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Número 275-276

Serie XXVIII

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El liberalismo y la Iglesia española. Historia de una persecución: Antecedentes. VI. Dramatis personae (II)

EL LIBERALISMO Y LA IGLESIA ESP~OLA. HISTORIA
DE
UNA PERSECUCION: ANTECEDENTES
VI. DRAMATIS PERSONAE (II)
POR
FRANCISCO JoSÉ F~ÁNDEZ DE LA CiGOÑA
IV. Los REGULARES
Las órdenes religiosas no vivían en el siglo XVIII su mejor
momento.
Las críticas que recibían, numerosas y muchas veces
interesadas
y sectarias, dejaban percibir un fondo de realidad que
denotaba una situación anómala eclesialmente hablando. ¿Qué
ocurría?
En primer lugar, un excesivo número de religiosos, con todo
lo que
dio suponía. Gentes que acudían a conventos y monaste­
rios con escasa vocación
y en busca de una vida mejor de la que
hubieran llevado en
el mundo. Relajación de la disciplina como
consecuencia de ese aluvión de monjes o frailes carentes de voca­
ción. Aumento de la mendicidad, necesaria en las órdenes mendi­
cantes para alimentar al gran número de bocas de los conventos
y conducta desarreglada de algunos de estos frailes, que vagaban
por las calles
y pueblos pidiendo a la caridad de los españoles.
¿Cuántos frailes había? ( 1302). Para una población de
die.z
millones de españoles al finalizar el siglo, unos cincuenta mil va­
rones. Pero las cifras globales no dan una visión real del fenó-
(1302) CÁRCEL ÜRTÍ, Vicente: «El liberalismo en el poder•, en Histo­
,ia de la Iglesia en España, V, BAC, 1979, págs. 139-141; FuENTE: His­
toria ... , III,_ págs. 588-589; SÁEZ MARiN, Juan: Datos sobre la Iglesia es­
pañola contemporám:a, 1768-1868, Editora Nacional, Madrid, 1975, pági·
nas 33 y sigs.
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FRANCISCO JOSE FERNANDEZ DE LA CIGON"A
meno. Si nos fijamos en los datos que recoge La Fuente (1303)
para mediados de siglo, que coinciden sustancialmente con los
que Cárcel toma de Revuelta, referentes a 1787
y 1797, de 2.104
casas de religiosos, 1.608 eran de mendicantes, 278 de regulates,
204 de monacales
y 14 de 6rdenes mílitates.
Vemos, en primer lugar,
qu,das órdenes militares (Calatrava,
Montesa, Santiago, Alcántara, San Juan
de Jerusalén) apenas tie­
nen peso, ni
por número de casas religiosas ni de miembros [ entre
dos
y tres centenares ( 1304) a fines de siglo].
Los religiosos regulates carecen también de peso específico
una
vez expulsada y extingoida la Compañía de Jesús. En la cifra
que da La Fuente, 278 casas, están incluidas las 132 de
la Com­
pañía. Restan, pues, para canónigos, regulares, tea tinos, escola­
pios, oratorianos, etc., 146 casas. De ellas, 72 eran de canónigos
regulares,
en claro descenso, salvo los premonstratenses, que se
mantienen o incluso aumentan algo, pues a finales de siglo tenían
cinco casas más,
según la estadística que nos suministra Cárcel
(1305). En 1797 patecen haber desaparecido los canónigos regu­
lares de San Antonio Abad, que diez años antes contaban con
32 casas, y, a mediados del siglo, según La Fuente, con 36. Tras
los jesuitas, -aunque a enorme distancia de ellos, estaban oratoria·
nos (20 casas a mediados de siglo y en 1787, y 19 en 179.7) y
escolapios ( 17 casas a mediados de siglo, 25 en 1787 y 24 en
1797). El incremento de los escolapios, dedicados a la enseñanza,
tenía mucho que ver con la desaparición de los jesuitas.
Los monacales estaban más repartidos. Las cifras de monaste­
rios que vamos a dar corresponden a los datos de La Fuente para
la mitad del siglo y a los de Cárcel pata 1787 y 1797 y por este
6rden. Los de efectivos se refieren a los años 1787
y 1797: Los
benedictinos ocupaban 62, 63
y 68 monasterios con 1.500 miem­
bros. Los bernardos (cistercienses) 60, 62
y 63, con 1.733 y
1.601 monjes. Los jerónimos, 48, 45 y 50, con millar y medio de
(1303) FUENTE: Historia ... , pág. 589.
(1304). CÁRCEL: El liberalismo ... , pág. 141; SÁEz: Op. cit., págs. 34
y 35.
(1305)
CÁRCEL: El liberalismo ... , pág. 140.
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VI. DRAMATIS PERSONAE (Il)
monjes,, al igual que los benitos. Los cartujos mantienen los cin­
cuenta· años sus 16 cartujas, con 378 y 440 cartujos.
Los basilios
presentan unas
cifras muy similares a las de la Cartuja. Nos es­
tamos refiriendo, por tanto, a algo más de cinco mil personas en
unos. doscientos monasterios.
A los que hay que añadir algo más
de
cien monasterios femeninos en las correspondientes ramas de
benedictinas, bernardas y jerónimas.
La gran masa de los religiosos pertenecía a las órdenes men­
dicantes, de tanto peso en la Iglesia universal y
en la española en
particular. La mayoría, dentto de ellos, estaba representada por
los hijos de San Francisco en sus
diversas ramas de observantes,
descalzos o alcantarinos, regulares o terceros, recoletos y capu­
chinos. Los observantes, que desde la bula de León
X, Ite vos (1517)
tienen la precedencia y la .denominación de
Ordo Fratrum Mi­
norum, suponen la gran mayoría, tanto en casas como en número
de frailes. Las casas (1306), eran 425, 459 y 452, y los frailes,
12.810
y 13.571. Les siguen los alcantarinos con 171, 140 y .132
casas, y .3.631 y 3.639 frailes. Después vienen los capuchinos,
con 107, 116 y 113 conventos, y 3.046 y 3.156 frailes. Y
ya
con cifras menores los terceros, con 22, 27 y 28 casas, y 726 y
679
frailes, y los recoletos, con 20 y 38 casas (1307) y 520 y 966
frailes. Nos. estamos refiriendo, por tanto, a más
de 20.000 reli:
giosos varones a fines del siglo. Existen, además, unos quinientos
conventos femeninos. Es la gran fuerza religiosa de la época, si
bien, por distintas causas, no se hicieron sentir en la Iglesia en
pro~rtjón a su representación i:iumérica.
En importancia les siguen _los dominicos, con 213, 227 y 229
casas, y 4.271 y 4.393 frailes. A continuación los carmelitas
des­
calzos, con 101, 115 y 115 casas, y 3.059 y 3.237 individuos.
Luego los agustinos, con
128, 129 y 129 casas, 'más 29 y 26 de
agustinos reformados (1308), y 2.536 y
2.410 individuos, a los
( 1306) Seguimos dando para las casas las fechas de mediados de si·
glo, 1787 y 1797, y para los clérigos las de 1787 y 17'J7.
(1307) LA FuENTE no da cifras de mediados de siglo.
( 1308) LA FuENTE no da cifra de los Descalzos.
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FRANCISCO JOSE FERNANDEZ DE LA CIGOIM
que hay que añadir 893 y 907 descalzos. Los carmelitas calzados
contaban con 78, 76 y 78 casas, y 1.672 y 1.792 frailes. Los mer­
cedarios calzados tenían 78, 82
y 79 casas, con 2.139 y 1.982 in­
dividuos. Los
mínimos, 79, 80 y 79 conventos, y 1.242 y 1.256
miembros. Los trinitarios calzados, 78, 65
y 68 casas, y 1.336
y 1.337 frailes. Y, ya en menor número, trinitarios descalzos,
mercedarios descalzos, siervos de María y hospitalarios. Disposi­
tivo impresionante
al servicio de la Iglesia, pero da la sensación
de que no estuvo a la altura de las circunstancias.
En segundo lugar
-y continuamos refiriéndonos a este bajo
momento de las órdenes
religiosas-, es preciso reconocer un no­
table descenso intelectual. Nuestras Universidades estaban bajo
minimos, y bien conocido era
el peso de las órdenes religiosas
en ellas.
La teología española, gloria antaño de nuestros religio­
sos, no existía. Los jesuitas, que eran los que mantenían un ma~
yor nivel cultural, habían sido expulsados y aquí quedó un erial,
salvo muy contadas excepciones. Y no
se me diga que aún con­
tamos con un Flórez o un Risco, porque echamos
a un Masdeu
o fastidiamos a un Burriel que,
con sus defectos, estaban muy
por encima de los agustinos.
Por último, y esto nos parece lo
más grave, las órdenes reli­
giosas habían perdido en gran parte su carisma fundacional
y su
sentido instrumental de servicio a
la Iglesia para sumergirse en
un narcisismo estéril y antieclesial que las llevaba a sentirse el
centro del mundo y a pensar que la Iglesia entera estaba a su ser­
vicio y· no al contrario.
Ese amor desmedido al propio hábito, que hubiera horroriza­
do a los fundadores de haberlo conocido, fue
fácil talón de Aqui­
les para los enemigos de la Iglesia. Por él atraparon a algunos que
no hubieran caído por
el halago a la vanidad ni, mucho menos,
por una abierta declaración
de" odio a la Iglesia. Fue el orgullo
y la envidia, pues la vanidad jugó poco papel,
ya que en esos días
de poco tenían que envanecerse, de lo que se valieron regalistas
y
filósofas para enrolar en sus filas a quienes nunca debieron trai­
cionar su propio campo. Pero así fue.
No sorprenderá a quien lea esta historia el escasísimo número
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VI. DRAMATIS PERSONAE (II)
de santos que se dieron en esta época en una nación que parece
hacerlos como la primavera las flores. Y, curiosamente, los pocos
con que contamos de estos penosos días están en la línea de lo
que no se llevaba.
Un jesuita expulsado y extinguido: San José
Pignatelli. Un capuchino contrarrevolucionario
y antiilustrado: el
beato Diego José de Cádiz. Y un dominico, misionero rural, que
llamaba
a la penitencia y a la confesión: el beato Francisco de
Posadas. Porque los mártires
de China responden a otros caminos
de huscar el cielo que nada tienen que ver con la España del
si­
glo xvrn, salvo el hecho de que el pueblo era católico y capaz de
dar mártires a la Iglesia.
l. La Compañía de Jesús.
Mucho hemos hablado ya de la fundación ignaciana, por lo
que aquí sólo nos limitaremos a señalar a sus principales figuras
en lo que a lo que venimos tratando se refiere. Si bien, antes
queremos hacer una mínima referencia a Rodríguez Casado, em­
peñado
en hacer de los jesuitas unos más en la carrera por apun­
tarse
al primer puesto del regalismo y la adulación real ( 1309):
«Vuelvo
a repetir que los jesuitas no fueron antirregalistas. Peca­
ron, si acaso, por
el extremo contrario. Mejor dicho: la Compañia
no fue una excepción en el panorama unánime de canonistas y
teólogos regulares y seculares de la España de entonces» ( 1310 ),
Lástima que Choiseul, Campomanes, Pompa! y Tanucci no se
hubieran dado cuenta de que tenían tan excelentes aliados, por­
que, a no dudarlo, los hubieran utilizado.
En el libro de Rodrí­
guez Casado parece advertirse
un fondo antijesuítico que, si res­
pondiera a nuevas querellas de escuela, nos convencería de que a
algunos nada les enseña la historia.
1.1.
Lorenzo Hervás y Panduro.-Este sabio jesuita, naci­
do
en Horcajo de Santiago (Cuenca) en i.735 y fallecido en Roma
(1309) RODRÍGUEZ CASADO: Op. cit., págs. 171-178.
(1310) RODRÍGUEZ CASADO: Op. cit., pág; 173.
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FRANCISCO ]OSE FERNANDEZ DE LA CIGORA
en 1809 (1311), merece ser citado en esta historia por su Idea
dell'universo (1312), verdadera enciclopedia en la que destacan
sus saberes lingüísticos
y por su Revolución religionaria y civil
de los
franceses en el año 1789 (1313).
Este último título llevará a mil confusiones a quien lo cite
por
Batllorí, ya que en el Diccionario de Historia Eclesiástica de
España
(1314) se refiere a él como Revoluzione religionaria fran­
cese ,Ma. 1780 con fecha muy anterior a la que fue escrito. En
la edición que utilizo hay documentos citados incluso de diciem­
bre de 1793 (1315), por
fo que debemos estar ante un error de
Batllorí, hoy Miquel. Sin embargo, en La cultura hispano-italia­
na de los jesuitas expulsos (1316) nos dice que se publicó en
Madrid en
1.807. Existe, sin embargo, una edición, en mi poder,
con fecha de 1803.
En el citado libro
de Herrero, que se basa para esto en el
amplio estudio que
el P. Portillo publicó en Razón y Fe entre
1909 y 1912,
se aclara algo la cuestión, aunque no totalmen­
te (1317). Hervás escribe su libro en Italia y lo envía a su co­
rresponsal Tomás Berned, ele! Consejo de Castilla en 1794. En
1795 se le comunica que no se autoriza la publicación, de orden
del rey, que no quiere se divulguen escritos de ese género. No­
table perspicacia la de este estultísimo monarca.
Pero ocurre que casi
die2 años después, un enemigo declara­
do del jansenismo, el canónigo Baltasar Calvo, lo imprime.
Aun­
que asustado de su hazaña -no era Calvo precisamente hombre
miedoso--, se sincera ante Godoy que pasa el libro ante la In-
(Üll) BATLLOJÚ, Miguel: Diccionario ... , II, págs. 1.091-1.092; una am­
plia bibliografía sobre Hervés en BATLLOJÚ: La cultura ... , pág. 201.
(1312)
BATLLORÍ: La cultura ... , págs. 26-27.
(1313) HERVÁS Y PANDuRo, Lorenzo: Revolución religionaria y civil
Je los franceses en el año 1789: sus causas morales y medios usados para
efectuarla. Obra en carta que.al Muy I, S. D. T. B. ,escribi6 desde Italia
D. L
.
.H. y P. en el año 1794, do§ volúmenes, Madrid, 1803.
(1314)
BATLLOJÚ: Diccionario ... , II, pág.· 1.092.
(1315) HERvÁS: Revolución ... , II, pág. 267.
(1316)
BATLLOJÚ: La cultura ... , pág. V.
(1317) HmutERo: Op. cit., págs. 153-159.
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VI. DRAMATIS PERSONAE (II)
quisición. Arce encomienda la censura a Amat y, en ambas ma­
nos el negocio, no es de extrañar que el libro no apareciera. Pero,
por
fin, en 1807, no se sabe bien por qué, se cambia la portada
y aparece el libro con esa fecha. Torres Amat, en la biografía
de su tío, el arzobispo de Palmyra, embrolla
más la. cuestión
pues dice que
la edición no se liberó hasta 1808, con la entrada
de los franceses. Lo que hace menos verosímil la difusión, pues
el libro iba directamente contra ellos. Sea lo que fuere, mi edi­
ción es la de Calvo de 1803, a la que no se 1e cambió título ni
portada.
Lo que prueba que algufoJs ejemphu:es de esa edición
se difundieron.
Hervás,
como buen jesuita, combate decididamente al janse­
nismo en las dos obras que hemos citado. Y lo considera, con
filósofos
y masones, artífice de la Revolución (1318). El capí­
tulo VIII del tomo I es capital a este respecto. El epígrafe pri­
mero viene dedicado a los filósofos (1319);
el segundo, a la
unión de los calvinistas con aquellos ( 1320); el tercero, a los
jansenistas:
Unión de los ¡ansenistas, con los calvinistas y atelstas,
para destruir el catolicismo en Francia (1321).
