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Número 313-314

Serie XXXII

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El conocimiento sensitivo interno según Victorino Rodríguez

EL CONOCIMIENTO SENSITIVO INTERNO SEGUN
VICTORINO RODRIGUEZ
POR
EUDALDO FORMENT
l. Los sentidos internos.
En 1967 muri6 el P. Santiago Ramírez, O. P., sin duda uno
de los grandes fil6sofos
y teólogos de este siglo. Además: .«En
el P. ·Ramfrez concurren una serie de elementos que hacen muy
atrayente su figura, su vida
y su obra. Estamos ante un eminente
predicador, fi!6sofo
y teólogo, que ejerció su ministerio con una
fidelidad
espiritual .e intelectual, al Magisterio de la Iglesia, difí­
cil de superar.
Lo que más atrae y seduce de ,;te dominico ·es su
celosa precisión conceptual, su
16gica rigurosa y su ho~adez inte-
lectual» (1).
. .
También se ha dicho, con idéntica veracidad y exactitud que:
«Ramírez destaca por la amplitud y profundldad de su pensa­
miento filosófico-teológico. Tenía gran inteligencia,
tan amplia
como profunda, vivaz y reflexiva,
cdn capacidad tanto de análisis
como de síntesis.
Su insaciable deseo de verdad, de toda verdad,
especialmente de la filosófica-teológica en
sus dlversas ramas y
funciones, sobre la base de su robusta fe
y de una total honradez
científica y profesional, le
Ilev6 al natural resultado: un gran maes­
tro de investigación, de cátedra y de pluma, uno de los teólogos
más completos de nuestro tiempo» (2).
(1) D. LoRENZ DAIBBR, O. P.; La evolución doctrinal del pensamiento
del P. Santiago Ramírez, O. P., respecto al problema de la analogía, Roma,
Pontificia Universita S. Tommaso, 1989, págs; 1-2.
(2) V. RonlÚGUEZ, Santiago Ramirez, Voo en GER, Madrid, Rialp,
1981, vol. 19, pág. 654.
Verbo, núm. 313-314 (1993), 387414 387
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EUDALDO FORMENT
Además de su magisterio en Salamanca, el Angelicum y en la
UnivetSidad de Friburgo, al morir dejó gran cantidad de artícu­
los, recensiones,
y veintitrés libros publicados, entre los que se
pueden destacar De hominis heatitudine, primer tratado de su
monumental Curso de moral filos6ficó-teol6gico (3 ), Doctrina po­
lltica de Santo Tomfls (4), El Derecho de Gentes (5), De ordine
placita quaedam
thomistica (6), y De auctoritate doctrinali S. Tho­
mae
Aquinatis (7). Sin embargo, sus escritos inéditos superan en
extensión a toda esta numerosa obra publicada.
En la actualidad están apareciendd los primeros tomos
de la
Opera Omnia. El P. Victorino Rodríguez, O. P., va preparando
la edición, que constará de unos cuarenta volúmenes. Hasta ahora
ha publicado:
De ipsa philosophia in universum ( dos volúmenes,
926 págs.),
De analogía (cuatro volúmenes, 2.000 págs.), De ho­
minis beatitudine
(cíncd volúmenes, 2.252 págs.), De actibus hu­
manis (volumen de 642 págs.), De possionibus animae (volumen
de
556 págs.), De habitibus in communi(dos volúmenes, 830 pá­
ginas), De donis Spiritus Sancti deque vita mystica (un volumen,
606 págs),
De vitiis et peccatis (dos volúmenes, 916 págs.), y De
grafía Dei (dos volúmenes, 1.100 págs) (8).
El Dr. Victorino Rodríguez,
Profesdr de Teología Moral (Ma­
drid), Miembro de la Pontificia Academia Teológica Romana y
Presidente de la S.I.T .A.E., uno
de los mejores discípulos del
(3) S. RAMÍREZ, De hominis beatitudine, 3 vols., Salamanca, San Este­
ban, 1942-1947.
(4) Ibíd., Doctrina Polltica de Santo Tomás, Madrid, Instituto León
XIII, 1951.
(5) Ibíd., El Derecho de Gentes. Examen crítico de la filosofía del De­
recho de Gentes desdé Arist6teles hasta Francisco S'Uárez., Madrid, Edit.
Studium, 1955.
(6) lbíd., De ordine placita quttedam thomistica, Salamanca, San Este-­
han, 1963.
{7). lbíd., De auctoritate doctrinali Sancti Thomae Aquinatis, Salamanca,
San Esteban, 1952.
(8) Se publican en: Madrid, Centro Superior de Investigaciones Cien­
tíficas, desde 1970.; y, también, en Salamanca, San Esteban, Biblioteca de
Te6logos Españoles.
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CONOCIMIENTO SENSITIVO INTERNO SEGUN VICTORINO RODRIGUEZ
P. Ramirez, ha continuado su labor docente e investigadora, tanto
en
la vertiente teológica como en la filosófica, con la misma fide­
lidad al pensamiento de Santo Tomás. En ambas ha publicado
muchos trabajos
dedicados a la persona humana, a todo lo rela­
cionado con ella, y en general a la temática antropológica (9), que
le han acreditado como una autoridad en humanismo cristiano (10).
No obstante,
se ha ocupado de todos los temas nucleares de la
teología y de la filosofía de Santo Tomás (11). Es innegable que
uno de ellos es
la metafísica dd conocimiento. Ultimamente ha
aparecido una investigación dedicada a esta doctrina tomista, que,
como
ha puesto de relieve Abelardo Lobato, O. P.: «descubre
aspectos que no habían sido puestos de relieve» ( 12),
y que debe
calificarse de excepcional:
Sobre la esencia del conocimiento, dd
eminente filósofo y teólogo Francisco Canal, Vida! ( 13 ). Sobre
esta obra, además
de varios artículos, se ha escrito otro impor­
tantísimo libro
Ser y conacer, dd Dr. Juan García dd Muro (14),
que reproduce
su tesis doctoral, Premio Extraordinario de la Fa­
cultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona, en 1992.
(9) Véase: V1CTORINO RODRÍGUEZ, Temas--clave de humanismo cristiano,
Madrid, Speiro, 1984; e lDEM, Estudios de antropologfa teol6gica, Madrid,
Speiro, 1991.
(10)
Cfr. E. FoRMENT, «Victorino Rodríguez: Estudios de antropología
teológica•,
en Esplritu (llarcelona), XLl/105 (1992), págs. 92-93.
(11) Uno de sus últimos trabajos está referido a la ética: Fundamen­
taci6n
teol6gica de la conciencia moral, en A. LOBATO (ed.), Etica e societli
cantemparanea. Atti del 111 Congresso Ioternazionale della S.I.T .A., Ciudad
del Vatticano, Pontificia
Accademia di S. Tommaso, 1992, vol. 1, págs. 103-
116. Está anunciada
la aparición de la obra El pensamiento de Santo Tomás
para el hombre de hoy, dirigida por Abelardo Lobato (Valencia, EDICEP
Edítorial)1 y en el volumen segundo de los tres de que constará la obra, de­
dicado
al pensamiento de Santo Tomás sobre la existencia, naturaleza y la
obra de Dios, el P. Victorino Rodríguez ha preparado una de sus tres partes.
(12) AEELAR!lo LOBATO, O. P., «Francisco Canals Vida!: Sobre la
esencia del conocimiento•, en A»gelicum (Roma), 66/2 (1989), págs. 368-
371, pág. 368.
(13) F. CANALS VmAl., Sobre la esencia del conocimiento, Barcelona,
PPU, 1987.
(14) J. GARCÍA DEL MURO, Ser y conocer, Barcelona, PPU, 1992.
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EUDALDO FORMENT
Aunque en estas, y en otras publicaciones anteriores, se estudia
no sólo lo que es el conocimientd intelectual, sino también el
sen­
sible, éste siempre queda, sin embargo, tratado en uno o varios
capítulos, en todo caso, prestándole
mends atención que a la mo­
dalidad superior. Era, por tantd, necesario que se dedicara una
obra exclusivamente a los sentidos, para estudiarlos con deteni­
miento y en profundidad.
El mismo Santo Tomás indica que, aun­
que: «El conocimiento sensitivo no es la causa completa del cono­
cimiento intelectual» ( 15), no obstante, hay que sostener que: «El
comienzo del
cdflocimiento humano procede de los sentidos» (16).
Y comenta Canals Vida!: «Sin esta primera atribución inmediata
de tales contenidos de nuestro conocimiento sensible a
la realidad
natural, en definitiva nada sabríamos en modo alguno acerca
de
tal .naturaleza o cosas de este universo corp6reo, móvil, -extenso,
y externo a nosotros, que constituye lo primeramente percibido,
aquello· a que primeramente se dirige la atención de nuestro en­
tendimiento y en el conocimiento de cuya esencia se constituye
el primer horizonte objetivo proporcionado a
la· intelección huma­
na ; y sin
la afirmación de cuya realidad desintegraría el hombre
su propia implantación en el universo de los entes, y se
haría
incapaz de interpretarse en su propia estructura y actividad cons­
ciente» (17).
Era,
. por consiguiente, muy necesario, que se publicara una
obra exclusivamente dedicada al conocimiento sensible, sobre todo
a los llamados sentidos internos.
El profesor Victorino Rodríguez
h.: tenido el gran acierto de ofrecer, en Los sentidos internos (18),
el resultado
de sus investigaciones sobre los· mismos, basándose
en las detalladas y profundas exposiciones de Santo Tomás, y que
empezó a realizar hace muchos años. Confiesa en
el Prólogo de
fa obra: «Me ocupé de la cogitativa en 19 57, en la revista 'Estu-
(15) SANTO ToMÁS, Summa Thealagiae, I, q; 84, a. 6, ad 3.
(16) lDEM, Qut1estiones DiSputatae, De malo,-q. 6; a. un., ad. 18.
(17) F.
CANALS VmAL1 Sobre la esencia del conocimiento, op; Cit., pá­
gina 368.
(18) VICTORINO RODRÍGUEZ, Los sentidos internos, Barcelona, PPU,
1993.
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CONOCIMIENTO SENSITIVO INTERNO SEGUN VICTORINO RODRIG(!EZ
dios Filosóficos' (VI, 1957); de la memoria en.1959, en la misma
revista
{VIII, 1958); de la imaginación en 1963, también en 'Es­
tudios Filosóficos' (XII, 1963), y del sensorio común en la revista
'Philcisophica' (Valparru.;,), i,úm. 12, 1989» (19).
La importancia de .los -sentid95 úitei:nos para el conocimiento,
no sólo para el intelectual sino también para el mismo conoci­
miento sensitivo, es extraordinaria, porque, como asimismo se
adviei:te en el Prólogo: «Tienen, entre otras características, la nota
de generalidad objetiva, en contraposición
.a los sentidos externos,
más o menos periféricos, de
ámbito objetivo más limitado: la
vista ve sólo colores; el oído siente sonidos, el gusto percibe sa­
bores; el olfato percib!" olores; el tacto, en su múltiples sub-espe­
cies percibe suavidades;
calor y. dolor, presión y estados orgáni­
cos, etc. Pero la
imaginación, la cogitativa, y la memoria conjun­
tan, combinan
. o elaboran imágenes a la vez visivas, sonoras,
táctiles, etc. Cosa parecida y muy notoriamente ocurre eso con el
sentido
común» (20 ),
Destaca, asimismo, el _Dr. Rodríguez la mayor trascendencia
de
la cogitativa en la vida. intelectiva. Por una parte tiene: «Gran
influencia en la teoría de la ciencia, de ]á prudencia. y de la afec­
tividad».
Por otra, es «Pieza fundamental en la teoría general to­
mista del conocimiento,
ya que es la facultad-puente entre la razón
y el sentido, tanto en el proceso ascendente como en el descendente,
pues en
el hombre 'sensus est propter intellectum', y el discutrir
sobre
lo sensible es 'per conversionem ad phantasmata» (21).
En la exposición de sus int!'resantes estudios, el autor de esta
obra
_completa y sistemática .sobre los sentidos internos, ofrece
muchos pasajes
de la mayoría de las obras de Santo Tomás, que
se refieren directa
d indirectamente;a ellos. Sólo por estos textos
seleccionados y comentaqos, el. libro posee un notable interés y
utilidad. Pero, además, en él se presentan las interpretilciones de
los grandes comentaristas
clásicos. d\! Santo Tomás {Cayetano, Ja-
(19) Ibíd., pág. 14.
(20) Ibíd., págs. 13-14.
(21) Ibíd., pág. 14.
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velli, y Juan de Santo Tomás especialmente), expuestas con gran
objetividad
y valotadas de modo muy convincente. Igualmente se
ofrecen las de los tratadistas actuales (M. Batbado, A. Suárez,
C. Fabro ... ,). Pot último, deben destacatse las originales tesis del
propio autor, que clarifican y enriquecen esta
poco estudiada te­
mática.
2. El sensorio común.
En el capítulo primero de Los sentidos internos, se estudia el
sentido común o conciencia reflexiva. Se comienza indicando que
su objeto formal
lo constituyen: «Las formas accidentales sensi­
bles que afectan o inmutan objetivamente a todos y cada uno de
los sentidos externos
y sus respectivas sensaciones producidas ( co­
lores, sonidos, visi0ll$, JWdiciones, etc.), captándolas, discernién­
dolas y conjugándolas bajo una modalidad común superior,
y ha­
ciendo de puente de ttansmisi6n de imagen hacia los demás sen­
tidos superiores (imaginación, cogitativa, memoria), que
rectbirán
y conservarán en otra formalidad superior» (22).
Una primera función de esta facultad, llamada a veces sentido
común
-aunque la expresión nd es usada pot el Dr. Rodríguez,
potque generalmente se significa con ella algo «del orden superior
y práctico de la sindéresis» (23}-, es la distinguir las distintas
sensaciones. Además, como advierte el autor: «Este discernimiento
no se limita a las imágenes provenientes actualmente del mundo
exterior por la
vía de los sentidos externos, sino que también
discierne entre las imágenes reales y las imaginadas, como ocurre
en ciertos momentos
del sueño» (24). Dato que hasta ahora casi
siempre había
pasado desapercibido. Otra función es la de asociat
las sensaciones.
Tiene también una tercera funci6n:
la conciencia sensitiva. Los
sentidos externos perciben sus objetos, pero no, en cambi (22) Ibíd., pág. 16.
(23) Ibíd., pág. 14.
(24) Ibíd., pág. 19,
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propios actos. No hay reflexión sensitiva en estos sentidos, por­
que: «Esto no puede ocurrir de modo que una potencia que usa
de órgano corporal reflexione sobre su propio acto, porque es ne­
cesario que el instrumento con que se conoce medie entre la mis­
ma potencia y el instrumento

