Índice de contenidos
Número 247-248
Serie XXV
- Textos Pontificios
- Notas
- In memoriam
- Noticias
- Monográficos
- Estudios
- Actas
- Información bibliográfica
- Ilustraciones con recortes de periódicos
Autores
1986
Donoso Cortés, hombre de Estado, filósofo y teólogo
DONOSO CORTES: HOMBRE DE ESTADO, FILOSOFO
Y TEOLOGO (*) .
POR
ARNAUD IMATZ '
Nunca en d curso de los tres últimos siglos, palabras de un
pensador
político español causaron en ,Europa
tanta sensación,
tanta
emoci6n
y tal impacto como las de Donoso .Cortés. Ningu
na predicci6n marc6 tanto
d espíritu · del siglo XIX como las de
sus discursos y sus escritos. Práctkiimente, todos los au_tores,
sea cual· fuere su tendencia, mencionaron, discutieron o .juzgaron
sus obras.
(º) Introducción a la obra de Donoso Cortés que. acaba de aparecer
en febrero
passdo, «Ensayo ,;obre el catolicismo, el liberslismo y
el
socia
lismo», que ha sido editado por las Ed.iciónes Dominique Martin Morin,
Bou~re, 53290, Grez en Bou~, 414 págs. Esta introducción también ha
sido publicada en
La pensée catholique, 221, marzo.abril de 1986.
En el corto plazo de cinco meses han visto la luz dos nuevas ediciones
del
célebre Ensayo, de Donoso Cortés. Uná, española; editada por Planeta,
Barcelona, 1985, que incluye los
tres discursos, las cartas al director de
·· El Orden, a S. M. la reina madre doña María. Cristina de Borbón, al Car
denal Fornari, al director de la 'Revue des Deu,c Mondes y pensamientos
.varios. Introducci6n de Manuel Fraga Iribarne · y edición y notas de José '
Luis G6mez, y la francesa, con esta introducción de Arnaud Imatz que,
traducida,
publica ahora
Veerbo. Nuestra: revis.ta ya se ocupó con anteriocl
dad
de quien es uno ·
de nuestros maestros clásicos, publicando la «Carta
al
Cardenal Fornari» (Verbo, núm. 3) y sus tres famosos «Discursos» (Ver
bo,
núms. 8, 11 y 12), así, como artículos de GABRIEL DE_ ARMAS ( «Fama,
eclipse y_ resutrécción de -Donoso», Verbo, núth.--74), de FEDERICO WIL
HELMSEN («Donoso C.Ortés "y el signifi~do del pod~r político», Verbo. -nú
mero 69) y de EMJLIO SERRANO VILLAFAÑÉ ( «El tradicionalisti10 filos_ófico
y
Donoso
Cortés», Verbo, núm. 171-172). -
Estas líneas no son una «introducción a la introducci6n» de Imatz;
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Fundaci\363n Speiro
ARNAUD IMATZ
En pocos meses la popularidad del marqués de V aldegamas
alcanzó su apogeo. Sus artículos, sus discursos
y sus libros, tra
ducidos al francés, al italiano y al alemán, fueron objeto de múl
tiples publicaciones.
Ranke y
Schelling los comentaron, Metter-
constituyen tan s61o una. breve reflexión acerca del_ significado de Donoso
y
su Ensayo, motivada por el hecho de esa casi simultánea reedici6n.
La fama que Donoso Cortés alcanzó en toda Europa a partir de · su Dis
curso sobre la Dictadura y posteriormente crin ~ Ensayo~ prácticaQl.ente se
extingui6 con él.· Tras su muerte se le ignoró. Estudíoi; como los de
Séhramm y Schmitt o U!, é:dición de sus obras por Ortí ):" Lara son casi
excepción.
Hay que esperar al fin de la segunda guerra mundial para ver
la proliferación de los estudios sobre la obra donosiana y · su signifiCación;
estudios
en
gran parte ·
motivados por
-el movimiento de reacción antiposi
tivista que
· 1a guerra contribuyó a provocar. En España, Donoso pareció
ser
tema' de obligado estudio, sobre tod0 durante los. afíos cincuenta; des
pués,
Sin llegar
a caer en
el .olvido --como lo muestra, entre otros estu
dios,
la edición de sus Obras completas realizada en el año 1970 por Car
los Valverde-, su fama y actualidad ha ido decayendo. No podía ser de
otro modo en una sociedad que se ·dirigía -intelectuales al frente- por
unos _derroteros incompatibles con el pensamiento tradicional y católico de
Donoso
Cortés
y que tan sólo unos pocos procurábamos seguir y continuar.
Por ello es de
agradecer ~sta_s teediciones que
permiten que, nuevamente,
el públiCO español y sobre todo el francés, tenga acceso - a una obra fun
damental del pensamiento donosiano, de la que no resulta exagerado afir
mar que contiene las bases _más elementales y· necesarias capaces de ha
cemos salir de esta socfodad materialista, indiferente y permisiva.
No
hay más· qµe un Donoso Cortés digno de .pasar· a la historia del
pensamiento.
Es el Donoso representante de la Tradición. El Donoso ca
t61ico en todo su
significado. El de los tres Discursos y las Cartas al Car
clenal Fotnari y al director de la Revue des Deux Mondes; el. Donoso del
Ensayo. Fruto de su conversi6n y su entrega_ a Dios. Así nos lo muestra
Imatz.
El Donoso liberal, doctrinario. a nadie ha inquierado. Es el otro el
que ha suscitado ese «odio terrible, a menudo .diabólico» que se dirigi.6
cotitra él, como ha escrito ' Schm.itt.
Pese
a que
autores como Schrámm, L6pez
Amo,
E1fas de Tejada, Ga
briel de Armas, Eugenio- Vegas, Sánchez Abelencla o recientemente Fer
nández de la Mora hayan demostrado la errónea interpretación de. :un Do
noso teórico de
la Dictadura,
aún se sigue a
Schmitt en este punto, y
a.Sí Fraga Iribarne
·lo presehta en su
introducci6n, afirmando que
«en
él
la Dictadura aparece como principio central». Afirmación insostenible,
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DONOSO COl!.TES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
nich los alab6, Luis Napoleón, Federico Guillermo IV y pro
bablemente el zar Nicolás II los leyeron y meditaron. Brillante
y efímero cometa, Donoso Cortés muere apenas cuatro años des
pués de haber alcanzado
.el culmén de su celebridad y autoridad.
Al éxito fulminante sucede un largo período de oscuridad.
Olvidado, desconocido, ignorado durante varios decenios,
el di
plomático de Extremadura es redescubierto en la época entre las dos guerras
y en los años cincuenta. A partir de que los libros
ya que para Donoso Cortés la Dicta_dur!i es algo circunstancial, necesa
ria y hasta. buena en un momento determinado, peto no como si fuera en
sí misma y por sí misma el régimen politico por excelencia. Este era la
Monarquía
católica tradicional. Por otra parte, Donoso fue un abanderado
de la libertad.
Hay otro_ rasgo no menos falso en el Donoso que Fraga nos presenta.
Es
el pesimismo. Como ha apuntado Federico Suárez, su pesimismo no es
sino
«el diagnóstico realista 'de una situación». Su pesimismo CS sólo apa
rente, pues si bien d hombre por sí triismo nada puede y la sociedad está
irremisiblemente perdida, esto es froto de _haber rechazado el espíritu ca
tólico.
Donoso pone de relieve un hecho
incontrovettib1e, cuya
consecuen
cia era la situación -por él descrita y el futuro vislumbrado. Por ello 0nada·
cabfa esperar de cualquier doctrina humana; la única que puede salvar es
la doctrina divina. Como subraya Suárez, «este viene a ser el "Pesimismo"
de Donoso». ·
De ahí que el corolario de ese pesimismo que· extrae Fraga, seg6n-el
cual el
Ensayo «no contiene· tantÓ una teoría de la sociedad como un pro
fun_do, magnifico, arrebatador freno. social» sea absolutamente illexacto.
No es, en absoluto, un canto fúnebre ante la calamidad de la. sociedad,
sino un reéhazo total, completo y absoluto del Jibetalismo y del socialismo
ante la única verdád del catolicismo.
Por último
hay qtle advertir el error en que incurre Fraga Itlbarne al
confundir a Monsefior Gaume con el sacerdote Gaduel. Por ello, de nin
gón modo, «al defenderse del violento ataque de Gaume, le contesta mo
destamente ... ». Esa respuesta que, según Fraga, Donoso· dirige .a Gaduel,
en
reali_dad es de una carta de· DonoSO a Gaume; y. la siguiente cita tam
poco es respuesta de Donoso a Gaduel, sino .a1 director de L 'Univet's.
Donoso Cortés tuVo el valor de entregarse totalmente .a Dios y seguir
le fielmente. Su conversi6ri religiosa fue .seguida de una conversión inte
lectual: .«encontr6 en el catolicis~Q una viSi6ri integral de la .vida», y
de ahí qi.Ie «'todas _las cuestiones las enfocara cfesde las altur_as cat61icas»,
como ha observado · Gabriel de_· Armas en su Dónoso Cortés. Esta fue su
grandeza.
Ese
dC!he ser ·e1 éjémplo ·a seguir;.....:.Hstanislao Cantero.'
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ARNAUD IMATZ
de Edmund Schramm y de Dietmar W estemeyer, y sobre todo
los trabajos de Car! Schmitt y de Federico Suárez hubieron mos
trado la formidable penetración del espíritu donosiano y su in tensa actualidad, la atención sobre
él no se ha amortiguado. Para
convencerse de ello basta una mirada sobre su bibliografía. Con
la desdichada excepción· de Francia, la literatura abunda sobre
el autor y su obra. El insulto o el silencio fueron las armas favoritas
contra
Donoso
durante su vida y tras su muerte. El politólogo Car!
Schrnitt se preguota sobre el motivo del terrible odio cernido sobre este hombre bueno, indulgente y dulce: «No se trata de·
uoa hostilidad normal, propia de la lucha política» -escribe--.
«Esta aversión dice relación precisamente con la racionalidad
de· la 0idiosincrasia donosiana y se apoya en motivos más pro-
fundos, metafísicos».
.
Donoso
fue un hombre brillante
y admirado, un diplomático
fino y eficaz, un hombre de Estado seguro y hábil, un orador
elocuente, un escritor de pluma elegante y fácil; en
fin, un ca
tólico cuya vida posee valor de ejemplaridad. Era demasiado para
sus adversarios. No
podía:rr soportar
que uo tal hombre desa
fiara su pretensión· de poseer
el monopolio de la inteligencia y
de la interpretación del sentido de la historia. Hubieran preferi do que sus trágicas y
claras predicciones
fuesen las de un román
i:ico, las de uo autodidacta o las de uo primitivo. La voz de un
ermitaiío o de un monje no
habrían tenido,
probablemente,
nin
gún eco. Contra él, en cambio, la benévolá indulgencia no era
de recibo: era demasiado hábiLy tenía demasiado peso.
El pensamiento europeo dominante juzgó sus ideas superadas
y prefirió ignorarlas: Pero
_la historia
le dio en gran parte la ra
zón. No
cabe negar actualidad
a un
pensamiento que asesta un
golpe mortal a la filosofía progresista de la historia, pilar del
comunismo marxista.
No se puede negar el interés de una obra
que anuncia la venida
de _un despotismo gigantesco, obsesión hoy
de uo gran número
d<¡, pensadores
y gobernantes. Ni resulta
po
sible negar la presciencia de uo hombre .capaz de prever y de
anunciar, en pleno apogeo ·zarista, el papel de Rusia en
.la re-
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DONOSO CORTES: POLITICO, FIWSOFO Y TEOWGO
volución comunista y el océano de sangre que sumergirá a Euro
pa durante
los cien
años que
siguieron a
la revolución de 1848.
Generalmente se presta atención al Donoso Cortés del últi
mo período (1847-1853 ); actitud lógica, puesto que es enton ces cuando su pensamiento alcanza plenitud y madurez. Es
-se
ñala su amigo Louis V euillot-«el término final del combate, la
victoria del cristiano sobre el filósofo, que alcanza así
la verda
dera filosofía». Pero no es menos cierto que Donoso no surge de
la
nada. Sin la lectura atenta de las obras que siguen a su con
versión no se comprenderá su actitud intelectual
definitiva, pero
los
que se limiten a ellas peligrarán de llegar a interpretaciones
falsas. Así, no pocas cuestiones
y• críticas se
han visto
mal for
muladas por no haber apreciado correctamente la
fase anterior
a 1847 ..
Recordemos
a grandes.
trazos la. vida
y la obra del-marqués
de Valdegamas. Juan Donoso Cortés nace el 6 de mayo de 1809,
-
en
plena Guerra de la Independencia, en un pueblecito de
Ex
tremadura.
Muere en París el
-3 de-mayo
de 1853. Durante los
cuarenta y cuatro años de su vida, España atraviesa una de las
mayores crisis de
la historia; No sufrió menos de veintitrés pro,
nunciamientos,
de los cuales veintidós serían liberales
progre
sistas.
Europa, por su parte, conoce una profunda evolución que
modificará su
fisonomía política,
económica y . social. Es la épo
ca de
una notable floración de teorías que marcarán los espíritus
durante más_ de un siglo·. Los estudios de Donoso son rápidos
y brillantes. En 1820
es enviado
¡ Salamanca, después a Cáceres, al acreditado colegio
de San Pedro. «Día
y noche, dirá su· padre, don Pedro, él es
tudiaba». En 1823
<:
Quintana, poeta
y político conocido
por sus opiniones liberales. Impregnado de las ideas filosóficas y
literarias del siglo
XVIII, el maestro le inicia en Rousseau, Con
dorcet
y Voltaire. La fol'lllación intelectual del futuro tradicio
nalista
es
liberal y
francófila, como
corresponde a
un muchacho
de clase media acomodada. Su formación será filosófica, histórica
y jurídica. A partir de
1824 se matricula en la Universidad de
Sevilla, donde
seguirá
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ARNAUD IMATZ
los cursos de jurisprudencia durante cuatro años. A los diecinue
ve años, con todos los diplomas holgadamente adquiridos, es to
davía demasiado joven para ejercer la profesión de abogado. Acepta, así; con gusto, la invitación de la ciudad de Cáceres que
le ofrece una cátedra de Literatura. A
la. edad
de veinte
años
contrae
matrimonio con doña Teresa Carrasco, cuyo hermano ju
gará más tarde un importante papel politico bajo
el nombre de
Conde Santa Olalla. Una niña nace de su unión, pero
la pierden·
ensegnida. En 1835 la madre sigue a la hija. Donoso hace irrupción en
la vida pública con éxito. Profun
damente racionalista y liberal toma partido en la cuestión di nástica a
'favor de
la
reina María Cristina,
cuyo esposo enfermo
no pudo gobernar.
En una «Memoria sobre la Monarquía», di
rigida
alrey hacia
fines de 1832, trata de demostrar que los ene
migos del Trono no son los revolucionarios liberales, sino los
«fanáticos» tradicionalistas partidarios de Don Carlos. «Una Mo
narquía no
puede asentarse sobre las clases
más bajas
de la so
ciedad
-escribe!-'; es
preciso que se apoye en las clases inter
medias; cuando éstas no existen,
la sociedad perece a manos. del
despotismo oriental o en el abismo de una democracia tumul
·tuosa».
Liberal conservador, moderado, entre los revolucionarios y
los tradicionalistas, Donoso aspira a una
monarquía constitucional
que
.defienda y proteja los intereses de la clase media. Don Car
los se apoya sobre «la masa,
el populacho, la turba» despreciada
por los
hberales. Donoso
no puede as! consolidar la
monarquía
liberal
más que apoyándose en los partidarios de Isabel o de la
sucesión femenina,
los· liberales,
es decir, sobre una gran parte
de
la burguesía.
A
los 23
años, con
la «Memotia sobre la
Monarquía» pres
ta un gran servicio al liberalismo español. En agtadecimiento, el
rey le honra con una distinción especial, nombrándolé oficial del
Ministerio de Gracia y Justicia.· En el afio siguiente, 1834, Do
noso escribe sus «Consideraciones sobre la Diplomacia». Cree en
el liberalismo y
lo defiende
anatematizando a Don Carlos y sus
seguidores. En la «Ley electoral considerada en su fundamento y
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DONOSO CORTES: POUTICO, FILOSOFO Y TEOWGO
en su relación con el espíritu de nuestras instituciones», incien
sa a Lutero el «regenerador, intérprete de la
razón humana»,
y
saluda al. «genio de la
magnífica Revolución
francesa». Pattidario
de la soberanía
de la inteligencia
y no de la del pueblo, legitima
la conducta de lo que él llama «monárquicos puros de la clase
media: las masas no s.e guían por principios sino por resentimien
tos e intereses
mati,riales; la
soberanía del pueblo es un bien en
tiempos de crisis,
pero enseguida llega la hora de los privilegiados
de la inteligencia, de las aristocracias legítimas». Es· su época de
completo
racionalismo, cuando
pronuncia en el
Aténeo de
Ma
drid sus notables «Lecciones de Derecho político» (1836-37).
