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Número 403-404

Serie XLI

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Enrique Ramière: Vida y obra (I)

ENRIQUE RAMIERE: VIDA Y OBRA (1)
POR
EvARISTO PALOMAR MALDONADO
La vida y los trabajos de Ramiere, como en toda biografía,
exigen dar con la unidad
de sentido desde la que se ordenan
en su decurso histórico. Y ampliar la mirada de los sucesivos
hechos
en que se desarrolla al marco más amplio de los tiempos
históricos.
Asi lo expresaba en 1934 Paul Dudon, de la Compañia de
Jesús, cuando escribia:
"Al considerar la vida del Padre Ramiere
en los múltiples teatros de su actividad, se podría tener la impre­
sión de
una gran dispersión de fuerzas. Pero esto no deja de ser
mera apariencia.
El profesor de Vals y del Instituto Católico de
Toulouse, el director del
Messager du Coeur de /ésus y el redac­
tor de la revista
Études, el teólogo del concilio Vaticano, el pre­
dicador y el director de conciencia, no son sino uno y el mismo
hombre entregado al reino de Jesucristo" (1).
Para insistir en que, si esta aparente dispersión encierra una
unidad de sentido, las mismas preocupaciones sociales1 en cua­
lesquiera de sus manifestaciones} están en estrecha relación con
la consideración religiosa del entero universo: " .. .lo mismo que
acentuaba la divinización del cristiano por Cristo, para asentar
alli, como en fórmula superior, todo el cristianismo práctico de
los individuos, de idéntica manera,
en su esfuerzo por mejorar la
vida civil
y política de los pueblos, hablará sin cesar del misterio
de Cristo, del reinado social
de Cristo. En orden a esta recapitu­
lación de las naciones en Cristo, aportará un ardor, una tenacidad
(1) DuooN, P., !.e Pere Henri Ramiére, Toulouse, 1934, pág. 295.
Verbo, núm. 403-404 (2002), 257-298. 257
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
y una doctrina sin parangón. Sin exageración ni deformación, es
esta preocupación nuclear
la que explica la mayor parte de sus
numerosos escritos dedicados a las cuestiones públicas" (2).
En
la consideración teocrática y providencial de Ramiere, no
teniendo la realidad universal más que un solo principio, eterno
en su existencia y esencia, debe necesariamente, con necesidad
metafísica, este universo real ordenarse a aquel por quien existe
y subsiste, a no ser que se le repute como nada o se le destine a
la misma nada, lo cual conlleva el absurdo o sin sentido de las
cosas. He aquí
que esta contemplación asume como propia un~
extraordinaria fuerza dinámica: el universo, en el que se halla
como sujeto el hombre, arranca de Dios y tiende hacia Dios.
Dinámica
que en cuanto al papel humano es histórica, y se rea­
liza sobre el mundo de las substancias reales y contingentes, bajo
la dirección del gobierno divino. En su existencia, descubre el
hombre a Dios en la revelación de la naturaleza; aunque en su
plenitud real y de vida no es tanto descubierto Dios por el hom­
bre, sino que aquel se descubre a éste primero
en su palabra y
plenamente en el Verbo en orden a la visión definitiva. Pero en
este punto, la historia, que es la realidad humana del universo,
toma otra perspectiva. A
la luz de la encarnación, "plenitud de
los tiempos"
en las palabras del Apóstol (cf. Gálatas 4, 4) (3), el
mundo creado
por Dios, lo ha sido por razón del Verbo huma­
nado, a cuya gloria se ordena todo su devenir, gloria compartida
con todas las criaturas racionales que
por la participación del
Espíritu de la misma vida trinitaria han sido realmente diviniza­
dos para formar con
El un solo cuerpo: el Cuerpo Místico de
Cristo que es la Iglesia, sociedad de hombres divinos cuya cabe­
za es el Hijo de Maria. Esta divinización
no debe ser considerada
como necesaria, según necesidad metafisica. Antes bien, se
mueve en un plano, que aunque guarda analogía, es esencial­
mente distinto al de la naturaleza humana. Y al mismo tiempo
debe de tenerse
en cuenta que, en cuanto diviniza esta naturale-
(2) [bid., pág. 302.
(3) Los textos del Nuevo Testamento los tomamos de BoVER-O'CALLAGHAM,
Nueva Testamento Trilingüe, BAC, Madrid, 1977.
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ENRIQUE RAM/ERE. VIDA Y OBRA
za, la asume en todo lo que es: por lo tanto, como substancia
personal de naturaleza a la vez espiritual
y corporal, y con
dimensión individual y social.
La condición social del hombre, siendo un dato de experien­
cia en cualquiera de sus formas más elementales o complejas, es
de evidencia. Ahora, si esto es así, no puede entenderse una
acción de Dios en la historia que penetrando enteramente la per­
sona no alcance sus relaciones civiles, políticas y sociales.
Porque, o bien no hay efectiva acción divina, sino pura aparien­
cia; o bien no hay-asunción de la historia, esto es del hombre,
sino más bien negación. Y en una y otra situación se entiende
que la cuestión política sea ajena al orden sobrenatural, cuando
no a la misma trascendencia. Pero si Cristo se ha encarnado real­
mente, todo
le está sujeto: tanto las cosas del cielo como las de
la tierra
(cf. Efesios 1, 10).
Debe de estimarse como lo nuclear y central de esta refle­
xión, que si la creación, a la luz de la simple filosofía,
y para
seguir el principio platónico recibido
por el genio cristiano y uni­
versal de San Agustín, bonum diffusívum est, no es esencialmen­
te
más que un acto ad extra del amor divino, por el que Dios da
el ser a lo que
no es (4): carne de la carne humana, para glorifi­
carla
por la unión hipostática con la misma gloria del único Dios,
inalcanzable
en nuestra condición de viatores, sobrepuja cual­
quier consideración
que no sean en última instancia las razones
del corazón. Ya lo expresó Pascal, "el corazón tiene sus razones".
Henos aquí, pues, ante las razones de Dios por las que muestra
ser Dios de corazón:
"En esto se manifestó el amor de Dios en
nosotros, en que al Hijo suyo unigénito envióle Dios al mundo,
para que vivamos
por Él" a Juan 4, 9). Este amor de Dios lo
conocemos por revelación del Hijo,
en lo que testimonia la cruz
sobre
el mundo: que Cristo, muriendo por el hombre ha dado,
desde su amor, la vida
al hombre.
Pero todos estarán de acuerdo
en que la vida, como aquello
en lo que uno vive y se desvive, no se encuentra en realidad sino
(4) Cf. SANro TOMÁS DE AQUINO, Contra gentiles, 11, c. 16, "Dios produjo las
cosas en el ser sin nada preexistente", BAC, Madrid, 1952.
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
en lo apuntado inmediatamente, en el mismo centro del hombre,
que es su corazón. Lo cual no significa, en absoluto, negación de
la razón, sino reconocimiento de todo lo que el hombre es inte­
grado como
vida real y plena, y por ello mismo reconocimiento
de luces más profundas
que impelen a ésta y mueven a la volun­
tad a obrar o dejar de obrar, a tender hacia o rechazar. Ahora,
esto que sucede
en todo hombre y mujer es lo que llena de sen­
tido cualquier existencia. Y donde
no hay corazón no hay sino
tedio, que va más allá de la misma tristeza y
que expresaremos
con los maestros cristianos co-mo acedia (5) descansa en el
mismo Corazón de carne. De modo que si Cristo llena con su
presencia, desde el momento de la encarnación, toda la historia
universal, el sentido de ésta sólo
puede descubrirse en la con­
templación vivificadora de su mismo Corazón
(6).
Es ésta una afirmación que pudiera parecer un tanto excesi­
va, cuando
no pintoresca. Admitiendo diversos enfoques, ¿sería
suficiente traer a la memoria la dinámica agustiniana de las dos
Ciudades
por la que .el hombre se liga a una u otra según el amor
de su corazón? (7).
La realidad de la experiencia del hombre des­
cubre que la solución
no utópica a los problemas de toda índo­
le, y por tanto las mismas cuestiones políticas y sociales, sólo
puede descansar en una respuesta veraz al deseo del corazón
humano. Este deseo se inscribe
en la misma naturaleza humana
en cuanto participa de la única ley que rige el cosmos, y que no
es sino la misma ley de la creación: la ley eterna. Desde aquí,
debe asumirse todo lo natural, lo que es según la realidad de las
cosas sin distorsión ni enfrentamiento: lo racional y los sentidos,
lo privado y lo público, lo político y lo espiritual. Pero cada cosa
según su ser, y según su propia estructura ontológica. Por ello,
sobre San Agustín, establecía Santo Tomás el orden social en la
tendencia natural a la amistad; pero el mismo Santo Tomás al
(5) Cf. S.ANro ToMAs DE AQUINO, Suma Teológica, 1, 63, 2, ad 2; 11-11, 35, BAC,
Madrid.
(6) Cf. RAMimm, Enrique, El Apostolado de la Oración, Apostolado del Sagra­
do Corazón,
sermón en Bilbao, 1883. Reproducido en diversas ocasiones, puede
leerse en Reino de Cristo, Madrid, enero 1983.
(7J Cf. la Ciudad de Dios, L. XVI, BAC::, Madrid, 1977, 3." ed.
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ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
describir el fruto de semejante virtud escribe: " ... cualquier amigo
quiere
para su amigo, primero, que exista y viva; segundo, todos
los bienes; tercero, hacerle el bien; cuarto, el deleitarse con su
convivencia, y quinto, vivir con él en un solo corazón, compar­
tiendo sus alegrías y sus tristezas" (8).
Por ello, y en un plano de integración, escribia Canals Vida!
un trabajo que lleva por título El culto al Corazón de Cristo .ante
la problemática
humana dehoy(9). En él examina la realidad glo­
bal de nuestro mundo en el que lo finito trata de afirmarse sobre
lo absoluto, la acción sobre la contemplación, la técnica sobre la
naturaleza
y la soledad atenaza al hombre en medio de socieda­
des masificadas;
y escribe: "Nuestro corazón está inquieto con la
inquietud
que confesó San Agustín; con la indigencia y sed del
roáo divino que clamaban los salmos. Para vivir como hombres
estamos necesitados de
que nuestra cotidianidad, nuestra convi­
vencia doméstica
y nuestro cuidado y tarea diaria, nuestra soledad
errante entre lo público, sean bajo la mirada y la
mano poderosa
de nuestro Dios personal y paterno. Tenemos necesidad de un
corazón ardiente de ternura, con el que nos sintamos día y noche,
de corazón a corazón, en convivencia y diálogo" (10).
Canals Vida! examina
en dicho trabajo las premisas nucleares
de Hobbes, Descartes, Spinoza, Kant, Hegel, Feuerbach, Marx y
Engels en quienes descubre la razón conformadora de lo con­
temporáneo, y a quienes liga
una interna y trabada corriente inte-
(8) Cf. SANro TOMÁS DE AQtnNO, Suma Teológica, II-II, q.25, a.7. También, en
este sentido, DeRegtminePrincipum, c.11, donde escribe:" ... entre las cosas de
este mundo nada parece que pueda dignamente compararse a la amistad. Ella es
la que une a los hombres virtuosos; conserva y promueve la virtud; de ella nece­
sitan todos en toda clase de negocios; ni se entromete inoportunamente en los
asuntos prósperos ni abandona en los adversos; es sumamente deleitable, mien­
tras que los demá.s placeres resultan tediosos sin los amigos. El amor vence o hace
llevaderas las asperidades de la vida. Y no hay tirano tan cruel ·a quien no agra­
de la amistad", traducción española de Victorino Rodríguez, SANTO ToMÁ.S DE
AQUINO, El Régimen Político, Madrid, 1978, págs. 99 y 101; Opuscula Philosophica,
ed. 1973, n. 794.
(9) "Política española: pasado y futuro", Barcelona, 1977, págs. 254-288. Pu­
blicado
con anterioridad en Cristiandad, 467 (1970), págs. 3-15.
(10) !bid., págs. 260-261.
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
lectual. Su fuerza más real y poderosa descansa en la afirmación
de la historia como realización inmanente del Reino mesiánico de
Dios, según las esperanzas temporalizantes gnóstico-ebionitas. Y
poco antes de fmalizar menciona explicitarnente a Ramiere
en lo
que descubre como posibilidad real de hacer efectiva
hoy la
evangelización de los pobres, la evangelización del Reino de
Cristo (11).
