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Número 247-248

Serie XXV

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La revolución marxista en Rusia

LA REVOLUCION MARXISTA EN RUSIA
POR
MIGUEL PoRADOWSKI
Hasta ahora hemos visto, casi exclusivamente, d aspecto teóri­
co
y doctrinario de la revolución m3tXista ( 1), d cual, para ser
mejor comprendido, exige un complemento histórico
y, p9r
ende,

práctico. Es decir, conviene recordar algunos ejemplos ilus­
trativos respecto a
la realización histórica de la revolución mar­
XiÍsta. En la imposibilidad de tratarlo respecto de todos los
países, víctimas de esta desgracia, sólo
reéordemos, a
título de
ejemplo,
el caso de' Rusia, por ser éste cronológicamente el pri­
mero
y, además, el más ilustrativo y el más · trágico.
La revolución marxista, fue «mundial» desde un principio;
por eso se extiende a todo
el mundo, a todos los países, sin ex­
cepción ninguna,
amenazando por
igual a todos los pueblos
y,
consecuentemente, también se extendió a Rusia. Sin embargo,
en los planes de Marx, Rusia era oonsiderada como país menos
apto para la inmediata aceptación del marxismo
y de su revo­
lución, pues --durante
la vida de Marx-, Rusia apenas en­
traba en la «etapa burguesa» y, en comparación con otros países,
especialmente con los europeos, carecía de la presencia del «ca­
pitalismo» del cual -según Marx-
«nace,» el comunismo y
(1) Véase, del autor: «Karl Marx, el ideólogo de la revolución comuM
nista», en Verbo, núm., 217~218; «Teología de la liberación de Karl Marx»
(I), en Verbo, núm. 225-226; «Teología de la liberación en Verbo, núm. 235-236; «Teología de la revolución de Karl Marx» (I), en,
Verbo, núm. 237-238; «Teología de la revolucióo de Karl Marx» (H), en
Verbo, núm. 241-242; «La Weltrevolution y el Weltoktober., en Verbo,
núm. 245-246.
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siendo así, se presentaba como un caso muy lejano. Esta opi­
nión de
Marx era plenamente compartida por los marxistas rusos,
especialmente por Plechanov (1856-1918) y por Lenin (1870-
1924). Mas, contrariamente a lo previsto por
Marx y sus dis­
cípulos, Rusia

fue,
de facto, el primer país conquistado y so­
juzgado por
la revolución marxista. ¿Por qué? Rusia se en­
contr6 de repente en una situación «privilegiada» al respecto,
gracias a varios factores, de los
cuales aquí

sólo mencionaremos
algunos. Según
el orden de importancia, parece que convendría .men­
cionar,

en primer lugar, el
papel/en este
asunto, del gobierno
alemán; en segundo lugar, el interés de
l.a gran

banca interna­
cional en la promoción de
la revolución marxista en Rusia; en
tercer lugar, la
completa falta
de conciencia de este peligro en
la cumbre de la sociedad rusa, incluso entre los políticos y los
militares; en
cuarto lugar,
el gran descontento de
las naciones
sojuzgadas por Rusia e incorporadas a su imperio, que veían en
la revolución
marxista la única oportunidad de recobrar su liber­
tad; en quinto lugar,
la existencia en Rusia de gran cantidad de
judíos, partidarios de la revolución
marxista; y,
en sexto lu­
gar,
la presencia del «bakunismo»; es decir, de los elementos
revolucionarios comunistas
y terroristas rusos, obcecados por un
afán de destrucción.
·
Veamos

estos factores más cerca. .
Hasta el final
de la segunda guerra mundial, entre los his­
toriadores de
,la Rusia moderna predominaba la opinión de que la
revolución marxista en Rusia llegó como una consecuencia ló­
gica
de su pasado. Sin embargo, después de la derrota de la
Alemania hitleriana y la toma de Berlín por los
ejércitos de
los
aliados, que se apoderaron de los archivos secretos del gobierno
alemán y, a raíz de esto, debido al acceso a la documentación
· relacionada

con la primera guerra
1nundial, hasta
entonces des­
conocida, es en la actualidad de público conocimiento
el hecho
de que, desde el principio mi~mo de la primera guerra mundial,
el gobierno alemán financiaba
y dirigía una vasta y eficiente
operación subversiva y revolucionaria marxista-comunista en
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LA JIBVOLUCION MARXISTA EN RUSIA
Rusia, para debilitarla por dentro y, de esta manera, poder des­
hacerse del frente oriental
y lanzar casi la totalidad de sus fuer­
zas armadas contra los
ejércitos de
los aliados, combatientes en
el frente occidental.
Así, el

gobierno alemán se
sirvi6 de
la
re­
volución marxista para paralizar a Rusia, pues estimó que esta
revoluci6n le servía para· destruir al enemigo (2).' De esta ma-
(2) Sin embargo, .co.1._wiene . también recordar que, una vez terminada
la guerra, el gobierno alemán, previendo el peligro de la revolución mar­
xista-comunista en Rusia y en todo el mundo, propuso a los aliados, reu­
nidos· en París con el propósito de preparar la Conferencia- de Paz, la for­
mación de una fuerza conjuora baje el mando del maris¡:al Foch, a fin de
desalojar a los· coo:iuni.stas del gobierno de Rusia, lo cual no fue aceptado
por los
aliadoS. A

este
respecto _escribe FALCIONELLI: «Los alemanes, ven­
cidos mas no derrotados, hubiesen p¡:opuesto que sil ejército, puesto bajo
el mando del mariscal Foch, fuera integrado a las fuetzas aliadas para un
empleo conjunto contra el comunismo. Foch había aceptado y, con él, el
Estado Mayor francés, pero Oemenceau y .Lloyd George habían rechazado
esta propuesta, la única razonable que se hubiese hecho desde 1914; el
priinero porque,- en su jacobinismO primario, quería destruir a Alemania
sin

querer
pensar en Arminio ·y en la selva de Teutoburgo -y quería des­
truirla hasta

los cimientos; el segundo, porque quería que el. caos
reinánte
en Rusia se extendiese más aún, de modo de entregar a Inglaterra la ex­
plotación de sus riquezas naturales. Tercero en
la empresa, el presidente
Wilson, día tras día más ·encertado,en· su utopía nebulosa y preso ya de los
primeros síntomas -de la parálisis general progresiva que lo llevaría a la
tumba, encontraba de tQdos modos motivos suficientes de alegría en la des­
trucción del

imperio
austro-húngaro y

en su voluntad, previamente
expre­
sada,
de proceder .a la eliminación de la monarquía en Rusia. Había dejado
violar
cínicamente p_or ingleses
y franceses sus ·propios Catorce Puntos Y
pensaba que· los Estados Unidos lograrían . imponer su- voluntad en razón
de las - «deudas americanas»
con las que ahogarían todo movimiento de ex­
cesiva independencia de los europeos. los tres adolecían de un pasmoso
desconocimiento

de
la historia y de la geografía (Lloyd George confundía
Cilicia y Silesia; Wilson1 Galitsia y Galicia; Clemenceau ignoraba la ubi­
cación
de Teschen en el mapa),. en el momento en que un perfecto conoci­
miento
de ambas disciplinas era indispensable. ¿Qué podían_ opinar de
Marx y del marxismo-leninismo to4avúi in -fieri y de la naturaleza del
comunismo en acción a través de
lo qú,e (no) sabían de la personalidad de
Lenin? El
inglés lo consideraba como un honorable intermediario entre él
y -la riqueza rus1;1; el francés lo ignoraba olímpicamente, pues lo único que
detestaba eran los alemanes y· los «clericales»,
lo que le · dejaba poca -li-
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nera, la revoluci6n marxista ha recibido _en Rusia un apoyo d~
terminante

de parte del gobierno
alemán, gracias
al cual con
facilidad desartollaba, desde el principio de la gue;tra, una vasta
acci6n subversiva y terrorista en todo
el inmenso territorio de
Rusia e, incluso, fuera de Rusia, pues también en los Estados
Unidos y en
- los países

aliados
-que

luchaban contra Alemania.
Actualmente no se puede dudar de que este fue
el factor pri­
mario, más importante
y decisivó para que la revolución mar­
xista triunfára en Rusia al final de
la primera guerra mun­
dial (3 ).
bertad de pensamie!lto; el americano había descubierto que se trataba del
libertador del pueblo ruso y de· un hombre perfectamente democrático por
añadidura»,
Manual histórico de sovielologia, Buenos Aires; 1983, pág. 145.
Más detalles sobre estas nefastas decisiones nos da Lmrrs F1sCHER en
sn 'biografía de Lenin: The Life of Lenin; aprovechamos aquí la edición,
alemana de 1964. «Die Russlandpolitik der Alliierten nach dem Kriege
wurde weséntlich von

dem Problem der
verfügbáren Krafte bestimmt. Am
ersten Tage, an dem die
Staatsmiinner in París zusammentraferi (12 Januar
1919), u.m · einen ·Frieden mit Deutschland auszuarbeiten, erOrterten sie. aucb
die Frage eines
militarischéri. Kreuzzuges
gegen Russ_land. Wilson · erhob
Einwiinde: der Kommunismus, sagte er, sei in der Tat eine "SOziale und
politische Gefahr", aber er hege "starke Zweifel, oh der BoischewismUS
durch Waffen aufgehalteil wetd.en kann" (Ra)' Stannard Baker, Woodrow
Wilso,i and