con que se conocía originariamente».
No obstante, en otro
aspecto es posible la reflexión sensible, ya
que: «Una potencia que usa
de órgano corporal puede conocer
el acto de otra potencia en cuanto que
la impresión de la potencia
inferior redunde en la superior, como por el sentido común
cono­
cemos que la vista ve» (25).
A pesar de que estas funciones han
sido adjudicadas claramente
por Santo Tomás al sensorio común, tal como prueba
el P. Vic­
torino Rodríguez, con numerosos textos, Juan de Santo Tomás
reconoció cierta
autoconciencia en los sentidos externos. Como
también explica el profesor Rodríguez,
basándose en expresiones
de Santo Tomás, como «la vista ve que
ve» (26), y, otras pareci­
das, el famoso comentarista escribe, en uno de sus Cursos: «Que
el sentido exterior alcance su propid acto, en cuanto al ejercicio,
aunque
no como cosa conocida en acto reflejo consta, porque el
sentido exterior obra experimentando lo que conoce, y no de modo
inanimado, ni puede alcanzar
el objeto si no es conocido en el
ejercicio, porque
lo alcanza atendiendo y advirtiéndolo; luegd con
algún conocimiento
de su acto en el ejercicio. De ahí que también
en el sentido se da mayor o menor atención y advertencia, lo cual
no ocurre sin alguna experiencia, mayor o menor, del mismo co­
nocimiento de cara a su objeto» ( 27 ).
Juan de Santo Tomás no admite que el sentido externo pueda
reflexionar sobre sus propias sensaciones,
pero, según este texto
aportado por el autor, reconoce una experiencia de · sus actos.
Como también se indica
en este capítulo, se dejó influir por Suá­
rez, y hasta por el gran tomista Cayetano, que también parece que
defendió
esta tesis en su comentario al De Anima· de Aristóteles,
(25) Ibíd., págs. 20-21.
(26) SANTO ToMÁS, Summa Theologiae, I, q. 78, a. 4, ad 2.
(27) JuAN DE SANTO TOMÁS, Cursus philosophicus, III, q. 4, a. 4.
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EUDALDO .FDRMENT
que apareció en 1510, aunque, después, en sus comentarios a la
Summa Thealogiae de Santo Tomás de 1517 y 1522, la abandonó.
Además,
se explica que cuandd el Aqumate declata que: «La vista
ve que ve
se está usando el mismo verbo con dos significaciones
específicamente distintas, aunque análogas: percibir con el
sen­
sorio común y ver con el sentido externo el objeto visible. Suárez
y Juan de Santo Tdmás del hecho de la conciencia de visión infe­
rieron precipitadamente que esta conciencia era acto de la vis­
ta» (28).
Por último, respecto a sus funciones: «Cabe cuestionatSe si
el sensorip común, . que tiene conciencia de las sensaciones de los
sentidos externos, tiene, a su 'Vez,. conciencia de_ su propia activi­
dad de aprender y discernir las sensaciones externas» (29). Si este
sentido
iriterno es la conciencia de los sentidos externos, patece
que podrá tener conciencia de sí mismo. El P. Victoririo, apoyán­
dose en Santo
Tomás, sostiene que el sensorio común no goza de
la autopercepción, por
el mismo motivo que los s.entidos exter­
nos:
el ejercicio de su .actividad con un órgano corporal. «La im­
presión del sentido común pasa a Jos sentidos internos superiores
(imaginación, cogitativa
y memoria) en la formalidad propia de
éstos, que son los que
.;,nocen la actividad y contenido de la sen­
sación del sentido común» (30). No obstante, tampoco éstos tie­
nen conciencia refleja, porque, aunque sean sentidos internos su­
periores y conozcan los actos del sensorio común y de los sentidos
externos,
son facultades orgánicas.
Estos tres sentidos internos son supetiores con respecto a los
demás no por ser autoperceptivos, .sino porque, en primer lugat,
tienen: «Mayor autonomía en su vinculación con el mundo exte­
rior estimulante. Por eso: SO:lllOS más conscientes de su propia ac­
tividad y · existencia: imaginamos lo que queremos ; recordamos
cuando queremos; experimentamos sin querer o queriendo
; com­
PatamOS apreciacio!les del bien y del mal». En cambio: «La acti-
(28) VrcToRINO RODRÍGUEZ, Los sentidos i.nternos, op. cit., pág; 23.
(29) .Ibld., p~g. 24.
(30) Ibld., p~. 25.
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vidad del sensorio común es más espontánea o natural, y más
inconsciente de si misma». Si de la conciencia sensitiva se pasa a
la conciencia intelectual, que
es perfecta, se advierte que esta di.
ferenciaci6n es: «Algo parecido a lo que ocurre con la actividad
del entendimiento agente, cuya existencia y función no se
descu­
bre sin arduos análisis del acto de conocimiento del entendimiento
posible nacido
de la inducción universalizante de la cogitativa y
demás sentidos interiores» (31).
En segundo lugar,
se manifiesta la superidridad de la imagi·
nación, de la memoria, y de la cogitativa· en que son educables.
Por e.l contrario: «Que ocurra algo así con el sensorio común es
más problemático. Santo Tomás, al hablar del sujeto psíquico de
los hábitos, al referirse a las facultades del conocimiento sensible,
reconoce capacidad de habituaci6n a la memoria, a la cogitativa
y a la imaginaclón, y la niega a los sentidos externos ; del sentido
c-ún no dice nada» (32). Sin embargo, es muy admisible esta
interesante conclusión del P. Victorino
Rodríguez: ·«Como la ac·
tividad del sensorio común se ejerce en función de los estímulos
exteriores, normalmente, y de las sensaciones de los sentidos
ex·
teriores, parece que su condici6n en cuanto sujeto de habituación,
es similar a la de los sentidos externos»
(33 ). Hay que tener en
<:uenta, no obstante, la siguiente observad6n, basada en la teoría
de los hábitos del Aguinate: «Es 16gico suponer que el 6rgano del
sensorio común de una persona observadora y atenta al mundo
de
sus . impresiones sensoriales se vigoriza y perfecciona más que
en los otros y su actividad resultará, consiguientemente, más per·
fecta. Su· conciencia sensitiva o 'consciencia' se hace más sensible.
Para este ejercicio controlado basta el dominio de la libertad so-
(31) lbíd., págs. 25-26.
(32) !bid., pág: 26.
(33) lbíd., pág. 27. Respecto a estos últimos indica: «Aunque los -sen­
tidos externos no son capacés de hábitos operativos, .de ejercicio intrúiseca­
mente voluntario, sí son sujetos de hábitos entitativos en sus· 6:rganos espe­
cíficos (bien constituidos, sanos, vigo!OSOs), modificables y perfectiblés, de
donde resultará
su mejor colaboración al ejercicio psíquico o psicoffsico de la
facultad: buena vista, buen oído~ (lbíd.).
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bre él, como sobre los sentidos externos, aunque no sobre su es­
pecificación, fijamente determinada y natural» (34 ).
3. La imaginación.
De la actividad imaginaria se ocupa el capítulo segundo. No
es necesario indicar el papel fundamental que desempeña la ima­
ginación en muchas ddctrinas filosóficas modernas. Basta recor­
dar a Kant o

