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Número 261-262

Serie XXVII

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Controversia sobre la libertad

CONTROVERSIA SOBRE LA LIBERTAD
POR
FRANc1sco FÉLIX MoNTIEL
I
UNA "FILOSOFÍA" INFAME
Libertad . y comunieación.
La
libertad no surge ni ha surgido nunca de una declaración
de principios. La: libertad no se «declara». Se funda y se orga­
niza. Su asiento no debemos buscarlo en· los artículos de una
simple
ley, sino en la base de un sistema. Mientrasla libertad
sea tan solo
un derecho, no será libertad perfecta y entera. Lo
que es preciso exigir por medio de «derechos» no se tiene en
seguridad. La libertad es un bien tan elevado y esencial del
hombre que éste debe
tenerlo como sus ojos o su alma. Por ello
no consiste en una
proclama ni en un estatuto personai, sino en
una
organización y en una forma de vida.
El homicidio no solo es un delito porque la ley lo marca o
lo define, no solo porque hay una
praevia lege pena/e. Esa es­
pecie de delito precede a la ley, porque la vida no es un artículo
de
la Constitución, Garófalo ha desarrollado su concepto del
«delito natural» refiriéndose a los sentimientos altruistas funda­
mentales
que son la medida de la adaptación del hombre al me-­
dio colectivo. La idea de libertad corresponde a esa zona moral
de «sentimientos altruistas» que no pueden ser agredidos sin que
el hecho se endenda, desde luego, como una agresión contra. lo
humano.
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FRANCISCO FEUX MONTIEL
Pienso que, en el pasado siglo, la libertad debió construir
su defensa y no lo
hizo. Creció como desbordamiento y desahogo,
tomó cierto vigor romántico en panfletos y discursos, pero nada
más que a ratos y
en· alternativos espacios del mundo, aprove0
chanclo paréntesis-· de tolerancia entre la · dictadura y la revolu­
ción. Sus defensorc;s no pensaron que la libertad, como todo bien
humano, necesita protegerse, defender
su estabilidad, vivir en ·
un medio de seguridades, sin lo cual la libertad es solamente un
gas que fluyé con expresiones fugitivas y precarias. Olvidaron
también que la
J;bertad debe ser creadora, constructiva, dirigida
a alcanzar objetivos claros y
des-eables relacionados con el pro­
greso social. Solamente la libertad que construye está en condicio­
nes de contruir también su propia
. protección.
He dicho antes que la libertad no depende de un artículo
de la ley, sino de otros muchos
factores,· Me refiero, por 'ejem•
plo, a la presión que ejercen sobre los individuos, no solo la po­
licía, sino los intereses económicos y no solo éstos sino los ins­
trumentos de difusión de informaci<>nes y de opiniones, las pro­
pagandas
y las ideologías. Muchas de esas propagandas atentan
directamente al núcleo. de
· la personalidad humana con n\ás vio­
lencia y eficacia que los ataques .materiales del poder. Y ¿quién
defiende al individuo, con objetividad e imparcialidad, frente

las s-educciones interesadas de todas esas fuerzas? Pío XII es­
cril>ió que la presión de fos grupos · contra el bien común es
«el aspecto más.
grave de la crisis de civismo» que. él mundo de
hoy. atraviesa.
E Estado. y la. sociedad deben disponer sistemas y medios
intéligentes y razonables con vistas a · 1a utilización de la libertad
para la creación y
el acuerdo. No para la disputa destructora y
negativa, cuando no degradante y ca6ticá. Es necesario facilitar.
el encuentro entre las ideas, alentar la exposición auténtica dél
pensamiento o de los pensamientos de raíz sana, estimular el
papel y la dignidad de la intéligencia. Aunque todo esto tiene
mucho menos que ver con la idea filosófica de la libertad que
con el
pr=so sociológico que en nuestro tiempo, se llama: co­
municaci6n. Lo que supone el re-análisis de algunas viejas ideas.
1:?t;
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CONTROVERSIA SOBRE LA LIBERTAD
No puede haber comunicación sin libertad, pero puede haber
.«libertad» sin comunicación. Cuando la libertad no es otra cosa
que
el libre desabogo de que habla ]:Car! Mannheim, comparable
al poder de la electricidad en su forma natural no domeñada
por el hombre, solo conduce al caos y a la infecundidad, al di-
visionismo y a la, inacción. '
Sobre tales supuestos, es decisivo todo lo que sea comunica­
ción, abrir canales
y tra2ar los caminos del acuerdo. No la mal­
entendida libertad que convierte. la polémica en griterío y los
argumentos en líneas paralelas de intransigencia y de ininteligen­
cia que no
se encuentran jamás. Importa que la democracia se
proponga buscar y encontrar el acuerdo común a través del
diálogo, acostumbrando a los hombres ,al uso inteligente de la
libertad y al
respeto de sus límites.
Los derechos humanos y. · la justicia material.
De modo que hoy. no se comprende la idea de libertad sin
una relación
directa de ese principio con los factores de la reali­
dad
socio-económica. La libertad «se mide en la acción, no en
los textos. Es un
valor en ejercicio ... Depende, ,.más que de la
ley o de los derechos que el Estado reconoce, de los medios de
que cada uno dispone...
El hombre necesita ser fuerte para ser
libre
.. Fuerte en sus recursos materiales, en su actitud frente a
los demás, eri la .satisfacci6n de. Sus deseos, en el respeto que
acierte a merecer de sus conciudadanos, en · su capacidad . para
sustituir las cadenas de la sujeción por los lazos creadores de la
solidaridad
... No interesa tanto lo que tenemos derecho a hacer
como lo que
podemos hacer realmente».
Estoy citando reflexiones
de mi estudio sobre «el condicio­
namiento administrativo de los derechos humanos» ( 1
). «Demo­
cracia -he escrito--no es solamente dar más «derechos» a los
(1) Teoria de la Administraci6n Integral (cap. V, «El condiciona­
miento administrativo de los derechos humanos»), Ed. INICAM, Lima
(Perú), 1987.
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hombres, sino más posibilidades, y que esas posibilidades sean
cada· vez para más _hombres. La libertad no es una cuestión de
derechos formales reconocidos en las leyes, sino de la seguridad
de cada uno. Factores técnicos,
socia:les y administrativos pue­
den tener
más inferencia sobre la libertad del hombre que las
leyes políticas».
La realidad de la hbertad se sitúa en la zona de la justicia
material.
Por ejemplo: ha hablado el profesor Garrido Falla de
«una Administración (pública) realizadora de
la justicia mate­
rial» ( 2) y también ha señalado que el Derecho administrativo
tiene entre sus fines «el aseguramiento de
la libertad de los ad­
ministrados» ( 3 ).
En efecto, la medida de •la libertad tiene relación con la na­
turaleza y la función del Estado, y más concretamente con la
acción social de las administraciones p~blicas y privadas. Cuando
la administración ~pública o privada-proporciona a los ciuda­
danos condiciones de seguridad y medios para el desarrollo de
su personalidad y el disfrute de los progresos técnicos -hospi­
tales, escuelas, becas de estudio, transportes a precios reducidos,
servicios
de información y cultura, etc.~, está fortaleciendo la
libertad de los individuos y grupos en un terreno práctico, mu­
cho más válido que el plano abstracto de los derechos constitu­
cionales. Más
y mejores servicios de la Administración pública y de las
empresas privadas ( 4) hacen más ei,tenso el ámbito de las liber-
(2) GÁRRIDO FALLA, F.: Las transformaciones del régimen adminis­
trativo, Madrid, 1962, págs. 24 y sigs.
