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Número 247-248

Serie XXV

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Donoso Cortés, hombre de Estado, filósofo y teólogo

DONOSO CORTES: HOMBRE DE ESTADO, FILOSOFO
Y TEOLOGO (*) .
POR
ARNAUD IMATZ '
Nunca en d curso de los tres últimos siglos, palabras de un
pensador
político español causaron en ,Europa
tanta sensación,
tanta

emoci6n
y tal impacto como las de Donoso .Cortés. Ningu­
na predicci6n marc6 tanto
d espíritu · del siglo XIX como las de
sus discursos y sus escritos. Práctkiimente, todos los au_tores,
sea cual· fuere su tendencia, mencionaron, discutieron o .juzgaron
sus obras.
(º) Introducción a la obra de Donoso Cortés que. acaba de aparecer
en febrero
passdo, «Ensayo ,;obre el catolicismo, el liberslismo y
el
socia­
lismo», que ha sido editado por las Ed.iciónes Dominique Martin Morin,
Bou~re, 53290, Grez en Bou~, 414 págs. Esta introducción también ha
sido publicada en
La pensée catholique, 221, marzo.abril de 1986.
En el corto plazo de cinco meses han visto la luz dos nuevas ediciones
del
célebre Ensayo, de Donoso Cortés. Uná, española; editada por Planeta,
Barcelona, 1985, que incluye los
tres discursos, las cartas al director de
·· El Orden, a S. M. la reina madre doña María. Cristina de Borbón, al Car­
denal Fornari, al director de la 'Revue des Deu,c Mondes y pensamientos
.varios. Introducci6n de Manuel Fraga Iribarne · y edición y notas de José '
Luis G6mez, y la francesa, con esta introducción de Arnaud Imatz que,
traducida,
publica ahora
Veerbo. Nuestra: revis.ta ya se ocupó con anteriocl­
dad

de quien es uno ·
de nuestros maestros clásicos, publicando la «Carta
al
Cardenal Fornari» (Verbo, núm. 3) y sus tres famosos «Discursos» (Ver­
bo,
núms. 8, 11 y 12), así, como artículos de GABRIEL DE_ ARMAS ( «Fama,
eclipse y_ resutrécción de -Donoso», Verbo, núth.--74), de FEDERICO WIL­
HELMSEN («Donoso C.Ortés "y el signifi~do del pod~r político», Verbo. -nú­
mero 69) y de EMJLIO SERRANO VILLAFAÑÉ ( «El tradicionalisti10 filos_ófico
y

Donoso
Cortés», Verbo, núm. 171-172). -
Estas líneas no son una «introducción a la introducci6n» de Imatz;
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Fundaci\363n Speiro

ARNAUD IMATZ
En pocos meses la popularidad del marqués de V aldegamas
alcanzó su apogeo. Sus artículos, sus discursos
y sus libros, tra­
ducidos al francés, al italiano y al alemán, fueron objeto de múl­
tiples publicaciones.
Ranke y

Schelling los comentaron, Metter-
constituyen tan s61o una. breve reflexión acerca del_ significado de Donoso
y
su Ensayo, motivada por el hecho de esa casi simultánea reedici6n.
La fama que Donoso Cortés alcanzó en toda Europa a partir de · su Dis­
curso sobre la Dictadura y posteriormente crin ~ Ensayo~ prácticaQl.ente se
extingui6 con él.· Tras su muerte se le ignoró. Estudíoi; como los de
Séhramm y Schmitt o U!, é:dición de sus obras por Ortí ):" Lara son casi
excepción.
Hay que esperar al fin de la segunda guerra mundial para ver
la proliferación de los estudios sobre la obra donosiana y · su signifiCación;
estudios

en
gran parte ·

motivados por
-el movimiento de reacción antiposi­
tivista que
· 1a guerra contribuyó a provocar. En España, Donoso pareció
ser
tema' de obligado estudio, sobre tod0 durante los. afíos cincuenta; des­
pués,
Sin llegar
a caer en
el .olvido --como lo muestra, entre otros estu­
dios,
la edición de sus Obras completas realizada en el año 1970 por Car­
los Valverde-, su fama y actualidad ha ido decayendo. No podía ser de
otro modo en una sociedad que se ·dirigía -intelectuales al frente- por
unos _derroteros incompatibles con el pensamiento tradicional y católico de
Donoso
Cortés
y que tan sólo unos pocos procurábamos seguir y continuar.
Por ello es de
agradecer ~sta_s teediciones que

permiten que, nuevamente,
el públiCO español y sobre todo el francés, tenga acceso - a una obra fun­
damental del pensamiento donosiano, de la que no resulta exagerado afir­
mar que contiene las bases _más elementales y· necesarias capaces de ha­
cemos salir de esta socfodad materialista, indiferente y permisiva.
No
hay más· qµe un Donoso Cortés digno de .pasar· a la historia del
pensamiento.
Es el Donoso representante de la Tradición. El Donoso ca­
t61ico en todo su
significado. El de los tres Discursos y las Cartas al Car­
clenal Fotnari y al director de la Revue des Deux Mondes; el. Donoso del
Ensayo. Fruto de su conversi6n y su entrega_ a Dios. Así nos lo muestra
Imatz.
El Donoso liberal, doctrinario. a nadie ha inquierado. Es el otro el
que ha suscitado ese «odio terrible, a menudo .diabólico» que se dirigi.6
cotitra él, como ha escrito ' Schm.itt.
Pese
a que
autores como Schrámm, L6pez
Amo,
E1fas de Tejada, Ga­
briel de Armas, Eugenio- Vegas, Sánchez Abelencla o recientemente Fer­
nández de la Mora hayan demostrado la errónea interpretación de. :un Do­
noso teórico de
la Dictadura,

aún se sigue a
Schmitt en este punto, y
a.Sí Fraga Iribarne

·lo presehta en su
introducci6n, afirmando que

«en
él
la Dictadura aparece como principio central». Afirmación insostenible,
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DONOSO COl!.TES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
nich los alab6, Luis Napoleón, Federico Guillermo IV y pro­
bablemente el zar Nicolás II los leyeron y meditaron. Brillante
y efímero cometa, Donoso Cortés muere apenas cuatro años des­
pués de haber alcanzado
.el culmén de su celebridad y autoridad.
Al éxito fulminante sucede un largo período de oscuridad.
Olvidado, desconocido, ignorado durante varios decenios,
el di­
plomático de Extremadura es redescubierto en la época entre las dos guerras
y en los años cincuenta. A partir de que los libros
ya que para Donoso Cortés la Dicta_dur!i es algo circunstancial, necesa­
ria y hasta. buena en un momento determinado, peto no como si fuera en
sí misma y por sí misma el régimen politico por excelencia. Este era la
Monarquía
católica tradicional. Por otra parte, Donoso fue un abanderado
de la libertad.
Hay otro_ rasgo no menos falso en el Donoso que Fraga nos presenta.
Es
el pesimismo. Como ha apuntado Federico Suárez, su pesimismo no es
sino
«el diagnóstico realista 'de una situación». Su pesimismo CS sólo apa­
rente, pues si bien d hombre por sí triismo nada puede y la sociedad está
irremisiblemente perdida, esto es froto de _haber rechazado el espíritu ca­
tólico.

Donoso pone de relieve un hecho
incontrovettib1e, cuya
consecuen­
cia era la situación -por él descrita y el futuro vislumbrado. Por ello 0nada·
cabfa esperar de cualquier doctrina humana; la única que puede salvar es
la doctrina divina. Como subraya Suárez, «este viene a ser el "Pesimismo"
de Donoso». ·
De ahí que el corolario de ese pesimismo que· extrae Fraga, seg6n-el
cual el
Ensayo «no contiene· tantÓ una teoría de la sociedad como un pro­
fun_do, magnifico, arrebatador freno. social» sea absolutamente illexacto.
No es, en absoluto, un canto fúnebre ante la calamidad de la. sociedad,
sino un reéhazo total, completo y absoluto del Jibetalismo y del socialismo
ante la única verdád del catolicismo.
Por último
hay qtle advertir el error en que incurre Fraga Itlbarne al
confundir a Monsefior Gaume con el sacerdote Gaduel. Por ello, de nin­
gón modo, «al defenderse del violento ataque de Gaume, le contesta mo­
destamente ... ». Esa respuesta que, según Fraga, Donoso· dirige .a Gaduel,
en
reali_dad es de una carta de· DonoSO a Gaume; y. la siguiente cita tam­
poco es respuesta de Donoso a Gaduel, sino .a1 director de L 'Univet's.
Donoso Cortés tuVo el valor de entregarse totalmente .a Dios y seguir­
le fielmente. Su conversi6ri religiosa fue .seguida de una conversión inte­
lectual: .«encontr6 en el catolicis~Q una viSi6ri integral de la .vida», y
de ahí qi.Ie «'todas _las cuestiones las enfocara cfesde las altur_as cat61icas»,
como ha observado · Gabriel de_· Armas en su Dónoso Cortés. Esta fue su
grandeza.
Ese
dC!he ser ·e1 éjémplo ·a seguir;.....:.Hstanislao Cantero.'
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ARNAUD IMATZ
de Edmund Schramm y de Dietmar W estemeyer, y sobre todo
los trabajos de Car! Schmitt y de Federico Suárez hubieron mos­
trado la formidable penetración del espíritu donosiano y su in­ tensa actualidad, la atención sobre
él no se ha amortiguado. Para
convencerse de ello basta una mirada sobre su bibliografía. Con
la desdichada excepción· de Francia, la literatura abunda sobre
el autor y su obra. El insulto o el silencio fueron las armas favoritas
contra
Donoso

