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Número 269-270

Serie XXVII

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La tradición y el Concilio Vaticano II

LA TRADICION Y EL CONCILIO VATICANO II
Tradición y actualización en el Vaticano II.
«La Iglesia ha manifestado esta convicción de fe también
"en el último Concilio, que
se reunió para confirmar y reforzar
"la doctrina de la Iglesia heredada de la Tradición existente des­
"de hace casi veinte siglos, como realidad viviente que avanza,
"en relación con los problemas y las necesidades de cada época,
"haciendo más profunda la comprensión de lo contenido en la
"fe transmitida de una vez para siempre (cf. Jds 3). Estamos
"profundamente convencidos de que el Esplritu de
la verdad que
"habla a
la Iglesia (cf. Ap 2, 7, 11, 17 y otros), lo hizo, de ma­
" nera particularmente solemne y autorizada, por medio del Con­
" cilio Vaticano II, preparando a la Iglesia para entrar en el ter­
"cer milenio después de Cristo. Dado que la obra del Concilio
"en su con;unto constituye una Confirmación de la misma ver­
"dad vivida por la Iglesia desde el principio, es, al mismo tiem­
"po "renovación" de la misma verdad (una "actualización", se­
"gún la conocida expresión del Papa Juan XXIII), para acercar
"tanto el modo de enseñar la fe y la moral, como también toda
"la actividad apostólica y pastoral de la Iglesia, a la gran familia
"humana en el mundo contemporáneo. Y
ya se sabe cuán diver­
"sificado e incluso dividido está este "mundo"».
JUAN PABLO II: Carta al cardenal Joseph Rat­zinger, Prefecto de la Congregación para la
Doctrina de la Fe. L'Osservat_ore Romano, edi­
ción semanal en lengua española, afio XX, nú­
mero 16 (1.007), domingo 17 de abril de 1988.
El Vaticano II: los problemas de su adecuada interpretación
y aplicación.
«Bn este período postcondliar somos testigos de un inmenso
"traba¡o de la Iglesia para lograr que este "novum" constituido
"por el Vaticano
II penetre de manera adecuada en la concien-
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"cia y en la vida de cada comunidad del Pueblo de Dios. Sin
"embargo,
¡unto a este esfuerzo han surgido también tendencias
"que,
en el camino de la realización del Concilio, crean una
"cierta dificultad. Una de estas tendencias está caracterizada por
"el deseo de cambios que no siempre están en sinton!a con la
"enseñanza y con el espíritu del Vaticano II, aunque traten de
"hacer referencia al Concilio. Estos cambios quisieran expresar
"un progreso, y por ello a esta tendencia se le da el nombre
"de nprogresismo". El progreso, en este caso, es una aspiración
"hacia el futuro, que rompe con el pasado, sin tener en cuenta
"la función de la Tradición, que es fundamental en la misión de
"la Iglesia, para que ésta pueda permanecer en la verdad que ha
"recibido de Cristo el Señor y de los Apóstoles, y que. ha sido
"custodiada con diligencia por el Magisterio.
»La tendencia opuesta, que habitualmente se define como "con­
"servadurismo", o bien "integrismo", se detiene en el pasado,
"sin tener en cuenta la ¡usta aspiración hacia el futuro, como se
"ha manifestado precisamente en la obra del Vaticano II. Mien­
"tras la primera tendencia parece. reconocer como ;usto lo que
Pes nuevo
1 la otra, en cambio, ve lo justo solamente en lo que
"es "antiguo", considerándolo sinónimo de la Tradición. Sin em­
"bargo, no es lo "antiguo,, en cuanto tal, ni lo ,,nuevo" por sí
"mismo, lo que corresponde al concepto iusto de la Tradición en
"la vida de la Iglesia. En efecto, este concepto significa la per­
"manencia fiel de la Iglesia en la verdad recibida de Dios a tra­
"vés de los acontecimientos mutables de la historia. La Iglesia,
"igual que el dueño
de casa del Evangelio, saca con sagaci­
"cidad "de sus arcas lo nuevo y lo vie¡o" (cf. Mt 13, 52), per­
"maneciendo absolutamente obediente al Espíritu de la verdad
"que Cristo dio a la Iglesia como Gula divino. Y la Iglesia rea­
"liza esta delicada obra de discernimiento por medio del Magis­
'lterio auténtiéo (cf. Lumen gentium, 25).
»La actitud que asumen las personas, los grupos o los am­
"bientes vinculados con una u otra tendencia, puede ser com­
"prensible en cierta medida, especialmenJe después de un acon­
"tecimiento tan importante como ha sido en la historia de la
"Iglesia el último Concilio. Si por una parte éste ha desencade­
" nado una aspiración a la renovación ( y en esto se encuentra
"también un elemento de "novedad"), por otra, algunos abusos
"en la linea de esta aspiración, en la medida en que olvidan los
"valores esenciales de la doctrina católica sobre la fe y la moral
"y en otros campos de la vida eclesial, por eiemplo ;el litúrgico,
"pueden e incluso deben
suscitar una iusta ob¡eción. Sin embar-
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ngo, si por causa de talei.excesos'se reChaza toda sana ))renova­
,, ción" canforme con la enseñanza y el espíritu del Concilio, en­
"tonces seme;ante actitud puede llevar a otra desviación que está
"también
en contraste con el principio de la Tradición viva de
"la Iglesia obediente al Espíritu de la verdad».
JuAN PABLO II: Carta al cardenal Jose¡,h Rat­
zinger, Prefecto de la Congregación pa,:a la
Doctrina de la Fe. L'Osservatore Romano, edi­
ción semanal en lengua española, año XX, nú'
mero 16 (1.007), domingo 17 de abril de 1988.
Las enseñanzas del Vaticano 11 requieren un nuevo empeño
de profundización clarificadora de su continuidad con la
tradición.
«Las amplias y profundas enseñanzas dei Concilio V atica­
"no II requieren un. nuevo empeño de profundización, en el que
"se clarifique plenamente la continuidad del Concilio con la T ra­
,, dición, sobre todo en los puntos doctrinales que, quizá por su
"novedad, aún no han sido bien comprendidos por algunos sec­
"tores de la Iglesia».
JuAN PABLO II: Carta Apostólica Ecclesia Dei
en forma de «motu propio». L'Osservatore Ro­
mano, edición semanal en lengua española, afio
XX, núm. 28 (1.019), domingo 10 de julio de
1988.
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