World Settlement,
W,itten from 'this Unpublished attd Perso­
nal Ma~erial, London, 1923, Bd. I; S. 166). Er wollte lieber verhandeln.
Prenúerminister David Lloyd-George sagte ~as gleiche: "Die bolsche-­
wistische

Bewegung ist ebenso
gefiirlich für di~· Zivilisatfon wie der deut­
sche Militarismus»». Sollten jedoch die Alliierten den Versuch uá.terti.ehmen,
den- '.Bolschewismus
mit dem Schwert zu vernichte.Íl, "würden ··die Armeen
meutem ... Der blosse Gedanke, den .Bolschewismus dúrch militiirische Ge­
walt
ZU unterdrüdren, ist reiner Wahnsinn". "Wenn man ~ine militarische
-Unternehinufl.g
gegen die Bolschewiki in Gang setze, würde Ellgland bóls­
chewistisch weren, und es werde in London einem Sowjet geben" (Pro,.
to:Ícoll
einer
Unterhaltung
im Büro. des Aussenministers S. Pichon. am Quai
d'Orsay am 16. Januar 1919, wiedergegeben bei den Sitzungen des Aus­
senpolitischen
A:usschusses _des Sen.ates der Veréingten Staaten, Senate Da­
cument 106, S. 1235)», Das Leben Leníns, s: 402.
(3) De esta manera la monarquía crist;iana (prot~tante) de Prusia, par­
ticipando en, 1~ d~strucción de la monarquía ·cristiana (ortódOXa) de Rusia,
no solamente contribuy6 tanibién a la caída. d~tiva de la nionarqUÍá:
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LA REVOLUCION MARXISTA EN RUSIA
No menos importante fue el mencionado factor segundo: el
gran interés de la banca internacional por apoyar a la revolu­
ción
marxista en• Rusia.

Este interés (
el business) fue demosttado
por un grupo de grandes banqueros norteamericanos ya muchos años antes de la primera guerra mundial; pero, con ocasión de
ésta, aumentó enormemente. Es de conocimiento público el he­ cho
de que los grandes banqueros norteamericanos financiaban
.ª los revolucionarios marxistas en Rusia y, especialmente, al
grupo de

Lenin, que
tenía sus
centros en los países europeos
occidentales (Inglaterra, Francia, Italia, Suecia y, ante todo,
Suiza). Esta

ayuda de los grandes capitalistas norteamericanos
fue muy eficiente y generosa para los «revolucionarios profesio­
nales» de
Lenin durante la guerra· ruso-japonesa (1905) y, tam­
bién,' durante e inmediatamente después de la primera guerra
mundial.

Actualmente existen varios estudios serios y responsa­
bles al respecto, demosttativos de que esta ayuda sigue sin in­
terrupción hasta hoy día
y presenta, para estos banqueros, un
inmenso
business. Y nada tiene de extraño, pues el gran capital
empezó a interesarse por la revolución marxista ,inmediatamente
que ésta aparece, es
decir, en

1842, creando para este fin un
diario comunista
(Die erste deutsche kommunistiscbe Zeitung,
como lo recuerda Friedenthal) ( 4 ), seguido, algunos años des­
pués, por el
Neue Rheiniscbe Zeitug en 1848 (5). En la ·medida
que

esta revolución crece, aumenta también
el interés por ella
de parte del· gran capital internacional, especialmente en algunas
acciones concretas, como la que llevaba a cabo Trotsky, durante
la guerra ru&o-japonesa, )' la propuesta por Parvus al gobierno·
alemán,

al principio de
la primera guerra. mundial. Además, este
factor segundo se halla estrictamente vinculado con
el primero,
cristiana {católica) de Austria, sino a.demás cavó su propia · tumba. Así
se cumplió el plan trazad.o por la conspiración internacional respecto. a_ la
destrucción de estas tres monarquías.
(4) Véase del autor: «Karl Marx, el ideólogo de la revoluci6n comu­
nista», en Verba, núm. 217-218.
(.5) Véase RrcHARD FRmDENTHAL, Karl Marx, sein Leben und seine
Zeit, págs. 147, 150 y 434.
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debido a la . colab<:>ración e interdependencia · de la banca alemana
con la banca norteamericana. El gobierno alemán pudo tan
ge­
nerosamente financiar a los «revolucionarios profesionales» de
Parvus gracias al dinero ofrecido por Wall Street y por «120
Broadway». ¿En qué consistía este interés? Hay que recordar que Rusia,
al final del siglo
XIX, llegaba a ser una gran potencia mundial
económica, pues tenía un desarrollo industrial fantástico.. Los
préstamos de
la banca internacional, conseguidos por los gobier­
nos anteriores, arrojaron .enormes ganancias y, para la banca
internacional, se
trat¡1ba de colocar las nuevas inversiones. Sin
embargo, el zar Nicolás U no las deseaba, pues consideraba que
Rusia ya puede ser al respecto autosuficiente; además temía de
que la dependencia financiera desemboque en una dependencia económica y política,
lo que, precisamente, buscaba la banca in­
ternacional. Por esta razón
el gran capital internacional querría
deshacerse del zar y de la monarquía
en· Rusia,
pues no llegaba
a mahipularla a su antojo y, en
su lugar,

querría colocar, en
el
gobierno de Rusia, a su propio equipo, encabezado por Trotsky;
de ahí su interés por la revolución marxista, como único camino
para conseguir este cambio poHtico. La gran banca judía internacional estuvo interesada de que
en Rusia
no. hubiera

una revolución lo
más radical
y lo más des­
tructora posible ( 6 ), tanto por las razones políticas, como por
ra'
zones

económicas. Las razones políticas exigían que Rusia fuese
destruida socialmente, para que en
el futuro nadie pudiese hacer
competencia a los comunistas
identi!'tcados con
la gran banca,
es decir, los trotskistas, la gente de la exclusiva confianza de
Wall Street y de «120 Broadway».
La~ razones

económicas
exigían una destrucción total, para que Rusia necesitara en el futuro
la ayuda para la reconstrucción y, a ra!z de esta ayuda,
para que cayese a largo plazo en la dependencia financiera de
(6) Ante todo se trataba de matar la cantidad más grande de gente; se
repite el caso de la Revolución francesa e, incluso, las proporciones son casi
iguales: la t.ercera parte de la población, al menos durante el período del
gobierno de Lenin, pues. son más de 50 millones de personas.
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LA REVOWCION MARXISTA EN RUSIA
Wall Street; en otras palabras, para que los banqueros judíos
norteamericanos llegasen a ser· los amos de Rusia. Estos ban­
queros eran, en realidad, los hijos de los judíos rusos, los que,
al final del siglo
XIX, emigraron de Rusia a los Estados Unidos,
pero que siguen teniendo a sus parientes en Petersburgo, en
Moscú, en Kiev, en Odessa, donde sus familiares tienen enor­ mes negocios en la banca, en el comercio
y en la industria. Nadie,
pues, fue
.tan interesado

en la realización de
la revolución mar­
xista
en. Rusia

como ellos (7).
El tercer factor, que facilitó
la realización de la revolución
marxista en Rusia, fue la despreocupación por este peligro. Ni
los políticos, ni los militares, ni los gobernantes (la familia del
zar,
los ministros,