(3) GARRIDO FALLA, F.: Tratado de Dere_cho administrativo, Madrid.
1966.
(4) De mi Teorí4 de la Administraci6n Int~i.ral: «C.Onvendría revisar
concepciones. anticué.das en· busca de una doctrina estatal que favorezca no
solo una adecuada coordinaci6n de esfuerzos entre "lo _público" y "lo pri­
·vado", sino la -necesaria integración de los mismos en un todo sistemáti­
co... El resultado no sería ni la dimin~ón o el estrechamiento de la libre
iniciativa y
de· la ácción creadora de los hombres y grupos en las múltip1es
esferas
de la vida social, ni tampocÓ _ la désaparició:á. o el debilitamiento
del papel del Estado, sino una fónnula orgánica que comprenderla todo lo
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CONTROVERSIA SOBRE .LA UBERTAD
tades humanas. De los servicios (públicos o privados) de la ad­
ministración social puede depender que más hombres sean más
libres. .
El Estado y las instituciones . sociales deben tener un ,t,lal:l.
«El plan -escribió Doménach (5}-se ha convertido en la ley
de las naciones modernas». Mas para que ese plan sea capaz de
mover las
graíldes fuerzas sociales, debe ser mucho más que un
plan exclusivamente
técnico. No deben separarse el bienestar y
la felicidad como cosas distintas, El plan debe contener en lo
íntimo
de· su energía, como una viva y espléndida promesa, «el»
bien y «nuestro» bien. Lo que es, en. defirutiva, el fondo del eude­
monismo de Aristóteles.
· Pues en fin de cuentas se trata de nosotros, de .nuestro ser
y de nuestro est(JI', . y no podemos estar bien sin gozar de ese
bien, sintiéndolo y sabiéndolo. La. felicidad --de acuerdo con
Ollé-Laprune
(6}-tiene entonces un «valor racional».
Atroz compromiso.
Ocurre, sin embargo, que con el pretexto de que en la so­
ciedad contempot@ea la libertad no tiene bases firmes -por­
que «no hay libertad ~in justicia»-el hombre ha sido. invitado
a conquistar una supuesta justicia empezando por
ped!rsele que
renuncie, no solo a
la «breve e ilusoria» libertad que ahora tie­
ne, sino a
la más grande y concreta que el ser humano guardará
siempre como suprema e incancelable aspiración. « ¡No hay· li­
bertad sin
justicia!», ¿Podrá haber justicia sin libertad?
El hecho es que -en la aventura-millones de hombres han
sido vencidos
y sujetos a servidumbre: los unos, con el empleo
estricto
de la violencia física; los otros, susctibiendo de manera
que es socialmente administrativo como una realidad única. Es decir, un
área grande de administraci6n de intefls .social con un reparto racional de
funciones, de
competencias-y de mecis a corto, mediano-y-largo plazo».
(5) DoMÉNACH, J. M.: La propagande politique, París, 1950, pág. 125.
(6) Essai su· la morale d'Aristote, París, 1881.
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· cuasi voluntaria -influidos por un conjunto de condiciones eco­
nómicas, sociales y psicol6gicas---el absurdo y atroz compromi­
so. Pienso en los militantes de los destacamentos comunistas
qne, en los
países libres, se enrolan sin coacción física ni presión
material
alguna; al servicio de las estrategias soviéticas.
Nada tiene en nuestra
época tan fuerte color de Edad Me­
dia como cierta siembra ideológica del comunismo, destinada a
reba¡ar en lrt condent;ia del hombre su inquietud y su deseo de
ser libre.
El militante renuncia, no solo a la libertad de opinar,
sino incluso a
la posibilidad de tener una opinión propia.
Los partidos comunistas no surgieron
desde abajo o desde la
citcunstancia
. singular de cada país, sino desde arriba, desde Mos­
cú, desde un proyecto de Len:iri; hechos a la medida, transpor­
tados
a· cada nación como un artículo prefabricado. Moscú los
necesitaba, los invent6 y los puso en movimiento. Nacieron, pues,
en virtud de una especie de decreto imperial.
Lenin impuso
su ley. Exigió partidos. disciplinados, compac­
tos y monolíticos, a las órdenes de un estado mayor natural­
mente soviético. Lenin concibió y construyó el modelo hasta en
sus menores detalles. Y
por supuesto la organización debía estar
en cada país,
no al servicio del proletariado o de la doctrina so­
cialista, sino del Estado ruso; del Kremlin, de un viejo imperio
restaurado con fachada marxista, maquillado con los colores de
una revolución que podía tener adeptos en el resto del mundo.
El comunismo inventado por Lenin debía ser -y ha sido-­
un instrumento ciego de la política exterior de M'oscú; más que
disciplinado, obediente; más que
voluntariamente leal, estrecha­
mente controlado
para impedir cualquier tipo de veleidad auto­
nómica.
La servidumbre debía estar asegurada, debía ser abso­
luta. Los «dirigentes» de cada país debían ser simples autóma­
tas incapaces de tener ideas propias, que
además les estaban ·pro­
hibidas en caso de tenerlas. Para mayor garantía, cada grupo «na­
cional» estaba supervisado, . superdirigido, por un agente o por
un grupo de agentes extranjeros.
El problema
de la libertad que entraña el coqmnismo no re­
side tan solo en su concepto y utilización de la maquinaria esta-
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CONTR(¡VERSI4 SOBRE LA UBERTAD
tal ( de lo que he de hilblar en la segunda part1> de este traba­
jo J. La medida de ese problema es mucho más amplia: se trata
de un método, de una «filosofía» que influye en los actos e. ins­
piraciones de la vida más allá de la intervención directa del
Poder. De
ahí que el mal no se desartolle. exclusivamente en los
países donde cierto tipo de Estado prevalece. He hablado antes
de los vencidos, y no tan solo de los
que la violencia física so­
metió implacablementé; no de los que han perdido la libertad,
sino de los que han renunciado a ella.
¿Cuál no será el .sufrimiento
de los hombres que cayeron en
servidumbre por la determinación imperiosa de la fuerza? Na­
die .puede desconocerlo. Pero yo insisto en referirme, sobre todo,
a los que se han visto inducidos a· ·ac~r ---,pudiendo seguir
siendo libres-el «compromiso» del que vengo hablando.. El
hecho caracteriza en gran parte nuestra turbada época. Es un he-
cho. grave y en ciertos casa. conmovedor. ·
· ¿Qué .oubversión de. val~res se .ha producido en este ~m­
po .nuestro para que el hombre que, · a través de los siglos, ha
luchado siempre por .la libertad que. no tenía, empiece ahora por
abandonat
en su lucha la libertad. que tiene?
Un trueque ilícito.
Ese acto
fatal es el origen de los mayores sufrimientos y de
. los males más grandes. Primero, porq{,e a veces el que renuncia
se siente autorizado por ello
mismo .• pretender que. los demás
renuncien igualmente. Segundo, porque quien renuncia a la li­
bertad, renuncia poco a poco,
a veces sin datse cuenta, a todos
los demás dones de su espíritu. Y esto,
de manera tan lrteme­
diable y casi ciega, que si algo quizás fuera de él mismo, o algún
resorte de la
propia conciencia todavla vivo en. él, no viene a
provoeat la ruptura de ese «voto» antinatural y sin causa
com­
prensible, su ser de hombre se perderá por entero, y el daño
de· su obra será también . para otros, pata muchos de sus se­
mejantes.
