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Número 313-314

Serie XXXII

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Patricio Randle (ed.): La desconstrucción

lNFORMACION BlBLIOGRAFICA
las 'verdades de la ciencia no son verdades objetivas. Conclusión
ésta, en la cual están anclados cada
vez más los hombres de ciencia
qe hoy. Hace años, en presencia de Heidegger, Heisenberg nos
decía que la física había llegado a su límite de conocimiento obje­
tivo. Por ello había aconsejado a su hijo estudiar biología. En
varios Congresos, algunos Premios Nobel y en general hombres
de ciencia, sobre todo físicos y matemáticos, han manifestado re­
cientemente que el estadio de la ciencia, por cuanto más avanzado,
es objetivamente
más precario. Dominan en todo las hipótesis ma­
temáticas. El Congreso sobre la confusión de las ideas en el mundo
actual organizado
hace poco en Aiguablava por la Fundación Le­
tamendi-Forns, varios ,;ientíficos han hecho una crítica, entre ra­
dical e irónica por su difusión en la_ «comunicación transparente»
a la teoría del «agujero negro» y su discutido
protagonista.
Pascal anticipaba el_ estado de espíritu de los científicos de hoy,
cuando se
refería al gran mutismo del universo, la única respues­
ta que el hombre sin Dios encontraba. El hombre ciego en su mi­
seria, que mira a este universo mudo, «el hombre sin lnz, aban·
donado a_ sí mismo, como perdido en este rincón del universo,
sin saber quién lo ha puesto en
él, qué será de él con la muerte,
incapaz de cualquier
cdnocintlento ( ante todo esto), yo me lleno
de espanto como un hombre al cual se k llevaría dormido a una
isla desierta y espantosa y despertaría sin saber dónde está y sin
salir
de ella».
¿Enseñanza pesimista para los tiempos que corren? Acaso todo
lo contrario. Conciencia profunda del límite. Búsqueda de
valo­
res real,es, que se sustituyan a los valores de lo establecido. Capa­
cidad_ de «no morir solo». Pascal quiso que la imagínación triun­
fara contra la «soberbia» de la razón. Pero la imaginación abierta
no
al polder, sino a la k
JORGE USCATESCU.
Jl.andl,e, Patricio H. {editor) : LA DESCONSTRUCCION (*)
El arquitecto y urbanista argentino Patricio H. Randle, bien
conocido en estas páginas de
Verbo -que a menudo se han visto
honradas con sus colaboraciones--,
es uno de los más sólidos es­
pecialistas en los estudios físicos o territoriales conexos con el ur­
banismo y la regionalización. Catedrático de «Evolución urbanísti­
ca» de la Universidad de Buenos Aires -e Investigador superior del
(*) Oikos, Buenos Aires, 1992, 114 págs.
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INFORMACION BIBLIOGR.AFICA
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CO­
NICET),
.su CUl:rículum académico y su obra escrita resultan sen­
cillamente impresionantes
por . la. variedad, profundidad y vigor
de las empresas que
ha acometido. Baste citar, como prueba con·
tundente del anterior aserto,
el magno Atlas del desarrollo terri­
torial de
la Argentina.
Sin embargo, lo que más llama la atención de la actividad y
ejecutoria del profesor Randle
~por lo menos para un profano
en las cuestidnes de su pura
especialidad-es su capacidad para
aunar los enfoques más variados y para hacer converger los
es­
fuerzos de · las distintas disciplinas científicas y humanísticas en la
elucidación de los
temas centrales del panorama contemporáneo.
Por lo menos desde 1976, a través de
la Asociación -por él crea­
da-para la promoción de los estudios territoriales y ambientales
(OIKOS), nos ha dejado abundantes muestras dé este trabajo
verdadera y profundamente interdisciplinar, de algunas de
las
cuales Verbo se ocupó en su día y de cuyo último fruto me pro­
pongo hoy hacerlo.
Repaso, entre los estantes de
mi biblioteca, algunos de los
volúmenes editados por Randle, y
me encuentro con títulos tales
como
La conciencia territorial ( 1978), La contaminación ambien·
tal
(1979), La geografia y la historia en la identidad nacional
(1981), La técnica puesta a prueba (1982), La conservación (1982),
La enciclopedia y el enciclopedismo (1983 ) ... En sus páginas con·
viven los aportes de los científicos
y los técnicos con las reflexiones
de los filósofos, ofreciendo un cuadro
amplísimo y riquísimo del
problema abordado.
Sólo
interrumpieron la labor de Randle las acciones injustifi­
cables de que fue objeto
~al igual que otios notables compatrio­
tas suyos de trayectoria también intachable-- durante el periodo
1984-1987 principalmente; y tengo a la vista
el informe docu­
mental de
más de cuatrocientas páginas -ólo en lo que toca a
las
humanidades-en que se registraron las actuaciones impulsa­
das por el Gobierno de Alfonsín y encaminadas a la pura y simple
«destrucción· de equipos de investigación
y persecución de cien­
tíficos». Pasados los años, y trabajosamente reconstruido su equi­
po, vuelve a estas alturas a ofrecernos nuevos frutos, primicia
~speramos--de la cosecha que aún ha de llegar.
En
La desconstrucción, con una metodología idéntica a la re­
cién referida, se pasa revista a su
incidencia en la lingüística ~ue
fue el terreno en que se fragu6--, pero también en la antropología,
la arquitectura, el urbanismo, la
comunicai;ron o la política. Así,
se compilan en el volumen los siguientes ensayos: «La desconstruc-
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INFORMACION BlBLIOGRAFICA
ci6n del hombre» (Mario Caponnetto); «La desconstrucci6n del
lenguaje» (Francisco García Bazán); «Crítica a la desconstrucci6n
desde lo cogitativo-sistémico» ( Alfredo O. L6pez Alonso) ; «El
ocaso de los estudios literarios» (Jorge Norberto Ferro); «La ar­
quitectura desconstructivista» ( Carlos A. E. Bozzoli); «La desin­
fortnaci6n» (Eduardo Allegri); «El desurbanismo o la desconstruc­
ci6n de
la ciudad» ( Patricio H. Randle) y «La desconstrucci6n de
las patrias por el nuevo orden internacional» (Antonio Caponnetto).
Como
es bien sabido, el término desconstrucci6n -que en
España se suele transcribir como deconstrucci6n-
se debe al
lingüista francés establecido en California,
J acques Derrida, que
bautiz6 su
método de crítica literaria. En esencia, lo que propone
es dar importancia no al texto tal y como fue concebido por su
autor, sino a lo que
el lector recibe o imagina recibir. Es claro
que .un tal planteamiento, dialéctico y arbitrario, arranca de un
suelo
más hondo: la educación no tiene por meta mejorar al edu­
cando, y la
raz6n y la verdad en sí mismas resultan opresivas. De
ahí que «desconstrurir» no sea simplemente destruir o demoler,
sino que
más allá «implica romper el orden con que naturalmente
vienen organizadas las cosas, descomponer las partes para -en
el mejor de los casos-rearmar otro modelo arbitrario».
Randle subraya, y el breve resumen anterior lo aclara suficien­
temente, que en puridad
la «desconstrucci6n» no viene a ser sino
«una nueva versi6n de la utopía, hija del racionalismo que como
en un engendro monstruoso
se muerde la cola». Contiene, sin duda,
un germen de
anarquismo, en