Toda
la obra está llena de ataques, ciertamente justificadí­
sirnos, a los jansenistas: «La secta pérfida y bárbara del
janse­
nismo, que había allaoado los caminos para hacer esta reforma
monstruosa,
había puesto también la base del cisma, establecien­
do por principio dogmático que todo lo externo del gobierno
eclesiástico pertenecía a la
inspección del gobierno civil» ( 1322),
con especial referencia a Pistoya (1323).
· Se comprende bien la oposición de Villanueva a su Historia
de
la vida del hombre que es parte de su Idea dell'univer­
so ( 1324 ). Y también la de Amat. Villanueva, desde el absolu-
. (1318) HERVÁS: Revoluci6n ... , II, pág: 125.
(1319) HERvAs: Revoluci6n ... , 1, págs. 90-108.
(1320) HERVÁ.S: Revoluci6n ... , 1, págs. 108-113.
·(1321). HERVÁS: Revolución ... , p¡{gs. 113-117,
(1322) HERVÁS: Revolución ... , 1, pág. 125; cfr., también, I, páginas
170 y sigs., y 1, págs. 449 y sigs., y U, págs. 326-536.
(1323)
HERVÁS: R:evoluci6n ... , 1, págs, 538-539, y U, págs. 274-285.
(1324) HERR: Op. cit., págs. 260-261 y 411-412.
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FRANCISCO ]OSE FERNANDEZ DE LA CIGO!M
tismo que entonces defendía, consideraba a Hervás, fil6sofo. No
lo era en modo alguno pero, lo hemos señalado ya, lo
moderno
y lo democrático estaba mucho más con los jesuitas, con Hervás,
con Bolgeni, con Spedalieri... que con las
figuras del despotismo
ilustrado. Aunque esa
modernidad y ese democratismo no tuvie­
ran nada que!. ver con los principios revolucionarios aunque es·
tuvieran también muy alejados del absolutismo ( 1325).
Es, sin duda alguna, una de las grandes figuras del pensa­
miento contrarrevolucionario español y merecedor, por ello, de
destacada mención en esta historia.
1.2.
José Francisco de Isla.-Esta otra gran figura de la
Compañía nació en 1703 en Vidanes (León) y falleció en el
exi­
lio boloñés en 1781 (1326). Es una de las glorias de la literatur.a
española en un siglo en
el que tuvimos muy pocas. Su Historia
(1325) La ignorancia general sobre aquella época, sobre todo en lo
que respecta a,l pensamiento contratrevolucionario, hace' que un historiador
que, lo reconocemos, es notable, 'incurra en asombrosas afirmaciones, como
la siguiente: «S61o se escriben ( está hablando de los días finales del Anti­
guo Régimen) obras de apologética o escritos alarmistas sobre los males
de la época. El P. Atilano de Ajo y D. Félix Amat impugnan el Contrato
Social, de Rousseau, y de Spidalieri (sic)». (REVUELTA: La Iglesia ... , pá·
gina 112). Parece que faltll el titulo del libro de SPEDALIERI: Los derechos
del hombre, porque es evidente que Revuelta no cree que el Contrato So-­
cial sea de Rousseau y do Speda.lieri, Pero, título tan chocante, le hizo
pensar sin duda que Spedalieri debla ser un correligionario de Rousseau y
que Amat, y esto es yir menos comprensible, era uno de esos rancios apo­
logistas como
fray Atilano Ajo (cfr. F'ERNÁNDEZ DE °LA C1GoÑA, Francisco
José: «El pensamiento contrarrevolucioriario espafiol: fray Atilano Dehaxo
Solórzano», en Verbo, núm. 117-118, agosto-septiembre-octubre, 1973, pá­
ginas 743-764 y mi nota de rectificación aparecida en Verba, núm. 121-122,
enero-febrero, 1974, pág. 183), de quienes no suele saber mucho la gente.
Pues, menos mal que están todos muertos y ninguno exigirá responsabili­
dades a Revuelta por la compañía, pues ni Ajo aceptaría a1 ;ansenista Amat
ni éste a aquél. Tampoco Amat entra en la categoría de los aJpo!ogistas ni
entre quienes escriben alarmando sobre los males de la época, ya que era
de los que creían que e:quello era bastante bueno, Y, por supuesto, entre
Rousseau y Spedalieri, pese
al engañoso -o, ¿por qué engafioso?-, títu­
lo de · su libro, no había nada en común.
(1326) FERNÁNDEZ, L.: Diccionario ... , II, págs. 1214-1.216.
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VI. DRAMATIS PERSONAE (II)
de fray Gerundio de Campazas fue el tiro de gracia al mal gusto
en
el púlpito representado, paradigmáticamente, por el trinitario
fray Hortensio
Félix Paravicino.
Isla,
ya maduro cuando la expulsión de los jesuitas de Espa­
ña, no vaciló un momento, pese a su precario estado
de salud,
en
arrostrar penalidades notables por seguir a sus hermanos al
destierro que hubiera podido evitar con facilidad.
En su exilio italiano refutó, punto por punto, el informe
que Campomanes habla presentado al rey para contestar al fa­
moso breve de Clemente
XIII que ha pasado a la historia con
el nombre tomado de las palabras de César: Tu quoque, fili
mi! (1327). El general Ricci ordenó la quema del escrito (1328)
pero afortunadamente quedó una copia que ha permitido se
sal­
vara, para descrédito de Campomanes, la obra de Isla.
Fue también defensor de
la Escolástica ( 1329), señaló cómo
el regalismo, en lugar de fortalecer la autoridad de los reyes
terminará echándola por tierra (1330). Y se manifiesta abierta­
mente contrarrevolucionario en diversas ocasiones (1331).
1.3.
Francisco Gustá (1332).-Este jesuita catalán, nacido
en Barcelona en 1744, llegó
a ver en su ancianidad la restaura­
ción de
la Compañía pues murió en Palermo en 1816. Es una
de las figuras importantes de la apologética española a fines del
siglo
XVIII. «El más infatiglable de estos controversistas, nos
dice
Menéndez Pelayo (1333), fue el P. Francisco Gustá, bar­
celonés, que tradujo al italiano el opúsculo de Muñoz contra
Pozzi y un opúsculo francés rotulado
El testamento político de
Voltaire,
con muchas adiciones y escolios de su cosecha, y escri-
(1327) IsLA, José Francisco de: Anatomía del informe de Campomanes.
Prólogo y notas del P. Conrado Pérez Picón, S. J., León, 1979.
(1328)
ISLA: Op. cit., pág. XXV.
(1329) SARRAILH: Op. cit., pág. 435.
(1330)
SARRAILH: Op. cit., pág. 600.
(1331) SARRAILH: Op. cit., págs. 615-617.
(1332) BATLLORÍ: Francisco Gustá, apologista critico. Barcelona, 1942;
BATLLORÍ: Dicdonario ... , II, pág. 1.069.
(1333) MENiNDEZ l'ELAYO: Heterodoxos ... , II, págs. 702-703.
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FRANCISCO JOSE FERNANDEZ DE LA CIGO&A
bió además originalmente muchas obras, ya contra los filósofos,
ya contra los jansenistas, v. gr., las Memorias de la revolución
francesa, la Influencia de los ;ansenistas en la revolución de
Francia, los Errores de Pedro Tamburini en sus prelecciones de
ética cristiana, el Esplritu del siglo XVIII, la Respuesta a una
cuestión sobre el ;uramento del clero francés, el Antiguo pro­
yecto de Bourg-Fontaine realizado por los modernos ¡ansenistas,
la Respuesta de un párroco católico a las reflexiones democráti­
cas del Dr. Juan Tumiati, el Ensayo crítico teológico sobre los
catecismos modernos, y otras muchas en que fustiga valientemen­
te a los enemigos de la Compañia, mostrando la oculta conjura­
ción
de regalistas, port-royalistas e incrédulos contra la Iglesia,
fenómeno histórico de que hoy nadie duda, aunque también
sea
cierto que muchos de los que a él contribuyeron lo hacían sin
plena conciencia de la causa y de
los resultados».
Su celo antijansenístico le llevó
. a trasladarse a Pistoya para
seguir
más de cerca los debates del sínodo. Y fue de los que no
vacilaron en expresar el malestar que le
producia el silencio de
Pío VI ante lo que estaba sucediendo bajo
la batuta de Scipión
Ricci (1334).
Tuvo especial
éxito su Vita

di Sebastiano Giuseppe di
Car­
valho ( 1335), «publicada anónima, dos veces reeditada el mismo
año de su aparición,
divulgada en francés y en alemán, y tradu­
cida también al castellano, si bien en
España quedó inédita por
la especial oposición de Jovellanos» (1336). ,
«Su
Vita de Constantino il Grande ( 1337) era una defensa
de la Iglesia y de su independencia de los poderes temporales,
contra los regalistas del tiempo del emperador José
II. Voltaire,
los jansenistas del sínodo de Pistoya
-Scipione de Ricci y Pietro
Tamburini sobre
todo--, los revolucionarios franceses, fueron
objeto de toda una serie de impugnaciones que le
valieron la
(1334) BARCALA: Op. cit., pág. 38; BATLLORÍ: La cultura ... , p,lg. 89.
{1335) Cuatro tomos. Florencia, 1781.
(1336) BATLLORÍ: La cultura ... , pág. 49.
(1337) Dos tomos. Foligno, 1786.
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VI. DRAMATIS PERSONAE (II)
aprobación de Pío VI, de sus compañeros de destierro y de los
mismos ex-jesuitas italianos» (1338).
«Las obras
p0t él sacadas a luz llegan a una tteintena; algu­
nas con dos, ttes y hasta cuatto ediciones. Era un espíritu de
periodista; pronto a captar con avidez el
interés del momento.
La caída de Pombal, el viaje de Pío VI a Viena para enttevis­
tarse con el
rey sacristán, la visita de Gustavo III de Suecia al
Papa, el concilio jansenista
de Pistoya, la Revolución francesa,
son temas de toda una lista de obras del infatigable barcelonés,
a quien en 1938 el profesor
Mwtínez Lumbreras llamó precursor
del ttadicionalismo español. Toda
su producción respira entu­
siasmo y apología y, sin embagro, su alma vivía en apretura y
sollozo por la difícil situación de la lglesia en toda Europa, y
más especialmente en Italia» ( 1339).
Era en verdad un precursor
de1 ttadicionalismo, pero también
del mejor periodismo, al que
se adelantó un siglo. Tenía que
estar donde
se producía la noticia. Le vimos en Pistoya. Estará
también en Venecia cuando el cónclave que elegirá a Pío
VII
(1340). Como sus escritos se publicaron sobre todo en Italia, en
uuestra patria, que
es la suya, es bastante desconocido. Pero, por
lo dicho, el lector comprenderá su importancia.
1.4.
Manuel Luengo (1735-1816).-0tto jesuita del exilio
que llegó a ver restablecida la Compañía de sus amores cuando se
acababa una vida consagrada a alimentar el recuerdo y la espe­
ranza del Instituto mártir a
manos de las monarquías absolutas
y del odio
al pontificado. El Diario de la expulsión de los ¡esuitas
de España (
1341) es fuente inagotable de mil noticias _de la época,
aunque Batllorí lo valore tan poco: «incomprensión posclimaté·
rica hacia todo lo de los jóvenes» (1342), «viejo cerrado y antipá·
rico», «afán morboso de chismerías políticas» (1343 ).
(1338) BATLLORÍ: La cultura ... , págs. 49 y 50.
(1339) BATLLORÍ: La cultura ... , pág. 69.
(1340)
ÜLAECHEA: El cardenal ... , p,ig. 207.
(1341)
En «67 apretados volúmenes», según ÜLAECHEA: El cardenal ... ,
XIII o en 63 tomos según BATLLORÍ: Diccionario ... , pág. 1.355.
(1342)
El símil nos parece no ya poco elegante sino muy desafortuna­
do
y más aún en un jesuita.
845
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO ]OSE FERNANDEZ DE LA CIGOFIA
Traemos a Luengo a estas páginas por su radical antijanse­
nismo, que le lleva a criticar a Pío VI por no condenar con la
prontitud que Luengo quería, el conciliábulo de Pistoya ( 1344).
1.5. Joaquin Plá (1745-1817).-Hebraísta catalán (1345),
llegó a alcanzar la cátedra de caldeo en la Universidad de
Bolo­
nia ( 1346 ), de la que se verá desposeído por la República cisal­
pina al negarse a prestar el juramento que ésta exigía a los pro·
fesores universitarios (1347).
El restablecimiento de la Compañía
le llevó de nuevo a sus filas
y en su seno moriría enseguida, pese
a que en 1814, con solo setenta y nueve años, era de los jesuitas
más jóvenes. Merece destacarse en él su gesto de fidelidad a sus
creencias, que le llevó a renunciar no sólo a la cátedra, sino tam­
bién a la seguridad económica que ella le suponía. De nuevo,
como
habla hecho en 17 6 7, se orrojó en brazos de la Providen­
cia, desnudo
de equipaje, antes que renunciar a sus principios.
Además de un sabio, era, ante todo, un verdadero jesuita.
1.6.
Juan Francisco Masdéu ( 1744-1817).-Este historiador
hipercrítico, ultraespañolista, pese a oponerse, por no juzgarlas
históricamente fundadas, a
glorias' españolas como el Cid Cam­
peador,. enamorado de la Iglesia visigoda y, por tanto, antirro­
mano, no porque lo fuera aquella Iglesia, sino porque Masdéu
quería para
el siglo XVIII lo que habla servido en el VI y VII, pero
que los siglos habían arrumbado,
y con un carácter arisco e im­
pertinente, es el único jesuita de esta época que suele ser presen­
tado como regalista.
Menéndez Pelayo (1348
), nos dice: «el abate Masdéu, aunque
claudicaba en el punto de regalías, fue
antirrevolucion~rio fervo­
roso, así lo prueba su
Discurso al género humano cootra la li­
bertad e igualdad de la república francesa y sus Cartas a un re-
(1343) BAT"LLORi: La cultura ... , pág. 75.
(1344) BATLLORÍ: La cultura ... , págs. 90-93; ÜLAECHEA: El cardenal ... ,
pág. 16.
(1345) BATLLORÍ: La cultura ... , págs. 355-390.
(1346) BATLLORÍ: La cultura ... , pág. 357.
(1347) BATLLORÍ: La cultura ... , pág. 401.
(1348) Ml!NÉNDEZ l'ELAYO: Heterodoxos ... , II, pág. 703.
846
Fundaci\363n Speiro

VI. DRAMATIS PERSONAE (JI)
publicano de Roma sobre el juramento de odio a la Monarquía».
Batllorí acentúa las claudicaciones regalistas que apuntaba Menén­
dez· Pelayo: «el regalismo a ultranza que le hacía hablar constan­
temente de
Iglesia española y de independencia de la misma res­
pecto de Roma
-sobre la que recaía también su furor xenófo­
bo-» (1349). Coincide en ello con Moreno y Sacristán (1350).
Nos parece, sin embargo,
la de Vicente de la Fuente (1351),
la interpretación más exacta de este jesuita atípico que pasa por
enemigo del pontificado.
Si bien no debe olvidarse, y ello dice
todavía
más en favor de la adhesión de aquella Compañía al Pa­
pado, que demente XIV acababa de disolver la fundación ig­
naciana.
Creemos que en Masdéu se dio el camino inverso del común
de los regalistas de la época. Estos
quetían gobernar la Iglesia,
y para ello la necesitaban independiente de Roma y, como la
Iglesia visigoda, por
la distancia, la dificultad de las comunica­
ciones, la situación política, gozaba de bastante independencia,
aunque no tanta como ellos quisieran,
la adoptaron como roo·
delo. Con Masdéu ocurrió
al revés. Enamorado de aquella Iglesia
como historiador, no le
parecía tan mal la independencia. Y,
sobre todo, veía como novedades, desconocidas en su adorada épo­
ca,
poderes que el Papado fue reafirmando sobre las iglesias loca­
les. De ahí, a coincidir ~n las denuncias de las injerencias de la
curia romana, tan gratas a los regalistas, había poco trecho.