Se dice que la pérdida de la libertad es el precio de la jus-
1.ll
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FRANCISCO FEUX MONTIEL •
ticia. ¿ Qué clase de jusúcia puede ser esa que reclama tan m¡:ins­
truoso precio? ¿Puede realmente haber upa fonna de justicia, de
verdadera justicia, que cargue al hombre con tan impropia exi­
gencia? ¿Puede ser justo un fin para el que la sola presencia
del hombre libre signifique
un obstáculo?
Albert Camus (.7) atribuye a Carlos Marx es.te pensamiento:
«Un
fin que úene necesidad de medios injusros, no es un fin
justo». Seguramente, Carlos Marx expidió esa frase en tono de
proverbio,
tratando de condenar al capitalismo; pero como en
tantas otras
de sus torcidas ideas y de sus contradiccioney, el
disparo
le sale de retroceso, porque a ningún si&tema se le pue­
de aplicar esa .condena con tanta puntería y exactitud .como .al
socialismo marxista.
· ,
No; la pérdida de la libertad no puede ser el precio de la
jusúcia.
El trueque es ilícito, y el negocio, una superchería.
Justicia y libertad
_han· de vivir juntas, o se negará a sí mis­
ma cualquiera de las dos que pretenda negar a la otra.
Se dice que la renuncia que se pide es pasajera, que «luego».
será colmado el hombre de recompensas. La experiencia nos en­
seña que ese luego· no· viene: nuncá.
El Poder que nos arranca o nos «pide» la libertad para con­
verúrse en dictadura no encontrará nunca el camino de deshacer­
se de su privilegio.
Digamos con claridad: si es para goberriat
<;!', i¡ues.trp,bjen, ¿p<>r qué. se,nos pide que,aceptemos en =iavi­
tud ·1o que lqgicarµente deqeríamos aplaudir . siendo libres? E!
privilegio del Poder es tan áiredoso que desde Lenin, el comu­
nismo 'se ha aferrado siempre al Poder totalitario (8), lo mis-
(7) L'Homm; ;,volté, París, 1951.
(8) kn.in se vio áriastrado a .convertir en el primer punto de ··su
programa la lucha deses~ por la conservación del Poder, en lugar de
la lucha· por la. revoluci6n ,social. Lucha por el Poder sin adjetivos; el Es­
tado sin--ideología_ social; el Estado. sin socialism:q, D~udamente, el Po­
der, sin preocup!l,~iones ,de -~istencia con ~ doctrina predicada ... _ «La
mayoría de los clemás bolcheviques -escribe _ i:.,ow.s Fischer-intentaba
consagrar ·una idetltidad' entre sus propias personalidades pre . y posÍ:. revo­
lucionarias. · Para Leiµti, el Poder era demasiado precioso para despilfa­
rrarlo -en-consistencias ... ».
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CONTROVERSIA SOBRE LA UBERTAD
mo en Rusia que en Cuba o en Nicaragua, y ningún ·resorte de
sus dobleces
dialécticos le ha inducido a desprenderse . de su do­
minio absoluto. Donde el comunismo ha tenido que poner fin
a su
· gobierno ultrajante; lo ha sido en todos Jos casos a conse­
cuencia de su derrota, impuesta
por el pueblo democrático en
rebeldía victoriosa.
"Peligro de la lil>ertad".
El problema en todo -caso es otro. Ya he dicho que no es
problema
de .Poder CJ sitorio, de tal o cual época, sino
permanente y de fondo.
¿Cuáles son las libertades qae el comunismo· ruso nos «pide»
o nos secuestra con su famoso argumento de que hay que des'
truir a. las «clases agonizantes» y defenderse · del «peligro exte­
rior»? ·
Son, en todo caso, muchas más de las que abarca . el
problema político
y el problema «técnico» -de . la seguridad del
Estado.
No· es solo la. libertad de armarnos· u organizarnos· contra el
Poder, ni la
de rebelarnos de cualquier modo que sea/ni la de
constituirnos en
oposici6n, ni la de ·publicar prensa no confo~
mista,
ni la de criticar, ni la de celebrar reuniones, ni-la de ha,
cet discursos subversivos a los soldados, a los campesinos o a
los obreros.
Es toda libertad la que nos prohíben, incluyendo lá libertas
philosopbandi, como decía Spinoza. Es la libertad de la cien­
cia, la libertad de la creación artística, la libertad de conocer, de
juzgar y
de =r, lo que representa un «peligro» para ese sin­
gularísimo sistema «revolucionario».
El Estado totalitario soviético' hace suya la doctrina de la en­
trega absoluta de
la iniciativa personal a la voluntad ilimitada
del Poder; idea que significa
igualmente la anulación de la con­
ciencia del hombre en aras del credo oficial que el Estado im­
pone a la multitud de los súbditos.
El Estado puede decidit -y
decide-lo que es. bueno o malo en literatura, en arte; en filo-
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sofía; controla por completo 1a prensa, la radio, la enseñanza,
: los sindicatos; dispone de la actividad de los ciudadanos en to­
dos los planos .de su conducta pública o privada. Puede exigir
-y exige-las más diversas prestaciones. No se limita a prohi­
bir, a censurar
peri6dicos, a quemar libros, a encarcelar, a atar
las manos y las ideas. Sino que obliga a hacer, a
obrar «positiva­
mente» en determinada
dirección.
El totalitarismo del Estado soviético es «positivo» en el sen­
tido de que no solo ordena lo qne no se debe publicar, sino que
«escnbe» o hace escnbir los ~tículos o libros que deben pu­
blicarse. No solo prohíbe
unas ideas, sino que proclama y hace
obligatoria la aceptación de. otras. · Dentro del Estado comunis-.
ta no solo hay el arte prohibido, la literatura prohibida, la .:!lo­
sofía prohibida, sino . que el . Estado tiene su· filosofía, su lite­
ratura
y su arte. El totalitarismo Boviético mbldea, pues, 1a vida
social en su conjunto, moldea la cultura, la economía, y llega
o pretende llegar al fondo mismo !le . las ~tumbres, del modo
de· ser y de la conciencia:.
Un día, los hombres de otra
época acostumbrados a pensar
libremente
habrán deBapatecido; las nuevas .generaciones «for­
madas» en la escuela
comi¡nista. constituirán la masa esencial de
la. naci6n; el. régimen se sentirá seguro de que los espíritus están
suficientemente «inmu¡rlzados» y de que la discrepancia 110 tiene
ya conductos
ni. raíces. Entonces, la palabra «libertad» será auto­
rizada. Los
hombres serán «libres» para elegir una candidatura·
única y una idea única.
11
"EL ZAR NO PUEDE GOBERNAR SIN LA FUERZA'"
Una "teoría del Estado". ·
Stalin expuso repetidas veces. su concepto particulatísimo del
Poder estatal, y su criterio de procurar a
toda costa el «máximo
robustecimiento»
-son sus propias palabras-- de ese Poder.
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CONTROVERSIA SOBRE LA UBERTAD
Los clásicos del mat:xismo -en sus confusiones y en su doble
lenguaje---habían hablado, sin embargo, de inuy otra manera.
Y hace
ya muchísimos afios ~hasta en el · campo certado del
Pa,tido Comuni.sta de la URSS-las gentes se inquietaban por­
que ciertas ideas de
Marx y Engcl,; -e incluso de Lenin-no se
reflejaban en los hechos del Gobierno y del Partido soviéticos.