Estas referencias de Canals exigen una investigación extensa
que en este momento no nos es posible, y a la que sin embargo
debe prestarse alguna atención por mínima que fuere. La apelación
al corazón en la doctrina filosófico-politica sólo en pequeña parte
ha sido tratada, y nunca de forma explicita. Sorprendería en este
sentido,
por ejemplo, una lectura de La Démocratte en Amértque,
del clásico Alexis de Tocqueville, donde dicha apelación fundaría
la legitimidad del gobierno politico. Mucho más la lectura de
Spinoza, para quien la afirmación sobre el corazón constituye de
hecho el gobierno politico:
"Esto resulta, además, con toda clari­
dad del hecho de que
la obediencia no se refiera tanto a la acción
externa, cuanto a la acción anímica interna. De alú que quien está
más sometido a otro, es quien decide con toda su alma obedecer­
le
en todos sus preceptos; y por lo mismo, quien tiene la máxima
autoridad, es aquel que reina sobre los corazones de los súbditos.
(. .. ) Todo esto se demuestra que no sólo es verdadero, sino, sobre
todo necesario, tanto para la religión como para la estabilidad del
Estado. Todos saben,
en efecto, cuánto valor tiene ante el pueblo
el derecho y la autoridad sobre las cosas sagradas y cuán pen­
diente está todo el mundo de los labios de quien la posee. Tanto
es
así, que se puede afirmar que quien posee esta autoridad, es
quien más reina sobre los corazones"
(12).
El texto de Spinoza, pensador en el que hallamos el libe­
ralismo en sus fuentes1 apunta a la consecución de la felicidad,
expresada como objeto al que debe necesariamente tenderse en
(11) Cf. ibid .. págs. 286-288.
(12) Tratado Teológico-PalítiCo, cap. XVII y XIX respectivamente, trad. de
Atilano Domínguez, Alianza Editorial, Madrid, 1986, págs. 352 y 402; BENEDICTI DE
SPINOZA., Opera. l. Van Vloten-Land, 1892, págs. 565 y 588.
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ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
su Ethica (13), en la negación real y efectiva por el poder políti­
co
de cualquier condición personal respecto al propio corazón.
De esta manera se comprende esencialmente la realidad del libe­
ralismo
-muchos liberales quizá se sorprenderian-de cual­
quier
modo que se considere, y que no es sino el naturalismo en
política, o, para expresarlo con otras palabras el racionalismo o
ateísmo social. Porque
no puede escindirse lo político de su fun­
damento natural-racional conviene no separar la comente liberal
de sus fuentes intelectuales si se quiere comprenderlo
en lo que
es constitutivamente. En efecto, el movimiento histórico del indi­
vidualismo absoluto, con profundas raíces en el t~smo devenir,
se presenta haciendo frente y queriendo negar socialmente la
revelación
de la personalidad al hombre en la que éste cobra
conciencia
de su filiación divina y de su fraternidad universal, por
la que poseyendo una esencial igualdad con todos los hombres,
no puede vivir sujeto a ninguno sino a Dios o bajo razón de Dios,
realizándose
de esta manera el despliegue de la libertad en la pri­
migenia libertad de conciencia, "Menester es obedecer a Dios
antes que a los hombres"
(Hechos de los Apóstoles 5, 29). Para la
inmanencia
no hay más que individuos en perpetua y constante
manifestación del todo cósmico y única substancia ideal, sin dis­
tinción real entre
uno y otro, y extensivo a cuanto, desde el sen­
tido común, se considere como siendo
en si. En este sentido,
cada conciencia, desde su pensamiento,
queda constituida en
Dios, y por la autorrevelación en el impulso racional y definiti­
vamente intuitivo, por el que se desprende de todo conocimien­
to sensitivo, eleva el fruto de su luz individual a iluminación uni-
(13) Cf. en la Etl1ica, p. ej.: "A.sí pues, en la vida es útil, sobre todo, perfec­
cionar todo lo posible el entendimiento o la razón, y en eso sólo consiste la
suprema felicidad o beatitud del hombre, pues la beatitud no es otra cosa que el
contento de ánimo que surge del conocimiento intuitivo de Dios, y perfeccionar
el entendimiento no es otra cosa que conocer a Dios, sus atributos y las acciones
que derivan de la necesidad de su naturalez.a.. Por ello el fin último del hombre
que se guía por la razón, esto es, el deseo supremo del· que se sirve para regir
todos los demás, es el que le lleva a concebirse adecuadamente a sí mismo y a
concebir
adecuadamente todas las cosas que puedan ser objeto de su entendi­
miento".
IV parte, Apéndice, Cap. IV, trad. de Vidal Peña, Alianza Editorial, 1987,
págs. 327-328; BENEDicn DE SPINoZA, Opera, l. Van Vloten-Land, 1892, págs. 242-243.
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
versal desde el propio yo. Resulta evidente que por este camino
todo juicio es verdadero, aunque pueda discrepar respecto de
otro juicio. Pero esto es lo que debe evitarse: hacer juicio desde
el yo sobre el juicio de otro yo. Lo cual se reputa como quiméri­
co, según la inmanencia, porque cómo juzgar
si el juicio sólo
opera
en el yo, y no sobre otro yo. Y al mismo tiempo deberá
observarse que ambos, uno y otro yo, en realidad, son la misma
Substancia manifestada -Deus, stve Natura, sive Substantia--. De
aqu! que afirmándose la libertad absoluta del pensamiento, por la
que conoce
en él y desde él, deba afirmarse la igualdad de cual­
quier conocimiento racional y
por lo tanto la "fraternidad huma­
na". Deberá añadirse,
no obstante, que esta libertad es exclusiva
de quien goza
de la liberación de los sentidos y conoce "eidéti­
camente"
por intuición, porque de otro modo se corre el peligro
de que quien afirme lo que ve, trate de imponerlo desde su cono­
cimiento groseramente sensitivo al que
ya está libre de cualquier
dependencia intelectual fuera de la que su propia voluntad quie­
re presentar a su pensamiento. El iluminismo, como rector de la
vida social, encuentra en esta formulación su anclaje, que no es
sino el de
un renovado gnosticismo que presentará a la humani­
dad sujeta a la barbarie y obscuridad de los sentidos y de la
fe,
"fldes ex auditli' ha escrito el apóstol de las gentes; un camino de
liberación de toda la creación. También del Creador.
La vfa de la liberación se desarrollará progresivamente hasta
encontrar su meta en el propio Hombre: sin Dios, sin relaciones
reales, sin hombres, sin ser-en-sí alguno fuera
de la única substan­
cia. Lo cual es lógico: afinnado el yo, lo demás, en principio no
existe. Aunque puede ocurrir que el yo pensante lo afirme.
Solución tan válida como la primera. También cabe que algún yo
afirme a Dios, que será Dios del yo: una manifestación más del
pensamiento humano.
Lo que no puede admitirse, y por lo tanto
"racionalmerite" o "cientfficamente" afirmarse es una simple ma­
nifestación de un yo individual condicionante de los modos y for­
mas de existencia de cada
uno de los individuos. El desarrollo,
habida cuenta que la realidad es real,
no puede ser sino el de
excluir todo lo que rebase cada conciencia individual
para entrar
en la paz de la sociedad colectiva donde sea posible la consecu-
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ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
ción de la felicidad. Este es el camino de la acción política: la que
debe conducir a
la sociedad de los hombres por la conjunción de
todas las voluntades individuales
en una sola: la Voluntad General,
que
es la voluntad de la única Substancia, Dios o Naturaleza.
De aquf se desprende lo acertado de Locke
al formular la
doctrina de la tolerancia, revistiéndola de algunos principios into­
cables,
que para hablar de modo inmanente añadiremos "según
él"; la perfecta lógica que entraña la alienación total que exige
Rousseau al individuo y todos sus derechos para hacer al hom­
bre naturalmente bueno; la necesidad
en sus derivaciones de la
República universal kantiana bajo
un solo poder que borre toda
frontera y tradición propia;
y, por supuesto, el Estado hegeliano
como encarnación real de la Idea absoluta, sobre el papel histó­
rico
en la consumación liberadora de la humanidad que corres­
ponde, también según pensaba, al pueblo gennánico.
De tales vientos, tales tempestades. Porque la naturaleza, siendo
inexorable
en su realidad real, quiere que sentados los principios se
deriven
las consecuencias, puestas las causas se produzcan sus efec­
tos, y afirmadas las premisas se desprendan sus conclusiones.
La Revolución, que no fue un rayo en noche serena, sino más
bien culminación de una larga marcha de desarrollos intelec­
tuales y egoísmos individuales y nacionales, significó a la par el
principio de la afirmación universal del Hombre.
Lo cual no hace
falta aclararlo
ni poco ni mucho: es el triunfo en lectura liberal de
la sociedad política contra la teocracia. Esto es, contra la Iglesia.
Para
una mente tan privilegiada como la de Ka.rl Marx, hoy
tras la caída del Telón más actual que nunca abandonada la para­
fernalia de la redención proletaria, esto
no podfa pasar desaper­
cibido. Para
él, hombre de la Revolución, era indudable que "la
emancipación política representa un gran progreso, y aunque no
sea la forma más alta de la emancipación humana en general, sí
es la forma más alta de
la emancipación humana dentro del
orden del mundo actual"
(14).
(14) "La cuestión judía", en MARx, Escritos de juventud, Fondo de Cultura
Económica, 1982,
pág. 471; Zur juden Frage, KARL MARx-FRmoRICH ENGEI.5, Werke, L
Institut für Marxismus-Leninismus Beim zk der sed., Berlin, 1964, pág. 356.
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
Qué deba entenderse por emancipación política lo explica el
mismo Marx: "El hombre se emancipa políticamente de la religión
cuando
la destierra del derecho público al derecho privado. La
religión ha dejado de ser el espiritu del Estado, donde el hombre
-aunque sea de un modo limitado, bajo una forma especial y
dentro de una esfera
especial-se comporta como ser genérico,
en comunidad con otros hombres; ahora, la religión se ha con­
vertido
en el espúitu de la sociedad burguesa, en el esplritu de
la esfera del egoísmo, del bellum omníum contra omnes. No es
ya la esencia de la comunidad, sino la esencia· de la diferencia.
Ha pasado a ser la expresión del divorcio entre el hombre y su
comunidad, entre
él mismo y los otros hombres, lo que origina­
riamente era. No es sino la confesión abstracta de la especial
inversión, de la chifladura privada,, de
la arbitrariedad" (15).
Hoy
en día esto es más evidente, aunque lo fue siempre. Sólo
que antes podía enturbiar la contemplación el hecho de
que la
Revolución, de hecho, se afirmara y propagara como lo
que fue
realmente, Revolución europea,
en medio y por medio de la filie
ainée de la Iglesia, Francia. Y hay que distinguir aquí dos datos,
que si el cuerpo social se conservaba cristiano,
la cabeza de tal
cuerpo y sus miembros rectores se encontraban no poco marchi­
tos, tanto poHtica, como religiosa e intelectualmente bajo la apa­
rente
grandeur, y quizá justamente por ella.
Las relaciones de los hombres desde entonces se hacen polí­
ticas. Y toda posición es poHtica.
La liberación del hombre es la
dimensión de la acción política y esenciahnente ética, que en su
praxis histórica abre las puertas del Progréso. De aquí la tarea
que jamás podrá abandonar el nuevo Estado como particular
dimensión
de la edificación poHtica y en orden a la libertad
social: la dirección de las relaciones civiles y particularmente
la
educación. ¿Cómo pensar en levantar una sociedad en la que no
quepa resquicio para resabio alguno de tutela teocrática, mientras
haya,
no decimos un centro superior, sino una simple escuela no
regentada por la Voluntad General?
(15) [bid., pág. 471; !bid., pág. 356.
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ENRIQUE RAMIERE. VIDA Y OBRA
Lo religioso no ha derogado su papel; lo tiene en su sitio que
es fuera de la sociedad política, fuera de la relación jurídica, eco­
nómica o social y laboral.
Lo religioso que pertenece al campo
del sentimiento y es posición del sujeto,
debe de quedar en el
ámbito del sentimiento y del individuo. Sin ninguna concesión a
fe o credo alguno: lo que quiere decir con aceptación de todos.
Porque es sobradamente conocido que sin la ligazón más
intima
del hombre, que es la religiosa, no puede edificarse ni tan siquie­
ra la sociedad anti-religiosa o a-religiosa. Y cabe recordar
Jo
benéfica que es al Estado la piedad de sus ciudadanos, en el pen­
samiento de Spinoza, no en cuanto al fruto según el orden de la
naturaleza sino
en cuanto a la secularización del orden polftico y
social. Porque no afectando, según lo escrito, a la razón, se
mueve en el ámbito de lo irracional. Pero si la racionalización de
la existencia humana es lo
que permite la vida política, sólo en
la medida en que ésta lo sea de derecho y de hecho será posi­
ble: esto es, cuando
la trascendencia desaparezca del ámbito de
la comunidad
en cuanto tal.