«Más adelante su genio adusto, caviloso y algo destemplado,
las invectivas de que fue objeto, y el odio
contra la Francia, de
donde había surgido la persecución de su Instituto,- le precipita­
ron en lamentables desvaríos, convirtiendo su
critica en un furor
censorio, que degeneraba en escepticismo. Masdéu
es el Harduino
en España. En vez de acomodar su doctrina a las pruebas
y docu­
mentos, se forja una
teoría caprichosa, y declara apócrifos cuantos
monumentos se
le opongan» !1352).
(1349) BATLLORÍ: Op. cit., VIII, págs. 1.160-1.161.
(1350)
BERAULT: Op. cit., VIII, 1.160-1.161.
(1351)
FUENTE: Hista,ia ... , III, págs. 457-458.
(1352) FuENTE: Historia ... , III, págc 457.
847
Fundaci\363n Speiro

Fl{ANCISCO ]OSE FERNANDEZ DE LA CIGO/U
«Que Masdéu hizo un gran servicio a la historia de España,
es indudable. Los mismos que abominan de sus doctrinas tienen
que
acudir a sus escritos para hallar los hechos depurados, y con­
sultar en sus notas las. fuentes donde hay que -acudir (1353).
Pero no
es menos cierto que hizo no poco mal a la Iglesia y a la
autoridad pontificia, fomentando la aversión contra ésta. Y pin­
tando con colores denigrativos a Pontífices
de miras santas y rec­
tas. Envuelto en disputas poco importantes, y exasperado por la
mala
fe de algunos de sus adversarios, que llegaron a calumniarle
en la docrina, el genio bilioso del jesuita catalán, recrudecido por
los
años y el destierro, llegó a desbordarse completamente. Sus
censuras contra el Cid y Gelmlrez vierten sangre. Fl6rez y Risco
eran enemigos de los jesuitas como otros muchos de su Instituto.
Aquél había escrito una censura contra
la doctrina de los jesuitas
bajo el apellido de Huidobto; este otro tampoco les era afecto.
Por tanto,
al estrujar Masdéu a Gelmírez, abofeteaba a Flórez,
mostrándole su poco criterio
en publicar sin notas y aun con elo­
gios una historia afrentosa para España; al patear la descabellada
crónica del
Cid, ponía Masdéu sus plantas sobre Risco, probán­
dole su gran credulidad. Quien no ha visto esto en las sangrien­
tas diatribas de Masdéu, no ha visto
nada» (1354).
«La continuación de su Historia crítica hasta termioar la Edad
Media
se conserva en las bibliotecas Nacional y de la Historia, en
Madrid.
Su desafecto a la Santa Sede se aumenta en estos tomos
inéditos, por lo poco que de ellos he podido hojear.
Al restau­
rarse la Compañía
de Jesús en España, terminada la guerra de la
Independencia, los jesuitas dudaron si deberían admitir a Mas­
déu. Pero, ¿qué hablan de hacer con un pobre viejo, cuyo carác­
ter se hubiese exacerbado aún más con aquel desaire? Admiti6-
sele nuevamente
en la Compañía, en cuyo seno falleció, recono­
ciendo algunos de sus extravíos» ( 1355).
(1353) Esto lo escribía Vicente de la Fuente hace casi ciento cincuenta
años, por lo que hay que tener·en cuenta el avance de los estudios históri­
cos. Sin embargo, k, reproducimos por entender que · aún tienen valor sus
palabras para
entender la personalidad de Masdéu.
(1354) Fumrrn: Historia ... , III, p,lgs. 457458.
(1355) FUENTE: Historia ... , III, pág. 458.
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VI. DRAMATIS PERSONA.Ii (II)
Desconozco qué datos tuvo Vicente de la Fuente para afir­
mar esa vuelta de Masdéu en sus últimos días. Aquí queda re­
señado. Pero, evidentemente, Masdéu tenía que figurar
en estas
páginas,
y no sólo por sus tesis contrarrevolucionarias, por su
furia contra Montesquieu (1356), sino, sobre todo, por sus posi­
ciones antirromanas, que en
un jesuita de aquella época eran ver­
daderamente sorprendentes.
1.7.
San José Pignatelli (1737-1811).-El restaurador de la
Compañía de Jesús (1357) merece ser citado por haber sido el
transmisor del espíritu de
la extinta Compañía, a la que volvería
a renacer por disposición de Pío
VII, que enmendaba así la clau­
dicación
de su antecesor Clemente XIV. Este zaragozano elevado
a los altares, que no
llegó a ver la ansiada restauración universal,
bien puede quedar como paradigma del buen jesuita, que no
fue
una excepción en Pignatelli, sino que, cual él abundó, aunque
sus virtudes no fueran tan excelsas
como las del santo.
2. Los franciscanos.
Era la orden religiosa que tenia más efectivos y, sin embargo,
no brilló especialmente en un sentido ni en otro. Hemos hablado
ya del P. Eleta al referimos a los obispos, el «muftí Osmán»,
como le llamaba Azara Ó «fray Alpargatilla» (1358), que fue fi­
gura de gran relieve, mucho más por su circunstancia que por su
valer. Otros obispos como Trujillo (1359) o Company,
ya hemos
hablado de ellos, no aportan tampoco especial gloria a la orden
franciscana.
(1356) füTLLORf: .. La cu/tura ... , pág. 110.
(1357)
MAllcH: Op. ,;it.
(1358) Poomo IPARRAGUIRRE, Isidoro: «Los escrúpulos de Carlos III
en su actuación política frente a la. Santa Sede»., en La Ilustración. Univer­
sidad de Deusto, Valeocia (sic), 1988, pág. 35.
(1359) La Semana, 17-XJI-1885: Fray Manuel Mari,, Truiillo y Jura­
do, obispo de Albarracln, págs. 807-809.
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FRANCISCO JOSE FERNANDEZ DE LA CIG01M
2.1. José de San Pedro de Alcántara Castro ( 1360).-De
entre los frailes sí es preciso destacar al autor de la Apolog!a de
la Theologia escolástica (1361).
La falta de aprecio de Menéndez Pelayo por la escolástica
hace que pesen, como una losa, las
palabras del santanderino
sobre este hijo de San Francisco. «Su libro
es uno de esos libros
excelentes y llenos
de sólida doctrina y de especies útiles, peto que
es imposible leer seguidos sin un poderosísimo y aun heróico
es­
fuerzo de voluntad. Eso sí, deja apurada la materia, pero su estilo
mazorral, inculto y erizado de cardos, más que de un teólogo
condecorado, parece de
un zafio sayagüés, criado entre villanos de
hacha y capellina. Quien lea con paciencia encontrará, como yo
he encontrado, petlas en aquel fango, y frutos en aquel zarzal
espesísimo, que recuerda los peores tiempos de la escolástica, no
sólo
por la barbarie continua y el desaseo inaudito del estilo, sino
por el menosprecio que el autor afecta de las letras humanas, de
la filosofía oriental, de la lírica moderna y de todo estudio que
salga fuera de las lindes del Peripato» (
1362).
Con estos antecendentes, ¿quién se atreve con este buen frai·
le? Yo confieso que,
por mucho tiempo, no osé ni a hojearlo.
Evidentemente leer de seguido seis tomos, de unas quinientas pá­
ginas cada uno y sobre tema no ciertamente fácil, tiene que arre­
drar
al mismísimo Menéndez Pelayo. Pero de ahí no se sigue que
el lenguaje sea un fangal ni mucho menos. Y ciertamente, la eru-
dicción del fraile franciscano era notabilísima.
·
No me siento con ánimos, ni posiblemente interesará al lec­
tor, para tratar de la alteración de los c6dices hebreos de la Es-
(1360) MENÉNDEZ PHLAYO: Heterodoxos ... , II, págs. 698-700; FtraN­
TE: Historia ... , III, pág. 450.
(1361) CAsTRO, Joseph de S. Pedro de Alcántara: Apologla de la Tbeo­
lígia escolástica. Obra pósthuma del i.M. R. P. Joseph de S. Pedro de AJ.
cántara Castro, Religioso Franciscano Descalzo-en Castilla la Vie¡a, Lector
de
Tbeologia, Secretario general de la Orden de San Francisco, Provincial
que fue de la de San Pablo, y electo Difinidor general por N. Santisimo
P. Plo VI. Dedicada al Excmo. y Rmo. Padre Fr. Joaquín Compaoy, Mi­
nistro genetal de la misma Orden. Segovia, Imprenta de Espinosa, 1796.
(1362) MENÉNDHz PHLAYo: Heterodoxos ... , II, pág. 698.
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VI. DRAMATIS PERSONAE (II)
critura ( 1363) o de otros temas análogos. En todo libro de esa
época
se hallarán pasajes discutibles o incluso errados. Pese a
ello, consideramos que la aportación del P. Castro
es de suma
importancia. Y las perlas
y los frutos no se encuentran entre fan­
gos y zarzales, sino que saltan a cada página. Son, por ejemplo,
del mayor interés, las consideraciones que hace de la filosofía de
Aristóteles en la Teología (1364).
En resumen, una obra de suma
importancia que coloca a su autor en un destacado puesto de
los
contrarrevolucionarios.
Hay otro libro del. franciscano, que no recuerdo haber visto
citado ni en Menéndez Pela
yo ni en Herrero ( 1365 ), que agota
el tema que trata
y que sale al paso de una argumentación que,
con el pretexto
de evitar la simonía, dejaba al clero sin una de
sus principales fuentes de ingresos. Me refiero a la
Disertación
Theológica en defensa del honorario o limosna de
la Missa (1366).
2.2.
Beato Diego José de Cádiz (1743-1801). Perteneciente
a
la rama capuchina, que tampoco sobresalió ni en el bando ul­
tramontano ni en el regalista, es el P. Cádiz una notabilísima
excepción que también se venera en los altares.
Si su incidente
con Lorenzo Normante (1367), ilustrado dieciochesco que cantaba
(1363) MENÉNDEZ l'ELAYO: Heterodoxos ... , II, pág. 699; CASTRO:
Op. cit., II, págs. 40 y sigs.
(1364) CAsTRO: Op. cit., IV, págs. 203 y sigs.
(1365) HERRERO, o ·al menos quien le redactó el Indice onomilstico
confunde a dos frailes del mismo apellido, a nuestro escolástico y al que
algunos años después redactaría La Atalaya de la Mancha.
(1366) CASTRO, Joseph de San Pedro de Alcántara: Disertaci6n theo­
l6gica en defensa del honorario ó limosna de la missa contra otra diserta­
ción de
un anónimo que impugna su .práctica; oDra póstbuma del M. R.
P Fr. ]osepb de San Pedro de Alcántara Castro> religioso franciscano des­
calzo
en Castüla la Vieia, lector de Theología, Secretario general de la
Orden de San Francisco, Provincial que fue de la de San Pablo, y electo.
Difinidor general por nuestro Santísimo Padre· Pio VI. Segovia, Imprenta
de Espinosa, 1797. En las páginas 1~:xxxvr viene una brave biografía del
franciscano, de gran utilidad, pues no era fácil seguir su vida.
(1367) MENÉNDEZ l'ELAYo: Heterodoxos ... , II, págs. 588-589; DoMÍN­
GUEZ ÜRTIZ: Aspectos ... , pág. 69; MuruEL: Op. cit., pág. 58; MARTÍ: La
Iglesia ... ,
págs. 105-106; SARRAILH, Op. cit., págs. 278-280; GARciA PÉ-
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FMNCISCO JOSE FERNANDEZ DE LA CIGORA
el lujo y censuraba el celibato sacerdotal es lo más conocido hoy
del capuchino, presentado
como el reaccionario que se opone a
los avances de
la econonúa ( 1368 ), cuestión en la que, claro está,
tendrá enfrente a Tavira ( 1369), pese a que ambos militaban en
las filas de los
antigerundianos (1370), el famosísimo predicador
se distinguió en más ocasiones como decidido contrarrevolucio­
nario.
Es una figura eclesial apasionante y ya hemos dejado constan­
cia en páginas anteriores
de las miles de conversiones que su pa­
labra
producía en los pueblos de España. El impacto que causó
fue tan profundo que aun hoy
se conmemora con lápidas su paso
por los pueblos. Estoy recordando
por lo menos dos, en bellos
azulejos, una en el pórtico de una iglesia de Carmona, y la otra
en la plaza del Ayuntamiento de Lora del Río.
Fue
el gran predicador de la guerra contra la Convención
atea y regicida a la que se lanzó
España y que tan mal conclui­
ría
(1>71). Pero no sólo se limkó a predicar enardeciendo a los
pueblos con esa oratoria de cuyos efectos hemos ya consignado
el resultado producido en Mora (1372). También escribió un
li­
bro o folleto (1373) dedicado al objeto: El soldado católico en
la guerra de religión (1374).
REZ, Guillermo: La economia y los reaccionarios. La lnquisici6n y los
economistas al surgir la España contemporánea. Edicusa, Madrid, 1974.
( 1368) Habría que recordar aquí la oposición de todos los rigoristas
al préstamo con interés, rigoristas que, a su vez, eran defendidos por re­
galistas que hoy son ensalzados por la histt>riograffa moderna.
(1369)
MURIEL: Op. cit., 11, pág. 58; SAUGNIBUX: Un prelat ... , pá-
ginas 247-248.
(1370) SAUGNIEUX: Un prelat ... , pág. 54.
(1371) MARTf: La Iglesia ... , págs. 301-303.
(1372) MENÉNDEZ PELAYO: Heterodoxos ... , II, pág. 711.
(
1373) No lo poseo ni he podido consultarlo.
(1374) CÁDIZ, Diego José: El soldado cat6lico en la guerra de religión.
Carta
instructiva,.ascético--histórico-política, en que se propone a-un soldado
católico
la necesidad de prepararse, el modo con que lo ha de hacer y con
qué debe mane;arse en la actual guerra contra el impío p(lt'tido de la in·
fiel, sediciosa y ,egi.cida Asamblea de la Francia. Tomo la cita de HERRE­
RO: Op. cit., pág. 145.
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VI. DRAMATIS PERSONAE (11)
Se op))SO al decreto cismático de Urquijo (1.375). «Denunció
con valentía los excesos del regalismo, saliendo
en defensa de la
autoridad del romano
pontífice y de los obispos. Fue notable a
este respecto el sermón que
dirigió a· la Universidad de Granada
el
5 de mayo de 1779, con ocasión de haberle concedido el grado
de doctor en teología y cánones; habló con tal claridad, que fue
denunciado al Consejo
de Castilla y a la Inquisición; debió a la
admiración que sentían por él
el arzobispo de Sevilla y. el inqui­
sidor mayor el verse libre por esta vez de
un proceso. Pero tuvo
que ser más cauto
en adelante. En 1784 otra intervención seme­
jante
en la catedral de Sevilla le valió al beato unos meses de
confinamiento y una seria reconvención de Campomanes en nom­
bre del rey» (1376).
A
medida que iban apareciendo los tomos de sus obras com­
pletas, no faltaron quienes fueron a la
caza de proposiciones mal­
sonantes, y a la hora de muerte se hallaba en curso
un proceso
en forma ante la Inquisición» (1377). Proposiciones malsonantes
naturalmente para el regalismo que imperaba, que
no para la or­
todoxia, que no sólo no halló
en él doctrinas reprobables, sioo
virtudes heroicas que le llevaron a
la beatificación. En el capítulo
en el que tratamos de la Inquisición hicimos ya mención de .este
notabilísimo capuchino.
2.3.
Miguel Suárez de Santander.-Otro famoso misionero
capuchino fue
el P. Santander, pero como su notoriedad histórica
se produjo más como afrancesado y obispo intruso, trataremos
de. él en el reinado siguiente.
3.
Dominicos.