Las actas de los Congresos del Partido Comunista de la URSS ·
recogen las expresiones -ómidas .pero concretas--- de esa alar­
ma .dramática de los militantes. Stalin se vio forzado a respon­
der
-en un famoso discurso--allá por el año 1933 (9):
«Algunos camaradas
--4íjo Stalin-han comprendido la tesis
sobre
lá supresi6n de lás clases, sobre la creaci6n de la sociedad
sin
clases y sobre lá extinción del Estado, como una justifica­
ci6;, de la · pereza y. de la complácencia, . como una justificaci6n
de la teoría
contrarrevolucionaria de la eiotinción de la lucha de
clases y del debilitamiento del Poder estatal. Ni que decir tiene
que gente de esta
índole no tiene nada de común con nuestro
Partido. Son gente que
degenera, o son bij:,6critas que deben ser
expulsados
de nuestro Partido. La supresi6n de las clases no se
logra mediante la extinci6n de la lucha de clases, sino intensifi­
cándola. La desaparición del Estado no llegará por
el debilita­
miento del Poder estatal, sino mediante
su máximo robusteci­
miento, indispensable para dar el golpe de gracia a los restos de
las clases agonizantes y organizar. la défensa contra el cerco capi­
talista, que dista mucho de estar aniquilado y que no lo será tan
P,OR{O». '
Stalin venía a decir que no hay que hacerse ilusiones, que los
«impacientes>> no deben esperar la libertad a la vuelta de la es­
quina. Esa hora -anunciada, sin embargo, por Marx y Engels­
no llegará «tan pronto». ¿Uegará alguna vez?
La forma amenazadora empleada en el discurso no dejaba
lugar a dudas, por
otra parte, de que la fuerza del nuevo Estado.
existe para algo más que para liquidar a las «clases ago~antes»
(9) Balance del Primér Plan Quinquenal, discurso pronunciado el 7
de enero de-1~33 (eri «Cuestiones· del leninismo», ed-. en lengua española,
Moscó, 1946, pág. 394, .
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FRANCISCO FEUX MONTIEL
o. para la defensa contra «el cerco capitalista». Es a todo un
.mundo· de «camaradas impacientes» a los que Stalin dirigía sus
«argumentos» de dictador totalitario.
El ilogismo
es grueso, de todos modos, cuando se habla de
llegár a la desaparici6n del Estado «mediante su
máximo robus­
tecimiento». ¿Quién va a creer que un proceso de democratiza­
ción de la sociedad y de exrinci6n en último término del Esta­
do, puede desarrollarse realmente
de esa manera? El Estado so­
viético merece bien el nombre de dictadura que sus propios crea­
dores le pusieron. Pero dictadura totalitaria,
no de una «clase
revolucionaria» sino de una nueva «casta social»· dominante y
consevadora, aferrada al Poder. No «dictadura del proletariado»
sino. contra el .proletariad.o. Contra todo el . pueblo, contra toda
la nación. Dictadura,· no solo contra
la libertad de los enemigos
de la (supuesta) Revoluci6n, sino también contra
la libertad de
los que lógicamente deberían formar
el cuerpo y el sostén de esa
nueva sociedad y de ese nuevo Estado.
Desde hace muchos años,
las· «clases agonizantes» ya no res­
piran en la URSS
y el «cerco capitalista» pertenece al pasado.
El Estado sqviético, a pesar de Gorbachev y de la «perestroika»
sigue siendo tan
robusto como siempre. La verdad es que la fi­
losofía del Estado de los hombres del Kremlin no se fundác:en
las necesidades de una época tra~rJl, sino en una idea per­
manente de justificación de la fuerza ..
La doetriná "contrarrevc,lücionaria" de Engels.
De abí que Stalin no vacilara en condenar en 1933, más allá
de la actitud momentánea de ciertos militantes del Partido, la
doctrina misma que ideológicamene les respaldabá. Esa· teoría que
Stalin calificaba de «contrarrevolucionaria»
en su discurso era
nada menos que una
fainosa teoría de Engels. Y de M.arx.
Años después, en 1939, la inquietud de los militantes no ha­
bía cesado. Muchos «camaradas» se arriesgaban a formular pre-
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CONTROVERSIA SOBRE LA LIBERTAD
guntas. Stalin les respondió con cierta ira envuelta en ironía (10):.
«Esas preguntas son testimonio
de que los que las formulan se
han· aprendido concienzudamente ciertas tesis
de la .doctrina de
Marx y Engels sobre el Estado., Peto son ~sí mismo testimonio
de que
esos camaradas no han comprendido la esencia · de esa
doctrina; no se han percatado de las condiciones históricas. en
que
se elaboraron ciertas. tesis de esa doctrina y, sobre todo, no
han comprendido la situación internacional actual: han pasado
por alto el hecho del
cerco capitalista y. los peligros que de él
derivan para el país del socialismo».
Stalin
-defendiendo las armas . y los órganos de la repre­
sión-censura entonces ·a los qtle ··menosprecian «esos órganos,
por la charlatanería de que el contraespionaje, en el Estado so­
viético, es una nimiedad y una tontería, que el órgano de con­
traespionaje soviético, lo mismo que el propio Botado soviético,
habrá que entregarlos pronto
al museo de antigüedades». ·
El problema «del Estado» que los «camaradas» planteaban
era, en
,lefinitiva, el problema «de la libertad». Y parece que en
esa ocasión los «impacientes» trajeron en su auxilio algunas ci­
tas. Stalin no tuvo más remedio que recogerlas. Entre ellas, una
cita de Engels.
El texto de la misma se reproduce en. el discur­
so, aunque un tanto retocado. Pero esto
óltimo no es más que
una vieja costumbre.
Dijo
así Engels, tal como el propio Stalin lo transcribe (11 ):
«Cuando ya no exista ninguna clase . .soc:W a la · que haya que
mantener
én la opresión; cuando desaparezcan, junto con la do­
minación de clase, junto con la lucha por la existencia individual,
engendrada por
la actual anarquía de la producción, los choques
y los excesos resultantes de esta lucha, no
. habrá ya nada que
reprimir ni hará falta, por
tanto, esa fuerza especial de repre­
sión: el Estado. El primer acto en que el Estado se manifiesta
efectivamente como representante de toda
la sociedad: la toma
(10) Informe ante el XVIII Congreso del Partido Comunista .de la
URSS, 10 de marzo de 1939 ( en «Cuestiones del leninismo», ed. en lengua
espafiola, Moscú, 1946, pág. 591.
(11) !bid., pág. 592.
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_FRANCISCO FELIX MONTIEL
de posesión de los medios · de produaci6n en nombre de la socie­
clad, es ll la par su último acto independiente como Estado. La
intervención
de· la autoridad del Estado en las relaciones socia­
les se
hará superflua en ·un campo tras otro de la vicia social y
se adormecerá
por sí misma. El gobierno sobre las personas será
sustituido
por la administraci6n de las cosas y por la direc:ción
de los procésos de producción. El Estado no será abolido; se
extinguirá».
En el «AnticDühring» ( 12), de donde está tomado ese párra­
fo, Engels no dijo simplemente: el Estado «se extinguirá». Dijo:
«
... se extinguirá poco a poco» ( 13 ). Diferencia importante, por­
que el amigo y colaborador de Marx no deja duda sobre su idea
de que.
el Es,ado se extinguirá progresivamente, de que su in­
tervención «se
hará superflua en un campo tras otro» (14), de
que se extinguirá «por zonas», en un pr6ceso continuo e ininte-
rrumpido hasta su total conclusión. . .
No se encuentra en los .escritos de Eligels la idea de que el
Estado puede crecer hasta su «máximo robustecimiento» ·para
damos un día, como por arte de magia, la sorpresa de su desapa­
rición repentina.
