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Número 313-314

Serie XXXII

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Del miedo a la esperanza

DEL MIEDO A LA ESPERANZA
POR
CONSUELO MAB.TÍNEZ.SICLUNA Y SEPÚLVEDA (*)
Algunos observadores se han interrogado acerca de la «rápi­
da» -después de· más dé 70 años-csída · del comunismo desde
la llegada de Gorbachov al poder. Son varias las causas, pero qui2á
la principal se centre en la misma fuerza opresora del Estado. El
Estado soviético vino a resucitar el pesimismo antropológico de
raíz hobbesiana, donde el hombre se halla sometido a un dilema
que
sólo puede terminar fatalmente: o bien se encuentra a merced
de los otrOs, en un estadd de naturaleza caracterizado por una
violencia insostenible, o debe salir de esa situación presocial para
caminar a un Estado que todo lo puede y que anula la libertad
del sujeto en aras de una
paz entendida como mera seguridad. El
Estado surgido de la Revolución de Octubre, al igual que el hobbe­
siand, es
la encarnación del Derecho y de la Justicia, porque fuera
del mismo o con anterioridad a él no hay
ni Derecho ni Justicia,
El mandato del legislador es de por sí justo. También la vida del
individuo
-lo que se supone que conduce a salir del estado de
naturaleza-podrá ser anulada cuando suponga un peligrd para
la propia existencia del Estado. El complejo entramado de lama­
quinária soviética no hizo sino inundar de contenido la profecía
del autor del
Leviatán. El hombre en manos del Estadci-Partido,
el hombre sacrificado en el oleaje de otra violencia tanto más te­
rrible cuanto que es ilimitada, porque no hay nada que no pueda
(*) Véanse mis anteriores trabajos en Verbo, «Al final de la utopía»,
núm. 303-304, Madrid, 1992, págs. 313-332 y «75 años luchando por la
libertad•, núm. 309-310, Madrid, 1992, págs. 1.063-1083.
Verbo, nám. 313-314 (1993), 357-378 357
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ser inmolado en su altar sacrílego. Como siempre, neis parece me­
jor acudir al testimonio de quienes han vivido y, en algunos casos,
han sido parte integrante del régimen. Valgan para ello las pala­
bras de Víctor Nekrassov, Premio Stalin de Literatura, y
16gica­
mente, miembro de la elite del Estado: «Vamos a hablar, ahora
con propiedad de nuestro partido. De ese partido en el que he
militado
treinta años. Del que conozco todos sus secretos, todos
sus
recovecos y todo su fariseísmo. Y, hablando mal y pronto,
hasta
en cueros. No hay en el mundo Otro partido más fuerte que
el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). No hay otro
partido más fuerte, ni. más débil, al mismo tiempo. No hay otra
partido más disciplinado ni más corrupto. Y, por último, no hay
otro partido más
odiado por el pueblo, e incluso por sus propios
militantes.
El PCUS es fuerte porque se ha introducido en todos
lós poros de la vida. Los soviets no existen, son un anacronismo.
Es fuerte porque tiene algo que todavía no han alcanzado los par·
ti dos del mundo burgués: el KGB. Su debilidad es su cobardía.
Teme a todo y a
tddos, pero sobre todo, al pueblo, a su propio
pueblo. Lo
ha empapado todo con la mentira: la Prensa, la radio,
las letras. (salvo contadas excepciones),
las reuniones, los mítines,
la escuela, la vida. Su disciplina se levanta sobre el terror. Pro­
clamo con plena responsabilidad: entre sus dieciséis millones de
militantes, nadie, ni uno solo, cree en el Comunismo. Y menos
aún
en lo alto, en el Kremlin. En el .pueblo, llano o no, la palabra
"partido" sólo suscita odio y terror» (
1 ). ·
Estas palabras de Nekrassov, pronunciadas en 1977 y claro
es cuando ya no. se sentía vinculado a la realidad que rechaza, nos
vienen a demosrrar cómo el final del comunismo era
un final
anunciado,
un final agónico porque ya no quedaba nada por des­
truir, pero, al mismo tiempo un final que, de alguna manera, sólo
parecía ser vislumbradd
por el propio puebló soviético. Lo que a
Occidente le ha sorprendido, como siempre desde su incompren­
sión y, no hay que olvidarlo, desde su legitimación del Estado
comunista, era algo que, casi como una profecía, uo sólo
espera-
(1) VrcTOR NBKRASsov, en Kontinent, núm. 13, 1977, págs. 50-53.
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DEL MIEDO A LA ESPERANZA
ha, sino que presentía eu sus eutrañas el pueblo ruso. En una
entrevista concedida a la
BBC desde su exilio en EE.UU., Ale­
xandr Solzhenitsyn describía eu 1979 (el 3 de febrero) el fin del
comunismo: «¿quién podtía sobrevivir al comunismo sin algún
quebranto? Todos nosotros hemos pasado por esas pruebas. Son
millones los
heridos moralmeute. Sin embargo, quiero hacer una
aclaración: están heridos, pero no en el seutido de la infección
socialista; en esa dirección ninguna
vol< podría llamarnos ya: hasta
la sensación del
vómito nos han llenado los oídos y los pulmones
con sus charlatanetías. Durante cincuenta años a los que estaban
acusados o condeuados les
volvían la espalda; no sólo no les ayu­
daban, sino que rompían cualquier tipo de. relación con ellos. Lo
que el comunismo pretendía .era que cada uno muriera en la sole­
dad. ¿

Y ahora? Ahora se tiendeu mands de ayuda a cada una de
las
familias de los perseguidos, se hacen colectas de dinero, visitan
sus casas sin
ningún temor, les ayudan abiertamente. Es ya una
atmósfera moral completamente distinta, como si no reinara el
poder soviético. Incluso en
provincias, allí donde el viento aúlla
aún más terriblemente, crecen las semillas. Y la
juventud también
se siente tocada por esa purificación. Tal cambio,
diría yo, es
mucho
más profundo. y prometedor que incluso un golpe de Esta­
do.
La gente actúa como si no existieran esos vampiros, como si
el dragón no
se alzase sobre ellos. ¡Es ya un aire difereute! En
esto se basa nuestra esperanza. Somos prisioneros del comunismo,
pero al mismo tiempo
para nosotros el comunismo es ya un perro
muerto ... ».
