revolución permanente» destructora,
que no tiene límites ni en el tiempo (pues es «permanente»), ni
en el espacio (pues es «mundial»,
die Weltrevolution), ni en el
«canipo» ( de la política, cultura, economía, etc., pues es «verti­
cal»); una revolución que se identifica con la rebelión. ¿Contra
quién? o ¿contra qué? Contra el régimen social-económico-po­ lítico-cultural establecido; contra
la sociedad como tal, pero tam­
bién y ante todo contra Dios y el orden natural.
Ahora bien, pasando de lo «cierto» a
lo solamente «proba­
ble», busquemos la contestación a la pregunta: ¿cómo se explica
(.38) En un poema medio grot~, medio serio. El texto completo
está en el libro de Raddatz, op. cit., pág. 163.
880
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KARL MARX Y LA REVOWCION COMUNISTA
este excepcional odio de Marx, que le lleva a plantear la nece­
sidad de una revolución destructora del mundo? Las contestaciones que se dan a esta pregunta son muchas
y
las vamos a reducir a dos grupos. En el primer grupo ponemos
las teorías sicológico-sociológicas
y, en el segundo grupo, las teo­
rías metafísicas.
De las teorías sicológico-sociológicas sólo recordemos aquí
dos: las que podríamos llamar «burguesa»
y «judía». Ambas se
refieren a lo que se podría llamar las «capas» o los «estratos»
de la personalidad. En la sociología algunos hablan, en este
caso, de lo «neo-sociológico»
y de lo «paleo-sociológico». La pri­
mera teoría, es decir, la «burguesa», se refiere a lo «neo-socio~
lógico», mientras que la segunda se refiere a lo «paleo-sociológi­ co». Como vamos a ver, la segunda teoría completa lo que sos­
tiene, en este caso, la primera.
La primera teoría se refiere a la «capa» superficial de la es­
tructura de la personalidad de Marx, a
lo neo-sociológico, a lo
adquirido por la educación
y la formación, principalmente en la
familia
y en el colegio; a lo consciente y lo conscientemente acep­
tado, aprobado
y disfrutado; lo que también, hasta algún pun­
to, podríamos llamar la «cultura personal» y que, en este caso,
es la cultura «burguesa», como la clasifica el mismo Marx; la
cultura por él después censurada, despreciada, ridiculizada, com­
batida, pero... plenamente vivida, practicada, conscientemente
compartida y disfrutada.
Marx es un típico «burgués». es decir, es precisamente el
tí­
pico ejemplo del hombre que él mismo desprecia y odia. En el
vocabulario de Marx, la palabra « burgués» significa lo despre­
ciable, odioso, repugnante, asqueroso. Sin embargo, Marx sabe
perfectamente bien que
él es un «burgués» y, más todavía. que
es un «modelo» del hombre burgués que él mismo rechaza, re­
pugna
y combate. De ahí viene su complejo de odio de sí mis­
mo
y un complejo de inferioridad frente ·a los que no son «bur­
gueses» ( como sus compañeros en la Liga Comunista, los senci­
llos artesanos), insoportable para un hombre soberbio como él,
que padece también un complejo de superioridad.
Ahí está su
881
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MIGUEL PORADOWSKI
problema: está aquejado por dos complejos a la vez, el de in­
ferioridad
y el de superioridad; su conflicto interior es el con­
flicto entre estos dos complejos. Marx, desde niño, siempre de­
muestra que
sufre un

complejo de superioridad. Sin embargo,
con el correr del tiempo, se forma en
él el complejo de inferio­
ridad a medida que se da cuenta qué es lo «burgués»
y que des­
cubre que él es «burgués»; esto es lo que él odia, pero de lo
cual no puede librarse, pues no puede «desburguesarse» (porque
le gusta ser «burgués», le gusta lo que odia, como un alcohólico,
que odia ser alcohólico, pero le gusta el alcohol),
y no pudiendo
dejar de ser como es, es decir, «burgués» (que para
Marx signi­
fica

«canalla», «parásito social»
y también «el ridículo»), se re­
bela contra sí mismo, contra su «burguesidad»; se odia. Esta teoría ( que implícitamente se encuentra en el estudio
de
Fran~ise Lévy