a Sartre.
El autor indica que incluso: «Ortega y
G.lsset ( ... ) se empeñaba en rechazar la definición del hombte
como animal racional, peto pretendía describirlo mucho
más ade­
cuadamente diciendo que es 'animal fantástico', puesto que pen­
sar no es otra cosa que imaginar» (35). Aporta al respecto este
sorprendente
textd orteguiano: «Lo verdadero, y aun lo científico
no es
sino un caso particular de lo fantástico. Hay fantasías exac­
tas. Más aún: Sólo puede ser exacto lo fantástico. No hay modo
de entender bien al hombre sino se repara que
la matemática brc,.
ta de la misma raíz que la poesía, del don imaginativo» (36 ).
También entre otros cita el siguiente: «La fantasía tiene fama de
ser la loca de la casa. Más la ciencia y la filosofía, ¿qué otra cosa
son sino fantasía?» (37).
En una posición parecida cae Sartre, en su estudio fenome­
nológico sobre la imaginario, al identificar la imagen y la idea (38).
Como muy bien replica el profesor Rodríguez: «Este retroceso de
indeterminación de las facultades interiores ( ... ) es posición for­
zosa de todo sistema que no reconozca la trascendencia del pensa­
mientd»
(39). Se refiere seguidamente a estas palabras de Santo
(34) Ibíd., págs. 27-28.
(35) Ibíd., pág. 29. El autor se refiere a La idea de principio en
Leibniz.
(36) J. ORTEGA Y GASSET, Ideas y creencias, c. l.
(37) !bid., c. 2.
(38) Cf. J. P. SARTRE, L'ímagínaire, París, Gallimard, 1960. Trad esp.:
Buenos Aires, Ed. Losada, 1968.
(39) VICTORINO RODRÍGUEZ, Los sentidos interno_s~ op. cit., pág .. 32.
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CONOCIMIENTO SENSITIVO INTERNO SEGUN VICTORINO RODRIGUEZ
Tomás, que denuncian esta reducción ilegítima: «Los antiguos,
que ignoraron
la existencia de la factultad intelectual y tampoco
distinguieron entre el entendimiento y el sentido, pensaron que
en el mundo no existe sino lo que perciben los sentidos y la
imaginación ; y como al alcance de la imaginación no están más
que los cuerpos, juzgaron que en el mundo no hay ser alguno que
no
sea cuerpo» ( 40).
Utilizando los datos aportados por Aristóteles, y las profundi·
zaciones de Santo Tomás, el autor presenta, en este capítulo de
la obra, una sistematización de los mismos, que supone un
pro­
greso notable. Comienza seiialando sus funciones. «La primera
función de la imaginación
es conservar las impresiones de la sen­
sibilidad periférica, a fin de poder servirse luego de ellas. Retiene
y conserva ; atesora
la impresiones de los sentidos externos y del
sentido común» (41).
Este primer oficio
de la imaginación prueba su existencia, por­
que: «A
la recepción de las formas sensibles se ordena el sentido
propio y el sentido común (
... ) y a· su retención y conservación
se ordena la fantasía d imaginación, que son una misma cosa. Es,
pues,
la fantasía o imaginación como un cierto tesoro de las for­
mas recibidas por
el sentido» (42). Comentando estas palabras de
Santo Tomás, indica
el Dr. Rodríguez que: «Si bien la existencia
de la facultad imaginativa se hace patente por su ejercicio en
ausencia del estímulo sensorial
externo, esto no quiere decir que
no actúe a la vez que los sentidos externos. Precisamente por eso
la imaginación puede conservar la imagen de los objetos sentidos.
Son dos actividades simultáneas, esencialmente distintas, aunque
causalmente dependientes. La actividad imaginaria que acompalía
a
la sensación suele ser más fiel a la realidad que la evocación
imaginaria posterior a la sensación» (43).
(40) SANTO TOMÁS, Summa Theologiae, 1, q. 50, a. 1, in c.
(41) VrcTORINO RODRÍGUEZ, Los sentidos internos, op. cit., pág. 34.
(42) SANTO TOMÁS, Summa Theologiae, I, q. 78, a. l, in c.
(43) V1cTORINO RODRÍGUEZ, Los sentidos internos, op. cit., págs. 36-37.
Explica Santo Tomás que: «Todo movimiento de la fantasía que se produce
por
el movimiento de los sensibles propios, comúnmente es verdadero. Digo
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EUDALDO FORMENT
Una segunda función de la imaginación, conexionada con la
anterior es la evocadora. «La conservación es para la evocación o
reproducción imaginaria, que no es otra cosa que el
paso de una
imagen
grabada en la· imaginación del estado habitual o latente o
latencia inconsciente al estado actual de consciencia» ( 44
}. Indica
también el autor que hay
.dos modos de representación imagina­
ria: una natural, porque: «Cualquier imagen, motora o no, puede
reaparecer en la conciencia sin ser conscientemente llamada obe­
deciendo a estímulos psico-biológicos conforme a las leyes
de
asociación espontánea, sin control de la razón»; y otra provocada,
porque: «También puede el hombre
evocar libremente estos con­
tenidos e imaginárselos
de nuevo» (45).
La tercera y última función de la imaginación es la creadora.
Por ella se le denomina fantasía o imaginación creadora ( 46 ). La
originalidad y autonomfa
de esta función tiene tres límites psico­
lógicos: «El primero es de origen. La fantasía
no es una vivencia
psicológicamente primitiva. Nace y se nutre de la
sensación ex­
terna.
Lo imaginable es lo sentido por cualquiera de los sentidos
externos (
... ). Otro es el término de evolución. La imaginaci6n
tampoco puede
ir más allá de lo sensible, transcendiendo a for­
mas superiores de conocimiento» ( 47). Finalmente, la limita el
conocimiento intelectual.
«La tercera limitación le viene precisa­
mente de donde le viene el poder creador: de la razón. Si la ima­
ginación del hombre
es creadora, es precisamente por brotar de
una naturaleza racional.
No hay indicios de que se dé en los ani-
esto en cuantó a la presencia de lo-sensible, es decir, cuando d movimiento
de
la fantasía. se da simultáneamente con el movimiento del sentido. Cuando
el m9vimiento de la fantasía se produce sin · la sensación, entonces acerca
de los sensibles propios puede caber el error» (SANTO TOMÁS, In III De
anima, Iect. 6, núms. 664-665).
(44) VICTORINO RODRÍGUEZ, Los sentidos internos, op. cit., pág. 37.
(45) Ibld., pág. 38.
(46) Según el P. Victorino Rodríguez es: «La función más notoria, fá­
cilmente discemible: fantasear no es lo mismo que sentir o recordar sensa­
ciones. Dividiendo,
sumando, separando o restando y modificando imágenes
(homogéneas o heterogéneas), todo_ cabe en la imaginaci6n» (Ibíd., pág; 39).
(47) Ib!d., pág. 41.
398
Fundaci\363n Speiro