cuanto toca a la destrucci6n de lo
existentes ; pero supera este estadio elemental
con la recreaci6n
idealista. Con este planteamiento, nítido .desde la nota preliminar, y en
un panorama tan lleno de contradicciones, equívocos y valores
invertidos
como el actual, los ocho ensayos que el volumen reúne
procuran «restablecer
el quicio» allí donde se intente aflojar en
sus bases
la cultura cristiana. Todos los ensayos abundan en desa­
rrollos acertados, por más que_ siempre estuviéramos dispuestos a
formular alguna matizaci6n. Espiguemos, en un breve recorrido,
lo
más relevante.
El ensayo de Mario Caponnetto traza una línea que va del
lenguaje a la antropología, y encuentra al hombre, «criatura que
habla y que al hablar no hace sino reconocer el paso de Dios por
las cosas,
ese destello del Logos del que ellas están habitadas».
Francisco García Bazáo, por su parte,
se enfrenta con las nociones
básicas de «escritura», «diferencia» y «diseminación», para mos­
trar el sustrato filos6fico de la «desconstrucci6n» como otra de
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INFORM.A.CION BIBLIOGRAFICA
las «dimensiones que ofrece el proceso desacralizador del pensa­
miento occidental».
Alfredo O. López Alonso, en su ensayo un
tanto abstruso,
se interroga sobre la naturaleza de la «desconsttuc­
ción»: «¿Es una teoría? ¿Es un método? ¿Una técnica? ¿Es un
sistema de contenido teórico y de
ttasfondo político-ideológico
usado oportunistamente? Algo de esto es y
no es a la vez, porque
creemos que la desconsttucción si se definiese taxativamente
de­
jaría de ser lo que es; pero sí un mérito que hemos de rescatarle:
la de
mostrarnos la posibilidad de nuevos espacios ( ... ), la de ser
un giro del pensamiento y una expresión recursiva en este sentido,
que hoy sirve para desplazar al que reemplazó al anterior». Lo
que sólo resulta admisible, en cuanto que puro ejercicio del inte·
lecto, si nos olvidamos de la referencia obligada a la verdad y su
búsqueda, de las que no cabe desligar el fenómeno del
conaci­
miento.
Jorge Norberto Ferro, en cambio, es transparente en su me­
ditación sobre el ocaso de los estudios literarios: «No preguntar
por
el sentido último, rennnciar a la sed de saher que nos acucia,
es abdicar de nuestra condición espiritual. Quedarnos presos en
la 'escritura', no llegar al significado, a las cosas mismas, no puede
sino terminar en la más total frustración».
El arquitecto Bazzoli, a través de ejemplos concretos, nos pone
ante
la significación central del «desconsttuctivismo» en arquitec­
tura: «Si es cierto aquello
de que el arte, en cada época, expresa
las dimensiones más profundas del hombre, no cabe duda que el
desconstrnctivismo arquitectónico
es. otra faz de este fin de siglo
sin valores, sin normas, donde. todo es relativo y donde se sabe
que las cosas nuevas
se valoran sólo por su condición de tales. A
poco que pase el tiempo, serán consumidas, y será necesario, qui­
zás con el prodigio combinatorio de la computadora, plantear nue­
vas formas, procesarlas, distorsionarlas, para ponerlas nuevamente
en el mercado de la fruición formal». Y
Patricio Randle aplica
todo el acervo técnico y humanístico que atesora a reflexionar
sobre
el «desurbanismo», auténtica consecuencia de aplicar la «des­
consttucción» a la ciudad. Los lectores de
Verbo ya conocen el
pensamiento de Randle sobre este punto, pues no en vano han
sido nuestras páginas las que han acogido un extenso ensayo suyo
sobre el mismo tema.
Allegri, tratando de la «desinformación», cubre el complejo
mundo de
la comunicación de. masas, donde el «desconstrncti­
vismo»
es casi inherente al mismo por la pérdida del sentido· de
la realidad que inducen. La evocación que hace del ya antiguo
diagnóstico del
profesor Marce! de. Corte sobre la informad6n de-
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INFORMACION BIBLIOGRÁFICA
form4nte resulta muy adecuada .. Como la conclusi6n que estampa
al término de su artículo: «La caverna sigue oscura, más que antes:
los fil6sofos
se emboban con los chisporroteos de la luz artificiál
y. arti(iciosa, y el hombre, por primera vez en la historia, sufre
una cruel esclavitud
sin cadenas».
Finalmente, encontramos un artículo muy interesante de
An·
tonio Caponnetto, en el que aplica el t6pico central del libro a los
problemas derivados
d.el orden internacional y, en concreto, ál
llamado «nuevo orden internacional». En efecto, la «desconstruc·
ci6n», con todas las implicaciones que lleva consigo, y que en, Jo
anterior han .sido mostradas en sus líneas generales, también sirve
para explicar los problemas políticos .. Entre todos ellos destaca
en nuestros
d!as el relativo a las relaciones internacionáles, no
sólo en su sentido
más estricto, sino también en eJ,de las modernas
agrupaciones propiamente supranacionales.
El ensayo de Capo­
nnetto. muestra .el desorden de las·· nuevas .tendencias internaciona·
listas y la