Donoso posee ya un nombre y una posición.
En 1837, Donoso es elegido diputado por el distrito de Cá-
·•
diz.
Con ocasión de la discusión sobre el proyecto de Constitu
ción, redacta su libro «Principios sobre el proyecto de
Ley Fun
damental», Una primera
evolución se esboza. A partir de aquí,
el
acento recae
sobre la· familia real, depositaria de
la inteligen
cia social legada por los siglos
y sobre el carácter sacral . de la
monarquía. A los 29 años, Donoso deja tras de sí su etapa pu
ramente racionalista.
El año 1838 se señala por la publicación casi simultánea de
«España desde
1834» y
de «La Monarquía absoluta en
Espa
ña».
Donoso «vadla en la profesión
de
sus doctrinas
--escribe
Luis Veuillot- y las modifica hasta
reconocer no
sólo el co
imperio de la
razón y
de
la fe, sino la necesidad en que se en-
. cuentra la razón, si no quiere sueúmbir, de invocar en su so,.
corro la fe». Siempre en busca de un fundamento sólido para
la monarquía liberal con_stitucional, ha perdido,
sin embargo, la
fe en la razón, en la supremacía de la inteligencia. «La monar
quía absoluta
-explica en
el segundo de esos libros- no ha de
bido desaparecer y no ha desaparecido
poi,que sea
una forma
· de
gobierno
condenada. por la razón en toda época histórica, sino
porque, apropiada a la sociedad de ayer, no lo
es ya
a la de
hoy
día: ..
La Monarquía constitucional ha tenido que
ser y
ha
sido su heredera, no porque
es la mejor de todas las posibles, no
porque es
el último escalón del entendimiento humano, sino por-
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Fundaci\363n Speiro
ARNAUDIMATZ
que es la forma apropiada a la sociedad en que vivimos y al
· grado
de civilización alcanzado por los pueblos».
En nombre de la razón Donoso había entonado
un. himno
a
la Revolución francesa; ahora no es para él más que
el último
«descarrío de la razón humana»'. Poco a poco se aparta de las
fuerzas liberales. La fosa se hará muy pronto abismo. En 1839
publica sus
articulo_s sobre
la
filosofía de
la historia de Juan
Bautisra Vico, sobre el cristianismo
y sobre la cuestión de Orien
te. Eminencia gris
·de la
política española, redacta
el manifiesto
que, en 1840,
la reina madre María Cristina dirige desde París ·
a
la nación española. El mismo año escribe «Sobre la incompe
tencia del Gobierno
y de las Cortes' para examinar y juzgar la
conducta de Su Majestad la reina madre en su calidad de tu
tora y curadora de sus augustas hijas». Es ya el teórico del par
tido moderado,
el hombre !ea] en quien la reina madre deposita
toda su confianza durante su larga estancia en Francia, entre 1840 y 1843. Se ve colmado de honores
y de prestigio. El go
bierno fracés le otorga las insignias de
gtan oficial
de la Legión
de Honor (1843). A finales de 1843 es profesor de la joven
reina Isabel. Ministro plenipotenciario en París
cerca de la reina
madre María Cristina, es condecorado en 1844 con la Gran Cruz
de Isabel la Católica. Honrado con el
titulo de Marqués de V al
degamas, es nombrado secretario particular de la reina Isabel. Por cuarta vez es elegido diputado a Cortes.
Otras dos memorias ven luz pública en 1843: «Exposición
a Su Majestad la reina Isabel II sobre
la. prioridad
de la historia
en sus estudios» e «Historia de la Regencia de María Cristina»
..
Donoso
no defiende
ya; la
monarquía
de la clase media sino aque
lla que se
encarga de
los intereses comunes o colectivos. No hay
otra forma de gobierno posible que aquella que reúne los prin
cipios constitutivos de la nación española: monárquica, religiosa
y democrática. Espíritu ecléctico, piensa todavía en liberal
Y. pro
cura
conciliar lo que es inconciliable. Pero. ya no es como antes
hombre de su siglo, portavoz de la sociedad en que vive. Al con
trario, se siente diferente, fuera de su época, presto a aceptar la
incomprensión y la hostilidad de que en lo sucesivo
será objeto.
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DONOSO CORTES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
«Yo no ignoro -se lee en la historia de la Regencia- que la
generación ·
actual, alimentada en
el
seno de
la revolución,
afir
ma
cuanto
yo niego y niega lo que yo
afirmo. Sé
que. admite
y proclama
como algo
fuera, de duda el principio de la perfecti
bilidad
indefinida de la sociedad y del hombre, cuando yo sos
tengo que
es comprobable que la humanidad es idéntica a sí mis
ma en el decurso de los tiempos. . . Sé aún más: que las ideas
que procuro combatir como falsas y peligrosas
-,o como ab
surdas- progresan y vencen con triunfo todos
lo.s obstáculos».
Si
se
exceptúan algunos
discursos
menores como
«El Culto
y el Clero» o «Las bodas reales», entre 1845
y 18.47, Donoso ·
no escribe nada que merezca mencionarse. ·Estos dos oscuros años
preceden a la profunda crisis de 1847-48 que culminará en su
conversión. Nombrado Miembro del Consejo
Real y
Gentilhom
bre de Cámara en ejercicio, dimitirá de pronto del cargo de Se
cretario particular de la reina y cae
en desgracia.
Su
conversión no fue fruto
de una iluminación súbita sino
resultado de un lento itinerario. Han de recordarse sus propias
palabras a Alheric de Blanche Raffin: «Siempre
fui creyente en el
fondo más íntimo
de mi alma, pero mi. fe .era estéril porque no
gobernaba mi pensamiento, ni inspiraba mis palabras ni
dirigia
mis
acciones». Educado católicamente, no
había nunca
renuncia
do
a. su fe a pesar de las enormes contradicciones que se daban
entre lo que teóricamente creía y lo que en la práctica hacía.
«Llegado a
.la mitad
de mi
vida--declaraba al
.Conde Bois-le
Compte--las
lecturas de obras francesas, que siguieron para
mi
a las de autores latinos, me hicieron perder mis convicciones
cristianas. Sin
embargo, velé
sobre mí con severidad y conservé
unas costumbres limpias».
Dos
rasgos dominan
su personalidad: un sentimiento agudo
de la belleza moral y una gran ternura. La primera le lleva
a
admirar el catolicismo; la segunda, a amarlo; En París conoce
ría a un hombre, cuya vida le impresiona. Pero el acontecimiento
decisivo que cambiaría
raµicalmente su
vida .es la agonía
y la
muerte de su hermano Pedro, y no, como se ha dicho muchas
veces,
la revolución de 1848. Le, afirma él mismo en una carta
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ARNAUD IMATZ
de 28 de julio de 1849 dirigida al Marqués de Raffin: «El mis
terio
. de
mi conversión (porque toda conversión es un misterio)
es un misterio de ternura. Yo no lo amaba, y
Dios· quiso
que
lo amase,
y lo amo; y porque lo amo me he convertido».
En el momento de su conversión, a principios del verano de
1847, Donoso cuenta treinta y ocho años, edad en que se tiene
una clara
consciencia de las decisiones y de los actos. El verda
dero viraje se sitúa
poco después del «Discurso sobre las rela
ciones de España con las otras potencias» (marzo de 1847), en
el que designa a Rusia, a Estados Unidos
y a Inglaterra como
los únicos
protagonistas de
.la política
internacional. Los artícu
los sobre las reformas de
Pío IX,
publicados en
El Faro son ya
las primeras
manifestaciones de sus convicciones. Será desde aquí
un
católico consecuente.
En los «Esbozos históricos», estudio más teológico que
his
tórico, publicado a fines -de 1847, se encuentran ya los elemen-
. tos
que habrían de servirle para escribir el «Ensayo sobre
.el ca
tolicismo,
el liberalismo y el socialismo». Trata en
él de la crea
ción, de la familia, del peeado, de la libertad y de la gracia, de
la
caridad,. de la sociedad, de la teoría del progreso, etc. El paso
decisivo está dado. Este le llevará a una concepción total del catolicismo que.
supera la
disociación entre lo temporal
y lo so
brenatural. Donoso no variará ya: sus escritos
adquieren así una
unidad
y homogeneidad que no tenían hasta ahora.
Fuera del «Discurso sobre la
Biblia» y
de un
artículo sobre
«Los sucesos
de Roma», 1848 es un afio poco fecundo. Precede,
sin embargo, a una irrupción tumultuosa en la escena europea,
dado que el 4 de enero
de· 1849
va a pronunciar el célebre «Dis
curso sobre la dictadura». En España, y sobre
todo en
elextran
jero, el éxito de esta notable
pieza oratoria
es
inmediato. Donoso
combate
las opiniones que había defendido hasta entonces y lan
za
afirmaciones escandalosas
para los adoradores del progreso.
·
La
revolución de francia.de 1848
y la de Roma tuvieron en ello
gran parte. No
más vacilaciones ~ ingeniosas sutilezas para con
ciliar lo imposible. Donoso niega el supuesto fundamental del
liberalismo, «todo para y por la libertad». Sostiene, antes bien,
1084
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DONOSO CORTES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
que la libertad se ba acabado, que la lucha no es entre la liber
tad
y -la tiranía, sino entre la dictadura que viene de arriba y
la que viene de abajo, entre la. dictadura de la revolución y la de
la autoridad __ Desarrolla el impresionante y famoso paralelo . en
tre los dos frenos: «No bay, señores, más que dos represiones
posibles: una interior, otra exterior;
la· represión
r_eligiosa y
la
represión política. So.n de tal natualeza que, cuando el termó
metro religioso se eleva, el de la represión baja, y que, recípro
camente, cuando el termómetro .religioso baja, el político, la re
presión política,
la tiranía, sube. Es una ley de la humanidad,
una ley de
la historia».
Evidentemente, no se trata de una simple defensa de la dic
tadura: nadie escogería arrodillarse ante la dictadura si pudiera abrazar
la libertad. Pero la cuestión no está ahí. No se trata de
escoger entre
la. libertad
y la dictadura, sino entre dos dictadu
ras.
«El fundamento de todos vuestros errores consiste en igno
rar
la direcCÍÓ¡J. en que se mueven la civilización y el mundo ...
El mundo camina con rapidez hacia la instauración de un despo
tismo, del más gigantesco
y destructor que los hombres hayan
conocido». A medida que la religión se debilita en los hombres, el
wder del
Estado crece
sobre ellos.
«Están preparados los ca
minos pa_ra un tirano gigantesco, colosal, universal, inmenso:
todo está dispuesto para él».
Si se
quiere conciliar orden y libertad no hay otro camino
que
la represión: o la represión religiosa o la represión política,
Sólo
los pueblos profundamente
religiosos son
los auténticamen
te libres; cuanto mayor es
la conciencia religiosa más grande es
la libertad. Donoso ha llegado a esta
convicción fras una real
comprensión del dogma católico del pecado original: la natura
leza humana no es
ni buena ni perversa, sino solamente caída.
El 6 de noviembre de 1848
el Marqués de Valdegamas es
nombrado embajador extraordinario y ministro plenipotenciario de España
en. Berlín. En
febrero de 1849 deja Madrid vía
París
para asumir sus
.funciones. No volverá a España
hasta noviembre·
del
mismo año. Ya célebre, el
«Discurso sobre la dictadura» se
traduce
y publica en El Universo y en varios diarios berlineses.
1085
Fundaci\363n Speiro
ARNAUD IMATZ
Es también objeto de numerosos comrotarios y críticas en la preo
sa europea. Una ·vez en Berlín, Donoso intercambia una amplia
correspondencia con su amigo, embajador de Prusia en ·Madrid,
el · Conde
de Raczynski. Dos cartas dirigidas al Conde
, de
Mon
talembert -el 26 de mayo y
el 4 de junio-y otra enviada el
16 de julio de 1849 a los redactores de El
Pais y
el El Heraldo,
merecen una atenci6n particular. El diplomático se explica en
ellas sobre su pretendido manique!smo: «Si la victoria natural
del mal sobre el bien bastase para constituir maniqueísmo,
la
Iglesia serla maniquea, ya que la Iglesia, los libros sagrados y
todos los doctores proclaman con unanimidad que el bien no
puede triunfar del
mal si no es por un milagro ... Habría mani
queísmo si yo hubiera otorgado a los estragos del mal una
exis
tencia
independiente
de la voluntad de Dios ... Nunca tal
blasfe
mia
estuvo en mi coraz6n ni vino a mis labios ... Estoy tan ·lejos
de creer en el triunfo irremisible del mal que he escrito precisa
mente lo contrario ... Lo que he dicho es que elmal triunfa
natu
ralmente
sobre
el bien, y .esto no es sólo una proposici6n cierta,
sino también una proposición consagrada por la doctrina
cató
lica
... Por lo demás, afirmando por un lado el triunfo natural del
mal sobre el bien, y de otro
el triunfo sobrenatural de Dios so
bre el mal, no hago. sino reducir a una
fórmula concisa
los
gran
des principios del catolicismo, fundado enteramente sobre la om
nipotencia divina y la fragilidad humana ... He aquí
tod~ mi
doc
trina: el triunfo natural del mal sobre el bien y el triunfo sobre
natural de Dios sobre el mal. En esto se encuentra la condena de todos los sistemas progresistas mediante los cuales los modernos filósofos, falsarios de profesión, adormecen
a los
pueblos,
esos niños -que _no salen jamás de la infancia».
Guardémonos de conclusiones precipitadas. Donoso no es un
fatalista, ni
~n resignado o un vencido, ni un desertor de la
lucha. Lo que en realidad
ha perdido es la fe en la filosofía pro
gresista de la historia, en el optimismo de los sistemas que pre conizan a los hombres venideras felicidades,
la sociedad paradi
síaca hada
la que conduce la historia de la humanidad. Ha per
dido la
fe en el hombre porque ha encontrado la fe en Dios. « Y
1086
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
que no se me arguya que, si la derrota es cierta, Ia lucha será inú
til -añade en su carta del 26 de mayo a Montalembert-. En
primer lugar,
la lucha puede atenuar, suavizar la catástrofe y, en
segundo, para quienes tenemos a gloria ser católicos, la lucha
es el cumplimiento de un deber y no el resultado de un cálcu-
·
lo.
Agradezcamos a Dios el habemos otorgado el combate, y no
pidamos, sobre este favor, la
gracia del
triunfo a Aquel cuya in
finita bondad reserva a
quien~s combaten
generosamente por su
causa una recompensa biell superior y distinta que la victoria
de aquí abajo». Lo que puede salvar al hombre no es una doctri
na meramente humana; es una doctrina divina. Tal es el «pesi
mismo trágico» del Marqués de Valdegamas.
·
De
nuevo, en 1850, Donoso.,
atrae sobre
sí la atención de
España y de Europa. El 30 de enero pronunciaba su «Discurso sobre la situación general de Europa». Inmediatamente traduci
do, este discurso se publica en los diarios alemanes, belgas, fran
ceses e italianos.' Incluso será editado en París en forma de libro
con tirada de más
de catorce mil ejemplares.
Cumbre
de la elocuencia donosiana, el «Discurso sobre Euro
pa»
contiene una
crítica acerba del economicismo. En él se en
cuentra la extraña profecía según la cual la revolución se producirá
en San Petersburgo y no
en Londres.
Donoso niega que los ver
daderos hombres de Estado, los fundadores de imperios, de na ciones, de civilizaciones, los «inmortales de la historia»,
s.e ha
yan
nunca apoyado sobre
la verdad económica. «Todos funda
ron las naciones sobre la base de
la. verdad
social, de la verdad
religiosa ... Lo que no significa -porque preveo las objeciones
que, en mi opinión, los gobiernos deban despreciar las cuestiones
económicas,
· que
los pueblos deban ser mal administrados: no
estoy tan falto de razón y de
corazón como
para llegar a seme
jante extravagancia. No digo eso, pero digo que cada cuestión debe ser colocada en su rango' y que el rango de
esas cuestiones
es
el tercero o el cuart~, y no el primero: esto es lo que afir
mo». Dando la primacía a
las cuestiones
económicas,
el socialis
mo, ese vástago de la civilización filosófica, se sitúa inexorable
mente en primer plano. «Contra la revolución y
el socialismo no
1087
Fundaci\363n Speiro
. ARNAUD IMATZ
hay más que un remedio raclicaFy soberano: el catolicismo, úni
ca doctrina que es su contradicción absoluta».
La auténtica causa del grave mal que sufre
Europa «es
que
la idea de autoridad divina y de autoridad humana han desapare
cido».