CONOCIMIENTO SENSITIVO INTERNO SEGUN VICTORINO RODRIGUEZ
males. Y la razón, al controlarla y dirigirla, limita su espontanei­
dad» ( 48).
Seguidamente
el autor dedica varias páginas .al suefío; por­
que en el
mismo se manifiestan espontáneamente las activida­
des reproductora
y creativa de la imaginación, al cesar la fija­
ción de lo sensible
y el control de la razón. «Santo Tomás habla
de una triple causa de los suefíos: una espiritual extrínseca, pre­
ternatutal ; otra, espiritual intrínseca, que son las
imágenes que
han
ocupado la imaginación durante la vigilia; y otra, corporal
intrínseca,
que son los humores o disposiciones orgánicas subya­
centes que
afectan a la imaginaci6n» ( 49). También el profesor
Rodríguez trata el problema de la adivihación durante el sueño,
buscando sus explicaciones naturales.
Después del estudio de la facultad se describe su objeto:
fo
imaginable. Explica el autor que: «Lo que mueve objetivamente
a la imaginación son primeramente las imágenes sensibles de las
cosas percibidas por el sentido común en el ejercicio. Ese es el
ámbito de la imaginación, que coincide, materialmente, con el
sentido común y el conjunto de los sentidos periféricos, incluida,
naturalmente, la sensibilidad táctil interna».
La imaginación versa,
por tanto, sobre las sensaciones,
pero: «IBteriormente la activi­
dad
imaginativa, motivada por el sensible, tiene un término inma­
nente a
la facultad, nn producto que queda impreso en ella, nn
doble o semejanza de
la realidad sentida. Es la imagen o fantasma,
que
será· el · objeto sometido a las representaciones y elaboraciones
p~steriores de la fantasía» (50).
A diferencia

de otras exposiciones e interpretaciones, Victorino
Rodríguez ha conseguido distinguir la sensación de la imagen:
(48) Ibíd., pág. 43.
( 49) Ibld., pág. 44.
(50) Ibíd., pág. 49. Por esta imagen: «La imaginación difiere· total~
mente de los sentidos externos, que son infecundos. :La imaginación es_ con~
ceptiva, en el sentido etimológico, no de ideas ni de especies expresas .. (que
solamente engendra el entendimiento posible y no perduran. ·después. del
acto
de entender, al no· ser coíno objeto de recuerdo), sino de imágenes-­
fantasma» (lbid.).
399
Fundaci\363n Speiro