los altos funcionarios, etc.), ni los obispos
(ortodoxos), prácticamente casi nadie veía
el peligro de la re­
volución marxista. La opinión de los marxistas, de que Rusia no está «madura» para esta revolución (8), fue compartida
in-
(7) Basta un solo ejemplar ilustrativo, a saber: la familia de los han~
queros Warburg; los cuatro hermanos: Pmtl Moritz en Nueva York (Bank
Kuhn, Loeb and C.); Max en Hamburgo; Félix en Berlín (el consejero de
finanzas del emperador); James (Jaime) en Londres. Después de
la guerra,
en 1919, Moritz Warbutg fue el representante de los Estados Unidós. a la
éonferencia para tratar la deuda de Alemania, mientras que sus-hermanos
Max y Félix representaban al gobierne, alemán; fácilmente, pues, podrían
ponerse de acuerdo.
(8(-«Les partís révolutionnaires, dont les slogans contre la guerre et
le

tsar
rencollttent un

écho croissant dans le
pays, estiment m!anmoins
que la situation n'est ¡jas encare mUl'e pour une révolution». Nicolas
Tchkhéidzé membre de la Duma, leader menchevik et partisan des confé­
rences internationalistes de Zim.meri.vald et de Kienthal, déclare, au cle'but
de jan~er 1917: «Actuellement, il n'y a aucun espoir de réussir una ré­
volution». «Lénine déclare en janvier la m@me chose que Tchkhéidze».
«Nous,
la vieille génératioil, nous ne verrons pas la révolution future». MI­
CllEL HELLER-ALEKSANDER NEKRICH, L'utopíe au pouvoir. Histoire de
l'U. R. S. S. de 1917 a nos iours, o. c., pág. 19.
Incluso cuando en los días
26-27 de

febrero de 1917,
la Duma (el
Parlamento) pretende tomar -el poder, desiojaodo del gobierno al zar, Le­
nin atribuye estos acontecimientos «a las intrigas imperialistas anglo~fran­
cesas» (lo que fue cierto), pero no ve .en ellos el comienzo de la revolu­
ción (es decir, de la «etapa democrática» de la revolución marxista).
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MIGUEL PORADOWSKC
genuamente por casi todos. Todos, pues, quedaron sorprendidos por la inexplicable actividad subversiva y revolucionaria, la que de repente empezó a cundir en todos los ambientes y el desper­
tar vino demasiado tarde. Y no hay que extrañarse por esto,
pues si actualmente, cuando ya la mitad del mundo se encuen­ tra bajo el yugo del totalitarismo comunista, la otra parte del
mundo todavía libre, en la
mayoría de

los casos, tampoco se da
cuenta del peligro que la· amenaza.
En cuarto lugar, como un factor decisivo, se presenta el
descontento de los pueblos sojuzgados e incorporados contra su
voluntad al imperio ruso (9). Según el censo de la población de 1897 (10), entre los habitantes del imperio ruso sólo hubo el
44,32
% de rusos y el 55,68 % de otras nacionalidades, es decir,
que la
mayoría de

los habitantes fueron los pueblos sojuzgados,
entre ellos algunos que durante varios siglos
gozaron de

una vida
polltica independiente.

Todos ellos esperaban impacientemente un
momento oportuno para recuperar su libertad, presentándose la
sorpresiva aparición de la revolución marxista-comunista como
una ocasión histórica en su lucha
por la

independencia (Polonia,
Ucrania, Litvania, Estonia, Latvia, etc.). Otras minorías, especial­ mente los judíos, que no pensaban en su separación de Rusia, al
menos anhelaban conquistar el derecho de una plena
participa­
ción

en la vida cultural, económica y
-política
del imperio ruso
y miraban a la revolución marxista como a un camino hacia
este fin. Los primeros tomaban una actitud de simpatía
frente
a la revolución marxista, pues veían en ella un factor de debili­
tamiento del imperio ruso y la posibilidad de la liberación de sus
países, que

los dirigentes de esta revolución les
prometían;
los

segundos llegaron a ser los más entusiastas de ella e incluso
sus protagonistas (los judíos, los georguianos, etc.), pues ya se
veían como futuros gobernantes. En quinto lugar, los judíos que habitaban en Rusia desde
tiempos inmemoriales, de manera parecida como los
judíos euro-
(9) Los detalles al respecto se puede consultar en la obra de MrcHEL
DE SAINT PmRRE, Le Drame des Romanov, en los tomos. dos y tres. ·
(10) MlcHEL HEI.LER-ALEKSANDER NEiratCH, op. cit., pág. 58.
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LA REVOLUCION MARXISTA EN RUSIA
peos, esperaban con ansiedad la pronta realización de la ~evo­
lución
marxista,
pues, para ellos, esta revolución
se. presentaba
como

un comienzo de
la' revolución marxista mundial, por ellos
soñada, elaborada y preparada desde más de un siglo, concebida
como continuación de la Revolución francesa para la extensión
a todo

el mundo de los ideales y valores de
ella, entre los cuales
figµraba, en

primer lugar,
la completa emancipación de los ju­
díos
y

su integración en
la sociedad imperial rusa. La considera­
ban como su revolución. Sólo ellos tenían una clara conciencia
de lo
qui, se
trataba, pues fueron sus principales y casi únicos
protagonistas. Muchos familiares suyos, al
final del siglo XIX,
emigraron a los Estados Unidos, donde llegaron a ser los gran·
des

banqueros, con una enorme.
influencia en la política norte­
americana.

Estas familias seguían manteniendo
lazos permanen­
tes

con sus
familiares de

Rusia, teniendo grandes negocios
co­
munes

y estando interesados
en el

derrumbamiento del régimen
tradicional en Rusia y
la implantación de un régimen nuevo, más
conveniente a sus intereses de carácter internacional y para sus grandes planes de política mundial. Sólo si se tienen en cuenta
estos aspectos, cabe entenderse el interés de los
banqueros nor­
teamericanos judíos en la financi~ción de Ía revolución marxis­
ta-comunista

en Rusia, antes, durante y después de
la primera
guerra mundial, anteriormente mencionado.
La presencia del «bakunismo,. ( 11 ), por muy importante que
sea, no llega a ser sino
tan sólo
un último factor, pues, de todas
maneras, con él o sin
él, debido ·a los factores anteriormente
analizados, la revolución marxista se hubiera realizado en
. Rusia.
Sin

embargo, no hay duda de que
el bakunismo facilitó esta tarea
a los «revolucionarios profesionales» y, sobre todo, a sus -amos
de W ali Stteer y de Broadway.
El bakunismo, como un anhelo por destriur todo, bastante
difundido entre la «intelligentsia» rusa,
creaba un

ambiente
propicio para la revolución marxista y fue una especie de
pre­
paración

sicológica, un «desarme moral», una parálisis del alma
(11) Sobre Bakunin y el bakunismo véase. la nota 9 en el anterior ar­
t!culo del autor, La Weltrevolution y el Weltoktober. 899
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MIGUEL PORADOWSKI
rusa, que dejó a )a élite de la sociedad rusa sumida en µn letatgo,
quitándole todo

espíritu
de resistencia y de lucha. Lo que todavía
viene siendo afirmado por
las profecías, muy difundidas en
todos los ambientes, sobre
el acercamiento de una inevitable
calamidad. A esto
se agrega la

nefasta influencia derrotista de
Rasputin
(12), sobre el zar y su familia. Incluso, muchos comen­
taban el acercamiento del cometa
Halley como un aviso de la
próxima catástrofe, que, .desgraciadamente, ocurrida el 25 de
octubre de 1917;
la toma del poder en ·Rusia por el gansterismo
internacional;

instrumento
dócil del Príncipe de las Tinieblas
(L. 22, 53).
(12) Impresionante es la «profecía» de la ultima carta de Rasputin
escrita a su hija María: «Mes chériS: un désastre nous menace, un grand
malheur

se· rapproche. Le
visage de Notte-Dame s'ést assombri et l'esprit
est troublé dans le
cahne de la nuit. Ce calme ne durera pás. Terrible sera
la
col~e. Et OU fuiroris-nous?-11

