Enrique Díaz Araujo: Malvinas 1982: Lo que no fue

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con Gallardo que daría lugar, pues otros acudieron a la greña, al
famoso soneto antigallardista
de Estébanez Calderón: Caco, cuco,
faquín, bibliopirata ...
-, puso a partir de entonces su pluma al
servicio
de la Iglesia hasta el punto de poder hablarse de una
conversión. Fue a partir de entonces un católico ejemplar. Los
últimos años de Castro serán de dificultades económicas -viudo,
segundo matrimonio, nuevos hijos ... - pero no de claudicacio­
nes
en la fe. Los ternas gaditanos, en los que era autoridad indis­
cutible, ocuparán casi todas sus preocupaciones. De todo ello
queda cumplida referencia, más que cumplida referencia, en el
libro de
Ravina. En el excelente libro de Ravina.
FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA C!GOl'1A
Enrique Díaz Araajo: MALVINAS 1982:
LO QUE NO FUE~l
Enrique Díaz Arauja, bien conocido de los lectores de estas
páginas, que frecuentó hace
un decenio largo con su pluma eru­
dita y
bien cortada, y donde ha comparecido después también
con asiduidad a través
de los frutos abundantes de su quehacer,
en esta sección de información bibliográfica, abre con este opús­
culo unos "Cuadernos
de Historia No-Oficial", que buscan com­
batir los tópicos de la lústoriografía dominante y alumbrar la ver­
dad de los hechos de la historia reciente de la Argentina. Uno de
los hechos más necesitados
de tal revisión -y no se dé al cali­
ficativo más valor
que el descriptivo-es la guerra sudatlántica
del otoño
de 1982, de la que acaban de cumplirse veinte años. Y
para ello
ha de comenzarse por huir del método Ollendorf y
fajarse con los hechos tal como fueron. De alú que estas páginas
aporten una reconstrucción cronológica y temática, con el punto
de mira puesto en el de la eventualidad de la victoria argentina
frente a la derrota efectivamente ocurrida. Frente a quienes con-
e) El testigo, Mendoza, 2001, 76 pág.s.
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sideran inexorable, prácticamente irreversible, la usurpación bri­
tánica, un completo examen diplomático, jurisidiccional, geográ­
fico, histórico, bélico e internacional llevan cabalmente a la con­
clusión contraria: la de la posibilidad de la victoria de nuestros
hennanos argentinos. Pese al escaso número de sus páginas, el
análisis
que incorporan es contundente y los testimonios que des­
granan del
miíximo interés.
Libro, pues, piadoso,
que sólo puede hallar comprensión en
quienes alienta una misma virtud por sentirse partes de una
misma comunidad. Chesterton, a propósito de los corsarios ingle­
ses que fueron la plaga de nuestro hnperio, estampó
en su
Pequeña historia de Inglaterra que tenfan su simpátfa, pues
retrospectivamente le parecía habfa de juzgarse con cierta gene­
rosa debilidad los asaltos técnicos procedentes del más débil.
Pues bien,
si el gran escritor inglés se permitía tal "generosa debi­
lidad" con quienes
_:_lo que reconoce técnicamente justo-eran
simples piratas, parece más exigida aún una misma comprensión
con los soldados argentinos a quienes, además, asistía la justicia.
MIGUEL AYUSO
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