Y para este mal no está el remedio en reformas económi
cas,
ni en la sustitución de un gobierno por otro. El mal no está
en los gobiernos, sino en los gobernados. Sin. espíritu cristiano
de caridad y de amor fraterno todo sistema, toda teoría, está
condenada al fracaso. Oigamos sus palabras premonitorias· sobre Rusia: «No es mi
opinión,
sin embargo, que Europa no tenga nada que temer de
Rusia, sino que· creo todo 1(} contrario; pero, para que Rusia
acepte una guerra general, para que se apodere de Europa, son
ptecisos antes tres acontecimientos que voy a decir, los· cuales,
observadlo, no son solamente posibles, sino probables. Es nece
sario, ante todo, que la revolución,
tras haber
disuelto
la socie
dad, disuelva los ejércitos permanentes. En segundo lugar, que
el
socialismo, despojando a los propietarios, extinga el patriotismo;
porque un propietario despojado no es ni puede ser patriota ...
En tercer lugar, habrá de realizarse la confederación poderosa de todos los pueblos eslavos bajo la
.influencia y el protectorado de
Rusia. . . Pues bien, cuando la revolución haya destruido en Euro
pa los ejércitos permanentes, cuando
las revoluciones
socialistas
hayan extinguido
el patriotismo, cuando en el oriente de Europa
se haya realizado la gran federación, de pueblos eslavos, cuando
en Occidente no haya más que dos
tjércitos, el de los espoliados
y el de los espoliadores, entonces habrá sonado
la hora
de Rusia,
entonces Rusia
podrá pasearse
tranquilamente, arma al hombro,
por Europa: entonces
el mundo asistirá al más grande castigo
que haya registrado la historia ... Por lo demás, señores, la Rusia,
situada eu medió de una Europa conquistada y prosternada a sus
pies, absorberá
por. todos
sus poros el veneno que Europa ha
bebido y que la mata, y no tardará en caer, también
ella, en
pu
trefacción». Lo que se hace se deshará. Las naciones que tienen
en sus manos
el destino de Europa y del mundo declinarán, a su
vez:
sic transit gloria mundi. Sólci' permanece la gloria de Dios.
1088.
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES, POUTICO, FILOSOFO Y TEOWGO
Pretendiendo construir sistemas al margen o en contra del
orden divino, los hombres
desencadenan por
sí mismos
las ca
tástrofes. Tal es
la tesis de Donoso. Ella tomará cuerpo, setenta
años más tarde en Rusia, con el advenimiento. del comunismo, que es, en
la mente del Marqués de Valdegamas, la regresión de
. la
sociedad al gigantesco despotismo oriental, a
la tiranía abso
luta, al caos máximo,
la catástrofe mayor. «Me parece evidente
-escribe
en su
carta del
19 de junio de 1852 a S. E. el Cardenal
Fornari- que el comunismo, por su
parte, procede
de herejías
panteístas y de aquellas otras que les
están emparentadas.
Cuan
do todo es Dios y Dios es todo, Dios es
ante todo
democracia y
multitud; los individuos, átomos divinos y sólo eso, brotan del
todo que los engendra perpetuamente
¡,ata entrar en el todo que
perpetuamente los absorbe.
En este sistema, lo que no es el todo
no es .Dios, aunque
participe de la divinidad, y lo que no es Dios
nada es, porque nada
hay fuera de Dios que es el todo. De aquí
el soberano desprecio de los comunistas hacia el hombre y su in
solente negación de
la libertad humana; de ahí esas inmensas
aspiraciones a
la dominación universal mediante la fututa dema
gogia
que se extenderá por. todos los
continentes y
hasta los úl
timos
lúnites de la tierra. De ahí esos proyectos de una locura
furiosa que
pretenden mezclar
y confundir todas las famillaa, to
.das las clases, los pueblos, las razas de hombres para machacar
los juntos en el gran mortero de
la revolución, para que de este
siniestro y sangriento caos salga un día el Dios único, vencedor
de todo lo que es particular, el Dios
eterno· sin
comienzo ni fin,
vencedor de todo lo que nace y pasa, el Dios demagogia anun
ciado por los últimos profetas, astro único del firmamento futu
ro que
aparecerá traído por la tempestad, coronado de relámpa
gos y
setvido por
los· hutacanes. La demagogia es el gran Todo,
el Verdadero Dios, Dios armado de un solo atributo, la omnipo
tencia,
Y. desposeído
de
la bondad, de la misericordia, del amor,
esas
tres grandes debilidades del Dios católico. En estos rasgos,
¿quién no reconocerá el dios del orgullo,
·a Lucifer?».
Criticado,
tachado por «sus visiones catastróficas y apocalíp
ticas», Donoso,
itritado, .responde
el 11 de abril de 1850, en una
1089
Fundaci\363n Speiro
ARNAUD IMATZ
carta a su amigo LouisVeuillot: «Debo protestar y protesto· con
tra este papel de visionario que se me quiere atribuir. Yo no
he anunciado la catástrofe final del mundo; he dicho simplemente en alta voz lo que todo
el mundo
dice en
voz baja;
he dicho: las
cosas van. mal, si siguen este camino llegaremos a· un. cataclis.:
mo. El hombre podrá salvarse -¿quién lo duda?-, pero a con
dición de quererlo; me parece, sin embargo, que no lo quiere.
Y si no quiere salvarse, creo que Dios no lo salvará a pesar
suyo».
Adelantándose, Donoso percibe el peligro del clero progre
sista, para el cual la Iglesia debe ceder a los riempos y las cir
cunstancias. «Estoy aterrado, os lo
co~eso francamente --'con
fía
al Duque de Valmy en una carta de 9 de julio de 1850-
del camino por
el que se lanza un cierto sector del clero francés ..
Bajo pretexto de no querer
ha= a
la Iglesia solidaria de un par
rido o
de una
forma
de gobierno, se pretende lanzarla a un terre
no
de aventuras. ¿Cómo no ven estos desdichados que tal camino
conduce necesariamente
a una
catástrofe? Nuestro Señor ha ame
nazado con desconocer en el Cielo a quien se avergüence de con
fesarlo en la rierra. ¿Cómo estos clérigos de que hablo no ven
que, aconsejando a la Iglesia que reniegue de sus leales, que se
avergüence
de sus amigos, le aconsejan cometer el gran pecado
de la
vergüenza pusilámine
y de la ingraritud? Puede ser este
el consejo de la prudencia humana, pero la prudencia humana
es
a
menudo
tan despreciable
como imprudente». Según la Escri
tura, Dios vomitará a los tibios. Dios es infinitamente misericor
dioso, pero también infinitamente justo. La suprema caridad cris
tiana supone una advertencia: el que transige en materia de ho
nor o de fe es un hombre sin honor y sin fe.
El «Discurso sobre
la situación de España», del 30 de di
ciembre de 1850, señala la ruptura con
el partido modterado, del
que
había sido brillante teórico. Se trata de una terrible diatriba
contra el oportunismo
y la corrupción· de la clase media y sus
representantés. En-él se encuentra también una crítica mordaz
contra la «centralizaci6n apoplética» de la prensa y del periodis
mo en manos de los ricos,
y de la confiscaci6n de la libertad por
1090·
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
los partidos. «Gobernar no es ser servido sino servir; no' es dis
frutar: es remar y vivir y morir con la mano en el remo ... El
orden material nada es sin el orden moral... En vano los
filó
sofos se agotan en_ teorías, en vano se agitan los socialistas: sin
la limosna, sin la caridad no hay ni puede haber distribución
equitativa de la
riqueza. Dios
sólo puede resolver este problema,
que es el problema de la humanidad y de la historia». Y, conclu
ye: «Yo no sé, señores, si estaré solo~ es posible; pero.--aun solo,
totalmente solo, mi conciencia me dice que mi posición es fuer
te, no porque yo lo sea, no por
lo que soy, sino por lo que re
presento. No represento sólo a los dos o trescientos electores de
distrito -¿qué es un distrito ... ?-. No represento a la nación
-¿qué es
la nación
española, o
cualquier otra,
considerada en
una sola generación o en un solo día
de elecciones generales?-.
Nada.
Yo represento algo más
grande, mucho
más grande: repre
sento la tradición por la que las naciones son lo que son
a través
de
los siglos. Si
mi voz posee alguna_ autoridad, no es, señores,
porque sea mía, sino porque es la voz de vuestros padres. Vues
tros votos son para mí indiferentes, no me dirijo a vuestras_ vo
luntades que votan, sino a vuestras conciencias que juzgan». Nin
gún ministro se atrevió a refutar. este terrible discurso.
Donoso sabe que la sociedad es siempre precaria, que una
amenaza permanente de dislocación
y de disgregación pesa sobre
ella. Sabe que las naciones no se salvan por
la admiración suce0
siva hacia hombres, sino por su fidelidad a los principios. Sabe
en qué grado es grande la responsabilidad de las clases dominan
tes y
en alza. La burguesía, «clase discutidora», le parece inca
paz
.de hacer
frente a una época de luchas sociales
.. Las
clases me
dias, «gangrenadas hasta la médula de sus huesos», no tienen más
que «aclamaciones y aplausos para cuantos
dispon.en de
fuerza».
Las clases acomodadas «despiertan la envidia y los instintos re
volucionarios de las clases necesitadas» por su «egoísmo insolen
te y criminal». Sólo el
pueblo, cuyo
«mal no es tan desesperado»;
le parece sujeto de esperanza.
Tal es el sentido
ddla carta
de
31 de
agosto de
1850 a
Mon
señor Gaume, protonotario apostólico,
y más aón la de 26 de
1091
Fundaci\363n Speiro
ARNAUD IMATZ
noviembre de 1851 a S. M. la reína madre. María Cristina. «La
cuestión.· estriba en distribuir convenientemente la riqueza, que está mal distribuida. He ahí,
Señora, la
única cuestión que agita
hoy al mundo. Si los gobernantes no resuelven
el problema, la
reso]verá
.el socialismo entrando
a saco en las naciones. Este
pro
~ema
no
puede hoy resolverse pacíficamente más que de una
sola manera. Es preciso que la riqueza acumulada por un egoís
mo gigantesco sea distribuida en grandes limosnas».
Las «grandes limosnas» preconizadas por Donoso Cortés no
son un simple acto de caridad, sino acto de justicia. «No estoy
tan falto de
razón como
para
dar a mi propuesta una importan
cia que no tiene». La caridad no
podrá· permanecer estrictamen
te interindividual; el poder debe intervenir sin
tardanza. Gran
des
limosnas por {)arte del Trono
serán el
primer ejemplo, «el
punto
.de partida
para una completa restaura.ción del espíritu del
catolicismo en
la legislación económica y política». Porque «es
preciso cambiar todo y no dejar piedra sobre piedra de la Revo
lución ... , hecha en definitiva por los
ricos y
para los ricos, con
tra los 1:eyes y contra los pobres».
Soluciones irrisorias ante la amplitud, la
gravedad y
la ur
gencia de la cuestión social del siglo
XIX, se dirá. Utopía su afir
mación de la necesidad de una profunda reforma moral, única
capaz de
salvar a los pueblos cuyas costumbres se
han pervertido.
Pero, ¿no es mayor utopía esperar de una simple modificadón de •
las instituciones. politicas, de una transformación de las estruc
turas económicas o
de la victoria de un partido o de una clase
el advenimiento de una comunidad en que toda contradicción
ha
ya desaparecido? Sin duda Donoso no es sino un precursor de los
doctrinarios del «catolicismo
social», pero
posee, al menos, el
gran mérito de obrar y no solamente predicar
.. Distribuyendo
ge
nerosamente entre los indigentes la mayor parte de sus emolu mentos, predicaba con el ejemplo. La verdadera pobreza no con
siste en no poseer nada sino
.en vivir
desprendido de las cosas.
Las Hermanitas de los Pobres no tuvieron servidor
más entre
gado
y caritativo. Sin duda cabe
afirmar que durante los
últimos
años de su vida sus hechos priman sobre sus escritos.
1092
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES: POUTICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
Después del «Discurso sobre la situación de España», el Mar,
qués
de V aldegamas muestra un cierto cansancio hacia la politi
ca. Decepcionado
de la ineficacia de los métodos políticos para
resolver los verdaderos problemas, no renuncia
sin embargo a la
acción, Su objetivo será desde ahora la
· sociedad.
A partir de
1847 y hasta su muerte, la esencia de sus publicaciones se centra
en el lazo entre lo humano y lo supra-humano, entre lo natural
y lo sobrenatural. Para Donoso, la acción que Dios ejerce por su
Providencia en la historia temporal es paralela a la que realiza
por su gracia en el corazón del hombre.
En último término todo se reduce a la lucha entre Dios y el
poder de las tinieblas, entre la gracia
y el pecado, la verdad y la
mentira, el bien y el
mal ... , la Ciudad de Dios y la Ciudad del
Mundo. Posee, según la expresión feliz de Jules Chaix, «el sen
tido de la intrínseca relación, de la interdependencia de todos los
problemas,
de lo que hay en el catolicismo no de totalitarismo
sino de universal». Ahi radica su pensamiento
profundo,' que
ma
nifiesta a iu amigo
Y, disdpulo
Tejado poco después de la pu
blicación del «Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el so- ,
cialismo». «He propugnado ante todo -dice-- restablecer
ell
la sociedad el imperio de las verdades católicas y colocar el orden moral bajo la tutela y protección de la Iglesia; he preten
dido que su espíritu vivificador y sus
fecundas enseñanzas pue
dan penetrar los espíritus, los corazones, las costumbres y los go
biernos de las sociedades».
No es posible condensar en pocas
páginas el
pensamiento
do,
nosiano
tal y como se expresa entre 1847 y 1853. Menos aún se
podría encerrar
en unas líneas toda la riqueza de una obra tan
llena de matices y de sugerencias como
·su «Ensayo
sobre el ca
tolicismo,
el hoeralismo y el socialismo». Por encima de toda
otra consideración, la idea fundamental es que un mundo al mar
gen de
Dios es metafísicamente imposible,· que «toda gran cues
tión política y hnmana supone una gran cuestión teológica». El
«Ensayo» constituye
un desafío a todas las ideas de moda,
a todas las teorías y sistemas optimistas elaborados desde comien
zos de
siglo,
una oposición
resuelta
y consciente
a
la mentalidad
1093
Fundaci\363n Speiro
ARNAUD IMATZ
dominante. No es la obra de un· te6logo sino de un «combatien
te» que, por deber, se sitúa deliberadamente frente a todo el
pensamiento de su -época, consciente de 'que no -será oído, ,ni me
nos escuchado. Así, mientras que la fe ilimitada en la ciencia, en
la
. razón,
en la humanidad,
· en el ideal del progreso son los pos
tnlados que. proclama la filosofía europea, mientras que la muer te del cristianismo se considera un hecho, Donoso
expone de nue
vo
los
principios sobre
los cuales la sociedad se ha edificado des
de la Redención, es decir, las doctrinas que la Iglesia enseña
desde hace siglos. Donoso juzga las ideas dominantes, las com
para con la doctrina católica
y demuestra su radical ineficacia para
resolver
fos problemas
vitales que se plantean al hombres desde
siempre. El
Marqués de
V aldegamas contempla al mundo dividido en
dos civilizaciones, la del catolicismo y la del filosofismo, entre
las cuales media un abismo
infranqueable. Una
y otra se oponen
radicalmente, se combaten sin tregua. Niega Donoso en su con
junto los sistemas racionalistas que se apoyan en el principio de
que
la razón
es independiente de Dios y que todas las cosas en
tran en su competencia. A la inversa de la-teoría católica, dice,
«las
reorías racionalistas
condenan toda reforma
moral del· hom
bre
como inútil e insensata». Del
liberalismo -afirmación
dog
mática de
la independencia absoluta de la razón individual
y so
cial-, denuncia, no sólo su inviabilidal práctica, sino sus con~
tradicciones
teóricas insm¡dables... «La escuela liberal no dice
11unca yo a:fitrno o yo niego, sino sólo yo distingo. El supremo
interés de esta escuela estriba en que no llegue jamás el
día de
las negaciones radicales
ni. de
las
afirmaciones soberanas; y
por
ello mediante la
· discusión
oonfunde todas las nociones y
propa
ga
el escepticismo». La esencia del liberalismo es negociar, dis
cutir. Al igual que dicute
y transige sobre cada punto el detalle
de la
política, querría
diluir
la verdad metafísica en la discu
sión.· Si
los
liberales se
limitan a
relegar· a
Dios en el cielo como
algo inútil que se exila o que se arrincona, · los socialistas, más
oonsecuentes, lo niegan sin másc Por ello, Donoso desprecia a
1094
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
los liberales al paso que respeta al socialisll!O como el enemigo
mortal en el
.que reconoce
una grandeza diabólica.