La esperanza de Solzhenitsyn y de tantos otros constituia el
único enemigo serio con que
ha contado el comunismo a lo largo
de
tantos años. La historia del comunismo ha sido objeto de diver­
sas falsificaciones, la primera de las cuales puede ser que lejos de
haber tenido como fuerza oponente al bloque occidental, el
comu­
nismo ha tenido complejas relaciones de alianzas con múltiples
regímenes. La historia exterior del comunismo no es solamente
la de un duelo con el capitalismo. Está hecha de relaciones con
Estados nacional-socialistas, Estados autoritarios, Estados con
eco­
nomías liberales, mixtas o socialdemócratas. Está hecha de inte-
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CONSUELO MARTINEZ-SICLUNA. Y SEPULVEDA
racciones con pensamientos religiosos de la apertura o de la cerra­
zón,
ideologías de lo nacional o de lo internacional, filosofías de
lo individual
y de lo colectivo, visiones de la historia determinis­
tas o aleatorias (2).
Solzhenitsyrt decía, en su intervención en la
BBC el
3 de febrero de 1979: nadie en Occidente se considera
obligado a ocuparse de nosotros, nadie tiene para eso ni
fuerzas
ni voluntad.
La
segunda falsificación es que el pretendido bloque comunista
no Id era realmente, no se trataba de un bloque ideológico unita­
rio, sino de distintos componentes
más o menos relacionados, y
que
podrían abiucar desde los países donde el Partido Comunista
se hizo con el
pdder como resultado de un proceso revolucionario
autóctono
y donde el aparato del Estado se hallaba dominado por
el Partido hasta la aventura intelectual del marxismo en la que
participó, entre los años
20 y 70, una importante fracción de la
elite
cultural mundial .. No · hay que olvidar que esa aventura in­
telectual fue
la máscara tras la que se dcultó su verdadera inten­
ción, la de legitimar, mediante la opinión pública, lo que carecía
de toda posible legitimación desde el punto de vista interno, desde
el punto de vista del pueblo. Se trató de presentar, por parte de
esa elite intelectual, al bloque comunista como un movimiento
entre romántico e idealista. Lds intelectuales occidentales parecían
cumplir con ello los mismos asertos del marxismo. Para Marx y
Engels la ideología era simplemente una concepción falsa que en­
cubría la realidad. La intelectualidad obraba, de esa forma, ideo­
lógicamente en el sentido marxista de
la expresión, encubriendo
la realidad que se escondía
por debajo de ella, el ateísmo, el terror
y la muerte. El movimiento comuRista ha estado inmersd en mu­
chos
otros conflictos, aparte del que, supuestamente, le oponía a
Occidente: conflictos entre ocupantes y ocupados, como en el Este
de Europa: conflictos coloniales,
en la propia uru,s· o en el Tercer
Mundo: conflictos sociales, en m6ltiples regiones del planeta.
Como señalan
J acques Lesourne -director del diario francés
(2) JACQUEs LESOURNE y BERNARD LEcoMTB, DesPués del comunismo1
trad. Ramón M. Castellote, Madrid, 1991, págs. 19 y 20.
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DEL MiEDO A LA· ESPERANZA.
Le Monde-y Bernard Lecomte -especialista en temas del Este
de
L'Express-(3), cuando Gorbachov llega al poder en la URSS,
el comunismo
ha perdido ya varias batallas, aunque está en vías
de progresar en otras dos.
En primer lugar, ha perdido la batalla intelectual. No sólo en
la URSS y en China, donde el marxismo se ha transformado en
una dogmática anticuada incapaz de analizar
las evoluciones con­
temporáneas, sino también en Occidente donde la misma evolución
histórica hace inviable el advenimiento de una futura sociedad
co­
munista. La llegada de Gorbachov y el aire de «renovación» que
parecía intuirse no hizo más que acelerar el conocimiento en tomo
a esta batalla perdida, que fue reconocida incluso por
los propios
dirigentes.
En segundo lugar,
ha perdido la batalla de los corazones -en
acertada frase de los dos periodistas franceses--. La intervención
en Berlín-Este en
1953, el aplastamiento de la revolución húngara
de
1956, el estrangulamiento de la Primavera de Praga en 1968
y
la proscripción de Solidaridad en 1981, no hacía sino demostrar
que los regímenes comunistas del Este de Europa descansaban en
la única base del poder militar del Ejército Rojo. Por lo que se
refería a la URSS, su fundamento era, ambivalentemente, el Ejér­
cito Rojo y
la KGB, frente a una gran masa, que obedecía por el
temor, y una minoría disidente. Sin embargo,
la, verdadera situa·
ción se descubre cuando
llega la perestroika y se presiente una
grieta en la estructura del Partido. Entonces
se suceden los. mo­
vimientos de masas, en Dresde, Leipzig, Sofía, Praga, Bucarest,
pero también en Vilna, Eriván y Bakú.
En tercer lugar, ha perdido la batalla en el ámbito económico.
La condcida predicción de Kruschev en. 1960 no puede ser men­
cionada sin sonrojo entre los dirigentes soviéticos. La llegada de
Gorbachov supondrá el reconocimiento de los gravísimos errores
de la economía planificada.
Por otra parte, la carrera armamen­
tística a que les conduce
el Presidente de.los EE.UU., Ronald
(3) JACQUES LESOURNE y BERNARD LEcoMTE, Op. cit., págs. 21-23.
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CONSUELO MARTINEZ-SICLUNA Y SEPULVEDA
Reagan, no hace sino acrecentar el fracaso de la economía comu­
nista.
Quedan,
sin embargo, otros dos frentes en los que todavía
pueden desenvolverse el comunismo.
Pot un lado, el frente terri­
torial.
El comunismo ha acrecentado considerablemente su territo­
rio. Primero será
la anexión por la URSS de una parte de Finlan­
dia, los Estados bálticos, las marcas occidentales de Bielorrusia y
Ucrania, Rutenia,
Bukovina y Besaravia. Después, entre 1945 y
1948, será la transfotmación en «democracias populares» de Ale­
mania Oriental, Polonia, Rumanía, Bulgaria, Hungría, Checoslo­
vaquia, Yugoslavia,
Albania y Corea de Norte. Seguidamente será
China (1949.), Vietlllllll del Norte (1954), Cuba (1960), el resto
de Vietnam, Laos y Camboya ( 1976), lista completada más tarde
por Etiopía, Angola y Nicaragua,
Esta amplia expansión territotial es producto de una labor
constante y
tenaz pot parte del comunismo, pero a partir del mo­
mento en que disminuya la presión sobre los «países ocupados»,
que no satélites, la superficie sometida a la influencia política de
la URSS disminuirá a pasos agigantados, hasta hacer peligrar su
misma existencia como federación.