est écrit:
veillez, car Vous ne cónnaissez
ni le jour, ni l'heure. Le jour est venu pour notre pays. 11 y aura des !armes
et du sang. Dans les
ténCbres. de
cette
souffrance, je
ne
pew¡: rieri distln­
guer. Mon heure sonnera bientOt. Je n'ai pas peur, _mais je sais que la
coupe sera amere. Dieu connai:t la route de votte souffrance. D'innomhra­
bles hommes périront. Nombreux. seront les martyrs. Le :frere tuera son
freie; La terre treJnblera, La famine et la peste s'abattront sur les hom­
mes. · Des signes leur apJt Priez pour
votte salut.
Par la gclce de
notre Sauveur et por la gd.ce de celle qui inte!Cede pour nous, vous serez
consolés». Citado
_por MICHEL DE SAINT PmRRE, Le Drame des Romanov,
t. II, pág. 280.
La carta anterior, escrita por Rasputin al zar, es todavía más impresio­
nante: «Cher ami, je_ le répete: una terrible temp8te menace la Russie.
C'est
un grand malheur, un mal incommesurable. Tout est obscur autour
de
nous, pas. la

moíndre lueur ne
vient percer les ténebres. Un ocean de
],armes. Et· combien de sáng! Que _puis-je· dire? Je ne trouve pas· de mots.
Une horreur
indesériptible. Je le sais, .tous te demandent la guerra, tous,
et
jusqu'aux
fideles eux-me:llles; ils ne ·voient pas qu'ils se précipitent dans
une
catastrophe.
Crud est le cMtiment de Dieu! S'il retire la raison a un
homme, c'est
le commencement de 1a fin. Tu es le tsar, le Pete de ton
peuple. Ne laisse pas les insensés triompher,
courir·a leur
perte, en
eritral­
nant

le peuple tout entier avec eux! · On
vaincra peut-etre. l'Allemagne.
Mais
que

deviendra
fa Rus_sie? Quand on y ré:fféchit, on voit qu'il :tl•y a
jamais
eu un
martyre aussi gtand. La
Russie va se noyer · dans le sang.
Grand est le malheur. Infinie la tristesse».Ibúl., ,; II, págs: 242-243.
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LA REVOLUCION MARXISTA EN RUSIA
Las cuatro etapas de la revolución marxista . en Rusia.
«El comunismo no es un credo político; es un plan de cam­
paña
. para
apropiarse del
poder. La estrategia global a largo
plazo se mantiene constante; solamente
.la táctica
cambia para
adaptarse a la situación» dice Antony Burton ( 13 ).
Lo esencial en el comunismo mantlsta es la conquista del
poder total; total en dos sentidos: uno, en el sentido que no se
limita. al

poder ejecutivo (administrativo), sino que abarca
.
también

lo legislativo, a los tribunales,
a. lo
económico, a
lo
cultural (educativo), a lo religioso e incluso a lo familiar; otro,
en el de ser mundial, pues pretende extenderse a todos los
paí­
ses.

Además, se trata de una toma de poder
para siempre
(14)
y,
para que esto sea posible, no hasta obtener el poder por un
«golpe», por una «revolución» (revuelta), por una conspiración,
ni siquiera por la «vía parlamentaria». o electoral; pues, en todos
casos falta la seguridad de que la toma del poder pueda resultar
itreversible y para siempre. Lo único que asegura esa perma­
nencia para siempre en el poder
-según la
doctrina de los comu­
nistas revolucionarios de Babeuf, de
los cuales

los comunistas
marxistas son
discípulos-, es

la previa destrucción radical de
toda la estructura de la sociedad precomunista, sólo que puede
lograrse mediante un lento proceso de cambio destructivo
ra-.
dical

y completo (15), que pase
por cuatro etapas (16), a saber:
la burguesa, la democrática, la sociali.sta y la proletaria.
Esta
opini6n llegó

a ser el principal dogma de la fe marxis­
ta-comunista; de
ahí que --<:omo hemos visto-ni Lenin, ni
(13) Citado en el libro· El marxismo-leninismo, Santiago, 1984, -pá~
gina 113.
(14}' ¿_En qué sentido «para siempre»? Sólo en el sentido que por
un período bastante 1argü como, por ejemplo, duraban algunas dinastías.
(15) Esto fue analizado por el autor en su «Teología de la revolu­
ci6n de Karl Marx• (I), en Verbo, núm. 237-238 .
. (16) Sobre las cuatro· ·etapas de la revolución marxista véase, del
autor, «La teología· de· la revolución de Karl Marx» (11), en Verbo, nú­
mero 241-242.
901
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
los otros marxistas admitían la pqsibilidad del triunfo de la re­
volución marxista en Rusia durante la primera guerra mundial,
pues, según ellos, Rusia no estaba
todavía madura

para
la etapa
proletaria (es decir, para
la toma del poder por los comunistas),
porque no había pasado todavía por las previstas etapas previas.
Si, a pesar de esto, los comunistas lograron tomar
el poder el
25 de octubre de 1917, e incluso lograron derrotar toda resis­tencia y salir victoriosos
al final de la guerra civil, ello se debe
a los factores anteriormente ya analizados (
el apoyo del gobier­
no
alemán, el financiamiento por la gran banca internacional,
la falta de conocimiento del peligro comunista, la. rebelión de
los pueblos sojuzgados,
el· apoyo
de los judíos dentro y fuera
de Rusia,
el bakunismo y el derrotismo).
Sin embargo, hasta cierto punto, también en Rusia la revo­
lución marxista pasó por las dogmáticas cuatro etapas; y, gracias a este proceso sociológico de cambio destructivo radical, la toma del poder por los comunistas ha resultado definitiva, al menos
hasta ahora y no se vislumbra
la posibilidad de su caída.
La

etapa burguesa de
la· revolución

marxista en Rusia em­
pieza al principio del siglo
XIX (17), y progresa en la medida
(17) La etapa burguesa de la _tevolución: marxista, cómo la consciente
y deliberada destrucción del régimen tradicional, empieza en Rusia casi
inmediatamente después del regreso de los ejércitos rusos de Francia, hasta
donde llegaron en persecución de las fuerzas francesas invasoras de Na­
poleón en 1812. Al llegar a
Parls, se quedaron durante

varios años, como
fuerzas de ocupación. Durante este tiempo, la oficialidad del ejército ruso
convivía en un ambiente de amistad con los franceses, llegando a entusias­
marse con los ideales de
la Revolución francesa e, incluso, con el jacobi­
nismo. Muchos oficiales entraron en las sociedades secretas francesas, donde
recibieron un adoctrinamiento ideológico demÓÍiberal; muchos también se
vincularon con la masonería. Al volver a Rusia, seguían conspirando con­
tra la monarquía ( contra el zarismo), soñando con un nuevo régÍmen po­
lítico democrático y republicano. En este ambiente naci6 el movimiento
«dekabrista», el cual pretendía ~cadenar una revolución «a la france­
sa» en

Rusia. Estos planes, descubiertos
y frustados por las autoridades
rusas, perduraron
entre la oficialidad rusa hasta la primera guérra mun­
dial. Esto explica la participación de una parte de la oficialidad en la
conspiraci6n antlzarista de las· grandes potencias democráticas occidentales
902
Fundaci\363n Speiro

LA REVOLUCION MARXISTA EN RUSIA
en que crecen las ciudades y se desarrolla la cultura burguesa.
En la primera mitad del siglo
XIX, este proceso es muy lento y
se acelera rápidamente en la segunda mitad, gracias a la reforma
agraria de 1861, que produce los profundos e irreversibles cam­
bios en toda la estructura
social:" y

económica de Rusia, provo­
cando la
movilidad social

causada por las migraciones de gentes
del campo a la ciudad; del campo emigran a la ciudad tanto los
,ex-terratenientes como los campesinos
«l,iberados»; de

abi el
rápido crecimiento de la población urbana. Este proceso coinci­
de con el cambio del estilo de vida; disminuye la religiosidad, se debilita la tradición y se relajan las costumbres.
Se pone de
moda la imitación de lo occidental y el interés por la literatura
y ciencia europeas. La juventud universitaria queda impactada con la _lectura de las obras europeas, que, en
_este tiempo,

son
más bien laicas, frívolas,
rna~alistas y

ateas. Se impone el li­
beralismo, el
hidividualismo, el

economicismo, el materialismo
y el
ateísmo. Llega

el interés por el socialismo y el marxismo.
En algunos ambientes
empieza a

cundir el nihilismo.
Las obras
literarias de los grandes autores rusos de la época reflejan
y
analizan estos cambios negativos.
La revolución burguesa en Rusia, tal vez más todavía que
otros
países, toma

una posición anticristiana y se expresa ante
todo en el liberalismo y en el subjetivismo individualista. Se
desprecian las normas morales objetivas tradicionales, basadas en la ley natural y en las enseñanzas de la
Iglesia (ortodoxa).
El

liberalismo también penetra en la
vida-económica. La
rápida industrialización, el crecimiento del comercio, la moder­
nización· del país (la
construcción de ferrocarriles
y caminos)
permitieron
y fomentaron el desarrollo económico y el enrique­
cimiento

de algunos sectores. El gobierno se preocupó por la
legislación social, la que mereció que
el presidente Taft, la elogia-
se como la más avanzada del mundo
·
(Estados Unidos, Inglaterra y Francia) durante la primera guerra mundial.
Sobre los dekabristas véase: ·MrcHEL DE SAINT ·PIÉRRE, Le Drame de Ro­
. manov, t. I.
903
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
En realidad, el· crecimiento industrial en Rusia, al final del.
siglo XIX y al principio del XX, fue extraordinario, pues, entre
los años