durante su vida y tras su muerte. El politólogo Car!
Schrnitt se preguota sobre el motivo del terrible odio cernido sobre este hombre bueno, indulgente y dulce: «No se trata de·
uoa hostilidad normal, propia de la lucha política» -escribe--.
«Esta aversión dice relación precisamente con la racionalidad
de· la 0idiosincrasia donosiana y se apoya en motivos más pro-
fundos, metafísicos».
.
Donoso

fue un hombre brillante
y admirado, un diplomático
fino y eficaz, un hombre de Estado seguro y hábil, un orador
elocuente, un escritor de pluma elegante y fácil; en
fin, un ca­
tólico cuya vida posee valor de ejemplaridad. Era demasiado para
sus adversarios. No
podía:rr soportar

que uo tal hombre desa­
fiara su pretensión· de poseer
el monopolio de la inteligencia y
de la interpretación del sentido de la historia. Hubieran preferi­ do que sus trágicas y
claras predicciones

fuesen las de un román­
i:ico, las de uo autodidacta o las de uo primitivo. La voz de un
ermitaiío o de un monje no
habrían tenido,

probablemente,
nin­
gún eco. Contra él, en cambio, la benévolá indulgencia no era
de recibo: era demasiado hábiLy tenía demasiado peso.
El pensamiento europeo dominante juzgó sus ideas superadas
y prefirió ignorarlas: Pero
_la historia

le dio en gran parte la ra­
zón. No

cabe negar actualidad
a un
pensamiento que asesta un
golpe mortal a la filosofía progresista de la historia, pilar del
comunismo marxista.

No se puede negar el interés de una obra
que anuncia la venida
de _un despotismo gigantesco, obsesión hoy
de uo gran número
d<¡, pensadores
y gobernantes. Ni resulta
po­
sible negar la presciencia de uo hombre .capaz de prever y de
anunciar, en pleno apogeo ·zarista, el papel de Rusia en
.la re-
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Fundaci\363n Speiro

DONOSO CORTES: POLITICO, FIWSOFO Y TEOWGO
volución comunista y el océano de sangre que sumergirá a Euro­
pa durante

los cien
años que
siguieron a
la revolución de 1848.
Generalmente se presta atención al Donoso Cortés del últi­
mo período (1847-1853 ); actitud lógica, puesto que es enton­ ces cuando su pensamiento alcanza plenitud y madurez. Es
-se­
ñala su amigo Louis V euillot-«el término final del combate, la
victoria del cristiano sobre el filósofo, que alcanza así
la verda­
dera filosofía». Pero no es menos cierto que Donoso no surge de
la
nada. Sin la lectura atenta de las obras que siguen a su con­
versión no se comprenderá su actitud intelectual
definitiva, pero
los

que se limiten a ellas peligrarán de llegar a interpretaciones
falsas. Así, no pocas cuestiones
y• críticas se

han visto
mal for­
muladas por no haber apreciado correctamente la
fase anterior
a 1847 ..
Recordemos

a grandes.
trazos la. vida

y la obra del-marqués
de Valdegamas. Juan Donoso Cortés nace el 6 de mayo de 1809,
-
en

plena Guerra de la Independencia, en un pueblecito de
Ex­
tremadura.

Muere en París el
-3 de-mayo

de 1853. Durante los
cuarenta y cuatro años de su vida, España atraviesa una de las
mayores crisis de
la historia; No sufrió menos de veintitrés pro,
nunciamientos,

de los cuales veintidós serían liberales
progre­
sistas.

Europa, por su parte, conoce una profunda evolución que
modificará su
fisonomía política,

económica y . social. Es la épo­
ca de

una notable floración de teorías que marcarán los espíritus
durante más_ de un siglo·. Los estudios de Donoso son rápidos
y brillantes. En 1820
es enviado
¡ Salamanca, después a Cáceres, al acreditado colegio
de San Pedro. «Día
y noche, dirá su· padre, don Pedro, él es­
tudiaba». En 1823
<:
Quintana, poeta
y político conocido
por sus opiniones liberales. Impregnado de las ideas filosóficas y
literarias del siglo
XVIII, el maestro le inicia en Rousseau, Con­
dorcet
y Voltaire. La fol'lllación intelectual del futuro tradicio­
nalista

es
liberal y
francófila, como
corresponde a
un muchacho
de clase media acomodada. Su formación será filosófica, histórica
y jurídica. A partir de
1824 se matricula en la Universidad de
Sevilla, donde
seguirá
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Fundaci\363n Speiro

ARNAUD IMATZ
los cursos de jurisprudencia durante cuatro años. A los diecinue­
ve años, con todos los diplomas holgadamente adquiridos, es to­
davía demasiado joven para ejercer la profesión de abogado. Acepta, así; con gusto, la invitación de la ciudad de Cáceres que
le ofrece una cátedra de Literatura. A
la. edad

de veinte
años
contrae

matrimonio con doña Teresa Carrasco, cuyo hermano ju­
gará más tarde un importante papel politico bajo
el nombre de
Conde Santa Olalla. Una niña nace de su unión, pero
la pierden·
ensegnida. En 1835 la madre sigue a la hija. Donoso hace irrupción en
la vida pública con éxito. Profun­
damente racionalista y liberal toma partido en la cuestión di­ nástica a
'favor de

la
reina María Cristina,

cuyo esposo enfermo
no pudo gobernar.
En una «Memoria sobre la Monarquía», di­
rigida
alrey hacia

fines de 1832, trata de demostrar que los ene­
migos del Trono no son los revolucionarios liberales, sino los
«fanáticos» tradicionalistas partidarios de Don Carlos. «Una Mo­
narquía no

puede asentarse sobre las clases
más bajas
de la so­
ciedad
-escribe!-'; es

preciso que se apoye en las clases inter­
medias; cuando éstas no existen,
la sociedad perece a manos. del
despotismo oriental o en el abismo de una democracia tumul­
·tuosa».
Liberal conservador, moderado, entre los revolucionarios y
los tradicionalistas, Donoso aspira a una
monarquía constitucional
que
.defienda y proteja los intereses de la clase media. Don Car­
los se apoya sobre «la masa,
el populacho, la turba» despreciada
por los
hberales. Donoso

no puede as! consolidar la
monarquía
liberal

más que apoyándose en los partidarios de Isabel o de la
sucesión femenina,
los· liberales,

es decir, sobre una gran parte
de
la burguesía.
A
los 23
años, con
la «Memotia sobre la
Monarquía» pres­
ta un gran servicio al liberalismo español. En agtadecimiento, el
rey le honra con una distinción especial, nombrándolé oficial del
Ministerio de Gracia y Justicia.· En el afio siguiente, 1834, Do­
noso escribe sus «Consideraciones sobre la Diplomacia». Cree en
el liberalismo y
lo defiende

anatematizando a Don Carlos y sus
seguidores. En la «Ley electoral considerada en su fundamento y
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Fundaci\363n Speiro

DONOSO CORTES: POUTICO, FILOSOFO Y TEOWGO
en su relación con el espíritu de nuestras instituciones», incien­
sa a Lutero el «regenerador, intérprete de la
razón humana»,

y
saluda al. «genio de la
magnífica Revolución

francesa». Pattidario
de la soberanía

de la inteligencia
y no de la del pueblo, legitima
la conducta de lo que él llama «monárquicos puros de la clase
media: las masas no s.e guían por principios sino por resentimien­
tos e intereses
mati,riales; la

soberanía del pueblo es un bien en
tiempos de crisis,
pero enseguida llega la hora de los privilegiados
de la inteligencia, de las aristocracias legítimas». Es· su época de
completo
racionalismo, cuando

pronuncia en el
Aténeo de
Ma­
drid sus notables «Lecciones de Derecho político» (1836-37).
Donoso posee ya un nombre y una posición.
En 1837, Donoso es elegido diputado por el distrito de Cá-
·•
diz.