El último frente es el del potencial militar, todavía en auge
cuando Gorbachov toma las riendas del poder, y como una in­
c6gnita en el momento actual. La pregunta a plantear es quién
tendrá interés en urilizarlo en algún momento.
Este es, a grandes rasgos, el panotama al que se enfrenta
Mi­
hail Gorbachov cuando asciende al poder, en 1985. Pero, ¿quién
es Gorbachov?
Un hombre del partido desde 1952 y que ha hecho
toda su carrera política
dentro del aparato del Partido. Según el
mismo Boris Y eltsin, Gorbachov encama
la continuidad del siste­
ma, es el producto perfecto del sovietismo moderno.
¿Cuáles son
lo objetivos de Gorbachov y qué sentido tiene la
Perestroika?
La organización políti<:a de la URSS se basaba en dos clases
de instituciones, distintas y formalmente separadas: por una par­
te, la organización del Estado, y
por otra, .la organización del Par-
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DEL MIEDO A LA ESPERANZA.
tído. Aunque ambas convergieran, lógicamente, en sus presupues­
tos finales.
El Estado tenía como órgano legislativo ordinario el llamado
Soviet Supremo, compuesto de dos
cámaras: el Soviet de la Unión
y el
Soviet de las Nacionalidades, ambas iguales en derechos, según
se expresaba en el capítulo (arts. 108 a 127) del Título III -re­
lativo a los «Organos superiores del poder estatal y de la Admi­
nistración
de la URSS»-de la Constitución de 1977. Tanto el
Soviet de la Unión como el Soviet de las Nacionalidades estaban
compuestos de igual número de diputados (art. 110).
El Soviet
Supremo era el órgano superior del poder estatal de
la tJRSS.
Todo este esquema cambió a partir de
las reformas inttoduci­
das por Gorbacbov y que veremos más adelante.
En cuanto al Partido, tenía como órgano supremo el Congreso
(del PCUS, lógicamente),
con unos cinco mil miembros. Los con­
gresos ordinarios se convocaban por el Comité Central, como mí­
nimo una vez cada cinco años, según se mencionaba en el artícu­
lo 13 de los Estatutos del PCUS,
según el XXVII Congreso del
PCUS, aprobados el 1 de
maJ:Zo de 1986. Durante el tiempo que
el Congreso no funcionaba, operaba en su lugar el Comité Central
del Partido Comunista, que dirigía todas
las actividades del Par­
tido
(art. 35) y elegía un buró político, el conocido Politburó,
cuyos miembros se encargaban de dirigir el trabajo del Partido y
el del Gobierno. También esto cambiaría a
partir de las reformas.
Las relaciones entre el Partido y el Estado se produdan o bien
porque miembros muy cualificados del Partido ocupaban la pre­
sidencia del Gobierno, como
ocurriría con Rizhkov, o bien porque
los miembros
más. representativos del Gobierno eran también
miembros
del Partido y del Politburó, cosa que ocurriría, en la
era Gorbachov, con Shevamadze (Ministro de AAEE) y Yasov
(Ministro del Ejército).
En cualquier caso la unión entre el Partido y el Estado se ha­
llaba plenamente garantizada
y no se concebía de otra manera
hasta Gorbachov.
El punto de partida de la Perestroika es difícil de concretar,
aunque su arranque parece hallarse en el XXVII Congreso del
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CONSUELO MARTINEZ..SICLUNA. Y SEPULVEDA
Partido, celebrado en marzo de 1986, y en el informe que Gorba­
chov presentará en el mismo. A partir de entonces, surgirán dos
nuevas palabras: «perestroika», cuyos fines reales son
la «reestruc­
turación», y
la «glasnost» o claridad informativa, cuya meta es
conquistar a la opinión pública, no tanto en el propio territorio
soviético, .sino en Occidente. Ambas no pretenden destruir el co­
munismo, sino reforzarlo.
El planteamiento de Gorbachov no es, sin embargo, nuevo en
la política soviética. Se pueden reseñar ( 4) hasta cinco intentos
anteriores
de camuflar lo que sólo es una continuidad del sistema.
El primero de ellos serla el de la Nueva Política Económica
(NEP), cuando
Lenin, en 1921, anuncia al mundo una renovación
total de la política soviética, afirmando el fin del comunismo de
guerra y el retomo a la economía de mercado, pidiendo ayuda a
los hombres de negocios occidentales.
A cambio se podía dar alguna «pequeña concesión ideológica
desprovista de significación práctica».
Esta política no era otra
cosa más que «la guerra con otro plan», según. reconocía Lenin.
El segundo. maquillaje político se produce con motivo de la
Constitución de 1936,
en pleno período estalinista. La nueva
Constitución reunía una serie
de garantías -libertad de expresión,
de prensa y de . reunión-y preveía también elecciones mediante
papeleta secreta
.. El resultado, sin embargo, fue el de los procesos
de Moscú, en los que el dictador se encargó de eliminar toda po­
sible oposición entre sus camaradas de las primeras horas.
El tercer momento se centra en la asociación que se. mantiene
con EE.UU. durante 1941-45, cuando
la URSS necesita parar la
ofensiva alemana. Stalin, nuevamente, hace algunas concesiones
meramente simbólicas
-como proponer la liberalización de la
censura y
un cierto. desahogo para la Iglesia Ortodoxa-para pro­
seguir con uno de los períodos más duros de toda la historia de
la Unión Soviética.
El cuarto momento se produce con fa desestalinización de
(4) A. MAESTRO, «El mito de Gorbachov: ¿hasta cuándo?» en Verbo,
núm. 287-288, Madrid, 1990, págs. 1.198-1.199, que recoge la tesis mante­
nida por Edward J. Epstein.
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DEL MIEDO A LA ESPERANZA
1956-59, justamente con quien ha sido considetado el antecedente
más inmediato de Gorbachov, Kruschev. Se anuncia una nueva
ofensiva de reformas econ6micas que
no llegan a producirse, se
critica
la eta de Stalin como el régimen del tertór y del culto a la
personalidad y se admiten los ·defectos. del sistema, al tiempo que
se procede a
la represi6n húngara y se erige el muro de Berlín,
por
citar s6lo algún ejemplo.