He aquí en síntesis el liberalismo. No obstante haremos una
última reflexión. Cuando la invocación política qi.iiere dominar
y domina el nacimiento, la familia y la muerte de la persona
humana, hasta determinar lo
que alegra su corazón y lo que lo
llena
de tristezas, esta afirmación política no es más que una
afirmación religiosa de signo contrario. Y en esto radica, por
encima de todo, la admiración de Ramiere a la altura de la
segunda mitad del siglo XIX, que fundando el camino en la
negación de lo real, del
fin, de la ley, de la autoridad, del cora­
zón, se quisiera conseguir como resultado el "amor" entre todos
los hombres por la República: esto es, el Estado por el que el
hombre se
autodiviniza. Sólo que la admiración de Ramiere
subía de tono, cuando todo ello se
hada prescindiendo, frente
por frente, de aquél que es en sí mismo, principio y fin, autori­
dad y ley, paz y amor: Jesucristo, revelado en la tradición y la
palabra
de la Iglesia.
• • •
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
l. En la Francia del siglo XIX.
los primeros estudios y el exilio (1821-1838)
Nace Enrique Ramiere el 10 de julio de 1821 en el seno de
una familia cristiana, en Castres, extremo m~ridional del Macizo
Central, a 71 kilómetros de Toulouse y 42 de Albi, en el departa­
mento de Tam.
Al día siguiente sus padres, Joseph Ramiere,
miembro de la judicatura, y Mélanie Guy, Jo llevaban a la iglesia
de la Platé a recibir las aguas del bautismo. Hombres
de fe, pro­
curaron vivirla y alimentarla como familia
en tomo a Cristo y en
la Iglesia.
Reinaba
por aquel entonces, pues, Luis XVIII, o quizá fuera
mejor decir la Carta.
La Restauración que tantas esperanzas había
suscitado, se encontró desde su comienzo, y en la medida que
había aceptado la herencia de 1789, con la enemistad de los ele­
mentos realistas y su aceptación como juego, merced a la Carta,
por parte de los doctrinarios. El drama de la Restauración era que
en lo que se entendía restaurar, y más allá de la mera dinastía
borbónica, se encerraba
un conjunto de ideas y esfuerzos que
fueron los que propiciaron, si no en todo, al menos en una gran
parte, el fermento revolucionario, y que se hallaban presididos
por lo galicano en las relaciones con el poder espiritual, lo jan­
senista
en la doctrina religiosa y lo absolutista en lo politico.
La elevación al trono de Carlos X no mejoró las cosas en este
sentido, lo que, dejando a
un lado una posición más activa ante
la Revolución, se observa
en las ordenanzas de 1828 contra la
Compañía de Jesús.
Se refleja en dicha legislación la situación
del momento. Con anterioridad había publicado Montlosier
Le
mémoire a consulter; donde bramaba contra el partido ultramon­
tano, conspirador contra el Trono
y el Altar, urgiendo para ello la
aplicación de la semi-cismática Declaración de
1682. Téngase en
cuenta que Montlosier era hombre perteneciente al "Anden
Régime", y que fue miembro del último Consejo Real de Luis XVI.
Lanunenais habla tomado parte en la polémica suscitada con
motivo de la discusión de leyes que afectaban a la cuestión reli­
giosa
en el dominio público. La aparición de la segunda parte de
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ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
su La Religíon considerée dans ses rapports avec J'ordre politique
hizo que el Ministerio le llevara a los tribunales,
donde la
Restauración se vio necesitada para declararle culpable
por ata­
car los principios
de la Declaración de la Iglesia de Francia de
1682, no sólo de los edictos de 1768, por los que se afirmaba su
vigencia, sino de la confinnación que arrancaba de las leyes orgá­
nicas del Concordato
de 1801 y del Decreto Imperial de 1810
fruto uno y otro de la Revolución del 89 y su Mesías, Napoleón.
Por ello ha comentado Alsina Roca en lacónica frase, que "se
tuvieron
que apoyar en las leyes de carácter galicano anteriores
a la revolución y
en la práctica napoleónica para poder condenar
a Lamennais" (16).
La preocupación de· los padres en la educación de nuestro
futuro teólogo y filósofo, y las condiciones agravadas
de la ense­
ñanza
donde el sistema napoleónico y las corrientes intelectuales
anegaban las posibilidades reales
de la libertad de conciencia,
junto
al malestar progresivo que trajo consigo el triunfo de "La
Gloriosa" de 1830, que puso a un pariente de Felipe-Igualdad en
el trono, hizo que, tras cursar Ramiere dos años -1830-31 y
1831-32-en el Seminario menor de su ciudad natal, el resto de
su primera educación lo recibiera fuera de su Patria.
A la
edad de once años deja, pues, Castres, y parte para
España, donde los jesuitas habían abierto un colegio-internado
en Pasajes (Guipúzcoa). Aquí recibirá por primera vez a Cristo el
13 de abril de 1833. Los acontecimientos revolucionarios de ese
mismo año,
con el ascenso de María Cristina al trono sobre la
punta de las bayonetas y las maniobras de palacio junto a la polí­
tica anticlerical del gobierno moderado, harán que
en 1834, en la
mañana del 14 de julio, deban embarcar para Francia los alum­
nos y rectores del colegio tras tener que abandonarlo en cuestión
de horas
por haber sido clausurado por orden real.
Será Joseph
Ramiere quien conduzca a su hijo a un nuevo
centro
para proseguir los estudios, de modo que en noviembre
· del mismo 1834 lo encontramos
en Friburgo (Suiza). Se congre-
(16) El tradicionalismo mosdflco en Espai'Ja, Barcelona, 1985, pág. 35. cf.
íntegro cap. 1, 1. 1, "Características políticas y religiosas de la Restauración".
269
Fundaci\363n Speiro

EVARISTO PALOMAR MALDONADO
gaba allí una buena porción de estudiantes, bien en régimen de
internado o como externos, buscando la formación de la Com­
pañía de Jesús, prohibida en Francia. Los estudios, sin agobios ni
premuras, se regían por la ratio studiomm, en la que destacaba
una fuerte formación humanística sin olvidar las ciencias exactas
y de la naturaleza. Cuatro años transcurrirán,
de los que los dos
últimos se dedicarán de
modo más intenso a la literatura, la filo­
sofía y la historia.
La razón estriba en que de hecho los estudios
medios de
Ramiere finalizaron en 1836, ya que las magníficas
condiciones intelectuales manifestadas desde los inicios le hicie­
ron adelantar cursos.
Con todo, parece lo más relevante de su estancia
en Friburgo
la entrada en la Congregación mariana que regia por aquel tiem­
po el P. Labonde. Entre lo que Ramiere, años más tarde, estima­
rla como bienes recibidos en su época de juventud, destacarla,
junto a
la formación recibida en estos colegios del exilio, el con­
tacto mantenido con el
P. Labonde (17). Parece que fue en la vida
de la Congregación mariana donde su temprana vocación al
sacerdocio se concretó
en la Compañía de Jesús. Ramiere guardó
siempre de todos estos años
un magnifico recuerdo, compartido
con los restantes compañeros. Ya por estas fechas, 1836, tenía
Ramiere cierta conciencia del alcance de las enseñanzas transmi­
tidas, según se revela en carta a sus padres, donde subraya:
"Religión, literatura, política incluso, en cuanto era necesario, en
(17) Charles Parra resalta la dirección espiritual del P. Labonde en la deter­
minación de Ramiel'e a entrar en la Compañía de Jesús. Cf. Le Pm'e Henrl Rami~re,
Toulouse, 1934, pág. 12. El celo espiritual de Labonde, según refiere el testimo­
nio de un compañero escolar de Ramiefe, dado tras la muerte de éste en enero
de 1884, parece haber dado frutos abundantes tanto entre futuros religiosos como
en laicos. Sería oportuno. conocer con mayor detenimiento la vida espiritual y
doctrinal de la Congregación mariana de Friburgo, dirigida por el P. Labonde, para
precisar alguno de los influjos recibidos por Ramiete y en qué medida. Téngase
presente que uno de los componentes principales de la vida espiritual de Ramiete
es su carácter mariano, y que bajo la única referencia magisterial de la definición
dogmática de la Inmaculada Concepción, Ineffabilts Deus de Pío IX de 1854,
donde se anuncia la consumación futura de un solo rebaño y un solo Pastor, se
despliega el esfuerzo impresionante de Les espérances de J'Église (1861) y la reno­
vación espléndida como medio adecuado al fm, que es el Reino consumado, de
L'Apostolat de la Priére (1861).
vo
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
todo nos muestran los errores, y nos señalan los peligros a evi­
tar; peligros tan grandes
en nuestros días y en particular en litera­
tura" (18).
2. En la Compañia de Jesús.
Los años de formación (183S-1847)
En 1838 anunciaba Ramiere a sus padres su vocac10n a la
Compañia, solicitando permiso para hacerlo directamente.
Los
proyectos de Joseph Ramiere parecian distintos, y sin oponerse a
la determinación del hijo, le pidió regresara a la casa familiar al
menos durante algún tiempo. Tras diez meses transcurridos entre
Castres y Vielmur, donde tenía
la familia alguna propiedad, pró­
ximo a los dieciocho años, el
15 de junio de 1839 ingresaba Henri
en el noviciado de la Compañia de Jesús.
Como escribe Parra "las casas de fonnación, noviciado, junio­
rado, escolasticado, son casas sin historia" (19). Hay, por lo demás,
según indicación del mismo Parra, falta de documentación respec­
to a este periodo. De hecho, del mismo
Ramiere sólo se encuen­
tran, y

a
partir de 1845, notas personales de carácter espiritual (20).
En Avignon, donde se encuentra
la casa-noviciado, permanecerá
dos años.
El 21 de junio de 1840 recibe del arzobispo de la dióce­
sis Monseñor Dupont, la tonsura y las órdenes menores; y el 15 de
junio del siguiente
año pronuncia sus primeros votos (21).
(18) [bid., pág. 11.
(19) !bid .. pág. 13.
(20) Las notas espirituales de Ramiete abarcan de 1845 a 1882. Por regla
general
son observaciones y reflexiones tomadas con ocasión de los retiros anua­
les de ocho días de duración y de ejercicios ignacíano.s. Se encuentran manuscri­
tas en el Archivo de la Compañía de Jesús de Toulouse,·bajo la signatura ERTm
55, y suman más de mil cuartillas. Un estudio de ellas y el único, excelente en su
síntesis, el de Charles Parra recogido en la obra col~ctiva Le Pere Henri Ramtere1
Toulouse, 1934, L'homme intérieur, págs. 37-63.
(21) Parra, de quien tomamos siempre los datos mientras no se consigne
fuente distinta, señala
esta última fecha en la página 13 de la obra referida, le
PITe Henrt RamiITe; pero en la página 15 de la misma obra, y tras referir una
grave enfermedad que llevó a Ramiere a redactar una promesa a San Francisco
Regls, ofrece
otra fecha, la del 17 de junio, para los primeros votos.
271
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
En Aix-en-Provence completó estudios de letras durante un
año, para partir a finales de 1842 hacia. Vals. Aquí es estudiante
de filosofía hasta octubre de 1843. Con el comienzo del curso
universitario lo hallamos
en Patis asistiendo a las aulas de la
Sorbona y estudia elocuencia (22).
Los estudios teológicos le lle­
van de nuevo a
Vals por un tiempo de tres años (1844-1847), reci­
biendo
en el curso del tercero y último, el 10 de enero, la orde­
nación sacerdotal
de manos de Monseñor Darcimoles, obispo de
Puy. Tres semanas más tarde, el 2 de febrero, a la
edad de vein­
tiséis, cantaba
en Vals su primera misa.
La segunda estancia en Vals tendrá un notable significado en
la vida de Ramiere. Por aquel entonces, y desde septiembre de
1842, ejercía las funciones de dirección espiritual
en la casa de
formación de
Vals el P. Gautrelet (23), que contaba a la sazón 35
años de edad. Este dirigía frecuentes exhortaciones a la comuni­
dad: "
... fue en una de estas pláticas, el 3 de diciembre de 1844,
festividad de san Francisco Javier, cuando tuvo la inspiración de
plantear a los futuros misioneros, insatisfechos en sus aspiracio­
nes apostólicas pese a sus trabajos en los pueblos de la comar­
ca, y
en los hospitales, cárceles y casas de beneficencia de la ciu­
dad, el Apostolado de la Oración. Ramiere y sus compañeros
recibieron con entusiasmo las ideas del
P. Gautrelet contribu­
yendo a difundirlas
en algunas comunidades religiosas de la
población y
en las parroquias vecinas en sus catequesis de los
domingos" (24). Andando el tiempo
vendria Ramiere a fecundar
y dirigir esta semilla
con una dimensión universal y profundiza­
ción teológica que alcanza a nuestros días, como más adelante
referiremos.