BUDALDO FORMBNT
«Lo imaginable, que es, grosso modo o materialmente lo sensible,
además
de la nota de la inmaterialidad en la motivación, común
a todo
acto de conocimiento, constituye un grado superior de
cognoscibilidad, por el que. la imaginación difiere específicamente
de los sentidos común y externos» ( ... ). El objeto de la imagina­
ción está más aliviado del peso de la cantidad y límites espacio­
temporales del hic et nunc» (51).
Repara también el autor que, en lo imaginado, además de la
abstracción de la presencia
espacio-temporal y del movimiento,
hay otra nota; «La imaginación vuela por la superficie de las
cosas,
y lo que no encuentra lo inventa. Pero alú termina su al­
cance ; no tiene movimiento de profundidad, como el entendimien­
to
y la cogitativa ( ... ) lo imaginable son los accidentes ; los acci­
dentes de la substancia corpórea, aprehendidos en un cierto grado
de abstracción preconceptual» (52).
Tampoco la imagen, que «esencialmente subjetiva»
se identi­
fica con la sensación compleja del sensorio común, porque: «Esta
imagen o aparición interior
es específica y numéricamente distinta
de la especie del sentido común, que le da origen objetivamen­
te» (53 ). El Dr. Rodríguez muestra que no puede admitirse la
confusión de estos dos objetos, tal como
ha sostenido Fabro (54).
Polémicamente escribe: «La vinculación causal objetiva no implica
identificación. Puesto que especifican a potencias diversas
han de
ser fantasmas formalmente diversos. Y puesto que el fantasma
de la imaginación perdura y el del sentido común no petdura, no
pueden convenir tampoco numéricamente ni en lo formal
ni en lo
material» (55).
En la siguiente
parte del capítulo se estudia todo lo referente
al sujeto imaginante.
Se indica que: «El órgano de la imaginación,
(51) Ibld., págs. 50-51.
(52) Ibld., pág. 53.
(53) Ibfd., pág. 54.
(54) Véase: CoRNELIO FABRO, Percepci6n y pensamiento, Pamplona,
EUNSA, 1978, c. III.
(55) VICTORINO RODRÍGUEZ, Los sentidos internos, op. cit., nota 88,
pág. 54.
400
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CONOCIMIENTO SENSITIVO INTERNO SEGUN VICTORINO RODRIGUEZ
según Santo Tomás, está en el cerebro, lo mismo que el de los
demás
sentidos internos, aunque con distinta localización» (56 ).
Se precisa también que: «En rigor, no se debe decir que imagina
una facultad
anímica en un órgano o centro sensorial, sino que
imagina una potencia orgánica o
· un órgano animado de virtud
anímica específica» (57).
Es muy interesante, especialmente por
su valor pedagógico, la
cita y el comentario
del siguiente texto de Santo Tomás: «En lo
que respecta a la sabiduría sefiala (Aristóteles) que los jóvenes no
prestan asentimiento a los objetos sapienciales o metafísicos,
es
decir, no los alcanzan con la mente, aunque los nombren con la
boca. Perd en tomo a la matemática no está encubierto
para ellos
lo que es, porque las nociones matemáticas son de cosas que se
pueden imaginar, pero
las realidades sapienciales son puramente
inteligibles. Y los jóvenes fácilmente pueden captar las
cosas que
caen bajo la imaginación, pero a
las que exceden el sentido y la
imaginación no las alcanzan con la mente, pues aún no tienen el
entendimiento ejercitadd para
tales consideraciones, sea debido a
su
poca edad, sea debido a los muchos cambios de su naturale­
za» (58).
Quizás una
de las partes, constituyentes de este capítulo, que
tiene más interés por su importancia y por su magistral exposi­
ción, es la que presenta la vinculación de la imaginación oon las
demás facultades. Con respecto. al sentido común, se recuerda
que: «Es
su fuente próxima, como la fuente remota son los sen­
tidos externos». Por otra parte: «El sentido común depende de
la imaginación (
... ) cuando las imágenes que reaparecen en la
imaginación se ofrecen al sentido común para ser discernidas en
el ámbito propio de este sentido» (59). También indica que: «La
imaginación depende de
la cogitativa en cuanto que ( ... ) la cogi­
tativa percibe su objeto propio, las 'especies no sentidas', en el
(56) Ib!d .• pág. 58.
(57) !bid., pág. 57;
(58) SANTO TOMÁS, In VI Ethic., lect. 7, núm. 1.210.
(59) V1CTORINO RonRÍGUBZ, Los sentidos internos, op. ·cit., -pág. 62 .
.401
Fundaci\363n Speiro

-EUDALDO FORMENT
fantasma de la imaginación» (60). Frente. a otras posiciones, el
profesor Rodríguez considera que: «Hay nueva producci6n de
imagen en la cogitativa, pero sin reeditar el fantasma de la
ima­
ginación completado con la nueva revelación, sino simplemente
formando una especie-sensible-judicativa,
especifica y numérica­
mente distinta de la imaginaria, aunque con referencia a ella» (
61 ).
Afirma, asimismo, que ocurre algo parecido con la memoria,
facultad
de función análoga a la imaginación, pues: «Tampoco la
memoria retiene y reproduce todo
el fantasma de la imaginación,
sino que conserva y evoca las apreciaciones propias de la cogita­
tiva con referencia
al pasado de una imagen» (62). Observa se­
guidamente que: «De esta fundamentación de la cogitativa y de
la memoria en la imaginación resulta que no puede darse el ejer­
cicio de aquellas dos facultades sin el ejercicio conjunto de ésta.
El que recuerda, necesariamente. está imaginando y refiriendo lo
que
imagina al pasado» ( 63 )..
La relación de la imaginación con el entendimiento es muy
notable.
La razón participa en las funciones propias de la imagi­
nación, y también a la inversa, pues: «Es doctrina constante de
Santo Tomás que el entendimiento depende objetivamente del
fantasma o especie sensible, no solamente en la adquisición del
conocimiento, sind también en el uso de
él; abstrae su objeto
( 60) Ibíd., pág. 63. Explica el autor que: «Así ea una misma cosa cada
sentido externo aprehende una {ottnalidad específica, así en -una misma ima­
gen o fantasma los sentidos-internos y el entendimiento captan cada uno
su formalidad: la fantasía, el imagiruible definido más arriba; el enteodimien­
to, el aspecto onto16gico universal; la cogitativa. aspectos esenciales laten­
tes de la cosas y de las acciones imaginadas» (lb{d.).
(61) !bid., pág. 64.
(62) Ibld., pág. 65. Precisa el profesor Rodríguez que: «La imaginación
está en conexión inmediata con él '(sentido común); la memoria lo está a
través
de la cogitativa (cuyas especies conserva) y consiguientemente a tra­
vés de la imaginaci6n» (!bid.).
( 63) !bid. «Esta
imaginaci6o ea lund6o de la memoria no es, claro
está, la imaginación creadora o fantástica: las imágenes recordadas están
ligadas a
un tiempo real pasado, objetivo-subjetivo, y a unas circunstancias
dadas al hecho recordado» (lbíd., p,!g. 65).
402
Fundaci\363n Speiro

CONOCIMIENTO SENSITIVO INTERNO SEGUN VICTORINO RODRIGUEZ
propio de la es~e .sensible y no entiende si no es per conver­
sionem aá phantasmata, sobre la imagen sensible» ( 64 ) ..
En cuanto a la discusión del tipo de causalidad que ejerce la
imagen en la intelección, la posición del P. Rodríguez, totalmente
original,
pero la que parece más conforme al pensamiento de San­
to Tomás, es la siguiente: «El fantasma es ciertamente causa real
de la intelección; pero
no en el género de. ca1J.salidad eficiente o
efectiva,
sinq en. el género de causalidad objetiva,. o final, y esto
no con principalidad o formalmente,
sino secundaria y material­
mente (
... ). Se trata, pues, de una causalidad de orden objetivo y
s.ecundaria o material, en cuanto que en el fantasma sensible per­
cibe el
~tendimiento su objeto formal en virtud de la ilumina­
ción del entendimiento agente. Causalidad quasi instrumental, de
orden objetiyo» (65).
Por último, .se estudia la dependencia de las emociones de
la imaginación. En síntesis: «La imaginación mueve al apetito, y
que
su, moción no es inmediata, sino· mediante la cogitativa. Tam­
bién los afectos influyen sobre
la imaginación!>' (66 ).
Como conclusión de esta ex<:!'lente inves.tigación sobre la ima­
ginación, su
autor ofrece una.valoración.de esta importante facul,
tad. Entre otras aprecia<;iones se dice: « Una :buena imaginación,
y más si media
ha'bito edµcativo, .es un gran auxiliar de la ciencia
y
del arte» (67}. Por el contrario: «Una imaginación deficiente o
viciada o simplemente
no dirigida, es el mayor obstáculo. para el
ejercicio racional,
máxime en el jµiclo exacto y penetrative. Aun­
que el error, como la verdad, no se dé formalmente más que en
(64) Ibíd. pág. 67. Numerosos textos de Santo Tomás, que recoge el
autor, muestran que: «El fantasma sobre el que elabora inmeditrunente la
especie inteligible es -~l_ fanta~ma de la cogitativa_ y d~ 1á memoria, elabora­
dos a su vez sobre
el de la im.aginaci6n» _ (nota 120, ·pág. ·67).
( 65) El Dr. Rodríguez eompleta así las insuficieocias de la posición de
M. Barbado (Véase: M. BARBADO, O. P., Estudios de Psicologla experimen­
tal, Madrid, C.S.I.C., 1948, vol. II, págs. 88-93 ).
(66) Ibíd., pág. 69. Esta .dependeocia se explica porque la cogitativa:
«Es la que capta el aspecto de conveniencia o nQOvidad de_ las cosas y de
las a (67) Ibld., p,!g. 71.
Fundaci\363n Speiro