El quinto antecedente se puede situar entre 1970-1975, Leóni­
das Breznev, con el mismo anuncio de reformas, con la firma del
Acuerdo de Helsinki, y con la continuaci6n de la represión en el
interior.
Existe un documento que constituye tal vez la base sobre la
que Gorbachov
elabora su «reestructuraci6n» .del sistema. Se trata
del
Memorándum confidmcial · sobre la .economía soviética, pre­
parado por
la Sección de Economía de la Academia de Ciencias
de
la URSS y conocido con el sobrenombre de «papeles de No­
vosibinsk» y del que hizo una síntesis el
New York Times el 6
de agosto de 1983 (5).
Estos. papeles
recogían el hecho de qµe durante varias décadas
se habían producido en
la economía soviética altas tasas de cre­
cimiento y
µna notable estabilidad,lo que había conducido a pen­
sar que ambas cosas. ,eran sin6nimo de una economía planificada
socialista. Sin embargo, en los últimos 12 ó 15 años se observaba
una tendencia a
la paralización del crecimiento económico. Exa­
minaba
el documento las causas.: años secos que originaron malas
cosechas,
transportes inadecuados, inversiones demasiado grandes,
falta de interés entre los
trabajadores por los resultados produci­
dos, quiebra de la
disciplina de trabajo, etc. Junto a estas causas
de orden secundario, se
ponía )a atención especialmente en la pro­
pia inutilidad del sistema: el sistema
de organización industrial
y la administración
de la economía o simplemente la incapacidad
del sistema para asegurar una utilización completa
y eficiente del
potencial de trabajo, material e intelectual
de la sociedad.
(5) Vid. en l'EDERico Ro»RÍGUBZ, Un lustro de Perestroika (1986-1990),
Madrid, 1991, págs. 35-36.
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CONSUELO MARTINEZ·SICLUNA Y SEPULVED..4.
Por lo tanto, era e] mismo sistema económico, entonces vigen­
te,
el origen de los graves defectos apuntados: el sistema ha sidd
muchas veces reformado,
pero en ningún momento estas reformas
han sido cualitativas: el sistema supone
un alto grado de centra­
lización de las decisiones económicas,
inlubición de las fuerzas del
mercado, discrepancias entre precios de mercado y costes de pro­
ducción, sistema centralizado de concesión de materias primas y
suministros a todas las
empresas, regulación
centralizada de todas
las formas
de incentivos materiales a los trabajadores, conflictos
entre Ministerios y
.Agencias, limitada autoridad económica en la
empresa y, como cdnsecuencia, irresponsabilidad
por los resulta­
dos, restricciones a todas las formas de actividad económica no
regulada en la producción, en los servicios y en la distribución,
Todo ello venía a mostrar el predominio de los métodos ad­
ministrativos de administración de la economía sobre los métodos
económicos, así como el predominio de
la centralización · sobre la
descentralización.
El poeblo, por otra parte, aunque contemplado sólo como un
«tornillo» en el engranaje del sistema económico, había sufrido
una evolución:
los trabajadores eran más educados, más cultos,
estaban mejor informados, eran
más competentes, más conscientes
social
y legalmente y sus necesidades e intereses sobrepasaban a
los de sus iguales de épocas anteriores e
incluían ahora valores
espirituales y sociales.
De ahí una presión inmensa sobre la socie­
dad
y la necesidad de sustituir los métodos administrativos por
los métodos estrictamente
económicos, lo cual exigiría una rees­
tructuración profunda de todo el montaje de la economía para
tratar de eliminar los «mecanismos
de frenado», frase que tendría
mayor fortuna en el desarrollo de
la perestroika.
·
Este informe puede hacernos pensar que la base real del cam­
bio producido
por Gorbachov es la necesidad de una «reestructu­
ración» económica. Sin embargo, como en todos los fenómenos
que
acdntecen en el ámbito de la URSS, también sobre la «peres­
troika» es posible realizar un estudio paralelo: por una parte, lo
que se anuncia por los dirigentes en uno u otro momento y, por
otra parte, la realidad que se vive por la población.
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DEL MIEDO A.-LA. ESPERA.·NZ.A.
En Occidente, una vez más se saludaba al líder, Gorbachov,
que
tenía el ánimo y la visión de liberalizar el sistema, consiguiendo
de paso liberar a los pueblos
de la Europa Oriental ( 6 ). Pero,
¿ es que, realmente, el cambio de actitud de Gorbachov era de
esa naturaleza? Todo lo contrario, se trataba más de apuntalar el
sistema que de derrumbarlo. Lds objetivos de la perestroika esta­
ban dirigidos hscia
el exterior, hscia Occidente. Una vez más no
se contaba con la voluntad del pueblo porque el Estado no
re­
quería su aceptación para mantener una situación de poder estric­
tamente coactiva. El
fin principal era obtener no sólo créditos e
inversiones
occidentales, sino también reducciones en la carrera
armamentística, porque el presupuesto de la defensa
había llegado
a ser una carga insostenible para
una economía arrasada como la
soviética. Por otta parte, el sostenimiento de la ocupación en las
mal llamadas naciones «satélites» costaba algo más de Id que po­
día mantener una economía sustentada en la utopía marxista (7).
Aunque
se trataba de un problema acuciante, era el único con
el que se enfrentaba el Estado soviético. Su expansión territorial
había quedado afianzada a partir de la invasión de Afganistán, si
bien era un problema todavía
por resolver, pero desde luego no
se preveía y no se quería una disminución de la influencia política
de
la URSS en el ámbito de las naciones ocupadas, ni tampoco
en
el propio Estado soviético.
La eficacia del poder estaba plenamente garantizada
a. través
de
la fuerza. Los cambios que Gotvachov pretendía introducir no
llegaban hasta
hacer que el poder. dependiera del consentimiento
popular, si bien aparecerán una serie de estructuras como el Con­
greso de Diputados del Pueblo -que ya habla funcionado en
1917-y que se colocará por encima del Soviet Supremo. Pero,
en cualquier caso, Gorbachov, lógicamente, pretendía conciliar los
cambios
económicqs con la posición preeminente del Partido Co­
munista en el control del Estado. Esto no debla modificarse. La
(6) B. CROZIER, «Derrumbamiento de la perestroika», eo &,z6n Espa­
ñola, núm. 47, Madrid, 1991, pág. 141.