),
explica algo
el espantoso odio de
Marx
contra sí mismo y la sociedad, y su postura revolucionaria (Fran­
~ise Lévy llama a Marx, irónicamente, «un revolucionario bur­
gués»). Sin embargo, parece insuficiente, pero el odio de Marx
parece tener mayores dimensiones y tener sus raíces en las «ca­
pas» más profundas de su personalidad, esto es, en lo paleo­
sociológico, y por eso hay tomar en cuenta también la segunda
teoría,
la · que se refiere a lo más profundo del ser de Marx y
que considera que lo odiado por Marx es algo más que lo neo­
sociológico, es decir, lo adquirido por
la educación y la forma­
ción, lo «burgués», pues su odio, en gran parte subconsciente,
tiene sus raíces en lo hereditario, en lo congénito, en lo inna­
to, esto es, en lo sico-somático, racial, en el -hecho de que Marx
es judío. Marx es no solamente un «burgués», sino un «burgués
judío».
En realidad, como
lo hemos visto, Marx es un judío en el
más estricto y correcto sentido de la palabra, pues lo es no so­
lamente por raza, por nacimiento en el seno de una antiquísima
familia judía, sino también por su educación, formación y cul­
tura, recibidas en su
niñez, lo cual pesa sobre su personalidad y,
hasta en algún punto, la determina, según la opinión del mismo
Marx, quien declaró: «La tradición de todas las generaciones
882
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KARL MARX Y LA REVOLUCION COMUNISTA
desaparecidas gravita como una pesadilla s_obre el cerebro de los
vivos» (39). En las biografías de
Marx, escritas por autores ju­
díos, se

insiste sobre
el carácter judío de la personalidad de
Marx, incluso indicando detalladamente cuáles son los rasgos de
su carácter que debe a sus antepasados. El judío Blumenberg,
autor
de una de las mejores biografías de Marx, escribe al res­
pecto:

«Se ha pretendido vincular varios rasgos
de la persona­
lidad de Karl
Marx con lbs caracteres de. tales o cuales de sus
antepasados.

Por ejemplo, se ha querido relacionar su carácter
combativo con la herencia de Josua Heschel Lwow. A veces se
ha exagerado simplificando estas influencias hereditarias y, así,
por ejemplo, Artbur Sakheim llama a Marx "el exégeta y el tal­
mudista de la Sociología". Se ha pretendido encontrar en Marx
el don de asociación -un don sorprendente- en la ingeniosidad
de su

pensamiento y en la fuerza de su
·exégesis, en
la agudeza
de su polémica, en
la maestría de su dialéctica, cómo herencia
de esta larga serie de sabios rabinos, experimentados en los ejer­
cicios espitituales y trabajos intelectuales. Georg Adler insiste en
la tendencia natural del espíritu· de Marx a las conclusiones ex­
tremistas, su inclinaci6n a la abstracción, generalización, deduc­
ción, en las construcciones intelectuales, 'las cuales se acentuaron
más todavía por los estudios de la filosofía de Hegel. Sea como
fuere, nosotros no deberíamos pasar por alto estos antecedentes.
Esta es la opinión
de todos los investigadores judíos que, en
este asunto,
gozan de

una especial autoridad, como lo son, por
ejemplo: G. Adler, S. Dubnow, D. Farbstein, H. Horowitz, E.
Lewin-Dorsch,
G. Mayer, A. Sakheim, B. Wachstein, S. de Wolff.
Muchos de los investigadores
colocan a

Marx entre los antiguos
profetas» ( 40).
(39) Citado por D'Arleville, op. cit., pág-30.
(40) «Man hat manchen Zug in seiner Erscheinung auf bestimmte
Vorfehren zurückführen wollen, etwa seine Kampfnatur e.uf jenern Josua
Heschel Lwow. Manchmal tat man die Einflüsse recht summarisch ab,
wenn man ihn z.
B., wie Arthur Sakhe.im, den "Exegeten und T almuclis­
ten der Sociologie» nannte, Man hat Marx'erstaun:liche Associationsgabe,
die Scharfsinnigkeit seines Denkens, die Kraft dei-Exégese, die Scharfe
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MIGUEL PORADOWSKI
Muchos autores destacan que Marx, siendo judío, tiene con­
ciencia de ser uo profeta; que alguna fuerza misteriosa se apo­
dera de él y lo empuja a actuar como profeta: denunciar los
males existentes en la sociedad
y predicar respecto al futuro ine­
vitable, que
· va

