Índice de contenidos
Número 269-270
Serie XXVII
- Textos Pontificios
-
Estudios
-
Miguel Agustín Pro, mártir de la fe
-
Sobre el bien y el mal
-
Moscú y el oeste de Moscú
-
Las dos democracias
-
El liberalismo y la Iglesia española. Historia de una persecución: Antecedentes: V. La agonía de la Inquisición
-
Fundamentos del orden social virreinal
-
La información
-
El mal menor en política. Historia y aplicaciones actuales
-
A propósito del libro de Javier Nagore: Defensa de la navarridad
-
- Actas
- Crónicas
- Información bibliográfica
- Verbo
Autores
1988
Moscú y el oeste de Moscú
MOSCU Y EL OESTE DE MOSCU
POR
THOMAS MOLNAR
Los cambios económicos y culturales que tienen lugar en la
Europa del Este dejan a la sociedad soviética, en general, indi
ferente. Apenas llega alguna noticia auténtica deÍ exterior a los
ciudadanos, que ven así su área fronteriza habitada en su ma
yoría por «germanos», más algunos grupos disidentes menos·
importantes; en· realidad,
solo importan los germanos. Además,
las
crónicas siempre glorifican los éxitos soviéticos, atribuyén-·
dolos
al «Gran Hermano» del momento.
Es diferente
en las capas rutas de la población, donde la
reattión al fenómeno Goibachov es fuerte. El ejército, un esta
do dentro del estado, cuyo poder crece, tiene un claro juicio de
la situación: a medida que la ideología comuuista entra en un
proceso . de licuefacción, los· militares
pon"!l a punto sus múscu
los, sabedores de que pueden ser llamados para proteger
la in
tegridad del Estado y su médula
socialista. Se mantienen a la
expectativa y lo manifiestan claramente en las reuniones del Pac
to de Varsovia.
En caso de que Gorbachov triunfe, el-ejército le
servirá; · si m reformismo falla, el ejército no dudará en interve
nir
y llevar por arte de birlibirloque el régimen hacia un . «nacio
nal-comuuismo».
De cualquier modo, no vacilaría en volver a
invadir un
satélite ingobernable.
Aquellos que están de acuerdo con el ejército en su
descon
fianza hacia las reformas y que siguen ocupando · la mayoría. de
los puestos altos
y medios de la burocracia, están convencidos
-contra el puñado de reformistas-de que se puede oprimir
indefinidamente
. al pueblo ruso, de modo que jugar . con «refor-
1207.
Fundaci\363n Speiro
THOMAS MOLNAR
ma,s» es tan innecesario como peligroso. Sus· argumentos se apo
yan en la experiencia de la Primavera de Praga y la rebelde
«Solidaridad». Mientras
que los húngaros -poco dignos de con
fianza y no eslavos--no alcancen un mejor nivel de vida para
ellos mismos,
~· caso petmanece como uni caso aislado y sin con
secuencias. Pero
si el «modelo-magiar» se extiende, e incluso el
jefe
del partido es elogiado en el Kremlin, los intereses cambian.
Mis fuentes confirman la preparación del Ejército Rojo para in
tervenir fuera de las fronteras soviéticas si los políticos se arries
gasen demasiado.
_La «Nome¡tldatura» -está, por no decir. más, insegura. ,Sus
miembros han sido siempre ~dores_ desde la partera (desde
Jrushchov a
Jlrezp.ev, por. ejemplo, y de nuevo durante los in'
quietantes años post-Breznev ); y quieren ver quién vence en el
actual juego del poder. Su si,lep.cio mantiene aislado ~ Gorbachov,
quien también está expuesto a presiones 17ternas: en.. Berlín
oriental, Praga y Bucarest su «glasnost» es casi rechazado abier-
ta y despectivamente. Como es lógico, Honecker, Jusak y Ceaces
cu saben que no gobiernan poblaciones condescendientes. ·sino
naciones con una historia de disentimiento, protesta y rebelión
ocasionales. Unicamente en la Varsovia relativamente libie y en
Budapest, Gorbachov goza de un
poco de «popularidad», no
porque
los-húngaros y polacos confíen en él, sino PQrque pro-_
mete una reorganización en el interior de Rusia.