Hay otro aspecto, sin embargo, que los biógrafos de Ramiere
no nos han dado.a conocer y que no es menos importante: la fer-
(22) De esta época data un escrito intitulado, De J'église et des jésuites, en
réponse a Mr. Quinet. Resta manuscrito en el Archivo de Toulouse, ERTm 277.
(23) Cf.]. BURNICHON, We du Pére F, X Gautrelet. 2." ed., París, 1896, 352 págs.
(24) GARCÍA DE POLAYIEJA, F. J., "En el centenario de la muerte del Padre
Ramiere", en Cristiandad, 628-631 (1983), pág. 140.
272
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ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
mación intelectual (25). Ramiere se inscribe como uno de los que
han contribuido a la restauración de la filosoña y teología esco­
lástica. Particularmente, respecto a Francia es el representante de
la neoescolástica más declarado, y cuyo influjo es insospechado
habida cuenta que,
en mi opinión, pueden destacarse tres fren­
tes
en su actuación:
l. La del profesor; pues regenta plaza como tal de 1847 a
1884
en disciplinas teológicas, filosóficas y jurídicas,
transcurriendo directamente los primeros treinta años
en
la formación de futuros jesuitas, salvo intervalos como el
de la tercera probación
en 1854, la estancia en Roma en
1870 y en Lyon, 1871-75.
2. La del investigador y escritor, que aparece desde 1857 en
las revistas especializadas que cultivan las ciencias teoló­
gica, filosófica y social
en sentido amplio, y se da a cono­
cer a través de sus obras al público culto urgiendo
una
filosofia tomista aunque abierta, y sometiendo a profunda
crítica las corrientes dominantes
en el pensamiento católi­
co del ontologismo y del tradicionalismo, al mismo tiem­
po que discute las bases de la nueva sociedad política.
3. La del insigne apóstol y teólogo que sacude la vida espi­
ritual y doctrinal de Francia, rompiendo las mismas fron-
(25) Vallin en su trabajo RAMIERE, Dicttonnaire de Spiritualité, 1987, col. 63,
da alguna indicación que no entra en materia y nos plantea alguna dificultad.
Menciona a Foumier,
pero Fournier profesa una fllosof'ia ontologista, aunQlle
matizada. Ramiere es realista en la más clara línea de la tradición escolástica.
Además,
según indica el mismo Vallin, Foumier estuvo en Friburgo hasta el curso
de 1835-36. La formación filosófica de Ramiete es posterior a estas fechas. Por lo
demás, lo que se trataría de conocer es quien pone, o a través de quien se pone
Ramiere en contacto con los grandes maestros escolásticos. También menciona
Vallin a Freudenfeld como profesor de historia ... La dificultad vendría señalada
en el sentido de que se nos antoja extraño un magisterio propiamente dicho en
que el aprendiz no tenga a gala citar tan siquiera una vez a su profesor. La única
referencia que conocemos a Freudenfeld se halla en un conjunto de páginas en
inglés que se conservan bajo dicho nombre en el Archivo de Toulouse bajo la sig­
natura ERTm-402.
273
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
teras, por medio de L'Apostolat de la Príére (1861) y Les
espérances de
J'Église (1861), renovando la obra de 1844
para llevarla
al Corazón de Cristo y dándole un órgano
propio de comunicación
en Le Messager du Cúur de Jésus
(1861), a través del cual populariza el mensaje evangéli­
co de la
divinización del cristiano y la esperanza del
Reino mesiánico
que ha de establecerse en este mundo,
restaurando todas las cosas, así las del
delo como las de
la tierra. En este sentido, la urgencia
por el Reino llama­
ba a deslindar realidades, no a negarlas ni a escindidas,
sino para afirmándolas según su ser, ordenarlas a su fin,
el Verbo encarnado. Lo natural y lo sobrenatural, la razón
y la
fe, lo temporal y lo espiritual, sin dialécticas y sin
confusión, encontraba
ahí su sitio, en el Reinado social
del Corazón de Cristo.
Por nuestra parte, también sin exageración ni deformación1
según seftalara Dudon (26), nos parece ver en este enorme
esfuerzo apostólico e intelectual
uno de los mayores componen­
tes que
ha contribuido, más allá de la corriente misma restaura­
dora de la filosofía y teología cristianas, a la dimensión y actitud
de la vida de la Iglesia
en el siglo xx, y que en su última etapa
se prepara a cubrir el tercer milenio.
De aquí
la importancia de investigar con más profundidad la
vida de nuestro personaje en estos aftos. Lo que podemos sefta­
lar es
que en torno a la década de los cuarenta la presencia onto­
logista es más que acusada
en las casas de formación de la
Compañía
en Francia, como también lo es en la mayor parte de
los centros eclesiásticos, fruto de la herencia cartesiana y de
Malebranche, y
que con el tiempo irá creciendo hasta el límite
con el último cuarto de siglo. Si, en un s·entido general, ha subra­
yado este dominio creciente Foucher
en su La philosophie catho­
lique en France
au XIX" siede avant la renaissance thomiste et
dans son rapport avec
elle, 1800-1880 (27), Fonck lo destaca al
274
(26) Cf. texto al comienzo.
(ZT) Paris, 1955.
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ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
dedicar el punto 18 de los 19 totales a la presencia del ontolo­
gismo
en la Compañía de Jesús, recogiendo el testimonio de Moig­
no, y que verifica
con el estudio de Burnichon, La Compagnie de
Jésus en France. Historie
d'un siede, 1814-1914 (28), del que cita
las siguientes palabras:
" .. .la mayor parte de los jesuitas de París,
los más destacados por· su inteligencia, se habían dejado seducir
por la perspectiva ontologista, y su espíritu permanecía bajo su
encanto (incluso tras la sentencia del Santo Oficio). Como
deáa
el P. Matignon, y él mismo no estuvo exento de todo reproche en
esta cuestión, «una adhesión más o menos consciente a principios
claramente proscritos se habia aliado con los más verdaderos
sentimientos de sumisión a la autoridad eclesiástica«" (29)
Fonck subraya,
no obstante, una posible contradicción de
Burnichon
en el análisis de las proposiciones ontologistas con­
denadas
en Roma, y su recepción en Francia: según este análisis,
que menciona Romeyer en su trabajo, pero sin pronunciarse (30),
Burnichon precisaba que el objeto de la condena era, más que
los ontologistas católicos, los panteístas alemanes. Pero para
Fonck, si esto fuera así se hace difícil la explicación que el mismo
Burnichon da, porque: " ... ¿cómo
-los ontologistas--- habrian
sabido
que su doctrina filosófica ,no tenía las preferencias de la
Iglesia» si no que en cuanto «que no se sentían en contradicción
con ella«, ellos «no podían decir sin embargo que aceptaran su
voz?«", citando aquí Fonck al mismo Burnichon (31).
Mayor importancia, o
por lo menos semejante, encierra la de
conocer las corrientes escriturísticas, y el desarrollo que han
podido tener en Francia y en la Compañía de Jesús los autores
conocidos
por milenaristas. Dos de los más conocidos, Vieyra y
Lacunza, los
ha tratado Ramiere de forma asidua, y ambos son
jesuitas. ¿Cómo llega a conocerlos nuestro estudioso? ¿Quién se
los presenta? A
Ramiere no le es desconocido ninguno de entre
los sobresalientes.
El mismo impulso de vuelta a las fuentes
(28) 4 vol,., París, 1914-1922.
(29) Ontologtsme, Dtctiortnaire de 'Jñdologie Catholique, t. XI, col. 1025 y sigs.
(30) Cf. RoMEYER, BL., en I.e Ptre Henri Ramiére, Toulouse, 1934, págs. 179
y 180.
(31) Cf. Ontologtsme, Dtcttonnalre de Th~o/ogie Catholique, t. 11, col. 1027.
Z/5
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
patrísticas pone de relieve la antigua doctrina en la edición de las
primeras obras cristianas, desde el siglo II
en adelante y sin fisu­
ra hasta el siglo
v. Ligado a los estudios filosóficos y teológicos
se encuentran los relativos a la historia, cuya ciencia va a funda­
mentar sólidamente hasta darle nombre propio como Teología
de
la Historia.
Terminada su formación
en el curso 1846-47, Ramiere se dis­
ponía, como tantos de sus compañeros, a partir para las misio­
nes. El centro de Vals era un auténtico semillero y con plena
libertad de destino. Sería designado al final del
año escolar para
la misión de la Compañía en América del Norte, en los Estados
Unidos. A este objeto, debía partir para Gran Bretaña de cara a
aprender la lengua (32).
3. Profesorado y primeros escritos (1847-1860)
Stonyhurst, en el país de Gales, retuvo al P. Ramiere durante
tres años (1847-1850). En
el college que regentaba la Compañía
impartirá sus primeras clases de filosofia;
en concreto, metafisica
y después ética.
Su mismo impulso le animará en el ejercicio de
cura
en una parroquia. en los alrededores de Stonyhurst. El domi­
nio de la lengua pareció adquirirlo, ya que llegó a atraer
no sólo
a sus parroquianos granjeros sino auditorios de ciudades próxi­
mas como Liverpool, Presten y Wigan, hasta el punto de ser
anunciados en la prensa sus sermones.
En septiembre de 1850 se le ordena pasar de Stonyhurst al
escolasticado de
St. Beuno's College, para enseñar teología. Pero
ya circulaba el rumor de su próximo traslado a Vals. En efecto, la
mañana del
15 de octubre de este mismo año abandonaba
Holywell
en el extremo noroeste de Gales, para encontrarse el 21
en su destino. De esta época se conservan algunos escritos, ser­
mones
en su conjunto; pero principalmente el P. Ramiere con-.
(32) Parra menciona América del Norte, sin más, en Le Pere Henrt Ramtere,
Toulouse, 1934, pág. 16. La referencia a los Estados Unidos la da Vallin, RAMIERE,
HBNRI, Dlctionnalre de Spiritualité, 1987, col. 64.
276
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ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
servó un particular interés por las cuestiones inglesas, en materia
religiosa el anglicanismo
y la vivencia del movimiento de Oxford
que se revelará más tarde
en la atención explícita de la misma en
sus escritos y la misma correspondencia con figuras de la vida
eclesiástica
en la que no faltan Newman y Wiseman, y en mate­
ria política la experiencia
de los tres años se manifestará en las
exposiciones acerca tanto del liberalismo como
de la tradición
social
de los pueblos cristianos (33).
En
Vals permanece como profesor de teología desde 1850 a
1859, salvo el
año de 1854 en que lleva a cabo la tradicional ter­
cera probación
de los jesuitas, a modo de año sabático dedicado
al ejercicio espiritual. En 1859 retoma la enseñanza de la filoso­
fia hasta 1863 (34). Con el profesorado asumirá funciones de pre­
fecto
de estudios y consultor.
En esta etapa
de Vals ve la luz la primera contribución filo­
sófica
y teológica de Ramiere. Aunque respecto a las grandes
cuestiones los escritos restan manuscritos o litografiados, y o se
han perdido o permanecen inéditos, nuestro autor comenzará a
publicar hacia 1856. Estos años son de maduración intelectual, de
profunda reflexión y observación, y de lecturas amplias. Resulta
curioso observar en este sentido su correspondencia parca en
exceso por comparación con la que se desarrolla a partir de 1861.
Pero sin esta aparente falta
de producción sería del todo imposi­
ble entender justamente la vastísima producción a partir del
mismo 1861, en que las obras y empresas comienzan a suceder-
(33) Para los escritos, cf. AT-ERTm 302; para la correspondencia, cf. AT­
ERTm 91; en este mismo texto, 4. in fine, el anglicanismo y el movimiento de
Oxford; en el cap. VII de nuestro trabajo doctoral, 1 in fine, sobre el liberalismo
anglosajón.
Años más tarde, en 1863, volverla Ramiffe a Stonyhurst para predicar
unos ejercicios espirituales; las conferencias de estos ejercicios se conservan en
AT-ERTm 303.
(34)
Parra señala como fecha de la vuelta al magisterio filos6fico 1860, mien­
tras que Romeyer da el año de 1859. Como el mismo Parra escribe 1859 como
t1ltimo año de su profesorado teológico en esta época, damos con Romeyer el año
de 1859 como inicio de la enseñanza filosófica en Vals. Por lo demás, Romeyer
precisa
las fechas de composición litografiada de algunos de sus tratados filosófi­
cos;
asi con fecha 1859-60 se encuentra un tratado de antropología. Cf. respecti­
vamente
en la obra colectiva Le Pere Henri Ramiére, Toulouse, 1934, pág. 20 y 158.