(7) · T. LucA DE TENA, «Los riesgos de la perestroika», eo &,z6n Espa,
ñola, núm. 43, Madrid, 1990, pág. 141.
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CONSUELO MARTINEZ-SICLUN.A Y SEPULVEDA
eficacia del sistema se lograba mientras siguieran existiendo dos
instituciones básicas: el Ejército Rojo y la KGB. Gorbachov no
tenía ninguna intenci6n de alterar el conjunto de fuerzas en el
interior
del Estado. Era consciente, como siempre lo habían sido
los dirigentes
del PCUS, de que su legitimidad dependía, en úl­
tima instancia, de· la fuerza. La teoría del bandidaje seguía ope­
rando en la mentalidad de Ios que se habían formado dentro del
Partido. Como siempre, también se producirá un. «espejismo»
entre las
reformas jurídicas y la realidad social dominada por el
terror.
Gorbachov llega al poder, como Secretario del Comité Cen­
tral del PCUS, en marzo de 1985. En 1986 --cuando se aprueba
el programa del Partido y los Estatutos del mismo-y en 1987
--a través de un informe presentado por el Presidente del Con­
sejo de Ministros, Rizhkov, en 1986 y aprobado entonces por el
Pleno del Comité Central del PCUS sobre las llamadas «Provi­
siones básicas para la reestructuración radical de la administración
económica»-' se anuncian las grandes reformas económicas. Unas
reformas que apenas si dan alguna concesión formal -como la
Ley sobre la Empresa Estatal en vigor desde 1 de enero de 1988,
aprobada el 30 de junio de
1987-, pero que serán prácticamente
rechazadas un año después, en la 19 Conferencia del Partido en
junio de 1988. .
Los «grandes cambios», a juicio de Occidente, en realidad se
limitaban a
un intento de mejorar· y flexibilizar la ejecución de
la planificación
económica.. Intento que no llegará a fructificar,
porque el
papel directivo del Estado continuará y se seguirá sin
hacer ninguna referencia a
la economía de mercado. La aprobación
de estas reformas
irá precedida de un informe del mismo Gorba­
chov
al Pleno del Comité Central del Partido, en junio de 1987.
No
hay que olvidar que Gorbachov, como Secretario General del
Comité Central del PCUS, tiene que rendir cuentas al Partido.
Durante
dos años y medio se producen incesantemente las refor.
mas, que se llevan a un ritmo agotador de dos o tres por mes.
Pero a principios del 89
el balance es: la desorganización de
la economía, el descontento del Partido y el nuevo coste humano
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DEL MIEDO A LA ESPERANZA
que iban a seguir representando para el soviético de a pie los ex­
perimentos del comunismd. El propio Gorbachov en el informe
de junio
de 1987 preveía que el coste del cambio en el sistema
económico iba a recaer sobre el pueblo. Para él, el pueblo
eviden­
ciaba una actitud contradictoria: por un lado, comprendían que
era imposible seguir viviendo
y trabajando conforme a criterios
antiguos, que
la renovación era una necesidad objetiva, pero, al
mismo tiempo, se producía un gran enfrentamiento entre los in­
tereses del momento, marcadamepte particulares,
y los intereses a
largo plazo de los trabajador!"',
Como de costumbre el Estado-Partido seguía hablando un
lenguaje que
nada tenía que ver con la sociedad, sobre todo, y
principalmente, porque se sigue . utilizando la vieja táctica de po­
ner más énfasis en los textos que en su aplicación, y también,
pero no en último lugar, porque el Partido habla a los propios
componentes del mismo,
y porque el cambio no puede serlo en
profundidad si no
trae consigo la disolución del Partido y de lo
que éste conlleva.
La resistencia, el no ver los intereses a largo
plazo, es un mensaje dirigido a
los funcionarios estatales, a las
esrrueturas permanentemente anquilosadas del comunismo.
La oposición a sus ansiadas reformas cdnduce a Gorbachov,
en algo que tampoco
es nuevo .en la URSS, a intentar asegurar el
dominio personal sobre su
experimento. Se va hacia un poder
personal
y para ello se introducen las siguientes reformas en la
Constitución de 1977:
1) Se instaura una función presidencial poderosa, con Pre­
sidente elegido para cinco años
.por el Congreso de los Diputados
del Pueblo,
y que asegura a Gorbachov la doble figura de Pre­
sidente del Soviet Supremo
y Secretario General del Partido.
2)
Se restaura el papel de los soviets con la mencionada
creación del Congreso de los
Diputados del Pueblo -2.250 miem­
bros---cuyas competencias son amplias e incluyen la designación
de los
542 miembros de un nuevo Soviet Supremo y encargado
de nombrar al primer ministro.
3)
Se define el papel del Partido, que deja de conducir de
369
Fundaci\363n Speiro

CONSUELO MARTINEZ..SICLUNA Y SEPULVEDA
hecho la política del · Estado y debe concentrarse en su funci6n
ideológica.
Las elecciones de marzo-abril de 1989 --aunque cierto núme­
ro de elegidos fuesen simplemente designados por las organizacio­
nes sociales y aunque no
puede hablarse en rigor de

verdaderas
elecciones--
dan como resultado un Parlamento con 80 % de
miembros del Partido, pero con una derrota electoral de un gran
número
de jerarcas del ·mismo. En mayo del 89, la elecci6n de
Gorbachov como
jefe del Estado le· permite asegurar el dominio
del Estado y el control de
la perestroika. Se ha ido caminando,
aunque siempre dentro de los cauces
comunistas no hay que ol­
vidarlo, hacia un régimen autocrático que depende de la voluntad
personal del autor del cambio. Los lazos
entre el Partido y el Es­
tado serán cortados por Gorbachov en 1990, ¿por qué? Porque
su situación es precaria,· ya que su designación, y no elección, hace
que en cualquier moinentd su acta de diputado le pueda ser re­
vocada por el Comité Central
del PCUS al que debe la designa­
ción y, como consecuencia, sería privado de su cargo de Presidente.
Entre febrero y marzo de 1990 se· produce la reforma más
decisiva a
partir de la cual los acontecimientos se precipitarán. Se
aprobará el cargo de Presidente de· la Unión Soviética y a través
de la modificación
de los artículos 6 y 7 de la Constitución se
suprimirá el papel dirigente del Partido Comunista, instituyendo
el multipartidismo, con
la reserva, a nuestro juicio importantísima
y que delata cuál era el planteamiento del Ííder soviético de pro­
hibir «los
partidos, organizaciones y movimientos. que tengan por
objeto un cambio por la fuerza del régimen constitucional sovié­
tico».