EUDALDO FORMENT
el entendimiento, el desorden de la fantasía llevará fatalmente a
él» (68).
4. La memoria.
El capítulo dedicado a la memoria, además del intetés teórico,
especialmente para la metafísica del conocimiento de Santo To­
más, tiene una gran utilidad práctica. Se demuestra en el mismo,
apoyándose
en muchísimos textos de las obras del Aquinate, que
la memoria: «Ocupa la parte superior de la sensibilidad, junto con
la cogitativa, y su función integradora tanto en la línea vertical
como en línea
horizontal-cronológica, es indispensable para la vida
humana. Une el pasado con el presente y el futuro; une los datos
sensibles dispersos para integrarlos en
experiencia, indispensable
para la ciencia y para la virtud ; y ella misma se integra al orden
que el hombre establece
en su ptopio ser, al revestirse de hábitos
de operación» (69).
El autor prueba que esta actividad integradora o unificadora
de la memoria humana comprende: «Dos dimensiones: una que
podríamos llamar vertical (cuerpo-sentido-espíritu) y otra longitu­
dinal cronológica (
... ). Es el hilo de la historia que cada uno hace
y se cuenta a cada instante más o menos conscientemente» ( 70).
Siguiendo a Santo Tomás define la memoria como: «Depósito
sensorial alimentado inmediatamente por
la estimativa o cogita­
tiva, y, mediatamente, también por los demás sentidos, cuyas
(68) !bid., págs. 71-72.
(69) Ibfd., p,lg. 114.
(70) !bid., p,lg. 74. Respecto a la primera advierte el autor: «La vida
del hombre entamado, en su proceso evolutivo normal o patológico; es
psicosomática, porque el hombre es constitutivamente un ser psicofísico,
síntesis sustancial de materia. y espttitu. No son dos cosas coexistentes, sino
una sola existencia sustancial humana, con dos principios constitutivos ( ... ).
Y lo mismo ocurre en el modus operan di, que sigue al, modus essendi: un
Unico principio (la persona) que obra por medio de unas facultades psico­
somáticas, o por unas facultades netamente espirituales (enten~iento, vo­
luntad) condicionadas por las anteriores• (!bid., págs. 74-75).
404
Fundaci\363n Speiro

CONOCIMIENTO SENSITIVO INTERNO SEGUN VICTORlNO RODRIGUEZ
imágenes o impresiones conserva bajo el aspecto temporal de pa­
sadas captado por la cogitativa: como habidas anteriormente» (71
).
Es una especie de almacén de las impresiones externas en estado
latente.
En la memoria se conservan: imágenes y actividades de
los sentidos externos, del sentido común, de la
imaginación, de la
cogitativa, de las emociones, con, sus motivos, de la misma
me­
moria .,:,terior, y siempre en cuanto pasadas o situadas en el tiem­
po: También indica que, per acéidens: «Es objeto de la memoria
sensitiva la actividad intelectual anterior
por su conexión necesa­
ria
-in statu unionis-con los fantasmas sensibles ( 72 }. En cam­
bio: «La memoria intelectiva --que es el mismo entendimiento
posible (
... }--·conserva los datos intelectuales pretéritos, no sus
objetos, que
transcienden el tiempo» (73).
Respecto al problema del olvido o de que: «Recordamos que
en nuestra memoria había cosas que ahora ya no están, o no están
con
la integridad anterior ( ... ) recordamos que en nuestra memo­
ria había
lo que ahora no encontramos, algo distinto de cada una
de las imágenes
mnémicás que desfilan por la pántalla de la con­
ciencia ¿Recuerdo del olvido?, ¿También el olvido está en la me­
moria?» (74). La solución del Dr. Rodríguez es que: «Nuestro
haber en estos casos es genérico y negativo. Y con este dato po­
demos · inferir que tal complejo memorial se da solamente en la
memoria intelectiva, que
se identifica realmente con la inteligen,
cia, porque lo genérico y privativo --entes de razón-no lo conoce
más que el entendimiento; no las facultades sensitivas. Por eso
en los animales no se podrán
dar, esos casos complicados de me­
moria» (75).
La memoria es distinta de la imaginación, porque fundamen­
talmente está última sólo conserva imágenes del exterior.
En
cambio, la memoria lo hace con todas, incluidas las internas, y
ad.einás bajo la dimensión temporal. De manera que: «Recordar
(71) Ibld,, pág. 76.
(72) Ibld., pág. 79.
(73)
Ibld., nota 152, pág. 79.
(74) Ibíd,, pág. 81.
(75) Ib!d. pág. 82.
405
Fundaci\363n Speiro

EUDALDO FORMENT
es más que imaginar, si bien al recordar se imagina» (76). Hay
dos maneras de
recordar: espontánea y racional o reminiscencia.
«En la primera el engrama memorativo se ya haciendo presente
a
Ja c:onciencia espontáneamente, debido. a asociaciones casuales. o
a exigencias vitales afectivo-motoras» (77).
La segunda, propia
del hombre,
es una inquisición cuasicsilogística. El Profesor Ro.
dríguez la define así, porque: «No.se trata de una deducción ni
de
una inducción propiamente dichas, sino de Já dirección· racio­
nal del proceso asociativo. Lo mismo que se pueden fijar ordena0
damente las ,imágenes, estableciendo un.orden de asociación; tam­
bién se puede .evocar ot,\enadamente, bien siguiendo el orden
prefijado en
la grabación, bien reflexionando sobre la marcha que
fortuitamente han
to!lladO los ac:ontecimientos» (78). La reminis­
cencia es, por tanto:. «La memoria sensitiva del hombre en cuanto
participa de
la razón» (79) •.
Seguidamente
se ofrecen las. leyes del rec:ordar o del: «Reavi­
var imágenes recibidas anteriormente
y que permanecían dormidas
en
la memoria. No se ttata de un conocimiento nuevo, sino de la
actualización de un contenido habitual latente» (80). Es muy
cierto que
las leyes señaladas por .Santo Tomás, como. indica el
autor, no han sido ampliadas por los psicólogos posteriores. Res:
pecto a ellas, sus comentarios, no, solamente son muy clarificado­
res; sino t,unbién muy provechosos.
(76) Ibíd., pág 91.
(77) Ibíd., pág: 91. Esta memoria, advierte el· profesor Rodríguez se­
guidamente: «Es como se da en los animales» (lbíd.).
(78) Ibíd., pág. 92 .
. (79) !bid., pág. 93. Advierte, no obstante, que: «En el lenguaje corriente
y
en los autores modernos el término. 'reminiscencia' tiene. ot_ra significa­
ción: el acto más o menos inconsciente .de impresiones .. anteriores en 'la ac~
tividad actual. Por ejeniÍ,lo, el feii6meno -del mú'si~· qlle se cree que crea
lo que en realidad es un recuerdo de anteriores audiciones; el ·pensador que
cree
expresar ideas nuevas, que en realidad son un Producto cultural más
o menos inconsciente» (nota 180, págs. 93-94).
(80) !bid., pág. 95. Por ello, recordar es distinto de aprender, o de
«la adquisición de un conocimiento del que se carecía en-absolutO, bicii ·pot'
invención personal bien por docencia pasiva• (Ibld., pág. 94).'
406
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CONOCIMIENTO SENSITIVO INTERNO SEGUN VICTORINO RODRIGUEZ
Explica, por ejemplo, el Dr. Victorino Rodríguez que: «Los
lugares, las cosas, los acontecimientos que
se han grabado en la
memoria cargados
de emoción perduran más tiempo y con más
viveza» (81). También que: «Las cosas de la niñez son las que
pedr se olvidan ( ... ) porque las cosas antiguas .se han recordado
muchas veces y con el ejercicio se ha facilitado la rememoración.
Además, las cosas de la niñez eran más insólitas para noostros y
las hemos recibido con más admiración y, por tanto, con
más
atención y emoción» (82).
En una tercera parte, dedicada a la educación de la memoria,
se explica que: «Pata Santo Tomás la perfección original de la
memoria depende de la perfección del órgano con el que consti­
tuye un principio único
de actividad. A esta predisposición con­
curren factores hereditarios, ambiente climatológico,· etc. La lec­
tura de Santo Tomás es sorprendente en este aspecto: las propie­
dades de la memoria se explican por analogía con los cuerpos,
tanto en la función de recibir las impresiones como en su
con­
servación. El fundamento de esta analogía es la naturaleza psiCO"
física de esta facultad. Incluso clasifica los tipos memorativos
atendiendo a
los tipos constitucionales y morfológicos» ( 83 ).
Es igualmente importantísima la siguiente observación del
P. Victorino Rodríguez: el fundamento de la educabilidad
de la
memoria está en su dirección racional, porque: «Al
participar de
la razón queda elevada sobre la condición de la propia facultad
sensible determinada
ad unum; queda indeterminada para recor•
dar
lo que le plazca al sujeto, y como le plazca y cuando le plazca,
y, por consiguiente, resulta libremente determinable educable. Y
si es educable, se educará de hecho con el ejercicio perfecto, según
las leyes generales
de la formación de hábitos consuetudinales» ( 84 ),
Además, como consecuenica práctica, infiere que: «En igualdad
de condiciones, en cuanto al
factor memoria, el más inteligente
grabará y evocará mejor que el menos inteligente, porque le
supe-
(81) Ib!d., pág. 102.
(82) Ibíd.,
págs. 104-102.
(83) Ib!d., pág. 106.
(84) Ibíd., pág. 108.
,407
Fundaci\363n Speiro