El Estado, en ,¡na verdadera sociedad socia­
lista ·
( según Engels
), no se robustece sino· que «va desaparecien­
do» (15) poco a poco, iniciando ese proceso, no al cabo de miles
de años, sino enseguida, «inmediatamente», como veremos más
abajo en una cita de Lenin.
Marxismo "condicional"":.
En el ya referido discurso de 1939, después de insertar el
comentado texto del «Anti-Dühring»,
Sta:lin se hace a sí mismo
(12) Sección
tercera, Socialismo, ed. «oficial» española, págs. 307-308.
(13) La versión «oficial» española 'del Anti-Dühríng traduce así el i:ex­
to de Engels: «El Estado no necesitará ser "destruido", pues irá agonizan­
do Po:CO a poco: .. ».
( 14) Engels dice: «... jrá perdiendo toda razón de ser en un campo
tras otro».
(15) Stalin transforma «desaparecer» en adormecer.
138
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CONTROVERSIA SOBRE LA UBERTAD
una pregunta: «¿Es justa esta tesis de Engels?». Y añade las
guientes palabras:
«Sí, es justa, pero con una de éstas dos con­
diciones
... » (16).
Lo que prueba -junto a todo -lo que ya hem.os visto--que
el marxismo de
Stalin es un marxismo «condicional» que, por
otra parte, le proporcionó siempre
-por su condicionalidad mis­
ma-muy jugosos y extraordinarios frutos. Sin que nada . le im­
pidiera al mismo tiempo justificar las más graves condenas con­
tra sus oponentes, fundándose en el hecho de que éstos, alguna
vez y en algún punto, se atrevieron a señalarle «condiciones»
a Marx.
La filosofía política de Stalin nos enseña . que las reservas,
enmiendas o derogaciones
de la doctrina marxista solo son vá­
lidas cuando
se ha tomado la elemental precaución dialéctica de
respaldarlas con unas cuantas unidades del ejército y de la po­
licía de la URSS.
Stalin dice aún: «No se puede exigir de los clásicos del mar­
xismo, separados de nuestra época por un período de
45 a 55
años, que hayan previsto para un futuro lejano todos y cada uno
de los
casos de zigzags de la historia de cada país por separado.
Sería ridículo exigir que los clásicos del marxismo hubieran ela­
borado soluciones hechas para nosotros, para todos y cada uno
de
los problemas teóricos que pudiesen surgir en tal o cual país,
·50
.6 100 años más tarde, para que nosotros, sucesores de los
clásicos del marxismo, tuviésemos la posibilidad de quedamos
tranquilamente con los brazos
cruzados y tumian nes
hechas» ( 17). .
(16) Informe y libro citados, págs. 592-593. Las dos «condiciones»
son: «a) si estudiamos el Estado socialista d~sde el punto de vista del
desarrollo interior del país únicamente, haciendo de antemano ahstracci6n
del factor internacional,_ aislando, para mayor comodidad de la investiga­
ción, al país y al Esta:do de la-situación intemacioQal, o bien, b) si supo­
nemos_ que el ·socialismo ya ha vencido en todos los países y, en lugar del
cerco capitalista, existe un · cerco socüµista; no existe ya la . ameiiaza del
ataque exterior, no hay ya n.encesidad de fortalecer el _ ejército y el Es~
tado». ·
(17) Informe y libro citados, pág. 593. !ll texto oficial de donde. tomo
139
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FRANCISCO FEUX MONTIÉL
¿ A cuántos no condenó Stalin por haber dicho aproximada­
mente eso mismo? Quizás el único error
de esos hombres fue
creer que el estupendo titulo de «sucesores de los clásicos del
m~txismo» no. era también, ·como tántils otras rosas, un mono-
polio . de la «ciencia ofici~l» e .
Pero las. citas que habían traído los «camaradas» no eran solo
de Engels,
ni de su época más o. menos «antigua». Lenin había
publicado en 1917 su importante obra «El Estado
y la Revolu­
ción» (18).
La tesis del «Anti-Dühring» que Stalin objeta por su
vejez, Lenin la recoge exactamente en las págmas de ese libro.
Los «camaradas» recordaron entonces la siguiente puntualización
de Lenin:
«El proletariado tiene necesidad del Estado -todos
los oportunistas, los social-chauvinistas y los kautskistas lo repi­
ten, asegurando que
tal es la doctrina de Marx, pero «olvidan­
do» afiadir, primero, que para el proletariado solo
es necesario,
según Marx,
un Estado en vlas de extinción, es decir, constitui­
do de tal manera que comience INMEDIATAMENTE a desapa­
recer» (19).
¿ Podía rechazarse también por an-ticuáda una tesis de tan
reciente publicación? Los recursos
polémicos, de Stalin eran, sin
e.ud,argo, inagotables
y asombrosos; las dificultades interpretati­
vas
no existían para él. Stalin,respondió de esta manera (20):
«Lenin tenía el propósito de escribir la .segunda parte de esa
obra, en que iba a hacer el balance principal de la experiencia
estas líneas afirma que el párrafo citado fue recibido por el Congreso con
«risa general». El asunto hubiera sido, sin embargo, cosa de reír, si
los «camaradas congresistas» hubieran recordado que por pensar lo mis­
mo que Stalin decía en ese momento, much~ habían sido antes fusilados
y ottos tenían quizás su turno previsto ante el paredón.
(18) En mi articulo «La URSS y su plan de conquista» (ABC, Ma­
drid, 1 de n<>viembre de 1986) escnbl: .Cuando Leoin sintió el vértigo del
Poder, rompió en dos partes el titulo de su libro, arrojó a la basura «la
"Revolución", y lleno de sentido práctico y de ambici6n de dominio, se
quedó con d ''Estado''. ¡Y qué Estado!».
(19) Subrayo el adverbio «irunedlatarnente•, annque la frase enteta
deja ver con bastante fuerza la contradicción entre esa idea de Lenin y
los argumentos de Stalin.
(20) Informe y libro citados,
pág. 594.
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CONTROVERSIA SOBRE LA LIBERTAD
de las revoluciones rusas de 1905 y 1917. No cabe duda de que
Lenin se proponía desarrollar e. impulsar, en la segunda. parte de
su libro,
la teoría sobre d Estado apoyándose en la práctica de
la existencia del Poder Soviético en nuestro país. Pero la muerte
le impidi6 llevar
a. cabo ese pr.op6sito».
El método de discusi6n y de exégesis no carece de cierta ori­
ginalidad. Si algún texto nos embaraza,· hablemos, no de lo que
está
escrito, sino de lo que «no cabe duda» que d autor «iba
a escribir». Partiendo del ptincipio de
qQe d pensamiento vivo
y auténtico de ese autor no está
en lo que dijo sino en lo que
pensaba corregir de su obra. .
Hasta entonces, nadie había «anotado» una Biblia con tan­
ta audacia.
Un pensamiento de Iván el Terrible.
Pero ni siquiera d libro de Lenin es una Biblia anotada. El
asunto es de muy otra naturaleza. De ese libro -así romo del
«Anti-Dühring» y, en general,
de las obras de Marx, Engds y
Lenin-se hacen constantemente (en la ORSS) nuevas edicio­
nes. Quiere decirse que no envejecen
ni caducan, ni pierden vi­
gencia, a pesar de lo qne Stalin dice. Por añadidura, todos esos
-
vollllilenes son «libros de texto» --de aprendizaje obligatorio-­
en las
«escudas de cuadros» establecidas por el comunismo ruso
a
1o largo del mundo. Mientras Stalin hablaba en su discurso de
la versi6n no esctita número dos de Lenin, miles de alumnos de
esas escudas conocían y aprendían • la versión número uno; la
versi6n escrita. Después conocerían también su «complemento».