Con ocasión de la discusión sobre el proyecto de Constitu­
ción, redacta su libro «Principios sobre el proyecto de
Ley Fun­
damental», Una primera

evolución se esboza. A partir de aquí,
el
acento recae

sobre la· familia real, depositaria de
la inteligen­
cia social legada por los siglos
y sobre el carácter sacral . de la
monarquía. A los 29 años, Donoso deja tras de sí su etapa pu­
ramente racionalista.
El año 1838 se señala por la publicación casi simultánea de
«España desde
1834» y

de «La Monarquía absoluta en
Espa­
ña».
Donoso «vadla en la profesión

de
sus doctrinas
--escribe
Luis Veuillot- y las modifica hasta
reconocer no

sólo el co­
imperio de la
razón y

de
la fe, sino la necesidad en que se en-
. cuentra la razón, si no quiere sueúmbir, de invocar en su so,.
corro la fe». Siempre en busca de un fundamento sólido para
la monarquía liberal con_stitucional, ha perdido,
sin embargo, la
fe en la razón, en la supremacía de la inteligencia. «La monar­
quía absoluta
-explica en

el segundo de esos libros- no ha de­
bido desaparecer y no ha desaparecido
poi,que sea

una forma
· de
gobierno

condenada. por la razón en toda época histórica, sino
porque, apropiada a la sociedad de ayer, no lo
es ya

a la de
hoy
día: ..

La Monarquía constitucional ha tenido que
ser y
ha
sido su heredera, no porque
es la mejor de todas las posibles, no
porque es
el último escalón del entendimiento humano, sino por-
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Fundaci\363n Speiro

ARNAUDIMATZ
que es la forma apropiada a la sociedad en que vivimos y al
· grado

de civilización alcanzado por los pueblos».
En nombre de la razón Donoso había entonado
un. himno

a
la Revolución francesa; ahora no es para él más que
el último
«descarrío de la razón humana»'. Poco a poco se aparta de las
fuerzas liberales. La fosa se hará muy pronto abismo. En 1839
publica sus
articulo_s sobre

la
filosofía de

la historia de Juan
Bautisra Vico, sobre el cristianismo
y sobre la cuestión de Orien­
te. Eminencia gris
·de la

política española, redacta
el manifiesto
que, en 1840,
la reina madre María Cristina dirige desde París ·
a

la nación española. El mismo año escribe «Sobre la incompe­
tencia del Gobierno
y de las Cortes' para examinar y juzgar la
conducta de Su Majestad la reina madre en su calidad de tu­
tora y curadora de sus augustas hijas». Es ya el teórico del par­
tido moderado,
el hombre !ea] en quien la reina madre deposita
toda su confianza durante su larga estancia en Francia, entre 1840 y 1843. Se ve colmado de honores
y de prestigio. El go­
bierno fracés le otorga las insignias de
gtan oficial
de la Legión
de Honor (1843). A finales de 1843 es profesor de la joven
reina Isabel. Ministro plenipotenciario en París
cerca de la reina
madre María Cristina, es condecorado en 1844 con la Gran Cruz
de Isabel la Católica. Honrado con el
titulo de Marqués de V al­
degamas, es nombrado secretario particular de la reina Isabel. Por cuarta vez es elegido diputado a Cortes.
Otras dos memorias ven luz pública en 1843: «Exposición
a Su Majestad la reina Isabel II sobre
la. prioridad

de la historia
en sus estudios» e «Historia de la Regencia de María Cristina»
..
Donoso

no defiende
ya; la

monarquía
de la clase media sino aque­
lla que se
encarga de

los intereses comunes o colectivos. No hay
otra forma de gobierno posible que aquella que reúne los prin­
cipios constitutivos de la nación española: monárquica, religiosa
y democrática. Espíritu ecléctico, piensa todavía en liberal
Y. pro­
cura

conciliar lo que es inconciliable. Pero. ya no es como antes
hombre de su siglo, portavoz de la sociedad en que vive. Al con­
trario, se siente diferente, fuera de su época, presto a aceptar la
incomprensión y la hostilidad de que en lo sucesivo
será objeto.
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Fundaci\363n Speiro

DONOSO CORTES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
«Yo no ignoro -se lee en la historia de la Regencia- que la
generación ·
actual, alimentada en

el
seno de

la revolución,
afir­
ma
cuanto

yo niego y niega lo que yo
afirmo. Sé
que. admite
y proclama
como algo

fuera, de duda el principio de la perfecti­
bilidad
indefinida de la sociedad y del hombre, cuando yo sos­
tengo que

es comprobable que la humanidad es idéntica a sí mis­
ma en el decurso de los tiempos. . . Sé aún más: que las ideas
que procuro combatir como falsas y peligrosas
-,o como ab­
surdas- progresan y vencen con triunfo todos
lo.s obstáculos».
Si

se
exceptúan algunos

discursos
menores como

«El Culto
y el Clero» o «Las bodas reales», entre 1845
y 18.47, Donoso ·
no escribe nada que merezca mencionarse. ·Estos dos oscuros años
preceden a la profunda crisis de 1847-48 que culminará en su
conversión. Nombrado Miembro del Consejo
Real y
Gentilhom­
bre de Cámara en ejercicio, dimitirá de pronto del cargo de Se­
cretario particular de la reina y cae
en desgracia.
Su

conversión no fue fruto
de una iluminación súbita sino
resultado de un lento itinerario. Han de recordarse sus propias
palabras a Alheric de Blanche Raffin: «Siempre
fui creyente en el
fondo más íntimo
de mi alma, pero mi. fe .era estéril porque no
gobernaba mi pensamiento, ni inspiraba mis palabras ni
dirigia
mis

acciones». Educado católicamente, no
había nunca
renuncia­
do
a. su fe a pesar de las enormes contradicciones que se daban
entre lo que teóricamente creía y lo que en la práctica hacía.
«Llegado a
.la mitad
de mi
vida--declaraba al
.Conde Bois-le­
Compte--las

lecturas de obras francesas, que siguieron para
mi
a las de autores latinos, me hicieron perder mis convicciones
cristianas. Sin
embargo, velé
sobre mí con severidad y conservé
unas costumbres limpias».
Dos
rasgos dominan

su personalidad: un sentimiento agudo
de la belleza moral y una gran ternura. La primera le lleva
a
admirar el catolicismo; la segunda, a amarlo; En París conoce­
ría a un hombre, cuya vida le impresiona. Pero el acontecimiento
decisivo que cambiaría
raµicalmente su
vida .es la agonía
y la
muerte de su hermano Pedro, y no, como se ha dicho muchas
veces,
la revolución de 1848. Le, afirma él mismo en una carta
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Fundaci\363n Speiro

ARNAUD IMATZ
de 28 de julio de 1849 dirigida al Marqués de Raffin: «El mis­
terio
. de

mi conversión (porque toda conversión es un misterio)
es un misterio de ternura. Yo no lo amaba, y
Dios· quiso

que
lo amase,
y lo amo; y porque lo amo me he convertido».
En el momento de su conversión, a principios del verano de
1847, Donoso cuenta treinta y ocho años, edad en que se tiene
una clara

consciencia de las decisiones y de los actos. El verda­
dero viraje se sitúa
poco después del «Discurso sobre las rela­
ciones de España con las otras potencias» (marzo de 1847), en
el que designa a Rusia, a Estados Unidos
y a Inglaterra como
los únicos

protagonistas de
.la política

internacional. Los artícu­
los sobre las reformas de
Pío IX,

publicados en
El Faro son ya
las primeras
manifestaciones de sus convicciones. Será desde aquí
un

católico consecuente.
En los «Esbozos históricos», estudio más teológico que
his­
tórico, publicado a fines -de 1847, se encuentran ya los elemen-
. tos

que habrían de servirle para escribir el «Ensayo sobre
.el ca­
tolicismo,

el liberalismo y el socialismo». Trata en
él de la crea­
ción, de la familia, del peeado, de la libertad y de la gracia, de
la
caridad,. de la sociedad, de la teoría del progreso, etc. El paso
decisivo está dado. Este le llevará a una concepción total del catolicismo que.
supera la

disociación entre lo temporal
y lo so­
brenatural. Donoso no variará ya: sus escritos
adquieren así una
unidad
y homogeneidad que no tenían hasta ahora.
Fuera del «Discurso sobre la
Biblia» y
de un
artículo sobre
«Los sucesos
de Roma», 1848 es un afio poco fecundo. Precede,
sin embargo, a una irrupción tumultuosa en la escena europea,
dado que el 4 de enero
de· 1849

va a pronunciar el célebre «Dis­
curso sobre la dictadura». En España, y sobre
todo en

elextran­
jero, el éxito de esta notable
pieza oratoria

es
inmediato. Donoso
combate

las opiniones que había defendido hasta entonces y lan­
za
afirmaciones escandalosas

para los adoradores del progreso.
·
La

revolución de francia.de 1848
y la de Roma tuvieron en ello
gran parte. No
más vacilaciones ~ ingeniosas sutilezas para con­
ciliar lo imposible. Donoso niega el supuesto fundamental del
liberalismo, «todo para y por la libertad». Sostiene, antes bien,
1084
Fundaci\363n Speiro