277
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
se. Con todo, un hecho llamó poderosamente la atención de
Ramiere y que tendrá especial significación en su vida y doctri­
na: nos referimos al acto de definición dogmática de
la Inma­
culada Concepción
por Pio IX en 1854. En la bula definitoria, y
cruzando el medio siglo conocido como
la época de la plasma­
ción
de la revolución politica y que iniciaba el desarrollo prácti­
co de la doctrina marxista,
Pio IX en un espiritu radicalmente
sobrenatural levantaba universalmente
una bandera de esperan­
za para los cristianos y el
mundo en la bula Ineffabilis Deus-. "Nos
esforzamos con certísima esperanza y firme confianza en creer
que la beatísima Virgen querrá lograr con su patrocinio, que la
Santa Madre Iglesia, superadas todas las dificultades y disipados
todos los errores,
en todas partes y entre todas las gentes, y vuel­
tos todos los equivocados al camino de la verdad, se forme
un
sólo redil bajo el único Pastor" (35).
El mismo día de la definición dogmática, hacía Ramiere un
acto de consagración a Cristo, por medio de María; consagración
que renovarla en 1878, añadiendo a su sentido enteramente pau­
lino la influencia del ya bienaventurado Grignion de Montfort,
aquel incansable apóstol
de la Bretaña francesa en el XVII que
enseña como núcleo de su doctrina el Reino futuro de Cristo en
la historia y ante cuya predicación se estrellarla la Revolución de
1789
en La Vendée en uno de los episodios más impresionantes
y conmovedores de afirmación social cristiana (36).
(35) Recoge Ramiefe estas palabras, todas ellas traoocritas en mayúscula, en
el texto de Les esp&ances de l'Égllse. Cf. pág. XII, de la 2.ª éd., Paris-Bruxelles, 1867.
(36) Ramiel'e habla del en nuestros días ya Canonizado Luis María Grignion
de Montfort en su introducción al comentario de los principales textos de la
Escritura en los que se recoge la esperanza del triunfo universal de la Iglesia; cf.
"Le triomphe de Jésus-Christ et de son Égli.se sur la terre annoncé dans les sain­
tes Étritures et préparé par les év-e11ements présents", f> 7-10.-(AT-ERTm 268. Este
texto inédito
lo publicamos en nuestro trabajo doctoral El pensamiento político de
Henri Ramibre como Anexo ITI, junto con su traducción española). En estos
folios,
la alusión a Grignion de Montfort de manos de Monseñor Mercurelli, abo­
gado en el proceso canónico de aprobación de virtudes, y a la sazón secretario
de Pío IX, era un argumento a favor de su tesis intrahistórica, y por lo tanto con­
tra los que llevaban la esperanza teologal sólo a la vida eterna. La fórmula de con­
sagración de 1878 puede leerse en Parra, Cf. Le Pere Henri Rami~e, Toulouse,
1934, pág. 51-52.
278
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ENRIQUE RAMIERE. VIDA Y OBRA
En cuanto a los trabajos y como manuscritos, en 1852, Dis­
sertatio de idea Dei
omniumque universaiium idearum rationali
(76 págs.); en 1853, Tractatus de actihus humanis (176 págs.);
Tractatus de poenitentia (16o págs.); Tractatus de Matrimonio
(150 págs.); Dissertatio de matrimonii flntbus et natura (42 págs.);
en 1854, Dissertatio de consilio et flnibus lncarnationis (88 págs.);
Dissertatio de modo qua Verbum Dei cum humana natura hypos­
taticae
unitur ( 40 págs.); en 1855, Compendium Instituti Socte­
tatis Iesu Praepositorum Generaiium responsts et gravissimorum
auctorum sententiis ilustratum
(en la redacción de 1880 consta
de 475 págs.; se dieron a
la imprenta en 1896); en 1857, Synopsis
Tractatus de Deo Creatore
(76 págs.); en 1858, Tractatus de
Sanctissima Trinitate
(161 págs.), con un apéndice De Divinae
Trinitate mysterio prout christianae pietatis supremum objectum
est
(39 págs.); Tractatus de Incarnatione (200 págs.); en 1859-60,
Philosophiae pars prima. Anthropologia (436 págs.), t. II (403-34
págs.);
en 1860-61, Philosophiae pars IIJ. Moralis ... (228 págs.),
... pars altera. De Deo (248 págs.), Tractatus de Jure Civili et
Politico (212 págs.); Philosophia theologiae famulans, seu Jnstitu­
tiones philosophiae
ad usum theologiae candidatorum accommo­
datae
(tres volúmenes de 461, 476 y 400 págs. respectivamente).
He aquí, pues, los manuscritos que casi
en su totalidad res­
tan inéditos o
aún no localizados o simplemente perdidos, según
se indicó (37).
Ya en 1934 aparecían algunos comentarios acerca
de algunos de estos trabajos, tan significativos
y valiosos en lo
que por nuestra parte los hemos podido conocer. Romeyer hacía
referencia al primero de todos,
con data de 1852, de carácter
estrictamente filosófico y
en el que destaca la matriz realista (38).
(31) Los manuscritos litografiados de filosofia moral y de fdosof'ia política los
damos a conocer en nuestro trabajo doctoral, cf. Anexo l. No han recibido nin­
gún comentario
hast.a ahora, aunque por nuestra parte nos centramos en su filo­
sof'ia política.
(38) Cf. Le Pére Henri Ramiere, Toulouse, 1934, pág. 157, donde escribe:
"cómo,
sin caer en el ontologismo, la necesidad de nuestros pensamientos y la pre­
sencia en nosotros de la idea de inf111ito se encuentran debidamente explicadas por
la teoría tomista de la abstracción, lo elucidaba el Padre Ramh~re en este inédito.
Teoría en la que, según él, Santo Tomás desarrolla el ejemplarismo agustiniano".
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
Lo temprano, comparativamente, de la fecha llama la atención,
habida cuenta que
si La Civilta aparece en 1850, su afirmación
tomista
no se declara hasta 1853 en que fallece el General
Roothan.
El primer trabajo que ve la luz de la imprenta es curiosa­
mente
un escrito dedicado a los socios del Apostolado de la
Oración.
Se trata de un folleto de 32 páginas editado en
Clermont-Ferrand en 1856, y que lleva por título Le Rosaire des
ÉiITles zélées, offert aux associés du Rosaire vivant et de l'Apostolat
de la Friere, siendo su contenido relativo a prácticas espirituales.
Al año siguiente, 1857, publicaba en Études su primer artículo
filosófico,
"Du procédé dialectique". Apareciendo en 1858, tam­
bién en Études, un estudio que para la fecha revelaba pública­
mente la posición teológica
y filosófica de Ramiere, De la théolo­
gie scolastique.
En él se hacía no sólo una defensa, sino una ala­
banza
de la Escolástica, y una propuesta de retomo a ella para
atender las necesidades del mundo contemporáneo. Ambos tra­
bajos
-y en pleno reinado del ontologismo-no tuvieron mala
acogida, editándose aparte
en forma de opúsculo. Años más
tarde,
1880, se volvería a editar el segundo de los estudios men­
cionados. En el prólogo de
la reedición escribió las siguientes
palabras que nos permiten conocer la situación de los años cin­
cuenta, y su razón última: "Las siguientes páginas fueron escritas
hace más de veinte años, cuando la doctrina escolástica estaba
lejos de volver a disfrutar en las escuelas la autoridad de la que
había sido despojada, desde hace dos siglos, por la invasión del
cartesianismo. En aquella época era necesario un cierto valor
para osar proclamar que la primera condición del progreso, en
teología y filosofia, era el retomo a la enseñanza de santo Tomás
y los grandes Doctores
de la edad media. Aquel que, frente al
ontologismo dueño de las más ilustres cátedras, osara emitir aser­
to tan audaz, debía resignarse a ser públicamente denunciado
como
un sensualista. Entonces, en efecto, era cosa aceptada que
la escuela católi~a, al tomar durante varios siglos por su principal
guia a santo Tomás, se había perdido con él en los bajos fondos
del sensualismo, y no se había elevado de ·su decaimiento más
que por el iniciador inconsciente de
la revolución racionalista. Al
280
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
rechazar la obra funesta de la escolástica, que había sustituido a
san Agustín
por la metafísica de Aristóteles, Descartes había teni­
do, pensaban, la misión divina de llevar a la Iglesia católica la
verdadera filosofía cristiana" (39).
Siguieron
en 1859 dos obras extensas de caracter espiritual,
una dedicada a los religiosos, Le directoire du religteux, ou
recueil des princtpaux moyens de sanctlftcatton a J'usage des per­
sonnes appelées
a la vte reltgteuse ( 40), y otra a la santificación de
la vida
de los laicos, Le directoire du chrétlen ou recueil des prin­
ctpaux moyens de sanctlftcatlon a J'usage des personnes appelées
a vtvre dans Je monde (41). La acogida que obtuvieron se podrá
observar en el hecho de que, a la altura de 1879, verian la luz
respectivamente su quinta edición.
4.
L 'Aposto/al de la Priere y Les espérances
(1861-1869)
Los años de Vals destacarán por encima de todo por los acon­
tecimientos de 1861. En efecto,
en este año daba a la prensa dos
obras de estrecha relación
y aparecía un pequeño boletín. Las
obras eran L 'Apostolat de la Priere, sainte ligue de cúurs chrétlens
unís
au Coeur de Jésus pour Je triomphe de l'Égiise et la salut des
ames (42) y Les espérances de J"Église (43). En la segunda recogía,
en su segunda parte, el contenido de una obra aparecida en este
mismo año,
L 'Église et la civtlisation moderne. (44). El boletín no
era sino el después popular Le Messager du Coeur de Jésus, que
apareáa de manos de Ramiére como órgano de la asociación.
Pero retrocedamos algo
en el tiempo, antes de exponer en forma
breve su contenido y vislumbrar su alcance inmediato en la
Francia de su tiempo.
(39) De la Th~ologie scolasti.que, 2.ª ed., Toulouse-Paris, 1880.
(40) Lyon, 1859, XVI-296 págs.
(41) Lyon,
1859, XII-309 págs.
(42)
Lyon-Paris, LXXXf-407 págs.
( 43) Lyon, xxvtll-758
págs.
( 44) Le Puy, XX-434 págs.
281
Fundaci\363n Speiro

EVARISTO PALOMAR MALDONADO
Como quedó indicado, Ramiere estaba presente en la plática
de Gautrelet del 3 de diciembre. de 1844 de la que surgiría el pri­
mer Apostolado de la Oración.
La nueva asociación tuvo una cier­
ta expansión,
principalmente entre comunidades religiosas. En
1846 publicaba Gautrelet una obra, L 'Apostolat de la Friere, donde
exponía su fundamento
teológico; siendo aprobada la asociación
en 1847 por el General de la Compañía de Jesús, obtenía en 1849
las primeras indulgencias de Pio
IX, tras haber recibido previa­
mente la aprobación del obispo de
Puy, Monseñor Darcimoles. A
partir de
1852 circulaba entre los miembros de la asociación una
correspondencia trimestral. El regreso de Ramiere a Vals en 1850
estrechó la relación con Gautrelet. De hecho, dicha correspon­
dencia sobre el desarrollo de la evangelización
en tierras de
misión la había iniciado
Ramiere. En 1855 recibía Gautrelet el
nombramiento de superior de
la residencia de la Compañía en
Lyon. La asociación, a lo largo de los años transcurridos, si no
habla muerto, languidecia. Fue entonces cuando el primer inspi­
rador le propuso a nuestro personaje el hacerse cargo de la direc­
ción.
Ya vimos como su primera obra impresa se dedicó a los
miembros de esta asociación. Pero
el mismo Gautrelet le encargó
rehacer el libro que él había publicado
en 1846. Ramiere refundía
la obra de Gautrelet
en 1860, en que aparecieron dos ediciones.
Sin embargo, en 1861 y con idéntico título al de las ediciones de
1860 vio la luz una obra por completo nueva. La dirección que
Ramiere tomó entre sus manos en 1855 le acompañará, y será su
misma alma, hasta el día de su muerte en 1884.
El mismo Gautrelet, ya como provincial de L yon, comentará
con elogio
este cambio de timón y sus consecuencias: "En los
quince primeros años de su existencia, de
1846 a 1861, la Asocia­
ción del Apostolado, bendecida y alentada
por Pio IX, favorable­
mente acogida
por las personas más señaladas, no tuvo sin
embargo expansión más allá de cierto número de comunidades
religiosas, que no contentas con abrazar su práctica se hicieron
propagadoras de la idea de la que era expresión y fórmula. Se
sostenía, pero apenas progresaba, e incluso en algún 1nomento
se temió por ella que sufriera la misma suerte de tantas obras de
este género, que, tras haber lanzado un destello pasajero, 282
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE RAMIERE. VIDA Y OBRA
parecen pronto restando en el olvido. ¿Qué le faltaba, pues, a esta
asociación para tomar
un mayor vuelo? Le faltaba una demostra­
ción más completa de la verdad
que le sirve de fundamento y que
hiciera comprender su título; le faltaba una organización más
práctica
y fuerte; le faltaba, por último, una dirección más vigoro­
sa
y permanente. El reverendo Padre Ramiere, por su celo activo
y perseverante, y por la excelente obra que bajo el título L 'Apos­
tolat de la Prlére encierra una expresión sólida y luminosa de la
doctrina católica sobre la naturaleza y
el poder de la oración, ha
provisto perfectamente a todas estas necesidades" (45).