1890 y 1913 llegó a 300
o/o y se mantenía en los nive­
les altos incluso durante la guerra, pues en 1914 fue 101
o/o,
en 1915 el 113_ o/o y en '1916 el 121 % .(18). A pesar de la gue­
rra, la población de Rusia vivía en un relativo bienestar hasta la
caída del zar y la llegada de la «etapa democrática» de la revo­
lución marxista. As! apareció
el tan anhelado por Marx capitalismo indus­
trial
y con él surgieron los agudos problemas sociales, explotados
fácilmente
por
la demagogia
marxista, favorecida
por el hecho
de que todo este gran
progreso económico

y social se desarro­
llaba en un vacío moral y espiritual, pues, el liberalismo, com­
batiendo
la tradición y destruyendo la moral cristiana, desmora­
lizaba a la gente
y la preparaba para aceptar el materialismo
mattista.
El marxismo penetró principalmente en el plano teórico-eco­
nómico, Plecbanov tradujo al ruso algunas obras de
Marx; mien­
tras tanto Chernishewsky abogaba por la aceptación de la revo
0
lución marxista como camino hacia la nueva sociedad. La etapa burguesa de la revolución
. marxista
en Rusia se
confunde con la etapa democrática. La burguesía liberal abogaba
por la democracia, lo que, en la práctica, significaría
la destruc­
ción del sistema monátquico. tradicional. El afán de la democra­
tización politica creció y penetró incluso en el ambiente de go­
bierno. Más
todavía, la

gente del gobierno tomaría parte en
la
conspiración para destituir al zar e introducir el gobierno de­
mocrático, es decir, de los partidos pol!ticos. Después del asesinato de Rasputin (16 de diciembre de 1916),
los conspiradores --entre los cuales, fuera de los pol!ticos libe­
rales y social-demócratas, se encontraban también algunos milita­
res-organiza

una situación de escasez
artificial de
pan en
Petersburgo, lo que provocó algunas aisladas
protestas (

también
(18) Véase_ A. L. SmOROV, Ekonomícheskoye poloz'ennie w Rosii w
gody piervoy mirovoy voyny, Mosqi, :Í;,ágs. 5,6, citado por MICHEL HELLER~
ALEKSANDER NEirn.rcH, L'utópie au póuvoir: ob. cit., pág. 16.
904
Fundaci\363n Speiro

LA REVOLUCION MARXI.ITA EN RUSIA
organizadas por los conspiradores). A su vez el comandante mi­
litar de la pla2a, que formaba pru;te de la conspiración, rehusó
sacar la tropa a la calle para mantener el orden. «Por otra parte
-cuenta Falcionelli (19}-, las

pocas unidades de cosacos estacio­
nados en Petrogado no habían
.sido enviadas

al frente por ...
incapacidad combativa. Hecho que merece señalarse por cuanto
el cosaco es individuo fundamentalmente belicoso y guerrero.
Los cuatro escuadrones de marras habían sido alcanzados por la
prédica de los dujobores, secta que. prohibía la lucha entre her­
manos y, por extensión, la guerra en general. Apenas capaces de
regular la circulación, los cosacos que se encontraban en la capital
se negaron a restablecer el orden. Informado en la
Stavka de
Moguiliov ( Rusia Blanca) donde se encontraba como comandante
en jefe, Nicolás decidió afrontar el problema personalmente. Pero,
repito, en aquel momento no había revolución; solamente mo­ tines callejeros que la aparición de un
.solo escuadrón

.de gente
decidida hubiera disuelto con facilidad. El emperador tomó, pues,
el tren, haciéndose acompañar solamente ( ... ) por su oficial de
ordenanza. Pero, cuando el tren
imperial llegó

a Pskov, en plena
noche, se detuvo. Avisados desde Moguiliov por el Cuartel Maes­ tre general Alekseiev, los conjurados, por intermedio de sindica­
listas mencheviques, decretaron la huelga sobre esta
line,1. El ge­
neral Ruzski, cuyo cuartel general estaba justamente en aquella
ciudad, acompañado por su jefe de estado mayor Bonch-Bruevich y por algunos oficiales con uniforme· de· campaña, exigió la ab­
dicación del emperador y, como éste se resistía, se le obligó a
fir­
mar pistola en mano amena2ándolo en su _vida y en la de su hijo;
Nicolás, pues, abdicó en nombre de los dos (Aleksei
sufría de
hemofilia
y no podría reinar), cediendo sus derechos a su her­
mano Mijail, el cual estaba en Petrogrado e, inmediatamente,
circunvenido por Miliúkov, Rodzianko, Lvov, Gúchkov, etc., re­
nunció a ocupar el trono hasta que una Asamblea Constituyente
convocada por el Gobierno Provisional decidiera de
las futuras
instituciones de Rusia .. La primera parte del programa que se
(19) .ALBERTO FALCIONELLI, Manual, histórico de sovietologla, ob. cit.,
págs. 89-90.
905
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
habían fijado los gobiernos, tanto de Francia, de Inglaterra y de
Estados Unidos, como el de Alemania había sido ejecutada
a las
mil

maravillas con todos los visos de una novela burguesa.
La
tragedia estaba por empezar con la segunda parte».
«¿C6mo se habla operado

el contacto entre los conjurados
rusos y sus mandantes de Londres,
de París, de Washington y
de
Berlín? De

un modo muy sencillo: a través. de los bancos in­
·ternacionales. Es

innegable que los banqueros, agrupados por
Walter Rathenau bajo el centro de su grupo Westfalo-Renano,
pertenecían_ a

un país en guerra con los dueños de los bancos in­
gleses y franceses, colocados
para la

duración del conflicto bajo
el control· del Banco de Inglaterra y del Banco de Francia y que
pronto
la misma situaci6n se producirla con el sistema bancario
de Estados Unidos. Se entiende, pues, que mientras las hostilida­
des continuaron su curso, los banqueros beligerantes no tendrían
relaciones entre sí. Relaciones directas, en efecto. Pero las tenían
muy seguidas y fructuosas por intermedio del Nye Banken de
Esiocolmo, puesto
que Suecia,

país neutral, no
tenía que some,
terse

a nioguna restricci6n. De está suerte, Rathenau-Rothschild­
Montagu Norman-Schiff
0Warburg nunca interrumpieron sus con­
tactos financieros y ... políticos.
¿ Qué motivos tenía la conspiraci6n internacional para derri­
bar
el gobierno del zar? Lo explica Falcionelli: «Clemenceau
pretende
~y por ello oblig6 a los triunfadores de febrero a qui:
tarle su puesto ministerial~-que Milidkov mantenía contactos
con los
alemanes aprovechando
sus franquicias ministeriales.
Sola­
m~nte
omite

reéordar -porque no
puede-que
las embajadas
de Francia

(Maurice Paléologue, amigo de siempre de Pointcaré)
y de Inglaterra { Sir George Buchanan) habían sido los pivotes
esenciales de la

conspiraci6n y que todo se
había fraguado
en
torno suyo: París y Londres también fingían creer que un
go,
bierno

'liberal multiplicaría
1a voluntad de lucha de los rusos, en
el momento
mismo ~n que éstos acababan

de sufrir graves derro­
tas
en el frente, lo c¡ué era -'-eh términos propios- cambiar de
bote ,con olas, de
.qnio,e merros, .. en
plena tempestad. Lo que
querían era simplemente poner fin a un régimen
--digamos, en
906
Fundaci\363n Speiro