La .dialéctica estaliniana permite que todo eso sea posible,
que todas esas páginas contradictorias puedan ser válidas al
mis­
mo tiempo (las «escuelas de cuadros» no se han levantado para
formar conciencias, sino para instruir agitadores). Cuando baya
que responder a los que dicen que
d comunismo es la dictadura
sin
esperanza, los diplomados de esas «escuelas» mostrarlÚl el.
anverso de la promesa democrática. Cuando haya que «calmar»
141
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FRANCISCO FELIX MONTIEL
a los que piden un alto a la dictadura en nombre de Engels o
de Lenin, esos mismos propagandistas volverán
la hoja y ento­
narán
como un coro de fanáticos las «anotaciones» de Staliri.
Stalin pretendía apoyar toda su
tesis en «el peligro de un
ataque armado del exterior». Mas
ese peligro puede justificar la
subsistencia de un ejército y de un servicio de seguridad. ¿Qué
impide, sin embargo, que al mismo riempo
se intensifique la
participación. directa, efectiva y democrática del pueblo en todos
los
demás aspectos del gobierno, en la dirección de las fábricas,
en
la administración de los colectivos agrícolas, en la rectoría de
las
funciones culturales, de sanidad, de obras públicas, etc.?
El Estado de la URSS no sigue ese camino. Los jefes delco­
munismo ruso no piensan hoy -diga lo que diga Gorbachev­
de otra manera que en 1933 y en 1939. Y siguen hablando -en
una Europa «cercada» por Moscú-del mismo cerco capitalista
de hace ___ medh siglo, supremo argumento del que tan jugosos
«dividendos» ideológicos han obtenido hasta ahora y que no
se
resignan a perder.
En uno de sus úlrimos trabajos
-publicado en 1950-Sta­
lin insistía todavía: «La fórmula
de Engels sobre la extinción del
Estado es inaplicable. . . Un país en el que la revolución ha lo­
grado la victoria, si no quiere ser pulverizado por el cetc<) ca­
pitalista se halla en la obligación, no de. debilitar, sino de re­
forzar por todos los meáios los órganos del Estado» (21 ).
No hay, pues, esperanza. La libertad bajo el régimen soviéti­
co no es cosa de este siglo· ni del siguiente. Stalin y sus herede­
ros repiten sin cesar
lo que Lenin reprocbába a los op01'tunistas
y social-chauvinistas: «El proletariado tiene necesidad del Es­
tado».
Tema que nos
recuerda .,-"-Curiosa continuidad al cabo de cin­
co siglos y en el mañana .frustradp de una «revolución» que con­
movió al mundo-lo que dice Iván. el Terrible en el conbcido
filme de Eisenstein: «El Zar no puede gobernar sin la fuerza».
(21) Artículo sobre «La lingiiística», publicado en la revista soviéti"ca
El Bolchevique, núm. 14, de 1950.
142
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CONTROVERSIA SOBRE LA 'UBERTAD
III
EL PENSAMIENTO DE. HENRI DAUDJN
Un mensáje impresionante.
En 1949, una publicación francesa, La Pensée, de obedien­
cia· comunista, pero comprometida a mantener cierto rango in­
telectual, sot:prendip a sus lectores con .una desacostumbtooa po­
lémica; El título de ésta era: «Una controversia sobre la liber­
tad» (22).
Su origen tenía un fondo dramático. Un antiguo «militante»,
de· largos años de lucha y de servicio fiel a la política del ro,
munismo ruso -Henri Daudin-,, profesor eminent~ que había
formado parte.
del mismo equipo intelectual que editaba. la re­
vista, tuvo la idea de ir, anotandó sus dudas, sus preocupacio­
nes, sus .inquietudes, sus incoformidades. Y en un momento de
honda
y patética decisión que yo imagino sin gran. esfuerzo, en­
vió sus apuntes a La Pensée con este mensaje .(23 ):
«Ruego a La Pensée que tenga a bien acoger en sus págin~s,
bajo mi exclusiva responsabilidad, desde luego, y haciéndola se­
guir, si as! lo cree conveniente, de todas. las reservas, de todas
ias cénsuras que juzgue indispensables o ótíles, · esta breve expo- ·
sición de una convicción que, desde hace varios años, me obse­
siona literalmente en mis reJlexiones pe viejo universitario que
ha participado en cierto grado en el esfuerzo militante
de mu0
chos intelectuales de su generación en las filas del proletariado
organizado, sin tratar de obtener de ello ninguna ventaja per­
sonal». «La
exposición de esta convicción, con error o ·con acierto,
_me parece hoy, al término del trágico y desconcertante medio si-
(22) Le Pensé~, núm. 23, inarzo.abril de 1949, págs. 11-26.
(23)
La revista lo presentaba as{: «En los últimos días· de su vida,
Henri · Daudin dirigió a La Pemée_ este emocíonante llamamiento, que nos
ha sido · remitido algún tiempo después de su muerte».
143
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FRANCISCO FEUX MONTIEL
glo que acabamos de vivir, de una importancia capital, tanto para
ayudarnos a comprender
fu siniestras experiencias que en tan
gran parte lo
han llenado, como para ayudar a nuestros suceso­
res
a
Iiberarse,,si fuera posible,.de los funestos compromisos que
de ello resultan»,
· '
«Quisiera, pues, por ello, de ser posible, no: dejar este mun'
do sin haber motivado la .convicción que tengo».
Henri
, Daudin hizo su impresionante «envío» encontrándose
gravemente enfermo. Cuando
La Pensée recibió esas páginas es­
critas año tras' año con el temblor de un alma preocupada, Hen'
ti Daudin había muerto. Y en ese número de marzo-abril de.i
1949, en que leemos el documento íntegro de Daudin, la revista
nos traza, con la firma
de Henri Wallon (24 ), en unas breves
líneas,
la figura moral del hombre. De ese comunista atormen·
·
tado que así estimabá necesario transmitirnos -por creerlo de
«tina importancia capital»--·sus pensamientos y sus inc¡tiietudes,
La restauración de la libertad.
Daudin ~irma 'Henri W allon-«no actuó· nunca· sin seguir
sú condencia, y' ésta era escrupulosa, imperiosa. No atenuó jamás
lo que ella
le exigía, ili'frénte a las ",Utoridades, ni en la relación
eón
sus ~migos. Hizo siempre lo necesario para proP"'gar lo que
él (sabía que era la verdad .. : Pero nunca supo callar tampoco
sus dudas,
Sobre todo cuatido ·se trataba' de una causa que él te-'
rifa tan adentro». .
Después de
lo cual, éon muclúsinias ·reserva.r y censuras --que
Daudin había previsto-, con no pocos rodeos, precauciones y
considerandos, el texto
se imprime en el citado número de La
Pensée. Hay antes aún, una nota de Redacción (25), y después
(24) Miembro del Comité-Director de la revista y 0profesor en el Co­
llege, de Franix,. Conocido militante del Partido Comunista.
(25) .:Nos. proponemos --dice la "nota_"- volver sobre este debate
en los próximos núrperos. Y deberemos denunciar también otro . tema de -~
14.4
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CONTROVERSIA SOBRE LA LIBERTAD
-a manera de larga e incómoda apostilla-un artículo de Hentf
W.Uon.
La «nota» la observamos· nerviosa y agria; el conjunto
de la presentación de esta rara «controversia» nos descubre que
el hecho de dar cabida en La Pensée a las ideas heterodoxas de
Henri Daudin no había merecido de los «altos poderes», sino
una
muy insinoera r¡ muy , malhumorada aprobación.