Las fam95as controversias de auxiliis habían quedado en el
recuerdo. Y casi los problemas del laxismo y de las tesis rigoris-
(1375) MAR.Ti: La Iglesia ... , p,ig. 448.
(1376) AZPURZ, L. de: Diccionario ... , I, pág. 302.
(1377)
AZPURz, L. de: Diccionario ... , I, pág. 302.
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FRANCISCO JOSE FERNANDEZ DE LA CIG01vA
tas de Concina (1378), aunque Ia obra de éste, y especialmente
el
Compendio, siguieran siendo texto y reeditadas. La España de
la segunda mitad del siglo
XVIII es un erial dominico. Apenas te­
nemos a quien citar. Parece increíble, tratándose de una orden
que tantísima gloria dio a la Iglesia. Al cardenal Boxadors,
ya
le hemos mencionado.
3.1.
Antonio Guerrero.-El prior del convento del Rosario,
que es Antonio para Mestre y Demerson (1379) y Juan para
Muriel (1380), era, con el canónigo Baltasar Calvo, campeón del
antijansenismo. Tacha de tales a los miembros del salón de la
condesa de Montijo (1381), siendo felicitado por Roma. Y,
«a
boca llena», llama jansenista a Tavira (1382).
3.2.
Juan Pérez.-Provincial de los dominicos de Castilla,
aprueba
la Regalla de amortización de Campomanes ( 1383 ).
4. Agustinos.
En estos años, los agustinos están en la cuerda floja de la
eclesialidad. Sus amores y sus lealtades parecen en el campo con­
trario al del pontífice romano. Por supuesto que en muchos de
ellos cabe una interpretación ortodoxa que,
en no pocas' ocasione;,
los mismos agustinos eran los primeros en reivindicar, indignán-
(1378) CONCINA, Daniel: Theologia christiana dogmático-moral, com­
pendiada en dos tomos: su autor, el M. R .. P. Fr. Daniel Concina, de el
orden de predicadores: traducida al idioma castellano y añadida en muchas
partes de
las obras de el mismo autor, por el P. D. Joseph Sánchez. de la
Parra, Prepósito de la Congregación de Presbyteros seculares de San Phe~
lipe Neri de Murcia y Examinador synodal del obispado de Cartagena.
Tomos I y JI, Quinta edición, Madrid, oficina de Antonio Fernández, año
de 1780 el I y en la oficina de Bias Román y en el mismo año el JI.
Fue también extendidísima la edición original de la que salió el compendio.
(1379) MEsTRE: Religi6n ... , pág. 740; DEMERSON: Op. cit., pág. 299.
(1380) MURIEL: Op. cit., JI, pág. 63.
(1381) DEMERSON: Op. cit., pág. 299; MEsTRE: Religi6n ... , pág. 740.
(1382)
MURIEL: Op. cit., JI, pág. 63.
(1383) MENÉN!>EZ l'ELAYO: Heterodoxos ... , JI, pág. 500.
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VI. DRAMATIS PERSONAE (II)
dose de adscripciones bayanistas o jansenistas ( 1384 ). Peto, pese
a ello
... Hemos hablado ya de los obispos agustinos: Armañá,
Lasala, Laplana, Melo... Traigamos ahora a quienes no llegaron
a tal dignidad.
4.1.
Francisco Javier Vázquez (1703-1785).-Este inquieto
peruano setá
el primer ameticano que llegue a general de una
orden y
el primer español al frente de la de San Agustín, para
cuyo gobierno supremo y vitalicio
es elegido en 1753 ( 1385).
Poco antes había participado en la polémica antijesuftica
oca­
sionada por la inclusi6n del cardenal Noris en el Indice español
con una apología de su hermano de orden ( 1748).
Y, a partir
de
alú, todo.
La versi6n más favorable
la encontramos en el citado Rojo:
«Lo que, en frase suya, lleg6 a constiruir su mayor placer, fue
la
propagaci6n de la doctrina agustiniana. La defensa de su escuela,
abusiva y tenazmente tildada de jansenismo, es
la causa por la
que,
poco a poco, se va distanciando de los jesuitas, hasta con­
vertirse en uno de sus más decididos adversatios. Nada más sen­
sible para él como la nota de herejía, que además de herirle en
lo
más íntimo, echaba por tierra lo que creía ser la base para un
pr6spero futuro de
su orden. Vista la inutilidad de la actitud mo­
derada de los primeros años de su gobierno, se ve obligado a
adoptar una táctica más eficaz, aunque no tan recta como la pre­
cedente. A partir de 1765 entabla relaciones con
personas de muy
distinto signo, como los embajadores de España en Roma, Azara
y Moñino, y en particular con don Manuel de Roda, ministro de
Carlos
III, todos ellos dispuestos a terminar con la Compañía,
cuya desapatici6n V
ázquez llega a juzgar necesaria para el bien
y la tranquilidad de la Iglesia. Aunque son censurables algunos
medios utilizados en su reacci6n» ( 1386
). ·
Esta desgracia eclesial que, a poco más que hubiera vivido
(1384) BERTI, Joannis La~tius: De theologic# disciplinis, tomos V
y VI (con el Baianismus redivivus y el Jansenismus 1'edivivus y la respues-,
ta del agustino).
(1385) Ro¡o, F.: Diccionario ... , IV, pág. 2.716.
(1386) RoJo, F.:
Op. cit., pág. 2.716.
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FRANCISCO JOSE FERNANDEZ DE LA CIGO!' habría visto a sus hijos tan perseguidos como lo habían sido sus
odiados jesuitas, ese «enjambre de abejas infernales», como él
los llamaba (1387), en su cortedad de vista política
y eclesial no
se enteró de nada de lo que se estaba tramando
y pensaba que
lo único importante en la Iglesia era la orden de San Agustín,
a la cual había que supeditar todo.
Pero
si esta creencia hubiera sido ya una monstruosidad ecle­
sial, atribuible. solamente a una inteligencia escasa y circunscrita
a las peores exigencias de escuela,
el caso de Vázquez es todavía
peor, pues su agustinismo no
se limita a ese pueril afán de hacer
de su orden la Iglesia misma, sino que la arrastra a posiciones si
no heterodoxas, al menos muy peligrosas. Y jansenizantes, si no
jansenistas. Sus relaciones con jansenistas, cismáticos
y regalistas indica
ya mucho sobre cuáles eran sus inclinacione ( 1388 ). Y todo ello
a causa de su antijesuitismo furibundo. Pues
si hemos de admi­
tir, y yo a ello me inclino, que había además una
simpatía cierta
por las ideas heterodoxas, aparte de alianzas tácticas contra el
enemigo cotnún, la cuestión es todavía peor para Vázquez.
Así le veremos favorable
al Juicio imparcial de Campoma­
nes (1389), en amistad íntima con Roda y Moñino (1390), siendo
sus cartas al primero especialmente penosas; se relaciona con los
jans,;nistas Dupac de. Bellegard y Clement de Bizon (1391); ins­
ta al Gobierno
a adoptar medidas similares a las de Toscana
(1392);
.es contrario a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús
(1393);
es en España el corresponsal y el sostén de Tamburini
( 1394)
y, extinguidos los jesuitas, la emptende contra los domi­
nicos, a
los que «tachaba poco menos que de herejes» ( 1395).
(1387) EGroo: La expulsi6n ... , pág. 777.
(1388) GóMEZ DE LA SERNA: Op. cit., I, págs. 4445 y 155.
(1389) Ecmo: El regalismo ... , pág. 240.
(1390)
SARRAILH: Op. cit., pág. 204.
(1391) MEsTRE: Religi6n ... , pág. 622.
(1392)
l!ARCALA: Op. cit., pág. 38.
(1393) MEsTRE: Réligi6n ... , pág. 663.
(1394) SAuGNIEUX: Le iansénisme ... , pág. 142.
856
Fundaci\363n Speiro

VI. DRAMATIS PERSONAE (JI)
«Tan violentas fueron las polémicas, que el P. Vázquez, en
una circular dirigida a la orden (1778
), censuró a los dominicos
por
haber cambiado sus doctrinas después de la extinción de la
Compañía y prohibió a sus religiosos utilizar la autoridad de
Santo Tomás. Reprendido por Roma, Vázquez retiró. la circular,
pero en la rectificación posterior mantuvo
el criterio (repetido por
cinco veces) de que
el jansenismo era un fantasma que no existía
en la realidad» ( 1396
).
En resumen, se trata de una de las figuras más deplorables
de esta época en la que tanto abundaron malvados y necios. Este
fue ambas cosas a
la vez.
4.2.
Enrique Flórez (1702-1773) (1397).-«Hasta el bueno
del P. Fl6rez dio en esta flaqueza (delantijesuitismo) y escribió
un tomo titulado
Delación de la doctrina de los intitulados ¡esui­
tas
contra el dogma y la moral (1398). La firmó como Fernando
Huidobro y Velasco, sus segundos nombre y apellidos.
El ilustre
autor de la
España Sagrada pagaba así el tributo a su orden en
un momento desgraciado.
4.3.
Juan Fernández de Roías (1750-1819) (1399).-Este
agustino de San Felipe de Madrid, bajo el seudónimo de Comelio
Suárez de Molina, escribió
El páxaro en la liga (1400) (1401).
El libro del italiano Bonola iba dirigido contra
Ricci y Pistoya
y la profunda
ortodoxia del agustino se indignó contra este ata­
que y, sobre
la marcha, compuso El páxaro ... (1402), que resultó
un libro
más antijesuítico y projansenista. Fernández de Rojas es
(1395) Ecrno: La expulsión ... , pág. 789; APPOLIS, Ernile: Les ;an­
sénistes espagnols. Bordeaux, 1966, págs. 72~77.
(13%) MJlsTRE: Religión ... , ¡IBgS. 676-677.
(1397)
LóPEZ ÜRTIZ, J.: Diccionario ... , 11, págs. 941-942; AMAT:
Historia ... , XI, págs. 201-202.
(1398)
Madrid, 1768.
(1399)
EsPADA, A.: Diccionario ... , 11, págs. 921-922.
i1400) Madrid, 1798.
(1401) HERRERO: Op. cit., págs. 85-89; MRNÉNDEZ l'ELAYO: Hetero­
doxos ...
, II, págs. 546-547.
(1402) MllsTRE: Religión ... , págs. '737-738; MARTí: La Iglesia ... , pá­
ginas 73-75.
857
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO ]OSE FERNANDEZ DE LA CIGOlU
otro que ·sostiene la tesis tan cara a los jansenistas que conside­
deraba a su desviación sólo un fantasma que nada más sirve para
asustar. Y, a
la vez, resultaba el mejor medio inventado por los
jesuitas para eliminar a sus enemigos ( 1403
). No es de extrañar
que antes hubiera defendido a Villanueva de los ataques de Díaz
Luzeredi (1404). Para Menéndez. Pelayo, «janserúzaba no poco
y aun quizá volterianizaba.
Por de contado era religioso dema­
siado alegre y poco aprensivo, como quien en sus versos inéditos
se lamenta de ser fraile, siendo cuerdo y joven» ( 1405).
4.4.
Pedro Centeno (c. 1730-1803).-0tro agustino de San
Felipe
el Real de Madrid (1406) y «uno de los jansenistas más
radicales», en opinión de Mestre (1407). Tiene problemas con la
Inquisición por sus críticas a los catecismos de Astete y
Ripal­
da ( 1408). Hay que darle la razón a Mestre cuando afirma que
«el enemigo contra el que se dirige Centeno
es el molinismo' y,
en consecuencia, los jesuitas» (1409). Pero de abí a sostener que
en
el Ripalda y el Astete hay mil embustes y patrañas, e incluso
herejías, es pasarse no poco. «La Inquisición le procesó a pesar de
los esfuerzos
qu~ hizo Floridablanca para impedirlo. Se le condenó
como vebementer suspectus de baeresi, abjuró, con diversas pe­
nitencias, y murió recluso y medio loco en un convento» (1410).
Si así fue, sería mucho después de la protección de Floridablanca,
pues éste, en 1803, hacía mucho que estaba en
el ostracismo.
4.5.
José de la Canal (1768-1845) (1411).-«En 1799 pu­
blica una sátira breve pero mordaz:
Pintura de un jansenista.
La obra levantaba la máscara de los hipócritas y mereció la apro-
(1403) MEsTRE: Religi6n ... , pág. 738.
(1404)
Mi!sTRE: Religión ... , pág. 732.
(1405)
MENÉNDEZ PELAYO: Heterodoxos ... , II, pág. 627.
(1406)
MAmuQUE, A.: Diccionario ... , I, págs. 398-399.
(1407)
MEsTRE: Religi6n ... , pág. 719.
(1408)
ToMSICH: Op. cit., p,lgs. ~5; MAmuQUE: Op. cit., pág.·399;
MESTRE: Religi6n ... , pág. 731.
(1409)
MEsTRE: Religi6n ... , pág. 731.
(1410)
MENÉNDEZ ~LAYO: Heterodoxos ... , II, pág. 626.
(1411)
MAmuQUE, A.: Diccionario ... , I, p,lgs. 326-327.
858
Fundaci\363n Speiro

VI. DRAMATIS PERSONAE (II)
bación de los eruditos. Pero el Santo Oficio la introdujo en el
Indice» ( 1412). Es curioso c6mo hoy el espíritu de escuela si­
gue embrollándolo todo auiique apenas queden agustinos intelec­
tuales. La obra del P. de la Canal debió haber sido excelente.
Los eruditos la aprobaron. Y los hipócritas
se vieron desenmasca­
rados. ¡Qué bien! Pero, ¡ah!,
el Santo Oficio la incluye en el
Indice. Sin duda para molestar a los eruditos y favorecer a los
hipócritas que era lo propio del Santo Oficio. Y Manrique
se
queda tan fresco.
Mestte, que no
es sospechoso, señala en este agustino «cla­
ras preferencias jansenistas» (1413). Y Manrique nos lo muestta
polemizando con Masdéu, en defensa de sus hermanos
de hábito
Flórez
y Risco (1414). La vida y la actividad del fraile santande­
rino rebasa
esta época. En 1814 colabotaba en el periódico libe­
ral
El Universal ( 1415). Será perseguido en la restauración fer­
nandina y confinado en
algún convento, pero con poco rigor,
pues en 1815 es nombrado académico de la Historia. En 1834 la
reioa Gobernadora le hace miembro de la sospechosísima Junta
Eclesiástica y dos años después le presenta como obispo de Ge­
rona, pero en esta ocasión nuestro fraile
rehús.a intrusarse en
aquella diócesis.
4.6.
Manuel Risco (1735-1801) (1416).-Es el continuador
de
la España Sagrada del P. Flórez. Amigo de Villanueva, lo
defiende de la tacha
de jansenismo (1417). Naturalmente, no
era
afecto a los jesuitas (1418). Ya hemos aludido a los ataques
de Masdéu al agustino.
De. esta galería son Flórez y él los más
moderados y recomenadables.
(1412) MANRIQUE: Op. cit., pág. 326.
(1413)
MllsTRE: Religi6n ... , pág. 719.
(1414)
MANRIQUE: Op. cit., pág. 326.
(1415)
REVUELTA: La Iglesia ... , pág. 65.
(1416) MANRIQUE, A.: Dicciontlt'io ... , III, pág. 2.093.
(1417)
MEsTEE: Regalismo ... , pág. 732.
(1418)
F'tmNTE: Historia ... , III, pág; 458.
859
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO JOSE FERNANDEZ DE LA CIGORA
4.7. Diego González (1733-1794) (1419).-EI Delio de
aquella insoportable época de nuestra poesía
más que por sus
obras, que parece increíble tuvieran el éxito que tuvieron (1420),
lo traemos aquí por sus
amigos: Batilo (Meléndez Valdés), Jo­
vino (Jovellanos), Liseno (Femández de Rojas) ... Sus amigos es­
taban en el bando jansenista, su corazón estaba con ellos, su
orden religiosa también
...