DONOSO CORTES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
que la libertad se ba acabado, que la lucha no es entre la liber­
tad
y -la tiranía, sino entre la dictadura que viene de arriba y
la que viene de abajo, entre la. dictadura de la revolución y la de
la autoridad __ Desarrolla el impresionante y famoso paralelo . en­
tre los dos frenos: «No bay, señores, más que dos represiones
posibles: una interior, otra exterior;
la· represión

r_eligiosa y
la
represión política. So.n de tal natualeza que, cuando el termó­
metro religioso se eleva, el de la represión baja, y que, recípro­
camente, cuando el termómetro .religioso baja, el político, la re­
presión política,
la tiranía, sube. Es una ley de la humanidad,
una ley de
la historia».
Evidentemente, no se trata de una simple defensa de la dic­
tadura: nadie escogería arrodillarse ante la dictadura si pudiera abrazar
la libertad. Pero la cuestión no está ahí. No se trata de
escoger entre
la. libertad

y la dictadura, sino entre dos dictadu­
ras.
«El fundamento de todos vuestros errores consiste en igno­
rar
la direcCÍÓ¡J. en que se mueven la civilización y el mundo ...
El mundo camina con rapidez hacia la instauración de un despo­
tismo, del más gigantesco
y destructor que los hombres hayan
conocido». A medida que la religión se debilita en los hombres, el
wder del

Estado crece
sobre ellos.
«Están preparados los ca­
minos pa_ra un tirano gigantesco, colosal, universal, inmenso:
todo está dispuesto para él».
Si se

quiere conciliar orden y libertad no hay otro camino
que
la represión: o la represión religiosa o la represión política,
Sólo

los pueblos profundamente
religiosos son
los auténticamen­
te libres; cuanto mayor es
la conciencia religiosa más grande es
la libertad. Donoso ha llegado a esta
convicción fras una real
comprensión del dogma católico del pecado original: la natura­
leza humana no es
ni buena ni perversa, sino solamente caída.
El 6 de noviembre de 1848
el Marqués de Valdegamas es
nombrado embajador extraordinario y ministro plenipotenciario de España
en. Berlín. En

febrero de 1849 deja Madrid vía
París
para asumir sus

.funciones. No volverá a España
hasta noviembre·
del

mismo año. Ya célebre, el
«Discurso sobre la dictadura» se
traduce
y publica en El Universo y en varios diarios berlineses.
1085
Fundaci\363n Speiro

ARNAUD IMATZ
Es también objeto de numerosos comrotarios y críticas en la preo­
sa europea. Una ·vez en Berlín, Donoso intercambia una amplia
correspondencia con su amigo, embajador de Prusia en ·Madrid,
el · Conde

de Raczynski. Dos cartas dirigidas al Conde
, de
Mon­
talembert -el 26 de mayo y
el 4 de junio-y otra enviada el
16 de julio de 1849 a los redactores de El
Pais y

el El Heraldo,
merecen una atenci6n particular. El diplomático se explica en
ellas sobre su pretendido manique!smo: «Si la victoria natural
del mal sobre el bien bastase para constituir maniqueísmo,
la
Iglesia serla maniquea, ya que la Iglesia, los libros sagrados y
todos los doctores proclaman con unanimidad que el bien no
puede triunfar del
mal si no es por un milagro ... Habría mani­
queísmo si yo hubiera otorgado a los estragos del mal una
exis­
tencia
independiente

de la voluntad de Dios ... Nunca tal
blasfe­
mia

estuvo en mi coraz6n ni vino a mis labios ... Estoy tan ·lejos
de creer en el triunfo irremisible del mal que he escrito precisa­
mente lo contrario ... Lo que he dicho es que elmal triunfa
natu­
ralmente

sobre
el bien, y .esto no es sólo una proposici6n cierta,
sino también una proposición consagrada por la doctrina
cató­
lica

... Por lo demás, afirmando por un lado el triunfo natural del
mal sobre el bien, y de otro
el triunfo sobrenatural de Dios so­
bre el mal, no hago. sino reducir a una
fórmula concisa
los
gran­
des principios del catolicismo, fundado enteramente sobre la om­
nipotencia divina y la fragilidad humana ... He aquí
tod~ mi
doc­
trina: el triunfo natural del mal sobre el bien y el triunfo sobre­
natural de Dios sobre el mal. En esto se encuentra la condena de todos los sistemas progresistas mediante los cuales los mo­dernos filósofos, falsarios de profesión, adormecen
a los

pueblos,
esos niños -que _no salen jamás de la infancia».
Guardémonos de conclusiones precipitadas. Donoso no es un
fatalista, ni
~n resignado o un vencido, ni un desertor de la
lucha. Lo que en realidad
ha perdido es la fe en la filosofía pro­
gresista de la historia, en el optimismo de los sistemas que pre­ conizan a los hombres venideras felicidades,
la sociedad paradi­
síaca hada
la que conduce la historia de la humanidad. Ha per­
dido la
fe en el hombre porque ha encontrado la fe en Dios. « Y
1086
Fundaci\363n Speiro

DONOSO CORTES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
que no se me arguya que, si la derrota es cierta, Ia lucha será inú­
til -añade en su carta del 26 de mayo a Montalembert-. En
primer lugar,
la lucha puede atenuar, suavizar la catástrofe y, en
segundo, para quienes tenemos a gloria ser católicos, la lucha
es el cumplimiento de un deber y no el resultado de un cálcu-
·
lo.

Agradezcamos a Dios el habemos otorgado el combate, y no
pidamos, sobre este favor, la
gracia del

triunfo a Aquel cuya in­
finita bondad reserva a
quien~s combaten

generosamente por su
causa una recompensa biell superior y distinta que la victoria
de aquí abajo». Lo que puede salvar al hombre no es una doctri­
na meramente humana; es una doctrina divina. Tal es el «pesi­
mismo trágico» del Marqués de Valdegamas.
·
De

nuevo, en 1850, Donoso.,
atrae sobre
sí la atención de
España y de Europa. El 30 de enero pronunciaba su «Discurso sobre la situación general de Europa». Inmediatamente traduci­
do, este discurso se publica en los diarios alemanes, belgas, fran­
ceses e italianos.' Incluso será editado en París en forma de libro
con tirada de más
de catorce mil ejemplares.
Cumbre
de la elocuencia donosiana, el «Discurso sobre Euro­
pa»
contiene una

crítica acerba del economicismo. En él se en­
cuentra la extraña profecía según la cual la revolución se producirá
en San Petersburgo y no
en Londres.

Donoso niega que los ver­
daderos hombres de Estado, los fundadores de imperios, de na­ ciones, de civilizaciones, los «inmortales de la historia»,
s.e ha­
yan

nunca apoyado sobre
la verdad económica. «Todos funda­
ron las naciones sobre la base de
la. verdad
social, de la verdad
religiosa ... Lo que no significa -porque preveo las objeciones­
que, en mi opinión, los gobiernos deban despreciar las cuestiones
económicas,
· que

los pueblos deban ser mal administrados: no
estoy tan falto de razón y de
corazón como

para llegar a seme­
jante extravagancia. No digo eso, pero digo que cada cuestión debe ser colocada en su rango' y que el rango de
esas cuestiones
es
el tercero o el cuart~, y no el primero: esto es lo que afir­
mo». Dando la primacía a
las cuestiones
económicas,
el socialis­
mo, ese vástago de la civilización filosófica, se sitúa inexorable­
mente en primer plano. «Contra la revolución y
el socialismo no
1087
Fundaci\363n Speiro

. ARNAUD IMATZ
hay más que un remedio raclicaFy soberano: el catolicismo, úni­
ca doctrina que es su contradicción absoluta».
La auténtica causa del grave mal que sufre
Europa «es

que
la idea de autoridad divina y de autoridad humana han desapare­
cido».