¿Quién entre los
poderosos de la Unión Soviética respalda
el movimiento reformista? Un grupo muy reducido de economis
tas
y criticós sociales: catedráticos, periodi,tas, editores, artistas.
Estas
.personas están realmente" turbadas por lo que saben que
es el -subdesarrollo sin esperanza de su
país, las condiciones de
vida asiáticas, la ineficacia, escasez y ci:íl.irupción. No tienen elec
ción pero apuestan por Gorbachov, cuyas declaraciones contie
nen
al menos palabras positivas. La alternativa la anuncia el
ejército: la· militarización de ·prácticamente toda la economía sc,i.
viétie11, una esi,ecie de Gengis Khan con su muchedumbre mo
torizada.
Los «progresistas», que hablan ahora ba&taJl.te abiertamente
1208
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MOSCU Y EL OESTE. DE MOSCU
con · sus colegas igualmente críticos ·.de . los otros países «.socia
listas» de EUfQpa, proponen. el mismo análisis que. los. militares,
solo que. ellos
sacan· otras roncmsiones .• Los . economistas 'Y· los
generales están de acuerdo en que la ideología marxista para el
reloj de la · historia, está agotada y no inspira a nadie. Incluso
están de
acuerdo en que el país tiene ahora una economía de
eséásez donde • cualquier· cosa, desde muebles a zapatos, desde
piezas de repuesto de. maquinaria a medicamentos son de baja.
calidad, si es que pueden conseguirse. También están de acuerdo
en la amenaza que supone que los esfuerzos económicos y éxitos
de· los países satélites superen los suyos¡ después de todo; no
cierran los ojos en los. viajes oficiales ni en esos otros viajes or
ganizados para la dispendiosa exhibición de mercancías y servi
cios eri la ahora famosa calle Váci de Budapest, en la elegante
alameda comercial de la Vía Condotri y en la Rue Faubourg
Saint-Honoré.
Pero mientras los militares
comparan la Unión Soviética y
los satélites en términos de una rápida intervención, en caso de
que la prosperidad fuera a desembocar en desorden, los partida
rios de las pretendidas· aspiraciones de Gorbachov encuentran
aquí una oportunidad para
un auténtico cambio. O por lo me
nos un breve período
de respiro durante el cual «florezcan cien
flores»,
y después que venga lo que sea. Hay pocas ilusiones y
aquellos estudiosos del bloque soviético y otros visitantes de
Moscú que informan sobre las reacciones percibidas bajo los
muros
del Krem1in son bastantes unánimes: nadie concede al
actual jefe más de una QPOrtunidad de cada veinte para ganar
su apuesta.
Muchos creen que Gorvachov sufrirá un «acciden
te», que los militares
y «conservadores» le echarán a un lado
y sus planes serán saboteados. A mi regreso de la Unión Soviéti
ca me he encontrado con personas
serias que demostraban, con
papel y lápiz en mano, por qué ese país permanecerá impermea
ble a
la reforma y por qué los gobernantes fijarán también
estrechos limites para la-liberalización,:~tre los satélites. A me
nos que, y es una posibilidad concreta, el movimiento reformista
sea dirigido por inflexibles
tecnócratas comunistas leales al Par-
U09
Fundaci\363n Speiro
THOMAS MOLNAR
rielo , ( en Moscú y otras capitales) 'cuyos esfuerzos sean m
tos y, una vez más, coordinados en la cumbre por superburó
cratas.
inamovibles. Sus contorsiones económicas serán de una
naturaleza tal, que quede excluido el tomar decisiones a nivel
e' est la meme chose ...
Tengamos presente también que después de 1956 Nikita
prometió una mejor vida
no solo para los húngaros· ( «gulyas-co
munismo» ), sino también para otros satélites. Se nombró perso
nal nuevo .en sustitución de los antiguos estalinistas, que fueron
liquidados. Incluso Jrushchov sabia que los rusos eran ignoran
tes y hostiles hacia las naciones situadadas más
allá de sus fron
teras,. y que era fácil movilizarlos para castigar a aquellos «ger-.
manos» por sus veleidades de independencia.· Una vez más, solo
una capa sutil de los intelectuales rusos está dispuesta a seguir
las lecciones demostradas desde Budapest; en menor orden pue
den ser silenciados y unos 01antos ser víctimas arrojadas a la
«opinión pública»·. como traidores a la patria soviética.