a llegar con fatalidad. Su anunciada sociedad
perfecta del futuro,
la sociedad comunista, está presentada por
Marx como lo fatal, lo inevitable ( el historicismo marxista), que
hay que aceptar con resignación. Blumenberg recuerda que:
«Muy a menudo se compara a Marx con los antiguos profetas,
porque él proclama la llegada
de. una

inevitable transformación
de la sociedad, que en sus expresiones precisas
alcat12a la ima­
gen del destino fatal. Muchos sabios que dudaban respecto al carácter científico de las teorías de Marx, especialmente los es­critores judíos, como Camus
· y Borkenau, hacen precisamente
eso» (41). «Como profeta ... Marx posee una misión, que no le
permite elegir entre hablar y callarse, y que constituye el ver­ dadero misterio de la personalidad profética. El pretende poseer
el monopolio de la verdad
y de la infalibilidad. Marx mismo en­
salza la soberbia de la infabilidad comunista ( en
la carta a En­
gels del
25 de agosto de 1851), haciendo de ella la suprema
virtud del comunista» ( 42 ).
Este profetismo
y mesianismo de Marx, típicamente judío, es
evidente en el Manifiesto comunista. La revolución comunista
seiner Polemik und die dialektische Meisterschaft als Erbe dieser langen
Reihe auf Gedankenarbeit und · V erstandesscharfe trainierter Gelehrter sehen
wollen. Georg Adler bet~nt die "naturliche Empfiinglichkeit des Mars­
chen Geistes" für radilcal~ Schlussfolgerungen und seine "Anlage zu Al,s..
traktion, Deduktion und Konstruk:tion", die durch das Studium der Phi­
losophie Hegels noch stiirker entwnckelt werden musste. Wie dem auch
sei, keinesfalls darf man diese Ahnenreibe übersehen. Das ist Ansicht aller
jüdischen Forscher, also der kompetentesten Beurteiler mOglicher Einflüsse
(etwa G. Adler, S. Dubnow, D. Farbstein, H. Horowitz, E. Lewin-Dorsch,
G. Mayer, A. Sakheim, B. Wachstein, S. de Wolff). Viele Forscher stellen
Marx' -in eine Reihe mit den alten Propheten», Blumenberg, op. cit., pá­
ginas 14-15.
884
(41) Blumenberg, op. dt., ¡,ág. 109.
(42) Ib/d., pág. 110.
Fundaci\363n Speiro

KARL MARX Y LA REVOWCION COMUNISTA
está anunciada como una calamidad para la burguesía y viene
con fatalidad. El «proletariado» es· encargado por Marx de asu­
mir el papel mesiánico de un nuevo «pueblo escogido» y, con la
misión, además, de redimir a toda
la humanidad. La futura so­
ciedad ideal comunista
reemplaza al

Reino de Dios anunciado
por los profetas y por Cristo. Raddatz recuerda que Marx, todavía siendo un joven de 17
años, manifiesta en sus escritos dos rasgos típicamente judíos:
el odio de si mismo y
la convicción de que todo en la vida hu­
mana es predestinado ( 4 3 ). Ambos elementos explican sicológi­
camente el hecho de
la rebeldía can frecuente entre los judíos.
Marx desde muy joven se odia a
sí mismo
(por ser judío) y pro­
yecta este odio a toda la humanidad,
· lo

