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Número 313-314

Serie XXXII

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Jean Brun: La philosophie de Pascal

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Brun, Jea:n: LA PHILOSOPHIE DE PASCAL (*)
Mientras leo en la prensa y la intensa comunicación «transpa­
rente», que
la filosofía postmarxista ( ¿o acaso neomarxista?) de­
clara definitiva la «miseria de la filosofía» en España, recibo de
mi amigo Jean Brun su libro sobre Pascal y su filosofía, que acaba
de publicar en París, Presses Universitaires. Así paso unas noches
en
compañía de la reflexión sin par, no sobre la miseria de la filo­
sofía
sino sobre la «miseria del hombre sin Dios» / «Misere de
l'homme sans Dieu».
·
De Pascal han perdurado fórmulas célebres, más célebres aún
en cuanto
más vulgarizadas: «la nariz de Cleopatra», «roseau
pensant»,
«verdad aquende y error allende los Pirineos». Pero Pas­
cal fue un filósofo moderno en una situación algo
parecida a la
nuestra. Filósofo y horubre de profunda fe en tensión constante,
supo decirnos que
la razón cartesiana no era razón suficiente. Y
porque Pascal era también un científico supo situar
al hombre en
el cosmos no solamente en términos fideísticos, sino también en
términos matemáticas y físicos. En estos términos aborda él la
cuestión de la finitud del hombre que se pregunta de dónde viene,
dónde está y hacia dónde va, con la sola
<:erteza de la muerte. El
hombre se halla siempre ahogado por el mundo circundante
y no
es
el conocimiento lo que le permitirá liberarse para dominarlo,
porque el pensamientd del mundo no suprime el lazo existencia
hombre-mundo. Al hombre sin Dios
se dirige.Pascal cuando dice:
«El silencio de estos espacios
me espanta». Aparentemente en
'términos menos optimista de los de Einstein cuando declara: «Dios
es / sutil peto no es maliciosd», al referirse a los secretos esen­
ciales del cosmos.
Científicos modernos, e incluso poetas como V aléty, han
cri­
ticado o acogido con ironía la célebre frase de Pascal. Olvidandd,
como observa Jean Brun, que Pascal era al mismo tiempo filósofo,
teólogo y hombre de ciencia. En cuanto tal supo comprobar que
(*) Parls, 1992.
Verbo, núm. 313-314 (1993), 431-437 431
Fundaci\363n Speiro

INFORMA.CION BIBLIOGR.A.FICA.
las verdades de la ciencia no son verdades objetivas. Conclusión
ésta, en la cual están anclados cada
vez más los hombres de ciencia
<;le hoy. Hace años, en presencia de Heidegger, Heisenberg nos
decía que la física había llegado a
su límite de conocimiento obje­
tivo. Por ello había aconsejado a
su hijo estudiar biología. En
varios Congresos, algunos Premios Nobel y en general hombres
de ciencia, sobre todo físicos y matemáticos, han manifestado re­
cientemente que el estadio de la ciencia, por cuanto más avanzado,
es objetivamente más precario .. Dominan en todo las hipótesis ma­
temáticas. El Congreso sobre la confusión de las ideas en el mundo
actual organizado hace poco en Aiguablava por la Fundación
Le­
tamendi-Forns, varios científicos han hecho una crítica, entre ra­
dical e irónica por su difusión en la. «comunicación transparente»
a la teoría del «agujero negro» y su discutido protagonista.
Pasea] anticipaba
el. estado de espíritu de los científicos de hoy,
cuando
se refería al gran mutismo del universo, la única respues­
ta que el hombre sin Dios encontraba.
El hombre ciego en su mi­
seria, que mira a este universo mudo, «el hombre sin luz, aban­
dOllildo a sí mismo, como perdido en este rincón del universo,
sin saber quién
lo. ha puesto en él, qué será de él con la muerte,
incapaz de cualquier conocimiento
(ante todo esto), yo me lleno
de espanto como un hombre al cual
se k llevaría dormido a una
isla desierta y espantosa y despertaría sin saber dónde está y sin
salir de .ella».
.
¿Enseñanza pesimista para los tiempos que corten? Acaso todo
lo contrario. Conciencia profunda del
límite. Búsqueda de valo­
res reales, que se sustituyan a los valores de lo establecido. Capa­
cidad de «no morir solo». Pascal quiso que la imaginación triun­
fara contra la «soberbia» de la razón. Pero la imaginación abierta
no
al pdder, sino a la fe.
JORGE UscATESCU.
Randle, Patricio H. (editor): LA DESCONSTRUCCION (*)
El arquitecto y urbanista argentino Patricio H. Randle, bien
conocido en estas páginas
de Verbo -que a menudo se han visto
honradas con sus colaboraciones--,
es uno de los más 'sólidos es­
pecialistas en los estudios físicos o territoriales conexos con el ur­
banismo y la regíonali.zación. Catedrático de «Evolución urbanísti­
ca» de
la Universidad de Buenos Aires · e Investigador superior del
(*) Oikos, Buenos Aires, 1992, 114 págs.
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