El liberalismo no es sino una solución bastarda que no
adora,
bajo
el nombre de orden, más que el equilibrio estático de po
deres convenientemente dosificados. «Si la sociedad está sana
y
bien conformada, su constitución será lo bastante fuerte como
para soportar impunemente todas las formas posibles de
gobier,
no;
si no es capaz de ,sufrirlas es que está débil
p enferma.
El
mal no puede ser concebido sino como un vicio orgánico de la so
ciedad .o como un vicio constitucional de la naturaleza humana;
para hacerlo desaparecer no es la forma de
gobierno sino
el or
ganismo social lo que ha de cambiarse»
..
Dicho
de otro modo
--<:omenta Jules Chaix-, o la aliena
ción
del hombre proviene de un
.vicio inherente
a la organización
social o resulta de una perversión
originaria de
su voluntad de
la que
no. son
más que reflejo
los desórdenes.
sociales, las
con
tradicciones
económicas
y los conflictos políticos. «Entre socia
listas y católicos,
afuma Donoso,
no hay más que esta diferen
cia: los segundos afuman la maldad del hombre
y su redención
por Dios; los primeros
sostienen la
maldad del hombre y su
re
dención
por el hombre mismo». Para
el socialista el mal desapa
recerá en cuanto se resuelva la cuestión social. Para. el católico
no puede desaparecer más que por una intervención sobrenatural. Para los unos hay que obrar en orden a fundar una verdadera
comunidad sin conflictos de clase. Para
los otros
la comunidad
debe
re-crearse ordenándola
a Dios; la voluntad del hombre
debe ser enderezada, orientada hacia su principio y su fin. Com
parados con los problemas
socia:les y
religiosos, las cuestiones
de instituciones políticas y de gobierno nada significan. He
aquí
por
qué el debate
verdadero, trágico,
la lucha final, va a diri
mirse entre el catolicismo y
el socialismo ateo.
Las mejores páginas del «Ensayo», las más grandiosas, se
pierden a menudo en prolijas digresiones teológicas.
· Los
ata
ques principales se dirigen contra Proudhon, que no es un
«so
cialista científico». El
estilo
literario nos
parece hoy un tanto
retórico y
enfático, pero,
a pesar de sus defectos, la fuerza de
1095
Fundaci\363n Speiro
ARNAUD IMATZ
la obra es considerable. La ilusión del siglo XIX residía en la
asociación del progreso de la técnica con el de la. libertad y la
perfección moral de la humanidad, en la creación de un concep
to uniforme de progreso. Donoso ve
lo esencial y lo proclama:
la seudo-religión de la Humanidad absoluta es la iniciación de
un camino que conduce al terror inhumano. Se trata, señala .Car!
Schmitt, de una conclusión nueva, mucho más profunda que las
numerosas sentencias que de Maistre, continuador del siglo
xvm,
formula sobre la revolución y la guerra.
El «Ensayo» se
redact~ en la primavera y en el comienzo
del verano de 1850. El 7 de agosto, terminado el manuscrito, es
enviado
a Louis Veuillot Encierra, según
el autor, los princi,
pios
generales que
servirían de partida
para una obra ulterior
más ambiciosa. Traducido enseguida al francés, el texto es so
metido a revisión. Las observaciones, sugerencias y correcciones
.hechas son seguidas al pie de la letra. En fin, en marzo de 1851,
Donoso, que acaba de ser nombrado ministro plenipotenciario de
España en París, está en constante relación con
el editor fran
cés. El 18 de
junio, pocos días
después de su aparición en Ma
drid, el «Ensayo» se publica en París. El efecto es
.clamoroso.
Diarios
como la
Gazette de France, Le Messager, La Patrie,
L'Ordre,
L'Univers
o Le Messager de l'Assamblée hablan de él
con elogio; otros se hacen eco. Otras ediciones ven
la luz pública
en
Alemania y en Italia. Una traducción italiana,
realizada sobre
la traducción francesa, aparece en 1852 en Foligno, en los Es'
tados
romanos, con
la doble autoridad del Obispo de la ciudad·
y del Santo Oficio. Aparece con notas destinadas a prevenir las falsas interpretaciones a que pasajes, tomados aisladamente,
po
drían dar lugar.
Aplaudido y alabado, el «Ensayo» se ve también atacado y
objetado. Como podría esperarse, se encienden polémicas apa
sionadas. A los ojos de sus adversarios, Donoso es el más radi
cal de los contra~revolucionaiios·, . uh, reáccionatio exaltado, un
conservador de fanatismo medieval,. un oscurantista, un medio
loco, un representante de la barbarie del Medievo. En la Revue
des Deux Mondes,
Albert de Broglie sostiene que Don9so idolatra
1096
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOWGO
la Edad Media y aconseja a la Iglesia una dominación universal
y abso1uta. El 15 de noviembre de 1852, en una carta inédita,
el incriminado· se explica: «Lo que yo admiro en la Edad Media
es
únicamente la
creación
de la
Iglesia... La Edad
Media, aun
en
medio de una gran confusión histórica, estaba
dominada por
el
principio católico, en tanto que
las sociedades modernas, en
medio de un orden material, están dominadas por
el espíritu re
volucionario. No se trata
aquí ...
de la cuestión de si la suprema
cía corresponde al sacerdocio o al imperio; se trata de saber si
es conveniente o no para la
sociedad civil
el recibir de
la Iglesia
los grandes principios del orden social, si le conviene o no ser
cristiana... Al igual que la sun¡isión a los preceptos divinos no
entraña, ni explícita ni implícitamente,
la institución de un go
bierno teocrático, el reconocimiento en la teoría
y en la práctica
de verdades
fundamentales cuya
depositaria es
la Iglesia, no én
traña
ni inplícita ni explícitamente su dominio sobre los asun
'tos temporales». Que el poder
e1nane de
Dios, que se considere
responsable hacia El de sus menores actos, y se podrá estar cier
to que no sobrepasará los límites que le son fijados. «Un poder
sin límites es un poder esencialmente anticristiano, que ultraja
por igual
la majestad de Dios y la dignidad del hombre». «Así,
la monarquía absoluta es la negación de la monarquía cristiana».
En cuanto al parlamentarismo, se trata de un régimen que des
truye los cuerpos intermedios, las·
legítimas resistencias
natura
les de
las jerarquías sociales. «Al trasladar la guerra del campo
de batalla a la
tribm¡a, y
de los brazos a los espíritus, la
retira
del
teatro donde· exalta y fortifica
para introducirla
allá donde
debilita y enerva. Dios otorga el imperio a las razas guerreras
y condena a la servidumbre a los pueblos disputadores». Donoso
no condena el Parlamento sino el parlamentarismo, no la liber-· tad sino el liberalismo, no las formas de gobierno sino doctrinas
y principios.
De nuevo, <;n «Del principio generador de los errores más
graves de nuestros días», larga carta dirigida el 19 de junio de 1852 al Cardenal
Forn¡ri, Dqnoso insiste
en su tesis fundamen
tal: las concepciones morales, políti_cas .o económicas
y toda ma:-
1097
Fundaci\363n Speiro
1/!RNAUD IMATZ
nifestaci6n de la vida humana dependen en última instancia del
concepto que se tenga de Dios.
Especialista en el pensamiento
donosiano, el profesor Federico Suárez afuma que se trata aquí
de uno de los escritos de Donoso más bellos por la forma y pre
cisi6n del lenguaje. Señalemos
~n él el texto crucial: «La herejía
perturbadora que, por un lado, niega
el pecado original y, por
otro afirma
que el hombre no .tiene necesidad de una direcci6n
divina, conduce ante todo a afirmar la soberanía de
la inteligen
cia, y a afirmar después la soberanía. de la voluntad
y de las pa
siones, tres soberanías perturbadoras». El naturalismo a que se
ha. entregado el pensamiento europeo .es la contradicci6n radical
y absoluta de las creencias y las enseñanzas de
la Iglesia ... ». «En
último análisis y resultado, todos estos errores, en su variedad
casi infinita, se resuelven
en uno solo:
en que se ha desconocido
o falseado el orden jerárquico, inmutable por s!, que Dios ha
establecido en
,las cosas.
Este orden establece la superioridad de
lo sobrenatural sobre
lo natural, y, por consecuencia, la supe
rioridad de la fe sobre la
raz6n, de
la gracia sobre
el libre al
bedrío, de la providencia sobre la libertad humana, de la Igle sia sobre el
Estado; en
una palabra, la superioridad de Dios so
bre el hombre». Donoso no se inmuta por las críticas acerbas que formula
el campo liberal contra el «Ensayo». En cambio, le afectan vi
vamente las .acusaciones de ciertos medios cat61icos. Año y me
dio después de la aparición de la obra,
L'Ami de la Religion pu
blica una diatriba apasionada de M. Gaduel, vicario del obispo de Orleans, monseñor Dupanloup. Gaduel le acusa públicamente
de errores de bulto. Pretende probar que el «Ensayo» contiene
un conjunto de todas las herejías que han afligido a la Iglesia.
Nada pudo causar mayor contrariedad y decepción al Marqués
de V aldegamas. Está hoy fuera de duda que el «Ensayo» fue simplemente
la ocasión para
los católicos
liberales de atacar a Louis Veuillot
y a L'Univers. Consciente de esta maniobra, Donoso se niega a
entrar en la polémica. El 23 de enero de 1853 escribe en
el pe
riódico: «Me basta con saber que se me acusa de haber caldo en
1098
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES: POUTICO, FILOSOFO Y TEOWGO
un gran número de herejías para declarar, como declaro, .que
condeno todo lo que
ha condenado, condena y condenará, en
otros o en
mí, la Iglesia Católica, de la que tengo el honor de
ser hijo sunúso y
respetuoso».
En Turín, sabios eclesiásticos
inician la
defensa. En un ar
tículo de
Arman/a, traducido y publicado por L'Univers el 21
de enero, aseguran que las censuras de Gaduel carecen. de fun
damento: «Si el crítico quiere ejecutar sobre
cualquiera de
las
obras de San Agustín el trabajo ant6mico a que ha sometido a
Donoso
Cortés, creemos que el santo doctor lo pasaría mal». La
controversia culmina. El Marqués corta, en fin, la cuestión. Pú
blicamente _somete su libro,
sus opiniones
y su persona al juicio
de Roma.
El 24 de febrero remite el «Ensayo» al Papa acom
pañado de una carta y de todos los elementos relacionados con la
polémica. Tranquilizado, espera.
El 23 de
marzo, Pío IX
le responde con una carta muy afec
tuosa; el 16 de abril,
la Civilita Cattolica, órgano autorizado ·de
la
tradición teológica que ejerce una influencia universal en. el
pensamiento católico, examina con atención laS objeciones hechas
al «Ensayo» y afirma la ortodoxia de las doctrinas profesadas por
el
autor. Al paso que combate con tenacidad la inmersión confu
sionista de
la fe y de la Revelación en la tradición social y en la
autoridad humana, al paso que denuncia con firmeza el pensa
miento del tradicionalismo filosófico saturado de
sentimiento ro
mántico,
de simbolismc:, teosófico, de absolutismo teocrático y de
legitismismc:, feudal,
la revista romana reconoce en Donoso al
heredero de los modos de expresarse recibidos de
la tradición de
los santos Papas y de los Padres de
la Iglesia, y en· su obra una
comprensión
auténticamente teológica
y sobrenatural de
la rea
lidad católica.
El juicio de la
Civilta Cattolica no deja lugar a dudas. «El
nombre del Marqués de Valdegamas es conocido de
los católi
cos
y debe ser caro a nuestros lectores que han
tenido ya
oca
sión
de admirar
la elevación de su genio y la nobleza de sus
doctrinas». «Sin temer las dificultades
de su
tema, el
gran es
critor
lo aborda con audacia... lanzando en torno a él torrentes
1099
Fundaci\363n Speiro
ARNAUD IMATZ
de luz que hacen accesibles, incluso a las inteligencias. comunes,
las cuestiones
más abstractas
y arduas ... No se sabe qué
admirar
más
si
la magnificencia del estilo o la belleza del planteamiento,
la claridad y elevación de pensamiento o el vigor de la argumen
tación y
la vivacidad de la polémica, la profundidad de la doc
trina o
la pureza de la fe y la nobleza de un sentimiento siempre
elevad~, generoso, eminentemente c~t6lico, como es atributo de
esa nación española de la que el Marqués de Valdegamas es glo
ria ...
En la medida en que puede juzgarse por su obra y por al
gunos
pasajes de
una de sus cartas, se
muestra conocedor
de los
Padres, de cuya sustancia se ha apropiado, y sus escritos poseen el sello
de las
locuciones, las
figura§, las
comparaciones que eran
usuales en su
tiempo, cuando
el lenguaje teológico no había ad
quirido la posterior unidad y perfección.
En su,na, podemos de
cir
sin temeridad que todas o casi todas las expresiones extraídas
por su crítica se encontrarían fácilmente en los esctitos de los
doctores antiguos
más célebres.
. . A decir verdad, no
podemos
por menos de admirar cómo un
seglar
formado. fuera
de un se
minario o
de un claustro posee tan
plenamente la economía de
la
ciencia teológica y penetra con paso tan
fume en
los
más ele
vados
misterios y
en las cuestiones
más elevadas».
Es
sabido que la
Civilita aparece con el imprimatur del Maes
tre del Sagrado Palacio. En este caso, sus veredictos revisten
una importancia especial. Resuelve con clatidad de qué
.lado se
encuentran
la presunción, la ignorancia y la temeridad. Censura
«la exage!ación de un espíritu excitado», y concluye: «¿Qué di
ría el crítico mismo, eclesiástico .Y graduado en ciencias sagradas,
si se pretendiera pesar cada una de las palabras
y escrutar cada
una de sus proposiciones? No podríamos, sin duda, por nues
tra parte, aceptar como artículo de fe cuanto él afuma aquí o allá,
incluso en las materias más delicadas». El golpe es duro para
el «docto eclesiástico»; el acusador se convierte en acusado. El imprudente clérigo que se había constituido en
campeón
de
la ortodoxia no será capaz. de honrar su derrota confesándola.
«El
Amigo .de la Religión», por su parte, se negará a decir una
1100
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES: POUTICO, FILOSOFO Y TEOWGO
sola palabra a sus lectores que les haga sospechar la existencia
ni de las aprobaciones de los censores de Foligno ni del juicio
de
la Civilta Cattolica .. La pasión desencadenada por el «Ensayo»
resistirá incluso
a
la desaparición de su· autor.
El
Marqués de Valdegamas no conocerá su
victorfa. El
3 de
mayo de 1853,
antes de
cumplir los 45
aiios, Juan
Donoso Cor
tés muere fulminado por un accidente cardiaco. Su amigo Louis
Veuillot nos relata con emoción sus últimas palabras: «Su úl
timo
acto fue
una declaración de fe. Había prometido a
la her
mana del Buen Socorro rogar por ella si moría. Viéndolo cerca
de su
fin, ella le dijo: "Vais a aparecer delante de Dios, acor
daos de
mí". Con una voz consciente y clara respondió: "Os lo
prometO". Y casi en el instante expiró».
Omnia possibilia sunt credenti, todo es posible para el que
cree, tal es
el testimonio que nos legan los últimos años de la
vida del
Marqués de
V aldegamas. Su valerosa intransigencia nos
ofrece una visión grata, noble y caballerosa. Es siempre hermoso
contemplar a un hombre moldeado como una roca por las olas
y los vientos permanecer de pie, inmóvil, sin retroceder. Del
hombre y de la obra
ha escrito con razón. Car! Schmitt: «Es hora
ya de reconocer en toda su pureza y su magnitud a este hom
bre extraordinario y sitnpático como una
figura importante en
la historia del pensamiento europeo y de no señalar más los
de
fec·tos o las insuficiencias de stis demostraciones para, al contrario,
considerar el fenómeno raro de una intuición polític,¡ que se mue
ve en horizontes seculares». Que se comparta o no su dignóstico
filosófico-cultural, sus observaciones y sus intuiciones geniales
son tan numerosas que es -preciso reconocer en él uno de los pen
sadores políticos más grandes del siglo XIX.
Cinco años después de su muerte, su familia publicó en Pa
rís una selección de sus «Obras», precedida de una brillante in
troducción de Louis Veuillot. El tercero y último volumen, edi
tado en 1859, contenía una nueva traducción, más exacta, del «Ensayo», enriquecido con notas sustanciales de los revisores
de Foligno. Esta versión
definitiva es
la que las Ediciones Domi
nique Martín Morin ofrecen hoy a los lectores francófonos.
1101
Fundaci\363n Speiro
ARNAUD IMATZ
Tras lustros de ocultación, el ~Ensayo sobre el catolicismo,
el liberalismo y el socialismo» nos es, por
fin, restituido. Per
tenece desde ahora
al patrimonio de la ciencia politica y de la
teología de la historia.