Cosa que, por otra parte, se comprenderá en seguida con solo
leer en las primeras líneas del hondo y singular
testamento,
estas palabras que . tienen aire de revuelta y de promesa: «De­
claro mi decisión de trabajar, con todas las fuerzas que me que­
den, por la restauración de la libertad en Francia y en
el .mundo.
Declaro que lo considero indispensable en TODO régimen po­
Jítico o social, en TODA, organización de la .vicia colectiva en
que
yo pueda encontrar un empleo de mis fuerzas y de mi vo-
"propaganda. reácclonaria": · 1os abominables equívocos que trata .de ali­
mentar sobre la idea de la democracia ... ».
Se comprende bien que la «propaganda reaccionaria». (!) tomaba un
color desagradable para los intereses qne había. detrás de la revista. No era,
sin embargo, muy delicado , 1iacer esa_ intencionada asociación en presen­
cia dél ~timonio de una «conciencia escrupw0$4» como la de Henri Daudin. . J .
Lai nota insistía aún: ~Está -propagallda (reaccionatia) amenaza con tur­
bar .a honestns demócratas franceses-El artículo que el llorado Daudin ha­
bía escrito poco antes de su muerte detnuestta cuán necesario es tratar ·a
fondo este delicado problema, por lo que se comprenderá bien que pu­
bliquemos hoy, con el artículo· de Henri Daudin, la respuesta de su ami­
go
Henri Wallon». Quería decirse que_ en todo caso _la «propagarida. reac­
.cionaria.» había
turbado nada tnenOS qÚ:e al horiesto comunista Henri Dáu­
din. Y no erai un simple descuido de la pluma esa referencia a que el ar­
tículo había sido -escrito en un momento de débiles reacciones del espí­
ritu y de escasa claridad de la consciencia ( «poco antes de su muerte»).
La indicación era hábil, pero no se ajustaba a la verdad-. Ni a reglas de
buena fe. Hay numerosas llamadas como éstas al pie del texto de Daudin:
«Las páginas que siguen han sido escritas en 1947 ... Este fragmentó ha
debido de ser escrito durante ·1a OCU~ón alemana ... Las páginas que si-
guen _han sido escritas en 1940 6 1941.'.:». Esas aoo:taciones que el lector
encuetÍtra en la propia revista sirven pata desnudar por sí solas el cinis­
mo de ~a· nota . mentiros~, y para descubrir también d -embarazo de unos
filósofos cogidos en la trampa de sus contradicciones.
145
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FRANCISCO FEUX MONTIEL
!untad. Una de las razones decisivas que yo tengo para no acep­
tar el «orden nuevo» (26) es que su consolidación no nos permite
esperar ninguna libertad personal».
«Esta posición implica una desaprobación pareja, igual, de
TODAS las ideologías, de TODAS las doctrinas o programas que
se arroguen el
derecho de anular o de suspender, por cual­
quier raz6n y en cualquier hip6tesis que sea, la posibilidad legal
de. expresar abiertamente opiniones personales» ...
Y añade
más abajo: «Pues yo pienso que la libertad de ex­
presar, de sostener y de motivar una opinión, es decir: un juicio
personal o colectivo, pero adoptado sinceramente por
el que lo
e,cpresa, sobre el tema que sea, es de un valor capital para una
organización pacífica y progresiva
de la vida social, en cualquier
grada
de su evolución y en cualquier .terreno en que se la con­
sidere» ....
Subrayo: l.º que el profesor Daudin condena por igual TODO
sistema que suprima o «suspenda» la libertad de opinión; 2.0 que
él reclama ésta coi;no cosa de .«valor capital» en cualquier terre­
no
en que se la considere.; 3 .• que no· admite para anularla o
interrumpir · su ejercicio, NINGUNA razón, ni hipótes!Ís,. ni. ex­
cusa, y 4.•· que no acepta la escapatoria de que la libertad ~
coarta tan solo en «el período de consolidación» de un nuevo
régimen, pues
él la estima de «valor capital» en cualquier grado
de la evolución de un sistema o .sociedad.
La libertad de discusión no es un lujo. ·
Dáudin habla luego de · las «deserciones masivas» que tuvie0
ron lugar durante la primera mitad del siglo x:x, deserciones «que
han privado a la causa de la libertad de la casi totalidad de sus
defensores»
... Y continúa: «Pero lo que más recientemente ha
ampliado y activado
es.as defecciones es indiscutiblemente el
ejemplo imprevisto y grandioso que ha dado, después de la Re-
· (26) De las notas de Daudin se desprende que este fragmento fue
escrito durante el primer año de la ocupaci6n alemana.
146
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CONTROVERSIA SOBRE LA LIBERTAD
voluci6n rusa de octubre de 1917, la eficacia té<;nica y . social
inp,egable del régimen político instituido en el pafa de los So­
viets. Muchos intelectuales, especialmente, entre nosotros. y fuera
de Francia,· se han maravillado, y con raz6n,. de la potencia, de
la grandeza de
esas.· realizaciones -que contrastan con· la timi­
dez,
con la inconsistencia a menudo . observada, de las realizacio­
nes sociales de los países que
han seguido estando divididos en
opiniones concurrentes».
«Pues bien: NINGUNA doctrina, NINGÚN programa tiene de,
recho a decirnos: Dejadme primero imponerme ·sin discusi6n
posible;
luegu veréis en la práctica lo que yo quiero -y discu­
tiréis después,
¡si aún os quedan ganas de hacerlo!» ..
«La libertad. de discusi6n no es un lujo que pueda remitirse
a una época
en que la tarea ya esté hecha: es una condici6n in­
dispensable
de la lucidez y, por ello mismo, de la honestidael
de la acci6n».
Cuando habla Daudin. --en. su envio--de las «siniestras
e,,periencias» de la. primera mitad de este siglo, él piensa segu­
ramente en algo muy concreto que después se precisa en sus
notas, Por ejemplo: «Después de la derrota de Francia, se ha
visto a sus representantes
óficiales desaprobar toda su tradici6rt
liberal y democrática e instituir en .nuestro país, bajo la protec­
ci6n de
las fuerzas de ocupaci6n alemanas, m;1 régimen político
y social
de dic.tadura reaccionaria que colabora con el vencedor y
que, aun
orientado en otro sentido que el nacional-socialismo
alemán, recibe de él ciertas directivas políticas y econ6micas
importantes,
y totna de él numerosas f6rtnulas, consignas o ar­
gumentos que el nacional-socialismo alemán había tomado a su
vez en buena parte del comunismo» ... '.
Efectivamente, la turbaci6n. de Henri Daudin tenía · sus mo­
tivos. Mas al avanzar en la lectura de su articulo, se comprende
del mismo modo, y mucho mejor a cada línea, la turbaci6n de
La Pensée.
Henri W allon sale de apuros en su difícil «apostilla» con las
recetas maravillosas de la dialéctica:
«Lo absoluto no es atributo
. de ningún principio, de ninguna verdad, de ninguna realidad»::
147
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FRANCISCO FEUX MONTIEL
«no hay ninguna verdad en sí»: «entre Daudin y nosotros hay
una diíerencia
de método».: «su ideal de libertad es la réplica
del sufrimiento
que él experimenta ruando la ve maltratada»:
«él
la quiere en lo absoluto»: «para nosotros, al contrario, la
libertad
es una cosa de este mundo» ...
Dicho de otro modo: cosa relativa.
El hombre debe creer en la lib.ertad.