Y para este mal no está el remedio en reformas económi­
cas,
ni en la sustitución de un gobierno por otro. El mal no está
en los gobiernos, sino en los gobernados. Sin. espíritu cristiano
de caridad y de amor fraterno todo sistema, toda teoría, está
condenada al fracaso. Oigamos sus palabras premonitorias· sobre Rusia: «No es mi
opinión,
sin embargo, que Europa no tenga nada que temer de
Rusia, sino que· creo todo 1(} contrario; pero, para que Rusia
acepte una guerra general, para que se apodere de Europa, son
ptecisos antes tres acontecimientos que voy a decir, los· cuales,
observadlo, no son solamente posibles, sino probables. Es nece­
sario, ante todo, que la revolución,
tras haber
disuelto
la socie­
dad, disuelva los ejércitos permanentes. En segundo lugar, que
el
socialismo, despojando a los propietarios, extinga el patriotismo;
porque un propietario despojado no es ni puede ser patriota ...
En tercer lugar, habrá de realizarse la confederación poderosa de todos los pueblos eslavos bajo la
.influencia y el protectorado de
Rusia. . . Pues bien, cuando la revolución haya destruido en Euro­
pa los ejércitos permanentes, cuando
las revoluciones

socialistas
hayan extinguido
el patriotismo, cuando en el oriente de Europa
se haya realizado la gran federación, de pueblos eslavos, cuando
en Occidente no haya más que dos
tjércitos, el de los espoliados
y el de los espoliadores, entonces habrá sonado
la hora
de Rusia,
entonces Rusia
podrá pasearse

tranquilamente, arma al hombro,
por Europa: entonces
el mundo asistirá al más grande castigo
que haya registrado la historia ... Por lo demás, señores, la Rusia,
situada eu medió de una Europa conquistada y prosternada a sus
pies, absorberá
por. todos

sus poros el veneno que Europa ha
bebido y que la mata, y no tardará en caer, también
ella, en

pu­
trefacción». Lo que se hace se deshará. Las naciones que tienen
en sus manos
el destino de Europa y del mundo declinarán, a su
vez:
sic transit gloria mundi. Sólci' permanece la gloria de Dios.
1088.
Fundaci\363n Speiro

DONOSO CORTES, POUTICO, FILOSOFO Y TEOWGO
Pretendiendo construir sistemas al margen o en contra del
orden divino, los hombres
desencadenan por
sí mismos
las ca­
tástrofes. Tal es
la tesis de Donoso. Ella tomará cuerpo, setenta
años más tarde en Rusia, con el advenimiento. del comunismo, que es, en
la mente del Marqués de Valdegamas, la regresión de
. la

sociedad al gigantesco despotismo oriental, a
la tiranía abso­
luta, al caos máximo,
la catástrofe mayor. «Me parece evidente
-escribe
en su
carta del

19 de junio de 1852 a S. E. el Cardenal
Fornari- que el comunismo, por su
parte, procede

de herejías
panteístas y de aquellas otras que les
están emparentadas.

Cuan­
do todo es Dios y Dios es todo, Dios es
ante todo

democracia y
multitud; los individuos, átomos divinos y sólo eso, brotan del
todo que los engendra perpetuamente
¡,ata entrar en el todo que
perpetuamente los absorbe.
En este sistema, lo que no es el todo
no es .Dios, aunque
participe de la divinidad, y lo que no es Dios
nada es, porque nada
hay fuera de Dios que es el todo. De aquí
el soberano desprecio de los comunistas hacia el hombre y su in­
solente negación de
la libertad humana; de ahí esas inmensas
aspiraciones a
la dominación universal mediante la fututa dema­
gogia

que se extenderá por. todos los
continentes y
hasta los úl­
timos
lúnites de la tierra. De ahí esos proyectos de una locura
furiosa que

pretenden mezclar
y confundir todas las famillaa, to­
.das las clases, los pueblos, las razas de hombres para machacar­
los juntos en el gran mortero de
la revolución, para que de este
siniestro y sangriento caos salga un día el Dios único, vencedor
de todo lo que es particular, el Dios
eterno· sin

comienzo ni fin,
vencedor de todo lo que nace y pasa, el Dios demagogia anun­
ciado por los últimos profetas, astro único del firmamento futu­
ro que
aparecerá traído por la tempestad, coronado de relámpa­
gos y
setvido por

los· hutacanes. La demagogia es el gran Todo,
el Verdadero Dios, Dios armado de un solo atributo, la omnipo­
tencia,
Y. desposeído

de
la bondad, de la misericordia, del amor,
esas

tres grandes debilidades del Dios católico. En estos rasgos,
¿quién no reconocerá el dios del orgullo,
·a Lucifer?».
Criticado,

tachado por «sus visiones catastróficas y apocalíp­
ticas», Donoso,
itritado, .responde

el 11 de abril de 1850, en una
1089
Fundaci\363n Speiro

ARNAUD IMATZ
carta a su amigo LouisVeuillot: «Debo protestar y protesto· con­
tra este papel de visionario que se me quiere atribuir. Yo no
he anunciado la catástrofe final del mundo; he dicho simplemente en alta voz lo que todo
el mundo

dice en
voz baja;
he dicho: las
cosas van. mal, si siguen este camino llegaremos a· un. cataclis.:
mo. El hombre podrá salvarse -¿quién lo duda?-, pero a con­
dición de quererlo; me parece, sin embargo, que no lo quiere.
Y si no quiere salvarse, creo que Dios no lo salvará a pesar
suyo».
Adelantándose, Donoso percibe el peligro del clero progre­
sista, para el cual la Iglesia debe ceder a los riempos y las cir­
cunstancias. «Estoy aterrado, os lo
co~eso francamente --'con­
fía

al Duque de Valmy en una carta de 9 de julio de 1850-
del camino por
el que se lanza un cierto sector del clero francés ..
Bajo pretexto de no querer
ha= a
la Iglesia solidaria de un par­
rido o
de una

forma
de gobierno, se pretende lanzarla a un terre­
no
de aventuras. ¿Cómo no ven estos desdichados que tal camino
conduce necesariamente
a una
catástrofe? Nuestro Señor ha ame­
nazado con desconocer en el Cielo a quien se avergüence de con­
fesarlo en la rierra. ¿Cómo estos clérigos de que hablo no ven
que, aconsejando a la Iglesia que reniegue de sus leales, que se
avergüence
de sus amigos, le aconsejan cometer el gran pecado
de la
vergüenza pusilámine
y de la ingraritud? Puede ser este
el consejo de la prudencia humana, pero la prudencia humana
es
a

menudo
tan despreciable
como imprudente». Según la Escri­
tura, Dios vomitará a los tibios. Dios es infinitamente misericor­
dioso, pero también infinitamente justo. La suprema caridad cris­
tiana supone una advertencia: el que transige en materia de ho­
nor o de fe es un hombre sin honor y sin fe.
El «Discurso sobre
la situación de España», del 30 de di­
ciembre de 1850, señala la ruptura con
el partido modterado, del
que
había sido brillante teórico. Se trata de una terrible diatriba
contra el oportunismo
y la corrupción· de la clase media y sus
representantés. En-él se encuentra también una crítica mordaz
contra la «centralizaci6n apoplética» de la prensa y del periodis­
mo en manos de los ricos,
y de la confiscaci6n de la libertad por
1090·
Fundaci\363n Speiro

DONOSO CORTES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
los partidos. «Gobernar no es ser servido sino servir; no' es dis­
frutar: es remar y vivir y morir con la mano en el remo ... El
orden material nada es sin el orden moral... En vano los
filó­
sofos se agotan en_ teorías, en vano se agitan los socialistas: sin
la limosna, sin la caridad no hay ni puede haber distribución
equitativa de la
riqueza. Dios

sólo puede resolver este problema,
que es el problema de la humanidad y de la historia». Y, conclu­
ye: «Yo no sé, señores, si estaré solo~ es posible; pero.--aun solo,
totalmente solo, mi conciencia me dice que mi posición es fuer­
te, no porque yo lo sea, no por
lo que soy, sino por lo que re­
presento. No represento sólo a los dos o trescientos electores de
distrito -¿qué es un distrito ... ?-. No represento a la nación
-¿qué es
la nación

española, o
cualquier otra,
considerada en
una sola generación o en un solo día
de elecciones generales?-.
Nada.
Yo represento algo más
grande, mucho
más grande: repre­
sento la tradición por la que las naciones son lo que son
a través
de

los siglos. Si
mi voz posee alguna_ autoridad, no es, señores,
porque sea mía, sino porque es la voz de vuestros padres. Vues­
tros votos son para mí indiferentes, no me dirijo a vuestras_ vo­
luntades que votan, sino a vuestras conciencias que juzgan». Nin­
gún ministro se atrevió a refutar. este terrible discurso.
Donoso sabe que la sociedad es siempre precaria, que una
amenaza permanente de dislocación
y de disgregación pesa sobre
ella. Sabe que las naciones no se salvan por
la admiración suce0
siva hacia hombres, sino por su fidelidad a los principios. Sabe
en qué grado es grande la responsabilidad de las clases dominan­
tes y

en alza. La burguesía, «clase discutidora», le parece inca­
paz
.de hacer

frente a una época de luchas sociales
.. Las
clases me­
dias, «gangrenadas hasta la médula de sus huesos», no tienen más
que «aclamaciones y aplausos para cuantos
dispon.en de

fuerza».
Las clases acomodadas «despiertan la envidia y los instintos re­
volucionarios de las clases necesitadas» por su «egoísmo insolen­
te y criminal». Sólo el
pueblo, cuyo