A partir de entonces Gorbachov ha convertido el régimen en
un régimen presidencial, pero
de corte autoritario. Pretende ser
una especie de déspota ilustrado, pero en realidad.
es un nuevo
dictador personal,
de los que ha conocido tantos la URSS.
El proceso iniciado con esa progresiva y acumulativa asunción
de poderes,
ya había sido visto por parte de los propios disidentes
soviéticos como una «posibilidad» de liberarse de
la opresión. Se
podría tratar de un régimen transitorio en un camino que nece-
370
Fundaci\363n Speiro

DEL MIEDO A. LA ESPERANU
sariamente debla ir más allá. Solzhenitsyn ya había anunciado en
la década de
los 70 { 8) el cambio que se produciría más tarde:
«Puede ser que, en uri futuro previsible, Rusia no conozca otra
solución queramos o no, lo decidamos o no, que la de un régimen
autoritario...
La cuestión es . determinar qué clase de régimen
autoritario
nos aguarda en lo sucesivo. No es la autoridad en sí
la que resulta insoportable, sino la mentira ideológica que se nos
impone cotidianamente».
El escritor italiano.
Indro Montanelli consideraba que quizá
un sold hombre pudiera tener
éxito a la hora de desmontar el
totalitarismo comunista: otro Stalin.
Y de hecho Gorbachov
se convierte en un nuevo Stalin, en el
sentido
de dependencia personal. Todas las reformas que jurídica
y socialmente se implantan en la. URSS dependerán del impulso
personal de
Gorbachov. No es, por lo tanto, un cambio sustancial
en el «habitual» engranaje comunista.
En la contraposición, clásica en el lenguaje jurídico-político,
entre autoridad de la función y autoridad de la persona, Gotba­
chov elige decididamente esta última (9).
La autoridad de
la función supone que quien tiene autoridad
es el funcionario dentro de un .orden legítimo.
La autoridad ,se
vincula al cargo y no a la persona que lo ejerce, y en cualquier
caso el
desempeño de su ·función s.e lleva a c::abo conforme a las
normas de organización del Estado,
es. decir, conforme al Dere­
cho. En este sentido, se
podría decir que la autoridad proviene
del Derecho
y está limitada por él. El funcionario es un escalón
más dentro de la estructura del ordenamiento jurídico, pero sin
perder de vista
los valores jurídicos a los cuales se debe orientar
cualquier Derecho Positivo.
La autoridad personal, por el contrario, está lógicamente vin­
culada a la persona que lo ejerce y a sus cualidades o métitos. En
este caso, la autoridad no proviene del Derecho, sino que lo con-
(8) A. SoLZHENITsYN, Carta a los dirigentes de la Uni6n SoViética y
otros textos, Barcelona, 1974, pág. 71.
(9) M. KRIELE, Introducci6n a,/,a teorla del Estado, págs. 18-19.
Fundaci\363n Speiro

CONSUELO MARTINEZ-SICLUNA Y SEPULVEDA
forma. El Estado se convierte en la fuente del Derecho y no el
Derecho en la fuente del Estado, porque antes se ha producido
otra reducción
más entre la voluntad del individuo y el Derecho.
En el caso del Estado soviético estamos ante un Estado ilegí­
timd no sólo en cuanto
al título del poder, a la forma de acceder
al poder, sino también en cuanto al ejercicio por la radical injus­
ticia de su sistema,
por la equivalencia entre dos términos que
necesariamente
-muy al contrario de la óptica kelseniana que re­
chaza la dualidad porque ésta sólo puede mantenerse si se está
pensando en otro Derecho distinto del Positivd, en el Derecho
Natural-tienen que estar separados: el Estado y el Derecho.
Porque en caso contrario, el Derecho se convierte en la expresión
de
la voluntad o de la ideoldgía de quien detenta el poder.
El Estado soviético
ha pasado, en esa ilegitimidad, por los
dos procesos. Su Derecho se convirtió en la expresión de una
ideología
-y en este caso de la ideología que descubría la reali0
dad escondida: la lucha de clases-- y cuando se advierte el fra­
caso de la ideología como intento de transformar al hombre, se
llegará a concebir al mismo Derecho comd mera consecuencia de
la voluntad personal de
un individuo, que ha llegado al poder, no
por sus méritos o cualidades intrínsecas, sino en virtud
de la pro­
pia ideología fracasada.
No hay que olvidar que Gorbachov llega
al poder porque es
un elemento de la misma espiral ilegítima e injusta del sistema.
Es un miembro cualificado del Partido que acepta
el engranaje
de la maquinaria estatal, que participa de ella y que sólo cuando
advierte, no la injusticia, el horror y la destrucción sistemática
del individuo, sino la posibilidad de que
el Estado sé consuma a
sí mismo, anunciará sus reformas. Por otra parte, reconocerá la
quiebra económica, pero no el genocidio del pueblo soviético -las
famosas tres cifras que preveía el insigne escritor ruso Dostoyevs­
ki-, la ocupación llevada a cabo en los países de la Europa Orien­
tal,
el Gulag y el horror.
El esquema
de la época de Gorbachov es el de la continuidad,
pero una continuidad que, lógicamente,
ya no será posible. Su res­
ponsabilidad es tanto más importante que la de los lideres sovié-
372
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DEL MIEDV A LA ESPERANZA.
ticos anteriores porque su pretendida transformación económica
y su liberación no irán acompañadas
del expreso reconocimiento
del absoluto fracaso,
y no sólo en el orden económico, de la ideo­
logía comunista. Mantendrá, hasta el último momento, la incerti­
dumbre sobre el futuro de la URSS, siendo el auténtico y el últi­
mo
responsable del golpe de Estado de agosto de 1991, responsable
por
sus contradicciones, por su incapacidad para comprender que
un Estado sostenido por la fuerza acaba cuando no existe una
vo­
luntad de emplear ésta, como lo demuestra el hecho de que el
bloque
oriental desaparece en el instante en que esa unión artificial
lograda gracias a un comunismo importado no
se vea avalada por
las armas. El orden comunista del bloque
-y los ejemplos de ello
se escalonan a lo largo del tiempo-debe su perennidad a la
presencia del Ejércitd
.Rojo. De forma que desaparecida la posibi­
lidad
de una intervención militar por parte del Kremlin, todas las
naciones ocupadas, aunque todas
ellas buscando un camino propio
y singular, caminarán, en esa carrera contra reloj, hacia la
libertad.