110~
Fundaci\363n Speiro
Y TEOLOGO (*) .
POR
ARNAUD IMATZ '
Nunca en d curso de los tres últimos siglos, palabras de un
pensador
político español causaron en ,Europa
tanta sensación,
tanta
emoci6n
y tal impacto como las de Donoso .Cortés. Ningu
na predicci6n marc6 tanto
d espíritu · del siglo XIX como las de
sus discursos y sus escritos. Práctkiimente, todos los au_tores,
sea cual· fuere su tendencia, mencionaron, discutieron o .juzgaron
sus obras.
(º) Introducción a la obra de Donoso Cortés que. acaba de aparecer
en febrero
passdo, «Ensayo ,;obre el catolicismo, el liberslismo y
el
socia
lismo», que ha sido editado por las Ed.iciónes Dominique Martin Morin,
Bou~re, 53290, Grez en Bou~, 414 págs. Esta introducción también ha
sido publicada en
La pensée catholique, 221, marzo.abril de 1986.
En el corto plazo de cinco meses han visto la luz dos nuevas ediciones
del
célebre Ensayo, de Donoso Cortés. Uná, española; editada por Planeta,
Barcelona, 1985, que incluye los
tres discursos, las cartas al director de
·· El Orden, a S. M. la reina madre doña María. Cristina de Borbón, al Car
denal Fornari, al director de la 'Revue des Deu,c Mondes y pensamientos
.varios. Introducci6n de Manuel Fraga Iribarne · y edición y notas de José '
Luis G6mez, y la francesa, con esta introducción de Arnaud Imatz que,
traducida,
publica ahora
Veerbo. Nuestra: revis.ta ya se ocupó con anteriocl
dad
de quien es uno ·
de nuestros maestros clásicos, publicando la «Carta
al
Cardenal Fornari» (Verbo, núm. 3) y sus tres famosos «Discursos» (Ver
bo,
núms. 8, 11 y 12), así, como artículos de GABRIEL DE_ ARMAS ( «Fama,
eclipse y_ resutrécción de -Donoso», Verbo, núth.--74), de FEDERICO WIL
HELMSEN («Donoso C.Ortés "y el signifi~do del pod~r político», Verbo. -nú
mero 69) y de EMJLIO SERRANO VILLAFAÑÉ ( «El tradicionalisti10 filos_ófico
y
Donoso
Cortés», Verbo, núm. 171-172). -
Estas líneas no son una «introducción a la introducci6n» de Imatz;
1075
Fundaci\363n Speiro
ARNAUD IMATZ
En pocos meses la popularidad del marqués de V aldegamas
alcanzó su apogeo. Sus artículos, sus discursos
y sus libros, tra
ducidos al francés, al italiano y al alemán, fueron objeto de múl
tiples publicaciones.
Ranke y
Schelling los comentaron, Metter-
constituyen tan s61o una. breve reflexión acerca del_ significado de Donoso
y
su Ensayo, motivada por el hecho de esa casi simultánea reedici6n.
La fama que Donoso Cortés alcanzó en toda Europa a partir de · su Dis
curso sobre la Dictadura y posteriormente crin ~ Ensayo~ prácticaQl.ente se
extingui6 con él.· Tras su muerte se le ignoró. Estudíoi; como los de
Séhramm y Schmitt o U!, é:dición de sus obras por Ortí ):" Lara son casi
excepción.
Hay que esperar al fin de la segunda guerra mundial para ver
la proliferación de los estudios sobre la obra donosiana y · su signifiCación;
estudios
en
gran parte ·
motivados por
-el movimiento de reacción antiposi
tivista que
· 1a guerra contribuyó a provocar. En España, Donoso pareció
ser
tema' de obligado estudio, sobre tod0 durante los. afíos cincuenta; des
pués,
Sin llegar
a caer en
el .olvido --como lo muestra, entre otros estu
dios,
la edición de sus Obras completas realizada en el año 1970 por Car
los Valverde-, su fama y actualidad ha ido decayendo. No podía ser de
otro modo en una sociedad que se ·dirigía -intelectuales al frente- por
unos _derroteros incompatibles con el pensamiento tradicional y católico de
Donoso
Cortés
y que tan sólo unos pocos procurábamos seguir y continuar.
Por ello es de
agradecer ~sta_s teediciones que
permiten que, nuevamente,
el públiCO español y sobre todo el francés, tenga acceso - a una obra fun
damental del pensamiento donosiano, de la que no resulta exagerado afir
mar que contiene las bases _más elementales y· necesarias capaces de ha
cemos salir de esta socfodad materialista, indiferente y permisiva.
No
hay más· qµe un Donoso Cortés digno de .pasar· a la historia del
pensamiento.
Es el Donoso representante de la Tradición. El Donoso ca
t61ico en todo su
significado. El de los tres Discursos y las Cartas al Car
clenal Fotnari y al director de la Revue des Deux Mondes; el. Donoso del
Ensayo. Fruto de su conversi6n y su entrega_ a Dios. Así nos lo muestra
Imatz.
El Donoso liberal, doctrinario. a nadie ha inquierado. Es el otro el
que ha suscitado ese «odio terrible, a menudo .diabólico» que se dirigi.6
cotitra él, como ha escrito ' Schm.itt.
Pese
a que
autores como Schrámm, L6pez
Amo,
E1fas de Tejada, Ga
briel de Armas, Eugenio- Vegas, Sánchez Abelencla o recientemente Fer
nández de la Mora hayan demostrado la errónea interpretación de. :un Do
noso teórico de
la Dictadura,
aún se sigue a
Schmitt en este punto, y
a.Sí Fraga Iribarne
·lo presehta en su
introducci6n, afirmando que
«en
él
la Dictadura aparece como principio central». Afirmación insostenible,
1076
Fundaci\363n Speiro
DONOSO COl!.TES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
nich los alab6, Luis Napoleón, Federico Guillermo IV y pro
bablemente el zar Nicolás II los leyeron y meditaron. Brillante
y efímero cometa, Donoso Cortés muere apenas cuatro años des
pués de haber alcanzado
.el culmén de su celebridad y autoridad.
Al éxito fulminante sucede un largo período de oscuridad.
Olvidado, desconocido, ignorado durante varios decenios,
el di
plomático de Extremadura es redescubierto en la época entre las dos guerras
y en los años cincuenta. A partir de que los libros
ya que para Donoso Cortés la Dicta_dur!i es algo circunstancial, necesa
ria y hasta. buena en un momento determinado, peto no como si fuera en
sí misma y por sí misma el régimen politico por excelencia. Este era la
Monarquía
católica tradicional. Por otra parte, Donoso fue un abanderado
de la libertad.
Hay otro_ rasgo no menos falso en el Donoso que Fraga nos presenta.
Es
el pesimismo. Como ha apuntado Federico Suárez, su pesimismo no es
sino
«el diagnóstico realista 'de una situación». Su pesimismo CS sólo apa
rente, pues si bien d hombre por sí triismo nada puede y la sociedad está
irremisiblemente perdida, esto es froto de _haber rechazado el espíritu ca
tólico.
Donoso pone de relieve un hecho
incontrovettib1e, cuya
consecuen
cia era la situación -por él descrita y el futuro vislumbrado. Por ello 0nada·
cabfa esperar de cualquier doctrina humana; la única que puede salvar es
la doctrina divina. Como subraya Suárez, «este viene a ser el "Pesimismo"
de Donoso». ·
De ahí que el corolario de ese pesimismo que· extrae Fraga, seg6n-el
cual el
Ensayo «no contiene· tantÓ una teoría de la sociedad como un pro
fun_do, magnifico, arrebatador freno. social» sea absolutamente illexacto.
No es, en absoluto, un canto fúnebre ante la calamidad de la. sociedad,
sino un reéhazo total, completo y absoluto del Jibetalismo y del socialismo
ante la única verdád del catolicismo.
Por último
hay qtle advertir el error en que incurre Fraga Itlbarne al
confundir a Monsefior Gaume con el sacerdote Gaduel. Por ello, de nin
gón modo, «al defenderse del violento ataque de Gaume, le contesta mo
destamente ... ». Esa respuesta que, según Fraga, Donoso· dirige .a Gaduel,
en
reali_dad es de una carta de· DonoSO a Gaume; y. la siguiente cita tam
poco es respuesta de Donoso a Gaduel, sino .a1 director de L 'Univet's.
Donoso Cortés tuVo el valor de entregarse totalmente .a Dios y seguir
le fielmente. Su conversi6ri religiosa fue .seguida de una conversión inte
lectual: .«encontr6 en el catolicis~Q una viSi6ri integral de la .vida», y
de ahí qi.Ie «'todas _las cuestiones las enfocara cfesde las altur_as cat61icas»,
como ha observado · Gabriel de_· Armas en su Dónoso Cortés. Esta fue su
grandeza.
Ese
dC!he ser ·e1 éjémplo ·a seguir;.....:.Hstanislao Cantero.'
1077
Fundaci\363n Speiro
ARNAUD IMATZ
de Edmund Schramm y de Dietmar W estemeyer, y sobre todo
los trabajos de Car! Schmitt y de Federico Suárez hubieron mos
trado la formidable penetración del espíritu donosiano y su in tensa actualidad, la atención sobre
él no se ha amortiguado. Para
convencerse de ello basta una mirada sobre su bibliografía. Con
la desdichada excepción· de Francia, la literatura abunda sobre
el autor y su obra. El insulto o el silencio fueron las armas favoritas
contra
Donoso
durante su vida y tras su muerte. El politólogo Car!
Schrnitt se preguota sobre el motivo del terrible odio cernido sobre este hombre bueno, indulgente y dulce: «No se trata de·
uoa hostilidad normal, propia de la lucha política» -escribe--.
«Esta aversión dice relación precisamente con la racionalidad
de· la 0idiosincrasia donosiana y se apoya en motivos más pro-
fundos, metafísicos».
.
Donoso
fue un hombre brillante
y admirado, un diplomático
fino y eficaz, un hombre de Estado seguro y hábil, un orador
elocuente, un escritor de pluma elegante y fácil; en
fin, un ca
tólico cuya vida posee valor de ejemplaridad. Era demasiado para
sus adversarios. No
podía:rr soportar
que uo tal hombre desa
fiara su pretensión· de poseer
el monopolio de la inteligencia y
de la interpretación del sentido de la historia. Hubieran preferi do que sus trágicas y
claras predicciones
fuesen las de un román
i:ico, las de uo autodidacta o las de uo primitivo. La voz de un
ermitaiío o de un monje no
habrían tenido,
probablemente,
nin
gún eco. Contra él, en cambio, la benévolá indulgencia no era
de recibo: era demasiado hábiLy tenía demasiado peso.
El pensamiento europeo dominante juzgó sus ideas superadas
y prefirió ignorarlas: Pero
_la historia
le dio en gran parte la ra
zón. No
cabe negar actualidad
a un
pensamiento que asesta un
golpe mortal a la filosofía progresista de la historia, pilar del
comunismo marxista.
No se puede negar el interés de una obra
que anuncia la venida
de _un despotismo gigantesco, obsesión hoy
de uo gran número
d<¡, pensadores
y gobernantes. Ni resulta
po
sible negar la presciencia de uo hombre .capaz de prever y de
anunciar, en pleno apogeo ·zarista, el papel de Rusia en
.la re-
1078
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES: POLITICO, FIWSOFO Y TEOWGO
volución comunista y el océano de sangre que sumergirá a Euro
pa durante
los cien
años que
siguieron a
la revolución de 1848.
Generalmente se presta atención al Donoso Cortés del últi
mo período (1847-1853 ); actitud lógica, puesto que es enton ces cuando su pensamiento alcanza plenitud y madurez. Es
-se
ñala su amigo Louis V euillot-«el término final del combate, la
victoria del cristiano sobre el filósofo, que alcanza así
la verda
dera filosofía». Pero no es menos cierto que Donoso no surge de
la
nada. Sin la lectura atenta de las obras que siguen a su con
versión no se comprenderá su actitud intelectual
definitiva, pero
los
que se limiten a ellas peligrarán de llegar a interpretaciones
falsas. Así, no pocas cuestiones
y• críticas se
han visto
mal for
muladas por no haber apreciado correctamente la
fase anterior
a 1847 ..
Recordemos
a grandes.
trazos la. vida
y la obra del-marqués
de Valdegamas. Juan Donoso Cortés nace el 6 de mayo de 1809,
-
en
plena Guerra de la Independencia, en un pueblecito de
Ex
tremadura.
Muere en París el
-3 de-mayo
de 1853. Durante los
cuarenta y cuatro años de su vida, España atraviesa una de las
mayores crisis de
la historia; No sufrió menos de veintitrés pro,
nunciamientos,
de los cuales veintidós serían liberales
progre
sistas.
Europa, por su parte, conoce una profunda evolución que
modificará su
fisonomía política,
económica y . social. Es la épo
ca de
una notable floración de teorías que marcarán los espíritus
durante más_ de un siglo·. Los estudios de Donoso son rápidos
y brillantes. En 1820
es enviado
¡ Salamanca, después a Cáceres, al acreditado colegio
de San Pedro. «Día
y noche, dirá su· padre, don Pedro, él es
tudiaba». En 1823
<:
Quintana, poeta
y político conocido
por sus opiniones liberales. Impregnado de las ideas filosóficas y
literarias del siglo
XVIII, el maestro le inicia en Rousseau, Con
dorcet
y Voltaire. La fol'lllación intelectual del futuro tradicio
nalista
es
liberal y
francófila, como
corresponde a
un muchacho
de clase media acomodada. Su formación será filosófica, histórica
y jurídica. A partir de
1824 se matricula en la Universidad de
Sevilla, donde
seguirá
1079
Fundaci\363n Speiro
ARNAUD IMATZ
los cursos de jurisprudencia durante cuatro años. A los diecinue
ve años, con todos los diplomas holgadamente adquiridos, es to
davía demasiado joven para ejercer la profesión de abogado. Acepta, así; con gusto, la invitación de la ciudad de Cáceres que
le ofrece una cátedra de Literatura. A
la. edad
de veinte
años
contrae
matrimonio con doña Teresa Carrasco, cuyo hermano ju
gará más tarde un importante papel politico bajo
el nombre de
Conde Santa Olalla. Una niña nace de su unión, pero
la pierden·
ensegnida. En 1835 la madre sigue a la hija. Donoso hace irrupción en
la vida pública con éxito. Profun
damente racionalista y liberal toma partido en la cuestión di nástica a
'favor de
la
reina María Cristina,
cuyo esposo enfermo
no pudo gobernar.
En una «Memoria sobre la Monarquía», di
rigida
alrey hacia
fines de 1832, trata de demostrar que los ene
migos del Trono no son los revolucionarios liberales, sino los
«fanáticos» tradicionalistas partidarios de Don Carlos. «Una Mo
narquía no
puede asentarse sobre las clases
más bajas
de la so
ciedad
-escribe!-'; es
preciso que se apoye en las clases inter
medias; cuando éstas no existen,
la sociedad perece a manos. del
despotismo oriental o en el abismo de una democracia tumul
·tuosa».
Liberal conservador, moderado, entre los revolucionarios y
los tradicionalistas, Donoso aspira a una
monarquía constitucional
que
.defienda y proteja los intereses de la clase media. Don Car
los se apoya sobre «la masa,
el populacho, la turba» despreciada
por los
hberales. Donoso
no puede as! consolidar la
monarquía
liberal
más que apoyándose en los partidarios de Isabel o de la
sucesión femenina,
los· liberales,
es decir, sobre una gran parte
de
la burguesía.
A
los 23
años, con
la «Memotia sobre la
Monarquía» pres
ta un gran servicio al liberalismo español. En agtadecimiento, el
rey le honra con una distinción especial, nombrándolé oficial del
Ministerio de Gracia y Justicia.· En el afio siguiente, 1834, Do
noso escribe sus «Consideraciones sobre la Diplomacia». Cree en
el liberalismo y
lo defiende
anatematizando a Don Carlos y sus
seguidores. En la «Ley electoral considerada en su fundamento y
1080
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES: POUTICO, FILOSOFO Y TEOWGO
en su relación con el espíritu de nuestras instituciones», incien
sa a Lutero el «regenerador, intérprete de la
razón humana»,
y
saluda al. «genio de la
magnífica Revolución
francesa». Pattidario
de la soberanía
de la inteligencia
y no de la del pueblo, legitima
la conducta de lo que él llama «monárquicos puros de la clase
media: las masas no s.e guían por principios sino por resentimien
tos e intereses
mati,riales; la
soberanía del pueblo es un bien en
tiempos de crisis,
pero enseguida llega la hora de los privilegiados
de la inteligencia, de las aristocracias legítimas». Es· su época de
completo
racionalismo, cuando
pronuncia en el
Aténeo de
Ma
drid sus notables «Lecciones de Derecho político» (1836-37).