(Traducción
de ANA Awso ).
1210
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POR
THOMAS MOLNAR
Los cambios económicos y culturales que tienen lugar en la
Europa del Este dejan a la sociedad soviética, en general, indi
ferente. Apenas llega alguna noticia auténtica deÍ exterior a los
ciudadanos, que ven así su área fronteriza habitada en su ma
yoría por «germanos», más algunos grupos disidentes menos·
importantes; en· realidad,
solo importan los germanos. Además,
las
crónicas siempre glorifican los éxitos soviéticos, atribuyén-·
dolos
al «Gran Hermano» del momento.
Es diferente
en las capas rutas de la población, donde la
reattión al fenómeno Goibachov es fuerte. El ejército, un esta
do dentro del estado, cuyo poder crece, tiene un claro juicio de
la situación: a medida que la ideología comuuista entra en un
proceso . de licuefacción, los· militares
pon"!l a punto sus múscu
los, sabedores de que pueden ser llamados para proteger
la in
tegridad del Estado y su médula
socialista. Se mantienen a la
expectativa y lo manifiestan claramente en las reuniones del Pac
to de Varsovia.
En caso de que Gorbachov triunfe, el-ejército le
servirá; · si m reformismo falla, el ejército no dudará en interve
nir
y llevar por arte de birlibirloque el régimen hacia un . «nacio
nal-comuuismo».
De cualquier modo, no vacilaría en volver a
invadir un
satélite ingobernable.
Aquellos que están de acuerdo con el ejército en su
descon
fianza hacia las reformas y que siguen ocupando · la mayoría. de
los puestos altos
y medios de la burocracia, están convencidos
-contra el puñado de reformistas-de que se puede oprimir
indefinidamente
. al pueblo ruso, de modo que jugar . con «refor-
1207.
Fundaci\363n Speiro
THOMAS MOLNAR
ma,s» es tan innecesario como peligroso. Sus· argumentos se apo
yan en la experiencia de la Primavera de Praga y la rebelde
«Solidaridad». Mientras
que los húngaros -poco dignos de con
fianza y no eslavos--no alcancen un mejor nivel de vida para
ellos mismos,
~· caso petmanece como uni caso aislado y sin con
secuencias. Pero
si el «modelo-magiar» se extiende, e incluso el
jefe
del partido es elogiado en el Kremlin, los intereses cambian.
Mis fuentes confirman la preparación del Ejército Rojo para in
tervenir fuera de las fronteras soviéticas si los políticos se arries
gasen demasiado.
_La «Nome¡tldatura» -está, por no decir. más, insegura. ,Sus
miembros han sido siempre ~dores_ desde la partera (desde
Jrushchov a
Jlrezp.ev, por. ejemplo, y de nuevo durante los in'
quietantes años post-Breznev ); y quieren ver quién vence en el
actual juego del poder. Su si,lep.cio mantiene aislado ~ Gorbachov,
quien también está expuesto a presiones 17ternas: en.. Berlín
oriental, Praga y Bucarest su «glasnost» es casi rechazado abier-
ta y despectivamente. Como es lógico, Honecker, Jusak y Ceaces
cu saben que no gobiernan poblaciones condescendientes. ·sino
naciones con una historia de disentimiento, protesta y rebelión
ocasionales. Unicamente en la Varsovia relativamente libie y en
Budapest, Gorbachov goza de un
poco de «popularidad», no
porque
los-húngaros y polacos confíen en él, sino PQrque pro-_
mete una reorganización en el interior de Rusia.
¿Quién entre los
poderosos de la Unión Soviética respalda
el movimiento reformista? Un grupo muy reducido de economis
tas
y criticós sociales: catedráticos, periodi,tas, editores, artistas.