El único que no parece advertir que ya nada puede ser lo
mismo
es Gorbachov. Su poder, sustentadd, como hemos visto,
en la
autoridad personal, es el que crea el Derecho, mientras que
antes
era la ideología la que establecía un Derecho acomodado a
sus,-pretensiones.
Todas las reformas legislativas llevadas a cabo por el líder
sdviético tienen su impronta y su incertidumbre. Admitirá; por
ejemplo, una ley
de huelga -en el otoño de 1989-pero serán
tales las excepciones a ese derecho, que será una ley vacía de con­
tenido y que prohíbe expresamente -el premio Nobel de la Paz,
Sajarov, defendía su autorización-la huelga política, lo que en
la URSS equivalía en esos momentos a un rechazo total de cual­
quier
huelga, Por lo que se refiere a las distintas etnias que inte­
gran el Estado, Gorbachov resucita, como señala Helene Carrere
D'Encuasse (10), los viejos discursos: la integración de los pueblos
en un Estado prioritariamente consagrado
al cumplimientd de los
(10) H. CARRERE D'ENcAUSSE, El triunfo de las nacionalidades, versión
esp. de· José A. Millán, Madrid, 1991, págs. 22 y sigs.
·373
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CONSUELO MARTJNEZ.SICLUNA Y SEPULVEDA.
designios del Imperio. Cada República tendrá el deber de parti­
cipar en el desarrollo de un complejo-econ6mico único en el que
el interés general prevalezca sobre
los intereses particulares de las
naciones de la URSS. Acusará, incluso, a algunás de las Repúblicas
de «parasitismd» y de localismo, pero, al mismo tiempo, habla
del pueblo soviético como de un todo unitario
y de una realidad
indiscutible. Es una vez
más la contradicción interna que no re­
conoce el proceso de desintegración total del sistema, que comien­
za a perder los tres elementos típicos que hasta entonces había
tenido:
el poder, el tertitorio y la población. Gorbachov, a pesar
de todo, continúa pensando en la
URSS en términos leninistas:
lo importante no
es la nación, ni el federalismo, sind el conjunto
soviético que hay que reconstruir.
Por otra parte, el pueblo continúa todavía sometido al miedo
aunque
se vislumbra la esperanza.
Los creyentes religiosos vieron reconocidos algunos de sus
de­
rechos en la Ley sobre la libertad de conciencia y las organizacio­
nes religiosas, de 1 de orutbre de 1990. La ley permiúa a los
grupos religiosos presentar una .solicitud para convertirse en en­
tidades legales, · que podrían poseer propiedades, crear institucio­
nes religiosas
y de caridad, emprender actividades relacionadas con
la publicación, la impresión y la industria.
La ley también elimi­
naba el requisito que exigía a
las congregaciones religiosas regis­
trarse ante las autoridades.
Si bien, por un lado, se produciría la excarcelación anticipada
de
algunos «presos de conciencia» --como, por ejemplo, Bohdan
Klymchak, encarcelado desde 1978 y condenado a veinte años de
prisión por intentar salir del país sin permiso oficial
y por poseer
literatura «ahtisoviética»---y en 1990 había descendido, más que
en 1989, el número de detenciones, a finales de 1990 al
menos
30 personas, de los datos conocidos claro está; continuaban recluis
das a la fuerza en.'hospitales psiquiátricos pot ejercer pacíficamente
sus derechos humanos.
Centenares de seguidores del Frente Nacional de Azerbaiyán
fueron detenidos cuando
las tropas intervinieron en la capital de
la República, Bakú, después de haberse producido los violentos
374
Fundaci\363n Speiro

DEL MIEDO A LA ESPERANZA
disturbios de enero de J 990. Muchos de ellos fueron acusados de
«incitat
al odio racial». y de provocar y «organizat desórdenes mul­
titudinarios». A finales de añd, la mayoría habían.sido puestos en
libertad, en espera de juicio. Como en otras zonas de conflictos
étnicos, el estado de emergencia y
cl toque de queda dificultaban
la obtención de información que corroborata las detenciones, y
se
denunció también el que algunas personas fueran detenidas por
su oposición pacífica a la política oficial en vez de por su partici­
pación en hechos violentos.
Las detenciones durante períodos cortos y las medidas admi­
nistrativas se seguían utilizando .contra centenares de personas
que intentaban ejercer sus derechos. Por ejemplo, Valery Terekhov
fue puesto bajo «detención administrativa» por
el petíodo máxi­
mo de 15 días por llevat en Leningrado un cartel pidiendo el
boicot a las elecciones. Otras personas fueron detenidas a lo.latgo
de 1990 por exhibir símbolos nacionalistas, distribuir publicacio­
nes extraoficiales o pronunciar un sermón religioso. Algunos de­
tenidos denunciaron haber sido golpeados.
Las reclusiones forzosas en hospitales psiquiátricos continua­
ban, de manera que a finales
de 1990 todavía no se había deba­
tido en el Patlamento. un proyecto de ley sobre psiquiatría que,
al patecer, incluía el principio de que cada reclusión obligatoria
debía ser sometida a revisión judicial.
La~ disposiciones jutídicas
sobre el derecho de apelación, introducidas
en 1988, habían sido
ampliamente criticadas como inadecuadas. Como
se ve el Estado
no estaba dispuesto a renunciar o lo que había sido un instrumen­
tó eficaz en la represión del pueblo.
Aunque la mayor parte de
los presos de conciencia estaban
cumpliendo sus condenas en condiciones menos severas que en
años anteriores, todavía, en 1990, se producían denuncias de ellos
por recibir castigos arbitrarios, manteniéndose también las llama­
das «colonias de
reeducaci6n» (mediante el trabajo).
Los asesinatos de ·civiles en Tifli$, capital de Georgia, ocurri­
dos en abril de 1989, fueron investigados en 1990 por una comi­
sión parlamentaria de
lá URSS. La comisión averigUó que el ejér­
cito había
utilízadd armas y, gases venenosos contra los manifes-
.375
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CONSUELO MARTINEZ-SlCLUNA Y SEPULVEDA
tantes. Las recomendaciones de la comisión incluían la elaboración
de una legislación que definiera claramente las normas para de­
clarar un estado de emergencia y una ley marcial y para desplegar
tropas antidisrurbios y policía en operaciones de control de
las
alteraciones del orden público. Sin embargo, no se exigieron res­
ponsabilidades por los sucesos acaecidos. En 1990, el Parlamento
aprobó una ley sobre el «régimen jurídico de la situación de
ex­
cepción».