Donoso posee ya un nombre y una posición.
En 1837, Donoso es elegido diputado por el distrito de Cá-
·•
diz.
Con ocasión de la discusión sobre el proyecto de Constitu
ción, redacta su libro «Principios sobre el proyecto de
Ley Fun
damental», Una primera
evolución se esboza. A partir de aquí,
el
acento recae
sobre la· familia real, depositaria de
la inteligen
cia social legada por los siglos
y sobre el carácter sacral . de la
monarquía. A los 29 años, Donoso deja tras de sí su etapa pu
ramente racionalista.
El año 1838 se señala por la publicación casi simultánea de
«España desde
1834» y
de «La Monarquía absoluta en
Espa
ña».
Donoso «vadla en la profesión
de
sus doctrinas
--escribe
Luis Veuillot- y las modifica hasta
reconocer no
sólo el co
imperio de la
razón y
de
la fe, sino la necesidad en que se en-
. cuentra la razón, si no quiere sueúmbir, de invocar en su so,.
corro la fe». Siempre en busca de un fundamento sólido para
la monarquía liberal con_stitucional, ha perdido,
sin embargo, la
fe en la razón, en la supremacía de la inteligencia. «La monar
quía absoluta
-explica en
el segundo de esos libros- no ha de
bido desaparecer y no ha desaparecido
poi,que sea
una forma
· de
gobierno
condenada. por la razón en toda época histórica, sino
porque, apropiada a la sociedad de ayer, no lo
es ya
a la de
hoy
día: ..
La Monarquía constitucional ha tenido que
ser y
ha
sido su heredera, no porque
es la mejor de todas las posibles, no
porque es
el último escalón del entendimiento humano, sino por-
1081
Fundaci\363n Speiro
ARNAUDIMATZ
que es la forma apropiada a la sociedad en que vivimos y al
· grado
de civilización alcanzado por los pueblos».
En nombre de la razón Donoso había entonado
un. himno
a
la Revolución francesa; ahora no es para él más que
el último
«descarrío de la razón humana»'. Poco a poco se aparta de las
fuerzas liberales. La fosa se hará muy pronto abismo. En 1839
publica sus
articulo_s sobre
la
filosofía de
la historia de Juan
Bautisra Vico, sobre el cristianismo
y sobre la cuestión de Orien
te. Eminencia gris
·de la
política española, redacta
el manifiesto
que, en 1840,
la reina madre María Cristina dirige desde París ·
a
la nación española. El mismo año escribe «Sobre la incompe
tencia del Gobierno
y de las Cortes' para examinar y juzgar la
conducta de Su Majestad la reina madre en su calidad de tu
tora y curadora de sus augustas hijas». Es ya el teórico del par
tido moderado,
el hombre !ea] en quien la reina madre deposita
toda su confianza durante su larga estancia en Francia, entre 1840 y 1843. Se ve colmado de honores
y de prestigio. El go
bierno fracés le otorga las insignias de
gtan oficial
de la Legión
de Honor (1843). A finales de 1843 es profesor de la joven
reina Isabel. Ministro plenipotenciario en París
cerca de la reina
madre María Cristina, es condecorado en 1844 con la Gran Cruz
de Isabel la Católica. Honrado con el
titulo de Marqués de V al
degamas, es nombrado secretario particular de la reina Isabel. Por cuarta vez es elegido diputado a Cortes.
Otras dos memorias ven luz pública en 1843: «Exposición
a Su Majestad la reina Isabel II sobre
la. prioridad
de la historia
en sus estudios» e «Historia de la Regencia de María Cristina»
..
Donoso
no defiende
ya; la
monarquía
de la clase media sino aque
lla que se
encarga de
los intereses comunes o colectivos. No hay
otra forma de gobierno posible que aquella que reúne los prin
cipios constitutivos de la nación española: monárquica, religiosa
y democrática. Espíritu ecléctico, piensa todavía en liberal
Y. pro
cura
conciliar lo que es inconciliable. Pero. ya no es como antes
hombre de su siglo, portavoz de la sociedad en que vive. Al con
trario, se siente diferente, fuera de su época, presto a aceptar la
incomprensión y la hostilidad de que en lo sucesivo
será objeto.
1082
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
«Yo no ignoro -se lee en la historia de la Regencia- que la
generación ·
actual, alimentada en
el
seno de
la revolución,
afir
ma
cuanto
yo niego y niega lo que yo
afirmo. Sé
que. admite
y proclama
como algo
fuera, de duda el principio de la perfecti
bilidad
indefinida de la sociedad y del hombre, cuando yo sos
tengo que
es comprobable que la humanidad es idéntica a sí mis
ma en el decurso de los tiempos. . . Sé aún más: que las ideas
que procuro combatir como falsas y peligrosas
-,o como ab
surdas- progresan y vencen con triunfo todos
lo.s obstáculos».
Si
se
exceptúan algunos
discursos
menores como
«El Culto
y el Clero» o «Las bodas reales», entre 1845
y 18.47, Donoso ·
no escribe nada que merezca mencionarse. ·Estos dos oscuros años
preceden a la profunda crisis de 1847-48 que culminará en su
conversión. Nombrado Miembro del Consejo
Real y
Gentilhom
bre de Cámara en ejercicio, dimitirá de pronto del cargo de Se
cretario particular de la reina y cae
en desgracia.
Su
conversión no fue fruto
de una iluminación súbita sino
resultado de un lento itinerario. Han de recordarse sus propias
palabras a Alheric de Blanche Raffin: «Siempre
fui creyente en el
fondo más íntimo
de mi alma, pero mi. fe .era estéril porque no
gobernaba mi pensamiento, ni inspiraba mis palabras ni
dirigia
mis
acciones». Educado católicamente, no
había nunca
renuncia
do
a. su fe a pesar de las enormes contradicciones que se daban
entre lo que teóricamente creía y lo que en la práctica hacía.
«Llegado a
.la mitad
de mi
vida--declaraba al
.Conde Bois-le
Compte--las
lecturas de obras francesas, que siguieron para
mi
a las de autores latinos, me hicieron perder mis convicciones
cristianas. Sin
embargo, velé
sobre mí con severidad y conservé
unas costumbres limpias».
Dos
rasgos dominan
su personalidad: un sentimiento agudo
de la belleza moral y una gran ternura. La primera le lleva
a
admirar el catolicismo; la segunda, a amarlo; En París conoce
ría a un hombre, cuya vida le impresiona. Pero el acontecimiento
decisivo que cambiaría
raµicalmente su
vida .es la agonía
y la
muerte de su hermano Pedro, y no, como se ha dicho muchas
veces,
la revolución de 1848. Le, afirma él mismo en una carta
1083
Fundaci\363n Speiro
ARNAUD IMATZ
de 28 de julio de 1849 dirigida al Marqués de Raffin: «El mis
terio
. de
mi conversión (porque toda conversión es un misterio)
es un misterio de ternura. Yo no lo amaba, y
Dios· quiso
que
lo amase,
y lo amo; y porque lo amo me he convertido».
En el momento de su conversión, a principios del verano de
1847, Donoso cuenta treinta y ocho años, edad en que se tiene
una clara
consciencia de las decisiones y de los actos. El verda
dero viraje se sitúa
poco después del «Discurso sobre las rela
ciones de España con las otras potencias» (marzo de 1847), en
el que designa a Rusia, a Estados Unidos
y a Inglaterra como
los únicos
protagonistas de
.la política
internacional. Los artícu
los sobre las reformas de
Pío IX,
publicados en
El Faro son ya
las primeras
manifestaciones de sus convicciones. Será desde aquí
un
católico consecuente.
En los «Esbozos históricos», estudio más teológico que
his
tórico, publicado a fines -de 1847, se encuentran ya los elemen-
. tos
que habrían de servirle para escribir el «Ensayo sobre
.el ca
tolicismo,
el liberalismo y el socialismo». Trata en
él de la crea
ción, de la familia, del peeado, de la libertad y de la gracia, de
la
caridad,. de la sociedad, de la teoría del progreso, etc. El paso
decisivo está dado. Este le llevará a una concepción total del catolicismo que.
supera la
disociación entre lo temporal
y lo so
brenatural. Donoso no variará ya: sus escritos
adquieren así una
unidad
y homogeneidad que no tenían hasta ahora.
Fuera del «Discurso sobre la
Biblia» y
de un
artículo sobre
«Los sucesos
de Roma», 1848 es un afio poco fecundo. Precede,
sin embargo, a una irrupción tumultuosa en la escena europea,
dado que el 4 de enero
de· 1849
va a pronunciar el célebre «Dis
curso sobre la dictadura». En España, y sobre
todo en
elextran
jero, el éxito de esta notable
pieza oratoria
es
inmediato. Donoso
combate
las opiniones que había defendido hasta entonces y lan
za
afirmaciones escandalosas
para los adoradores del progreso.
·
La
revolución de francia.de 1848
y la de Roma tuvieron en ello
gran parte. No
más vacilaciones ~ ingeniosas sutilezas para con
ciliar lo imposible. Donoso niega el supuesto fundamental del
liberalismo, «todo para y por la libertad». Sostiene, antes bien,
1084
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
que la libertad se ba acabado, que la lucha no es entre la liber
tad
y -la tiranía, sino entre la dictadura que viene de arriba y
la que viene de abajo, entre la. dictadura de la revolución y la de
la autoridad __ Desarrolla el impresionante y famoso paralelo . en
tre los dos frenos: «No bay, señores, más que dos represiones
posibles: una interior, otra exterior;
la· represión
r_eligiosa y
la
represión política. So.n de tal natualeza que, cuando el termó
metro religioso se eleva, el de la represión baja, y que, recípro
camente, cuando el termómetro .religioso baja, el político, la re
presión política,
la tiranía, sube. Es una ley de la humanidad,
una ley de
la historia».
Evidentemente, no se trata de una simple defensa de la dic
tadura: nadie escogería arrodillarse ante la dictadura si pudiera abrazar
la libertad. Pero la cuestión no está ahí. No se trata de
escoger entre
la. libertad
y la dictadura, sino entre dos dictadu
ras.
«El fundamento de todos vuestros errores consiste en igno
rar
la direcCÍÓ¡J. en que se mueven la civilización y el mundo ...
El mundo camina con rapidez hacia la instauración de un despo
tismo, del más gigantesco
y destructor que los hombres hayan
conocido». A medida que la religión se debilita en los hombres, el
wder del
Estado crece
sobre ellos.
«Están preparados los ca
minos pa_ra un tirano gigantesco, colosal, universal, inmenso:
todo está dispuesto para él».
Si se
quiere conciliar orden y libertad no hay otro camino
que
la represión: o la represión religiosa o la represión política,
Sólo
los pueblos profundamente
religiosos son
los auténticamen
te libres; cuanto mayor es
la conciencia religiosa más grande es
la libertad. Donoso ha llegado a esta
convicción fras una real
comprensión del dogma católico del pecado original: la natura
leza humana no es
ni buena ni perversa, sino solamente caída.
El 6 de noviembre de 1848
el Marqués de Valdegamas es
nombrado embajador extraordinario y ministro plenipotenciario de España
en. Berlín. En
febrero de 1849 deja Madrid vía
París
para asumir sus
.funciones. No volverá a España
hasta noviembre·
del
mismo año. Ya célebre, el
«Discurso sobre la dictadura» se
traduce
y publica en El Universo y en varios diarios berlineses.
1085
Fundaci\363n Speiro
ARNAUD IMATZ
Es también objeto de numerosos comrotarios y críticas en la preo
sa europea. Una ·vez en Berlín, Donoso intercambia una amplia
correspondencia con su amigo, embajador de Prusia en ·Madrid,
el · Conde
de Raczynski. Dos cartas dirigidas al Conde
, de
Mon
talembert -el 26 de mayo y
el 4 de junio-y otra enviada el
16 de julio de 1849 a los redactores de El
Pais y
el El Heraldo,
merecen una atenci6n particular. El diplomático se explica en
ellas sobre su pretendido manique!smo: «Si la victoria natural
del mal sobre el bien bastase para constituir maniqueísmo,
la
Iglesia serla maniquea, ya que la Iglesia, los libros sagrados y
todos los doctores proclaman con unanimidad que el bien no
puede triunfar del
mal si no es por un milagro ... Habría mani
queísmo si yo hubiera otorgado a los estragos del mal una
exis
tencia
independiente
de la voluntad de Dios ... Nunca tal
blasfe
mia
estuvo en mi coraz6n ni vino a mis labios ... Estoy tan ·lejos
de creer en el triunfo irremisible del mal que he escrito precisa
mente lo contrario ... Lo que he dicho es que elmal triunfa
natu
ralmente
sobre
el bien, y .esto no es sólo una proposici6n cierta,
sino también una proposición consagrada por la doctrina
cató
lica
... Por lo demás, afirmando por un lado el triunfo natural del
mal sobre el bien, y de otro
el triunfo sobrenatural de Dios so
bre el mal, no hago. sino reducir a una
fórmula concisa
los
gran
des principios del catolicismo, fundado enteramente sobre la om
nipotencia divina y la fragilidad humana ... He aquí
tod~ mi
doc
trina: el triunfo natural del mal sobre el bien y el triunfo sobre
natural de Dios sobre el mal. En esto se encuentra la condena de todos los sistemas progresistas mediante los cuales los modernos filósofos, falsarios de profesión, adormecen
a los
pueblos,
esos niños -que _no salen jamás de la infancia».
Guardémonos de conclusiones precipitadas. Donoso no es un
fatalista, ni
~n resignado o un vencido, ni un desertor de la
lucha. Lo que en realidad
ha perdido es la fe en la filosofía pro
gresista de la historia, en el optimismo de los sistemas que pre conizan a los hombres venideras felicidades,
la sociedad paradi
síaca hada
la que conduce la historia de la humanidad. Ha per
dido la
fe en el hombre porque ha encontrado la fe en Dios. « Y
1086
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
que no se me arguya que, si la derrota es cierta, Ia lucha será inú
til -añade en su carta del 26 de mayo a Montalembert-. En
primer lugar,
la lucha puede atenuar, suavizar la catástrofe y, en
segundo, para quienes tenemos a gloria ser católicos, la lucha
es el cumplimiento de un deber y no el resultado de un cálcu-
·
lo.
Agradezcamos a Dios el habemos otorgado el combate, y no
pidamos, sobre este favor, la
gracia del
triunfo a Aquel cuya in
finita bondad reserva a
quien~s combaten
generosamente por su
causa una recompensa biell superior y distinta que la victoria
de aquí abajo». Lo que puede salvar al hombre no es una doctri
na meramente humana; es una doctrina divina. Tal es el «pesi
mismo trágico» del Marqués de Valdegamas.
·
De
nuevo, en 1850, Donoso.,
atrae sobre
sí la atención de
España y de Europa. El 30 de enero pronunciaba su «Discurso sobre la situación general de Europa». Inmediatamente traduci
do, este discurso se publica en los diarios alemanes, belgas, fran
ceses e italianos.' Incluso será editado en París en forma de libro
con tirada de más
de catorce mil ejemplares.
Cumbre
de la elocuencia donosiana, el «Discurso sobre Euro
pa»
contiene una
crítica acerba del economicismo. En él se en
cuentra la extraña profecía según la cual la revolución se producirá
en San Petersburgo y no
en Londres.
Donoso niega que los ver
daderos hombres de Estado, los fundadores de imperios, de na ciones, de civilizaciones, los «inmortales de la historia»,
s.e ha
yan
nunca apoyado sobre
la verdad económica. «Todos funda
ron las naciones sobre la base de
la. verdad
social, de la verdad
religiosa ... Lo que no significa -porque preveo las objeciones
que, en mi opinión, los gobiernos deban despreciar las cuestiones
económicas,
· que
los pueblos deban ser mal administrados: no
estoy tan falto de razón y de
corazón como
para llegar a seme
jante extravagancia. No digo eso, pero digo que cada cuestión debe ser colocada en su rango' y que el rango de
esas cuestiones
es
el tercero o el cuart~, y no el primero: esto es lo que afir
mo». Dando la primacía a
las cuestiones
económicas,
el socialis
mo, ese vástago de la civilización filosófica, se sitúa inexorable
mente en primer plano. «Contra la revolución y
el socialismo no
1087
Fundaci\363n Speiro
. ARNAUD IMATZ
hay más que un remedio raclicaFy soberano: el catolicismo, úni
ca doctrina que es su contradicción absoluta».
La auténtica causa del grave mal que sufre
Europa «es
que
la idea de autoridad divina y de autoridad humana han desapare
cido».