4.8. Juan Facundo Sidro Villaroig (1748-1816) (1421).­
«Se manifiesta muy respetuoso con Bayo, Jansenio y Quesnel
que fueron considerados herejes, a su juicio,
per gravissimam
iniuriam»
(1422). Era episcopalista y regalista, aunque no llega
al radicalismo de Pistoya ( 142-3 ).
4.9. Custodio de Santa Maria.-Debía ser portugués pues
tradujo a esa lengua el
Analisi della prescrizioni di Tertulliano,
de T amburini. Lo que denotaba bien a las claras sus simpatías
y preferencias. Solicita
al Consejo la introducción en España de
ese libro que él mismo había hecho imprimir en Lisboa y le
es
negada la licencia (1424).
4
.1 O. Alba.~Defiende las tesis del decreto cismático de
Urquijo (1425).
4.11.
Manuel Pinillos.-Agustino descalzo, integró con el
obispo de Avila y el arzobispo electo de Manila el Consejo ex­
traordinario que se formó contra los jesuitas (1426).
(1419) fERNÁNDEZ, Juan:. Poetas !!ricos del siglo XVIII, I, BAE, LXI,
págs. 177-180; MANluQUE: Diccionari<> ... , II, págs. 1.030-1.031.
(1420)
Lns amores del fraile a Mirta o a Melisa son insufribles y, si
como parece, fueron puramente platónicos, aun peor; el Manzanares om­
nipresente, termina siendo un río odiado; el «corderillo blanco, de rojas
manchas salpicado, cuya madre al dejatle en un tomillo, murió de un ac­
cidente no esperado», es tan sólo una muestra, se podrían elegir mil, de
hasta donde había caído nuestra poesía, como -casi todo en aquel siglo.
(1421) CARRETERO, E. D.: Diccionario ... , IV, pág. 2.460.
(1422)
MEsTRE: Religi6n ... , pág. 721.
(1423)
MEsTRE: Religi6n ... , pág. 721.
(1424)
BARCALA: Op. cit., págs. 95-%.
(1425) ÜLAECHEA: El cardenal ... , págs. 323-233.
860
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VI. DRAMATIS PERSONAE (TI)
La lista es impresionante. No cabe duda de que los agustinos
sentían, y en aquellos momentos más que muchas otras órdenes
religiosas, profundas inquietudes teológicas e intelectuales. Pero
el balance
es atroz para la orden. Por todo lo dicho no parece
arriesgado afirmar, con Mestre, la proximidad ideológica
de los
agustinos con los jansenistas» (1427).
5. Benedictinos.
Así como los benedictinos franceses tuvieron notables incli­
naciones projansenistas: Ceillier, Gerberon,
Chard9n ... , los espa­
ñoles no se distinguieron especialmente por ello, salvo los her·
manos Abad y Lasierra de quienes
ya hemos hablado al referir­
nos a los obispos.
En el otro extremo está él que también sería
obispo, Arias Teixeiro. Figura destacadísima en los años que se­
guirán. De Feijoo nada añadiremos sobre lo ya dicho, pues fa­
lleció en los inicios del periodo al que nos estamos refiriendo.
5.1.
Isidara de Arias.-General de San Benito, catedrático
de Teología en Salamanca es de los que aprueban la Regalia de
amortización de Campomanes ( 1428).
6. Carmelitas.
6.1.
Bernardo de Zamora.--«Mientras Bertrán fue obispo
de Salamanca, y con
él favor dél prelado, desempeñó una gran
actividad proselitista en favor del jansenismo el P. Bernardo de
Zamora, entre cuyos discípulos hay que incluir a Meléndez V
al­
dés y Antotúo Tavira» (1429).
6.2.
Manuel de Santo Tomás de Aquino Traggia.-Este
descalzo, que será uno de los escritores contrarrevolucionarios
más destacados de la época fernandina, escribió en esta época una
(1426) lsLA: Op. cit., págs. 74-75, 142, 149; F'uENTE: Historia ... , UI,
pág. 70.
(1427)
MEsTRE: Religión ... , pág. 721.
(1428) MENÉNDEZ PELAYO: Heterodoxos ... , II, pág. 499.
(1429) MEsTRE: Religi6n ... , pág. 619.
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Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO JOSE FERNANDEZ DE LA CIGOFJA
importante apología en tres tomos titulada Unica religi6n verda­
dera ( 1430).
7. Escolapios.
Ya hemos hablado de Basilio Sancho y no precisamente bien.
Pero
es otro el escolapio más relevante y con militancia decidida
en
la línea heterodoxa.
7.1.
Pedro Estala (1431).-«Y-" secularizado y desfrailado,
como él por tantos años había anhelado pasó a ser gacetero del
Gobierno intruso y escribió contra el alzamiento
naciooal varios
folletos» (1432).
Había sido procesado pot su amistad con Go·
doy tras el motín de Aranjuez (1433).
El valido «había frecuen­
tado en los escolapios de San Antonio Abad la celda del P.
Es­
tala, por donde se puso en relación con todo el elemento meso­
crático juvenil que se instruía en las ideas científicas de la En­
ciclopedia» (1434).
Posteriormente,
el intruso José hallaría «para muchas de
estas operaciones (anticatólicas) clérigos jansenistas que
se le
mostraron muy complacientes: señaláronse entre ellos
el secula­
rizado Estala, que había escandalizado en el seminario de Sala·
manca con
sus doctrinas» ( 1435). Incluso se afilió a la masone·
ría (1436).
(1430) SANTO THoMÁS DE AQUINO, Manuel de: Unica religi6n verda·
dera. La Iglesia cat6lica fundada por Jesu Christo: o apología de la religión
cat6/ica contra todos sus enemigos; que
hace ver como esta es la única que
enseña la
verdad. Por el R. P. Fr. Manuel de Santo Thomás de Aquino.,
carmelita descalzo, Ex-Lector, y Escritor de su Orden. En tres volúmenes.
Vol.encía, por Francisco Burguete, Impresor del S. Oficio, 1795·y 1796. Con
expresa refutación de Voltaire: I, 192 y sigs., y de Rousseau: II, 1 y sigs.
862
(1431) MmlÉNDBZ l'ELAYO: Heterodoxos ... , II, págs. 642 y 787.
(1432)
Mm!ÉNDEZ PELAYO: Heterodoxos ... , II, pág. 787.
(1433) ToRENo: Op. cit., pág. 26.
(1434) SEco: Godoy, pág. 45. Citando a Pére> de Guzmán.
(1435)
PUENTE: Historia ... , III, pág. 4_65.
(1436) MENÉNDEZ l'ELAYO: Heterodoxos ... , II, pág. 263.
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VI. DRAMATIS PERSONAE (II)
No cabe duda de que la expulsión de los jesuitas fue la gran
oportunidad de los escolapios. Era la otra congregación dedicada
a la enseñanza de la juventud. Aunque siempre a la sombra de
la
Compañía y en ambientes mucho menos agradecidos dado el
brillo social y el poder de los mismos. Era como si en un reparto
de
los estudiantes los de Ignacio se hubieran quedado con la
nobleza y los de José con las clases medias
más o menos, más
bien menos, acomodadas. Porque los pobres entonces no estu­
diaban.
La desaparición de los jesuitas dejó a los calasancios amos
del cotarro. Pero
ni sus capacidades eran las de los de Lo yola
ni su infraestructura suficiente por lo que no pudieron aprove­
char la oportunidad. Hay que decir
en. su honor que, siendo los
más interesados, humanamente hablando, en la extinción de los
jesuitas, no estuvieron, salvo en el caso de Sancho,
en la primera
línea de
sus enemigos. Aquel gran santo español que fue José
de Calasanz, modelo de obediencia incluso costándole sangre y
humillaciones sin cuento, supo transmitir a su congregación un
espíritu que evitó se colocara entre los enemigos del pontificado.
8. Oratorianos.
La Congregación del Oratorio no tenía en España la impor­
tancia que en Francia, pese a haber aportado a nuestra Iglesia
figuras de la talla de un Belluga. Fueron los oratorianos presa
es­
pecialísima de las ideas jansenistas por lo que; a pesar de cum­
bres eclesiales como San Felipe Neri, Berulle, Baronio o el cita­
do Belluga, nutrió las filas jansenistas y antirromanas como nin­
guna otra congregación u orden religiosa. Los nombres de Ques­
nel, Pereira, Valla, Seguenot, Duguet,
Pouget, Juenin, He.ticourt
de Vatier, etc., son demasiados y demasiado importantes. Pero
en España, en esta
época, pasó la orden prácticamente desaper­
cibida.
863
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO ]OSE FERNANDEZ DE LA CIGONA
8.1. Montoya.--Se relacionó con el canónigo jansenista
francés Oement de Bizon
y gozaba de excelente crédito ante la
condesa de Montijo (14}7). Pero su figura es muy secundaria.
9. Jerónimos.
9.1. Fernando de Zevallos y Mier (1732-1802) (1438).­
Es una de las gtandes figuras del pensamiento contratrevolucio­
nario y hemos hablado suficientemente de
él cuando nos referi­
mos a
La falsa filosofia ... Casi un siglo después, León Catbonero
y
Sol publica el Juicio final de Voltaire (1439). De su Insania o
demencia de los fil6sofos
(1440), nada puedo decir, pues no la
conozco. Ni tampoco las Observaciones sobre la reforma eclesiás­
tica de Europa ( 1441) que según dice l. de Madrid vieron la luz
por
vez primera en la capital de España, que en esos días alber­
gaba a José Bonaparte. Así será, pero nos patece extraño. ¿Llo­
rente y Urquijo editando a Zevallos? Como para asombratse. Es
importante la noticia que
da el mismo I. de Madrid, que todo
hace suponer
es también monje jerónimo, de que en la biblioteca
del monasterio segoviano del Parral hay numerosos manuscritos
de fray Fernando de Zevallos
(1442). Es incomprensible que no
se haya publicado aún un estudio de los misl!lOS.
(1437) M!!sTRE: Religión ... , pág. 720; Dm,ERSON: Op. dt., pág: 263.
(1438)
MADRID, I. de: Diccionario ... , I, págs. 395-396.
(1439) CEBAU.os, Fernando: Juicio final de Voltaire, con su historia
civil y literaria :v el resultado de su filosofia; escrita por el viatpo de Lem­
nos (el R P. Fr. Fernando de Ceballos) según ta oyó y copió de los filóso­
fos infernales en los abismos de Antiparas. La da a luz Don Le6n Carbo­
nero
y Sol, antiguo directo;, de La Cruz. Dos tomos. Sevilla, Imprenta y li­
brerla de A. Izquierdo, 1856. El segundo tomo, de aproximadamente la
mitad de páginas que el primero, no lleva' menci6n de ciudad y año. l. de
Madrid
en su referencia bibliográfica, bien confusa, hace referencia a dos
fechas para el J ucio final, 1856 y 1868, aunque no habla de los dos tomos.
¿Es el segundo de 1868? ¿Se editaron dos veces en doce años? Ambas co­
sas nos parecen extrañas pero nada podemos decir al respecto.
(1440) Madrid, 1878.
(1441) Madrid, 1812, Se. 1858.
(1442) Madrid:
Op. cit., pág. 395.
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VI. DRAMATIS PBRSONAE (11)
10. Mercedarios.
10.1. Pedro Rodrlguez Morzo.-Este fraile de la Merced
calzado fue el traductor de una conocidísima obra, El oráculo de
los nuevos philosofos (1443) dirigida contra Voltaire y Rousseau.
Es de
las primeras advertencias que aparecen en España contta
los filósofos, y ello dice mucho de la perspicacia
y de la línea de
pensamiento del
mercedsrio, evidente esta última no sólo por
la obra elegida, sino también por la dedicatoria ( 1444) y el pró­
logo (1445), en el que denuncia «los progresos de
la increduli­
dod»
que «hasta aquí iba destilando gota a gota su veneno; pero
en el día fluye a borbotones por
todos partes» (1446).
El original es atribuido por Herrero a Nonnotte ( 144 7
), al
que llama iodisriotamente Claudia Adriano o Claudia Francis­
co ( 1448 ), confundiéndole, sin dudo, la obra que éste publicó en
1762 titulada Errores de Voltaire (1449). El libro, sin embargo,
era del abate Guyon (1450).
10.2. Miguel López.-Jansenista manifiesto que
se encuen­
tra en relación con los cismáticos de Utrecht y con los principa­
les representantes de la secta en Francia ( 1450 bis).
(1443) El oráculo de los nuevos phil6sofos, M. Voltayre, impugnado y
descubierto en sus errores por sus mismas obras. En dos tomos, escritos
en franc,s por un .anónymo, y traducidos al español por .el R. P. Mtro.
Fray Pedro Rodrigue,: Marzo, comendador que ha sido en los conventos
de Toledo y Madrid, del Real Orden de la Merced calzada, predicador del
Rey nuestro Señor, y su censor de libros, etc. En Madrid, en la imprenta
de D. Gabriel Ramírez, calle de Barrio-Nuevo, años de 1769 y 1770.
(1444) Cuatro
páginas sin numesación.
(1445) Págs. X-VIII.
(1446) Oráculo ... , pág. x.
(1447) HBIUU!Ro: Op. cit., pág. 35.
(144S)
limutERO: Op. cit., pág. 35.
(1449) Memorias ... , III, pág. 169.
(1450)
Memorias ... , III, pág. 164; DEFOURNEAUX: Op. cit., páginas
204 y 206.
(1450 bis)
APPOLIS: Op. cit., págs. 48-49.
865
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO JOSE FERNANDEZ DE LA CIGONA
ll. Cistercienses.
11.1. Antonio José Rodriguez (1703-1778) (1451).-El au­
tor de El Piloteo ( 1452) fue también un pionero en combatir a
/il6safos y deístas, y en especial a Voltaite y Rousseau (1453).
He visto citada, aunque no he podido consultarla, otra obra de
Rodríguez de línea contrarrevolucionaria (1454).
12. Clérigos lllenores.
12.1. Gabriel Galindo.-Como bien dice Menéndez Pelayo
(1455), fue
el único de nuestros teólogos que se atrevió a con­
tradecir la Tentativa de Pereira
(1451) MENÉNDEZ l'ELAYO: Heterodoxos ... , II, págs .. 669-672; HERRE­
RO: Op. dt., págs. 104-110; Diccionario ... , III, pág. 2.102.
(1452)
RODRÍGUEZ, Antonio Jqseph: El Philoteo en conversaciones
del tiempo. Escritas por el R. P. M. Don Antonio ]osepb Rodríguez,
monge cisterciense en el Real monasterio de Sta. Maria de B.eruela, Doc­
tor en Sagrada Theologla, consultor de Cámara del Serenísimo Señor
lnfantf! Don Luis,· theologo y examinador de la Nunciatura; Examinador
Synodal del arzobispado de Toledo, y de los obispados de Tarazana -y
Xaca,· socio de las Reales Academias de Sevilla, Matritense . y Portopolita­
na, etc. Dedicados a Jesu Christo, Hijo de Dios vivo. Dos tomos. Madrid,
en la Imprenta Real de
la Gazeta, afio de 1776.
(1453) RODRÍGUEZ: Op. dt., I, págs. 39 y sigs., 164 y sigs., 262 y sigs.,
458 y sigs.; II, págs. 3 y sigs., 36 y sigs., 72 y sigs., 224 y sigs.
(1454) RODRÍGUEZ, Antonio Joseph: Dissertaci6n Apologética, sobre
el origen, disciplina, ¡,resbyterado, y gobierno antiguo en el Orden mo­
nástico, o estado religioso y su antigua práctica de gobernar y confessar los
religiosos. Cdtttra lo que escribi6 sobre esta materia a un amigo el doctor
Don
Josep Ignacio Domlnguez. Escrita por el R. P. M. Don Antonio Jo­
S'epb. 'Rodrlguez, monge cisterciense. Madrid, en la Imprenta Real de la
Gazeta. Año de 1766.