LA REVOLUCION MARXISTA EN RUSIA
,su concepción-, medieval y supersticioso, puesto que ésta era la
consigna con respecto no sólo a la Rusia de los Románov, sino
a
la Austria de los Habsburgo y a la Alemania de los Hohenzo­
llern, bastiones de
la conservación social y política y, cada una
en su esfera, de
la cristiandad. Wilson aceptaba entrar en guerra
si se acababa con
la «tiranía aborrecible» de la primera y, aún
más, a condición de que los aliados se comprometieran a
elimi­
nar a la segunda y a la tercera al terminar el conflicto, sobre todo
• la segunda porque constituía la quintaesencia de toda tiranía
y superstición,
el catolicismo. Nada de ello podía suscitar mucha
resistencia por parte de los gobiernos de Londres
y de París me­
dularmente

dominados por
la secta. Pero es tan en'orme el equí­
voco de haber creído que, una vez eliminado
Nicolás, Rusia
se
transformaría en aplanadora frente a Alemania, Austria, Hun­
gría y Turquía, que no puede tratarse de un equívoco, sino de
una
· acción

deliberada. Estos hombres, duchos en
la maniobra
politica, la parlamentaria y
la internacional, perfectamente aseso­
rados por consejeros de insuperable
calidad intelectual,
no podían
ignorar que, desaparecido el
emperador, Rusia no

tardaría en
ser. presa del ca.os.
¿Entonces?
«Ellos también estaban
persuadidos' de

que los liberales del
grupo conspirador eran incapaces de impedir
el surgimiénto dé
este caos. Pero, este caos era
lo que

esperaban. En efecto, se­
gún ellos, quien viniera después de Miliúkov
& Co se revelaría
aún más incapaz que ellos
y; así, dicho. caos se aceleraría y sé
multiplicaría.

Rusia, pues, tendría que solicitar humildemente su
ayuda sin oponer condiciones previas y ellos serían los benefi­
ciarios de la explotación sin límites
de la riqueza rusa. Es que
los contratos

suscritos por Witte a partir del final de los años 80
llegaban casi todos a expiración
entre. 1,920 y

1925; y Nicolás
II, ante el ofrecimiento de nuevas
inversiones, ya

sea fabriles,
ya sea financieras por parte
.de grupos.

industriales
y bancarios
de Francia, Inglaterra
y Estados Unidos, había rehusado, alegan­
do
·que los

beneficios previstos en las primeras inversiones habían
sido cubiertos más que
con creces, 'que. lás

instalaciones indus-
907
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
triales importadas habían dejado de pertenecer a manos extran­
jeras,
por haber sido rescatadas por el gobierno a los particula­
res rnsos,
y que el país disponía ya de técnicos y de maestranzas
en condiciones de sustituir a quienes los
habían formado.
La
guerra fue,

por consiguiente,. un trampolín inmejorable para pre­
parar el caos en Rusia» (20).
Así, de esta · manera, gracias a la conspiración internacional
de los países democráticos,
la revolución marxista-comunista en
Rusia pasó a la segunda etapa, la democrática ( en
la cual, sin
embargo, seguía
la· etapa

burguesa). Fue
por primera vez en
la historia de
Rusia que

la
«democracia plena» llegaría al
poder
y con ella terminó la monarquía y comenzó la república.
Arrestado el zar y obligado a abdicar ( aunque. pese a su
abdicación
el gobierno democrático lo mantenía preso), el poder
pasó
al «Gobierno Provisional» parlamentario de la Revolución
de febrero (1917), no tan sólo completamente
incapaz para
g¡,­
bemar, sino

conscientemente dedicado a cumplir exactamente
su papel previsto dentro del esquema
de la revolución marxista­
comunista; es decir, que esa flamante democracia, impuesta· por
las democracias occidentales, fue · solamente una consciente etapa
de la revolución marxista, una etapa de sólo ocho meses. Hoy
se sabe que algunos ministros
del último gobierno del zar y
varios ministros del primero y de los siguientes gobiernos de­
mocrátk:os, como

también algunos de los ministros (comisarios)
del primer gobierno comunista
-es decir, el

de la Revolución
de Octubre--, considerado como
«democrático» por

los aliados,
pertenedan a
la misma logia masónica, la cual, probablemente,
coordinaba todo este proceso de cambio político en Rusia (21).
¿En qué consistía, entonces, esta «etapa democrática»? En
la desorganización cotnpleta de la sociedad precomunista. Du­
rante esta etapa se cumplió
.el proceso de la radical destrucción
de todo. Se repite casi lo mismo, que ha ocurrido durante
la
(20) A. FALCIONELLI, Manual ... , ob. cit., p,lgs. 87-88.
(21) A pesar de tener estos «méritos>, la masonería en Rusia fue de
inmediato perseguida por los comunistas que ,llegaron al poder y. lo mismo
ocurre etÍ otros países donde ~ Partido detiene el poder.
908
Fundaci\363n Speiro

LA REVOLUCION MARXISTA EN RUSIA
Revolución francesa, con la diferencia de que en Francia este
proceso de destrucción radical
duró casi
diez años, es decir, hasta
la toma del poder por Napoleón, mientras que en Rusia bastaron sólo ocho meses, o sea entre 26/27 de febrero hasta el 25 de
octubre, día de la toma
del poder por Lenin. (Sin embargo, el
proceso destructivo se
prolonga a
todo el tiempo del gobierno
de Lenin y a los primeros años del gobierno de Stalin, pero ya
no va por la cuenta de la democracia). Incluso, como
en Francia,

se usa el mismo método: las
de­
liberaciones (lo que hoy . día se llama en España el «asamblels­
mo»

). Este método fue elaborado en Francia
· en

vísperas de la
revolución de
los años

1,789-1799 y que ha dado a los dema­
gogos un excelente resultado. A.
Cochin lo llamó «Sociedades
de
pensamiento» (Les Sociétés de pensée ). En Rusia, este mé­
todo

fue anteriormente
introducido y

experimentado por
los
comµnistas

( que en este tiempo todavía se llamaban «menche­
viques», es decir, los moderados) durante la revolución de 1905,
en el tiempo de
la guerra ruso-japonesa y consistía en la orga­
nización «espontánea» (es decir, previamente bien planificada
y ,preparada) de los «consejos» (Soviet), en los fundos, en las
haciendas, en las fábricas, en las empresas, en las escuelas, en
las
µniversidades, en

los cuarteles e incluso en
las tropas com­
batientes
(con la venia de los oficiales, participantes de la
cons:
piración). En 1905 este experimento fue todo un éxito y por
ello es repetido de nuevo
durante la
primera
guerra mundial,
esa

vez por orden del gobierno alemán. La misma persona,
Par­
vos,
se

ocupa del asunto, organizaodo en todo el país
fo, «con­
sejos», que empiezan a
. «deliberar»

en forma permanente,
pa­
ralizando

la actividad normal de
la gente; nace una gran red de
«consejos» de todo tipo,
perfectamente organizados,
que desig­
nan representantes para Petrogrado, los cuales, reunidos en asam­
blea en el mismo edificio donde funciona Duma (el
Parlamento),
se

constituyen en un poder paralelo a la
Druna. Lenin
aprove­
cha esta situación de
la dialéctica. democrática, laozando el lema:
«todo el poder para
los «consejos».
Así aparece el poder
pa­
ralelo del pueblo; por un lado la Duma y su Gobi,;mo Provi-
909
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
sional y, por otro lado, los Soviet; democracia contra democracia,
es decir, la dialéctica democrática. El democrático Gobierno Pro­
visional de la Du1!1a es y q1:1iere-ser ineficiente, pues se consi­
dera como un poder pasajero y realizador de la «etapa demo­
crática»;, las sesiones de la Duma
están dedicadas
a los inter­
minables discursos retóricos, en los cuales los demagogos «a lo
Kerensky» hacen gala de su elocuencia. Mientras tanto, en el
mismo edificio, se reúnen los representantes de los «consejos»
y también deliberan, pero sus discursos son otros, pues tocan
los problemas de la vida real del momento, del hambre, del
desotden, de la inexistencia del gobierno, de la autoridad (22).
La Duma está en las manos de los liberales y los social-demó­
cratas, mientras

que los «Soviet» están
m.,.;ejados por
los bol­
cheviques. Lenin, dialécticamente,
opot¡e los