Y para este mal no está el remedio en reformas económi
cas,
ni en la sustitución de un gobierno por otro. El mal no está
en los gobiernos, sino en los gobernados. Sin. espíritu cristiano
de caridad y de amor fraterno todo sistema, toda teoría, está
condenada al fracaso. Oigamos sus palabras premonitorias· sobre Rusia: «No es mi
opinión,
sin embargo, que Europa no tenga nada que temer de
Rusia, sino que· creo todo 1(} contrario; pero, para que Rusia
acepte una guerra general, para que se apodere de Europa, son
ptecisos antes tres acontecimientos que voy a decir, los· cuales,
observadlo, no son solamente posibles, sino probables. Es nece
sario, ante todo, que la revolución,
tras haber
disuelto
la socie
dad, disuelva los ejércitos permanentes. En segundo lugar, que
el
socialismo, despojando a los propietarios, extinga el patriotismo;
porque un propietario despojado no es ni puede ser patriota ...
En tercer lugar, habrá de realizarse la confederación poderosa de todos los pueblos eslavos bajo la
.influencia y el protectorado de
Rusia. . . Pues bien, cuando la revolución haya destruido en Euro
pa los ejércitos permanentes, cuando
las revoluciones
socialistas
hayan extinguido
el patriotismo, cuando en el oriente de Europa
se haya realizado la gran federación, de pueblos eslavos, cuando
en Occidente no haya más que dos
tjércitos, el de los espoliados
y el de los espoliadores, entonces habrá sonado
la hora
de Rusia,
entonces Rusia
podrá pasearse
tranquilamente, arma al hombro,
por Europa: entonces
el mundo asistirá al más grande castigo
que haya registrado la historia ... Por lo demás, señores, la Rusia,
situada eu medió de una Europa conquistada y prosternada a sus
pies, absorberá
por. todos
sus poros el veneno que Europa ha
bebido y que la mata, y no tardará en caer, también
ella, en
pu
trefacción». Lo que se hace se deshará. Las naciones que tienen
en sus manos
el destino de Europa y del mundo declinarán, a su
vez:
sic transit gloria mundi. Sólci' permanece la gloria de Dios.
1088.
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES, POUTICO, FILOSOFO Y TEOWGO
Pretendiendo construir sistemas al margen o en contra del
orden divino, los hombres
desencadenan por
sí mismos
las ca
tástrofes. Tal es
la tesis de Donoso. Ella tomará cuerpo, setenta
años más tarde en Rusia, con el advenimiento. del comunismo, que es, en
la mente del Marqués de Valdegamas, la regresión de
. la
sociedad al gigantesco despotismo oriental, a
la tiranía abso
luta, al caos máximo,
la catástrofe mayor. «Me parece evidente
-escribe
en su
carta del
19 de junio de 1852 a S. E. el Cardenal
Fornari- que el comunismo, por su
parte, procede
de herejías
panteístas y de aquellas otras que les
están emparentadas.
Cuan
do todo es Dios y Dios es todo, Dios es
ante todo
democracia y
multitud; los individuos, átomos divinos y sólo eso, brotan del
todo que los engendra perpetuamente
¡,ata entrar en el todo que
perpetuamente los absorbe.
En este sistema, lo que no es el todo
no es .Dios, aunque
participe de la divinidad, y lo que no es Dios
nada es, porque nada
hay fuera de Dios que es el todo. De aquí
el soberano desprecio de los comunistas hacia el hombre y su in
solente negación de
la libertad humana; de ahí esas inmensas
aspiraciones a
la dominación universal mediante la fututa dema
gogia
que se extenderá por. todos los
continentes y
hasta los úl
timos
lúnites de la tierra. De ahí esos proyectos de una locura
furiosa que
pretenden mezclar
y confundir todas las famillaa, to
.das las clases, los pueblos, las razas de hombres para machacar
los juntos en el gran mortero de
la revolución, para que de este
siniestro y sangriento caos salga un día el Dios único, vencedor
de todo lo que es particular, el Dios
eterno· sin
comienzo ni fin,
vencedor de todo lo que nace y pasa, el Dios demagogia anun
ciado por los últimos profetas, astro único del firmamento futu
ro que
aparecerá traído por la tempestad, coronado de relámpa
gos y
setvido por
los· hutacanes. La demagogia es el gran Todo,
el Verdadero Dios, Dios armado de un solo atributo, la omnipo
tencia,
Y. desposeído
de
la bondad, de la misericordia, del amor,
esas
tres grandes debilidades del Dios católico. En estos rasgos,
¿quién no reconocerá el dios del orgullo,
·a Lucifer?».
Criticado,
tachado por «sus visiones catastróficas y apocalíp
ticas», Donoso,
itritado, .responde
el 11 de abril de 1850, en una
1089
Fundaci\363n Speiro
ARNAUD IMATZ
carta a su amigo LouisVeuillot: «Debo protestar y protesto· con
tra este papel de visionario que se me quiere atribuir. Yo no
he anunciado la catástrofe final del mundo; he dicho simplemente en alta voz lo que todo
el mundo
dice en
voz baja;
he dicho: las
cosas van. mal, si siguen este camino llegaremos a· un. cataclis.:
mo. El hombre podrá salvarse -¿quién lo duda?-, pero a con
dición de quererlo; me parece, sin embargo, que no lo quiere.
Y si no quiere salvarse, creo que Dios no lo salvará a pesar
suyo».
Adelantándose, Donoso percibe el peligro del clero progre
sista, para el cual la Iglesia debe ceder a los riempos y las cir
cunstancias. «Estoy aterrado, os lo
co~eso francamente --'con
fía
al Duque de Valmy en una carta de 9 de julio de 1850-
del camino por
el que se lanza un cierto sector del clero francés ..
Bajo pretexto de no querer
ha= a
la Iglesia solidaria de un par
rido o
de una
forma
de gobierno, se pretende lanzarla a un terre
no
de aventuras. ¿Cómo no ven estos desdichados que tal camino
conduce necesariamente
a una
catástrofe? Nuestro Señor ha ame
nazado con desconocer en el Cielo a quien se avergüence de con
fesarlo en la rierra. ¿Cómo estos clérigos de que hablo no ven
que, aconsejando a la Iglesia que reniegue de sus leales, que se
avergüence
de sus amigos, le aconsejan cometer el gran pecado
de la
vergüenza pusilámine
y de la ingraritud? Puede ser este
el consejo de la prudencia humana, pero la prudencia humana
es
a
menudo
tan despreciable
como imprudente». Según la Escri
tura, Dios vomitará a los tibios. Dios es infinitamente misericor
dioso, pero también infinitamente justo. La suprema caridad cris
tiana supone una advertencia: el que transige en materia de ho
nor o de fe es un hombre sin honor y sin fe.
El «Discurso sobre
la situación de España», del 30 de di
ciembre de 1850, señala la ruptura con
el partido modterado, del
que
había sido brillante teórico. Se trata de una terrible diatriba
contra el oportunismo
y la corrupción· de la clase media y sus
representantés. En-él se encuentra también una crítica mordaz
contra la «centralizaci6n apoplética» de la prensa y del periodis
mo en manos de los ricos,
y de la confiscaci6n de la libertad por
1090·
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
los partidos. «Gobernar no es ser servido sino servir; no' es dis
frutar: es remar y vivir y morir con la mano en el remo ... El
orden material nada es sin el orden moral... En vano los
filó
sofos se agotan en_ teorías, en vano se agitan los socialistas: sin
la limosna, sin la caridad no hay ni puede haber distribución
equitativa de la
riqueza. Dios
sólo puede resolver este problema,
que es el problema de la humanidad y de la historia». Y, conclu
ye: «Yo no sé, señores, si estaré solo~ es posible; pero.--aun solo,
totalmente solo, mi conciencia me dice que mi posición es fuer
te, no porque yo lo sea, no por
lo que soy, sino por lo que re
presento. No represento sólo a los dos o trescientos electores de
distrito -¿qué es un distrito ... ?-. No represento a la nación
-¿qué es
la nación
española, o
cualquier otra,
considerada en
una sola generación o en un solo día
de elecciones generales?-.
Nada.
Yo represento algo más
grande, mucho
más grande: repre
sento la tradición por la que las naciones son lo que son
a través
de
los siglos. Si
mi voz posee alguna_ autoridad, no es, señores,
porque sea mía, sino porque es la voz de vuestros padres. Vues
tros votos son para mí indiferentes, no me dirijo a vuestras_ vo
luntades que votan, sino a vuestras conciencias que juzgan». Nin
gún ministro se atrevió a refutar. este terrible discurso.
Donoso sabe que la sociedad es siempre precaria, que una
amenaza permanente de dislocación
y de disgregación pesa sobre
ella. Sabe que las naciones no se salvan por
la admiración suce0
siva hacia hombres, sino por su fidelidad a los principios. Sabe
en qué grado es grande la responsabilidad de las clases dominan
tes y
en alza. La burguesía, «clase discutidora», le parece inca
paz
.de hacer
frente a una época de luchas sociales
.. Las
clases me
dias, «gangrenadas hasta la médula de sus huesos», no tienen más
que «aclamaciones y aplausos para cuantos
dispon.en de
fuerza».
Las clases acomodadas «despiertan la envidia y los instintos re
volucionarios de las clases necesitadas» por su «egoísmo insolen
te y criminal». Sólo el
pueblo, cuyo
«mal no es tan desesperado»;
le parece sujeto de esperanza.
Tal es el sentido
ddla carta
de
31 de
agosto de
1850 a
Mon
señor Gaume, protonotario apostólico,
y más aón la de 26 de
1091
Fundaci\363n Speiro
ARNAUD IMATZ
noviembre de 1851 a S. M. la reína madre. María Cristina. «La
cuestión.· estriba en distribuir convenientemente la riqueza, que está mal distribuida. He ahí,
Señora, la
única cuestión que agita
hoy al mundo. Si los gobernantes no resuelven
el problema, la
reso]verá
.el socialismo entrando
a saco en las naciones. Este
pro
~ema
no
puede hoy resolverse pacíficamente más que de una
sola manera. Es preciso que la riqueza acumulada por un egoís
mo gigantesco sea distribuida en grandes limosnas».
Las «grandes limosnas» preconizadas por Donoso Cortés no
son un simple acto de caridad, sino acto de justicia. «No estoy
tan falto de
razón como
para
dar a mi propuesta una importan
cia que no tiene». La caridad no
podrá· permanecer estrictamen
te interindividual; el poder debe intervenir sin
tardanza. Gran
des
limosnas por {)arte del Trono
serán el
primer ejemplo, «el
punto
.de partida
para una completa restaura.ción del espíritu del
catolicismo en
la legislación económica y política». Porque «es
preciso cambiar todo y no dejar piedra sobre piedra de la Revo
lución ... , hecha en definitiva por los
ricos y
para los ricos, con
tra los 1:eyes y contra los pobres».
Soluciones irrisorias ante la amplitud, la
gravedad y
la ur
gencia de la cuestión social del siglo
XIX, se dirá. Utopía su afir
mación de la necesidad de una profunda reforma moral, única
capaz de
salvar a los pueblos cuyas costumbres se
han pervertido.
Pero, ¿no es mayor utopía esperar de una simple modificadón de •
las instituciones. politicas, de una transformación de las estruc
turas económicas o
de la victoria de un partido o de una clase
el advenimiento de una comunidad en que toda contradicción
ha
ya desaparecido? Sin duda Donoso no es sino un precursor de los
doctrinarios del «catolicismo
social», pero
posee, al menos, el
gran mérito de obrar y no solamente predicar
.. Distribuyendo
ge
nerosamente entre los indigentes la mayor parte de sus emolu mentos, predicaba con el ejemplo. La verdadera pobreza no con
siste en no poseer nada sino
.en vivir
desprendido de las cosas.
Las Hermanitas de los Pobres no tuvieron servidor
más entre
gado
y caritativo. Sin duda cabe
afirmar que durante los
últimos
años de su vida sus hechos priman sobre sus escritos.
1092
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES: POUTICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
Después del «Discurso sobre la situación de España», el Mar,
qués
de V aldegamas muestra un cierto cansancio hacia la politi
ca. Decepcionado
de la ineficacia de los métodos políticos para
resolver los verdaderos problemas, no renuncia
sin embargo a la
acción, Su objetivo será desde ahora la
· sociedad.
A partir de
1847 y hasta su muerte, la esencia de sus publicaciones se centra
en el lazo entre lo humano y lo supra-humano, entre lo natural
y lo sobrenatural. Para Donoso, la acción que Dios ejerce por su
Providencia en la historia temporal es paralela a la que realiza
por su gracia en el corazón del hombre.
En último término todo se reduce a la lucha entre Dios y el
poder de las tinieblas, entre la gracia
y el pecado, la verdad y la
mentira, el bien y el
mal ... , la Ciudad de Dios y la Ciudad del
Mundo. Posee, según la expresión feliz de Jules Chaix, «el sen
tido de la intrínseca relación, de la interdependencia de todos los
problemas,
de lo que hay en el catolicismo no de totalitarismo
sino de universal». Ahi radica su pensamiento
profundo,' que
ma
nifiesta a iu amigo
Y, disdpulo
Tejado poco después de la pu
blicación del «Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el so- ,
cialismo». «He propugnado ante todo -dice-- restablecer
ell
la sociedad el imperio de las verdades católicas y colocar el orden moral bajo la tutela y protección de la Iglesia; he preten
dido que su espíritu vivificador y sus
fecundas enseñanzas pue
dan penetrar los espíritus, los corazones, las costumbres y los go
biernos de las sociedades».
No es posible condensar en pocas
páginas el
pensamiento
do,
nosiano
tal y como se expresa entre 1847 y 1853. Menos aún se
podría encerrar
en unas líneas toda la riqueza de una obra tan
llena de matices y de sugerencias como
·su «Ensayo
sobre el ca
tolicismo,
el hoeralismo y el socialismo». Por encima de toda
otra consideración, la idea fundamental es que un mundo al mar
gen de
Dios es metafísicamente imposible,· que «toda gran cues
tión política y hnmana supone una gran cuestión teológica». El
«Ensayo» constituye
un desafío a todas las ideas de moda,
a todas las teorías y sistemas optimistas elaborados desde comien
zos de
siglo,
una oposición
resuelta
y consciente
a
la mentalidad
1093
Fundaci\363n Speiro
ARNAUD IMATZ
dominante. No es la obra de un· te6logo sino de un «combatien
te» que, por deber, se sitúa deliberadamente frente a todo el
pensamiento de su -época, consciente de 'que no -será oído, ,ni me
nos escuchado. Así, mientras que la fe ilimitada en la ciencia, en
la
. razón,
en la humanidad,
· en el ideal del progreso son los pos
tnlados que. proclama la filosofía europea, mientras que la muer te del cristianismo se considera un hecho, Donoso
expone de nue
vo
los
principios sobre
los cuales la sociedad se ha edificado des
de la Redención, es decir, las doctrinas que la Iglesia enseña
desde hace siglos. Donoso juzga las ideas dominantes, las com
para con la doctrina católica
y demuestra su radical ineficacia para
resolver
fos problemas
vitales que se plantean al hombres desde
siempre. El
Marqués de
V aldegamas contempla al mundo dividido en
dos civilizaciones, la del catolicismo y la del filosofismo, entre
las cuales media un abismo
infranqueable. Una
y otra se oponen
radicalmente, se combaten sin tregua. Niega Donoso en su con
junto los sistemas racionalistas que se apoyan en el principio de
que
la razón
es independiente de Dios y que todas las cosas en
tran en su competencia. A la inversa de la-teoría católica, dice,
«las
reorías racionalistas
condenan toda reforma
moral del· hom
bre
como inútil e insensata». Del
liberalismo -afirmación
dog
mática de
la independencia absoluta de la razón individual
y so
cial-, denuncia, no sólo su inviabilidal práctica, sino sus con~
tradicciones
teóricas insm¡dables... «La escuela liberal no dice
11unca yo a:fitrno o yo niego, sino sólo yo distingo. El supremo
interés de esta escuela estriba en que no llegue jamás el
día de
las negaciones radicales
ni. de
las
afirmaciones soberanas; y
por
ello mediante la
· discusión
oonfunde todas las nociones y
propa
ga
el escepticismo». La esencia del liberalismo es negociar, dis
cutir. Al igual que dicute
y transige sobre cada punto el detalle
de la
política, querría
diluir
la verdad metafísica en la discu
sión.· Si
los
liberales se
limitan a
relegar· a
Dios en el cielo como
algo inútil que se exila o que se arrincona, · los socialistas, más
oonsecuentes, lo niegan sin másc Por ello, Donoso desprecia a
1094
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOLOGO
los liberales al paso que respeta al socialisll!O como el enemigo
mortal en el
.que reconoce
una grandeza diabólica.