«mal no es tan desesperado»;
le parece sujeto de esperanza.
Tal es el sentido
ddla carta

de
31 de
agosto de
1850 a
Mon­
señor Gaume, protonotario apostólico,
y más aón la de 26 de
1091
Fundaci\363n Speiro

ARNAUD IMATZ
noviembre de 1851 a S. M. la reína madre. María Cristina. «La
cuestión.· estriba en distribuir convenientemente la riqueza, que está mal distribuida. He ahí,
Señora, la

única cuestión que agita
hoy al mundo. Si los gobernantes no resuelven
el problema, la
reso]verá
.el socialismo entrando

a saco en las naciones. Este
pro­
~ema
no

puede hoy resolverse pacíficamente más que de una
sola manera. Es preciso que la riqueza acumulada por un egoís­
mo gigantesco sea distribuida en grandes limosnas».
Las «grandes limosnas» preconizadas por Donoso Cortés no
son un simple acto de caridad, sino acto de justicia. «No estoy
tan falto de
razón como

para
dar a mi propuesta una importan­
cia que no tiene». La caridad no
podrá· permanecer estrictamen­
te interindividual; el poder debe intervenir sin
tardanza. Gran­
des

limosnas por {)arte del Trono
serán el
primer ejemplo, «el
punto
.de partida

para una completa restaura.ción del espíritu del
catolicismo en
la legislación económica y política». Porque «es
preciso cambiar todo y no dejar piedra sobre piedra de la Revo­
lución ... , hecha en definitiva por los
ricos y

para los ricos, con­
tra los 1:eyes y contra los pobres».
Soluciones irrisorias ante la amplitud, la
gravedad y
la ur­
gencia de la cuestión social del siglo
XIX, se dirá. Utopía su afir­
mación de la necesidad de una profunda reforma moral, única
capaz de

salvar a los pueblos cuyas costumbres se
han pervertido.
Pero, ¿no es mayor utopía esperar de una simple modificadón de •
las instituciones. politicas, de una transformación de las estruc­
turas económicas o

de la victoria de un partido o de una clase
el advenimiento de una comunidad en que toda contradicción
ha­
ya desaparecido? Sin duda Donoso no es sino un precursor de los
doctrinarios del «catolicismo
social», pero
posee, al menos, el
gran mérito de obrar y no solamente predicar
.. Distribuyendo

ge­
nerosamente entre los indigentes la mayor parte de sus emolu­ mentos, predicaba con el ejemplo. La verdadera pobreza no con­
siste en no poseer nada sino
.en vivir

desprendido de las cosas.
Las Hermanitas de los Pobres no tuvieron servidor
más entre­
gado

y caritativo. Sin duda cabe
afirmar que durante los
últimos
años de su vida sus hechos priman sobre sus escritos.
1092
Fundaci\363n Speiro

DONOSO CORTES: POUTICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
Después del «Discurso sobre la situación de España», el Mar,
qués

de V aldegamas muestra un cierto cansancio hacia la politi­
ca. Decepcionado
de la ineficacia de los métodos políticos para
resolver los verdaderos problemas, no renuncia
sin embargo a la
acción, Su objetivo será desde ahora la
· sociedad.
A partir de
1847 y hasta su muerte, la esencia de sus publicaciones se centra
en el lazo entre lo humano y lo supra-humano, entre lo natural
y lo sobrenatural. Para Donoso, la acción que Dios ejerce por su
Providencia en la historia temporal es paralela a la que realiza
por su gracia en el corazón del hombre.
En último término todo se reduce a la lucha entre Dios y el
poder de las tinieblas, entre la gracia
y el pecado, la verdad y la
mentira, el bien y el
mal ... , la Ciudad de Dios y la Ciudad del
Mundo. Posee, según la expresión feliz de Jules Chaix, «el sen­
tido de la intrínseca relación, de la interdependencia de todos los
problemas,
de lo que hay en el catolicismo no de totalitarismo
sino de universal». Ahi radica su pensamiento
profundo,' que
ma­
nifiesta a iu amigo
Y, disdpulo

Tejado poco después de la pu­
blicación del «Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el so- ,
cialismo». «He propugnado ante todo -dice-- restablecer
ell
la sociedad el imperio de las verdades católicas y colocar el orden moral bajo la tutela y protección de la Iglesia; he preten­
dido que su espíritu vivificador y sus
fecundas enseñanzas pue­
dan penetrar los espíritus, los corazones, las costumbres y los go­
biernos de las sociedades».
No es posible condensar en pocas
páginas el

pensamiento
do,
nosiano

tal y como se expresa entre 1847 y 1853. Menos aún se
podría encerrar

en unas líneas toda la riqueza de una obra tan
llena de matices y de sugerencias como
·su «Ensayo

sobre el ca­
tolicismo,
el hoeralismo y el socialismo». Por encima de toda
otra consideración, la idea fundamental es que un mundo al mar­
gen de

Dios es metafísicamente imposible,· que «toda gran cues­
tión política y hnmana supone una gran cuestión teológica». El
«Ensayo» constituye

un desafío a todas las ideas de moda,
a todas las teorías y sistemas optimistas elaborados desde comien­
zos de

siglo,
una oposición
resuelta
y consciente
a
la mentalidad
1093
Fundaci\363n Speiro

ARNAUD IMATZ
dominante. No es la obra de un· te6logo sino de un «combatien­
te» que, por deber, se sitúa deliberadamente frente a todo el
pensamiento de su -época, consciente de 'que no -será oído, ,ni me­
nos escuchado. Así, mientras que la fe ilimitada en la ciencia, en
la
. razón,

en la humanidad,
· en el ideal del progreso son los pos­
tnlados que. proclama la filosofía europea, mientras que la muer­ te del cristianismo se considera un hecho, Donoso
expone de nue­
vo

los
principios sobre

los cuales la sociedad se ha edificado des­
de la Redención, es decir, las doctrinas que la Iglesia enseña
desde hace siglos. Donoso juzga las ideas dominantes, las com­
para con la doctrina católica
y demuestra su radical ineficacia para
resolver
fos problemas

vitales que se plantean al hombres desde
siempre. El
Marqués de

V aldegamas contempla al mundo dividido en
dos civilizaciones, la del catolicismo y la del filosofismo, entre
las cuales media un abismo
infranqueable. Una

y otra se oponen
radicalmente, se combaten sin tregua. Niega Donoso en su con­
junto los sistemas racionalistas que se apoyan en el principio de
que
la razón

es independiente de Dios y que todas las cosas en­
tran en su competencia. A la inversa de la-teoría católica, dice,
«las
reorías racionalistas

condenan toda reforma
moral del· hom­
bre

como inútil e insensata». Del
liberalismo -afirmación
dog­
mática de

la independencia absoluta de la razón individual
y so­
cial-, denuncia, no sólo su inviabilidal práctica, sino sus con~
tradicciones
teóricas insm¡dables... «La escuela liberal no dice
11unca yo a:fitrno o yo niego, sino sólo yo distingo. El supremo
interés de esta escuela estriba en que no llegue jamás el
día de
las negaciones radicales
ni. de

las
afirmaciones soberanas; y

por
ello mediante la
· discusión

oonfunde todas las nociones y
propa­
ga

el escepticismo». La esencia del liberalismo es negociar, dis­
cutir. Al igual que dicute
y transige sobre cada punto el detalle
de la
política, querría

diluir
la verdad metafísica en la discu­
sión.· Si

los
liberales se

limitan a
relegar· a
Dios en el cielo como
algo inútil que se exila o que se arrincona, · los socialistas, más
oonsecuentes, lo niegan sin másc Por ello, Donoso desprecia a
1094
Fundaci\363n Speiro