Estas
.personas están realmente" turbadas por lo que saben que
es el -subdesarrollo sin esperanza de su
país, las condiciones de
vida asiáticas, la ineficacia, escasez y ci:íl.irupción. No tienen elec
ción pero apuestan por Gorbachov, cuyas declaraciones contie
nen
al menos palabras positivas. La alternativa la anuncia el
ejército: la· militarización de ·prácticamente toda la economía sc,i.
viétie11, una esi,ecie de Gengis Khan con su muchedumbre mo
torizada.
Los «progresistas», que hablan ahora ba&taJl.te abiertamente
1208
Fundaci\363n Speiro
MOSCU Y EL OESTE. DE MOSCU
con · sus colegas igualmente críticos ·.de . los otros países «.socia
listas» de EUfQpa, proponen. el mismo análisis que. los. militares,
solo que. ellos
sacan· otras roncmsiones .• Los . economistas 'Y· los
generales están de acuerdo en que la ideología marxista para el
reloj de la · historia, está agotada y no inspira a nadie. Incluso
están de
acuerdo en que el país tiene ahora una economía de
eséásez donde • cualquier· cosa, desde muebles a zapatos, desde
piezas de repuesto de. maquinaria a medicamentos son de baja.
calidad, si es que pueden conseguirse. También están de acuerdo
en la amenaza que supone que los esfuerzos económicos y éxitos
de· los países satélites superen los suyos¡ después de todo; no
cierran los ojos en los. viajes oficiales ni en esos otros viajes or
ganizados para la dispendiosa exhibición de mercancías y servi
cios eri la ahora famosa calle Váci de Budapest, en la elegante
alameda comercial de la Vía Condotri y en la Rue Faubourg
Saint-Honoré.
Pero mientras los militares
comparan la Unión Soviética y
los satélites en términos de una rápida intervención, en caso de
que la prosperidad fuera a desembocar en desorden, los partida
rios de las pretendidas· aspiraciones de Gorbachov encuentran
aquí una oportunidad para
un auténtico cambio. O por lo me
nos un breve período
de respiro durante el cual «florezcan cien
flores»,
y después que venga lo que sea. Hay pocas ilusiones y
aquellos estudiosos del bloque soviético y otros visitantes de
Moscú que informan sobre las reacciones percibidas bajo los
muros
del Krem1in son bastantes unánimes: nadie concede al
actual jefe más de una QPOrtunidad de cada veinte para ganar
su apuesta.
Muchos creen que Gorvachov sufrirá un «acciden
te», que los militares
y «conservadores» le echarán a un lado
y sus planes serán saboteados. A mi regreso de la Unión Soviéti
ca me he encontrado con personas
serias que demostraban, con
papel y lápiz en mano, por qué ese país permanecerá impermea
ble a
la reforma y por qué los gobernantes fijarán también
estrechos limites para la-liberalización,:~tre los satélites. A me
nos que, y es una posibilidad concreta, el movimiento reformista
sea dirigido por inflexibles
tecnócratas comunistas leales al Par-
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THOMAS MOLNAR
rielo , ( en Moscú y otras capitales) 'cuyos esfuerzos sean m
cratas.
inamovibles. Sus contorsiones económicas serán de una
naturaleza tal, que quede excluido el tomar decisiones a nivel
Tengamos presente también que después de 1956 Nikita
prometió una mejor vida
no solo para los húngaros· ( «gulyas-co
munismo» ), sino también para otros satélites. Se nombró perso
nal nuevo .en sustitución de los antiguos estalinistas, que fueron
liquidados. Incluso Jrushchov sabia que los rusos eran ignoran
tes y hostiles hacia las naciones situadadas más
allá de sus fron
teras,. y que era fácil movilizarlos para castigar a aquellos «ger-.
manos» por sus veleidades de independencia.· Una vez más, solo
una capa sutil de los intelectuales rusos está dispuesta a seguir
las lecciones demostradas desde Budapest; en menor orden pue
den ser silenciados y unos 01antos ser víctimas arrojadas a la
«opinión pública»·. como traidores a la patria soviética.
(Traducción
de ANA Awso ).
1210
Fundaci\363n Speiro