licuefaci6n espiritual que acompaña la «desconstrucci6n»
de las patrias. Encuentra cuatro notas distintivas del nuevo orden
internacional: el mundo como circuito manipulable; el rechazo
del nacionalismo; el. mesianismo inmanentista.; y la homogeneiza~
ci6n compulsiva, que conduce a la uniformidad del sentido de · la
existencia, del lenguaje y de la fe. Finalmente, en el campo de la
«prospectiva» más que en
el de la «perspectiva» ~a pesar de 1a
rúbrica del correspondiente epígrafe-, analiza las posibilidades
que nos dictan la fe (en una interpretaci6n apocalíptica), la
inme­
diatez ( con la imposición . del nuevo orden y la necesidad de su
constante denuncia), la sagacidad

(con la consiguiente
reacci6n
«dialéctica», y, por tanto, igualmente nociva) y la esperanza (con
la vuelta al orden natural; al sentido común y las tradiciones hec
redadas).
Son muchos los
aspectos que merecerían glosa, matizaci6n o
desarrollo de entre las páginas del ensayo de Caponnetto.
No debe
olvidarse que
se trata de un ensayo, como hemos' dichd, con im·
portantes implicaciones de prospectiva, y también de fuerte im­
pregnaci6n polémica. En general; el autor de esta nota comparte
la
línea que preside el texto, línea signada por el rechazo del
mun­
dialismo -que no de la comunicación y la relaci6n entre los dis­
tintos países-y la defensa de los valores de la patrias. Con todo,
encuentro 'algún exceso retórico -explicable por el entusiasmo,
digno
de loa, por lo demás, que por doquier r~a-y form11·
laría reparos técnicos al «nacionalismo» o a fa «soberan!a-,, tál y
como vienen explicados. Pequeñas diferencias al lado de un co·
mún acervo hoy universalmente orillado. Por eso, considero la
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INFORMA.CION BIBLIOGRA.FICA.
lectura de este artículo muy dtil a los fines de depurar un amplio
abanico
de temáticas conexas con las· en él desarrolladas.
Una vez más,
y. enlazo con el inici9 de esta nota, . nuestro
amigo Patricio Randle ha dado muestras de cómo es posible ex·
txaet las diversas consecueru;ias de un ,pnqblema dado, considerán­
dolo desde los
ángtÍlos de las distintas disciplinas científicas y hu·
matústicas. Esperamos
poder traer pronto a 'ésta páginas'fa noticia
de sucesivos trabajos. . . . .. ,
MIGUEL Aruso.
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