El nuevo libro tomaba un lugar propio en las bibliotecas fran­
cesas, dando lugar a
una tremenda sacudida espiritual. Estaba lla­
mado a una profunda influencia en la vida de toda la Iglesia ( 46).
(45) Avant-propos, L 'Apostolat de la Priere, ed. 1874. Citado por Parra en la
obra colectiva Le P~e Henri Ramiere, Toulouse, 1934, págs. 70-71.
(46)
De este modo lo comentaba en 1951 la revista barcelonesa Cristiandad,
173 (1951), pág. 245: "En la encíclica Mystici Corporis ChristJ., Pío XII señala entre
las causas de la nueva luz que ha recibido en los tiempos modernos esta doctri­
na del Cuerpo místico, -el culto más intenso al corazón de Jesús, de que hoy nos
gozamos•. El P. Sebastián Tromp S. l., en la edición publicada por ·Textus et docu­
menta• de la Universidad gregoriana, comentando esta afirmación del Papa, cita
entre cuatro obras acerca de este punto los dos libros del P. Ramiete: El
Apostolado de la Oración y El Corazón de Jesús y la divinización del cristiano. El
P. Ramiere es, pues, indiscutiblemente uno de los primeros y más consecuentes
apóstoles de esta doctrina en los tiempos recientes; y uno de los más eficaces
impulsores
de su popularidad. El argumento verdaderamente genial desarrollado
en la Introducción de esta obra contiene la misma doctrina que Pío XII expone
en varios pasajes de dicha encíclica en la que, como es sabido, recomienda el
Papa el Apostolado de la Oración precisamente como medio eficacísimo para
vivir la unión de las oraciones y sacrificios del cristiano al mérito redentor del
sacrificio
de Cristo. Citamos dos párrafos de la encíclica que contienen el pensa­
miento mismo que impulsó al P. Rami~: «Misterio verdaderamente tremendo y
que jamás se meditará bastante: que la salvación de muchos dependa de las ora­
ciones
y voluntarias mortificaciones de los miembros del Cuerpo místico de
Jesucristo•. •Si muchos, por desgracia, viven aón alejados de la verdad católica y
no se someten gustosos al impulso de la gracia divina, se debe a que ni ellos ni
los fieles dirigen a Dios oraciones fervorosas
por esta intención. Nos, por consi­
guiente, exhortamos
una y otra vez a todos a que, inflamados en amor a la Iglesia,
a ejemplo
del divino Redentor, eleven continuamente estas plegarias»". Cf. TROMP,
S. lmpensJor dentque sacratissimi Cordis Jesu cultus. Textus et documenta. Unive­
rsidad Gregoriana. Roma.
283
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
En la intención de Ramiere el Apostolado de la Oración es una
asociación que, a través de una oración por completo nuclear, se
destinaba a vivificar toda la Iglesia como alma de cualquier obra
apostólica y
en cualesquiera cometidos. Esta oración tan particu­
lar
no era sino la incorporación a la oración misma de Cristo por
la cual éste hace de su misma vida un acto de oblación infinita al
Padre. El punto de arranque de esta donación del Hombre-Dios
al Amor primero era su mismo Corazón.
Así el P. Ramiere impo­
rúa una sola obligación a los miembros del Apostolado de la
Oración: el ofrecimiento diario
por el que uniéndose mística,
pero realmente a Cristo, se ofrecía a la gloria
de Dios y el adve­
nimiento del Reino
de Cristo. Este pequeño acto cotidiano, im­
perceptible e incluso anodino, llevaba
en sí lo que en nuestro
siglo podría decirse como
una especie de carga nuclear. Desde
una brevísima fórmula, llena de sentido sobrenatural, quedaban
elevados todos los actos del hombre. Una
c,onsecuencia eviden­
te era armonizar el pensamiento y los sentimientos con el pensa­
miento y los sentimientos del Evangelio. Pero
no únicamente en
la vida "privada", sino también y lógicamente en la vida "públi­
ca". Lo cual cori ser de sentido común no parecía ser común­
mente percibido. De aquí también una política y una acción
social,
que con serlo y según lo exigía el orden de la naturaleza
de las cosas,
terúa su inspiración sobrenatural. Conexión relati­
vamente insospechada ... Jamás,
en el pensamiento de Ramiere,
se podría escindir el Apostolado de la Oración de la necesaria
dimensión social de toda vida cristiana, como tiene una dimen­
sión social la soberarúa universal de Jesucristo.
El Apostolado de la Oración., en la concepción genuina de
Ramiére, venía a insistir en dos realidad~s, la divinización del
cristiano por la gracia y el pueblo de Dios que carnina hacia la
consumación del Reino mesiánico. De modo que se presentaba,
evidentemente, con un carácter a la vez de fin y de medio.
Porque no se trataba únicamente de la santificación individual,
como perfección del hombre "solo", sino de la santificación del
nombre de Dios1 así en la tierra como en el cielo, por la entera
humanidad en la glorificación, por la vida de las naciones, del
Verbo de la Vida,
por quien existen los tiempos y a cuyo Reino
284
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ENRIQUE KAMIÉRE. VIDA Y OBRA
se ordenan todas las edades de la historia, según enseñó el após­
tol, "en orden a su realización
en la plenitud de los tiempos, de
recapitular en Cristo todas las cosas, las de los cielos y las de la
tierra"
(Efesios 1, 10), lo que exige la edificación de la sociedad
de los hombres según la voluntad divina, porque de otro modo
se cae
en el absurdo de dos conciencias y dos existencias. Pero
Cristo es sólo uno, y
no admite ni división ni partición.
La expresión nítida del fin a alcanzar surgía fuerte y pujante
en las páginas de Ramiere. De hecho El Apostolado de la Ora­
dón, al que el mismo Ramiere añadía las palabras Santa liga de
corazones cristianos unidos
al Corazón de Jesús para el triunfo de
la Iglesia
y la salvación de las almas, adoptó como lema la segun­
da petición del padrenuestro:
ADVENIAT REGNUM TUUM. El Reino es
el tema central del mensaje de Cristo, y a él se refiere como
núcleo toda la entera
Escritura. El problema no radicaba ni radi­
ca tanto en esto como en entender su contenido y dimensión his­
tórica. Respecto a lo segundo, la segunda de las obras mencio­
nadas, Les espérances de f'Église, estaba dedicada a presentar al
gran público las leyes y el fin de la historia, desde el impacto que
había supuesto la secularización polftica y social de la Revolución
francesa
en la conciencia cristiana. La razón metafísica y la fe teo­
logal coinciden
en afirmar la gloria de Dios como fin de todo lo
creado, siendo del todo contrario al amor divino que aquel
por
quien todo ha sido creado, su Hijo Unigénito, no sea glorificado
en la creación en su existencia histórica por el conjunto de los
pueblos. Por lo demás, las ideas modernas,
en lo que tienen
auténticamente de progreso,
lo habían tomado del esquema cris­
tiano: la libertad, igualdad y fraternidad
de los hombres sólo
serán posibles, como trágicamente lo confirma
una experiencia
ya más
que secular, cuando el Evangelio de Cristo presida la coti­
dianidad de los individuos y las sociedades llegando a ser
una
sola sociedad universal de hombres divinizados en la Iglesia.
Esperanza que anuncia la Escritura, tanto del Antiguo como del
Nuevo Testamento, y
que se infiere de la acción armónica de la
Providencia,
que guarda en todo justa proporción, de modo que
la vida, muerte y resurrección de Cristo mostrando un cerrado
paralelismo con la existencia del pueblo de Israel, no lo muestra
285
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
menos con el nuevo y definitivo pueblo de Dios, siendo as! que
los discípulos no son menos que su Maestro en cuanto a la nega­
ción y la muerte, tampoco lo son menos en cuanto a la afirma­
ción y su glorificación tras la resurrección.
La conexión entre las dos obras referidas, sobre los mismos
textos de Ramiere, fue recordada
por el que fuera ilustre cate­
drático de
metaffsica de la Universidad de Barcelona, Jaime Bofill:
"Las esperanzas de la Iglesia es una obra rigurosamente comple­
mentaria de El Apostolado de la Oración. Dice el P. Ramiere en
su introducción a la primera: • ... en una obra titulada El Aposto­
lado de
la Oración hemos indicado ya el medio más universal y
eficaz de realizar las esperanzas de la Iglesia y de acelerar la
salud del mundo. Remitimos a este opúsculo a aquellos
de nues­
tros lectores impacientes de conocer en concreto lo que tienen
que hacer para cooperar, en la medida de su poder, a esta magna
empresa ... Estas dos obras se complementan mutuamente:
una
indica el objetivo a que podemos aspirar; la otra traza el camino
que debe conducimos a él; el segundo dirige la acción; el pri­
mero estimula nuestro valor.
¿Cuál de ambos resultados es de
mayor utilidad práctica? No sabr!amos decirlo.
Sin duda la ora­
ción
es un gran deber, demasiado olvidado en nuestro siglo; pero
la esperanza es
un gran deber también, y dudamos que se cum­
pla mejor hoy de lo
que se cumple la plegaria. Si ésta es el prin­
cipio de todas las gracias, la esperanza es el móvil de la plegaria
misma. Un soldado sin esperanza es
un soldado desalentado: mas
entonces,
¿de qué le servirán las armas por poderosas que sean?•".
Y continúa Bofill declarando lo esencial de la asociación del
Apostolado de la Oración: "Quien reflexione sobre el pensamien­
to e intentos del
P. Ramiere, echará de ver que la naturaleza de
dicha asociación
no seria adecuadamente comprendida, si uno se
limitara a considerarla como
una asociación dedicada a la ora­
ción; o a fomentar el espfritu de oración; o, incluso una forma de
oración: la que se realiza
en unión expresa al Corazón de Cristo,
fuente
de la caridad, y en cuya devoción se condensa •la religión
entera,. Quien
aqw se detuviere, en efecto, olvidará lo que el
propio P. Ramiere acaba de llamar los móviles de la plegaria
misma. Ahora bien, este móvil es
un móvil apostólico desde la
286
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ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
primera iniciación del Apostolado por el P. Gautrelet; ya que éste
propuso a sus discípulos suplir
por la oración un trabajo misio­
nal
que no les era materiahnente posible. Pero la finalidad última
de todo apostolado y
·misión• de la Iglesia es el Reino universal
de Cristo
en el mundo, como anticipo de su Reino en el cielo" (47).
Las palabras precisas de Bofill ponen de relieve la intención
genuina del
P. Ramiere en la misión del Apostolado al darle como
lema el mismo núcleo de su oración, según se adelantó,
adventat
regnum tuum.
Porque lo que es necesario aclarar es, primero,
que este Reino es universal
en su destino y alcance, no siéndole
nada ajeno; segundo, que siendo el Reino sobrenatural1 informa
todo lo natural; tercero, que se constituye como fin absoluto y
propio de la Iglesia
en orden a restaurar todas las cosas en Cristo;
cuarto, que su vida es la gracia
que arranca del Espíritu; quinto,
que tiende a establecerse como Reino de amor, paz y justicia;
sexto,
que lógicamente el medio que a él se ordena ha de ser
sobrenatural, y éste es la oración de unión al Corazón de Cristo;
séptimo, que
por lo mismo que se ha declarado nada quita al
orden natural, sino todo lo contrario, se ayuda de los mismos
medios naturales y en su debida proporción. Resulta obvio, en
este sentido, que no sólo no se resiente de la acción política y
social, sino que éstas, tan importantes como lo sea el mismo bien
humano, recibirán de su orientación sobrenatural su mayor
empuje en cuanto se ordenen, sin confusiones y también sin esci­
siones,
al Reino de Cristo, y por Jo tanto a una efectiva ordena­
ción social cristiana
en la que la persona sea medida por su regla,
esto es,
por Dios.
Justamente
por ello, y atendidas las modernas condiciones de
existencia,
Rarniere acudió a uno de los medios más poderosos y
fecundos para actuar sobre la opinión pública y procurar la for­
mación apostólica de los entendimientos y de las voluntades. En
enero de
1861 veía la luz el primer número del Messager du
Coeur de Jésus, "bulletin mensuel de l'Apostolat de la Friere, sous
la diréction du Révérend Pere H. Ramiere". Bajo una cubierta de
(47) "Las esperanzas de la Iglesia", Cristiandad, 335 (1959), pág. 135. Subra­
yado del autor.