(1455) MENÉNDEZ l'ELAYO: Heterodoxos ... , II, pág. 481.
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VI. DRAMATIS PERSONAE (II)
V. EL CLERO SECULAR
La gran masa de los seculares estaba intelectualmente muy
por debajo de los religiosos. Y hemos visto que éstos no rayaron
a
gran altura, por lo que no cabía esperar gran cosa de este clero,
y
asl fue. Por otra parte, muchos de los que podrían figurar en
estas páginas vendrán a ellas después, ya que su protagonismo
lo tuvieron como afrancesados o liberales, más que en estos días,
en los que se incubaba la revolución.
A pocos podemos citar que hayan destacado en el cal)!po or­
todoxo, tradicional o contrarrevolucionario. Entre ellos no puede
ser olvidado
Vicente Fernández Valcarce (1456). Menéndez Pe­
layo critica también su estilo en los Desengaños filosóficos (1457)
con esa costumbre tan suya de echar una de cal y varias de
arena
sobre no pocos de los autores contrarrevolucionarios .. Así, reco­
nociendo que afirma «verdades como el puño» (1458) y que «pen­
saba con aplomo y firmeza, y en
la disección de las opiniones
contrarias era penetrante y sagacisimo» (1459), añade
enseguida
que «escribía mal» (1460), «tenía pésimo gusto» (1461), «con
hartas puerilidades, nimia credulidad y desorden inaudito,
pero
con chispazos de talento en medio de tan incongruente fárra­
go» ( 1462).
¡Cómo para que
no lo lea nadie! Y, sm embargo, el que se
decide a meterse con él llega a pensar si el ilustre santanderino
(1456) MBNÉNDEZ l'ELAYO: Heterodoxos ... , II, págs. 691H\98; HruIB:E­
RO: Op. cit., págs. 110-113.
(1457) F'ERNÁNDEZ VALCARCE, Vicente: Desegaños filosóficos, que en
obsequio de la verdad de la religi6n y de la patria da al público el doc­
tor Don Vicente Fernández Valcarce, capellán de honor de S. M., deán y
canónigo de la Santa Iglesia,. catedral de Palencia, ttc. Cuatro tomos. Ma­
drid, en la oficina de Don Bias Román, años 1787-1788, 1790 y 1797.
(1458)
MENENDEZ l'ELAYO: Heterodoxos ... , II, pág. 698.
(1459)
MENENDEZ l'ELAYO: Heterodoxos ... , II, pág. 6%.
(1460) MENÉNDEZ l'ELAYO: Heterodoxos ... , II, pág. 696.
(1461)
MENÉNDEZ l'ELAYO: Heterodoxos ... , II, pá7, 696.
(1462)
MBNÉNDEZ PELAYO: Heterodoxos ... , II, pá7. 696.
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FRANCISCO ]OSE FERNANDEZ DE LA CIGORA
no se referiría a otro autor. De los cuatro ,tomos, el que más
interesa a nuestra historia es el último, en el que se señalan los
peligros de la tolerancia. En él, los fil6sofos en general, y Voltai­
re en particular, son especialmente denunciados
(146}).
También debemos citar al arcediano de Segovia, Clemente
Peñalosa y Zúñiga (1464), autor de La monarqula (1465) y de
El honor militar. Causas de su origen, progresos y decadencia
(1466 ). En el primeto de ellos extrema las obligaciones de obe­
diencia del súbdito, en análogo sentido del que expusimos al ha­
blar de Vila y Camps. El segundo es una apología del honor mi­
litar y ahí se acuña el término, que tanta fortuna lograría, de la
man la de pensar. Peto las burlas liberales no pasan de la ex,te­
rioridad de la frase. Peñalosa no estuvo nunca contra la adecuada
utilizaci6n del entendimiento, lo que criticaba eran los discursos
vanos, las
filoso/las de moda, lo que años después unos defen­
derían
y otros atacarían en la expresi6n libertad de pensamiento.
También en esta
lfnea se encuentra Francisco Javier Dore a
(1467), autor de Verdadera idea de la sociedad civil, gobierno y
soberan!a temporal (1803), Manual de reflexiones sobre la ver­
dadera religi6n cat6lica, o motivos de credibilidad (1804 ),' Discur­
so en que se manifiesta que la potestad soberana la reciben los
prlncipes inmediatamente de Dios y no del pueblo (1806), Dis­
curso sobre el primado del
Papa (1802), y Discurso sobre la po­
testad del obispo (1803). Y Benito Mox6 y de Francolf (1468),
que
public6 De pbilosophia cum ,eligione adversus sophistas
atheos foederata
(1802) y De vetustissimis philosophis ah atheis­
mi crimine vindicandis (1789).
El can6nigo
de San Isidro, Baltasar Calvo, era prácticamente
(1463) FERNÁNDEZ VALC,'.RCE: Op. cit., IV, págs, 285, 340, 411, 462,
463, etc.
(1464) MBNÉNDBZ Pl!LAYO: Heterodoxos ... , II, pág. 704; HERRERO:
Op. cit., págs. 128-131; SÁNCHEZ AGESTA: Op. cit., págs. 24, 253, 273.
(1465)
Madrid, 1793.
(1466)
Madrid, 1795.
(1467)
MBNÉNDEZ Pl!LAYO: Heterodoxos ... , II, pá7. 704.
(1468)
MENÉNDEZ PELAYO: Heterodoxos ... , II, pá7. 704.
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VI. DRAMATIS PERSONAE (II)
el único qué no compartía las ideas jansenísticas de aquel cabil­
do. Y no s6lo no las compartía sino que era abierto adversario
de ellas, tachando de jansenistas a los miembros del sal6n
de la
condesa de Montijo (1469), a Tavira (1470) y siendo felicitado
por Roma (1471). De su trágico final en Valencia tal
ve,, hable­
mos en otra ocasión.
Citemos, por último, entre los ortodoxos, al canónigo lectora!
de Salamanca y profesor en su Universidad,
Custodio Ramos
Gonzólez, censor de las obras de Tamburini (1472) y contrario
a
las tesis episcopalistas que exponía un fraile agustino (1473 ).
Y a en un terreno más pintoresco se sit4a «un sochantre bu­
llicioso de la catedral de S-a!amanca» (1474) que escribi6, o di­
jeron que había escrito,
La verdad desnuda al rey nuestro se­
ñor, impresa clandestinamente y sumamente antirregalista. El clé­
rigo se llamaba Francisco Alba y posiblemente sólo fue un testa­
ferro ( 1475).
En el otro campo hay figuras paradigmáticas de las que ya
hemos hablado mucho· y que volverán a salir en esta historia.
Aquí
n?" limitaremos a citarlas. Son Uor~nte y Vitlanueva.
También han aparecido en estas páginas José Yeregui, janse­
nista como
Espiga, inspirador este último del decreto de Urquijo
y liberal notorio en las Cortes de Cádiz. Eran, asimismo, jansenis­
tas, o, al menos, pasaban por tales, la
mayoría de los can6nigos
de San Isidro:
Juan Antonio Rodrigólvez, Joaquln ]barra, An­
tonio
Posada, L6pez Castrillo ... Y los también can6nigos, de
Avila, y hermanos,
Antonio y Jer6nimo de la Cuesta. En el mis­
mo bando estaba el clérigo canario, hermano del segundo marido
de
la condesa de Montijo, Antonio Maria de Lugo y Molína, pro-
(1469) MEsTRE: Religi6n ... , pág. 740; DEMERSON: Op. cit., pág. 299;
FuENTE: Historia de las sociedades ... , 1, págs. 105 y 106.
(1470) MURIEL: Op. cit., II, pág. 63.
(1471)
MEsTRE: Religión ... , pág. 740.
(1472)
BARCALA: Op. cit., págs. 45, 53-54, 588 78, 159-176.
(1473)
ÜLAECHEA: El cardenal ... , págs. 231-233.
(1474) EGIDO: Regalismo ... , pág. 243.
(1475)
EGmo: Regalismo ... , pág. 244.
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FRANCISCO JOSE FERNANDEZ DE LA CIGOlM
tegiclo de Tavira cuando estuvo en Canarias. Le hizo rector del
seminario (1476).
Eran también del grupo
L6pez de Ayala y Bias Aguiriano.
Citemos, por último, a José Marchena Ruiz de Cueto ( 1768-
1821), el famoso abate Marchena (1477) que solamente había
recibido
las órdenes menores. Emigrado a Francia fue un verda­
dero revolucionario que estuvo a punto de perder
la vida en el
Terror.
VI. Los EXTRANJEROS
Ambos bandos utilizaron abundantemente literatura exttan­
jera para imponer sus ideas; Y, ciertamente, mucho
más el he­
terodoxo. En primer lugar, hay que hacer mención de los fi/6-
sofos. Su penetración fue escasa. Y era natural. Salvo a escasos
descreídos, sus ideas chocaban y eran rechazadas por los espíri­
tus religiosos aunque fueran jansenistas. Es raro encontrar en los
catálogos de libros de lance obras de este
tipo.
Es, en cambio; abundantfsima la penetración jansenista y anti­
curial. Van Espen, ran recomendado por Mayans,
es una auto­
ridad indiscutida para todos los adversarios de Roma. Tanto en
su texto como en adaptaciones
y comentarios, que se importa-
(1476) BARCALA: Op. cit., pág. 63.
(1477)
· MENÉNDEZ PBLAYO: Heterodoxos ... , II, págs. 727-759; Diccio­
nario ... , III, pág. 1.143; MURIBL: Op. cit., I, pág,. 195-198; Obras lite­
rarias de don José Marcbena. Recogidas de manuscritos y raros imptesos,
con
un estudio crítico-biográfico del doctor don Marcelino Menéndez y
Pelayo. Sevilla, dos volúmenes, Sevilla, 1892 y 1896; MnNÉNDEZ PnLAYo,
Marcelino: El abate Marcbena. Espasa-Calpe (Austral). Buenos Aires, 1946;
MoREL-FATIO, Alfred: «Don José Marchena et la propagande revolutionnai­
re en Espagne en 1792 et 1793», en Revue Historique, septiembre-octubre,
1890; DíAz PI.AJA, Fernando: El abate Marchena. Su vida, su tiempo, su
obra,
León, 1986; «Los afrancesados: Marchcna», en El Henares, 20 y
27-11-1910; FUEN'l;ES, Juan Francisco: Sí no hubiera esclavos no habria ti­
ranos. Madrid, 1988, págs. 1 y sig,.
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VI. DRAMATIS PERSONAE (II)
han o se editaban en Madrid (1478). La otra gran autoridad fue
Perei.ra. Ya nos hemos referido a él. La penetración de Febronio
fue menor. Pero también real. El ejemplar que ha llegado a mi
poder es la tercera edición. Como la primera lleva romo pie de
imprenta Bullioni
y está fechada seis años después ( 1479). Ig­
noro
si se imprimió también en Frankfurt ( 1480). Ello da idea
de
la gran difusión de esta obra, capital en el pensamiento anti­
pontificio. Satélites menores como Juenin (1481), Opstraet (1482), Fleu­
ry (1483), Chardon (1484), Neercassel (1485) o el Lugdunense
( 1486) se difundieron incluso como textos obligados de estudio.
(1478) Poseo, por ejemplo, D. Zegeri Bernardi Van Espen, celeberrimi
jurisconsulti lovaniensis. Jus Ecclesiasticum in eptitomen redactum ~-D.
P. Benedicto Oberhauser. J. U. D. Reverendissimi' ac celsissimi S. R. l.
Principis ac Archiepiscopi Salisburgensis consiliario ecclesiastico. Additis
Brevibus
SS. Patrum sententiis. Matriti. Ex typographia Emmanuelis Gon­
zalez, anno MDCCXCII.
(1479)
FEBRONII, Justini: De statu Ecclesiae et legitima potestate Ro­
mani
Pontificis. Liber singularis. Ad reuniendos dissidentes in religione
christianos compositus. Edit1o tertia. Priore emendatior et multo auctor.
Bullioni, apnd Guillelmum Evrardi. MDCCLXV1II.
(1480)
LLoRcA ... : Op. cit., IV, pág. 102.
(1481)
De locis theologicis. Valencia, 1790.
(1482)
De locis theologicis. Venecia, 1785.
(1483)
MESTRE: Religi6n, págs. 648-649; CuMBNT, Joseph: Carta del
Ilmo.
y Rmo. Señor don Joseph Climent, obispo de la Santa Iglesia de Bar­
celona, etc., a los president~s y estudiantes de las Conferencias, o Acade­
mias de Theología Mora/, de esta ciudad. Madrid, Oficina de Miguel Es­
cribano, s. a. (1768); SAUGNIEUX: Le ;ansénisme ... , págs. 240-241. Sus Ins­
tituciones can6nicas, la Historia eclesiástica, el Catecismo histórico, las
Cdstumbres de los israelitas y las Costumbres de los cristianos fueron· muy
conocidas, con traducciones en castellano.
(1484) Histoire des sacraments ou de la maniere dont ils etaient célé­
brés et administrés dans ziEglise et de l'"uSage qu'on· en a fait depuís les
Apótres ;usqu'ñ present. París, 6 volúmenes, 1745. Es de los autores, ·a1
igual que el anterior, Fleury, recomendado por Jov~LLANOS: Obras, BAE,
XLVI, 206 y
259 y LXXXVII, pág. 315.
(1485)
Amor poenitens. Venecia, 1785.
(1486) Institutiones theo[ogicae,. auctoritati D. D. Archiepiscopi Lugd­
unen_sis, ad usum scholarum Suae Dioecesis edit~. Lugduni. Ex Typis Fra·
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FRANCISCO ]OSE FERNANDEZ DE LA CIGOf:/A
Si en esos libros el jansenismo estaba más o menos disimu­
lado,
se divulgaron en nuestra patria Otros que lo sostienen abier­
tamente. Así, tengo en
mi poder la obra en dos tomos, de autor
anónimo, Dissertation sur les Bulles contra Baius ou l'on mon­
tre qu'elles ne sont pas rerues par l'Eglise (1487). El título lo
dice todo. Suponemos que la difusión se haría a espaldas de la
Inquisición.
También corrieron
por nuestra patria obras más o menos
galicanas, aunque algunas fueran también antijansenistas. Son
habituales en nuestras librerías de viejo
Du Hamel (1488), Tour­
nely (1489), Natal Alejandro (1490) y,
cómo no, el admiradísimo
obispo de Meaux, J acobo Benigno Bossuet ( 1491).
El tardío jansenismo italiano también llegó a
Espa!ía. Hemos
dicho que nos
parecía exagerada la afirmación de Jovellanos res-
trum Perisse, Collegionun Lugdunensium Bibliopolarum, in vico majoñ
Mercatorio, 1794. Existen varias ediciones, todas ellas difundidas en Es­
pañ•. También fue recomendado por J OVBLLANOs: Obras, BAE, XL VI,
págs. 204-205.
(1487) Utrecht, 1737.
(1488) Juan Bautista Du Hamel fue una notable figura eclesiísti<:a que
nos ha dejado importantes obras: entre ellas podemos señalar su edición de
la Biblia, con pie de imprenta ma'drileño al menos en dos ocasiones, la Tbeo,:.
logia speculatrix et practica, las Institutiones biblicae, en las que algunas
veces aparece el galicanismo. Jovellanos recomienda la «Biblia»: Obras,
BAE, XL VI, pág. 200.
(1489) Praelectiotles theologjcae: De Ecclesiae Christi. París, 1765, De
Universe theo"logia morali. Venecia, 1755.
(1490) Dissertationum ecclesiasticarum trias. París, 1678; Theologia
dogmatica et moralis, en diez volúmenes, París, 1694, etc.