EU.DALDO FORMENT
rará en reminiscencia» ( 85 ). Importante advertencia que invalida
el dicho
de que la memoria es el talento de los tontos.
En .definitiva, toda esta interesante investigaci6n, a la luz de
la doctrina de Santo Tomás, sobre la memoria, en cuanto facultad
sensitiva y
en cuanto dirigida por la raz6n, es una confirmaci6n
espléndida
de la importantísima tesis tomista, también señalada
por· su autor, de:
«La unidad funcional de la vida psíquica; con­
tinuaci6n de lo espiritual
con lo· sensible, de Id cognoscitivo con
lo afectivo, de lo empírico con lo racional» ( 86 ).
5. La cogitativa.
El
último capítulo es un estudio muy completo, que, con la
misma profundidad que los anteriores, investiga la cogitativa. La
tesis central, que desarrolla, siguiendo a Santo Tomás, es que:
«La facultad cogitativa tiene comd característica el constituir el
eje
de intetsecci6n entre lo sensible y lo inteligible, entre lo pa­
sional y
lo puramente afectivo y espiritual, entre la sensaci6n y
el
afecto. Es el puente coordinador de la gran diversidad que
constituye
al hombre: animalidad y espiritualidad, en su aspecto
dinámico o funcional» (87).
La cogitativa es la facultad sensitiva más petfecta del hom­
bre. «Es algo fronterizo que, siendo esencialmente sensorial,
par­
ticipa de lo inteligible», por eso, es prdpia del ser humano, «En
esta ambivalencia radica
su funci6n coordinadora y unificadora
del acto humano integral» (88).
Para explicar, en primer lugar, su funci6n
en la formación del
concepto, del juicio y del raciocinio, el profesor Rodríguez empieza
(85) Ib!d., pág. 113.
(86) Ibfd., pág. 74.
(87) Ibíd., pág. 117.
(88)
Ibíd., pág. 118. Esta afirmaci6n confirma: «El adagio del Pseudo­
Dionisio Areopagita: 'Supremum infimi attingit infinium Supremi'. La par­
te superior de lo sensible conecta con la parte inferior de lo inteligible»
(!bid.).
408
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CONOCIMIENTO SENSITIVO INTERNO SEGUN VICTORINO RODRIGUEZ
recordando que: «Todo conocimiento humano, incluso· el de los
primeros
principios, es originariamente inductivo. El punto de
partida es siempre la sensaci6n. En cambio el término de la acti­
vidad cógnoscitiva en el hombre está en la inteligencia universa­
lizante» (89).
En esta última característica se diferencia el hombre
del
animal, porque: «Los animales ejercen la actividad sensorial
con una total subordinaci6n, más o menos inmediata, a la delecta­
ci6n táctil, que salvaguarda la vida del individuo y de la especie,
su
conocimientd sigue una línea curva que termina siempre en la
satisfacci6n del propio apetito
de 'nutrici6n y de coito» (90).
La cogitativa es imprescindible para la simple aprehensi6n
intelectual. Como explica
el Dr. Rodríguez: «Si la experiencia
sensible nos dejase
en el umbral de la naturaleza substancial, el
conocimiento intelectual de
ésta ndS resultaría sencillamente impo­
sible. El puente entre
el sensible e:xter110 y la naturaleza substan­
cial lo establece
la cogitativa. Por ella conocemos la naturaleza subs­
tancial de los individuos:
al hombre Juan y al hombre Pedro,
etcétera, y sobre este conocimiento se elabora la idea de hombre
y, tddos los demás conceptos universales. E11tre lo percibido por el
sentido exterior
. y la idea .hay un se11.sible 'per . accidens' ( = el
individuo substancial) que detecta la cogitativa» (91). Además,
la cogitativa alcanza no s6lo a la substancia, aunque concreta y
singular, sino también las ese11.cias accidentales individuales, pues
igualmente: «Se requiere su intervenci6n para k formaci6n del
(89) Ibíd., págs. 119-120.
(90) Ibíd.,
pág. 120. Aliade, «No es ~í en el hombre. Sus sentidos
miran no. solamente a la conservación de la. naturaleza animal, sino también
,a ·la perfección humana, concretamente a la perfección intelectual; son prin­
cipios subsidiarios de la intelección que se consuma en la inteligencia»­
(Ibld.).
(91) Ibíd.,
págs. 120-121. «Alcanza, pues, la cogitativa la naturaleza
substancial de las cosas, bien que sea singularizada,-en concreto ( ... )~ :Esta
potencia. en su grado supremo, participa algo de· la facultad 'intelectual,
dándose úná cierta .corijwici6n de seiltido y entendimiento. El animal irra~
cional, en cambio, aprehende la intenci6n individual mediante lá estimativa
natural, por lo cual la oveja,- a través del oíd.o o la vista, conoce su l>ropio
hijo y otras cosas por el estilo» (Ibíd., págs. 121-122). ·
Fundaci\363n Speiro