El liberalismo no es sino una solución bastarda que no
adora,
bajo
el nombre de orden, más que el equilibrio estático de po
deres convenientemente dosificados. «Si la sociedad está sana
y
bien conformada, su constitución será lo bastante fuerte como
para soportar impunemente todas las formas posibles de
gobier,
no;
si no es capaz de ,sufrirlas es que está débil
p enferma.
El
mal no puede ser concebido sino como un vicio orgánico de la so
ciedad .o como un vicio constitucional de la naturaleza humana;
para hacerlo desaparecer no es la forma de
gobierno sino
el or
ganismo social lo que ha de cambiarse»
..
Dicho
de otro modo
--<:omenta Jules Chaix-, o la aliena
ción
del hombre proviene de un
.vicio inherente
a la organización
social o resulta de una perversión
originaria de
su voluntad de
la que
no. son
más que reflejo
los desórdenes.
sociales, las
con
tradicciones
económicas
y los conflictos políticos. «Entre socia
listas y católicos,
afuma Donoso,
no hay más que esta diferen
cia: los segundos afuman la maldad del hombre
y su redención
por Dios; los primeros
sostienen la
maldad del hombre y su
re
dención
por el hombre mismo». Para
el socialista el mal desapa
recerá en cuanto se resuelva la cuestión social. Para. el católico
no puede desaparecer más que por una intervención sobrenatural. Para los unos hay que obrar en orden a fundar una verdadera
comunidad sin conflictos de clase. Para
los otros
la comunidad
debe
re-crearse ordenándola
a Dios; la voluntad del hombre
debe ser enderezada, orientada hacia su principio y su fin. Com
parados con los problemas
socia:les y
religiosos, las cuestiones
de instituciones políticas y de gobierno nada significan. He
aquí
por
qué el debate
verdadero, trágico,
la lucha final, va a diri
mirse entre el catolicismo y
el socialismo ateo.
Las mejores páginas del «Ensayo», las más grandiosas, se
pierden a menudo en prolijas digresiones teológicas.
· Los
ata
ques principales se dirigen contra Proudhon, que no es un
«so
cialista científico». El
estilo
literario nos
parece hoy un tanto
retórico y
enfático, pero,
a pesar de sus defectos, la fuerza de
1095
Fundaci\363n Speiro
ARNAUD IMATZ
la obra es considerable. La ilusión del siglo XIX residía en la
asociación del progreso de la técnica con el de la. libertad y la
perfección moral de la humanidad, en la creación de un concep
to uniforme de progreso. Donoso ve
lo esencial y lo proclama:
la seudo-religión de la Humanidad absoluta es la iniciación de
un camino que conduce al terror inhumano. Se trata, señala .Car!
Schmitt, de una conclusión nueva, mucho más profunda que las
numerosas sentencias que de Maistre, continuador del siglo
xvm,
formula sobre la revolución y la guerra.
El «Ensayo» se
redact~ en la primavera y en el comienzo
del verano de 1850. El 7 de agosto, terminado el manuscrito, es
enviado
a Louis Veuillot Encierra, según
el autor, los princi,
pios
generales que
servirían de partida
para una obra ulterior
más ambiciosa. Traducido enseguida al francés, el texto es so
metido a revisión. Las observaciones, sugerencias y correcciones
.hechas son seguidas al pie de la letra. En fin, en marzo de 1851,
Donoso, que acaba de ser nombrado ministro plenipotenciario de
España en París, está en constante relación con
el editor fran
cés. El 18 de
junio, pocos días
después de su aparición en Ma
drid, el «Ensayo» se publica en París. El efecto es
.clamoroso.
Diarios
como la
Gazette de France, Le Messager, La Patrie,
L'Ordre,
L'Univers
o Le Messager de l'Assamblée hablan de él
con elogio; otros se hacen eco. Otras ediciones ven
la luz pública
en
Alemania y en Italia. Una traducción italiana,
realizada sobre
la traducción francesa, aparece en 1852 en Foligno, en los Es'
tados
romanos, con
la doble autoridad del Obispo de la ciudad·
y del Santo Oficio. Aparece con notas destinadas a prevenir las falsas interpretaciones a que pasajes, tomados aisladamente,
po
drían dar lugar.
Aplaudido y alabado, el «Ensayo» se ve también atacado y
objetado. Como podría esperarse, se encienden polémicas apa
sionadas. A los ojos de sus adversarios, Donoso es el más radi
cal de los contra~revolucionaiios·, . uh, reáccionatio exaltado, un
conservador de fanatismo medieval,. un oscurantista, un medio
loco, un representante de la barbarie del Medievo. En la Revue
des Deux Mondes,
Albert de Broglie sostiene que Don9so idolatra
1096
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES: POLITICO, FILOSOFO Y TEOWGO
la Edad Media y aconseja a la Iglesia una dominación universal
y abso1uta. El 15 de noviembre de 1852, en una carta inédita,
el incriminado· se explica: «Lo que yo admiro en la Edad Media
es
únicamente la
creación
de la
Iglesia... La Edad
Media, aun
en
medio de una gran confusión histórica, estaba
dominada por
el
principio católico, en tanto que
las sociedades modernas, en
medio de un orden material, están dominadas por
el espíritu re
volucionario. No se trata
aquí ...
de la cuestión de si la suprema
cía corresponde al sacerdocio o al imperio; se trata de saber si
es conveniente o no para la
sociedad civil
el recibir de
la Iglesia
los grandes principios del orden social, si le conviene o no ser
cristiana... Al igual que la sun¡isión a los preceptos divinos no
entraña, ni explícita ni implícitamente,
la institución de un go
bierno teocrático, el reconocimiento en la teoría
y en la práctica
de verdades
fundamentales cuya
depositaria es
la Iglesia, no én
traña
ni inplícita ni explícitamente su dominio sobre los asun
'tos temporales». Que el poder
e1nane de
Dios, que se considere
responsable hacia El de sus menores actos, y se podrá estar cier
to que no sobrepasará los límites que le son fijados. «Un poder
sin límites es un poder esencialmente anticristiano, que ultraja
por igual
la majestad de Dios y la dignidad del hombre». «Así,
la monarquía absoluta es la negación de la monarquía cristiana».
En cuanto al parlamentarismo, se trata de un régimen que des
truye los cuerpos intermedios, las·
legítimas resistencias
natura
les de
las jerarquías sociales. «Al trasladar la guerra del campo
de batalla a la
tribm¡a, y
de los brazos a los espíritus, la
retira
del
teatro donde· exalta y fortifica
para introducirla
allá donde
debilita y enerva. Dios otorga el imperio a las razas guerreras
y condena a la servidumbre a los pueblos disputadores». Donoso
no condena el Parlamento sino el parlamentarismo, no la liber-· tad sino el liberalismo, no las formas de gobierno sino doctrinas
y principios.
De nuevo, <;n «Del principio generador de los errores más
graves de nuestros días», larga carta dirigida el 19 de junio de 1852 al Cardenal
Forn¡ri, Dqnoso insiste
en su tesis fundamen
tal: las concepciones morales, políti_cas .o económicas
y toda ma:-
1097
Fundaci\363n Speiro
1/!RNAUD IMATZ
nifestaci6n de la vida humana dependen en última instancia del
concepto que se tenga de Dios.
Especialista en el pensamiento
donosiano, el profesor Federico Suárez afuma que se trata aquí
de uno de los escritos de Donoso más bellos por la forma y pre
cisi6n del lenguaje. Señalemos
~n él el texto crucial: «La herejía
perturbadora que, por un lado, niega
el pecado original y, por
otro afirma
que el hombre no .tiene necesidad de una direcci6n
divina, conduce ante todo a afirmar la soberanía de
la inteligen
cia, y a afirmar después la soberanía. de la voluntad
y de las pa
siones, tres soberanías perturbadoras». El naturalismo a que se
ha. entregado el pensamiento europeo .es la contradicci6n radical
y absoluta de las creencias y las enseñanzas de
la Iglesia ... ». «En
último análisis y resultado, todos estos errores, en su variedad
casi infinita, se resuelven
en uno solo:
en que se ha desconocido
o falseado el orden jerárquico, inmutable por s!, que Dios ha
establecido en
,las cosas.
Este orden establece la superioridad de
lo sobrenatural sobre
lo natural, y, por consecuencia, la supe
rioridad de la fe sobre la
raz6n, de
la gracia sobre
el libre al
bedrío, de la providencia sobre la libertad humana, de la Igle sia sobre el
Estado; en
una palabra, la superioridad de Dios so
bre el hombre». Donoso no se inmuta por las críticas acerbas que formula
el campo liberal contra el «Ensayo». En cambio, le afectan vi
vamente las .acusaciones de ciertos medios cat61icos. Año y me
dio después de la aparición de la obra,
L'Ami de la Religion pu
blica una diatriba apasionada de M. Gaduel, vicario del obispo de Orleans, monseñor Dupanloup. Gaduel le acusa públicamente
de errores de bulto. Pretende probar que el «Ensayo» contiene
un conjunto de todas las herejías que han afligido a la Iglesia.
Nada pudo causar mayor contrariedad y decepción al Marqués
de V aldegamas. Está hoy fuera de duda que el «Ensayo» fue simplemente
la ocasión para
los católicos
liberales de atacar a Louis Veuillot
y a L'Univers. Consciente de esta maniobra, Donoso se niega a
entrar en la polémica. El 23 de enero de 1853 escribe en
el pe
riódico: «Me basta con saber que se me acusa de haber caldo en
1098
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES: POUTICO, FILOSOFO Y TEOWGO
un gran número de herejías para declarar, como declaro, .que
condeno todo lo que
ha condenado, condena y condenará, en
otros o en
mí, la Iglesia Católica, de la que tengo el honor de
ser hijo sunúso y
respetuoso».
En Turín, sabios eclesiásticos
inician la
defensa. En un ar
tículo de
Arman/a, traducido y publicado por L'Univers el 21
de enero, aseguran que las censuras de Gaduel carecen. de fun
damento: «Si el crítico quiere ejecutar sobre
cualquiera de
las
obras de San Agustín el trabajo ant6mico a que ha sometido a
Donoso
Cortés, creemos que el santo doctor lo pasaría mal». La
controversia culmina. El Marqués corta, en fin, la cuestión. Pú
blicamente _somete su libro,
sus opiniones
y su persona al juicio
de Roma.
El 24 de febrero remite el «Ensayo» al Papa acom
pañado de una carta y de todos los elementos relacionados con la
polémica. Tranquilizado, espera.
El 23 de
marzo, Pío IX
le responde con una carta muy afec
tuosa; el 16 de abril,
la Civilita Cattolica, órgano autorizado ·de
la
tradición teológica que ejerce una influencia universal en. el
pensamiento católico, examina con atención laS objeciones hechas
al «Ensayo» y afirma la ortodoxia de las doctrinas profesadas por
el
autor. Al paso que combate con tenacidad la inmersión confu
sionista de
la fe y de la Revelación en la tradición social y en la
autoridad humana, al paso que denuncia con firmeza el pensa
miento del tradicionalismo filosófico saturado de
sentimiento ro
mántico,
de simbolismc:, teosófico, de absolutismo teocrático y de
legitismismc:, feudal,
la revista romana reconoce en Donoso al
heredero de los modos de expresarse recibidos de
la tradición de
los santos Papas y de los Padres de
la Iglesia, y en· su obra una
comprensión
auténticamente teológica
y sobrenatural de
la rea
lidad católica.
El juicio de la
Civilta Cattolica no deja lugar a dudas. «El
nombre del Marqués de Valdegamas es conocido de
los católi
cos
y debe ser caro a nuestros lectores que han
tenido ya
oca
sión
de admirar
la elevación de su genio y la nobleza de sus
doctrinas». «Sin temer las dificultades
de su
tema, el
gran es
critor
lo aborda con audacia... lanzando en torno a él torrentes
1099
Fundaci\363n Speiro
ARNAUD IMATZ
de luz que hacen accesibles, incluso a las inteligencias. comunes,
las cuestiones
más abstractas
y arduas ... No se sabe qué
admirar
más
si
la magnificencia del estilo o la belleza del planteamiento,
la claridad y elevación de pensamiento o el vigor de la argumen
tación y
la vivacidad de la polémica, la profundidad de la doc
trina o
la pureza de la fe y la nobleza de un sentimiento siempre
elevad~, generoso, eminentemente c~t6lico, como es atributo de
esa nación española de la que el Marqués de Valdegamas es glo
ria ...
En la medida en que puede juzgarse por su obra y por al
gunos
pasajes de
una de sus cartas, se
muestra conocedor
de los
Padres, de cuya sustancia se ha apropiado, y sus escritos poseen el sello
de las
locuciones, las
figura§, las
comparaciones que eran
usuales en su
tiempo, cuando
el lenguaje teológico no había ad
quirido la posterior unidad y perfección.
En su,na, podemos de
cir
sin temeridad que todas o casi todas las expresiones extraídas
por su crítica se encontrarían fácilmente en los esctitos de los
doctores antiguos
más célebres.
. . A decir verdad, no
podemos
por menos de admirar cómo un
seglar
formado. fuera
de un se
minario o
de un claustro posee tan
plenamente la economía de
la
ciencia teológica y penetra con paso tan
fume en
los
más ele
vados
misterios y
en las cuestiones
más elevadas».
Es
sabido que la
Civilita aparece con el imprimatur del Maes
tre del Sagrado Palacio. En este caso, sus veredictos revisten
una importancia especial. Resuelve con clatidad de qué
.lado se
encuentran
la presunción, la ignorancia y la temeridad. Censura
«la exage!ación de un espíritu excitado», y concluye: «¿Qué di
ría el crítico mismo, eclesiástico .Y graduado en ciencias sagradas,
si se pretendiera pesar cada una de las palabras
y escrutar cada
una de sus proposiciones? No podríamos, sin duda, por nues
tra parte, aceptar como artículo de fe cuanto él afuma aquí o allá,
incluso en las materias más delicadas». El golpe es duro para
el «docto eclesiástico»; el acusador se convierte en acusado. El imprudente clérigo que se había constituido en
campeón
de
la ortodoxia no será capaz. de honrar su derrota confesándola.
«El
Amigo .de la Religión», por su parte, se negará a decir una
1100
Fundaci\363n Speiro
DONOSO CORTES: POUTICO, FILOSOFO Y TEOWGO
sola palabra a sus lectores que les haga sospechar la existencia
ni de las aprobaciones de los censores de Foligno ni del juicio
de
la Civilta Cattolica .. La pasión desencadenada por el «Ensayo»
resistirá incluso
a
la desaparición de su· autor.
El
Marqués de Valdegamas no conocerá su
victorfa. El
3 de
mayo de 1853,
antes de
cumplir los 45
aiios, Juan
Donoso Cor
tés muere fulminado por un accidente cardiaco. Su amigo Louis
Veuillot nos relata con emoción sus últimas palabras: «Su úl
timo
acto fue
una declaración de fe. Había prometido a
la her
mana del Buen Socorro rogar por ella si moría. Viéndolo cerca
de su
fin, ella le dijo: "Vais a aparecer delante de Dios, acor
daos de
mí". Con una voz consciente y clara respondió: "Os lo
prometO". Y casi en el instante expiró».
Omnia possibilia sunt credenti, todo es posible para el que
cree, tal es
el testimonio que nos legan los últimos años de la
vida del
Marqués de
V aldegamas. Su valerosa intransigencia nos
ofrece una visión grata, noble y caballerosa. Es siempre hermoso
contemplar a un hombre moldeado como una roca por las olas
y los vientos permanecer de pie, inmóvil, sin retroceder. Del
hombre y de la obra
ha escrito con razón. Car! Schmitt: «Es hora
ya de reconocer en toda su pureza y su magnitud a este hom
bre extraordinario y sitnpático como una
figura importante en
la historia del pensamiento europeo y de no señalar más los
de
fec·tos o las insuficiencias de stis demostraciones para, al contrario,
considerar el fenómeno raro de una intuición polític,¡ que se mue
ve en horizontes seculares». Que se comparta o no su dignóstico
filosófico-cultural, sus observaciones y sus intuiciones geniales
son tan numerosas que es -preciso reconocer en él uno de los pen
sadores políticos más grandes del siglo XIX.
Cinco años después de su muerte, su familia publicó en Pa
rís una selección de sus «Obras», precedida de una brillante in
troducción de Louis Veuillot. El tercero y último volumen, edi
tado en 1859, contenía una nueva traducción, más exacta, del «Ensayo», enriquecido con notas sustanciales de los revisores
de Foligno. Esta versión
definitiva es
la que las Ediciones Domi
nique Martín Morin ofrecen hoy a los lectores francófonos.
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ARNAUD IMATZ
Tras lustros de ocultación, el ~Ensayo sobre el catolicismo,
el liberalismo y el socialismo» nos es, por
fin, restituido. Per
tenece desde ahora
al patrimonio de la ciencia politica y de la
teología de la historia.
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