(1491) Las ediciones que utiliw son: BOSSUET, Jacobo Benigno: De­
fensa de la 'Declaración de la Asamblea del clero de Francia de 1682. A
cerca de la potestad eclesiástica, por el Illmo. Señor Jacobo Benigno Bos­
suet, obispo de Meaux. Traducida. a.l español por el doctor don Francisoo
Mitrtfu.ez Molés. Seis volúmenes. Madrid, en la Oficina. de Pedro Ma.rín,
1771. C.On una. rimbombante dedicatoria. al conde de Ara.oda., 1, s. p.; Idem.:
Defensio d,eclarationis conventus cleri gallicani An. 1682. De Ecclesiastica
potestate. Auctore Illustriss. ac Reverendiss. D. ]acabo-Benigno Bossuet,
Episcopo Meldensi, cum nonnullis Notis. Dos volúmenes. Neapoli, 1770.
El prólogo de la primer• y el praefatio de la segunda son idénticos.
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VI. DRAMATIS PERSONAE (II)
pecto a la influencia de T amburini y Pistoya en Salamanca, si
bien la denuncia de Arias T eixeiro y las consultas de
Ramos. nos
confirman que,
si no con la extensión que pretendía Jovellanos,
comenzaba a divulgarse el pensamiento
dd profesor de Pavía y
dd obispo de Pistoya y Prato.
En mi peregrinar por librerías antiguas y leyendo sus catá­
logos, aún no he dado con las obras de Tamburini. Ricci, en
cambio, sí puede juzgarse por mis pesquisas,
se difundió más.
A
mi poder han llegado dos pastorales del obispo, de 5 de octubre
de 1787 y de 8 de mayo de 1788, editadas en
Milán en este úl­
timo año (1492). La segunda de ellas es una irritada contestación
del obispo a las Annotazioni pacifiche di un
Parroco cattolico a
Monsig. Vescovo di Pistoja
e Prato sopra la sua Lettera Pasto­
ra/e de J ottobro al clero e popo/o della Citta e Diocesi di Pra­
to (1493) que había escrito Juan Marqueti (1494).
En la misma línea antipistoyana nos encontramps con una
nueva carta ~ Ricci: Carta de un párroco de aldea a su obispo
sobre
varios casos de condenci,:¡, de la que hay traducción espa­
ñola (1495) y
d citado Diccionario ricciano y antiricciano. Son
(1492) R1ccr, Scipione: Lettera Pastorale di monsignor vescovo di Pis­
toja e Prato
al clero e popolo della citta e diocesi di Prato. Edizione se­
conda. Milano, 1788. Apres&a Giuseppe Galeazzi, Regio stampatore; ldem:
Lettera Pastora/e di monsignor vescovo di Pistoja e Prato in occasione. di
un libeUo intitolato Annotazio~e pacifiche,-. etc. In Italia, 1788.
(1493) Rrccr; Lettera ... in occasid#e, pág. 7.
(1494) DEssERTI, Severino: Diccionario ricciano y antiricciano .publica-,
do por Severino Desserti, impreso en italiano en Sora, año de 1793, :v
tt'aducido al español por el marqués de Méritos, ya difunto~ dalo a luz el
autor de La verdadera filosofía del alma. Dos tomos. Con las licencias ne­
cesarias por don Francisco Martínez Dávila, Impresor de Cámara de S. M.,
s./a. (aunque la censura está fechada el 8 de julio de 1796, I, pág. VI), I,
pág. 72.
(1495) Impresa en lengua italiana el año de 1788. Traducida por Euge­
nio Sarmiento. ~d, en la Imprenta de la administraci6n de la Rifa del
Real Estudio de Medicina
práctica, 1798. En la advertencia, parece decir­
nos el traductor que es el mismo que tradujo el Diccionario ricciano ·y que
este. es obra del marqués Francisco _ Eugenio Guaseo, «Patricio Alexandrino
y canónigo de la Basílica Liberiana», pág. 3; y que entre 1793 y 179.6 co­
noció ya tres ediciones en Sora, Vercelli y Asís, pág. 4.
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FRANCISCO ]OSE FERNANDEZ DE LA CIGOlvA
de la misma tendencia otras dos obras que han llegado a mi poder
lo que demuestra que circularon en España ( 1496
). Se trata del
Diritto libero della Cbiesa di acquistare e di possedere beni tem­
porali
si mobili, cbe stabili (1497) y de Causa dei vescovi costi­
tuzionali della
Francia in risposta al loro libro intitolato Accordo
dei veri principi della Chiesa, della mora/e e della ragione
sopra
la costituzione civile del clero di Francia (1498).
También de estos años,
y procedente asimismo de Italia, me­
rece señalatse la excelente historia del jansenismo del obispo de
Sisteron, Lafiteau (1499): Istoria della costituzione Unigenitus
Dei Filius ( 1500)
y la Lettera encíclica de( Sommo Pontefice Be­
nedetto XIV diretta all'Assemblea Genera/e del Clero Gallicano,
illustrata, e difesa contro
l' autore de dubbi, o quesiti proposti ai
cardenali, e teologi della Sacra Congregazione di Propaganda da
Eusebio Eraniste (1501).
Ya hemos mencionado
cómo el libro de Spedalieri, Dei díritti
dell'uomo, de 1791, no llegó a España en
versí6n castellana hasta
mucho
más tarde (1502). El original italiano no lo he encontrado
hasta el momento
y, por el testimonio aducido de Inguanzo, de­
bía
ser prácticamente desconocido. Sí, en cambio, se divulg6 la
(1496) Ambas proceden de la misma biblioteca, pues llevan un sello
que dice:
Bibliath. Reg. Canv. SS. XLMM. Del mismo lugar procede el ya
citado libro jansenista Dissertation sur les Bulles ...
(1497) Libri III. Contro gl'impugnatori dello stesso diritto, e speciaZ.
mente control'autore del Ragionamento in torno ai beni temporali possedu~
ti dalle chiese, etc. stampato in Venezia l'anno 1766. S./1., 1769.
(1498) S./1., 1795.
(1499)
Cito por la traducción italiana que·es la que poseo. Desconozco
el original francés.
(1500) Di Píetro Fra.ncesco Lafiteau, vescovo de Sisteron. Trad~one
dal francese d'Innocenzo Nuzzi, Patrizio romano e camariere d'onore del
S. Pontefice Benedetto XIV. Edizione novissima corredata di annotazioni,
appendice storica e documenti. In Roma, 1794. La dedicatoria a Pío VI del
nieto del traductor, Angelo Nuzzi, págs. m-xm, demuestra que el senti­
miento aD.tijansenista se transmit(a en la familia.
(1501) Terza edizione. Accresciuta di Lettera, ecf. aggiu:nta Apologetica
e di vari documenti. In Venezia, MDCCLXI. Eraniste era el dominico
Patuzzi.
(1502) 1842.
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VI. DRAMATIS PERSONAE (II)
obra de Valsecchi, De los fundamentos de la religión y de las
fuentes de la impiedad ( 1503) y la de Bolgeni, aunque sin citar
nombre de autor.
El jesuita era demasiado odiado como para an­
darse con bromas con sus libros. Pero
lo cierto es que en 1792
se publica
en Madrid El Obispado. Disertación de la potestad de
gobernar la Iglesia ( 1504 ), verdadera y demoledora andanada con­
tra el libro de Tamburini, Vera idea della Santa Sede. El primado
pontificio era reafirmado con notable erudición
y energía frente
a jansenistas, regalistas y galicanos.
Libro muy importante en la campaña antipistoyana fue el de
Rocco Bonola,
La liga de la teología moderna con la filosofía en
daño de la Iglesia de Jesucristo (1505), cuyo solo título es ya una
declaración de hostilidades. La traducción española fue causa de
la citada polémica con
el agustino Fernández de Rojas ( 1506).
Son abundantísimos los libros extranjeros
de teología dogmá­
tica y moral. Las librerías antiguas están llenas de obras
de Berti
( es particularmente interesante su exculpación de las acusaciones
de hayanismo y jansenismo) (1507), de los moralistas rigoristas
como Concina (1508) y Cunigliati (1509), este último recomen-
(1503) Valladolid, 1777.
( 1504)
En que se demuestra la divina institución de su Gerarquia.
Traducida
del italiano al español por D. F. O. P./Madrid, 1792, por don
Josef de Urrutia, calle de Embaxadores.
(1505) Descubierta en la carta de un párroco de ciudad a un párroco
de aldea, Madsid, 1798.
(1506)
MENÉNI>EZ Pin.AYO: Heterodoxos ... , II, págs. 546-547; HEruu,c
RO: Op. cit., págs. 85-89; Ml!snm: Religión ... , págs. 642, 737-738; MaRTí:
La iglesia ... , págs. 73-75.
(1507)
Cfr., también de BERTI: Ecclesiasticae Historiae Breviarium,
Nápoles, 1766.
(1508)
Concina, DANIEL, O. P.: Tbeologia Christiana dogm6tico-mD"
ral, compendiada en dos tomos: su autor el M. R. P. Fr. Daniel Concina,
de el orden, de predicadores: traducida al idioma castellano, y añadida en
mucblls, partes de las obras del mismo autor, por el P. D. Joseph Sanchez
de la Parra, Prep6sito de la Congregaci6n de Preshyteros seculares de San
Phelipe Neri de Murcia, y Examinador Synodal del obispado de Cartagena.
P6nese al principio una colecci6n de bulas, y decretos pontificios en com~
pendio,· y al /in un tratado de la bula Je la Santa Cruzada, para el uso
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FRANCISCO ]OSE FERNANDEZ DE LA CIGORA
dado por Jovellaoos, al igual que Berti (1510) o de los probabi­
listas como Busembaum (1511) o Lacroix (1512).
La literatura apologética fraocesa tiene también amplia
difu­
sión y en ella la figura destacadísima no es Nonnotte, como pre­
tende Herrero (1513), sino Bergier. Las obras
de este último, en
su idioma o traducidas, conocieron un éxito extraordinario. Cita­
remos entre otras
el Diccionario de Teologia (1514), el Tratado
histórico
y dogmático de la verdad,era religión (1515), aconsejadQ
por J ovellaoos ( 1516) y el famosísimo Le Déisme réfuté par lui­
meme ou Examen, en forme de Lettres, des príncipes d'incrédu­
lité répandus dans les divers ouvrages de
M. Rousseau (1517).
La influencia de Nonnotte
en el pensamiento tradicional es-
de más acomodado en estos Reynos. Dos tomos. Quinta: edición. _Madrid,_
oficina dé Antonio Fernández, 1780. Se encuentra también muy abundante
el original del que esta obra es cómpendio.
(1509) Cunigliati, Pm.GENCIO, O. P.: Universae theologiae moralis ac­
curllta complexio instituendis candidatis accomodata. Con numerísimas edi~
clones, dos madrileñas, de 1768 y 1773, aunque hubo más.
(1510) JovBLLANOS: Obras, BAE, LXVI, pág. 206.
(1511) BuSEMBAUM, Hermann, S. J.: Medulla theologiae inoralis. Con
numerosísimas ediciones.
(1512) PiREz PICÓN, Conrado: Op. cit., pág. 163.
(1513) HBRRBRO: Op. cit., pág. 35.
(1514) La edición que utilizo es la que tradujo, en los últimos afios
de Fernahdo VII, Ram6n Garda Cónsul, editada en Madrid en la imprenta
de Tomás Jordán. Consta de once tomos que comienzan a publicarse a
partir de 1831. Monescillo hará posteriormente una nueva ttaducción, cfr.
SANZ DE DIEGO, Rafael M.ª: Medio siglo de relaciones Iglesia-Estado. El
cardienal AntoUn Monescillo y Viso (1811-1897). Universidad Pontificia-de
Comillas, Madrid, 1979, pág. 13.
(1515) Con la refutaci6n de los errores con que. ha sido impugnada en
los diferentes siglos, por el abate Bergier, doctor en Teología, can6nigo de
Paris, de la Academia de las Ciencias, Bellas Letras y Artes de Besam;on,
de la Real Sociedad de Nancy, y confesor de la Real Famüia de Luis XV.
Madrid, 1847.
(1516)
JovELLANOS: Obras, BAE, XLVI, pág. 205.
(1517) Utilizo la quinta edición francesa, revisada y corregida., París,
F(umblot, 1771 y la traducción al castellano que el hizo el mlnimo Ni­
colás de Aquino en 1777. Madrid, en la Imprenta de Blas Román, pla­
zuela de Santa Catalina de los Donados.
876
Fundaci\363n Speiro

VI. DRAMATIS PERSONAE (II)
pañol, que para Javier Herrero es fundamental y decisiva, la basa
este parcialísimo autor sobre todo en
El oráculo de los nuevos fi­
l6sofos (1518), pero, curiosamente, dicho libro, tanto según las
Memorias para servir a la historia eclesiástica durante el si­
glo XVIII (1519) como según Defourneaux (1520) o el contem­
poráneo Francisco María
de Silva ( 1521 ), es del abbé Guyon,
y no de Nonnotte. Con lo que, si no cae la base de su argumen­
tación, porque Guyon
es tan extranjero como Nonnotte, su pre­
misa es fruto de
la ignorancia. Como lo es también su conclusión.
Porque, cuando se hace referencia al pensamiento tradicional
español, se pueden decir dos cosas distintas, aun cuando en
el
caso de España da la casualidad de que son coincidentes. Existe
un pensamiento que
se ha llamado tradicional y de otras muchas
maneras: contrarrevolucionario, reaccionario, ultramontano ... Y
todo el mundo entiende lo que con ello se quiere decir. A nadie
se le ocurre adscribir a esa ideología a Rohespierre, a Marx o a
la
Commune; mientras que es lugar propio de De Maistre, el car­
lismo o Pío IX, aun cuando haya diferencias entre ellos. En este
sentido será pensamiento tradicional español
el de ese tipo · que
se haya dado en España.
Por otra parte, está lo que es tradicional en un determinado
lugar. El sistema de gobierno tradicional de los Estados
Utúdos
es la república. Lo tradicional en Irlanda es odiar a Inglaterra y
vivir oprimido por ella, y eso ha conformado el modo de ser na-
(1518) El oráculo de los nuevos phit6sophos, V. Voltayre, impugnado,
y
descubierto en sus errores por sus mesmas obras. En dos tomos. Escritos
en francés por un anónymo. Y traducidos al español por el R. P. Mro. Fr.
Pedro·Rodríguez Mor.to, comendador que ha. sido en los conventos de To­
ledo, y Madrid, del Real Orden de la Merced calzada, predicador del Rey
nuestro Señor,
y su censor de libros, etc. En Madrid, en la· Imprenta de
Don Gabriel fuun!rez, calle de Barrio-Núevo, 1769 y 1770.
(1519)
Memorias ... , III, pág. 169.
(1520) DBFOURNEAUX: Op. cit., pág. 204.
(1521) SILVA, Francisco María de: Década epistolar sobre el estado de
las letras en Ff'ancia. Su fecha en Paris, año de 1780. En Madrid, por
D. Antonio de Sancha, afio de 1781. A beneficio de la Real Sociedad Eco·
n6mica de Madrid, pág. 75.
877
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO ]OSE FERNANDEZ DE LA CIGORA
cional. Pues el pensamiento tradicional español, desde hace mil
cuatrocientos años, fue
la adhesión al catolicismo y a una monar­
quía católica. Con momentos de exaltación y con momentos de
somnolencia. Y, ciertamente, con personas insolidarias con ese
sentimiento. Y, en ocasiones, militante.mente insolidarias.
Como decía, en el caso de España ambas tradiciones son coin­
cidentes. Y, por ello, en un momento dado se puede coincidir
perfectamente con un extranjero, llámese Nonnotte, Guyon o
como
se llame, sin que ello vaya en menoscabo ni de la españo­
lidad ni del tradicionalismo.
Esto
es lo que Herrero no entiende y lo que invalida sustan­
cialmente la tesis de su libro. El simplismo de su argumentación
realmente sorprende, no se sabe si por lo ingenuo o por lo falso.
