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Número 261-262

Serie XXVII

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Fray Ignacio María de la Eucaristía: Hombre, mundo, redención

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Val. Couture había escrito ya un Decálogo d;:l Abogado, citado
por
el autor en esta obra y bien conocido por todos los dedica­
dos a esta profesión. A este Decálogo de Couture ha querido
quitat
Martíhez Val algunos «mandamientos», como el l.": «Es­
tudia». En cambio
ha añadido otros que no constan en Couture,
como los referentes a la retribución,
al secreto o a la colegiali­
dad. Creo que
el deseo de reducirlos a diez es la verdadera causa .
de esos pequeños. cambios entre ambos Decálogos. Tengo gran
devoción por el texto de Couture; pero. me parece muy acertada
la mención del secreto y la
colegialjdad.
No cabe duda de que esta Etica de la Abogada que es, a su
vez, una Declaración de Principios de todas las naciones de Ibero­
américa, constituye un verdadero monumento, un ideario ético
jurídico y que el autor puede estar orgulloso de su obra; no solo
de su obra sino de haber sido el ejecutor de esta tatea en •nom­
bre de toda Iberoamérica, que unánimemente
la ha aplaudido,
como aplaudió sus inicios un· día. Vaya con est,u; líneas mi feli,
citación al autor con la seguridad de que su obra alcanzatá gran
difusión por su enorme interés. ·
JosÉ TODOLÍ DUQUE
Catedrático de Etica y Sociología
Fray Ignacio M.ª de la Eucaristía: HOMBRE, MUNDO,
REDENCION.
PRÓLOGO DE FRAY JosÉ LóPEz ÜRTIZ (*)
Ediciones 'Dyrsa nos obsequia con la publicación de un bello
libro de espiritualidad
(ya· anteriormente aparecido ~y agota­
do-en América), debido a la pluma del carmelita fray Ignacio
M.' Barrai:hina. Libro profundo y esclarecedor en el que estas
cualidades · se _conjugan con· una amena lectura, grata y. enrique­
cedora pata todas las mentalidades.
El
eje temático de esta obra es el concepto de mundo, tan­
tas veces repetido en las Sagradas Ecrituras y en el mensaje de
Cristo. Señala en su prólogo,
el que fue obispo de Túy, fray José
López Ortiz, que catecismo y
los tratados de moral suden citar
tres enemigos del
ruma: mundo, demonio y carne, por este orden.
Sin embargo, la literatura exegética y moral les ha prestado
atención en-el orden ·inverso. La carne, ·esa tentación ·más cerca~
na y vulgar, cuenta con un tratamiento abundantísimo, al paso
(*) Ed: Bosch, Barcelona, 1987, 14,5 X 21 cm., 240 págs.
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que corresponde. el, mínimo a la noción del mundo, hasta el ex­
tremo de que, si hien es un tema importante en ascética, apenas
si
se cita en los escritos de teología dogmátic,;.
Curiosamente la exégesis dogmática sobre el mundo en que
consiste este ,libro hace de
él un lihro de viva actualidad. Hoy,
cuando gran parte de
los cristianos '--y eclesiásticos del más alto
nivel-parecen haherse reconciliado con el mundo hasta exaltar­
lo como «mundo moderno», hasta mostrarse «atrodillados ante
él» como dk:e J. Maritain en su obra Le Paysan de la Garonne,
esta profundización en el significado evangélico del mundo se
nos ofrece como uná revelación apasionante.
Dios se hace hombre pata buscar al hombre cuando éste
andaba pr6fugo de El. Pero el hombre, degradado
por el pecado
original, parecía contento de s~ aventura. y no reconoció la exis­
tencia de tal pecado. Como consecuencia, no recibió al Redentor.
«Etc mundus Eum non. co¡¡novit» (J. 1, 10). El antagonismo
que existirá ahora entre Dios y el mundo tendrá una nueva
ca­
racterística: la incredulidad. Podrá ésta revestir el aspecto de
una simple
mhibición, pero en rigor es ceguera por orgullo y
odio a Cristo, como
se ve por. el carácter apasionadamente ne­
gativo que suele revestir la incredulidad en quienes se han apar­
tado de Cristo.
Si en la nueva era que abre la Redención el pe­
cado principal no es ya el original sino la incredulidad, los ele­
mentos inspiradores del pecado original permanecen: soberbia y
demonio.
«San Agustín
nos ha dado una profunda explicación del an­
tagonismo existente entre Dios y mundo. Era una antagonismo
que latía en el Antiguo Testamento, que
se pone más en super­
ficie en
los sinópticos y que en. el Evangelio de San Juan reviste
una grandiosidad y un dramatismo escalofriantes. Cuando
se ha
meditado bien que Jesús se niega a rogar por el mundo poco
antes de morir por
los hombres (J. 17., 9), ya se entrevé que el
mundo ha de ser algo diabólicamente opuesto a Cristo. Jesús es
gracia y salvación y el mundo es pecado, protelOVÍa y condena­
ción. La respuesta del mundo
al Redentor ha sido de rechazo y
de odio.
La respuesta de Dios al mundo ha ·sido constituir al
Espíritu Santo es fiscal de su pecado y su justicia para que sea
condenado ante el tribunal de Cristo. ( ... ) Pero la Redención no
fue un fracaso. sino que muchos recibieron a Cristo
y. creyeron.
Con ello nacía una nueva criatura que recobraba
la dimensión
sobrenatural de la vida y era adoptada por Dios a una filiación
especial, a una intimidad nueva y a la herencia de
su· Unigéni-
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to. ( ... ) Y un cortejo espléndido de dones y gracias viene al
alma para desmundanizarla del
todo».
La consecuencia que exttae. San Agustín sobre el mundo y
la Redención es que «los hom.bres hemos quedado definitiva­
mente divididos en dos categorías absolutas: los del mundo
y los
de Dios. Mundo es todo lo separado de Dios, separado eterna­
mente: todos los condenados son del
mundo. Cuanto no es Re­
dención ni sobrenatural es mundo». Tesis que se ha tildado a
veces de maniqueísmo resídue:l, pero que posee la más fuerte
apoyatura en San Pablo, en el
evangelio' de San Juan, y, sobre
todo, en el testimonio del mismo Cristo. Los catecismos que
enumeran tres enemigos del
alma no contradicen a San Agustín:
simplemente destacan del mundo a su príncipe
y a su medio
más inmediato de
corrtupclón (la carne).
La tercera y ,µás reveladora de las tentaciones del demonio
a Cristo
es la del mundo en su estado puro: todos estos reinos
te daré
sí me adoras. No le sometió a la más baja y común de
las tentaciones (la carne), sino a las
del poder y al señorío del
mundo ( de
su mundo). Diríase que en nuestro tiempo la Iglesia
ha sucumbido a esa postrera tentación tras las que Cristo arrojó
de su presencia a Satanás,
y· que parece reconciliada con el mun­
do bajo los formas taimadas
de «pluralismo», «secularísmo»,
.«aggiorn8mento», «humanismo», «ecumenismo», ete. Pero la
Ciudad de Dios, con su asistencia, triunfará finalmente y «las
puertas del
infierno no prevalecerán contra ella».
Libro este escrito en un lenguaje terso
y ameno que abre al
espíritu dilatados horizontes de
fe y de esperanza. ·
RAFAEL GAMBRA.
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