DONOSO CORTES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
los liberales al paso que respeta al socialisll!O como el enemigo
mortal en el
.que reconoce
una grandeza diabólica.
El liberalismo no es sino una solución bastarda que no
adora,
bajo

el nombre de orden, más que el equilibrio estático de po­
deres convenientemente dosificados. «Si la sociedad está sana
y
bien conformada, su constitución será lo bastante fuerte como
para soportar impunemente todas las formas posibles de
gobier,
no;

si no es capaz de ,sufrirlas es que está débil
p enferma.
El
mal no puede ser concebido sino como un vicio orgánico de la so­
ciedad .o como un vicio constitucional de la naturaleza humana;
para hacerlo desaparecer no es la forma de
gobierno sino

el or­
ganismo social lo que ha de cambiarse»
..
Dicho

de otro modo
--<:omenta Jules Chaix-, o la aliena­
ción

del hombre proviene de un
.vicio inherente

a la organización
social o resulta de una perversión
originaria de

su voluntad de
la que
no. son

más que reflejo
los desórdenes.

sociales, las
con­
tradicciones
económicas

y los conflictos políticos. «Entre socia­
listas y católicos,
afuma Donoso,

no hay más que esta diferen­
cia: los segundos afuman la maldad del hombre
y su redención
por Dios; los primeros
sostienen la

maldad del hombre y su
re­
dención

por el hombre mismo». Para
el socialista el mal desapa­
recerá en cuanto se resuelva la cuestión social. Para. el católico
no puede desaparecer más que por una intervención sobrenatural. Para los unos hay que obrar en orden a fundar una verdadera
comunidad sin conflictos de clase. Para
los otros

la comunidad
debe
re-crearse ordenándola

a Dios; la voluntad del hombre
debe ser enderezada, orientada hacia su principio y su fin. Com­
parados con los problemas
socia:les y

religiosos, las cuestiones
de instituciones políticas y de gobierno nada significan. He
aquí
por

qué el debate
verdadero, trágico,
la lucha final, va a diri­
mirse entre el catolicismo y
el socialismo ateo.
Las mejores páginas del «Ensayo», las más grandiosas, se
pierden a menudo en prolijas digresiones teológicas.
· Los

ata­
ques principales se dirigen contra Proudhon, que no es un
«so­
cialista científico». El

estilo
literario nos
parece hoy un tanto
retórico y
enfático, pero,

a pesar de sus defectos, la fuerza de
1095
Fundaci\363n Speiro

ARNAUD IMATZ
la obra es considerable. La ilusión del siglo XIX residía en la
asociación del progreso de la técnica con el de la. libertad y la
perfección moral de la humanidad, en la creación de un concep­
to uniforme de progreso. Donoso ve
lo esencial y lo proclama:
la seudo-religión de la Humanidad absoluta es la iniciación de
un camino que conduce al terror inhumano. Se trata, señala .Car!
Schmitt, de una conclusión nueva, mucho más profunda que las
numerosas sentencias que de Maistre, continuador del siglo
xvm,
formula sobre la revolución y la guerra.
El «Ensayo» se
redact~ en la primavera y en el comienzo
del verano de 1850. El 7 de agosto, terminado el manuscrito, es
enviado

a Louis Veuillot Encierra, según
el autor, los princi,
pios

generales que
servirían de partida

para una obra ulterior
más ambiciosa. Traducido enseguida al francés, el texto es so­
metido a revisión. Las observaciones, sugerencias y correcciones
.hechas son seguidas al pie de la letra. En fin, en marzo de 1851,
Donoso, que acaba de ser nombrado ministro plenipotenciario de
España en París, está en constante relación con
el editor fran­
cés. El 18 de
junio, pocos días

después de su aparición en Ma­
drid, el «Ensayo» se publica en París. El efecto es
.clamoroso.
Diarios

como la
Gazette de France, Le Messager, La Patrie,
L'Ordre,

L'Univers
o Le Messager de l'Assamblée hablan de él
con elogio; otros se hacen eco. Otras ediciones ven
la luz pública
en
Alemania y en Italia. Una traducción italiana,
realizada sobre
la traducción francesa, aparece en 1852 en Foligno, en los Es'
tados

romanos, con
la doble autoridad del Obispo de la ciudad·
y del Santo Oficio. Aparece con notas destinadas a prevenir las falsas interpretaciones a que pasajes, tomados aisladamente,
po­
drían dar lugar.
Aplaudido y alabado, el «Ensayo» se ve también atacado y
objetado. Como podría esperarse, se encienden polémicas apa­
sionadas. A los ojos de sus adversarios, Donoso es el más radi­
cal de los contra~revolucionaiios·, . uh, reáccionatio exaltado, un
conservador de fanatismo medieval,. un oscurantista, un medio
loco, un representante de la barbarie del Medievo. En la Revue
des Deux Mondes,
Albert de Broglie sostiene que Don9so idolatra
1096
Fundaci\363n Speiro

DONOSO CORTES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOWGO
la Edad Media y aconseja a la Iglesia una dominación universal
y abso1uta. El 15 de noviembre de 1852, en una carta inédita,
el incriminado· se explica: «Lo que yo admiro en la Edad Media
es
únicamente la

creación
de la

Iglesia... La Edad
Media, aun
en

medio de una gran confusión histórica, estaba
dominada por
el

principio católico, en tanto que
las sociedades modernas, en
medio de un orden material, están dominadas por
el espíritu re­
volucionario. No se trata
aquí ...

de la cuestión de si la suprema­
cía corresponde al sacerdocio o al imperio; se trata de saber si
es conveniente o no para la
sociedad civil
el recibir de
la Iglesia
los grandes principios del orden social, si le conviene o no ser
cristiana... Al igual que la sun¡isión a los preceptos divinos no
entraña, ni explícita ni implícitamente,
la institución de un go­
bierno teocrático, el reconocimiento en la teoría
y en la práctica
de verdades
fundamentales cuya

depositaria es
la Iglesia, no én­
traña
ni inplícita ni explícitamente su dominio sobre los asun­
'tos temporales». Que el poder
e1nane de
Dios, que se considere
responsable hacia El de sus menores actos, y se podrá estar cier­
to que no sobrepasará los límites que le son fijados. «Un poder
sin límites es un poder esencialmente anticristiano, que ultraja
por igual
la majestad de Dios y la dignidad del hombre». «Así,
la monarquía absoluta es la negación de la monarquía cristiana».
En cuanto al parlamentarismo, se trata de un régimen que des­
truye los cuerpos intermedios, las·
legítimas resistencias

natura­
les de

las jerarquías sociales. «Al trasladar la guerra del campo
de batalla a la
tribm¡a, y

de los brazos a los espíritus, la
retira
del

teatro donde· exalta y fortifica
para introducirla
allá donde
debilita y enerva. Dios otorga el imperio a las razas guerreras
y condena a la servidumbre a los pueblos disputadores». Donoso
no condena el Parlamento sino el parlamentarismo, no la liber-· tad sino el liberalismo, no las formas de gobierno sino doctrinas
y principios.
De nuevo, <;n «Del principio generador de los errores más
graves de nuestros días», larga carta dirigida el 19 de junio de 1852 al Cardenal
Forn¡ri, Dqnoso insiste

en su tesis fundamen­
tal: las concepciones morales, políti_cas .o económicas
y toda ma:-
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Fundaci\363n Speiro

1/!RNAUD IMATZ
nifestaci6n de la vida humana dependen en última instancia del
concepto que se tenga de Dios.
Especialista en el pensamiento
donosiano, el profesor Federico Suárez afuma que se trata aquí
de uno de los escritos de Donoso más bellos por la forma y pre­
cisi6n del lenguaje. Señalemos
~n él el texto crucial: «La herejía
perturbadora que, por un lado, niega
el pecado original y, por
otro afirma
que el hombre no .tiene necesidad de una direcci6n
divina, conduce ante todo a afirmar la soberanía de
la inteligen­
cia, y a afirmar después la soberanía. de la voluntad
y de las pa­
siones, tres soberanías perturbadoras». El naturalismo a que se
ha. entregado el pensamiento europeo .es la contradicci6n radical
y absoluta de las creencias y las enseñanzas de
la Iglesia ... ». «En
último análisis y resultado, todos estos errores, en su variedad
casi infinita, se resuelven
en uno solo:

en que se ha desconocido
o falseado el orden jerárquico, inmutable por s!, que Dios ha
establecido en
,las cosas.