Hay un pensamiento que se dice tradicional español, demostré­
mosle que coincide con
un francés y lo hundiremos. Pues ya han
pasado muchos años desde
la primera edición del libro y, como
era natural, no ha ocurrido absolutamente nada. Y
pese a una
segunda edición reciente, no pasará de
la categoría de un libelo
oportunista en
la línea del peor sectarismo anticatólico.
Nos hemos referido en un capítulo anterior
al libro de Jamin
( 1522), que parece imposible que las autoridades regalistas
per­
mitieran su publicación en 1778. El sacerdote palentino Jacinto
de
la Barrera, su traductor, merece ciertamente una mención des­
tacada en esta historia. El traductor de Bolgeni no se atrevió · a
poner
más que sus iniciales. Por si acaso.
De 1794, y con origen también francés (1523
), es la Diserta­
ción
apologética del estado religioso ( 1524 ). La obra había apa­
recido en el país vecino diez años antes ( 1525). Dábanse ya cuen­
ta algunos de que la ofensiva contra los jesuitas no paraba en
(1522) Antldata ...
( 1523) Continúo hablando de
obras que han llegado a mi poder tras
no pocas visitas a librerías de lance que demuestrsn que la asombrosa lista
de Menéndez· Pelayo es
aun muy ampliable.
(1524)
Compuesta en francés por dos iurisconsultos del Parlamento
de Paris, traducida a/. castellano por D. Arias Gonzalo de Mendoza. En Ma~
drid, por Fennln Thadeo Villalpando, 1794.
(1525) Introducción del traductor, s./p.
878
Fundaci\363n Speiro

VI. DRAMATIS PERSONAE (II)
ellos, sino que iba contra todos los religiosos y comenzaban a
salir libros en su defensa. Lástima que no hubieran aparecido
veinte años antes.
Fue popularísimo
en España, "Con numerosísim.as ediciones,
otro jesuita, Agustín Barruel, que publicó dos obras clásicas del
pensamiento contrarrevolucionario.
Las ediciones españolas que
manejo son de 1812
y 1814, pero mucho antes comenz6 a influir
en nuestra patria. Jovellanos, en sus
Diarios (1526), nos deja
constancia
ya en 1795 que había leído la Historia de la persecu­
ción del clero de Francia (1527). Todavía más fama alcanzaron
las
Mémoires pour servir a l'histoire du ]acabinisme ( 1528). Si
de la Historia se hicieron varias ediciones, Herrero nos habla de
cuatro en Londres, una en Bruselas, dos en París, tres en
Ale­
mania ... (1529), las de las Memorias son incontables. A partir
de la primera
de 1798-1799, Herrero nos cita más de veinte edi­
ciones (1530) en francés, inglés, alemán, italiano, portugués,
ruso
... Además, hubo cinco ediciones españolas (1531) (1532).
(1526) JovBLLANOS: Obras, BAE, LXXXV, págs. 340 y 348.
(1527) BARRUEL, Agustín: Historia: de la persecución del clero de
Francia en tiempo de la Revolución, escrita 'en francés por el señor abate
Barruel y traducida al castellano. Este tomo podrá servir de co,ntinuación
a los quatro de las Memorias para la historia del Jacobismo que se acaban
de publicar en español. Madrid, Imprenta de Collado, 1814.
(1528) BARRUEL, Agustín,: Memoires pour servir a l'histoire Ju Jaco­
binísme, pour M. l'abbé Barruel. Cinto tomos. Hambourg, chez P. Fauche,
Libraire, 1803.
(1529)
HERRERO: Ou. cit., pág. 186.
(1530)
HBRBBRO: Op. cit., págs. 194-195.
(1531)
liBRBBRO: Op. cit., pág. 197.
(1532) Dos clérigos que llegarían más tarde a obispos: Sttauch y Ren­
tería y Reyes, traducen la obra de Barruel al castellano. El primero en su
versión íntegra y_ el segundo en una abreviada. Cfr., BARRUEL, abad: Com­
pendio de las Memorias para servir a la historia del Jacobinismo, por Mr. el
abad Barruel, trmlucido del francés al castellano, para dar a conocer a la
naci6n española la conspiraci6n de los filósofos, franc-masones, e ilumina­
dos contra
la religi6n, el trono y la sociedad. Por ,el M. I. señor don Si­
m6n de Rentérla y Reyes, abad de la insigne Iglesia colegial de Villafran­
ca del Bierzo, y de su te"itorio abacial. Dos tomos, Villafran.ca del Bier~
20. Por Pablo León, Impresor de la .provic;ia de León, y del 6° Exército,
879
Fundaci\363n Speiro

FRANCISCO ]OSE FERNANDEZ DE LA CIGOl'IA
De este epígrafe, que no pretende ser exhaustivo, sino que
sólo ha querido dejar constancia de autores extranjeros que
circu­
laron efectivamente en nuestro país, bien en versión original o
traducidos,
se deduce una primera conclusión. En España se es­
taba bastante al tanto del pensamiento europeo. Bien por el cono­
cimiento directo de muchos autores: Febronio, Pereira, Van Es­
pen ... , bien por uno indirecto como lo era a través de refutaciones
doctrinales. Existían, pues, preocupaciones intelectuales y un
mo­
vimiento notable, editorial y de librería, que no permite hablar
de un páramo del pensamiento. La sociedad española no estaba
tan muerta como se pensaba y numerosas personas, hay que su­
poner que en su mayoría clérigos, intentaban pertrecharse inte­
lectualmente para combatir al jansenismo y a la Revolución. En
estas obras falta, al final, la lista de suscriptores, por lo que no
podemos hacer un estudio de sus destinatarios. Que, por otra
parte, en las traducidas,
de nada nos serviría, pues serían lec­
tores de sus respectivos países.
VI. Los· LAICOS
Concluiremos brevemente con una mención a algunos que, no
siendo clérigos, jugaron un papel destacado en estas polénúcas
eclesiales. Prescindiremos de protagonismos políticos que hemos
analizado en otro lugar.
Una brevísima mención a Olavide, del que
ya hemos dicho
bastante. Quede, pues, constancia de su conversión, que todo
hace suponer fue sincera, y tras la que quiso hacer borrar su
imagen herterodoxa con
El Evangelio en triunfo y los Poemas
christianos .
. Gas par Melchor de J ovellanos se mostró a lo largo de su vida
no sólo preocupado por cuestiones religiosas sino profundamen­
te religioso. Al
análisis de ello dediqué un capítulo de nú libro
1812. El Discurso preliminar del · traductor muestra bien a las darás cuál
era la ideología del futuro obispo Renteria al postular la conservación del
Tribunal de la Inquisición: I, págs. IV y v.
880
Fundaci\363n Speiro

VI. DRAMATIS PERSONAR (II)
sobre el asturiano (1533 ). Y, sustancialmente, mantengo mis te­
sis de entonces: «¿Fue Jovellanos católico? Sincero, sin duda
alguna, como esperamos demostrar.
¿Y jansenista? También, al
menos de algón modo» ( 1534}. Evidentemente no tiene el más
mínimo contacto con sus contemporáneos los filósofos. No es un
idealista y mucho menos un ateo. Sino un católico convencido y
confesado.
¿ Y su jansenismo? Al respecto he de modificar algo opiniones
anteriormente sostenidas (1535). «De ese otro modo,
'no del
todo inexacta' en expresión
de Menéndez Pelayo, lo fue como
tantos otros eran regalistas en España, comenzando por Su
Ca­
,tólica Majestad. Pero lo fue muy moderadamente y a abismal dis­
tancia de muchos
de sus compatriotas» (1536). Manteniendo. ín­
tegramente mis conclusiones sobre
el catolicismo. del último Jo­
vellanos, creemos hoy que el
¡ansenismo del que hizo gala hasta
su
encarcelamiento no era más que una leve pinceleda natural en
el regalismo al uso. Las cuatro famosas citas de sus Diarios ( 153 7)
y los autores recomendados en el Reglamento para el Colegio de
Calatrava
(1538) así como sus amistados: Tavira, la condesa de
Montijo, Campomanes, Meléndez
... , hacen que tacharle de ian­
senista en el sentido en que venimos haciéndolo sea absolutamen­
te comprensible.
·
Si por la fecha de su muerte debiera haber figurado en estas
páginas Gregorio Mayans y Sisear (1699-1781), el culto valencia­
no que, pese a haberse ordenado de menores no llegó a sacerdote,
sin embargo, prácticamente, toda su actividad fue anterior a nues­
tra época. Pese a ello, por su influencia en no pocos personajes
que han aparecido en esta historia: Climent, Bertrán, Tormo, La-
(1533) FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA: ]ovellanos ... , págs. 65-76.
(1534) FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA: Jovellanos ... , pág. 65.
(1535) ·FERNÁNDEZ DE LA C,GoÑA: Jovellanos ... , págs. 77-99.
(1536) FERNÁNDEZ DE tA CIGOÑA: Jovellanos ... , pág. 79.
(1537)
JoVELLANOS: Obras, BAE, LXXXV, págs. 240-241 y 250 y
págs. 36 y 137.
(1538) A los ya señalados hay que añadir, porque es de los más com­
prometedores, a Van Espen. JOVELLANOS: Obras, BAE, XLVI, págs. 215
y 216.
881
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FRANCISCO ]OSE FERNANDEZ DE LA CIGOz sala ... , por su espíritu antirromano, su admiración por Van Es­
pen y Pereira, su poca simpatía por los religiosos, etc., debe, al
menos, ser citado ( 1539
).
También Francisco María de Silva y su Década epistolar que
constituye
un asombroso ejercicio de imparcialidad en una época
apasionada. Alejadísimo de todo
espíritu maniqueo, no duda en
reconocer las cualidades positivas que brillan en personajes que,
por otra parte, son objeto de severas críticas. Véase, por ejemplo,
esta semblanza
de Voltaire: «Grandes talentos, y abuso de ellos
hasta los últimos excesos; rasgos dignos
de admiración, y una
monstruosa libertad; luces capaces de honrar su siglo, y errores
que son la vergüenza de
él; sentimientos que ennoblecen la hu­
manidad, y flaquezas que la degradan; la más brillante imagina­
ción,
el lenguaje más cínico y repugnante; la Filosofía y el ab­
surdo ... » ( 1540 ). Para lo que entonces se llevaba es de lo más
ecuánime. No cree, como muchos de sus contemporáneos, que
Voltaire fuera la cumbre de las letras francesas. Jnzga muy
su­
periores a él a Corneille y a Racine ( 1541 ). Pero reconoce sus
méritos literarios. Aunque también sus carencias: «se cree filó­
sofo, quando no
es sino un impostor o malvado» ( 1542).
Análogas son sus opiniones sobre Rousseau, que «a pesar de
sus singularidades, sus paradoxas y
sus errores, no se le puede
disputar
la gloria de la doqüencia y del ingenio, ni la de ser el
escritor más entero, más profundo y más sublime de este si­
glo» ( 1543 ). Y una de cal y otra de arena son constantes en sus
juicios. Véase lo que dice de la más importante obra de Rous-
(1539) MEsTRE: Despotismo ... , passim; MEsTRE: Dícci.onario ... , 111,
págs. 1.451-1.452 (con amplia bibliografía mayansiana); MENÉNDEZ PELAYO:
Heterodoxos ... , 11,.págs. 424 y sigs. y 481; MAYANS, Gregorio: Obras com­
pletas, vols. I y 11. Ayuntamiento de Oliva y Diputación de Valencia,
1983 y 1984; Tomo: El regalismo ... , págs. 149-151; SAUGNIEUX: Le iansé-­
nisme ... , págs. 129, 138.139, 149, 216-217, 243-244; MARTl: La Iglesia ... ,
págs. 69, 71, 78, 82, llO, 196, 205, 292.
(1540)
SILVA: Op. cit., pág. 7.
(1541) SILVA: Op. cit., pág. 16.
(1542)
SILVA: Op. cit., pág. 26.
(1543) SILVA: Op. cit., pág. 51.
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VI. DRAMATIS PERSONAE (II)
seau: Aunque El contrato social está lleno de errores, y ofrece
una novela de política impracticable, el autor es siempre el
mis­
mo, esto es, original, profundo, luminoso, eloqüente; pero todo
sin fruto» (1544 ). Y el Emilio «lleva consigo la estampa de la
misma forma de carácter: esto es, las mismas paradoxas, los nrisM
mos errores, las mismas perfecciones. Este tratado de educación,
el más quimérico que ha podido componer ningún hombre,
es
una mezcla continuada de sublimes y de ridículas sutilezas, de
razón, y de extravagancias; de talento y de
puerilidades; de
Re­
ligión, y de impiedad; de philantropia, y de inhumanidad» ( 154 5).
Es obligado cerrar este capítulo con una mención
al salón de
la condesa de Montijo, foco del jansenismo
de la Corte y que yo
creo respondió mucho
más a la influencia de los amigos en 1a
condesa que a la de la condesa en los amigos. Lugo, que llegaría
a ocupar
el lecho conyugal, los cimónigos de San Isidro, Melén­
dez, Jovellanos
... , llegaron a hacerse con el espíritu de la con­
desa que
se hizo ;ansenista como se hubiera podido hacer cual­
quier otra cosa. A lo ya dicho nos remitimos.
VII. EPiLoco
Concluimos esta panorámica de la vida española en relación
con la Iglesia católica con la sensación de que el lector no pre­
cisa conclusiones. Pues los hechos son demasiado daros. En este
caldo de cultivo va a nacer enseguida, inmediatamente,
el pri­
mer liberalismo español. Los personajes, incluso, van a ser
los
mismos. Y el pueblo también. Y, curiosamente, los que estaban
contra Roma con el absolutismo serán los mismos que lo estarán
con el liberalismo. Han cambiado los amos pero no los perros.
Y como habían sido ellos
los que tales perros habían escogido,
cuidado y alimentado, más que de infidelidad en los perros, que
ciertamente la hubo, debe hablarse de
estupidez en los amos.
(1544) SILVA: Op. cit., pág. ;;9.
(1;;4;;¡
SILVA: Op. cit., pág. 60.
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FRANCISCO ]OSE FERNANDEZ DE LA CIGORA
Estaban sonando las últimas horas de la monarquía absoluta.
Y casi nadie, salvo
algún fraile que hemos mencionado, se daba
cuenta.
En cambio, muchos creían que la que agonizaba era la
Iglesia.
El espíritu del siglo, la ilustraci6n, iban a acabar con la
superstici6n que no pocos
identificaban con la Iglesia. Cuando
Pío VI está a punto de morir en su prisi6n francesa, hubo quien
crey6 que
ya no se eligiría otro pontífice. Pero las armas fran­
cesas sufrieron
un revés. Un breve revés que dur6 el tiempo ne­
cesario para que se celebrara tranquilamente el c6nclave. Lue­
go volvieron las dificultades e incluso la prisi6n del nuevo pon­
tífice. ¡Qué le importaba al corso la excomuni6n! ¡C6mo si ella
fuera a hacer caer las armas de las manos de sus soldados! Y las
armas cayeron. Así, literalmente. Y
cay6 el Imperio. Y la Restau­
raci6n. Y
la monarquía de julio. Y la segunda República. Y d
nuevo Imperio... Nada dura. Salvo la Iglesia.
En los momentos actuales, como en casi· todos los momentos
de la vida de
la Iglesia, alguien puede pensar que se está en la
más grave crisis de su historia. Con insurrecci6n de te6logos; con
inoperancia de obispos, con indiferencia de
fieles.... ¿C6mo se
estaba al abrirse
el siglo XIX? ¿Son peores los obispos de hoy
que Febronio o
Ricci? ¿O Küng que Tamburini o Pereira?
A
veces conviene mirar hacia atrás, aunque la finalidad de
estás páginas era más bien lo contrario. Mirar a lo que venía, al
liberalismo. Y saber a qué Iglesia llegaba. Así
se conocerá mejor
ese movimiento político que tanto tuvo que ver con la
vida de
la Iglesia.
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