que se manifiesta en sus
poesías, manifestando, al cnismo tiempo, soberbia y complejo de
inferioridad, como en el poema escrito para su novia Jenny:
«Jenny, si puedo proclamar que hemos unido nuestras
almas en amor,
Y que un mismo ardor . las llena y que la misma ola
las arrastra.
Entonces, con desprecio
lanzaré tui guante al rostro del mundo,
Y veré derrumbarse a este pigmeo-gigante, cuya caída no podrá sofocar mi ardor.
Cuando, parecido a los dioses, ebrio de victoria,
Camine yo sobre las ruinas,
Y dando a mis palabras
la fuerza de la acción,
Me sentiré al
igual del Creador» ( 44 ).
( 43) «Dans cet écrit de jeunesse, on ttouve d'ores et déja deux élé­
ments importants: la ten.dance typiquemeri.t juive 8. cette haine ou mépris
de soi-m&ne qui, de son propre aveu, va presque jusqu'Q la haine de
l'humanité, et un déterminism,e historique que le jeune homme de -dix­
sept ans exprime avec une surprenante clarté dans la phrase devenlle
classique:
Nous

ne pouvons toutefois pas toujours atteindre
l'état auquel
nous

nous pensons destinés; dans une certaine mesure, en effet, notre
si­
tuation dans la société est déja fixée avant que nous ne soyons en mesure
de prendre une décision», Radda:tz, op. cit-, pág. 20.
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MIGUEL PORADOWSKI
Así, Marx tiene todavía otra razón para odiarse. Su odio
de sí mismo por ser «burgués» se afirma y aumenta por ser
ju·
dio.
Este

espantoso odio, proyectado a toda la sociedad,
lo. lleva
a la
rebelión y

a asumit el papel del revolucionario, del
destruc­
tor

del mundo. Esta
teoría, hasta

algún punto, está implícitamen­
te en la obra de Raddatz.
A muchos bastan estas dos explicaciones de la posición re­
volucionaria

de
Marx: Sin embargo; como lo hemos ya visto, en
el odio de Marx y en su «revolución permanente» hay algo más,
hay lo metafísico, y las mencionadas teorías
sicológico-sociol6-
gicas

no llegan a explicar esta dimensión metafísica; por esta
raz6n hay que recurrir tambíén a la teoría de Richard Wurm·
brand sobre el satanismo de Marx. Hemos visto que los estudios del pastor luterano Richard
Wurmbrand proporcionah interesantísimas informaciones sobre
el satanismo de Marx. Sin embargo, no conviene limitarse ( como
lo hace Wurmbrand), sólo a los aspectos del culto satánico, prac­
ticado

por Marx, sino que hay que tomar en cuenta que su
pen­
samiento

«dialéctico» está conscientemente· puesto al servicio de
la mentira y del Mentiroso, del Engañador. Marx adora a
Sa­
tanás y le sirve no solamente por actos de culto, es decir en el
plano de una anti-religi6n, sino también y principalmente en el
plano del pensamiento (la mentira)
y en el plano de la acción
( el odio). Su revolución es la participación en
la rebelión de
Satanás contra Dios, contra el orden natural, contra el hombre
como creatura de Dios, amada por Dios y redimida por Dios,
por Cristo. Marx, por su
revolución permanente,

quiere destruir la
so­
ciedad

humana, pues ella es el objeto de
la preocupación de Dios,
del amor divino. Esta sociedad, a pesar de estar muy alejada de
Dios y de sus Mandamientos, sigue siendo una sociedad
pene­
trada

por la
religión y

marcha conscientemente al destino eterno,
el cual es el objeto del combate entre Cristo
y Satanás. Es la
(44) Citado según la traducción castellana que se da en D'Arlevile,
op. cit., págs. 117-118.
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KARL MARX Y LA REVOLUCION COMUNISTA
obra de Dios, su creatura, y Marx; no pudiendo alcanzar con su
odio a ¡Dios, quiere al mellos herir a-_ su criatura, al hombre, a
.la sociedad humana.
Su concepto del comunismo como
«movimiento» y
no como
un ideal de la sociedad, no como algo estático,
sino como

algo
exclusivamente dinámico, se identifica con su concepto de
la «re­
volución permanente», entendida como caos, como un perma­
nente proceso
.de destrucción,

es decir, como
lo. opuesto al orden
natural, basado sobre
la Ley Eterna.
Su odio «natural» (humano) se nutre con el odio extra-na­
tural (satánico). No hay que olvidar que Satanás es el Odio, es
la Mentira, es la Soberbia, es la Rebelión, es la Revolución.
Marx, adorando a Satanás y entregándose a
él, sirviendo a él,
asume conscientemente el papel de Prometeo, del rebelde frente
a
Dios. Asf, la revolución marxista-comunista llega a ser el «sa­
tánico azote» ( 45), para la humanidad entera por ser «intrínsi­
camente perverso»
(45), es