E.UDALDO FORMBl:{T
concepto universal sobre. esencias de otden accidental, v. gr., el
cóncepto de
blancura» (92 ).
Otra funci6n de la cogjtativa es la de comparar o juzgar. «La
funci6n
judicativa de esta facultad consiste no s6lo en preparar
el juicio intelectual, sino en proferir ella misma ciertos juicios
sobre materia
particular»,{93 ). Este juicio sensitivo, en que con­
siste
la comparaci6n, o composición y división, de especies indi­
viduales,
propio de la cogitativa: «Especialmente cuando es di­
námico, se traduce en una palabra muy frecuente en Aristóteles
y
~anto Tomás: el experimentum» (94).
· Explica el profesot Rodríguez que: «El experimentum o ex­
perientia
es una forma de conocimiento complejo que no trascien­
de el orden de lo sensible. Siendd un solo acto, implica
dos o más
términos singulares relaciónados entre s!. Se trata de un Juicio
producido por la cogitativa. Es algo medio entre la memoria sen­
sitiva y la intelección» (95). No solamente abarca conexiones
causales entre singulares, sino
también las conveniencias y las di­
ferencias entre ellos, así como los hábitos que engendra.
Por último, muestra que la cogitativa también discurre
con
los juicios singulares, pues: «Al fin el raciocinio no pasa de ser
un juicio un
poco más complejo( ... ). Santo Tomás le asigna ex­
presamente esta capacidad de discurso, y dice que precisamente
por ello se denomina
ratio particularis, por ser el discurso lo pro­
pio de
la razón» ( 96 ).
En segundo lugar, la cogitativa permite la comunicación del
entendimiento con el singular.
«La idea se elabora inmediatamen­
te sobre la especie de la cogitativa. Luego, también la cogitativ~
es .la que conduce inmediatamente al entendimiento a alcanzar el
(92) Ibid., pág. 12:l.
(9:l) Ibid., págs. 123-124.
(94) Ibid, pág. 125. ·
(95)
Ibld., pág. 125. Advierte también que: «Experientia tiene otra
acepción de conocimiento sensible resultante del contacto inmediato de las
cosas,. de donde el 'conocimiento experimental'» (nota 238, pág. 126).
(96) Ibld., pág. BO.
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CONOCIMIENTO SENSITIVO INTERNO SEGUN VICTORINQ ROD!l,IGUEZ
singular» (97). Pata explicar esta «conversio ad phantasma», el
autor cita este. texto de Santo Tomás; del .De V eritate, · .en dónde
se dice que:
«La mente conoce el singular por cierta reflexión,
siguiendo este
procéso: al conocer su objeto· qne es alguna natu·
raleza universal, vuelve
·sobre el conocimiento de su propio acto
y ulteriormente sobre la especie que es principio de su acto ; luego
sobre
el fantasma, del que se originó la especie; y así logra algún
conocimiento del singular»
(98). Esta reflexión no es discursiva.,
sino que se realiza · mediante la cogitativa. Y concreta el Dr. Ro­
dríguez: ·
«Cuando se trata de un conocimiento complejo, consti­
tuye un experimentum o experientia, de sentido inverso ( ... ). Su­
puesto el conocimiento universal, cabe un retorno hacia lo singu­
lar
en forma de experimentación, comprobación experimental,
ejemplificación» (99).
La cogitativa, en tercer lugar, tiene una función afectiva. La
tesis de
Victorino Rodríguez, que viene defendiendo desde el año
1950, es que: «La cogitativa es la única facultad :que ejerce in;
fluencia objetiva · inmediata sobre el apetito · sensitivo ; sólo dla
provoca inmediatamente la emoción» (100).
Para probar esta proposición, que considera que es la ·soste­
nida por Santo Tomás, a pesar de las otras interpretaciones dife.
rentes, recuerda que según sus textos dedicados a la. descripción
de la naturaleza de la cogitativa:· «La formalidad de conveniencia
o nocividad
no la perciben por sf mismos ninguno de los sentidos
externos. Cada uno tiene su sensible propio y
específico ( color,
sonido, frfo,
etc.) de cuyo ámbito jamás se pueden salir, y esto
con necesidad verdaderamente
metafísica; El sentido cdtnún ·y la
imaginación no descubren nuevas formalidades: juzgan, disciernen,
conservan
y combinan· aquellas mismas ·que alcanzan los sentidos
externos.
Es función propia de fa cogitativa descubrir, en el orden
sensible, aquellas relaciones
de bondad o de maldad de los obje-
(97) Véase: ABELARDO LOBATO, «La cogitativa en la antropología de
Tomás de Aquino>, en Journal Philosophique (París), 1 (1985), págs. 11H38.
(98) SANTO To MÁS, De V eritate, q. 10, a.· 5, .in c.
(99) VICTORINO RODRÍGUEZ, Los sentidos internos, op. cit., pág ... 133.
(100) Ib{d., pág. 139.
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EUDALDO FORMENT
tos y de las acciones. Es uno de los sensibles per accidens o de
las intenciones
insensatae ( especies no-sentidas por los sentidos
externos) que definen a esta facultad» (101). Por consiguiente, si
únicamente la cogitativa aprehende en lo sensible 1a razón de con­
veniente o desconveniente a
la naturaleza sensible del sujeto, hay
que concluir .que: «Sólo .ella mueve objetiva e inmediatamente
al apetito sensitivo, sólo ella · provoca inmediatamente la emo­
ción,,. ( 102 ).
Además, el P. Victoririo Rodríguez defiende su tesis, tan con­
vincente, resolviendo las dificultades
que se pueden presentar, y,
lo que. es más :decisivd, aportando numerosos textos de Santo
Tomás que explícitamente
la confitman, Por ello, confiesa: «Nues­
tra · posición nos parece; por tanto, no solamente consistente en
si misma, sino también corroborada bien explícitamente por Santo
Tómás. Lo que buscamos, en definitiva, es conocer el pensamiento
de Santo Tomás, con la plena confianza de que él nos conduce a
la verdad de las cosas, máxitne en una cúestión tan fundamental
cdmo ésta» (103). También, dandó una Vez más prueba del rigor
y la honestidad investigadora que le caracteri;aan, aporta doce
textos del Aquinate, que parecen inválidar la exclusividad del con­
tenido
de sus tesis. No obstante, por su examen crítico y por la
valoración que hace delos mismos, lo que podría ser una dificul­
tad se convierre en una prueba indirecta de su afirmación de que
la 'cdgitativa es la única facultad que de modo inmediato origina
la emoción.
Por último, la cogitativa, según explica el P-' Rodríguez, se re­
laciona también con la afectividad espiritual de la facultad volitiva,
porque:
«La voluntad necesita siempre; y, en .cada uno de , sus
movimientos afectivos,
una .representación intelectual del bien: en
universal o abstracta, y, preferentemente, parricular y en concre­
to ( ... ) el entendimiento nd alcanza el singular sin la colaboráción
subsidiaria
de la cogitativa, y por tratarse de conocimiento del
(101) Ibld., págs. 140-141.
(102) !bid,, pág. 142.
(103) lbld,, pág, 148.
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CONOCIMIENTO SENSITIVO INTERNO SEGUN VICTORINO RODRIGUEZ
bien, esta función es justamente la estimación del bien singu­
lat» ( 104 ),
Indica el autor que: «La voluntad puede amar, apetecer, go­
zarse, etc., en las cosas sensibles en cu1111to que éstas son realiza­
ción del bien universal que la define. El =or más elevado ( el de
la catidad sobrenatural) tiene términos tan materiales y sensibles
cdmo el propio cuerpo y la propia vida, etc. Ahora bien( ... ), el
bien que entrañan las cosas sensibles afecta a la voluntad ( ... ) a
través
de la valoración práctica del singular en concreto, que es
la función práctica de la cogitativa» (105).
Esta conexión de la voluntad con la cogitativa para relacio­
narse con el
bien sigular, tiene de manera paiecida a la del enten­
dimiento,
dos procesos. Uno, «ascendente en su motivación, esto
es, que
va de las cosas sensibles a lo espiritual»; y ottO, «en sen­
tido inverso,
de lo espiritual a lo sensible». No obstante, como
también señala el Dr. Rodríguez, la comparación de estas dos vías
con
las del conocimiento intelectual no es totalmente adecuada,
porque: «La voluntad pende mucho
más de lo singulat que el en­
tendimiento: la intelección
se consuma en lo universal, en lo abs­
tracto; la apetición, en cambio, se consuma en lo singulat, en lo
concreto (
... ) el hombre no puede amat, apetecer, etc., perfecta­
mente, aún las cosas más espirituales, si no es en singular, en
concreto. La voluntad tiende al bien en toda su universalidad,
pero realizado en
los singulares, donde tiene existencia» (106).
Los sentidos internos, que termina con el estudio de las fases
de simple aprehensión, juicio y raciocinio en la función práctica
de la cogitativa, y cdn una sintética conclusión, es una obra que
representa
un serio esfuerzo pata comprender la vida psíquica del
hombre,
pata explicat «dos datos ineludibles: diversidad y uni­
dad», y, por tanto, su «unidad de composición», porque: «Donde
hay diversidad y unidad hay composición, hay síntesis» (107).
Su
(104) Ibld., pág. 155.
(105) Ibld., pág. 154.
(106) Ibld., pág. 155.
(107) Ibíd., pág. 115. El profesor Lobat<> ha probado también que: «El
hombre es una totalidad unida, una unidad de composición, compatible con
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EUÍJAL1XJ FORMEÍvT
autdr, el conocido filósofo y te6logo tomista Victorino Rodtíguez,
que
ha publicado más de trescientos artículos y una treintena de
hbros, con este último
ha demostrado no sólo que es uno de los
mejotes conoceddres actnales del pensamiento de Santo Tomás,
sino también que
posee una extraotdinaria capacidad y agudeza
psicológica.
la multiplicidad• (ABELARDO LOBATO, «Antropología y metantropo!ogía.
Los caminos actuales de acceso al hombre», en «AntroPologia e Cristologia
ierí e oggi», Atti del Convegno di studio della S.I.T.A:, Citt3. del Vaticano,
1987, págs. 541, pág. 39. .
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