Sin embargo, todas las medidas legislativas caían en el
saco
roto si, como reconocía el mismo presidente del Parlamento, Ana-
· toli Lukianov, en junio de 1990, ninguna de esas leyes se aplicaba.
Se tendrá que pedir incluso que el presidente de la URSS haga uso
de su poder reglamentario para que se observen las leyes.
Por lo que se refiere a la pena de muerte, a lo largo de 1990
se formó el primer
grupo conocido que abogaba por la abolición,
pero de nuevo el Parlamento aplazó
la discusión del proyecto de
«Principios de Legislación Penal», que restringía significativamen­
te
el ámbito de aplicación de la pena mrucima. En el período com­
prendido entre principios de 1987, cuando las autoridades anun­
ciaron por primera
vez que estaban revisando la aplicación de la
pena de muerte; y finales de 1990, se recibieron informes de al
menos 159 sentencias y 49 ejecuciones. Hay que tener en cuenta
que
los datos estadísticos sobre la pena capital continuaban siendo
-secretos y
es probable que el número real de sentencias y ejecu­
ciones fuera mayor. El jefe del organismo de clemencia del Par­
lamento
de la URSS, al cual se remitían todas las sentencias de
muerte, en una entrevista realizada a finales de octubre, sefialaba
·que cada año se imponía una media de 360 penas capitales y que
·la comisión de clemencia tan sólo recomendaba la conmutación
de la pena en un 3 al 5 % de los casos.
La últitna etapa de la era Gorbachov sólo evidencia el caos.
En un Estado, que, como el soviético, tenía como punto de par­
tida
la síotesis con el Partido, sustituyendo el antiguo esquema
de
Estado-Nación por «Estado-Dogma-Partido», cuando se pro­
duzca
el debilitamiento de PCUS se producirá también el debili­
tamiento del
Estado. La carencia de energía del Partido y su
'376
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DEL MIEDO A LA ESPERANZA
divisi6n entre una pequeña ala reformista y una importante frac­
ci6n convencida del fracaso de la política funesta de Gorbachov,
concune directamente con un proceso de desintegraci6n que de­
semboca en la anarquía. El Estado
se atribuye los poderes del
Partido,
pero en la práctica ya nd es obedecido. Sus propias es­
tructuras no pueden responder al cambio porque se están desmo­
ronando.
Como señal6 Georg
es Kennan en 194 7, uno de los momentos
más peligrosos para la estabilidad del mundo vendrá el día en
que
la autoridad soviética comience a derrumbarse en la Europa
del Este. Ese día ya había llegado y el mundo pareció temblar
ante el golpe de Estado del verano de 1991, que tenía como causa
más inmediata la firma del Tratado de la Uni6n. Para evitarla se
produce el golpe y
se instaura el estado de emergencia.
Sin embargo, el puebld sí encuentra, en este caso,
la fuerza
suficiente para manifestar
su rechazo y liberarse de la losa que le
aplastaba, porque en realidad, mucho antes, ya
se había liberado
de la infecci6n del comunismo, según dijera Solzhenitsyn.
Las consecuencias del golpe serán la humillación de Gorba­
chov
-hay que recordar el durísimo interrogatorio a que es sd­
merido en el Parlamento ante las sospechas de su posible conni­
vencia o
de su responsabilidad-, la disolución del PCUS, y la
creación
de la Comunidad de Estados Indepeodientes ( 8-XIl-91 ),
que supone la desaparici6n formal de la URSS. Gorbachov climite
de su puesto de Presidente --que después del golpe había que­
dado prácticamente sin contenido-- y por fin
la bandera roja es
arribada el
mismo día de la Navidad de 1991.
¿Cuál
es el proceso que puede seguir la CEI? Solzhenitsyn,
en 1979,
clijo que cada año de comunismo costaría un añd de cura­
ción.
Lo que es evidente y en eso coincidían todas las voces de la
clisidencia, desde Solzhenitsyn hasta Sajarov,
es que la regeneración
debe venir del propio pueblo, que el sufrimiento que
el comunismo
había
ocasionado también había producido a la par un desarrollo
espiritual fecundo y que, en todo caso, lo que no
podía tener sen­
.tido
era una transformación de la sociedad siguiendo el modelo
de
la occidental ..
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CONSUELO MARTINEZ-SICLUNA Y SEPULVEDA
En palabras del autor de Archipiélago Gulag, «hay un hecho
indudable:
el debilitamiento de los caracteres. humanos en Occi­
dente y su reforzamiento en. el Este. En 6 (7) decenios nuestro
pueblo, en 3 decenios (
4) los pueblos de la Europa Oriental han
pasado
por una escuela espiritual muy por delante de la experien­
cia occidental. Una vida compleja
y mortalmente aplastante ha
forjado caracteres más fuertes, más profundos e interesantes, que
la próspera y reglamentada vida de Occidente. Por eso, para nues­
tra sociedad, convertirse en 1a vuestra en algunas cosas supondría
un progreso, pero en otras -y muy apreciadas-una regresión.
Sf, es imposible que una sociedad permanezca en tal sima de des­
potismo como la_ nuestra, pero poca cosa ·es el que permanezca
en tal inhumana quietud jurídica como la vuestra. El alma huma­
na, tras decenios de sufrimiento bajo la tiranía, aspira a algo
más
elevado, más cálido, más puro que lo que nos puede proponer la
actual existencia occidental. .. » ( 11 ).
Nd podemos concluir despejando la incógnita sobre el futuro,
pero es evidente que la reger¡.eración. llevará tiempo, pero el caú­
dal de sufrimiento acumulado en la experiencia comunista es tal
vez la mejor base para cimentar
el nacimiento de un nuevo Estado.
No volver nunca atrás. Nunca más un Estado con un poder total
sobre los cuerpos
y las almas de sus ciudadanos-esclavos.
(11) Á. SoLZHENITSYN, «Ef mundo escindido», etl Verbo, núm. 168,
Madrid, 1978, págs. 1.009-Í.010. Se trata de la famosa conferencia pronun­
ciada en Harvard y que desencadenó una gran polémica_ en los EE.UU.
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