«Soviet» a la Du­
ma y, al mismo tiempo, lanza la insurrección contra el Gobierno
Provisional de Duma; se impone la brutalidad de los «Soviet»
y
Lenin toma el poder. Lo que los bolcheviques llamaron la «Re­
volución de Octubre» no
tenía nada
de «revolución»: fue un
sencillo desalojo de los ingenuos demócratas del gobierno; el desalojo efectuado por las turbas armadas. Con la toma del po­
der por los bolcheviques termina la
comedí~ (

o más bien la tra­
gedia) de la «etapa democrática» y
la revolución marxista-co­
munista pasa directamente a
la «etapa proletaria», es decir, a
la, «dictadura

del proletariado», que, en realidad,
'significa la
«dictadura

del Partido» ( en este momento
todavía del
partido
socialdemócrata, pronto transformado en el partido comunista),
y, en la práctica significa la dictadura personal de Lenin.
Así, gracias a los liberales y a los social-demócratas, acom-
(22) En este momento los discursos de Lenin fueron muy directos, con­
cretos, como
el ·siguiente: «Mes amis, voulez-vous des botíes? - Da, da,
Oui, oui. - Alors n'hésitez pas, camarades, allez les chercher, entrez dans
la premim maison venue, prenez la paire qui vous convie_ndra! Les bottes
des
bóurgeois sont a votre taille. Voulez-vous de !'argent? -Da, da. -
Allez a la banque, prenez des roubles plein vos poches. Dép&:hez-vous, il
y en a pour tout le monde!». Notado por el testigo Charles de Chambrnn,
citado por M:!CHEL DE SAINT PmRRE, op. cit., t. III, pág. 161.
910
Fundaci\363n Speiro

LA REVOLUCION MARXISTA EN RUSIA
pañados por los socialistas revolucionarios, llegaron al poder
en Rusia los comunistas, es decir, los gangsters internacionales.
Los liberales y los demócratas cumplieron con su papel de los
·
«tontos

útiles», según
la conocida expresión de Lenin, o, mejor
dicho,
de los viles traidores de
la patria.
Sin embargo, a nosotros, lo que en este momento 'nos intere~
sa saber es cómo en Rusia funcionó la realización del esquema
de la revolución marxista de las
cuatro etapas.

Pues, bien, en
este caso, la tercera etapa, la etapa socialista,
fue saltada o, me­
jor

dicho, postergada, pues la etapa socialista en Rusia
entra
en

realización junto con la etapa proletaria. Es
la «dictadura del
proletariado», es decir,
la dictadura del partido comunis'ta, la
que
gobierna a Rusia en
el nombre .del «proletariado» ( término
bien usado en
.este caso,

pues todos llegaron a
ser· proletarios,
es

decir, despojados de todo), encargada de realizar la etapa so­
cialista, es decir, la «socialización» (derivado este término de la
palabra «socialismo») y
.la «estatización»

de toda la vida social,
económica, cultural y política lo está haciendo durante ya casi
setenta años, desde
el 25 de octubre de 1917 hasta hoy día
( 1986
), y

todos saben con qué eficiencia: Rusia sigue siendo
uno de los países más pobres del mundo y
ni siquiera puede
alcanzar el nivel de vida que tenía antes de la nefasta revolu­
ción del año 1917. El régimen autoritario del zarato (una
mo­
narquía
cristiana).

fue reemplazado por el régimen totalitario y
absolutista del Partido comunista ateo y materialista,
caracteri-,
zado

por
la institucionalización del terror y del trabajo forza­
zado (el
Gulag).
El régimen tradicional en Rusia fue mucho más democrá­
tico ( si por «democracia» se entiende el respeto de la persona hu­
mana), que el instaurado por
la Revolución de Febrero (1917),
apoyada y elogiada por las democraéias occidentales,
especial,
mente

por los Estados Unidos, Inglaterra y Francia, y, por su­
puesto, que
el de la Revolución de Octubre del mismo año, tam­
bién hecha con el «visto bueno» de las democracias occidentales.
Como un ejemplo ilustrativo se
¡,uede recordar el trato de los
presos políticos por los zares. Tal vez, el caso más elocuente es
911
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MIGUEL PORADOWSKI
'el de los dekabzistas (23 ). Una vez más citemos a Falcionelli:
«¿Quiénes eran

estos conspiradores? Salvo dos civiles, el poeta
Rileiv
y d ex-oficial Kajovski, eran oficiales de la Guardia que
habían tomado parte,
algunos con

mucho valor, en la guerra
de liberación que, de 1812 en addante habían llevado los ejér­
citos rusos

hasta París. Durante sus años de ocupación en la
capital francesa, habían entrado en contacto, no
sólo, con

la inás
alta
aristocracia legitimista,

como todos sus conmilitones, sino
también,
algunas decenas

de ellos, con los remanentes
dd ja­
cobinismo,

cuyas hazañas terroristas escuchaban
día tras día con
d mayor

entusiasmo. Quien los amaestró más cumplidamente
fue
d italiano

Fdipe
Buonartotti; sobreviviente

de
la Conspi­
ración por
la Igualdad. A su retorno a Rusia eran resudtemente
babuvistas;
y dd mismo modo que sirvió de moddo para la
'elaboración de

los estatutos del partido comunista
de. la
URSS,
la ya aludida
Russkaia Pravda sale totalmente dd programa dd
Directorio

Revolucionario de Gracchus Babeuf que
inspira igual­
mente

al Lenin del
Estado rJI la revolución. Además, en Francia
se habían afiliado a la masonería en la que
vseían un
vehículo
perfecto para los fines de la revolución. Finalmente, Nicolás,
que instruyó personalmente
la causa hablando durante largas
horas con cada conjurado, retuvo solamente a treinta
y seis
acusados que el consejo de guerra condenó
a muerte.

El em­
perador indultó
·a treinta de . ellos ordenando su deportación.
Seis fueron los ejecutados: Péstd, Riléiev, Kajovski --que
du­
rante la acción había asesinado al general Milorádovich, héroe
de las batallas de Smolensko, de Brienne
y de Fere Champenoise,
y al corond Sturler-, Bestuzhev-Riúmin y
Mriraviv-Apóstol.
Pues

bien, ¿cuál fue en Siberia,
donde permanecieron hasta 1856
cuando fueron

indultados por Alejandro II, la suerte de los
treinta deportados?
En nn primer tiempo, estuvieron detenidos
en instituciones carcelarias, cuyo
régimen no debía ser
tan cruel,
puesto que al año
la esposa del príncipe T rubetskoi, que vivía con
. (2_3) El término_ viene de .la palabra «dekabz», es decir, «diciembre»,
pues el 14' de diciembre de 1825, un grupo de conspiradores atentó cond
la vida da! zar Nicolás I.
912
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LA REVOLUCION MARXISTA EN RUSIA
él, dio a luz a su primer hijo. Al cabo de un cierto tiempo, se
les permitió alojarse a su antojo en lugares distintos
pero con
licencia para agruparse en las mismas localidades. Sus familias
habían viajado con ellos y, como no se habían
confiscado sus
bienes,

que eran considerables,
vivían a

su costa con toda co­
modidad. El ya citado príncipe Trubetskoi se hizo construir
un palacio, copia
del que tenía en San Petersburgo. En 1840
tenía veintidós sirvientes.
«¿Este era un caso excepcional? Seguramente en razón de
su repercusión en Europa. Pero no en razón del trato impuesto
a los otros deportados. Por
Jo general,

después de sn condena
podían disfrutar

de
algunas semanas
de licencia para despedirse
de sus familiares
y viajar a sus propias costas en la clase que
más les conviniera:
Lenin lo haría a fines de siglo en primera
clase --era rico por su
madre--y acompañado por su mujer,
su suegra y sus dos perros «setter», llevando sús escopetas, pues
era gran cazador, pasión común a todos los .rusos. Aunque de­
portado,

recibía una asignación mensual de treinta rublos que
le permitía alojarse y vivir sin trabajar. El mismo Lenin, .aboga­
do, evacuaba consultas a los campesinos siberianos, muy
pleite­
ros,

según se dice, lo que llama considerablemente la atención,
vista la escasa cantidad que representan
y la enorme extensión
territorial del «sexto continente». Su madre le remitía un giro
mensual. En Siberia terminó su
. primera

obra
Or/genes del ca­
pitalismo en Rusia, empezada en San Pedro y Pablo,· donde se
hizo comprar el material necesario por el director de la cárcel.
Envió el manuscrito a su editor peterburgués, Pablo Struve, que
le
pagó· mediante

un
giro de
1.500 rublos, suma más que con­
siderable entonces. Todas estas idas y
, vueltas

se
hacían bajo
la garantía de los correos imperiales. Y la obra salió en la capi­
tal del norte durante la deportación del autor, con
la venia por
lo visto del tirano
·de turno.
«A

los que, de todos modos, preferían la libertad, les
que­
daba la· posibilidad

de escaparse. Lenin, que no era muy audaz
físicamente, cumplió

sus tres años. En los años 50 del siglo xrx,
el anarquista Bakunin había huido, casi diría, con permiso, pues
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MIGUEL PORADOWSKI
to que, tras haber obtenido una licencia de diez días. por mo­
tivos turísticos, bahía viajado a Vladivostok
· donde
se había
embarcado en un barco europeo,
aterrizando en