'lB7
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
rosa pálido, treinta y seis páginas de aspecto pobre impresas en
Puy por Marchessou. No obstante, esta sencilla publicación sig­
nificarla uno de los casos más relevantes de toda la prensa uni­
versal. A la muerte de
Ranúere, veintitrés años después, la revis­
ta sumaba doce ediciones extranjeras: italiano, alemán
[2], espa­
ñol
[3], húngaro, bohemio, flamenco, holandés, polaco y portu­
gués. Cincuenta años más tarde
-1934-los números de Parra
hablarán
por sí solos, 68 ediciones diferentes en 42 idiomas. La
revista servía de órgano de comunicación y difusión; su estructu­
ra, pensada
por el mismo Ramiere, tendía a hacer presente la
dimensión apostólica de la Iglesia
en las nuevas situaciones y en
las dificultades de todo tipo planteadas a la penetración del
Evangelio y de la gracia. Estos intereses y dificultades se presen­
taron bajo la forma de intenciones,
una cada. mes y se acompa­
ñaba de
un extenso comentario. Con un goteo persistente y cons­
tante se iba desgranando toda
una visión de la realidad, de la his­
toria y del futuro. Por ejemplo para
un año cualquiera, como
puede ser el de 1867: los intereses de la religión católica en
Austria, la unión de los defensores de la Iglesia, el retomo de los
israelitas a la verdadera fe, la difusión del Apostolado de
la
Orad6n, las familias cristianas, los jóvenes cristianos, las jóvenes
cristianas, la perfecta
unión de los pueblos cristianos, el concilio
general, las obras
de apostolado juvenil, los niños que se des­
piertan al uso de la razón, los defensores del Pontificado (48). De
1861, en que aparecía, hasta enero de 1884 en que falleció. Y era
su redactor principal: la parte dogmática y el desarrollo de cada
intención mensual la reservaba a su pluma;
pero incluso con fre­
cuencia la situación mundial de la Iglesia, nación por nación, se
desgranaba por sus manos, así como la crónica del mismo Apos­
tolado. Y como escribió Parra:
" ... ¡oh!, era al mismo tiempo pro­
fesor
en Vals o en el Instituto Católico de Toulouse, predica todos
los años numerosos retiros eclesiásticos; confesaba, dirigía, reci­
bía; aparecía en todas las asambleas católicas, componía obras
y opúsculos de polémica" ( 49). A lo
que puede añadirse una
(48) Cf. Parra, en la obra colectiva Le Pere Henri Ramieie, Toulouse, 1934,
págs. 90 y 91.
(49)
!bid., pág. 80.
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ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
impresionante correspondencia no sólo de orden personal, sino
la misma del Apostolado de la Oración
con los cinco continentes
y sus numerosos desplazamientos tanto
en Francia como los que
le llevaron a otros países y particularmente a Roma.
Esta inmensa producción escrita,
Le Messager du Coeur de
]ésus,
alcanzaba al final de su vida un total de 44 volúmenes, y a
la que se agregó durante
la época del Concilio Vaticano I el
Bulleün du Concile (36 números), y a partir de 1878, Le Petit
Messager
du Coeur de Marie, que llegarla a rebasar en tirada al
mismo
Messager. Con carácter póstumo se editaron tres libros en
los que se recogía una pequeful aunque significativa parte de su
vasta producción
en la revista a lo largo de los años, Le mois du
Sacré Coeur (50), Le Coeur de ]ésus et la divinisation du Chrétien
(51), Le regne soda! du Coeur de Jesus (52). La segunda de las
mencionadas, centrada
en el grandioso misterio de la diviniza­
ción es, sin duda alguna, de las aportaciones de mayor trascen­
dencia a la profundización en la realidad del cristiano y que,
junto
con L 'Apostolat de la Prtere y Les ~pérances de J'Églíse,
mayor resonancia ha tenido en el más alto magisterio de la Iglesia
a lo largo de todo
el siglo xx (53).
La publicación en 1861 de la nueva edición de L 'Apostolat de
la Priere y la aparición en ese año del Messager dieron vuelos a
la obra. Una estadística doce años posterior
-.1873-recogida en
la sexta edición de la obra mencionada muestra que el Aposto­
lado de
la Oración estaba erigido en 83 diócesis francesas con un
total de 9126 centros, y en todas las belgas [1213 centros] y sui­
zas [102], funcionando además en Inglaterra e Irlanda [146; 1591,
Alemania y Austria [4139; 121], Paises Bajos [364], España [1438],
Italia [26531, Portugal [78], Malta [1], Grecia [4], Chipre [4], Turquía
[31, Asia [18], Indostán [19], Africa [18], Guinea [1], Reunión [39],
Mauricio [11], Madagascar [20], Canadá [2031, Nueva-Bretaña [11],
Estados Unidos [451], Antillas [12], Méjico [2], Guatemala [2],
(50) Toulouse, 1890, IX-566 págs.
(51) Toulouse, 1891, 617 págs.
(52) Toulouse, 1892,
637 págs.
(53) Cf. nota 46.
289
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
Colombia-Nicaragua [14], Guayanas [12], Ecuador [15], Venezuela
[41, Chile [24], Australia [37], Oceania [6], arrojando un total de
20.474 para esta fecha. En septiembre de 1883, pocos meses antes
de su muerte, los centros sumaban un total de 35.600 en 45 países
con 3.000.000 de inscritos. Sólo
en Francia sumaban 17.002 centros.
La apertura de criterio y visión de Ramiere encierra, sin em­
bargo, otro dato más revelador aún.
El Apostolado de la Oración
no estaba llamado a competir con ninguna asociación, sea cual
fuere su dimensión o fin particular. Por el contrario, se ordenaba
a favorecerla dando impulso a la consecución del
fin. Las pági­
nas del
Messager estaban abiertas a cualquier iniciativa favorece­
dora de los intereses del Reino de Cristo. Por lo mismo, llamaba
a penetrar
con este esp!ritu las órdenes y congregaciones religio­
sas. Sobre la misma fuente
de 1873 se nos ofrece una estadística
de las órdenes adheridas hasta entonces y suman
60. Aparte su
fuerza propiamente espiritual,
debe observarse la posibilidad de
difusión que encerraba este contacto con una presencia social tan
importante como la de los religiosos y religiosas.
Quizá
por aquí pueda medirse, a pesar de lo ftio de los datos
estadísticos, el influjo del pensamiento de
Ramiere. Ramón Orlan­
dis redactaba unas cuartillas
en 1934 en las que resaltaba el sen­
tido más profundo de toda esta obra.
Su alcance verdadero se
encontraba ligado
al esp!ritu del mensaje de Paray-le-Monial
(1675), por el que se daba a conocer no sólo una piedad que
buscaba la vida con Cristo1 sino también una dimensión social y
política, que
en su tiempo no fue atendida y que, sobre las pala­
bras de san Pablo, instaurar en Cristo todas las cosas del cielo y
de la tierra, se presentaba bajo la esperanza del reinado del
Amor.
Las palabras misteriosas, edificaré mi reino sobre las ruinas
del imperio de Satanás, cobraban una claridad antes
no existen­
te ante los estragos religiosos, políticos y sociales de la Revolu­
ción. Dice
as! Orlandis: ".. . el P. Ramiere buen conocedor de las
dificultades y peligros de nuestros tiempos, lleno
por una parte
de celo y de caridad verdadera y
por otra del sentimiento de la
impotencia de los esfuerzos humanos; pertrechado con
una
buena provisión de ciencia teológica y social, y sin duda dirigido
y llevado del
Esp!ritu de Dios, propone todo un sistema de cien-
290
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
cia espiritual y de sociologia sobrenatural. Este sistema puede
reducirse a pocas verdades fundamentales y aun cifrarse en dos
principios, que son: el primero, el Corazón de Jesús es el centro
de toda vida cristiana y espiritual, por ser fuente y origen de
todas las gracias
y dones que Dios hace al hombre, de todos los
beneficios que le otorga
en orden a su santificación y diviniza­
ción; el segundo: el Corazón
de Jesús es principio único y divi­
namente eficaz de toda restauración
y renovación social en el rei­
nado de su
Amor" (54).
Por supuesto, Ramiere nunca confundió
la esperanza del
Reino con
una esperanza puramente política de corte legitimista,
aunque hubiera dentro del legitimismo, máxime el francés
por las
razones ya aludidas, y en forma extensa, quien así pensara. Pero
esto no quita para que Ramiere trabajara en abrir el campo polí­
tico a
una política de principios y a una efectiva restauración de
la tradición cristiana de Francia, tempranamente perdida
por el
impulso de los legistas y el orgullo de la casa de Franconia. Estos
trabajos se entienden desde la esperanza
por el Reino, lo cual se
descubre principalmente en su campaña tenaz y doctrinal contra
el liberalismo-católico sobre la que hablaremos páginas adelante,
y la natural necesidad de encamar la lógica dimensión política,
natural
al hombre. De esta dimensión a la vez religiosa, política
y social nacen las principales campañas promüvidas con carácter
universal o nacional por el Apostolado bajo Ramiere.
A finales de 1861, publicaba
en la Revue du Monde Catho­
llque
la primera parte de un trabajo sobre Suárez, que seguirla en
enero de 1862, y con la que inaugura una etapa que coincide con
la de los años anteriores a su estancia en Toulouse y en Roma,
dedicada a dar a conocer algunos aspectos de sus estudios de
filosofia. Tres puntos son los preferidos por Ramiere: la existen­
cia
y carácter de ciencia de la filosofía, el método de la investi­
gación filosófica
y el hilemorfismo (55). Es en esta época, 1862,
(54) "Pensamientos y Ocurrencias", en Cristiandad, 269 (1955), págs. 200-
203.
Estas páginas, concebidas en 1925, se redactaron en 1934 y se publicaron por
primera vez en 1955_.
(55) Cf. en nuestro trabajo, "Bibliogralia", 1, Obras de Ramiffe, 11.1.8.
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
cuando vefa la luz una obra que no dejaría de suscitar una cier­
ta polémica, polémica que se mantendria durante algunos años,
bien a través de las revistas especializadas, bien por correspon­
dencia.
La obra se intitulaba, De J'unité de J'enseignement de la
philosophie au sein des écoles catholiques (56). Romeyer expu­
so el contenido y los aspectos principales de la controversia sus­
citada
en su trabajo de 1934, donde la califica como "la obra
esencial del Padre Ramiere filósofo".
El fin de Ramiere era, desde
una investigación de las corrientes que dividían las escuelas
-principalmente el tradicionalismo y el ontologismo-, proponer
la búsqueda y retomo a la unidad respecto a los puntos centra­
les del quehacer filosófico, y básicamente
en lo relativo al valor
de la razón y el origen de las ideas retomando la tradición de la
filosof'ta cristiana y tras las huellas del Doctor Común en orden a
cultivar
un sano realismo. Sin embargo, la acogida del libro fue
dispar, y sobre estimando
el deseo de unidad, no se coincidía en
los puntos de vista acerca del tradicionalismo y del ontologismo,
sumándose más tarde la controversia acerca de la materia y la
forma en la composición de los cuerpos, donde nuestro autor se
apartaba del sentido más claramente tomista. Así, aparecen, en
cuanto los recoge Ramiere o con ellos se relaciona, y dentro de
la tendencia tradicionalista, Víctor de Bonald, Félicité de Lamen­
nais, Louis Bautain,
J oacbim Ventura de Raulica, Ubaghs de Lou­
vaine, Auguste Bonnety, fundador de
la revista Annales de
Philosophie Chrétienne,
Chastel y Lupus. Entre los ontologistas,
Rosmini, Gioberti, Hugonin, Branchereau, Fabre y Dom Gar­
dereau. Y respecto al tema del hilemorfismo, Botalla, Liberatore,
Tongiorgi, Palmieri, Teissier, Frédault, Mgr. Sauvé, Bourquard,
Comoldi y Sanseverino (57).
La preocupación por fundamentar la investigación cristiana
de la realidad histórica, al mismo tiempo que procurar razones
para la esperanza, máxime si se tiene en cuenta la condición de
('.;6) Paris-Lyon, 1862, XIV-220 págs.
(57) Cf. en la obra colectiva, Le Pére Henrl RamJere, Toulouse, 1934, pigs.
161 y sigs. Para la correspondencia, cf. en el Archivo de Toulouse, ERTm 101 y
sigs.; 403 a 425; 441, 502-503, entre otros lugares.