decir, satánico.
Varias veces se
ha subrayado

anteriormente que el «marxis­
mo» de

Marx es ante todo la
proyección de Sff personalidad, Si
esta personalidad está llena de odio, de complejos y, ante todo,
¡¡lberga y

hace suyo
lo satánico, el marxismo es el satanismo.
¿En qué consiste
el carácter satánico del marxismo?
Fuera de
lo anteriormente subrayado (la rebelión contra Dios
y contra el orden natural), en el satanismo de Marx conviene
destacar su odio al hombre
y a la sociedad humana. Marx cons­
cientemente quiera hacer sufrir
al hombre y a la sociedad, a
cada hombre y a toda la sociedad. De
ahí su concepto del co­
munismo-ateísmo
= materialismo ( 46 ). Propone una sociedad
( 45) Se trata de las expresiones de la encíclica Divini Redemptoris
(sobre el comúnismo) del Papa· Pío XI, de 1937; estas expresiones no son
retóricas, sino

profundamente teólógicas.
(46)-
«El comunismo empieza

inmediatamente con
el ateísmo (Owen)»,
escribe Marx en-los Manuscritos 1844, citado por D'Arleville, op~ cit., pá­
gina. 83. «Religión, familia, Está.do, derecho, moral, ciencia, arte, etc., no
son más que formas especiales de la próducci6_n y caen bajo su ley ge­
neral. "La superación positiva de la propiedad, ptivada, -fa primera supera­
ción positiva de ·
la' propiedad privada~· es el comunismo», íbi&
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MIGUEL PORADOWSKI
«comunista» ( en este caso usa el término «comunismo» en el sentido aceptado por
his doctrinas sociales, esto es, una sociedad
sin propiedad privada, sin derecho del hombre a los frutos de
su trabajo), pues quiere despojar a todos de todo (47), es decir,
de todos los bienes materiales y culturales, lo que prácticamente
significa hacer
sufrir a todos una privación espantosa de todo
lo que el hombre de manera imprescindible necesita diariamente,
viniendo, en consecuencia, el inmenso, inmensurable y permanente
dolor humano, que transforma a la sociedad en el infierno en la
tierra, en lo temporal. Y aun más, pues esta sociedad viene a
ser profundamente penetrada por el odio indescriptible y por
la envidia, pues todos
sé aborrecen

mutuamente. Un ejemplo
concreto ilustrativo lo constituyen los campos de concentración
y de trabajo for2ado en la Unión Soviética, los cuales son un
modelo y prototipo de la futura sociedad comunista-marxista
mundial, la cual, en realidad, tiene que llegar a ser un solo, in­
menso, extendido a todo el mundo, campo de trabajos
for,,ados,
un

solo Gulag mundial, de miseria, de odio, de sufrimientos, el
infierno en la tierra en lo temporal y terrenal, es decir, la ex­
tensión del imperio de Satanás a la sociedad humana. Quien
tenga alguna duda
respecto al carácter infernal de estos campos
de trabajos forzados, que lea un testimonio directo de uno de
los condenados, que alcanzó
a escapar al mundo libre y que lo
describe en la obra en
3 volúmenes bajo el títnlo Kolyma; el
autor es un judío marxista-comunista, Varlam Chalamov
(48).
Sin embargo, el satanismo del marxismo no termina aquí,
pues
Marx preteude despojar a cada hombre y a toda la socie-
(47) Un ejemplo ilustrativo: Polonia, según las declaraciones oficia­
les de los gobernantes comunistas, está todavía mlly lejos del comunismo,
pues sigue en la etapa «socialista» (igual que la Unión Soviética dest,ués
de