Este orden establece la superioridad de
lo sobrenatural sobre
lo natural, y, por consecuencia, la supe­
rioridad de la fe sobre la
raz6n, de

la gracia sobre
el libre al­
bedrío, de la providencia sobre la libertad humana, de la Igle­ sia sobre el
Estado; en

una palabra, la superioridad de Dios so­
bre el hombre». Donoso no se inmuta por las críticas acerbas que formula
el campo liberal contra el «Ensayo». En cambio, le afectan vi­
vamente las .acusaciones de ciertos medios cat61icos. Año y me­
dio después de la aparición de la obra,
L'Ami de la Religion pu­
blica una diatriba apasionada de M. Gaduel, vicario del obispo de Orleans, monseñor Dupanloup. Gaduel le acusa públicamente
de errores de bulto. Pretende probar que el «Ensayo» contiene
un conjunto de todas las herejías que han afligido a la Iglesia.
Nada pudo causar mayor contrariedad y decepción al Marqués
de V aldegamas. Está hoy fuera de duda que el «Ensayo» fue simplemente
la ocasión para
los católicos

liberales de atacar a Louis Veuillot
y a L'Univers. Consciente de esta maniobra, Donoso se niega a
entrar en la polémica. El 23 de enero de 1853 escribe en
el pe­
riódico: «Me basta con saber que se me acusa de haber caldo en
1098
Fundaci\363n Speiro

DONOSO CORTES: POUTICO, FILOSOFO Y TEOWGO
un gran número de herejías para declarar, como declaro, .que
condeno todo lo que
ha condenado, condena y condenará, en
otros o en
mí, la Iglesia Católica, de la que tengo el honor de
ser hijo sunúso y
respetuoso».
En Turín, sabios eclesiásticos
inician la

defensa. En un ar­
tículo de
Arman/a, traducido y publicado por L'Univers el 21
de enero, aseguran que las censuras de Gaduel carecen. de fun­
damento: «Si el crítico quiere ejecutar sobre
cualquiera de

las
obras de San Agustín el trabajo ant6mico a que ha sometido a
Donoso
Cortés, creemos que el santo doctor lo pasaría mal». La
controversia culmina. El Marqués corta, en fin, la cuestión. Pú­
blicamente _somete su libro,
sus opiniones

y su persona al juicio
de Roma.

El 24 de febrero remite el «Ensayo» al Papa acom­
pañado de una carta y de todos los elementos relacionados con la
polémica. Tranquilizado, espera.
El 23 de
marzo, Pío IX

le responde con una carta muy afec­
tuosa; el 16 de abril,
la Civilita Cattolica, órgano autorizado ·de
la

tradición teológica que ejerce una influencia universal en. el
pensamiento católico, examina con atención laS objeciones hechas
al «Ensayo» y afirma la ortodoxia de las doctrinas profesadas por
el

autor. Al paso que combate con tenacidad la inmersión confu­
sionista de
la fe y de la Revelación en la tradición social y en la
autoridad humana, al paso que denuncia con firmeza el pensa­
miento del tradicionalismo filosófico saturado de
sentimiento ro­
mántico,

de simbolismc:, teosófico, de absolutismo teocrático y de
legitismismc:, feudal,
la revista romana reconoce en Donoso al
heredero de los modos de expresarse recibidos de
la tradición de
los santos Papas y de los Padres de
la Iglesia, y en· su obra una
comprensión
auténticamente teológica

y sobrenatural de
la rea­
lidad católica.
El juicio de la
Civilta Cattolica no deja lugar a dudas. «El
nombre del Marqués de Valdegamas es conocido de
los católi­
cos

y debe ser caro a nuestros lectores que han
tenido ya
oca­
sión
de admirar

la elevación de su genio y la nobleza de sus
doctrinas». «Sin temer las dificultades
de su

tema, el
gran es­
critor

lo aborda con audacia... lanzando en torno a él torrentes
1099
Fundaci\363n Speiro

ARNAUD IMATZ
de luz que hacen accesibles, incluso a las inteligencias. comunes,
las cuestiones
más abstractas
y arduas ... No se sabe qué
admirar
más

si
la magnificencia del estilo o la belleza del planteamiento,
la claridad y elevación de pensamiento o el vigor de la argumen­
tación y
la vivacidad de la polémica, la profundidad de la doc­
trina o
la pureza de la fe y la nobleza de un sentimiento siempre
elevad~, generoso, eminentemente c~t6lico, como es atributo de
esa nación española de la que el Marqués de Valdegamas es glo­
ria ...
En la medida en que puede juzgarse por su obra y por al­
gunos
pasajes de
una de sus cartas, se
muestra conocedor
de los
Padres, de cuya sustancia se ha apropiado, y sus escritos poseen el sello
de las

locuciones, las
figura§, las
comparaciones que eran
usuales en su
tiempo, cuando

el lenguaje teológico no había ad­
quirido la posterior unidad y perfección.
En su,na, podemos de­
cir

sin temeridad que todas o casi todas las expresiones extraídas
por su crítica se encontrarían fácilmente en los esctitos de los
doctores antiguos
más célebres.

. . A decir verdad, no
podemos
por menos de admirar cómo un

seglar
formado. fuera
de un se­
minario o

de un claustro posee tan
plenamente la economía de
la

ciencia teológica y penetra con paso tan
fume en
los
más ele­
vados
misterios y

en las cuestiones
más elevadas».
Es

sabido que la
Civilita aparece con el imprimatur del Maes­
tre del Sagrado Palacio. En este caso, sus veredictos revisten
una importancia especial. Resuelve con clatidad de qué
.lado se
encuentran
la presunción, la ignorancia y la temeridad. Censura
«la exage!ación de un espíritu excitado», y concluye: «¿Qué di­
ría el crítico mismo, eclesiástico .Y graduado en ciencias sagradas,
si se pretendiera pesar cada una de las palabras
y escrutar cada
una de sus proposiciones? No podríamos, sin duda, por nues­
tra parte, aceptar como artículo de fe cuanto él afuma aquí o allá,
incluso en las materias más delicadas». El golpe es duro para
el «docto eclesiástico»; el acusador se convierte en acusado. El imprudente clérigo que se había constituido en
campeón
de

la ortodoxia no será capaz. de honrar su derrota confesándola.
«El
Amigo .de la Religión», por su parte, se negará a decir una
1100
Fundaci\363n Speiro

DONOSO CORTES: POUTICO, FILOSOFO Y TEOWGO
sola palabra a sus lectores que les haga sospechar la existencia
ni de las aprobaciones de los censores de Foligno ni del juicio
de
la Civilta Cattolica .. La pasión desencadenada por el «Ensayo»
resistirá incluso

a
la desaparición de su· autor.
El
Marqués de Valdegamas no conocerá su
victorfa. El
3 de
mayo de 1853,
antes de

cumplir los 45
aiios, Juan
Donoso Cor­
tés muere fulminado por un accidente cardiaco. Su amigo Louis
Veuillot nos relata con emoción sus últimas palabras: «Su úl­
timo
acto fue

una declaración de fe. Había prometido a
la her­
mana del Buen Socorro rogar por ella si moría. Viéndolo cerca
de su
fin, ella le dijo: "Vais a aparecer delante de Dios, acor­
daos de
mí". Con una voz consciente y clara respondió: "Os lo
prometO". Y casi en el instante expiró».
Omnia possibilia sunt credenti, todo es posible para el que
cree, tal es
el testimonio que nos legan los últimos años de la
vida del
Marqués de
V aldegamas. Su valerosa intransigencia nos
ofrece una visión grata, noble y caballerosa. Es siempre hermoso
contemplar a un hombre moldeado como una roca por las olas
y los vientos permanecer de pie, inmóvil, sin retroceder. Del
hombre y de la obra
ha escrito con razón. Car! Schmitt: «Es hora
ya de reconocer en toda su pureza y su magnitud a este hom­
bre extraordinario y sitnpático como una
figura importante en
la historia del pensamiento europeo y de no señalar más los
de­
fec·tos o las insuficiencias de stis demostraciones para, al contrario,
considerar el fenómeno raro de una intuición polític,¡ que se mue­
ve en horizontes seculares». Que se comparta o no su dignóstico
filosófico-cultural, sus observaciones y sus intuiciones geniales
son tan numerosas que es -preciso reconocer en él uno de los pen­
sadores políticos más grandes del siglo XIX.
Cinco años después de su muerte, su familia publicó en Pa­
rís una selección de sus «Obras», precedida de una brillante in­
troducción de Louis Veuillot. El tercero y último volumen, edi­
tado en 1859, contenía una nueva traducción, más exacta, del «Ensayo», enriquecido con notas sustanciales de los revisores
de Foligno. Esta versión
definitiva es

la que las Ediciones Domi­
nique Martín Morin ofrecen hoy a los lectores francófonos.
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ARNAUD IMATZ
Tras lustros de ocultación, el ~Ensayo sobre el catolicismo,
el liberalismo y el socialismo» nos es, por
fin, restituido. Per­
tenece desde ahora
al patrimonio de la ciencia politica y de la
teología de la historia.
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