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ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
profesor en una casa de formación de la Compañía de Jesús des­
tinada a los nuevos miembros de la misma y que más adelante
debían asumir tareas y misiones muy diversas
en un mundo
socialmente dividido y
en lucha y que en cuanto a sus funda­
mentos era esenciahnente antropocéntrico, o quizás mejor expre­
sado si dijéramos antitefsticot le llevó a dar un seminario en el
curso 1862-1863 que llevaba por titulo Le Régne de Jésus-Christ
dans J'Histoire. Cours de Théologie de J'Histoire (58). El estudio
consta de
una introducción o lección preliminar donde plantea la
necesidad de dar
una respuesta razonada a la realidad histórica
desde la pluralidad de los hechos, consecuencia de
la libertad
humana, y su unidad de sentido, fruto de la causalidad eficiente
y
final de Dios. Pero para ello es preciso dejarse iluminar por la
Palabra divina
en · orden a comprender plenamente los hechos
humanos, esto es, la realidad
de la historia, y que como atestigua
la misma realidad y San Pablo recordó sólo
puede entenderse
desde Cristo. Dieciséis lecciones desarrollan la dinámica social y
las interpretaciones de la historia. Respecto a la dinámica, dejan­
do a
un lado todo maniquefsmo, hace aparecer a los agentes his­
tóricos: Dios, Cristo, la persona humana, el hombre
en sociedad,
la Iglesia, Satanás, la ciudad terrena. Y las distintas concreciones
que pueden tomar y de hecho toman respectivamente, infor­
mando lo politico y lo social.
La historia es para Ramiere de un
valor esencial para la formación politica y para adquirir una ense­
ñanza moral y teológica. Pero examina, según se ha dicho, las
interpretaciones que se han dado de la historia; y distingue una
falsa interpretación de una verdadera. Dentro de la primera reco­
ge, concediendo o negando, sus distintas formulaciones, todas
ellas modernas y que responden a intentos de secularización de
la existencia de los hombres. El orden que mantiene va desde las
más lógicas y absurdas, atendidas las premisas, a las menos.
Maquiavelo, Bacon, Vico, Pascal, Perrault, Bonnet, Herder, Kant,
Lessing, Condorcet, Constant, Saint-Simon, Leroux, Fourier, Bu-
(58) Se trata de una impresión litográfica llevada a cabo en Vals-PI"es-.Le-Puy
y con una extensión de 174 folios. Reproducimos el texto francés, y lo tradujimos
al español en nuestro trabajo doctoral, Anexo 11.
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
chez, Ballanche, Chateaubriand, Schlegel, Schelling, Fichte, Hegel,
Vacherot, Cousin, Comte, Reynaud ... desfilan ante nosotros. Res­
pecto a la verdadera filosofia de la historia Ramiere se entretiene
con San Agustín y Bossuet. Especialmente crítico para con el
segundo, expone la genialidad del de Hipona;
y sin embargo,
trata de desarrollarlo dando a la Ciudad de Dios su nombre pro­
pio que es el de Reino de Cristo,
y haciendo ver su relación a los
hombres
no sólo desde el aspecto personal, sino desde las reali­
dades sociales
que son los pueblos en orden a la consumación
en la historia. Por último, y tras exponer en magnífica síntesis la
verdadera filosofia de la historia y afirmarla como verdadera teo­
ria del progreso,
en la última lección descubre sus relaciones con
todo el conjunto del saber humano, poniendo de relieve su
importancia e incluso su primada.
La obra en cuestión, una fun­
damentación de la teología de la historia como ciencia, resulta
una fundamentación de la misma ciencia de la historia a la
que
Ramiere le da su unidad, siguiendo a San Pablo, y toda su ver­
dadera dimensión.
Por esta época le preocupa ya la localización del Apostolado
de la Oración
en una ciudad que permita una mejor difusión y
dirección.
Vallin apunta que en 1866 funciona en Toulouse, bajo
la responsabilidad de Émile Regnault, una oficina del Apostolado,
a la que
se incorporarla Ramiere para proseguir sus tareas de
director a principios de 1869 (59). Parra, no obstante, sobre los
archivos del convento de
la Visitación de Toulouse da la fecha de
1868 como solución de las gestiones ante el arzobispado para la
instalación del Apostolado
en esta ciudad (60). De modo que
mientras no se aclaren del todo estos datos, pueden compagi­
narse ambas referencias, pensando que efectivamente se abrió
una oficina en 1866, para pasar la dirección a Toulouse hacia
finales de 1868 o principios de 1869
en que Ramiere se trasla­
da.
Que en 1869 se encuentra Ramiere instalado en Toulouse lo
muestra que un manuscrito acerca de la realeza social de
(59) Cf. RAM!tRE, Henri, Dictionnaire de Spirltualité, 1987, col 64.
(60) Cf. en la obra colectiva, Le Pffe Henri Ramibre, Toulouse, 1934, págs.
27 y 28.
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ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
Jesucristo, en el que denuncia la masoneria apoyándose en los
mismos textos de
la asociación, se fecha en dicha ciudad a 2 de
febrero de
1869.
En 1864 y con Ramiere en Vals aún, promulgará Pío IX el
Syllabus (61).
El Syllabus no es sino un compendio de errores en
boga de enorme expansión y que afectaban desde sus fuentes
racionalistas, tanto a la vida sobrenatural como al orden natural.
Como tal compendio recogía condenaciones de anteriores docu­
mentos que en distintas circunstancias salían al paso de formula­
ciones o desarrollos contrarios a la verdad divina natural y reve­
lada.
El catálogo con ser impresionante, impresiona aún más a la
altura de nuestro tiempo. Desde el panteísmo y naturalismo abso­
lutos, pasando
por el racionalismo moderado, se mostraba tam­
bién las poderosas tendencias del indiferentismo, así como las del
socialismo y de las sociedades secretas.
Los errores acerca de la
naturaleza y gobierno de
la Iglesia, como los mismos sobre la
sociedad civil,
en sí misma o en sus relaciones con la Iglesia; los
errores morales y
en particular sobre el matrimonio cristiano.
Para terminar
en las formulaciones contrarias al Pontificado y a
favor del liberalismo, y
en concreto la libertad de cultos y la con­
ciliación con la "nueva sociedad". Al mismo tiempo se pro1nulg6
la encíclica Quanta Cura en la que se exponían el naturalismo,
comunismo y socialismo condenándolos_ con carácter profético
como contrarios a la verdad de Dios y de su Cristo (62). Por
supuesto, entre las poderosas corrientes que vivían de la Ilustra­
ción
en sus desviaciones más lógicas y entre los gobiernos que
hadan del derecho nuevo su principio, esto es, en toda Europa,
la sacudida contra
uno y otro documento fue enorme. Pero a ella
se unió la de la misma corriente católico-liberal a
la que su falta
de visión sobrenatural y su misma formación intelectual hetero­
doxa, contaminada de racionalismo desde las tendencias román­
ticas y los principios del tradicionalismo filosófico,
le llevaba a
postergar la libertad de los pueblos cristianos y entregarse a la
(61) Cf. DENZINGER, Enchiridlon Symbolorum, ed. 34, Barcínone-Friburgi
Brisgoviae-Roma, 1967, n. 1701-1780.
(62)
Cf. Pío IX Acta 1/III, 691 y sigs.
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EVARISTO PALOMAR MALDONADO
causa de la Libertad y de la Revolución. En Francia, a pesar de
la prohibición gubernativa, los obispos generalmente dieron a
conocer dichos documentos. Pero de
modo inmediato se mani­
festaron las dos tendencias,
una con Dupanloup al frente, de
claras reticencias y
exponente de la permanencia del galicanis­
mo, y la segunda con Monseñor Pie a la cabeza, abiertamente
romana.
Ramiére escribió un comentario a las proposiciones
del Syllabus con el titulo Le salut de la société moderne dans
J'Encyclique du 8 décembre 1864 (63). Dudon daba noticia de
ello
en 1934, a la par que exponía las razones por las que no
llegó a publicarse, "los revisores, reconociéndole el 1nérito1 le
sugirieron, sin embargo, que importantes pasajes fueran reto­
cados. Al Padre General le pareció inoportuno poner al alcan­
ce del público este comentario de
la encíclica, sin duda muy
poco semejante al del obispo de Orleans. La obra no se impri­
mió" (64).
Parte del material se empleó en la composición de una serie
de artículos aparecidos en los años 1865 y 1867 en la Revue du
Monde Catholique acerca de la Iglesia y los errores modernos (65).
Como piensa Dudon (66), la contribución más señalada de
Ra­
miere en este comentario es probable fuera utilizada en la com­
posición de
un nuevo libro que con el titulo Les doctrines romai­
nes sur Je Jibéralisme envisagées dans Jeurs rapports avec Je dogme
chréden et avec les besotns des sociétés modernes,
se imprimía por
(63) Se conserva en parte en el Archivo de Toulouse, ERTrn 264.
(64) En la obra colectiva, le Pffe Henri Rami~re, Toulouse, 1934, págs. 311-
312. Dudan remite a la carta del P. General de 29 de abril de 1865. En la nota 1
a la pág. 312, comenta Dudan haber encontrado de este escrito los cap. XI, XII,
XIII y XIV, pero en el Archivo de Toulouse ERTm 263 ,j 264 se encuentra íntegro
dividido
en veinte capítulos. Cf. nota siguiente.
(65) Cf. en nuestro trabajo, "Bibliografía", l. Obras de RamJere, 11.1.8., Revue
du Monde Catholique, "L'Église et les erreurs modernes. L'athéisme positiviste",
octubre
1865; "L'Église et les erreurs modernes. Pouvoir de Dieu. Le mira.ele",
diciembre 1865; "L'Église et les erreurs modeines. La révélation chrétienne et le
rationalisme antichrétienne", mayo 1867. El mismo Ramiere lo indica de su mano
en el manuscrito conservado en AT-ERTm 263 y 264.
(66) Cf. en la obra colectiva Le Pére Henri RamJere, Toulouse, 1934, pág. 312.
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ENRIQUE RAMIÉRE. VIDA Y OBRA
Lacoffre en París en 1870. Desde luego entre las mejores y más
profundas aportaciones de Ramiere, contempla
en ella a la socie­
dad abocada por su base, tanto al despotismo más feroz y tirá­
nico como a la anarquía
más bárbara y desgarradora. Pero
ambos efectos tienen
una sola y misma causa, el liberalismo, o
naturalismo político
que es el rechazo intelectual y visceral de la
soberanía de Dios en Cristo impuesto a los pueblos cristianos.
Ahora bien, la obra se dirigía al público católico y
en este senti­
do su discurso tomaba dos perspectivas,
una· teológica para la
primera parte y otra sociológica y de razón para la segunda.
El
problema principal planteado era la unidad en la respuesta a los
planteamientos y tesis liberales: la ruptura
que establecía el cato­
licismo-liberal
al no proclamar los derechos de Dios ante la
Revolución, reduciendo
al menos en la práctica la ley divina a
una posición de la conciencia individual. Y asi, según sintetiza
Dudan:
" ... sin discutir expresamente «la hipótesis•, ni considerar
el estatuto legal que mejor convendría
al cristianismo y la Iglesia
en la sociedad moderna, el Padre Ramiere retiene ·la tesis•. La
articula con fuerza. Juzgando que en el caso de los liberales
católicos hay
una falta de lógica y de coraje, al' mismo tiempo
que una grave imprudencia. Puesto que el designio incontesta­
ble de Dios es
que su Hijo reine, ¿por qué no trabajar por este
Reino?; ¿por qué no clamar sin cesar que, fuera de este reino
divino las naciones están condenadas a turbaciones incesantes,
a la decadencia de las costumbres y al caos intelectual?" (67). La
obra llevaba en su comienzo la bendición de Pío IX, alabando la
libertad y el coraje de nuestro autor.
De la estancia
en el Reino Unido, coincidiendo con los admi­
rados acontecimientos de la conversión de N ewman y la restau­
ración de la jerarquía católica por Wiseman, Ramiere mantuvo
una atención preferente hacia los contactos entre anglicanos y
católicos. Sobre ello escribió
en la Revue du Monde Catholique a
lo largo de 1866 cuatro articulas bajo el titulo común
Le mouve­
ment catholique dans l'Anglicanlsme, y con frecuencia en las
(61) !bid., pág. 313-314.
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EVARJSTO PALOMAR MALDONADO
mismas páginas del Messager (68), dedicando en esta misma
revista atención a las doctrinas
de Pusey que en su Eirenikon de
1865 se queda a la mitad entre Londres y Roma (69).
(68) ·cf. en el Messager, V 110, 160, 236; VI 169; IX 221; X 184, 417-418; XI
126; XII 341-415; XVIII 198. (Tomamos los datos de Dudon, en la obra colectiva
le Pére Henrl Ramiere, Toulouse, 1934, pág. 315, n. 2).
(69) Cf. en el Messager, V 229; IX 4, 47, 106; X 417. (Referencias del mismo
Dudan, Jbid, pág. 316, n. 1).
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