Pe:ro volvamos a Daudin. La libertad de discusión es «in­
dispensable», dice este filósofo en el calvario de su sufrimiento.
Es indispensable, en particular, para el progreso de
la ciencia.
¿ Cómo pueden decir otra cosa los que se llaman «revoluciona­
rios»?
En el terreno de la discusión libre han crecido en todos
los tiempos las
más grandes ideas reformadoras, los más gran­
des movimientos
· de progreso científico, de avance social y de
creación humana.
«Ninguna verdad científica
- . mento y en ningún terreno, ha _pedido jamás el se:r protegida
por una prohibición de contradecirla.
La hipótesis misma es ri­
dícula~ ... Y agrega más ta.-de: «El uso de la libertad de opinión
es una condición permanente del . progreso de la civilización, y
del des;rrollo pacífico y razonable de las relaciones humanas en
todos los grados de
su complejidad».
En el cuadro que estamos examinando hay que considerar
al mismo
tiempo los derechos individuales y.el prestigio, la fuer­
za y la virtud estimulante de la libertad. Hay, pues: 1.0 la liber­
tad de cada uno, el derecho que cada uno tiene a ser libre;
2.0 la libertad como·. atmósfera de las relaciones sociales, como
fuerza de progreso, como elemento de la creación humana.
El hombre debe
amar su libertad; la libertad que le corres­
ponde en función de
la naturaleza y en función de la sociedad.
Pero debe estimar
también. como algo esencial · a la condición
humana,. la libertad que no es cosa de cada uno, sino factor de
la vida común.
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CONTROVERSIA SOBRE LA UBERTAD
Ambas ideas suelen ir juntas, pero no conviene confundirlas.
A veces, el hombre se conforma con una apariencia
de libertad
que
Je ofrece cierta ilusión de poseerla, pero que en realidad
no
hace de él un hombre libre. A veces, el hombre olvida que
la libertad que en
más o menos propol.'ción disfruta, no es un
bien que se percibe por la gracia divina y para siempre; olvida
los sacrificios que han sido necesarios para obtener ese bien;
olvida que es preciso luchar constantemente para conservarlo.
El hombre debe recordar siempre que la libertad
«es una
cosa que 'tenemos que conquistar de nuevo cada día, como el
amor» ...
«For. freedom, we know, is a thing that we have to conquer
afresh for ourselves,
every day, like !ove; and we are always
losing freedom, just
as we are always losing !ove, because, after
each victory, we think we can.·now settle down and enjoy it
withour
further struggle ... The battle of freedom es never done,
and
the field never quiet» ... (27).
La libertad posee cierta· prndencia.
Algunos temen los abusos de la libertad. Es que no han
conocido
de la libertad ·sino los abusos. Y esa es .una carga atroz
que arrastran en el mundo ciertas
generaciones. Los que abusan
de la libertad,. la
niegan. Nunca es la libertad. la que abusa.
Si el mundo tiene que· poner fr~nos y cerrojos no es preci­
samente
a la libertad, sino a los que la. suprimen encerrándola
en una mazmorra, o a los que la suprimen presentándonos con
nombre de libertad lo
·que no es sino el exceso, la caricatura y
el escarnio
de ella.
Creen algunos que
la libertad es el terreno de todos los ries­
gos, desencadenamientos y deslices. Yo estimo, por el contrario,
que la libertad, cnando
es verdadera, posee en sí misma cierta
prudencia. La historia nos muestra ejemplos de esa índole que
(27) . W. NEVINSON, Henry de: Essays on Freedom.
149
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FRANCISCO FELIX MONTIEL ' < ·.
deberían ser suficientes como pruebá, pero cuya lecci6n no ha
entrado
aú.n con plena claridad en el espíritu del hombre,
Urge, en primet.
término, defender la libertad contra los fa­
brkantes de desesperación. Que son muchos. Pero que pueden
resumirse en. dos grupos característicos: los que dan infinita­
mente
menos de lo que está a su alcance; los que prometen a la
hora
de la batalla lo que saben que no podrán dar a la hora del
triunfo. Dicho de otro
modo:. los que cometciau con el exceso
de riqueza; los que comercian con el exceso de rencor.
«La libertad de opinión -escribe Henri Daudin ( 28 )-no
puede
ser un simple «laissez faire, laissez passet», sino una li­
bettad intelectual activa, una libertad que se controla y se dis­
cipliti,a por los medios que le son propios, una libettad que se
justifica y se acredita por el ejercicio vigilante de una po/icla de
la opini6n, en vez de dejar florecer, como ha hecho desde hace
medio siglo, todas las supetsriciones ... ».
«Este procedimiento de depuración de la creencia común
-añade Daudin-me parece ser, en fin de cuentas, el único
que hace que una sociedad humana se distinga claramente de und
horda de ,bestias fet~es ... » .. Y concluye: «Se asiste en la prensa,
en
las convetsaciones, a una verdadera prostitución de la inteli­
gencia.
Es indispensable, urgente, que el intelectual se sienta tan
responsable de
una. tontería que se acredita. como el médico de
una epidemia que se propaga».
Daudin afirma, pues, que la libertad debe set controlada con
sus medios propios. Lo que significa que contra las enfetmeda­
des de la libertad puede
más la libertad de la verdad que el si­
lenciamiento forzoso del error, O:,sa que está muy lejos de poder
confundirse con el libre
acceso al reino y desenfreno de la men­
tira, de la estupidez y de las malas artes. Set libre no es nunca
una «patente, de corso». Las enfermedades de Ja libertad hay
que curarlas.
O:>nviene reafirmar, entre 'tanto, que esa «policía de la opi0
uión» · a que se refiere Henri Daudin va a proteger, l!O a limitar
(28) En el mismo documento ya citado.
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CONTROVERSIA SOBRE LA LIBERTAD
el libre pensamiento. Para entenderlo así, bastaría con recordar
las circunstancias · dramáticas · en que Daudin tedactó su mensaje
angustioso
y apremiante.
Una empresa· verdaderamente humana.
Daudin nos plantea luego nada menos que una profunda cues­
tión filosófica. La libertad .__:_Jíce----es. indispensable para poder
discernir «lo que tiene un carácter de verdad
auténtica .Y lo que
deriva de una preferencia,
de una elección»·.
«Quiere decirse ~aaade---qué sobre todas. las cuestiones
que conciernen directamente a la conducta de' nuestra ,Vida, in­
telectual o .social,
.ninguno de nosotros, sea profesor o alumno,
teólogo o marmitón, puede evitar qué al presentar .un enunciado
más o menos claro de lo que sabe Q cree saber, se mezcle una
expresión más o menos directa de lo que quiere o no quiere ... ».
~x q,;,e.,, por <;onsiguiente, un discernimiento correcto, una
distinción
eficaz de .lo uno .y .de lo otro, indispensable a toda
colaboración honesta,
solo puede obtenerse si lo que cada uno
enuncia o propone se halla
sometido sin reservas a la libre dis­
cusión de todos
... ».
«Exigiendo que ello sea así, no se ,trata, pues, de salvaguar­
dar no sé qué derecho absoluto del individuo. Se trata de pre­
servar, contra todas las ideologías que pretenden regular la
con­
ducta en nombre de «verdades» que no .lo son, la posibilidad
de una empresa verdaderamente humana, consciente del
carác­
ter voluntario de sus iniciatlvas y de sus normas ... ».
La libertad es, en efecto, mucho más que un derecho del
hombre. Es un derecho de la razón. Y una exigencia irrenuncia­
ble de la dignidad de la vida.
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