los 66 afios de régimen
marxista), pero es muy difícil conseguir artícu­
los tan absolutamente necesarios como jabón y detergentes, e incluso,
agu­
ias para coser la ropa o alfileres. Es fácil imaginarse qué sufrimiento diario
significa esta.· situación, pues todos son menesterosos.
(48) El original está escrito en roso, pero yá hay una traducción
francesa, publicada. por Editions Franc;ois Maspero, Parfs.
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KARL MARX Y LA REVOLUCION COMUNISTA
dad no solamente de los bienes temporales, materiales y cultu­
rales, sino que, al condenar a todos a vivir un infierno en la
tierra, va mucho más lejos y quiere incluso quitar al hombre la
esperanza
de una vida mejor más allá de lo terrenal, después de
la muerte, y por eso quiere despojar a todos también y, ante
todo, de los bienes espirituales, de la
fe en la existencia de Dios
y de la vida después de la muerte. No solamente quiere quitar
a los hombres bienes espirituales como amistad, bondad, frater­
nidad, libertad
y amor (para mencionar algunos), sino ante todo
quiere quitar la fe en la existencia de Dios y de
la vida después
de la muerte, la fe en la existencia del
Ciclo. Su

comunismo-ma­
terialismo-ateísmo despoja al hombre de la
fe en Dios y en la
vida eterna,
y de

esta
e manera condena a todos al infierno en la
eternidad.
Aquí está

el satanismo
dd marxismo,
pues el imperio
eterno de Satanás, el infierno, quiere extenderse en lo temporal para mejor asegurar el dominio eterno de Satanás sobre todos
los hombres. En eso consiste lo esencial del marxismo, es decir,
de la «revolución permanente». Marx es responsable del incontable dolor humano de los mi­
llones de seres que sufren siendo víctimas de su revolución.
Marx es directamente responsable de más de 200 millones de
personas vilmente torturadas y asesinadas por el terror, que es
el elemento esencial de la revolución marxista-comunista: 125
millones en China (según los cálculos de
J. Ravel), al menos
70 millones en Rusia ( según Solzenitzyn
y otros) y al menos 5 mi­
llones en otras partes del mundo (Indochina, Africa, América Central, etc.).
Marx es indirectamente responsable de innumerables conflic­
tos sociales, artificialmente inflados
y aumentados, que llevaron
a los países a la primera
y la segunda guerras mundiales y pro­
bablemente llevarán a la tercera, pues su «revolución perma­
nente» está en la base de los conflictos de odio racial, de odio
de clases, de mucho conflictos políticos entre naciones
y países
porque su doctrina es el odio
y a medida que esta doctrina se
extiende a todos los países, todas las sociedades se penetran con
él, es decir, con lo satánico.
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MIGUEL PORADOWSKI
Además, hay que recordar que el marxismo es la fuente y
la base de muchas otras doctrinas políticas y sociales y, ante
todo, del marxismo-leninismo, éste
con· distintas
corrientes, pero
todas ellas unidas con un mismo fin: extender a todo el mundo
la inhumana y diabólica revolución bolchevique,
el W eltoktober,
que lleva . directamente a innumerables conflictos políticos y so­
ciales, en todo
el mundo e impide una vida normal de las nacio­
nes que buscan su propio desarrollo, bienestar y paz. Es gracias al
marxismo, que

constituye la base ideológica de
la Unión Soviética y de la China· comunista, que estas dos po­
tencias
se· han
transformado en los agresores permanentes
y pe­
ligrosísimos para todos los países todavía
· libres. Es

el marxismo
el que justifica el imperialismo de la Unión Soviética y de la
China comunista, un «imperialismo comunista» que tarde o tem­
prano llevará a .fa tercera guerra mundial, la cual -dadas las
condiciones
tecnológicas- puede tomar carácter de catástrofe
apocalíptica, que ya se da, en cada caso, es decir, en
el de las
guerras solamente convencionales, o no nucleares, por el espan·
toso sufrimiento de millones de personas que se causa. Esto es
obra del satanismo, pues hacer sufrir al hombre es la obra de
Satanás, hacerlo sufrir aquí en la tierra y, ante todo, en el más
allá, en
la eternidad.
Tomando todo eso en cuenta, hay que
concluir que
Marx
y
su marxismo es la calamidad de nuestros tiempo. Parece qué se
puede aplicar a Marx las escalofriantes palabras de Cristo pro­
nunciadas en
relación a

Judas: mejor
sería que
no hubiera nacido.
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