Lugano. A co-
1
mienzos de este siglo, Trotski hizo lo mismo y vía Vladivostok,
que era lo
más cómodo,

llegó a Estados Unidos
y de allí a Lon­
dres donde vio por
primera vez

a
Lenin, sin que lograra sim­
patizar con
él. Stalin fue deportado cinco veces. Se escapó cuatro.
Si
en la
última no se. evadió

es porque, en ese momento, había
estallado el primer conflicto mundial. De haber sido capturado
de nuevo, no lo hubieran enViado otra v~ a Siberia, sino a una
unidad disciplinaria en el frente. Hemos hablado de los «gran­
des».
Harían falta
volúmenes enteros para reportar las hazañas
siberianas de

los «pequeños». Por lo general, la masa de los
clientes de la deportación política eran militantes socialrrevolu­
cionarios. o mencheviques. Los bolcheviques no solían hacerlo,
porque muchos de esos «revolucionarios profesionales» eran confidentes de policía, a la que denunciaban a aquéllos por ser éste un medio bastante eficaz para desbrozar el terreno para
«su»
revolución. ·Muchos de

aquellos
socialistas no
bolcheviques,
una vez hecha la ·revolución, · volvieron a. conocer estas mismas
medidas de deportación por obra de los comunistas. Aquellos
que han logrado sobrevivir a esta última peregrinación se con­
mueven cuando hablan de las prisiones zaristas, de la Siberia o del Asia central zaristas,
y las comparan con el modernísimo
Gulag del que se vuelve solamente por milagro» (24).
Ahora bien, si se trata de la etapa socialista
se puede
desta­
car lo siguiente·: en economía se estatalizan to<;las las empresas y,
en consecuencia, el Estado llega a ser el .único patrón-empresario.
Los resultados
están a la vista:
la desastrosa ineficiencia
y de ahí
la escasez de todos los productos y la bajísima calidad de ellos.
En lo social, la extraordinaria burocracia, como consecuencia de
la estatalización de toda la vida económica, social, política y eúl­
tural. En lo cultural, el aumento del cretinismo, como lo mues­ tra eUnforme de la Academia de Ciencias de la Unión Soviéti-
(24) A. FALCONELLI, Manual histórico de sovietología, oh. cit., pági~
nas 53, 54, 55.
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LA RHVOLUCION MARXISTA EN RUSIA
ca. El mencionado documento, que es del año 1970, constata:
«el descenso general de potencia creadora de los representantes
de todas las profesiones». Sin embargo, desde el punto de vista teológico, el socialismo
en la Unión Soviética es
algo mucho

más que un sistema social­
económico-político-cultural, pues

es la finalidad misma de la so­
ciedad
y del hamo sÓvieticus, identificado con el ideal supremo,
la realización del cual es el fin de la vida de cada ciudadano; el
ideal,
que reemplaza a la
religión, siendo
la expresión de
la filo­
sofía materialista
y atea del marxismo inmanentista. Es una so­
ciedad que se basta a sí misma, esencialmente temporal
y terrenal,
que

prescinde de Dios
y de la eternidad; de aquí que absorba
totalmente al hombre, siendo su
úJtima finalidad.
Desde

el puntp de vista
cristiano, poco importa si el socialis­
mo, ·como etapa de la revolución marxista, tiene o no éxito eco­
'nómico, si. es ·o no capaz
de asegurar el biene~tar a todos; lo
importante es de que reduce toda la vida humam, a lo exclusiva­
mente temporal, terrenal y contingente y, de esta manera, niega
toda
la dignidad de la vida humana. El socialismo marxista es
la degradación del hombre, su reducción al nivel del animal, sin
destino eterno. Es, pues, esencialinente totalitario.
Felizmente hay pruebas actualmente de que sus pretenciones
son vanas. al respecto, pues cada
día se
despierta más en
el pue­
blo de Rusia el hambre de Dios ( 25). Quiera Dios que
la «etapa
socialista» fracase, ante todo, en este plano. La «etapa proletaria», por haber llegado prematuramente
y
en circunstancias excepcionales, constituyéndose como «dictadura
del proletariado», que, en la práctica, se presenta como
la dictadu­
ra del partido comunista sobre
d proletariado, debería durar un
tiempo casi indefinido, es decir, hasta
la llegada del «comunismo»,
definido por el mismo Marx (26) como una
situación en la cual
(25) Véase, al respecto, GISELA SILVA ENCINA, URSS: ¿Reencuentro
con
Dios?, Santiago, 1985.
(26) «Jedem nach seinen Bedürfnissen», Kas! Marx, Randglossen zum
Programm
der

deutschen
Arbeiterpartei (Gothaet

Programm),
1875, en
Marx-Engels ·studienausgabe, III, 1, s. 180.
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MIGUEL l'ORADOWSKI
«a cada cual según sus necesidades». Pero, como eso es pura uto­
pía,
es decir, irrealizable· -por la
sencill¡¡, razón
de que es
im­
posible constatar cuáles son estas «necesidades» de cada uno y,
más imposible
todavía es
satisfacerlas,
especialmente eh un ré­
gimen socialista, que de suyo es ineficiente y causante de la es­
case,,_,
se

puede suponer que la «etapa proletaria» va. a durar
ad infinitum y, por ende, la población de la Unión Soviética va
a seguir siendo proletaria, es decir, desprovista de todo. En esta etapa proletaria van a seguir presentes, hasta cierto
punto, todas las etapas anteriores, es decir, la burguesa, la de­
mocrática y la socialista, pues la revoluci6n marxista es perma­
nente y esta permanencia significa la presencia indefinida de
todas las etapas hasta la llegada del «comunismo», lo que nunca
va a tener lugar si por este «comunismo» se entiende el prome­
tido por el marxismo
paraíso terrenal.
La etapa

burguesa no puede, pues, terminar antes de que
desaparezca la institución del Estado
(Marx lo considera como lo
esencial de lo «burgués»). Sin embargo, la institución de
Estado
no puede «desaparecer»

antes que termine la etapa socialista,
pues el socialismo marxista es la permanente estatalización de
todit la

vida social, económica, política y cultural, lo que
presupo­
ne

la existencia
de la institución de Estado. Además, el socialismo
no puede desaparecer, pues su realización es la tarea principal de
la «etapa proletaria». Así, todas las etapas
se condicionan

mutua­
mente; es un círculo vicioso del cual no hay otra salida fuera de la vuelta a lo anterior, es decir, a la sociedad precomunista,
lo que parece ser el deseo de todos en la Unión Soviética, incluso
de la

«nomenklatura».
En realidad todas estas «etapas» sólo sirvieron para que el
gangsterismo internacional se apoderase de Rusia; pero en cuan­
to al cacareado proceso de cambios radicales e irreversibles, estas
«etapas» fracasaron rotundamente, pues el régimen real existen­
te hoy
día en la Unión Soviética es sencillamente un capitalismo
de Estado, de una nueva burguesía, la «nomenklatura»,
explo­
tadora.

del proletariado.
Las cuatro etapas de la revolución mar­
xista comunista en Rusia terminaron· como un Estado policial,
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LA REVOLUCION MARXISTA EN RUSIA
totalitario, opresor y explotador de toda la población proletari­
zada, un Leviatán como nunca lo hubo antes en toda
la historia
de
la humanidad. ¿Es eso lo que soñaban Marx y Engels?
Rusia cayó en
la trampa, llegando a ~ la primera víctima
de la inhumana revolución marxista
.. Sorprende, sin embargo,
que

los otros pueblos no hayan aprendido
nada de
la tragedia
rusa
y se dejan manejar por la misma conspiración internacional,
la que pretende incluir a
tooos los
países, todavía libres, err su
imperio de esclavitud, de miedo, de terror
y de la explotación
total.
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